Sei sulla pagina 1di 7

El espíritu del Grupo Algarrobo

Un poco de historia

En 1991, la SGIAR formó el Grupo Algarrobo, para alentar y capacitar a los futuros
miembros de nuestra organización.

El editorial de Argentina Seikyo Nº 597 (del 10 de marzo de 1991) señala: “La razón
por la cual se ha decidido ese nombre para el grupo de los nuevos amigos que se
acercan a nuestra organización es que cuando el algarrobo es pequeño tiene una altura
de veinte centímetros pero sus raíces tienen un metro de longitud. Cuando crece, se
convierte en un gran árbol de hasta siete metros de alturas y sus raíces llegan a quince
metros, con las cuales es capaz de resistir los embates de cualquier tempestad. Nuestro
deseo es que los nuevos practicantes puedan enraizar su fe y crecer como grandes
árboles en el jardín de la Soka Gakkai. Para ello, dialoguemos, actuemos y
esforcémonos para hacer conocer la grandeza del Budismo”.

La formación del grupo está conectada estrechamente con la ruptura del vínculo
entre la SGI y el clero de la Nichiren Shoshu (ocurrido a fines de 1990). Nikken,
aprovechando su posición como sumo prelado, decidió no entregar Gohonzon a los
miembros de Gakkai. Así, las personas que estaban practicando y que deseaban ingresar,
no pudieron recibir el objeto de veneración hasta que, finalmente, dos años más tarde, a
través del ofrecimiento de un sacerdote reformista que poseía en su templo un
Gohonzon inscripto por Nichikan Shonin (26º sumo prelado y conocido por ser el
restaurador de la ortodoxia de la escuela), la Soka Gakkai pudo entregar nuevamente el
objeto de veneración.

¿Por qué es importante este grupo?

En su novela, La nueva revolución humana (cap. “La alegría” 10), el presidente


Ikeda afirma: “Sin
duda, comenzará a aparecer una firme corriente de Bodhisattvas de la Tierra. Por eso, es
vital que alentemos y forjemos a los miembros [...] hasta donde alcance nuestra fuerza.
Todo comienza con un solo individuo”.

¡Cuánto más importante este aliento en las personas que recién abrazan la fe!
¡Cuánto más necesitan comprender adecuadamente la importancia de nuestra práctica y
de tener siempre una firme decisión!

En una orientación que brindó en el Reino Unido, el 25 de junio de 1991, nuestro


maestro nos alienta: “Mientras continúen las actividades por la propagación, no tienen
ningún motivo para impacientarse [si las personas no ingresan]. Naturalmente, es
magnífico que alguien exprese su deseo de ingresar en nuestra organización. Lo
fundamental es dar a la gente una correcta comprensión (del Budismo)”.

Ese es el fundamento del Grupo Algarrobo: que las personas que abrazan la fe se
capaciten en su comprensión del Budismo y afiancen su fe y su práctica.

Propagar el Budismo es la clave de nuestra revolución humana

Justamente, en el Reino Unido, el profesor Bryan Wilson, renombrado sociólogo de


la religión, llevó a cabo una encuesta entre los miembros de la SGI de ese país.

El profesor Wilson les formuló la siguiente pregunta: “¿Por qué decidió ingresar en
la SGI?”. Y la respuesta más frecuente fue, en un treinta y siete por ciento de los casos:
"Por el humanismo de sus miembros”.

Evidentemente, el humanismo, la personalidad, la calidez y la sinceridad que poseen


los miembros de la SGI son factores cruciales para que la gente se decida a ingresar.
Estas son las cualidades que atraen a la mayoría de los miembros que recién ingresan en
nuestra organización.

También en La nueva revolución humana, en el capítulo “El estandarte del pueblo”,


el presidente Ikeda dice:

Algunas personas podrán pensar que no pueden explicar el Budismo del


Daishonin y lograr que otras personas comiencen a practicar. Está bien,
incluso en los días de los presidentes Makiguchi y Toda, la Soka Gakkai
jamás urgió a los miembros para que presentaran el Budismo a otros. Pero,
el Daishonin promete que si enseñamos la Ley verdadera, podemos cambiar
nuestro destino y lograr la Budeidad. Por lo tanto, en realidad,
emprendemos las actividades de propagación para transformar nuestro
propio destino y ser felices. Además, tales esfuerzos también contribuirán a
la dicha de nuestros amigos y al logro de una sociedad pacífica y próspera.
No existe tarea más sublime ni sagrada.
"Algunas veces, podrán conversar seriamente acerca del Budismo, pero
encontrarán difícil persuadir a otros de comenzar a practicar. Es posible que
la responsable de la DJF me regañe por lo que digo, pero todavía son
jóvenes, no es necesario que se impacienten o se preocupen por los
resultados. La propagación de las enseñanzas del Daishonin es la actitud
más misericordiosa que podemos emprender como seres humanos; una
práctica que, al mismo tiempo, nos permite desarrollarnos. Y, puesto que
ella guía a las personas a la paz y la felicidad, es la máxima expresión de la
amistad.
"Lo importante es conversar con quienes están a su alrededor, en el
momento más oportuno, con el sincero deseo de que sean felices. Aunque
alguien a quien le han venido hablando no abrace la fe de inmediato,
mientras sigan siendo amigas y la determinación de ustedes no decline,
llegará el momento en que esa persona despertará y comprenderá las
enseñanzas del Budismo.
"También es vital que los responsables no presionen o reprendan a los
miembros que se sienten incapaces de transmitir la Ley. Me gustaría, en
cambio, que los líderes los abrazaran con calidez, los alentaran y alabaran
los sinceros esfuerzos que están haciendo para vivir como emisarios del
Buda.
"Asimismo, habrá personas que no pueden participar en las actividades
como quisieran, por diversas circunstancias. Por favor, aliéntenlas con
ternura. Por ejemplo, díganles: 'Así como la primavera siempre llega,
seguramente, en el futuro, tendrás más tiempo para ti. Cuando eso ocurra,
por favor, ven en cualquier momento.' Avancemos por el sendero de la feli-
cidad con espíritu magnánimo y cultivemos un hermoso clima de
camaradería a lo largo del camino."
Los que buscan compartir con los demás el Budismo del Daishonin
conocen una gran alegría, porque allí palpita la vida de un Bodhisattva de la
Tierra. Shin'ichi mostró gran misericordia y consideración hacia quienes
todavía no podían unirse a la oleada de propagación y experimentar ese
goce.

Nichiren Daishonin escribe: "Alegría significa el deleite que uno comparte con los
demás" (Gosho Zenshu, pág. 761).

Ingresar al camino de la verdadera felicidad

En una de sus “Conversaciones sobre el Sutra del Loto”, se hace referencia a que, en
el capítulo “Medios hábiles” (Hoben, segundo), se expone el vehículo único desde el
punto de vista de los cuatro aspectos de la sabiduría de Buda: "abrir", "mostrar", "hacer
tomar conciencia" y "hacer ingresar". En síntesis, el Buda posee una sola enseñanza,
que consiste en abrir el camino a la sabiduría de Buda, mostrarlo, hacer que las personas
tomen conciencia de él y hacer que entren en él. Estos cuatro aspectos, en conjunto,
representan la "única gran razón" --la sola razón-- por la cual los budas aparecen en el
mundo.

Es decir, que también nuestra tarea es hacer que las personas conozcan la enseñanza
del Budismo del Daishonin (“abrir”), “mostrarles” con nuestra vida los beneficios de la
fe, para que ellos “tomen conciencia” del potencial que yace en sus vidas y hacer que
“ingresen” en el camino de la verdadera felicidad.

Para ello, debemos enseñarles el espíritu y la práctica de esta enseñanza, para que
ellos mismos puedan producir es transformación interna que llamamos “revolución
humana”. Por eso, enseñarles en gongyo y los principios budistas en un punto esencial.
Como decía el segundo presidente, Josei Toda, hay que comenzar por lo más difícil,
porque, después, cualquier otra cosa resultaría fácil en comparación.

Abrazar a nuestros familiares y amigos

En el capítulo “La luz fulgente” de La nueva revolución humana, se relata la historia


de cómo fue que se decidió a practicar el doctor Yamazaki, que fue hasta hace poco el
director general de la SGI de Europa, y que aparece en la novela con el nombre de
Kawasaki:

Finalmente, en enero de 1960, [Kawasaki] se había casado con una


miembro de la División Juvenil Femenina que le había presentado su
hermana.
Había ingresado en la organización poco antes del casamiento, pero sin
ninguna intención de practicar. Su actitud había sido reservada, pues su
futura esposa era miembro de Gakkai. No parecía ser una mala religión, de
modo que ¿por qué no ingresar?
Poco tiempo después, había empezado a sufrir de severos dolores
abdominales y un colega le había diagnosticado apendicitis. Lo habían
operado de inmediato.
A los diez días le habían dado el alta, pero los dolores habían recrudecido
y no lo dejaban dormir. Admitido nuevamente en el hospital, había sido
sometido a numerosos exámenes que, sin embargo, no habían revelado la
causa de su dolencia. Un médico le había prescripto morfina. Su angustia
era tan extenuante que había empezado a aplicarse él mismo la droga. Había
incrementado la dosis gradualmente y, al poco tiempo, ya no podía
prescindir de ella, ni por un instante.
Eiji Kawasaki sumaba a su padecimiento la preocupación de si podría
asistir a la próxima conferencia sobre medicina tiroidea en Londres. A
medida que transcurría el tiempo, la desesperación y la ansiedad habían ido
devorándolo. El dolor le había quitado el sueño y el apetito. Estaba más y
más delgado cada día.
Su esposa, Yoshie, extremadamente preocupada por su condición, se
había decidido. Cierto día, mientras él estaba en cama, le había dicho:
—Estás olvidando algo muy importante.
—¿Algo importante? ¿Qué? Si te refieres a mis remedios, los he estado
tomando todos los días, ¿no es así?
—No, no se trata de eso. Estoy hablando de la fe. No conoces la causa de
tu dolor; me parece que la fe es tu única opción. Se dice que ninguna
oración al Gohonzon queda sin respuesta, de modo que ¿por qué no piensas
en comenzar a orar seriamente?
—¿De qué hablas? —había contestado Kawasaki, esbozando un rictus
que no llegó a ser una sonrisa—. Soy médico. Sé lo que son las
enfermedades. Pensar que puedes curar una dolencia con la fe es
superstición.
—Pero hay muchas cosas que la Medicina aún no comprende —replicó
la esposa—. Por ejemplo, ¿qué me dices del sufrimiento que estás
padeciendo ahora?
Ese día, Yoshie se había quedado junto al lecho de su marido y había
empezado a invocar daimoku.
—¡Por favor, no hagas eso! —había implorado Kawasaki.
Allí estaba él, el subdirector del hospital, sin poder tratar su propia
enfermedad y con una esposa orando al lado de su cama. Le aterraba el
hecho de que alguien presenciase esa escena. Pero Yoshie no se había
desanimado y había continuado invocando con vigor. Extrañamente, el dolor
de Kawasaki había empezado a ceder, y esa noche había podido dormir con
tranquilidad.
Al día siguiente, le había pedido a su mujer:
—¿Te importaría quedarte aquí e invocar daimoku otra vez?
—Si eso te ayudó a descansar anoche, estoy segura de que dormirás
mejor todavía si invocas tú mismo. ¿Por qué no oramos juntos?
Y así lo hicieron. Esa noche, Kawasaki había dormido profundamente.
Por la mañana, el rostro y los ojos habían empezado a mostrar signos de
ictericia que hacían sospechar la existencia de un cálculo biliar. Una
radiografía había confirmado el diagnóstico: tenía un enorme cálculo que
requería una cirugía inmediata.

¿Cómo llegar al corazón de los demás?

El presidente Ikeda se refirió hace un tiempo al caso de una señora que había
ingresado a la Soka Gakkai hace unos cuarenta años.

Esta señora, de apellido Anraku, se había casado y pertenecía a una familia de muy
buena posición económica y de gran renombre social. Cierto día, esta señora vio a una
mujer caminando por la calle. De pronto, a la señora se le rompió la tira de una de sus
sandalias geta [un típico calzado japonés de madera]. La señora Anraku la ayudó a
ajustarla nuevamente y siguieron andando juntas. En eso, la mujer le preguntó si no
deseaba practicar una religión que daba respuesta a todas las oraciones.

“¿Y todas su oraciones han sido respondidas?”, quiso saber la señora Anraku.

“¡Claro que sí!”, replicó. Ante una respuesta tan segura y decidida, la señora Anraku
decidió probar e iniciar la práctica. ¡Qué sublime encuentro de vida a vida!

Esta convicción inquebrantable, esta energía vibrante que irradian los miembros de la
SGI son lo que ha dado a conocer el Budismo del Daishonin en todos los rincones de la
sociedad de cada país, lo que ha impulsado tanto el desarrollo de nuestro movimiento
por el kosen-rufu.
El poderoso ejemplo de una persona

El fundador de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi, viajó por todo el Japón para
difundir las enseñanzas del Daishonin. En 1939, viajó a Kyushu, la más meridional de
las islas principales del Japón. Como en ese momento no había vuelos comerciales, la
travesía se hacía sólo por trenes. Seguramente, fue un viaje extenuante para el señor
Makiguchi, que tenía sesenta y siete años en ese entonces. Pero él nunca escatimó
esfuerzos en bien de la Ley.

Una mujer que lo conoció durante esa oportunidad se quedó tan impactada por su
vibrante voz juvenil, por su absoluta convicción, por su sinceridad y misericordia, que
decidió adoptar la fe en el Budismo del Daishonin. a voz, la convicción y la actitud
general de uno son muy importantes. Todo expresa, en definitiva, la verdadera entidad
de la vida.

El señor Makiguchi nunca hacía algo por la mitad. Cuando hablaba, sus palabras
vibraban con su poderosa determinación de encender el fuego de la misión y de la
esperanza en el corazón de quienes lo escuchaban. A esa mujer de Kyushu que había
decidido comenzar a practicar, le dijo: "En vista de los principios del Budismo, el hecho
de que usted reciba el Gohonzon, a la larga, ¡liberará del sufrimiento a todos los habi-
tantes de Kyushu!". También le dijo: "Cuando el Daishonin invocó Nam-myoho-renge-
kyo por primera vez en Kasagamori estaba totalmente solo. Si nos atenemos al principio
por el cual los Bodhisattvas de la Tierra irrumpen para propagar la Ley, el hecho de que
hoy usted sola esté invocando Nam-myoho-renge-kyo a este prodigioso Gohonzon
significa que, en el futuro, sin falta aparecerán dos, tres, cientos de personas en Kyushu,
que abrazarán el Gohonzon como usted".

De esa forma, le transmitió la profunda misión que tenía que cumplir. En otras
palabras, la estaba exhortando a que avanzara con la postura de ponerse de pie sin
esperar por los demás. En cualquier situación, el Budismo de Nichiren Daishonin
siempre comienza por una sola persona.

Empezar ahora

Durante una ceremonia de graduación de las Escuelas Soka de Segunda Enseñanza


Elemental y Superior, nuestro maestro señaló: “Einstein definió el momento actual
como el tiempo en que uno siempre podía emprender una nueva partida. En otras
palabras, todo comienza de hoy en adelante, todo es a partir de hoy. Sin duda, todos
enfrentarán un sinnúmero de obstáculos en el futuro. Pero jamás se dejen desanimar ni
se rindan ante el pesimismo. La persona victoriosa es la que siempre mantiene la
determinación, la esperanza y el espíritu progresista de comenzar a partir de hoy, de
tomar este momento como un nuevo punto de partida. Darse por vencido o alejarse de
los problemas es ser derrotado. Pase lo que pase, jamás pierdan la esperanza”.
También, en una de sus “Conversaciones sobre la juventud”, Sensei afirma: “Lo
hecho, hecho está; ¡por delante hay un único camino, y es el del futuro! Así que fijen la
vista en el porvenir y avancen, siempre con esta ardiente decisión: ‘¡Hoy empiezo,
desde este instante!’. El espíritu de ‘comenzar a partir de ahora’ es el corazón del
Budismo de Nichiren Daishonin y es la esencia fundamental del daimoku. Por eso se lo
llama el ‘Budismo de la verdadera causa’: la que se hace a cada instante”.

Potrebbero piacerti anche