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Domingo 17 de Mayo de 2009

La Columna de Elliot Ness


LA JUSTICIA.... ¿QUE JUSTICIA?

El gran corrupto Julio María Sanguinetti la desconoció, la corrompió y la


pisoteó – A consecuencia de ello el ex Presidente Dr. Luis Aberto Lacalle
negó que en nuestro país hubiera Justicia - Ahora todos se escandalizan
por algo que es irrelevante si lo comparamos (y sin compararlo también)
con la forma en que Sanguinetti y su mafia avasallaron la Justicia –

Hacer esta nota me produce hastío y vergüenza. El cansancio se debe a


que tengo que tratar una vez más el tema de la Justicia en el Uruguay y la
forma en que fue avasallada desde hace varias décadas por el individuo
que hoy –desde su más acendrado cinismo- se siente indignado porque el
actual Gobierno aún no toma en consideración algunos fallos de la
Suprema Corte en relación al IRPF a las jubilaciones. Es obvio que me
estoy refiriendo a Julio María Sanguinetti, el hombre que pasará a la
Historia como el Presidente más corrupto y amoral que tuvo nuestro país
y que, junto a Carlos Menem de Argentina y Andrés Perez de Venezuela,
conforman la trilogía de seres más despreciables que accedieron a la
primer magistratura en nuestra latinoamérica en el siglo XX.

Los tres fueron campeones en avasallar la Justicia en sus respectivos


países, además por supuesto, de cometer toda clase de atropellos a todas
las libertades y de vaciar las arcas de los Estados para enriquecerse –ellos
y sus séquitos mafiosos- a costa de la miseria e indigencia a que
sometieron a sus pueblos.

Pero hoy nos vamos a limitar a comentar solamente las acciones de uno
de ellos, nuestro ex Presidente, y respecto a un solo tema: la Justicia en el
Uruguay.

Y si también dije que siento vergüenza lo es por dos motivos: el primero


porque como uruguayo me cuesta aceptar que fuimos tan imbéciles para
dejarnos engañar por dos veces por un político que desde el inicio de su
carrera ya nos venía dando indicios de su calaña (en “Sanguinetti y la
Historia Oficial” recordamos varios episodios), y en segundo lugar
porque no me agrada ser tan reiterativo en la mención de los hechos con
los que podemos demostrar lo dicho. Pero lo hago teniendo en cuenta (y
también esto lo reitero porque sé que les da tremenda bronca a los
mafiosos sanguinetistas) que esta nota de El Bocón va a ser reproducida
por varios medios de la prensa escrita y radial del país, y que además, al
ser publicada en Bppcolor terminará inevitablemente –sucede todas las
semanas y es fácil comprobarlo- en Google en la sección “Uruguay en la
Prensa del Mundo” y será leída por decenas de miles de uruguayos en el
exterior.

La Justicia en boca de todos.

Creo que nunca en toda la historia de nuestro país se habló tanto sobre la
Justicia como se está haciendo ahora.

Los fallos de la Suprema Corte sobre el IRPF a las jubilaciones, las


filtraciones de información, la posición del Gobierno y las declaraciones
de algunos de sus miembros, llevaron a los dirigentes políticos de la
oposición a una inmediata movilización. En el caso del Partido Colorado,
Julio María Sanguinetti movilizó a sus deslucidas y derrotadas tropas
(incluso tuvo como aliado al “manco” Jorge Batlle, el otro viejo General
del Partido al que hace unos años le amputó sus brazos), y también movió
frenéticamente su lengua sus manos y sus cejas, en el afán de dotar de
fuerza su imagen de “gran estadista”, de “político impoluto”, “respetuoso
de la independencia de los Poderes del Estado” y “ferviente creyente del
honor del Poder Judicial y de sus Magistrados”. Como lo sabemos todos,
ABSOLUTAS FALSEDADES. Si algo caracterizó la trayectoria política
de Julio María Sanguinetti fue precisamente todo lo contrario a lo que
hemos entrecomillado. Ya lo demostramos con cientos de hechos en más
de 200 artículos publicados en medios de prensa de nuestro país y del
mundo. Y jamás este “señor” pudo intentar (porque habría sido tan vano
como contraproducente) desmentirnos, y menos, llevarnos ante un
estrado judicial acusándonos de difamación o injurias.

Pero no ceja en su pretensión de engañar al pueblo. Sabe que pasará a la


Historia como un ser despreciable, pero se resiste a admitirlo. Cree que
tiene la posibilidad de revertir la opinión que tenemos de él la inmensa
mayoría de los uruguayos, y piensa que puede lograrlo con el discurso y
con las falaces alabanzas que le pide a sus secuaces le prodiguen y
pregonen. Está convencido de que surtió efecto su constante prédica sobre
la doctrina del olvido con sus sagrados preceptos de “no mirar hacia
atrás”, “tener memoria corta”, “no tener ojos en la nuca”, etc., etc., con
los cuales no solamente pretende que olvidemos la ignominia, el oprobio,
y las humillaciones que victimizaron al pueblo durante la dictadura, sino
también que borremos de nuestra memoria su historial de corrupción y
de complicidad con los dictadores. Lamentablemente para él, este plan de
auto redención que se basa en la eliminación de nuestros recuerdos -y
que ya anteriormente llevo a cabo sin éxito- tampoco le dará resultado
esta vez. Nuestro pueblo tiene excelente memoria, y por más que lo quiera
y planifique “el gran corrupto”, ni él ni sus secuaces lograrán con sus
palabras que olvidemos sus acciones.

Los mafiosos defienden a la Justicia.

Por razones de espacio (soy una víctima de estas razones) no puedo


analizar todo lo dicho por Sanguinetti y su grupúsculo mafioso en
“defensa de nuestra agraviada Justicia”.

Es por ello que solamente voy a tomar unas pocas frases del “gran
corrupto” y de dos de sus insignes cómplices (los más parlanchines en
estos días en que el “soldado plancha” agoniza) los “señores” Luis Hierro
López y Alberto Scavarelli. Pondremos sus palabras y luego, a modo de
reflexión sobre el valor de las mismas, expondré algunos casos sobre los
que me referí cuando, al quinto día de solicitar asilo en la Embajada de
Venezuela (el 22 de Mayo de 2003) tuve que contestar algunas preguntas
que se hacían los periodistas venezolanos referentes a la Justicia en el
Uruguay.

Pero vayamos por partes.

Primero, las frases más demostrativas del descaro y cinismo de quienes


las pronunciaron.

Lo que dijo Alberto Scavarelli, el “zar” de la Junta Antidrogas en la


época de Sanguinetti cuando se incautaban 5 gramos de cocaína y medio
kilo de marihuana por año: “El Poder Judicial debe ser preservado en
toda circunstancia” (sin duda que se refirió a preservarlo en el estado de
sometimiento y corrupción al que ellos lo llevaron). “Una justicia
independiente es lo mejor que la civilización ha construido para salir de
la barbarie, de la injusticia, de la justicia por mano propia o del injusto
poder de la prepotencia, la arbitrariedad y la indefensión” (verdad
indiscutible que sin duda los inspiró para avasallar la Justicia y poder
mantenerse impunes durante tantos años).

Lo que dijo el delincuente Luis “carita de bueno” Hierro López: "El


gobierno maniobró demasiado, enchastró a la Corte y atacó la
independencia del Poder Judicial”. “Lo que hicieron el gobierno, el
partido de gobierno, el senador Mujica, el senador Fernández Huidobro,
el diputado Esteban Pérez ha sido un atropello nunca visto a la
independencia del Poder Judicial. (no sabía que era ciego y que recién
ahora recobró la vista y puede ver lo que para él son atropellos).

Lo que dijo Sanguinetti en la reunión del CEN del Partido Colorado:


“hubo agravios y amenazas a la Justicia por parte de integrantes del
gobierno”, “vamos a iniciar una campaña de recolección de firmas que no
es solo para derogar el IRPF a los jubilados sino también defensa al
trabajo nacional y defensa de la Democracia y del estado de derecho y la
independencia de poderes, y este no es un tema de abogados, es un tema
de ciudadanos”. (sic, y lo que subrayé, increíblemente sic).

Ahora vamos a lo que informé al Gobierno venezolano respecto a las


inquietudes manifestadas en la prensa de ese país cuando solicité asilo.
Así le informaba al Ministro de RREE, Roy Chaderton Mattos: “La
decisión de hacerle conocer estas apreciaciones, cuya subjetividad podrá
llevarse al plano de lo objetivo luego de que Usted pueda comprobar por
otros medios el acierto de las mismas, acabo de tomarla al finalizar la
lectura de la prensa venezolana en la cual se manifiesta: “En esferas
oficiales se preguntan por que si es un perseguido y amenazado de muerte
no concurrió a la Justicia en busca de amparo”. Trataré de ser
esquemático, aunque le aclaro que en estos intentos casi siempre fracaso.
Esforzando mi intelecto en busca de la síntesis, comenzaré con preguntas
que llevan implícitas las respuestas que son conocidas por todos los
uruguayos. De esta forma pretendo facilitar su comprobación”.

“¿A que Justicia recurro en busca de amparo?: ¿a la Justicia obstruida


permanentemente como lo denunciara el Dr. Raúl Alonso De Marco, ex
Presidente de la Suprema Corte de nuestro País?; ¿a la Justicia que es
burlada de continuo, e incluso en forma abierta y desembozada, como
hace poco lo hiciera el diputado Julio Luis Sanguinetti (hijo del ex
Presidente) involucrado en un caso de corrupción que lo tiene en juicio
penal en los Estados Unidos y que para dilucidarse se le exige -para
determinar su responsabilidad- la pericia oral de su voz y este indigno
Representante Nacional el día en que fue citado por el Juzgado para
dicha pericia oral presentó un escrito y –obviamente- las investigaciones
no pudieron proseguir?; ¿a la Justicia que nunca puede terminar de
investigar los múltiples casos de corrupción en los que han sido
involucrados los amigos del Dr. Julio María Sanguinetti, y en los cuales, a
pesar de la sobre abundancia de convicciones y pruebas los procesos se
alejan cada vez más de su punto final, como el conocido caso de una
licitación del Puerto de Contenedores en la que el Sr. Elias Bluth (ex
Secretario de la Presidencia de Sanguinetti y desde hace una semana vice
Ministro de Defensa para vergüenza y malestar de las Fuerzas Armadas)
y Antonio Marquesano (ex Ministro del Interior de Sanguinetti) están
involucrados como solicitantes de una “comisión” de 2 millones de
dólares para favorecer espuriamente la concesión a una conocida
Empresa internacional?; ¿a la Justicia que debe soportar presiones y
trasladar a dos jueces -y ver morir incinerado a un tercero- cuando se
está investigando el sonado caso del asesinato del empresario González,
en el cual el ex oficial del DOE (Departamento de Operaciones
Especiales) Washington De María (también ex Jefe de la Guardia
Presidencial de Julio María Sanguinetti) involucra a éste como
“mandante de acciones destinadas a entorpecer las investigaciones”, lo
que aumenta las sospechas de la responsabilidad de nuestro ex Presidente
en el crimen de quien era socio de un grupo de amigos suyos que fueron
traicionados por González?; ¿a la Justicia que aún, después de muchos
años (no los recuerdo con exactitud) no ha podido determinar quienes son
los responsables del incendio provocado en la sala de computación de un
Ente Autónomo con el fin de eliminar las huellas de una gigantesca estafa.
Según De María, el ex guardia presidencial de Sanguinetti, los
responsables de este acto criminal que llevó a la muerte a cinco humildes
limpiadoras del edificio, son los mismos integrantes de la “sociedad
González” a la que él define como “los intocables del poder”, y que
desarrollaban sus actividades “comerciales” en los ramos de contrabando
de oro, de drogas (y de lo que viniera), además de incursionar en cuanta
actividad delictiva les reportara pingües ganancias (trata de blancas,
tráfico de órganos etc., etc.)?; ¿a la Justicia que desde hace años tiene
conformes (si no desaparecieron) firmados por el Sr. Ernesto Laguardia,
ex secretario privado de Julio María Sanguinetti, y cuyo acreedor, un
señor de nacionalidad francesa, decidió regresar prontamente a su país
cuando el “señor” Laguardia le envió en misión de “relaciones públicas”
a un conocido torturador de la dictadura sugiriéndole que por su
“conveniencia” debía desistir el cobro.?; ¿a la Justicia a la que se le exige
que actúe de oficio cuando algunos manifestantes protestan –
pacíficamente- frente a los domicilios de quienes nos han robado abierta e
impunemente durante 30 años (los Peirano, los Rhon, etc. etc.) o frente al
domicilio de alguno de los diputados foristas que se burlan a diario del
pueblo, pero que nunca actuó de oficio (ni lo hará jamás mientras
subsista el terrorismo dirigido por Sanguinetti) en todos los actos de
corrupción denunciados públicamente por valientes periodistas que
tuvieron – en el mejor de los casos- la respuesta del silencio que posibilita
el pronto olvido, o el gratuito denuesto lesionando su honor, o la agresión
física o moral, o en otros casos la muerte a manos de sicarios que
disfrazaron los crímenes como “accidentes” o “suicidio”?; ¿a la Justicia
que miró para otro lado y no actuó de oficio cuando se le pidió al
Parlamento que investigara a Sanguinetti por sus vinculaciones con los
“escuadrones de la muerte” y quien lo solicitó murió “accidentalmente”
al poco tiempo?; ¿a la Justicia que además de no recibir colaboración de
los otros poderes del Estado y ser víctimas de presiones y obstrucciones
toda vez que peligraba la impunidad de algún influyente político, estuvo
tan carenciada de recursos financieros que se llegó al extremo paradojal y
risible (sino fuera tan trágico) de tener una Suprema Corte enjuiciada
por deudas (y esto lo denunció hace unos meses su Presidente el Dr.
Gervasio Guillot), lo que indica –además- que la total carencia de
recursos técnicos le anulaba efectividad a toda investigación?.”

“Podría seguir llenando páginas con preguntas similares, pero prefiero


referirme -para cerrar este punto- a un episodio reciente y muy grave.
Hace un mes aproximadamente se procesa y se le dictamina prisión a un
Fiscal por delitos cuyas varias tipificaciones jurídicas no recuerdo con
exactitud pero que se referían al beneficio económico obtenido por éste en
el mal uso y abuso de sus funciones. Los procedimientos de investigación
fueron efectuados por personal calificado del Ministerio del Interior,
cartera a cargo de un político de las filas partidarias del Dr. Sanguninetti
y que, por su probidad en el manejo de los fondos públicos (debo decirlo
al imperio de mi conciencia y honestidad intelectual) es una honrosa
excepción en medio de tantos inmorales (es un obsecuente a Sanguinetti
pero otros defectos no le hemos descubierto). Las investigaciones
conducentes a determinar la culpabilidad del Fiscal Altolaguirre (apellido
del imputado) finalizaron hace varios meses, pero no se presentaron a la
Justicia los elementos de prueba en el interés de proseguir investigando –
sin despertar sospechas- a otros posibles fiscales que estuvieran actuando
al margen de la ley. La decisión fue sabia. Había 7 Fiscales más que
venían incurriendo en los mismos delitos tipificados a Altolaguirre.
Finalizadas las actuaciones policiales, la Suprema Corte recibe todos los
expedientes del seguimiento e investigación de las inconductas de
Altolaguirre, y se lo procesa y condena, para gran contento de un pueblo
que puede contemplar (¡por fin!!) que un personaje relevante de uno de
los Poderes del Estado pierde su impunidad. Pero este pueblo (el siempre
engañado pueblo), no sabe de la existencia de los otros 7 indignos y
delincuentes Fiscales. ¿Por qué?, ¿a que obedece el silencio?, ¿a quien le
conviene que se callen estos episodios delictivos y los nombres de quienes
los cometieron?. Puedo asegurar que el Ministro del Interior, el Esc.
Guillermo Stirling, jamás callaría estos hechos de no haber recibido la
orden de un superior jerárquico (en este caso el Dr. Batlle) o del super
poderoso jefe de su sector partidario, el Dr. Sanguinetti. Creo que para el
Ministro Stirling la sola publicidad de tales procedimientos lo habría
elevado al máximo en la consideración popular, significándole en lo
político un substancial avance posicional. Entonces, ¿a quien le convenía,
y por que, que se mantuvieran en reserva estos hechos?, y, ¿quién en
nuestro país ostenta el poder de acallar, no solo a un Ministro de sus filas
políticas, sino también al propio Presidente en el supuesto caso de que
éste tuviera conocimiento de los mismos?. Todo nos conduce al Dr. Julio
M. Sanguinetti. Y si alguien quiere comprobar que esta presunción es algo
más que eso, podrá obtener información que le dé aval de certeza en
Servicios de Inteligencia que por razones de seguridad no puedo revelar
por este medio. Pero sí, ahora y desde aquí, puedo afirmar que el interés
del Dr. Julio María Sanguinetti en no cursar ante la Suprema Corte de
Justicia los expedientes de estos 7 Fiscales, obedeció a su interés de
utilizar este material como futuro elemento de coacción al Poder
Judicial.”

“En vista de todo lo expuesto, ¿podría confiar en nuestra Justicia?,


absolutamente NO. Confío, SI, y mucho, en algunos de sus hombres,
como el Dr. Gervasio Guillot, o el Dr. Raúl Alonso De Marco, ex
Presidentes, ambos, de la Suprema Corte, pero me pregunto, ¿hasta
donde podrán avanzar –con la Constitución y las Leyes bajo el brazo-
marchando al paso del Honor y la Dignidad que siempre han pautado sus
conductas, si ahora ya no solamente son víctimas de los espurios intereses
por acallarlos que provienen de los inmorales que aún dominan en los
otros Poderes del Estado, sino también, de los delincuentes que los rodean
en sus propias filas, delincuentes dispuestos a salvaguardar su impunidad
llegando a cualquier extremo, ya sea hacer desaparecer pruebas para
beneficio de un buen postor, o fabricarlas para perjudicar a quien ose
enfrentarse a sus poderosos amigos?.”
Hasta aquí transcribí parte de mi informe a la cancillería venezolana en
mi quinto día de asilo, el 29 de Mayo de 2003.

A los 3 días –luego de un acuerdo entre el Gobierno de nuestro país y el


venezolano mediante el cual se garantizó mi protección- salí de la
Embajada y leo en el diario “El País” unas declaraciones del Foro
Batllista refiriéndose a mi persona: “es fantasioso pensar que alguien
pueda decirse perseguido en un país donde hay libertad plena, funciona
la Justicia, y se respetan los derechos humanos”. Algunos se lo creyeron.
Un mes y medio después, el Dr. Luis Alberto Lacalle (exactamente el 16
de Julio) dice, y está documentado en todos los medios de la prensa
escrita y televisiva del país: “CREO EN LA JUSTICIA, ¿CÓMO NO
VOY A CREER?.... PERO EN LA JUSTICIA DIVINA, NO EN LA
JUSTICIA HUMANA. EN NUESTRO PAÍS PUEDE HABER
JUSTICIA.... SI, QUIZÁS EN ALGUNOS JUZGADOS”.

Como correspondía, le agradecí en una carta pública al Dr. Lacalle sus


palabras confirmando las “fantasiosas” apreciaciones que le había hecho
llegar un mes antes a la Cancillería Venezolana, y también le trasmití mi
pesar por lo tardío de las mismas. Con esto puse fin a un episodio en el
cual el GRAN CORRUPTO Julio María Sanguinetti y su mafia de la
Cancillería intentaron menoscabar mi dignidad con informes
probadamente falaces respecto a mi persona y a la realidad de nuestro
País, en el cual, contrariamente a lo dicho por ellos, ni existía libertad, ni
funcionaba la Justicia, ni se respetaban los derechos humanos.

No creo necesario hacer otros comentarios. Solamente se me ocurre


preguntar: ¿acaso lo dicho por el Dr. Lacalle, negando con ironía pero en
forma tajante la existencia de Justicia en nuestro país, no fue un agravio
mayúsculo y mayor al que supuestamente le hizo el actual Gobierno por
esperar simplemente la emisión de otros fallos y criticar las filtraciones?;
y acaso, ¿todas las verdades expresadas en mi carta a las autoridades
venezolanas no constituyen acciones (y ya no hablamos de palabras) que
demuestran el menosprecio y ultraje a que fue sometida nuestra Justicia
por Julio María Sanguinetti y su mafia, burlándose de Ella, pisoteándola
y corrompiendo a sus miembros?.

Y finalizo con una última pregunta: ¿acaso lo dicho por el Dr. Lacalle no
conllevaba implícitamente –por los motivos para expresarse así- la
confirmación de la humillante subordinación de la Justicia a los espurios
intereses del GRAN CORRUPTO?.

Dejémoslo así. Contestar, es subestimar vuestra inteligencia y vuestra


memoria.

Lamento haberlos cansado tanto hablando de nuestra Justicia... ¿que


dije?, ¿JUSTICIA?, ¿QUÉ ES ESO?.

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