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SUMARIO
Portada Ilustración de Roderas. Rodolfo Fucile.
Frase e ilustración Almafuerte y Gonzalo Núñez (pág. 2)
Poesía Inflamables. No Permitir. La llama de los días. Diego Monachelli (pág. 3)/Rima con poesía de
puntos. Intersticios. Vi la luna. Un pez baila en mi garganta. Eugenia Coiro (pág. 4)/La tostadora. Una
tarde. Paco Granados (pág. 5)/La noche persistente. El tigre. Paco Alonso (págs.6-7)/Como si la tristeza.
Nelo Curti (pág 8)/Oración del hereje. Mónika González Ortega (pág. 9)/ Gaviota. Un algo oscuro. Pedro
Coiro (pág. 10)
Cuento Isidoro. Luis Loitey (págs. 11-12)/Aquél cuento del cigarrillo. Quirón Herrador (pág. 13)
Relato Visitas. Nelo Curti (págs.14-15)/Microrelatos. Rolando Revagliatti (pág.16)
Ensayo El efecto cómico. Juanma Agulles (págs. 17-18)
Nombres propios Giorgio “Il Barbone” Tagliatella: Un primer homenaje (págs. 19-20)
Humor Leo Sarralde (pág. 21)
Reseña Eric Rohmer. David Barber (pág. 22)/Jorge Ledesma. Diego L. Monachelli (págs. 23-24)/Sobre “El
niño puede” y algunos recuerdos. Nelo Curti. Cuento “El niño puede” de Demis Menéndez Sánchez (págs.
25-26)
El sótano Transpiración, inspiración (una charla con Golucho) (págs. 27-31)
Contraportada Ferrán Adriá. Nelo Curti.
Ilustraciones interior:
José Manuel Cámara, Leo Sarralde (SAR), Lalo
Capelleti, Gonzalo Núñez, Javier Solari.
Diseño web e informática:
Boris Garcés, José Manuel Cámara, David Las posibles colaboraciones deberán ser enviadas a
Vilariño editabano@hotmail.com, o a la dirección postal C/
del Pozo, 94 (bajo). 03004 Alicante
Maquetación y diseño:
Nadia Yujnovsky, Pedro Coiro.
Colabora en este número:
Mónika Gónzalez Ortega, Eugenia Coiro, Luis
Loitey, Quirón Herrador, Rolando Revagliatti, Cuadernos del Tábano es una revista indepen-
Paco Granados. diente. Y, ¿ qué quiere decir eso exactamente?, se
preguntará alguien. Pues quiere decir que no res-
Edita:A.J. «El tábano» pondemos a ningún interés comercial o editorial y
Depósito Legal: A-571-2004 que cualquier colaboración en este sentido (venga
ISSN: 1698-4706 desde el ámbito público o privado), será exclusiva-
Imprime: CEE Limencop S.L. mente como aportación desinteresada al desarrollo
de nuestro proyecto.
Y punto.
Editorial
A veces conseguimos una perspectiva crítica a base de calle
y pensamiento, que se pierde, que se oxida o queda enquistada
vaya uno a saber dónde. La memoria es determinante en estos
casos, y recordar algún desacierto puede aliviar el hambre, tanto
la del animal como la que nos hace buscar caballos galopando
bajo el agua.
Esta regla es útil a los individuos, en cambio sólo en conta-
das ocasiones un grupo arremete contra los verdugos de sus
antecesores y es frecuente que sea vencido y caiga olvidado. La
genealogía de ese grupo es el hambre de emancipación.
La memoria colectiva se construye, no nacemos con ella,
hablar de ésta como algo natural es tan falso como pensar en la
objetividad de los sentidos: nadie ve lo mismo, ni siquiera cuan-
do es develado el rostro del verdugo; los hombres recuerdan y
olvidan de manera desigual porque sus vivencias son distintas, y
diversos sus intereses. Somos incapaces de recordar la inquisi-
ción, en cambio podemos conciliar nuestras lecturas, y entender
una continuidad desde aquellos días hasta hoy; cuando el cura se
acerque buscando nuestra ofrenda, cuando se pretenda inocen-
te, deberemos aplicar la crítica y resarcir los desaciertos.
Conciliar nuestras lecturas, existe un veredicto que puede
llevarse a lo colectivo, sólo habrá que señalar a los culpables y
sospechar del que no esté de acuerdo.
Tanto por conveniencia propia, como por no interrumpir su acción histórica, como por cierto sentido estético
que no debe abandonarte nunca, has de mantenerte a una discreta distancia de las almas enormemente irres-
ponsables, a fin de que ni malogren su misión, ni pierdan la perspectiva, ni te alcance la influencia esclavizado-
ra, y a veces mortal, de su sonambulismo.
( “Para los que no nacimos genios”, Evangélicas, Almafuerte)
página 2
poesía
Poemas de Diego L. Monachelli
Inflamables
Alguien me soñó...
¿Qué es lo que se extingue
y me traviesa?
Calla el universo
cuando más hambre
de voces tengo.
A lo lejos, naufrago...
me alejo.
La voluntad de lograrlo,
de no olvidar,
de no permitir que siembren
niebla sobre las llamas
que se alzan
en el propio centro de mi vida.
página 3
poesía
Un punto rojo busca la justificación de la distancia. Le pregunta a la oscuridad de la noche. Pero la noche no
sabe nada.
Un punto rojo persigue un punto rojo. Quiere saber la justificación de la distancia. Pero los puntos son mudos y
la noche larga.
Un punto rojo está triste porque no sabe la justificación de la distancia. Pero sabe que hay tiempo, por eso insis-
te con calma.
Dos puntos rojos se acercan, se juntan, se distancian. Dos puntos rojos se cruzan del otro lado del agua.
Intersticios
Pequeño
Fantasma
No digas la palabra
Que inutiliza
Mis manos
No me quemes
Perfecto VI LA LUNA
Círculo filosa, blanca
confundida
Empalágame en la mañana
Líbame
Líbrame Vi tu voz celeste
Pequeño fantasma aletargada
acariciándola
desde lejos
Escuché mi pelo
enredaba UN PEZ BAILA EN MI GARGANTA
un nombre. Te lo digo con los ojos
Mientras saludo al tren
Me quito los labios
Para no llorar
Gira el anillo
Rompe la taza
Un pez fuera del agua
No puede respirar
Eugenia Coiro, escritora argentina nacida en Buenos Aires. Poemas extraídos de su libro 374, publi-
cado por De los cuatro vientos Editorial, 2007.
página 4
poesía
La tostadora
Ya poco importa, porque ahora sólo puedo hacer lo de todas las mañanas, quiero decir, no
puedo irme a un frente y descargar balas de ametralladoras sobre un pueblo enemigo, ni des-
garrar gargantas con las manos hinchadas de sangre, ni blandir mi epopeya afilada y fina en un
pecho de carne. No, yo soy, si me lo permiten, un ser civilizado y aquí no hay motivos para tal
derroche de impulsos, así es que perdónenme, he de dejarles, porque estoy tostando pan y no
quiero que se me queme, esta vez, el desayuno.
Una tarde
La sombra se desliza como un reptil, entre las tablas que pisamos. Nos hacemos muecas,
nos peinamos, tatareamos canciones que nos vienen a la cabeza; comentamos, lo que vimos
recientemente. Nos pensamos que nada de esto acabará, que durará, toda la vida, y lo cierto,
es que la sombra pasa y me deja un instante la cabeza dolorida; como si el recorrido fuese tan
fugaz, que ya te has ido. Un sabor amargo a veneno me recorre la garganta y me gotea las vís-
ceras. Te aprieto más fuerte y tu boca me trae una sensación cansada, deliciosa. Te recojo la
sabia dulce que segregan tus caderas, te abrazo, recojo tu espalda como si te rescatase de la
ruina del mar, te toco el cabello ondulado, te huelo las algas, te huelo la sangre y reconozco su
proveniencia lejana, sultana, milenaria, mora. Me derrumbo entre tus muslos griegos, esgrimo
como un ilusionista tu agitación frágil, siento en todo mi cuerpo el suave murmullo que tu
movimiento arrastra, inhalo su estela, guardo, en mi puño, una esquirla gemida por tu cuello.
Me retiro, del baño de sal que como una marisma sonámbula se derramó en tu ombligo. La
muerte se aleja estupefacta; atraída por una nueva visión, esta vez, no vio el miedo, no vio pará-
lisis; algo nuevo (lo sabe) le recorrerá para siempre. Yo te beso, me hipnotizo, regreso al mar
donde te encontré y allí te dejo; un beso de buenas noches, me llevo -es lo último- un trocito
de arena de tu vientre dormido.
Te digo: cada noche es nocturna, y cada día, contiene la mañana.
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poesía
La noche persistente
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poesía
El tigre
página 7
poesía
Como si la tristeza
no hubiese sembrado nunca
su patria en mis cejas
te nombro
y la luz de la mañana
se vuelve un ángel sincero,
y salgo
y la calle Ciertos días me escondo
y la ropa de la gente atrás de un cigarrillo,
y los mercados son horas
tienen presencia de fuga. en que garúa contra el sol
En los parques y la tierra
pateo las banderas del otoño es una polilla despistada.
y dibujo con el humo del cigarro Y hay una flor creciendo en la pared,
rostros que me miran y se van. y olor de vos,
La ciudad y tanto que no sé
es como siempre cómo sigo
un ajedrez descascarado, tras una espalda de humo.
con recuerdos al acecho Son ratos
y un mar que me desea, en que los sombreros
como la tristeza si no estás, fundan noches
cuando te nombro, alrededor de mi cabeza
y algo distinto y enfrente vos, sentada,
vaga en las luces de la noche. contemplás una ausencia
que no aprende a llamarte
y fuma, fuma Tristeza uña herrumbrada
y ni siquiera sueña un tango caracol
su silbido. bola de trapo
Volveré, astilla cruz
la distancia es una brasa semen podrido
que se viste de cenizas carasucia
y delira entre mis dedos, aguja
arranco la flor de la pared, cigarro apolillado
sigo tu olor, moscardón
y somos nacimiento copa vacía
mientras el cigarrillo esqueleto
cae invierno abajo, cárcel
agujereando la llovizna. hambre sin dientes
puta
patria
corazón destartalado
trueno
basural
luz fusilada
cardo
tétanos
chatarra
hoy
no te busques en mi cara,
tengo el gatillo en tu sien,
pensá un llanto para vos.
página 8
poesía
página 9
poesía
me dejo a su suerte.
I
página 10
cuento
Isidoro
tón de cosas y todas esas frases hechas que no hacen
más que joder y nos dan vueltas en la cabeza. Como
"esa boludez de que el amor remedia todas las cosas" y
Luis Loitey se repregunta sin decirlo, quién. Y quién fue que dijo
"atmósfera pesada" o "un sólo día entero de paz". Y
trata de responderse pero con las respuestas le viene un
miedo que sabe a duda y un poco a misterio, un miedo
a no saber, porque ahora sigue pensando en por qué
estas obsesiones, esta perversa manía de las frases
hechas.
Y claro, lo piensa y de nuevo las frases: "Siempre
llegando tarde a todas partes" o "la puntualidad es la
La primera hoja, la primera página, la comenzó el cortesía de los reyes" Pero quién, se dice; quién fue el
viernes a la noche y la terminó el sábado a la madruga- que las tomó y las hizo suyas, las inmortalizó.
da. Nada sospechó de la liviandad que experimentó al Las respuestas quedan varadas junto a él porque ya
escribirla. "Demasiado fácil" se dijo, porque no sintió el no es tiempo de respuestas. Ahora que escapa a los
esfuerzo, al contrario, se habían desgajado fluidas las consejos y prende su primer cigarrillo, allí, parado fren-
palabras que alguna vez le fueron demoradas. te a la librería donde permanecerá el resto de la tarde y
Pensaba, y eso sí, fue estricto con su pensamiento; serán otras vaguedades las que atrapen su día. Claro,
principalmente con ése que le permitía convencerse cuando digo vaguedades sólo me limito a pensar en sus
que a la noche las voces lo asaltaban con su mejor lite- gustos, no en sus rechazos. Yo comparto algunos de
ratura. esos gustos pero son sus rechazos los que me acercan y
"Las voces en la noche" - decía, y así, siendo estric- me ligan a él, y aunque parezca algo simbiótico, nos
to y consecuente con esa rigidez, se negaba a escribir unimos en esa franca diferencia vital por la cual transi-
durante la luz del día el resto de la novela. tamos. Diferencia vital que nos arrima cuando llega la
A esta página, algo confusa en las ideas pero clara y noche y el misterio y la escritura.
sensible a la hora de los sentimientos, la vio musical, "Las voces en la noche" - dice.
afinada "como un violín, violín de tango" que le sopla- Toma el libro de extrañas figuras y lo abre en la
ba la música de la siguiente partitura. Y le siguió otra. página marcada, la misma página que marcó hoy a la
Otra página donde un nuevo episodio se abría y cerra- tarde, sentado en la butaca alta de la librería.
ba tomando la forma de capítulo. "Muy acelerado" - "Las voces en la noche" - repite, y comienza a leer
pensó- mientras dejaba el borrador sobre su mesa de el párrafo del arte Zen en el libro de extrañas figuras en
trabajo. Se levantó y escuchó el gemido de la despan- la tapa.
zurrada poltrona y cuántos años, cuántos años ya que
lo acompaña en las largas noches de escritura, cuando “Si se siente irresistiblemente impulsado hacia esa
llegan las sombras y los ángeles, cuando "las voces en la meta tiene que encaminarse una vez más por el sende-
noche" lo atrapan y lo iluminan y él trasciende y se vita- ro del arte sin artificio...”
liza.
El día es otra cosa. Dormir, dormir cuando todos Cierra el libro y queda dormitando un rato, allí,
se levantan y eso sí, prepararse un buen mate a las once recostado en la poltrona, pero no duerme, yo sé que no
de la mañana. A las once, ni más ni menos: a las once duerme.
porque a las doce y media correrá (una forma de decir Piensa.
porque ya no corre) a la calle en busca de un taxi. El Piensa y otra vez piensa sobre frases y obsesiones.
taxi que lo llevará hasta San Juan y Esmeralda. ¿Es ahí Y las frases, que de nuevo retumban en la cabeza, fra-
no? No, no es ahí. San Juan y Boedo, adónde si no. ses sueltas como la que le quedó del libro de extrañas
Dónde si no es a la vieja librería en la que comparte las figuras en la tapa.
horas con sus amigos. Y en ese confuso vaivén de imágenes y frases
página 11
cuento
hechas comienza a escribir: “Anselmi acababa de sal- dijo divertite, “que el amor remedia todas las cosas” o
varse por un pelo. Mejor dicho, por una palabra, unas las palabras que escuchó en la presentación del libro,
cuantas palabras”. Y sigue pero él ya no es él y las voces esas palabras que se le mezclaban, confusas, y ya no
en la noche lo atrapan y lo iluminan, y él trasciende y se recordaba si era “tarde pero seguro” o “siempre llegan-
vitaliza. do tarde a todas partes”.
Y por qué, se pregunta mirando la cantidad de hojas Algo sabía, aunque no era puro ni algo cognitivo,
que llevaba escritas. Por qué tanta prisa, tanta celeridad no. Todas las vaguedades recorrían su cuerpo como
en la vida de ese personaje del cual todavía no sabe el siempre lo habían hecho, pero algo lo hizo sentirse dis-
nombre. Ese personaje del cual él nunca sabrá el nom- tinto. Eran las mismas frases que ahora sonaban dife-
bre. rente.
Y las frases. Y fue esa noche, esa noche en la que él presentía
“Tiene que dar el salto hacia el origen para que viva que estaría solo, repasando los haikus y el libro de
desde la Verdad como quien se ha identificado íntegra- extrañas figuras en la tapa, esa noche en que esperó en
mente con ella...” vano y las voces se demoraron, esa noche en que su
Detiene su atención en ella y la repite, intuye que personaje dejó de deambular por Buenos Aires buscan-
algo hay en esa frase que le pertenece como si fuera do al ignoto asesino de la literatura. Fue esa noche
propia pero no acierta en la conclusión de ese pensa- cuando recordó que “la puntualidad es la cortesía de los
miento. Salta del "salto al origen" hacia la "Verdad" reyes”. Y por qué la recuerda ahora se dice, y se hunde
señalada con mayúscula, pero la frase sigue, sigue enla- en la poltrona como hundiéndose en el barro, pero des-
zando palabras y más palabras y se le hace imposible pacio, con armonía “como un violín, violín de fango” -
elucidar la Verdad en esta frase. En esta frase y otras piensa- y se sumerge en el libro del arte Zen y enton-
que le asoman "así como así, de la nada" cuando deci- ces ve que “su destino se consumará en el enfrenta-
de contarle a alguien qué le sucede, y esas perversas miento con la Verdad no refractada, la Verdad que está
obsesiones, esa manía de las frases hechas, que le traen por encima de todas las verdades, el amorfo origen de
un mensaje cifrado que él debe descubrir. todos los orígenes: la Nada que lo es todo, la Nada que
le devorará y de la cual volverá a nacer.”
Cuando llegó a las trescientas páginas tuvo una sen- “Vean a qué cosas se aferran los seres humanos” –
sación de angustia. Poco esfuerzo le había costado dice. Y recuerda: “Un solo día entero de paz”
resumir la vida de ese personaje un tanto chiflado, que Y las frases siguen y siguen.
deambulaba por la ciudad con algo de veneno para dár- Y seguirán, porque ellas son eternas.
selo al hombre que pretende matar la literatura. Poco
esfuerzo le costó ese personaje del cual ni siquiera sabía
el nombre, pero que, íntimamente, sentía la necesidad
de tenerlo cerca. De tenerlo muy cerca.
Y la angustia. La angustia de no saber por qué.
página 12
cuento
Ayer me preguntaron por aquel cuento. Uno que nuestro patético y pasivo narrador, en cuanto la chica lo
escribí hace años, casi al principio. Un amigo se lo men- enciende y se lo pone en los labios y sale de ahí la pri-
cionaba a otro amigo, después de todo este tiempo, mera calada de humo, de pronto se da cuenta de cuán
hablando de que yo escribía y todo eso, porque tenía- equivocado estaba y prácticamente se pierde a sí mismo
mos un poemario mío sobre la mesa. «¿Y aquel cuento en el éxtasis de esa última y reveladora experiencia que
—decía—, aquél del cigarrillo? ¿No te dieron un pre- lo redime. Sin que quepa duda alguna: qué estupidez.
mio?». Lo triste es que él lo recordaba sólo porque por Lo peor de todo es que el cuento estaba muy mal
aquel cuento me habían dado un premio: dinero. Yo lo escrito y que, además, no contaba nada. Hablaba del
escribí con el poco amor que tenía, que por aquel amor y del deseo pero no contenía ni amor ni deseo en
entonces aún era mucho; lo escribí con la pasión del el lenguaje. Hablaba de la muerte pero no moría ahí
incauto, con la inmediatez del desesperado. Y a cambio nada, ni siquiera el que escribía el cuento, que era yo, y
recibí eso: un premio en metálico, dinero; no lectores, que es el primero que ha de dejar caer la propia vida en
sino dinero. lo que escribe.
Amor, pasión, inmediatez, a cambio de dinero; creo A fin de cuentas, aquel cuento sólo me reportó algo
que ese digno oficio ya tiene un nombre, y además muy de dinero. Muy poco dinero, porque el dinero siempre
antiguo. es poco. Desapareció en un par de meses; lo fui per-
El cuento era sobre un cigarrillo que tenía miedo al diendo a cambio de café, cigarrillos, cervezas, y algunos
fuego; y, supongo que en un arrebato de originalidad, libros que me fui encontrando en librerías (lugares en
decidí titularlo «El cigarrillo que tenía miedo al fuego». donde, además de libros, si se busca bien, puede uno
El narrador era un cigarrillo que se pasaba todo el encontrar algo de literatura). En fin, que el dinero me
cuento, desde el primer hasta el penúltimo párrafo, duró en las manos lo mismo que me dura un cigarrillo.
viendo cómo van desapareciendo uno por uno los El cuento duró aún menos: en cuanto se me acabó
otros diecinueve cigarrillos para ser entregados al el dinero lo releí y me di cuenta de que era una por-
fuego, mientras en él van creciendo el temor y la histe- quería; y es que, a lo largo de todo este tiempo, he leído
ria ante un destino que —vete tú a saber por qué— no cosas gracias a las cuales he descubierto que no es sufi-
acepta a pesar de saber que él es un cigarrillo y que está ciente sólo con escribir. Me quejaba antes de que como
ahí por y para eso: concederle a alguien el pequeño pla- premio me dieron dinero, no lectores. Santa suerte. Yo
cer de una pausa, el continuado vicio de llenarse los leí aquel cuento; y si a algún lector le gustó, yo a ese lec-
pulmones con algo sucio, siete u ocho minutos que lo tor no lo quiero para mí ni se lo deseo a nadie.
empujen un poco más hacia la muerte pero que, a cam- Tengo que asumir que lo escribí (de eso soy culpa-
bio, le concedan el beneficio de trazar breves laberintos ble), y supongo que esto es una manera de pedir dis-
de humo en los que ausentarse por un instante, detener culpas. Mi única excusa es que por aquel entonces yo
la mirada y dedicarla únicamente a contemplar la pro- no era del todo consciente de lo que hacía, de la extre-
pia respiración. ma gravedad del asunto, pues cada palabra que uno
Qué estupidez, ¿no? En realidad no hacía falta recu- escribe puede darle al lector otra oportunidad o puede
rrir a un cigarrillo; bastaba con hablar sobre cualquier condenarlo para siempre.
hombre ante la ineludible amenaza de la muerte, o Escribiré de nuevo el cuento. Me veo en la obliga-
sobre cualquier niño o adolescente ante las futuribles ción de hacerlo. Pero, esta vez, no como yo quise escri-
trampas de amor que ya lo acechan. Al final del cuento, birlo, sino como el propio cuento desee ser escrito.
en el último párrafo, una joven lo coge y se lo fuma. Y Creo que aquel cigarrillo merecía ser salvado.
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relato
Visitas
por Nelo Curti
Para Demis y Claudia,
que en este momento
estarán escapando de una fiesta.
El juego no tenía nombre, sólo finalidad: quedar pen, ya estaba medio rota, no la tirábamos porque era
mal. Éramos visitadores que únicamente abandonába- de mi abuela, en la esquina venden una parecida, la
mos un lugar cuando el golpe de puerta a nuestra espal- puedo cambiar sin que mi madre se dé cuenta”.
da sonaba definitivo. Mientras la calma volvía a su cauce nos abocábamos
En cuanto conocíamos a alguien enredábamos la a acabar la bebida, para poder después ir dirigiendo gra-
charla hasta verla caer en la pregunta: ¿Dónde estás dualmente las miradas hacia la estantería donde casi
viviendo? siempre había por error algún añejo.
Entonces ya todo era más fácil; comprábamos unas “¿Quedó algún peso?” preguntaba uno, y los otros
botellas y nos dirigíamos sin aviso a la dirección indica- “no, qué va a quedar, si emborracharse en este país cada
da. vez cuesta más caro”, y en los rostros la tristeza a gote-
Cuando abrían, uno, sin darle mucha importancia, rones, muecas, manchas sin fondo.
explicaba que “veníamos paseando y al darnos cuenta Entonces el pobre tipo no podía salvar su botella
de que ésta era tu calle se nos ocurrió sorprenderte con sin sentirse cruel.
un poco de ron para animar la fiesta”, y el pobre diablo, “No, por favor, no hace falta, si ya tomamos sufi-
más desconcertado que feliz, movía la cabeza para invi- ciente, no, no, en serio” mentíamos, recuperando los
taros a pasar. vasos.
Debíamos prepararlo, lograr que se creyese con A esa altura la premisa era clara: tirar la piedra y huir
viento a favor, entre espumas, confiado. con la botella. Cualquiera se levantaba y recorriendo los
Cualquiera elogiaba uno de esos cuadros espanto- infaltables retratos preguntaba por alguna prima de su
sos que hay en casi todas las casas, pintado por algún edad, dispuesta a ir a los museos, algún concierto, y des-
familiar, atribuyéndole influencias de Renoir, o, en un pués de cenar... ya se vería.
exceso un tanto peligroso, descubriendo una línea “No le hagas caso, está borracho, dejemos que
directa desde Velázquez a esa tela. El color de las pare- hable solo, dentro de un rato vomita y se le pasa.”
des era siempre el más indicado para el tipo de salón en “Siempre y cuando no le den los espasmos” soltaba
el que conversábamos, y las cortinas, por supuesto, otro, señalando el tocadiscos para poner cualquier cosa
nunca podían haber sido mejor escogidas. Después que hiciese palidecer los altavoces.
adjudicábamos a su particular sensibilidad aquella La alegría del anfitrión comenzaba a incinerar sus
armonía sin fisuras. ángeles. Comentarios parcos, sonrisas abreviadas, reite-
Cuando el anfitrión bajaba la guardia, chapoteando radas consultas al reloj, intentos “siempre interrumpi-
en una charca de orgullo y alcohol, entrábamos en la dos” de poner en la balanza la siesta y el volumen de la
segunda etapa, la premeditada espina que haría estallar música, síntomas inequívocos de que el procedimiento
el globo de colores. funcionaba y en cuestión de minutos ganaríamos la
“¿Dónde está el baño?” preguntaba uno, y al seguir calle.
las indicaciones tropezaba con la pata de un armario o “Perdonen que insista, pero si no es una prima, con
directamente en la estatuilla de porcelana que recorda- una tía me las arreglo, a mi la edad...”
ba algún aniversario. Los tres entonces nos lanzábamos “Lo que te digo, tomó demasiado, en cuanto vacíe
sobre los restos y maldecíamos, pedíamos perdón, y el estómago vuelve a ser un caballero.”
hasta nos peleábamos mientras fingíamos reconstruir el “Siempre y cuando los espasmos no lo hagan saltar
recuerdo evaporado. por las paredes.”
Por lo general sobrevenía el indulto, “no se preocu- En ese momento se nos resbalaba un vaso junto a
página 14
relato
las piernas de la víctima, que solía salpicar su delicada echaron a patadas de un caserón. Quizás ellos sigan
manera de suspender la velada. jugando, aunque ahora, con el tiempo, pienso que
Ahí correspondía a quien estuviese más cerca de la detrás de aquella finalidad concreta, burlona, había otra,
botella agradecer el obsequio y rescatarla de la mesa. algo más trágica, que nunca nos atrevimos a confesar-
Ya en la puerta, alguno opinaba: nos: ir matando lugares, como quien marca casillas para
“Creo que la estatuilla, con paciencia y pegamento, hundir el barco, hasta lograr que la ciudad fuese, al aca-
puede quedar decente.” bar el juego, un fósil enorme, un circo sin payasos del
Después nos íbamos, sin disimular las carcajadas, a que tener irremediablemente que huir.
terminar de emborracharnos, sepultando en la primera
papelera el retrato que el “acosador de parientes” había
robado.
Lo hicimos muchas veces, no sé cuán-
tas, la noche de mi partida nos
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relato
Me cuenta mi señora
A mediodía los obreros y los jubilados arrasaban con el menú fijo en el ya derruido barsucho donde él hacía
de mozo. Yo iba con frecuencia por mi trabajo, para rellenar planillas, y leer el diario. Ahora es el repartidor de
una tintorería. Ayer, casi de noche, fue a mi departamento en misión repartidora. A mi regreso, hoy, después de
una gira que me mantuvo alejado por esos caminos polvorientos, me cuenta mi señora, esa falsa e indómita peli-
rroja suculenta y estéril, que me extrañaba terriblemente, y que el jovencito irrumpió en su anhelo de mí con nues-
tra colcha lila, y que lo condujo al dormitorio para constatar sobre nuestra cama con baldaquín la correcta lim-
pieza de la colcha, y que una vez situado el pichón de playboy, y asaltado, se entregó a la bacanal que desde mi
señora, mi esposa, me estuviera —irremediable, inconteniblemente— dedicada. Se portó bien, muy bien, asegu-
ró; fantasioso e incansable; remató, relajada: excelente.
Sé absorber los más impresionantes uppercuts del destino. Pocos, sí, pocos como yo. Este servidor. Estoy
hecho de una extraña pasta.
Señorita
Sí que tuvo novios la señorita Calistri: cuantiosas simpatías. Pero, a menudo, cuando le atraía el fondo huma-
nitario del candidato, no se sentía conmovida por lo físico o lo facial. Y, si llegado el caso, el pretendiente res-
pondía a mis cánones de presencia varonil, aparecíanle desdibujadas las facetas espirituales. Enamoradísima de
Juan Mateo Ovalle, resistía sus ímpetus pasionales, el vigor de sus instintos. La señorita Calistri valoriza sin énfa-
sis: Nadie obtuvo lo que tantos ansiaban. Ella es hoy la fraseología con la que rememora: Yo no carecía de una
límpida mirada; Mis atributos no pasaban inadvertidos; Papá vaticinó mi futuro; Me consagré a mis arraigadas
convicciones; Destilé coraje en los tiempos duros, en la tiranía; Nunca estimé en Nené sus propensiones afecti-
vas; Es que todo ha sido tan fugaz...
Algún día, próxima a expirar, quizá consigne: En aquella desfloración infausta de mil novecientos cincuenta y
uno, otoño, creí morir: repugnante, bajo, indigno: única vez, última vez.
Confieso
En marzo evalué el veraneo de febrero. En junio, en el mismo junio, el crimen. En septiembre me torné som-
brío. Y en pleno diciembre treinta y uno, intento recapacitar. En abril le di forma al plan que ejecuté en junio. En
septiembre encontraron el cadáver. Que no me agredas, me desconcierta: ella no te era indiferente. Además, te
amaba. No toleré que no se quedase conmigo quedándose a mi lado. Se reía. Todos sabían en el barrio. De mí, de
mi inocuidad. Habrá un feliz año nuevo. Porque confieso: la estrangulé. Le pegué después de muerta, lo hice. La
desnudé y le pegué. Se termina, viejo. Hoy, por fin, me siento equidistante, sincero.
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ensayo
El efecto cómico 2
Juanma Agulles
Sucede que el verdadero efecto cómico surge de
una existencia desgarrada y de la sublimación de lo trá-
gico; algo que no se advierte en el humor actual, que
trata de eludir lo más duro no por su transformación
en arte, sino por su omisión. Tan suave y laxo resulta a
1 ojos de lo reflexivo que cuesta entender el chiste si no
se asume una angustia insoslayable del auditorio, siem-
pre presto a descargar su risa sin consecuencias y
El actual humor planea a alturas considerablemen- muchas veces sin sentido. En todo caso, es más fácil
te bajas. El recurso a la magnificación de lo pequeño, provocar la carcajada que la sonrisa cómplice. Y resul-
de lo trivial convertido en trascendente, ofrece un efec- ta más cómoda la ridiculización de lo ya ridículo que la
to irrisorio que cosecha grandes éxitos en un auditorio destilación cómica de lo terrible.
acostumbrado a pensar en las grandes cuestiones con Sospecho que nuestros cómicos están acomodados
muy pequeño esfuerzo y estrechas miras. y eso le hace un flaco favor a su humor. Se podría decir
El procedimiento de hallar en los detalles huellas que lo tienen demasiado bueno. Porque la risa es algo
de dinámicas más amplias, requiere de un fuerte hilo muy serio. El objeto de la burla tiene que merecer el
argumental que justifique la extrapolación y la toma de esfuerzo del cómico, pues en toda sátira hay un reco-
la parte por el todo. El humor más simple prescinde de nocimiento de la grandeza de aquello que se quiere
ese hilo y se contenta con poner lo uno junto a lo otro, ridiculizar. No pasa así con las gracias chocarreras diri-
dejando planteado el absurdo sin abundar en su poten- gidas hacia intrascendencias que, por efecto de la cha-
cial crítico. Es en todo caso una distensión, un relaja- cota, cobran una importancia que en realidad no tie-
miento de la intensidad que estalla en la carcajada. La nen.
carcajada es una risa incontenible que no suele cono- Es el signo de la cultura en este país: los asuntos
cer sus motivos más profundos. Tampoco se aspira a importantes se dejan en manos de especialistas sin sen-
ello cuando se quiere hacer gracia: lo que se pretende tido del humor y el arte queda reducido a un ámbito
es la inconsistencia. marginal de reproducción inconsciente; a la repetición
Igual sucede con el recurso imitativo y la constan- de lugares comunes y a la épica de la mediocridad.
te caricatura de personajes, fantoches del éxito social y
la política. En su recurrente imitación no dejan de ren- 3
dirles tributo, tanto más cuanto los originales difícil-
mente admiten una ridiculización mayor que la que Quienes nos tomamos la vida en serio nos reímos
ellos mismos representan a diario. mucho, de muchas cosas, pero por lo general no son
Por eso los cómicos actuales rara vez hacen gracia. las mismas que a la gente le hacen gracia. Los cómicos,
Al igual que los payasos muchas veces entristecen. Los sin ser muy conscientes de ello, sin respetar su oficio
humoristas provocan la risa fácil siempre que uno esté de bufones, se han vetado los lugares del arte por el
dispuesto a no pensar demasiado en el tema de su triunfo fácil de la cuchufleta o el monólogo seudo-
espectáculo que, en realidad, sólo produce lástima. La intelectual. Hay pocos que se tomen en serio la res-
condición para sucumbir a este tipo de humor es ponsabilidad de hacer reír.
estar cansado. Es necesario un alto criterio de lo que es bueno y
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malo para poder jugar con la inversión de los térmi- susceptible de generar risa. Así se pretenden diferen-
nos y causar el efecto cómico que deja un poso de ciar en la originalidad de las cosas que cuentan cuan-
reflexión, que no estalla para después perderse sin do, en realidad, todos vienen a decir lo mismo.
más. Y ese criterio es el que falta a la mayor parte de Es por ello un humor sin riesgo pues, ante la
los humoristas, pues han llegado a cegarse tanto con el incomprensión del auditorio, siempre puede recurrir a
espectáculo que ellos mismos creen ser, que la diana algún estereotipo y lanzarlo con gesto de gran ingenio:
de sus dardos es cada vez más pequeña y lejana, y sus eso bastará para que la tensión estalle en risas tan
lanzamientos no son otra cosa que la imitación infan- abundantes como huecas.
til e inocua de la pose de un gran francotirador. De cualquier modo, mi sentido del humor es muy
Al desconocer profundamente el objeto sobre el malo. El mejor chiste para mí es ese que dice que una
que trabajarán, no pueden llegar a respetarlo ni conce- amiga, declarada solipsista, le confió a Bertrand Rusell
derle la importancia que merece. De modo que su el asombro que le producía no conocer a nadie como
poder de provocación se ha retirado al ámbito de las ella.
formas. Cómodamente creen que con un formato ¿Se me ha comprendido?
determinado de abordar el asunto cualquier cosa es
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nombres propios
PRESENTADOR. ¡Que vaya menguando la eufo- ofrecióme un hueco: “dentre paisano; pero ilumíneme
ria, si hacen el favor! Gracias, muchas gracias. En cuan- aquí antes”. Leeré a continuación un episodio relatado
to el acomodador termine su tarea, subirá y hará lectu- por su biógrafo, el copista Manuel M. Velloso.
ra del discurso que abre la serie dedicada a homenajear
a Giorgio Tagliatella. Sólo espero que sea este y no otro, (Nota al pie: se reproduce el texto evitando así inne-
el motivo que amolda tanta gente a las butacas. ¡Arre! cesarios comentarios que empañaron cristales aquella
noche).
ACOMODADOR. Buenas noches. Escuálido favor
haría a mi profesión si no comenzara esta lectura con La tragedia del Solís o segunda gambeta a la fatalidad
oportunas denuncias. Como habrá observado el amable
público, no tengo otro instrumento que mis manos y
mi ingenio para indicar asientos vacíos; usted, presen- Solía nuestro pintor pronunciarse, con fervor anti-
tador, ¿se atrevería a proferir monólogos sin la presen- cristiano, en contra de los desprovistos, sobre todo al
cia de un potente amplificador?; entonces, cómo espe- tratarse de hombres disminuidos físicamente. Débil le
ra que oficie de guía sin ese haz luminoso tan caracte- resultaba a el Tagliatella resucitar o devolver la vista ya
rístico; cómo repartir espectadores en diez minutos si el que devuelven a un estadio anterior: “si en el fragor de
tránsito no es fluido, si los tropezones se suceden y cré- una comilona un comensal me acusa el extravío de su
anme, la vejez esparcida no es buena consejera. Un tenedor, sólo ofreceré al incauto, de manera que pueda
señor justamente indignado me dijo hace minutos, verse librado de restos indiscretos, mi babero; así y no
“antes se podría ver el fin del mundo que toda esta de otra manera ha de obrar quien considera en su justa
gente sentada”; y si la respuesta “porqué no se sienta medida cada utensilio de cocina, y así se ha de proceder
acá”, ofendió, diré a favor de ella que, en tantas ocasio- en todos los órdenes”. Hemos de tener en cuenta que
nes salió de las fauces de Giorgio, que es imposible pro- ningún día vio a Giorgio tan completo en sus partes
nunciarla sin sentir su aliento. como aquel en que reverenció, en calidad de despedida,
a la matriz que tan malintencionadamente lo contuvo.
PRESENTADOR. Lamento profundamente esta Y es justamente esto lo que nos introduce en la histo-
intervención, si desea despedirse con algo más... ria del Solís y lo que se piensa una paradoja en el pen-
samiento giorgiano, dada la consecuencia entre discur-
ACOMODADOR. Tal vez no exista sala de teatro so y acción.
más agraciada que esta; en ninguna otra Giorgio agra-
ció por sorpresa a tanta gente. En aquellos dos rinco- Tan involucrado con la relación espectador-actor
nes iluminados, donde la maleza crece despreocupada- estaba Giorgio, que sugirió cuando la construcción del
mente atendiendo únicamente los imperativos de su magnífico aposento de falsedades Solís, el levantamien-
raciocinio, un púber Giorgio realizó sendas vejaciones to de una cerca en el borde del escenario que sugiriera
que fueron, no sólo aplaudidas, sino calcadas al termi- distancia. Aceptado y adjudicado el levantamiento, con-
nar los aplausos e incluso intercalando ambas acciones. vocó a los más celosos granjeros; cito a Tagliatella: “me
Mi vocación viene de aquel día en que “Il Barbone”, al la elevan doce metros, dieciocho varas de madera pro-
verse atrapado entre la oscuridad y unas malas hierbas, porcionales de ser posible y alambres de púa por ahí,
nombres propios
no, no sé; sí, que no pase un ramo de flores. Hasta forzado; cuando actuemos menos, obligados por un
luego”. sacerdote que alza el puñal, con todo su filo y mango
mientras nos suplica aquel órgano impulsor de sangre
Pero la inutilidad de los granjeros para trabajar en esté en la superficie, sus párpados que no entienden no
las tablas fue causa de que él mismo levantara la cons- poder apagarlo todo pero allí haremos entender que el
trucción. “Es inútil”, fue lo último que se le escuchó impacto bien lo merece y nos extenderemos en la justi-
desde aquel momento hasta que su sistema de poleas cia del guión, burlando a los detractores del acto inve-
falló y el vallado se encarnizó con sus piernas, que se rosímil y que repiqueteen los órganos y le damos color
vieron aquí desprovistas del resto de masa corporal de a las exequias.
artista.
Extraviadas entre tanta astilla y sangre las piernas,
Pegaría un buen escupitajo para deshacerme de Giorgio aceptó se le hiciera una prótesis. Ambas pier-
tanta farola. Un gallo, un avestruz, un animal agresivo nas las encargó a su alumno Giovanni Velloso; quedó
pero de granja y nos mantenemos en el paisaje bucóli- tan satisfecho con el trabajo de aquél; una síntesis de
co-criador. Faltaría levantar las paredes, entonces sí pai- alambre y maderas, decoradas exquisitamente en su
saje bucólico y horizonte y vaca yendo todo atado con exterior; que no dudó en rechazar las originales cuando
alambre de púa. Ya no queda violencia visual de la que fueron recuperadas: “A no molestarse, con lo lindas que
provoca vómito; a lo mejor sonora, pero igual es difícil. quedaron, y van casi solas”.
Disfrazado el campesino soltando un desgarro, pero
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plano ecológico, se había cometido algo tan espantoso por estos años cuando se le pierde la certeza del rastro.
como la Noche de San Bartolomé. El racismo, la into-
lerancia y la violencia signaron de sangre el 28 de Jorge Ledesma, el hombre que logró verticalizar el
Diciembre de 1988, igual que aquel lejano 24 de Agosto horizonte en su despiadada y áspera disconformidad,
de 1572 cuando el catolicismo asesinó a cuanto protes- en su ejercicio mal retribuido de observar el mundo de
tante halló a su paso.” los hombres tal como es y denunciarlo sin ambages.
En 1997 edita el libro “El hombre zanahoria”. Y es
1Editor italiano, el mismo que intercedió en Bolivia por la libertad del escritor francés Regis Débray; el mismo
que vendió un millón de ejemplares del afiche con la emblemática imagen del Che Guevara, a cinco dólares cada
uno, en menos de tres meses e inmediatamente después de su muerte, y de los que Alberto Korda, quien se la
había obsequiado a pedido de Feltrinelli, no cobró nunca un centavo por esa foto.
2 El Palacio de Justicia de la ciudad de Buenos Aires es una replica exacta en todos sus detalles de un castillo fran-
cés construido por el arquitecto Maillart, pero con una salvedad: El terreno donde fue emplazado sólo tenía la
mitad del espacio necesario, por lo cual existen en él pasillos que son callejones sin salida, escaleras que no llevan
a ningún sitio y algunos otros detalles menores.
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El niño puede
tardes de los sábados, las de intercambiar regalos y las
de verles los blúmers cuando bajan al gimnasio. Él
por Demis Menéndez Sánchez
puede hasta pretender una lágrima que no sabe exhalar
un suspiro de esos que rasgan la garganta, de los que
crean alucinaciones tenues. El niño puede cerrar los
ojos y sentir la sombra de su bigote y la cuchilla rasu-
rando la barbilla o convocar más fuerzas y dejarse la
El niño puede esperar a que le alcancen los carame- barba. Sin exagerar, no tanto. Podría combinarla con
los o, simplemente, subirse en el banquito, luego sobre sus ropas anchas y el pelo por los hombros, los tatua-
la meseta y alcanzarlos él mismo. Pero aguarda. Él jes, las cicatrices que le dejó la infancia y conquistar
pudiera, incluso, acelerar la ayuda con un grito que lo alguna muchacha, olvidar a estas alturas, su deseo de
salvara de la espera. Ese tiempo muerto aún no le con- comprarse los caramelos y entender el peligro de su
viene. Él puede, si quisiera, acercar el bultito con la nueva misión. Comenzar desde ahora la lista de fraca-
mirada, cualidades no le faltan para hacer milagros y sos. Él podría elegir mil posibilidades de paisajes para el
quizá los caramelos caigan (la gravedad haría lo suyo) y nuevo suceso: un río, una azotea, el aula, esa misma
se quiebren con el golpe y qué más da. El niño puede donde se sientan en las mañanas. Y al otro día visitar las
recorrer las habitaciones, la cocina, el comedor con la manchas, los olores de anoche y acariciarlas para recor-
idea siempre utópica de encontrar algún dinero. Sí, con darse inquieto, tembloroso, dubitativo ante cada paso y
algunos centavos bastaría y si lo lograse, por qué no, vivirlo nuevamente o casi por primera vez. Pero no. Él
saldría de la casa a comprárselos él mismo. Podría cru- puede esperar a que una muchacha se acerque y le grite
zar la calle, no sin antes mirar a ambos lados tres, cinco, “quieres hacerlo en tal lugar o en este otro”, entonces
como diez veces y hacerlo corriendo, doblar en la tendría nuevas oportunidades. Ella también podría
esquina y avanzar frente al colegio. Él puede, además, decidirse por la espera y hacerle líquidos la fiesta. El
imaginar los próximos cinco años en esa escuela: la niño podría buscarse otra. Sus ropas largas, el pelo por
maestra lo mima por ser el mejor de su clase y de muy los hombros, los tatuajes y las cicatrices que dejó la
buenos modales; el más aventajado en la lectura, ese infancia lo hacen bello, casi perfecto y puede hacerse el
que pinta el primer corazón quebrado con flecha, cual- importante. Eso vale. El niño podría convertir sus pre-
quier angelito serviría y conocer a sus amigos de siem- textos en eventos más tangibles: conquistar una chica
pre: los del papalote, los de la playa, los del accidente. diaria y otra, hasta conquistarlas todas. Él puede lla-
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marlas una por una, tomar sus manos, mirarlas a los vida le iría más calmada en el bosque, sin tanto estudio,
ojos y mostrarles, “mis manos son más pequeñas que sin tanto eso de las enfermedades sexuales, la desinto-
las de ustedes” y eso, el niño lo intuye, las chicas no lo xicación, el balance en las comidas y la selección natu-
soportan. Él puede llevarlas a sitios donde extirparles el ral. Él podría meditar y creer lo de los unicornios, los
himen sin escrúpulos y coleccionará los gritos, las uñas universos paralelos y la reencarnación. Después, él
partidas. Él podría delimitar las fronteras e implantar puede convencerse de esperar a que le crezca el pelo y
las reglas. Y soportaría que todos sus amigos; los del la barba pacientemente, no bañarse hasta apestar, dor-
papalote, los de la playa, los del accidente, se enfaden y mir en una escalera y aceptar algún dinero de limosnas.
un día de esos lluviosos, bien temprano, antes que los El niño puede sacudir la cabeza para abortar los pensa-
demás despierten, detrás de eso llamado el Muro de los mientos absurdos y razonar: esperar pacientemente a
Lamentos, lo esperen para darle golpes en la nuca, en que le crezca el pelo y la barba demora muchísimo. El
las piernas y en los cojones so maricón. Él sentiría náu- niño podría esperar a que alguien le alcance los cara-
seas, contracciones que lo lleven a vomitarse encima, melos o podría, simplemente, subirse en el banquito,
algo de sangre en la tela y los dientes, otro poco de alu- luego sobre la meseta y alcanzarlos el mismo.
cinaciones vagas y podría, hasta intentar no llorar. El
niño podría levantarse. Las nubes parecen eternos cam-
pos rosados rodeándolo, los árboles tratan de consolar- Demis Menéndez Sánchez (La Habana, 1980)
lo con un silbido de ánimo y el suelo, no mortal sino Miembro de la Asociación Hermanos Saíz. Graduado
azul, esperará por su impacto. El niño puede pensar del 5º Curso del Centro de Formación Literaria
que ha estado muerto porque la muerte es como la vida “Onelio Jorge Cardoso” y ganador de una de las Becas
misma detrás de un vidrio plateado. Igual de mierda. Él de Creación “Caballo de Coral” que otorga dicho
puede caminar de vuelta a casa o esperar el sonido del Centro. Premio de narrativa “Pinos Nuevos” 2004 por
timbre de un teléfono público y sea alguien preguntán- el libro “¿Cómo le crecen los senos a las niñas?”
dole “¿qué le pasó, está usted bien?” y puede escuchar (Editorial Letras Cubanas, 2005). VII Premio de
una voz interna diciéndole “te golpeabas a ti mismo” y Narrativa “Félix Pita Rodríguez” 2005 por el libro de
otra, en tono más dulce y conocido “te estás volviendo relatos “El Niño Puede”. Sus trabajos aparecen recogi-
loco”. El niño ahora podría mentir y convertirse en dos en la selección de cuentos sobre rock “Escritos con
presidente o podría plagiar y hacerse escritor de best- guitarra” (Ediciones Unión, 2005) y en las revistas elec-
sellers. Él podría olvidar y transmutarse en árbol. La trónicas “Esquife” y “La Jiribilla”.
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Golucho
“El pintor tiene que tener una calidad de oficio, de artesano”
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cación -al mediocriarme allí, en esa época-. Más que
por la calidad artística por el modelo de vida, el
modelo bohemio a mí me interesa mucho… muy
Transpiración,
suicida también.
C.T: ¿Cada pintor elige o hace lo que puede?
inspiración.
Golucho: Hace lo que puede, si eliges el estilo, lo
que vas a hacer es copiar. Al elegir hay modelos, y
(Una charla con Golucho) dices: ¡éste!, y ese ya pertenece a alguien. Si tú pintas
y al tiempo te das cuentas que estas pintando igual
al señor Van Gogh te ha elegido el estilo a ti.
C.T: ¿Y tu camino? Se diferencia de otros realis-
tas.
C.T: ¿Nos podés contar de ese París de los
Golucho: Si quieres que te diga la verdad, yo
sesenta, donde nos decías que estuviste?
pinto esto porque me obliga el cuadro a que lo
Golucho: Hombre, fue una época en la que me
pinte. A mí me gustaría estar pintando paisajitos,
metí más de lleno. Me cogió muy adolescente, pero
pequeños, redonditos, naïf, en el campo, lloviéndo-
me cogió a huevo. Era un buen momento aquél; el
te encima, con el sol. Esto es claustrofóbico, un
mayo del 68 y todo aquello. Fue poco tiempo, por-
dibujo por terriblemente tonto que sea te puede lle-
que fueron cinco años nada más, y luego vine aquí
var tres meses. (Se levanta y acerca el cuadro "La
y me dediqué a esto.
soledad del límite ", en lápiz y aguada ) Si tú haces
Y ahora se vive muy en soledad, aquello es irre-
un dibujo como este, por ejemplo, es angustioso, es
petible. Vosotros estáis con este follón, y a lo mejor
terrible, casi no merece la pena hacerlo. Entonces yo
creáis una idea, y quizás dentro de cinco años esta
pretendo dejarme algún día estas cosas, e ir al
cada uno por un lado, por circunstancias.
campo, con los pajaritos, y hacer un arbolito redon-
C.T: También ahora se vive una soledad forzada
do, sin más pretensiones que el colorico.
por un momento histórico, es otro momento.
C.T: Y rompes el papel, usas mucho la textura.
Golucho: Si, es otro momento para el individuo
Golucho: Sí. Ahora me han premiado uno, y es
y para la sociedad. Para mí es muy extraño encontrar
de ese estilo, está muy rasgado.
grupos que hagan cosas, generalmente se hace muy
C.T: ¿Y qué opinas de las nuevas tecnologías, de
poco.
la utilización del ordenador?
C.T: ¿Y las relaciones con otros pintores cómo
Golucho: Eso va a ser el futuro. Y es que hay
se dan?
una cosa, y me viene a la cabeza lo que tengo ahí
Golucho: Bueno, el artista es un personaje bas-
escrito: un catálogo que estoy haciendo para un iti-
tante autista, está muy cerrado en su mundo. Aquí
nerante por Andalucía, y como no quiero los rollos
en Alcoi, por ejemplo, no hay. Salvo alguna amistad
esos que se hacen los críticos, que no sabes nunca de
grande, de fuera, la relación es más de protocolo que
qué están hablando, ni de quién están hablando, que
otra cosa, es jodido, pero es así.
puedes cambiar el texto y la foto de sitio y el texto
C.T: ¿La pintura es más bien individual?
vale para todos; pues estuve hablando con unos
Golucho: Si, porque se expresa mucho el yo, es
amigos y grabando, y era del futuro de la pintura
constantemente un autorretrato. Lo que pasa es que
manual, de esa habilidad manual y mental para llegar
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llegar; no se tiene que ver el esfuerzo, y si se ve que El pintor tiene que tener una calidad de oficio,
sea bueno. Lo que pasa es que el espectador no tiene de artesano. Tú fíjate Miguel Ángel, el esfuerzo que
esa sensibilidad para verlo, si no lo ve a la primera tuvo que hacer, aunque el sufrimiento es lo de
no lo va a ver nunca. Más literatura de la que ha menos: si tu no haces ese esfuerzo, por lo menos
podido derramar Velázquez no la ha derramado que te salga bien. Yo no tengo nada en contra del
nadie, sin embargo la gente sigue sin verlo, lo ven Photoshop, lo que sí que me molestan son las fran-
es angustioso, es terrible,
años. Entonces hay el suelo si es una insta-
una tensión hacia lación, y si es pintura
romper ese esfuer-
zo, entonces se va a
casi no merece la pena hacerlo" es parecido, y dentro
de diez años si te he
terminar más cerca visto no me acuerdo. Y
de Andy Warhol que de Rembrandt, y con el es una determinada franquicia que se va exponien-
Photoshop muchísimo más. En gran medida do en el mundo, necesitan llenar museos muy rápi-
Warhol triunfó porque era una premonición de lo do, sino un museo estilo Guggenheim no se puede
que venía. Si das en el clavo estás en la ola. Pero llenar con monalisas. La sociedad tira para una ham-
como cojas un camino muy distinto te va a costar, burguesa artística. Yo no digo que todo el que se
no va a triunfar tu pintura. Entonces el camino está meta ahí sea un panoli, es que va a dar exactamente
en el Photoshop; yo no tengo nada en contra, siem- lo mismo que lo seas o no lo seas.
pre y cuando se haga una cosa maravillosa. En gran medida la instalación es un timo, se le
Hoy día se está llevando mucho la fotografía, se está dando carácter de gran estilo y sin embargo es
está haciendo más foto que cuadro, las galerías una experiencia artística que podemos tener todos,
admiten más fotografías que cuadros, y sin embargo y está de puta madre, pero no es para difundirla por
¿cuántos buenos fotógrafos hay? todos los museos del mundo. Y ese es el futuro, que
C.T: Eso es otra cosa, pintura no es. tampoco tengo nada en contra, tengo eso, tengo el
Golucho: Sí, es otra cosa, la pintura, el dibujo protocolo del arte; ocupan un lugar, culturalmente
necesita manos, si no tienes las manos no lo haces. ocupan un lugar. Es simplemente eso, espacio
Y el Photoshop necesita manos, pero no necesita el hay uno.
esfuerzo de un cuadro.
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C.T: ¿Dónde está la elite que comprendía a un esfuerzo tremendo, necesitas hundirte en el gara-
Velázquez para desmontar este arte efímero? Tiene je con el yunque, con el soplete, con tal y cual, pero
que haber un contrapeso. está muy bien porque anímicamente es una cosa que
Golucho: Es que no sabemos dónde va a dar. ¿tú necesito. O sea si te pones a pintar un cuadro realis-
crees que hay un contrapeso? ta –cada vez lo pinto menos realista, pero bueno- ,
C.T: Bueno, estoy en un taller que no está mal. ¿tú sabes lo bien que viene liarte a martillazos con
Quizás no como una cuestión social, sino desde el un trozo de hierro?
individuo. Es un desahogo, la poesía es un desahogo, puede
Golucho: Si, es una cuestión de dinosaurio en que todo sea un desahogo de la pintura. A lo mejor
vías de extinción. Nunca se sabe; además te contaba no lo necesito en el momento que pinte los paisaji-
que a mí el estudio este me cuesta psicológicamen- tos.
te, porque en el fondo esto no es una cosa alegre, te C.T: ¿Hay límites o hay fronteras difusas?
tienes que pasar muchísimas horas. Golucho: El concepto de la obra abstracta es el
C.T: ¿Cómo te ponés frente a la tela en blanco? mismo que el de la obra realista. Lo único es que lo
Golucho: Yo suelo hacer todo de inspiración, llevas a un extremo. En todo cuadro realista hay
eso que dicen de la transpiración; ¿conoces el dicho? debajo la composición, y la composición siempre es
90 por ciento de transpiración y el resto de inspira- abstracta. Tu te vas al clásico más clásico, si quieres
ción; a mí es al revés, porque cuando la inspiración de Rembrandt o Velázquez, o de Vermeer, y la com-
me coge transpirando me doy cuenta de que todo lo posición es abstracta. Y si tienes en Vermeer un
que he transpirado no me sirve para nada. Todo el mapamundi, resulta que lo que tienes es una man-
inmenso trabajo no me sirve para nada. ¡La cantidad cha. Puedes quitar todo el figuratirismo que tiene
de cuadros que he roto por no estar parado! Me para llegar a la abstracción, y es lo que puede pasar
pongo, y cuando me viene la inspiración y digo: con las esculturas. La cosa está bastante difusa,
cojones, si no es esto; entonces me doy cuenta de nunca sabes cuándo vas a hacer una cosa o la otra.
que tengo que romperlo y empezar de nuevo, por- C.T: Nos quedó saber algo de tu formación
que es mejor. Casi te diría que ganaría si me estu- Golucho: Prácticamente me lo he montado yo
viera quietecito hasta que me llegara. sólo. Excepto en la etapa de París, que iba a la place
C.T. ¿Qué relación tiene tu poesía con tu de [¿?] a dibujar, que ibas muy a tu bola. En el fondo
pintura? lo recapacitas y no ibas tan a tu bola: el ambiente te
Golucho :Todo viene del mismo manantial. crea. Era por la noche, había algún profesor, estaba
Fijate, una cosa tan distinta como las esculturas que Matthieu, me acuerdo su nombre y todo, pero cada
hago, mira, esas de ahí o esa de ahí. Si me pudiera uno tenía su estilo. Mi formación técnica fue hacien-
dedicar a ellas… lo que pasa es que necesitas do cosas y observando.
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