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-IBC-
Cátedra: Ética
MARIO AGUSTO
TOC PEREZ
6to
BACHILLER INDUSTRIAL Y
PERITO EN COMPUTACIÓN
El Secreto de una vida lograda
Descubrimiento del desarrollo personal
En doce fases
El conocimiento del encuentro no puede venirnos de fuera; tenemos que adquirirlo nosotros
a medida que nos encontramos.
El encuentro se da siempre entre dos seres. ¿Cómo han de ser éstos y cómo han de
comportarse para que sea posible el encuentro? Según veremos más ampliamente,
encontrarse no se reduce a estar cerca; implica un intercambio de posibilidades realizado por
el deseo de comunicarse y crear una forma de unidad fecunda.
Para entender a fondo cuándo y de qué forma se da el encuentro debemos conocer con
precisión los distintos tipos de realidad que hay nuestro entorno. Nos conviene aprender a
mirar a nuestro alrededor y distinguir diversos modos de ser. Hagamos, para ello, la
experiencia de lo que es un libro, un piano, un ser humano.
Se trata de una realidad “relacional”, por confluir en ella diversos seres, pero, vista como
producto de un proceso fabril, es un objeto, una realidad que nosotros, por haberla
producido, podemos poseer y dominar. Este tipo de realidades manejables, canjeables,
delimitables, pesables… y nuestra forma de comportarnos con ellas poseerlas, ponerlas a
nuestro servicio, manejarlas… son propias de un plano elemental de realidad y de conducta
que llamaremos nivel 1.
Experiencia 2da: UN piano, visto como mueble y como instrumento
Un piano, por ser un mueble, ocupa un lugar en el espacio, ofrece resistencia, puede
ser asido, pesado, canjeado, vendido… Tiene condiciones de objeto, por haber sido
producido mediante la cooperación de las cuatro causas destacadas por Aristóteles: causa
eficiente -el constructor-, causa material -el material del que está hecho-, causa formal -la
forma que presenta- y causa final .la finalidad para la que fue construido-. Puede ser útil
para servir de soporte a objetos de adorno y decorar una sala.
Un ser humano, por ser corpóreo, puede ser medido, pesado, asido, situado en un lugar,
sometido a análisis clínico… Presenta, en la misma medida, cierta afinidad con los objetos
porque es un haz de relaciones: está relacionado con sus progenitores, que le han llamado a la
existencia, y se siente instado a responder a dicha llamada de modo agradecido, adoptando la
misma actitud creadora que le dio el ser; ama a otras personas y es amado por ellas; elabora
proyectos para el futuro e intenta realizarlos; asume buen número de las posibilidades
que han transmitido a su sociedad las generaciones anteriores y procura crear nuevas
posibilidades para legarlas a las generaciones futuras.
Al unirse dos o más ámbitos entre sí, dan lugar a ámbitos de mayor envergadura, un
grupo de amigos, una familia, una orquesta, una institución… Estos ámbitos complejos,
formados por el encuentro de dos o más ámbitos individuales, no se reducen a la suma de
éstos; presentan una condición peculiar.
2. Necesidad de pasar del nivel de los objetos al de los ámbitos
1) Al ver un avión inmóvil sobre la arena del desierto, el protagonista del conocido
relato de Antoine de Saint-Exupéry El Principito le pregunta al piloto: “¿Qué es esta
cosa?”. El piloto se apresura a corregirle: “No es una cosa. Eso vuela. Es un avión. Es
mi avión. Y me sentí orgulloso haciéndole saber que volaba” ¿Qué sentido tiene esta
corrección?
En las obras de Saint-Exupéry, como en toda obra literaria auténtica, buen número de textos
están dotados de poder “simbólico”, es decir, de la capacidad de remitirnos de una realidad
cercana a nosotros a otra menos conocida y superior. El piloto quiso elevar al Principito del
plano de los objetos o cosas a un plano de realidades más elevadas.
El descubrimiento de los ámbitos nos da luz para comprender la capacidad que tenemos los
seres humanos de transformar las realidades que tratamos en la vida cotidiana.
1. Voy a una tienda y veo una serie de plumas. Cada una presenta las condiciones
de los objetos: es delimitable, pesable, usable… Como necesito una pluma para escribir una
obra, escojo la que me parece más adecuada a este fin y la inserto inmediatamente en ese
proyecto vital mío.
Los seres que tienen condición de ámbito presentan un valor superior al de los meros objetos
en cuanto son capaces de ofrecer unas posibilidades y recibir otras. Pero estas posibilidades
pueden ser orientadas al bien o al mal.
“He descubierto -escribe Saint-Exupéry- una gran verdad, a saber: que los hombres
habitan.., y que el sentido de las cosas cambia para ellos según el sentido de la casa”
Habitar una casa significa crear en ella una red de vínculos los interpersonales
que la convierten en hogar, nivel 2. Habitar juntos en una casa se reduce a compartir un
espacio, nivel 1; no exige creatividad alguna. Habitar una casa supone una voluntad
creadora de relaciones, de los lazos, a que alude de Saint-Exupéry en los momentos
culminantes de sus obras: “¿Qué significa “domesticar”?, preguntó el Principito al zorro.
Hemos advertido que ciertas realidades se nos presentan como ámbitos pues no están
cerradas en sí y bien delimitadas, como los objetos, sino que se abren a otras realidades y
les ofrecen posibilidades de uno u otro orden. Una persona tiene ciertos límites por ser
corpórea, pero lo supera en cuanto puede conocer otros seres, configurar proyectos, tener
deseos, sentir afectos, crear vínculos… Se nos muestra como ámbito en virtud de sus propias
cualidades.
Otras realidades carecen del poder de iniciativa y de abarcar cierto campo que ostentan las
personas, pero tienen condiciones que nos permiten tomarlas como fuentes de posibilidades
para nuestros proyectos y, por tanto, como ámbitos. Una partitura ofrece posibilidades de
conocer una obra musical a quien sepa leer esa forma de lenguaje.
Es difícil calibrar la importancia que tiene para nuestra vida acostumbrarnos a pensar de
modo relacional y dar el debido valor al sujeto que piensa y a la realidad pensada.
Sucede, a veces, que ciertas personas expresan su opinión sobre algo y, si les
preguntamos en qué basan su parecer, contestan sencillamente: “esta es mi verdad.
Tú tienes la tuya, y todas son dignas de respeto”.
5. Actitudes adecuadas a cada tipo de realidad
Al descubrir la existencia de realidades que, vistas con mirada penetrante, no tienen límites
precisos, como los tienes los meros objetos, sino que son “tramas de relaciones”, advertimos
que cada una exige un tratamiento peculiar. Maticemos un poco más este
descubrimiento.
De modo análogo, una idea puede ser expuesta en diferentes lenguas, libros y
situaciones. Todo ello puede cambiar; no así la idea, que ha de ser transmitida con
toda fidelidad. El disco que reproduce una melodía puede estropearse, pero ésta, en
cuanto tal, permanece inalterada.
Los seres humanos estamos autorizados a poseer las realidades que son producto de nuestro
esfuerzo y disponer de ellas conforme a nuestros intereses. En cambio, debemos respetar las
realidades que son fruto de la interacción de diversas realidades.
“Si me domesticas (es decir, si creas conmigo lazos de verdadera amistad), tendremos
necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el
mundo”
Somos “únicos” porque nos hemos enriquecido con una cualidad inédita en el mundo: nuestra
relación de amistad. El afecto que tal enriquecimiento suscita en nosotros no es un
sentimiento arbitrario y superficial; es la reacción profunda de nuestra persona ante ese valor
real que hemos adquirido. Hemos de aprender a considerar como rigurosamente reales los
ámbitos que se generan al entrar en relación dos o más realidades. Ello nos infundirá un
inmenso respeto a las relaciones que establecemos en la vida y nos hará responsables.
1. Cada persona que vive en una ciudad configura en ella, poco a poco, un mundo
propio, en colaboración con la realidad que le rodea. La ciudad es objetivamente la
misma para todos, pero cada uno recorta en ella determinados lugares, calles y espectáculos;
acoge ciertas posibilidades y desecha otras; trata a unas personas e instituciones y deja de
lado a otras. Configura, así, un mundo personal singular, que constituye un ámbito, no
un mero conjunto de objetos, cosas y hechos.
2. El Evangelio de San Lucas narra que los ángeles pronunciaron en Belén estas
palabras: “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres en quienes Él se
complace” (Lc 2,14). En la gran Misa en si menor, J.S. Bach repite hasta 33 veces esta idea
en la versión latina: “Et in terra pax hominibus bonae voluntatis”.