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Prefacio ,'.
a la edición castellana
Dice John F. MacArthur en el Epílogo: "Conozco muchos ca-
rismáticos que son creyentes honorables, comprometidos, consecuen-
tes y dedicados a la Palabra de Dios. Numerosas iglesias e individuos
carismáticos rechazan muchos de los errores que he hecho resaltar en
este libro. De ninguna manera pretendo declarar que todos los
carismáticos son iguales. Obviamente hay muchos extremos dentro
del movimiento y muchos matices de doctrina carismática, que varían
desde la ortodoxía evangélica hasta la indudable herejía. n
Tiene en sus manos un análisis y evaluación del movimiento
carismático hecho desde la perspectiva de un cristiano evangélico
conservador. Como podrá observar es lln libro sólido y bastante bien
documentado.
Quizá usted no esté de acuerdo con todo lo que dice el autor.
pero eso no debe privamos de reconocer, y de aprovechamos, de lo
mucho positivo que el autor aporta para un mejor conocimíento del
movimiento carismático,'yde su evaluación a la luz de la interpre-
tación evangélica de la Biblia.
Es difícil hacer una evaluación así por la diversidad de voces
aparentemente representativas que se escuchan dentro del carisma-
tismo, y por las cosas nuevas que periódicamente aparecen en su
seno. En consecuencia, algunos hermanos carismáticos van a decir
con cierta razón que ellos no son exactamente así. Con todo, estamos
convencidos de que su lectura puede servir para reconocer y analizar
ciertas tendendas y prácticas que se dan entre los carismáticos, que
perturban mucho a bastqntes cristianos evangélicos fieles, estudiosos y
dedicados. '.
La casa editora no lo publica para hacer clara su postura denomi-
nacional, ni para conden_ar9- nadie, o para hace~ lTl.áspmft,mdo?1
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carismático y no carismáticos, sino para aportar otra perspectiva que

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LOS CARISMATICOS: Una perspectiva doctrinal Prefacio a la edición castellana C)

dé equilíbrio y elementos de juicio para un mejor conocimiento y acuerdo en lo esencial. no se ven ni se consickrall hermanos. ni se
diálogo fructífero. El lector encontrará en nuestro fondo editorial otros dan la mano. ¡Qué triste'
libros que, en ciertos aspectos, aportan puntos de vista algo distintos Es evidente que la discusión sobre los dones del Espíritu ha
a los de John F. MacArthur, hombres de Dios -predicadores. causado división y dolor en el cuerpo de Cristor pero el fruto del
misioneros, educadores o eruditos bíblicos reconocidos- como Billy Espíritu debería ser real y visible en todos p'ara sanamos y unimos.
Graham, Cecilia McConnell, James D. Crane, Kenneth S. Hemphill. Cuando estemos en la presencia de Cristo no vamos ~ 5,erexaminados
Robert G. Witty y John M. Drescher. Lo que es absolutamente cierto y juzgados sobre la base de los dones sino sobre el fruto, Esto debería
es que todos podemos aprender de todos. MacArthur merece ser hacemos pensar.
escuchado y leído porque es un líder evangélico respetado, porque es Nos atrevemos a sugerir al lector que después de leer este libro,
un estudioso capaz y serio de la Palabra de pios y que está llevando a lea también El fruto del Espíritu, de John M, Dreschei-, publicado
" cabo un gra"n"ministerio, y porque dice muchas cosas que son impor- por Editorial Mundo Hispano Creemos que le será de gran ayuda y
tantes y correctas. beneficio.
Los cristianos evangélicos no carismáticos pueden encontrar en
la exposición del autor razones sólidas de su manera de entender y Los editores
vivir la fe bíblica que quizá ellos no habían atinado a articular. Los
creyentes carismáticos van a encontrar un análisis bíblico diferente
que puede ayudarles a examinar su teología y prácticas, y quizá
terminen pensando que hay cosas que deberían moderarse o corre-
girse.
Quizá todos podamos aprender de la historia al recordar la
experiencia que vivieron los dos grandes reformadores Martín Lutero
y Ulrico Zwinglio. En octubre de 1529 se encontraron frente a frente.
Habían sostenido una guerra de palabras_ ~scritas en relación con la
cena del Señor. Lutem sostenta'q.ué la presencia corporal real de
Cristo estaba presente en los elementos. Zwinglio, por su parte,
sostenía que el pan y el vino eran sólo símbolos. Allí estaban sentados
juntos aquellos dos grandes líderes. Ambos eran de cuarenta y seis
años de edad. Lutero escribió sobre la mesa: "Esto es mi cuerpo", y
rehusó ceder ni un milímetro en su opinión. Zwinglio tampoco cedió
en su interpretación.
Un lunes los dos ,reformadores se encontraron por última vez en
la tierra. Con lágrimas en los ojos, Zwinglio se acercó a Lutero
extendiendo la mano de la fraternidad y el compañerismo, no la del
,." ' compromiso teológico. Pero Lutero la rechazó y dijo: "Estoy
sorprendido de que desees considerarme como tu hermano." Y
agregó: "No perteneces a la comunión de la iglesia cristiana. No
podemos reconocerte como hermano."
Hubo muchos grandes momentos en la_yida y actuación de ...
"------"..:CCMartín
Lutero, °péró"-aqur aparecéempe"quenedao:" Imaginemos a
aquel gran predicador y reformador, Ulrico Zwinglio, con su mano
'extendida hacia Lutero, con el que estaba de acuerdo en casi todo lo
esencial, pero aquella mano nunca fue aceptada ni estrechada.
Cuántas veces sucede esto entre cristianos, que estando de

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