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La situación de Rusia a la salida de la guerra

(17 04 2008) -

Andrea Robles Con el triunfo de la primera revolución socialista en Octubre de 1917, la explotación y la opresión de
terratenientes y burgueses con el mando del yugo zarista quedaban en el pasado. Los obreros y el pueblo ruso tomaban
las riendas de su propio destino bajo la dirección del partido bolchevique. La defensa de las conquistas de Octubre del
ataque de 14 ejércitos imperialistas durante los cuatro años que duró la guerra civil dejó a Rusia desvastada y con
agudas contradicciones para conservar este colosal triunfo del proletariado y los oprimidos del mundo. El burocratismo
en el estado obrero y en el partido serán una de las primeras manifestaciones de estas contradicciones a las que Lenin
y Trotsky dedicarán todas sus energías para combatir una desviación que atentaba cada vez más contra el rumpo
revolucionario del primer Estado obrero. En 1923,con Lenin ya postrado por su enfermedad, el nacimiento de la
Oposición de Izquierda rusa expresará un nuevo salto en la lucha contra la burocracia que se iba apropiando del poder.

La imposibilidad de la revolución socialista en Rusia había sido motivo de importantes controversias a principios de siglo
XX. Para la mayoría de los marxistas de la época, Rusia debía pasar por una etapa capitalista que resolviera el atraso
que caracterizaba al capitalismo ruso. Lenin y Trotsky, en cambio, sostenían que si bien era cierto que en Rusia no se
podía construir el socialismo prescindiendo del desarrollo avanzado de países como Alemania, era imposible que fuera la
burguesía la que resolviera las tareas para superar el atraso ruso tanto en lo que respecta a la liquidación de los restos
feudales, expropiando a los terratenientes en el campo, como a romper la dependencia de las naciones imperialistas
dominantes, dado los múltiples lazos que la unían a ambos. El triunfo de Octubre demostraría que “En
determinadas condiciones, los países atrasados pueden llegar a la dictadura del proletariado antes que los avanzados,
pero más tarde que ellos al socialismo”[1], suprimiendo de esta manera la barrera que para los marxistas de
aquél entonces separaba a los países “maduros” y “no maduros” para la revolución.
Asimismo, los bolcheviques insistían que “Siempre hemos proclamado y repetido esta verdad elemental del
marxismo, que la victoria del socialismo exige el conjunto de esfuerzos de algunos países avanzados”[2]. La
resolución de las demandas democráticas en los países de desarrollo atrasado, por medio de la dictadura del
proletariado, se entrelazaría para lograrlo con medidas socialistas, al tiempo que constituiría una palanca para el
desarrollo de la revolución internacional y el socialismo.

Durante la guerra civil, los cálculos de Lenin, Trotsky y el partido bolchevique se fundaron en el triunfo de la revolución
en Occidente, particularmente en Alemania, que proporcionaría el alivio del esfuerzo de guerra y permitiría avanzar a
pasos de gigante hacia la perspectiva del socialismo dado el gran desarrollo de sus fuerzas productivas -su proletariado
enormemente instruido y calificado y el poderoso desarrollo de la técnica y de las maquinarias. Pero con la traición de la
socialdemocracia y los partidos socialistas la revolución europea logró ser desviada. En 1921, el III Congreso de la
Internacional Comunista constató que el capitalismo había logrado una situación de estabilidad y abogó por preparar las
condiciones para la revolución y superar la debilidad de los partidos comunistas[3]. En este marco de aislamiento, Lenin
afirmará, “La república socialista puede subsistir dentrode un cerco capitalista, pero con seguridad, no por largo
tiempo”[4].

Con la economía totalmente devastada por siete años de guerra mundial y cuatro de guerra civil, las conquistas históricas
conseguidas por la revolución, la expropiación de la burguesía y de los terratenientes, la distribución de la tierra, el control de
las fábricas y el manejo de la economía nacional en poder de las masas, estaban en riesgo. Lenin decía que aunque
Rusia poseía el régimen político más avanzado del mundo, no había logrado construir todavía siquiera las bases de una
economía nacional, la base del Estado obrero y por tal “Las fuerzas enemigas del capitalismo moribundo todavía
pueden recuperar el poder”.[5] La producción industrial representaba sólo un 20% comparada con los tiempos de
preguerra, el 60% de las locomotoras estaban destruidas al igual que las vías férreas. La superficie cultivada se reducía
en un 16%. El intercambio entre la ciudad y el campo se redujo al mínimo y más bien se limitaba a la requisa y al
trueque entre individuos. En el mercado negro los precios eran entre 40 y 50 % más caros que los precios legales. En
1920, los salarios eran inferiores en dos veces y medio y hasta tres respecto de los bienes indispensables.

La “desaparición del proletariado” y el atraso cultural ruso

El atraso cultural del pueblo ruso conformado por una vasta mayoría de campesinos pobres, las altas tazas de
analfabetismo y la debilidad del proletariado, se hizo notar en la propia conformación del aparato de Estado. El vacío
social iba a rellenarse muy pronto con fuerzas distintas de las inicialmente previstas y obligaron al régimen soviético a
basarse en centenares de miles de antiguos funcionarios zaristas que de manera subrepticia saboteaban los esfuerzos
del régimen. Los puestos en el Estado en la medida que constituían un autentico sostén social serán pronto presa de
la burocracia. El régimen no podía prescindir de un aparato administrativo, pero los cerebros más lúcidos del partido
bolchevique reconocían que fuerzas poderosas desviaban el rumbo correcto del Estado soviético: el semibárbaro
individualismo campesino, la presión del mundo capitalista y, sobre todo, las arraigadas tradiciones autóctonas del
gobierno absolutista incivilizado[6].

Cuatro años después de la revolución proletaria, Rusia se enfrenta a la paradoja, en palabras de Bujarin, de una
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“verdadera desintegración del proletariado”. Mientras que en 1919, existían 3 millones de obreros
industriales, en 1921, son menos de la mitad. Muchos de ellos percibían el salario a modo casi de subsidio de
desempleo. En las ciudades arreciaba el hambre y muchos obreros emigraban al campo. En este cuadro, los obreros
más avanzados corrieron peor suerte, muchos habían perecido en la guerra, otros se encuentraban en el ejército y el
resto ocupaba puestos del Estado. El partido bolchevique, cuyo rumbo se había soldado con el ímpetu y audacia de la
clase obrera rusa que arrastró a la mayoría campesina, se encontraba en el vacío.

En estas circunstancias imprevistas, el partido bolchevique se convirtió en la única raíz sólida de la dictadura del
proletariado. Pero conciliar los fines socialistas con los medios que se disponía no era fácil.. Comenzando por el propio
partido bolchevique que si bien constituía en ese momento la única institución capáz de sostener el rumbo
revolucionario de la rusia soviética no por ello estaba exenta del drama histórico que vivía la nación. Luego del triunfo de la
guerra civil, muchos de sus más destacados miembros habían muerto, miles de oportunistas se volcaban en alud al
partido vencedor y su composición social sufrió transformaciones en detrimento de su carácter proletario[7]. Las fronteras
del partido se ensancharon y por ende se aflojaron los lazos con la ideología de los fundadores. Lenin fustigaba la rutina
y la desidia. Para él, los comunistas se dejaban asfixiar por una masa extraña y no eran ellos quienes decidían
efectivamente la marcha de los asuntos de Estado. “¿Qué es lo que falta entonces - se preguntaba Lenin- Está
muy claro, lo que falta a los dirigentes comunistas es la cultura”[8].

La consigna de los bolcheviques era ganar tiempo lo que en ese momento significaba una tensión enorme para fortalecer
las bases del Estado obrero y las conquistas conseguidas por la revolución, combatir la burocracia en el Estado y en el
partido, avanzar en la industrialización y el desarrollo de la clase obrera, aumentar la cultura del pueblo y en particular de
la clase obrera, es decir, mantener el rumbo socialista, a la espera de la revolución internacional, ya que este estado de
cosas no podía durar mucho tiempo.

La nueva política Económica y el X Congreso del partido bolchevique

En el marco de la crisis económica, la Nueva Política Económica (NEP) fue adoptada por el Congreso del partido, en marzo
de 1921, concebida por Lenin como una "retirada forzada" hacia el mercado, a fin de lograr el aumento de la producción
en el agro y la industria. "Su propósito inmediato -señala Isaac Deutscher-, era inducir a los campesinos a vender
alimentos y a los comerciantes privados a traer los alimentos del campo a la ciudad, del productor al consumidor"[9]. Las
concesiones a la burguesía y a la pequeña burguesía al permitirle el intercambio y producción privada, es decir, hasta
cierto punto, la posibilidad de acumulación, eran controlados por el poder del Estado que mantenía los principales
recursos de la industria y el transporte así como del riguroso monopolio del comercio exterior. Los anarquistas, entre
otros, denunciaron que Rusia se había convertido en un país burgués. Trotsky respondía: “la burguesía ejerce su
dominio apoyándose en las otras clases…las reformas sociales a favor de los obreros no constituyen en manera
alguna y en sí mismas una violación de la soberanía absoluta de la burguesía en su país respectivo….La hegemonía
sigue correspondiendo al conjunto de intereses de clase, que es la única que decide las reformas que puede hacer y en
qué grado puede llevarlas a cabo sin conmover las bases de su dominación. De la misma manera se plantea el problema
para la dictadura del proletariado. Una dictadura de una completa pureza química no podría existir más que en un
espacio inmaterial. El proletariado dirigente se ve obligado a contar con las otras clases y, según la proporción de las
fuerzas en el interior del país o internacionalmente, a hacerles concesiones a las otras clases con el fin de mantener su
dominación. Todo el problema descansa en los límites de esas concesiones y en el grado de conocimiento conciente con
que se llevan a cabo”[10].

Más de una vez los bolcheviques tuvieron que optar por decisiones que, impuestas por las circunstancias de extrema
gravedad, eran contradictorias con la norma programática. Inclusive, en la medida que la ayuda exterior no llegara con
rapidez, Lenin y Trotsky estaban dispuestos a ceder más terreno, en pos de salvaguardar los logros de la revolución.

La introducción de la NEP se daba en un momento de profundo malestar de las masas. Los levantamientos campesinos
amenazaban el aprovisionamiento de las ciudades y motivaban allí también huelgas y manifestaciones. Con este telón de
fondo se produce la rebelión de Kronstadt que, por su preparación y su programa orientado cada vez en forma más
antibolchevique, encontró eco en un amplio arco que iba desde los socialrevolucionarios, anarquistas y mencheviques
hasta el exilio contrarevolucionario y las agencias imperialistas, factible “caballo de Troya” de éstos
últimos, que la convirtió en una amenaza seria para el Estado obrero[11]. Si bien la decisión del partido bolchevique fue
unánime en torno a sofocar la rebelión, su X Congreso que sesionaba en esos mismos días, expresaba en duras
controversias que estaba lejos de estar a la altura de los enormes desafíos que tenía el partido gobernante. Fue en ese
momento, que Lenin propuso la resolución de prohibir las fracciones dentro del bolchevismo. Para Lenin mientras que en
otros momentos las desviaciones partidarias, como las sindicalistas o semianaquistas expresadas por la Oposición
Obrera en dicho Congreso, se podían corregir a tiempo “en el cuadro de una aplastante mayoría campesina
descontenta con la dictadura del proletariado, cuando la crisis de la agricultura alcanza su límite, cuando la
desmovilización del ejército campesino está liberado a centenares y millares de hombres deshechos ya no es tiempo de
discusiones sobre las desviaciones teóricas...El ambiente de controversias se está haciendo extraordinariamente
peligroso, se está convirtiendo en una auténtica amenaza para la dictadura del proletariado.”[12] Estaba claro
que era una medida excepcional impuesta por la gravedad de la situación. Trotsky, para quien la historia del partido
bolchevique era la historia de sus fracciones, comentará años más tarde que “La sustitución del proletariado por
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el Partido, puro estado de hecho al principio…se consideró cómo un fenómeno transitorio, en espera del
reagrupamiento de los obreros de las grandes fábricas y del incremento de las industrias por medio de las futuras
realizaciones.”[13]

La lucha de Lenin contra el burocratismo en el Partido

Por defecto, el politburó concentró cada vez más poder de decisiones en la medida que el Comité Central se vió más y
más absorbido por las múltiples responsabilidades administrativas. La resolución de la liquidación de las fracciones
profundizaba la falta de democracia en el partido. La “vieja guardia” bolchevique concentraba sectores
enteros de poder. Stalin, por ejemplo, era Comisario para las nacionalidades y Comisario para la Inspección Obrera y
Campesina (R.K.I) cuando fue nombrado Secretario General del partido en 1922, puesto que en vida de Lenin era de
carácter técnico. Lenin y Trotsky, entre otros dirigentes, van a ser concientes de las tendencias burocráticas que se
estaban gestando al interior del partido. En mayo de 1922, Lenin sufrirá su primer ataque de apoplejía pero dedicará
gran parte de sus energías a combatir a la burocracia del partido cuyos rasgos altamente preocupantes comenzarán a
evidenciar a Stalin como su mejor ejemplo, al aprovechar su cargo en el Buro, que le daba el poder de elegir y cambiar a
comunistas de sus puestos, pero cada vez más en función de la lealtad a su persona.

No fue la pelea que dieron Lenin y Trotsky contra la resolución del CC que abría las compuertas del comercio exterior a la
actividad privada, dispuesta en ausencia de ambos, y que rápidamente fue retirada, sino la cuestión georgiana[14] lo
que llevará a Lenin a dar la señal de alarma. Stalin, en su puesto de Comisario para las nacionalidades, intentó forzar la
integración de dicha república cometiendo todo tipo de brutalidades burocráticas contra los mismos comunistas
georgianos. En Pravda, Lenin fustigaba: "El georgiano que contempla con desdén este aspecto del asunto, que profiere
despreciativas acusaciones de ´social-nacionalismo´ (cuando él mismo no sólo es un verdadero y auténtico ´social-
nacionalista´ sino, por añadidura, un brutal polizonte gran ruso), ese georgiano, en realidad lo que hace es atacar a la
solidaridad proletaria" y apela a Trotsky encarecidamente que tome cartas en el asunto, dado su estado de salud, para
llevar a cabo esta pelea por él. Un nuevo alud de críticas tácitas sobre Stalin, darán origen a “Más vale menos
pero mejor”[15], aparecido en Pravda el 4 de marzo de 1923, "Nuestro aparato estatal es hasta tal punto
deplorable, por no decir detestable (...) Todos saben que no hay instituciones peor organizadas que las de nuestra
R.K.I". Por el maltrato que Stalin había tenido para con Krupskaia, su compañera y miembro del Comité Central, Lenin
había incluso roto toda relación personal.

El año 1923, estará signado por el agravamiento de Lenin, que lo excluirá definitivamente de la vida política, el
advenimiento de una campaña antitrotskista por parte de Stalin, junto a otros dos miembros del buró, Zinoviev y
Kamenev, los acontecimientos alemanes que pusieron nuevamente la revolución en las esperanzas y centro de atención
de los obreros soviéticos y el surgimiento de la Oposición de Izquierda contra la burocracia, siendo Trotsky su más
importante exponente junto a destacados dirigentes bolcheviques, cuestiones que abordaremos en la próxima entrega.

[1] Trotsky León, La teoría de la revolución permanente, CEIP, Bs. As., 2ed. 2005, p. 521.[2] Lenin, Vladimir, febrero de
1922, citado en Moshe Lewin, El último combate de Lenin, Editorial Lumen, Barcelona, 1970, p. 20[3] El papel de
Trotsky en la creación y orientación política de la III Internacional fue altamente relevante. Tuvo a cargo los manifiestos
claves durante el período en que él y Lenin, fueron los principales dirigentes del comunismo mundial. El Tercer
Congreso Mundial de la Internacional Comunista se reunió en Moscú en junio y julio de 1921, después de un vuelco en
la situación internacional que, en opinión de Lenin y Trotsky, exigía que el movimiento revolucio-nario desarrollara tácticas
defensivas, aprendiera a promover el frente único, a trabajar con las bases reformistas y centristas. Esto los puso en
contra de corrientes ultraizquierdistas de la Comintern, pero lograron ganar a la mayoría del congreso. Los
acontecimientos de marzo de 1921 fueron una serie de insurrecciones en las provincias centra-les de Alemania aisladas
del movimiento obrero del resto del país. El Partido Comunista Alemán intervino en estas insurrecciones y pretendió
llevarlas más allá de lo que la situación lo permitía lo que les provocó una derrota. [4] Moshe Lewin, op.cit, p. 20[5] Ibídem,
p. 36.[6] Lenin, Obras (ed. Rusa), vol XXXIII, pp. 235-276, citado por Isaac Deutscher, Trotsky, el profeta desarmado,
ediciones ERA, México D.F. 1971, p. 75.[7] De 250.000 miembros en marzo de 1919 se convierten en 730.000 en
marzo de 1921. En 1919, ya la vieja guardia ha sido rebasada en número sólo un 8 % de los miembros del partido han
ingresado antes de febrero de 1917 y un 20 % antes de octubre. El nivel cultural es muy bajo, un 5% ha recibido
instrucción superior y sólo un 8% enseñanza secundaria. [8] Moshe Lewin, op. cit., p. 29.[9] Isaac Deutscher, El profeta
desarmado, Ed. Era, 1966, México, p. 19.[10] Trotsky, la revolución desfigurada, Juan Pablos Editor, 1972, México, p.
14.[11] Para profundizar sobre este tema ver Andrea Polaco y Liliana Ogando Salo, Introducción del libro Cómo se armó la
revolución. Ceip, Bs. As. 2006 y Pierre Broué, La Historia del partido Bolchevique, cap. VII.[12] Broué, Pierre, op. cit.,
cap. VII.[13] Moshe Lewin, op. cit., p. 35.[14] En 1922, Trotsky publica “Entre el Imperialismo y la
revolución” que da cuenta de los principios bolcheviques en torno a la cuestión nacional.[15] Este fue el último
artículo escrito por Lenin, ver texto completo digitalizado en Documentos de la Época.

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