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POLÍTICA ACTUAL
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Entre 1968 y mediados de la década de los ochenta estalló una rebelión mundial de la juventud por varias razo-
nes que no viene a cuento mencionar aquí, sólo diremos que la forma de la vida cotidiana de la población de
todo el mundo cambió profundamente desde entonces, es lo que se ha llamado “revolución sexual”, y cambió
también, con la misma profundidad, el discurso ideológico de la burguesía. De ser un discurso conservador y de
respeto a una moral victoriana, pasó a ser el discurso de la resignación y el valemadrismo, de la inmoralidad. Y
conforme el movimiento fue retrocediendo, y fue siendo controlado por el orden imperante, este nuevo discurso
ideológico de la burguesía se fue volviendo el discurso dominante, algo así como el sello de los tiempos, y así
como la izquierda de la primera mitad del siglo XX tenía mucho del pensamiento burgués de entonces: mora-
lismo, progresismo, positivismo; la izquierda de ahora tiene mucho también del pensamiento burgués contem-
poráneo: la protesta nihilista, la desesperanza, la actitud pseudocrítica que critica todo sin entenderlo y se queda
sin nada qué hacer, etcétera.
Entre 1988 y 1993 cayó el bloque político y económico que ha sido mal llamado “socialista”, y que fue una
guía y un aliciente para muchos revolucionarios del mundo, y además un contrapeso político y hasta militar al
imperio (Cuba entrenó guerrilleros y mandó apoyo militar a varias luchas de liberación nacional del mundo, por
ejemplo). Esa caída reforzó al máximo, en la década de los noventa, esta actitud que se ha dado en llamar “pos-
modernidad”.
De modo que venimos de un largo tiempo de derrota, de decepciones, de confusión y de revolucionarios
arrepentidos de haberlo sido, pero también, por lo tanto, en el que se ha superado el viejo dogmatismo del pe-
riodo anterior. De modo que vivimos en un tiempo de confusiones y decepciones pero también de expectativa
de nuevas propuestas y de apertura, en el que el marxismo no es tan bien visto como antes, pero en el que el
marxismo heterodoxo crítico tiene más posibilidades que nunca antes de crecer y desarrollarse.
Ahora, en estos últimos años, la izquierda mundial comienza a recuperarse de múltiples formas en todo el
mundo. Por un lado, el capitalismo se enfrenta a una crisis que posiblemente sea definitiva, y los pueblos de
muchos países del mundo comienzan a despertar y a rebelarse, pero por otro lado tenemos una izquierda herede-
ra de la derrota, a la que no se le ha transmitido la experiencia revolucionaria de la generación anterior, del pe-
riodo 68-88, y que empieza de nuevo como construyendo de la nada, insegura de sí misma y excesivamente
influida por el pensamiento irracionalista de nuestros tiempos, pero también, como ya hemos dicho, más abierta
a nuevas propuestas y formas de lucha, creando en esa combinación formas de organizarse y luchas nuevas,
confusas, flexibles, y una actitud de expectativa hacia lo nuevo que explica, por ejemplo, la aparición del EZLN
y la enorme popularidad que tuvo en un principio; a las ONG’s, al movimiento globalifóbico, etcétera.
De hecho, el EZLN, las ONG’s, justo después de la caída del bloque supuestamente comunista, poco tiempo
después la resistencia “globalifóbica” en Seattle, abren una nueva etapa del movimiento; aportan la va adoptan-
do la izquierda radical conforme se va recuperando.
Frente a los viejos partidos políticos de izquierda, en ocasiones armados, y las grandes organizaciones de
masas, a veces semiclandestinas, siempre buscando deliberadamente tener más poder, ahora lo que impera son,
por un lado, una infinidad de grupos pequeños; de colectivos autónomos con una forma anarquista de trabajar,
aunque puedan profesar formalmente el marxismo o alguna otra corriente socialista, y por el otro, los grandes
partidos reformistas electorales y normalmente oportunistas, que son los que más se han beneficiado de este
nuevo despertar de la izquierda.
De lo que se trata ahora, en nuestra opinión, es:
teóricamente, de explicar desde un marxismo renovado y no dogmático las diferentes formas de organiza-
ción que están emergiendo, para poder,
prácticamente, unificar estos miles de colectivos pequeños en un tipo nuevo de organización con una pers-
pectiva verdaderamente comunista de la lucha social que pueda desplazar al oportunismo.
Pasamos ahora a nuestro análisis de la coyuntura política nacional, o de la forma en que se manifestó aquí
en México el debilitamiento de la hegemonía mundial de Estados Unidos y la crisis del orden mundial que este
ha provocado.
1. La campaña presidencial
La candidatura presidencial de López Obrador, con todas las críticas que debemos hacerle, entusiasmó a mi-
llones de mexicanos que nunca antes habían simpatizado con el PRD. Esto se debe en buena medida a las políti-
cas que adoptó su gobierno en el Distrito Federal, principalmente que haya dado apoyo a los viejitos; pero tam-
bién se debe a los ataques que le hizo el gobierno a este candidato cuando era gobernador del DF. El desafuero
y la lucha en su contra determinaron que la campaña presidencial de Obrador sería desde un principio un movi-
miento social: la gente que lo apoyaba entendió desde ese momento que lo que se vendría no era lo de cada seis
años, que la campaña presidencial del PRD sería más que una mera campaña y que tendría al gobierno federal, a
las televisoras y al IFE, y no sólo a los otros partidos políticos, como enemigos directos.
Se formaron en todo el país miles de comités ciudadanos que hicieron campaña por iniciativa propia, sin
pertenecer al PRD ni recibir presupuesto. La regla general de estos comités era que no sólo no pertenecían al
PRD, sino que no querían pertenecer a él, y se mostraban siempre reticentes a trabajar de manera directa con él.
López Obrador aprovechó esta circunstancia para crear una estructura de campaña paralela a la del PRD,
que haría campaña por él pero no por los candidatos del partido a diputados y senadores. La mitad del presu-
puesto que el IFE asignó al PRD para su campaña fue a parar a esta estructura paralela: el Programa Nacional
de Promoción del Voto, que no tuvo mucha eficacia en términos electorales, pero que López Obrador construyó
en realidad también para otros fines. En primer lugar, para tener una fuerza directamente a su servicio con la
cual pudiera ejercer cierto poder dentro de las grillitas del PRD, y, en segundo lugar, para integrar a un buen
número de ciudadanos al movimiento, pues Obrador sabía que se preparaba un fraude y estaba pensando su
estrategia no sólo en términos de marketing político, sino de preparar la lucha contra el resultado que de todas
maneras se iba a imponer.
4. La resistencia civil
No queremos abundar en la descripción de este movimiento, cuyos detalles son más o menos conocidos por
todos. Las llamadas “asambleas informativas” —en las que obviamente nadie discutía ni mucho menos votaba
nada, sino que no eran enormes mítines en los que los comités organizados iban a escuchar qué pasos seguían—
tuvieron un fuerte efecto político: demostrar la fuerza del movimiento, el apoyo de la población a López Obra-
dor y, sobretodo, que muy probablemente sí había habido fraude electoral. Pero, con todo, tenía que pasarse a
otra cosa tarde o temprano.
En nuestra opinión, era el momento para la toma masiva de calles y carreteras, para acordar una huelga na-
cional con el SME, la CNTE y algunos sindicatos de la UNT —Se dice que no hubieran aceptado, pero era el
momento de que López Obrador negociara con ellos lo que fuera, incluso en términos de darle satisfacción a los
intereses personales de estos líderes sindicales y sociales, o de llamar a sus bases a rebelarse, o incluso las dos
cosas. Hay que recordar que de lo que se trataba era de evitar que el fascismo robara la presidencia—; para pa-
rar y cerrar calles; el momento, incluso, de llamar a la policía y al ejército —mayoritariamente obradoristas— a
negarse a reprimir al pueblo, lo que hubiera permitido, incluso, que el SME bajara el switch sin temor.
En fin, si al frente del movimiento democrático está un timorato y no un comunista, es esencialmente culpa
nuestra, y no podíamos esperar esta actitud resuelta de parte de un hombre como López Obrador.
Finalmente, jaloneado por un lado por quienes querían una auténtica resistencia civil pacífica y, por el otro,
por quienes en el fondo querían detener el movimiento y temían sus consecuencias, López Obrador, temiendo
quedar mal con alguna de las partes, decidió no dar satisfacción a ninguna de las dos, y hacer un plantón en el
Paseo de la Reforma; que tuvo bastante importancia como factor de organización de las bases del movimiento,
pero que dejó pasar las semanas decisivas de la lucha contra el fraude.
Finalmente, el primero de diciembre se completó la imposición, y la llama comenzó a apagarse; la gente es-
taba cansada, y, sobretodo, los políticos del PRD que ya tenían cargos públicos en el nuevo gobierno que acaba-
ba de comenzar, decidieron abandonar la lucha y dedicarse a gobernar, como la parte perredista del gobierno
impostor.
1. El PRD
La vida política interna del PRD está profundamente corrompida. De entre los grupos que luchan por con-
trolarlo hay de todo, desde los comunistas más consecuentes hasta los peores mafiosos priístas, gente que parti-
cipó en la guerra sucia de los 70’s, etcétera, pero todos deben participar en el mismo terreno de lucha interna
lleno de lodo.
Dentro de este partido, como de todos los demás, se practica el fraude electoral. Los chuchos mandan en el
PRD básicamente por el hábil uso que le han dado a esa herramienta, y por su disposición a aliarse con lo que
sea con tal de ganar elecciones internas. Dentro del PRD hay también verdaderos revolucionarios (Camilo Va-
lenzuela, el Movimiento de Izquierda Guerrerense), que han luchado contra las mafias que gobiernan el PRD,
pero que no han conseguido sanearlo, y que no es muy probable que vayan a conseguirlo en el mediano plazo.
Es muy significativo que estas minorías revolucionarias del PRD no hayan podido unirse en una sola corriente,
por la diversidad de las políticas de alianzas que cada uno de estos grupos lleva con el oportunismo.
López Obrador dentro del PRD. López Obrador tiene bastante pocos hilos de poder dentro del aparato del
Partido; de modo que debe emplear su poder como dirigente del movimiento democrático y su simpatía entre las
bases del Partido para obligar a las corrientes a acatar ciertas decisiones suyas, pero no puede abusar de dicho
poder, lo que provocaría que el mismo partido se le rebelara. Tampoco puede tomar partido por unas corrientes
en contra de otras, pues se convertiría inmediatamente en el dirigente de sólo una parte del movimiento; debe
mantenerse firmemente en un papel de dirigente neutral sin favoritismos. Él sólo ha decidido tres cosas dentro
del Partido, las más importantes: quién es el presidente del PRD, quién es el presidente del PRD del DF, y quién
es el candidato a la gubernatura del DF. Lo más probable es que, con la enorme pérdida de fuerza que está su-
friendo el movimiento democrático, López Obrador ya tampoco pueda decidir estas tres cosas en el futuro.
Los chuchos. Son la corriente mayoritaria del PRD, probablemente la mitad del Partido, y son la peor de to-
das; la más corrupta y la más cercana al PRI, al PAN y a los caciques locales de los diferentes estados. Jesús
Ortega, su dirigente, ha tenido el cuidado de mantenerse siempre cerca de López Obrador y supuestamente fiel
al movimiento, pero otros de sus dirigentes son abiertamente de derecha, y de una derecha dura. Su discurso
encubridor es el de una izquierda “moderna”, a lo Patricia Mercado, dispuesta a negociar con personas con otras
ideologías, etcétera. Lo que en su práctica política se traduce en negociaciones “desprejuiciadas” con narcotrafi-
cantes, caciques, tratantes de blancas, etcétera.
Los bejaranos. Su base principal es el Distrito Federal, particularmente el centro. Dirigen las organizaciones
de comerciantes, taxistas, colonos y solicitantes de vivienda de buena parte de la capital. René Bejarano y los
suyos fueron en su juventud supuestamente muy radicales —tenemos información de que algunos de ellos lo
fueron sinceramente— e hicieron un buen trabajo de base, pero el medio y el pragmatismo excesivo los fueron
corrompiendo —o mostrando de lo que estuvieron hechos desde el principio, según el caso. Son mucho más
seriamente perredistas que los chuchos; en el sentido de que negocian más difícilmente con el PRI o el PAN
para ganar elecciones internas del PRD, pero son ya igualmente corruptos. Después de los videoescándalos, esta
corriente entró en crisis, y la mitad se separó en lo que hoy se llama Izquierda social.
Izquierda Social. Nace de la unión de, por un lado, la escisión de la parte aparentemente más limpia de los
bejaranos y, por el otro, del movimiento nacional Aquí estamos, dirigido por Benito Mirón Lince; estos últimos
nunca habían querido formar parte del PRD, y se habían mantenido siempre en una postura independiente, aun-
que de apoyo al movimiento democrático. Es en esta oportunidad que deciden sumarse, conformando la corrien-
te supuestamente izquierda del PRD. Muchos de los comunistas revolucionarios que se mantienen luchando
dentro del PRD, con la idea de sanearlo, están dentro de esta corriente.
Los amalios. Manejan el mismo discurso de una izquierda “moderna”, y son también bastante negociadores
con el PRI y el PAN, aunque bastante menos poderosos y menos peligrosos, en términos generales, que los chu-
chos.
La Unyr. Corriente principalmente establecida en el DF y constituida por Cuahutémoc Cárdenas durante su
gobierno en el DF; aquí están refugiados sobretodo los universitarios que se sumaron al PRD, entre otros: Rosa-
rio Robles, el Pino y Carlos Ímaz. También manejan un discurso de supuesta fidelidad al pensamiento de iz-
quierda y hasta al marxismo, pero son, en términos generales, como todos los demás. Esta corriente es, a la sa-
zón, la que más tuvo relaciones con el empresario Ahumada, y la que más se embarró en realidad con los vi-
deoescándalos. Sufrió en aquel momento un primer gran golpe, y otro tal vez más grande todavía con la actitud
traicionera de Cárdenas durante la lucha contra el fraude. Su descomposición, sumada a la de los bejaranos,
permitió que los chuchos crecieran bastante en el DF durante las elecciones del 2006, que de hecho han conse-
guido ya la mayoría en la Asamblea Legislativa del DF.
Las corrientes pequeñas. También tienen de todo, pero aquí sólo mencionaremos a la Redir (Red de iz-
quierda revolucionaria), dirigida por Camilo Valenzuela; un grupo esencialmente revolucionario en términos
generales, y a otros grupos también comunistas, sobretodo circunscritos a diversos estados, que luchan contra
las grandes corrientes y por la verdadera democratización del PRD y por un programa socialista, pero que no
han sabido contrarrestar el poder de la cúpula. Actualmente se está formando una unificación de varios de estos
grupos con el nombre de Movimiento de Izquierda.
3. La Otra campaña
El subcomandante Marcos ha sido el principal enemigo de este proceso de unidad de la izquierda mexicana,
no sólo lanzándose contra López Obrador, lo que podría ser comprensible de alguna manera, sino también co-
ntra el Diálogo nacional, la Promotora, y ciertamente no contra la APPO, pero sí, por separado, contra la mayor
parte de las organizaciones que la conforman. Ya nadie puede asegurar, honestamente, que lo haga con buenas
intenciones.
Actualmente la Otra campaña aglutina solamente a algunos grupúsculos, normalmente anarquistas, de cada
estado de la República. Todas las organizaciones políticas más o menos serias que se sumaron en un principio a
la Otra campaña (el PRT, el PC (m-l), la ONPP y la Promotora, principalmente) fueron relegadas poco a poco
de ella por el subcomandante Marcos, dejando claro que no toleraría ninguna disidencia, y haciendo cada vez
más fuertes las sospechas que muchos hemos tenido de él desde hace algunos años. La Otra campaña ya no es
un referente importante para ser tomado en cuenta como fuerza nacional, pero dentro de ella sigue habiendo
alguna gente valiosa que debe ser atraída a los procesos de unidad nacional de la izquierda con un discurso fra-
terno, pero crítico, de unidad.
5. El Diàlogo nacional
No tenemos la suficiente información sobre este referente. El Diálogo nacional gira, hasta donde entende-
mos, en torno del SME y de la CNTE, que son los que realmente toman las iniciativas, deciden qué hacer, y
ponen a las personas que van a actuar según lo acordado. Al rededor de estos dos referentes se ha aglutinado un
buen número de organizaciones políticas y sociales de diversas tendencias.
El Diálogo nacional se presenta a sí mismo como el espacio de convergencia y diálogo de toda la izquierda
mexicana, pero, naturalmente, no tiene este tamaño, y ha carecido de iniciativa casi en la misma medida que el
Gobierno legítimo y la Otra campaña. Baste con decir que el Diálogo nacional, de haberse lanzado con toda su
fuerza el 3 de julio, hubiera podido frenar el fraude electoral, pero decidió no hacerlo, o, más simple, que el
SME no participó en el paro cívico nacional, del que fue el principal convocante. El SME y la CNTE tienen esa
fuerza, pero en realidad sus direcciones no están de ningún modo más a la izquierda que la dirección de la CND,
aunque lo aparenten. El problema es precisamente ese, que ninguno de los referentes que representan en estos
momentos de algún modo a la clase trabajadora mexicana están realmente de su lado.
Un esfuerzo de bastante menor tamaño, pero que podría adquirir una gran importancia, es la construcción de
la Organización Nacional Estudiantil; el esfuerzo unitario nacional correspondiente al sector estudiantil. Deci-
mos que puede adquirir una importancia desproporcionada a su tamaño porque es el esfuerzo unitario que tiene
una mayor proporción de cuadros formados sobre simpatizantes, y que podría, de constituirse exitosamente,
aportar un gran dinamismo al CNH, que avanza a una lentitud desesperante.
IV. CONCLUSIONES
Frente a estas circunstancias nosotros ¿cómo podemos incidir? Siendo una, como sabemos, organización peque-
ña, no tenemos muchas opciones de incidencia en el proceso general de construcción de la izquierda mexicana,
pero sí tenemos algunas opciones bien claras y bien delimitadas.
1. Tenemos en nuestras manos la redacción del periódico El convencionista, que pronto será el órgano de
difusión de la CND del DF, hasta ahora lo hemos descuidado, y podríamos considerar que lo mejor es dejarlo en
manos de quienes están organizando en estos momentos la CND de Tlalpan, esa es una de las cosas que debe-
remos discutir durante las vacaciones.
2. Tenemos un papel muy importante en la construcción de la ONE, sobretodo por la posición geográfica
privilegiada que nos da estar establecidos en el DF, y por la estrecha relación que hemos construido con el PRT
y la UJRM. Es decir que el hecho de que se construya o no un referente de unidad de todo el movimiento estu-
diantil nacional puede estar hasta cierto punto en nuestras manos. Esa es sin duda la forma en la que más fuer-
temente podemos incidir en la coyuntura nacional. Creemos que no está en discusión tanto si vamos a seguir
empujándola o no, sino de qué forma vamos a empujarla, con qué plan, y que prioridad le vamos a dar frente al
conjunto de nuestras actividades. Esa es otra de las cuestiones centrales que debemos discutir durante estas va-
caciones.
3. Y por último, lo más importante, hay que discutir nuestros objetivos, nuestro plan de crecimiento, nuestra
política de alianzas dentro de la Universidad, nuestra estrategia en defensa de la educación pública, etcétera, en
vistas de ser un grupo que contribuya con el desarrollo del conjunto del movimiento, basados en un análisis
sólido de la coyuntura política, de la teoría marxista y de la historia y la tradición de lucha de nuestro país.
Puntos a discutir:
1. Objetivos generales de nuestra organización
2. Objetivos políticos: participación en el movimiento estudiantil, conquistas que
se buscan para la UNAM, etcétera.
3. Un plan de crecimiento y cohesión interna de la organización.
3.1. Plan de trabajo semestral.
3.2. Objetivos a mediano plazo. (¿Cómo nos visualizamos en dos o tres años?)