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Nikolett Muranyi:
Los grados de la oración: desde la búsqueda hasta los frutos
Misterios de la luz
Con gratitud hacia mis padres a quienes les debo todo
Hermano Angelico
Quisiera compartir con vosotros mis pensamientos. La protectora de la Orden es la
Reina del Rosario. La quiero a ella y a la oración del Rosario. La segunda
actualidad de este escrito es el ano del Rosario.
Me dieron mucha alegría los misterios de la luz. Complementaron la ausencia que
sentía hacía mucho porque los misterios tradicionales del Rosario sólo
mencionaban la ninez, la pasión y la gloria de Dios. Entre el nacimiento y la
muerte está la edad adulta de Jesús, su vida pública, la fundación de la Eucaristía,
lo que hasta ahora no había estado suficientemente senalado, ahora puede dar un
nuevo impulso a la oración.
Hace meses estoy reflexionando sobre el tema. Se puede hablar de la oración desde
muchos puntos de vista, pero desde el principio renuncié a la exigencia de abarcar
la totalidad del tema. Voy a intentar compartir mis experiencias. Trataré de decir
lo que me acerca más a Dios. Organicé mis pensamientos según ciertos puntos de
vista. Subrayo que ésta es sólo una orientación porque existen muchas otras. Me
imagino que Dios está en el centro del círculo y nosotros nos acercamos hacia Él
desde la periferia. Todos los caminos son rayos de afuera hacia adentro. Pero si
sólo nos movemos en la periferia entonces sólo regresamos a nosotros mismos y
jamás encontramos a Dios. Así nunca seremos felices. Cada uno experimenta por sí
mismo, que le ayuda en el camino hacia Dios.
Quisiera escribir sobre la oración del hombre de hoy. Se puede organizar según los
siguientes puntos de vista:
• Quién la realiza? – Oración individual y oración comunitaria, con dirección
del sacerdote, oración ecuménica.
• Cómo la realiza? – Oración realizada durante alguna actividad o en un
tiempo dedicado exclusivamente para ésta, oración silenciosa u oración
cantada.
• Con quién se realiza? – Pidiendo la intercesión de los santos.
• Cuándo se realiza? – Santificación del día, Oficio según las diferentes
tradiciones de las comunidades religiosas, según las horas del día y el
tiempo litúrgico.
• Hacia quién se ora? – Oración al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
• Qué se ora? – Rosario, litanía, oración personal, peticiones y súplicas.
• Dónde se realiza? – En la iglesia, delante del Santísimo Sacramento,
durante el camino, en casa.
Pero yo construyo de otra manera el camino. No digo que sólo los siguientes grados
de la oración lleven a Dios, sino que éste es uno de los senderos estrechos y
transitables de la montana, que llevan a quien dijo: „Yo soy el camino, la verdad y
la vida; nadie viene al Padre sino por mí.’ (Jn14, 6)
La tercera actualidad es el centenario de la llegada de los dominicos a Zugló (parte
de un distrito de Budapest). El 27 de agosto de 1903 regresaron los padres de
hábitos blancos a Budapest y construyeron la iglesia de la Reina del Rosario en
estilo neogótico. Aquí me bautizaron, acá pertenezco, aquí vivo y soy laica
dominica.
Con carino les ofrezco este texto, no sólo a los dominicos, sino a todos mis
hermanos que aman a Dios y buscan el camino. Gracias doy a Dios por lo que pude
escribir y recibí como regalo. Deseo que conduzca al lector a la contemplación de
Jesucristo.
Hermano Angelico
Segundo grado: la petición
’Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá,
porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al
que llama, se le abrirá.’ (Mt7, 7)
Si por algún camino o de alguna forma me doy cuenta, que el objetivo de mi vida
tiene relación con Dios, entonces empiezo a orar. El modo más elemental y
frecuente de la oración es la petición. Le pido a Dios que me ayude. En primer
lugar recurro a Él cuando tengo algún mal. Entonces me viene a la mente, cuando
ya no puedo solucionar la situación. Este grado es un grado natural del desarrollo
de la oración, pero debo sobrepasarlo, porque si me detengo aquí, entonces mi
relación con Dios será infantil, egoísta y unilateral. Puede darse, que Dios se
convierta para mí en una máquina automática: hago una oración para recibir a
cambio ayuda. Y si no la recibo, me siento defraudada y le reprocho a Dios, por
qué lo permitió, etc. Esto así no funciona. Debo buscar su voluntad, aceptarla e
intentar cooperar.
Por supuesto, puedo presentarle a Dios mis súplicas, como Jesús dijo: ’Otra vez os
digo que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquier
cosa que pidan, les será hecho por mi Padre que está en los cielos, porque donde
están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.’ (Mt18,
19-20) Pero que esto sea en harmonia con su voluntad, debo aceptar, aunque no
reciba lo que quería. Dios providente sabe mejor qué es lo que necesito para la
salvación. Si para este objetivo le pido cualquier cosa, la recibo. Si más adelante
puedo sobrepasar este grado y renuncio a mis peticiones personales, entonces me
acercaría a mi objetivo.
Tercer grado: el arrepentimiento
’Nadie tiene mayor amor que este, que da su vida por sus amigos.’ (Jn15, 13)
Si le pido muchas veces ayuda a Dios, empieza a formarse una relación con Él, se
despierta en mí el arrepentimiento. Si respondo, entonces reconozco mis pecados,
mis debilidades y con esto paso al tercer grado.
Es una gran diferencia de nivel, pero no debo temer, Jesús me toma de la mano.
Cuando descubro mis defectos, desigualdades, mis propios objetivos, empiezo a
sentir mayor la distancia entre Dios y mí misma. No debo asustarme. Esta
distancia es real pero no me mantiene lejos de Dios. El objetivo de este grado es
que se clarifique quién es Dios y quién soy yo. Porque hasta que no viví con Él, me
consideraba como Dios, sin saberlo conscientemente eso ha sido el resultado de mi
egoísmo.
En el arrepentimiento reconozco la misericordia de Dios. Cuando le pido perdón,
siempre me perdona todo. El pecado me aleja de Dios pero el arrepentimiento del
mismo me acerca de nuevo a Él. La Confesión frecuente ayuda mucho en el camino
hacia Dios. Cuando limpia mi alma, veo y oigo más claro el camino delante de mí y
más fácilmente reconozco la voz del Espíritu Santo. Al lado de mi pequenez
descubro la grandeza y generosidad del Senor que entregó su propio Hijo por mí.
Jesucristo es el puente entre nosotros. Me alivia de mis cargas, si puedo aceptarlo
como mi Salvador personal, me pongo al pie de su cruz y le entrego mis pecados.
Mirando la cruz veo de otra manera el mundo. Sé que el camino conduce, de la
cruz a la tumba vacía, a la Resurrección. Jesús recorrió este camino hasta el final,
por mí y en vez de mí. Prefirió morir por mí en vez de que me perdiera. Me quiere
tanto que dio su vida por mí y me va a resucitar a la vida eterna. El
arrepentimiento purifica. Renazco espiritualmente.
Es importante que pueda distinguir entre el pecado y el pecador, en mí misma y
también en los demás. El pecado debo condenarlo, pero con el pecador debo ser
misericordiosa. Mientras más cercana esté la persona, es más difícil ser
misericordiosa y por lo mismo conmigo misma aún es más difícil.
Si no pudiera realizarlo, entonces me consideraría más importante que Dios, quien
ya perdonó. Y yo todavía no? Si intento aceptarme a mí misma, después de duras
luchas, encuentro la paz interior en Dios.
Cuarto grado: la gratitud
’Gracias a Dios por su don inefable!’ (2Cor 9, 15)
Si mi alma está tranquila, puedo pasar al grado de la gratitud. El agradecimiento
se alimenta de la paz y la alegría interior, del reboso del corazón. „Mi corazón
canta de paz, alegría y agradecimiento, alabo a Jesús.” Este canto dice todo del
corazón feliz y agradecido.
Al principio sólo puedo agradecer por la alegría y las cosas buenas, las dificultades
en toda ocasión me intranquilizan. Si escucho a Jesús, quien dice: ’No se turbe
vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.’ (Jn14, 1), daré otro valor a
mi vida y podré también agradecer por las pruebas.
Pues toda prueba es para vencerla y fortalecerme espiritualmente. Estoy en las
manos de Dios. No me puede pasar nada malo. San Pablo escribe: ’porque para mí
el vivir es Cristo y el morir, ganancia.’ (Fil 1, 21)
Por medio de las dificultades Dios me muestra su amor creciente.
Da gracias a Dios por toda tu vida.
Quinto grado: la alabanza
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y
siempre por los siglos de los siglos. Amén
Vale la pena leer varias versiones en mi idioma materno. Comparando las diversas
redacciones puedo saber más de Dios. Por ejemplo tomo la lectura de la misa del
domingo. Leo dos versiones en mi propio idioma y después también en otro.
Sentiré que el texto dado es más rico de lo que pensé. Esta abundancia eleva mi
alma y comprendo más el texto.
El helado y Dios
Cualquier cosa que me pase, lo que oiga de alguien, lo que vea por la calle me
impulsa a meditar. Hasta sobre un helado se puede meditar.
Me compré dos bolas de helado de vainilla. Está delicioso. Está frío y
cremoso. Camino y mis pensamientos viajan lejos. Hasta una porción de helado me
puede acercar más a Dios. Estoy meditando. En el bochorno me cae tan bien el
helado como en la boda de Canaán a las personas, el agua convertida en vino. Con
alegría y agradecimiento pienso en los que lo han preparado. Gracias Dios por
poder comer cosa tan deliciosa.
Bendice Senor a los que lo prepararon y a los que me lo vendieron.
Bendice a los animales, cuya leche utilizaron para prepararlo. Bendice a los que
cultivaron y elaboraron la remolacha de azúcar, que endulzó el helado. Bendice a
los que sembraron, cosecharon y molieron el trigo y también a los que hicieron el
barquillo.
Le doy gracias a Dios por el trabajo y la vida de todos ellos, por sus familas y
parientes. Dales fe, esperanza y amor.
Haz que escuchen tus palabras de invitación, puedan responder y dales la
salvación. No permitas que ninguno se pierda de entre ellos. Amén.
Octavo grado: el Rosario
’Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.’ (Lk2, 19)
Misterios de la luz
Hermano Angelico
Jesús cargó con nuestros pecados, „se hizo pecado por nosotros”. Se bautizó en el
lugar de los pecadores.
Era tan humilde que el Padre se conmovió y mostró el amor a su Hijo delante de la
gente. Nosotros también vivimos de la relación amorosa de la Santísima Trinidad.
El Senor Jesús dio ejemplo de amor cuando Él, siendo inocente, pasándose como
pecador pidió el bautismo a Juan. Sufrió compadeciendo con la gente el dolor
causado por el pecado, y lo impulsó a estar inocentemente de lado de los
arrepentidos y a reconciliarlos con el Padre.
Por el sufrimiento aprendió a obedecer y el Espíritu Santo se posó sobre Él y lo
llenó, dándole fuerza para cumplir su misión.
Todo esto pasó a principios de su vida pública. Dios se conmovió ante la humildad
de su Hijo. Jesúcristo, completamente Dios, completamente hombre.
Hermano Angelico
„Arrepiéntanse y crean en el Evangelio!” – dijo Jesús en Galilea antes de llamar a
los discípulos. Esto pasó no mucho después de su bautismo y las tentaciones.
Qué valentía! Ahora mirándolo desde el tercer milenio, no pareciera.
Ya nos acostumbramos a las historias del Evangelio. Pero ahora no miremos tan
aburridamente. Retrocedamos en el tiempo y estemos allí, en el ambiente de Jesús.
Qué gran valentía necesitó para asumir delante de la gente que con Él vino el
Reino de Dios entre los hombres.
Adjúntate a los seguidores de Jesús. Escúchale. Lee cómo habló a la gente y qué
dijo sobre el Reino de Dios. Préstale atención, pregúntale y escucha su respuesta.
Arrepiéntete y sé su discípulo. Con el arrepentimiento recibimos nueva posibilidad
de salvarnos en Cristo.
Trajo la luz a la tierra y la dio de regalo. No tiene precio, no se puede comprar, ni
pagar. El Reino de Dios puedes aceptarlo humildemente con corazón limpio y
arrepentido. Es un verdadero regalo.
Cuarto misterio de la luz:
Jesús mostró la gloria divina en el monte Tábor (Mt17, 1-2)
Hermano Angelico
’Podemos leer en la oración del profeta Habacuc (3, 3-4): ’Dios viene de Temán; el
Santo, desde el monte Parán, su gloria cubrió los cielos, la tierra se llenó de su
alabanza. Su resplandor es como la luz: rayos brillantes salen de su mano; allí está
escondido su poder.’
La descripción de la hermana Santa Faustina del siglo XX es igual que la del
profeta Habacuc.
La gloria de Dios es igual en el Antiguo Testamento, en el Nuevo y en el siglo XX.
Todas estas descripciones intentan acercarse a la gloria perfecta, no expresable
completamente con palabras humanas, que caracteriza solamente a Dios y con la
cual nos vamos a encontrar después de la muerte. Es nuestra alegría: alguna vez lo
veremos. En la transfiguración del Senor recordamos cómo Jesús en el monte
Tábor mostró su gloria a sus discípulos. Esto se festeja en la Iglesia el 6 de agosto.
Este día murió el padre Santo Domingo.
Vete con Jesús, con Pedro, con Juan al monte Tábor. Pide a Santo Domingo que
vaya contigo. Siéntate, quédate en silencio, reflexiona, cómo vieron a Jesús.
Primero vienen aturdidos. Tal vez yo también consternada y asustada porque
humanamente no me puedo imaginar cómo es la gloria de Dios y no estoy
preparada para el encuentro. Rápidamente conciben, que es verdad y Jesús
verdaderamente es así, sólo que hasta ahora ellos no lo sabían. Hasta el final Él fue
la misma persona, y tanto se vació de sí mismo para ser uno de nosotros. Nos
quiere ganar a través de la fe y no por medio de la experiencia. Sólo algunos
pueden verlo transfigurado y a la vez escuchar al Padre Celestial que dijo en el
Jordán: „Este es mi Hijo amado, en quien me complazco.” (Mt17, 5) y además
„Escúchenlo!”
El aturdimiento se cambia en temor. Se postran. Allí estoy yo también a su lado.
Hay silencio. Después damos gracias por la experiencia. Ahora sólo Jesús está aquí.
Él es mi amigo, quien antes con toda naturalidad conversaba con Moisés y Elías,
ahora a nosotros se dirige y nos tranquiliza: „No temáis!” (Mt17, 7) Después de la
transfiguración Jesús menciona por primera vez la resurrección. Manda que no
hablen de la transfiguración hasta después de la resurrección porque no quería
ganar popularidad, sino mostrar la gloria de su cuerpo resucitado a sus amigos en
su amor desbordante.
Sobre el templo dominico de Pest, Los vitrales pintados de la capilla
Por eso pudo mostrar su estado resucitado antes de su muerte, porque para el Hijo
de Dios el tiempo no tiene límite. Él es el senor del tiempo. Él es eterno. La
transfiguración ensena más allá de la vida terrenal. En la eternidad no hay pasado,
presente y futuro, sólo Dios existe y nosotros en Él. Posee toda la historia y todo lo
que está detrás.
La historia pasa en el tiempo. Pero sólo nosotros necesitamos el tiempo para
comprender los acontecimientos. Él ve todo en unidad, Él no tiene necesidad del
tiempo. Esto es su totalidad. La totalidad es una dimensión que nosotros no
podemos concebir. Sólo podemos acercarnos por medio de comparaciones.
Entonces cuando digo, que Dios sabe lo que voy a hacer dentro de cinco minutos,
esto no significa que Él decidió en mi lugar. No. Él me dio libre albedrío y puedo
decidir con libertad. Sólo que como Él mira la totalidad, Él sabe qué es lo que
viene.
Una comparación: una hormiga puede pasar por el suelo, la pared, el techo. No
hay diferencia para ella. Posiblemente no percibe las tres dimensiones. Sólo percibe
planos, por eso para ella arriba y abajo no significa nada. Para la hormiga sólo
existe „hacia adelante”, „hacia atrás”, „a la derecha” y „a la izquierda”. Pero esto
no asegura que el mundo sea plano. Veo que la hormiga se mueve en tres
dimensiones sin que lo sepa.
Dios ve el tiempo en su totalidad.
Nosotros vivimos y reflexionamos en tres dimensiones y en el tiempo. Sabemos con
seguridad qué significa „arriba” y „abajo” en nuestro sistema, aunque la tierra
gira y estas direcciones son relativas. Y el tiempo? Éste también sólo existe en la
vida terrenal.
Hermano Angelico
Los ángeles también recibieron libre albedrío, pero tiempo no. Sólo una vez
pudieron decidir estar al lado de Dios o en contra, porque en su vida no hay
tiempo. Por eso el resultado de su decisión es irrevocable y eterno.
Apreciemos el tiempo, porque nos favorece. Una y otra vez podemos decidir al lado
de Dios.
Por eso Jesús llama la atención a los testigos de la transfiguración para que no
hablen de esto hasta después de la resurrección, porque sabe que les queda el
recuerdo fuerte e imborrable. La visión es la migaja de la eternidad y por eso está
sobre el tiempo. Por eso no podemos olvidar ninguna visión, es más vivo en el
recuerdo humano que cualquier impresión de este mundo. Los discípulos, los
santos jamás se olvidaron de sus visiones, siempre quedaron vivas en sus corazones
y cambiaron sus vidas, como también la vida de la Virgen María cambió con el
encuentro del ángel.
Alégrate con ellos. También va a fortalecer mi fe, como lo hizo con ellos.
Quinto misterio de la luz:
Jesús quien en la Santa Eucaristía se nos dio
Hermano Angelico
Santo Domingo
En general no es correcto llamar predicación, cuando los sacerdotes después de la
lectura del Evangelio explican la Escritura y ensenan a los creyentes, porque la
palabra adecuada es homilia, sermón. (En otros idiomas también hay palabras
propias.)
766 Los laicos pueden ser admitidos a predicar en una iglesia u oratorio, si en
determinadas circunstancias hay necesidad de ello, o si, en casos particulares, lo
aconseja la utilidad, según las prescripciones de la Conferencia Episcopal y sin
perjuicio del c. 767 § 1.
[766] Para los laicos, en caso de la predicación con autorización puede suceder que
se les confíe este ministerio, como una tarea (517.k.2. §) o como un encargo
especial. En este caso el laico no habla en nombre propio, sino que toma parte en
la acción de la Iglesia, así pues, con respecto a la predicación, se debe custodiar con
la comunidad de obispos… Los laicos no pueden decir la homilía, si se les ha
confiado otro tipo de predicación.
’Dar testimonio de la verdad. Ante Pilato, Cristo proclama que había ‘venido al
mundo: para dar testimonio de la verdad’ (Jn 18, 37). El cristiano no debe
‘avergonzarse de dar testimonio del Señor’ (2 Tm 1, 8). En las situaciones que
exigen dar testimonio de la fe, el cristiano debe profesarla sin ambigüedad, a
ejemplo de san Pablo ante sus jueces. Debe guardar una ‘conciencia limpia ante
Dios y ante los hombres’ (Hch 24, 16). El deber de los cristianos de tomar parte en
la vida de la Iglesia, los impulsa a actuar como testigos del Evangelio y de las
obligaciones que de él se derivan. Este testimonio es transmisión de la fe en
palabras y obras.’ (El Catecismo de la Iglesia Católica, p. 483)
Los hechos confesados hablan por sí mismos, sin palabras. Todos tenemos la
posibilidad de hacer el bien, en cualquier ambiente que vivamos. Puedo predicar
en mi trabajo, en casa, en mi vecindario, con la forma que vivo, sin realizar hechos
especiales. Si en mi trabajo doy testimonio según la escala de valores cristianos,
esto por sí mismo ya es una predicación. Además también puedo comprometerme
con tareas que enriquecen a la Iglesia, por ejemplo: catequesis, trabajo caritativo,
visita a los enfermos, participar en el coro de la iglesia, editar revistas religiosas,
preparar programas católicos en la radio o una página web. Si lo hago todo de
corazón por el Reino de Dios, todo esto es una predicación.
Pero por qué iniciar algo que no es obligatorio? Por qué hacer más que los
demás?
Sobre el templo dominico de Pest, Los vitrales pintados de la capilla
Porque esto es el fruto de la oración contemplativa. De primero sólo oro por la
propia salvación de mi alma, después por mi familia, por mis amigos. Mi relación
con Dios me reviste cada vez más con el sentido de la responsabilidad. Me
preocupo cada vez más de la salvación de las demás personas. Pero esto es una
preocupación positiva, que me impulsa a actuar. Por el impulso del Espíritu Santo
debo hacer algo por aquellos que viven a mi alrededor. (Qué hacer?, cada uno tiene
su tarea.) Esto dijo Santo Domingo de la manera siguiente: „Senor qué será de los
pecadores?” Esto le impulso adelante en el camino de la predicación. Sigámosle!
El deseo interior me urge, y no una fuerza exterior. Haz tanto sacrificio que puedas
hacer de buen corazón, voluntariamente y que puedas dar como regalo. No tienes
que hacerlo a reganadientes o reprochando, porque eso no trae bendición. La
predicación se nutre de la experiencia del alma en la contemplación. Sólo la
predicación orada y orada llega a los corazones.
Cada persona dispone de diferente capacidad para la predicación, pero esto es
menos importante, que la relación viva con Dios. Un predicador con menos talento,
pero con una vida seria de oración puede transmitir mejor a Dios, que un gran
predicador, que no vive lo que dice. La predicación sin testimonio no alcanza el
objetivo. Dijeron sobre Jesús, que hablaba como quien tiene poder, es decir no dio
conferencias a la élite, sino lo que dijo era su vida misma. Santo Domingo era un
auténtico seguidor de Cristo. Todo esto tiene como base lo que escribieron sus
contemporáneos en el proceso de canonización, sobre su pobreza asumida, su
forma de vida apostólica y su permanente exigencia en el estudio.