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Hoy bailo

sobre tu sombra

Ana Isabel Stellino


poesía
Hoy bailo
sobre tu sombra
Ana Isabel Stellino
© Ana Isabel Stellino

1a edición. 2000. Impresa.


Enkidu Editores
Ediciones del Lirio
ISBN: 968-6545-05-0

2a edición. 2009. Internet.

Ilustración de la portada: Alicia Casares


El principio/la ausencia

Surgen muchas palabras,


todos los silencios.
Ellos son señales de este cuarto
donde revivo en lejanías sin nombre,
con un país de perfiles escarlatas
que inverna a mis costados.
No puedo abandonarlo ni lo intento,
sólo abro la distancia que murmure,
el sueño que corra.
Porque hay algo que dejé entre los libros,
las calles y la gente:
Voy atrás asiendo los recuerdos
como un salto imaginario en la sonrisa,
los pasos que se lloran y la tierra,
tratando de horadar en el presente
aquello tirado en el olvido.
Recupero
un puñado que faltaba en este espacio
y voy a decirte cada hora
que, imperceptiblemente, se fue hacia adelante,
separándonos.
Porque estoy yendo atrás
en la escapatoria infinita de un rock
que no llegamos a cantar
y que hoy
necesito.
3
Son puras mentiras

Tal vez esperaban que muriéramos.


Tal vez con las primeras ráfagas de enero;
volteando la cabeza hacia el aire caliente
cuando el polvo sube las veredas
y un vago remolino se pega a los ojos.
Esperaban que abriéramos la casa,
dejarla entrar como una pasajera
y sentarse en las baldosas con su imagen vacía.

Desmentimos.

Pudimos reconocer su figura delgada.


La muerte quedó afuera y nosotros
aún crecemos entre los cardos brillantes;
damos vuelta por la noche
vestidos de luciérnagas;
aún crepitamos en los troncos y en el barro
aún amasamos nuestras caras.

4
Mimografía

No hay nadie en los rincones


ni en los pasillos.
Su voz madura con la sombra
detrás del escenario.
Alguien lo dejó sin despedida.
Desapareció, apagando las butacas.
No bajaron el telón.
No quitaron los cuadros.
Una pantomima sigue representándose
y un sombrero cae por la cabeza
su cabeza
la misma que mueve unos labios
y se inclina
tratando de decir
lo prohibido.
Un mimo se rompe con las tablas,
rueda por abajo,
hace su canción.

5
Seremos otro tiempo
en la oscuridad

Buscaremos nuestros nombres en lo invisible


mientras la marea permanecerá inmóvil
sobre las sábanas
sorprendida/muda/dolorosa
va a esperar por nosotros
sospechando las marcas que dejaremos
sobre caracoles y almejas,
vientres de tiburones agazapados.

Vos vas a vestirte de buzo.


Quizás yo misma te alcance la escafandra
pronunciando lo más parecido a tu cuerpo,
y me acordaré de estos días
en que el amor es un castillo de cigarros
deshecho cada vez que se fuma.

6
La noche de uno

Esta es la penumbra;
los cientos de pasillos donde nos quedamos
atascados
simulando escenas pintorescas que delatan la
soledad;
es lo que aún permanece
después de haber lustrado escaleras milenarias
soñando con nuevos peldaños que aparecerían detrás
[de las curvas
bajo un techo carcomido por el polvo;
y es el miedo
a descubrirnos cara a cara
con nuestras pequeñas debilidades floreciendo entre
las sombras
igual que carcajadas reprimidas
como llorar.
Medio ocultos en las calles
nadie nos ve ni reconoce
este asomo de ternura que se vuelve a extinguir
cuando recomienza la comedia cotidiana y el sol
se estrella entre los muros.

7
So my brethren, my sisthren
the preaching and talking is done
we gotta live up

(Bob Marley, Survival)

Busco la voz que parte la tierra,


el grito necesario:
me sube la sangre
hasta que arden las manos
más arriba de los montes
más lejos,
chorreantes de barro caliente,
de enmarañadas raíces que aprietan
la médula de los días.
Busco sus bocas,
palabras que ruedan igual que lava,
duras y burbujeantes y turbulentas.
Tienen la ferocidad de la vida
encajada en el vientre.
Y me busco,
semiderruídos mis sueños,
acabadas mis glorias,
cuando sus pasos gigantes
arrancan la rebeldía de las sombras
y rehacen caminos milenarios.
8
Eso

Digamos que se llama confusión


una palabra dormida entre tantas otras
o digamos que ha nacido sin nombre
incluso sin cuerpo ni espacio
podemos negar también su espiritualidad
y buscarlo en lo concreto
que nos quedó pegado entre los dientes

9
Suma

Nos conmueve
una mesa áspera y sin orden
un silencio
un mate sorbido ruidoso
un temblor en la mano derecha
una pluma rezagada entre los dedos de la
izquierda

otro mate callado


tu voz sobre la máquina de escribir
mi voz bajo papeles
algo que se extiende a través del mantel y
son miradas
cierto pretendido desentendimiento
un vacío
el mate que rezonga en sol sostenido re
la pluma rodando por el suelo
un entendimiento no pretendido
la pava quieta
un llenarse de nosotros por nosotros para nos
un bostezo

10
Y así

Con la vela a punto de consumirse


el amanecer a punto de surgir
digo que te amo
un segundo estirado para siempre
más veinte renglones
de una historia inacabada

11
Blues paradual

Luis en la ventana
sin sombra
sin vuelo
siempre pendiente de sus ojos
imagina
que el mundo se calla
mientras ella abre la boca
cerrando
el dormitorio

12
Cada minuto

para alberto

Quién sabe quién me los regaló/de dónde


aparecieron
pero tengo diez minutos,
diez escarapelas rosadas que brotan lentamente
sobre tus grietas/mis arrugas.
Puedo deslizar mis pensamientos por tu piel,
aclarar la mañana.
Quizás no haga más que nombrarte
estrellando tu cuerpo en este espacio.
Quizás tantas cosas que surgen y se esfuman
como decir que te quiero y/en fin, que ya es tarde.

13
Irregular

Pienso en vos —ahora


cuando el aire se limpia de sus rutinas
y queda quieto y silencioso
de pared a pared
de imagen a duda
pienso
en tus manos/en tus ojos/en tu
barba/color/
miel y cebada
y te abrís como un abanico
de significados ambiguos
filoso
venís a cortarme el centro de la noche
(mi centro oscuro)

en el preciso instante en que


pienso
amar no se conjuga regularmente/vos
sos el principio de mis deseos

14
De agua

Con tanta tormenta


se borran los límites de lo posible,
transfiguro los espacios que te implican
y los cerros
gotean sus nieblas redondas.
Pienso que sos
una carcajada que se cuela en mis
alcantarillas.
Tal vez no reaparezcas o quizás
ovilles las raíces de mis huesos.
Pienso que tenés
caballos marinos enredados en el pelo
y vas a sembrarlos cada mañana
en un charco poroso,
donde duermen realidades de cartón
y los silencios
esperan el crepúsculo.

Cuando el sol hienda esta hora mojada,


¿seremos otra columna de vapor
que se disuelve?

15
Personaje

Esta mujer de sueños pardos


que toca la noche con sus ojos desnudos,
que es el deseo de muchos,
la ambición de nadie,
y que soledad tras soledad
se llena de agujeros.
Esta mujer cuyo nombre desconozco
pero que de alguna forma envidio y de otra
compadezco,
esta mujer, repito,
no se deja escribir,
no me deja.

16
De papel/blanco

Sos como las mentiras que invento a medianoche.


Sideral e inútil. Mágico e ingenuo.
Sílaba que escapa del silencio pero no alcanza
los nombres prometidos.
Me rondás.
Te escabullís entre mis imágenes.
Me hacés sentir tu presencia borrosa.
Y puras cenizas se dispersan
cuando abro la ventana.

17
No digo adiós

Te escribo setenta poemas y setenta poemas


no bastan.
Sos como el azúcar que disuelvo en mi café,
hora tras hora
te evaporás calladamente y apenas
me dejás el regusto de las alegrías mohosas,
promesas que no tienen mañana.
Pero no digo adiós.
Escurro mi cuerpo en tu arena húmeda
y absorbo almejas que se prenden a mi piel.
Espero con el sol apretado entre los dientes.
No me escondo.
Por tantas cosas que quisiera pedirte
y son tragadas en el aire doloroso
que nos circunda
sé que huele a muerte tu indiferencia,
a caminos devastados, huellas secas,
pero aún palpito amor en esta sangre oceánica y
sencillamente
desarreglo mi reloj
para que encuentres tu tiempo.

18
Close‑up

Siento dolor
como un reguero azul y profundo
que me encuentra
contando los pasadizos de la tarde,
en la cual
los pájaros castaños de tus manos
me presionan,
me muestran los látigos transparentes
que te están hiriendo,
me están hiriendo
con sus ásperos sonidos de miseria.

19
Desfasaje de un día pardo
y todo llueve

Solían volar los gorriones por tu pelo


llenarte los ojos de café
suelo extrañarte

Tal vez sea un momento en los tejados


donde cuento las gotas de la lluvia
que te nombro te dibujo
y te tiro en las rendijas de la calle
como papeles mojados

Luego
bajo a la cornisa esta explosión de humo
y cuento lo que estaba
lo que vino ocurriendo entre los días
luego me callo
dejo que el aire se atragante en mis pulmones

Quién sabe repito


quién sabe tantas ganas de llorar
de esgrimir los vidrios en tu cuerpo achatado
de verte parejo sobre el suelo
y ahora cierro la ventana
me acoplo a los rincones
y te dejo en la vida
20
Tal vez mañana me convenza en fin
tal vez entienda los ojos de la muerte

21
La noche de varios

Entonces la soledad es demasiado grande, absurda,


y necesitamos mucho tiempo por delante,
aunque sólo sea para escuchar una voz.

Todavía no podemos comprenderlo.

Ni siquiera cuando el humo se extiende en los


ladrillos
borrando las letras que pintamos.
Los autos se detienen. Nos observan.
Y le tengo miedo a esa hostilidad no pronunciada
pero metida en la piel como alfileres.

Aún no entiendo.

Estamos parados en la boca de un sepulcro


o escondidos entre rejas invisibles:
nadie nos llama ni deja su nombre.
Tampoco hay direcciones conocidas.
Vagamos por la tarde guardando nuestro aliento
mientras salen las patrullas a buscar a los
amigos.
Algo crece adentro, nos devora.
Y vamos a caer antes que anochezca;
lo presiento en las garras que se aprontan,

22
en la asfixia, este temblor,
los dedos que señalan desde el fondo.

No me explico:

Hay gente que sale sin paraguas


cuando llueve oscuridad, casi granizo.

23
Intermedio

Y aquí, entre tanta basura acumulada,


he pensado en la inasibilidad del silencio
y en su infinitud,
como si no quedara nadie en la tierra
a quien dirigirse
o como si las posibilidades de sobrevivencia
se hubieran agotado de repente.
Repito que no es cierto aunque la noche
me traicione
y mis manos se entierren entre cáscaras y
polvo.

No tengo nada que gritar, ni siquiera


el hambre de saberme sin deseos:
porque apenas puedo encogerme de hombros
al mirar un agujero que se parece a la luna
y dos estrellas sin vida
ni ganas de saltar sobre los techos.
Más tarde deslizaré esperanzas igual que
un moribundo.

Sentada en los despojos de una ciudad


inacabable,
la bruma va a manchar mi último horizonte.

24
Desencuentro

Si te hubieras quedado
para apretar mi cuerpo entre tus pozos
y aristas
quitándome estos parches de temor
que se prenden a mi piel
me desgarran
Vos entre todos horadando escondrijos
harías más profunda cada una de mis
huellas
(la locura de las sombras mordida al fin
para abrir el escenario)
Vos arañando mis paredes/blandas
reventando el globo invisible en que
me muevo
habrías tenido incluso el fondo del abismo
un segundo
para volcar en tus dedos la sabiduría
primigenia

Y yo te hubiera profanado
Seguramente

25
El lugar amarillo

Y sueño el mar como un suspiro redondo


las olas rojizas de la tarde
un sorbo de arena
El viento se ata a mis tobillos y cuatro
cangrejos
cuatro escarapelas oscuras parpadean

Y sueño la longitud de la playa con el sol


sobre los hombros
la soledad encrespada
¿Dónde voy a guardar mis pensamientos?

Las rocas chorrean sus años musgosos


un surco de sal se abre en la carne y las
gaviotas
el olor de un silencio que trepida

¿Dónde escribiría mis secretos?

26
Mudanza

Esta casa será abandonada.


Las paredes ya están limpias,
los espejos embalados
y cada cosa
seguirá ocupando su rincón preferido
infinitamente.

27
Mohoso

Llena de nicotina
crecida de humo
soy
carne amarilla rancia
igual que tu mirada
guardada en las valijas
mientras te vas
rompiendo los muelles de la tarde
y desnuda
tu figura barrosa entre papeles
cubierta de tiempo
silencio
y distancia

hago un pequeño garabato y te fumo


me inundo de nicotina
humos de colores
por llenar de algo esta ausencia envejecida
que se duerme adentro
me roba
me oscurece

28
Compañía

Ellos no son este pasaje sin regreso.


No tienen ni el más remoto parecido
con el sueño moribundo de la tarde
—única hora para respirar
igual que en casa.
No saben del temor ni de la muerte
y menos aún de aquellas cosas
que nos encontraron juntos
al llegar al aeropuerto,
que subieron con nosotros
por encima de las nubes
y, rehusando toda posibilidad
de abandono,
florecieron después
como ajenidades certeras.

29
Laguna

Si éramos
cuando fuimos otra cosa
antes de afilarse los miedos
un soplido que lloraba
al mismo tiempo de entonar
no digamos música
o silbidos
ni siquiera un paso que lloviera
sino un silencio
casi redondo transpirado
y hundido el pie por las cenizas
unas cuantas ojeras
con el mismo temblor en la garganta
bajamos los cristales
y detrás
hicimos señales casi riendo
aunque nadie quedara para ver
ni oír a este sol descascarado
cuando dejamos el dolor
que se pudriera

30
De leyenda

Tal vez alguien vuelva atrás por las cosas que


no vivimos
revuelva papeles empolvados un desván sin
existencia
y se mire.
Tal vez quede un lugar para afilar los retratos
construir un misterio una ilusión sin sentido
y nos mire.
Tal vez murmure su propia letanía
un discurso de historia que se inventa
descubra otro idioma con los restos de palabras
o lo que nunca pudo pronunciarse
o todo al final
para entender una boca que se cierra.
Y no diremos que es mentira porque esperamos
este instante
un placer renovado por los cuentos de hojalata
y ese humear de actos
que nunca cometimos.

31
Rocas en Belle‑Île
(Monet‑1886)

a Mauricio Ciechanower

Quizás alguna vez las observaste


detenidas en su constante ondulamiento.
Las aspiraste
serpenteando entre azules y espumas.
Más tarde se hicieron carne sobre tus huesos.
Y antes de la última pincelada
se reacomodaron en el centro de la tela.
Y hay algo de grandiosa soledad,
algo de profundidades y tristezas
removiéndose desde el fondo a los costados.
Estás adentro,
de óleo y marejadas.
Pero es inútil decir cuánta vida
porque, después de todo, transcurrió un siglo
y, más que historias, es tu historia
que se arrolla a tus pies
y no te deja.

32
Noticia

Bien sé que hoy salieron a las calles


tamborilearon las esquinas con sus pies calientes
estallaron sus voces
Buenos Aires se infló de broncas arrastradas
entre cadáveres humeantes
primaveras perdidas
las desilusiones encendieron alguna puerta
con el quizás doliente
hacia el futuro

Bien sé
pero lo demás lo imagino
en este cubo de amores y dudas y meses
que se van
por veredas calladas
mientras grabo un país en mi pobreza
con un cincel de sueños largos

33
(Des)habitación

Lo único cierto es el cuarto solo


al fondo de la casa.
Sus paredes descascaradas,
polvosos los libros en los estantes,
amarillentos los pósters y las luces
que hienden el vaho de lo inútil.
Lo único que permanece,
al final de los días,
son baldosas escarchadas, desparejas,
algún recuerdo
y el desvaneciente rumor de lo indecible.
Vendrá el amanecer con sus nieblas azules,
se cobijará la tarde:
un cigarrillo más para fumar
y el humo inmóvil.

34
La noche mía

Son goteras
flacas miradas que se filtran
en la oscuridad desnuda
Me entumecen los pensamientos
los sentidos
Yo
que me nombro en esta soledad desvencijada
con puñales de sal hiriendo mis costados
soy esta hojarasca que se disgrega en el tiempo
las brújulas rotas
Extiendo mis manos a través del vacío
y palpo murallas
el moho tierno de las deserciones
Soy yo
quien se ahueca por fin en el polvo
casi sonriendo telarañas
para precipitar mis huesos en los rincones
olvidados
ajena y prescindible
como un soplo polar

35
Los cascarones

Que se detenga un segundo el viento


para que pueda palpar
mis pasos sobre las rocas.
Trato de entender las raíces quebradas,
los bajofondos de esta voz que carraspea
sobre el pasto quemado,
el polvo tieso.
Tanta inquietud sopla entre las calles
donde los faroles se ensucian de vejez
y las sombras
agitan desesperanzas pretéritas
para arrojarlas a un bache desprevenido,
a cualquiera que cruce hoy:
un remiendo más y sin embargo
el deseo cae por las alcantarillas,
irrecuperable.
Me encuentro erosionada en los muslos de
la noche,
igual que te encontraste y se encontraron.
Alguien querría construir la historia de
mañana
pero los huracanes barren la aurora
y más allá de la inercia
nadie escucha.

36
Fantasma

Extenderé en el patio
las pequeñas obsesiones que me persiguen
los inútiles laberintos donde me pierdo
mis múltiples abismos
Este invierno
en que cada gramo de sol disloca mi balanza
y la memoria juega con sueños escarchados
porque tenés más presencia
de la que hubiera querido
y yo
menos palabras para nombrarte

37
Translúcido

Olor de granizo que rompe los charcos,


porosidades que ahondan las veredas,
las paredes crispadas.
Un miedo profundo me aplasta en los
cristales:
estás entre el agua
como una verruga del abandono,
como yo
tras mis rejas.
Todos abrazamos esta claridad de bordes
grises,
tiramos adoquines a los sueños.
La hora de la magia nos olvidó en su
camino
y la lluvia nos empareja:
cada dolor al descubierto.

38
Y no tengo razón

Las paredes son como ríos,


enmascaradas por los sueños.
Aleteos terrosos que me descubren
bajo mis ansiedades partidas,
inmisericordes,
avasallantes.
Hoy sopló el viento por alguna rendija.
Tomó mi cabeza como al descuido.
Tan frías sus manos.
Volaron las ilusiones
igual que mantos acuosos.
Y desperté:
tengo algo de lágrima solitaria
abrazando el desierto.
Nada de razón.
Nada cálido.

39
El antifaz en el suelo

Que los días ruedan.


Que las horas se deslizan cuesta abajo.
Que los minutos nos sobrepasan sin mirar.
Lo sabemos.
Mancha por mancha tenemos marcado el
tiempo en nuestra piel.
Y aún caminamos.
A pesar de que la sangre se escapa de sus
costras
y atenaza nuestras piernas.
Todavía nos movemos. Y respiramos.
Y sacamos la risa de nuestros bolsillos des‑
gastados. Acudimos a los sueños.
Y hablamos de ternuras con la voz entrecortada.
Porque sabemos.
El aire se teje con hebras filosas. Y aquí
donde toda mascarada se termina
podemos palpar nuestros desgarramientos bu‑
llentes.
Verlos crecer y conjugarse. Cada vez
más lejos del olvido.

40
Las voces del desamor (I)

Quisiera decir que estamos cerca,


que en el delirio azul‑amor de medianoche
somos murciélagos sedientos de nuestra carne.
Y no esta oquedad
pisoteada ya sobre las sábanas
escupida y babeante
que nos enfrenta.

41
Las voces del desamor (II)

Desarticulada
mustia
inerme
dejo que subas por mi piel
sin quebrar la superficie
te intuyo
tratando de abrir cerrojos oxidados
y pienso que es de risa
tanto amor
comido por fantasmas.

42
Para abandonar en la playa

Sangro, me desangro y tanta agua


no alcanza a lavar mis heridas.
Sé que el sol flamea en alto,
que las gaviotas me rozan y se alejan,
que la vida es este instante
grabada con furia en la rompiente.
No hay más. Sólo guijarros.
Y aún extiendo mi carne en los abismos,
abro corales con los dientes:
cuánta sed me invade, me tritura,
y todo el silencio no contesta.

43
—after all it’s not easy
banging your heart against some mad bugger’s wall.

Pink Floyd

Revuelco la voz en el tiempo solo.


Mido las distancias. Gasto los deseos.
No me atrevo a afirmar
que la desesperanza me cubre con sus
costras
porque aún late la tierra,
pero la incertidumbre me llaga el vientre
y las realidades posibles se bambolean
vencidas por el polvo.
Tal vez el páramo invente su propio
interlocutor.

Tal vez sean fantasmas.


El día va a amanecer con sus glorias
rotas y
cada quien
fraguará otro candado para su puerta.

44
La nieve cayó en el sur
y hoy bailo sobre tu sombra

Hoy, cuando la lluvia inunda mi ventana,


veo ese pájaro‑país de fronteras trashumantes
que dispara espejismos desde lejos.
Entonces retomo mis nostalgias,
hablo de calles empedradas y tilos y naranjos,
hablo de la gente
que le ponía olor de asado y voz de
fútbol a los domingos,
y también
le doy su lugar a los rencores
mientras acaricio cicatrices, restos de
mordazas.
Aún encuentro el terror en el fondo de mi bolsa.

Este enclave de tristezas no va a deshacerse.


Sus raíces son mi cuna y en mi carne se
reproduce cada día.
Pero hoy te miro, pájaro‑país de alientos
huecos,
y comprendo que las distancias se construyen.
Sólo nos quedan nuestras sombras respectivas.
Incluso
tenemos otro ritmo para bailar
las roturas de este siglo.
45
Poema escrito una noche de invierno
para recordar otro invierno
cuando, bajo los cascarones transparentes de la tormenta,
escribimos un café y
tomamos poesía

¿Dónde estarás
que mis vacíos te nombran?
Me lleno de nostalgias, rebalso,
y desde los perfumes perdidos me muerde tu
figura,
enorme oso azul que bambolea su peso
entre naranjos y tilos,
veredas aplastadas por la lluvia.

¿Tendré algún lugar dentro de tus grietas?


¿Me habrás hundido en la frágil humareda de
los años?

Tanto para decir de mí a través tuyo —nada


que sepas,
nada que hayas tenido intención de cultivar—:
en cuánta periferia me consumo, por ejemplo,
o los múltiples terrores que me abrazan
en las horas de abandono.
46
Todavía deslizo por mi piel un invierno
inconcluso.
Te arrastro bajo soles descompuestos.
Sos la voz que subyace,
el territorio oscuro que divide mi memoria
y transforma mis enigmas en equívocos y
ausencias.

¿Quién aseguró las cadenas que iban a


excluirme?

¿Sabrás de este espacio


que me dejó inexplicada?

Borraron de un soplo la resaca adolescente,


dispararon heridas, prohibieron refugios:
permaneció tu sombra
para bautizar la impotencia
cuando se acumularon los kilómetros en la
puerta de calle
y las rutinas
empolvaron la esperanza.

¿Qué hace el tiempo con sus almanaques?


¿Los archiva en un cajón? ¿Los quema en el
baldío?
¿Los enrolla apretados para formar barrotes?

47
Te dibujo en los restos de café,
con las cenizas de incontables cartas
que no encontraron dirección,
y desgloso algún suspiro:

Cuando te llevaron, Cutro,


te hicieron verbo potencial, rondador de
soledades.

48
Contenido

El principio/la ausencia 3
Son puras mentiras 4
Mimografía 5
Seremos otro tiempoen la oscuridad 6
La noche de uno 7
Eso 9
Suma 10
Y así 11
Blues paradual 12
Cada minuto 13
Irregular 14
De agua 15
Personaje 16
De papel/blanco 17
No digo adiós 18
Close‑up 19
Desfasaje de un día pardo y todo llueve 20
La noche de varios 22
Intermedio 24
Desencuentro 25
El lugar amarillo 26
Mudanza 27
Mohoso 28
Compañía 29
Laguna 30
De leyenda 31
49
Rocas en Belle‑Île (Monet‑1886) 32
Noticia 33
(Des)habitación 34
La noche mía 35
Los cascarones 36
Fantasma 37
Translúcido 38
Y no tengo razón 39
El antifaz en el suelo 40
Las voces del desamor (I) 41
Las voces del desamor (II) 42
Para abandonar en la playa 43
La nieve cayó en el sur
y hoy bailo sobre tu sombra 45

50
La edición para internet de
Hoy bailo sobre tu sombra de Ana Isabel Stellino
se terminó en la Ciudad de México
en julio de 2009.

En su composición se usaron
tipos de la familia Candida BT.

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