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COMENTARIO A LA SEGUNDA EPÍSTOLA A LOS TESALONICENSES

Título del original latino: Sancti Thomae Aquinatis Doctoris Angelici su per Secundam Epístolam Sancti Pauli
Apostoli ad Thessalonicenses expositio

PROLOGO

"júntaos todos aquí, a fin de que os anuncie las cosas que han de sucederos en los días venideros" (Gen. 49,1).
Palabras que, por 2 cosas que aquí se tocan, a saber, el fruto y la materia, cuádranle muy bien a esta carta. De
donde se dice: "a fin de que os anuncie"; pues trátase en ella de lo que acontecerá en los postreros días, a
saber: los peligros que correrá la 1glesia en tiempo del Anticristo (2Tm 3); los suplicios de los malos (S. 72); los
premios de los buenos (Pr 31). Demuéstrase la utilidad en que "se júntan". Así se logra por esta carta la
congregación de los que concuerdan en la verdad, que no estaban de acuerdo cuanto al juicio futuro, por lo que
se dice en la Primera Carta: "luego nosotros los que vivimos" (S. 146). Lógrase asimismo la coadunación de las
voluntades, porque, al considerar que todo lo temporal perecerá con el mundo en sus postrimerías, déjase
entender que el júntarse es para buscar una sola cosa, a sabter, el celeste premio (Eccli. 30). También la unidad
de los pensamientos en una estable verdad. "Yo vendré a recoger sus obras y sus pensamientos" (Is 66,18). Y
así se hace patente el fruto y la materia, porque en la Primera Carta los fortaleció contra las persecuciones
pretéritas, aquí los pertrecha contra las futuras.

CAPITULO 1

2
(2Th 1,1-4)

Lección 1: 2 Tesalonisenses 1,1-4

Da gracias a Dios por el aprovechamiento de los Tesaionicenses en la fe y en las demás virtudes.

1 Pablo, Silvano y Timoteo, a la 1glesia de los Tesaionicenses, congregada en el nombre de Dios, nuestro Padre,
y en el Señor Jesucristo.

2 La gracia y paz sea con vosotros depuru de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

3 Debemos dar a Dios continuamente acciones de gracias por vosotros, hermanos míos, y es muy justo que lo
hagamos, puesto que vuestra fe va aumentándose más y más, y la caridad que tenéis recíprocamente unos para
con otros va tomando un nuevo incremento,

4 de tal manera que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y
fe, en medio de todas vuestras persecuciones y tribulaciones que padecéis,

5 que son señales que demuestran el justo juicio de Dios que así os purifica, para haceros dignos de su reino,
por el cual padecéis.

Divídese esta carta en salutación y narración epistolar. Pénense asimismo las personas que envían saludos, las
que los reciben, los bienes que se les desean. Las personas son las mismas que en la Primera Carta, y para que
ésta se presente con mayor autoridad, viene corroborada con los saludos de 3 personas (Eccles. 4) -"a la 1glesia
de los Tesalonicenses". 1glesia significa congregación, y ha de júntarse en Dios para que no sea mala. De la
buena se dice: "congregadme mis santos" (S. 49,5) - "en Cristo", esto es, en su fe (Rm 5). Síguense luego los
bienes que les desea, la gracia en primer ¡ugar, por ser el principio de todos los dones espirituales. "Por la gracia
de Dios soy lo que soy" (1Co XV). Asimismo la paz, que es el fin que buscan los hombres (S. 147). Y esto: "en
el nombre de Dios" (Sí. 1J^ "y en el Señor Jesucristo" (H Pedro 1). ^^"^

-"Debemos dar gracias a Dios". Aquí^empieza la narración epistolar, on la que los instruye sobre los
acontecimientos de los postreros días y los amonesta familiarmente de ciertas cosas. Asimismo, como va dicho,
de premios a buenos, castigos a malos y peligros def tiempo del Anticristo. Da gracias también de la preparación
al juicio futuro y describe el mismo juicio. Otrosí da gracias por su aprovechamiento y muestra el fruto y señal
de él.

Dice pues: "debemos dar gracias"; porque, habiéndolos elogiado en la Primera Carta por su fe y caridad y otros
bienes en que abundaban, lógico es que diga aquí: "debemos dar a Dios continuamente las gracias por
vosotros", porque el bien vuestro lo reputo mío; pues "en ninguna cosa tengo mayor gusto que cuando entiendo
que mis hijos van por el camino de la verdad" (III Juan,4). Y esto a Dios, sin el cual nada bueno es posible. Y
"es muy justo que lo hagamos", porque las gracias las damos por los grandes beneficios: "por habernos librado
Dios de grandes peligros, le tributamos solemnes acciones de gracias" (II Mac. 1,1 1) ¿Por qué? porque se
aumentan con creces los bienes espirituales; que, a no aprovecharse de ellos el hombre, se le convierten en un
depósito riesgoso. Y entre estos dones el primero en lugar es la fe, por la cual Dios habita en nosotros, y en ésta
aprovechamos por el entendimiento (Ep 4); y de esta manera medra el hombre por el conocimiento, la
devoción, la adhesión. El segundo don es la caridad por la que Dios está en nosotros según el efecto (1Jn 4). Por
eso dice: "y abunda"; que, cuando abunda la justicia, la virtud llega a la cumbre (Pr XV; 1Ts 4).

Pónese en pos el aprovechamiento, al decir; de tal modo que esto me da pie para gloriarme con los demás,
porque io vuestro hago cuenta que es mío; ya que el bien de los discípulos es qloria de los maestros. "Corona de
los ancianos los hijos de sus hijos" (Pr 17; 10; 11Co 9). Pone luego la señal de su aprovechamiento, a saber, la
paciencia, que da muestras de sí, mayormente en las tribulaciones (St. 1), en que una de las cosas que hay que
observar es la paciencia, para que el atribulado no se aparte de la fe (St. 1); la otra, la fe en las persecuciones
(1Co 4). De donde dice: "y Í9 en medio de todas vuestras persecuciones y tribulaciones". Y üámanse así de
"tribulis": abrojos, que por dentro nos punzan con aflicciones (Gen. 3; S. 24). Los santos las soportan por 2
motivos, a saber: por el terror de los males y para labrarse una corona de más méritos; pL.es si a los buenos no
los perdona Dios en este mundo, ¿cómo perdonará a los malos en el otro? "Si primero empieza el juicio por
nosotros, ¿cuál será el paradero de aquellos que no creen al Evangelio de Dios?" (1P ,4,17). En lo tocante al
mérito dice: "para haceros dignos de su reino", como lo traen Mateo XI, Lucas 24 y Romanos 8; "por el cuai
padecéis"; pues la tribulación bien llevada, por amor de Dios, hace digno del Reino de Dios (Mt 5; 1P 4).

3
(2Th 1,6-12)

Lección 2: 2 Tesalonisenses 1,6-12

Díos, justo juez, dará a cada uno según sus obras. Que esto les sirva de aliento para no flaquear en las
tribulaciones y persecuciones.

6 porque delante de Dios es justo que El aflija a su vez a aquéllos que ahora os afligen;

7 y a vosotros, que estáis al presente atribulados, os haga gozar júntamente con nosotros del descanso cuando
el Señor Jesús descenderá del cielo y aparecerá con los ángeles de su poder,

8 cuando vendrá con llamas de fuego a tomar venganza de los que no conocieron a Dios, y de los que no
obedecen al Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo,

9 los cuales sufrirán la pena de una eterna condenación confundidos por la presencia del Señor y por el brillante
resplandor de su poder,

10 cuando viniere a ser glorificado en sus santos, y a ostentarse admirablemente en todos los que creyeron;
pues que vosotros habéis creído nuestro testimonio acerca de aquel día.

11 Por cuyo motivo oramos también sin cesar por vosotros, para que Nuestro Dios es haga dignos del estado a
que es ha llamado, y cumpla todos los designios que su bondad tiene sobre vosotros, y haga con su poder
fecunda vuestra fe en buenas obras,

12 a fin de que sea glorificado en vosotros el nombre de Nuesro Señor Jesucristo, y vosotros en El, por la gracia
de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.

Arriba trató de su idoneidad para el juicio futuro, aquí de la forma del juicio, y primero cuanto al castigo de los
malos y recompensa de los buenos; segundo, de cada parte en particular. Cuanto a lo primero dijo antes: "las
tribulaciones que padecéis, que son señal". Aquí añade: "si es que es justo": si, en lugar de porque. Otro texto
trae puesto que. O, si con todo, se alega como señal o ejemplo de justo juicio; como si dijera: si con lo que
padecéis merecéis, justo es que Jo padezcáis; pero el primer texto y exposición es mejor: "justo es que
retribuya" (S. 93; Is 33) "la tribulación", a saber, con la pena de la condenación eterna (Rm 8); - "y a vosotros,
que sois atribulados, el descanso". "Acuérdate que recibiste bienes durante tu vida, y Lázaro, al contrario,
males; y así, éste ahora es consolado, y tú atormentado" (Lc 16,25; Ap 14).- "con nosotros", esto es, igual
gloria. Mas ¿por ventura es esto verdadero?

Respondo: hay doble igualdad, a saber, absoluta de cantidad y de proporción. La primera no es igual cuanto a la
participación del hombre, sino igual cuanto a la felicidad participada, que es Dios; pues el hombre participa más
o menos de la felicidad, a proporción del mayor o menor ardor con que ama a Dios. Pero en la segunda habrá
omnímoda igualdad, porque tanta gloria tendrá Pedro conforme a la gracia que le dio Dios y su mérito, como
Lino con su gracia y su mérito. Esto, digo, "será cuando el Señor se manifieste". - "Todo el poder de juzgar se lo
dio el Padre a su Hijo", y esto a título de hijo del hombre; de donde: "y le ha dado la potestad de juzgar" (Jn
5,27); porque se dejará ver de todos en forma humana, no ahora, ya que su humanidad está escondida en la
gloria de Dios, pero sí entonces. "Y se manifestará la gloria del Señor" (Is 40). Y esto "con los ángeles de su
poder", ministros suyos (Mt 25).

-"Cuando vendrá con flamas de fuego". Quiere decir, a castigar a malos y premiar a buenos, pues trata de las 2
retribuciones; mas en el castigo de los malos de estas llamas hará una demostración acerba, justa, inacabable.
Dice pues: "a tomar venganza", esto es, a condenar a los reprobos con llamas de fuego, que reducirá a cenizas
la faz de la tierra, y envolverá a los condenados y los arrojará al infierno para siempre (S. 96). Asimismo será
justa por la doble culpa de infidelidad y de mala vida. Cuanto a lo primero dice: "de los que no conocieron", esto
es, no quisieron conocer "a Dios" (Jb 21; 1Co 14). Cuanto a lo segundo: "y de los que no obedecen al Evangelio
de Nuestro Señor Jesucristo" (Rm X). La desobediencia es un pecado de tal magnitud que por ella -como se dice
en Romanos V- vino la muerte a este mundo.

Este castigo no tendrá fin, porque "sufrirán la pena de una eterna condenación". Y este texto puede leerse de
dos maneras según sea la pena, de sentido o de daño. Si la pena es de sentido, puede entenderse así: tendrán,
esto es, soportarán penas eternas que no se acabarán, y esto "en muerte", porque siempre morirán (en la
desesperación de sus tormentos). De modo muy diferente hílase aquí en tela de penas que en aquel lugar;
porque aquí, cuanto más duras de soportar, tanto más breves de duración, porque se van acabando; las de ahí
en cambio son acerbísimas, porque son penas de muerte, que no tendrán fin; de donde se dice que estarán
siempre como muñéndose. "La muerte se cebará en ellos" (S. 48,15); "su gusano no morirá jamás" (Is 66,24)
"y su fuego jamás se apagará". La pena de daño es doble, porque serán apartados de la visión de Dios; de
donde dice: "de la presencia del Señor", es a saber, alejados. "No entrará en su presencia ningún hipócrita" (Jb
13,16). Otra es la privación de ver la gloria de los Santos (Is 66). O de otro modo "de la presencia del Señor".
La causa de la acerbidad de la pena del sentido se muestra en que tendría fin o por la intervención de un juez
superior que pusiese término a la pena, o por un poder superior al de aquel que impone el castigo; mas tal
intervención no será posible, porque este juicio procederá de la presencia del Señor. "De delante de tu rostro
salga mi juicio" (S. 17,2). Por eso dice: darán en penas, esto es, las soportarán, delante de la presencia del
Señor.

-"Cuando viniere"... a premiar a los santos. Primero pone el premio y encarece la gloria de los santos, cuanto a
la esencia, que consiste en participar de la gloria de Dios, al decir: "a ser glorificado en sus santos"; y cuanto a
su exceso, que llama "admirable". Dice pues: "cuando viniere". Cristo ciertamente está vivo y glorioso (Ph 2). "A
ser glorificado en sus santos"; porque es propiedad del bien comunicar de lo suyo; o a ser glorificado en sus
santos, que son miembros suyos, en quienes habita y en quienes se glorifica, cuando su gloria de cabeza se
deriva a sus miembros (Is 49). Y esto sobrepuja toda admiración. Por eso dice: "admirable", porque la
admiración es el asombro nacido de mucha fantasía; pero la gloria de los santos es tan excesiva que ninguna
inteligencia humana la puede comprender. Por eso la llama admirable (Sg 5).

Pone luego el mérito: "en todos los que creyeron"; el mérito de la fe y el sufragio de la oración. Dice pues: ésta
será la gloria, "pues que vosotros habéis creído nuestro testimonio", que creímos de Cristo, "acerca de aquel
día", esto es, por causa de aquel día, porque los bienes que hacemos tienen por fin aquel día. Y dice: "este
testimonio está sobre vosotros", esto es, sobre la capacidad del sentido humano (Eccli. 6); pues donde la razón
humana da lugar a tocar con la mano la verdad de una cosa, la fe no tiene mérito; que, a no estar sobre vuestro
alcance, no tendría gran mérito creer. O sobre vosotros quiere decir que señorea vuestro entendimiento, con
humilde sumisión de parte vuestra, para creer (2Co X). Así lo expone la Glosa. O de otro modo y más conforme
a la letra: digo que Cristo será glorificado en vosotros, que habéis creído, en el día del juicio, cuando los
Apóstoles fungirán de jueces; y entonces e¡ testimonio, que está sobre vosotros, esto es, de la prontitud de
vuestra fe, será cierto y creído, es a saber, creíble.

-"Por cuyo motivo oramos". Adiciona el sufragio de la oración, en que propone lo que pide, con qué fin y cómo
pudiera conseguir lo que pide. De parte de Dios pide una cosa, y de parte nuestra dos. Dice pues: "por cuyo
motivo", esto es, por causa de aquel día, "oramos también sin cesar nosotros" (Rm 1; 1 Reyes 13). Mas ¿para
qué? "para que nuestro Dios os haga dignos del estado a que os ha llamado", esto es, haga que llevéis en el
mundo una vida digna de su vocación (Ep 4). Asimismo de parte nuestra pide 2 cosas: de parte de la voluntad,
que disfruten a pedir de boca de toda bondad; de donde dice: "y cumpla todos los designios que su bondad
tiene sobre vosotros", esto es, cumpla en vosotros su voluntad de todo bien (Ph 1). De parte del entendimiento,
para creer a pie juntillas; por eso dice: "y haga con su poder fecunda vuestra fe en buenas obras" (Rm X).

Y hagáis esto "in virtute", esto es, con constancia y fortaleza, para que por ningún temor ceséis de alabarlo. O
de esta manera: "por cuyo motivo", esto es, por razón de aquel día, oramos para que Dios tenga a bien
concederos aquello para que os llamó: "a fin de que poseáis la herencia de la bendición celestial" (1P 3,9); y os
colme de todo el bien que deseáis, que consiste en la vida eterna, cuando Dios será nuestra posesión; "que
sacia de bienes tu vida" (S. 102,5). Haga asimismo llegar a sazón el fruto de vuestra fe, que será cuando lo que
ahora no vemos sino como en un espejo, y debajo de imágenes obscuras, lo veamos entonces cara a cara. Mas
¿con qué fin? "A fin de que sea glorificado en vosotros el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, esto es, sea para
gloria de Cristo; y por vosotros, tanto en el siglo presente como en el futuro, glorificado sea en vuestros bienes
(Mt 5).

Por el contrario, dícese de los malos: "por vosotros es blasfemado el nombre de Dios" (Is 52; Rm 2). Mas ¿de
qué modo lo podremos alcanzar? "por la gracia de nuestro Dios", que es la raíz de todos nuestros bienes (1Co
XV).

CAPITULO 2

4
(2Th 2,1-5)

Lección 1: 2 Tesalonisenses 2,1-5

Amonéstalos a no apartarse de ia verdad, como si el día del juicio estuviese encima, porque primero ha de darse
a conocer el Artticrista, que San Pablo llama el hombre del pecado.Traducción:

1 Entretanto, hermanos, os suplicamos, por el advenimiento de Nuestro Señor Jesucristo, y de nuestra reunión
al mismo¡

2 que no abandonéis ligeramente vuestros sentimientos, ni os asustéis con supuestas revelaciones, con ciertos
discursos, o con cartas que se supongan enviadas por nosotros, como si el día del Señor estuviera ya muy
cercano.

3 No os dejéis seducir de nadie en ninguna manera, porque no vendrá este día sin que primero haya acontecido
la apostasía general de los fieles, y aparecido el hombre del pecado, el hijo de la perdición,

4 el cual se opondrá a Dios y se alzará contra todo lo que se dice Dios, o se adora, hasta llegar a poner su
asiento en el templo de Dios, dando a entender que es Dios.

5 ¿No os acordáis que, cuando estaba todavía entre vosotros, os decía estas cosas?

En el capítulo anterior el Apóstol corrió el velo a los acontecimientos futuros en lo que mira a las penas de los
malos y premios de los buenos; aquí anuncia los peligros que correrá la 1glesia en tiempo del Anticristo; y
primero anuncia la verdad de esos peligros futuros, y exhórtalos luego a permanecer en la verdad. Cuanto a lo
primero, excluida la falsedad, ios instruye en la verdad. Tráeles también a consideración la (triple) razón que
servirá para persuadirlos, y a qué: "a no dejarse alterar tan fácilmente"; y quita de en medio lo que pudiera
alborotarlos. 1ndúcelos, no con mandatos (Ph 1) sino con sus propios ruegos: "os suplicamos". 29 por el
advenimiento de Cristo, aunque terrible para los malos (Amos 5), deseable para los buenos (2Tm 4; Ap 22); 39
por el deseo y amor de toda la congregación de los Santos, "en el mismo", es a saber, donde está Cnsto, porque
"donde esté el cuerpo, ahí se júntarán las águilas" (Mt 24). O en el mismo, porque todos los Santos, en lugar y
gloria, estarán en lo mismo, según lo mismo. "júntadle sus santos". Pero ¿a qué los induce? "a que no mudéis
de ligero vuestros sentimientos". Pero una cosa es moverse y otra ser presa del terror. Muévese de su sentir
quien deja lo que tenía; como si dijera: no dejéis de presto mi doctrina. Quien pronto cree es ligero de cascos"
(Eccli. 19). Pero el terror es un género de trepidación, con el temor de lo contrario. Por eso dice: "ni os
aterroricéis", como el impío, en cuyos oídos "suena siempre un estruendo que le aterra" (Jb XV,21). Asimismo si
hay paz, é! sospecha siempre celadas y traiciones, "pues siendo como es medrosa la maldad, trae consigo el
testimonio de su propia condenación" (Sg 17,10).

-"con supuestas revelaciones". Da de mano a lo que pudiera moverlos, en especial y en general: "que nadie os
seduzca"; y es uno seducido o engañado por una falsa revelación; de donde dice: "con supuestas revelaciones"
o por el espíritu, esto es: si alguno dijere que el Espíritu Santo le ha revelado algo en contra de mi doctrina, "no
os aterroricéis" (1Jn 4; Ez. 13). Algunas veces también Satanás transfigúrase en ángel de luz, como se dice en
2Co XI y 3 Reyes,22: "saldré y seré un espíritu mentiroso en la boca de todos sus profetas"; b) por un
razonamiento o faisa exposición de la Escritura; por eso dice: "con ciertos discursos" (2Tm 2; Ep 5); c) por una
autoridad torcida a un perverso sentido. "Según que también nuestro carísimo hermano Pablo os escribió
conforme a la sabiduría que se le ha dado, como lo hace en todas sus cartas... en las cuales hay algunas cosas
difíciles de entender, cuyo sentido los indoctos e inconstantes pervierten, de la misma manera que las demás
escrituras de que abusan, para su propia perdición" (2 Pedro,3,16). Mas ¿sobre qué versaba el engaño?: "como
si el día del Señor estuviera ya muy cercano". Y añade: "o con cartas que se supongan enviadas por nosotros";
porque en la Primera Carta, si mal se entiende, parece decir que la venida del Señor está ya a la puerta, como
aquello: "luego nosotros los que vivimos... "

Dice lo mismo en general: "que nadie os engañe de ningún modo" (Lc 21; 1Co XV). La razón por la que quita de
en medio estas piedras de tropiezo el Apóstol es porque el prelado por ningún motivo ha de querer que
valiéndose de mentiras se consigan algunos bienes. "A más de eso, somos convencidos de testigos falsos" (1Co
XV,15). Asimismo porque la cosa creída era peligrosa: que se avecinaba la llegada del Señor. Primero, porque se
daría ocasión a mayor engaño, ya que habría algunos, después de muertos los Apóstoles, que dijesen ser ellos
Cristo (Lc 21). Por eso el Apóstol no quiso hubiese lugar a dudas. También porque el demonio pretende con
frecuencia hacerse pasar por Cristo, como consta en la Vida de San Martín; y no quiso que a los Tesalonicenses
les pasase otro tanto. San Agustín pone otra razón: porque correría peligro la fe; pues alguno diría: tardará en
venir el Señor, y entonces me prepararé para recibirlo. Otro: pronto vendrá, ahora me voy a preparar. Otro, en
fin: no sé; y éste está más en lo justo, porque concuerda con lo que dice Cristo.

Pero el que va más errado es el que dice: pronto, porque, pasado el término de la predicción, los hombres
entrarían en desesperación y creerían era falso lo que estaba escrito.

Establece luego la verdad, al decir: "porque no vendrá este día sin que primero haya acontecido la apostasía"; y
muestra primero lo que acontecerá a la venida del Anticristo, que son 2 cosas: una anterior a su venida; otra,
su misma venida. Primero está la apostasía, que la Glosa explica de muchas maneras, y primero de la fe, que,
según estaba anunciado (Mt 24), todo mundo la recibiría. Esta es pues la señal precursora, que -según San
Agustín- aún no se cumple; después de ella habrá muchos apóstatas (1Tm 4) "y por la inundación de los vicios
se resfriará la caridad de muchos" (Mt 24,12).

O entiéndase la apostasía o separación del 1mperio Romano, al que todo el mundo estaba sometido. Según San
Agustín, figura suya era la estatua de Daniel, en cuyo capítulo 2 se nombran 4 reinos, acabados los cuales
acontecería la venida de Cristo; y que ésta era una señal a propósito, porque la firmeza y estabilidad del
1mperio Romano estaba ordenada a que, debajo de su sombra y señorío se predicase por todo el mundo la fe
cristiana. Mas ¿cómo puede ser esto, siendo ya pasadas muchas centurias desde que los Gentiles se apartaron
del 1mperio Romano y, eso no obstante, no ha venido aún el Anticristo? Digamos que el 1mperio Romano aún
sigue en pie, mas mudada su condición de temporal en espiritual, como dice San León Papa en un sermón sobre
los Apóstoles. Por consiguiente, la separación del 1mperio Romano ha de entenderse, no sólo en el orden
temporal, sino también en el espiritual, es a saber, de la fe católica de la 1glesia Romana. Y ésta es una señal
muy a propósito, porque, así como Cristo vino cuando el 1mperio Romano señoreaba sobre todas las naciones,
así por el contrario la señal del Anticristo es la separación de él o apostasía.

Predice en segundo lugar al Anticristo, cuanto a su culpa y pena, que toca implícitamente y en común, y
seguidamente explica, y cuanto a su poder. Dice pues: primero vendrá la apostasía y entonces se dejara ver. Y
llámase "el hombre del pecado, el hijo de la perdición", según la Glosa, porque así como en Cristo abundó la
plenitud de la virtud, así también en el Anticristo la multitud de todos los pecados; y así como Cristo es mejor
que todos los santos, así el Anticristo peor que todos los malos. Por esto se llama el hombre del pecado, porque
todo él, de pies a cabeza, será un puro pecado. Mas esto no quiere decir que no pudiese ser peor, porque lo
malo jamás corrompe totalmente lo bueno, aunque cuanto al acto no podrá ser peor; pero mejor que Cristo
ningún hombre. Dícese "el hijo de la perdición", esto es, destinado a la perdición final (Jb 21). O el hijo de la
perdición, esto es, del diablo, no por naturaleza, sino por la malicia acabada, que en él se colmará. Y dice: "se
hará manifiesto"; porque así como todos los bienes y virtudes de los santos, que precedieron a Cristo, fueron
figura de Cristo; de la misma manera en todas las persecuciones de la 1glesia los tiranos fueron como figura del
Anticristo en que él estaba latente; y así toda aquella malicia, que estaba escondida en ellos, se hará patente a
su tiempo.

Al decir luego: "el cual se opondrá a Dios", explica lo que había dicho, y demuestra cómo es el hombre del
pecado y cómo el hijo de la perdición. Asimismo prenuncia su futura culpa, que describe y demuestra y señala
su causa, y dice que no anuncia ninguna doctrina nueva. Da también una señal de esa culpa, que es doble, a
saber, la oposición contra Dios y el preferirse a Cristo. De donde dice: "que hace oposición" a todos los espíritus
buenos (Jb XV; Is 3) y "se alzará contra todo lo que se dice Dios". Y dícese Dios de 3 maneras: a) por
naturaleza. "Escucha,1srael, el Señor tu Dios es un solo Dios" (Deut. 6); b) en opinión de la gente. "Todos los
dioses de los Gentiles son demonios" (S. 95). c) por participación. "Yo dije: dioses sois" (S. 81). Y a todos éstos
se prefiere el Anticristo, "y se levantará soberbio e insolente contra todos los dioses; y hablará con arrogancia
contra el Dios de los dioses" (Dan. XI,36).

Señal de su culpa es lo que dice: "hasta llegar a poner su asiento en el templo de Dios"; pues la soberbia del
Anticristo aventaja con mucho a la de todos los que le precedieron. Porque así como se lee de Cayo César que
quiso en vida pusiesen en todos los templos una estatua suya y le diesen culto; y del rey de Tiro se dice en
Ezequiel 28: "yo soy Dios"; así es creíble lo haga el Anticristo llamándose Dios y hombre; y en prueba de eso se
sentará en el templo. Mas ¿en qué templo?

¿Acaso no fue destruido por los Romanos? Por eso dicen algunos que el Anticristo es de la tribu de Dan, que no
se nombra entre las otras 12 (Ap 7); y por eso también los Judíos lo recibirán primero, y reedificarán el templo
en Jerusalén, y así se cumplirá lo de Daniel 1X: "y estará en el templo la abominación de la desolación" (27, Mt
24). Pero algunos dicen que nunca será reedificada Jerusalén, ni el templo, sino que durará la desolación hasta
la consumación y fin del mundo. Creencia que también admiten algunos Judíos; por eso la explicación que dan
de "en el templo de Dios" la refieren a la 1glesia, porque muchos eclesiásticos lo recibirán. O, según San
Agustín, se sentará en el templo de Dios, esto es, ejercerá su principado y señorío, como si fuese él mismo con
los suyos templo de Dios, como Cristo lo es con los suyos.

Muestra que nada nuevo escribe, al decir: "¿no os acordáis que, cuando estaba todavía entre vosotros, os decía
estas cosas?"; como si dijera: ya antes, estando con vosotros, os lo había dicho (1Jn 2; 2Co X).

5
(2Th 2,6-9)

Lección 2: 2 Tesalonisenses 2,6-9

Se pone de manifiesto la muerte del Anticristo, y declárase la dilación de su venida.

6 Ya sabéis vosotros la causa que ahora le detiene, hasta que sea manifestado en su tiempo.

7 El hecho es que ya va obrando el misterio de iniquidad; entretanto, el que está firme ahora manténgase hasta
que sea quitado el impedimento.

8 Y entonces se dejará ver aquel perverso, a quien el Señor Jesús matará con el aliento de su boca y destruirá
con el resplandor de su presencia

9 a aquel inicuo que vendrá con el poder de Satanás, con toda suerte de milagros, de señales y de prodigios
falsos,

10 y con todas las ilusiones que pueden conducir a la iniquidad a aquellos que se perderán, por no haber
recibido y amado la verdad a fin de salvarse.

Arriba el Apóstol, anunciando lo futuro, contó la llegada y culpa del Anticristo; aquí nos muestra la causa que
impide esa venida; y primero descubre que ellos ya saben a qué causa se refiere, y la propone en términos
obscuros. Así pues: digo que es necesario se dé a conocer el hombre del pecado. "Ya sabéis vosotros la causa
que ahora le detiene", esto es, la causa de que se tarde, porque yo os la dije, de suerte que lo que al presente
le detiene, "a su tiempo", esto es, oportunamente, "se dará a conocer" (Eccles. 8).

-"El hecho es que ya va obrando o tomando forma

el misterio de iniquidad". Explica por qué se dilata el Anticristo; y este texto tiene muchas interpretaciones,
porque misterio puede estar en nominativo o acusativo. En el primer caso el sentido es éste: digo que a su
tiempo se dará a conocer, porque aun el misterio, esto es, -figuradamente ocultado (enigmáticamente
propuesto), ya está obrando en los fingidos (cristianos), que parecen buenos, y en realidad son malos, y están
haciendo el oficio del Anticristo, "mostrando, sí, apariencia de piedad, pero renunciando a su espíritu" (2Tm
3,5). En el segundo caso, o en acusativo, se interpreta así: porque el diablo, en cuyo poder quedará el
Anticristo, ya empezó ocultamente, por medio de los tiranos y engañadores, a perpetrar sus iniquidades; porque
las persecuciones a la 1glesia de este tiempo son figura de esa última persecución contra todos los buenos y, en
comparación con aquélla, son como la copia respecto del original. "Entretanto el que está firme ahora". Esto
también tiene múltiple explicación. Una -según San Agustín y la Glosa- dice que, en opinión de algunos, el
Anticristo es Nerón, el primer perseguidor de los cristianos, que no fue muerto, sino hurtado fraudulentamente,
y que algún día será restituido en su lugar. Donde el Apóstol, dando por vana esta opinión, dice: "entretanto el
que está firme ahora", teniendo en sus manos el 1mperio, "manténgase, hasta que sea quitado el
impedimento", esto es, hasta que muera. Pero explicado de esta manera no pega, porque ha muchos años que
Nerón es muerto, a saber, el mismo año que el Apóstol. Refiérase mejor a Nerón, como persona pública del
1mperio Romano, hasta que sea quitado de en medio, esto es, el 1mperio Romano, de este mundo (Is 23). O de
otro modo: "entretanto el que tiene", esto es, detiene ahora la llegada del Anticristo, deténgalo para que no
venga; cual si fuese necesario que algunos vengan todavía a la fe y algunos se retiren de ella, como si dijera:
para dejar franca la puerta a ires y venires, entradas y salidas, el que ahora detiene hasta que venga detenga
hasta que sea quitado de en medio ese hombre obsceno. O también así: entretanto el que tiene ahora fe
téngala, esto es, manténgase firme en ella (Ap 2). Hasta que sea quitado de en medio, esto es, la cáfila revuelta
de malos, se divida de los buenos y se ponga aparte, como se hará en la persecución del Anticristo. O
entretanto... esto es, que el misterio de iniquidad, la iniquidad misteriosa, que detiene, detenga, hasta que la
saquen de su escondrijo a media plaza, a vista del público; pues muchos pecan ahora a ocultas, pero día llegará
en que lo hagan a la luz del día; porque Dios soporta a los pecadores mientras a ocultas cometen sus pecados;
mas el día en que descubran la hilaza, entonces se le acabará la paciencia, como sucedió con los Sodomitas.
Con todo eso, San Agustín confiesa ignorar qué es lo que el Apóstol les dice, si ya lo sabían; por eso dice: "ya
sabéis lo que ahcra detiene". Además no era cosa muy necesaria de saberse.

-Al decir luego: "y entonces se dejará ver", pónese la llegada del inicuo y su pena; primero su manifestación,
luego su pena. Cuanto a lo primero dice: ¡He: aquel, en singular, inicuo, perverso, se dejará ver., porque su
culpa se hará patente, "a quien el Señor Jesús matará con el aliento de su boca". - "El celo del Señor de los
ejércitos es el que hará estas cosas" (Is 9,7), esto es, el celo de la justicia, que es amor; porque el espíritu de
Cristo es el amor de Cristo, y este celo es el que el Espíritu Santo tiene para con la 1glesia. O con el aliento de
su boca, esto es, por orden suya; porque San Miguel le dará muerte en el monte Olívete, de donde Cristo subió
a los cielos. De suerte parecida halló su fin Juliano el Apóstata, ejecutado por mano divina. Y esta es la pena
presente, aunque también será castigado con la eterna, porque "lo destruirá con el resplandor de su presencia",
esto es, con su llegada que todo lo pondrá como un sol (1Co 4). Y lo destruirá, digo, con la eterna condenación
(S. 27). Dice también resplandor, porque el Anticristo pareció llenar de tinieblas la 1glesia, y las tinieblas son
desterradas por los resplandores; porque todo lo que el Anticristo dará a conocer quedará demostrado haber
sido engaño.

-"a aquel inicuo que vendrá con el poder de Satanás". Predice el poder del Anticristo, para seducir, y la causa de
este poder de seducción, la justicia del Señor, "por no haber recibido y amado la verdad para salvarse los que
perecerán". Pone asimismo al autor de este poder, el modo de seducir, los seducidos o engañados. El autor de
este poder es el diablo; por eso lo destruirá Cristo, que para eso vino, "para deshacer las obras del diablo" (1Jn
3,8). Por eso dice que el Anticristo "vendrá con el poder de Satanás", esto es, se gobernará por instigación
diabólica. "Será suelto Satanás de su prisión, y saldrá y engañará a las naciones" (Ap 20,7). Pues de las obras
que hará algunas serán según la operación de Satanás, como las del endemoniado o espiritado, en quien no sólo
instiga la voluntad sino aun impide el uso de la razón; en cuyo caso no se le imputa a culpa, porque no usa de
su albedrío. Pero en el Anticristo no será así, porque usará de su albedrío, y dentro de él estará el diablo
instigándole, como se dice de Judas (Jn 13,27).

Y engañará de esta manera: primero valiéndose del poder secular; segundo, de la fuerza de los milagros.
Cuanto a lo primero dice: "con toda suerte de milagros", a saber, del mundo. "Se hará dueño de los tesoros de
oro y de plata y de todas las preciosidades de Egipto" (Dan. XI,43). O con virtud fingida. Cuanto a lo segundo
dice: "de señales". Las señales son una especie de "milagritos". Los prodigios en cambio son grandes, que
demuestran que una persona es un ser prodigioso, como quien dice procul: lejos, a dígito: del dedo (Ap 13). Y
dice: "prodigios falsos". Llámase falso un milagro, o porque le falta la verdadera razón del hecho, o la verdadera
razón de milagro, o el debido fin del milagro. Lo primero es lo que hacen los prestidigitadores, mejor dicho, lo
que se hace por arte de magia y brujería, cuando el diablo se encarga de dar gato por liebre para que parezca
otra cosa de lo que es; como hizo Simón Mago con un carnero que mandó degollar, que luego se dejó ver vivo;
o con un hombre, que todos creían degollado y, por haberle visto luego vivo, le creyeron resucitado. Y esto
hacen los hombres mudando fantasmas en la imaginación para engañar.
La segunda especie de milagros, impropiamente llamados así, son los que despiertan crecida admiración, por
verse el efecto, sin conocerse su causa. Así pues "los milagros", que tienen no simplemente su causa oculta,
sino para alguno oculta, dícense no simplemente milagros, sino maravillas. Mas los que tienen simplemente su
causa oculta son propiamente milagros, cuyo autor es el mismo glorioso Dios, porque están por encima de todo
el orden de la naturaleza creada. Pero algunas veces se hacen algunas maravillas, cuyas causas están ocultas,
mas no fuera del orden de la naturaleza; y esto con más razón lo hacen los demonios, que conocen las virtudes
de la naturaleza y tienen determinada eficacia para especiales efectos; y éstas hará el Anticristo, pero no las
que tienen verdadera razón de milagro, porque no tienen poder en aquello que está sobre la naturaleza.

Dícense milagros en tercer lugar los que están ordenados a servir de testimonio a la verdad de la fe, o a reducir
los fieles a Dios, como se dice en San Marcos. Mas si alguno tuviese la gracia de hacer milagros, y no se valiese
de ellos para este fin, los milagros serían verdaderos cuanto a la razón del hecho y a la razón del milagro; pero
serían falsos cuanto al debido fin y a la intención divina.

Pero esto no sucederá con el Anticristo, porque nadie hace verdaderos milagros contra la fe, ya que Dios no es
testigo de falsedades. De donde uno que predique una falsa doctrina no puede hacer milagros, aunque un
hombre de mala vida bien pudiera.

Luego señala a los que se dejarán engañar, al decir: "a aquéllos que se perderán", esto es, a los destinados a la
perdición. "Ninguno de ellos ha perecido sino el hijo de la perdición". Y esto precisamente porque "mis ovejas
oyen mi voz" (Jn X).

6
(2Th 2,10-16)

Lección 3: 2 Tesalonisenses 2,10-16

Seducirá el Anticristo a los que no tienen caridad; por eso hay que pedirle a Dios se digne llamarnos y no
permita nos apartemos de la verdad.

Traducción:

11 Por eso Dios les enviará o permitirá que obre en ellos el artificio del error, con que crean a la mentira,

12 para que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la maldad.

13 Mas nosotros debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, ¡oh hermanos amados de Diosi, por haberos
Dios escogido por primicias de salvación, mediante la santificación del espíritu y la verdadera fe que os ha dado;

14 a la cual os llamó asimismo por medio de nuestro Evangelio, para haceros conseguir la gloria de Nuestro
Señor Jesucristo.

15 Así que, hermanos míos, estad firmes y mantened las tradiciones que habéis aprendido, ora por medio de la
predicación, ora por carta nuestra.

16 Y Nuestro Señor Jesucristo, y Dios, y Padre nuestro, que nos amó, y dio eterno consuelo, y buena esperanza
por la gracia,

17 aliente vuestros corazones y los confirme en toda obra y palabra buena.

Después de indicar a quiénes seducirá el Anticristo, a saber, a los destinados a la condenación, aquí explica el
por qué de lo dicho y cómo serán seducidos; los fieles, por el contrario, cómo serán librados. Asimismo señala
sola su culpa, la pena con la culpa, la pena sola. Y este es el paso a paso con que procede el pecado: que
primero es uno desamparado de la gracia por el demérito del primer pecado, y cae en otro pecado (porque un
abismo llama a otro abismo), y por último en la condenación eterna. Dice pues que la causa por la que serán
engañados es el no haber recibido y amado la verdad, esto es, la verdad del Evangelio (Jn 8; Job 24); y dice:
"caridad de la verdad", porque, a no estar informada la fe por la caridad, no tiene ningún valor (1Co 13; Gal. 6).
Y añade el provecho que trae la verdad diciendo: "a fin de salvarse" (Rm 5). Pero, por culpa de no haber
recibido la verdad, la pena será su engaño; de donde dice: "enviaré", esto es, permitirá obre en ellos "el artificio
del error" (Is 19; 3 Reyes 22). Por eso dice: "con que crean a la mentira", esto es, a la falsa doctrina del
Anticristo (Rm 1). Pero la pena es la eterna condenación; de donde añade: "para que sean condenados", con
sentencia de condenación (Jn 5), "todos los que no creyeron a la verdad" (Jn 3).

Al decir luego: "mas nosotros", muestra por qué los fieles de Cristo se ven libres; da gracias por ellos y refresca
la memoria de los divinos beneficios, por los cuales se ven libres de esos males. Dice pues así: ellos serán
engañados, pero "nosotros debemos dar gracias" (Rm 1). Y recuerda 2 beneficios divinos, a saber, la elección de
Dios, que es eterna, y la vocación, que es temporal. Dice pues: "porque nos eligió" a nosotros, los Apóstoles, "y
a vosotros", los fieles (Ep 1; Juan XV). 3 puntos toca en materia de elección, a saber, el orden de los elegidos, el
fin cíe la elección y el medio de conseguir el fin. Todos los santos han sido elegidos desde el principio del mundo
(Deut. 33); pero las primicias de modo especial son los Apóstoles (Rm 8). Por eso dice: "primicias de la fe".
Asimismo el fin de la elección es la salvación eterna, como dice: "para la salvación" (1Tm 2). Y esto se lleva a
efecto primero, de parte de Dios, por medio de la gracia santificante; de donde dice: "mediante la santificación
del espíritu"; segundo, de par,te nuestra, con el consentimiento de nuestro albedrío por medio de la fe; por eso
añade: "y en la fe de la verdad".

-"a la cual os llamó". Pone el segundo beneficio, que es la vocación temporal de Cristo, que se sigue a la
elección (Rm 8). Y sobre esta vocación repara en la parábola del que hizo la gran cena (Lc 14) "por medio de
nuestro Evangelio" predicado por mí. Pero ¿a qué cena nos invita? "para haceros conseguir la gloria", esto es,
para que alcancemos la gloria de Cristo.

Luego, cuando dice: "así que, hermanos míos", los amonesta a mantenerse firmes en la verdad e interpone la
oración para este fin. Y hace lo primero, porque nuestras obras dependen de nuestro albedrío, y lo segundo,
porque es necesario el auxilio de la gracia. Y primero amonesta a estar firmes (Gal. 5); enseña luego el modo
de estarlo: "y mantened las tradiciones", esto es, las enseñanzas que recibieron de sus mayores; porque las que
se reciben de los menores algunas veces no han de observarse, a saber, cuando se oponen a las enseñanzas de
la fe (Mt XV); pero sí cuando dicen orden a los mandamientos divinos, "que habéis aprendido". "Recomendaban
a los fíeles la observancia de las tradiciones y decretos acordados por los Apóstoles y los presbíteros que
residían en Jerusalén" (Ac 16,4). Y estas tradiciones de 2 maneras las dieron a conocer: unas con palabras; de
donde dice: "ora por medio de la predicación"; otras por escritos; por eso añade: "ora por carta nuestra". De
donde se pone de manifiesto que hay muchas cosas en la 1glesia no escritas, que enseñaron los Apóstoles y,
por consiguiente, hay que observar; pues muchas cosas -dice Dionisio-, a juicio de los Apóstolas, era mejor
ocultarlas. Por eso dice el Apóstol: "lo demás ya lo dispondré cuando vaya para allá" (1Co X). -"Y Nuestro Señor
Jesucristo". Pone esta oración, como si quisiera decir: esto os arríonesto, pero de nada sirve sin el auxilio divino.
Por eso pone primero un doble beneficio de Dios: el amor que nos tiene y por el cual nos concede otras cosas;
por eso dice: "nos amó"; y la consolación espiritual: "y dio eterno consuelo" (2Co 1; Is 40). Y dice consuelo
eterno, a saber, contra todos los males inminentes y futuros. Por eso estamos en expectación de "una buena
esperanza", esto es, de esos bienes eternos que infaliblemente nos están prometidos (I P. 1). Y esto "por la
gracia", por la cual esperamos conseguir la vida eterna (Rm 6). Pide para ellos una exhortación, que es una
amonestación encaminada a mover el ánimo a que quiera; y ésta puede hacerla el hombre exteriormente; mas
no sería eficaz, si interiormente no lo alentase el espíritu de Dios; de donde dice: "aienfe vuestros corazones",
esto es, los mueva. "Me la llevaré a la soledad y la hablaré al corazón" (Os. 2). Asimismo pide la confirmación;
por eso dice: "y los confirme" (S. 67); como si dijera: nos aliente con su gracia para que queramos, y nos
confirme para que eficazmente queramos. Y esto "en toda obra y palabra buena". La obra le coge la delantera a
la palabra, porque Jesús empezó primero a obrar y en pos enseñó.

CAPITULO 3

7
(2Th 3,1-9)

Lección 1: 2 Tesalonisenses 3,1-9

Exhorta a los Tesalonicenses a orar para que se propague el Evangelio y destierra la holgazanería para que no
coman el pan de balde.

1 Por último, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra de Dios se propague más y más, y sea
glorificado, como lo es ya entre vosotros,

2 y nos veamos libres de los díscolos y malos hombres, porque al fin no es de todos alcanzar la fe.
3 Pero fiel es Dios, que os fortalecerá y defenderá del espíritu maligno.

4 Así, confiamos en el Señor que vosotros hacéis ya ahora lo que ordenamos, y que lo haréis en adelante.

5 El Señor entretanto dirija vuestros corazones en el amor de Dios y en la paciente esperanza de Cristo.

6 Por lo que os intimamos, hermanos, en nombre de Nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de cualquiera de
entre vuestros hermanos que proceda desordenadamente, y no conforme a la tradición que ha recibido de
nosotros.

7 Pues bien sabéis vosotros mismos lo que debéis hacer para imitarnos, por cuanto no anduvimos
desordenadamente entre vosotros,

8 ni comimos el pan de balde a costa de otro, sino con trabajo y fatiga, trabajando de noche y de día, por no ser
gravosos a ninguno de vosotros.

9 No porque no tuviésemos potestad para hacerlo, sino a fin de daros en nuestra persona un dechado que
imitar.

En el capítulo anterior los instruyó sobre lo que acontecería en las postrimerías, aquí sobre ciertas cosas en
particular que habían de hacer. Acabada la instrucción, concluyese la carta. 1nstruyelos también en su modo de
portarse para con él, para con los que proceden desordenadamente, y muéstrales qué confianza les tiene.

Cuanto a lo primero pone la oración y lo que hay que pedir en ella. Dice pues: "por último", es a saber, porque
ya estáis suficientemente instruidos, "orad por nosotros" (Rm XV); cosa debida, porque los que tienen cura de
almas cuidan de la utilidad del rebaño. "Acordaos de vuestros prelados, los cuales os han predicado la palabra
de Dios" (He 13,7). Les señala en segundo lugar lo que hay que pedir, a saber, que se quiten los impedimentos
de la predicación; por eso dice: "para que la palabra de Dios corra", ya que no puede totalmente impedírsela
sino retardarla. Por eso dice: que corra (Col 4). Asimismo "que se haga esclarecido y resplandeciente", a saber,
por una clara y lúcida exposición, entre los rudos y sabios, "como lo es ya entre vosotros" (Rm 1; Pr 14). Otrosí
por los milagros, que son demostraciones de la fe; pues toda ciencia con las demostraciones se hace clara, y
esto es lo que hay que pedir: "concede a tus siervos predicar con toda confianza tu palabra" (Ac 4,29). Hay que
pedir también por los predicadores, para que se vean libres de "gente díscola y de mala ralea", a saber, los
seudoapóstoles, insufribles picoteros, embaidores perversos. O entiéndase de los perseguidores, que
maquinaron en su corazón cosas inicuas. Y el por qué de la petición es porque "no es de todos el alcanzar la fe";
porque, aunque al parecer la tengan, la verdadera no la tienen (Is 53; Rm X).

Luego, cuando dice: "pero fiel es Dios", expresa la confianza que tiene en ellos y ora por ellos. La confianza
depende del que da la gracia y de los hombres que tienen albedrío, para ser dirigidos por la gracia. Primero, de
parte de Dios dice: confío que oraréis y seréis escuchados, porque fiel es el Señor, "que os esforzará y
confirmará" en los bienes que ha obrado en vosotros (I P. 5); "y os guardará de todo mal de culpa y pena". Y si
cayesen en males de pena, será para su bien, porque "todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a
Dios" (Rm 8,28). Segundo, de parte de ellos dice: "confiamos en vosotros, hermanos", por la gracia que habéis
recibido, pero "en el Señor", no en vuestra virtud (Hb. 6), "que hacéis ya ahora lo que ordenamos, y que lo
haréis en adelante", esto es, que perseveraréis. "Todas las palabras que ha hablado el Señor las ejecutaremos"
(Ex. 24,3).

-"El Señor entretanto dirija vuestros corazones".

Ruega por ellos diciendo estas palabras, a saber, para que lleguéis. Al hombre toca preparar su alma, y al Señor
gobernar la lengua, como se dice en Pr. 16,1; y poco después: "el corazón del hombre forma sus designios; mas
del Señor es el dirigir sus pasos", esto es, al premio que le está reservado. Por eso dice: dirija vuestros
corazones, no sólo las obras exteriores, y esto "en el amor de Dios". Con dos pies caminamos por el camino de
la salvación, a saber: con las buenas obras que hacemos y los casos adversos que soportamos. Mas no hay
buenas obras si no están enderezadas al blanco del amor (1Tm 1). Tampoco paciencia, sino por Cristo (Lc 21;
Mt 5); por eso dice: "y paciencia de Cristo", esto es, tolerancia de males por Cristo, o a ejemplo de Cristo11...

-"Por lo que os intimamos". Muestra cómo han de portarse con los hombres de vida desordenada. Primero
propone el edicto, lo expone e indica la necesidad de proponerlo. Dice pues: así vivís vosotros y en esto estriba
mi confianza; mas ya que entre vosotros hay también algunos de aviesa condición, "los denunciamos", a saber,
ante los perfectos; porque esto toca al prelado: "declara a mi pueblo sus maldades" (Is 58,1; Ez. 3).

Y sigue el edicto en estos términos: "que os apartéis de cualquiera que viva desordenadamente". De aquí se
introdujo en la 1glesia la costumbre de evitar a los malos, para que los de virtud más débil no se contaminasen
con su compañía. "E! que tocare la pez se ensuciará con ella" (Eccli. 13,1); "un poco de levadura aceda toda una
masa" (1Co 5,6). También para que el sonrojo y confusión ceda en curación y salud del pecador (Eccli. 4,25).
Mas esto no ha de hacerse indistintamente, sino con deliberación y madurez (como lo hizo Pablo para
excomulgar al incestuoso de Corinto). (1Co 5).

De la misma manera se dice aquí: "apartaos". Tampoco debe fulminarse la excomunión, a no ser por algún
pecado, como aquí se dice: "desordenadamente".

Y esto acontece cuando se trata de algo malo por naturaleza y contra el orden del derecho natural, como expone
la Glosa (1Co 14; Rm 13); o porque está prohibido y va contra la doctrina de la 1glesia. De donde dice: "y no
conforme a la tradición".

Luego, al decir: "pues bien sabéis vosotros", expone lo que acababa de decir, a saber, "conforme a las
tradiciones", indicando a qué tradición se refería y cómo la recibieron de él, y era ésta: que no fuesen curiosos
ni anduviesen de holgazanes. Y muestre cómo la recibieron de palabra y con el ejemplo; asimismo que evitó la
inquietud y cómo, y señala la causa. Dice pues: "conocéis la tradición que recibieron"; pues no ha de imitarse a
los prelados en todo sino en lo que se ajusta a la regla cristiana. "Sed mis imitadores, como yo lo soy de Cristo"
(1Co 4 y XI). Pero ¿en qué? "por cuanto no anduvimos desordenadamente entre vosotros"; pues los
Tesalonicenses eran muy dadivosos y liberales (¡Ts 4); y por este motivo los pobres, cebados a costilla ajena,
dábanse un verde con dos azules y, por andar de flojos, hacían lo que no debían y se entremetían en lo que no
les tocaba. En eso consistía la inquietud. Por eso dice: "no fuimos inquietos" (1Th 4); "ni comimos el pan de
balde", a costa de otro, porque se lo ganaba con el trabajo de sus manos (Ac 20; Pr. 31; Nb 16), "con sudor y
fatiga", no un momento, sino "día y no noche", esto es, continuamente, lo que le sobraba del tiempo que
dedicaba a la predicación y enseñanza, "por no seros gravoso a ninguno de vosotros" (2Co 12).

-"No porque no tuviésemos potestad para hacerlo". Señala la causa de su trabajo manual, la verdadera, no la
falsa; que sería si alguno dijera que no le era lícito vivir a costa de ellos; por eso dice "no porque no tuviésemos
potestad"; más bien, al contrario, la tuvimos de vivir a costa de los fieles. "¿No sabéis que los que sirven en el
templo se mantienen de lo que es del templo, y que los que sirven al alfar participan de las ofrendas? Así
también dejó el Señor ordenado que los que predican el Evangelio vivan dei Evangelio". (1Co 9,13; Mt X). Y así
por autoridad evangélica consta que hay dos clases de hombres que tienen potestad de vivir a costa de otros, a
saber, los ministros del altar y los predicadores.

-"sino a fin de daros, en nuestra persona, un dechado que imitar". Señala la verdadera causa, ya que hallamos
2 de por qué el Apóstol trabajó con sus manos: una en su Carta a los Corintios, otra aquí; pero con esta
diferencia: que aquéllos eran avaros, y lo hubiesen llevado muy a mal, como allí se dice; aquí en cambio porque
eran holgazanes. Por eso dice: "para daros un dechado" de trabajo. "Has de ser dechado de los fieles en el
hablar, en el trato, en la caridad, en la fe, en la castidad" (1Tm 4,12). Otra causa pone la Glosa: cuando no
hallamos quien nos alargue la mano. Cuarta causa, para no estar ocioso, como los monjes de Egipto (Eccli. 33).
De donde quienes no tienen oficio, estudio o lección en que entretenerse, por ociosos viven expuestos a mucho
peligro.

8
(2Th 3,10-18)

Lección 2: 2 Tesalonisenses 3,10-18

Persiste en apartarlos de la ociosidad y amonéstalos a que cada uno se gane el pan con el sudor de su frente;
por último se despide y concluye la carta con la firma acostumbrada.Traducción:

10 Así es que, aun estando entre vosotros, os intimábamos esto: quien no quiere trabajar tampoco coma.

11 Porque hemos oído que andan entre vosotros algunos bulliciosos que no entienden en otra cosa que en
indagar lo que no les importa.

12 Pues a estos tales los apercibimos y les rogamos encarecidamente por Nuestro Señor Jesucristo que,
trabajando quietamente, coman su propio pan.

13 Vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien.

14 Y si alguno no obedeciere lo que ordenamos en nuestra carta, tíldadle al tal y no converséis con él, para que
se avergüence y enmiende;

15 mas no le miréis como enemigo, sino corregidle como a hermano.

16 Así, el mismo Señor de la paz os conceda siempre la paz en todas partes. El Señor sea con todos vosotros.

17 La salutación de mi propio puño, Pablo, lo cual sirve de contraseña en toda carta mía; así escribo o firmo.

18 La gracia de Nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.

Arriba mostró el Apóstol lo que les enseñó con su ejemplo, es a saber, a no ser bulliciosos, sino a trabajar; aquí
les muestra cómo de presente les enseñó lo mismo, de palabra y de obra; de donde dice: "aun estando"; como
si dijera: para poneros la muestra, hicimos lo que enseñamos, porque "os intimábamos esto..." Algunos -como
dice la Glosa y San Agustín en su libro sobre el trabajo de los monjes- pervertían estas palabras,
interpretándolas en el sentido de que no les está permitido a los siervos de Dios el trabajo manual, por lo que se
dice en San Mateo 6: "no andéis solícitos. .."; porque afirman que este trabajo pertenece a la solicitud en buscar
la comida; y por esta razón aplicaban dichas palabras a las obras espirituales; como si dijera: no merece comer
quien no quiere emplearse en obras meritorias y espirituales. Mas esto va contra la intención del Apóstol, que
dice: "os intimábamos" que nosotros así lo habíamos hecho, esto es, con trabajo y fatiga. Pero ¿qué significa
"que si alguno no quiere. .. ?" ¿Es consejo o precepto? Por lo que abajo dice: "si alquno no obedeciere lo que
ordenamos", parece precepto. Luego todos están obligados al trabajo manual. Luego peca mortalmente quien,
en lugar de trabajar con sus menos, se está ocioso. Respondo que es precepto, pero de 2 maneras se mandan
las cosas: simplemente o con condición. Simplemente se ordena lo que en sí considerado es necesario para la
salvación, y éstas son las obras de las virtudes. Con condición, en cambio, si tal fuese el caso que el precepto no
pudiese observarse sin el trabajo manual. Ahora bien, mándase al hombre sustentar su cuerpo, pues de otra
suerte sería homicida de sí mismo. (Gen. 2). Así pues, el hombre está obligado por precepto a alimentar su
cuerpo, y tiene la misma obligación en todo aquello sin lo cual no puede vivir su cuerpo. De donde se sigue que
quien no tiene otro modo de sustentar lícitamente su cuerpo, ya sea por lo que posee o por un lícito negocio,
está obligado a trabajar para no tener que robar (Ep 4). Así pues, es precepto cuando de otra manera no puede
lícitamente vivir. De donde dice: "quien no quiere trabajar tampoco coma". Por tanto, para poder comer, una de
dos: o que tenga de dónde o se lo busque honradamente (S. 127; 1Ts 4).

Al decir luego: "porque hemos oído", señala la necesidad de este precepto, ya que el Apóstol dice esto, no tanto
por su oficio de maestro, cuanto por el vicio de la gente; y así primero pone la culpa que trae consigo la
necesidad del precepto, y luego aplica el remedio. Dice pues: "hemos oído", como si dijera: por eso no oculto
este precepto, porque oímos de algunos. .. ya que es necesario que el alma humana esté siempre ocupada en
algo; por eso es fuerza que los holgazanes padezcan ansiedad por las cosas ilícitas (1Th 4): "no entienden en
otra cosa que en indagar lo que no les importa", eslo es, se entremeten en negocios ajenos. "Los deseos
consumen al perezoso" (Pr. 21,25). Luego aplica el remedio: "pues a estos tales", primero, de parte de los
culpables; segundo, de parte de los demás. Dice pues: "a estos tales los apercibimos" severamente, como
prelado, "y rogamos" caritativamente, como padre suyo, que "su pan", no el ajeno, sino el que se les debe, es a
saber, el que han ganado en buena ley, "con silencio", esto es, sin alborotar el cotarro, discurriendo de casa en
casa, "se lo coman" (Is 30).

-"Pero vosotros". De parte de los no culpables aplica doble remedio: que no cesen de hacer bien, que corrijan a
esos alborotadores. Dice pues: "pero vosotros", como si dijera: aunque esos flojos abusen, no ceséis de hacer el
bien (Gal. 4). Y esto es necesario, aunque trabajasen con sus manos y no les faltase nada, porque es
indispensable socorrer a otros.

Luego, al decir: "y si alguno no obedeciere", insinúa que lo corrijan y muestra, júnto con el efecto de la pena, el
modo de castigarlo y el fin que se propone. Por orden pone primero la culpa, segundo su manifestación, tercero
su castigo. La culpa es la desobediencia; por eso dice: "y si no obedeciere" (I Reyes XV). La manifestación y la
convicción pónense al decir: "tildadle al tal por carta", esto es, dadlo a conocer, mas después de indagar la
verdad, como Job dice, diíigentísimamente (Jb 29). Su pena es la sentencia de excomunión; de donde dice: "y
no converséis con é!" (ICo 5; 2 Jn). Advertid aquí que la excomunión se le inflige por desobediencia; pero antes
debe estar convicto. Por eso dice: "si no obedeciere, advertídmelo por carta", esto es, hacédmelo saber, para
que sea castigado; vosotros entretanto "no os metáis con él"; mas el efecto de la pena es para que se
avergüence y con esto vuelva sobre sí (Eccli. 4). El fin y la intención ha de ser su corrección, que es lo que
busca la caridad; de donde dice: "mas no le miréis como a enemigo", pues no ha de corregírsele por sed de
venganza, sino por amor de caridad; como si dijera: si evitáis su compañía, que no sea por odio nacido de
enemistad. "Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian" (Mt 5). Por eso dice: "sino corregidlo
como a hermano"; en lo cual se muestra la caridad (S. 132).
Por último, al decir: "así, el mismo Señor", concluye la carta y acaba con la salutación, que es como el sello de
la carta, y les desea los dones de Dios y al mismo Dios. Cuanto a lo primero dice: "el mismo Señor de la paz".
Llámase Dios de paz respecto de 2 cosas, porque la paz consiste en 2 cosas, a saber: que el hombre concuerde
consigo mismo y con otros; y ni una ni otra cosa puede suficientemente lograrse sino en Dios; pues respecto de
sí no concuerda para sí consigo, cuando lo que según uno se apetece es bastante, y por lo que mira a todos,
que no puede ser otra cosa si no es Dios, "que sacia de bienes tu 1ida" (S. 102,5). Porque otras cosas, fuera de
Dios, no bastan para satisfacer a todos, pero Dios sí basta (Jn 16).

Asimismo los hombres no se unen entre sí sino por un lazo común que los júnta, y éste mayormente es Dios.
Por eso dice: "el Dios de la paz os dé" no ia paz temporal, sino "la eterna", esto es, la espiritual, que aquí
comienza y allí se consuma (S. 147). Y esto "en todo lugar" y en todo el mundo entre los fieles.

Cuanto a lo segundo dice: "el Señor esté con todos vosotros", porque si a El no se le tiene por la fe y la caridad,
ninguna otra cosa se tiene bien. "La salutación de mi propio puño". Esto lo dice por los infieles que adulteraban
sus cartas (Gal. 6). "Lo cual sirve de contraseña en toda carta mía". "La gracia", esto es, don gratuito de Dios,
que os hace agradables a Dios, "sea con todos vosotros. Amén" (Jn 1).

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