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Gotas de Agua
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Almas de las Almas
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El Viaje de las Almas
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Logros y Fracasos
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Como llegar Arriba
5
si no llora no mama y si no mama no sube
es el único lema de este alegre poeta.
Las Horas
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El Principio y el Final
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buscándote entre las flores de los bosques
también un castillo con puertas de ilusiones
donde estés tu ya sea en apacibles sueños
correteando detrás de la inversa pirámide
de deseos siga en pie creciendo equilibrando
su fuerza que empuja el corazón con sus razones
que a veces no logramos entender esperando
que venga el enunciado cataclismo y borre de la faz
de cada uno de nosotros todo lo pasado
rodaran lagrimas se apagaran sonrisas habrá silencio
haremos un recuento entre los escombros del pasado
encontrando los cuerpos mutilados de otros amores
que flotan silenciosos sobre las flores y los ríos
con sus rostros sonrientes y sus ojos cerrados
agitando sus manos como gigantes mariposas
y allí nos quedaremos atónitos observando las ninfas
que un día pasado nos amaron
no hay destrucción total del alma ni del cuerpo
siempre queda en la tierra algo de nosotros
efímeros recuerdos tal vez incomprensión de muchas cosas
que por temores infundados jamás vivimos
amor quiero que te sientas a conversar de lo pasado
hay mucho que decir por que el juicio final esta muy cerca
los magistrados ocuparan sus lugares del estrado
y ello a ambos nos conocen, no pretendas nada
que será en vano o negar aquellas experiencias
defiéndete si quieres y se honesta que tu eres un libro
lo que borrar quisiste de otros reglones anteriores
y el trazo de esos pensamientos sigue indelible
aunque olvidarlo jamás pudiste menos la fuerza
centipretal del puño que controla la vida
la que duerme contigo cuando llega la noche
la que empuja las lagrimas cuando sientes tristeza
la que te da alegría la que habré sonrisas
la que te levanta de tu lecho para enfrentar lo nuevo
lo viejo lo vivido y lo pasado.
Como una poesía te diré yo esta tarde como te quise
entonces, como cuanto te quiero, como fueron
los días como fueron las noches que no pude tenerte
como me hicieron falta el calor de tus manos
la mirada profunda de tus dos ojos negros
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la sabia de tus besos y el perfume que emana
cuando sientes deseos como me hiciste falta
cuando solo en mi lecho yo busque muchas veces
el calor de tu cuerpo y en mis sueños sabia
que tu estabas muy lejos, y vinieron mas noches
y vinieron mas días que no pude abrazarte
acariciar tu cuerpo o robarte mil besos
o decirte te quiero, las horas fueron largas
como pasos cansados de viejos caminantes
que donde van no saben
fue tan grande tu ausencia fue tan grande el silencio
que rogué que volvieras aun que fuera un momento
para tocar tu pelo y leer en tu rostro tu tácito mensaje
que dibujan tus cejas y destellan tus dormidos ojos
escuchar de tus labios esa risa argentina que rebota
mil veces el eco y te trae muchos otros mensajes
yo se que estas muy lejos y tan cerca de mi alma
que al pensar me conformo detrás de alguna copa
que tranquiliza el viento que pasa por mi alma
se callaron los ecos detrás del muro y la ventana
no se escuchan los trinos ni el cantar de los grillos
todo ha quedado en silencio el día que te fuiste
pensé escribirte un verso o enviarte algunas letras
pero mejor callarlo sin frases de poetas.
Cuando el amor se ha ido no vaya a buscarlo
si regresa es por algo si no lo hace no insistas
la corte de los cielos nos hará un día justicia
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La Última Partida
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Mi Despedida
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Mi Parte en Vida
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nació Juan luego Alberto, Ana Rosa y Consuelo
comenzaron las vidas en casa y en la escuela
se volaron los años de varios calendarios
vinieron nuevos curas y nuevos mandatarios
se construyo otra escuela un parque una avenida
una estación de trenes una nueva alcaldía.
florecieron los almendros las viejas bunganbilias
se instalo un reten con cuatro policías
y pasaron los años y se caso Ana Rosa detracito
Consuelo, Juan se fue para el norte en busca de aventuras
se caso en Iquique con una profesora
Alberto sigue viviendo en la casa del lado
cultivando la tierra y comprando ganado
han pasado los años, y me siento cansado
ya yo no soy el mismo que trabajaba duro
hace un par de semanas que cumplió los setenta
ya perdí dos hermanas y también un cuñado
aquí estoy de visita por si no se ha enterado
le decía a una nieta de mi hija Consuelo.
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Las manos de Todos
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les cuento nos dijo dándonos su mano
me case en Rengo con una vieja amiga
madrina de mi hija que enviudo hace diez años
sus manos describían con tal felicidad
cada uno de los detalles de esta decisión
que ambos saludamos con un gran apretón.
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Odas a la Vida G.E. Matta
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me hace pegar súbitamente mi primer grito, llenando con este
intermitente llanto en cubiculo de un confinado inmueble
con gente enmascarada, talvez sean bandoleros de verde o
guerrilleros que me harán miembro de sus filas sin metrallas
no vi banderas ni tampoco pancartas, solo las luces blancas
que te ciegan en medio de incomprensible estrépitos,
sonrisas y de llantos.
Parece ser un hospital, decía otro recién nacido balbuceo
de una incubadora que llego después de sufrir tanto
pasando por toda clase de dolencias y las normales
turbulencias hasta la sala común donde en hilera
arropados estaban otros bultos celestes manoteando
después que fueron recién desalojados del vientre
de sus madres algunos pataleando otros buscando
con la desesperación que algunos emite el inconsciente
el calor natural que da su madre el cuerpo.
Todo era nebuloso por supuesto, pero mucho mas claro
que la anterior tiniebla
allí postrado adolorido e indefenso meditaba y soñaba
con un hilo de leche del pecho de mi extraviada madre
pensar era mas difícil que fácil como el principio
que no todas las cosas son genialmente complicadas
ya todo era auto y matico esencial, aromático balsámico
astringente, defecarse en los lienzos, a veces vomitarse
respirar el aire contaminado, alimentar la sangre
como apretar las manos con el llanto.
Viajar alzado de un lado para otro para mamar
el liquido preciado, inhalar la esencia particular
absorber casi intermitente el calor de mi madre
adolorida, cansada desvelada por el dolor del parto
por ver lo inevitable, por pensar en mañana
por comprenderlo todo, urdiendo mentalmente
sus frustrados deseos y los otros tantos de mi padre.
Cuando seas grandes deseo que seas arquitecto,
tal vez un ingeniero un medico famoso, escritor
o filosofo o lo que Dios últimamente quiera
mientras acurrucado tomaba el pecho de mi madre
suspiraba susurrando palabras embebida talvez
en otros pensamientos, hacienda uno y mil recuerdos
de todo lo pasado y allí seguía yo pasivamente
absorbiendo entre la intimidad de mi conciencia
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y el externo cariño como el que tuve adentro.
Pasaron otros días, vinieron doce semanas,
cumplí cuatro meses divagando delirando ilusiones,
desbordando sonrisas, reconociendo a todos
mis abuelos, mis tíos, mis hermana y hermanos
y otros invitados, llorando, orinando mi cama,
regando el contenido de todos aquellas
compotas de impopular sabores, líquidos
que no fueran confinados desparramando
la comida, salpicando la mesa con frutas
gelatinas e inventos cuantitativos
seguía creciendo y mientras los hacia
absorbía continuamente la vida
indagando mis ojos todas las cosas materiales
inmóviles y movibles que lo rodeaban todo,
ya cumplí siete meses y podía malamente sentarme
hasta brincar en mi cama, zarandear la baranda
de mi prisión de día observar la rotación astral
de las figuras que giraban de noche entonando
la misma melodía
solo una luz de un muro mantenían prendida.
ayer sin pensarlo y en mi primer efusivo intento
en cuatro manos recorrí los pisos alfombrados
de la sala, la cerámica fría del baño y la cocina,
un cuarto desolado, el pasillo singular del centro
cubierto de madera que llegaba a mi cuarto
tome mi mamadera sentado en la escalera,
jugué con mi osito, le mordí y tire sus orejas
el collar con campanas que colgaba en su cuello
lo tire contra el muro sin quejarse siquiera.
Pasaron varios días, aunando a estos dos o tres
semanas muy tranquilo, cuando vino mi abuela,
trayéndome un carrito con ruedas de madera
que rodé por los pasillos hasta la regadera,
encima de las mesas desviando ceniceros,
regando los floreros y todos los regalos
que a mi paso encontraba en las dependencias
y los cuartos vecinos solo duro ocho horas,
nadie sabia nada de su misterioso paradero
se le fundió el motor, me lo dijo mi abuelo,
se fue talvez para Nebraska susurraba mi abuela,
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mi mama no sabia, ni ninguna empleada
fue a lo mejor un sueño o algún cuento de hadas.
Hoy di cuatro pasos, sujetando mi mano,
con coraje y sonrisas, me afirme de los muros,
terminando en la silla que se sienta mi padre
me dieron como premio un par de caramelos,
un beso en la mejilla, fue grandioso yo creo
sostenerme en mis piernas aplaudieron mi hazaña
a los pocos días vino el papa de mi padre
la mama de mi madre, me llenaron de besos.
Después vino Diciembre, ya cumplí dos años
entre la tierra el cielo, trajeron un gran árbol
hasta el otro rincón de la vieja chimenea
que decoro mi madre, con dos de mis hermanos
le colocaron luces guirnaldas de colores,
se prendieron velas, en una de las mesas
se coloco un pesebre con la santa familia
rodeada de animales en el techo una estrella,
que ilumino el camino de los tres reyes magos.
Con el correr del tiempo, llegaron los regalos
y cajas de colores que bajo este gran pino
manos invibles allí depositaron se prendieron cerillos,
se coloco en la puerta una corona verde
adornada con frutas y en el tope una vela
con estrellas muy blancas.
Mis abuelos, dejaron en la mesa del centro,
pan de pascua y licores para brindar con
el Viejo Pascuero habían muchas cosas
que aun yo no entendía que vendría un trineo
tirado por venados y en este traería Papa Noel
los regalos, que de noche bajaría con su bolsa
por la blanca chimenea en caso que la puerta
estuviera cerrada, aun no lograba entender
la magia de las cosas, la carta que dictaban
mis hermanos pidiendo vivazmente sus regalos
un tanque una escopeta, una espada de acero.
Temprano en la mañana, desperté con los gritos
que daban mis hermanos, baje hasta la escalera
divisando el desorden que se hacia en la sala
regando por el piso las cajas, papeles de colores,
de todos los juguetes que mi padre entregaba,
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al confirmar el nombre escrito en los paquetes
mi madre sonreía feliz, con el botín que allí
los dos repartían de pronto oí mi nombre
y baje corriendo los gastados peldaños
de la angosta escalera, allí había una caja
con una cinta verde adivinar no pude,
convencional la forma me abalance excitado
desarme el nudo, en ella una tarjeta blanca
con un mensaje escrito con algo indescifrable
podía ver en ellos una gran interrogante,
tal vez mas grande que la mía, no habían
fotografías en ninguna de las tapas del cartón
tampoco indicios de su precioso contenido
arranque la cinta transparente
de los cuatro costados, y cual fue mi sorpresa,
un nuevo convertible, con pito y con pedales,
con dos luces plateadas y se habrían las puertas
y corearon conmigo un grito de alegría felices,
lo que el Viejo Pascuero esa noche había traído
sin siquiera pedirle, un automóvil exactamente
como el que yo quería, pedalie por la sala
llegando a la cocina, pegándole a las cosas
que encontré en mi complicado camino,
haciendo con mis labios el ruido del motor
y con una mano tocando la bocina.
Después de desayuno llegaron mis abuelos,
a chequear la conducta, a mirar los regalos,
cada vez que este venia, me alzaba desde el suelo
me tomaba en brazo, cuando estaba llorando
un canto susurraba cuando estaba contento
cuando yo no lo estaba repetía mi nombre
preguntando esas veces la razon de mis penas.
Mi abuela era una vieja silenciosa y muy tierna
me sentaba en su falda jugaba con sus aros,
con la orquilla del pelo buscaba en sus bolsillos
por algún caramelo que siempre ella escondía
paso este año y otro y vino mi cumpleaños,
ya tenia siete años la vida había cambiado,
y con ella la gente, mi abuelo estuvo enfermo
tuvieron que operarlo, después de un corto tiempo
lo encontré caminando un poco resentido
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talvez adolorido, de su continuo esfuerzo
de subirse y bajarse de esa cama de acero
ubicada en el cuarto de ese hospital sombrío .
Después de algunos meses, llego el lluvioso
invierno, cayeron aguaceros se escarcharon
también las pozas, y con este llego la nieve
mi padre hizo un paseo para verla mas de cerca,
me abrigaron las manos, cubriendo mi cabeza
con un gorro de lana, jugué con mis hermanos
y unos niños vecinos, hicimos un muñeco,
le pusimos sombrero una larga bufanda,
una nariz de corcho y de lana su pelo.
Nos divertimos mucho, me penetro el frió
se mojaron mis guantes, también mis pantalones
después que llego el carro, entre por la cocina
allí me regañaron, luego me desvistieron
fue un encuentro feliz con la naturaleza
compartir la belleza de la blanca montaña,
adornada de pinos con sus salvajes cumbres
alzarse inmaculadas hacia las nubes desoladas
que mostraban el cielo de color azulado,
en donde aparecían diferentes animales,
que la visión configuraba
Detrás de este llego la ansiada primavera,
que a veces empujaba las brisas heladas
desde la cordillera, en jardines y patios
emergían los capullos de todos los guindales
florecían en el huerto los duraznos y manzanos
se verdeaban las bardas, los árboles de las avenidas,
florecían las sonrisas se apagaban los llantos,
y los rayos del sol traqueteaban la brisa invisible
de amores .
Allí estabas tu, todos luchando con la suerte,
se anunciaba el verano, tintineaban los timbres
de los viejos tranvías en sus caminos de acero
rechinaban las ruedas de los carros vacíos,
subían y bajaban por la Gran Avenida,
trasportando en sus sillas un tácito silencio.
En las esquinas los coloridos quioscos solitarios
mostraban las portadas de revistas y diarios.
En un banco del frente, se solía sentar
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un viejo pintor y jubilado de profesión maestro
perdido en sus recuerdos, hilaba pensativo
cada día otro sueño, hablaba con el viento
otras veces conmigo.
Ven siéntate a mi lado, me dijo Don Francisco
acomodándose, doblando su Mercurio,
se ajusto su sombrero y prendió otro cigarro
te contare una historia, un recuerdo pasado,
hace ya mucho tiempo, cuando tuve quince años,
fui a un colegio de un pueblo, sembrado
de Álamos, avellanos y de flores silvestres,
con sus muros de piedra, tapizados de hiedra
de arces con follajes redondeados
en el jardín del frente un gran portón de alerce.
La casa fue la hacienda de los Echeverría,
una familia noble que vino desde España
en busca de esperanzas, a cultivar la tierra
a forjar el acero, a inventar otras ciencias,
alimentar el alma y ha enseñar a los hombres
la palabra conciencia.
De allí salio una casta de politiqueros,
un cura un arquitecto, una monja un maestro
un ilustre poeta, un escritor y varios otros
que tal vez soldados fueron.
Durante la guerra de nuestra independencia
se dice, que el viejo Echeverría entrego en vida
su refinada herencia, repartiendo su tierra
en diez partes iguales, y seiscientas cabezas
de muy fino ganado, treinta yuntas de bueyes,
carretas carretones, y cuarenta familias
que habitaban la tierra.
Pasaron muchos años, unas fincas crecieron,
otras nunca lo hicieron, crecieron las cuidades,
hicieron carreteras, dividieron la tierra,
vino el ferrocarril, vinieron otras guerras,
la mansión fue de todo, oficina de impuestos
fue un convento de monjas salesianas,
después, una escuela y un museo de ciencias.
Cuando yo estaba en sexto, llego una profesora
para enseñar las artes su nombre era Rosa Aurora
era joven y bella, de cabellos trigueños,
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unos ojos almendrados entre el color almendras
y color de castañas con una tez curtida
por la brisa y el sol y el perfume del cielo,
me enamore al instante, sin saberlo nisiquera
muchos otros lo hicieron, cuando llegue a mi casa,
después de mis tareas, pensé en mi profesora,
en un cuaderno de caligrafía escribí un par de frases
ensalzando su aroma, su caminar su estilo,
la belleza del cuerpo y la belleza del alma.
Paso un año y otros mas, pasaron muchos días
y cada noche escribía otra frase, otro verso
sacando de mi cuerpo mis resentimientos
de amar lo prohibido de querer siendo un niño
de no tener treinta años, con los días las frases
se trasformo en un verso y estos en poesías
pasaron los meses y los años yo la amaba en silencio
luego llego el invierno y vino la primavera,
el color de las flores y el trinar de las aves
despertó la energía dormida, de una estantería
saque el viejo cuaderno para hacer poesía,
para escribir mis versos, para decirle al viento
lo que mi amor sentía, para adornar su rostro,
para adornar su pelo, con palabras de encanto
con suspiros de anhelo.
La inspiración me vino pinte los mares también
pinte los cielos, barcazas y veleros,
gaviotas afligidas, reflejos de los barcos
en los embarcaderos,
velas blancas al viento, horizontes perdidos.
La acuarela fluía por densas cartulinas,
mezclando mi cariño, inventando pasiones
deseos escondidos, insólitos amores,
siempre pensando en ella, en forma de aldeana
de una mariposa, de un ángel de una diosa
de una musa dormida de un arlequín sin vida.
Después de cada clase, ella observaba mis cuadros
se iluminaba el rostro y una dulce sonrisa,
fluía de su boca, eran tenue las sombras,
como penas del alma, era confuso el cielo
en los amaneceres, mezclados de neblina,
de azules proyecciones, de arboledas y bosques,
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de yuntas y carretas al fondo del camino,
todo tenia vida como la vida mía,
estaba allí conmigo, despertando de un sueño,
sujetando su pelo, recogiendo su manto,
mostrándome el destino, lo fugaz de un segundo,
lo fugaz de un suspiro
cuando pintas que piensas?, pregunto varias veces
quien inspira tus sueños? Quien disuelve lo tenue
que llevas en el alma, me pregunto ese y otro día.
contarle no podía, ni traicionar mi alma,
confesar mis deseos mis pasiones por ella,
tampoco lo podía, la cuestión era mucho mas simple
decirle otra mentira, como las anteriores
para seguir soñando, blandiendo mis pinceles
cargados de deseos y de locos amores.
Haciendo otro paisaje con su sombra
y vertiendo su alma en cada pincelada,
estaba en todas partes, su amor era mi arte,
sin ser correspondido, siempre la ame en silencio
y aun yo no la olvido.
Un día de verano la encontré en una esquina,
venia de la escuela con otros compañeros.
Quien es ella dijeron, que cuerpo que belleza,
al cruzar por la calle San Martín y Alameda.
Ella es Rosa Aurora, nunca la mencionaste,
es verdad, ella no me recuerda para que saludarla ?
susurre cubriendo mi cabeza y desviando mi vista.
Pasaron muchas lunas y muchas primaveras,
vinieron días malos vinieron días buenos
una tarde de invierno la encontré en mi camino,
una luz roja cambiaba la faz de mi destino,
Rosa Aurora cuanto tiempo que yo deje la escuela
tal vez no me recuerdes, le dije abriéndole la puerta
en la solitaria esquina, donde vas ya no importa,
tal vez en tu camino, Francisco tanto tiempo,
tu sigues siendo el mismo, quien pudiera pensarlo,
que después de seis años volvería a encontrarte
en frente de un volante en toda Providencia.
La lluvia de la tarde, su paraguas de seda,
el brillo de sus ojos y su tenue perfume,
gatillo en mi memoria esos día de niño,
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maniguas acuarelas paisajes campesinos
y mares con veleros errantes noches sin sueños
idealizando amores, encuentros en los cielos
que jamás existieron, culpando cada cosa
que encontré en mi camino, difamando en silencio
los ángeles del cielo, poetas , filósofos, escritores
que en sus tramas tejían fantásticos amores, bellezas
esculpidas, riachuelos y arroyos con musas celestiales
doncellas doradas, princesas, encantadas,
palazuelos de mármol en bosques extranjeros
con unguladas bestias, tapizados de flores
locas mariposas, donde nacen amores,
en nidos encantados que arrullan desde el cielo,
bandadas de jilgueros con sus collares blancos.
fue una grata sorpresa de volver a encontrarte,
yo sigo siendo, la tímida maestra confinada a mi escuela,
a las aulas, donde nada ha cambiado,
en las capas de afuera o en las profundidades,
que haces con tu vida, continuas pintando?,
aun tengo guardado un papel arrugado
donde había escrito un verso a un amor imposible
a una diosa del cielo que desvelo tu sueños,
detrás una acuarela de traviesos veleros,
que tremendo contraste, que insólitas las cosas
que delinean la vida.
Pensé por un segundo, que todos esos escritos,
bocetos y dibujos estaban olvidados en el baúl del tiempo,
a donde se dirige le pregunte al momento sin volver la cabeza
fingiendo lo imposible, tenia que mentirle,
retorciendo mi alma adentro de mi pecho
ahora vivo en las Condes, compre una casa vieja,
allí tengo mi estudio y una sala de clases
donde enseño las artes, que aprendí en el colegio
si te sobra un minuto te mostrare la casa
y aprovechando tu tiempo, a sacar un mueble
de unos cuartos una mesa de fierro que me dejo
mi viejo.
Fue otra noche de Julio, repetición de muchas,
de cortinas de niebla opacando las cosas
de confundidas gotas, de luces parpadeante
y sonrientes letreros encima de los techos,
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de neon deslucido por el correr del tiempo,
nada había cambiado, la esencia era la misma.
cuando saco sus guantes, y se saco su abrigo,
se despertó en mi mente un ciento de recuerdos
viendo los ventanales, los arcos de los techos
las baldosas del piso, la fuente de la entrada,
todo estaba allí puesto la sala de la escuela,
la figura sagrada la inspiración, de escondidos bocetos
que traspapeleo el tiempo.
Ese fue el ultimo día después de nuestro encuentro,
subí por la ladera llegue hasta su casa
en el patio de afuera había un coche con placas de Valdivia
apreté fuerte el timbre, un señor con cabellera blanca,
apareció en la puerta, en que puedo servirle me pregunto cansado,
pase por esta puerta a saludar Rosa Aurora le dije formalmente,
ella no esta lo siento, ya se fue de esta tierra, fue la triste respuesta,
la asesino una bala perdida saliendo de la escuela.
Ese fue Emilio el día mas triste del resto de mi vida.
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Otra Aurora
27
Otra Noche
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Pesares
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los chicos de mi barrio a veces la acosaban
pensando que Josefina aun era chiquilla
jugaba a la pelota y hacia zancadillas
Danza de Amor
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Oda Campesina
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el olor a la hierba, que la brisa reparte, los rayos que se pierden entre
los matorrales
el rugir de las bestias, la mirada pérdida de sus niños pastores que bajo
los castaños observan el ganado tejiendo fantasías.
Viajando en su carreta, cargada de regalos de curiosos labrados, de
telas, y juguetes
que nunca les trajeron, o montando una bestia con montura de cuero,
con riendas y con otros aperos hechos a pura mano para el mejor
arriero.
Mientras cruzaba el monte estabas allí conmigo sujeta a los recuerdos
de tu alegre sonrisa
de tu pelo castaño, de tus ojos de niña de tus labios de seda de tu cuerpo
dormido
a la luz de la luna, rodeado de todas esas cosas que revelan la dicha.
Allí en ese paraje, cercado de la vida, donde se labra el surco, donde
crece la hierba, donde los ríos corren arrastrando esperanzas,
refrescando el estío, besando con su cause los berros y los sauces la piel
de las doncellas, y entonando canciones, cuando callan los grillos.
Bajando la llanura moteada de azucenas de cardos y malezas de
silvestres colores,
mi vida se extasiaba con la naturaleza, con el invisible aroma que
transpiran las flores.
El sol en el ocaso derretía el oro de las mieses reflejando en sus parvas
las sombras de las yeguas las muchachas gentiles que empuñaban
horquetas, para ventear el trigo.
La alegría del campo, el amor andariego de los que cosechaban, era
fiesta la lluvia de los granos, el vuelo de la paja que desplazaba el
viento, los ponchos de los guasos, el olor a las bestias que en la ronda
jugaban deshojando el capullo, separando su frutos.
Seguí por la ladera, adornada de pircas, centinelas de piedra, mordidas
por el tiempo
cruce por los atajos que cortaban camino, la noche estaba cerca en el
azul oscuro titilaban los astros, al canto de los grillos danzaban las
luciérnagas, la luna se asomaba por detrás de las cumbres tapizadas de
sombras delineadas por los picos desnudos.
La nubes se encontraban en su impasible viaje con la invisible brisa
contorneando
sus formas y disipando su estela por detrás de la luces a veces
celestiales.
Al pie de la colina se divisaba el rancho, sombreado por higueras y
encorvados zausales, al igual que las amarillas luces destellando sus
penas.
Amor de mis amores sonrisas de pequeños, canción de madrigales
en la tibieza queda de otra noche de luna, te sujete en mis brazos
susurrándote un verso, y olvidando mis penas de ese largo camino
decirte que te quiero, viajar con los deseos, cubrirte con mil besos
esos labios de seda.
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Recordar otro encuentro, dejar que los suspiros los callen los vientos
entre el canto del gallo y el rugir de las bestias detrás de los corrales.
El amanecer se filtra por una alta ventana del muro del oriente de
la vieja cocina tapizada de incongruentes ladrillos, y del fogón de greda
que esconde en sus cenizas encarnados cristales, todo parece en calma,
los suspiros fugases y hasta el sueño del niño.
La leña seca del espino trozada por el hacha modelada de acero vierte al
aire
con su tenue perfume, la fragancia salvaje de sus leños guardadazos
centellan luciérnagas azules y sonrisas de fuego se riegan por los aires
El olor que se escapa del pan de la mañana que se dora en el horno
se riega por el aire al igual que el aroma de la lata caliente que tornea
las ruedas de migajas sagradas.
La tetera colgada de su anillo de acero contornea en las llamas su
propia melodía
salpicando las brazas quejanbrusas y entonando cantares.
La mano del ángel de la casa que apacigua en su entorno terribles
huracanes
desviando fuertes vientos y ordenando las cosas
Se acallaron los cantos que emitían las brazas retirando del fuego la
tetera de fierro
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Meditando en sombra sorteando porvenires y agonizantes sueños
Se escucharan los ecos detrás de la quiebrada de amantes de una noche
Tal vez sean de Juana o de su prima Alicia, sonreirá a la brisa
fumándose un tabaco
tatareando esperanzas con su camisa vieja y sombrero de paja.
Tal vez jamás veamos la insólita tristeza del pobre indiferente que no
muestra
sus penas, ni les revuelca el alma, es menos inconsciente al dolor y a las
quejas
que a la falta de abrigo a la lluvia o la brisa, tal vez disfruta más de las
cosas sencillas
de la risa de un niño ,del graznir de las aves del canto de los grillos, de
las nubes que pasan por su cielo nublado, por las gotas de lluvia que
golpean las tejas, por el agua que charca los rastros de carretas, por las
rosas del huerto que sonríen al viento iluminando el campo trenzado de
esperanzas, donde lo lirios verdes abanican sus hojas frente a las
hortensias del corredor sombrío, donde las mariposas succionan el
néctar de sus flores y revolotean con comparsas de abejas que pasan
zumbantes hacia sus lejanas colmenas en medio de las chacras de los
campos vecinos.
Todo esta allí modelado, los verdes pastizales, los pechos de los cerros
las sinuosas
laderas bordadas de malezas de cardos florecidos de rocas empotradas,
de cercas
y de puertas, de distintos ganados de humeantes chimeneas de sabanas
al viento
de aves pasajeras que viajan hacia el norte en busca de arcoiris, detrás
de la otra puerta los árboles maduros cargados de bellotas, la alfombra
del manantial vecino. Las cercas de madera que encierran los espinos
delineando sus ramas con hirientes espinas y con sus frutos verdes de
otra primavera.
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