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Lunes 9 de julio de 2001

Editora Responsable: Patricia Vega

La comunicación escrita en México


Victoriano Garza Almanza

Lunes en la Ciencia, 9 de julio del 2001

La influencia de Cantinflas y Cervantes entre los


profesionistas

La comunicación escrita en México


Victoriano Garza Almanza
Para un político o para una persona que le guste hablar en exceso, la comunicación verbal es
la más importante. Pueden durar horas hablando y, como Cantinflas, desbarrar sin decir nada.
Pero para un científico, escritor o empresario, el único medio de expresión válido es la
comunicación escrita. Para el escritor el lenguaje retórico y poético, para el científico y el
empresario el lenguaje de conceptos exactos y frases sobrias y claras.
Hay sociedades, como las europeas y la
estadunidense, en las que la comunicación escrita
es parte de la educación; en la sociedad mexicana
no sucede así. En general, el latinoamericano
alfabetizado puede leer y escribir, pero no sabe
manifestar sus pensamientos por escrito.

Esta es la razón fundamental por la cual se han


acumulado, por más de 40 o 50 años, los
estudiantes universitarios que completan sus
carreras pero que no se titulan. Esto obedece a que, por décadas, las universidades públicas de
México han requerido que los universitarios, al terminar sus estudios, realicen una pequeña
investigación -proyecto de tesis- y escriban sus resultados -documento final conocido como
tesis. Este trabajo especializado requiere de dos participantes: un estudiante o tesista, y el
director de tesis o asesor.

De origen, la iniciativa está cargada de buenas intenciones, pues quienes la idearon pensaban
que aquellos que cumplieran con este último requisito de titulación desarrollarían ciertas
aptitudes de trabajo y autodeterminación. En el proceso del desarrollo de sus tesis se daría un
suave tránsito formativo entre el joven e inseguro estudiante, al principio, y el joven y
decidido profesionista al final.

Pero en este esquema había una falla, que aún no se resarce, y es la de que los estudiantes
universitarios no estaban educados, ni se les preparaba en la universidad mientras estudiaban,
para escribir. Por tal motivo, demasiados jóvenes, incluso muchos que en algún momento
desarrollaron sus investigaciones, no se titularon: no supieron cómo enfrentar la elaboración
de la tesis.

Pero la culpa no era tanto de los jóvenes, sino de sus maestros y, en mayor medida, del
sistema. Los asesores estaban capacitados para guiarlos en sus investigaciones, pero no para
enseñarles cómo escribir, cómo organizar y redactar sus tesis. En cambio, los que crearon el
sistema no tomaron en cuenta la necesidad de reforzar, desde la enseñanza básica hasta la
preparatoria, la escritura.

Esta es la causa de por qué en las universidades públicas de México existe un déficit de
aproximadamente 80 por ciento en titulación. Y, a excepción de pocas carreras como
medicina, donde es una exigencia el título y hay un control para su ejercicio legal, en la gran
mayoría de las otras carreras, donde para prestar servicio profesional se les exime del título o
no importa a los empleadores, los pasantes universitarios son los más sobre los titulados.

En contraste, en la mayoría de las universidades privadas, si no es que en todas, el requisito


de la tesis es inexistente; es decir, en cuanto los estudiantes terminan su último curso obtienen
el título. Por eso no hay pasantes de instituciones privadas.

Si todos los estudiantes de universidades públicas realizaran sus investigaciones e hicieran


sus tesis, indudablemente estarían en ventaja sobre los egresados de los centros de educación
superior privados, por esas aptitudes de investigación y comunicación escrita que
desarrollarían al final, pero como lo muestran las estadísticas, la realidad es que se quedan a
medias.

Más que ventaja, porque el viejo sistema no ha funcionado, la obligación de realizar tesis se
ha convertido en desventaja para los universitarios, en un obstáculo. Debido a esto, algunas
universidades públicas ya están eliminando el requisito de tesis para que el estudiante de
licenciatura se titule automáticamente al tiempo que aprueba el curso final.

En instituciones extranjeras, como el Tecnológico de California (Caltech), que para alcanzar


la mejor calidad educativa del mundo mantiene una población de 900 estudiantes de
licenciatura, algunos de los cuales, aseguran, probablemente serán premios Nobel en el
futuro, están retomando el camino que en México están abandonando las universidades.

No es precisamente el de la tesis, pero sí el de la escritura de un artículo de divulgación


científica. A raíz de una enmienda académica que Caltech decretó en 1999, con el propósito
de que los egresados de esa institución estuvieran a la altura de las nuevas necesidades de la
vida científica, empresarial y política, se estableció, como requisito de titulación, cursar la
materia de escritura científica para investigar y escribir un tema (algo parecido a la tesina). El
producto debería ser un material de calidad similar al publicado por las revista Scientific
American o The New York Times.

La decisión de Caltech no tiene precedente. Como resultado, en el actual 2001 comenzó a


publicar los artículos de los que se titularon esta temporada.

La sociedad contemporánea, donde la información es la moneda de curso legal, no funciona


sólo de habladas. Lo que se quiera decir o hacer debe ponerse en blanco y negro. El mexicano
es por antonomasia minusválido de la comunicación escrita, y ese es un punto que deben
impulsar la Secretaría de Educación Pública y las universidades, a fin de que el país no se
colme de profesionistas ágrafos y de políticos que argumentan y prometen porque, como ellos
bien saben, a las palabras se las lleva el viento.

El autor se dedica a la investigación de temas sobre medio ambiente y ecología en Ciudad


Juárez

doxa21@yahoo.com

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