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INTRODUCCIÓN.
Las dos cuestiones principales que se tratan en este trabajo son las políticas públicas de
seguridad y el fenómeno de la inmigración. No se trata de efectuar un desarrollo des-
criptivo de ambos asuntos sino tratar de discriminar cómo el segundo está afectando al
primero y si se pueden encontrar pautas que permitan efectuar una prognosis para el futu-
ro más o menos inmediato.
Como el contenido de las políticas de seguridad se plasma en disposiciones normativas,
generalmente leyes, estas políticas tienen un reflejo objetivo y normalizado, las fuentes
empleadas en esta monografía han sido, casi en su totalidad, primarias sobre documenta-
ción oficial.
El fenómeno migratorio lo he abordado de manera más «indisciplinada», lo que no empe-
ce su apropiado tratamiento si tenemos en cuenta que dicho proceso es inherentemente
anárquico en su carácter y evolución.
Por todo lo dicho mis conclusiones son personales y no están terciadas por fuentes secun-
darias. He intentado un ensayo preferentemente descriptivo o, si se quiere, informativo-
descriptivo. En el proceso de análisis he empleado el método inductivo, de lo particular a
lo general.
cionales. En el caso del poder ejecutivo, está presente en todos los Ministerios. Además,
está sometida en su determinación, en gran medida, a las directrices y legislación supraes-
tatal, en nuestro caso europea e internacional.
Es una derivada de la propia esencia del concepto que habrá tantas políticas de seguridad
como sujetos activos puedan idearlas y promulgarlas. Dado que me voy a centrar en el fe-
nómeno de la inmigración, las políticas de seguridad que debo tener en cuenta, para
propiciar un análisis adaptado a la extensión del trabajo propuesto en este Curso, son
substancialmente aquellas implementadas desde el Ministerio de Interior, aunque como he
dicho la seguridad abarca a todos los ministerios.
Una vía muy oportuna de aproximarnos al objeto de análisis consiste en comparar la pla-
nificación de la Seguridad tal como la desarrollo el Gobierno de la VII Legislatura (2000-
2004) con aquellas posibles variaciones que haya podido introducir el Gobierno de la VIII
hasta la fecha.
El último Gobierno Aznar tenía, a este respecto, dos temas de agenda centrales: la política
antiterrorista y el desarrollo del «Plan de Lucha contra la Delincuencia». Es necesario un
recorrido por normas legales dictadas durante ese período, y es práctico analizar, para
ello, sus exposiciones de motivos. Los texto de referencia base son: el Programa Electoral
del año 2000 del Partido Popular, el Discurso de Investidura del Presidente de Gobierno
del mismo año, y los Pactos suscritos por fuerzas políticas –Pacto Antiterrorista, Pacto de
Estado por la Justicia—.
No es necesario decir, pero es bueno recordar, que el Derecho es un expediente en cons-
tante adaptación a los cambios experimentados por la sociedad a la que se aplica, y de la
que emana. Estudiando sus cambios se consigue una visión genérica y detallada de los
problemas y preocupaciones de la sociedad y, en este caso en particular, de las amenazas
percibidas como atentatorias y que afectan la normal convivencia. Insisto en el carácter
subjetivo, pero basado en datos objetivos, de mi trabajo. Trato de proporcionar amplitud
de miras al lector y una visión panorámica de los aspectos que han capitalizado las políti-
cas de seguridad en relación con el fenómeno migratorio en el comienzo del tercer mile-
nio.
Lo más relevante para este trabajo son las actuaciones en materia de extranjería. Es indu-
dable que el Programa Electoral del PP de 2000, contemplaba extensamente el fenómeno
de la inmigración, al que dedica casi dos páginas, bajo el título “Trabajar por un país
abierto”. Es revelador el hecho de que la inmigración no esté enmarcada en otros títulos,
(justicia o seguridad ciudadana). El Programa parte de la idea de que el fenómeno no es
negativo, sino necesario, y lo hace enunciando cuatro necesidades o ideas fuerza a tener
en cuenta en su tratamiento:
- adaptar nuestra normativa a la nueva política común de inmigración y asilo de la UE,
- colaborar con los países de origen de los inmigrantes,
- gestionar coordinadamente con éstos los flujos migratorios, e
- integrar a los inmigrantes en nuestra sociedad.
Durante la Legislatura, se produjeron dos ocasiones de gestión coordinada con el país de
origen de la inmigración, Marruecos:
1ª. El «Memorando de Entendimiento para el retorno de menores marroquíes no acom-
pañados», por el que los menores «irregulares» que estén solos residiendo en Espa-
ña, serán devueltos a Marruecos, para regresar a su casa, o a instituciones de custodia
ciones Internacionales para atajar un problema que no debería ser de Política Exterior. La
acción de fuerzas armadas en «alta mar» está nítidamente concretada por Convenciones
internacionales que el Reino de España ha suscrito e integrado en su ordenamiento jurídi-
co. Sorprende de qué modo estamos ejerciendo la acción exterior en el presente caso de
prevención de la inmigración clandestina.
Para cerrar este apartado, lo que trasciende es que la acción gubernamental, independien-
temente del color político del partido en el poder, es decidida y abarca los aspectos legis-
lativos y ejecutivos de la acción política1. Todo ello nos lleva a la pregunta que nos intro-
ducirá en la segunda parte de este estudio: ¿qué es eso que llamamos inmigración que
produce una respuesta gubernamental tan explícita?
LA INMIGRACIÓN EN ESPAÑA.
España ha sido proverbialmente un país emigrante ya desde los tiempos de la colonización
de América. En nuestra era, hasta los años 70’s un gran número de españoles se desplazó
a otros países de Europa y América Latina en busca de mejores oportunidades. Con el
tiempo, este flujo se ha invertido y hoy está estancado. Se han dado casos de retorno y
otros de permanencia definitiva en el país de acogida. Lo que se desprende de ello es que,
como dice insistentemente Sami Naïr, todos tenemos un instinto natural que nos empuja a
tratar de permanecer en nuestra patria de nacimiento; que si las vicisitudes de nuestras vi-
das nos empujan fuera de ella siempre sentiremos una tendencia imperiosa a volver a los
orígenes. Más adelante veremos qué significado tiene esto último respecto de ciertas polí-
ticas que muchos estados se empeñan en implementar para su aplicación al fenómeno mi-
gratorio.
Centrándonos en nuestros días, la situación de bienestar y progreso que se dan actualmen-
te en España ha actuado como polo de atracción para los ciudadanos de otros países, lle-
gando a ser el país europeo donde la inmigración está experimentando el mayor creci-
miento, hasta el punto de que en pocos años el número de extranjeros en España ha supe-
rado al de nacionales residentes fuera de su territorio.
Las variables endógenas que propician la inmigración hacia España son: estabilidad polí-
tica y social, altos índices de crecimiento del PIB y del empleo y la especial ubicación
geográfica de nuestro país.
1
En el anexo A se incluye la normativa reguladora y sus enlaces web, en vigor en España a fecha de hoy, 24
de septiembre de 2006.
La variables exógenas son múltiples, por su intrínseca relación con el panorama interna-
cional. Entre ellas cabe destacar: el reciente endurecimiento de las condiciones de entrada
en los EE.UU., la pérdida de atractivo de otros destinos tradicionales como centro y su-
damérica como receptores de inmigración, la crisis económica que en los últimos años ha
afectado de manera especial a los países asiáticos e iberoamericanos, como emisores de
emigrantes.
Principales países de origen de los extranjeros residentes en España:
Por dar unas cifras que nos muestren la magnitud de la cuestión, a 30 de junio de 2003 re-
sidían en España aproximadamente 2.400.000 extranjeros, de los que 1.400.000 lo hacían
de manera legal mientras que el resto carecía del correspondiente permiso de residencia.
2
Entendido como: «Cuando veo a otro ser humano veo simplemente eso: otro ser humano; con mis mismos
derechos y obligaciones; sin distinción de ningún tipo».
No pretendo una contraposición dialéctica entre ambas ideas. Existe la posibilidad de que
la respuesta sea igual para ambas y sea: ni lo uno ni lo otro. Usarlas es una simple añagaza
para atraer la atención del lector sobre este párrafo.
La actualidad está trufada de discursos sobre el éxito o fracaso del modelo de sociedad
sobre el que se construyó la Cultura Occidental. Como siempre, la realidad sigue resis-
tiéndose a ser monocolor. Ni podemos fiarnos del optimismo del progreso imparable, ni
tampoco de la sociología crítica. Lo que se observa es un individualismo, que sustituye
progresivamente, como término central, al concepto de utilidad social en el pensamiento y
acción políticas. Este individualismo es retado continua e intensamente por el entorno y
los massmedia, y puede acabar por mostrarse tan exigente como lo hizo la idea de igual-
dad en la historia pasada reciente del «paradigma social». Los argumentos que usa en su
autodefensa no son otros que egoísmo y ausencia de sentido de la historia, ni más ni me-
nos.
En este individualismo se basan las nuevas posiciones de los actores sociales. Propaganda
y publicidad son expedientes cruciales. También el propio individuo ha alcanzado status
de actor. Tampoco son menos cruciales otros expedientes como la sociedad de masas (en
descomposición, ¿o no?), la impersonalidad del Mercado, y la violencia de la guerra.
Esta decadencia de la visión utilitarista de la Sociedad, como organismo en el que cada
uno cumple una función, es la que da entrada a la visión individualista que rechaza reglas
colectivas y prefiere las leyes anónimas del Mercado. Sin embargo la idea-fuerza primor-
dial que este movimiento ha traído a la palestra es el surgimiento de los derechos cultura-
les que, de forma contradictoria, introduce el expediente de las colectividades, formadas
por los sujetos directos de dichos derechos.
El número de conflictos construidos sobre este concepto es grande. El final desgraciada-
mente desacertado del colonialismo decimonónico y el no mejor cerrado tras la Segunda
Guerra Mundial, todo ello agravado por el resultado del desmoronamiento del bloque so-
viético, ha sembrado nuestro de mundo de «bombas de relojería» construidas con una letal
mezcla de etnias y fronteras arbitrarias dibujadas con manifiesta intención de propiciar el
acceso permanente a los recursos de las excolonias. El resultado ha sido una ingobernable
mezcla explosiva de minorías sometidas, en demasiados países. A ello debemos añadir
las posturas resistentes de las poblaciones de las fracasadas repúblicas islámicas de los
70’s, que han dejado el camino expedito a la divulgación fructífera de la ideología isla-
mista radical de raíz religiosa.
En resumen, nos enfrentamos a un escenario determinado por grupos definidos sobre
ideas nación, etnia o religión, que antes no tenían tanta visibilidad social. Puede afirmarse
que existe una relación dialéctica entre la afirmación proactiva de las nuevas identidades y
la reacción de la unidad política en la que éstas surgen, con variados resultados. También
podemos afirmar que se está produciendo un debilitamiento de las comunidades naciona-
les y un fortalecimiento de las comunidades étnicas.
El enfrentamiento «ab intra» en la unidad política correspondiente, tiene un fuerte compo-
nente belígeno si la nueva identidad domina el escenario y acaba por enfrentarse al entor-
no que la acoge. Se puede decir que la energía desplegada en la afirmación de estas nue-
vas identidades, generalmente es difícil que encuentre forma de expresión apropiada en
caso de culminar con éxito su propósito y es entonces muy probable que traslade su po-
tencial reactivo al entorno. Subyacen, en este expedientes las estructuras comunitaristas
que envuelven muchas de estas nuevas identidades. Se trata de unas estructuras que con-
sienten, o mejor dicho legitiman, la acción de poder de sus dirigentes para imponer prácti-
cas y prohibiciones limitando los derechos civiles –restricciones internas—. En tales tér-
minos, el comunitarismo es un ataque flagrante a las libertades individuales. Serían, todas
éstas, razones para pensar que la relación entre culturas será inevitablemente de carácter
beligerante.
El hecho más relevante para abordar las cuestiones de Seguridad en un mundo globaliza-
do es saber «de que pasta» está hecho este tipo de mundo en el que vivimos. Después será
preciso saber qué seguridad queremos, y además ¿la seguridad de quién, o de quiénes?
Está claro que el «riesgo cero» ni ha existido ni existirá nunca por lo que un concepto dis-
tributivo de seguridad se me antoja inalcanzable. El sistema global –la sociedad anárquica
de B. Buzan— nos ofrece una controversia entre concepciones transnacionales y realistas
que tratan de alcanzar una regulación internacional, desde la base de algún tipo de «socie-
dad internacional de Estados», que busque mejorar la propia seguridad mediante la conso-
lidación de una seguridad común . Buzan nos ha aportado el análisis multisectorial , que
no desprecia la postura neo-realista que sigue colocando al Estado como elemento central
del sistema internacional. Este análisis permite comprender más profundamente la incerti-
dumbre y azarosidad del medio internacional con la idea de propiciar su mejor control, re-
gulación y manejo a través de instrumentos políticos mejor diseñados y no por la simple
aplicación «vulgar» de la fuerza.
Asistimos a un cambio que afecta a los parámetros de la política mundial, de dinamismo y
complejidad extremos. Algunos teóricos son partidarios de interpretarlo como turbulen-
cia del sistema y no como cambio, evolución, mutación u otro tipo de procesos más «rela-
jados». Las fuerzas modificadoras siguen siendo las de siempre: tecnología dominadora,
problemas derivados de la expansión tecnológica transnacional (terrorismo, tráficos ilíci-
tos, crisis financieras, contaminación...); capacidad limitada (y decreciente) de los Estados
para afrontar dichos problemas y generar soluciones; debilitamiento del sistema global y
consiguiente reforzamiento de los subsistemas; y por último, la aparición del individuo
como actor autónomo (grupos de opinión, lobbies, think-tanks, ...).
En una Tierra en la que es posible describir, por vez primera en la existencia del hombre,
redes amplias de relaciones humanas, existe una correlación lógica entre globalidad de
problemas y de soluciones, propiciada por la inmediatez con que son conocidos los suce-
sos de nuestro mundo. Las crisis se instalan, propagan y reproducen de forma instantánea
y transcienden todos los planos de las relaciones sociales. Y aquí tenemos una de las lí-
neas de fractura de la seguridad: el funcionamiento del sistema actual pretende soluciones
parciales o locales a crisis que son inequívocamente globales. De modo voluntarista, el
sistema mundial, tal como lo observamos, trata de presentarse en el campo teórico como
una unidad integrada –querencia cosmopolita— mientras la cruda realidad nos informa de
algo más positivista que positivo, muy parecido a una totalidad compuesta que intenta
abarcar todas las relaciones posibles y tratarlas «en red», pero que está fragmentada y,
además, es fragmentadora. El «campo de batalla» del mañana –porque el futuro no será
pacífico— es una arena definida por la confrontación entre dos características evolutivas
de la sociedad internacional: la propiedad atributiva —orden, jerarquía, competencia,
asimetría, libertad— y la propiedad distributiva –organización, función, cooperación, si-
metría, igualdad—. La solución vendrá de la mano de su posible convergencia o diver-
gencia.
Las preguntas que deberemos contestar pronto son si existen soluciones globales, si es co-
herente pensar en una globalidad generadora de un cosmopolitismo salvador y qué res-
ponsabilidad moral tiene Occidente en este proceso turbulento, acelerado y cambiante.
¿Hegemonía occidental? ¿Homogeneización y mestizaje? ¿Comunicación intercultural o
lucha de civilizaciones? Todas estas preguntas, y muchas otras, deberán ser contestadas
para percibir si el camino elegido lleva hacia la Paz –entendida como ausencia de todos
los tipos de violencia— o estamos caminando por un sendero que nos va a exigir, en mo-
do creciente, cada vez más esfuerzo de defensa para alcanzar un nivel de seguridad –
siempre incompleta—, y ahora además menguante en un mundo globalizado.
El reto de los flujos de inmigración.
En este escenario la inmigración, parece asumir el papel del último reto. Ahora no se tra-
3
ALAIN TOURAINE, «Un nuevo paradigma...». 2005, Paidós.
existan reticencias por parte de la población española para alquilarles sus viviendas.
4
Ver «Definir el terrorismo» de George P. Fletcher en PROJECT SYNDICATE, en la página web
http://www.project-syndicate.org
5
«La verdadera causa de las migraciones no reside en el número de personas que se desplazan …sino en las
causas de su huída», SAMI NAÏR et al «Las migraciones», citado por Blázquez-Ruiz, F.J., «10 palabras
clave en racismo y xenofobia» 1996.
6
Tuve oportunidad de asistir a su conferencia, en Palma de Mallorca, en el «Foro del diario de Mallorca»,
en la que expuso lo que aquí señalo.
nen factores muy diversos y de gran trascendencia, como pueden ser la educación, el re-
agrupamiento familiar, la inserción laboral, etc., así como el reconocimiento de los dere-
chos fundamentales de los inmigrantes, en tanto que personas, mas allá de su situación le-
gal y administrativa. Hasta aquí no nos salimos del expediente universal de los Derechos
Humanos, que nadie se atreve a rechazar. Pero ¿qué hacer con la identidad del inmigran-
te? Considero indeseable buscar como solución única un modelo de coexistencia, una es-
pecie de cohabitación, porque llevará inexorablemente a la incomunicación y a la xenofo-
bia.
Se trata, por todo lo expuesto, de promover y elaborar un nuevo modelo de gestión de la
inmigración, orientado a fomentar el proceso de integración, como mal menor. Un proce-
so que reconozca la condición de inmigrante como persona y teniendo presente tan sólo
su condición de trabajador, en lugar de estigmatizarlo por extranjero.
Una postura más amplia exigiría, como complemento inexcusablemente necesario para la
resolución de este expediente, la inclusión en la agenda política de un debate para abordar
y analizar todos los factores del fenómeno de la inmigración.
Conviene señalar que actitudes inducidas ya señaladas tienen un carácter agresivo para las
relaciones humanas en este asunto. Las actitudes xenófobas y racistas se fundamentan en
el supuesto de que los valores propios son superiores y esta asimetría justifica dicha con-
ducta. Posturas así surgen de un amplio proceso educativo, es decir, se enseñan y se
aprenden. A partir de ahí se despliegan la discriminación, el prejuicio y la exclusión so-
cial, bajo diversas manifestaciones. Viene a cuento con total vigencia palabras de Norber-
to Bobbio: «la igualdad es la aspiración permanente de los hombres que conviven en so-
ciedad».
Desde el principio universal de igualdad es desde donde se reivindica la dignidad radical e
indivisible de toda persona. La igualdad sigue siendo, históricamente, el sueño de muchos
y constituye al mismo tiempo la pesadilla de unos pocos.
La pregunta final que, de forma insistente y rebelde, retorna continuamente al primer pla-
no del análisis es si desde la instancias gubernamentales se está pensando en el inmigran-
te tan sólo como productor económico y no como persona provista de Derechos Funda-
mentales, reduciéndolo a la triste condición de homo faber. Si así fuera, esta postura de
nuestros gobernantes se compadecería muy mal con el expediente universal de los Dere-
chos Humanos, como base misma y expresión de la Justicia en las democracias contempo-
ráneas.
7
El 24 de febrero de 2003 (CSCAweb: www.nodo50.org/csca) dijo: «No vivimos en un mundo sin leyes,
vivimos en un mundo regido por las leyes estadounidenses y nuestros gobernantes se someten a esta situa-
ción unida al desarrollo de un sistema económico ultraliberal que destroza hasta la capacidad de respuesta
social de la gente. Esto es algo absolutamente nuevo. La única manera de oponerse a este nuevo imperia-
lismo que actúa como los imperialismos del siglo XIX es, precisamente, desarrollar cada vez más y de ma-
nera cada vez más fuerte la solidaridad con los pueblos víctimas de este imperialismo».
todo el mundo ansía permanecer en su casa con su familia, si emigra por necesidad impe-
riosa. A uno de los puntos más delicados de este expediente, que he mencionado al citar la
confrontación entre los imperativos éticos y morales aplicables a este caso, cuánta inmi-
gración soporta una país, contesta:
«No abogo por la apertura de las fronteras, ya que supondría una llegada ma-
siva que pondría en peligro el modelo social y democrático. España está en cre-
cimiento económico y no ha agotado sus capacidades de recepción de inmi-
grantes, otro problema es saber qué tipo de inmigrantes necesita. Nunca una
inmigración ha cambiado la identidad de un país».
Naïr piensa que estos flujos variará y que en los próximos diez años va a crecer la inmi-
gración china (precisamente la que menos alarma social provoca en España), donde hay
450 millones de pobres. Hoy en día hay 200 millones de inmigrantes a escala planeta-
ria, muchos en el África subsahariana. Es imprescindible potenciar y regular la inmigra-
ción legal si lo que queremos es minimizar y combatir la ilegal.
Los efectos rebote que provoca la primera reacción de los Estados son:
1) Florecimiento de mafias que aprovechan el cierre de fronteras.
2) Rebrote e incremento de procesos de explotación humana: esclavitud, trata de blancas,
etc.
3) Cambio de la propia conducta del inmigrante:
a) Antes: conducta inicial emigrante pero que mantiene el deseo de retorno a su pa-
tria de origen una vez solucionada la situación que le forzó a la diáspora.
b) Ahora: la dificultad creciente de traspasar las fronteras en ambas direcciones al
endurecerse las políticas migratorias en los países del rico norte, unido a los cos-
tes crecientes del hecho de migrar por acción de las mafias mencionadas, ha pro-
vocado un giro copernicano en la conducta. El objetivo ahora es llegar a toda cos-
ta. Conseguido este primer objetivo crucial ya nadie piensa en volver sino en re-
agrupar a la propia familia en el nuevo «paraíso» alcanzado a costa de tantos su-
frimientos.
El segundo efecto provocado en los países receptores de inmigración está relacionado con
el Gasto Público. La aplicación de las nuevas políticas mencionadas lo ha incrementado y
este incremento ha sido visualizado por la opinión pública.
En este caso el efecto rebote consiste en un aumento de la publicidad oficial sobre el pro-
blema, con nuevas acusaciones que pretenden demonizarlo. Por otra parte sectores cada
vez más amplios de la sociedad perciben como incremento de su inseguridad la presencia,
cada vez más notoria, del inmigrante. Cuando los recluíamos en los garitos de las planta-
ciones y áreas agrícolas tan alejadas de los lugares de nuestra rutina diaria la cuestión era
otra cosa. Ahora asusta a los espantadizos.
El tercer efecto es de carácter político. Al alcanzar los primeros puestos de la lista de
asuntos relevantes para la opinión pública, ha provocado una modificación del comporta-
miento político de los partidos. El issue está empezando a ocupar lugares destacados y al-
tos en las agendas políticas. La politización del fenómeno inmigratorio es ya irreversible
en España, al menos hasta la celebración de las próximas Elecciones Generales, y sin du-
da lo seguirá siendo después a tenor de las tendencias disparadamente alcistas del alcance
del problema.
El efecto rebote es ahora derivado de la extremada polarización política que está sufrien-
do el expediente migratorio. La radicalización de posturas se debe más a la competencia
electoral que al hecho en sí y su evolución. Este desenfoque será extremadamente perjudi-
cial porque dejará de ser multisectorial, como recomienda Buzan para el análisis efectivo,
y será «acientíficamente apasionado» y muy perjudicial para la obtención de resultados
fiables de los que derivar apropiadas políticas públicas vitalmente necesarias en el próxi-
mo futuro.
LA TERAPIA.
Imitando a Galtung, ya que he osado hacer un pronóstico, tras un –no se si acertado dia-
gnóstico—, este trabajo quedaría inconcluso si no aventurara una «terapia» para tanta cri-
sis humanitaria, conflicto intercultural y percepciones de inseguridad.
Me atrevo a afirmar que debemos conseguir un nuevo giro copernicano al tratamiento
del fenómeno de la inmigración, que oriente nuestros pasos hacia una dirección total-
mente distinta.
Debemos intentar, como objetivo básico fundamental desde una perspectiva política y ju-
rídica evitar a toda costa todo tipo de recorte de los derechos y libertades de los inmigran-
tes.
Debemos avanzar coherentemente hacia el reconocimiento y garantía del principio de
igualdad, esto es, tomar medidas no sólo para luchar contra la discriminación sino tam-
bién para garantizar positivamente la igual aplicación de esos derechos, con especial aten-
ción a los derechos sociales, pero también a los políticos.
Me atrevo a afirmar que realmente nos encontramos ante una oportunidad histórica, qui-
zás única e irrepetible para evaluar y medir el grado de desarrollo económico que hemos
alcanzado reconociendo cuánto han contribuido a él los países que ahora se desangran con
la inmigración, y tras agradecérselo, devolver aunque sea el diezmo ahora que les nega-
mos hasta un mísero 0,7%.
La respuesta vendrá de la mano de nuestras acciones y omisiones. Es decir a partir de
nuestro compromiso con principios, valores y cultura política de los Derechos Humanos
que tanto le costó a Occidente construir. La solución, en definitiva, dependerá de nuestra
participación y responsabilidad ciudadana, ¿o se impondrá nuestra actitud indolente como
individuos gregarios e insolidarios?
Debemos considerar que nadie desea abandonar para siempre sus orígenes. No caiga-
mos en la trampa de las identidades enfrentadas. Ni ellos quieren imponernos las suyas ni
mucho menos integrarse en las nuestras. Lo que se debe hacer, y pronto, es articular la
forma de que los caminos de la vida y la supervivencia que un impresionante porcentaje
de seres humanos –sobrecoge pensar en las cifras que esto representa— se ve obligado a
recorrer hoy sea de ida y vuelta libre. Acabaremos con las mafias, progresaremos todos y
no introduciremos en los complicados expedientes de la Paz y la Seguridad –bastante
complicados de por sí— factores espurios que no tienen que ver ni con una ni con la otra.
Suena kantiano, pero así lo siento y así lo expreso.
ANEXO – A
Normativa sobre inmigración, en vigor