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Introducción
Las cosas no son simplemente porque están, son, por un proceso humanizado y
constructivo de sentido, donde la significación es desarrollo y pie de socialización.
Este recorrido por las cosas como entes de enfoque, nos lleva a pensar en una
dimensión de lo que conocemos y nos cuestiona, en la manera como “miramos sin
ver”, es en este caso donde entra “el discurso” como razón social y conceptual de
lo que es y además de cómo se proyecta.
El discurso no es dialéctico, porque hegemoniza lenguajes y propone procesos de
conocimiento bastante marcados, pero es la compilación del ser en cuanto a sus
relaciones tanto con el otro como con lo que inventa crea o socializa. El discurso
domina sentidos, esta premisa nos ayudará a entender las relaciones que se tejen
a partir de los choques entre lo que consideramos real y lo que se esconde tras un
significado.
Asume entonces una postura objetiva, donde las relaciones de poder son las
fuerzas que dan vida, pero este discurso no podría darse, si no existe entonces un
orden establecido de las cosas, este orden es el lenguaje y que antes que las
cifras, que cualquier tasa o porcentaje mundial, es la base de toda economía y,
nos adentramos desde ya en el tema, porque las acciones que realiza el lenguaje
y las palabras en la manera como se maneja y distribuye un intercambio, es aun
más fuerte que el dinero, porque el dinero no existe.
Este orden dispara flechas a todos los flancos posibles y cubre con escudos todos
los que aparenten debilidad, pues posee la capacidad de adaptar y coaccionar a
un público a hacer tal o cual cosa, es por esto que al convertirse en discurso,
solidifica su existencia y al determinarse ordenado, puede habituarse a cualquier
situación, es más, frente a este tipo de relaciones la barrera de lo sensible o lo
humanístico no cuenta, porque la capacidad de auto-representarse y existir la da
un hecho tan innato como el de comunicar.
1Kirzner, Israel. The economic point of view, Kansas city. Sheed and Ward, 1997. Pág.
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