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Experiencias de vida de mujeres militantes

Ana López Dietz, María Graciela Acuña


Licenciatura en Historia, Mención Estudios Culturales, Universidad Academia de
Humanismo Cristiano
analopezdietz@gmail.com

Resumen
Este artículo busca reflexionar sobre la problemática de la experiencia militante de las
mujeres durante los años de la Unidad Popular y la dictadura; para ello, se ha trabajado con
la metodología de la historia oral, en base al testimonio de diferentes mujeres que fueron
militantes de partidos de izquierda durante estos años.
El artículo apunta a discutir sobre la relación que se establece entre militancia política
femenina, partidos y estrategias de izquierda y la política de la dictadura hacia la mujer,
haciendo un breve recuento de la historia de las luchas de las mujeres en nuestro país.

Palabras Claves:
Género, militancia, política, mujer, vida cotidiana

********************
Este artículo es una síntesis condensada del trabajo de investigación que realizamos durante
varios meses, basado en el testimonio, mediante entrevistas en profundidad de tres mujeres,
militantes de izquierda, realizadas entre marzo y abril de este año. Nuestras entrevistadas
han preferido permanecer en el anonimato, por lo que sus nombres han sido cambiados. A
la par, hemos realizado un trabajo de investigación bibliográfica, sobre los temas de
memoria, género, y la historia oral que aquí tratamos. Una de las dificultades que
encontramos a la hora de llevar a cabo este trabajo, es la escasa cantidad de testimonios y
trabajos que incluyan las voces de mujeres militantes de esta época.
Este trabajo plantea una hipótesis, que comenzamos a responder, pero que queda abierta a
seguir desarrollando este trabajo, y esperamos salga a la luz más adelante.

En la actualidad, la problemática de género aparece de forma más habitual en las


investigaciones y trabajos sobre lo social y en la vida cotidiana, lo que no significa que la
desigualdad y opresión de género hayan desaparecido, al contrario, los sistemas de género
funcionan y son legitimados socialmente, subordinando al mundo de lo femenino a una
posición secundaria en la sociedad.
Este trabajo intenta estudiar cómo la dimensión de género estuvo o no presente en los
70 en la militancia de nuestras entrevistadas, durante la época de la UP y la dictadura,
y también de qué manera la militancia política en las organizaciones de izquierda
influye su vida como mujeres. Para esto, hemos reunido los testimonios de tres mujeres
que durante los 70 fueron activas participantes de la vida política y social del país,
militando en la JJCC y el MIR, y nuestra propia interpretación sobre el tema.
Trabajamos con la narrativa oral y la metodología del testimonio, para estudiar las
interpretaciones, sentidos y significados que cada una otorga a su historia de vida, su
militancia, y su condición de mujer, para buscar cómo el tema de género se representa en la
memoria histórica de cada una, en la reconstrucción de sus historias de vida, para saber qué
significaba ser mujer y militante, y conocer su visión desde hoy.
Reconstruir las historias de vida de mujeres militantes de estos años es una tarea compleja,
tanto por la distancia que existe entre nosotras y ellas, y también porque hoy vivimos en el
mundo del no estoy ni ahí”, y en esos años el estar ahí, es decir militar, la política, el
activismo social eran parte del sentido más común, de la práctica y acción cotidiana de
amplios sectores de mujeres y hombres. Y también porque hoy el discurso posmoderno
habla del fin las utopías, de la historia, de los sujetos y las clases, y en esos años luchar por
“tomar el cielo por asalto”, como decían los estudiantes del Mayo francés, era parte de la
vida cotidiana de muchas y muchos.

Historia oral y memoria

¿Qué es la memoria?, ¿Es un pensamiento individual o colectivo?, ¿Qué recordamos y qué


olvidamos? Para nosotras la memoria intersecta los planos individual y colectivo: se
recuerda desde el yo que está inmerso en una serie de relaciones sociales determinadas,
como por ejemplo de clase, en el capitalismo de un país periférico, etc.
Para Elizabeth Jelin, que trabaja al tema de la memoria, existe hoy una especie de “cultura
de la memoria”, como “respuesta o reacción al cambio rápido y a una vida sin anclajes o
raíces 1 ”. La memoria permitiría así una identificación de los sujetos con sus comunidades o

1
Jelin, Elizabeth. Los trabajos de la memoria, Ed. Siglo XXI, Madrid, España, 2002, Serie Memorias de la
Represión p. 9.
grupos, actuando como un lugar de identidad e identificación colectiva. Pero la memoria se
convoca y se invoca, en este caso en un diálogo con nuestras entrevistadas, donde ellas
rememoran sus vidas y un pasado que miran con nostalgia e idealismo…

“Todo se vivió a concho, intensamente. El amor, la sexualidad. La pelea. Todo es


intenso, porque -en el momento mas duro- no íbamos a vivir más que mañana”.
(Paula),
“En esa época era un compañerismo más sano, (…) no había envidia, pelambre, yo
nunca lo viví así, (...) era todo mucho mas en conjunto, todos juntos”. (Carmen)

Este pasado adquiere una gran significación, un sentido que se actualiza en el recuerdo de
ayer y en el presente, que se explica desde el hoy, pero que también busca ser utilizado para
el futuro.
En el caso de las dictaduras militares, recordar tiene también un valor político para sacar a
la luz lo que está oculto o fue negado. El Informe Valech, más allá de su intencionalidad
política para lograr la reconciliación nacional, rescata del silencio y el olvido el caso de
miles de personas que sufrieron la tortura.
Pero la memoria es un proceso abierto y dinámico, que cambia como dice Jelin “en relación
y en diálogo con otros 2 ”, y con los procesos históricos que se viven. Contra los intentos de
reconciliación nacional y dar vuelta la hoja, como en nuestro país y otros que sufrieron
dictaduras se alza la voz de los que no quieren olvidar y que activamente, como las
organizaciones de DDHH, se organizan para evitar el olvido y el silencio.

Pero memoria implica selección, recordar y también olvidar, ya que hay una elaboración de
la memoria, que incluye estos silencios y olvidos.
Un último aspecto que quisiéramos rescatar, relacionado con los combates por la memoria:
no hay una memoria única, aunque si memorias oficiales. En Chile, por ejemplo, la derecha
pasó de negar la realidad – se reconoció que hubo desaparecidos hace muy poco tiempo,
para luego justificar el golpe y la respresión-, o la Concertación que hace autocrítica de un
pasado que le incomoda y rescata la obra económica del dictador que mantiene y defiende

2
Ídem, p. 13
hoy. Pero también están las organizaciones de DDHH que han luchado durante años por
rescatar del olvido y de las políticas de perdón e indulto y reconciliación nacional, la
memoria histórica, la verdad y justicia de quiénes fueron atropellados en sus derechos
humanos aquellos años.
Si la memoria es un cruce complejo entre el individuo y la sociedad, conviene preguntarnos
si existe una relación con los lugares que ocupamos dentro de la sociedad, si hay una
memoria de género o de clase. Para nosotras, la producción social de sentido no puede estar
alejada de su contexto de producción. Mucho más, cuando las dictaduras en América Latina
tuvieron “especificidades de género. Los impactos fueron diferentes en hombres y
mujeres 3 ”. La represión a la mujer, en muchos casos estuvo ligada a la violencia sexual. El
Informe Valech, da cuenta de que “la violencia ejercida sobre ellas utiliza su condición
sexual, agravando el impacto sobre su integridad moral y psicológica”. Así “casi todas las
mujeres dijeron haber sido objeto de violencia sexual”. Pero la represión no estuvo dirigida
sólo a la mujer militante, también a la esposa, compañera, hija o pariente de un militante.
“La identificación con la maternidad y su lugar familiar, además, colocó a las mujeres en
un lugar muy especial, el de responsables por los “malos caminos” y desvíos de sus hijos y
demás parientes 4 ”.
Este trabajo busca ser una colaboración entre nosotras y nuestras entrevistadas: su
disposición a encarar su pasado y transmitir su vida. Pero también nos plantea tomar
partido, involucrarnos y sacar conclusiones. Como nos plantea Alessandro Portelli, la
historia oral no puede ser contada sin tomar partido, porque efectivamente, la toma de
posición, el compromiso, la identificación con el relato del que se habla, son parte de la
propia estructura de producción del relato histórico. 5 .

Género e historia

Como dice una de nuestras entrevistadas…

3
ídem, p. 100
4
ídem, p. 102
5
Portelli, Alessandro. “Historia y memoria, la muerte de Luigi Trastulli”. En: Historia y Fuente Oral, núm. 1,
1989, págs. 5-33
…Yo me acuerdo de cosas, de mucha discusión con algunos textos (...) me acuerdo,
de muchas peleas de uno también” “La mujer que luchaba tenía que ser como el
hombre, tenía que además dar prueba, dos o tres veces prueba que era mejor que un
hombre: había que tirar mejor, había que disparar mejor, había que ser mejor en la
clandestinidad (…) (son palabras de Paula)

“Se hacia todo un trabajo, y era todo para todos, todos teníamos que desempeñar por
igual..... era mucho mas en conjunto, entre hombres y mujeres, entre los chiquillos
igual, era algo mas de compañerismo”. (nos dice Rosa)

Si bien existen múltiples definiciones y debates abiertos en torno al género, acá tomamos la
idea de género como lo construido socialmente, lo aceptado, legitimado y normado
socialmente, sobre lo femenino y lo masculino. El género hace referencia a que la
distinción de hombres o mujeres, del mundo de lo masculino y lo femenino, no es
biológica, sino social y construida. El género es lo atribuido socialmente a determinado
sexo, características que se buscan articular sobre lo biológico.

Como plantea Joan Scott, “‘género’ parece haber aparecido primeramente entre las
feministas americanas que deseaban insistir en la cualidad fundamentalmente social de las
distinciones basadas en sexo. La palabra denotaba rechazo al determinismo biológico
implícito en el empleo de términos tales como ‘sexo’ o ‘diferencia sexual’6 ”. Entre sus
muchos contenidos, las diferencias de género establecen dos esferas o ámbitos
diferenciados para lo masculino y lo femenino: lo público asentado en el “dominio de lo
político y su posibilidad de acceder al planteo y la búsqueda de la libertad” y lo privado,
que se ubica “en el dominio de lo doméstico y lo necesario” 7 .

En nuestro país hay tradición de movimientos feministas y de mujeres. A fines del s. XIX
surgen organizaciones que plantean los problemas de la mujer: en 1887 se funda la

6
Scout, Joan. El género: una categoría útil para el análisis histórico En: Lamas Marta Compiladora. El
género: la construcción cultural de la diferencia sexual. PUEG, México. Disponible en Internet en:
http://www.inau.gub.uy/biblioteca/sexualidad/UNIDAD%20II/scott.pdf, visitado en agosto de 2005
7
Kirkood, Julieta. Feministas y políticas, Ponencia presentada al 1° Congreso Chileno de Sociología,
Material de Discusión, Programa FLACSO N° 63, Santiago de Chile, Agosto de 1984, p. 7
Sociedad de Obreras de Valparaíso, a la que seguirían otras, tomando como modelo las
organizaciones obreras existentes. En 1888 se funda la Sociedad de Socorros Mutuos
Emancipación de la Mujer buscando “trabajar por el bienestar, el progreso y cultura de la
mujer en Chile” 8 , uniendo la lucha de la mujer y de clase; sus reivindicaciones son contra
“el fanatismo religioso”, la “opresión masculina” 9 y la “disminución de la jornada de
trabajo, contra la explotación 10 ”. Luego nacen las mancomunales y gremios de obreras.
En 1905 se edita La Alborada, primer periódico obrero feminista dirigido por Carmela
Jeria, obrera tipógrafa, que en su primer número anuncia “no perseguimos otros ideales que
trabajar con incansable y ardoroso tesón por el adelante moral, material e intelectual de la
mujer obrera y también por nuestros hermanos en sufrimientos” 11 , y en 1913, surgen los
centros Belén de Sárraga, en estrecha relación con las organizaciones obreras del norte
salitrero, y con el trabajo de Luis Emilio Recabarren. Estas primeras organizaciones ligan
los temas de la mujer y el género, desde la perspectiva social del mundo obrero y de clase.
En los sectores de clase media surgen los Círculos de Lectura, que reunía a mujeres como
Amanda Labarca, y luchan “el mejoramiento cultural de la mujer, a través del estudio de
obras literarias y filosóficas”, e influencian en la formación de Club de Señoras, de clase
alta.

Diferentes autoras 12 plantean una periodización de la historia de las organizaciones y la


lucha feminista en Chile en tres grandes momentos: de principios a mitad del siglo XX,
centrado en la lucha por derechos civiles y políticos, con la formación de partidos
feministas o de mujeres, como el Partido Cívico Femenino o el Partido Femenino Chileno,
y la emblemática lucha por el derecho a voto conseguida en 1949, que marcaría el fin de
una época. La segunda etapa de decaimiento de estas organizaciones hasta fines de los 70,

8
Idem, p. 602
9
Valdés, Teresa, Weinstein, Mariza. Mujeres que sueñan, Las organizaciones de pobladoras en Chile 1973-
1989, FLACSO, Santiago, 1988, p. 35
10
Salinas, Cecilia. La mujer proletaria, Chile, Ed. Literatura Americana Reunida, 1987, p. 17
11
La Alborada, N° 1, Publicación Quincenal, Defensora de las clases proletarias, Septiembre de 1905,
Editorial de Carmela Jeria. Portada.
12
Entre ellas, Katia Araujo en su libro Género y Movimientos Sociales en Chile, Programa Mujer y
democracia en el MERCOSUR, Chile, 2002, plantea, siguiendo la línea de la famosa feminista chilena Julieta
Kirkwood, estos dos grandes periodos
de un “silencio feminista 13 ” donde las mujeres salen de las organizaciones feministas para
dirigirse a los partidos políticos, dejando las demandas concretas del feminismo en segundo
lugar, y una tercer etapa, que surge a fines de los años 70 y 80, marcado por la lucha
contra la dictadura pinochetista donde resurgen las demandas y las organizaciones
feministas. Hoy podríamos hablar de un cuarto momento, en que no existen
organizaciones feministas activas fuertes, sino más bien multitud de centros de estudios,
redes, ong´s, etc. que expresan una fragmentación del movimiento o de las demandas
feministas 14 , y más peso académico.

Historia, género e historias

¿Cuál es el contexto histórico del que hablamos? Los años 60 y 70 están marcados por el
ascenso de las luchas sociales, obreras y populares a nivel mundial y en Chile. Ya Eduardo
Frei Montalva, y la llamada “Revolución en Libertad”, había impulsado una serie de
medidas como la reforma agraria, chilenización del cobre, reforma educacional, y otras,
implicando la idea de un Estado regulador y planificador de la economía, concesiones
sociales, asociación a grandes capitales y una burguesía más industrial, favoreciendo las
exportaciones y la inversión de capital extranjero. Pero su gobierno se vio enfrentado a
grandes contradicciones, presionado por un fuerte movimiento obrero y popular: la CUT,
los estudiantes, los campesinos, etc., expresando un proceso de politización y
radicalización, que obligaba a realizar una serie de concesiones, “los movimientos sociales
en Chile vislumbraron entonces la posibilidad de avanzar más allá de lo prometido 15 ”. Los
partidos de izquierda crecían y se reacomodaban: se formaba el MIR, la DC se partía dando
origen al MAPU, etc., lo que expresaba movimientos más profundos a nivel de las
organizaciones políticas y los partidos.

13
Kirkwood, Julieta. La política del feminismo en Chile, en Documentos de Trabajo, Programa FLACSO, N°
183, Junio de 1983, Stgo. Chile, p. 18
14
Para un mayor análisis de este tema, ver el libro ¿Un nuevo silencio feminista?, La transformación de un
movimiento social en el Chile de la posdictadura, M. Ríos, L. Godoy y E. Guerrero, Ed. CEM y Cuarto
Propio, 2003
15
Op. Cit. Araujo, Katia. Género y Movimientos Sociales … p. 138
A nivel internacional también hay turbulencias: el mayo francés del ´68, las luchas
estudiantiles en México que culminan en la matanza de Tlatelolco, la primavera de Praga,
el cordobazo argentino, la resistencia a la guerra de Vietnam, etc., y también la influencia
de la experiencia de la Revolución cubana. Es un contexto histórico de polarización y
radicalización, donde la idea de revolución y transformación social influencia a amplios
sectores de la juventud, los trabajadores, las mujeres, etc.

En este marco se da el triunfo de Allende, la UP, y la vía chilena al socialismo, en un


intento de avanzar hacia profundas transformaciones económicas, políticas y sociales, que
se verían frustradas por el sangriento golpe de Pinochet y sus colaboradores: el
empresariado nacional y extranjero respaldado por EEUU. Entre las 40 medidas básicas
que propuso la UP, se apuntaba a la creación de un Área de propiedad estatal con las
principales empresas del país, nacionalización del cobre, el salitre, el carbón y la compañía
de teléfonos, la estatización de la banca, profundizar de la Reforma Agraria, etc. Para
nosotras estos procesos históricos influenciaron a amplios sectores de la población a
incorporarse a la vida y lucha política, en tanto se entendía que estaban de pie proyectos
que abarcaban al conjunto de la sociedad, como la lucha por la revolución social o la propia
vía chilena al socialismo.
Es en esta situación donde las mujeres van incorporándose a la lucha y la vida
militante de las organizaciones de izquierda como el MIR o la Juventud Comunista,
lugares que ellas van también construyendo, meditando y hasta cuestionando, lugares
que sin duda marcarán su historia.

Lugares en los que se incorporan en tanto sujetos de la lucha por el colectivo social, donde
las palabras solidaridad, igualdad, socialismo, etc., eran el común de muchas mujeres,
jóvenes y trabajadores, que creían y se encontraban comprometidos, en la lucha social, más
que desde los problemas de género o de la opresión social de la mujer. A su vez, son
lugares que no tienden a cuestionar la dominación patriarcal cotidiana, porque ésta
no es vista como un problema presente. Pero que se transforman en un vehículo donde
estas mujeres pueden comenzar a hacer otras experiencias, salir sólo del ámbito del
hogar y la familia. Lugares también, donde muchas veces se viven y recrean los problemas
de género, de opresión, que cruzan la sociedad. Son por lo tanto, lugares contradictorios. Y
como hoy estudian las teorías feministas, basadas en ideas de individuo, derechos o
libertad, de inicios de la modernidad, pensadas para los hombres. Como dice una de
nuestras entrevistadas…

“Los militantes de esa época tendían a ser profundamente machistas”, “hago también
una cierta diferencia entre las mujeres que entraban a militar porque eran las
compañeras, las señoras, las amantes, lo que en ese momento yo detestaba, (…), y
después estaban las mujeres jóvenes que combatieron, que tomaron un arma, que
hicieron ejercicios guerrilleros, que se enfrentaron, que se la jugaron igual que los
tipos”. (Paula)

Al parecer, la dimensión de género no está presente de forma activa en estos momentos, por
lo menos al nivel de la reflexión y discusión que en la actualidad existe del tema. Tampoco
era algo debatido, según nuestras entrevistadas, por las organizaciones en que participaban,
aunque si por algunas mujeres, pero no habría existido una batalla cotidiana contra la
desigualdad social que vive la mujer y que se reproduce también acá. ¿Qué causas tiene
esto? ¿Cuál es su diferencia con la actualidad? ¿Qué explica el debate de la división entre
las mujeres feministas versus las políticas que se da a fines de los 70? ¿Cómo se vive en la
vida cotidiana ser mujer y militante? ¿Porqué los partidos de izquierda no consideraban,
según nuestras entrevistadas, la problemática de género?
Estas reflexiones se manifiestan en los balances que en los 80, hacen las propias feministas,
cuando comienzan a reconstruir sus organizaciones, por ejemplo:

- el autoritarismo de la dictadura y la lucha por la democracia: se considera que la


lucha por la democracia debe incluir el mejoramiento de la situación de la mujer, la
consigna “democracia en el país y en la casa” busca armonizar ambos intereses, evitando
que las demandas de la mujer sean puestas en un segundo plano,
- Se discute sobre si la lucha de la mujer y las organizaciones feministas deben ser
autónomas de los partidos políticos o no, o si es concebible la doble militancia, mujeres
que participan del campo político y feminista a la vez, la lucha por que “lo personal es
político”, busca dar más peso a las demandas de género dentro de la problemática social
- Se discute un aparente discurso liberalizador que no incluiría a las mujeres, haciendo un
balance crítico de la experiencia militante, por lo que ahora habría que abocarse más
directamente a demandas de género
Lo que notamos en nuestras entrevistadas, y en los estudios sobre el tema, es que lo central
de los 70 fue la lucha por la transformación social, que se vivía en un sentido de
cambio social, de revolución, que apuntaba, por ejemplo a que

“en esa época nosotros estábamos viviendo un proceso, un cambio real, no solamente
a nivel de Chile, sino que se estaba traspasando a otros países, y lo que yo quería,
más educación, que todo fuera más parejo, entre todos, el rico con el pobre, una
sociedad más justa, simplemente, donde no se viera tanta pobreza” (…) Eso era lo
que yo decía: luchar por algo, por una sociedad más justa, donde todos tuviéramos
acceso a la educación, a un mejor trabajo” (Carmen)

“…había gente que militaba mas en los movimientos sociales, en las poblaciones, yo
me puedo inscribir un poco en las dos cosas, tanto en lo político, como búsqueda de
un cambio revolucionario, terminar de alguna manera con la clase dominante, y
del otro lado un vinculo muy cercano, muy directo con el movimiento poblacional,
y (…) con los cordones industriales, los cordones populares”. (Paula)

Pero la derrota de estos los proyectos, de la izquierda y la UP, mediante la interrupción


violenta del golpe de estado, que desató una represión directa contra las organizaciones
obreras, populares y sociales, trajo consecuencias que podemos ver hasta el día de hoy: para
la izquierda significó años de desarticulación y fragmentación, desaparecidos y detenidos,
la destrucción de las organizaciones sindicales, estudiantiles y sociales, el paso de una
militancia pública a una clandestina, el miedo y la desconfianza, el temor a la represión, al
soplonaje, a comprometerse, etc.
La dictadura se trató también de un cambio en la estructura económica, política y social del
país, la implantación del neoliberalismo, la pérdida de conquistas laborales (derecho a
huelga, negociación colectiva), sociales (privatización de la salud, la educación, la
jubilación), culturales (represión cultural, implantación de los valores de la tradición y la
familia, conservadurismo), política neoliberal que fue aplicándose a nivel internacional, en
la era del reaganismo- tatcherismo.
Notamos así que esta derrota, para la izquierda y los movimientos populares, influyó en los
balances a la hora de pensar porqué fracasó esta experiencia. Y llevó a la fragmentación y
atomización de las organizaciones sociales, políticas, sindicales, y a un retraimiento hacia
la vida privada, por la imposibilidad de actuar públicamente en disenso con la dictadura.

Nos parece que esto influye directamente en la temática del feminismo y de género, ya
que al romperse el aglutinador de la política por la transformación social, con su secuela de
descreimiento, crisis, fragmentación y división, emerge con más fuerza el discurso desde lo
particular y las identidades locales, con un incremento de múltiples conflictos que surgen,
donde para muchos el conflicto de clase versus capital será sólo uno más entre otros. Ya no
es el sujeto, sino los sujetos, ya no la clase sino el género, las etnias, u otras formas de
organización. En las disciplinas sociales, es el auge de los post (postfordismo,
postmarxismo, postmodernismo, etc.) y las teorías de los fines: fin de la historia, el trabajo,
la lucha de clases, las utopías, etc. Así, se comienza a contraponer la experiencia del
individuo con la sociedad, a criticar la posibilidad de una lucha enmarcada en lo colectivo,
que se asocia a la pérdida de identidad. Por el contrario, para Paula:

“el individuo además se pierde en ese momento, yo creo que para nosotros, todo lo
que tenía que ver con lo individual estaba muy significado con el egoísmo, muy
significado con la pequeño burguesía, muy significado con el deseo de ascenso social
individual, por lo tanto es una de las cosas que caracteriza también cierta condición
de los demás”

La política de la dictadura buscó activamente desandar el camino de la participación


popular, e instaurar un modelo de mujer al servicio de la patria y la familia. Para las
mujeres, el control desde el aparato estatal se hizo mediante la regimentación de los centros
de madres, que fueron intervenidos y quedaron bajo la tutela directa de Lucía Hiriart,
buscando también la coptación directa de las mujeres.
A las mujeres se les indicaba que “debían desempeñarse en sus roles tradicionales de
esposas y madres, dignificando esa condición y forjando a los nuevos servidores de la
patria (…) se la extraía del ámbito público –masculino y sus eventuales deseos de
participación y se la excluía totalmente de los espacios de decisión 16 ”.
A pesar de todas estas políticas, las organizaciones de mujeres van a comenzar a resurgir
durante los negros años de la dictadura militar.

Experiencias militantes de vida

Las mujeres en los años de la UP, tendieron a participar más activamente de la vida política
del país, organizándose “en torno a problemas de la vivienda, carestía de la vida,
alimentación, etc., pero no organizadas en tanto mujeres 17 ”, dando cuenta de una
participación menos feminista y más política en general, como se da también en
Latinoamérica, donde “los grupos feministas latinoamericanos, por lo tanto, se vieron
envueltos rápidamente por la aguda lucha de clases que exigía definiciones y
compromisos 18 ”.
En el caso de nuestras entrevistadas, la experiencia militante es un evento significativo en
sus vidas, no sólo porque les permitió una visión de mundo diferente, porque las acercó a
discutir, actuar, ser activas, participar, en un momento en que Chile estaba viviendo un
proyecto político que estimulaba o traía como consecuencia, una mayor integración en la
vida pública y política nacional. La militancia tuvo efectos positivos y negativos para ellas,
aunque en general es visto como una experiencia positiva, de aprendizaje, de participación
en común.
“hay cosas como la capacidad por ejemplo de adaptarse a lo que venga, también
tiene que ver con el periodo de la clandestinidad” (…) hay una incidencia muy
directa en el modo de vivir” (Paula)

16
Idem p. 76
17
Ídem p. 73
18
D´Atri Andrea, Pan y Rosas, Ed. Las Armas de la Crítica, Buenos Aires, 2004, p. 107
“abre la mente a otras cosas, a que tú tienes que formarte y formar, no lo mismo, lo
cotidiano, no es lo mismo, sino que siempre mirar más allá, hay algo más, no
cerrarse así, siempre aspirar a algo más” (Carmen)

Pero esta experiencia, es también contradictoria. El rol subordinado que tradicionalmente


las mujeres vivimos en la sociedad, se mantiene de alguna forma, lamentablemente, en la
militancia. Lo positivo es la incorporación a una red más general, juntarse, discutir, actuar,
e intervenir, son los aspectos rescatables y que abren una cierta ruptura, con el espacio
privado, tradicional de la mujer.
Pero, por dos vías diferentes las organizaciones en que ellas militan, tienden a ocultar el
problema específico de la mujer, a no actuar o atacar profundamente el problema de género,
que se vive en la sociedad, y que transmite de una u otra manera al interior de una
organización. Aclaramos esto, no porque creemos posible que en esta sociedad patriarcal
capitalista podamos construir mujeres y hombres puros, sin prejuicios, porque la carga
social está naturalizada desde el nacimiento, tiene cientos de años de historia de
dominación y opresión social, se transmite activamente desde el Estado, por la Iglesia, los
medios de comunicación, etc. Y por eso es tan necesario combatirla cotidianamente.
Esto no significa que una organización política o social no pueda combatir este problema.
Al contrario, es indispensable para cualquier organización que se identifica con los sectores
tradicionalmente postergados en la sociedad, que sufren la opresión o la explotación, actuar
para cambiar estos problemas.

El punto es que al parecer no había una política conciente por parte de estas organizaciones
de combatir la opresión, el machismo, etc., de cierta manera, nos parece que este problema
va unido a una concepción etapista del cambio político y social: la idea de una revolución
por etapas, de una vía pacífica, de una transición hacia, etc., es decir que hay una relación
entre la política más general que tenían estas organizaciones y los problemas específicos de
género que existían, y que se manifestaba entonces hacia su política sobre la mujer, sin
comprender profundamente la relación entre capitalismo y patriarcado, ni tener una política
hasta estratégica para luchar contra esta situación.
Por otro lado, la urgencia de la lucha contra la derecha, la reacción, el imperialismo, y los
enemigos identificados en ese momento del proceso chileno, conllevaban también esta
secundarización de las demandas de la mujer,

“era tan colectiva la manera en que se vivieron las cosas, tan naturalizado ese
colectivismo, que mayormente no se cuestionaba y además éramos pocas, en ese
campo no éramos muchas.” (Paula)

“yo nunca ocupé un cargo, en ese momento yo era simplemente una militante no más, y
por lo tanto el deber de nosotros era trabajar (…) pero siempre había un grupito de
hombres que son más los de arriba, como la cabeza, que la llevaba un poco, por lo
general eran hombres, (…) no era parejo”

Julieta Kirkwood 19 realiza un diagnóstico negativo de la participación de las mujeres en la


política y los partidos tradicionales, ya que las demandas de las mujeres estarían
subsumidas en proyectos que no son los propios, donde sus necesidades y demandas no son
escuchadas, lo que llevaría a la disyuntiva de “hacer política desde las mujeres” o a “la
suma y la inserción masificada en una propuesta política anterior al planteo de esas
necesidades en el supuesto que serán incorporadas a futuro 20 ”. El problema era, entonces,
la no existencia de una organización política que tuviera una política que pudiera plantear la
necesaria lucha por la emancipación de la mujer, unida a la lucha por la emancipación
social del sistema capitalista, y por lo tanto la necesidad de una alianza de las mujeres junto
a la clase obrera, y el resto de los sectores oprimidos de la sociedad.

A fines de los 70, comienzan a resurgir organizaciones femeninas, ligadas a la lucha de los
DDHH y al problema de la subsistencia, por las consecuencias económicas de la dictadura.
En los 80, a la par de ellas, surgen otras propiamente feministas, que buscan “politizar lo

19
Kirkood, Julieta. Ser política en Chile, Dtos. de trabajo N° 159, Programa FLACSO, Santiago de Chile,
Octubre de 1982
20
Kirkood, Julieta. Feministas y políticas, Ponencia presentada al 1° Congreso Chileno de Sociología,
Material de Discusión, Programa FLACSO N° 63, Santiago de Chile, Agosto de 1984, p. 5
privado”, generando “nuevas categorías de análisis, nuevas visibilidades e incluso nuevos
lenguajes para nombrar lo hasta entonces sin nombre 21 ”

La cotidianeidad de ser mujer

“Ahora lo que tiene que ver con la militancia y la incidencia en esta condición
“femenino” como sujeto político, evidentemente hay una incidencia mayor, y tiene las
singularidades que habría que buscarle dependiendo quiénes son estas mujeres, y
como han construido sus vidas, está muy cruzado además por la conciencia y de la
conciencia de clase propiamente tal, pero también muy cruzado por los conocimientos
e intereses por el lugar que tiene la mujer dentro de esta misma conciencia.” (Paula)

Notamos que el paso por la militancia influye en la vida posterior de estas mujeres,
marcando fuertemente la relación y construcción posterior de una familia y de sus vidas, y
también está la presión social de ser una mujer como la sociedad dice que sean.

“yo dejé de militar, ¿porqué dejé de militar?, porque me di un recreo, y conocí al papá
de mi hijo, y llegó mi hijo, pero yo de ahí no milito, tenía otras obligaciones, tenía que
trabajar, dedicarme a mi hijo, porque esa es mi obligación” (Carmen)

De todas maneras la militancia se transmite de alguna u otra manera, en la visión de mundo


que ellas construyen. Es un punto de referencia y un lugar de identificación, asociado a la
experiencia de esos años de militancia y lucha social.
En el caso específico de la búsqueda de una pareja y una familia, de la relación con los
hijos:

“yo tenía un compañero que era muy parecido, no podía durar (…) en momentos de
calma, eso no podía continuar, porque era imposible, no se daba la familia clásica, o
la pareja clásica. Entonces la incidencia de esa forma de ser, de ese “estilo de vida”,
se mantiene hasta hoy día, eso ha influenciado fuertemente en nosotros” (…) “además

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Íbid
hay una incidencia interesante en la vida adulta de uno, y sobre todo cuando uno tiene
hijos o hijas, o sea la hija se desmarca de esa figura, se sale de estas madres, yo creo
que admirada y extrañada también” (Paula)

Palabras Finales

Este trabajo recorre historias de vida, experiencias de género, reflexiones sobre la memoria,
narrativas históricas. Buscamos dar cuenta de la problemática de género, y qué factores
influyen en la invisibilidad que ellas tienen en estos años, y cuál es la causa también de su
irrupción posterior. Nos parece que la invisibilidad se enmarca en el proceso de lucha por la
revolución y transformación social, que unifican las demandas de amplios sectores sociales,
y que más tarde, en los años del retroceso y la fragmentación, se transforman en la intrusión
de múltiples demandas sociales.
En la actualidad, el escepticismo recorre nuestras vidas. Para nosotras las experiencias del
pasado se pueden actualizar. En este caso, consideramos que pasa por mostrar las
desigualdades de la mujer y de género, que se viven en la sociedad, y en la posibilidad de
su transformación, tomando también nuestra historia para poder cambiarlas.
Bibliografía

Libros

- Araujo, Katia. Género y Movimientos Sociales en Chile, Chile, Programa Mujer y


democracia en el MERCOSUR, Santiago de Chile: Programa Mujer y Democracia en el
Mercosur: Fundación Instituto de la Mujer, Isis Internacional, Movimiento Pro
Emancipación de la Mujer, MEMCH, 2002
- D´Atri, Andrea. Pan y Rosas. Pertenencia de género y antagonismo de clase en el
capitalismo. Argentina, Ediciones Las Armas de la Crítica, 2004
- Jelin, Elizabeth. Los trabajos de la memoria, Madrid, Ed. Siglo XXI,, 2002
- Portelli Alessandro, Historia y memoria, la muerte de Luigi Trastulli, Historia y Fuente
Oral, núm. 1, 1989, págs. 5-33
- Ríos, Marcela, Godoy, Lorena y Guerrero, Elizabhet. ¿Un nuevo silencio feminista?, La
transformación de un movimiento social en el Chile de la posdictadura, Santiago, CEM y
Cuarto Propio, 2004
- Salinas, Cecilia. La mujer proletaria. Santiago, Ed. Literatura Americana Reunida, 1987
- Scott, Joan. El género: una categoría útil para el análisis histórico. En: El género: la
construcción cultural de la diferencia sexual. Lamas, Marta (compiladora). México, PUEG-
UNAM, 1996
- Valdés, Teresa y Weinstein, Marisa. Mujeres que sueñan, Las organizaciones de
pobladoras en Chile 1973- 1989, Santiago, FLACSO, 1993

Documentos de Trabajo

- Kirkood, Julieta. Feministas y políticas, Ponencia presentada al 1° Congreso Chileno de


Sociología, Material de Discusión, Programa FLACSO N° 63, Santiago de Chile, Agosto
de 1984
- Kirkwood Julieta, La política del feminismo en Chile. Santiago, Programa FLACSO,
Documento de Trabajo. N° 183, Junio de 1983
- Kirkwood, Julieta. Ser política en Chile: las feministas y los partidos. Santiago, Programa
FLACSO, Documento de Trabajo. N° 143. 1982.

Periódicos
- La Alborada, N° 1, Editorial, “Defensora de las clases proletarias”, Septiembre de 1905,
Editorial de Carmela Jeria

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