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¿Qué es la depresión? Los síntomas depresivos.

La frase: “estoy deprimido” suele ser bastante común, a veces llega a ser tan usual que ni
tan siquiera la tomamos en cuenta cuando alguien nos la brinda como excusa para
explicar sus comportamientos. Sin embargo, si esta frase sale de nuestro interior entonces
se desata un apocalipsis, es la hecatombe: “Estoy deprimido. ¿Qué hago?”

Pero… ¿qué es la depresión? ¿cómo reconocerla? ¿estamos verdaderamente deprimidos o


simplemente usamos esta frase como un slogan de moda o como una explicación cómoda
para nuestros comportamientos inaceptados?

Según el DSM-IV, manual diagnóstico de los trastornos mentales, la depresión es un


perturbación del estado de ánimo. Debe aclararse que existen diferentes tipo de depresión
o lo que podría denominarse: diferentes niveles. Comencemos por la depresión más aguda
y molesta: la depresión mayor.

En la depresión mayor la persona pierde el interés por las cosas que anteriormente le
resultaban importantes, no siente placer realizando las actividades que antes le agradaban.

Para diagnosticar una depresión mayor la persona debe experimentar, al menos otros
cuatro síntomas de la siguiente lista:

• Estado de ánimo depresivo que se mantiene a lo largo de la mayor parte del día.

• Cambios de apetito, ya sea disminución o aumento del deseo de ingerir alimentos


y su consecuente variación del peso corporal. Una variación importante del peso
corporal sería un cambio del 5% del peso en el transcurso de un mes.

• Insomnio, es característico el despertarse durante la noche y tener dificultades para


volver a conciliar el sueño, aunque también pueden existir dificultades para conciliar
el sueño inicialmente o despertarse demasiado temprano.

• Los cambios psicomotores que pueden ser percibidos por el resto de las personas,
es decir no son meras percepciones individuales. Estos pueden expresarse a través de
su forma más clásica: el enlentecimiento o su antónimo: la agitación. Las personas
con enlentecimiento se demoran ostensiblemente en reaccionar ante los estímulos
del medio, acompañándose de un tono de voz bajo y movimientos lentos. Se puede
percibir como su lenguaje y pensamiento también presentan un ritmo demorado. Al
contrario, a las personas que presentan agitación les resulta prácticamente imposible
estar sentadas en el mismo lugar por lo cual buscan moverse continuamente, suelen
frotarse las manos o mueven constantemente el primer objeto que tengan a su
alcance.

• Fatiga o pérdida de energía constante sin haber realizado ejercicios físicos o estar
sometidos a un arduo esfuerzo mental. Estas personas se presentan continuamente
cansadas, incluso la menor tarea parece demandarles un gran esfuerzo. Esto
normalmente disminuye la eficacia con la cual realizan las actividades, requiriendo
más tiempo del normal para llevarlas a cabo. Vestirse, bañarse o peinarse resultan
tareas simples que se convierten en toda una fuente de fatiga.

• Sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos o inapropiados que pueden llegar a


ser delirantes. Estas personas suelen malinterpretar los sucesos cotidianos o triviales,
asumiéndolos como pruebas de sus defectos personales y presentando un exagerado
sentimiento de culpabilidad por las adversidades. Así, se genera un efecto de
inutilidad o de culpa no realista acompañado por pensamientos rumiativos o
recurrentes referidos a pequeños errores pasados.

• Disminución de la capacidad para pensar, concentrarse o tomar decisiones. La


mayoría de las personas se distraen con facilidad, les cuesta mantener la atención
sobre un asunto y les aqueja la falta de memoria, que normalmente es un resultado
de la falta de concentración.

• Pensamientos recurrentes sobre la muerte y la ideación suicida aún cuando no


exista un plan específico. Estas ideas suelen variar desde la creencia de que los demás
estarían mejor si uno muriese hasta los pensamientos transitorios, pero recurrentes,
sobre el hecho de suicidarse o los auténticos planes sobre cómo cometer el suicidio.
La frecuencia de estas ideas puede ser muy variables.

Estos síntomas han de mantenerse la mayor parte del día, casi diariamente, durante al
menos 2 semanas consecutivas. Este malestar debe ir acompañado de un deterioro en
áreas importantes para el sujeto como la esfera laboral, de estudios, la relación de pareja o
las relaciones sociales. En personas muy tenaces y persistentes, este deterioro puede no
ser tan explícito, en este caso se observa que la persona hace un esfuerzo sobrehumano
para realizar aquellas actividades que antes realizaba sin dificultad.

Este sería el mayor grado de depresión, luego, existe el trastorno depresivo menor que se
caracteriza porque la sintomatología persiste al menos durante dos semanas pero para su
diagnóstico, la persona debe experimentar menos de cinco de los síntomas anteriormente
descritos.

También existe el trastorno depresivo leve recidivante que se caracteriza por episodios
depresivos que pueden durar de 2 días a 2 semanas y se presentan al menos una vez al
mes durante un año. Es decir, la persona sufre estados depresivos, experimenta una
mejoría notable y luego vuelve a los mismos síntomas depresivos.

Finalizando, aunque no es el último de los trastornos depresivos, se encuentra el trastorno


disfórico premenstrual. Como su nombre lo indica los síntomas depresivos se presentan
con regularidad durante la última semana de la fase luteínica y se eliminan a los pocos
días del inicio de la menstruación. Para diagnosticar este trastorno debe haberse
experimentado en la mayoría de los ciclos menstruales del último año. Por supuesto, los
síntomas deben tener la gravedad suficiente como para interferir en el trabajo, el estudios
o las actividades habituales y estar completamente ausentes durante, al menos 1 semana
después, de las menstruaciones.

Así, como podemos observar, muchas de las personas que se achacan la depresión
verdaderamente solo están transcurriendo por malos momentos o son presa del
desánimo. En muchos momentos el entorno social contribuye a experimentar estos
estados de ánimo. No obstante, siempre debemos tener en cuenta que autodiagnosticarse
no es la mejor de las ideas, sobre todo en el plano de la psiquis, donde la sintomatología
se hace tan subjetiva. La depresión es reversible pero se necesita del tratamiento
especializado.

Este y otros trastornos psicológicos pueden leerse en: http://www.rincon-


psicologia.blogspot.com

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