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Izumi Shikibu
Akiko Yosano
Kazuko Shiraishi
Fernando Barbosa
Feria Internacional del Libro
Bogotá, 4 de mayo de 2008
Al maestro Rafael Maya
i. m.
1
ADVERTENCIAS
Los dos referentes que se acaban de mencionar revelan bastante bien las
dificultades y los riesgos que implica una selección de escritores, máxime
cuando el período entre los escogidos abarca varios siglos.
Dadas estas breves explicaciones, debo decir que las poetas que he
seleccionado deben su inclusión a una sola razón: su poesía me conmueve.
1
Jun’ichi Konishi(1986), A History of Japanese Literature, vol. Two, Princeton
University Press, Princeton. p. 249.
2
Haruo Shirane & Tomi Suzuki (2000) Inventing the Classics, Stanford University Press,
Stanford. p. 2.
2
Ahora, como tengo el convencimiento de que la labor de traducir tiene un
peso subjetivo imposible de resistir, tal como lo afirma Naoki Sakai3 en su
libro sobre la traducción y la subjetividad, tengo que reconocer que las
versiones poéticas que presento tratan de poner en boca de las autoras
seleccionadas lo que siento que hubieran podido haber significado si al
viajar por el tiempo nos hablaran hoy. Y, en el caso de las contemporáneas,
también he tratado de aproximar su voz a las sensibilidades más afines a las
nuestras. No obstante, he procurado acercarme tanto al momento que
vivieron las poetas como al conocimiento de algunas de las técnicas
fundamentales de su escritura.
Resulta difícil acercarse a este haiku sin la guía de la lengua y del Zen. La
lengua, que debería informarnos si se trata de una rana o de varias, o de un
sapo o varios nos presenta ya el primer reto. Como se sabe, el japonés no
tiene número ni género y, en consecuencia, tenemos que arriesgarnos a un
cálculo elemental de probabilidades para salir al encuentro de varias ranas o
sapos y no de uno solo o de una sola. Como ello no nos allana una solución
aceptable, nos vemos abocados a acudir al contexto. Para este caso
acudimos al sentido profundo del poema dilucidado por los esfuerzos de sus
intérpretes, cuya referencia es la pintura que hizo el mismo Bashô para
ilustrar su obra y en la que dibuja un único animal. Con ello, no obstante,
quienes tratamos de penetrar la magia de la creación, apenas nos
acercamos a la entraña de los versos. El Zen, por su parte, resulta de
inevitable ayuda para descifrar su sentido, su significado.
3
Naoki Sakai (1997) Translation & Subjectivity, University of Minnesota Press,
Minneapolis.
3
El espejo de la fontana,
al zambullirse una rana,
¡hace chas!
4
Tello, Jaime. Jaikais de Basho y de sus discípulos. Librería Voluntad, Bogotá,
1941.
5
Barbosa, Fernando."El diseño: entre la cultura y el mercado". En: Texto y Contexto,
No. 26, enero-febrero de 1996.
4
el cuarteto, la quintilla, el sexteto, la copla, la octava real, la décima, el
soneto, el madrigal, la glosa, la silva; y una segunda en que se introdujeran
los versos bisílabos, trisílabos y los que siguen hasta alcanzar el
endecasílabo y el alejandrino, quedaría simplemente estupefacto. En verdad,
estos catálogos resultan excesivos frente a una tradición en la que figuran
solamente tres formas estróficas al lado de los penta y heptasílabos.
6
Ooka Makoto (1991), p.28-30.
5
A lo anterior podríamos agregar otras formas como el choka y el renga o
poema en cadena para encontrar que son, en uno u otro sentido,
extensiones del waka o tanka.
6
INTRODUCCIÓN
Posiblemente se trata de una muy antigua canción ritual para bendecir una
casa y, con toda seguridad, no es el parto de una divinidad. Sin embargo,
nos permite observar la continua importancia que ha tenido la poesía en
Japón desde sus más lejanos tiempos hasta hoy, fenómeno que como es
conocido, es universal.
La primera voz femenina que aparece en el capítulo 26 del libro primero del
Kojiki , es la de Nunakapa-pime, princesa de las tierras de Koshi, que
contesta así las pretensiones del divino Opo-kuni-nushi también llamado Ya-
ti-pokö:
Oh divino Ya-ti-pokö!
Como mujer, que lo soy,
dócil como hierba tierna,
mi corazón se agita
como una golondrina marinera.
Aunque ahora soy libre
cual paloma esquiva,
pronto seré tuya,
una avecilla pronta a rendirse a ti.
Así, mi señor, se paciente
y que el deseo no te hiera.
...
Tan pronto se oculte el sol
tras de las verdes colinas,
7
con la noche azabache, ven.
Con la sonrisa radiante
como sol de la mañana,
con tus brazos albos
como lazo hecho de taku,
ceñirás mis senos frescos,
esplendentes cual la nieve,
y anudaremos nuestros cuerpos.
Tus manos maravillosas
se trabarán con las mías
y con tus piernas tendidas
descansarás en tu sueño.
Por tanto, señor mío,
no te aflijas.
Oh! divino Ya-ti-pokö!7
Los registros de poesía escrita por mujeres tuvieron que esperar un tiempo
y para explicar tal dilación resulta conveniente recordar algunos eventos
históricos de Japón.
7
Donald L. Philippi (1968) Kojiki, Tokyo University Press: Tokyo. p. 106-107.
8
muy afortunado.
8
Fernando Barbosa, “Kanajo, el prefacio japonés al Kokinshû”, Al Margen No. 17, marzo
de 2006, Bogotá. p.11.
9
En la era de los dioses poderosos, el número de sílabas de un
poema era irregular y los versos no eran muy pulidos por lo
cual debe haber sido difícil entender sus matices. Al inicio de la
era humana, empezando con Susanô-no-mikoto, aparecieron
los poemas de treinta y una sílabas.9
9
loc. cit.
10
Ver Rober H. Brower y Earl Miner (1961) Japanese Court Poetry. Stanford University
Press: Stanford.
11
Donald Keene (1993) p. 235
10
en lo social pero abierto en lo amoroso.
1. Katsushika
2. Quien ama
12
Fernando Barbosa “Poesía erótica japonesa”, en Al Margen, No. 18, junio, 2006.
11
Las luces nocturnas de los pescadores
arden enrojecidas, arde bermellón mi corazón.
Estacas de madera sostienen las redes
frente a la corriente del río Uji.
3. Sauce verde
No nos separemos.
4. Regreso
En el aquí y el ahora
Qué cosas dices!
Dos mariposas unidas
En un imposible sueño.
12
Pero no importa: volemos
hasta el fin de los finales.
Las notas que siguen incluyen a cuatro figuras femeninas cuyo renombre
está fuera de discusión.
13
Ono no Komachi
s. IX
14
KOMACHI:
O
NO NO KOMACHI podría llamarse simplemente leyenda. Debió nacer en el
siglo IX, quizás entre 820 y 830, y pudo ser, como todos quieren
aceptarlo, una belleza de inigualables calidades, una amante
formidable en estilo, en número y en fiereza; una poeta de inigualable vuelo,
y una atormentada anciana al final de sus días. Ha sobrevivido, de su propio
pincel, una obra singular. Singular por la fuerza de sus imágenes y por el
erotismo que se desliza en cada trazo. Y su vida, que aun subsiste, es, en
15
últimas, la que nos presentan la tradición popular que la rodea de un halo
fantástico junto con los cinco dramas del teatro Noh que mantienen viva su
figura: Sôshiarai Komachi (Komachi lavando el manuscrito), Sekidera
Komachi (Komachi en Sekidera), Ômu Komachi (Komachi contestando a
Yuîe), Sotoba Komachi (Komachi en la estupa) del cual proviene el texto
trascrito arriba, y Kayoi Komachi (visitando a Komachi o Komachi y las mil
noches)14. Fuera de estos, que también se alimentaron en las fuentes de la
leyenda, lo cierto que nos queda de ella es su obra: 110 poemas reunidos
en Komachi Shû.
14Sekidera Komachi y Kayoi Komachi en: Liliana Ponce, coord., (2002) El teatro noh de
Japón. tsé≈tsé: Buenos Aires.. Sotoba Komachi en: Arthur Waley (1957) The Nô Plays
of Japan , Grove Press, Inc.: New York, pp. 148-160. Kayoi Komachi en: Ezra Pound &
Ernest Fenollosa (1959) The Classic Theater of Japan, New Directions Publishing
Corp.: New York, pp. 16-21
15
Mencionado por Sara M. Strong (1994) “The Making of a Femme Fatale”, Monumenta
Nipponica, 49:4 p. 396.
16
inician en 1180, fortalecen de manera ejemplarizante su imagen de mujer
fría y coqueta, calculadora y cruel que purga las liviandades de su juventud
con pesadas penas en su vejez. Pero no olvidemos que estamos frente a la
leyenda y que hemos dado un salto temporal de más de tres siglos. Porque
lo cierto es que para el tiempo en que vivió Komachi, es decir el siglo IX, el
juicio negativo que le haría el futuro, no hubiera sido posible y menos con
los alcances que acabamos de observar. En efecto, por aquel entonces, a
los hombres se les permitía tener varias esposas y varios amantes a las
mujeres solteras. La regla de oro: la discreción y el secreto.
Mencionábamos atrás el poema 623 como una de las fuentes que inspiraron
su fama de mujer fría y calculadora. Esta obra aparece en el dan (episodio)
número 25 del Ise Monogatari16 en el que se describe un acercamiento de
Narihira, el héroe de la narración, a Komachi. Aquel, que no lograba
establecer si ella estaba o no propicia al cortejo, le escribió:
“La mujer, quien tenía una naturaleza coqueta (irokonomi naru unna,
kaeshi) respondió”:17
16
Aunque el Ise Monogatari fue recopilado después del Kokinshû, la base de esta obra es
el diario y los poemas de Ariwara no Narihira, contemporáneo deKomachi.
17
Strong (1994: 397). Según la autora” irokonomi se usaba para señanlar a las mujeres
que tenían o de la cuales se sospechaba que tuvieran más de un enlace romántico... Con el
tiempo tendría una connotación erótica explícita en la literatura japonesa.”
Sobre la evolución de iro (color) como imagen de lo erótico, ver Ooka (1991), capítulo 1.
17
A continuación se transcriben las explicaciones de la profesora Strong que
resultan muy útiles para entender las dificultades de la traducción y que a
su vez nos revelan la sutileza del mensaje:
18
Strong (1994: 394-395).
18
personales entre los miembros de la corte,19 mérito que en su caso alcanzó
las más elevadas cumbres y cuyo reconocimiento llevó a los antologistas
del Kokinshû a establecerla como uno de los Rokkasen o seis genios
poéticos de Japón, junto con Henjô , Ariwara no Narihira , Fun’ya no
Yasuhide, Kisen y Otomo Kuronushi.
11320
Se desvanecen las flores
al desgaire
y yo derrocho mis días
en pensamientos mustios
mientras cae la lluvia.21
552
En un sueño de amor atormentado
lo vi detrás de mi.
Haber sabido que su visita era un sueño
para jamás haberme despertado.
553
Desde el breve sueño
cuando primero vi al que amo,
sólo creo en el soñar fugaz
de la noche pasajera.
554
Cuando me atormenta el deseo
más allá de lo admisible,
doy vuelta a mis vestidos
para dormitar mientras lo espero.
19
Hirshfield, Jane and Mariko Aratani (1990) The Ink Dark Moon. Love Poems by Ono no
Komachi and Izumi Shikibu. Vintage Books, New York. p. xiii.
20
Los numerales corresponden al número de orden del Kokinshû.
21
Ver Donald Keene (1993) p. 234
19
557
Las lágrimas que caen como joyas
en las mangas del kimono
apenas son un gesto.
Las mías son un río tumultuoso
que nadie lo detiene.
623
Si sabe que en esta rada
no crecen algas
¿por qué viene el pescador
a extenuar sus piernas
en esta búsqueda vana?
635
Dicen que son largas
las noches del otoño:
sólo un decir.
Ya ha amanecido
y no hemos hablado del amor.
656
En la vigilia debes
mantenerte cauto;
pero me aflige que hasta en sueños
quieras mantenerte oculto.
657
Guiada por el deseo
de un amor sin ataduras
en la oscuridad iré tras él.
Nadie podrá censurar
el sendero de los sueños.
658
Aunque mi pie no se cansa
de buscarlo entre los sueños
nada logra igualar
la maravilla de verlo
de día a la luz del sol.
20
727
Si desconozco las villas
donde vive el pescador
¿por qué mi amor me castiga
por no seguirlo a la playa?
782
Terminó. Vieja y cansada
como la lluvia fría del otoño,
se que sus promesas de amor
se destiñen y marchitan
como las hojas de la estación tardía.
797
Aquello que palidece
pero conserva el color
es la flor escondida
del corazón de un hombre
en este mundo de desilusión.
822
Las espigas que desperdiga el viento
gélido del otoño por los campos
son un recordatorio de que yo
nunca seré la mies
que coseche la fortuna.
938
Cuando Fun’ya no Yasuhide fue nombrado como oficial de
tercer rango en Mikawa, le envió a Komachi este mensaje:
“Qué te parecería venir a echarle un vistazo a mi nuevo
sitio de trabajo?
21
939
Cada murmullo alegre o triste
hace estremecer mi corazón
y más me anuda a esta vida
que quisiera abandonar.
1030
En esta noche sin luna
sin luz que te abra el camino,
me despierta la pasión,
salta mi pecho rebasado
y se incendia el corazón.
1104
Más doloroso
que un carbón sobre mi piel
es el adiós de la partida
que amplifica la distancia
entre esta isla y la capital.
22
Izumi Shikibu
s. XI
23
24
D
e acuerdo con la hipótesis de Yoshida Kôichi22 el Diario de Izumi
Shikibu terminó de escribirse el quinto año de Kankô del calendario
japonés que corresponde a nuestro año 1008. Ello significaría que
nos encontramos justamente en el momento de conmemorar el milenio de
una obra de enorme significación en la literatura de Japón.
Si Komachi fue una larga leyenda, Izumi Shikibu fue un largo escándalo.
Femme fatale extraodinaire, como la define Edward A. Cranston profesor de
literatura japonesa de Harvard y traductor de su obra, su fama literaria va
unida a su vida apasionada y a sus amores escandalosos. Casada a los 18
años con Tachibana no Michisada, pronto cae en los brazos del Príncipe
Tametaka, disoluto y ligero según las crónicas, quien moriría pronto, a los
28 años. No bien pasado el duelo del amante, el príncipe Atsumichi, medio
hermano del anterior, la enamora y se convierte en la gran pasión de su
vida. Desafiando las normas del secreto y la discreción de los amantes,
Atsumichi alardea de su conquista y llega a desafiar a la Corte apareciendo
con su querida a la luz del día hasta llegar a establecerla en su palacio. Ello
llevaría a que la esposa del príncipe, con quien estaba casado en segundas
nupcias, abandonara su casa. Pero la fatalidad no abandona a Izumi y
Atsumichi muere después de una corta enfermedad. Tenía él 27 años y ella
probablemente 29.
Casada años más tarde con Fujiwara Yasumasa, si bien no se sabe nada
sobre esta relación, nada indica que fuera venturosa. Otros cinco o seis
amores se mencionan con nombre propio en su obra y otros tantos son
tácitamente reconocidos en sus notas.
22
Cranston (1969), p. 209 n150.
25
O lo siguiente escrito “un día cuando se formó el rocío sobre un encantador
hagi frente al sitio en donde vivía oculta y renuente a darle la cara a sus
padres”23, el cual constituye muestra patente de sus remordimientos:
Observando el rocío
no desprendí ni una gota
del arbusto otoñal.
Pero ahora un desgarro íntimo
inunda mis humedecidas mangas.
23
Cranston (1969) p. 11.
24
McCullough (1985b) p. 141-142.
26
y lo subjetivo. Según se enfatice un aspecto u otro, variará la clasificación
que se hace en Japón.25 Pero lo importante para señalar son esas
particularidades que exceden lo puramente personal tan definitivo en
nuestra tradición. Para ilustrar la influencia del género, baste con anotar
que el profesor Donald Keenee en su libro Travelers of a Hundred Ages26,
nos presenta una selección de 69 diarios escritos entre los años 847 y
1854 con la advertencia de haber dejado por fuera los que se han escrito
desde esta última fecha hasta hoy.
Salgo de la oscuridad
para volver a ella:
no hay remedio.
Ilumíname oh lejana luna
que te elevas sobre la colina.
25
Ver monogatari en Miner et al. (1985) p. 292
26
Keene (1989)
27
Miner (1969) p.34.
28
Earl Miner et al. (1985), p. 170
27
desalentados y de la ciudad mágica29 de la Sûtra del Loto en la cual “la
oscuridad es aquella del corazón humano enredado en el error y acosado
por las tentaciones mundanas, mientras la luna simboliza la luz perfecta de
la verdad budista”30. Según la misma fuente, este poema se incluyó en la
antología imperial Shûishû que se recopiló entre 996 y 1007, dato que hace
evidente la corta edad de la poeta cuando compuso esta joya literaria.
La casa inflamada, la casa que arde en llamas, no es otra cosa que el mundo
que nos ofrecen los placeres y que tan solo nos deparan sufrimiento según
las enseñanzas de Buda. Y estas enseñanzas son como la lluvia que aplaca
los incendios. Estas metáforas de acuerdo con Cranston31, están de nuevo
inspiradas en la Sûtra del Loto, concretamente en el capítulo 3 donde se
lee:
29
Tola y Dragonetti (1999) p. 210-211 y221-222.
30
Cranston (1970) p. 4
31
Ibid , p.5
28
el nacimiento, la vejez, la enfermedad.32
Mi meloso amante:
cuánto diera porque fueras
la almohada para mi descanso.
Te ruego que te quedes
en este lecho donde ya no duermo.
Arranca de la tierra
esta suave flor, si lo deseas.
Arráncala de raíz.
Que nadie diga de ella
que fue olvidada en el campo.
¿Acongojada? ¿acongojada?
Acongojada, sí, acongojada:
acongojada, acongojada,
ya me imagino a que suerte
de persona te refieres.
32
Tola y Dragonetti (1999) p. 108.
33
Cranston (1970) p. 10.
29
Él, quejoso, le envía este poema:
Toda la noche invernal,
Con los ojos abiertos, suspirando
Por mi amor, permanecí
Con mi manto tendido, solo y sin compañera,
hasta el amanecer.
Se levanta la neblina,
Primavera ha llegado!
Las flores de este ciruelo
Lo atestiguan y yo, inadvertida
Espero el primer canto de las aves.
34
Cranston (1969), p.23.
30
Yosano Akiko
1878 - 1942
31
32
E
l canon poético establecido en el Kokinwakashû, la antología imperial
de 905, se mantuvo prácticamente sin modificaciones hasta mediados
del siglo XIX. Fueron diez siglos consagrados al tanka, la estrofa de 31
sílabas repartidas en versos de 5-7-5-7-7, dedicada a temas específicos y
sometida al uso de recursos retóricos precisos. La apertura de Japón al
mundo, forzada por los estadounidenses en 1853, repercutió de manera
notable en toda la sociedad que fue llevada a un proceso veloz de
modernización en sintonía con los desarrollos que se daban en Europa y en
los Estados Unidos. A tales influencias no fueron ajenos ni el papel de la
mujer ni la poesía.
Pasados los años dorados de Heian , en los que la mujer, como vimos,
enalteció las letras y participó activamente en el esplendor de su época, su
papel fue haciéndose socialmente más y más discreto. Un nuevo código de
valores sociales impuesto por la consolidación en el poder de la clase
militar, impondría su impronta en todos los espacios de la sociedad. En tal
contexto, la mujer fue apartada de la vida política y social y enmarcada en
un nuevo ideal según el cual, como lo sintetiza Bernstein, “el trabajo físico y
duro en el campo y en la cocina, la naturaleza adaptable y las buenas
relaciones con los parientes eran las cualidades esperadas de las jóvenes
esposas en la básicamente agraria sociedad japonesa”.35
35
Bernstein (1991) p. 3
36
Ibíd. p.7
33
necesariamente provocan una reacción desde la intelectualidad y desde el
arte. El movimiento feminista que se abría campo en occidente también
tocó a Japón. Las nuevas realidades hacían notorio ciertas valoraciones
sociales. Si bien se le reconocían a la mujer sus funciones como esposa y
nuera, la maternidad por sí misma era relegada dentro del concepto de la
familia extendida (ie) propia de la ideología de los samuráis. Por eso algunos
grupos feministas demandaron acciones del estado con el fin de proteger a
las madres. Otro temas, como el control natal, fueron objeto de gran
debate entre los grupos de mujeres y dentro de la sociedad y el gobierno.
Miles de líneas
de cabellos negros
todas enredadas, enredadas,
también enredan
lo que se del amor.
37
Ueda (1983) p. 82
38
Barbosa (2006) p. 11
34
Además de sus aportes a la poesía, Yosano contribuyó con nuevos
elementos a la poética japonesa que, si bien no influyeron en las siguientes
generaciones, si ayudan a entender mejor su producción. De hecho, Yosano
sólo es recordada y reconocida por su primer libro de poesía Midaregami,
Cabellos enredados, de 1901, y por el poema “Querido, tu no debes morir”
dedicado a su hermano cuando fue enviado como soldado a la guerra ruso-
japonesa y es hasta hace pocos años que ha empezado a llamar de nuevo la
atención de la crítica literaria. El resto de su obra poética es casi
desconocido, lo mismo que sus ensayos, muchos de los cuales fueron
dedicados a reivindicar a la mujer, pero a su manera, que no corresponde
exactamente al discurso feminista de la época.
39
Citado en Ueda (1983), p 56
35
Es corta la primavera!
Qué es entonces lo que dura,
pregunté ,
haciéndole poner sus manos
sobre mis senos dóciles.
Lo que en mi sentir explicaría mejor el contexto que hizo posible esta forma
directa de presentar lo físico, puede estar relacionado con un debate muy
de moda a principios del siglo XX conocido como ratai ronso, es decir,
debate sobre la desnudez. En efecto, el desnudo, salvo aquellos
semidesnudos del arte erótico japonés que se conoce como Shunga , fue
prácticamente desconocido por los artistas antes de la llegada del arte
occidental a finales del siglo XIX. Una vez introducido, el motivo se convirtió
casi en obsesión de los pintores y escultores. Como lo anota Dollase:
40
Dollose (2005)
36
Veamos en la siguiente selección de tankas de Midaregami las imágenes que
tanto impactaron a sus contemporáneos:
Las lágrimas
de aquel bonzo
al verme,
¿eran —me pregunto—,
dulces o amargas?
§
Muchachos!
¿No piensan que el amor
quiere al amor?
¿Son ciegos
a estos labios rojos?
§
Aunque no merecen
el nombre del Amor,
tuve dulces sueños
uno con un poeta
y otro con un pintor.
§
Como castigo a los hombres
por sus pecados sin fin,
Dios me ha dado
esta piel tan tersa
y una larga cabellera negra.
§
Sin importar qué es bueno o malo,
el otro mundo,
la fama,
nos encontramos juntos
amando y dejándonos amar.
37
§
Mi deseo:
untarme
con miel emponzoñada
en los labios de un mocito
que venga buscando amor.
§
Viajero: ¿oyes
el sonido del Koto
sobre estos tiernos senos?
Esta noche arrullaré tu cabeza
entre mis brazos.
§
Encima
solamente
un filamento de nube
que como un cántico sagrado
me franqueó el camino.
§
Con el cabello en desorden, despierto.
¿Deberé alisarlo
con el agua llovida
que gotea de las alas negras
de las golondrinas?
§
De nuevo, errada!
Pude jurar que ese
era su rostro.
Oh! qué traviesos sois
los dioses del amor.
§
No es queja,
pero apúrate.
Esta noche otras manos suaves
estarán a la espera
38
para recibirte el traje.
41
Beichman (1990).
39
Querido, no debes morir
(Para Soshichi, mi hermano menor, en el sitio de Puerto Arturo)
40
Y llora tras de las cortinas de la tienda.
¿La habrás olvidado? ¿Piensas en ella?
Desamparada tan solo diez meses luego de la boda...
Piensa en su virgíneo corazón!
Fuera de tí, ¿en quién más,
en quién más en este mundo
podría ella fiarse?
Querido, no debes morir!
Tal vez sea mejor mantenerla dentro del marco que ella misma diseñó en
este poema de 1911:
42
Beichman (April 5, 1990)
41
Shiraishi Kazuko
1931 -
42
43
L
a segunda guerra mundial y la reconstrucción del país después de la
nunca bien condenada hecatombe nuclear de Hiroshima y Nagasaki,
trajeron para Japón nuevas influencias, como también nuevas
consideraciones sobre lo propio y su pasado, y una angustia que todavía se
siente y cuyas causas posiblemente pueden encontrarse en la pérdida de la
identidad nacional producto de la derrota. Hoy convertido el país en la
segunda economía capitalista del mundo, aún titubea dentro del concierto
de todas las naciones.
Tal vez no pudo ser distinto. Pero un pueblo que jamás había sido invadido
por otra potencia, debió, arrodillado, enfrentarse a lo más desconocido: la
humillación. Dentro de un contexto cultural en el que el honor del vencedor
y del vencido giran entre los polos de la grandeza y la benevolencia o de la
aniquilación y el sacrificio, todavía conmueve la fotografía del emperador
Hirohito con el general McArthur en el cuartel de éste último. El militar en
traje de fatiga, con las manos entre los bolsillos del pantalón, y el
emperador en sacoleva.
43
Treat (1995).
44
1924). Pero una madre diferente: centro de una familia nuclear —no
extendida—, con pocos hijos, responsable de la economía doméstica y de la
educación de sus retoños, asegurada por los ingresos de un modelo ideal de
esposo conocido como salaryman o asalariado y, fundamentalmente,
urbana44.
44
Bernstein (1991) p. 12
45
Andô & Miyake (2007), p.46.
45
Yumiko Tsumura ha hecho que “Su imagen de si misma como una oveja
negra, una intrusa en su propia sociedad, haya permanecido durante toda
su vida y claramente se refleje en su arte”.46
Escribe poesía desde muy joven. A los 17 años y empezó a publicar sus
obras en la revista VOU que dirigía Katsue Kitasono, promotor del
surrealismo en Japón y corresponsal de Ezra Pound. De esa etapa es su
primer libro de poemas El pueblo donde caen huevos que aparece en 1951.
Animada por la búsqueda de nuevos causes, abandona la revista hasta
encontrar en el jazz y, especialmente en John Coltrane —a quien le dedica
uno de sus mejores poemas— la seducción por la combinación de música y
poesía que introduce en Japón junto con Tomioka Takeo y Kenneth
Rexroth. Aquí converge con otro de sus grandes amigos, el gran Allen
Ginsberg. Años más tarde uniría a sus lecturas la danza Butoh, campo en el
que debe destacarse su trabajo con Kazuo Ohno, tan cercano a las
sensibilidades de Shiraishi y tan valioso como ser humano. El arte, del que
también ha recibido aportes como los que le dejaron Miro y Dalí, ha ido
parejo con su creación. Artistas destacados como Alan Green y Suzanne
Treister, han unido sus trabajos a los versos en varias publicaciones como
Meditación ardiente y La tarde de la oveja. 47
46
Shiraishi (2002) p. vii.
47
Rexroth & Atsumi (1977) , p.157-158.
46
Su forma de acercarse al mundo y de llevarlo de regreso a Japón. Su
lenguaje directo, sin disfraces. La incorporación de la ciudad como tema
capital. Su sensibilidad frente a los vulnerados: los exilados a quienes dedica
su Ulises chino (al que le cambió el título por Ulises de estos tiempos para
extenderlo a todo el mundo); los que no gozan de las mínimas libertades:
(Vicky y Aeropuerto están dirigidos al pueblo de Cuba); las víctimas del
desarrollo: Noche amarilla que clama por los afectados por la fuga de gas en
la fábrica de la Union Carbide en India; las víctimas de los desastres
naturales: El viento sopla y un elefante flota sobre las inundaciones en
Bangladesh. O su llamada frente al drama del mundo contemporáneo y a la
indeferencia del ciudadano universal de hoy, tan dolorosamente expuesto
en Pequeño planeta.
Todos los temas anteriores, más sus poemas eróticos en los que da un
paso más adelante de los dados por Ono no Komachi, Izumi Shikibu y
Yosano Akiko, la han hecho objeto de ataques y censuras. Pero no se crea
que en su poesía se refleja el estereotipo de mujer pusilánime e insensible
con que a veces se quiere retratar a las japonesas. No. Shiraishi habla más
de la mujer de carne y hueso, la que se comporta y la que goza. La
intimidad femenina en Japón está posiblemente más amparada por las
libertades que en cualquiera de las sociedades occidentales de herencia
judeo-cristiana. Mientras aquí se peca con solo pensar y se censura la
conciencia, allá el yo interior es respetado en el mayor grado. La
contraparte de esto es que las normas sociales que mantienen la
convivencia son de igual manera inviolables. Así las cosas, fueron
entendibles los amoríos cortesanos siempre y cuando se mantuvieran en
secreto, como los que siguieron y suceden hasta hoy. No extraña entonces
que en un país orientado al consenso y a la unanimidad, Shiraishi se
encuentre solitaria en su propio y labrado camino en el que se oponen el
timbre de la trompeta y la sordina social. Sin embargo, nada la ha eclipsado.
Hoy está en la primera línea de las voces poéticas niponas y sigue
acumulando honores y reconocimientos: su libro La canoa que regresa del
futuro ganó el premio de poesía Mugen en 1978. Tribu de Arena recibió el
Rekitei en 1982. Y en 1996, en una confluencia sin precedentes, Dejen a
aquellos que aparecen fue exaltado con tres distinciones: el premio Takami
Jun, el Yomiuri de Literatura y la Medalla Púrpura del Emperador de Japón
47
poesía y la cultura de China y Japón, publicó una antología en 1978 bajo el
título de Estaciones de la santa concupiscencia. Su obra "Meditación
ardiente" apareció en edición bilingüe en 1986. La más reciente es Dejen a
aquellos que aparecen de 2002 que recoge una selección de la obra
publicada entre 1980 y 2001.
Así sus temas sean descarnados y el erotismo aparezca sin titubeos, igual a
la realidad que esconde con su forma excéntrica de vestirse y de
representarse en público, en el fondo se decanta una gran inocencia para
entender las tristezas del hombre contemporáneo. Y como desde luego es
producto de su propia cultura, no puede escapar de la enseñanza budista
que la hace inclinarse ante la naturaleza que hermana a toda la existencia:
el hombre, los animales, las piedras, el mar, el infinito, el cielo, las estrellas.
Es así como esta poesía alcanza su cumbre y un aliento universal.
Hace varios años escribí lo siguiente que resume mi sentir por la poeta y
por su obra:
K. S.
48
dirigidas a mi corazón.
Soy el enemigo y el blanco.
49
MEDITACION ARDIENTE
EL BULEVAR DE LA CIENAGA
50
§
48
En: Ooka, Makoto and Thomas Fitzsimmons. A Play of Mirrors. Eight Major Poets of
Modern Japan. (1987), Katydid Books, Okland University, Rochester, Michigan, pp. 278-
280.
51
Salieron de la puerta para empezar su vida
En un bus
O pudo ella haber tomado el bus de su vida
Hacia el principio de otra vida
Joven como lo era ella extendió
Ambos brazos para recibir el resplandor del otoño
Debe llamársele resolución
En un país sin verano la gente sin importar
que tan joven sea
Tiene que llevar vidas
Que admitan lo otoñal en todo su esplendor
52
¿Eres Tooting Bec?
Aún sin un botón de oro
Eres Tooting Bec
Una ilusoria rosa de pétalos largos al acecho
Corrigiendo 6:30
Por 8:30
Me pregunto si fuiste un
Espíritu
Que vivía en el No. 55
Jardines Tooting Bec del tiempo estival
dentro de mi
53
§
CUTTACK49
Los sueños están hechos de fibras
49
Shiraishi, Kazuko. Little Planet and Other Poems. Shichigatsudo Publishing
Company, Tokyo, 1994. p. 50-56.
54
fuera de los sueños
Jayanta se dirige a la cocina
escucho su suave voz quejumbrosa
del dolor de cabeza que empieza
y el ruido del dispensador de la medicina para el asma de Runu
fuera de los sueños
un insospechadamente sesgado sitio oscuro
donde las hebras son como espinas afiladas
*
Coche de dos ruedas tirado por un hombre.
55
los sueños totalmente visibles
se vuelven un jinrikisha y corren
dos fuertes pies descalzos
de calle en calle
pero esta ciudad está toda hecha con hebras de los sueños
podemos entrar o salir por cualquier parte
también la muerte entra y sale libremente
56
van y vienen en la misma ciudad
a los dioses se suman
los vivos y los difuntos en una ocasión festiva
los dioses nacen naturalmente felices
y tocan las flautas, baten los tambores
cantan y danzan pues han venido a celebrar
espiral
se amplía al exterior
57
nadie puede entrar
es ficticio no hay duda
hecho con trozos de sueños
aparece como un simple tejido
pero con familiaridad
vemos que el pueblo y el sueño
están hechos de misteriosas hebras tiernas
nadie sabe cómo se tejió este pueblo
cada vez que respira
los sueños son arrojados a chorros y las hebras aumentan
la gente llama a esto el Tejido de Orissa
58
§
59
de mi corazón
Y teñirme de azul puro
60
el cielo
Cuelga como ropa lavada
Entonces
En la rivera opuesta cerca de los muros
Los hombres pasan por casualidad
Malcarados a ofrecer una plegaria
Malcarados sin rastro de una sonrisa
O bromeando
Sin lágrimas
En un gran sonido silencioso recitando algo
Hombres
Con un cadáver bajo un rígido manto
Una sábana envuelta alrededor
Cuatro hombres sostienen los cuatro lados
Marchan
61
De un sarcófago sube una sombra ilusoria
Es aquel hombre
62
Lo que corre más allá de ese desierto amarillo no son
Doce camellos sino
Varias decenas de
Yos
Que se levantan de los sarcófagos
Para la danza de los doce Yos contra el seco
aire del Sahara
Doce Yos a lomo de camello o
A pie corriendo en el desierto
No un sentido sino un ritmo una erección
63
de gusto indecente y vulgar
Me encanta el poder no iluminado la espantosa
[multitud
Que allá bulle como moscas
Tanto S como yo somos ahora negros cuervos juntándonos
Solamente contra la tela endemoniada ondeando
inundando la vía
De miles y miles de colores brillantes
tambaleándose encontrándose
Entonces súbita la locura dentro de nosotros
[mismos
Da con la clave del clímax
Casi convirtiéndonos en el éxtasis de una vieja alfombra
nosotros
Nos despedazamos en tiras los cerebros de cada uno
Miércoles 29 de noviembre
Llegamos a Luxor a las 2 p. m.
El sol justo todavía sobre nuestras cabezas y
En la ventana de la habitación 38 del Hotel Luxor salen a
[borbotones
decenas de cientos de voces de los pájaros del jardín
A pesar de la falta de una tina el agua tibia
rueda despaciosa dentro mi
La muerte resucitada de los féretros y varias
docenas de Yos parecidos convertidos en
[puntos de luz
hacen abluciones en el agua tibia
Jueves 30 de noviembre
Estoy de pie a la entrada
Todos hablan de entrar pero rehúso
En la dirección de una montaña rocosa bajo un cielo
azul veo ese hombre que camina
Una momia con un Ka entre el fragor del día
sólo para una caminata
sobre la colina arriba un pequeño sendero desde el
[Valle de la Familia Regia
No tengo derecho a perturbar su silencio
ni sus pensamientos tranquilos ni su diversión
64
Lentamente levantándose de los sarcófagos
Doce dobles que son yo misma
Comienzan a caminar en la colina cada cual por su lado
cuando alguien dice agua!
Y yo me estiro
Cientos de miles de millones de espíritus
bajo la luz del sol terriblemente fuerte
Secan una parte extremadamente tierna de sus almas
Lo que llamamos "una lágrima" no existe en esta tierra
Toda el agua rodando en la garganta y
En un instante yo vacío una botella
Viernes 1º de diciembre
Estoy frente al santuario
Sobre mi cabeza súbitamente
El cielo azul comienza a declinar
Sábado 2 de diciembre
Cocheros
Reunidos en círculo sobre un tapete de piel de carnero bajo
[la clara luz del día
Se entretienen con pedacitos de queso y licores
Cuando llega la noche nos invitan a casa
Un corcel blanco y un asno viven en el pasillo central
65
En las pequeñas habitaciones que hay alrededor
Varios hombres se congregan
Toma mi esposa esta noche si te place
El hombre quiere darlo todo al huésped
que ha venido de lejos
Es una buena persona
En una casa con una vieja madre una esposa hijos y
pollos sin un techo desde donde
Pueden verse la luna creciente y las estrellas
El se dedica al deleite de sus huéspedes
De regreso a casa atrapando un pollo para
[arrancarle
las plumas
Me ofrece una pluma para mi cabello
66
El entierro de alguien que murió ayer
Ya muerto no morirá dos veces
No obstante algo se levanta lentamente
Del féretro muchas veces
Por ejemplo ese hombre y yo misma
Antes de insolarnos
Disimuladamente me introduzco en un sarcófago
Fingiendo estar dormida
Varias docenas de años y a veces varios miles de años
qué tan lejos
Llegará mi poesía dormitando
Escuchando y observando
Cae el cielo azul la marcha funeral
pasa
Dentro de mi otra vez de nuevo
algo resucita
67
§
Dios, si existe
O aún si no
Todavía tiene sentido del humor
Como cierto tipo de hombres.
Sumiko, lo siento
Pero el pene disparando día y día
Florece en el corazón del cosmos
Tan rígido como la chatarra de un bus
Por si se te antoja ver
El bello cielo con todas sus estrellas
O el de otro hombre en vez del pene que nos envía Dios
Un hombre a mil por la autopista
Con una muchacha enardecida
Tendrás sin remedio que colgarte
De la ventana del bus
Con tus ojos bien despiertos
68
Las estrellas de la noche brillan
Y un curioso frío de luna
Penetra mis entrañas
Verlo completo
O aún si te rehúsas a mirarlo
Te enloquecerá
Porque podrás rastrear
El innombrable, el impersonal, el intemporal pene
En la atmósfera del celo
De los que desfilan
Y lo exponen en santuarios portátiles
En aquel alboroto de voces
Podrás oír la inmensidad
De una rebelión salvaje
Las imprecaciones paganas
Algunas veces Dios sale a comer
O atiende una conferencia
Parecería que estuviera afuera
Evadiéndose de los deudores o licenciando el pene
69
Cuando arrebuje tu vida entera
Y hasta para ti misma te hagas invisible
Ocasionalmente te volcarás al deseo
Preciso de este pene
E imperecederamente
te maravillarás
70
§
MI TOKIO (1965)
En Tokio
Mi malhumorado octubre
Se cierne sobre adusto concreto
Agravado por las falsas lágrimas de los falsarios
Quienes vacían alabanzas en su jerga
De tragamonedas
Que se transforman en cardúmenes de sardinas pútridas
Para ligar por fin la poesía y el arte
71
En mi canal interno
Infiltro mi íntima ciudad
Y en la puerta, al final del estío
Registro:
Amenofis, faraón del antiguo Egipto
Joven una vez
Y ahora conductor de bus
carnicero
piloto de autos de carrera
poeta
revolucionario
Toda la lluvia
Mas no toda
Viejo Egipto de hace cinco mil años
Un rey
Un águila de amuleto
Las entrañas de un recién nacido cocodrilo como cebo
Sesos tiernos de un bebé
Ungüentos para los rituales
Despreciable vestido del aborrecimiento
Al tiempo todo y parte
Estrechando tus manos, Amenofis
Jugando dados en este caos
Nos apresuramos a la estación de las apariencias personales
Entonces
El ruido del metro
Retumba en el abismo de mi ciudad matriz
En el escenario los tambores y los bajos suenan
Sandra comenzó su danza
Sandra, la Negra vestida de negro, nunca Salomé
Sino una magnífica lesbiana, una estupenda chica de la clase media
Una dulce y disoluta daifa , danzarina de go-go
La negra madona que convirtió a su esposo
En desmayado tiburón, en gran estrella, en castrado Don Juan
72
En todos los muebles, en la mesa
Vi su agua potable, sus microbios, sus alfombras
Todavía y siempre tomo el metro
He amado el metro durante horas, como un coito
El metro de mi ciudad interior que no está hecho de hierro
Sino de carne
Fantasma de una civilización
Nido de pensamientos
La entraña más íntima de la meditación
Emigrantes en mi ciudad
Mientras caminan y duermen cuelgan de la úlcera
Que incesante gotea
No hay palabras, ni bullicio, ni súplicas, no hay sonrisas
Sin seducciones, sin contento, sin rezongos
Burbujas nada más
Mi Tokio
La ciudad que es casi un útero
Me tiene de pie frente a la puerta
Haciéndolo con Amenofis
Y luego viene la lluvia
Que resiste mientras nos coligamos muertos o unidos
Cinco mil años muertos
Cinco mil años nacidos
Cinco mil años de duelo
Cinco mil años de risas
Decir que aquello es amor es desestimar
Todo
Ranas
Huevos
Jamón
73
Un pedazo de cielo azul
Papel carbón
Discos
Y también las moscas
Echémonos un polvo
Es la contraseña en esta urbe
Alguien lo hizo así con un gato muerto
Otro también, atractivo
Rompió el espejo en trizas
Que pegó a su pene para desmayarse luego
Y alguien más
Tan tímido con sus delicados sesos y su cuerpo
Comiendo nébeda
Alebrándose en la sábanas y gimiendo amargamente
Estos hombres se entrelazan
Como dos jóvenes leopardos en los hondos bosques de sus duelos
En las secretas habitaciones de cada cual
La arrebatadora hembra del mico
Se balancea en un arco iris de mimos
Como la luz del amanecer
Entonces
Mi falúa navega de octubre a noviembre
Que prontamente bombardea
Y entre tanto, me he enredado en la telaraña
De fino olvido, agudo éxtasis, maniaco depresiva
Mientras
La araña toma casi todo de mi
Atrapado en gemidos desaliñados
Algo de mi se escapa
Logra llegar al metro y le alcanzan las fuerzas
Para hacer algo de música
Tal vez esto no sea amor
Solo los saludos de la estación
Pero
Por lo menos algo se ha decidido por la música
Untada con la nueva melodía
Oigo mi cola batiéndose furiosa como un cocodrilo de odio
74
Quién es este fantasma que hace música
Oh
Veo a Joe como a un fantasma en el terminal
Anonadado en lo más hondo de la aplanadora sexual
Convertido en sombra gris
Su magnética arena expulsada sobre el desierto estéril
Abandonada en la última gota de su vida acumulada
Y herida por una víbora enroscada
Renace despaciosamente con la araña
Lejos del borde de su albedrío
Y rápidamente oxidado en el lado del tiempo detenido
Está listo para bajar el último telón
Mi ciudad
Ha quedado bien atrás
Se aprieta al rostro del extraño
Y descansa la cabeza en su cuello de concreto
75
§
VÍA LÁCTEA
Y anteanoche
Escudriñamos casi 50.000 años
76
E
n 1916, en relación no sólo con el drama clásico de Japón sino con la
ritualidad de la vida diaria japonesa en la que prevalece lo estético,
William Butler Yeats, al introducir las famosas traducciones del teatro
Nô de Ezra Pound y Ernest Fenollosa, comentaba lo siguiente:
Con ello, no me cabe duda, hizo evidente el papel primordial que ha tenido y
tiene la poesía en la sociedad japonesa a lo largo de toda su historia, hecho
que trasciende el puro goce de lo bello para convertirse en la aspiración que
orienta la convivencia de ese pueblo.
50
Ezra Pound & Ernest Fenollosa (1959), The Classic Noh Theater of Japan. New
Directions Publishing Corporation: New York. p. 162
51
Morris, Ivan (1971) The Pillow Book of Sei Shônagon. Penguin Books, Middlesex,
England. p. 37
52
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