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El orden del discurso, la economía y la voluntad.

David Eduardo Ortiz Castaño

Universidad Autónoma de Bucaramanga

Introducción

Las bases de un proceso tan complejo como el económico al ser


desfragmentadas, producen un mar de conceptos y un historial de situaciones.
Dentro de desde mundo de “lo económico” como tal, hay un aspecto que es
primordial, pero que se pasa por obvio y simplista, el recurso del discurso, como
planteamiento básico del desarrollo institucionalizado de las ciencias económicas,
este discurso es en gran medida la voz interior de un concepto que, a la altura de
los procesos nos plantea dualismos y contradicciones.
Este desarrollo que es potencialmente universalista, actúa bajo un “orden”, no un
control, un “orden” tanto del concepto discursivo, como de la acción económica,
esta disposición hila cientos de situaciones que conforman “el sentido” del
discurso económico, como un sólido unitario, donde las proposiciones ambiguas
pierden valor ante la autoridad de un concepto lógicamente expuesto e
interiorizado en la sociedad actual.
Frente al orden y las inclusiones del concepto económico, se debe tejer la relación
con la realidad, que no es necesariamente lo real y que al mismo tiempo es una
construcción dada, tanto para la economía, como para los procesos que en ésta
se dan.
Este desarrollo, es una arqueología de la “cosa” entendida como la economía, que
no es ni un número, ni una cifra, sino que es la lucha por el sentido entre un
proceso y la humanidad.

Las cosas no son simplemente porque están, son, por un proceso humanizado y
constructivo de sentido, donde la significación es desarrollo y pie de socialización.
Este recorrido por las cosas como entes de enfoque, nos lleva a pensar en una
dimensión de lo que conocemos y nos cuestiona, en la manera como “miramos sin
ver”, es en este caso donde entra “el discurso” como razón social y conceptual de
lo que es y además de cómo se proyecta.
El discurso no es dialéctico, porque hegemoniza lenguajes y propone procesos de
conocimiento bastante marcados, pero es la compilación del ser en cuanto a sus
relaciones tanto con el otro como con lo que inventa crea o socializa. El discurso
domina sentidos, esta premisa nos ayudará a entender las relaciones que se tejen
a partir de los choques entre lo que consideramos real y lo que se esconde tras un
significado.
Asume entonces una postura objetiva, donde las relaciones de poder son las
fuerzas que dan vida, pero este discurso no podría darse, si no existe entonces un
orden establecido de las cosas, este orden es el lenguaje y que antes que las
cifras, que cualquier tasa o porcentaje mundial, es la base de toda economía y,
nos adentramos desde ya en el tema, porque las acciones que realiza el lenguaje
y las palabras en la manera como se maneja y distribuye un intercambio, es aun
más fuerte que el dinero, porque el dinero no existe.
Este orden dispara flechas a todos los flancos posibles y cubre con escudos todos
los que aparenten debilidad, pues posee la capacidad de adaptar y coaccionar a
un público a hacer tal o cual cosa, es por esto que al convertirse en discurso,
solidifica su existencia y al determinarse ordenado, puede habituarse a cualquier
situación, es más, frente a este tipo de relaciones la barrera de lo sensible o lo
humanístico no cuenta, porque la capacidad de auto-representarse y existir la da
un hecho tan innato como el de comunicar.

La economía frente a este tipo de desarrollo, debe definirse de una manera


diferente, pues los tópicos de representación son anormales a lo cotidianamente
propuesto, es por eso que podríamos proponerla como Israel Kirzner, cuando
plantea que la esfera económica “es más grande de lo que tradicionalmente ha
sido definida por economistas, abarca toda la acción humana”1. Entendiendo lo
anterior, se plantea el más bello concepto de la economía en cuanto a la relación
con su propia existencia, es decir, el Discurso Económico, no es solo una maraña
de palabras controladamente plasmadas para convencer, provocar, sugerir, etc. Es
por afirmación, la relación más clave entre seres humanos que conviviendo juntos
deben plantearse un mutualismo, pero esto solo se logra, cuando esferas del
lenguaje se vuelven complejas y se desarrollan en un discurso.
El proceso del discurso económico está ligado a paradigmas, por ejemplo, seguir
afirmando que un hecho económico existe solo cuando hay un proceso de
necesidades entre seres humanos, es una forma demasiado básica de ver el gran
cambio que sufren ambos afectados en su voluntad y libertad, entonces se deduce
que , la economía no limita su campo de acción al simple hecho material de las
cosas, por esto “los problemas de la economía y sus principios últimos son solo
solucionables si abandonamos todo intento de resolverlos en forma empírica e
inductiva y los tratamos en cambio como problemas filosóficos que deben
abordarse con métodos filosóficos”2. Al referirnos a métodos no es solo a una
tipología del conocimiento, sino también al orden del discurso, en otras palabras a
un uso de lenguaje tan sugerente que abarque la universalidad del término, pero
para esto hay que proponer la economía no como una salida sino como un eje
problemático, donde no se cree un circulo al que estaremos siempre supeditados,

1Kirzner, Israel. The economic point of view, Kansas city. Sheed and Ward, 1997. Pág.
184

2R. G. Collingwood, "Economics as a Philosophical Science", International


Journal of Ethics, 1926, Vol. XXXVI, p. 162.
sino como un gran árbol, del que pueden florecer múltiples hojas como múltiples
salidas y no haya que refutar, porque el lenguaje ha mediado entre las discordias
y haya validado más de un discurso.
La conexión del discurso económico con su orden es en momentos problemática,
pues las concepciones o las cosmovisiones en pro de la economía se han cerrado
bastante, entonces se suele entender ésta como un simple proceso de
intercambios o consumo, pero la ciencia económica como discurso y razón, no es
una cuestión normativa y por este motivo no tiene que dar primacía a la libertad o
la esclavitud. Pero como su objeto de estudio material es el acto humano mismo
los puentes entre voluntad y economía son cada vez más fuertes, por esto la
palabra se puede hacer verbo, adjetivo, valor, política, filosofía, economía, etc.
El discurso económico tiene una facilidad poco usual, puede divagar entre los
demás discursos y afectarlos, por eso es tan importante al momento de hablar de
política, educación o cualquier otro tema, tiene el don de la omnipresencia en
cuanto se nos hace innata, y se nos hace innata porque su orden se planteo como
una necesidad inherente en la humanidad. “La necesidad en cuanto que es
juzgada compatible con la libertad nunca se estima forzosa o esclavizante o
envilecedora”3
La economía y su discurso planteados históricamente, no presentan La necesidad
como un catalizador de violencia ni angustia, lo que ha llevado este concepto a la
definición actual, no la que está en los libros, sino a la empírica, es la capacidad
de discursos como los de la política y el poder en satanizar La necesidad y
encubrir su propia maldad y avaricia, por esto en cuanto respecta al origen y orden
del discurso económico, podemos plantear una relación y es que las necesidades
son fuente, poder y proceso del lenguaje en esta esfera, porque antes de
coaccionar al hombre, le brindaban la opción, por medio del lenguaje de habitar
nuevos campos de significación, la economía no es solo el intercambio, es una
recopilación de sentido abstracto donde los sujetos rompen barreras y “se
necesitan”, y frente a esa creación de necesidad que en mi concepto es la más
sugerente se tejen las monetarias y de mercado, que no han hecho más que

3Manuel Río, La Libertad (Buenos Aires: Abeledo-Perrot, 1969) p. 24.


flagelar la ley suprema del proceso como ciencia económica que es la Voluntad
como base del comportamiento y de las relaciones del hombre con la economía (el
otro) que me necesita y yo a él.
“Comienza el verdadero reino de la libertad que, sin embargo, solo puede florecer
tomando como base aquel reino de la necesidad”4. Si la relación entre el hombre
con la economía es la necesidad, ésta no es un proceso aislado y se plantea en la
realidad como coexistencia y principio, donde El económico es la otredad, no una
compleja serie de números que me encadenan sino una flexible rama de palabras
que me liberan en mi facultad de ser necesitado y “económicamente” (necesario)
para el otro.
Los procesos sociales bellos y verdaderos solo podrán darse en la medida en que
los seres humanos entendamos que el dinero no existe y que lo que antes valía
como oro, la palabra, ahora es solo el juego de los poderosos, y mientras creamos
que ellos son los únicos que pueden poseerla y nosotros solo podemos tener el
poco dinero que ellos arrojan, seguiremos supeditados a creer que mi discurso
como individuo es un discurso de mercado y que soy en cuanto tengo ,
proyectándome siempre como un ente no económico, porque si algo tratamos en
este texto fue, de des estigmatizar el hecho mismo de la economía, sino como un
plan de pagos, donde cada peldaño en mi existencia costará y costará aun más.
Vislumbrar el precipicio ha de ser fuerte, pero vernos caer sería irremediable.

4Carlos Marx, El Capital, Crítica a la Economía Política (México: Fondo


de Cultura Económica), I. III, p. 759.

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