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A.W. Staats
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Los corchetes ([...]) indican que se ha obviado algún corto fragmento de la lectura, en
función a ser texto reiterativo sobre el tema o tratar aspectos de polémica coyuntural no
relevantes al momento presente.
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actividad general, se representa por los siguientes reactivos: “se encuentra incómodo
donde sea aun teniendo muchísimo tiempo” (N° 26), “es el tipo de persona que todo el
tiempo se quiere ir” (N° 41), “es rápido en sus acciones” (N° 51), etc.
Han existido diferentes interpretaciones de lo que son los rasgos de conducta y
cómo son explicados. Existe la tendencia general de que los rasgos de conducta son de
origen orgánico, hereditario. Por ejemplo, uno de los primeros teóricos de la
personalidad, Gordon Allport habló de los rasgos en términos de estructuras mentales
que surgen de procesos fisiológicos o de estructuras orgánicas. Como se señaló arriba,
uno de los rasgos del Guilford-Zimmerman es el de la actividad general. Una
interpretación común sería que unas personas son por naturaleza más activas y
enérgicas. Se presta poca importancia a la historia pasada del individuo y a las
circunstancias presentes que producen esas conductas, o a los estímulos motivacionales
que mantienen la fuerza de la conducta.
Algunos investigadores que se ocupan de la medición de los rasgos de la
personalidad han evitado atribuir mecanismos explicativos subyacentes, prefiriendo
dejar las preguntas abiertas, al menos a nivel formal. Thurstone (1947) señaló que
prefiere el enfoque donde “no se hace ninguna suposición acerca de la naturaleza de
esas funciones, si son naturales o adquiridas o si tienen un lugar a nivel cortical” (p. 57).
El interés contemporáneo es encontrar elementos de rasgos que puedan utilizarse para
predecir la conducta del individuo con propósitos de selección de personal, de
tratamiento clínico, etc.
[...] desde un principio el autor [Staats] se interesó en relacionar el análisis
conductual de la personalidad con el enfoque de la psicometría, sintiendo que existían
elementos muy importantes en cada área. En un estudio inicial, después de resumir
algunos estudios que demostraron que la conducta humana sí podía afectarse de acuerdo
a los principios de reforzamiento, el autor propuso la siguiente extensión a la medición
de la personalidad:
pudieran condicionarse a responder a los reactivos del rasgo de personalidad. Los rasgos
de personalidad empelados fueron los de sociabilidad y actividad general tomados de la
Escala de Temperamento de Guilford-Zimmerman. Cuando los sujetos contestaban a los
reactivos en dirección sociable se les reforzaba socialmente. Cuando se consideraron los
reactivos en grupo se encontró que los sujetos reforzados contestaban progresivamente a
más reactivos en dirección social, en cada uno de los grupos sucesivos en contraste con
el grupo de sujetos de control. El mismo efecto del reforzamiento también se encontró
en las respuestas a los reactivos de actividad general. De este modo, los resultados
mostraron que los reactivos del rasgo de personalidad, seleccionados mediante métodos
estadísticos, tienen en verdad una realidad psicológica. Cuando se fortaleció la respuesta
a un reactivo también se reforzó la tendencia general del individuo a responder de la
misma manera a todos los reactivos estímulo.
Los resultados no mostraron directamente que las conductas de ser activo, o
sociable, pueden incrementarse mediante los procedimientos de aprendizaje. Mostraron,
sin embargo, que uno de los tipos de conducta empleada como índice de los rasgos de
personalidad las descripciones verbales del individuo que evidencian un rasgo
estuvieron sujetas a los principios del condicionamiento. Además, como ya se indicó
aquí, el autoconcepto del individuo (autodescripción) puede considerarse como un
aspecto importante de la personalidad de sí misma. Esos rasgos de personalidad
descritos se refieren ampliamente a conductas instrumentales. Poco después el autor
aplicó el análisis conductual a otra área de la personalidad:
Evaluación de conducta
muestreados, a diferencia del principio establecido por Mischel, no tiene que ser “tan
similar como sea posible a la conducta utilizada como medición criterio” (Mischel,
1972, p. 323). Un aspecto central de las pruebas psicológicas yace en la capacidad de
hacer predicciones generales a partir de un acceso limitado de las observaciones del
individuo.De este modo es importante proporcionar apoyo empírico para este análisis
teórico de la medición del sistema emotivo-motivacional y para las posibilidades
predictivas que se pueden obtener de las tradicionales pruebas verbales de la
personalidad.
sujetos se les reforzó por escoger el estímulo más grande, a la otra mitad por escoger el
estímulo más pequeño. El reforzamiento consistió en la presentación de una tarjeta con
un reactivo de interés impreso en ella el sujeto leía el reactivo en la tarjeta y luego lo
calificaba de la misma manera que en el Strong, esto es, encerrando en un círculo la G,
la I o la D en la tarjeta. Al sujeto se le reforzaba positivamente con los reactivos de
interés “me gusta” cuando seleccionaba el estímulo “incorrecto”.
Bajo estas condiciones, los reactivos de interés funcionaron como reforzadores,
los sujetos aumentaron la frecuencia de respuesta al estímulo por el cual recibían
reactivos de interés positivo, en tanto que seleccionaron menos frecuentemente el
estímulo por el que recibían reactivos de interés negativo. [...]
El valor directivo de los intereses. El modelo teórico sugiere que los rótulos de
interés también deberían tener una función directiva y reforzante, basados en la
respuesta emocional evocada por estímulos de interés. La hipótesis derivada del modelo
fue que los individuos con diferentes sistemas de interés deberían comportarse de
diferente manera a los mismos estímulos. Para este experimento se utilizó un tipo de
conducta más natural, la de escoger uno de dos materiales para leer en base al rótulo del
material.
Otra vez, a los sujetos se les aplicó primero la prueba de interés de Strong. Luego
se seleccionaron diez sujetos que tuvieran intereses similares a los sistemas de interés de
los ejecutantes o maestros de música, pero con intereses opuestos a la química. Se
seleccionaron otros diez sujetos que tuvieran sistemas de interés justamente contrarios a
las categorías ocupacionales. Bajo el pretexto de medir respuestas fisiológicas a los
materiales de lectura, a los 20 sujetos se les dio la oportunidad de escoger un artículo
que fueran a leer e dos pilas de artículos rotulados MÚSICA y QUÍMICA. Como era de
esperarse en base a la teoría A-R-D de los intereses (y de otros aspectos del sistema
motivacional), los sujetos con fuertes intereses en la música y débiles hacia la química,
leyeron un artículo marcado MÚSICA. Los sujetos con sistemas de intereses opuestos
respondieron de modo opuesto, seleccionando leer un artículo marcado QUÍMICA. La
determinación de la conducta de los sujetos en base a sus intereses fue tan fuerte que
casi cada uno respondió como se había predicho.
Luego el experimento se repitió con otros diez sujetos que tenían altos intereses en
la banca y diez sujetos que tenían intereses opuestos. Tenían que escoger de artículos
rotulados NEGOCIOS o MEDICINA. La naturaleza de los intereses de los individuos determinó
cómo se comportarían, de manera que el efecto experimental fue muy fuerte.
Dejando de considerar la pila de la cual los sujetos recibieron artículos que
coincidían con sus intereses, y la mitad recibieron lo opuesto. Puede observarse que los
sujetos calificaron como más interesantes, informativas y satisfactorias las lecturas que
coincidían con sus intereses al compararlos con los sujetos con lecturas no coincidentes.
Además los sujetos dieron mejores respuestas a preguntas que se relacionaban con los
artículos coincidentes con sus intereses (ver Staats, Gross, Carlson y Guay, 1973). [...]
Los intereses son aprendidos. A diferencia de las concepciones que suponen una
base genética para los intereses, el modelo presente propone que los intereses son
aprendidos. Se especifica además la manera en que estos se aprenden. El principio
básico implicado es el condicionamiento clásico, algo del cual ocurre en un nivel
primario. Por ejemplo, el niño que es introducido adecuadamente en las habilidades
atléticas por un padre que asegura están implicados estímulos emocionales positivos,
ayudará a producir un niño que tenga intereses atléticos positivos. Al niño que
experimenta eventos evocadores de emociones negativas en las actividades atléticas se
le condicionarán intereses negativos.
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las pruebas que miden aspectos del sistema A-R-D son válidas o confiables. La
investigación ha señalado que pruebas diferentes tienen distinta capacidad de
predicción.
Esta sección se ocupará de la forma en que las pruebas intelectuales (del lenguaje
cognoscitivo) pueden tratarse dentro de la estructura social conductual para ampliar
nuestro conocimiento en esta área de la personalidad y de la medición de la
personalidad. Como se indicó en el capítulo 5, el concepto tradicional de la inteligencia
es el de una cualidad o estructura interna o proceso, probablemente de origen
neurológico y heredado. [...] En contraste, la concepción del conductismo social es que
la inteligencia implica importantes repertorios de la personalidad constituidos en gran
parte por el lenguaje. Más que negar la importancia de este campo de estudio, la
concepción coincide con el punto de vista tradicional acerca de la importancia de medir
la inteligencia y también propone derroteros adicionales de estudio.
posible proporcionar una explicación detallada aquí, pero se describirá un área con más
detalle para señalar algunas posibilidades de investigación que pueden surgir de un
análisis de la conducta.
Los padres pueden enseñar fácilmente a su hijo de seis o siete años los
números del 1 al 10. Si se disponen 10 piedras en fila, podrá contarlas
correctamente, pero si las piedras se reacomodan en un patrón más complejo
o se acumulan, ya no podrá contarlas... Aún no se ha tomado la idea esencial
de número (Piaget, 1953, p. 75).
[...] Puede observarse que los reactivos del Stanford Binet se localizan al nivel de
edad en el cual el 50 por ciento de los niños responderán correctamente. Utilizar estos
reactivos en esta edad [cinco a seis años] proporciona el apoyo a las observaciones de
Piaget, de que este tipo de habilidad emerge en este tiempo aunque no
necesariamente, como se indicará.
La teoría del desarrollo del concepto de número. Sin una teoría que guíe nuestro
interés, existen pocos fundamentos para analizar los reactivos de inteligencia. Los
reactivos se incluyen en las pruebas de inteligencia porque tienen valor predictivo. Sin
embargo, se sugiere que el niño tendrá éxito en los reactivos de inteligencia hasta el
grado en que haya tenido la historia de aprendizaje que le proporcione las habilidades
del concepto de número implicadas. Los reactivos le piden que cuente y después que
sume, reste, multiplique y divida.
[...] El autor analizó el desarrollo inicial de los conceptos de número en términos
de los repertorios de habilidades estímulo-respuesta implicados (Staats, 1963, 1968c,
1971a; Staats, Brewer y Gross, 1970). Como es necesario con cualquier modelo teórico,
sus enunciados deben probarse empíricamente. La verificación empírica empezó con el
trabajo naturalista-experimental del autor con sus hijos y en los salones de clase
experimentales con niños preescolares descritos en el capítulo 11. La teoría del
aprendizaje del concepto de número es de una naturaleza jerárquica-acumulativa. Se
esbozarán algunos tipos de aprendizaje implicados.
La discriminación de lo numérico. [...] de ordinario un estímulo es realmente un
complejo de estímulos. Por ejemplo, un objeto puede tener color, pero también tiene
forma y tamaño. Cuando se aprende una respuesta en presencia del objeto estímulo,
cada uno de los estímulos componentes llega a evocar la respuesta en algún grado. Así,
otros objetos estímulo que compartan alguno de los componentes evocará la respuesta
en algún grado. [...] En un proceso similar de aprendizaje, la primera adquisición de los
conceptos de número implica el concepto de lo númerico el niño debe aprender a
rotular las respuestas bajo el control del número de objetos, sin considerar los demás
componentes estímulo de los objetos.
[En el experimento] para aprender a responder adecuadamente a uno o dos objetos
los 11 niños necesitaron una media de 253.6 ensayos de entrenamiento. En los 11 niños
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Este análisis es apoyado por los datos obtenidos en 11 niños de cuatro años de
edad culturalmente privados. Después que se les entrenó a contar objetos que se habían
dispuesto en una serie se les dio el entrenamiento descrito para contar objetos al azar. Se
colocaron diez monedas en un montón y a cada niño se le mostró cómo extraer una al
mismo tiempo que la contaba. Sólo se necesitó una media de 63.0 ensayos de
entrenamiento para que los niños aprendieran esa habilidad adicional del concepto de
número.
Así, pasar desde un nivel de concepto de número al siguiente requirió menos de
una hora como promedio poca evidencia de que estuviera implicada la madurez
mental. De nuevo, la habilidad del concepto de número parece ser estrictamente
aprendida. El hecho de que los niños tenían cuatro años indica que las habilidades
intelectuales implicadas dependen de los repertorios aprendidos del niño y no de su
maduración determinada por la edad.
Extensión verbal del contar. Se ejemplificará un producto del análisis de la
conducta dentro de esta área. Es un modelo teórico del conteo y tiene ciertas
implicaciones.