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3 Todas estas cosas no quieren decir que Dios sea sentimental. El empleo que
hace de su misericordia siempre está en armonía con la justicia, la santidad y
sus demás cualidades y justas normas. Por esta razón nunca debemos abusar
de ella, pensando que seguirá mostrándonosla sin importar lo que hagamos.
Ninguno puede burlarse de Dios, de modo que los que deliberada y
voluntariamente pasan por alto sus recomendaciones y mandatos, sólo
cosecharán lo que han sembrado, cómo advierte Pablo a los discípulos,
escribiendo: “…no os dejéis desviar, porque con Dios no se puede jugar y cada
cual recogerá según lo que haya sembrado”. (Gálatas 6:7) De manera que si a
través de nuestras palabras, acciones y modo de vivir, mostramos
conscientemente falta de respeto a las disposiciones de Dios, le ofendemos
voluntaria y deliberadamente por lo que no podemos esperar su misericordia.
4 El Hijo de Dios declaró: "Felices son los misericordiosos puesto que a ellos
les será mostrada misericordia". (Mateo 5:7) “No juzguéis y no seréis juzgados;
no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados”. (Lucas
6:37) “Porque con el juicio que vosotros juzguéis, seréis juzgados y con la
medida que vosotros midáis, se os medirá”. (Mateo 7:2) Debemos pues
permanecer atentos a estas advertencias, especialmente en lo que se relaciona
con nuestros hermanos. Él había establecido este principio: "Lo que queréis
que los hombres os hagan a vosotros, hacédselo también a ellos", y
después de exhortar a los discípulos para que fuesen misericordiosos cómo su
Padre, añadió: "…dad y os será dado; se os derramará en el regazo una
medida plena, apretada, sacudida y rebosante, porque con la medida con la
que midáis, se os medirá". (Lucas 6:31,36-38)
Y también en las Escrituras Hebreas se enfatiza esta actitud para con los demás.
En Proverbios 28:27 leemos: "El que da a los pobres no conocerá la
indigencia, pero para aquel que se tapa los ojos abunda la maldición”. Y
Proverbios 22:9 dice: "El de buena voluntad será bendecido porque da de su
pan al necesitado”.
11 Una persona misericordiosa debe además saber retener “su lengua del mal."
(1Pedro 3:10) Pero ¿Qué implica el retener la lengua del mal?
Supone evitar un modo de hablar arrogante que pueda reflejar suficiencia y
palabras de descrédito que puedan reflejar celos; significa emplear un habla
modesta, sabia y racional, pues recordemos que Jesús dijo: "…de la
abundancia del corazón, habla la boca. El hombre bueno de su buen tesoro
saca cosas buenas, pero el hombre inicuo de su tesoro injusto saca cosas
malas. Pero yo os digo que de toda palabra vana que hablen los hombres,
darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado y
por tus palabras serás condenado". (Mateo 12:34-37)
Por tanto, si mostramos parcialidad en nuestra relación con los demás, si nos
hacemos insensibles a sus necesidades o si empleamos nuestra lengua
severamente al dirigirnos a otros, juzgándolos con dureza ¿Qué podemos
esperar al ser juzgados? Recordemos que todos seremos juzgados con la
misma medida que aplicamos a los demás y que el proverbio dice: "Quien cierra
su oído al grito del necesitado no recibirá respuesta cuando a su vez
invoque". (Proverbios 21:13)
Jesús nos mostró cuan seria es la responsabilidad de nuestro modo de tratar
con los demás, diciendo que debíamos pedir al Padre: “…perdónanos nuestras
deudas igual que nosotros hemos perdonado también a nuestros
deudores…” y añadiendo: “Porque si perdonáis a los hombres sus
transgresiones, vuestro Padre celestial también os perdonará a vosotros, pero si
no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras
transgresiones”. (Mateo 6:12,14-15)
13 Podemos decir que la historia del rey David ilustra muy bien este argumento.
Si Dios hubiese considerado solamente su proceder con el hitita Urías y su mujer
Betsabé, ciertamente no hubiese encontrado al juzgarle, una base para su
misericordia; pero él sabía que el comportamiento de David no respondía a su
manera de ser ya que siempre se había mostrado misericordioso, compasivo y
generoso. El hecho de que David siempre se hubiese comportado de este modo
y hubiese mostrado una devoción sincera, proporcionó la base que permitió a
Yahúh mostrarle su misericordia y su perdón, aunque no le libró de una justa
disciplina.
Otro caso que hallamos en las Escrituras, es el de Onesíforo y su familia. El
apóstol Pablo escribe a Timoteo “Debes saber que todos los del Asia, entre los
que están Figelo y Hermógenes, me han vuelto la espalda. Sin embargo, que el
Señor conceda misericordia a la familia de Onesíforo, que sin avergonzarse
de mis cadenas, me ha confortado muchas veces y que cuando llegó a Roma,
me buscó con presteza hasta encontrarme. Además, tu sabes mejor que yo
cuantos servicios ha prestado en Éfeso ¡Que el Señor, en el día de su
manifestación, le conceda hallar misericordia ante Dios!“ (2Timoteo 1:15-
18)
Los discípulos de Cristo tienen pues que asumir profundamente cuan
beneficioso es demostrar amor, misericordia y bondad con todos en general y
con sus hermanos y hermanas en particular, y establecer así una base que les
permita acogerse en todo momento, a la misericordia de Dios.