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OSCAR HERRADON AMEAL HISTORIA ~ OCULTA DE LOS Redan Magia, Meine tN y supersticién ..en la corte ya serie HISTORIA OCULTA DE LOS REYES MAGIA, HEREJIA Y SUPERSTICION EN LA CORTE OscarR HERRADON AMEAL Espejo de Tinta Coleccién: Historia Apécrifa Director de coleccién: Lorenzo Fernandez Bueno © Oscar Herradén Ameal © Espejo de Tinta, $. L., 2007 Disefio de cubierta: Manuel Garcia y Nieves Barco ‘Todos los derechos reservados. No esté permitida la reimpresion de parte alguna de este libro, ni tampoco su reproduccién, ni utilizacién, en cual quier forma o por cualquier medio, bien sea electronico, mecénico, quimi- 0 © de otto tipo, tanto conocido como los que puedan inventarse, incluyendo el fotocopiado o grabacién, ni se permite su almacenamiento en un sistema de informacion y recuperacién, sin el permiso anticipado y por escrito del editor. EDICIONES EsPEJO DE TINTA C/ General Arrando, 40 B — 28010 Madrid Teléfono: 91 700 00 41 e-mail: editorial@espejodetinta.es www.espejodetinta.es ISBN: 978-84-96280-92-2 Deposito Legal: M-11393-2007 Printed in Spain - Impreso en Espaita A Tania. AGRADECIMIENTOS A mis padres y a mi hermana, Charo, Marce y Patricia, por estar siempre a mi lado tanto en los buenos como en los malos momentos. A Lorenzo Fernandez Bueno y a la editorial Espejo de Tin- ta, por confiar una vez mas en mi trabajo y por el entusias- mo que muestran en cada uno de los proyectos que hacemos juntos. A Mila, Nacho, David, Bruno, Javi y Miguel, por brin- darme tan buenos consejos y entrafiables ratos cada dia. A mis compaiieros de la editorial América Ibérica. INDICE INGPODUCCION ference cit ces pcrerreeremseiecid 13 Capitulo I. Reyes y dioses. El concepto sagrado de la realeza .. 17 El Rey Divino El culto divino al soberano ... El rey como sacerdote : El cardcter simbélico del regicidio . Simbolos del poder real E] rito de la uncién ... fe La implantacién de la ceremonia sagrada en Occidente .. 49 Enfrentamiento entre la Iglesia y la realeza ............ 50 Politica «sagrada» .......-. 0002s eee renee eee eee eee 55 Capitulo II. La esfera de lo sobrenatural en las monarquias .. . 59 Suefios proféticos ........ 00. e cece e cece eee eens Los poderes taumattirgicos de la realeza . . La «especializacién» del don curativo .... EI nacimiento del rito en Francia .. . E] «toque de reyes» en Inglaterra ... El rito en cifras Otros ejemplos de «toque de reyes» .......000.... cee 76 Las piezas de toque y los anillos medicinales . . La desaparicién del rito Capitulo III. Federico II, el «asombro del mundo» .......... 83 Un emperador poco ortodoxo .... Un astrélogo y adivino en la corte La llegada del Anticristo ............ 99 Ta resoluci6n pacifica de una cruzada . 103 La situacién se complica ............ 105 El enfrentamiento con un nuevo Papa 107 113 .. 114 .- 17 118 - 120 Capitulo IV, Jaime I de Aragon, el rey cruzado . La ansiada busqueda de un heredero .. . Un nacimiento milagroso . . Infancia desdichada ...... La Orden del Temple y la formacién de un rey ... Un caballero para un reino enfrentado El éxito de una cruzada templaria .. . Jerusalén, la imposible consecucién de un sueno .. - 128 - 129 Capitulo V. Alfonso X, un rey sagrado sabio y loco ........ 133 Descendiente de una estirpe sagrada ... La educacién de un principe - 139 Rey de Castilla y Leon . . i Mecenas de las artes y las ciencias .. . -.. 147 Una corte de magos y alquimistas .. . +. 149 Un scriptorium hermético elol El magico Lapidario -+. 152 Alquimia en la corte del Rey Sabio .. El rey «mago» . . La importancia del numero y de los nombres . -. 158 . 159 163 165 167 -171 Capitulo VI. Felipe II, un nuevo Salomon ..... Carlos V, soberano de un gran imperio catélico Guerrero y principe del Renacimiento ....... Felipe II, el rey mas poderoso de su tiempo .. . Ensayando para ser rey .. 178 Ostentando el cetro y la corona . Tiempo de dificultades . . . 179 El drama de don Carlos . . . 181 -. 185 ok Un tragico final La forja de la Leyenda Negra . Un sentido particular de la religiosidad . . Un nuevo Templo de Salomén Los horéscopos reales Herrera, arquitecto y mago . Un templo como reflejo del Cosmos ae Arias Montano, un heterodoxo en la corte . . 202 De sospechos de herejia a bibliotecario de Su Majestad_ . . 206 Coleccionista de reliquias ........6 6. see ee eee e eee ee 208 El arte de transmutar los metales .. . -- 210 El principio del fin --215 -. 194 .. 196 aLO7, Capitulo VII. Rodolfo II de Habsburgo, el emperador alquimista . 221 Nieto de dos emperadores . . Una infancia atormentada El regreso a Viena .... E] maximo soberano 3El unico amor? .... .. 240 EI florecer de Praga: la corte del saber . 241 Pasion por Ja pintura......... . 241 El gabinete de las maravillas . - 244 La Gran Obra ............0-5 . 247 Magia y astronomia .............- wee 202 225 Haak 236 El ocaso de un imperio El vastago enajenado .. La traici6n y la muerte Capitulo VIII. Felipe IV, un rey atormentado.............. 261 El comienzo de un reinado ............ 262 Mecenas del arte y «artista» del amor ... 264 El demonio en San Plicido .. . 269 Los demonios se manifiestan . 271 La implicacion de Olivares ....., 273 El inevitable final de un proceso . 276 El destino del resto de implicados ......... --277 Un sorprendente giro de los acontecimientos . +. 279 La confidente del rey ........ 281 Entre bilocaciones y éxtasis 20.02.0000... 0000 c cece 283 Capitulo IX. Carlos Il el Hechizado ....... Una figura regia poco agraciada .... El testamento del monarca y la regencia La caida de Valenzuela ...............,. El valimiento de don Juan y la imperiosa necesidad de descendencia ......... -- 291 +296 - 303 - 309 311 Los matrimonios del rey . . 312 Mariana de Neoburgo, una conspiradora en la corte... . 316 La botica de palacio ........ eo En busca del elixir vitae . 321 Un soberano maldito .. . +++ 324 El demonio vuelve a escena . + 334 Un triste y esperado final ......0..0 0.0.0.0. cee. 336 Bibliografia INTRODUCCION En una €poca en la que las monarquias hace tiempo que perdieron su antiguo valor y en donde las pocas que siguen en pie, al menos en Europa, son constitucionales y tienen poca relevancia en el devenir politico de un pais, con regimenes republicanos en paises de la talla de Francia, Alemania o Ita- lia, es cuanto menos curioso el interés que despierta todo lo que rodea a la realeza. Son miles los historiadores y escritores e incontables los lectores que en los ultimos afios se han interesado por la per- sona de los grandes monarcas, cuya influencia definio gran parte de la historia de una o varias naciones en una época determinada. Un interés inmenso, casi espectacular... Una figura en plena desaparicién como es el caso del rey —al menos aquel «todopoderoso» de épocas pretéritas— se con- vierte, por paradojas de la Historia, en el personaje elegido para protagonizar peliculas, documentales, novelas y un sinfin de ensayos historiograficos desde los mas diversos e incluso anta- gonicos puntos de vista y enfoques. ;Quién no conoce hoy a 13 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES personajes como Alfonso X, Felipe II 0 al francés Rey Sol? Los reyes medievales, por su parte, son algunos de los principales protagonistas del boom de la novela histérica en la actualidad, mientras investigadores que podriamos llamar heterodoxos —entre los que me incluyo— pugnan constantemente por mostrar una realidad hist6rica mas fidedigna que aquella que la historiografia oficial se ha empefiado en ocultar a lo largo de los siglos, siguiendo intereses creados de tipo vario, en unas ocasiones de mano de los cronistas oficiales de uno u otro rey, que siempre adornaron los hechos que ocurrieron para adular a sus soberanos, y en otras siguiendo unos esquemas menta- les fijos e inquebrantables en los que no habia cabida para la teoria o teorias alternativas. Desde tiempos inmemoriales la realeza ha estado rodeada de un halo mistico, sobrehumano, la mayoria de las veces ali- mentado desde el mismo poder y aceptado sin discusién por unos vasallos y un pueblo tremendamente supersticioso, que consideraron a sus soberanos «enviados de Dios en la Tierra», junto al Papa, para dirimir los negocios de los hombres, enfo- candolos —al menos ésa era la idea— por el camino recto; camino que, sin embargo, evitaron muchos de ellos creando Sus propios senderos y atajos de mentiras, ambiciones y desig- nios divinos. Esos fueron muchos, no cabe duda, pero otros tantos —sea Carlomagno o el mismo Felipe II— estaban con- vencidos de su «misién» evangelizadora, podriamos decir que mesianica, algo que debe ser analizado concienzudamente para poder entender el porqué de sus actos, tanto Positivos como negativos, justos como crueles. sPor qué la figura del rey todopoderoso ejerce ese fuerte influjo sobre todos nosotros? ;O es que nos gustaria también ser reyes y dominar, como lo hicieron Carlos V 0 Felipe II, casi todos los confines de la Tierra? A lo largo de estas paginas inten- 14 INTRODUCCION taré dar respuesta a estos interrogantes, aclaraciones que sin duda estn relacionadas con el concepto de «realeza sagrada», algo que, aunque olvidado generalmente por los investigado- res ortodoxos, forma parte indisoluble de ese encanto y fasci- nacion que ha despertado la institucion regia desde tiempos ancestrales; y también sin duda por la atraccién que despert6 en estos personajes el ocultismo en todas sus facetas y que les levé a tomar decisiones que habrian sido probablemente muy diferentes de no haber intervenido esas «fuerzas ocultas» en las que ellos crefan a pies juntillas. La historia no se ensefia solo a través de fechas, rememo- rando batallas decisivas para uno u otro pais o sefialando el alcance del dominio territorial de uno u otro rey, papa o prin- cipe. Son muchos los aspectos desconocidos, o al menos poco estudiados, que se dejan de lado a la hora de estudiar una par- te de la misma y que influyeron de forma decisiva en toda una época y en el sistema de creencias de sus dirigentes, deli- mitando, como digo, su toma de decisiones y sus actos mas importantes. sSabia que Felipe II, el monarca catélico por excelencia de Espafia, paladin de la cruzada contra la herejia, era un apasio- nado del ocultismo, la magia y la alquimia’, ;que Carlomag- no se creia un enviado de Dios para unificar el cristianismo 0 que Carlos II llegé a creer, al final de su vida, que el diablo le habia hechizado y que por ello no podia engendrar un vasta- go en pleno ocaso ya de la dinastia de los Austrias espafioles?, spor qué fue considerado Federico II el Anticristo. ..? Le invito a adentrarse en una fascinante coleccion de anéc- dotas, actos magicos y operaciones alquimicas que probable- mente cambie su perspectiva sobre algunos de los personajes mas importantes de la historia medieval y moderna. Esta invi- tado en primera fila, le aseguro que no se arrepentiré... Capitulo I REYES Y DIOSES. EL CONCEPTO SAGRADO DE LA REALEZA El Rey Divino Desde los tiempos de las grandes civilizaciones de la anti- gitedad hasta casi nuestros dias, la figura del rey ha estado ro- deada de un aura sacralizada, cuasi divina, que ha permitido que ésta no fuese cuestionada por sus stibditos hasta bien entra- dos los siglos xvi y XIX. Si bien es cierto que a lo largo de la Historia, y principal- mente durante la Edad Media, muchos reyes fueron derroca- dos 0 eliminados y la persona del monarca fue objeto de cons- piraciones y asesinatos (regicidios), siempre fue para investir a otro en su lugar (en este caso si éste no era legitimo a ojos de la divinidad, ya se encargarian de ello sus consejeros y cronis- tas). Pero hasta el momento en el que fue cuestionada la figu- ra del rey como limitacién a las libertades individuales, como digo, éste goz6 de unos privilegios y poderes de tal envergadu- ra que sdlo pueden ser entendidos a través de esa legitimacién 17 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES otorgada por la voluntad divina, aquella que hoy en dia nos Cuesta tanto entender a unas personas que vemos aquellos tiem- Pos pretéritos con los ojos del hombre moderno, excesivamen- te racionalista, y generalmente sin tener en cuenta los esque- mas mentales de una época que nos es ya tan lejana. Es por tanto dificil comprender la nocién de «realeza sagra- da» desde nuestra concepcién actual del mundo, peroesta vision fue crucial en otros tiempos e influyé de manera significati- va en el desarrollo de la sociedad y en el devenir de los acon- tecimientos hist6ricos. Desde la antigtiedad los reyes han gobernado —mejor o Peor— con los ojos puestos en la ley divina de una u otra reli- gion, y con la ayuda —al menos eso pensaba firmemente la gran mayoria— de la Providencia, lo que en muchas ocasio- nes, sin duda, fue la excusa perfecta, mal que nos pese, para que estos personajes cometieran todo tipo de arbitrariedades, injusticias e incluso atrocidades; pero en otras, para organizar una sociedad que se basase, al menos en Occidente, en el ideal caballeresco de la justicia y la defensa de los mds débiles —los stibditos—, principal objetivo de los verdaderos monar- cas fieles a la gran Tradicién Primordial, mancillada no obs- tante en demasiadas ocasiones, algo que el gran erudito fran- cés Jean Hani resalta con estas palabras: «Los que desempenan las funciones més elevadas, incluso las mas santas, no siem- pre son los mejores». Atengamonos si no a los numerosos ejem- plos de pontifices que utilizaron su poder espiritual para enri- quecerse y obtener grandes posesiones materiales, olvidando cual era su verdadera misién como sucesores de Pedro, o la gran cantidad de principes y reyes que actuaron deliberada- mente como tiranos. Pero dejando al margen estas lamenta- bles actuaciones y siguiendo la senda de la Tradicién Univer- sal, para ésta la autoridad tiene un poder suprahumano —hoy 18 REYES Y DIOSES. EL CONCEPTO SAGRADO DE LA REALEZA considerado simbélico— que, como sefiala el citado Hani, es su tinica justificacion posible. En el Antiguo Egipto, el faradn era considerado un Dios. El concepto de dignidad real surgié alli, segan Henri Frank- fort!, al final del periodo predinastico, cuando los egipcios reco- nocieron a un primer rey de una primera dinastia: Menes. Segun la tradicién, los predecesores de Menes fueron los cono- cidos como «espiritus semidivinos», quienes habrian heredado su autoridad de los dioses y cuyo antecesor fue el creador, Re. Mas tarde, la autoridad monarquica fue una instituci6n que se desarrollé paralelamente, aunque de forma simbolica, al desarrollo del Universo, pues el Creador asumio desde el prin- cipio «el papel de rey de su creaciom. Los reyes egipcios, al igual que en otras civilizaciones del pasado, fueron una especie de intermediarios —analizaremos en sucesivos capitulos el rol de «rey-sacerdote»— que velaban por el orden de su comunidad y a su vez por el ordenamien- to de toda la naturaleza. Hani sefiala que las monarquias actua- les parecen sobrevivir Gnicamente por la sola fuerza de la tra- dicién, y tenemos que recurrir a los hombres antiguos para observar la instituci6n de la realeza como «una fuerza viva en la existencia de la comunidad». La opinion de que la sangre real —conocida popularmen- te como sangre azul?— se distinguia de un modo esencial de la de los hombres comunes era algo normal y comtnmente aceptado, pues sin ello no se podria explicar, o justificar mas 1 Henri Frankfort, Reyes y dioses. Estudio de la religién del Oriente Proximo en la Antigiiedad en tanto que integracién de la sociedad y la naturaleza, Alian- za Editorial, Madrid, 2004. 2 Con la expresin «sangre azul» se queria resaltar que el rey 0 el principe per- tenecia a otra naturaleza, diferente a la de sus stibditos. El color azul es, ademas, siguiendo a Juan G. Atienza, «atributo cromitico celestial», lo que venia a sefia- lar a su vez el origen celeste 0 «divino» del portador de esa «sangre» especial. 19 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES bien, la distincién entre el monarca hereditario y la de un usur- pador del trono 0 el gobernante elegido de una repuiblica (tira- nos que, sin embargo, supieron también legitimar su poder a través del concepto «sagrado» de realeza, valiéndose de distin- tas estratagemas). En el Antiguo Egipto el faradn era identificado con el dios Horus y su naturaleza divina se desprendia de los mismos titu- los oficiales con los que se conocia al rey: «Horus de Oro», «Horus» o simplemente «el dios» (netjer) o «el buen dios» (net- Jer nefer). Dichos titulos alejaban ya al soberano de los demas hombres, pobres mortales, y legitimaban su poder apoyando- seen la citada voluntad divina. El soberano era reflejo del orden de la naturaleza y los poderes misteriosos de ésta dependian Por tanto, en gran medida, de las acciones del rey. El fara6n era el sucesor de los neteru, dioses reyes que habian gobernado Egipto en una supuesta Edad de Oro de tin- tes miticos. El rey era considerado en si mismo de naturaleza divina y es ésta, como ya he sefialado, la que legitimaba su poder. Era la encarnacién de Dios y ésta se producia en el momento de su entronizaci6n —veremos més adelante dete- nidamente las ceremonias y los simbolos relacionados con la realeza y su importancia a la hora de otorgar el poder— y que a la muerte del rey pasaba a formar parte, a reencarnarse, en la figura de su sucesor. En otras civilizaciones de la antigiiedad, como en Meso- potamia, el rey no era directamente la encarnaci6n de un Dios sino una encarnaci6n de la divinidad, un dios-hombre u hom- bre-dios con poderes mas limitados que el faraon egipcio, pero no por ello dejaba de ser considerado sagrado. Aunque hay que tener en cuenta estas diferencias, el caracter divino de la rea- leza es una constante en casi todas las culturas tradicionales, y seria asimilado en Occidente a partir de los siglos v y vi. 20 REYES Y DIOSES. EL CONCEPTO SAGRADO DE LA REALEZA Al igual que en Egipto, entre los ashantis, un pueblo situa- do en la region central de Costa de Oro, en Ghana —Africa—, el rey era la encarnacién de Nyamé, el dios supremo que era a su vez el Rey in divinis, el sefior supremo de la sociedad que rige la vida de los hombres.3 En aquella region, el soberano debia distinguirse por su integridad fisica y también, y prin- cipalmente, por sus virtudes, pues su persona era una «bendi- cién» para su pueblo. Aunque el sistema de organizacién politica y social afri- cano pueda parecernos primitivo y muy distante de las monar- quias que gobernarian Europa a partir de la Edad Media, lo cierto es que la consideracién de la persona del soberano como un ser sobrenatural que rige, como un dios en la Tierra, los designios de los hombres, no es tan diferente entre un lugar y otro. Esto podria deberse a ese sustrato comuin que sin duda poseemos los hombres de todas las épocas y al anhelo de ser protegidos por algo o alguien superior que pueda darnos las respuestas a los multiples misterios que nos rodean, papel que en numerosas ocasiones se atribuy6 a la figura del rey, perso- naje que la mayor parte de las veces, sin embargo, sufrié la misma incertidumbre que el comtn de los mortales. Siguiendo en el continente africano, cuyas costumbres y ordenamiento politico y social fueron estudiados de forma exce- lente por el gran antropélogo James G. Frazer a finales del siglo XIX, en la regién del Nilo Blanco, los Shilluk asimilaban la figu- ra de su rey a Nyakang, el dios fundador de la realeza de este pueblo. Cuando moria el soberano, sus stibditos construian sobre su tumba un santuario idéntico al del dios citado, mos- trando asi la estrecha relacién de una figura con otra. Sin 3 James G. Frazer, La Rama Dorada, Fondo de Cultura Econémica, México, 1955. 21 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES embargo, serd la realeza faraénica antes citada el mejor ejem- plo de esta realeza de origen divino, pues existian sacerdotes destinados especialmente para las funciones de culto y adora- cién del soberano. La monarquia fara6nica era hereditaria —algo que adop- tarian mAs tarde las monarquias europeas— y era esa filiacion divina la que fundamentaba esa herencia. La ceremonia de coronacién confirmaba y manifestaba dicha herencia cuya fina- lidad era, segim Jean Hani, presentar la eleccién divina del rey como obra de los dioses. Si la decisién de que un soberano rigiese los designios de un pueblo venia del Altisimo, ya nadie, por tanto, podfa cues- tionar su elecci6n y sus posteriores decisiones, principal raz6n de que muchos impostores y usurpadores del poder reivindi- casen un cardcter sobrenatural para legitimar su asalto al tro- no. La «realeza sagrada» de la que estamos hablando es tam- bién sustancialmente diferente de los llamados «cultos a los soberanos» que tuvieron su auge en Grecia y Roma. En las sociedades helenistica y romana existieron déspotas que se dei- ficaron a si mismos, como el griego Demetrios, a quien los ate- nienses, en el 290 a.C,, se referian como «dios tinico». Hani sefiala como tiltimo representante de este culto a los soberanos a los emperadores Domiciano, Aurelio, Caligula, Heliogabalo y Diocleciano, que obligaron a sus stibditos a venerarles publi- camente como sefiores (dominus) y dioses (deus), bajo pena de muerte para quien osara pasar por alto este mandato. 4 Jean Hani, La realeza sagrada, del faraén al cristianisimo rey, José L. Ofieta Editor, Palma de Mallorca, 1988. 22 REYES Y DIOSES, EL CONCEPTO SAGRADO DE LA REALEZA El culto divino al soberano Para James G. Frazer, la nocién de «dios-hombre» u «hom- bre-dios» pertenece a los albores de la historia religiosa, cuan- do tanto los hombres como los dioses eran considerados prac- ticamente la misma cosa. Después, en el pensamiento religioso ulterior, se produjo una ruptura radical que separé ambas con- cepciones y alejé a los dioses de los mortales; sin embargo, los reyes y jefes, como una creencia residual de aquellos tiempos pretéritos y primitivos, serfan los tinicos que mantendrian vivo aquel vinculo entre los humanos y los seres divinos. El rey de Loango era honrado por su pueblo como si fue- ra un dios y era denominado con las palabras Sambee y Pan- go, que significan precisamente esto, como el Horus egipcio. Hasta finales del siglo xix el rey de Benin era el objeto princi- pal del culto en todos sus dominios; por su parte, el rey de Iddah, consideraba que Dios le habia hecho «a su propia imagen» y que era completamente igual a éste, quien le habia sefalado especificamente para desempefiar la importante funcin regia. Siguiendo el vasto trabajo de Frazer, el rey de Siam era venerado como una auténtica deidad, y el procedimiento que seguian sus stibditos para honrarle es tan curioso como dificil de asimilar hoy en dia: éstos no osaban mirarle a la cara y cuando se hallaban ante él, se arrodillaban y apoyaban los codos en el suelo; asi se mantenian todo el tiempo durante el cual estaban en presencia de su sefior. Existia un lenguaje especial dedicado a la persona sagrada del monarca que debian cono- cer y emplear todos los que se dirigiesen a él. Cualquier deta- Ile de su persona y de su fisonomia, tanto los signos internos como externos, como su aliento, su cabello, las plantas de sus pies osu simple respiracin, tenian un nombre designado espe- cialmente para ello. 23 HISTORIA OCUITA DE LOS REYES Ya hemos visto que los faraones egipcios eran deificados en vida y que se les ofrecian sacrificios y se erigian templos parti- culares para rendirles culto, edificios que tenjan sacerdotes pro- pios. El rey egipcio no sélo se titulé autoridad de Egipto, como Horus reencarnado, sino que se autoproclamaba ademas «sobe- rano de todos los paises y naciones, del mundo entero a lo lar- go y a lo ancho, del este al oeste; todo lo comprendido en el gran circulo solar». No sabemos si serian de la misma opinién los reyes de otras culturas e imperios contemporaneos. .. Seguin sefiala el referente ineludible James Frazer: Sus titulos [los del faraén] provenian directamente de los del «dios-sol». En el curso de su existencia el rey de Egipto ago- taba todas las concepciones posibles de divinidad que los egip- cios habian forjado. Un dios sobrehumano por su nacimiento Y Por su puesto real Ilegaba a ser después de muerto el hombre deificado. Asi que todo lo que se conocia de lo divino se con- cretaba en él. El culto solar y la identificacién del soberano como ema- naci6n del astro rey serd una constante en casi todas las reale- zas de cardcter sagrado. En el Occidente medieval muchos sobe- Tanos, como podremos comprobar, fueron considerados monarcas solares, y rindieron culto al astro que pensaban irra- diaba la luz y la vida, como una poderosa influencia de los antiguos cultos paganos y ancestrales, a pesar de su declarado catolicismo impoluto. Personajes como Federico II de Hohens- taufen —éste no tan «catdlicon—, Rodolfo II 0 los espafioles Jaime I 0 Carlos V, entre otros, son auténticos ejemplos de «monarcas solares», El Sol (Ra) tuvo una importancia capital en la civilizacion egipcia, pues fue considerado el eje sobre el que se sostenia toda 24 REYES Y DIOSES. EL CONCEPTO SAGRADO DE LA REALEZA su cosmogonia. Algunos faraones, como Ramsés II, rindieron auténtica devoci6n al culto solar y edificaron templos en su honor, como el gigantesco Abu Simbel. Los pueblos prehisp4- nicos no otorgaron menos importancia al astro rey y eran con- siderados «hijos del Sol». Los incas eran reverenciados como si fueran dioses; como tales, su pueblo consideraba que nunca podian equivocarse y ninguno de sus stibditos pensé jamas en hacer dafio a la persona del monarca, a su honor 0 propieda- des, oa cualquier miembro perteneciente a la familia real. Debi- do a ello, los incas no consideraban que la enfermedad, por ejemplo, fuera un mal, sino un «mensajero» enviado por su padre el Sol, que les llamaba para descansar con él en el Cielo. Los reyes babildnicos, desde los tiempos de Sargén I5, creian ser dioses vivientes. Los soberanos pertenecientes a la cuarta dinastia de Ur posefan templos erigidos en su honor y estatuas que los representaban distribuidas en diferentes santuarios, don- de se realizaban sacrificios en conmemoraci6n suya. Sus stib- ditos realizaban dichas ceremonias principalmente el octavo mes del afio, dedicado exclusivamente a sus reyes. Realizaban sacrificios también en luna nueva y el dia 15 de cada mes. Por su parte, los reyes partos de la casa de los Asdnidas se conside- raban como «hermanos del Sol y de la Luna» y se les rendia culto como si se tratase de auténticos dioses. La evoluci6n de la realeza sagrada alcanz6 su expresion més absoluta en las monarquias de Egipto y Perti, pero quiz4 ningun pais haya sido tan prolifico en «reyes-dioses» —a pesar de que cualquier hombre en un momento determinado podia 5 En acadio Sharrum-kin, «rey legitimo», «rey verdadero» (2334 a.C.-2279 .C.): fue la primera persona de la historia conocida por crear un imperio, el aca- dio. Este abarc6 la regién de los rios Tigris y Eufrates, y parte de la actual Turqufa. Su capital fue Acad (o Agade). Sargén posiblemente fue la misma persona que el primer Sargén de Asiria. 25 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES ser considerado un dios— como la India. Alli, a cada rey se le consideraba poco menos que «un dios presente»; segtin las leyes de Manu®, «ni siquiera un rey nifio puede ser menospreciado por la idea de no ser mas que un mortal; él es una gran dei- dad en forma humana». Cuentan que hasta el siglo xix, en Orissa, una extrafia secta rindié culto a la inglesa reina Vic- toria mientras ésta vivid, como su principal deidad; mientras que otra secta que a principios del siglo xx tenia gran canti- dad de seguidores en Bombay y en la India, y de la que atin hoy podemos encontrar cierta influencia, sostenia que sus Maha- rajds o jefes espirituales eran los representantes e incluso las encarnaciones vivientes del dios Krishna’, llegando sus segui- dores, para obtener «la buena voluntad del cielo», a entregar todas sus posesiones y bienes materiales a sus amadas «reen- carnaciones». Bien pudieron ser auténticos farsantes quienes accedieron al poder —tanto espiritual como politico— de esta manera, aunque es dificil precisar si se creian realmente tocados por la gracia divina. Ni siquiera el cristianismo ha sido ajeno a este tipo de personajes que se crefan enviados de Dios, a pesar de que su linaje no descendia en modo alguno de la estirpe regia que ha sido asociada como una constante en diferentes cultu- rasa lo sagrado. En el siglo , por poner s6lo un ejemplo repre- sentativo a este respecto, Montano el Frigio proclamé ser la 6 En a mitologia hindd, Manu es el nombre del primer ser humano (la pala- bra humano proviene de este término sénscrito), el primer rey que reiné sobre la Tierra y que fue salvado del diluvio universal. Es Hamado Vaivaswata, porque su padre fue Vivaswat, el dios del Sol (Vivaswan o Surya) y su madre Saranyu, Tam- bién es llamado Satyavrata (en sdnscrito satia: verdad, vrata: voto). 7 En las principales tradiciones hindiies es una de las encarnaciones principa- les de Vishnu (su octavo avatar), pero en el vaisnavismo gaudiya se le considera la fuente de toda la realidad material, que constituiria una emanacién suya, asf como de las encarnaciones divinas, y por lo tanto es visto como el tinico, siendo Ja forma original de Dios. 26 REYES Y DIOSES. El, CONCEPTO SAGRADO DE LA REALEZA misma encarnacion de la Trinidad, aunando en su persona a Dios Padre, Hijo y Espiritu Santo, nada menos... El rey como sacerdote Para JamesG. Frazer, en las sociedades primitivas los magos y hechiceros evolucionaron hasta convertirse en reyes y jefes y, por tanto, la realeza pudo tener su verdadero origen en la magia. No es una hipotesis descabellada teniendo en cuenta la influencia que el pensamiento magico y las fuerzas sobrena- turales han ejercido sobre los soberanos de todas las épocas, como iremos viendo a lo largo de todo el libro, al principio de forma genérica y después en cada uno de los personajes y «reyes sagrados» que he elegido. Esta creencia en el rey como mago estaba fuertemente vin- culada a su condicién de personaje «divino», y seria esa supues- ta divinidad la que otorgaba al monarca sus «poderes» magi- cos y sobrenaturales. En los pueblos de la antigiiedad los reyes generalmente eran también sacerdotes, pero no eran considerados tinicamen- te como intermediarios entre los hombres y los dioses —autén- tica funcién sacerdotal— sino que en muchas ocasiones, y como hemos venido comprobando hasta ahora, eran vistos como dioses mismos, por lo que, siguiendo de nuevo a Frazer, «eran capaces de otorgar a sus stibditos y adoradores los bene- ficios que se creen incapaces de alcanzar por los mortales y que, si se desea, s6lo pueden obtenerse por las oraciones y sacri- ficios que se ofrecen a los seres invisibles y sobrehumanos». Como dioses, los reyes estaban dotados de auténticos pode- res sobrenaturales (creencia que sobrevivira, en mayor medi- da, hasta bien entrados los siglos xvi y xIx). Como hombres- 27 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES sacerdotes y hombres-dioses se les atribufa poder sobre la natu- raleza, y de sus acciones y decisiones dependian las buenas 0 malas cosechas, la Lluvia o el sol. Estos reyes eran los que se conocen como «hacedores de Iluvias». En las sociedades primitivas se crela —y mas tarde sucede- ria lo mismo en el Occidente cristiano, aunque bajo una apa- riencia diferente— que el rey o sacerdote estaba dotado de vir- tudes sobrenaturales que le venian precisamente de ser una reencarnacién de la divinidad. De acuerdo con esta creencia, era el responsable del buen funcionamiento de la sociedad, perotam- bién, como consecuencia de ello, de las inclemencias del tiem- po y de toda clase de calamidades que asolaran a su pueblo. Al creer que el soberano podia alterar el orden de la natu- raleza, sus stibditos se cuidaban mucho de que la persona del Tey se mantuviera siempre en equilibrio y que no se sometie- ra a peligros fisicos de ningun tipo, pues el dafio infligido al soberano tendrfa su reflejo en inundaciones, hambrunas, pes- tes o malas cosechas... El ejemplo ms claro de esta creencia encuentra su maxi- ma expresi6n en el antiguo imperio japonés, una de las reale- zas «sagradas» tradicionales mas completas. El emperador espi- ritual de Japon, el Mikado o Dairi—términos obsoletos que han sido sustituidos actualmente por la palabra tenno—, era consi- derado la encarnaci6n de la diosa Sol. El pueblo entregaba al mismo, y asi lo asumi{a éste en sus decretos y declaraciones ofi- ciales, el titulo de deidad manifestada o encarnada, y éste recla- maba a su vez su autoridad general sobre los diversos dioses del imperio, privilegio del que gozaban tinicamente sus herederos. EI Dairi pensaba que seria muy perjudicial para su digni- dad y santidad tocar el suelo con sus pies y, por ello, cuando queria trasladarse a algtin sitio, debia ser transportado a hom- bros por sus leales sibditos. Tampoco podia exponer su figu- 28 REYES Y DIOSES. EL CONCEPTO SAGRADO DE LA REALEZA ra sagrada al aire libre e incluso el Sol, al que encarnaba como divinidad, no era digno de iluminar su cabeza. Frazer lo describe con estas palabras, no exentas de cierta ironia: Tal es la santidad que se achaca a todas las partes de su cuerpo que no se arriesga a cortarse el pelo, ni las barbas, ni las ufias. Sin embargo, y a menos de estar cada vez mas sucio, se necesita que le limpien por la noche, cuando él esté dormi- do; porque dicen ellos que lo que se recoja de su cuerpo en estas horas, se le roba y, como es un robo, no perjudica a su digni- dad o santidad. Hubo un tiempo en el que el emperador estuvo obligado a sentarse en su trono durante varias horas todas las mafia- nas, cifiendo la corona, y debia permanecer completamente inmovil. No podia mover ninguno de sus miembros, ni siquie- ra parpadear o desviar la mirada. Mientras permaneciera como una estatua se crefa que el Mikado podria conservar la paz y la tranquilidad de su imperio, pues tal era la condicién sagra- da de su persona. Si por desgracia se movia o guiaba su mira- da en alguna direccién, el pueblo creia, aterrado, que estalla- rfa la guerra, se inundarian las cosechas y sobrevendria la peste o cualquier otra catastrofe que desolaria por completo el pais. Sus comidas eran aderezadas cada vez en cacharros nue- vos y servidas también en platos y vajillas sin estrenar. Una vez que el Mikado habia ingerido los alimentos, los cacharros se rompian por si a algtin incauto se le ocurria utilizarlos en alguna ocasién. Si asi sucedia, se tenia la conviccién de que al susodicho se le hincharian, abrasadas, la boca, la lengua y la garganta, pues dichos utensilios estaban reservados a una figu- ra cuasi divina y sagrada. 29 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES En diversas regiones de Africa encontramos también ejem- plos de esta realeza divina y sacerdotal que otorga al soberano poderes sobrenaturales. En Punta Tiburon, en la Guinea baja, vivia en un bosque, completamente solo, el rey sacerdotal Kulu- lu. Su pueblo creia firmemente que regulaba las tormentas y mantenia «en estado salutifero uniforme» la atmésfera. El rey sacerdote no podia tocar a una mujer ni abandonar en nin- gtin momento su casa; ni siquiera podia levantarse de su asien- to, donde debia dormir sentado, pues pensaban que si se tum- baba no se levantaria el viento y se paralizaria la navegacién en el pais. En la antigua China, en Egipto y Mesopotamia, el sobe- rano era también sacerdote. En Iran presidia las ceremonias religiosas y era capaz incluso de «hacer lover», como en otros pueblos. Este doble cardcter sacerdotal o real quedaba mani- fiesto en la vestimenta del rey, que llevaba dos mantos: uno rojo, simbolo del guerrero entre los indoeuropeos, y otro blan- Co, que resaltaba su condicién de «mago». El rey irani era cono- cido también como sacerdote (sangun). Esta uni6n de la faceta sacerdotal y real era muy estrecha también en la antigiiedad clasica. En Grecia el rey era el sumo sacerdote, y ofrecia los sacrificios para el buen funcionamien- to de la sociedad. Segtin sefiala Homero en La Iliada®, el sobe- Tano «corta los pelos sobre la cabeza de la victima, derrama el agua lustral y la cebada sagrada, recita la oraci6n, inmola y preside la preparacion de la comida ritual», En Roma, a titulo de sumo sacerdote, Romulo portaba la vara imperial. Antes de partir a la batalla, el rey o el consul abria el templo de Jano9, cuyas puertas permanecian cerradas 8 Citado por Jean Hani en La realeza Sagrada, ed. cit. 9 En la mitologfa romana Jano (Janus en latin) era un dios que tenia dos caras mirando hacia ambos lados de su perfil. Padre de Fontus, Jano era el dios de las 30 REYES Y DIOSES. EL CONCEPTO SAGRADO DE LA REALEZA en tiempo de paz. Al igual que en Grecia, a este acto le seguian una serie de oraciones y un sacrificio. En la sociedad homérica, para decidir si se entraba 0 no en combate, se realizaba también un ritual especial que con- sistia, en palabras de Hani, «en tomar los augurios para deci- dir si se procedia o no al combate, segtin fuesen o no fuesen favorables los presagios». Estas ceremonias estaban directamente vinculadas con la relacién entre la realeza y el sacerdocio, y con el caracter sagra- do del que se revestia la actividad guerrera. Para los hombres de la antigiiedad, era una fuerza trascendente, mas que el cora- je humano, lo que permitia alcanzar la victoria en el campo de batalla. Veremos a lo largo de todo el libro situaciones simi- lares en las que, en una época mucho mis cercana en el tiem- po a nosotros, personajes regios como Alfonso X, Jaime I 0 Felipe Il creian firmemente en los designios divinos a la hora de ganar o perder una guerra. En las sociedades primitivas eran los dioses, en parte sim- bolizados en las insignias que portaban los soldados, quienes eran «los combatientes esenciales», y a ellos se dedicaban los sacrificios tras la victoria. Entonces estaba fuertemente ligado el carcter sacerdotal a la persona del rey, en las mas antiguas formas de la realeza sagrada. Las dos funciones cohabitaban en la figura del soberano; sin embargo, paulatinamente se fue- ron separando, aunque el rey no perdié del todo ese caracter sacerdotal o espiritual que estaba estrechamente ligado a su consideraci6n como persona sagrada. puertas, los comienzos y los finales. Por eso le fue consagrado el primer mes del afio que derivé del latin fanuarius a Janeiro y Janero, y de ah{ evolucioné en espa- fiol a enero. 31 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES El caracter simbélico del regicidio Este cardcter sobrenatural y sacerdotal del rey en las cul- turas primitivas —creencia que veremos se ha mantenido has- ta tiempos relativamente recientes incluso en Occidente—, aso- ciado a lo divino, fruto de sus «poderes» sobre la naturaleza y el buen desarrollo de la sociedad, llevé a estos hombres a adop- tar, en ultimo extremo, el regicidio —asesinato del rey—como Unica salida a las desgracias y adversidades que surgieran en la comunidad que dirigia. Ya que esos supuestos poderes sobrenaturales del monar- ca le convertian en «hacedor de Iluvias», y era a su vez éste quien regulaba el buen desarrollo de las cosechas y, en ultima instancia, el mismo orden social, es légico que sus stibditos optaran por asesinarle cuando las cosas no marchaban lo sufi- cientemente bien, achacando el infortunio a su mala salud, su envejecimiento 0 a sus pecados y faltas. Cuando el pueblo estaba firmemente convencido de que el jefe o el rey tenia en su mano conseguir la lluvia o el sol y que los frutos de la tierra medrasen, era natural que se atribu- yese «la sequia y el hambre a su negligencia culpable o a su obstinada mala voluntad, castigandole en consecuencia», segin Frazer. Por ejemplo, la muerte natural del Chitomé se consi- deraba que suponia la destruccion de todo, por lo que su pue- blo le exigia una estricta conformidad con todas aquellas accio- nes 0 normas que se considerasen vitales para la conservacion de su propia persona y, en consecuencia, de todo su pueblo y del mundo entero. Frazer sefiala que su vida es valiosa solamente en tanto que cum pla los debe- res desu posicién ordenando los eventos naturales para el bene- ficio de su pueblo. Tan pronto como deja de hacerlo asi, el 32 REYES Y DIOSES. EL CONCEPTO SAGRADO DE LA REALEZA. esmero en servirle, la devocin, el homenaje religioso que el pueblo entonces le prodigé, se torna en odio y desprecio, le des- trona ignominiosamente y podré agradecer si escapa con vida. Puesto que en las sociedades primitivas era considerado como el «hacedor de Iluvia», en numerosas ocasiones el rey tenia un fin violento cuando el liquido elemento dejaba de caer, pues el pueblo estaba convencido de que era él quien lo impedia. Por tanto, si la buena marcha de la naturaleza depen- dia de la vida del «hombre-dios», el soberano, era légico que existiera un auténtico panico a que el mismo enfermara 0 envejeciera, por lo que la tnica solucién era poner fin a su vida de forma intencionada, antes de que el ciclo natural lo hiciera. Cuando los shilluk del Sudan notaban algin sintoma de debilidad en su rey —como, por ejemplo, el que no satisficie- ra sexualmente a las mujeres—, y debido a la veneracién reli- giosa que le tributaban como personaje sagrado, optaban por matarlo como norma consuetudinaria (que aceptaba también el mismo soberano, sabedor de su funesto destino). En ocasio- nes eran las mismas mujeres quienes comunicaban la situa- cién a los jefes y a otros personajes relevantes de la tribu. Enton- ces, mientras el rey dormia la siesta en medio del bochorno del mediodia, extendian una tela blanca sobre su rostro y sus rodi- Ilas en sefial de la irremediable y agorera decision de poner fin a su existencia. Pocas horas después del aviso seguia su ejecucion, rodea- da de un halo fuertemente simbdlico, aunque macabro: se cons- truia una cabafia especial para la ocasién y alli conducian al rey, al que tendian sobre el regazo de una joven virgen; des- pués, sus stibditos tapiaban la puerta y dejaban a la pareja sin agua ni alimento hasta que moria de inanici6n. 33 HISTORIA OCUITA DE LOS REYES Tras su muerte, sin embargo, muchos reyes de culturas primitivas seguian siendo honrados cual dioses, y a la sazon se les rendia un culto sagrado similar a éstos. Al igual que el fundador Nyakang, cada uno de los reyes shilluk era adorado después de muerto en una capilla que se erigia sobre su tum- ba, y ésta se hallaba siempre en el pueblo o en la ciudad natal del soberano. Aunque pueda resultar paraddjico, matar al rey divino en el momento en el cual comenzaba a mostrar algtin signo de debilidad, partia directamente de esa intensa venera- cién por su persona y del deseo de conservar ante todo el espi- ritu divino del que se crefa estaba animado. En los tres reinos bausas situados en Nigeria septentrio- nal (los de Gobir, Katsina y Daura), cuando el soberano mos- traba el mas minimo signo de debilidad 0 achaque era estran- gulado por un oficial al que se designaba para dicha misién y que era conocido como el «Matador del Elefante». Asimismo, parece ser que era una costumbre zulu matar al rey en cuan- to aparecian en su persona los primeros signos evidentes de envejecimiento, como arrugas y canas. Tos ejemplos de regicidio ritual son muy numerosos en las sociedades primitivas, pero parece ser que también en el Occidente medieval, e incluso en ciertos momentos de la His- toria moderna, el regicidio continué estando vigente, aunque bajo distinta forma, con un cardcter mds moral que sobrena- tural —aunque con cierta influencia de éste—, relacionado principalmente con el buen o mal gobierno 0 con la tirania y que probablemente sirvi6 para ocultar los verdaderos motivos ocultos de tal accién, tan ligada a los poderes sobrenaturales y «divinos» del monarca. No obstante, en el medievo existia una rigida reglamentacién en la peninsula Ibérica que condenaba el regicidio. Como apunta el doctor en Historia Medieval Ariel 34 REYES Y DIOSES. EL CONCEPTO SAGRADO DE LA REALEZA Guiance!9, «el rey tenia cierta obligacién contractual con Dios, la Iglesia y sus stbditos. Ademis, estaba ligado a la ley y sus actos debian guiarse por un unico objetivo: servir al plan divi- no y concretarlo en la Tierra»; y éste sera, como veremos, el objetivo ultimo de la mayoria de soberanos que aparecen en estas paginas. El no cumplimiento de dichas obligaciones vitales podria por si s6lo justificar el regicidio, que en la jurisprudencia medie- val se hallaba incluido en la compleja categoria de «crimen de lesa majestad», si bien tal asesinato no dejaba de ser conside- rado como un atentado contra un personaje cuasi divino, y constituia una afrenta de caracter religioso ademas de politi- co. Siguiendo al citado Guiance, en el siglo m de nuestra era el jurista romano Ulpiano definia el crimen de lesa majestad como «crimen (...) que se acerca al sacrilegio»; segtin Jacques Chiffoleau, dicho asesinato guardaba relacién con los sacra, con la religion, tocando una zona reservada a los arcanos de poder. En virtud del cardcter divino del soberano, el regicidio tenia vinculacién con lo sagrado, por lo que todo asesinato de la persona real se supone que estaba prohibido principalmen- te por ese cariz sacralizador que poseia; el rey, como represen- tante del corpus christianorum, era practicamente inviolable, y en la Edad Media se asociaba entre el crimen de lesa majestad, la herejfa y el pecado. El asesinato del monarca era tenido como una violacién de las leyes terrenas y divinas, en el sentido en que se rompia el pacto que unia al soberano —representante de Dios— con sus stibditos, apelandose al precedente biblico que recogia la inviolabilidad personal de los ungidos por Yahvé y que estaba 10 Ariel Guiance, «Ir contra el fecho de Dios. Regicidios y regicidas en las cro- nistica castellana medieval», Historia: Quesotes & Debates, nim. 41, pp. 85-105. 35 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES relacionado, segiin Guiance, «con cierta connotacién sagrada de la monarquia visigoda». Sin embargo, algunos juristas y tedlogos si justificaron el regicidio cuando las acciones del rey atentaban contra la fe cristiana. José L. Orella, en un interesante articulo!!, sefiala que el jesuita espanol padre Mariana escribi un texto en el cual se legitimaba el asesinato del rey tirano por su pueblo, si éste no cumplia con sus obligaciones morales, excusa que pron- to fue utilizada para matar a los reyes franceses Enrique III de Valois y Enrique IV de Borbén. Esta consideracién del monarca como personaje cuasi divi- no ocomo encarnacién misma dela divinidad, incluso en siglos tan avanzados con respecto a las sociedades primitivas —xv1, XVI y XVIII, segtin el citado Orella, pudo ser la raz6n ultima de que, a la hora de levantarse contra un rey o alentar un cam- bio de un nuevo sistema de gobierno, el «ungido por el dedo de Dios» —concepto que analizaremos en breve— fuera asesi- nado, pues dejarle con vida no permitiria concluir con éxito dicho cambio. Esta pudo ser quiz también la causa de que en la rebelin parlamentaria que capitanes Cromwell!2, Lord Pro- tector, entre 1653 y 1658, se decapitara a Carlos I, al igual que en la Revoluci6n Francesa o incluso en el mismo siglo xx (duran- te la Revoluci6n Rusa, por ejemplo, se ejecuté a todos los miem- bros de la familia regia Romanov, pues durante siglos se habia considerado a los zares —principalmente a partir del mandato de Ivan IV el Terrible— como auténticos seres divinos). 11 José L. Orella, «Divinidad y humanidad de la realeza espaitola», revista Arbil nim. 79. 12 Tras el regreso de los mondrquicos al poder en Inglaterra, el cadaver de Cromwell fue desenterrado, colgado de cadenas y decapitado; la cabeza fue pos- teriormente expuesta durante afios para escarnio publico, a modo de ejemplo de Io que sucederfa a quien se atreviera no s6lo a liderar una revuelta sino a violar al sagrada figura del rey. 36 REYES Y DIOSES. EL CONCEPTO SAGRADO DE LA REALEZA En Europa occidental, una serie de ceremonias como la con- sagraci6n real (coronacién y uncidn, respectivamente), rodeadas de fastuosos simbolos, vinieron a legitimar la figura del monar- ca y a resaltar su condicién de personaje sagrado; ceremonias y simbolos de gran importancia para comprender todo lo que veni- mos tratando hasta ahora y que veremos a continuaci6n. Simbolos del poder real Durante la ceremonia de consagracién, cuyo fin ultimo era legitimar el poder real sobre la voluntad divina, el rey era investido con una serie de simbolos con los que ha sido repre- sentado —principalmente en Occidente— en la mayoria de retratos y otras obras de arte de indole propagandistica! y que indicaban su caracter supraterreno y su condicién de maximo mandatario de la comunidad. Las insignias reales eran consi- deradas por sus portadores como auténticas armas iniciaticas, y su sola posesién conferia el llamado poder regio. En primer lugar tenemos la corona, que, ademés de ser- vir como adorno para la cabeza (realzaba la figura de su por- tador), tenia —y sigue teniendo hoy en dia— forma de circu- lo, simbolo de la perfeccion. El uso de la misma como distincion e incluso como importante simbolo funerario data de épocas remotas. En la antigiiedad se adorn6 la corona, generalmente de oro y piedras preciosas, con diferentes hojas de plantas como el rosal, la hiedra, el mirto, el roble o el olivo, cada una de ellas con un significado simbélico concreto. Desde tiempos pretéri- tos estuvo asociada también al culto solar, y no olvidemos que 13 Para un andlisis en profundidad de los simbolos del poder y la realeza cn el arte consultar Paula Rapelli, Grandes dinastias y simbolos del poder, Electa, Bar- celona, 2005. 37 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES muchos de los reyes que gobernaban Occidente durante la Edad Media y Moderna hicieron del astro rey, el Sol, su simbolo per- sonal. Eran los conocidos como monarcas de estirpe solar, caso por ejemplo de Luis XIV de Francia, cuyo sobrenombre, «Rey Sob», no deja lugar a dudas, o de otros personajes como Rodol- fo II 0 Federico II de Staufen, que tendremos ocasién de cono- cer mas a fondo en capitulos posteriores. En la Antigua Grecia, los vencedores de los juegos olim- picos eran obsequiados con una corona de laurel, que estaba también relacionada con el citado culto solar y que fue recu- perada como simbolo de la victoria por los emperadores roma- nos (la conocida como «corona civica», triunfal, de oro y con hojas de laurel, era la maxima expresi6n, el simbolo mas ele- vado del poder humano). Sin embargo, y siguiendo a Paola Rapelli, la corona como signo de la realeza no proviene de la cultura grecorromana, sino de Oriente. En el Antiguo Egipto, por ejemplo, algunos faraones ostentaban el titulo de rey del Alto y del Bajo Egipto, y tal dignidad era representada por la corona de ambos reinos: la Blanca o Hedjet, simbolo del Alto Egipto, y la Roja o Deshe- ret, simbolo del Bajo, fusionadas en una, conocida como Sejemty 0 Corona Doble. Asimismo, existian otro tipo de coronas uti- lizadas con diversa finalidad y en distintas ocasiones, como Atef 0 corona osiriaca, que estaba presente en algunos rituales de cardcter funerario, y la Jemjem, compuesta por tres coronas Atef y otros complementos, y que parece que tenia una fun- ci6n solar, entre otras. Seguin Francisco Javier Arriés, la corona, a semejanza del gorro del mago o del hechicero, se apoyaba sobre el tiltimo cha- kra!4, simbolizando el poder conferido desde lo alto que irra- 14 La palabra viene del s4nscrito cakra y tiene el significado de «rueda» o «circulo». Segdin el hinduismo y algunas culturas asidticas, los chakras son vorti- 38 REYES Y DIOSES. EL CONCEPTO SAGRADO DE LA REALEZA diaba sobre su portador. De entre todas las que hoy se conser- van, destaca por su belleza y simbolismo la imperial de Carlo- magno, personaje crucial en la forja de la dignidad real de cor- te divino. Esta consta de ocho placas articuladas y su forma no es casual, pues el oct6gono es una forma intermedia entre el circulo y el cuadrado, y simboliza la regeneracién, algo que sabian muy bien algunos soberanos como Federico Il de Hohens- taufen, que utilizé dicha geometria en Castel del Monte. La corona imperial de Carlomagno, que fue fabricada en los talleres de la abadia de Reichenau, muestra ademas una serie de placas esmaltadas que representan a Cristo —Rey de Reyes— y a varios soberanos del Antiguo Testamento, lo que indicaba que el Imperio era una institucién divina, eje de la conviven- cia humana, que se erigia como protectora del catolicismo. La riqueza y ostentacién de la corona imperial es otra de sus pecu- liaridades. No debemos olvidar que en la mayoria de los casos estos simbolos estaban ornamentados por gemas y piedras pre- ciosas, cuyas virtudes y poderes talismanicos —tendremos oca- sién de descubrir también la importancia que algunos reyes otorgaban a las propiedades curativas de ciertos elementos de la naturaleza— actuaban, seguin se creia, sobre el monarca. El segundo simbolo que otorgaba el poder regio era la espa- da, principal de las armas inicidticas, que simbolizaba el poder y la justicia, pero también el conocimiento y la razon, virtu- des que debia poseer siempre el soberano, aunque por desgra- cia dicha premisa no se cumplia en muchas ocasiones. Para Francisco Javier Arriés, la espada «es el eje que une los mun- dos, y una imagen del rayo solar que disipa las tinieblas». ces energéticos situados en los cuerpos sutiles del ser humano, llamados Kama rupa («forma del deseo») linga sharira («cuerpo simbélico»). Su tarea es la Tecepcién, acumulacién, transformacién y distribucién de la energia Hamada prana. Los chakras basicos son siete. 39 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES Este importante simbolismo estaba muy vinculado a la caballeria iniciatica, mientras que la espada era también uno de los principales simbolos de identificacién del caballero. Pode- mos hablar por tanto del caballero-rey o del rey-caballero, honor que algunos soberanos alcanzaron por méritos propios y que otros obtuvieron de forma despética, obligando a los verdade- ros iniciados a que les concediesen el privilegio de nombrarles como tal. Otro de los simbolos representativos del poder real es el cetro, simbolo de fuerza y fecundidad e imagen de la colum- na que sostiene el Universo. En la Antigua Grecia, segtin Rape- lk, el cetro era el bastén largo que usaban las personas mayo- res como apoyo para caminar y los pastores para guiar los rebafios, por lo que acabé convirtiéndose en el simbolo del Buen Pastor —Cristo— seguin lo define el Evangelio de Juan (10,1) y, por tanto, en un poderoso simbolo del rey divino, por lo que representa la funcién especifica de proteccién de la grey de los fieles y, fuera del marco religioso, de todos sus stibditos. Fuera de Europa era la vara que indicaba el rango social Y que se exhibia en las ceremonias rituales. Por su forma rigi- da y vertical se lo relacionaba, como ya he sefialado, con el eje del mundo, de gran similitud con la espada. Generalmente, al menos en Europa, el cetro solia rematarse en forma de pomo redondo, simbolo también del mundo y del control absoluto sobre él; también solia ser engalanado con otros ornamentos, como la flor de lis —simbolo de los reyes franceses—, que sig- nifica luz y purificacién. Es habitual en la iconografia cristiana que muchos santos Y personajes relacionados con la religiosidad porten también un cetro, elemento que en la mitologia grecorromana, por su parte, representaba el simbolo falico, como por ejemplo el tir- so de Dioniso. 40 REYES Y DIOSES. EL CONCEPTO SAGRADO DE LA REALEZA El globo también era un elemento crucial dentro del sim- bolismo regio, y los reyes y emperadores lo llevaban en la mano durante las diferentes ceremonias oficiales, y en la mas impor- tante probablemente de sus vidas: la de coronacién, simboli- zando, en palabras de Rapelli, «la metafora del poder sobre un area terrenal, pero por extensin sobre el mundo entero», encar- nando ademas el ordenamiento divino del cosmos y remar- cando también el papel mesidnico del rey como salvador de su pueblo, si tenemos en cuenta que en la iconografia religiosa Cristo se presenta sosteniendo un globo en una de sus manos como salvador del mundo (Salvator Mundi). Junto a todos estos simbolos, el trono fue uno de los que mayor distincién otorgaba al soberano; éste era el «ombligo del mundo» y representaba el Universo sobre el que gobernaba el rey. Ademis, simbolizaba la unidad estable y la sintesis entre el Cielo y la Tierra y era un simbolo también de la majestad divina, pues la divinidad se representa sentada precisamente sobre un trono. Enel Antiguo Egipto, el faran aparecia representado gene- ralmente sobre un trono, y en los jeroglificos de las piramides éste tenia el significado de equilibrio y seguridad. Por su par- te, en la Grecia antigua los doce dioses del Olimpo también se sentaban en tronos adornados con ricas joyas. El de Zeus se hallaba situado en la Gran Sala del Consejo, y era de maérmol negro pulido con incrustaciones de oro puro, simbolo del astro rey. Para llegar al mismo habia siete escalones, cada uno de ellos representando uno de los colores del arco iris. Sobre uno de los brazos del gran asiento se posaba un Aguila de oro que mostraba un rubj en cada ojo; con una de sus garras apresa- ba los rayos del Dios-Rey, regalo de sus aliados los ciclopes en la lucha contra Cronos y sus secuaces durante la guerra por el Olimpo. La reina Hera, por su parte, se sentaba sobre un tro- no de marfil, simbolo de pureza. En Grecia también los reyes 41 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES y los nobles se sentaban sobre tronos. Rapelli escribe que era un simbolo tan poderoso en aquella civilizacién que se escul- pian tronos vacios para los dioses, de manera que éstos pudie- Tan estar presentes en todo momento. En el arte cristiano la Virgen y Cristo estan sentados tam- bién sobre ellos durante el acto de coronacién. Asimismo, Jestis promete a los apéstoles que cuando juzguen a las doce tribus de Israel se sentarén sobre tronos. Estos suelen estar elevados sobre uno 0 varios escalones, a veces con un dosel o pabellon encima, como en la capilla del palacio real de Aquisgran, en la que Carlomagno tenia reservado un lugar especial para el tro- no durante el transcurso de las celebraciones teligiosas, eleva- do sobre una plataforma que hacia que el emperador se situa- ra, fisica y simbélicamente, por encima de todos sus suibditos. Relacionado con el fuerte simbolismo del trono real exis- te un objeto que ha sido venerado durante siglos por ingleses, irlandeses y escoceses: la Hamada Piedra del Destino o Piedra de Scone, un bloque de arenisca rectangular que fue utilizado durante la coronacién de los reyes de Escocia. Existen nume- rosas versiones, a caballo entre la realidad y la leyenda, sobre el origen de este objeto al que se han atribuido desde tiempos pretéritos poderes magicos. Algunos afirman que es la piedra sobre la que el biblico Jacob tuvo su famoso suefio profético. El capitulo 28 del Génesis dice: Y salié Jacob de Beer-seba, y fue a Haran [versiculo 10]; y encontré con un lugar, y durmié alli, porque ya el sol se habia puesto; y tomo una de las piedras de aquel paraje y la puso a su cabecera, y acostése en aquel lugar [versiculo 11]; y sono, y he aqui una escala que estaba apoyada en la tierra, y su cabeza tocaba en el cielo; y he aqui angeles de Dios que su- bian y descendian por ella. 42 REYES Y DIOSES. EL CONCEPTO SAGRADO DE LA REALEZA Y mas adelante, en el versiculo 18, se puede leer: «Y levan- tose Jacob de mafiana y tomé la piedra que habia puesto de cabecera, y alzéla por titulo, y derramé aceite encima de ella». Los reyes escoceses, comenzaron a utilizar la famosa piedra —dificilmente la misma sobre la que se acost6 Jacob— para legitimar su coronaci6n sobre el poder otorgado por la divi- nidad. Otra leyenda, de origen probablemente gallego, sefiala que en el afio 700 de nuestra era un extrafio enviado lleg6 a ‘Toledo procedente de Irlanda y recogié en la cima del Cerro de Bru una piedra rectangular de arenisca, de unos 200 kilos aproximadamente de peso y de color rojizo, y la traslad6 a Irlanda, donde la colocé en la cima del Monte de Tara. Sobre ella fueron investidos, al parecer, varios reyes irlandeses. Su legitimidad para reinar era aprobada de la siguiente manera: una vez que el monarca se situaba encima del bloque de pie- dra, si éste era el legitimo sucesor, la piedra «callaba»; sin embargo, si el aspirante era un impostor, esta emitia extra- fios ruidos en sefial de desaprobacién. Fue por este motivo, sin duda simbdlico, por el que fue llamada «Lia-Fial> o Piedra del Destino. Més tarde parece ser que fue traslada a Escocia, si bien la version mas aceptada es que fue usada por primera vez por los reyes de la Dalriada o Dal Riaté, el reino de la tribu de los esco- tos existente en el norte de Irlanda y la costa oeste de Escocia desde finales del siglo v hasta mediados del siglo 1x. El ultimo rey de esta dinastia, Kenneth MacAlpin, fue quien al parecer traslad6 la piedra a la abadia de Scone, supuestamente para conmemorar la victoria en una batalla que tuvo lugar cerca de alli. La piedra fue usada en Jona y Scone durante la cere- monia de coronacién y cuenta la leyenda que un jefe escocés, Aidan, murié con la cabeza reclinada sobre ella. 43 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES Desde hace mas de mil aftos una profecia acompaiia a la mitica piedra y reza lo siguiente: «A menos que los viejos viden- tes finjan y los ingeniosos magos sean ciegos, los escoceses han de reinar en donde esta piedra ellos han de encontrar». John Balliol fue sin embargo el ultimo de los reyes de Escocia que us6 la piedra, en el afto 1292, pues en 1296 Eduardo I de Ingla- terra, sabedor de los poderes «mégicos» del objeto, la rob6 de Scone durante la campatia bélica que emprendié contra los escoceses y la traslad a la abadia de Westminster en Londres, tras ordenar destruir el resto de simbolos de la nacién escoce- sa. A partir de entonces y durante setecientos largos aitos, la piedra permanecié en Inglaterra como parte del trono de Eduar- do el Confesor o San Eduardo, sobre el cual se sentaban todos los nuevos soberanos durante la ceremonia de coronacién. Hay investigadores que afirman, sin embargo, como sefia- la Monica Loreto!5, que los escoceses le entregaron al rey Eduar- do Ia tapa del pozo ciego del palacio de Scone en lugar de la auténtica y codiciada piedra. En 1914, durante la Primera Gue- tra Mundial, el sitial y la piedra fueron trasladados a la cate- dral de Gloucester para una mayor proteccién. Durante la Segun- da Guerra Mundial fue enterrada bajo el suelo de la abadia de Westminster y, al parecer, un mapa que indicaba el lugar exac- to donde se ocultaba fue enviado a Canada bajo fuertes medi- das de seguridad. En 1950 cuatro estudiantes nacionalistas esco- ceses la robaron de Westminster y la trasladaron a Glasgow, aunque en 1951 decidieron devolverla y ésta fue depositada en la abadia de Arbroath. La ultima reina inglesa que fue coronada sobre la silla de la Piedra del Destino fue Isabel II, en 1953. El 30 de noviembre 15 Articulo de Ménica Loreto, «La Piedra del Destino ¢ historia de los ho- nores de Escocia», en http://wwwscotlandinargentina.com.arlpiedra-del-des- tino.htm. REYES Y DIOSES. EL CONCEPTO SAGRADO DE LA REALEZA de 1996, el gobierno britanico devolvié el objeto sagrado a sus legitimos duefios, los escoceses, y hoy se encuentra en el castillo de Edimburgo, junto al resto de joyas de la Corona escocesa. El rito de Ja uncién Pero la ceremonia de consagraci6n real no era totalmen- te efectiva a través inicamente de la coronacién; era necesa- rio un rito que legitimaba por completo el nombramiento del soberano «por la gracia divina»: la unci6n, introducida en Francia por los carolingios como forma de mostrar su vincu- lacion con la antigua realeza biblica. Como sefiala Marc Bloch, autor del magnifico ensayo Los reyes taumaturgos!®, los soberanos de Occidente se volvieron oficialmente sagrados gracias a una nueva institucion: la con- sagracion eclesidstica del advenimiento, y particularmente a través de la uncién, su rito fundamental. No obstante, este rito, que equiparaba al soberano con el sacerdote —ungido—, seria motivo de controversia entre reyes y papas. Fue la Biblia la que proporcioné en Occidente, siguien- do el trabajo del historiador francés, «el medio de reintegrar a Ja legalidad cristiana Ja realeza sagrada de las viejas épocas». En los reinos surgidos de las invasiones barbaras tras la caida del Imperio romano, gran cantidad de recuerdos de diver- sa procedencia —germanica 0 romano-occidental— lograron mantener en torno a la realeza una atmésfera de veneracién religiosa, y la ceremonia de consagracién real —coronacion y uncién— vino a legitimar definitivamente las monarquias «sagradas». 16 Marc Bloch, Los reyes taumaturgos, Fondo de Cultura Econémica, Méxi- co, 1988. 45 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES Aunque hemos visto ya que en numerosos pueblos de la antigtiedad el rey era considerado un Personaje sagrado, cua- si divino 0 reencarnacién misma de la divinidad, el verdade- ro origen de las monarquias europeas a partir de la Edad Media hay que buscarlo, como el rito de la uncion, en la influencia y difusion del Antiguo Testamento. Seguin Bloch: El Antiguo Testamento no s6lo era una fuente de simbo- los: también suministraba el modelo de una institucion muy concreta. En el viejo mundo oriental, los teyes eran considera- dos, por supuesto, personajes sagrados. Su cardcter sobrenatu- ral quedaba sefialado en muchos pueblos por una ceremonia de sentido muy claro: en ocasién de su advenimiento, eran ungidos en ciertas partes de su cuerpo con un éleo santificado previamente. En los territorios de Oriente Medio era comun en la anti- guedad aplicar aceite al cuerpo para proteger las partes descu- biertas de los fuertes rayos solares de aquella zona geogrfica. ‘También se acostumbraba a usar dicho aceite para untar un cadaver durante la preparaci6n desu entierro. Asimismo, untar la cabeza con aceite era un signo o muestra de favor. Por su Parte, el apéstol Santiago sefialaba figuradamente la impor- tancia de untar con aceite a los que estaban enfermos en un sentido espiritual: «Que llame a si a los ancianos de la congre- gacion [no a los médicos], y si hubiera cometido pecados, se le Pperdonara» (Santiago 5:13-16). En tiempos biblicos, los hebreos y otros pueblos —y éste es el sentido que nos interesa aqui— ungian ceremonialmen- te a sus gobernantes, acto que constituia la constatacién de su nombramiento oficial y que después adquiriria un caracter sagrado. Samuel ungié como Tey a Sauil después de que Jeho- 46 REYES Y DIOSES. EL CONCEPTO SAGRADO DE LA REALEZA va lo escogiera, y David fue ungido como rey en tres ocasio- nes: primero por Samuel, después por los hombres de Juda y, por tiltimo, por todas las tribus de Israel, segtin reza la Biblia. También se ungfan las cosas consideradas sagradas. Ya vimos anteriormente como Jacob tomé la piedra sobre la que descansaba cuando experimento su suefio profético y la puso sobre una columna, consagrando a su vez el lugar de la inspi- racion, al que llamo Batel. Tiempo después, «Jehova reconocid la uncién en esa piedra» (Génesis 31:13). ‘También por mandato de Jehova, segiin el Exodo, Moisés ungié el tabernaculo!” y su mobiliario en el desierto del Sinai, indicando que eran cosas dedicadas, santas. Debido a que Jeho- va habia nombrado a Moisés profeta y representante, el cau- dillo y libertador de Israel, se le llamo Cristo (Ungido), aunque no se le ungis literalmente con aceite (Hebreos 11:24-26). El Exodo recoge la formula para la preparaci6n del aceite de uncién, compuesto por los ingredientes mas selectos: mirra, canela aromatica, calamo aromatico, casia y aceite de oliva. Segiin el mismo texto, usar dicha mezcla «para propésitos comu- nes 0 no autorizados» era considerado una ofensa capital, lo que demostraba la importancia de la «santidad» de un nom- bramiento confirmado por la uncién con aceite consagrado. Siguiendo la exégesis biblica, Jestis de Nazaret demostr6, al cumplir muchas de las profecias de las Escrituras hebreas, que era el Ungido de Jehova, es decir, el Mesias 0 Cristo, aun- que no se le ungié con aceite sagrado sino directamente con el espiritu de Jehové (Mateo 3:16). El mismo Jestis afirmé en 17 Segiin las Escrituras, el taberndculo, llamado en hebreo mishkdn («mora- da»), fue el santuario mévil construido por los judios en el desierto, durante el Exodo de Egipto, como lugar de adoracién a Yahvé y en el que se resguardaban las Tablas de la Ley y el Arca de la Alianza. El tabernéculo cumplié esta funcién hasta la construccién del Templo de Jerusalén por orden del rey Salom6n. 41 HISTORIA OCUITA DE LOS REYES Nazaret: «Jehova me ha ungido» (Lucas 4:18). La uncién era Por tanto una ceremonia que servia para consagrar a los reyes, a los sumos sacerdotes y a los profetas. Siguiendo la afirmacién biblica atribuida a Yahvé («tui eres mi Cristo, mi ungido»), los reyes de Occidente se apoyaron en este rito de la uncién, dentro de la ceremonia de consagracion, para legitimar su poder «divino». El apéstol Juan indicé que «la uncién con espiritu santo que reciben los cristianos los ense- fia, los comisiona y capacita para el ministerio cristiano del nuevo pacto», Marc Bloch sefiala que la uncién real nos ha venido de las antiguas civilizaciones sirias 0 cananeas y a través de la lectu- ra de la Biblia, que hizo familiar dicha ceremonia sagrada para los cristianos de los siglos vi y Vill, ceremonia que, no obstan- te, no era patrimonio exclusivo de los monarcas, sino que, den- tro del ceremonial hebraico, cumplia un papel fundamental para conferir a un hombre o a un objeto profanos el caracter de sagrado. La realeza biblica del pueblo de Israel fue la verdadera ins- piradora de la realeza cristiana, que vio en sus ritos y consa- graciones un modelo a imitar. Lo més relevante del pasaje bibli- code la unci6n de Saul, que cité anteriormente, esla intervencion directa de Dios para elegirlo como rey. Lo mismo sucedera con David, a partir del que se establecer el Principio dindstico. No obstante, y siguiendo las investigaciones de Jean Hani, el dere- cho al trono se hard siempre «por la gracia de Dios». Serd algo que, con ciertos matices y diferencias, suceder4 en todos los pueblos y civilizaciones donde se instaure la realeza como sis- tema politico. El pacto por el cual el rey posee la fuerza divina se renue- va al comienzo de cada reinado a través de la uncion y la coro- naci6n. Por esta ceremonia los monarcas se convirtieron, pues, 48 REYES Y DIOSES. EL CONCEPTO SAGRADO DE LA REALEZA en «Cristos del Sefior», protegidos contra las acciones de los mal- vados por el precepto divino, pues Dios mismo dijo: Nolite tan- gere Christum meum («No toquéis a mi Cristo, a mi ungido»). La implantacién de la ceremonia sagrada en Occidente Al parecer, el rito de la unci6n real, segtin han estudiado investigadores como Marius Férotin o el referente constante para este capitulo, el francés Marc Bloch, fue realizado por pri- mera vez en Occidente por la monarquia visigoda de Espafia. El primer rey visigodo del que sabemos con seguridad que fue ungido fue Wamba, en septiembre del 672, momento a par- tir del cual el ritual se convertiria en una costumbre sucesoria. Sin embargo, parece ser que los visigodos conocieron la unci6n real pero no la coronacion —o, al menos, sefiala Bloch, no la utilizaron como algo habitual—, a pesar de que la coro- na era considerada ya en Bizancio como el emblema real por excelencia, algo que sefialaba también el Antiguo Testamento, que menciona en varias ocasiones a la corona como insignia o simbolo de realeza. No obstante, la ceremonia de consagra- cién unirfa finalmente ambos ritos. Cuando la invasion musulmana destruyé la antigua rea- leza sagrada de los visigodos, cuyo ultimo soberano fue don Rodrigo, parece ser que la dinastia cristiana de Oviedo renové el rito de la uncién en el 886. Al parecer, en Francia fue Pipi- no el Breve el primero de los reyes francos en utilizarla como forma de legitimacién y la unci6n imperial seria renovada por su hijo Carlomagno. Te6fanes sefialé que el Papa ungié al sobe- rano franco «de la cabeza a los pies» —comentario no exento de cierta malicia—, aunque parece que Carlomagno nunca reci- 49 HISTORIA OCUITA DE LOS REYES bi6 el Gleo santo como emperador, pues Le6n III se limité uni- camente a coronarlo. El primer soberano franco en ser ungido emperador fue Luis el Piadoso —o Ludovico Pio—, quien recibié la consagra- ci6n por el 6leo santo y la corona en el afio 816 en Reims, de manos del papa Esteban IV. Desde entonces, el rito pasé a for- mar parte integrante de la ceremonia solemne de la consagra- cion imperial. Asi fue implantandose paulatinamente en la gran mayo- ria de los paises occidentales e incluso en el Imperio Bizanti- no. A través de esta ceremonia, los reyes, «Cristos y ungidos del Seftor», eran practicamente intocables, y sus acciones, ges- tos e incluso palabras fueron consideradas sagradas como lo habian sido las de los soberanos de las sociedades primitivas. Esto explica muchos de los acontecimientos y creencias que veremos a continuacién, y que provocaron un importante con- flicto entre reyes y papas. Enfrentamiento entre la Iglesia y la realeza Ya hemos visto que los reyes de las distintas civilizacio- nes de la antigiiedad, junto a su papel politico, desempefia- ban un importante papel religioso, sacerdotal, principalmen- tea la hora de realizar sacrificios, y aunque ese cardcter sacerdotal desapareci6 en parte, en la Edad Media la consideracién del soberano como personaje sagrado llevé a que se debatiera ampliamente la cuesti6n de la relaci6n entre el poder real y el poder sacerdotal, lo que fue motivo de importantes con- flictos entre emperadores, reyes, obispos y pontifices, enfren- tamientos que se incrementaron atin mas con la implanta- cién de la ceremonia de la uncién que convertia a los reyes 50 REYES Y DIOSES. El, CONCEPTO SAGRADO DE LA REALEZA en intocables. Surgié entonces la doctrina conocida como de las «Dos Espadas», la espiritual o sacerdotal (reservada a los sacerdotes, obispos y pontifices), y la terrenal o real (reserva- da a los reyes). A partir de la exégesis biblica, los tedlogos medievales pre- cisaron la naturaleza de estas «Dos Espadas», diferenciando entre la auctoritas y la potestas: la primera (autoridad) desig- naba a la primera espada, la espiritual, que debia ser empu- fiada tinicamente por los hombres de fe, encabezados por el Papa, intermediarios entre Dios y los hombres; la potestas (potes- tad) designaba a la segunda espada, la temporal, que era empu- fiada por reyes y emperadores, quienes debian velar por la seguridad del poder espiritual. Esto fue, como digo, motivo de fuertes disputas en el medie- vo, pues siguiendo esta doctrina los pontifices eran «superio- res» a los reyes y emperadores, y éstos, para su consagracion y por tanto para su legitimacion como gobernantes, necesitaban de la bendicién papal. Sélo un hombre de iglesia podia ungir al soberano, pero éste, dado su caracter sagrado y en parte sacerdotal desde tiempos inmemoriales, reivindicaba en muchas ocasiones también el poder espiritual, lo que llev6 a varios sobe- ranos a enfrentarse con Roma. En el siglo v San Agustin senté las bases de lo que seria la sociedad cristiana en su obra La Ciudad de Dios, segun la cual la «ciudad terrenal» debia estar al servicio de la «ciudad celes- tial», regla que asumiran prdcticamente todos los principes cris- tianos. Seria, sin embargo, con el restablecimiento del Impe- rio en Occidente cuando se constituiria una auténtica doctrina politica en torno a esta polémica cuestién, principalmente tras redescubrirse, segiin Jean Hani, «el valor sacral de la realeza hebraica, en la que el principe es designado para hacer respe- tar la ley y el ejercicio del culto, y se toma conciencia al pro- Si HISTORIA OCULTA DE LOS REYES pio tiempo de todas las consecuencias que hay que sacar de la ascendencia real del Cristo». Pronto empezaron las disputas entre la figura del empe- rador y la del pontifice romano. En el siglo x1 el papa Grego- rio VII, frente a ciertas aspiraciones intolerables para Roma del emperador Enrique IV, definié la postura de la autoridad espiritual, sefialando que el poder del emperador le venia de Dios, pero que la accién divina no se operaba directamente, sino que el pueblo o la ley de la herencia designaban a la per- sona que habria de reinar, y que la Iglesia juzgaba si el Tey 0 el emperador estaba sometido a la ley divina y, por tanto, le otorgaba o no el derecho a gobernar. En el mismo siglo, el tedlogo Hugo de San Victor, sefia- laba en su tratado De Sacramentis que «el poder real lo impo- ne el sacerdocio por orden de Dios», De esta forma se restaba importancia al cardcter sagrado del soberano y se exaltaba el papel del sacerdote como intermediario entre la Providencia y los hombres. La doctrina tradicional ensefiaba que el sacerdocio era el mediador necesario para transmitir el poder temporal a los reyes. En esta linea de pensamiento, el papa Inocencio IV sefia- laba en el siglo xm —uno de los siglos mas conflictivos en este terreno— que el poder de las Haves —en referencia a la figu- ra de San Pedro—, el poder de «atar y desatar», permitia al pontifice intervenir de forma directa en el terreno del poder temporal, doctrina que alcanzé su maxima expresién duran- te el Renacimiento con figuras como el papa Borgia, Alejan- dro VI, y su politica expansionista. La teologia catélica dio generalmente superioridad al sacer- dotium frente al regnum. La dignidad imperial venia de Dios, Pero exclusivamente por medio de la Iglesia. Por lo tanto, sin la consagracién a manos de un eclesidstico, no habia verdadero 52 REYES Y DIOSES. EL CONCEPTO SAGRADO DE LA REALEZA rey, cualesquiera que fueran sus «titulos terrenales» o sus dere- chos hereditarios al trono. Segtin mantendria la gran mayorfa de los religiosos, se necesitaba a un sacerdote para que hubiera rey. En el siglo 1x, Hincmaro de Reims lleg6 a decir, en las actas delConciliode Sainte-Macre, redactadas por él mismo, losiguien- te: «La dignidad de los pontifices es superior a la de los reyes, pues los soberanos son consagrados reyes por los pontifices, mien- tras que los pontifices no pueden ser consagrados por los reyes». La Contrarreforma, al reforzar la disciplina de la Iglesia frente a la amenaza de las ideas protestantes, establecié una distincién atin mayor entre el sacerdocio oficial y la condicion de los laicos, reafirmando el debate sobre el caracter sacerdo- tal de los monarcas y generando un rechazo atin mayor de los religiosos hacia esta condicién heredada del paganismo. No todos los eclesidsticos, sin embargo, eran de la misma opinién, y muchos de ellos consideraron a los reyes algo mas que simples laicos. Roberto de Ceneau, obispo de Evreaux, escri- bid en el afio 1597 que: La majestad de los reyes de Francia no puede considerar- se completamente laica. Y hay diversas pruebas de ello: en pri- mer término, la uncién santa, que toma su origen del propio Ciclo; después, el privilegio celeste de la curacion de las escré- fulas [uno de los aspectos mas fascinantes de la realeza sagra- da y del que nos ocuparemos detenidamente en el siguiente capitulo], debido a la intercesién de San Marculfo, y por ulti- mo, el derecho de regalia, sobre todo de regalia espiritual, que supone, como lo vemos corrientemente, ¢l poder de conferir por derecho especial los beneficios eclesidsticos. En la misma linea que Ceneau, atin con mas ahinco, el capellan Guillermo Du Peyrat escribié en 1645 lo siguiente, en 53 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES relacin con el caracter sacerdotal de los monarcas franceses: «La raz6n que se puede dar, a mi Parecer, es que aunque los reyes de Francia no son sacerdotes como los reyes de los paga- nos... participan del sacerdocio y no son laicos puros». Tam- bién el padre Baltasar de Riez escribe en 1672 que es la consa- gracion la que hace que las personas reales sean «sagradas y de alguna forma sacerdotales». En medio del ceremonial de la corte bizantina, los Padres de Calcedonia, en 451 d. C., al saludar a Marciano, empera- dor de Oriente del 450 al 457, exclamaron: «Larga vida al sacerdote, al basileus!», aclamacion que, siguiendo a Bloch, fue la misma que Daguessau pronuncié en 1699 ante el Parlamen- to de Paris en su Requisitoria para el registro dela Bula contra las mdximas de los santos, palabras pronunciadas en alabanza a Luis XIV: «Rey y sacerdote a la vez, éstos son los términos del Concilio de Calcedonia». El debate, no obstante, y la pugna entre el poder espiri- tual y el temporal siguié vigente hasta practicamente la desa- paricién de las monarquias «sagradas», aunque con menos fuerza que en los afios medievales. A pesar del conflicto, sin embargo, tanto papas como emperadores fueron en varias oca- siones excelentes aliados, pues tanto unos como otros se bene- ficiaron de la ayuda mutua en la conquista de nuevos territo- rios o en la lucha contra un enemigo comun, generalmente el musulman, tanto en las cruzadas en Tierra Santa como en la lucha contra los turcos. Los papas, que en no pocas ocasiones vieron peligrar las cada vez ms extensas posesiones de los Esta- dos Pontificios, contaron con la ayuda de reyes y principes Para mantener sus territorios; a su vez, los reyes utilizaron la autoridad emanada desde Roma para legitimar su poder e inclu- SO, en ocasiones, para reforzar su faceta de personajes «sagra- dos», como es el caso de los reyes espafioles Isabel y Fernando, 54 REYES Y DIOSES. EL CONCEPTO SAGRADO DE LA REALEZA un auténtico ejercicio de agudeza diplomatica y politica soste- nida sobre ese caracter «divino». Politica «sagrada» El uso politico del «origen sagrado» de los soberanos ha sido una constante historica, principalmente por aquellos per- sonajes que necesitaban justificar sus actos y legitimar su poder cada vez mas absoluto. Fue el caso por ejemplo, en Espafia, de los Reyes «Catélicos» Isabel y Fernando que, aunque en ver- dad se creian tocados por la divinidad, exaltaron su faceta sacra para consolidar sus planes de unificaci6n territorial y obtener el apoyo incondicional de Roma en su lucha contra los musul- manes. La imagen de Isabel y Fernando adquirio un prestigio cada vez mayor ante la Santa Sede hasta llegar a encarnar el nuevo paradigma de Reges Catholici que acabaria penetrando, como sefiala Alvaro Fernandez de Cérdoba!8, en el imagina- rio politico del Renacimiento. En unos tiempos en los que el poder de los reyes podia entrar facilmente en pugna con el de los pontifices, la Coro- na espafiola necesitaba de la legitimacién pontificia para poder intervenir en los asuntos eclesidsticos y a su vez Roma y el pon- tificado veian en los reyes de Espafia un eficaz aliado para con- solidar su politica italiana y una seguridad inestimable en un Mediterraneo cada vez més asolado, principalmente en las cos- tas de Italia, por los turcos. EI mismo Enrique IV de Castilla habia adquirido tiempo atras un gran prestigio ante la Santa Sede como defensor del 18 Alvaro Fernéndez de Cérdova Miralles, «Imagen de los Reyes Catdlicos en la Roma Pontificia», En la Espafia Medieval, Publicaciones Universidad Complu- tense de Madrid, 2005. 55 HISTORIA OCUITA DE LOS REYES Papado en diversos conflictos, por lo que, tras acceder Isabel al trono de Castilla, los Reyes Catélicos heredaron, siguiendo a Fernandez de Cérdoba, una dinémica favorable que utilizaron para impulsar sus proyectos de reforma religiosa y politica, y gozar a su vez de amplia proyeccién internacional. Para justi- ficar las pretensiones de la Corona, se favorecieron las estrate- gias propagandisticas que resaltaban el cardcter «sagrado» de los nuevos soberanos. La corte impulsé una serie de corrientes mesidnicas que convertian a Fernando de Arag6n en «un monarca carism4- tico llamado a dirigir la respublica christiana, destruir el Islam y recuperar Tierra Santa». El mismo Maquiavelo elogié su figu- ra por haberse convertido «por la fama y por la gloria en el primer rey de los cristiano». No fueron menos los elogios hacia su esposa, Isabel; Saladino degli Arienti sefialé en una ocasion «las pompas mis celestiales que humanas» de la reina, y Cas- tiglione!® insistia en su extraordinaria persuasion, que, segtin él, emanaba de su «manera divina de gobernary. A raiz de la intervenci6n militar de los monarcas espafio- les en defensa del papa Alejandro VI, adquirieron la imagen de defensor ecclesiae con la que pasarian a la posteridad, gra- cias al nombramiento del citado pontifice, que les otorgé el titulo de Reyes Catélicos. Fernando se convertia a su vez en un nuevo imperator christianus, mientras la idea cruzadista de los soberanos alcanzaba sus mas altas cotas de popularidad tras acabar con el ultimo reducto musulman de la peninsula Ibé- rica: Granada. 19 Baltasar —o Baldassare— de Castiglione (1478-1529) fue un escritor ita- liano cuya obra principal es El cortesano, donde describe, a través de la conver- sacién que mantiene distintos personajes, el ideal de vida del Renacimiento, y donde propugna un ideal de caballero que respondiese a las inquietudes y a la visin del mundo que se tenia entonces. 56 REYES Y DIOSES. EL CONCEPTO SAGRADO DE LA REALEZA Aquella victoria brind6 a los monarcas una inmejorable oportunidad para mostrarse como defensores de la Cristian- dad y de la «verdadera fe» frente a los infieles. Como apunta el citado Fernandez de Cérdoba, Isabel y Fernando se convir- tieron en auténticos héroes en Roma, una especie de Mesias que salvarian a todo el orbe catélico de las incursiones otoma- nas, tan abundantes entonces, y de la herejia, idea que se repe- tira como un t6pico en muchos de los personajes que analiza- remos a lo largo del libro. En las calles de la ciudad italiana se celebraron numero- sas procesiones y plegarias, cuyo objetivo era «dar gracias a Dios mediante secuencias rezadas y cantadas que, a modo de auténticas laudes regia, ponian de manifiesto la particular pre- dileccién divina de los soberanos». El reinado de los Reyes Catdlicos es ejemplificador de la utilizacion de la realeza sagrada para consolidar y legitimar el poder, pero también de la fuerte creencia tanto de los sobera- nos como de sus stibditos en que el poder emanaba directa- mente de la divinidad, lo que permitié consolidar este tipo de sistemas politicos y ordenamientos sociales a Jo largo de siglos y siglos. s7 Capitulo IT LA ESFERA DE LO SOBRENATURAL EN LAS MONARQUIAS Suefios proféticos La uncién y los simbolos que rodearon a la consagracion real, ademds de la estrecha colaboracion entre Iglesia y Estado en algunos casos, no fueron los tinicos elementos utilizados para consolidar el poder y legitimar el origen «sagrado» de la realeza. Existieron otros que llegaron a tener una gran rele- vancia, entre ellos, la exaltacion de los hechos «providenciales» a través de los denominados suefios de los reyes, que éstos, seguin sus propagandistas, experimentaron cual si de profetas se tratara, demostrando de esta forma la «descendencia divi- na» de todo su dinastia. Como apunta Alicia Miguelez Cavero”, de la Universidad de Le6n, fue en Roma donde al parecer se sentaron las bases de 20 Alicia Miguelez Cavero, «Los suefios de reyes en visperas de la batalla y su repercusi6n en el arte medieval», en la revista Medieval ném. 13. 59 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES este tipo particular de suefio, de caracter claramente politico, que alcanzaria una gran trascendencia en el medievo. Al margen de la tradicién biblica, prolifica en ellos, la mayoria de los estudiosos coinciden en atribuir al general roma- no Sila la creacién de este tipo de suefios para utilizarlos como forma de legitimacién ante su pueblo, verdadera razon, mas alla del elemento sobrenatural y providencialista, de que sur- gieran. Sin embargo, estos peculiares suefios, conocidos como som- nia imperii, no fueron exclusivos de la republica y el imperio romanos, ni siquiera de Occidente, pues podemos encontrar ejemplos de ellos en las monarquias orientales y también en el mundo helenistico, de donde probablemente fue heredada esta forma de legitimacion, a pesar de que no contamos con datos fiables para afirmarlo con rotundidad. Después de Sila los suefios de reyes se convirtieron en la mayoria de los casos en un elemento imprescindible antes de una batalla —curioso para una situaci6n que supuestamente se manifestaba por voluntad divina—, y fueron utilizados por varios emperadores para justificar sus acciones politicas o las decisio- nes de indole militar, como una batalla o un asedio, principal- mente en los afios de inestabilidad y desmembracion del impe- rioromano, cuando las luchas por el poder, los pronunciamientos, las revueltas y las traiciones estaban a la orden del dia. Fuecon el emperador Constantino cuando los somnia impe- ni alcanzaron su mayor relevancia. El soberano que permiti- ria el libre culto de los cristianos en el imperio, experimenté su primer «suefio en el 310d. C., experiencia que utiliz6 para legitimar sus acciones a la muerte del general Maximiliano. El mas decisivo, sin embargo, de sus somnia se produjo tres afios después de experimentar el primero, el 313 d. C., en visperas de la batalla de Puente Milvio, en la que Constantino 60 LA ESFERA DE LO SOBRENATURAL EN LAS MONARQUIAS se enfrentaria a Majencio. Seguin las cronicas, en aquella vision onirica el emperador vio una cruz que le llevaria a la victoria, y asi fue. Al parecer, aquel acontecimiento profético influy6 en la posterior conversion de Constantino al cristianismo, que acabaria por convertirse bajo Teodosio en religién oficial del Imperio romano, y creando a su vez una firme unién entre Iglesia y Estado que se mantendria durante muchos siglos. Durante la Edad Media se cantaron las antiguas glorias de los emperadores romanos, entre los cuales el citado Constan- tino gozaria de una popularidad atin mayor que el resto, pues fue considerado entonces como el héroe vencedor del paganis- mo. Con la Ilegada de Carlomagno al poder a finales del siglo Vu y su coronacién como emperador en el 800, los carolin- gios pretendieron crear en Europa un imperio que emulase el antiguo esplendor romano, y para ello no habia nada mejor, como sefiala Miguelez, que utilizar repetidamente los somnia imperii para «acreditar su condicién de hombres inspirados por Dios en los actos levados a cabo». Esta era la formula idénea para hacerse ver ante sus stib- ditos como verdaderos sucesores de Constantino, principalmen- tea falta de una auténtica estirpe regia y sacra, ya que los caro- lingios, cuya dinastia comenz6 con Pipino el Viejo y Arnulfo de Metz, ocupaban el puesto de mayordomos de palacio en la corte de los reyes merovingios, pero por sus venas no corria auténtica sangre real. Seria Pipino el Breve, padre de Carlo- magno, quien, tras destronar al rey merovingio Childerico II con el apoyo del Papa (recordemos la ceremonia de unci6n, que en Francia comenz6 también con este personaje como for- ma de legitimar el poder de los carolingios), se convirtié en rey de los francos. Carlomagno fue no sélo uno de los personajes mas rele- vantes de toda la Alta Edad Media sino también modeloa seguir 61 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES Por todos los reyes posteriores que se creyeron tocados por la gracia divina. Es uno de los mejores ejemplos de rey sagrado —®, mejor, sacralizado— medieval, que supo afianzar su poder no s6lo a través de sus victorias militares, que fueron muchas, sino también haciendo creer a sus stibditos que era el salvador elegido por Dios para unificar Europa bajo el credo cristiano. Quiso recuperar, ademas, el antiguo esplendor del desapareci- do Imperio romano, consiguiéndolo en parte, al menos mien- tras permaneci6 con vida, y nada mejor para ello que mos- trarse ante su pueblo como un nuevo Constantino. Curiosamente, al igual que éste, el emperador carolingio también experimento o utilizé las experiencias oniricas como forma de afianzar su poder y justificar sus acciones. Al parecer fue el apéstol Santiago —como veremos, prolijo en apariciones ante «devotos» monatcas en el mismo campo de batalla— quien se aparecié al nuevo césar germAnico instandole a reconquistar los territorios ocupados por los musulmanes en Espafia, gesta cuasi legendaria que, segtin las cronicas, costé la vida a uno de Sus mas valerosos caballeros y gran amigo del rey: Roldan. Este Suefio se recoge en el conocido como Codex Calixtinus, conser- vado en el archivo de la catedral de Santiago de Compostela. Cuentan que Carlomagno vio en el cielo un camino de estrellas que tenia su punto de partida en el Mar de Frisia y que, extendiéndose entre Alemania e Italia, entre la Galia y Aquitania, pasaba por Gascufia, Vasconia y Navarra hasta Gali- cia, donde se ocultaba por aquel entonces, sin que nadie lo supiera, el cuerpo de Santiago. Fue entonces cuando se le apa- recid en suefios el apéstol, que hizo un llamamiento al empe- rador para que combatiera a los infieles musulmanes en Espa- fia. Santiago se aparecié por tres veces al rey de los francos cuando atin no era emperador, quien, en el afio 778, envio una expedici6n contra el norte de la peninsula Ibérica que tomo 62 LA ESFERA DE LO SOBRENATURAL EN LAS MONARQUIAS Pamplona y llegé después hasta la plaza fuerte de Zaragoza, que fue sometida tras un largo asedio. No obstante, la leyenda en torno a la figura Carlomagno permanecié muchos siglos después de su muerte, y como ya he sefialado, fue modelo de monarca sagrado a imitar por todo soberano catélico. Muchas de las acciones que se le atribuyen forman parte nicamente de la leyenda y de la intencionali- dad propagandistica de convertirlo en practicamente un san- to —como sucederia mas tarde con monarcas como Eduardo el Confesor o San Luis de Francia—, como por ejemplo la pere- grinacion que realizaria el monarca franco a Tierra Santa, don- de, entre milagros varios y sefiales divinas, se consolidé como «salvador» de la Cristiandad y rey profundamente piadoso; via- je que, por cierto, jamds Ilevé a cabo, y que fue recogido en una crénica siglos después de su muerte. Sin embargo, a jui- cio de los propagandistas defensores de la realeza sagrada en general, y de la «santidad» de los carolingios en particular, cual- quier rey encargado de defender la «verdadera fe» no debia dejar de conquistar Jerusalén de nuevo para los cristianos, una gesta que intentarian, aunque sin demasiado éxito, no pocos reyes a partir de entonces. Siguiendo esta senda religiosa, los monarcas medievales no solo tomaron a Constantino como modelo a seguir, sino a los reyes biblicos que habian experimentado también suefios de tipo profético, entre ellos Salomén 0 Nabucodonosor. Esta identificacion simbélica de los monarcas medievales con los biblicos sobrepasa el plano meramente politico —de identificacién con los emperadores romanos— para, comoapun- ta Alicia Miguelez, «adentrarse en el plano religioso». El repu- tado historiador francés Jacques Le Goff?! opina que el cristia- 21 Jacques Le Goff, La civilizacién del Occidente medieval, Paidés, Barcelo- na, 1999. 63 HISTORIA OCUITA DE LOS REYES nismo acepté mantener los somnia imperii o suefios de reyes, que fueron utilizados para reforzar el poder de los monarcas, La peninsula Ibérica no fue una excepcién en relacién con estas experiencias oniricas y existen varios ejemplos de reyes espafioles que supuestamente tuvieron estos suefios, La Cronica Najerense narra cémo en visperas de la batalla el tey Garcia VI de Navarra tuvo un suefio tras quedarse dormido en una cue- va, en el que se le aparecié nada menos que la Virgen Maria. Seguin el texto, gracias a esta aparicién mariana el monarca tuvo plena conviccién de que saldria victorioso al dia siguien- te, lo que efectivamente sucedié. Como homenaje, Garcia VI mando construir un monasterio en honor de la Virgen en el mismo lugar en el que habia tenido lugar la revelacién, el monasterio de Santa Maria la Real de Najera, que sirvié de pantedn a la dinastia navarra y que en el siglo xv fue sustitui- do por una iglesia gotica que atin se conserva. Pero quiza el suefio profético mas famoso sea el que expe- rimento el emperador leonés Alfonso VII en el afio 1147, sue- fio recogido tardiamente, en el siglo xin, por el cronista Lucas de Tuy. Segtin escribié, mientras el ejército de Alfonso VII se detenfa en su marcha hacia Almeria, en visperas del levanta- miento del cerco a la ciudad andaluza de Baeza, al rey se le apa- recié San Isidro, y gracias a su ayuda los cristianos ocuparon la ciudad. En homenaje a la victoria y en recuerdo a la prodigio- sa revelaci6n, se realiz6 el llamado Pendén de Baeza, que duran- te mucho tiempo se convirtié en referente del ideal imperial leo- nés para los monarcas espafioles y fue emblema que acompafié a las tropas cristianas en muchas de las batallas que se libraron contra los musulmanes durante la Reconquista. Pero si los suefios de los reyes fueron una importante arma Propagandistica para afianzar su poder, no lo fue menos otro aspecto relacionado con lo sobrenatural que utilizaron muchos 64 LA ESFERA DE LO SOBRENATURAL EN LAS MONARQUIAS monarcas y que constituye uno de los episodios mas fascinan- tes vinculados al concepto de realeza sagrada: los poderes cura- tivos de los soberanos, el llamado «toque de reyes». Los poderes taumaturgicos”? de la realeza En relacion directa con el concepto de realeza sagrada tuvo lugar en Occidente, a partir del comienzo de la Baja Edad Media, un curioso a la vez que apasionante fendémeno que yenia a demostrar esa «vinculacién divina» de los soberanos —de algunos de ellos mas bien— y que en parte era heredero de las antiguas ceremonias ancestrales del rey como sacerdote. Ya vimos en el capitulo precedente como en diversos pue- blos de la antigiiedad el rey 0 el jefe «poseia» virtudes asom- brosas como provocar la caida de las Iluvias o mejorar el ren- dimiento de las cosechas. A partir de la Edad Media ese cardcter sagrado de los reyes adquirié otra forma diferente directamen- te relacionada también con el plano de lo sobrenatural y que atin hoy sigue practicandose en diversas partes del mundo por sanadores de diversa indole: la curacion mediante imposicion de manos. Aunque ya se registraron acciones de este tipo, por ejem- plo, en la antigua Grecia, fue tras la implantacién definitiva de la ceremonia de la uncién cuando ésta adquirié verdadera popularidad; uno de los puntos mas desconocidos hoy en dia relacionados con las monarquias, un misterio al que Marc Bloch, el investigador que més ha contribuido a la comprensién de este rito de curacion, se refiere con estas palabras: «Sus fuen- tes —las de la realeza mistica en su origen y en sus comien- 22 La taumaturgia es la facultad de realizar prodigios. 65 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES zos— se le escapan al historiador de la Europa medieval y moderna; se le escapan, en rigor, a la historia a secas». Pero al margen de ese misterio, probablemente indescifra- ble, que rodea a la realeza «divina», incomprensible en su tota- lidad para el hombre del siglo xxi, existen numerosos registros sobre esta practica en la que los reyes, investidos de su cardc- ter divino, posaron sus manos sobre sus stibditos enfermos, acto que popularmente paso a conocerse como «toque de reyes». La creencia en el poder taumaturgico de los reyes esta fuer- temente vinculado con todo el ciclo de creencias colectivas refe- rentes al cardcter sagrado de la realeza. Utilizado en un prin- cipio posiblemente con un exclusivo caracter propagandistico, la creencia segtin la cual el tacto del Tey poseia poderes curati- vos se fue extendiendo cada vez por mas paises a lo largo de toda la Edad Media y perduré hasta bien entrado el siglo xvi como creencia comin, y atin hasta el siglo Xx, como veremos, en ciertos lugares, aunque bajo diferente forma. Ya se encuen- tran, sin embargo, referencias a este «don» de los reyes y man- datarios en textos de la antigiiedad. Plutarco, por ejemplo, en su obra Pirro, cuenta que este rey del Epiro poseia el poder de curar nada menos que en los dedos de los pies. La «especializacién» del don curativo Aunque en un principio es probable que los Teyes «cura- sen» mediante imposicién de manos todo tipo de dolencias, con el paso del tiempo y la definitiva implantacién del ritual, éstos se especializaron en la curacién de las escréfulas o lam- parones, términos por los que popularmente se conoce a la adenitis tuberculosa, una inflamacién de los ganglios linfati- cos provocados por los bacilos de la tuberculosis, dolencia que 66 LA ESFERA DE LO SOBRENATURAL EN LAS MONARQUIAS probablemente «escogieron» los monarcas o sus asesores debi- do, como sefiala el antropélogo forense de la Universidad Com- plutense de Madrid, el profesor José M. Reverte Coma, a su cro- nicidad y a la tendencia a la remision espontanea —que muchos consideraron ingenuamente milagrosa— de sus sintomas, lo que no haria dificil a los monarcas hacer creer a sus stibditos en la existencia de un poder curativo por medios magicos. Los ganglios que mas facilmente atacaba la tuberculosis —en unos tiempos en los que la salubridad y la higiene deja- ban mucho que desear y donde pestes y hambrunas fueron moneda corriente—, eran los situados en el cuello, que cuan- do no se trataban correctamente producian supuraciones que afectaban también a la cara y que daban al enfermo un aspec- to muy desagradable. Sin embargo, con el término «escr6fulas» se designé a un variado grupo de enfermedades que por aquel entonces se des- conocian, y que se crefa slo podian ser erradicadas por la inter- venci6n del rey, al que, como en los pueblos de la antigiiedad, se seguia considerando sagrado. Aunque las escr6fulas eran un mal raramente mortal, pro- vocaban auténtico panico en el hombre medieval, que la lite- ratura se encargaba de incrementar: «el rostro se corrompe, las heridas despiden un olor fétido». En Francia, estas inflama- ciones ganglionarias fueron conocidas popularmente como mal du roi («mal del rey») y en Inglaterra como King’s evil. Precisa- mente, fue en estos dos paises donde esta practica ritual tuvo una mayor profusién, muy por encima de Espaiia, donde, a pesar de que la monarquia también se consideraba sagrada ——sabemos que el rito de la uncién se adopté por primera vez precisamente en la Peninsula durante el dominio visigotico—, parece ser que los reyes casi nunca curaron escrofulas (aunque veremos poco después algtin caso muy interesante). 67 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES Escurioso que todavia hoy la creencia en la curacién median- te imposicion de manos sigue estando vigente en las practicas de muchos curanderos, que recurren a esta practica ancestral para aliviar dolores de todo tipo —utilizando en muchos casos el poder del subconsciente del paciente y la propia mentalidad supersticiosa de muchas personas—, aunque lo que mas nos interesa aqui es la vinculacién de la misma con el caracter sacerdotal y cuasi divino de los soberanos, que vino a asegu- rar atin més su legitimidad y su continuidad en el trono y que constituye, sin duda, un aspecto valiosisimo para entender la mentalidad de mas de siete siglos de Historia. El nacimiento del rito en Francia Tradicionalmente se atribuye al rey merovingio Clodoveo (481-511 d.C.) la primera curaci6n de escr6fulas mediante la imposicién de manos. Cuenta la leyenda que éste tenia a su servicio a un caballerizo, de nombre Lanicet, por el que sentia un gran aprecio. Un buen dia, el vasallo contrajo la enferme- dad de las escr6fulas y probé diversos «remedios» para curar- las, entre ellos comerse una serpiente en dos ocasiones, como prescribia Celso?3, remedios que no funcionaron. Una noche, Clodoveo tuvo un suefio —ya sabemos lo pre- dispuestos que estaban los reyes «sagrados» a experimentar visio- nes oniricas de tipo profético—, en el que se vio a si mismo curando a Lanicet con el simple roce de sus manos, tras lo cual suhabitacion se ilumin6con una fuerte luz resplandeciente. Nada 23 Aulio Cornelio Celso (30 a.C.-50 4.C.). Probablemente nunca practicé la medicina, pero compuso una obra titulada De Medicina, fiel al hipocratismo, de notable interés en su época y recuperada en el Renacimiento, que tuvo una gran influencia en la Europa moderna tras la invencién de la imprenta. 68 LA ESFERA DE LO SOBRENATURAL EN LAS MONARQUIAS mis despertar, y tras dar gracias al Todopoderoso, toc a su vasa- llo y el mal de las escr6fulas desaparecié, naciendo este hermoso don de Clodoveo que el rey franco transmitié a sus sucesores. Aunque es una hermosa historia, no es mas que eso, una leyenda, surgida ademas en un siglo tan tardio como el xvi, al parecer de la imaginacién del publicista francés Esteban Forca- tel, quien recogié el relato sobrenatural en su Tiatado del impe- io y la filosofia de los franceses, publicado por primera vez en 1579 y reeditado varias veces, a pesar de su poca calidad. El hecho parece responder a la intencién de Forcatel de exaltar el caracter sagrado de los monarcas franceses y de dotar de un contenido épico y glorioso el origen del rito curativo. A partir de entonces la literatura propagandistica del ori- gen divino del rey, en pleno periodo absolutista, haria el res- to, encargandose de incorporar dicha leyenda al patrimonio galo, que lo convirti6 en historia legitima. Mas tarde la litera- tura afiadié nuevos elementos a la historia de Clodoveo y se dijo que éste adquirié su capacidad sanadora tras ser bautiza- do y ungido por San Remigio con el aceite traido del mismo Paraiso por una paloma, confiriendo asi a su estirpe una con- dicion sagrada incuestionable, relacionada con el misterio de Ja Santa Redoma. El rito de la curacién «milagrosa» parece ser, sin embar- gO, posterior en varios siglos a Clodoveo, aunque no sabemos a ciencia cierta, ante la falta de documentacién fiable, con qué monarca se dio por primera vez. No parece que en tiempos de los merovingios ni mas tarde con los carolingios, como apun- ta Bloch, los soberanos realizaran este tipo de prodigios, ni siquiera el gran Carlomagno. ‘Todos los indicios apuntan a que fue durante la dinastia de los Capetos cuando surgié el rito en Francia, dentro de la fuerte creencia en el cardcter divino de los monarcas. Aunque 69 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES en un principio parece que tal virtud fue un privilegio here- ditario —y por tanto de nacimiento—, pronto se hizo comun la creencia de que el rey adquiria el don precisamente tras ser consagrado —ungido y coronado—, como una forma proba- blemente de «justificar» que aquél por el que no corria la san- gre de reyes podia acceder también al trono, con el beneplici- to ademas de Dios. Siguiendo el excelente y documentadisimo trabajo de Mare Bloch, Los reyes taumaturgos, al que vuelvo a remitir al lector que quiera profundizar en el tema del «toque de reyes», en el siglo xm el escritor y abate de Nogent-sous-Coucy, un tal Gui- bert, escribié un tratado titulado Reliquias de los santos, para poner sobre aviso a los fieles del engafio sobre una reliquia guardada en un monasterio cercano, San Medardo de Sois- sons, cuyos monjes afirmaban poseer nada menos que un dien- te de leche del Salvador; y a pesar de su evidente escepticismo —muy adelantado sin duda a su tiempo— Guibert recogié en el texto diversos relatos de «curaciones milagrosas» hechas por distintos mandatarios —como la curacién de Vespasiano a un cojo—, y entre ellas, el siguiente pasaje que alude directamen- te al mal du roi, escrito muchos siglos antes de que Forcatel atri- buyera tal virtud a Clodoveo y de valor afiadido si tenemos en cuenta que Guibert es contempordneo a los hechos: 3Acaso no hemos visto a nuestro sefior, el rey Luis, efec- tuar un prodigio acostumbrado? Yo he presenciado con mis propios ojos cémo los enfermos que sufrian de escréfulas en el cuello o en otras partes del cuerpo acudian en multitud para hacerse tocar por él: tacto que el monarca acompafiaba con la sefial de la cruz. Yo me encontraba alli, muy cerca de él, y has- ta tenia que defenderlo contra las importunidades de la mul- titud. Sin embargo, el rey les daba muestras de su innata gene- 70 LA ESFERA DE LO SOBRENATURAL EN LAS MONARQUIAS rosidad; los atraia con su serena mano y humildemente traza- ba sobre ellos la sefial de la cruz. Su padre Felipe habia ejerci- do también, con ardor, este mismo poder milagroso y glorio- so; pero no sé qué faltas que cometié se lo hicieron perder. Vemos en este curioso relato aparecer ya por primera vez los simbolos habituales asociados al ritual de curacién, como la sefial de la cruz que el monarca hacia sobre la frente de los escrofulosos una vez que habia procedido a «curarles» median- te la imposicién de manos, signo que fue habitual tanto en Inglaterra como en Francia hasta la llegada del protestantismo. Los monarcas normalmente también se confesaban antes de proceder a tocar a los enfermos, y recitaban oraciones —que variaron en distintas épocas, al igual que algunas formas del ritual— durante la ceremonia. Marc Bloch sefiala que durante los dos o tres primeros siglos después de que surgiera, la consagracién contribuy6 a confirmar en el espiritu de los pueblos la nocién del caracter sagrado de los reyes, y de su caracter mds que semisacerdotal. Como sefialamos en referencia al rito de la uncié6n, el dleo san- to elevaba a los soberanos muy por encima del comin de los mortales, y s6lo compartian tal privilegio los curas y los obis- Pos, motivo que potencid la idea entre los defensores de la teo- ria de las Dos Espadas de que se necesitaba un sacerdote para que hubiera rey. Muchos sacerdotes se negaron a aceptar precisamente ese don taumaturgico de los monarcas porque éste les acercaba mas a Dios y ponia a los soberanos muy por encima de los religiosos e incluso del mismo Papa. Otros, en cambio, prin- cipalmente aquellos que servian a los intereses de uno u otro rey, no sélo aceptaron dicha «virtud» sobrenatural, sino que la potenciaron como forma de propaganda. 71 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES El primer soberano francés al que se atribuy6 el poder de curar escrofulas, al margen de la leyenda, fue por lo que sabe- mos Roberto el Piadoso, quien recibié el titulo real y la uncién en 987, segundo representante de una nueva dinastia, la Cape- ta (el primero fue su padre, Hugo Capeto). Para confirmarse en el poder, sabemos que los carolingios recurrieron a la uncion, y de esta forma, Pipino imit6 a los principes hebreos, con toda lacarga simbolica que ello significaba; ahora, la tarea mas urgen- te que se imponja a los Capetos era la de reconstruir una legi- timidad en su beneficio; y qué mejor forma que hacer uso del don taumaturgico de curaci6n para ello, teniendo en cuenta la imagen de gran piedad que tenia Roberto ante sus stibditos y que le valié precisamente el sobrenombre de «el Piadoso». Después, todo siguié su curso natural hasta que la creen- cia en este poder se grabé en la conciencia profundamente supersticiosa de los hombres medievales. Bloch sefiala al res- pecto que: «El cardcter de santidad que se le conferia al rey en cuanto hombre, junto con la santidad inherente a la dignidad real, condujo con toda naturalidad a sus subditos a atribuirle virtudes taumaturgicas». Aunque no es mi intencién aqui cuestionar la verdadera fe de los monarcas, que a buen seguro en la mayorifa de los casos fue sincera, principalmente en los afios en que surgié el rito de curacién, con el nacimiento de las corrientes de pensa- miento milenaristas y el temor apocaliptico al afio mil, lo cier- to es que probablemente existié siempre una segunda inten- cién de caracter politico tras este rito (para ello, la enfermedad escogida, como ya he sefialado, cuyos sintomas remitian en ocasiones espontaneamente, no podia ser mas adecuada). En un principio los reyes ejercieron sus poderes tauma- turgicos mas bien al azar, pero a medida que las monarquias occidentales se fueron organizando cada vez més y que el «toque 72 LA ESFERA DE LO SOBRENATURAL EN LAS MONARQUIAS de reyes» se fue implantando con mas fuerza, se introdujo una disciplina en el «milagro real» que llev6 a un registro del nime- ro de enfermos en los libros de cuentas y a una serie de for- malizaciones gracias a las cuales hoy podemos tener una idea aproximada sobre el tema que probablemente se habria perdi- do para siempre de no haberse oficializado. El éxito de algunos soberanos en esta materia fue sorpren- dente, y por ejemplo Felipe el Hermoso de Francia, aquel que seria responsable de la brutal persecucién a los templarios, en los dias destinados al tacto real durante su reinado, era solici- tado no sélo por sus stibditos: veia desfilar hasta él a enfermos italianos, espafioles y de otras nacionalidades. Curiosamente, el rey francés Francisco I, cuando fue hecho prisionero por el espafiol Carlos V tras la batalla de Pavia, vio como muchos escrofulosos se precipitaban hasta él rogandole que pusiera sus manos sobre ellos cuando desembarcé en la costa aragonesa, «don» que el césar mas poderoso del Renacimiento al parecer no posey6 jams; tal era la fuerte creencia en los poderes sobre- naturales de los monarcas franceses, incluso en un siglo tan avanzado como el xv1. Durante algun tiempo, también en Francia, algunos reyes se pusieron bajo la proteccién de San Marculfo, un santo muy popular en la Edad Media y al que se atribuia nada menos que el don de sanar precisamente las escrdfulas; de esta forma, el caracter sagrado de los soberanos result6 ser todavia mas evi- dente. El «toque de reyes» en Inglaterra Hemos podido comprobar que el «toque de reyes» surgid en Francia en torno al afio 1000; en Inglaterra, el otro gran 73 HIStORIA OCULTA DE LOS REYES pais donde se daria con gran profusion esta practica sobrena- tural, surgiria aproximadamente un siglo después. En las islas britanicas fue al rey Lucius a quien se atribu- yo por primera vez la curaci6n de escréfulas, pero es muy pro- bable, como sefiala Reverte Coma, que este monarca fuera un personaje mitico. Aunque Marc Bloch cree que alli el «toque de reyes» es anterior, comtinmente se considera a Eduardo el Confesor (1002-1066 d.C.), quien Iegaria a alcanzar la gloria de los altares, como el primer rey que funds el rito inglés de la curaci6n mediante imposicién de manos; no es, sin embar- go, de extrafiar, teniendo en cuenta los milagros que el pue- blo inglés atribuia al santo egregio, todo un simbolo nacional de la realeza sagrada. Entre otras lindezas, dicen que San Eduardo guard6 perpe- tua castidad; asistia a misa regularmente todos los dias y fueron tantas sus obras de caridad y tan reconocida su bondad para con sus stibditos y los desheredados que llegé a ser llamado «el Angel de la Corte»; también se le conocia como «el Tutor de los Huér- fanos» y «el Padre de los Pobres». La leyenda cuenta que cierto dja Eduardo encontré en la calle a un paralitico y que lo llevé a la iglesia sobre sus hombros. Al momento, el paralitico comen- z6 a andar y rapidamente el milagro corrié por todas partes. No era extrafio por tanto que, teniendo en cuenta las virtudes sana- doras que la tradicion atribuia a Eduardo el Confesor, éste se con- virtiera en el primer monarca inglés en curar a los escrofulosos. Al parecer, Eduardo era un gran devoto de San Juan Evan- gelista y un dia hizo la promesa de que jamas negaria una limosna a quien se la pidiera en su nombre. Y, casualidades de la vida, un dia se le aparecié al piadoso monarca nada menos que el Evangelista disfrazado de mendigo, y le pidid una limos- na por amor de San Juan Evangelista; entonces Eduardo, des- conocedor de la verdadera identidad de aquel que tenia enfren- 74 LA ESFERA DE LO SOBRENATURAL EN LAS MONARQUIAS te, que en ese momento no llevaba moneda alguna, le entre- go su anillo sin dudarlo un segundo. Pocos dias después, San Juan se aparecié a dos viajeros ingleses y les encargé que entregasen de nuevo el anillo al sobe- rano, y que le transmitieran que tinicamente le quedaban seis meses de vida y que, pasado ese tiempo, él mismo iria a bus- carle. Cuando se enteré de ello, Eduardo mando a todos sus stibditos orar por él —costumbre que sera muy habitual entre los reyes— y pas6 gran parte del tiempo que le quedaba en penitencia, pasando a mejor vida el 5 de enero de 1066. Trein- ta y seis afios después, cuando se exhumé su cadaver un 13 de octubre (dia de la fiesta de San Eduardo), se encontré el cuer- po incorrupto del rey inglés, exhalando, segtin los cronistas, una agradable fragancia. Canonizado por Alejandro IIlen 1161, ningtin inglés dudaria a partir de entonces de la santidad de este soberano y del cardcter sagrado de su estirpe. El rito en cifras Pero al margen de la leyenda, y de que Eduardo el Con- fesor tocase en alguna ocasién las escrofulas, cosa que proba- blemente jams sucedi6, lo cierto es que tenemos registros de muchos reyes posteriores de Inglaterra que sf lo hicieron. Eduardo I «bendijo» a 983 enfermos en el vigésimo octavo afio de su reinado y tocé a 1.219 cuando llevaba treinta y dos anos ocupando el trono; por su parte, Eduardo II] Plantagenet, entre el 10 de julio de 1337 y el 10 de julio de 1338, realiz6 136 curaciones, lo que nos indica el gran prestigio taumaturgico de esta dinastia. Carlos II de Inglaterra fue el soberano que mas enfermos toco: unas 100.000 personas (aunque desgraciadamente no tenemos 75 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES datos sobre cudntas de ellas se «curaron»). Sin embargo, algu- nos monarcas, como Jacobo I 0 Guillermo III se mostrarian escépticos ante el «toque», aunque siguieron realizandolo por recomendacién de sus consejeros (de nuevo planeaban los inte- reses politicos). Cuentan las crénicas al respecto que el mismo Guillermo III, mientras un escrofuloso le imploraba que pusie- ra sus manos sobre él, pronuncié la siguiente sentencia: «Dios te dé mejor salud y mas sentido comin». Hubo determinados momentos, en unos reinados mas que en otros, en los que los monarcas no curaban a nadie, sumi- dos en otras preocupaciones—como guerras, invasiones o ham- brunas—, quiz4 en momentos en los que su prestigio no nece- sitaba realzarse. No obstante, el ritual se siguié realizando en tiempos de Enrique VIII y de sus hijas Maria Tudor e Isabel I, y tanto una como la otra, catdlica y protestante, mantuvieron su uso como forma de legitimacion de su poder. Otros ejemplos del «toque de reyes» El importante contenido politico del ritual puede notarse en que el mismo hizo su aparicién mas tarde, como sefiala Bloch, en paises en los que el derecho de primogenitura comen- zaba a predominar (donde la «sangre azul» se transmitia de padres a hijos). Por ejemplo, si nos trasladamos a los paises del Ambito musulman, en los primeros tiempos del Islam, se creia que la sangre real tenia el poder de curar la rabia, pero no sdlo la del califa, sino la de cualquier miembro de la familia real, lo cual nos lleva de nuevo a lo que ya sefialaba Frazer en rela- ci6n con las monarquias primitivas. Todo el linaje real era con- siderado santo, incluso cuando los Estados islamicos no reco- nocfan los derechos de primogenitura en materia politica. 76 LA ESFERA DE LO SOBRENATURAL EN LAS MONARQUIAS. Algunos escritores atribuian a los reyes de Hungria —titu- lo que heredaron los Habsburgo—, a partir del siglo xvi, el poder de curar la icteria. Otros les atribuyeron también el «don» de curar el «mal del rey». En Espafia, aunque el don taumattirgico de los reyes no se extendid de la misma forma que en Francia e Inglaterra, éste adquirié una curiosa forma; Alvarez de Pelayo, que habia llegado a calificar de «mentira y fantasia» en otro tiempo las virtudes sobrenaturales de los reyes ingleses y franceses, escri- bid en torno a 1340 un Espejo de Reyes, tan populares duran- te la Edad Media, para el rey castellano Alfonso XI, donde se puede leer un pasaje que no tiene desperdicio: Los reyes de Francia e Inglaterra, segtin se dice, poseen un poder [de curacién]. De igual modo, los piadosos reyes de Espa- fia, de quienes tu desciendes, poseian un poder semejante, que operaba sobre los poseidos y sobre algunos enfermos aqueja- dos de distintos males. Yo mismo presencié en mi infancia cémo tu abuelo el rey Sancho [Sancho II, que reiné desde 1284 a 1295], junto a quien yo comia, pasé su pie sobre la gargan- ta de una endemoniada que durante todo ese tiempo lo cubrié de injurias; y vi cémo expuls6 de esta mujer al demonio, leyen- do palabras tomadas de un librito, y dejandola perfectamente curada. Esta practica de curar mediante imposicién de manos se implanté con gran fuerza en Espafia en los siglos siguientes —y hasta bien entrado el siglo xix—, aunque normalmente ajena a la figura del rey. Era creencia comun en la peninsula Ibérica, y en otras partes de Europa, que los séptimos hijos varones consecutivos tenian el poder de curar la rabia y otras enfermedades por el simple contacto de sus manos —en oca- 77 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES siones también las séptimas hijas—, y en la mayoria de los casos su destino era convertirse en curanderos del pueblo en el que nacian. No siempre, sin embargo, gozaron del mismo pres- tigio, pues junto a sus «virtudes» curativas muchos afirmaban también que los séptimos hijos podian convertirse en hombres lobo, lo que nos da una idea de la fuerte presencia de la supers- ticién entre las gentes. Curiosamente, y aunque los reyes ejercieron sus poderes taumattrgicos por lo general en vida, sin salir de Espafia nos encontramos una rara excepcion: la del cadaver del principe don Carlos de Viana, infante de Aragén y de Navarra. Cuan- do murié tragicamente el 23 de septiembre de 1461, al pare- cer envenenado, sin llegar a ser rey, sus fieles, que lo habian convertido en todo un simbolo de la independencia catalana, intentaron hacerle santo, y le atribuyeron milagros a su cada- ver, entre otros, la capacidad de curar las escréfulas. Enterra- do en la abadia de Poblet, en Tarragona, el culto a sus reliquias fue muy popular entre los siglos xvi y xvu. Alli se conserva una de sus manos a modo de reliquia en torno a la cual se con- gregaban los peregrinos y enfermos venidos de los mas remo- tos lugares. Las piezas de toque y los anillos medicinales Estos ritos de curacién, como dije, iban acompaiiados gene- ralmente de oraciones, y el monarca acostumbraba a realizar la sefial de la cruz sobre la frente de los enfermos, pronuncian- do la sentencia: «El rey te toca, Dios te cura». Con el paso del tiempo las ceremonias se fueron hacien- do cada vez més sofisticadas, tanto en Francia como en Inglate- ra —aunque en cada uno de estos paises adquirieron matices 78 LA ESFERA DE LO SOBRENATURAL EN LAS MONARQUIAS diferentes—, y los escrofulosos, que normalmente pertenecian a las clases mas bajas, recibian normalmente una limosna tras el ritual, lo que viene a demostrar con més fuerza la hipotesis de la intencionalidad politica de la misma. Ademis, slo se admitia a los enfermos de escréfulas y no a los que mostraran cualquier sintoma de otra enfermedad, para lo cual el médico de la corte hacia previamente una seleccién y diagndstico de los candidatos a ser «tocados» por el rey. En Francia, el monarca daba al escrofuloso dos sous tour- nois, dos pequefias piezas de plata que muchos comenzaron a considerar también poderosos talismanes con poderes curati- vos, por haberlas consagrado y tocado el mismo rey (cuyas mis- mas ropas se consideraban sagradas). La creencia en el poder sobrenatural y milagroso de éste era tal que, por ejemplo, Luis IX de Francia, mas tarde San Luis, tras tocar las llagas de los enfermos, légicamente se lavaba las manos, y el agua que habia utilizado era entregada también al escrofuloso de turno, quien la bebia durante nueve dias en ayunas. La férrea conviccién en el caracter «sagrado» de la realeza fue tal en Occidente que entre los siglos x1 —aunque probable- mente antes— y XVIII se creia incluso que los soberanos no po- dian ser jamas atacados por un ledn. Hoy esta creencia nos parece sin duda descabellada, pero durante siglos se consideré un verdadero articulo de fe. Sirva como ejemplo el siguiente caso recuperado por Marc Bloch y que no tiene desperdicio: en el siglo xvi tuvo lugar una gran disputa entre el monarca inglés Eduardo III y Felipe de Valois, quien esgrimia ser el «verdade- ro rey de Francia», y exigia por tanto la devolucién de los terri- torios franceses que el inglés le habia arrebatado. Eduardo III, que pretendia conseguir como aliado a una Venecia en un prin- cipio neutral, muy ingenioso él y conocedor, como rey que era, del poder que podfa ejercer la figura del soberano, envié a uno 79 HISTORIA OCUITA DE LOS REYES de sus embajadores a la ciudad italiana y éste esgrimié ante sus representantes el siguiente argumento: «Si realmente Felipe de Valois es el rey de Francia, como pretende, que lo demuestre exponiéndose a ser devorado por leones hambrientos». Por supuesto, el Valois no desafié a la suerte, por lo que pudiera pasar, pero el relato es sin duda ilustrativo de la fe inquebrantable en los poderes sobrenaturales del soberano, al que ni los mismisimos leones —hambrientos, para mas inri— se atreverian a devorar. Si en Francia les daban dos sous-tournois, en Inglaterra los reyes también otorgaban a los enfermos monedas. Por ejem- plo, en tiempos de Enrique VIII, que aunque reneg6 del cato- licismo romano nunca dejé de practicar el rito de curaci6n, se repartian seis chelines y ocho denarios, representados por una pieza de oro de cinco gramos que se consideraba también mila- grosa y que recibid el nombre de «Angel», porque llevaba gra- bada en relieve la imagen del arcangel San Gabriel. Pero las monedas que mas popularidad alcanzaron entre los fieles y subditos ingleses, por considerarse milagrosas, fue- ron las llamadas piedras de toque (touch-pieces), monedas per- foradas que los soberanos entregaban a los enfermos y que éstos llevaban colgadas alrededor del cuello a modo de talisma- nes curativos. También en Inglaterra, a partir del reinado de Eduardo III Plantagenet, se introdujo en la ceremonia un nuevo objeto que el pueblo consider6, cémo no, también sagrado: los cramp-rings oanillos medicinales. Durante el ceremonial del Buen Viernes —que asi se conoce en el Reino Unido al Viernes Santo—, el rey, tras adorar la cruz, se acercaba al altar y depositaba alli una ofrenda que consistia en varios florines 0 esterlinas de oro y plata de gran belleza. A continuacién, cuando ya habian sido consagradas, las recogia de nuevo y depositaba en su lugar una 80 LA ESFERA DE LO SOBRENATURAL EN LAS MONARQUIAS cantidad similar en valor de monedas corrientes y ordenaba fabricar anillos con las de oro y plata, que no eran sino los citados cramp-rings. Entonces se consideraba que estos anillos eran capaces de curar ciertas enfermedades a quienes los portaban, como dolo- Tes 0 espasmos musculares y principalmente la epilepsia; creen- cia que, segtin Bloch, estaba relacionada con las leyendas del ciclo gridlico, la figura de José de Arimatea y varios secretos tomados del llamado Libro de Salomén. Pero la creencia en las virtudes sobrenaturales de los anillos se remonta a la mas leja- na antigiiedad, y fueron los instrumentos preferidos por la magia, aunque en muchas ocasiones se relacionaron también con la brujeria. Asi, siguiendo al siempre sorprendente Bloch, los mismos anillos inofensivos que llevaba Juana de Arco durante el pro- ceso abierto contra ella preocuparon mucho a los jueces, y ésta tuvo que protestar, segtin sefiala P. Champion en Procés de con- damnation (1920), afirmando que «nunca habia pretendidocurar a nadie». La desaparicién del rito El rito desapareceria practicamente hacia el siglo xvi, pri- mero en Inglaterra y mas tarde en Francia, aunque hasta tiem- Pos muy recientes mucha gente del pueblo siguié creyendo en las virtudes taumattirgicas de sus reyes, aunque éstos ya no practicaran la imposicion de manos, demostrandoles una vene- raci6n cuasi sagrada en unos tiempos en los que medicina y ciencia habian avanzado de forma sorprendente. En Inglaterra el «toque de reyes» desaparecié con la muer- te de Ana I, quien meses antes, el 27 de abril de 1714, habia 81 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES impuesto sus manos sobre varios enfermos. En Francia el rito desapareceria tras la ejecucion de Luis XVI, durante la Revo- lucién Francesa, quien el dia de su coronacién renovo el vie- jo ritual que habia sido prohibido con Luis XV, cuando en 1739 su confesor le negé la comunién y por tanto el sagrado «toque real» por estar en concubinato (no obstante, antes de este suce- so, en 1722, el dia de su consagracién, tocé a dos mil escrofu- losos en el parque de Saint Remy, en Reims). En 1825, a la muerte de Luis XVIII, Carlos X, en plena Restauracién, subié al trono, y el pueblo francés pidid que res- tableciera el antiguo rito; aunque en un principio el soberano se neg@ a realizar aquello que crefa una simple supercheria, el 31 de mayo de 1825, mientras visitaba a unos enfermos en el hospital de San Marcoul, se encontré con unos treinta escro- fulosos que le imploraban que pusiera sus manos sobre ellos. La creencia en la virtud curativa y el poder sobrenatural del rey, aunque parerca increible, habia sobrevivido nada menos que hasta casi mediados de siglo xix. Ahora que ya comprendemos —al menos con lo que las fuentes y documentos existentes nos permiten, que a veces son muy escasos—el concepto de realeza sagrada y la fuerte influen- cia que la creencia en los poderes taumattirgicos de los reyes ejercié en la conciencia de los pueblos —muy diferentes entre si pero compartiendo esta misma idea— durante siglos, podre- mos entender mejor las fascinantes figuras que veremos a con- tinuaci6n, y que he elegido principalmente, a pesar de la difi- cil seleccién que inevitablemente he debido de hacer (dejando fuera a personajes no menos apasionantes), por su fuerte vin- culacién con el campo de lo sobrenatural, su firme creencia en su origen «sagrado» y su relaci6n con el ocultismo en todas sus facetas: la magia, la alquimia, la astrologia y las ciencias herméticas. 82 Capitulo III FEDERICO II, EL «ASOMBRO DEL MUNDO» Si ha existido un personaje fascinante en la historia de la Alta Edad Media europea rodeado de polémica y mancillado por la historiografia, éste es sin duda Federico II de Suabia, emperador del Sacro Imperio Romano Germanico y rey de Sicilia en el siglo xin. Hoy en dia este monarca es practicamen- te un desconocido en Espafia; sin embargo, su legado ha sido fundamental para la historia del Occidente moderno, por los logros cosechados en campos muy diversos, principalmente el de la divulgacion de la cultura, en unos tiempos en los que los hombres se preocupaban principalmente de guerrear y con- quistar territorios. Su figura, ademas, aparece rodeada de un profundo halo de misterio que ocho siglos después de su anda- dura sigue despertando la controversia entre los investigado- res y la curiosidad de los estudiosos de toda indole, principal- mente aquellos volcados en el estudio de los aspectos heterodoxos de la Historia. Hoy por fin comenzamos a descubrir la relacién con lo oculto de soberanos como Felipe II o Rodolfo II, pero se habla 83 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES muy poco de la importancia que en la corte de Federico se dio a la magia, la alquimia, la astrologia o el estudio de las diferentes religiones. Mecenas y amigo de musulmanes y ju- dios —actitud que, como veremos, le acarrearia no pocos pro- blemas con la ortodoxia cristiana y el papado—, reunid en el reino de Sicilia a los mas importantes eruditos de su tiem- po y tradujo, al igual que Alfonso X en Espafia, contempo- raneo suyo, numerosos textos que hasta entonces eran des- conocidos en Occidente. Construy6 ademés colosales edificios, como Castel del Monte, basados en un profundo conocimien- to del hermetismo y la simbologia, que hoy dia, gracias a reputados investigadores, estan sacando a la luz sus profun- dos secretos. Fue conocido en su tiempo como Stupor Mundi, el «asom- bro del mundo», por sus amplios conocimientos y su impre- sionante formacién intelectual, y no era para menos: hablaba latin, griego, francés, arabe, aleman e italiano. Su figura, no obstante, y teniendo en cuenta la época tur- bulenta que le tocé vivir, no esté exenta de polémica. Come- tid errores, como la mayoria de los grandes soberanos, pero a su vez consiguié abrir un camino cerrado hasta entonces a cal y canto para el avance del conocimiento y de la cultura. Su persona fue condenada por numerosos historiadores y cronis- tas a lo largo de los siglos por su enfrentamiento constante con la Santa Sede y el Papa, lo que le valié ser excomulgado en tres ocasiones. Nadie puede, sin embargo, negar su vital influen- cia para la posteridad. Un hombre que gozaba de un espiritu renacentista dos siglos antes de que se produjera la revolucién ideolégica del Renacimiento, que por méritos propios se merece un hueco en la Historia con maytisculas de la «realeza sagrada» y del Occi- dente moderno. Conozcamos sus hazafias... 84 FEDERICO II, EL «ASOMBRO DEL MUNDO» Ia familia Hohenstaufen —Alta Staufen—, a la que perte- necia nuestro protagonista, goberné al suroeste de Alemania, en el ducado medieval de Suabia, entre los siglos x y xil. Esta region era conocida en la antigiiedad, y hasta bien entrada la Edad Media, como Alamania. Entre sus antepasados, Federico II conté con soberanos tan relevantes para la Historia europea como Federi- co I Barbarroja, su abuelo. Nuestro protagonista vino al mundo el 26 de diciembre de 1194, en Iesi —cerca de Ancona—, fruto del matrimonio formado por Enrique VI de Hohenstaufen y Constanza de Sicilia, y su nacimiento, como el de Jaime I —que veremos en el siguiente capitulo— estuvo rodeado de un ambien- te mitol6gico y sobrenatural que apuntaba ya a su mision mesid- nica como rey «sagrado» o «Rey del Mundo», legislador primor- dial o universal, en el sentido de las palabras de René Guen6n?4, en el que probablemente aspiré a convertirse este soberano, como representante de este arquetipo en la ‘Tierra. Cuenta la leyenda que Federico nacié después de que un dragon se apareciera a su madre Constanza y echara sobre ella su aliento de fuego, una «visita» de gran contenido simbélico si tenemos en cuenta que otros grandes soberanos de la anti- giiedad «nacieron» en circunstancias sobrenaturales parecidas en las que el dragén siempre esta presente. Cuentan que el mis- misimo Alejandro Magno fue engendrado por Olimpia des- pués de que una serpiente la sedujese, algo similar a lo que le ocurrié también, mientras se encontraba en el seno materno, al emperador romano Augusto; no olvidemos que la serpien- te, al igual que la figura del dragén, poseia un importante sig- nificado relacionado con los misterios inicidticos, ademas de ser una representacion solar —de nuevo el astro rey— y un simbolo de la sabiduria secreta. 24 René Guenén, El Rey del Mundo, Paidés, Barcelona, 2002. 85 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES Para Juan G. Atienza, fuente indispensable en todo lo rela- cionado con la estirpe solar y los misterios iniciaticos y esoté- ricos, este acontecimiento sobrenatural que envuelve el naci- miento del emperador noes sino el mismo mito que ha rodeado a multitud de héroes, soberanos, profetas y mesias no nacidos de varén relacionados con la tradicién solar (de la que habla- remos a continuacién), como Dioniso, Orfeo o el mismo Jesu- cristo, una variante a su vez del mito egipcio del dios Horus, engendrado de un padre muerto Osiris); la misma tradicion también que adoptaria més tarde el cristianismo y que habla de una mujer fecundada de forma milagrosa por la divinidad 0 la Providencia. Si el abuelo de nuestro protagonista, Federico I Barbarroja, fue el emperador medieval por excelencia, encarnacion del orden feudal europeo, Federico II seria por su parte una especie de «nue- vo Mesias», uno de aquellos monarcas solares que, como Napo- leon o Alejandro Magno, harian de la expresién Sol Invictus! —con la que los adoradores de Mitra?5 veneraban al astro rey, y que mis tarde adoptarfa el emperador romano Constantino— su proclama. Jean-Michel Angebert incluye a nuestro personaje entre el selecto grupo de «misticos del Sol» que aspiraron algtin dia, y en cierto modo lo consiguieron, a gobernar el mundo cono- cido. Veamos a continuacion las palabras con las que el autor francés se refiere a estos personajes que fueron considerados prac- ticamente sobrehumanos —como muchos de los soberanos pro- tagonistas de este trabajo— por sus contempordneos: 25 Mitra era el dios de la luz solar, de origen persa, y fue adoptado més tarde en el imperio romano. Se le representa como un hombre joven, con un gorro fri- gio, matando con sus manos un toro de cuya sangre fluye vida eterna. Existen narraciones que describen a Mitra en las que se pueden encontrar grandes parale- lismos con los relatos de los Evangelios, por lo que se encuentran similitudes sin duda inquietantes entre este dios y Jestis de Nazaret. En el hinduismo existe un dios védico del mismo nombre que el persa. 86 FEDERICO II, EL «ASOMBRO DEL MUNDO» Un lazo misterioso, tejido de un aura sobrenatural, une a estos hombres que fueron todos «misticos del Sol» al mismo tiempo que jefes espirituales y temporales, habiendo tenido las més de las veces que gobernar un inmenso imperio. Hijos del Cielo, se pusieron bajo la proteccién del Fuego césmico [...]. Volveremos a encontrarnos en estas Paginas personajes que, como Rodolfo II 0 Carlos V, pueden ser considerados tam- bién monarcas solares influidos por el «disco de oro», aunque quiza en menor medida que Federico II. El mismo concepto de soberano solar esta intimamente ligado al de Tey sagrado 0 divino del que hemos hablado en profundidad y que marcaré el devenir de los soberanos de todos los tiempos. Un aura mis- tica, sobrenatural y divina, rodea a estos monarcas que fueron considerados por algunos de sus contempordneos como «envia- dos de Dios» y para otros la mismisima encarnacién del mal, como enseguida veremos. No es extraiia, sin embargo, esta vinculacion del empe- rador con el Sol, entendido éste con todo su contenido simbé- lico, pues ya en el Antiguo Egipto Akenatén —«amado del Sob— hizo del astro rey —Ra— el dios tinico; al igual que mas tarde los mazdeistas, guiados por las doctrinas de Zoroastro, honraban a Ormuz, el dios-luz de Iran, o las dinastias reales y sagradas de Japon o Perti, que convirtieron a sus monarcas en chijos del Sob>. Pero veamos, continuando con la apasionante biografia de Federico II, cémo desde luego fue un hombre fuera de lo comin, que desafié el orden establecido de toda una época y que acabé convirtiéndose en leyenda... Con tan sélo dos afios Federico fue nombrado rey de los germanos en Frankfurt, pero pronto la desgracia se cerniria sobre su familia. En 1197 fallecié su padre, y un afio mis tar- 87 HISTORIA OCULIA DE LOS REYES de fallecia su madre, apenas meses después de que Federico fue- se nombrado también rey de Sicilia. Eran tiempos complejos para el devenir del Sacro Imperio Romano Germnico, pues el tio de nuestro protagonista, Felipe de Suabia, mantenia una lucha abierta por la corona con Oton IV. Desde entonces el joven Federico quedaria bajo custodia de Inocencio IH, el mismo que se encargaria de la instrucci6n de Jaime I de Aragon a través de Simén de Montfor y quien daria la orden de acabar con los albigenses. Al parecer, Fede- rico recibié la influencia de los caballeros templarios que en aquellos afios eran muy pr6ximos al Pontifice (todavia falta- ban casi cien afios para que los monjes guerreros mas célebres fuesen pasados a cuchillo y quemados en la hoguera tras ser considerados herejes por la misma Iglesia que habfan defendi- doen miltiples ocasiones). Comenzaba entonces la carrera impa- rable de uno de los soberanos mas grandes que nos legaria la Edad Media. En 1211 Federico fue reafirmado en el puesto de Rey de Romanos, nombramiento que se consolidaria en 1215 con una ceremonia de coronacién en Meinz cuatro afios mas tarde. En 1220, el joven rey de Sicilia era nombrado ademas emperador del Sacro Imperio Romano Germanico, y su figura daria mucho que hablar... Un emperador poco ortodoxo Desde una edad temprana el emperador comenz6 a mos- trar un enorme interés por todas las ramas de la cultura y el saber. Su corte pronto se llené de trovadores y artistas de toda clase y condicién que hicieron de Sicilia uno de los centros de saber de aquella época. 88 FEDERICO I], EL «ASOMBRO DEL MUNDO» Una vez coronado emperador, Federico convirtié Sicilia en un auténtico estado moderno con un magnifico funciona- miento del comercio y una administraci6n centralizada. El soberano fue un hombre a la vez medieval y moderno; medie- val porque el medievo significaba para él la concepcién del mito imperial, enérgico y fuerte, con un poder universal que él creia le venia directamente de Dios; moderno porque estu- vo siempre abierto a lo diferente, a lo plural, a lo exético... y su mentalidad politica fue sin duda adelantada a su tiempo. Su palacio se convirtié a su vez en el centro de saber de la época y a él acudieron intelectuales desde los rincones mas remotos, de distintas religiones y razas, algo verdaderamente inusual en unos tiempos en los que el diferente o el extraiio solia ser despreciado debido a la intransigencia principalmen- te religiosa, algo que inicamente veremos afios después, en la corte del castellano Alfonso X el Sabio. Federico protegié incluso a algunos cataros—que ya comen- zaban a ser considerados por Roma un auténtico peligro para la ortodoxia— y a patarinos?6 y arnaldistas27, todos con la par- ticularidad comuin de ser considerados herejes por el Vaticano. Ello, sumado a la aficién del emperador por las ciencias ocul- 26 Movimiento reformista surgido en el norte de Italia, en Lombardia, a lo largo del siglo x1, y cuya finalidad fue lograr una renovacién de las costumbres del clero, basdindose para ello en la promocién de la vida ascética. El papa Gregorio VII acabé condenandolos y 1a comunidad patarina desaparecié, al menos oficial- mente, a mediados del siglo xi. Sin embargo, sus ideales influyeron a muchas otras comunidades religiosas en los siglos posteriores. 27 Los «Pobres Lombardos» o arnaldistas fueron una hermandad politico-reli- giosa surgida en el siglo x1, bajo el auspicio de Arnaldo de Brescia. Arnaldo pre- dic6, sobre la base de una lectura literal de las Escrituras, contra el poder temporal de la Iglesia y las malas costumbres del clero, promoviendo en su lugar una radi- cal reforma cimentada en una vivencia evangélica de la pobreza. En Roma fomen- 16 a su vez revueltas populares y logré hacerse con el control de la ciudad durante un tiempo. Fue juzgado y condenado a muerte en el afio 1155. 89 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES tas y la alquimia, provocé airadas reacciones de los catélicos. La gota que colm6, sin embargo, la paciencia del papa Inocen- cio IV fueron las excelentes relaciones que el soberano man- tenia con judios y arabes en una época, el siglo xi, de cruza- da feroz contra los «infieles». Pero atin faltaba tiempo para una condena enérgica de sus acciones por parte de la Iglesia, y mientras tanto Federico dio sobradas muestras de erudicién, encarnando el prototipo de emperador «ilustrado», figura habitual durante el Renaci- miento pero escasa en los tiempos medievales. Federico poseia un evidente talento literario, pues compuso varios poemas que fueron elogiados por el mismisimo Dante, quien por cierto afios mas tarde incluiria al emperador en el séptimo infierno de su Divina Comedia (en este lugar, segtin el poeta italiano, es donde moraban los fundadores de sectas y los heresiarcas?8, lo que nos da una idea de la controversia que desperté su figura en el seno de la Iglesia). El emperador compuso ademas una obra: De arte venan- di cum avibus, un tratado sobre el arte de la cetreria —una de sus mayores pasiones—, inspirado en fuentes musulmanas y que atin hoy sigue llamando la atencién de los naturalistas por la minuciosidad de sus detalles y el amor a los animales del que da muestra. Federico destacé ademas en otros campos del saber como la pintura y la escultura y, al igual que otros sobe- ranos, hizo adquirir multitud de obras de arte que admiraba durante horas con devocién. Mantuvo ademas numerosa correspondencia con grandes eruditos de su tiempo, como Leonardo de Pisa, conocido como Fibonacci, el célebre matemitico y algebrista cristiano; algu- nas fuentes indican que es posible que el mismo personaje resi- 28 Autores de una herejfa. 90 FEDERICO II, EL «ASOMBRO DEL MUNDO» diera durante un tiempo en el palacio de Federico. Cuando la corte itinerante del emperador se reunié en la ciudad de Pisa en 1225, uno de los palaciegos, el maestro Juan —Johannes— de Palermo, presenté por orden del soberano una serie de pro- blemas matemiticos a Fibonacci como reto para probar su valia. Este dio las soluciones en la obra Flos, que presenté a Federico, a quien dedicé otra de sus obras, el Liber Quadrato- rum, en agradecimiento a su apoyo y mecenazgo. El emperador se rodeé también de musicos, médicos, legis- ladores y fil6sofos. En el afio 1224 fund6 la Universidad de Napo- les, la primera institucién de su tiempo estatal y laica, libre de injerencias confesionales, hasta donde logré atraer a ilustresdocen- tes, entre ellos los juristas Benedetto de Isernia y Roffredo de Bene- vento. Reorganiz6 también la Escuela Médica de Salerno e ins- tituyé en ella la primera cdtedra de Anatomia. Federico II sentia una gran admiracién por el Islam y mantuvo también abun- dante correspondencia con soberanos arabes como Al-Kamil, sul- tan de El Cairo, quien tras conocer al emperador qued6 impre- sionado ante un rey cristiano que entendia la lengua Arabe, lefa el Coran y sentia gran atraccin hacia la literatura y las ciencias —tanto ortodoxas como heterodoxas— isldmicas. Pronto todas estas peculiaridades y extravagancias hicie- ron que fuese conocido como Stupor Mundi, «asombro del mun- do», como ya sefialé; y sin duda era asombroso para la men- talidad medieval que el jefe temporal de la cristiandad —y en parte también espiritual— sintiese tanto respeto y admiracién por aquellos que eran considerados «enemigos de Dios». Desde entonces, las cortes de El Cairo y Palermo mantu- vieron un constante intercambio diplomatico y cultural que enriquecié sin duda al Occidente europeo y que serviria para los posteriores planes futuros del emperador. En 1229, a la vez que mantenjia negociaciones diplomiticas con el citado sultan 91 HISTORIA OCUITA DE LOS REYES de El Cairo por la «cuestién» de Tierra Santa (que en breve abordaremos), nuestro protagonista entregaba multiples pre- guntas de indole filos6fico-religiosa a los embajadores y corte- sanos musulmanes para que se las hicieran llegar a los docto- res de Siria, Egipto y Arabia; cuestiones tales como «la eternidad del mundo», «la naturales del alma» 0 «el método que convie- nea la metafisica y a la teologia». En su tiempo corrié el rumor de que el mismo soberano habia ordenado encerrar a un hom- bre en una caja para comprobar, cuando éste falleciera por inanici6n, si el alma salia entonces de su cuerpo. Aunque pro- bablemente no se trate sino de una leyenda, el ejemplo es expli- cativo del afan por el saber y la curiosidad cientifica del empe- rador, un auténtico «asombro del mundo» en su tiempo. Afios después interrogaba también sobre cuestiones reli- giosas del mismo tipo al mistico judio toledano Yehuda Ben Salom6n Cohen, autor de la enciclopedia Inquisitio Sapientiae (La busqueda de la sabiduria). Cohen fue uno de los sabios ju- dios protegidos por el emperador, y viajé hasta su corte de Fog- gia para traducir su obra bajo el mecenazgo del Stupor Mun- di, Parece ser que el soberano mantuvo también correspondencia con el mistico musulman Ibn Sabin de Murcia, al que realiz6 también numerosas preguntas metafisicas. Aquello provocé, como digo, el recelo de la Iglesia, que comenzaba a considerar- le el «amigo de los infieles». Un astrélogo y adivino en la corte De todos los eruditos que pasaron por la corte de Federico II, el que mas influy6 en la persona del monarca fue el sacer- dote y polimata escocés Michel Scoto (0 Miguel Escoto), que realizé en la Sicilia imperial estudios de alquimia, ocultismo y 92 FEDERICO II, EL «ASOMBRO DEL MUNDO» astrologia. Al parecer, Scoto habia viajado por medio mundo conocido en busca de todo tipo de conocimientos secretos y tra- dujo importantes obras de astronomia como la Esférica del sevi- lano al-Bitruyi (conocido como «el Alpetragio de los latinos»), que era una critica a Ptolomeo. En la Universidad de Napo- les, el astrdlogo tradujo al latin, entre otros textos, los comen- tarios aristotélicos del médico cordobés Averroes (el judio fran- cés Jacob Anatolu, también al servicio de Federico, los tradujo a su vez al hebreo). El matematico Fibonacci, antes citado, dedi- c6 a Scoto su obra Liber abaci, publicada en 1202. Siguiendo las instrucciones de su mecenas, Scoto elaboré un compendio de todos los conocimientos ocultistas de la épo- ca, en el que incluy6, al estilo de los grimorios?9 (que alcanza- rian una gran popularidad durante el Renacimiento), un regis- trode los nombres y poderes de los demonios, y que fue titulado Liber perditionis anima et corpore. Pronto Scoto se convirtié en el hombre de confianza de Federico II y éste no daba un paso sin consultarle previamente. Al escocés se le atribuian también dotes de clarividencia y lleg6 a pronosticar la muerte del emperador. Seguin el astrélo- go, su fallecimiento tendrfa lugar sub flore (bajo la flor), es decir, en un lugar consagrado a la flor. Desde entonces, Federico, con la misma obsesién que afios més tarde atormentarfa a Rodolfo II tras otra prediccion de uno de sus astrdlogos, evité pisar cual- quier ciudad cuyo nombre evocase a la flor, como Florencia. Scoto fue considerado por muchos como un nigromante y existen testimonios que hablan de la utilizacion por su parte 29 Los grimorios son libros de contenido y conocimiento magico escritos entre la Alta Edad Media y el siglo xvitl. Tales textos contienen correspondencias astrolégicas, listas de angeles y demonios, instrucciones para realizar encanta- mientos y hechizos, mezclar medicamentos, convocar entidades sobrenaturales y fabricar a su vez talismanes. 93 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES de libros de hechiceria para invocar a las huestes infernales. Las crénicas dan cuenta, segiin Angebert, de manjares que sur- gian «espontaneamente» sobre la mesa vacia del castillo de Fog- gia, gracias a la intervencién del mago, y de diversos experi- mentos de «lluvias artificiales» que se manifestaban ante los ojos de los aténitos espectadores. Es mas que probable que la sabiduria ocultista y esotérica de Scoto y otros heterodoxos que habitaban en la corte impe- rial, e incluso el matematico Fibonacci, influyeran en Federi- co II a la hora de tomar la decision de construir uno de los edi- ficios mds asombrosos de toda la Edad Media en la region italiana de Apulia: la fortaleza de Castel del Monte. Esta es una construcci6n excepcional tanto por su forma como por su cardc- ter evidentemente magico.30 Fue levantada a una altura de 540 metros sobre el nivel del mar, sobre una colina que para algu- nos autores es artificial y sobre la que al parecer ya existia una fortaleza mas antigua. Lo mas curioso del edificio es que posee dos plantas con una estructura octogonal, cada una con ocho habitaciones y dos torres, también octogonales. Es evidente que la fortaleza es una exaltacion de la simbologia del numero ocho, ya que esta cifra se repite como un leit-motiven la disposicién del edificio. Siguien- do a Jean-Michel Angebert, el namero ocho es simbolo de equi- librio y de infinito y se presenta en multiples tradiciones —la judeocristiana, la budista o la china— como un rasgo comin para la realizacion de la «Gran Obra». Seguin el autor, este ntime- ro se relaciona por tanto con las ocho bienaventuranzas del «Sermon de la Montafia», el camino de ocho senderos de la ensefianza de Buda y con los ocho trigramas de Fu-hi. 30 Para una informacién mas exhaustiva sobre el cardcter hermético del edi- ficio y su significado simb6lico, consultar Ars Secreta (Espejo de Tinta, 2006), de Javier Garcfa Blanco. 94 FEDERICO II, EL «ASOMBRO DEL MUNDO» Este edificio hermético parece ser la huella laberintica que quiso legarnos Federico y en la que aund todos sus conocimien- tos hermeéticos e inicidticos, aunque hasta hoy no se sabe a cien- cia cierta cual fue la auténtica finalidad de su construccién. Muchos autores afirman que Castel del Monte se usaba como fortaleza, mientras que para otros era un edificio de recreo 0 incluso un lugar de alojamiento; lo extrafio es que su extrafia disposicin descarta casi por completo estas hipotesis. En el caso de que fuera una fortaleza, deberian existir almenas defensivas y otros elementos caracteristicos de las mis- mas, todos ellos ausentes aqui; la posibilidad de que fuese uti- lizado como alojamiento también es improbable, pues la plan- ta octogonal dificultara en demasia la disposicién de muebles y utensilios y la comodidad de los supuestos invitados. Escurioso resaltar ademas que algunas narraciones ycuen- tos contempordneos refieren que cientos de caballeros de diver- sas nacionalidades eran recibidos por el emperador en el exte- rior del recinto, donde se alojaban en tiendas de campatfia, lo que viene a corroborar la teoria de que el interior del edificio no era habitado por nadie. Resulta sin embargo extrafio, casi incompresible, que los caballeros acampasen en la explanada proxima al recinto. ;Con qué finalidad? sQué clase de reunio- nes tenjan lugar en aquella colina de Apulia? Quiza nunca lo sabremos aunque, si hacemos caso a los relatos citados, es posi- ble que tuvieran lugar ceremonias de tipo iniciatico. Una crénica da cuenta de las fiestas celebradas en el recin- to para celebrar la iniciacion conferida a los Participantes, fes- tejos en los que Ilegé a tomar parte incluso Ricardo de Cornua- lles, hijo del rey de Inglaterra Juan I, mas conocido como Juan sin Tierra. Una iniciacion que se nos escapa hoy en dia y que pretendia, si analizamos las palabras del cronista, la obtencion de una dignidad secreta: 95 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES ‘Todas las categorias de regocijos solemnes se expresaban en Castel del Monte y se festejaban descubriendo el brillo de los coros y el cortejo purpura de los juglares. Gran numero de par- ticipantes fueron armados caballeros, otros condecorados con el signo de una dignidad secreta... Todo el dia se festejo alegre- mente, y cuando éste tocé a su fin, se continud, La noche se pasé en concursos de lucha entre los rivales alumbrados con antorchas... Hay autores que sostienen que Castel del Monte podria ser incluso un observatorio astrondmico, algo nada descabellado si tenemos en cuenta la disposicién del edificio, el enclave ele- gido para la construccién y la pasion de Federico I por la cien- cia astronémica y su entonces prima hermana, la astrologia. La puerta de entrada principal al edificio, que conduce al patio octogonal central, est orientada al Este, segtin el eje Andria- Jesusalén, y consta de un vano de entrada flanqueado por dos columnas coronadas por capiteles en forma de leén (simbolo solar y también de nuestro protagonista). La orientacién de esta entrada, segtin Javier Garcia Blanco, es sin ninguna duda intencionada y, al igual que otros edificios herméticos como el monasterio de El Escorial, que veremos detenidamente mas adelante, su finalidad era conseguir «una identificacién vin- culante entre el edificio y el cosmos, lo divino y lo terrenal. El edificio se convertia asi en un reflejo del cielo en la tierra [...}». Por su parte, los dos leones que coronan los capiteles de las columnas antes citadas estan orientados, mirando al lado contrario, uno hacia la salida del sol en el solsticio de verano y el otro de invierno. Garcia Blanco sefiala que bien podria- mos estar ante una identificacién del simbolismo de los dos «juanes» o puertas solsticiales asociadas al dios Jano —Janual caeli y Janual inferni—, que tuvieron gran importancia en la 96 FEDERICO I], EL «ASOMBRO DEL MUNDO» arquitectura de la antigiiedad. Siguiendo a este autor, es posi- ble que en las fechas sefialadas de los solsticios, Castel del Mon- te fuera el escenario de ciertas prcticas secretas realizadas por Federico II y los astrélogos que protegia en su corte, entre ellos Michel Scoto. La significacién astronémica y astroldgica es evidente en la construccién. A media noche del solsticio de verano, sobre la perpendicular del patio octogonal, es visible con toda clari- dad la estrella Vega, que dentro de 14.000 afios ocuparé el lugar de la estrella del norte, en sustitucién de la polar, como conse- cuencia de las variaciones de los equinoccios. Su importancia no paso, por tanto, desapercibida a los avispados astrénomos del emperador. Autores como Jean-Michel Angebert creen que Castel del Monte seria una especie de «centro» que serviria para la con- secucion de lo que en la Edad Media fue llamado «Pactio Secre- ta» o Pacto Secreto, cuya finalidad seria la de convertir a Fede- rico II en el imperator mundi, en el emperador del mundo, a imitacién de ese «Rey del Mundo» simbélico que en el medie- vo se relacionaba con la figura legendaria del Preste Juan de las Indias. No es de extrafiar, por tanto, que una vieja cronica italia- na sefiale que el citado Preste Juan envié una embajada a Fede- rico para entregarle unos presentes con virtudes sobrenatura- les (leyenda que vendria a reforzar la figura mesidnica del emperador, libertador del mundo conocido). Entre aquellos pre- sentes destacaban por encima de todo tres piedras preciosas que estaban montadas sobre un anillo (no olvidemos el importan- te simbolismo de este objeto en pueblos como el germanico y su relacién con la «curacién taumattirgica», recordando el caso de los cramp-rings). Al parecer, la primera de esas piedras otor- gaba a su portador el poder de hacerse invisible; la segunda 97 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES podia «hacer vivir bajo el agua», y la ultima «hacer invulne- rable» a quien la poseyera. Otra crénica, conservada por Oswald der Schreiber, rela- ta que en aquella embajada le fue entregado también a Fede- rico un vestido de piel de salamandra, cuya principal propie- dad era la de permitirle atravesar el fuego sin quemarse. Estos relatos, sin duda legendarios, tenfan la funcién de resaltar la figura del Hohenstaufen como ese simbélico «Rey del Mundo» que en tiempos medievales, como digo, era representado por el Preste Juan de las Indias. Asi, por comparacin, la figura de Federico II salia reforzada y en ella se aunaban tanto el poder temporal como el espiritual, pero de una forma diferente a la que le hubiese gustado a la ortodoxia cristiana, lo cual no es de extrafiar si tenemos en cuenta la personalidad polémica y extravagante del soberano. Los historiadores medievales, siguiendo al citado Angebert, situaban el reino del Preste Juan en una de las regiones mon- tafiosas del Asia Central, en Mongolia, la India o el Tibet.3! En todas las tradiciones dicho mito se refiere a algo que esta per- dido, escondido, y que durante siglos se ha venido explicando a través de las leyendas relacionadas con los «miedos subterra- neos», comunes a multitud de pueblos y relacionados a su vez con el «culto de las cavernas», la cueva como ese «centro supre- mo» que los tibetanos llaman Agartha o «estancia de paz». Angebert lo explica con las siguientes palabras: «Seguin numerosos ocultistas, para mantenerse en relaci6n con el “sefior del mundo”, residente en ese “centro supremo”, Federico II de Hohenstaufen hizo construir el Castel del Monte a mitad de camino entre Jerusalén y la isla de Avalon, cuna de la tradicién 31 A partir del siglo xv surgirfa la creencia de que dicho reino estaba situado en Etiopia (Africa). 98 FEDERICO II, EL «ASOMBRO DEL MUNDO» celta [...}». Castel del Monte seria, por tanto, la Gran Obra ini- ciatica del emperador a través de la cual el soberano divino pro- bablemente se sintié, en algtin momento, mas cerca del cielo. Hoy la enigmatica «fortaleza» contintia en pie, majestuo- sa, erigida sobre la misma colina que la vio nacer, sorpren- diendo a propios y a extrafios por su peculiar forma, dando cobijo todavia entre sus muros a oscuros secretos de una épo- ca que hoy escapa a nuestra comprensi6n. La llegada del Anticristo La personalidad ocultista de Federico II, su proteccién a magos, alquimistas y astrdlogos y principalmente las buenas relaciones que mantenia con arabes y judios, comenzaron a preocupar sobremanera a Roma, que veia en el dirigente del Sacro ImperioRomanoGermanico, ademas, una amenaza para sus pretensiones politicas y expansionistas. Con Federico II, la cuestion de las «Dos Espadas», que tantos debates generé duran- te la Edad Media, alcanz6 su punto maximo de tensién. Los enfrentamientos entre la Iglesia y el soberano, que fue- ton incrementandose con los afios hasta convertirse en insos- tenibles, comenzaron ya el mismo dia de su coronaci6n, cuan- do Federico aparecié con un adorno musulmdn en sus vestimentas, en el que podia leerse, en escritura arabe: «Pue- da el emperador ser bien recibido, disfrute de gran prosperi- dad, de gran generosidad y gran esplendor, fama y magniffi- casdonaciones, y el cumplimiento de todos sus deseos y anhelos. Estén sus dias y sus noches Ilenos de placer sin fin». Por supuesto con tal afrenta Federico provocé la indigna- cion de los representantes de la Iglesia catolica, no tanto por el contenido del texto en si, como por el uso de caracteres 4rabes 99 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES en una ceremonia presidida nada menos que por el mismisi- mo Papa en tiempos de cruzada. No obstante, Federico contaba con valiosos consejeros ecle- sidsticos, como Bérard de Castacca, antiguo obispo de Bari y arzobispo de Palermo. Dicho prelado estuvo siempre al lado del emperador, incluso en los momentos mas delicados de su lucha contra Roma, y fue quien le administré los tltimos sacramen- tos en el momento de su deceso. Federico conté, ademas, con el apoyo incondicional de Hermann de Salza, Gran Maestre de la Orden de los Caballeros Teuténicos desde 1210, quien rea- lizaria importantes gestiones en Tierra Santa y lograria gran- des victorias al servicio del Hohenstaufen. En 1212, para tranquilizar al Santo Padre y poder obte- ner la diadema imperial, continuando asi con su «plan divi- no» de convertirse en emperador del mundo, Federico II pro- metiéa Honorio III quedirigiria una nueva cruzada—la quinta— para liberar los Santos Lugares del dominio musulman. El Papa parece ser que se tranquiliz6 con aquella promesa, pero la cru- zada nunca llegaba, lo que comenzaba a desesperar a los diri- gentes de la Iglesia, que creian estar siendo estafados por el garante del poder temporal. Del 24 de junio de 1219, Federico aplazé la cruzada al 29 de septiembre de ese mismo afio, y posteriormente al 21 de marzo del afio siguiente. Mas tarde volvié a aplazarla en dos ocasiones, hasta la primavera de 1221. No obstante, el papa Honorio III le coroné emperador en Roma el afio 1220. En 1225, el ya oficialmente emperador tomé en matri- monio a Isabela II —o Yolanda— de Brienne, heredera del rei- no de Jerusalén, por lo que Federico estaba mas cerca de alcan- zar el dominio de Tierra Santa, el enclave mas importante de todo el orbe cristiano y pieza imprescindible en sus planes como imperator mundi. Los cronistas cuentan que Federico no se digné 100 FEDERICO II, EL «ASOMBRO DEL MUNDO» a consagrar la uni6n con Yolanda hasta la mafiana temprano, tras su noche de bodas, pues los astrélogos le habian indicado las horas més favorables para procrear, lo que nos da una idea de la importancia que el soberano concedia a este tipo de creen- cias sobrenaturales. A cualquier lugar al que asistiera, el emperador era acom- pafiado de un amplio numero de astrdlogos que le aconseja- ban las horas mas propicias para realizar los actos mas impor- tantes, como la salida de una expedicién o la fundacion de una nueva ciudad. El nuevo pontifice, Gregorio IX, creia que la prometida cruzada era ya una realidad, pero para su estupefaccion Fede- rico seguia demorando el viaje, entregandose a los placeres cor- tesanos y a sus aficiones esotéricas y ocultistas. Los planes de la Santa Sede se venian abajo y Federico, en lugar de agrade- cer el apoyo de la Iglesia en la obtencién de la purpura impe- rial, emprendiendo la prometida campajfia a Tierra Santa, sus- tituy6 la autoridad pontificia en Citta di Castello e hizo algo similar en el ducado de Espoleto y en la marca de Ancona, entre otros territorios, desafiando de forma contundente la autoridad espiritual que emanaba de Roma. Finalmente, haciendo gala ya del titulo de «rey de Jerusa- lén», Federico anuncié a la cristiandad que partiria hacia los Santos Lugares para tomar posesién de sus dominios. Y efec- tivamente, el 8 de septiembre de 1227 zarpé junto a la flota imperial del puerto de Brindisi, pero algunos inconvenientes —entre ellos un terrible temporal— obligaron a los cruzados a recalar en Otranto. Federico anuncié entonces que la sexta cruzada —la quinta fue finalmente llevada a cabo por Leopol- do VI de Austria y Andrés II de Hungria, y supuso un rotun- do fracaso— quedaba en suspenso temporalmente, «por cau- sa de la enfermedad y del calor». 101 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES Gregorio IX, harto de demoras y de las excusas del sobe- rano, toma una dura decisién: el emperador del Sacro Impe- rio Romano Germanico, cabeza temporal de todo el orbe cris- tiano, es excomulgado el 29 de septiembre de 1227. Sin duda esta decision seria nefasta para Federico, medida que reforz6é el pontifice en marzo de 1228 al «cuestionar la fidelidad a la Iglesia» de todos los lugares en los que residiera el excomulga- do, lo que favorecié una agresiva politica en su contra. Pronto nuestro protagonista comenz6 a ser considerado por muchos como el Anticristo, lo cual no era de extrafiar de un soberano que se habia atrevido, en plena Edad Media, a afirmar que Jestis, Moisés o Mahoma no eran sino tres impos- tores, entre otras lindezas de tinte blasfemo. En Occidente ya se estaba forjando la leyenda de Federico II como encarnacion viva del mal, como ese Antimesias contra el que la cristiandad entera habria de unirse. Gregorio IX contribuy6 a extender esta creencia para frenar el poder politico del emperador. En su enciclica De Mari, el Pontifice hacia las siguientes declara- ciones en referencia al soberano: «;Veis la Bestia que sube del fondo del mar con la boca Ilena de blasfemias? Con las zarpas del oso y la rabia del leén, el cuerpo igual al del leopardo. Abre sus fauces para vomitar el ultraje contra Dios». Parece ser que en aquellos tiempos influidos todavia por el milenarismo, el Papa se inspiré claramente en un pasaje del Apocalipsis de San Juan para referirse a Federico como encar- nacion del Anticristo, relacionando su figura con una de las dos bestias citadas en el texto del Evangelista: Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como de ledn. Y el dragén le dio su poder y su trono, y grande autoridad. Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y 102 FEDERICO II, EL 9, la maxima que Carlos concibié para expresar su credo 59 Juan Ignacio Cuesta Millan, La boca del infierno. Claves ocultas de El Escorial, Aguilar, Madrid, 2006. 166 Feive I, UN NUEVO SALOMON politico fue «lo que es el Sol en el Cielo eso es el emperador en la Tierra». No debemos olvidar que Carlos V fue un soberano solar con pretensiones muy parecidas a los personajes citados oa un Federico II de Hohenstaufen, aunque con una convic- cin religiosa mucho mas rigida que la de este ultimo. El emperador no pudo sin embargo ver cumplido su sue- fio imperialista, y su politica contrarreformista, continuada por Felipe II, no vendria sino a crear una divisin aun mayor entre sus stibditos, muchos de los cuales —como los germanos y los flamencos— estaban adoptando las nuevas corrientes cheréticas» contra las que pugnaba el propio Carlos. Debido a esta compleja situacion, el soberano no pudo ajustar sus pre- tensiones religiosas a la auténtica realidad europea, hasta el punto de que en el interim de Aubsburgo, celebrado en 1548, las medidas de tolerancia religiosa tomadas por Carlos frente a los rebeldes disgustaron sobremanera a Paulo III, que hubie- ra preferido sin duda una respuesta mas enérgica contra los «herejes» protestantes. Guerrero y principe del Renacimiento A diferencia de su primogénito, Carlos V fue un gran gue- rrero que gust siempre de dirigir sus tropas en el campo de batalla, incluso cuando sus graves problemas de gota hubieran bastado a cualquier otro soberano para no levantarse de la cama. Durante sus afios de juventud el padre del protagonista del pre- sente capitulo no fue un dechado de inteligencia y jams apren- dié a hablar en flamenco ni en latin, a pesar de contar con los mejores instructores de su tiempo, como Luis de Vaca. Contrario a lo que pueda parecer debido a su ardor gue- rrero y a su exaltada religiosidad, fue un gran amante del arte 167 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES —algo que influiria soberanamente en su hijo, uno de los mas grandes mecenas de su tiempo—, ademias de un gran caballe- ro. Entre sus aficiones se contaba la pasién por coleccionar telojes y el gusto por la buena mesa, que le acarreé graves pro- blemas de salud. En su corte se rodeé de algunos de los mas grandes erudi- tos de su tiempo, y lo mds importante —por la influencia que ello ejercera en su sucesor— durante su reinado pasaron por palacio algunos interesantes personajes que podriamos tildar, sin temor a equivocarnos, de heterodoxos, entre los que desta- ca por encima de todos Enrico Cornelio Agrippa (1486-1535), uno de los magos mas célebres del Renacimiento, quien traba- j6 durante un tiempo como historiador al servicio del empe- rador. Agrippa fue el autor de uno de los textos mas importan- tes del ocultismo de todos los tiempos: La Filosofia Secreta —De Occulta Philosophia— y de otros famosos tratados de cor- te hermético como Numerologia Oculta, donde mostraba el arte y el poder de la combinacién de los nimeros y su significado, basandose en Pitagoras y en la cdbala hebrea. Se cree que Cor- nelio fue discipulo de otro célebre erudito y mago del Renaci- miento, el abad Tritemio, autor de la obra Esteganografia, y hay quien afirma que de él heredo la clave para desvelar el secreto del Universo (aunque algunos estudiosos dudan de que realmente Agrippa fuera su discipulo). En 1515 fue nombrado caballero y pasé a ser Cornelio Agrippa de Nettesheim, gozando de amplia popularidad en las cortes europeas —entre ellas la espafiola—, si bien pronto fue considerado un nigromante, un asunto muy feo que le llevo a ser encerrado en prisién en més de una ocasi6n; murié con tan sdlo 49 afios, probablemente a causa de las secuelas que le dejé una terrible sesién de tortura. En la época corria el rumor 168 FELIPE IJ, UN NUEVO SALOMON de que Agrippa se hacia acompafiar por un gran perro negro que al parecer «no era sino el mismisimo diablo». El eterno enemigo de Carlos V, Francisco J de Francia, le entregé al mago una pension, aunque finalmente ésta le fue retirada tras negarse al parecer a trazar hordscopos para la madre del soberano galo. Fue habitual a lo largo de todo el siglo XVI que los monarcas y principes se rodeasen de este tipo de personajes, e incluso que éstos les ayudaran a tomar impor- tantes decisiones relacionadas con cuestiones de Estado, algo que por otra parte ya habia sido habitual en las cortes medie- vales, como sabemos, de personajes como Federico II o Alfon- so X. El mismo Felipe II, como en seguida veremos, otorg6 una importancia desmesurada, casi obsesiva, al dictado de los horéscopos. El xvi fue un siglo en el que abundaban los curanderos y Jos charlatanes —nada que ver con figuras como el citado Agri- ppa, un auténtico «mago»— y la escasa salud del césar Carlos le llevé a rodearse de este tipo de caraduras que afirmaban ser capaces de curar las dolencias de su sefior con bebedizos y pana- ceas milagrosas. Junto a Cornelio Agrippa, destacé en el entorno delempe- rador un extrafio individuo, el italiano Giovanni ‘Torriani —o Gianello della Torre— conocido popularmente como Jua- nelo Turriano —castellaniz6 su nombre cuando entré a pres- tar sus servicios a la corte espafiola—, uno de los mas pres- tigiosos relojeros de su tiempo. La gran aficién de Carlos V por los relojes —posefa una de las mayores colecciones cono- cidas entonces—, artilugios que hoy nos parecen de lo mas corriente pero que entonces no eran tan comunes y estaban reservados s6lo a las elites —y poseian incluso ciertas conno- taciones magicas—, llevé al soberano a requerir los servicios del italiano. 169 HIsTORIA OCULTA DE LOS REYES En 1530, durante la coronaci6n de Carlos en Bolonia, Turria- no habia conocido al emperador, y en 1554 lleg6 a Espafia para entrar a su servicio, instalandose en la ciudad de Toledo. Jua- nelo Turriano disefié un reloj planetario para la Camara Real conocido como EI Cristalino, uno de los ingenios mas famo- Sos y sofisticados de su época, que ademas de medir el tiempo era capaz de senalar las posiciones de los planetas y las cons- telaciones del zodiaco. Su nombre se debié a que era transpa- rente, por lo que mostraba su mecanismo interno. Al parecer, junto con otro de los relojeros del emperador, un tal Marcuartz, el enigmatico italiano creé varios telojes de bolsillo —extrafios en su tiempo— y construy6 o disefié tam- bién importantes artilugios mecénicos, como una guia para levantar cafiones de gran peso, un sistema de drena je para Vene- cia, la llamada suspensién Cardan, y un artefacto para subir el agua del Tajo a la ciudad de Toledo. Tras la muerte del empera- dor entré a formar parte de la camarilla de Felipe II, y fue nom- brado matematico mayor. Durante su reinado construy6 tam- bién, junto con el especialista ‘Toroja, el reloj de El Escorial en la Torre Dorada, donde habia instalado su domicilio, A Turriano se le relacioné en su tiempo también con la magia, quiz por su habilidad a la hora de fabricar automatas diversos, como pajaros voladores. Cuenta una leyenda muy arraigada en Toledo —y que podriamos considerar la version espafiola del mito del Golem— que en la ciudad magica a ori- Ilas del Tajo el italiano creé un automata de palo—que da nom- bre hoy en dia a una calle en la que probablemente vivid el inventor— al que por las mafianas daba cuerda y enviaba a pedir limosnas y alimentos a la beneficencia arzobispal, al ver que la Corona, endeudada hasta la médula, no le pagaba sus trabajos. Sea cierto 0 no, la verdad es que el gran relojero de Carlos V muri6 en la miseria, sin que su trabajo fuera reco- 170 Feure II, uN NUEVO SALOMON nocido como merecia por una corte demasiado preocupada por la dificil situacién que atravesaba Espafia. Felipe II, el rey mas poderoso de su tiempo El que se convertiria en el monarca mas poderoso del siglo XVI nacié el 21 de mayo de 1527 del matrimonio formado por Carlos V e Isabel de Portugal, y se le impuso el nombre de Feli- pe en honor a su abuelo, Felipe el Hermoso. Antes de que cum- pliera un aiio, las Cortes de Castilla lo reconocieron y juraron como heredero de la Corona, el 19 de abril de 1528. Desde el principio, su padre le inculcé el sentido de la dig- nidad regia de tintes sagrados que le caracterizaria en el futu- ro y se preocupé de que recibiera la educacién de un principe del Renacimiento que estaba llamado a heredar el imperio mas poderoso de su tiempo. Debido a que el césar Carlos siempre se hallaba de viaje a consecuencia de los muchos asuntos que requeria el buen fun- cionamiento del Gobierno de tan extensos dominios, durante su infancia Felipe se educéd con su madre, la dulce y hermosa Isabel de Portugal, de la que heredé su amor por las flores, por la misica y por los animales exdticos (aficién que gusté mucho a los grandes soberanos), pero de ella también hereds la infle- xibilidad y una exacerbada austeridad poco acorde con la impor- tancia de su rango e incluso contradictoria con la magnificen- cia tipica de la corte habsburguesa que trajo a Espafia Carlos V. Ante el temor de que el heredero no viviese demasiado tiempo (uno de los eternos fantasmas de los Austrias espafio- les que se acrecentaria en los siguientes reinados), Felipe fue sometido a extremados cuidados que influyeron sin duda en su personalidad. Isabel transmiti6 al principe un fuerte senti- 171 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES do de la religiosidad y los valores que ella consideraba funda- mentales, como el sentido del deber y del honor. Es seguro que la personalidad introvertida y la aparente frialdad las heredase el futuro monarca, como digo, de su pro- genitora, quien jams manifesté en publico sus sentimientos y debilidades. Cuentan que en sus partos, rodeados generalmen- te de grandes dificultades, Isabel cubria su rostro con un velo para que nadie pudiera apreciar su expresién de dolor, y que siempre comia sola y en silencio, con tres damas arrodilladas junto a su mesa preparadas para alcanzarle las viandas. El mis- mo Felipe Il al parecer jamas derramé6 una sola lagrima en puiblico, algo que por el contrario no era raro en un soberano que debia mantener ante todo su imagen de «superioridad» ante sus stibditos, como le sucedié a la gran mayoria de reyes. Sin embargo, hoy en dia, gracias al estudio de la corres- pondencia que el soberano espafiol mantuvo con sus queridi- simas hijas Isabel Clara Eugenia —la favorita del monarca, que Ilegaria a ser gobernadora de los Paises Bajos— y Catali- na Micaela, sabemos que Felipe II ni fue tan frio ni tan calcu- lador como aparentaba, y en varias ocasiones se deshizo en elo- gios y palabras carifiosas con éstas. No obstante, a lo largo de todo su reinado la austeridad seria una constante en la corte, que con él se traslad6 de Valladolid a Madrid. Felipe se mostraba generalmente taciturno y melancélico, Ademis, debido a que Carlos V se encontraba frecuentemen- te ausente (en Italia, los Pafses Bajos, al frente de sus ejérci- tos...), la formaci6n del principe no era la deseada para una persona de su rango. El que se convertirfa en gran mecenas de su tiempo, a los siete afios atin no sabia leer ni escribir, por lo que su padre y los miembros del entorno del heredero, escan- dalizados, decidieron tomar medidas. Pronto fueron nombra- dos algunos de los mas eruditos hombres de su tiempo para 172 Fewire II, UN NUEVO SALOMON instruirle: el humanista Cristobal Calvete de la Estrella le ense- fi6 latin y griego; Honorato Juan, matemiticas y arquitectu- ra; y Juan Ginés de Septilveda, geografia e historia. Comoa su progenitor, a Felipe II nunca se le dieron dema- siado bien los idiomas, y aunque con el paso de los afios Ileg6 a comprender el italiano, el francés y el portugués, nunca fue capaz de hablarlos correctamente. Destacé sin embargo en mate- miaticas y arquitectura, pues no en vano mand6 edificar uno de los edificios mas importantes de todos los tiempos: el monas- terio de San Lorenzo el Real de El Escorial, al que prestaremos mas adelante una minuciosa atenci6n. En 1539, cuando el heredero contaba 12 afios de edad, murié su madre, Isabel, a consecuencia de un parto prematu- ro. Felipe, siguiendo el protocolo real, encabezé el cortejo fine- bre desde Toledo a Granada, donde seria enterrada Isabel de Portugal, que tanta importancia tuvo en la forja del caracter de nuestro protagonista, sin derramar una sola lagrima, a pesar de su escasa edad. Por su parte, Carlos V, que se sintié incapaz de acompafiar los restos mortales del que fue sin duda el gran amor de su vida, se encerré en un monasterio durante ocho semanas, guardando un riguroso luto. Ensayando para ser rey En 1542, completada ya su formaci6n, el principe Felipe acompafié a su padre a Barcelona y a Monzon, para que las Cortes de Catalufia y Aragon reconocieran y juraran al here- dero como antes lo habian hecho las de Castilla. Entonces fue concertado el primero de sus cuatro matrimonios, con Maria 60 Geoffrey Parker, Felipe II, Alianza Editorial, Madrid, 1979. 173 HIsToRIA OCULTA DE LOS REYES Manuela, hija de Juan III de Portugal y de Catalina, hermana del césar Carlos. Los prometidos eran por tanto primos her- manos y nietos a su vez de Juana la Loca, politica endogami- ca que tendria nefastas consecuencias para la rama espafiola de la Casa de Austria. El 12 de mayo de 1542 se celebré en Portugal la boda por poderes y posteriormente la ceremonia se realiz6, ya en suelo espafiol, el 13 de noviembre de 1543, cuando los novios atin no habian cumplido los 17 afios. El fruto de este enlace fue el Primogénito de Felipe II, el infante don Carlos, un personaje controvertido que, como veremos, daria muchos quebraderos de cabeza a su progenitor. El mismo afio de 1543 Felipe comen- 2 a gobernar Espafia como regente en ausencia de su padre, un bautismo de fuego del que parece que el principe, a juzgar por las crénicas de la época y los documentos oficiales, salié airoso. Entre 1543 y 1559, cuando finalmente se convirtié en rey de Espaiia, Felipe II aprendié, como sefiala Henry Kamen‘!, a gobernar el pais, controlando los acontecimientos que tenian lugar en América y colaborando estrechamente con el padre Bartolomé de las Casas.62 Maria Manuela habia muerto durante el sobreparto, y Feli- pe, viudo desde muy joven, habria de enfrentarse entonces a no pocos sobresaltos. En 1548 viaj6 junto a su padre a Bruse- las con el fin de ser reconocido heredero del Sacro Imperio Romano Germanico, pero la nefasta impresién que causé en 61 Henry Kamen, «Felipe II, gvictima de la Leyenda Negra?», en Clio, num. 62. 62 Fray Bartolomé de Las Casas (1484-1566) fue un fraile dominico espafol, Cronista, te6logo y obispo de Chiapas (México). En defensa de los indios y para denunciar los abusos que con ellos se cometfan en el Nuevo Mundo, escribié su obra mas famosa, Brevésima relacion de la destruecion de las Indias, que envié a Felipe I. 174 FELIPE II, UN NUEVO SALOMON los principes electores alemanes Felipe, un personaje de gran austeridad y «educado para ser demasiado espafiob» dieron al traste con los suefios del césar Carlos, y la corona imperial recaeria finalmente en su hermano Fernando I. Felipe II ten- dria en sus manos el imperio mas inmenso de su tiempo, pero jamis seria emperador. Desde entonces los Habsburgo queda- rian divididos en dos ramas: la espaiiola y la alemana. Felipe II regresé a Espafia a ejercer de nuevo la regencia, pero Carlos V no se daba por vencido y pretendia que su hijo ejerciera la supremacia en Europa occidental, por lo que con- cibié la idea de que su vastago se casara con la catdlica Maria ‘Tudor, hija de Enrique VIII y Catalina de Arag6n, sobre la que habia recaido la corona de Inglaterra tras la prematura muer- te del rey Eduardo VI. Corria el afio 1553 y era una ocasion de oro para que Espafia extendiera sus dominios a las islas Bri- tanicas. Maria Tudor, que contaba por aquel entonces con 40 afios, acepté entusiasmada la idea de contraer matrimonio con el joven espaiiol, de sélo 27. Quien no mostré la misma alegria ante el casamiento con una mujer envejecida, extremadamen- te delgada, algo que hoy forma parte del canon de belleza pero que entonces no era visto con buenos ojos, y de evidente feal- dad, segtin las crénicas (basta con observar el retrato que de ella pinté Antonio Moro y en el que probablemente, como era habitual, suaviz6 sobremanera sus defectos). La ventaja con la que contaba Felipe era que Maria, des- de su llegada al poder, habia jurado restaurar el catolicismo y la obediencia a Roma rota por su padre, impulsor del anglica- nismo. Era ademas una mujer de gran cultura que hablaba y escribia en inglés, francés e italiano y tenia algunos conoci- mientos de castellano y latin. Su primera opcién habia sido casarse con Carlos V, pero éste, prematuramente envejecido a 175 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES los 53 afios —debido a la agitada vida que habia llevado de un campo de batalla a otro y a los problemas de salud, entre ellos la enfermedad de la gota—, habia optado por la eleccién de su hijo, y éste, por el bien de una causa mayor, cedié a las pre- tensiones de su padre. Felipe dej6 la regencia de la Peninsula a su hermana Jua- na y desembarcé en el puerto de Southampton, en Inglaterra, el 20 de julio de 1554, acompafiado de una gran flota. El prin- cipe, sin embargo, y segtin lo expuesto en las capitulaciones matrimoniales, no seria mas que monarca consorte, no pudien- do intervenir en los asuntos internos de Inglaterra, junto a otros curiosos detalles protocolarios que sefialaban su «inferio- ridad» frente a la Tudor, como la obligacién de sentarse siem- pre més bajo que su esposa o que se le serviria en vajilla de pla- ta, mientras Maria comia en una de oro, entre otras lindezas... Aunque en la corte anglosajona Felipe siempre se mostré galante y respetuoso —dentro de los limites de su acostumbrada seriedad—, sus «stibditos» ingleses no le mostraban demasiada simpatia, y los enemigos protestantes de Maria, fieles a Isabel —hermanastra de la primera e hija de Enrique VIII y la ajusti- ciada Ana Bolena—, conspiraban en cada rinc6n de palacio. Es importante resaltar que en la corte inglesa Felipe cono- cid a John Dee, uno de los magos y eruditos mas reputados de los tiltimos arios del Renacimiento, personaje que veremos con amplitud en el capitulo dedicado a Rodolfo II, sobrino a su vez de Felipe II y apasionado ocultista. La relevancia de este encuen- tro entre Dee y el principe espaiiol se halla en que nos sirve para mostrar el interés de Felipe por la magia y las ciencias ocultas y herméticas ya durante su juventud, pasion que le acompafiaria hasta su muerte. Elmago traz6 una carta astrol6gica al futuro soberano espa- fol —que seria reproducida aiios més tarde en una medalla del 176 FELIPE II, UN NUEVO SALOMON tabernaculo pequefio del monasterio de San Lorenzo el Real— y éste le regalé al mago, si damos crédito a lo que refieren algu- nos textos, un espejo negro de obsidiana que, tras ser conve- nientemente tratado, Dee utilizaria durante toda su vida para invocar a los «espiritus familiares» que supuestamente le ayu- daban, segtin sus testimonios, en sus actos magicos. John Dee fue, y continua siendo hoy, un personaje enig- miatico y controvertido que segtin algunos eruditos pudo ser un espia de Isabel mientras estuvo al servicio de Marfa Tudor, sabedores de su credo protestante y de su fidelidad a la que se convertiria mas tarde en reina de Inglaterra (y que restaura- ria el protestantismo). El mago renacentista pasé muchos afios de su vida como consejero de Isabel I y hoy sabemos con cer- teza que no sdlo traz6 horéscopos a la soberana sino que tam- bién eligié el dia y la hora, siguiendo criterios magicos y astro- légicos, mas propicios para su coronaci6n. La misa de velaciones entre Felipe y Maria tuvo lugar el 25 de julio de 1554, y el hijo de Carlos V, que ya ostentaba el titulo de rey de Napoles, duque de Milan (titulos que se apre- sur6 a otorgarle el césar para que estuviera a la altura de Maria), y era ademas heredero de Espafia y de los Paises Bajos, se con- virtié en monarca consorte de Inglaterra. En la mente de Car- los y Felipe, las islas Britanicas ya estaban més cerca de for- mar parte del vasto imperio espafiol. Sin embargo, su estancia en la corte inglesa le costé cara a Felipe, pues su imagen salié muy dafiada tras el matrimo- nio. La dura persecucién de Maria y las ejecuciones sumarias que orden6 contra los protestantes, que le valieron el titulo de Bloody Mary («Maria la Sanguinaria») muchos las atribuyeron a la influencia del monarca espafiol, azote de herejes, aunque todavia no esta claro el grado de participacién de Felipe —pro- bablemente menor— en aquellos funestos hechos. 177 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES En 1555 Felipe marché a Gante, donde su padre, en una solemne y emotiva ceremonia, abdicé en él sus posesiones en los Paises Bajos. El 16 de enero abdicé también en la figura de su hijo los reinos de Espafia, y el césar Carlos, maltrecho y ave- jentado, emprendié un largo camino hacia Castilla para pasar los uiltimos afios de su ajetreada vida en el monasterio de Yus- te, en una estricta vida monistica. Ostentando el cetro y la corona Con la ayuda de Inglaterra, el ya rey Felipe II gané, el 10 de agosto de 1557, la batalla de San Quintin contra los fran- ceses. Fue, junto con Lepanto, la mayor victoria militar de su vida, pero poco después los ingleses perdian el importante pun- to estratégico de Calais, la ultima plaza fuerte que poseian en el continente. Los ingleses culparon del desastre al monarca espaiiol, por el que ya no sentian demasiado afecto. Cuentan que cuando Maria se enteré del desastre, pronuncié estas pala- bras: «Cuando muera, en mi coraz6n llevaré escrito Calais». El 21 de septiembre de 1558 moria Carlos V en Yuste, en su habituacién contigua al coro de la iglesia, mientras ofa misa. Apenas dos meses después, fallecia también Maria Tudor, gra- vemente enferma de hidropesia, y con ella se desvanecia el principal objetivo de aquel enrarecido matrimonio: tener un heredero que algtin dia fuese rey de los Paises Bajos y de Ingla- terra (y quién sabe si también de Espaiia). Una vez muerta Maria, se sentaba en el trono inglés, tras un largo encierro en la siniestra Torre de Londres, Isabel I de Inglaterra, que impondria el protestantismo como religion ofi- cial y se convertiria en una de las mas despiadadas enemigas de Felipe II, a pesar del intento de éste, frustrado, claro, de 178 Feuve II, UN NUEVO SALOMON tomarla en matrimonio. El rey mds poderoso de su tiempo debia renunciar definitivamente a sus pretensiones sobre Ingla- terra. Tiempo de dificultades Felipe II ha sido definido en alguna ocasién como «el rey de los papeles». Como un auténtico burécrata, goberné su inmen- so imperio desde su despacho en Madrid, donde pasaba horas y horas examinando detenidamente y firmando documentos oficiales, sobre los que solia hacer anotaciones de su puiio y letra. Su exigencia de supervisar practicamente todos los asun- tos relacionados con la Corona y su negativa a aceptar vali- miento alguno, siguiendo los consejos de su padre, llevaron al sistema a una ralentizaci6n que pronto comenzé a ser un ver- dadero problema, lentitud que llegé a criticar el mismo Papa. Seguin sefiala Geoffrey Parker, Felipe se levantaba sobre las ocho de la mafiana y pasaba alrededor de una hora en la cama leyendo los primeros documentos del dia. En total, exa- minaba y rubricaba unos 400 documentos diarios, recibia a secretarios, embajadores, emisarios... y cuando comenzé la colosal empresa de construir el monasterio de El Escorial, aque- Ilas audiencias se incrementaron con las visitas de los arqui- tectos y la lectura de los informes sobre la marcha de las obras. Las deudas fueron, sin embargo, una constante durante su reinado, que sufrié tres bancarrotas —la primera de ellas en 1557, al no tener fondos para pagar a sus acreedores— y la economia castellana, a consecuencia de los muchos frentes abier- tos en Europa, la Gran Armada y la construccién del gigan- tesco monasterio, se resentiria gravemente. No obstante, Feli- pe Il ya hered6 una situacion monetaria delicada; su padre 179 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES Carlos se calcula que dejé a la Corona una deuda de aproxi- madamente 20 millones de ducados. En el campo militar, Felipe consiguié notables victorias, como la citada de San Quintin, por la que se firm el tratado de Cateau-Cambresis, en abril de 1559, y por el que los Valois franceses renunciaban a sus posesiones en Italia, comenzando un periodo de relativa paz entre los que habian sido enemigos endémicos durante casi medio siglo. Esta tregua fue sellada al fijarse el matrimonio del rey espanol con la joven y hermosa Isabel de Valois, hija de Enrique Il de Francia y la maquiavé- lica Catalina de Médicis (quien, por cierto, también mostré una gran aficién a la magia y la astrologia). Isabel se habia educado con Maria Estuardo, futura reina de Escocia, y en un principio se habia concertado su matrimo- nio con el infante don Carlos, hijo de Felipe, pero la actitud de éste y la muerte de Maria Tudor habjan alterado los planes del rey de Espaiia, que necesitaba una nueva reina. El matrimonio se celebré por poderes en la catedral de Notre-Dame de Paris el 22 de junio de 1559. Mientras se cele- braban festejos en la capital gala por la boda, tuvo lugar un funesto acontecimiento: durante la celebracién de un torneo al estilo medieval, Enrique II, haciendo oidos sordos a las advertencias, se empeiié en luchar y romper una lanza con el jefe de su guardia escocesa, Gabriel de Montgomery, sufrien- do el impacto de una astilla en uno de sus ojos y muriendo doce dias después, en medio de terribles dolores y sin que los mejores médicos y magos de la corte pudieran hacer nada por él. Al parecer, el gran visionario Nostradamus, protegido, médico y astrdlogo personal de Catalina de Médicis, habia pro- fetizado el triste suceso en sus Centurias (seguin las interpreta- ciones, siempre complejas, que se han hecho en muchas oca- 180 Fru I, UN NUEVO SALOMON siones de las mismas). Cuentan algunas crénicas que Montgo- mery exclamé: «Maldito sea el adivino que predijo tan bien tanto mal». Su destino no seria mucho mejor al de su sefior, y dieciocho afios después de aquel suceso, el soldado seria eje- cutado por orden de la rencorosa Catalina, que en cambio no volcé su ira contra Nostradamus y su «acierto». Tras los negros festejos, la situacién en Francia se complicaba todavia mas, hasta desembocar en los tiempos en los que el mismo Felipe II emprenderia la lucha contra el pais galo por adquirir su mis- mo trono para su hija Isabel Clara Eugenia. Felipe II e Isabel de Valois se encontraron por primera vez el 31 de enero del afio siguiente a la boda por poderes en el palacio del Infantado, en Guadalajara. Isabel tenia tan sdlo 13 afios y Felipe 33. El drama de don Carlos Por aquel entonces las cosas comenzaban a marchar mas o menos bien para nuestro protagonista: habia firmado la paz con Francia, el oro y la plata procedentes de América llegaban en grandes cantidades a la Peninsula y tenia a su lado a una joven y hermosa compafiera. Sin embargo, Felipe II no goza- ria de mucho tiempo de tranquilidad; su hijo y heredero, don Carlos, fruto de su primer matrimonio, se habia convertido en un grave problema para la Corona. Quien estaba llamado a heredar el imperio mas grande de su tiempo dio sobradas mues- trasde una evidente incompetencia ya desde sus primeros momen- tos de vida. Los efectos de tantos afios de politicas endogami- cas se hicieron sentir con toda su fuerza en el vastago del Rey Prudente como casi un siglo después lo harian en la figura de Carlos II el Hechizado 181 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES Don Carlos nacié el 8 de julio de 1545 en Valladolid; su madre, Maria de Portugal, como antes sefialé, murié tras el parto y Felipe II se retiré entonces, profundamente dolido, al monasterio de Abrojo a guardar el acostumbrado luto. Desde que vino al mundo, el principe, como correspondia a su pri- vilegiada situaci6n, estuvo rodeado de una pequeiia corte encar- gada de servirle y velar por su seguridad. En 1549, su abuelo Carlos V envié desde Bruselas instrucciones sobre como edu- car al principe, como antes habia hecho con su hijo. Don Carlos se educé junto a don Juan de Austria y Ale- jandro Farnesio, personajes que realizarian grandes hazafias afios después al servicio de la Corona. Desde el principio el hijo de Felipe II mostr6 un caracter dificil, y a pesar de que sus ayos y maestros fueron algunos de los humanistas mas instruidos de palacio, realizaba escasos progresos en su educacién y no mostraba interés en nada, salvo por la bebida, las mujeres y la buena mesa. Como sefiala Laura Garcia SAnchez® en un exce- lente articulo sobre esta controvertida figura, el comportamien- to discolo que comenz6 a mostrar prematuramente se debio a ciertas deficiencias psiquicas heredadas de su bisabuela Juana la Loca y de la propia abuela de ésta, Isabel de Portugal, que también acabo sus dias enajenada y encerrada. Desde nifio don Carlos comenz6 a sufrir graves proble- mas de salud, como fiebres intermitentes —que nunca le aban- donarian— y ataques de paludismo, que le causarfan secuelas fisicas y psiquicas irreversibles. Mientras Juan de Austria —hijo bastardo de Carlos V con Barbara Blomberg— y Ale- jandro Farnesio destacaban en los ejercicios fisicos, el infante nunca fue capaz de realizar correctamente actividades como la 63 Laura Garcfa Sanchez, «Don Carlos, la triste historia del heredero de Feli- pe II», en Historia 16, Afio XXIX, nim. 355, noviembre de 2005. 182 Feuipe II, UN NUEVO SALOMON esgrima o la equitacion, debido no solo a su falta de interés, sino principalmente a sus limitaciones fisicas. Seguin las descripciones de algunos cortesanos y embaja- dores de la época, don Carlos tenia la cabeza desproporciona- da con respecto al resto del cuerpo y en sus Ultimos afios de vida tuvo serios problemas para utilizar la mitad derecha de su maltrecho cuerpo, unido a un evidente raquitismo debido probablemente a la consanguinidad de sus vastagos. Hasta los tres afios no fue capaz de articular palabra y siempre se expre- s6 con dificultad, tartamudeando en ocasiones (el labio infe- rior, con el prognatismo tipico de los Austrias, era muy mar- cado en él, lo que le hacia ingerir con dificultad los alimentos, como a su abuelo paterno). El principe mostraba habitualmente una violencia y una crueldad que traia de cabeza a sus cuidadores, e incluso lleg6 a cometer agresiones fisicas. En una ocasi6n tiré por una ven- tana a un paje que se atrevié a contrariarle, atacaba con cuchi- llos a los hombres de su padre e incluso se enfrenté al duque de Alba, uno de los personajes mas importantes de la corte y hombre de confianza del rey. Disfrutaba torturando animales y maltrato a sus caballos hasta casi matarlos. En una ocasion, cuando un zapatero le fabricé unos chapines que le quedaban estrechos, ordené a sus sirvientes que los hirvieran y obligé al desdichado hombre a comérselos. Juerguista y precoz mujeriego, la noche del 19 de abril de 1562, cuando contaba 16 afios, sufrié un accidente mientras salia a hurtadillas del Alcdzar de Madrid para reunirse con la hija de uno de los porteros en los jardines del mismo. Mien- tras bajaba por una oscura escalera de servicio, perdié el equi- librio y se golped fuertemente la cabeza contra el suelo. Aun- que en principio la contusién —en la sien izquierda— no 183 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES parecia grave, el estado de salud del heredero empeoré de mane- ra alarmante. Junto a intensas fiebres comenzaron los primeros sinto- mas de parilisis del lado derecho de su cuerpo, que empezaron en la pierna y que ya no le abandonarian. Don Carlos fue sometido a continuas purgas y sangrias y los mejores médicos de entonces, como el doctor Andrés Vesalio 0 el doctor Mena, examinaron al paciente, pero éste empeoraba cada vez mas. Incluso un curandero morisco procedente de Valencia, el Pin- terete, aplicé unos misteriosos ungiientos al enfermo que no dicron ningun resultado efectivo. El delirio duraba ya cinco dias y el rey slo tenia esperanza ya en un milagro. Fue enton- ces cuando la fe y la religiosidad tipica de entonces entraron enescena y por iniciativa del duque de Alba, seguin relata Cabre- ra de Cordoba, cronista de Felipe II que fuera amigo de Cer- vantes, se trasladaron los restos del franciscano Diego de Alca- la en procesién desde el monasterio de Jestis Maria hasta los aposentos de don Carlos. Alcalé, que permanecia incorrupto, habia muerto en olor de santidad un siglo antes. Los restos del teligioso se pusieron al lado del maltrecho principe en una esce- na que sin duda debié resultar bastante tétrica; ademas, se situ también junto al lecho la imagen de Nuestra Sefiora de Ato- cha, a la que los Austrias espafioles siempre rindieron gran devoci6n. Quién sabe si por casualidad, por sugestion o por mila- grosa intercesién divina, el caso es que don Carlos se recupe- 16 poco después y Felipe II, tan devoto y buen cristiano, soli- cité al papa Pio IV la canonizacién de fray Diego de Alcala. 184 FEuPE II, UN NUEVO SALOMON Un tragico final A pesar de la evidente satisfaccién del rey por la «mila- grosa» recuperaci6n de su unico hijo var6n, las extravagancias y caprichos de don Carlos fueron en aumento, lo que llevé a que diferentes embajadores extranjeros, como el bar6n de Die- trichstein, enviado de Maximiliano II a la corte espafiola, escri- biera a su sefior palabras tan duras como las siguientes sobre el joven: «Normalmente esté tan loco y furioso que todos aqui se compadecen del destino de la mujer que tendra que vivir con él». Don Carlos ansiaba casarse y convertirse en gobernador de los Paises Bajos, en virtud de lo estipulado por su padre con los Estados Generales de Flandes en 1559, pero el soberano mas poderoso de la cristiandad no podia permitirse correr el riesgo de poner al frente de aquellos estados, auténticos hervideros reformistas hostiles a Espafia, a un principe tan limitado como aquél. Carlos comenz6 a impacientarse ante la negativa y a sen- tir un odio cada vez mas profundo hacia su padre y sus hom- bres de confianza, y a mostrar cierta simpatia hacia la causa protestante (probablemente en un principio s6lo con el afan de llevar la contraria a su progenitor). Cuando se enteré de que el duque de Alba habia sido nombrado para el cargo, sufrié un ataque de enajenacién mental e intenté asesinar a éste; incluso don Juan de Austria, con el que habia crecido, estuvo a punto de morir a sus manos en una ocasi6n. Mientras tanto, la situacién en los Paises Bajos se compli- caba y Felipe II, que habia heredado de su padre el sentido mesidnico y providencialista, creyendo que habia sido elegido por Dios para mantener unida a toda la cristiandad bajo su cetro, no podia permitir el avance protestante. Durante su rei- 185 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES nado tuvieron lugar los afios més duros de la Contrarreforma, que llevaron a graves disturbios y a que se fuera forjando la famosa Leyenda Negra que le acompaiiaria siempre. Como paradoja a todo ello, su tinico hijo y heredero man- tenia contacto con los rebeldes (algunos de los cuales habian sido, por cierto, amigos personales de Felipe durante su juven- tud y su estancia en Amberes). Ante la grave situacion que se estaba viviendo en los Paises Bajos, la gobernadora, Margari- ta de Parma —cuya politica autoritaria iba encaminada a fre- nar el avance protestante— decidi6 enviar a la Espafia a dos tepresentantes de la nobleza flamenca, ante las quejas que éstos le habian elevado. Se trataba del marqués de Berghes y del barén de Montigny; corria el afio 1566. ‘Tras una larga espera en Madrid, éstos expusieron al rey sus protestas y exigieron un cambio en las directrices del Gobier- no espafiol, pero Felipe II no cedié ante las pretensiones de aquellos que consideraba enemigos de Dios. Mientras tanto, el rey era informado de los movimientos conspiratorios de su hijo con los protestantes. Entre los meses de enero y abril de 1565, el protestante conde de Egmont habia visitado también la corte madrilefia y habia entrado en contacto con don Car- los, quien al parecer pretendia escapar de Espafia e ir a Flan- des. Cuando el citado Montigny Ilegé a Madrid un afto des- pués, el temerario principe se reunié con él para planear su traicién, mientras intentaba convencer a algunos grandes de Espafia, a través de misivas, para que le apoyaran «en una gran empresa» que estaba preparando. Ademés, con una inge- nuidad casi infantil, tipica de su caracter, Carlos conté todos sus planes a Ruy Gomez de Silva, principe de Eboli, Sumiller de Corps y uno de los mas fieles servidores de Felipe II, y tam- bién a don Juan de Austria —a quien solicité incluso que le ayudara a viajar hasta Italia a cambio de una jugosa recom- 186 FeLipe II, UN NUEVO SALOMON pensa—, quienes, por supuesto, no tardaron en comunicar los oscuros planes del joven al rey. A éste no le quedaba ya nin- guna duda no sélo de la incompetencia de su hijo sino tam- bién de la evidente traicion a la fe y a la Corona. Mientras tanto, en 1567, el duque de Alba fue enviado a Flandes con la mision de controlar la desbordada situacién pro- vocada por los rebeldes. Gran militar pero pésimo gobernan- te, llevaria a cabo en Bruselas una politica de terror feroz. Alba cre6 el Tribunal de los Tumultos, conocido por los holandeses como el «Tribunal de la Sangre», para reprimir a los protes- tantes. Un afio antes los calvinistas habian asaltado iglesias cat6licas para quemar las imagenes de los santos que conside- raban heréticas, algo que el devoto Felipe II no estaba dispues- to a consentir. Las ejecuciones fueron sumarias —ascendieron aun total de mas de mil, sin contar otro tipo de condenas, mas de doce mil y entre ellas se contaron las de importantes nobles flamencos como el citado conde de Egmont y el conde de Horn, que fueron decapitados en Bruselas y cuyas cabezas se expu- sieron durante tres dias para escarnio publico. Estos dramati- cos acontecimientos, que le valieron a Alba el sobrenombre de «el duque de hierro», alentarian la futura revolucién de los Pai- ses Bajos y el odio de sus gentes hacia el rey espaiiol. Mientras, Berghes y Montigny solicitaron pasaportes para regresar a Flandes pero, sospechosos de tratar con los rebeldes y acusados de traicion, fueron apresados. Berghes, gravemen- te enfermo, murié a los pocos dias de ser arrestado y el barén de Montigny seria estrangulado en el castillo de Simancas el 16 de octubre de 1570. Esevidente que don Carlos mantuvo contacto con los rebel- des, pero es muy probable que jamis existiera una conspira- cidn en toda regla, como sefiala Geoffrey Parker, aunque los historiadores atin no se ponen de acuerdo sobre este oscuro 187 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES punto. Fuera real 0 no, lo cierto es que Felipe II, sabedor de que la sucesién a la Corona no podia recaer en su inepto hijo, tom6 la decisién probablemente mas dura de toda su vida. El 17 de enero de 1568, el Prudente reuni6 a sus ministros yaun grupo de tedlogos, a los que expuso la dificil situacién ante la que se encontraba. La noche siguiente, con casco y armadura y a la cabeza de un grupo de soldados, Felipe II se present en los aposentos de don Carlos, en el Alcazar de Madrid, y ordeno que le apre- saran. Las frias palabras que al parecer el rey dirigié a su hijo no dejaban lugar a dudas sobre su firmeza: «De aqui en ade- lante no os trataré como un padre a un hijo sino como un rey a un stibdito». El principe fue encerrado en sus aposentos; el monarca orden6 que requisaran todos sus papeles y que se cla- varan las puertas y las ventanas. Una semana después se le traslad6 a una torre aislada del Alcazar y se le asignaron varios guardianes que gozaban de plena confianza del rey y que esta- ban comandados por Ruy Gomez. Quien al parecer mas laments el encierro del heredero, ademis de Felipe II, fue Isabel de Valois, la inica amiga en la que el desequilibrado joven habia depositado su confianza. Duran- te seis meses estuvo retenido, seis meses rodeados de un gran secretismo en los que al parecer fue perdiendo progresivamen- te la razén, la poca que le quedaba: hizo continuas huelgas de hambre y adelgaz6 de forma enfermiza, hasta casi parecer un cadaver. En otras ocasiones com{a de forma compulsiva y comen- 26, segtin Parker, a tragarse diferentes cosas, incluso un anillo de diamantes. Finalmente, el 24 de julio de 1568, el desdichado murié de inanicién (aunque se ha barajado la posibilidad de que fuera envenenado por orden del rey, hipétesis que interesaba sobre- manera a los detractores y enemigos del espafiol, que por aquel 188 Feuire II, UN NUEVO SALOMON entonces eran muchos). Felipe II decreté duelo general duran- te nueve dias y ordené a toda la corte llevar luto durante un afio, pero no hubo grandes lamentos y la tranquilidad tras la enigmatica muerte del principe fue evidente. Parece que se cum- plian entonceslas palabras cuasi proféticas que afiosatras, duran- te el auto de fe celebrado en Valladolid contra un foco lutera- no, Felipe II dirigié a un reo que le suplicaba clemencia: «Yo traeré lefia para quemar a mi hijo si fuese tan malo como vos». Juan Garcia Atienza® cree que pudieron existir motivos mis profundos en la «muerte» de don Carlos, relacionados con elconcepto de la realeza divina y con la Tradicién Arcana. Feli- pe II, convencido de su «mision» providencialista y mesidni- ca, y gran conocedor de la Tradicién y de la filosofia oculta surgida en el Renacimiento —una de las facetas menos cono- cidas del «ortodoxo» monarca, que no lo era tanto—, pudo ordenar el sacrificio de su primogénito para que las cosas vol- vieran a su cauce, fiel a la cultura ancestral de muchos pue- blos del entorno mediterraneo y asiatico en los que era cos- tumbreel sacrificio del primogénito—tema que también estudi6 a fondo sir James Frazer— como ofrenda a uno u otro dios, y que era condicién indispensable para, en palabras de Atienza, «invocar la buena suerte para el reino o para la familia», en la linea de la «realeza sagrada» que hemos ido analizando a lo lar- go de todo el libro. En la Biblia, que tan bien conocia nuestro protagonista, se habla del sacrificio, impedido en ultimo momento por Yah- vé —el mismo que lo habia solicitado—, de Isaac a su primo- génito Jacob. Por ejemplo, los pinicos tenian por costumbre inmolar a sus primogénitos, tradicién que persistid a lo largo de los siglos en diferentes culturas. En el mismo siglo xv1 que 64 Juan G. Atienza, La cara oculta de Felipe II. Alquimia y magia en la Espa- fia del Imperio, Martinez Roca, Barcelona, 1998. 189 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES le tocé vivir a Felipe II asistimos al «asesinato» o sacrificio de varios primogénitos a manos de otros soberanos que también se creian elegidos por Dios para gobernar, «reyes sagrados» fie- lesa una u otra tradici6n religiosa e interesados todos ellos tam- bién por el ocultismo: Soliman el Magnifico, sultan de los tur- Cos y gran antagonista de Carlos V, hizo matarasu primogénito y heredero, Mustafa. En 1581, el zar ruso Ivan IV el Terrible mato con sus propias matos a su primogénito y también here- dero, el zarevich Ivan, al parecer tras un ataque de ira, aun- que, siguiendo a Atienza, tal crimen se vio acompajiado de ciertas connotaciones simbolicas y fendmenos celestes como cometas, junto a extrafias Iluvias, que los boyardos, que con- sideraban a su soberano la imagen del mismo Dios, interpre- taron como acontecimientos magicos relacionadoscon la muer- te del heredero. También Rodolfo II, sobrino de Felipe II y del que nos ocuparemos ampliamente en el siguiente capitulo, sen- tencid a cadena perpetua a su primogénito —aunque bastar- do— don Giulio, que murié en prisién. ‘Todos estos herederos se habian planteado —a excepcion de don Giulio, del que no lo sabemos con certeza— la posibi- lidad de suplantar a sus padres en el poder; todos los sobera- nos pidieron ademés ptiblicamente la intercesién divina por el alma de sus vastagos y, aunque parezca increible, tras su muerte sucedi6é un periodo, mds o menos corto, de relativo sosiego o de buena suerte. Como sefiala Atienza en el mejor trabajo sobre la faceta heterodoxa de Felipe II que se ha escri- to: «La muerte del hijo en sacrificio inmolatorio era un rito conocido de muchos y, aunque ya no se practicase, persistia su recuerdo y, sobre todo, los motivos trascendentes que lo reclamaron in illo tempore para asegurar la buena marcha de Jos asuntos que afectaban al pais o para detener los males que los amenazabam». 190 Feure II, UN NUEVO SALOMON La forja de la Leyenda Negra Fueran cuales fueran las verdaderas intenciones de Feli- pe Il y sus motivos mas profundos para encerrar a don Car- los, o si procedié realmente a su sacrificio como forma de reden- ci6n —algo por lo demas poco probable—, lo cierto es que a partir de entonces se fue forjando la imagen negativa y des- virtuada del rey, lo que la Historia ha dado en llamar la Leyen- da Negra, y a la que contribuyeron personajes como Catalina de Médicis 0 Guillermo de Orange, cabecilla de los rebeldes de los Paises Bajos; imagen que, por otra parte, han contrarresta- do otros escritores e historiadores, generalmente del ambito his- panico, a través de la llamada «Leyenda Rosa» y que, al igual que la otra, no ha hecho sino desvirtuar por completo al ver- dadero personaje. A través de su Apologia, Guillermo de Orange mostré una imagen de Felipe como un rey tiranico y autoritario que orde- no matar a su primogénito nada menos que por celos. Segtin el texto, don Carlos habrfa mantenido en secreto una relacion sentimental con Isabel de Valois, relacion que conoceria el monar- ca. Todo ello, sin embargo, es muy poco probable, por varias razones, y aunque es cierto que Isabel llor6 mucho la muerte del joven, se debia principalmente a que ambos habian enta- blado amistad a consecuencia de su soledad en la corte y de su similitud de edad. Orange insistia en que ambos habian sido envenenados por orden del rey. Es cierto que Isabel murié pocos meses después que don Carlos, el 3 de octubre de 1658, durante un parto; sin embargo, la hipdtesis del envenenamien- to es absurda, pues Isabel perdié también al hijo que habria heredado el imperio de haber sobrevivido, y para Felipe, un rey tan fiel a su sentido del deber, tener un heredero estaba muy por encima de cualquier «engafioy amoroso. Aun hoy, 191 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES no obstante, hay estudiosos que albergan sus dudas sobre lo que realmente paso. Es cierto que el Rey Prudente cometi6 errores y se mostré en ocasiones implacable, algo que no tengo intencién alguna de justificar, pero todo obedecié en gran parte a las circuns- tancias de un tiempo tan distinto al de ahora —en el que por desgracia se cometen atrocidades atin mayores— y a su res- ponsabilidad como gobernante de un imperio tan extenso; no fue ni peor ni mejor que otros reyes y principes de su época, pues el asesinato politico era, como sefiala el catedratico de His- toria Moderna de la Universidad de Valladolid Luis Ribot Gar- cia®5, algo comtin en la Europa de entonces, y existian muchos tratadistas que admitian el derecho absoluto del rey —que pode- mos relacionar de nuevo con ese concepto sagrado de su figu- ra— sobre la vida y la muerte de sus stibditos. El reinado de Felipe II esta cubierto de sombras, pero tam- bién leno de luces, principalmente en el Ambito artistico, yno se pueden negar sus méritos en muchos campos. El caso Anto- nio Pérez®, la rebelién y posterior aplastamiento de los moris- cos de las Alpujarras, la labor de la Inquisicion —con la in jus- tacondena abierta incluso contra el arzobispo Carranza, acusado de herejfa por el inquisidor general—, vinieron a extender con mayor fuerza la Leyenda Negra, todo ello sumado a sus fra- casos militares y econémicos (que Ilevaron a Castilla a una situacion muy delicada); sin embargo, estos hechos no impi- den que se deba reconocer al soberano espafiol como a uno de los mayores mecenas de su tiempo: a pesar de la censura que 65 Luis Ribot Garcia, «Un principe del Renacimiento», en La Aventura de la Historia, nim. 1, noviembre de 1998. 66 Segundo secretario de Felipe II que acabé convirtiéndose en uno de sus més enconados enemigos, contribuyendo a extender la Leyenda Negra desde su exilio en Aragon tras el asesinato politico de Juan de Escobedo, secretario de don Juan de Austria. 192 Ferive Il, UN NUEVO SALOMON obligé a introducir, protegié la cultura y las artes como pocos monarcas espafioles Jo habian hecho hasta entonces, a excep- cién de Alfonso X. Un sentido particular de la religiosidad Felipe II era un hombre de profunda religiosidad que con el paso de los afios se convirtié en un monarca cada vez mas providencialista. Al igual que su padre, y como indiqué ante- riormente, tenia la firme conviccién de haber sido elegido por Dios para gobernar y unificar a la cristiandad, y por ello no podia permitir ningtin conato de rebeldia 0 de disidencia reli- giosa. Ademas de la persecuci6n en los Paises Bajos y los autos de fe en la Peninsula contra focos luteranos, en 1560 dio un plazo de cuatro meses a los espafioles que realizaban sus estu- dios en la Universidad de Lovaina para que regresaran a Espa- fia y evitar asi el «contagio» de las nuevas doctrinas heréticas. Alguin tiempo después prohibié incluso estudiar en cual- quier universidad extranjera, y aparecian decretos por los que se castigaba con la confiscacion de bienes e incluso con la muer- te a aquellos que importasen libros sin licencia real, surgien- do los llamados Indices de Libros Prohibidos, redactados por la Inquisicion y que tanto dafio hicieron al avance de la cultura en media Europa. Sin embargo, y a pesar de su exacerbado catolicismo, Feli- pe II vivid su religiosidad de forma muy particular, a su mane- ra, y no permitid que nadie, ni siquiera el Papa, le dictase las normas que debia seguir en este terreno. Aqui se encuentra, quiza, la mayor paradoja de todo su reinado, y es que aquel que persiguié la herejfa y la disidencia con ahinco, en ciertas ocasiones defendié a personajes sospechosos de heterodoxos, 0 193 HISTORIA OCUITA DE Los REYES al menos bajo el punto de mira de la Inquisici6n, por judai- zantes, como Santa Teresa de Jestis —cuyas obras leyé con devocién toda su vida— o Benito Arias Montano, fascinante Personaje que pronto trataremos. Fue, ademas, un apasiona- do de «ciencias» que en aquellos tiempos eran consideradas heterodoxas 0 incluso heréticas, como la magia, la alquimia, la astrologia o la adivinacin. Sin embargo, esto no quiere decir que Felipe II se saliera por completo del camino marcado de la ortodoxia —o al menos que él pensara que lo hacia—, 0 que fuera una especie de «here- je en la sombra. En el siglo xvi era habitual que los monar- cas, principes —e incluso papas— y otros personajes instrui- dos sintieran fascinacion por las ciencias herméticas y ocultas; en el Renacimiento muchos eruditos como Marsilio Ficino o Pico della Mirandola utilizaron la magia con el fin principal de demostrar la existencia de Dios y, sin embargo, se conside- raban verdaderos catélicos. Como sefiala el investigador Javier Garcia Blanco, en aquella época estaba en auge el llamado «her- metismo cristiano», muy influido Por las teorfas de Ram6n Llull —que también atraerian la atencién del monarca—, que lejos de ser una doctrina herética, era considerada Por sus prac- ticantes como un complemento o incluso un modo de confir- macion del mensaje difundido desde Roma y de la existencia del Dios catélico, a pesar de que varios Papas condenaron for- malmente el lulismo. Un nuevo Templo de Salomén Probablemente el mayor misterio de todo el reinado de Felipe II se halle en la gigantesca obra que mand6 erigir: el monasterio de San Lorenzo el Real de El Escorial. Gracias al 194 FELIPE IL, UN NUEVO SALOMON laborioso trabajo de modernos investigadores como René Tay- lor, Juan G. Atienza o Juan Ignacio Cuesta, el monumento que dio cobijo a los anhelos y suefios del Rey Prudente comienza a desvelarnos algunos de sus multiples secretos. Aunque oficialmente el monasterio se construy6 como conmemoracién de la victoria en la batalla de San Quintin contra los franceses, lo cierto es que fue erigido siguiendo con- sideraciones astronémicas, astrolégicas y magicas y en un encla- ve que podriamos considerar, siguiendo a Juan Ignacio Cues- ta, un auténtico lugar de poder desde tiempos inmemoriales. A pesar de que el edificio se orient6 mediante la puesta de sol del dia 10 de agosto, fecha conmemorativa de la citada vic- toria militar de San Quintin, y siguiendo el eje Este-Oeste habi- tual de los templos cristianos, como apunta Javier Garcia Blan- co, se eligié dicha fecha en funcién también de la relevancia que se daba a la misma en los hordscopos que se habian tra- zado para Felipe II y a los que el soberano otorg6 una enorme importancia durante toda su vida. Siguiendo a algunos «demondlogos», el mismo santuario fue construido para tapar una «boca del infierno»®”, pues segtin viejas leyendas populares de la zona se hablaba de una mina de hierro cuyas galerias penetraban hasta las mismisimas puertas del infierno, y por aquella «entrada» cabia la posibilidad de que saliera el mismo diablo, funcion —la de taponar las mismas— que habrian cumplido otros templos religiosos, como las cate- drales géticas o el mismo Templo de Salomon, que tanta rele- vancia tiene en relacion con la obra de nuestro protagonista. Pero més allé de anécdotas 0 de aspectos legendarios, lo cierto es que el lugar elegido como enclave para erigir el monas- terio es, siguiendo a Cuesta, uno de los lugares de mayor mag- 67 Consultar el excelente trabajo de Juan Ignacio Cuesta Millén, La boca del infierno. Claves ocultas de El Escorial, Aguilar, Madrid, 2006. 195 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES netismo de la peninsula Tbérica, algo que en otro tiempo fue vital para los iniciados y constructores que siguieron las bases de la Tradicién Primordial a la hora de erigir sus templos. René Taylor®8 sefiala que la colocacion de la primera piedra del edificio y la de la iglesia se realizaron en momentos favo- tables segtin los pronésticos astroldgicos que se habian traza- do por orden del monarca, Pronésticos a los que éste otorg6 una importancia vital en relacién con el conjunto arquitec- t6nico sacro. Los horéscopos reales Felipe II conté con varios horéscopos a lo largo de su vida. Sabemos ya que el mago John Dee le trazé uno durante su estancia en Inglaterra con Maria Tudor, pero el mas impor- tante de todos los horéscopos que Posey6, realizado a peticién del mismo monarca y en el que basaria algunas de las decisio- nes mas importantes que tom6 durante su vida, fue el llama- do Prognosticon, carta natal que se encuentra en la biblioteca escurialense trazada por Matias Haco Sumbergense, médico, matematico y astrélogo de Carlos V Y posteriormente del Pru- dente, un trabajo de gran elaboracion, riguroso, con muchas tablas de correspondencia. Algunos de los contenidos del Prog- nosticon aparecen incluso disimulados en algunos de los fres- cos de la biblioteca del monasterio, uno de los lugares més enig- miticos y bellos del complejo, Junto al horéscopo de Matias Haco, en 1540 se publicé en Nuremberg otra carta astrolgica, ésta de Luca Gaurico, bajo el titulo de Tractatus astrologiae judiciariae de nativibus virorum 68 René Taylos, Arquitectura y Magia. Consideraciones sobre ta idea de El Escorial, Siruela, Madrid, 1994. 196 FELIPE II, UN NUEVO SALOMON et mulierum, donde el italiano estudiaba a diversos personajes como nobles y reyes, entre ellos al monarca espaiiol, y tam- bién Francesco Giuntini incluye una de estas cartas en el Spe- culum Astrologiae. No fue sin embargo algo fuera de lo comuin, ya que a lo largo de todo el siglo xvi goz6 de gran éxito en toda Europa la llamada astrologia judiciaria.© Herrera, arquitecto y mago Las obras del monasterio de San Lorenzo, siguiendo los momentos astrolégicamente favorables citados anteriormen- te, comenzaron el 23 de abril de 1563, bajo la supervision de Juan Bautista de Toledo, quien habia sido ayudante de Miguel Angel durante sus trabajos vaticanos y quien dirigio la obra durante cuatro afios, hasta su muerte. Fue entonces cuando se hizo cargo del colosal proyecto el arquitecto Juan de Herrera, una figura rodeada de misterio. Herrera posefa una vasta cultura, hablaba latin y tenia amplios conocimientos de matematicas, ingenieria, mecani- ca, metalurgia y astronomia, ademés de disciplinas menos ortodoxas, si tenemos en cuenta el amplio ntimero de obras heterodoxas que formaban su biblioteca privada, textos de Hermes Trimegisto, Plotino, Paracelso, y Marsilio Ficino, entre otros. En una ocasion la Inquisicion Ileg6 a reclamar sus servi- cios por los amplios conocimientos que posefa en el campo de la interpretacién de los suefios, a la hora de juzgar a una supues- ta «bruja» llamada Lucrecia de Leon, que afirmaba poseer dotes de clarividencia. 69 Aquella que, en funcién de los astros, predice el porvenir de las personas. 197 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES Una vez muerto Juan Bautista de Toledo, Herrera se con- Virtié en el hombre favorito de Felipe II —a pesar de que nun- ca ostentaria el titulo de Maestro de Obras Reales como el pri- mero—, y no abandonaria ni a sol nia sombra al rey, a quien aconsejaba sobre las mas variadas cuestiones. Algunos indicios apuntan a que el arquitecto pudo haber sido no sdlo conseje- to y Aposentador Real, sino incluso una especie de «mago» personal de Felipe, como sugiere René Taylor, al igual que lo fueron, en cierta manera, John Dee de Isabel I, Michel Scoto de Federico II o Nostradamus de Catalina de Médicis; no sélo por los amplios conocimientos de Herrera de las ciencias her- miéticas y ocultas, sino también por el cardcter profundamen- te esotérico que impregno al monasterio de El Escorial, que vario sustancialmente su trazado una vez muerto Juan Bau- tista de Toledo y tras asumir su discipulo la direccién de las obras. Sabemos asimismo que Herrera fue un fiel seguidor de las doctrinas del sabio mallorquin Ramon Llull, que cité anterior- mente, cuyas obras han inspirado a eruditos e iniciados de toda indole desde la Edad Media. Al Parecer, durante el viaje que Felipe II efectué a Portugal en 1580 para su coronacién con motivo de la anexién del pais luso a la Corona espatiola tras la muerte del joven rey don Sebastian, Herrera logré que el soberano espaiiol concediera una audiencia a un tal Juan Segui, Por aquel entonces candnigo de la catedral de Palma y desta- cado alquimista. Durante la conversacion que mantuvieron, Segui habl6 extensamente a Felipe II sobre Llull y sus doctrinas y parece Ser que a partir de entonces, quién sabe si antes, el bastion del catolicismo en su tiempo se convirti6 en ferviente seguidor de los postulados lulistas, y en avido lector de sus obras, que po- seia en su magna biblioteca escurialense. 198 Feuipe II, UN NUEVO SALOMON Un templo como reflejo del Cosmos Existen diversas evidencias que sefialan como Felipe II con- cibio la idea de plasmar en su gigantesca obra escurialense una especie de Cielo en la Tierra, quiza influido no sdlo por las teo- rias lulistas, la funcionalidad de los templos religiosos 0 el «her- metismo cristiano» citado, tan en boga por aquel entonces, sino también por los textos de corte mistico que fueron escri- tos por «visionarios» y hombres de fe de su época como fray Luis de Le6n, san Juan de la Cruz o su muy admirada santa ‘Teresa, por la que intercedié ante la Inquisicion y cuyas obras leia el monarca habitualmente. Pero ademas del cardcter intimista y austero, como un gran espacio de religiosidad, que el rey quiso impregnar al edi- ficio donde paso los tiltimos afios de su vida, en él Felipe IT plasm6 también, como digo, un auténtico «Cosmos», su Uni- verso 0 Cielo particular —al igual que hizo Federico II en Cas- tel del Monte—, emulando el mas simbélico edificio religioso dela antigiiedad: el Templo de Salomén79, hecho que sin embar- go ha pasado desapercibido —al menos para la gran mayo- ria— durante demasiado tiempo. Aunque desde practicamente su misma construccion se viene haciendo referencia a la planta del edificio sacro en for- ma de «parrilla», probablemente en alusi6n al patrén del mis- mo, San Lorenzo, que segtin la tradicién fue sometido a mar- 70 Para un anélisis en profundidad del aspecto esotérico y hermético del monasterio de San Lorenzo, consultar las siguientes obras: René Taylor, Arquitec- tura y magia. Consideraciones sobre la idea de El Escorial, Siruela, Madrid, 1994; Javier Garefa Blanco, Ars Secreta. Claves ocultas y simbologia hermética enel Arte, Espejo de Tinta, Madrid, 2006; Juan G, Atienza, La cara oculta de Feli- pe II. Alquimia y Magia en la Espafa del Imperio, Ediciones Martinez Roca, Madrid, 1998; Juan Ignacio Cuesta Millan, La boca del infierno. Claves ocultas de El Escorial, Aguilar, Madrid, 2006. 199 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES tirio en el objeto de tortura del mismo nombre, lo cierto es que, seguin investigadores como René Taylor —quien més datos ha aportado para una comprensi6n a fondo del sentido esotérico y hermético del monasterio—, todos los andlisis apuntan a que dicha hipétesis cominmente aceptada es errénea, y a que el disefio y trazado son precisamente, como sefiala Javier Garcia Blanco, «una evocacién del ‘emplo de Salomén». No es una casualidad que en el llamado Patio de los Reyes, que sirve de acceso al recinto y sobre la fachada de la iglesia del monasterio, éste curiosamente esté flanqueado por las figu- ras de varios reyes del Antiguo Testamento, entre ellas las de David y su hijo Salomon, artifice del templo de Jerusalén que lleva su nombre. El mismo padre Sigiienza, en uno de sus tex- tos, al hacer alusién a Felipe IT y a su impresionante edifica- cién, afirma en este sentido: «...otro templo de Salomon, al que nuestro patrén y fundador quiso imitar en esta obra», ‘Teniendo en cuenta que desde la antigiiedad el rey hebreo ha sido relacionado con la magia y que incluso en el Cordn, en algunas suras, se habla de la relacién de éste con el mundo de los espiritus, mientras que en la Edad Media se atribuyeron a su autoria tratados magicos cuyo titulo era Las claviculas de Salomén, recogiendo quiz parte de su sabiduria, no deja de ser harto curioso que Felipe II escogiera precisamente la figura del monarca biblico para que precediera la entrada a su templo «cristiano». No obstante, el soberano espafiol ostentaba entre sus multiples titulos el de rey de Jerusalén, y como apuntan diversos investigadores, él mismo se vefa como un nuevo Salo- mon, por lo que no debe extrafiarnos que quisiera emular a esta figura en la construccién de su templo particular. Pero éstas no son las tinicas evidencias que apoyan esta hipotesis; se sabe que Juan de Herrera poseia una coleccién de libros titulada precisamente Copia del Tratado que se hizo del 200 Feuipe II, UN NUEVO SALOMON ‘Templo de Salomén en manuscrito, textos en los que seguro se bas6 el arquitecto para llevar a cabo las obras del monasterio. Precisamente, Herrera dio la orden de que los trabajos de construcci6n del edificio se Ilevasen a cabo en silencio, puesto que la obra, en palabras de Atienza, «necesitaba paz y sosie- go». El caso es que para que existiera ese relativo silencio de ciertas connotaciones magicas, los sillares de piedra se tallaron y labraron directamente en la cantera (de este modo no se escu- charia en los alrededores el constante golpeteo de los malletes y martillos); curiosamente, al igual que ocurrid, seguin los tex- tos biblicos, durante la construccién del Templo de Salomon. Aquello, como es de suponer, ralentizo el avance de las obras, que corrieron el riesgo de ser detenidas en mas de una ocasion y que sangraron los ya de por si limitados recursos del ‘Tesoro Real (con la repercusién que todo ello tenia en la mal- trecha economia castellana). Pero las similitudes entre la ambiciosa obra de Felipe II y el templo saloménico no terminan ahi; la misma distribucién de los espacios puede hallarse en ambos templos. En el hebreo se encontraba la Casa de los Sacerdotes (Domus Sacerdotum), la Casa del Rey (Domus Regia) y la Casa del Sefor (Domus Domini), mientras que en San Lorenzo se pueden diferenciar a su vez tres espacios: el palacio, el convento y la iglesia. En la creacién de la propia planta del edificio, analizada minuciosamente por René Taylor, nos encontramos con una combinacién perfecta de las figuras del circulo, el triangulo y elcuadrado, mediante las cuales, segiin Ramon Llull, era posi- ble representar la estructura del Universo, estructura que pue- de apreciarse en los frescos que adornan los techos de la biblio- teca del monasterio, donde estan representadas ademas las Hamadas artes liberales; entre elas, aparecen personificadas la Retorica, la Gramatica, la Aritmética, la Geometria, la Astro- 201 HIstorIA OCULTA DE LOS REYES logia y la Didactica, junto a la “eologia y la Filosofia; y se pue- de apreciar ademas, ingeniosamente disimulado, el famoso Sello de Salomon, una alusién mas que evidente al rey hebreo y su templo. En 1604, el jesuita Juan Bautista Villalpando, discipulo de Herrera, publicé De postrema Exechielis Prophetae Visione (La ultima vision del profeta Ezequiel), un texto financiado por el mismo Felipe II donde el autor, siguiendo las Sagradas Escri- turas, ofrecia una imagen de como debié ser el mitico ‘Tem- plo de Salomén, siguiendo las corrientes renacentistas seguin las cuales el hombre era un reflejo del Cosmos, corrientes de pensamiento impulsadas por hombres como Leonardo da Vin- ci y su hombre vitruviano, Marsilio Ficino, Della Mirandola o Agrippa. Para Villalpando, el templo era un microcosmos que repro- ducia la creacién del Supremo Arquitecto del Universo, algo similar, probablemente, a lo que quiso hacer Felipe II con la obra arquitectonica de su vida. Los indicios y pistas son tan- tos en este terreno —sutilmente velados, eso si—, que podria- mos Ilenar muchas paginas con numerosos ejemplos, por lo que remito de nuevo al lector a la excelente, aunque escasa, bibliografia existente sobre el tema. Arias Montano, un heterodoxo y mistico en la corte La hermosa biblioteca del monasterio de San Lorenzo el Real es, sin duda, uno de los espacios mas hermosos y a la vez enigmiaticos del monasterio. Ademas de ser, junto a la vatica- na, una de las mayores bibliotecas de su tiempo, dio cobijo a algunos de los libros prohibidos mas perseguidos a finales del siglo xvi, textos que parece ser que nuestro protagonista, a pesar 202 FELIPE II, UN NUEVO SALOMON de su férreo control de la censura, leia, como apasionado del ocultismo, con gran entusiasmo. Los fondos de la biblioteca estan compuestos por mas de 45.000 voltimenes, tanto manuscritos como impresos, proce- dentes de lugares de lo mas diverso y sobre temas muy dife- rentes, entre ellos los citados textos «herméticos» y heterodoxos (muchos de los cuales fueron cedidos a la coleccién por Herre- ra tras su muerte, y otros procedentes de la biblioteca privada de Felipe II, ya famosa cuando atin era principe), obras de alquimia, magia, astrologia... Precisamente en relacion con este magico lugar del com- plejo arquitect6nico aparece en escena una de las figuras mas misteriosas de todas las que mantuvieron una estrecha rela- cién con el rey: Benito Arias Montano, a quien fue enco- mendado el cuidado y la gestion de la biblioteca escurialen- se, junto al padre Sigiienza, en los afios de construccién del monasterio. Arias Montano era uno de los hombres mas formados de su tiempo y uno de los mas grandes eruditos de la corte filipi- na; habia estudiado teologia, arte, botanica, medicina, filolo- gia, filosofia, historia y ciencias naturales y destacé principal- mente en el estudio de idiomas, llegando a hablar y escribir, algo ins6lito incluso para un hombre renacentista, nada menos que quince lenguas, entre muertas y vivas. Sin embargo, y a pesar de su excelsa sabiduria, sus afios de formacién fueron muy humildes. Montano, que nacié en Frenegal de la Sierra, recibié sus primeros estudios de su propio padre, que entonces era relator de sentencias y notario de la Inquisicién en Bada- joz, y del parroco de Santa Catalina, influenciado por las corrien- tes iluministas, muy en boga entonces. Cuando Montano contaba 15 afios de edad, y en vistas de las grandes posibilidades que podrian abrirse ante un joven de 203 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES tanto talento, su padrino, Gaspar de Alcocer, viajo con él a Sevilla, ciudad donde comenz6 su verdadera formacion inte- lectual. Durante dos décadas estudié en las mds importantes universidades espafiolas, como Salamanca o Alcala de Hena- res, lugares que en las primeras décadas del siglo xvi eran her- videros de hamanismo, erasmismo e incluso reformismo, aun- que carecemos de muchos datos sobre su vida, principalmente de los afios que van de 1541 a 1560. Se cree que permanecié durante este tiempo, cual anacoreta, en una cueva de la Ilama- da Pefia de Aléjar (Huelva). En 1560 entré a formar parte de la Orden de Santiago y fue ordenado también sacerdote. Su figura comenzé a hacer- se notar durante el Concilio de Trento (1545-1563), donde se debatié la actitud de Roma frente a la Reforma y se establecie- ron definitivamente los dogmas a seguir por la ortodoxia cat6- lica. Arias Montano formaba Parte de la delegacién que la Igle- sia espafiola y Felipe II enviaron a la ciudad italiana, entonces tegida por un principe-obispo. Aunque en torno a la figura del bibliotecario planee la sombra de la heterodoxia —en 1559, mientras todavia se man- tenia el Concilio, durante un auto de fe celebrado en Sevilla fueron quemados y castigados muchos de los conversos y mis- ticos con los que éste se habia codeado en Sus afios de forma- ci6n—, su buena gestion en Trento, durante la cual demostré su gran erudici6n, sentido comun y dominio de las Escritu- ras, hizo que el rey, muy satisfecho —y quién sabe si conoce- dor de sus inquietudes «ocultistas»—, le nombrara su capellan y confesor personal; y pens6 también en él para una misién de gran envergadura, no exenta de cierto riesgo: supervisar la edicion de la llamada Biblia Poliglota de Ambertes o Biblia Regia, encargada por el mismo Felipe II al famoso editor Christopher Plantin (conocido en Espafia como Cristébal Plantino). 204 FeupE II, UN NUEVO SALOMON ‘Arias Montano se dirigié a Amberes en 1568 para ponerse al frente de un grupo de eruditos flamencos y franceses que, a las 6rdenes de Plantino, llevaba ya varios afios trabajando en el texto. El espafiol no se limit6 tinicamente a su funcion, y no sdlo no censuré el texto, sino que, utilizando su profundo conoci- miento de las lenguas antiguas y las Escrituras, restituy6, como sefiala Rafael Alarcon Herrera’!, el original hebreo que la Igle- sia habia excluido de la llamada Biblia Vulgata, que en Trento habia sido definida como «la tinica auténtica para uso religioso y publico» (auténtica y censurada, deberiamos afiadir). El desafio de Montano no era pequeno y sdlo el apoyo de Felipe II le salvaria de la ira de la Inquisicién (el mismo rey que la habia reforzado se erigia de nuevo, paraddjicamente, en protector de los heterodoxos). En Amberes parece ser que el bibliotecario entré a formar parte de una especie de sociedad secreta de corte espiritual conocida como la Familia Charitatis 0 Gottenfreunden («Amigos de Dios»), a la que pertenecian, entre otros, el maestro Cristobal Plantino y algunos discipulos del humanista judio espafiol Luis Vives, y cuyos postulados, al parecer, fueron seguidos incluso por Hyeronimus Bosch, «el Bosco», pintor favorito del rey espafiol, aunque este punto no esta claro. Precisamente Montano habia recibido el encargo de Feli- pe Il de localizar y comprar cualquier cuadro del pintor fla- menco, dada su aficion a coleccionar obras de arte de grandes artistas. Ademés, recopilé una ingente cantidad de libros anti- guos, extraiios y curiosos, que enviaba a Espafia y que pasa- rian a engrosar los fondos de la biblioteca de El Escorial, que por aquel entonces se estaba construyendo. 71 Rafael Alarcén Herrera, «Benito Arias Montano, el mago de El Escorial», en revista Avio/Cero, nim. 163. 205 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES Como sefiala Alarcén Herrera: La Familia Charitatis se situaba al margen de las rencillas religiosas y proponfa buscar la unién intima entre el indivi- duo y Dios, mediante un Proceso de iniciacién mistica que, no siendo en modo alguno exclusivo de ninguna corriente reli- giosa, podria admitir como base a cualquiera de éstas, Sus miem- bros eran calvinistas, catolicos 0 luteranos. Este coqueteo con la heterodoxia era algo bastante arries- gado en la época, y llevé al mismo fray Luis de Leon, amigo de Montano, a ser condenado por la Inquisicion en 1570, momen- to en el que el sacerdote Len de Castro, que sentia una gran envidia de Montano, se refirié al confesor de Felipe If como «el genio malo», pues segtin éste, habia ejercido una nefasta influencia sobre fray Luis con sus conceptos «heréticos» sobre las Sagradas Escrituras. De sospechoso de herejia a bibliotecario de Su Majestad Su particular visién de las Escrituras y su trabajo en la Poliglota llevaron a que el Santo Officio siguiera los pasos de Arias Montano, tras las acusaciones que vertié contra él el cita- do Leén de Castro. Sin embargo, éste contd con el apoyo del tey y de un amplio sector de la Compaitfa de Jestis formado por los grandes tedlogos que le acompafiaron en Trento, por lo que finalmente fue absuelto de los cargos. Felipe I, sin importarle las Sospechas que existian contra él, hizo regresar a Montano de Amberes para que ocupara el 206 Freire II, UN NUEVO SALOMON puesto de bibliotecario en el monasterio que se estaba enton- cesedificando, encomendandole una tarea harto curiosa si tene- mosen cuenta sus antecedentes: con motivo de la presi6n inqui- sitorial, el rey le ordend la revisi6n, el expurgo y la catalogacion de los numerosos voltimenes que formaban parte de la enor- me biblioteca escurialense. Muchos de estos textos, sin embar- go, habian sido enviados alli por el mismo bibliotecario desde Amberes, y entre ellos se contaban importantes tratados de contenido magico y cabalistico. Arias Montano se encarg6 de catalogar textos que, por su «peligroso» contenido, debian ser apartados de los demas, y a ellos no debia tener acceso ni siquiera el mismo rey (dis- posicién que probablemente se salt6 en mas de una ocasi6n un Felipe II del que conocemos su gran pasion por lo oculto y que dedicé muchas horas de su vida a consultar los textos de la biblioteca, muchos de los cuales, por desgracia, desapa- recieron entre las llamas de los incendios que hubo de sufrir el recinto). El bibliotecario influiria sobremanera en la trayectoria espiritual de los monies jerénimos de San Lorenzo, entre los que hoy sabemos que se podia adivinar un pensamiento cer- cano a las doctrinas de la Familia Charitatis. Terminado su trabajo, presento al rey su renuncia al cargo de bibliotecario, y se marcharia a su amada Pefia de Nuestra Senora de Ala- jar, donde se halla la conocida como «cueva del Filésofo» y donde el heterodoxo pasaria gran parte del resto de su vida, en un retiro casi eremitico, meditando, escribiendo sus obras —muchas de las cuales atin hoy permanecen inéditas— y dedicandose a la ensefianza. Todavia seria requerido en algu- na otra ocasin por el monarca, por ejemplo para examinar los misteriosos documentos hallados entonces en Granada y 207 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES que fueron conocidos como Plomos —o libros plumbeos— del Sacromonte.72 Al final de su vida, Montano tenia intencién de escribir un voluminoso estudio de la Biblia en relaci6n con las cien- cias de la naturaleza, tan en boga en la época, pero tnicamen- te culminé la primera parte, que fue publicada en 1601 bajo el titulo de Naturae Historia, donde se ocupa de la cosmogra- fia y la filosofia natural. Muri6 en Sevilla en el afio 1598, el mismo que su protector y amigo, y tan sdlo ocho afios después sus obras pasaron a engrosar el Indice de Libros Prohibidos. Coleccionista de reliquias El Rey Prudente no s6lo coleccion6 obras de arte de inmen- so valor, animales exoticos que durante un tiempo formaron parte de un zoo en los alrededores de El Escorial o tratados miagicos de dudosa procedencia. Siguiendo con su particular modo de entender y vivir la fe, dedicé una gran parte de su existencia a reunir todo tipo de reliquias de santos Cristianos, practica que se condenaba desde Roma por aquel entonces pero que ni el mismo Papa se atrevia a prohibir al hombre mas poderoso de su tiempo. 72 Segin algunos investigadores los Plomos o Libros Plimbeos del Sacro- monte son una de las més famosas falsificaciones hist6ricas. Consisten en 22 plan- chas citculares de plomo de unos 10 cm grabadas con dibujos indescifrables y textos en latin y en extrafios caracteres érabes, que se dieron en llamar saloméni- cos. Fueron interpretados como el quinto evangelio que habria sido revelado a la Virgen en arabe para ser divulgado en Espafia. Supuestamente fueron desenterra- dos junto con restos humanos en ese arrabal del Sacromonte (entonces llamado Monte Valparaiso) de la ciudad de Granada entre 1595 y 1599, Segin algunos indicios, puede que fueran ideados por moriscos de alta posicién que pretendtan Conciliar el cristianismo con el Islam tras la sublevacién de las Alpujarras que tuvo lugar durante el reinado de Felipe Il, al igual que el hallazgo. 208 FELIPE II, UN NUEVO SALOMON Estas reliquias fueron depositadas en el monasterio de El Escorial para que, segtin crefa el soberano, ejercieran una influen- cia benéfica y santa sobre el conjunto arquitecténico. Al igual que hizo con los libros, Felipe II mandé recoger o comprar las reliquias en cualquier lugar, por muy remoto que fuera, pagan- do el precio que le pidieran por ellas. Asi, lleg6 a reunir una de las colecciones mas grandes que se conocen y que ascendid al sorprendente numero de 7.500 reliquias, muchas de las cua- les se perderian durante la invasi6n napolednica. Para guardarlas, se construyeron enormesarmarios y vitri- nas que fueron situados entre la iglesia y la sacristia, muy cer- ca de los aposentos privados del monarca. Muchos de estos des- pojos de santos y martires se distribuyeron entre las agujas que remataban las torres, en las ctipulas, los altares e incluso detras de los retablos. El nuevo Salomén queria sentirse rodeado de santidad en cada rincén, aunque su excentricidad hizo que aquella practica, mas que santa, fuera grotesca. Entre la curiosa colecci6n de reliquias se contaban, segin lo recogido por el padre Sigiienza, un pelo de la barba 0 cabe- za de Cristo; once espinas de la corona y algunos de los clavos que atravesaron sus manos y sus pies; un cabello de la Virgen; la cabeza del martir San Blas; el cuerpo entero de uno de los Santos Inocentes de Belén; un hueso de San Lorenzo, otro de San Diego de Alcala —algunas de estas reliquias mostraban al parecer propiedades milagrosas, como esta ultima, que en aque- Ila época «manchaba los pafios y cendales con un licor como aceite»—, e incluso uno de los vasos utilizados en la Ultima Cena, que desaparecié. En total se pueden contabilizar, segin Juan Ignacio Cuesta, 306 brazos y piernas y 144 cabezas, entre otros restos humanos. 209 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES El arte de transmutar los metales Una de las facetas mas desconocidas de Felipe II fue su pasion por la alquimia’3 y su intento por desarrollar en la cor- te espafiola experimentos relacionados con la llamada Gran Obra. Aunque en un principio el dirigente espafiol pudo sen- tirse atraido tnicamente por la parte material de esta ciencia, existen indicios que nos llevan a pensar que el soberano, aun- que nunca fue un verdadero adepto —misi6n reservada sdlo a unos pocos privilegiados—, si por lo menos un gran aficiona- do que pasé muchas horas de su tiempo tras las paginas de obras consagradas a la ars magna, textos que formaron parte de su inmensa y hermética biblioteca del monasterio de E] Escorial. De esta forma, el rey no pretendia sélo obtener riquezas materiales de los experimentos alquimicos 0 medicamentos y elixires —alquimia llamada espagirica, que fue la que més le interesaria al final de su vida, azotado por las enfermedades—, sino un perfeccionamiento interior de la alquimia espiritual que, siguiendo con su concepcién de monarca cuasi divino, le acercaria todavia més a la divinidad (fin ultimo de los verda- dero adeptos, credo religioso al margen). Pero, como he sefialado, los afios en que Felipe entra en relacién con la alquimia, sin conocer todavia su faceta tedri- ca y espiritual, atin algo escéptico pero sin duda atraido por la misma, decidié confiar en los experimentos quimicos para ver, al menos, si se producia esa esperada transmutacién de la que habia oido hablar en varias ocasiones y que podria ayudarle en la financiacion de las tropas distribuidas por los Paises Bajos 73 Para una informacién mas exhaustiva sobre esta curiosa faceta de Felipe II consultar: Juan G. Atienza, La cara oculta de Felipe II. Alquimia y Magia en la Expaiia del Imperio, Martinez. Roca, Madrid, 1998; Mar Rey Bueno, Reyes y Magos. El ocultismo y lo sobrenatural en las monarqutas, Edaf, Madrid, 2004. 210 FELIPE II, UN NUEVO SALOMON y otras de sus multiples campafias abiertas en Europa, que tenian a la Corona espafiola constantemente al borde de la ban- carrota. Hist6ricamente tenemos constancia de los primeros deva- neos del monarca con la alquimia gracias a los escritos de algu- nos embajadores italianos cuando Felipe, poco después de con- vertirse en rey, se encontraba en Malinas, en los Paises Bajos, preparandola guerra contra su eterno enemigo francés. Elemba- jador veneciano en la zona, Miguel Suriano, escribia en una telaci6n hecha al Dux en el afio 1559 lo siguiente sobre las prac- ticas poco ortodoxas que Felipe II estaba llevando a cabo: «Apar- te de los medios que son, en cierto modo, ordinarios en todos los principes, el rey usé de otro extraordinario, sobre el cual sera bueno guardar el secreto, porque es poco honorable [...}». Suriano sefiala ademds que los primeros experimentos de este tipo ordenados por Felipe fueron realizados por un tal Tibe- tio della Roca, al parecer, sin ningtin resultado efectivo. El tal Tiberio era un italiano experto en transmutaciones que traba- j6 en Malinas bajo la supervision del confesor de Felipe II, con el que parece que tuvo ciertas diferencias, motivo por el cual es probable que no se llegase a ningtin resultado efectivo. Los temibles tercios de Flandes seguian sin ser remunera- dos convenientemente y el Rey Prudente se mantuvo firme en la idea de obtener por todos los medios oro de forma gratuita. Por ello, y gracias a los escritos del propio Michelle al Dux, como sefiala Atienza, y de otro embajador véneto, Marcanto- nio de Mula, sabemos que Felipe financié nuevos experimen- tos que serian realizados esta vez por el aleman Pedro Stern- berg. Seguin el citado Suriano: Encontraron después a un aleman en Malinas que, mez- clando una onza de unos polvos suyos con dieciséis onzas de 211 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES plata viva, fabricé dieciséis onzas de un metal que resiste al tac- to y al martillo, pero no al fuego. Se traté de emplear esta pla- ta para el pago del ejército; pero los estados no quisieron con- sentir en ello, porque toda la plata buena habria salido del pats, como ocurrié en Inglaterra, en tiempos del rey Enrique. De todos modos, como esa invencién agradé mucho al rey y a Ruy Gomez4, y el inventor ha sido generosamente recompensado, es de creer que, en caso de necesidad, su majestad se servira de ella sin escripulos. No se equivocaba el embajador véneto en sus aseveracio- nes, pues el monarca espafiol continuaria, ante la esperanza de obtener riquezas faciles y la pasion que sin duda comenza- ba a despertar en él esta practica, con sus experimentos alqui- micos, ya en Espafia, con mayor énfasis atin que durante su estancia en Malinas. Con esta intencién, en 1567 Felipe contrat6, a instancias de su entonces secretario, Pedro del Hoyo, a dos hermanos alquimistas para que trabajaran en Madrid al servicio de la Corona. El rey les concedi6 una casa en la capital del reino, donde fue construido un laboratorio para tales menesteres. Durante meses se realizaron experimentos alquimicos que al parecer tampoco dieron resultado alguno. Sabemos de la existencia de los mismos por las notas que el secretario real pasaba al monarca sobre los mismos: «Los del secreto tienen por sin duda ser puro oro lo que se produjo de la materia que se mezcl6, pero dicen que, para volverlo al color 74 Ruy Gémez de Silva, Principe de Eboli, fue secretario del Consejo del Rey y amigo intimo del monarca durante muchos afios. Fue el marido, ademés, de Ana de Mendoza y Guzman, la conspiradora princesa de Eboli, que seria acusada de cémplice de Antonio Pérez en 1a muerte del secretario de don Juan de Austria, Juan de Escobedo. 212 Fue II, UN NUEVO SALOMON perfecto, porque ahora todo parece negro, es menester hacer hoy otras diligencias y volverlo al fuego». Parece que las diligencias sefialadas, sin embargo, nodaban su fruto, y los diez millones de oro que los hermanos alqui- mistas prometieron obtener en menos de un afio para la Coro- na se quedaron en agua de borrajas. No obstante, Felipe II pare- cia mostrarse esperanzado ante los experimentos: En verdad que, aunque yo soy incrédulo de estas cosas, que desta no lo estoy tanto, aunque no es malo serlo; porque si no saliesse, no se sintiera tanto; pero de lo que hasta ahora se ha visto y a vos os parece, asi de la obra como de las perso- nas, no estoy tan incrédulo como lo estuviera si esto no fuera assi. No tenemos constancia documental de cémo acabé el peri- plo de los dos alquimistas, aunque todos los indicios apuntan a que no demasiado bien. Felipe, sin embargo, siguid en sus trece y comenzé a leer cada vez més textos sobre el arte alqui- mico, e incluso mand6 construir afios después en el monaste- rio de El Escorial un laboratorio de alquimia en el que traba- jarian diversos destiladores. Parece ser que en estos afios ya avanzados de su reinado Felipe se preocupé mis por un tipo de alquimia con fines tera- péuticos encargada de elaborar elixires y pécimas destinados a paliar los cada vez mas frecuentes achaques que padecia el goto- so monarca. ;Quizé buscaba la fuente de la eterna juventud? Dichos ensayos de formulas y productos farmacolégicos se rea- lizaban en la conocida Torre de la Botica escurialense. En ella se instalé en 1590 un complejo crisol destilatorio que fue dise- iiado por Diego de Santiago, erudito y gran experto en la mate- ria, autor de los trabajos sobre alquimia titulados Dos libros del 213 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES Arte Separatoria, publicados dos afios después de disefar su ingenioso crisol. Al margen de los experimentos realizados en la torre, exis- tid un importante grupo de estudiosos dela Alquimia con mayus- culas que se reunié en torno al poderoso monarca y que fue conocido como el Circulo de El Escorial, del que tenemos noti- cia gracias a las notas de Leonardo Fierovanti, médico bolonés del emperador Carlos V que siguié en la corte al servicio de su hijo Felipe II. Seguin éste, el misterioso y hermético Circulo era una especie de asociacién libre de alquimistas y espagiricos que mantenfan contacto entre si, transmitiéndose sus conocimien- tos y sus avances en el campo de la transmutacién alquimica. Al parecer, se reunfan periédicamente con el consenti- miento del rey y hay quien sospecha que el mismo monarca presenciaba dichas reuniones secretas, lo cual no seria de extra- fiar teniendo en cuenta su gran aficién hacia el hermetismo y elocultismo. El mismo Fierovanti, que dedicé al monarca espa- fol la obra Della Fisica, publicada en 1582 y dividida en cua- tro tratados —importante compendio de conocimientos alqui- micos y experimentos sobre esta materia, la mayoria realizados en Espaha—, formé parte de este enigmatico grupo de inte- lectuales, y es muy probable que estos verdaderos adeptos ini- ciaran a Felipe II en la alquimia espiritual. Siempre segtin Fierovanti, parece que formaron parte del Circulo los siguientes estudiosos: Anzolo di Santini, también bolonés, César Barbiere (el barbero), Lorenzo Granita, Juan Fer- nandez y el licenciado Agostin Bravo. Es probable que tam- bién formara parte del mismo el citado Diego de Santiago, e incluso el constructor del monasterio, el iniciado Juan de Herre- ra, del que ya conocemos su faceta esotérica, entre otros. El mas importante de los alquimistas que formaron par- te del circulo escurialense y del entorno del monarca, fue el 214 FELIPE II, UN NUEVO SALOMON supuesto aleman —aunque no se sabe con certeza su proce- dencia— Richard Stanihurst, autor del importante texto Toque de Alquimia (1593), que por suerte se conserva manuscrito en la Biblioteca Nacional de Madrid y que fue escrito para el mis- mo Felipe II. Siguiendo a Atienza, dicho texto constituye una especie de guia introductoria para estudiar el arte de la alquimia y conocer a los personajes que llevan a cabo los experimentos. Se trata, pues, mas de un manual destinado al aprendizaje del monarca de los fundamentos de la Gran Obra que de un tra- tado al uso sobre la biisqueda de la Piedra Filosofal o la trans- mutacion de los metales. Dicho escrito sirvié también al Prudente para distinguir a los verdaderos alquimistas y espagiricos de los embaucadores y charlatanes, siempre al acecho para intentar adquirir un pues- to destacado en la corte. Esta asimismo documentado, al margen del Circulo escu- rialense, que durante el reinado de Felipe se publicaron nume- rosos textos de alquimia, como por ejemplo el tratado Praxis Artis Alchemiae, de Caravantes, publicado en 1561, lo que vie- ne a echar por tierra la teoria segun la cual en aquella Espafia profundamente catélica, constantemente vigilada por la Inqui- sicion, las practicas heterodoxas no hicieron mella en la socie- dad y mucho menos en la corte. El principio del fin Los ultimos aiios de Felipe II estuvieron marcados por la tragedia y el desastre. Ante la falta de descendencia por la fati- dica muerte de don Carlos, se cas6 por cuarta y ultima vez con Ana de Austria, hija delemperador Maximiliano II, quien daria 215 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES a luz, finalmente, al ansiado heredero, Felipe, que reinaria tras su padre con el nombre de Felipe III. Aunque coseché muchos éxitos militares, como el de Lepan- to, el Rey Prudente vio cémo la mas grande empresa militar de su vida, la Gran Armada —mas conocida como «la Inven- cible» a partir del siglo x1x—, que envid contra la Inglaterra de Isabel I para restablecer el catolicismo en aquel pais, era derrotada. Con su habitual providencialismo, el soberano espa- fol achacé la derrota a una decision del Todopoderoso. Fue un gran varapalo para su maltrecha salud y para su prestigio como el mas grande de los reyes de la cristiandad. Felipe II atin envia- ria dos armadas mas contra la «mujer hereje» —como la lla- maba—, empresas que también fracasaron. Dentro de sus fronteras se enfrenté a los graves problemas econdmicos que la Gran Armada y la construccién del monas- terio de San Lorenzo, junto a los diferentes frentes abiertos en toda Europa, habian provocado. Tras la derrota ante Inglaterra comenzé la ultima década del reinado, un periodo que los his- toriadores designan como «la crisis de los afios noventa». Una sucesién de dificultosos problemas angustiaron atin mas al rey, como el citado caso de Antonio Pérez, el conflicto con Arag6n o los problemas con Francia tras la muerte de Enri- que III, victima de un atentado. En sus tltimos afios de vida, la enfermedad, que intent6 combatir sin éxito con remedios y experimentos alquimicos, como sabemos, se hizo cada vez mas presente; sus ataques de gota eran tan dolorosos y continua- dos que en ocasiones le impedian sostener incluso la pluma para firmar documentos. El «rey de los papeles» ya no era casi ni capaz de ocupar- se de los asuntos de Estado, aunque no los abandoné hasta practicamente el final de sus dias. Ante los problemas que ace- chaban a la Corona y al pueblo espafiol —una tercera banca- 216 FELIPE If, UN NUEVO SALOMON rrota, pestes, hambrunas y sequias, las derrotas militares..—, sabedor de que le quedaba poco tiempo de vida y de que su hijo no tenia una gran inteligencia ni disposicion alguna para el mando, Felipe II procedié a firmar la paz con Francia y a ceder los Paises Bajos, que tantos problemas le habian acarrea- do a lo largo de su vida a consecuencia de la lucha por «la ver- dadera fe». El monarca quiso morir entre las gruesas paredes de su gran obra hermética. El viaje hasta el monasterio de El Esco- rial, el 30 de junio de 1598, fue lento y penoso. Se tardaron seis dias en recorrer los escasos 50 kilémetros del trayecto y el rey hubo de viajar en una silla especial —que hoy se conser- va— en la que permanecia semiacostado, mientras las fiebres leacechaban diariamente y habian aparecido llagas en los dedos indice y corazon de su mano derecha y en el dedo gordo del pie correspondiente. Desde su pequeiia habitacion, rodeada de la austeridad que siempre le caracteriz6, el rey podia seguir los oficios religiosos a través de una pequefia ventana desde la que se divisaba el altar mayor. Pasé la mayor parte del tiempo que las fiebres se lo permitian orando y lleg6 a dar una orden algo grotesca a sus Cuidadores: que colocaran al lado de su cama el atatid en el que habria de ser enterrado. Su cuerpo era ya una pura llaga que imposibilitaba que fuera limpiado o se le moviera del lecho, lo que provocé un hedor pestilente en la pequefia estancia. El mas grande de los soberanos de su tiempo moria como el mas débil de los hom- bres. El dia 1 de septiembre pidié que le administraran la extre- mauncién, y el 11 ordené que llevaran hasta su lecho a su que- ridisima Isabel Clara Eugenia y al heredero, el futuro Felipe III, al que dedicé estas palabras de despedida: 217 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES Hijo mio, he querido que os halléis presente en esta hora para que vedis en lo que paran las monarquias del mundo. A mi me vestiran dentro de muy pocas horas una mortaja y me cefirén con un pobre cordel. Ya me cae de la cabeza la corona de rey; la muerte me la quita para darosla a vos. Dos cosas os recomiendo mucho. La una, que permanercais siempre en la obediencia de la Santa Iglesia Catdlica. La otra, que hagdis jus- ticia a vuestros vasallos. Tiempo vendra en que esta corona se os caiga de la cabeza como ahora se cae de la mia. El mas famoso y controvertido de los reyes espafioles expi- raba el 13 de septiembre de 1598, a los 71 afios de edad, tras haber reinado durante cuarenta y dos. Felipe II condenaba y perseguia la herejia, pero, en palabras de Atienza, él entraba de Ileno en ella, ansioso de alcanzar un conocimiento superior que lo encumbrara como soberano universal, capaz de contro- ar tanto lo terrenal como lo divino. Asi fue el Rey Prudente, un hombre que, siendo el prin- cipal defensor de la ortodoxia, mantuvo aficiones heterodoxas y cercanas entonces a la herejfa, como la magia, la alquimia 0 la adivinacién; defensor a ultranza del cristianismo, se enfren- t6 al mismo Papa y prefirié identificarse con un rey hebreo del Antiguo Testamento, Salomon, antes que con cualquier otro soberano cristiano 0 personaje ligado al catolicismo; y, a pesar de su defensa e impulso del Santo Oficio, protegi< de las garras inquisitoriales a personajes sospechosos de alejarse del buen camino marcado por la fe. Un rey que, con sus miserias y grandezas (que de ambas tuvo a partes iguales), consiguié que Espafia se convirtiera en la primera potencia hegemonica del mundo —hegemon{a que Sus sucesores no fueron capaces de mantener—, y que, a pesar de los cientos de biografias que se han escrito sobre su figura 218 FeLipe II, UN NUEVO SALOMON y los miles de articulos, contintia siendo uno de los personajes mas misteriosos de nuestra historia, quiz4 de los menos com- prendidos. En 1925, Pérez Minguez?5, en su obra Psicologia de Feli- pe II, compar6 al soberano espaiiol con Miguel de Cervantes, contemporaneo suyo: Felipe II es el Quijote del siglo xvi, y como el Quijote nove- la, hay que examinarle por trozos, como un territorio, colo- cAndose lejos y con telescopio, segtin frase feliz. de Carlyle. Pasa- ran siglos hasta que con certeza pueda afirmarse que se ha dicho todo lo que decir se pueda de a genial creacion de Cervantes. Asi la figura de Felipe II, puede decirse que se esta comenzan- do a descubrir. 75 Citado por Consuelo Maqueda Abreu en Felipe ITy la Inquisicion: el apoyo al Santo Oficio, Publicaciones Universidad Complutense de Madrid. Revista de la Inquisicién, Vol. 7, Madrid, 1998. 219 Capitulo VII RODOLEO II DE HABSBURGO, EL EMPERADOR ALQUIMISTA La historia del Sacro Imperio Romano Germanico, desde el siglo x hasta el siglo xvu, es sin duda tan ambigua como fas- cinante, como hemos podido comprobar ya a través de figu- ras imperiales tan atractivas como Federico II. Pero sera en 1576, con la coronacién de Rodolfo II como César germanico, cuando el Imperio gozara de una mayor expansi6n cultural y se sumergiré en su periodo mas misterioso, esotérico y magi- co, gracias a la aficién del sobrino de Felipe II e hijo de Maxi- miliano de Austria por el ocultismo, la alquimia y las diver- sas artes y ciencias en boga de la época. Un personaje extrafio donde los haya, introvertido y extra- vagante, que, sin embargo, convertira la misteriosa ciudad de Praga en un hervidero de cultura donde se daran cita cientifi- cos, artistas, matematicos... y también magos, nigromantes, charlatanes y vividores varios que haran de la vieja Bohemia un lugar tan atractivo como ligubre. Adentrémonos en la estrecha Callejuela del Oro, donde segtin la leyenda el legendario Fausto invocé a Mefistéfeles y 221 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES el metal impuro fue transmutado en oro y en plata, mientras asalariados al servicio de la Corona buscaban la Piedra Filoso- fal y el elixir de la eterna juventud para un monarca que, lejos de su deber de gobernar, vivid en un suefio perpetuo... Nieto de dos emperadores Cuando Carlos V dejé parte del Imperio en manos de su her- mano, a la saz6n Rey de Romanos, que se convirtié en Fernan- do I al ser coronado rey de Bohemia, la situacion en Europa, con- cretamente en los Paises Bajos y Alemania, comenzaba a ser delicada, un nefasto preludio de las catastrofes que tendrian lugar durante el reinado de Rodolfo. El protestantismo hacia mella entre el pueblo, los principes alemanes —cada vez mas divididos— e incluso los religiosos, que decidieron abrazar con entusiasmo las nuevas doctrinas propugnadas por Lutero. Ante el peligro de la pérdida de numerosos territorios unidos bajo el control de la Casa de Austria y el ataque a «la verdadera fe», era indispensable que aquellos destinados a heredar el trono imperial no fuesen conta- minados por las nuevas doctrinas cristianas. Por aquel entonces, tanto Carlos como Fernando preten- dian que sus respectivos hijos heredasen la corona imperial: Felipe II y el archiduque Maximiliano. No obstante, los conti- nuos devaneos «heréticos» del primogénito de Fernando —el favorito para ocupar el cargo— preocupaban sobremanera tan- to a los principes alemanes catdlicos como a la siempre ace- chante Santa Sede, ya que Maximiliano coqueteaba de forma arriesgada con las nuevas doctrinas luteranas. Todo lo contra- rio que su primo, Felipe II, catélico a ultranza y férreo azote de la Reforma (aunque ya conocemos también su pasion por el ocultismo y la alquimia). 222 ROpoOLFO II DE HABSBURGO, EL EMPERADOR ALQUIMISTA Pronto se descubrié que Maximiliano, entonces todavia un adolescente, tenia entre sus preceptores a un amigo y dis- cipulo de Lutero: el aleman Wolfgang Schieffer. Alegre y afa- ble, al contrario que la mayoria de los Habsburgo —princi- palmente de la rama espafiola—, el archiduque era un apasionado de los festejos, la diversion desmedida y las muje- res. Auténtico principe del Renacimiento, no fue dificil que el luteranismo influyera en su persona, como afios después muchas doctrinas heterodoxas influirian en su hijo Rodolfo. Con ape- nas dieciséis afios ya habia dejado embarazada a una dama de la Corte, la condesa de Ost Frisland. Le gustaban las artes y las ciencias y hablaba nada menos que siete idiomas, pero segtiin sus contemporaneos sus costumbres eran disolutas y bebia sin moderacién alguna. Como digo, Maximiliano era el favorito para ocupar el trono imperial —ante el temor de los principes alemanes de que alguien extranjero y con el poder de Felipe II dirigiera sus territorios—, lo que convirtié en una prioridad de Fernando I el que su hijo se alejara de la citada influencia protestante. Para «extirpar el mal de raiz» y alejar al joven de la herejia, Maxi- miliano y su hermano menor, Fernando, fueron enviados jun- toa su tio Carlos V, rodeado entonces de espafioles, auténticos «cristianos viejos», que detestaban si cabe mas todavia que el César germanico el moderno luteranismo. La impresién que caus6é en Maximiliano la austera y disci- plinada corte imperial fue nefasta. Acostumbrado al colorido y a las fiestas borgofionas, el «estilo espafiob era demasiado sinies- tro para él, como comprobaria mAs tarde en la misma penin- sula Ibérica, entonces en plena ebullicién contrarreformista. La decisién que tomé Carlos V a regafiadientes de su her- mano Fernando, tanto para alejar al joven de la influencia luterana como para estrechar atin més los lazos entre las dos 223 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES ramas de la Casa de Austria, fue que su sobrino se casara con la mayor de sus hijas, la infanta Marfa, una catolica de honra intachable. Aun albergaba el César germanico la esperanza de que su hijo Felipe fuera coronado emperador, mientras su sobri- no heredaba el titulo de Rey de Romanos de su padre, suefio que sin embargo jamés se haria realidad. Al joven Maximiliano, ansioso por la purpura imperial, no Ie entusiasmaba ni casarse con una princesa espafiola, pais cuyas costumbres odiaba, ni conformarse con ser rey titular bajo la tutela de su padre. Mientras la Dieta—compuesta por los principes catélicos y protestantes— se reunfa en Augsbur- go para dirimir la situacin en la que se encontraba la cris- tiandad, amenazada tanto por las diferencias religiosas como por el avance de los turcos, el joven archiduque olvid6 sus futu- ras obligaciones disfrutando de forma constante de las exube- rantes fiestas organizadas en Augsburgo. No le quedaba, sin embargo, mas remedio al que seria padre de nuestro protagonista que acudir a Espafia para reu- nirse con su futura esposa. La corte espafiola, austera, rigida y tremendamente catélica, azote de herejes y acomodo de la Inquisicion, caus6 espanto en el joven aleman, que queria huir de alli a toda costa. Cuando se encontraron los prometidos fue evidente la enorme diferencia entre ambos personajes: é1, robus- to, rubio y de ojos azules; impulsivo, apasionado, alegre; ella, Pequefia, morena y rigida, de una austeridad y religiosidad desbordantes. No se traté sino de otro matrimonio consangu{neo, uno de aquellos que tanto gustaban a la Casa de Austria y que reper- cutiria negativamente en la salud mental de Rodolfo, como ya lo hiciera con su bisabuela Juana, que padecié como ninguno las consecuencias de la endogamia. Un resultado curioso de este sistema de alianzas entre los miembros de la dinastia es que los 224 Ropotro II DE HABSBURGO, EL EMPERADOR ALQUIMISTA dos abuelos de Rodolfo, Fernando I y Carlos V, eran hermanos. Aunque en un principio y tras el enlace de sus progenitores, que tuvo lugar en septiembre de 1548, corrieron rumores de que el matrimonio no se habia consumado —quiza debido al debilitamiento de Maximiliano, que habia viajado enfermo has- ta Espafia tras entregarse a multitud de mujeres por el largo camino—, locierto es que el extrafio matrimonio tuvo la impre- sionante cifra de quince hijos, los primeros Ana y Fernando. Durante el interminable viaje de regreso del matrimonio hacia Austria —que entonces duraba muchos meses—, Maxi- miliano cay6 gravemente enfermo. Culpé de ello a la inges- tion de una sopa que comié en casa del cardenal Madruzzo, quien habia bendecido su matrimonio. El joven archiduque, en una época tan proclive a las conspiraciones en palacio, pen- s6 toda su vida que habia sido victima de un envenenamien- to instigado por su primo y rival Felipe, que le dejara el cami- no libre hacia el Imperio. Nunca sabremos si aquello fue verdad © todo se debié a una histeria del joven, aunque este tipo de actuaciones fue practicado en mas de una ocasién por los hom- bres al servicio de Felipe II. El caso es que el supuesto envenenamiento sirvié de poco y seria finalmente Maximiliano quien ostentaria el cargo de César germénico, frustrando asi los planes de poder absoluto de Felipe y dando forma a un panorama europeo que bajo el cetro del todopoderoso rey espafiol podria haber sido diferen- te, quién sabe si menos funesto... Una infancia atormentada ‘Tras la archiduquesa Ana y su hermano Fernando vino al mundo Rodolfo, protagonista de esta historia y una de las figu- 225 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES Tas mAs singulares de la Europa de entonces, a dos aguas entre las costumbres medievales —dificiles de erradicar después de tantos siglos— y un Renacimiento que en la zona del Sacro Imperio, lejos de Italia, tardé mucho tiempo en florecer. Rodolfo vino al mundo, segtin los astrélogos del momen- to, bajo una nefasta conjuncién de las estrellas, las mismas que tanto fascinarian al que seria llamado «emperador de los alqui- mistas». Sus primeros meses de vida no fueron lo placenteros que cabria esperar para un archiduque nacido entre las més Suntuosas riquezas de palacio. Su hermano Fernando, el pri- mogénito y llamado a heredar el Imperio, habia fallecido tres semanas antes de nacer éste. De esta forma el destino entrega- ba a Rodolfo, como en su momento a Isabel de Castilla 0 a Jua- na la Loca, el privilegio —o en su caso més bien la tremenda carga— de poder reinar. Los primeros momentos de la vida de Rodolfo se desen- volvieron, pues, entre un riguroso luto y unos fastuosos fune- rales que dejarian una imborrable y traumatica huella en el joven archiduque. Su madre, entonces compungida por el dolor, jams se volcé en abrazos 0 gestos carifiosos con su hijo. Jams, segtin algunos cronistas, sonreia (costumbre que se haria notar también en Rodolfo con el paso de los afios). Después ven- drfan las discusiones y los enfrentamientos entre sus progeni- tores por cuestiones religiosas. Maximiliano, como si los pecados de juventud no le hubie- ran abandonado, seguia simpatizando con los protestantes, y lo peor de todo es que ahora seria el emperador «catélico» del Sacro Imperio. Conforme pasaba el tiempo se inclinaba cada dia mas hacia las posiciones de los reformistas y mantenja una buena relacion con principes protestantes como el duque de Wurtemberg. Su médico, Crato (Juan Kraft), se habia alojado durante seis afios nada menos que en la casa de Lutero. Ademas, 226 RODOLFO IT DE HABSBURGO, EL EMPERADOR ALQUIMISTA Maximiliano lefa libros protestantes que le enviaba el antiguo obispo Pablo Vergerius y no asistia a las procesiones, celebra- ciones obligadas para quien estaba llamado a ser emperador de la cristiandad. Su padre Fernando se inquietaba cada dia mas y los obser- vadores enviados por la Santa Sede creian que estaba, como afios después su hijo, «poseido por el demonio de la Reforma». La negativa impresién que le habia causado su estancia en Espafia —con sus tribunales inquisitoriales, sus autos de fe, sus ligubres monasterios y sus miles de religiosos— acercé sin duda mas al joven, como sefala Philippe Erlanger”®, al pro- testantismo, al que vefa mucho mas aperturista y consonante con su forma de ser que el catolicismo. Por su parte, y de forma diametralmente opuesta a las ten- dencias y gustos de Maximiliano, se encontraba su mujer, Maria. Catdlica hasta la médula y poco amiga de las fiestas y el jolgo- rio germano, echaba de menos la corte espafiola, a la vez que odiaba Alemania con todas sus fuerzas, llegando incluso a negar- se a aprender su lengua. En este ambiente conflictivo y confuso pasé sus primeros afios el joven Rodolfo, ya introvertido y extrafio, quien sin duda no comprendia los «absurdos motivos» de las discusiones religiosas y que, por encima de todo, odiaba ver enfrentarse a sus progenitores. A pesar de las dificultades, el archiduque reci- bid la educacién de corte humanista tipica de los reyes de la época: aprendié latin, lenguas vivas, esgrima, musica, danza y ademas era un excelente jinete. Pero los afios junto a sus padres y abuelos estaban a punto de tocar a su fin. Para alejarle de las tentativas luteranas, Felipe II reclamé a su sobrino desde Espafia para continuar con su educacion. 76 Philippe Erlanger, Rodolfo II de Habsburgo, el emperador insdlito, Espa- sa-Calpe, Madrid, 1974. 227 HISTORIA OCULTA DE LOS REYES Rodolfo, de doce afios, fue enviado junto a su hermano menor, Ernesto, a la corte de su tio. Les acompafiaba su preceptor, Adam de Dietrichstein. Tras seis meses de duro viaje, Rodolfo —

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