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Conferencia Bíblica
17 de Septiembre, 2009
Mensaje No. 1
Introducción:
Al leer los primeros 3 capítulos del Génesis varias cosas vienen a ser
evidentes. La primera es que desde el principio de la historia humana Dios se ha
estado revelando al hombre a través de palabras.
El mismo día en que Adán y Eva fueron creados comenzó este proceso de
comunicación entre Dios y el hombre: “Y los bendijo Dios, y les dijo:
Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los
peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven
sobre la tierra. Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da
semilla, que está sobre la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da
semilla; os serán para comer” (Gn. 1:28-29).
Pero también quiere decir que aún antes de pecar, el hombre necesitaba la
revelación de Dios. Ese era el marco de referencia en el que ellos debían
desempeñar sus vidas en ese mundo perfecto. Por lo que podemos presuponer que
aún si el hombre no hubiera caído, como quiera habría necesitado la guía y la
instrucción de Dios.
Pero hay algo más que aprendemos en estos primeros capítulos del Génesis,
y es que desde muy temprano en la historia humana esa revelación de parte de Dios
al hombre fue puesta bajo ataque (comp. Gn. 3:1-6).
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¿Por qué Satanás pone tanto empeño en atacar la Palabra de Dios? Yo sé que
algunos pueden pensar que esa es una pregunta muy obvia. Satanás odia la
revelación de Dios por el hecho de que odia a Dios mismo. Todo lo que
provenga de Él será por necesidad objeto de su odio y su desprecio.
Sin embargo, creo que es importante que seamos un poco más específicos,
porque el conocimiento de sus motivaciones es lo que nos va a permitir
presentar una mejor defensa. Así que vuelvo y planteo la pregunta, ¿por qué
Satanás ha levantado un ataque tan fiero contra la Palabra de Dios a través de
los siglos?
En Jn. 8:44 el Señor dice a los judíos que querían matarlo: “Sois de vuestro
padre el diablo y queréis hacer los deseos de vuestro padre. Él fue un
homicida desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no
hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza,
porque es mentiroso y padre de mentira” (LBLA).
La mentira es el arma que Satanás usa para llevar a cabo su obra de destrucción,
como vemos en el relato de la caída que leímos hace un momento.
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Dios les había dado a Adán y Eva una perspectiva verdadera de las cosas, pero
Satanás les presentó otra interpretación de los hechos completamente
distorsionada.
Satanás se está presentando delante de Eva como aquel que quiere proveerles lo
que Dios les está negando: libertad y progreso: “Seréis como Dios, sabiendo el
bien y el mal”. Las mismas mentiras que ha estado usando desde entonces para
mantener al hombre bajo el yugo de la esclavitud.
Y esa es una de las cosas que el diablo quiere: impedir que el hombre cumpla
con el mandato cultural que Dios le dio en el huerto del Edén de sojuzgar la
tierra y enseñorearse sobre ella. La agenda que está detrás de ese atraso, no solo
es impedir que el hombre cumpla con esa encomienda, sino también dificultar
el avance del evangelio.
Él sabe que la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada
de doble filo. Él sabe que el evangelio es poder de Dios para salvación; y que
así como Dios usó Su Palabra para crear el mundo, así también usa Su Palabra
para crear nueva vida en el corazón del pecador, y para alimentar y fortalecer
esa nueva vida (comp. 1P. 1:22-23; Hch. 20:32; 1Ts. 2:13).
El diablo sabe que la Palabra de Dios es el recurso poderoso que Dios ha dejado
en nuestras manos para que podamos defendernos de sus ataques (comp. Mt.
4:1-11 – Jesucristo es el Hijo de Dios, la Palabra de Dios encarnada, y aún así
hizo uso de la Palabra escrita en Su batalla contra el diablo; comp. Ef. 6:17).
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He ahí, mis hermanos, las dos razones fundamentales por las que el diablo se
opone a la Biblia y provoca todo tipo de ataque contra ella. Y es por esas
mismas razones que se opone con todas sus fuerzas a la predicación de esa
Palabra.
¿Saben una cosa? Al diablo le tiene sin cuidado que las iglesias se reúnan y
tengan actividades religiosas, siempre que descuiden la proclamación de la
Palabra de Dios. Él se viste como ángel de luz, dice Pablo en 2Cor. 11; y a sus
ministros los disfraza “como ministros de justicia” (vers. 15).
Mis hermanos, el diablo ha estado haciendo todo lo posible por impedir que la
Palabra de Dios llegue al hombre. Y él cuenta con un arsenal de recursos y
métodos muy variados; lo que nos lleva a nuestro segundo encabezado: la
naturaleza de su ataque.
¿Cuáles son algunos de los métodos de los que se vale el diablo en su intento de
anular el impacto de la Palabra de Dios en el mundo? Comencemos por el más
fundamental de todos.
1. La teología liberal:
Según ellos, esa evolución es latente en la misma Biblia, que no es otra cosa
que un conjunto de documentos que se fueron ensamblando a través de los
siglos a medida que la religión de Israel iba cambiando.
2. La Neo-ortodoxia:
Cualquiera que haya estudiado seria y profundamente este tema sabe que la
Biblia es el libro de la antigüedad más seguro que existe.
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Por un lado, porque las copias que tenemos del AT son excelentes (los escribas
fueron sumamente cuidadosos al copiar las Sagradas Escrituras; hecho que
quedó confirmado con el hallazgo de los mss. del Mar Muerto en 1947).
Y por el otro lado, porque hoy contamos con más de más de 5,000 copias
manuscritas del NT, algunas de las cuales datan del siglo II. Eso aparte de las
traducciones antiguas que tenemos del latín, el siríaco y el copto, las cuales
suman unas 24,000; y de que podemos reproducir el NT completo por las
múltiples citas que encontramos en los comentarios, sermones y cartas de los
padres de la iglesia del II y III siglo (unas 36,000 citas entre todos).
El próximo más cerca es La Guerra de los Judíos, de Flavio Josefo, del cual
sólo tenemos 9 copias, separadas del original al menos por 8 siglos o más. Sin
embargo, Satanás usa la ignorancia que las personas tienen de este hecho para
poner en duda la integridad del texto bíblico.
Ahora, si creemos que la Biblia es inspirada por Dios, aún sin tener todos esos
datos, debemos presuponer que el mismo Dios que inspiró Su Palabra escrita
habría de preservarla. La inspiración y la preservación van de la mano (comp.
Mt. 24:35 – si son “Sus” palabras, no pueden pasar).
Otro de los ataques del maligno contra las Escrituras fue el de mover a las
autoridades eclesiásticas de la Edad Media a prohibir su traducción y
propagación. En el taller de la historia de la Biblia en español, veremos todas
las peripecias por las que nuestros padres en la fe tuvieron que pasar para que
hoy podamos tener en nuestras manos la Biblia en nuestro idioma.
El último ataque que voy a mencionar por causa del tiempo es el que se ha
desatado en las últimas décadas contra la suficiencia de las Escrituras. No voy a
extenderme en este tema, porque vamos a tocarlo en otra de las sesiones
generales. Simplemente quiero resaltar una vez más, la conexión de la
suficiencia de las Escrituras con la inspiración divina.
Pero no puedo detenerme en este aspecto por más tiempo, pues aún nos resta un
asunto más antes de concluir: nuestra defensa en el ataque.
Pues lo mismo ocurre con la Biblia. No importa cuánto empeño ponga el diablo
en echar por tierra las Escrituras, es más fácil que el universo entero sea
destruido, como dijo el Señor y como de hecho ocurrirá, a que la Palabra de
Dios pierda su relevancia o sea hecha ineficaz.
Ahora, en el caso del creyente la situación es distinta. Ya Dios hizo una obra en
nosotros implantando Su Palabra en nuestros corazones, como dice Pedro en su
primera carta (1P. 1:23 – “Pues habéis nacido de nuevo, no de una simiente
corruptible, sino de una que es incorruptible, es decir, mediante la palabra
de Dios que vive y permanece”; LBLA).
Pero esto también suele operar a la inversa: si no podemos mantener una buena
conciencia, siendo coherente con lo que decimos creer, es muy probable que
eso mine nuestra fe tarde o temprano.
Pero hay otra razón por la que creo que esto debe ser dicho a todo creyente, y es
el hecho de que todos nosotros nos exponemos al ministerio de la Palabra en
nuestras iglesias y todos deberíamos anhelar que esa Palabra sea expuesta
fielmente en nuestros cultos de adoración.
Mis hermanos, eso es exactamente lo que el diablo quiere. Como decía hace un
momento a él no le preocupa tanto que nos reunamos como iglesia y nos
ocupemos en actividades religiosas, siempre que la Palabra de Dios no sea
fielmente proclamada.
Sí, los tiempos han cambiado mucho en las últimas décadas, pero ¿saben qué?
La problemática sigue siendo la misma que fue planteada en el huerto del Edén.
¿Cuál perspectiva de la vida asumiremos, la que tenemos en este libro
divinamente inspirado, o las teorías cambiantes de este mundo caído? No hay
otra opción. De ahí las palabras de advertencia de Pablo a los hermanos de
Colosas, con las que ahora concluyo (Col. 2:8-10).