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LATINOAMÉRICA 1850-1880
EL ORDEN NEOCOLONIAL
División Internacional del Trabajo
Latinoamérica era una región del mundo que en el siglo XIX fue vista como un objetivo por
los países capitalistas industriales como forma de escapar de su crisis mediante la
expansión comercial en busca de mercados donde colocar sus productos y desde donde
proveerse de materias primas y productos exóticos.
La potencia imperialista que se lanzó al dominio económico de América Latina a finales
del siglo XIX fue Gran Bretaña, salvo en algunas regiones de Centroamérica y el Caribe,
donde la naciente potencia industrial de Estados Unidos comenzaba a buscar su propio
espacio imperialista, fundamentalmente en base a las aspiraciones territoriales sobre
México y la pretensión sobre Cuba, por entonces aún colonia española. Siendo también
un factor de dinamismo del imperialismo norteamericano en el descubrimiento de oro en
California por 1850 lo cual afectará la situación económica de toda la franja costera del
Pacífico desde California hasta Chile.
Gran Bretaña no aspiraba a la dominación política directa en el territorio latinoamericano,
le bastaba para ello con dejar en manos de grupos políticos locales leales a sus políticas
la administración de los asuntos de cada país.
Esos socios locales eran las elites gobernantes que en cada nación latinoamericana
respondían a los intereses económicos de los sectores productores de materias primas y
comerciales, y a los objetivos de la política imperialistas británica.1
Las inversiones inglesas ocuparon zonas estratégicas de las economías de
Latinoamérica:
1. bancos
2. infraestructura de comunicaciones (puertos y ferrocarriles)
3. comercio exterior
1
Estas Elites que dominaban la economía, conducían los resortes políticos de las naciones latinoamericanas, y
serán llamadas “oligarquías”.
4. préstamos a los gobiernos, con el apoyo de las oligarquías gobernantes de cada
nación.
Con esos cuatro puntos de inserción económica Gran Bretaña pasó a dominar los hilos
del destino de las naciones latinoamericanas que se vieron fortalecidas y consolidadas.
Gran Bretaña establece con América Latina entonces un tácito Nuevo Pacto Colonial (que
suplanta al viejo pacto colonial con España ya roto en las primeras décadas del siglo tras
las independencias), que otorga la función de economías primarias exportadoras a las
naciones del subcontinente dentro de la División Internacional del Trabajo.
Por lo tanto Latinoamérica pasó a formar parte del sistema imperialista que domina el
mundo en la segunda mitad del siglo XIX, jugando el rol subalterno de región proveedora
de materias primas para los países industriales (Gran Bretaña y Estados Unidos) y
abriendo sus mercados al ingreso de productos manufacturados provenientes de todo el
mundo.
Sintetizando, el imperialismo británico del siglo XIX tuvo una activa presencia en América
Latina, conservando las estructuras políticas de cada país y dominando los resortes de la
economía al captar la lealtad de los grupos gobernantes que reciben los mayores
beneficios que esa relación imperialista generaba.
La condición fundamental del cambio fue que las oligarquías lograron imponer en cada
uno de sus países una política liberal apoyada en una organización legal definitiva de los
Estados.
Dentro del Nuevo Pacto Colonial se da también una participación directa a los intereses
económicos de los países imperialistas en territorio latinoamericano, sobretodo Gran
Bretaña y más tarde los Estados Unidos.
Así en Guatemala el comercio del café queda en manos de capitalistas alemanes, en
Cuba la tierra azucarera en poder de compañías norteamericanas, en la Argentina
frigoríficos en poder de intereses británicos y norteamericanos y en América Central las
plantaciones de bananas son propiedad de una sola empresa con sede en la ciudad de
Boston.
Pero no solamente existe una dependencia comercial de las naciones imperialistas, sino
fundamentalmente una dependencia financiera producto de las inversiones y los
préstamos. Son los países imperialistas quienes invierten y prestan dinero a las naciones
latinoamericanas.
Aquí entra en juego, para la suerte económica de los países latinoamericanos, el análisis
de dos balances económicos: uno el balance comercial, la diferencia entre importaciones
y exportaciones; y el otro el balance de capitales, la diferencia entre la salida y la entrada
de capitales.
Por otra parte en Europa un excedente de población buscará salida en fluidas
migraciones en pos de mejoras económicas, que hallarán en América un espacio
especialmente diseñado para recibirlos.
En este periodo Latinoamérica presencia una explosión de población urbana producto de
los flujos migratorios europeos dando lugar a la creación de inmensas ciudades como
México, Buenos Aires, La Habana, Santiago de Chile, Bogotá y San Pablo. Y este
aumento poblacional si bien significó un crecimiento muy importante de las clases obreras
no provocó una conflictividad social importante en el continente, salvo el caso de México,
cuya revolución se trató fundamentalmente de una rebelión campesina de población
nativa.
Este período que va de 1850 a 1880 es un lapso de transición, un momento de
preparación que transita desde el desmantelamiento de las viejas estructuras económicas
colonial hacia la construcción final del modelo económico liberal de inserción subordinada
al capitalismo mundial.