Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
ISBN 0-8297-3929-7
EL PRIMER PASO A LA LIBERTAD
El Camino a la Recuperació n – Parte 1
“He visto como han actuado, pero los sanaré . Los guiaré y les ayudaré , y conso-
laré a los que lloran. Ofrezco paz a todos, a los que está n cerca y a los que esté n
lejos”. Isaías 57:18 (DHH)
“No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco.
Ahora bien, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo en que la ley es buena; pero,
en ese caso, ya no soy yo quien lo lleva a cabo sino el pecado que habita en
mí”. Romanos 7:15-17 (NVI)
____________________.
____________________.
“Así que descubro esta ley: que cuando quiero hacer el bien, me acompañ a el mal
... pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley
del pecado. Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me tiene cautivo”. Romanos
7:21,23 (NVI)
________________________.
“Mi fuerza se fue debilitando como al calor del verano, porque día y noche tu
mano pesaba sobre mí. Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije:
«Voy a confesar mis transgresiones al Señ or», y tú perdonaste mi maldad y mi peca-
do”. Salmos 32:4-5 (NVI)
________________________.
“Nunca tendrá s é xito en la vida si tratas de esconder tus pecados. Confié salos y
renuncia a ellos; entonces Dios mostrará su misericordia sobre ti”. Proverbios 28:13
(DHH)
III. LA CURA: ________________________________.
Incapaz de cambiar
Incapaz de controlar
Incapaz de enfrentar
Dios resiste a los orgullosos, pero da gracia a los humildes.
Santiago 4:6 (NVI)
Hoy estamos comenzando una nueva serie a la que hemos llamado el Camino a la
Recuperació n, y esperamos que la misma obre grandemente en su persona. Es sorpren-
derte có mo el mundo se ve mejor cuando su persona es puesta en orden en la forma
correcta. En esta serie hablaremos de có mo manejar y vencer las heridas de su vida,
los há bitos que está n destruyendo su vida y los complejos que han causado dolor en
ella. Heridas, há bitos y complejos.
El versículo que hemos elegido como base para este paso de nuestra
serie “El Camino a la Recuperació n” es Isaías 57:18 (DHH), donde Dios
dice: “He visto como han actuado, pero los sanaré . Los guiaré y les
ayudaré , y consolaré a los que lloran. Ofrezco paz a todos, a los que
está n cerca y a los que esté n lejos”.
Esta es una gran promesa de Dios. Note que hay cinco partes en la recuperació n
que Dios desea hacer en su vida.
Esta serie es para todos. Todos necesitamos recuperació n, a menos que alguien
haya vivido una vida perfecta. Pero si no ha sido así, si no ha vivido una vida perfec-
ta, si ha sido herido, si ha tenido un complejo o há bito del que le gustaría deshacerse,
necesita recuperació n.
La buena noticia es que sin importar el problema del cual necesite recuperarse, ya
sea emocional, financiero, relacional, espiritual, sexual o de otro tipo, los pasos para
recuperarse son siempre los mismos. Estos no varían.
Reconozco que no soy Dios. Admito que soy incapaz de controlar mi tendencia a
hacer lo malo y que mi vida es inmanejable.
¿Se queda despierto hasta tarde cuando sabe que necesita dormir?
¿Come o bebe má s calorías de las que su cuerpo necesita?
¿Siente que debe hacer ejercicios pero no los hace?
¿Conoce lo que es correcto pero no lo hace?
¿Sabe que algo está malo pero de todas formas lo hace?
¿Se ha dado cuenta alguna vez de que no debe ser egoísta pero
de todas maneras lo es?
¿Ha intentado alguna vez controlar a alguien o algo y se ha dado
cuenta de que usted mismo era incontrolable?
La Biblia tiene una forma de expresar esto. En ella se le llama a esta tendencia
nuestra “naturaleza pecaminosa”. La naturaleza de pecado nos lleva tanto a usted como
a mí a toda clase de problemas. Hago cosas que no son buenas para mí, las hago aun
cuando son auto destructivas. Sin embargo, no hago las cosas que son buenas para mí.
Respondo de la manera incorrecta cuando soy herido y con esto solo consigo aumen-
tar el dañ o, en lugar de disminuirlo. Reacciono de la manera incorrecta con las per-
sonas. Las trato de la manera equivocada y luego, cuando me doy cuenta de que esa
actitud no va a funcionar, esto me afecta a mí. Intento resolver problemas y a menudo,
cuando creo que los he arreglado, compruebo que se vuelven peor de lo que estaban
antes.
Proverbios 14:12 (NVI) dice: “Hay caminos que al hombre le parecen rectos,
pero que acaban por ser caminos de muerte”.
Usted siempre va a tener esa naturaleza pecaminosa, ese deseo de hacer lo malo.
Este permanecerá siempre con usted hasta que llegue al cielo. Y aun cuando sea cris-
tiano, todavía tendrá deseos que lo empujen hacia el mal. Pablo entendió esto.
En
Romanos 7:15 é l dijo: “No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino
lo que aborrezco”.
¿Le suenan familiares estas palabras? “Termino haciendo lo que no quiero hacer
y termino no haciendo lo que quiero hacer”.
El primer paso para la recuperació n es que usted entienda la causa de este prob-
lema. ¿Por qué sucede esto en mi vida? Primero, necesita entender la causa del prob-
lema, luego las consecuencias y má s tarde la cura para el mismo.
Este es el problema má s antiguo del hombre. Aun Adá n y Eva lo tuvieron. Dios
los puso en el paraíso y ellos trataron de controlarlo. Dios dijo: “Pueden hacer todo
lo que quieran en todo este paraíso excepto una sola cosa: No coman de este á rbol”.
¿Y qué hicieron ellos? Fueron directamente hacia ese á rbol, que era lo ú nico en el
Paraíso a lo que Dios le había puesto límites. Sataná s dijo: “Coman esta manzana (o
lo que haya sido) y sean dioses”. Ese ha sido el problema desde el principio. Querer
ser Dios. Querer tomar las decisiones uno mismo. Querer vivir nuestra propia vida.
Tratamos de controlar a otras personas. Los padres tratan de controlar a sus hijos; los
hijos tratan de controlar a sus padres. Las esposas tratan de controlar a sus esposos;
los esposos tratan de controlar a sus esposas. Las personas tratan de controlar a otras
personas. Hay reglamentos en su lugar de trabajo. Los países tratan de controlar a
otros países. Usamos muchas estrategias para manipularnos unos a otros. Usamos la
culpa para controlar, usamos el temor, usamos la alabanza. Algunos de ustedes usan el
lá tigo del silencio, del enojo y e la ira para controlar. Tratamos de controlar a las per-
sonas.
Tratamos de controlar los problemas, nuestros problemas. Somos buenos para esto.
Usamos frases como: “Lo puedo manejar, realmente no es un problema”. Eso es tratar
de jugar a ser Dios. “Puedo manejarlo, estoy bien. Realmente estoy bien”. Queremos
estar en control: no necesitamos ayuda y realmente no necesitamos consejo. Tratamos
de controlar nuestros problemas: “Puedo dejarlo en cualquier momento. Lo haré a mi
manera”. Pero mientras má s trate de arreglar su problema por sí mismo, peor será .
Tratamos de controlar nuestro dolor. ¿Ha pensado alguna vez cuá nto tiempo
des- perdicia huyendo del dolor? Tratamos de evitarlo, negarlo, reducirlo,
posponerlo y de escapar de é l. Y tratamos de hacer esto de diferentes maneras.
Algunas veces tratamos
de evitarlo comiendo o dejando de comer. Tratamos de posponerlo bebiendo, fuman-
do, consumiendo drogas, o involucrá ndonos en una y otra relació n. “Esta relació n es
lo que verdaderamente necesitaba para sentirme completo y realizado”... y entonces
iniciamos esa relació n. “Oh, me equivoqué , no era lo que pensaba”... y terminamos
la relació n. Y así continuamos una relació n tras otra. O desarrollamos algú n tipo de
há bito compulsivo para tratar de controlar el dolor. O nos volvemos abusivos y nos
enojamos con otras personas o nos volvemos críticos o prejuiciosos para esconder el
dolor. O nos deprimimos. Hay muchas, muchas formas de tratar de controlar nuestro
dolor.
El dolor viene cuando nos damos cuenta, en nuestros tiempos a solas, que nos
somos Dios y que no podemos controlar nada, y eso nos atemoriza. (Recuerdo que
Chevy Chase solía aparecer en el programa televisivo en vivo Sá bado por la
Noche, diciendo: “Hola, soy Chevy Chase, y usted no”. Y entonces solamente me
imagino a Dios diciendo: “Hola, soy Dios y tu no”.)
He aquí cuatro problemas que siempre aparecen cuando tratamos de jugar a ser
Dios:
3. Fatiga. Jugar a ser Dios cansa. Tratar de controlar todo, pretender que todo está
bien, negar algo, consume mucha energía. En el Salmo 32, David dice: “Mi fuerza
se fue debilitando como al calor del verano ... Pero te confesé mi pecado, y no
te oculté mi maldad”. La mayoría de las personas tratan de esconder su dolor y huyen
de é l mantenié ndose ocupadas. Piensan: “No me gusta có mo me siento cuando me
deprimo. No me gusta lo que viene a mi mente cuando pongo mi cabeza sobre mi
almohada, y no me gustan esos sentimientos y lo que escucho, por lo que me man-
tengo ocupado”. Huimos del dolor al estar constantemente en un ir y venir.
Trabajamos hasta el cansancio. O nos involucramos en algú n pasatiempo o algú
n deporte hasta que se vuelve algo compulsivo, y permanecemos en el campo de
golf,
en la cancha de tenis, o en cualquier otro lugar todo el tiempo. Incluso
podemos involucrarnos en actividades religiosas, podemos tratar de esconder nuestro
dolor tra- bajando de forma febril en las actividades de la iglesia. Esperamos que
cuando nos acostemos y pongamos la cabeza sobre la almohada, estemos tan
fatigados que dormiremos y no tendremos que escuchar nuestro dolor.
Si está en un estado constante de fatiga, siempre agotado, pregú ntese: “¿De qué
dolor estoy huyendo? ¿Qué problema no quiero afrontar que me motiva y me con-
duce a trabajar y trabajar para estar en este estado constante de fatiga?”
4. Fracaso. Cuando trata de jugar a ser Dios, la descripció n que hace Proverbios
28:13 (DHH) es una garantía de dó nde terminará : “Nunca tendrá s é xito en la vida
si tratas de esconder tus pecados. Confié salos y renuncia a ellos. Entonces
Dios mostrará su misericordia sobre ti”. Necesitamos ser honestos y aceptar nuestras
debili- dades, faltas y fracasos.
Para ayudarle a ser má s honesto con usted mismo y con Dios, planeo compartir-
le historias personales, testimonios de gente real que experimenta heridas reales en la
familia de nuestra iglesia. Hemos pedido a Mary Pritchard y a Dan Denton que com-
partan sus experiencias. Ambas son diferentes y se refieren a problemas muy distin-
tos, pero han contado con el mismo proceso para la recuperació n.
Mary: Soy una codependiente en recuperació n. Soy la hija mayor de cinco her-
manos y diría que tuvimos una niñ ez muy normal. No hubo abuso de drogas ni de
alcohol en mi familia, aunque no era perfecta. Teníamos un problema de
comuni- cació n. Mi mamá abusaba verbal y emocionalmente de mí. Me gritaba y
decía cosas que me destruyeron absolutamente y me hacían sentir sin valor. Tenía
mucho miedo
de su enojo. Me decía a mí misma: “Mamá , haré cualquier cosa para que esté s feliz y
así no te enojes conmigo”.
Así que empecé a decirle a mis padres lo que pensaba que ellos deseaban escuchar.
Comencé a ser lo que pensaba que ellos deseaban que yo fuera. Me volví muy plá sti-
ca. Ese fue el inicio de mi codependencia. Llevé ese mismo estilo de comunicació n a
mi matrimonio y en los primeros seis meses abusé verbal y emocionalmente de mi
esposo. Como é l no reaccionaba pensé : “Puedo arreglar esta situació n”. Decidí que
abandonaría todo y no lo confrontaría en nada. Eso me enfermó , así que
decidí:
“Olvida esto, sigue en tus cosas”, lo cual hice.
La historia que compartiré con ustedes es sencilla y real. En realidad es tan sim-
ple que podrá parecer aburrida. Cuando tenía doce añ os fumé mi primer cigarro, lo
hice en un bú nker tras el tercer hoyo en el campo de golf El Dorado en Long Beach.
Cuando estaba en sé ptimo grado, asistí a una actividad llamada el “Día de Walter B.
Hill” que se celebraba en la escuela Walter B. Hill. Tres de mis amigos
dijeron:
“Tenemos algunas cervezas”. Ese día me tomé mi primera cerveza. Me gustó . Me
hizo libre. Fue divertido. Me relajé y me hizo ser gracioso. Y le caía bien a la gente.
Así que comencé a emborracharme todas las semanas con los muchachos para estar
alegre, en
al onda y sentirme bien. Aumenté el consumo de martinis y luego pasé a la marihua-
na y a las drogas má s fuertes.
Hace diecisé is meses, mi esposa y yo fuimos a nuestro lugar favorito a cierta hora
del día donde las bebidas son má s baratas. Nos peleamos. ¡Qué sorpresa! Cuando
llega- mos a casa, me miró a los ojos y me dijo: “Amas al alcohol y las drogas má s que
a mí”. Era la verdad. Tengo que decirles que aquello era mi religió n. Dije: “Soy
un alco-
hó lico, tengo que cambiar”. Mi esposa me dejó y no cambié . Lo que sí hice fue llamar
a un amigo y salir a embriagarnos. Eso fue lo que hice. Me embriagué durante las
siguientes tres semanas. Un sá bado a las tres de la mañ ana, el día en que mi hijo de
doce añ os se iba a bautizar, estaba sentado solo, desnudo, con todas las botellas de
cerveza y las cajetillas de cigarros vacías a mi alrededor, abriendo un paquete de
cocaí-
na para matarme. Miré a mi alrededor y me dije: “¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Qué
paso con mis sueñ os? ¿Quié n se los robó ?”
Hoy mi vida es muy bendecida. Tengo mucho trabajo pero el gozo mayor que
tengo es que soy miembro de la Iglesia Comunidad del Valle de Saddleback. Fui bau-
tizado aquí por el pastor Tom y é l me cuenta que funcionó . Tambié n tengo el
privile- gio de ser líder de un grupo pequeñ o en Celebremos la Recuperació n, con el
que nos reunimos cada viernes por la noche. Si usted es esa persona que necesita
escuchar má s
de lo que estoy diciendo, venga y acompá ñ enos. Celebraremos nuestra recuperació n.
¿Có mo reacciona a historias como esa? He aquí dos formas en las que no
debemos reaccionar:
“Mi problemas no es tan malo”. Eso se llama negació n. ¿Qué tan mal tiene que lle-
gar a estar antes de admitir que necesita ayuda? ¿Qué tan doloroso tiene que llegar a
ser ese dañ o, esa relació n, ese dolor, ese problema, esa memoria antes que admita que
necesita ayuda? Desdichadamente debido al comportamiento humano, a nuestra natu-
raleza, postergamos el proceso de cambio hasta que nuestro dolor se vuelve má
s grande que el temor de cambiar. No cambiamos cuando vemos la luz.
Cambiamos cuando sentimos el calor y el matrimonio comienza a destruirse o los
niñ os comien-
zas a irse por malos caminos, o cuando recibe esa llama telefó nica en medio de
la noche. Ahó rrese ese dolor, comience pronto su recuperació n. Un hombre dijo: “A mí
me sucedió cuando el á cido de mi dolor finalmente atravesó la pared de mi negació
n”. Dios nos susurra en nuestros placeres, pero nos grita en nuestro dolor. El dolor
es el megá fono de Dios. Permite que eso lo mueva a buscar ayuda, a enfrentar el
hecho que
ha estado ignorando por diez, veinte, quizá s treinta añ os. ¿Cuá l es el nivel de su dolor?
Es una luz de advertencia para usted. Escú chelo.
2. “Está bien, pero yo puedo resolver mis problemas; esta serie de recuperació n es para otro,
no para mí”. Eso tambié n se llama negació n. A menos que haya tenido una vida per-
fecta, hay algunas cosas con las que necesita tratar. Usted dice: “Puedo manejar mi
problema, puedo cuidar de eso”. El hecho es que si usted pudiera manejarlo,
lo hubiera hecho, pero usted no puede, por lo tanto no lo hará . Si hubiera podido
con- trolar ese problema, no sería un problema, no lo tuviera con usted hoy.
Pero no puede, y no podrá . Esta negació n es tan antigua como Adá n y Eva. Ellos
tenían un problema. Huyeron y se escondieron tras el arbusto. Dios los había
hecho y Dios había hecho los arbustos y ahora se estaban escondiendo de
Dios. Así de iló gico. Algunas veces le pregunto a las personas: “¿Le ha contado a
Dios acerca de su herida,
su há bito o su complejo?” Ellas contestan: “Ah, no, no quisiera que supiera de eso”.
No puede mejorar hasta que confiese, afronte sus faltas y admita: “Soy incapaz”.
III. LA CURA
Admitir que no soy Dios significa que reconozco tres hechos importantes de la
vida. La madurez viene cuando:
R.E.C.U.P.E.R.A
Reconozco que no soy Dios; admito que soy incapaz de controlar mi tendencia a
hacer lo malo y que mi vida es inmanejable.
EL SEGUNDO PASO
“En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca
a Dios tiene que creer que é l existe y que recompensa a quienes lo buscan”. Hebreos
11:6 (NVI)
Tres partes
I. Reconocer la de Dios.
“Porque desde la creació n del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir,
su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a travé s de lo que é l
creó ”.
Romanos 1:20 (NVI)
“É l es la imagen del Dios invisible, el primogé nito de toda creació n”. Colosenses
1:15 (NVI)
Dios todo acerca de mi situació n.
“Tú has visto mi aflicció n y conoces las angustias de mi alma”. Salmo 31:7 (NVI)
“Tan compasivo es el Señ or con los que le temen como lo es un padre con sus
hijos. É l conoce nuestra condició n; sabe que somos de barro”. Salmo 103:13-14
(NVI)
“Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía é ra-
mos pecadores, Cristo murió por nosotros”. Romanos 5:8 (NVI)
Dios puede mi vida y mi situació n.
“Pido tambié n que les sean iluminados los ojos del corazó n para que sepan ... cuá
n incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Ese poder es
la fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre
los muertos”. Efesios 1:18-20 (NVI)
“Lo que es imposible para el hombre es posible para Dios”. Lucas 18:27 (DHH)
“Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cum-
pla su buena voluntad”. Filipenses 2:13 (NVI)
“El espíritu que Dios nos da ... nos llena con poder, amor y dominio
propio”.
2 Timoteo 1:7 (DHH)
Có mo conectarse al poder de Dios: y ___________.
“Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubri-
rá n sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemará s ni te abrasará n las llamas”.
Isaías 43:2 (NVI)
DÓ NDE OBTENER AYUDA CUANDO ESTÉ HERIDO
El Camino a la Recuperació n – Parte 2
Hebreos 11:6
Puede que algunos de ustedes no se haya percatado de que cuando el lunes de esta
semana llovió torrencialmente, hubo una parte del lago Forest que se desbordó .
Glenn vive en una de esas á reas. El condado de Orange envió a un reportero a ese
lugar, el cual encontró a Joann, la esposa de Glenn, sentada en el techo de su casa
mientras las cosas flotaban a su alrededor. El reportero se subió al techo y pudo ver
un caballo y un automó vil que flotaban. Luego de unos minutos, é l vio un sombrero
que flotaba tam-
bié n. Observá ndolo mejor, se fijó que el sombrero se movía en una extensió n de vein-
te pies alrededor de la casa en una forma que parecía un movimiento premeditado.
Despué s de observar al sombrero en ese extrañ o ir y venir por unas siete u ocho veces,
le preguntó a Joann: “¿Tiene usted alguna idea de lo que ocurre con ese sombrero?” A
lo que ella contestó : “Ese es Glenn, el loco de mi esposo. Dijo que hoy iba a cortar el
cé sped pasara lo que pasara”.
El problema que tenemos hoy es que muchos de nosotros todavía estamos preo-
cupados por cortar el cé sped mientras la casa está flotando.
Ya hemos dicho que todos necesitamos pasar por el proceso de recuperació n por-
que ninguno de nosotros es perfecto. El mundo es imperfecto. Todos hemos sido
dañ ados, todos tenemos complejos, todos tenemos há bitos que nos gustaría que desa-
parecieran. Todos necesitamos pasar por el proceso de recuperació n. Sin importar el
problema, la herida, el complejo o el há bito, los pasos que hay que dar son los mis-
mos.
Tambié n dijimos que la raíz que causa todo esto es nuestro deseo de controlar
las cosas. Mientras má s inseguros somos, má s queremos controlar las cosas.
Queremos controlar nuestras vidas, las vidas de los demá s, el ambiente en que
otras personas viven; en una palabra, queremos ser Dios. Queremos ser el centro de
nuestro univer-
so. Pero cuando tratamos de ejercer este control, lo ú nico que conseguimos es termi-
nar fatigados, frustrados y fracasados.
¿Có mo se rompe con eso? ¿Có mo puede romper con esas cosas?
Necesitamos superar la negació n. La negació n es lo que nos impide
movernos hacia delante, hacia la recuperació n. Decimos a modo de excusa:
“Realmente no es un problema... Estoy bien... No hay de qué preocuparse. Puedo
manejar la situació n”. Y, ademá s de excusarnos, acusamos a otros: “Si tan solo mi
esposa (o mi esposo) fuera de
otra manera, nuestro matrimonio andaría bien”. Jugamos al juego de la culpa.
Acusamos y nos excusamos. Cuando alguien nos pregunta: “¿Có mo te va?”, contesta-
mos: “En lo que cabe y dadas las circunstancias, me va bien; sí, estoy bien... a lo
menos por el momento todo está bien”. Es como si el diá logo anterior se tuviera con
alguien que ha saltado de lo alto de un edificio y se encontrara a medio camino. “Sí,
dadas las circunstancias, por lo menos hasta aquí, todo va bien”. Tenemos que
aprender có mo tratar con la negació n.
¿Qué le parece el siguiente anuncio en un perió dico?: “Se ha perdido un perro de
tres piernas, ciego del ojo derecho, le falta la oreja izquierda, no tiene cola, fue recien-
temente castrado y responde al nombre de ‘Afortunado´”. Una excelente manera de
ilustrar la negació n. ¿No le parece?
Nuestro ministerio de camisetas me hizo una camiseta que dice: “La negació n no
es un río de Egipto”.
¿Cuá l es el antídoto para la negació n? ¿Qué hace que finalmente afrontemos nuestros
problemas?
El antídoto de Dios para la negació n es el dolor. Pocas veces cambiamos cuando
vemos la luz; cambiamos cuando sentimos el calor. No cambiamos hasta que nuestro
dolor no excede nuestro temor a cambiar. La mayoría de las personas casi nunca se
mueven hacia la recuperació n hasta que son forzadas a hacerlo porque ya no hay otra
opció n.
Dios usa tres circunstancias para acabar con la negació n, son cosas para llamar
nuestra atenció n y forzarnos a intentar la recuperació n en nuestras vidas:
3. Catá strofe. Espero que Dios no tenga que usar esto en su vida. Cuando llega-
mos al punto má s bajo física, emocional, espiritual y financieramente, así como
en nuestras relaciones, cuando tocamos fondo, lo que sucede a menudo es que Dios
tiene que dar un paso atrá s y dejarnos sentir el impacto total de nuestras malas
decisiones.
“¿Quieres ser Dios? Está bien”. Y é l simplemente retrocede y te permite ser Dios. Es
entonces que cosechas lo que sembraste y sientes todo el impacto que causa una catá
s- trofe en tu vida.
Dijimos que EL PRIMER PASO EN LA RECUPERACIÓ N ES
RECONOCER QUE NO SOY DIOS; ADMITIR QUE SOY INCAPAZ DE
CONTROLAR MI TENDENCIA A HACER LO MALO Y QUE MI VIDA ES
INMANEJABLE. Ese
es el Paso 1, el paso de la realidad.
El segundo paso es lo que yo llamo el paso de la esperanza. El Paso 1 dice: “Lo
reconozco. Estoy sin ayuda. No soy capaz”. El Paso 2 dice: “Hay una buena noticia
de que existe un poder al que me puedo conectar para controlar las cosas que
no puedo dominar por mí mismo”.
EN FORMA SINCERA CREO QUE DIOS EXISTE, QUE LE INTERESO,
Y QUE É l TIENE EL PODER PARA AYUDARME EN MI RECUPERACIÓ
N. Este segundo paso está basado en Hebreos 11:6 (NVI): “En realidad, sin fe es
impo- sible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que
é l exis-
te y que recompensa a quienes lo buscan”.
El segundo paso en el camino a la recuperació n consta de tres partes.
1. Dios conoce todo acerca de mi situació n. Yo sé que Dios sabe todo con respecto a
mi situació n, porque é l conoce mis há bitos, mis heridas y complejos. É l
conoce lo bueno y lo malo. Algunos posiblemente han tenido muchos momentos
difíciles o una vida muy dura. Mire lo que dice la Biblia en el Salmo 56:8 (DHH): “Tú
llevas la cuen-
ta de mis huidas; tú recoges cada una de mis lá grimas”. ¿No es eso increíble? La
Biblia dice que Dios lo conoce personalmente y de cerca. É l ha visto sus lá grimas.
“Nadie sabe el infierno por el que estoy pasando en mi matrimonio”. Está
equivocado, Dios
lo sabe. “Nadie sabe có mo estoy luchando por romper con este há bito, pero no lo
puedo sacar de mi mente”. Dios sí lo sabe. “Nadie sabe la depresió n y el temor por el
que estoy atravesando”. Dios sí lo sabe. Y É l ha visto sus lá grimas. Las conoce todas.
Nada escapa de su conocimiento. El Salmo 31 (NVI) dice: “Tú has visto mi aflicció n
y conoces las angustias de mi alma”. Dios está al tanto de sus necesidades y la Biblia
dice que É l sabe lo que usted necesita incluso antes de que se lo pida. É l ve la crisis
en su alma en este mismo momento. En el Salmo 69 leemos: “Tú sabes lo insensato
que he sido”. A veces deseamos olvidar esta parte. No queremos que Dios sepa todas
las locuras que hacemos. El hecho es que no hay nada que esté fuera de la vista de
Dios. Usted siempre tiene una audiencia veinticuatro horas al día. É l conoce sus días
buenos, sus días malos, las bromas pesadas que ha hecho, las malas decisiones que ha
tomado y, sorprendentemente, todavía le ama. El hecho es que Dios no se
sorprende por su pecado. Si usted hace algo mal, Dios no dice: “Ay, no, ¿có mo se me
escapó eso?”
É l sabía que pasaría, mucho antes de que lo hiciera. É l incluso sabe por qué lo hizo, qué
fue lo que lo motivó a hacerlo, incluso si usted mismo ignora la motivació n. É l no se
sorprende, no se altera, no se decepciona. É l sabe quié n es usted.
2. Dios se interesa por mi situació n. El Salmo 103 dice: “Tan compasivo es el Señ
or con los que le temen como lo es un padre con sus hijos. É l conoce nuestra condició
n; sabe que somos de barro”. Dios sabe que somos hechos de molé culas, que somos
frá - giles, que no somos superhombres. É l es tierno y compasivo. Esa es la clase de
Dios
a la que usted sirve. Un Dios que lo conoce, que desea ser el Padre que muchos nunca
tuvieron. Tierno y compasivo. Dios dice: “Con amor eterno te he amado”. ¿Có mo
puede ser eso? ¿Có mo puede Dios amarme y su amor nunca acabar? É l me ama en
los días buenos, en los malos, cuando le sirvo y cuando no lo hago, cuando
hago lo correcto y cuando me equivoco. ¿Có mo es que me sigue amando? Porque su
amor es incondicional. No está basado en su comportamiento. Está basado en el
cará cter de Dios. La Biblia dice que Dios es amor. Y é l dice: “Con amor eterno te he
amado”. É l
no solamente conoce su situació n sino que se preocupa por ella. “Pero Dios demues-
tra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía é ramos pecadores, Cristo
murió por nosotros”. Romanos 5:8 (NVI)
Muchas de aquellas personas que han estado trabajando los Doce Pasos saben que
el Paso 2 es el del Poder Supremo. Me gustaría presentarles hoy a su Poder Supremo.
Su nombre es Jesucristo. É l es ese poder al que se puede conectar, porque conoce su
situació n y se preocupa por usted. Y lo mejor de todo es que é l tiene el poder para
cambiar dicha situació n.
3. Dios puede cambiar mi vida y mi situació n. Estas son buenas noticias. Dios puede
cambiar mi vida y mi situació n. A veces cambia mi vida, a veces cambia mi situació n.
Otras veces cambia las dos. Pero está esperando por usted para hacer esto. Y É l tiene
el poder.
Note que Pablo dice: “Pido tambié n que les sean iluminados los ojos del corazó n
para que sepan ... cuá n incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que
cree- mos. Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en Cristo
cuando lo resucitó de entre los muertos”. ¿Se ha encontrado alguna vez paralizado
por falta de resolució n? “¡Sé que necesito hacer esto pero simplemente no
puedo comenzar!”
¿Siente algunas veces que simplemente no puede lograrlo? É l le dice: “Tengo el
poder”. Si Dios puede levantar a Jesucristo de los muertos, puede restaurar una rela-
ció n rota. Puede levantar a una persona que está mal de salud. Puede hacerle libre de
una adicció n. Puede ayudarle a cerrar la puerta al pasado para que esos
recuerdos dejen de perseguirle, pero solo confía en É l.
Lucas 18:27 (DHH) dice: “Lo que es imposible para el hombre es posible para
Dios”. La Biblia dice que no hay nada difícil para Dios. Quizá s usted diga:
“No entiende mi situació n. He intentado cambiar, pero no puedo”. Nada es
imposible con Dios. Y esa situació n que parece sin esperanza, no lo es. Por
cierto, en la iglesia Saddleback podemos darle cientos de ejemplos de personas que
estuvieron en situa- ciones imposibles hace seis mes, un añ o, un añ o y medio, y Dios
las cambió por com- pleto. Hay personas que si las hubiera conocido, pudiera haber
pensado que ni en un milló n de añ os cambiarían, pero sí cambiaron. Por el poder de
Dios.
He aquí el testimonio de un par de miembros de nuestra iglesia, Dana y Bret, en
el que cuentan có mo el poder de Dios les ayudó en su segundo paso.
Dana: Soy una creyente que lucha con la adicció n. Soy líder en el grupo de muje-
res fá rmaco dependientes del programa Celebremos la Recuperació n. Nos reunimos los
viernes por la noche. Nunca soñ é que estaría haciendo el trabajo de Dios de esta
forma o que estaría parada aquí frente a todos ustedes. Pero eso es lo que sucede cuan-
do abandonamos el asiento del conductor y permitimos que Dios maneje nuestras
vidas.
Creo que he sido adicta toda mi vida. Cuando era joven, mi adicció n solamente
salía a la superficie en tiempos muy duros. Me parecía tener un á ngel bueno en uno
de mis hombros y un á ngel malo en el otro, y adivinen quié n ganaba.
En mi vida había tambié n muchos momentos normales. Era una buena estudian-
te, nadadora, corredora, pero podía ser influenciada fá cilmente por mis compañ eros.
Comencé a fumar en la secundaria y cuando estaba en el bachillerato fumaba mari-
huana, bebía alcohol y todavía mantenía un promedio de notas de 3.75. Mi alcoholis-
mo aumentó al llegar al final de la escuela y luego de graduarme.
Tuve un período de siete añ os en los cuales no ingerí alcohol. Cuando digo que
soy una adicta, quiero decir que puedo ser adicta a cualquier cosa que pueda hacerme
sentir mejor y llenar el vacío en mi vida. Por ejemplo, en esos siete añ os de abstinen-
cia acostumbraba coser. Salía a comprar un modelo y regresaba a casa con diez. Otro
ejemplo, el ejercicio. Hacía ejercicios durante cinco o seis días a la semana, tres horas
al día. Pensaba que era normal medir 1.73 y ser talla tres. Un día nada de eso pareció
ayudarme má s. Volví al alcohol. Y del alcohol, pasé a la cocaína. La cocaína me
ayu- daba a adormecer el dolor.
Mi matrimonio se desmoronó y perdí a mis hijos en una batalla legal
bastante sucia. Usted pensará que luego de todo eso me daría por vencida. Lo
intenté , pero sencillamente no pude hacerlo. Pensé que estaba en control pero
estaba en un círcu-
lo vicioso. Usaba drogas porque me sentía culpable por la pé rdida de mis hijos y por-
que el dolor era realmente insoportable. Luego intentaba dejarla porque me sentía
culpable de usarlas. Tenía un problema de culpa. Esto continuó por nueve añ os.
Finalmente me di cuenta de que no podría hacer nada por mí misma.
Anteriormente han conocido el testimonio de mi esposo Dan. Fue a travé s de una
reunió n de Doce Pasos a la que asistí con é l que instantá neamente me identifiqué con
la persona de quien estaba hablando. Recuerdo que pensé : “Esa soy yo. Está hablan-
do de mí”. Finalmente, admití que era una adicta y recuerdo haber sentido có
mo aquel gran peso fue quitado de mis hombros. Ya no tenía que jugar a ser Dios.
Ahora espero que Dios me ayude a manejar mi vida cuando humildemente se lo
pido y sé que é l quitará todo lo malo y todo el dolor en mi vida si tan solo se lo
permito. Mi recuperació n me ha llevado a ser un miembro aquí en Saddleback.
Me bauticé .
Tambié n asisto a las clases 201 sobre Madurez Espiritual, a la 301 sobre Ministerio, y
soy líder de un grupo pequeñ o en el programa Celebremos la Recuperació n donde cada
viernes por la noche nos reunimos y celebramos el hecho de que no tenemos que vivir
bajo el poder de nuestra adicció n. Nos encantaría que nos acompañ ara.
Despué s, quiero amor. Verdadero amor. Quiero ser capaz de amar a las personas
y que estas me amen, de sanar las heridas para no construir esas paredes y tener un
acercamiento falso con las personas, sino un acercamiento genuino ya que no tengo
miedo de amar verdaderamente y no tengo temor de ser verdaderamente amado.
Esa es la clase de poder y amor que Dios da. Y tambié n nos da dominio propio.
Obviamente, quiero eso. Usted quiere eso. Usted no está en verdadero control hasta
que Cristo esté en control y domine las circunstancias de su vida. Entonces entende-
rá lo que significa tener todo bajo control por primera vez en su vida porque no esta-
rá tratando de detenerse por usted mismo. Poder, amor y dominio propio.
Hay un principio en el universo. Esto debe sonar muy simple, pero es algo muy
profundo. He aprendido que las cosas funcionan mejor cuando está n conectadas. Las
tostadoras, licuadoras, televisores, radios, todas las cosas, funcionan mejor
cuando está n conectadas. Y Dios quiere que usted y yo estemos conectados a é l.
Muy simple. Crea y reciba. Primero, crea que Dios existe, crea que é l le conoce y
se interesa por usted, que tiene el poder de ayudarle y luego recíbalo en su vida.
“Jesucristo, pon tu Espíritu en mí”.
El segundo paso de la recuperació n involucra una palabra de cinco letras. Quiero
desafiarle a usar esta palabra hoy. Se requiere de mucho valor para usar la
palabra AYUDA. Necesito ayuda. “Dios, necesito tu ayuda en mi vida”. El
Camino a la Recuperació n no es fá cil. Significa afrontar algunos problemas que
hasta ahora hemos preferido ignorar. Significa correr riesgos. Significa ser
honesto, confiar en Dios. Pero cuando damos este segundo paso, de repente nos
damos cuenta de que nuestra recuperació n ya no es simplemente un asunto de
fuerza de voluntad. Dios dice: “Yo estoy contigo”.
Isaías 43:2 (NVI) nos da esta tremenda promesa de Dios: “Cuando cruces
las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirá n sus aguas;
cuando camines por el fuego, no te quemará s ni te abrasará n las llamas”. Dios nos
dice: “Yo estaré contigo la pró xima semana, el pró ximo mes, el pró ximo añ o mientras
enfrentas esas cosas que has temido afrontar en tu vida”.
¿En qué á rea de su vida se siente herido? ¿Está atravesando aguas profundas?
¿Siente como si esta es la ú ltima vez? ¿Está pasando por fuego en este momento y la
situació n se ha tornado difícil en su vida? ¿Cree que va a consumirse o a extinguirse?
¿Siente que está como estancado en una rutina y que no tiene el poder de cambiar?
¿Se siente incapaz? Hay un poder al que se puede conectar. Su nombre es Jesucristo.
El nombre sobre todo nombre. Le invito a que hoy mismo abra su corazó n y le entre-
gue su vida a é l. Dé este segundo paso.
ENTRÉ GATE
El Camino a la Recuperació n – Parte 3
R.E.C.U.P.E.R.A
Reconozco que no soy Dios; admito que soy incapaz de controlar mi tendencia a
hacer lo malo y que mi vida es inmanejable.
En forma sincera creo que Dios existe, que le intereso y que é l tiene el poder para
ayudarme en mi recuperació n.
EL TERCER PASO
Jesú s dijo: “Vengan a mí todos ustedes que está n cansados y agobiados, y yo les
daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí ... Porque mi yugo es suave y
mi carga es liviana”.
Mateo 11:28-30 (NVI)
“Muchos males me han rodeado; tantos son que no puedo contarlos. Me han
alcanzado mis iniquidades, y ya ni puedo ver. Son má s que los cabellos de mi cabeza,
y mi corazó n desfallece”. Salmo 40:12 (NVI)
“Estoy seguro de que Dios, que comenzó a hacer su buena obra en ustedes, la irá
llevando a buen fin hasta el día en que Jesucristo regrese”. Filipenses 1:6 (DHH)
“Si tienen fe tan pequeñ a como un grano de mostaza ... nada será imposible”. Mateo
17:20 (NVI)
“Cree en el Señ or Jesú s; así tú y tu familia será n salvos”. Hechos 16:31 (NVI)
“Toda la Escritura es inspirada por Dios y ú til para enseñ ar, para reprender, para
corregir y para instruir en la justicia”. 2 Timoteo 3:16 (NVI)
“Me agrada, Dios mío, hacer tu voluntad; tu ley la llevo dentro de mí”. Salmo
40:8 (NVI)
Jesú s dice: “Estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entra-
ré , y cenaré con é l, y é l conmigo”. Apocalipsis 3:20 (NVI)
ENTRÉ GATE
El Camino a la Recuperació n – Parte 3
Mateo 11:28-30
Esta semana escuché una historia sobre un conductor del camió n de entregas de
una tienda de mascotas. En cada semá foro al que llegaba se bajaba, salía corriendo
hacia la parte posterior del camió n, agarraba un palo y comenzaba a golpear el camió n.
Alguien le preguntó que qué hacía. É l dijo: “Lo que pasa es que este es un camió n solo
para dos tone- ladas de carga y estoy transportando cuatro toneladas de canarios; por
eso tengo que man- tener dos toneladas de ellos en el aire todo el tiempo”.
Cuando escuché la historia, pensé : “Esta es una buena imagen de la vida”.
Muchas personas van por el mundo golpeá ndose ellas mismas, tratando de
tener todo en el aire para no irse hacia abajo. Tenemos una tendencia a
estancarnos en la vida. Nos estancamos en las relaciones. Nos estancamos con há
bitos. Nos estancamos
en la congoja cuando perdemos a un ser querido. Nos estancamos en la ira. Nos
estan- camos en nuestro trabajo, en una relació n sexual. Y luego no podemos salir
de allí y caemos en un círculo. Una vez que uno se estanca comienza a sentirse
culpable por haberse detenido. Y decimos: “Desearía poder salir de esto pero no
puedo cambiar”. Entonces aparece la ira e insistimos en que deberíamos poder
cambiar y nos molesta- mos con nosotros mismos. Decimos: “Debería ser capaz de
salir de esto”. Pero no sali- mos. Y luego nuestra ira se transforma en temor a que
nunca vamos a poder salir de
ese problema. El miedo nos controla. Pensamos que vamos a terminar en un hospital.
Má s tarde nuestro temor se convierte en depresió n, comenzamos a sentirnos mal, a
tenernos lá stima y a resignarnos. Decimos: “Me doy por vencido. No puedo cambiar”.
Y comienza el ciclo de nuevo y nos estancamos mucho má s.
1. El orgullo me impide reconocer que necesito ayuda. Proverbios 18:12 (DHH) dice:
“Tras el orgullo viene el fracaso; tras la humildad, la prosperidad”. ¿Cuá ntos padres
no se detendrá n para pedir direcciones? Proverbios 10:8 dice: “El de sabio corazó n
acata las ó rdenes, pero el necio y rezongó n va camino al desastre”. Quizá s usted crea
que no está listo para dar este paso. Quizá s diga: “No estoy listo para darle el control
y cuidado de mi vida a Cristo”. Todo lo que necesita para hacerlo es una gran dosis de
dolor. Dios permitirá que lo obtenga para llamar su atenció n.
2. El sentido de culpa me impide dar este paso. Quizá s se avergü ence de pedirle a Dios
que lo ayude. El Salmo 40:12 dice: “Muchos males me han rodeado; tantos son que
no puedo contarlos. Me han alcanzado mis iniquidades, y ya ni puedo ver. Son má s
que los cabellos de mi cabeza, y mi corazó n desfallece”. ¿Se ha sentido así alguna vez?
“Me da vergü enza levantar mi mirada. No quiero pedirle ayuda a Dios. ¿Sabe usted
cuá ntas veces le he pedido a Dios que me ayude y he hecho promesas y las he roto?
Dios, si tan solo me sacaras de esta... Me avergü enza pedirle ayuda a Dios. No sabe todas
las cosas malas que he hecho. No podría ir ante Dios y pedirle ayuda”. Si piensa así
está equivocado. Totalmente equivocado. No hay pecado que Dios no pueda perdo-
nar. Y é l desea ayudarle. No permita que el orgullo o la culpa lo detengan de dar este
paso. É l desea perdonar su culpa.
3. El temor por lo que tenga que dejar. Todos los que han estado en Saddleback
lo suficiente conocen mi historia favorita: Un muchacho se cayó de un
precipicio. A medio camino se agarró de una rama. Se sostuvo por amor a la vida.
Habían ciento cincuenta metros hacia abajo y ciento cincuenta metros hacia
arriba. El muchacho gritó : “¿Hay ahí alguien que me ayude?” Y escuchó la voz de
Dios, “Soy el Señ or, con-
fía en mí, sué ltate y te agarraré ”. El muchacho volvió a mirar hacia abajo, a mirar
hacia arriba. Y dijo: “¿Habrá alguien má s allá arriba que me pueda ayudar?” Dios es
el ú lti- mo recurso. Le da miedo soltarse. Algunos se está n sosteniendo de esa rama
y está n diciendo: “No es tan malo. No hay problema, realmente estoy bien”.
¿Sabe lo que es libertad? Libertad es decidir quié n controla nuestra vida. Cuando
entregamos nuestra vida al cuidado y control de Cristo, é l nos libera. Jesú s dijo: “Los
que pecan son esclavos del pecado, pero si conoces la verdad, la verdad te hará libre”.
Cristo dice: “Yo te hago libre”. Bob Dylan acostumbraba decir: “Vas a tener que ser-
virle a alguien”. Puede ser a tu propio ego. La verdadera libertad es elegir quié n será
su amo. Así que, ¿a qué le teme? ¿De qué se está sosteniendo que piensa: “No puedo
soltar esto para entregar mi vida a Dios”? De una relació n, una ambició n, un há bito,
un estilo de vida, una posesió n. “¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la
vida?” ¿Hay algo que tenga má s valor que su vida? No.
Cuando dé este tercer paso, estará entregando todo y nunca se habrá sentido tan
bien. Porque é l toma lo que usted le ha entregado y lo cambia, le da un nuevo signi-
ficado, un nuevo sentido, una nueva validez, y se lo devuelve en una forma completa-
mente nueva.
Si ha tenido temor de abrir su vida al cuidado y control de Cristo y de convertir-
se en un faná tico, en un loco, o algo así, o de tener que entregar lo que sea, no se pre-
ocupe por las cosas específicas que tenga que entregar. Si se concentra en las cosas
específicas nunca tomará la gran decisió n, que es el paso a la recuperació
n. Simplemente venga a Dios y dígale: “Dios, ni tan siquiera sé lo que quiero
entregar, pero sí sé que quiero que mi vida esté bajo tu control, así que Dios, aquí
está mi che- que en blanco”. Y dé a Dios un cheque en blanco. Aquí está mi vida.
Permita que é l cuide de lo demá s. No se preocupe por eso.
4. La preocupació n. Quizá s sea la preocupació n la que lo detiene de entregar su vida
al cuidado y control de Cristo. Confundimos la fase de tomar la decisió n con la fase
de la resolució n de problemas. Cuando en 1963 John F. Kennedy anunció pú blica-
mente: “Vamos a poner a un hombre en la luna al final de la dé cada”, aquella fue la
decisió n. ¿Tenía todos los problemas resueltos cuando tomó esa decisió n? No.
Si usted es un buen gerente sabrá que nunca debe confundir tomar decisiones con
resol-
ver problemas. Si confunde estas cosas, nunca tomará la decisió n. Primero se toma la
decisió n y luego se resuelven los problemas. Kennedy dijo: “Vamos a ir a la luna”,
luego fue cosa de la NASA resolver los problemas.
Cuando comencé la iglesia Saddleback hace trece añ os, solamente é ramos Kay y
yo. No teníamos ni dinero, ni miembros, ni edificio. No conocía a nadie en este valle.
Dios me había dicho: “Ve al sur de California y comienza esta iglesia”. Yo no dije:
“Está bien, Dios, pero primero quiero un gran edificio, por lo menos una carpa, unas
siete mil personas con quienes llenarla, y luego lo consideraré ”. No. Cuando comen-
cé solo tenía un miembro, mi esposa. Y no le gustó el primer mensaje. Usted toma la
decisió n y luego resuelve los problemas. Si espera a que todos los semá foros se pon-
gan en verde, nunca irá a ningú n lugar. No puede resolver todos los problemas pri-
mero. En primer lugar tomo la decisió n. Entrego mi vida al cuidado y control
de Cristo. Tengo dudas, preguntas, temores, preocupaciones. No sé có mo va a salir
todo, pero sé que es el paso correcto. Así que, simplemente, lo hago.
En diciembre, Kay y yo decidimos mudarnos y comprar una casa. Esa fue una
decisió n fá cil. Pero, ¿era todo eso lo que involucraba esa transició n? No. Luego de
decidirnos a comprar una casa, tuvimos que financiar la renta de un camió n
de mudanzas, cambiar de direcció n y muchas otras cosas má s. Los problemas vienen
des- pué s que se toma la decisió n.
Hace unos treinta añ os que di este tercer paso y le dije sí a Jesucristo. “No entien-
do todo pero si eres verdaderamente real, ven a mi vida. Si puedes darme una mejor
vida de la que estoy viviendo en este momento, hazlo”. Abrí mi vida al cuidado y con-
trol de Cristo. Aú n hoy, treinta añ os despué s, todavía estoy enviando mi cambio de
direcció n, diciendo: “No, ya no hago eso. Ese no soy yo, ese es mi viejo yo”. Todavía
estoy haciendo cambios de direcciones. No permita que la preocupació n le moleste y
le impida tomar la decisió n.
Esta es la cosa má s importante que puedo decir. La vida cristiana es una decisió n
seguida de un proceso. Lo mismo ocurre con la recuperació n. Es una decisió n segui-
da de un proceso. Hoy estoy hablando ú nicamente de la decisió n. Está bien, hagá -
moslo, apropié monos de esto. En Saddleback, tenemos un proceso, el Proceso
del Desarrollo de la Vida. Este proceso le ayuda a llegar a ser todo lo que Dios desea
que sea. De lo que estamos hablando hoy es simplemente de llegar a la primera base.
Durante la Segunda Guerra Mundial nuestros soldados tenían una estrategia defi-
nida que usaban cuando iban a atacar en el Pacífico, cerca de los japoneses. Utilizaban
la misma estrategia en cada isla y siempre les funcionó . Primero, iban a la isla que
habían tomado cautiva y comenzaban a atacarla con bombas, granadas y toda clase de
explosivos. A eso se le llamaba el período de ablandamiento. Algunos de ustedes está n
en el período de ablandamiento en este momento. Y mientras en su vida está n ocu-
rriendo toda clase de explosiones que está n enviando fragmentos a todas partes, usted
dice: “Esto no está funcionando”. Luego llega a un punto donde dice: “Sí, necesito
algo má s allá de mí mismo”. Está ablandando su orgullo. “Necesito ayuda. Necesito
a Dios en mi vida. Hay mucho estré s”.
En la segunda fase, los soldados llegaban a la isla y establecían una cabeza
de playa, quizá s solamente doscientas yardas a lo largo y doscientas yardas a lo ancho.
No querían má s. Solo tener una presencia en la isla. Cuando habían establecido la
cabe-
za de playa, ¿habían liberado la isla completamente? No. Solamente habían entrado
a ella. Desde allí comenzaban a pelear. Algunas veces se movían cien yardas
hacia delante y algunas veces eran forzados a retroceder. Otras veces ganaban la
batalla y otras veces la perdían. Pero todos sabían que una vez que habían establecido
una cabe-
za de playa en la isla, la liberació n era inevitable. Era solo cuestió n de tiempo. Y en
toda la historia de la Segunda Guerra Mundial una vez que los soldados hubieron ate-
rrizado y establecido una cabeza de playa nunca perdieron una isla. Solamente
fue cuestió n de tiempo que la isla completa fuera liberada.
Cuando usted da este paso, lo que está sucediendo es que Dios ha establecido en
su vida una cabeza de playa. La Biblia lo llama conversió n o nacer de nuevo. Eso quie-
re decir que Dios instala su presencia en su vida. ¿Significa eso que todo ya es perfec-
to? Absolutamente no. Significa que Dios está en su vida, que ha establecido una cabe-
za de playa y que el resto de su vida é l lo va a estar liberando poco a poco. Es un pro-
ceso. Así que no se preocupe. Solamente confíe en Dios.
Quizá s a usted le preocupe que en esta batalla no pueda avanzar o resistir. Dios
le dice: “No te preocupes. No es tu trabajo el mantenerte en la batalla. Ese es mi
traba- jo”. Deposita toda tu ansiedad en Dios porque é l tiene cuidado de ti. É l dice:
“Tengo cuidado de ti. Te sostengo en mi mano”.
Cuando mis hijos estaban pequeñ os y cruzá bamos una calle muy transitada, los
agarraba fuertemente de sus manos. Y mientras cruzá bamos la calle ellos deseaban,
como todo niñ o, salir corriendo. Pero no importaba cuá nto desearan salir corriendo,
yo no los dejaba soltarse de mis manos. ¿Por qué ? Porque soy un padre que ama a sus
hijos. Hay momentos en su vida cuando toma decisiones: “Dios, yo no creo que quie-
ra ser un creyente en este momento. Es un poco difícil mantener mi é tica y puede que
me resista y quiera soltarme de tu mano”. Pero una vez que se haya tomado de
la mano de Dios, é l tambié n habrá tomado la suya y no la va a soltar. Timoteo dice: “É l
es fiel para cuidar lo que le ha confiado hasta aquel día”. Dios dice: “Yo soy el que te
toma. No hay por qué temer”. Lo que sea que Dios me pida que haga lo puedo hacer
porque é l me capacita para hacerlo.
Filipenses 1:6 (DHH) dice: “Estoy seguro de que Dios, que comenzó a hacer su
buena obra en ustedes, la irá llevando a buen fin hasta el día en que Jesucristo regrese”.
5. La duda. “Quiero creer pero mi fe parece ser muy pequeñ a”. Usted necesita
conocer la historia de un hombre en la Biblia llamado Jairo. Jairo vino en una ocasió n
a Jesú s y le dijo: “Señ or, sé que puedes sanar a las personas. Mi hija necesita ser sana-
da”. Jesú s le respondió : “Si tienes fe, entonces ella sanará ”. Jairo fue muy sincero al
responderle. Le dijo: “Señ or, tengo muchas dudas. Quiero creer. Ayú dame con
mi incredulidad”. Jesú s le dijo: “Eso es suficiente”. Y sanó a la niñ a. Quizá s usted
nece- site decir como Jairo: “Dios, quiero creer que me ayudará s con mi vida. Ayú
dame con
mi incredulidad”. Eso es suficiente. No tiene que tener una gran fe. La Biblia dice que
si tiene una fe tan pequeñ a como una semilla de mostaza, nada será imposible para
usted. No es el tamañ o de su fe lo que importa, es el tamañ o de en lo que la deposi-
ta, el tamañ o de su Dios. Puede tener una fe gigante, pero aplicarla en algo incorrec-
to y no obtener resultados. La fe no es el punto. El punto es en lo que la pone. Un
poco de fe en un gran Dios logra grandes resultados. No permita que alguna de estas
cosas le impidan dar este paso.
He aquí los testimonios de Michelle y Zane Johnson:
Zane: Soy un creyente que lucha con la codependencia. Entregar mi vida al cui-
dado y voluntad de Dios es un concepto relativamente nuevo para mí. Fue por medio
de El Camino a la Recuperació n que Dios me ha mostrado cuan verdaderamente mara-
villosa podría ser una relació n con é l. Y debo sustentar esta declaració n con
algú n trasfondo de lo que mi vida fue.
Crecí en un hogar cristiano. Iba a la iglesia los domingos y los mié rcoles. Aprendí
todas las reglas de ser un cristiano pero nunca accedí a la idea de una entrega total de
mi vida a Dios. Quería las dos cosas al mismo tiempo. Mis padres tenían que trabajar
para salir adelante. Yo, siendo el menor, pasaba gran parte de mi tiempo en la guar-
dería. Mi mamá era muy autoritaria y estricta. La ú nica forma en que podía llamar su
atenció n era no haciendo bien algú n quehacer o tarea en la casa; eso me
metía en serios problemas con ella. Hasta el día de hoy, lucho de vez en cuando con
la acepta-
ció n y la aprobació n.
A medida que crecía, me iba dando cuenta de que podía hacer amigos hacié ndo-
los reír. Para ellos, yo era muy gracioso. Con mis cumplidos, siempre estaba tratando
de demostrar a los demá s que valía algo. Pero mis esfuerzos no eran suficientes. En
mis relaciones trataba de moldear a la persona con la que estaba saliendo hasta que
fuera la persona ideal que supliera todas mis necesidades e hiciera mi vida perfecta, y
luego viviríamos felices por siempre. Este intento de sanar mi dolor siempre resultó
improductivo. Mientras crecía, descubrí que podía cantar. Entonces, de nuevo para
llamar la atenció n, empecé a cantar. Pero no fue suficiente. Así que me involucré en
el rodeo. Montaba tan violentamente como fuera posible. Durante dos añ os monté
toros y esto casi pareció apaciguar mi necesidad de atenció n. Pero ya por entonces
quería el paquete completo.
Así que me involucré con mis amigos en bares, clubes nocturnos y todos los luga-
res prestigiosos que visitan tales personas. Pensaba que seguramente esto sería el arre-
glo perfecto.
No fue sino hasta la primavera de 1991 que todo cambió en mi vida. Había esta-
do asistiendo a Saddleback por algú n tiempo y mi conciencia me estaba diciendo que
comenzara de nuevo a involucrarme en la iglesia todos los días. Ese fue el añ o en que
mi vida se desmoronó por completo.
Una relació n de casi tres añ os de altas y bajas estaba llegando a su final. Me mudé
a otro estado para tratar de resucitar esa relació n. Fue casi fatal para mí. Llegué a mi
casa muy mal y al final de mis fuerzas. Entonces, y no sino hasta entonces, el Señ or
me tuvo exactamente en el punto preciso que necesitaba para sanarme. Un
buen amigo que se compadeció de mí me contó sobre el
programa Celebremos la Recuperació n en Saddleback. Decidí probar para ver si esto
podía ayudarme a salir de toda la miseria donde mis pensamientos me habían
llevado.
Por medio de este programa he aprendido a revisar mi pasado con sinceridad, y
por primera vez evalú o con honestidad mi parte de responsabilidad en el giro que
tomaron las cosas. El programa es una herramienta que Dios utilizó para establecerme
en una relació n con é l. Por primera vez en mi vida tengo una verdadera relació n con
Jesucristo. Lo que he aprendido acerca de mí mismo es que siempre estuve tratando
de llenar un profundo vacío en mi corazó n. Estoy consciente de los modelos
destructivos que podrían sabotear mi vida y doy gracias al Señ or Jesú s por eso. Sin é l
no tengo idea
de cuá nto tiempo má s podría haber estado perdido. Cada día, mientras el Señ or me
lo permita, entrego mi vida a É l, espiritual, mental y físicamente, pidié ndole
que su voluntad sea hecha y no la mía. No todo es un valle de rosas, pero
confiadamente puedo decir que mi vida nunca había sido tan completa y abundante
como hoy.
Michelle: Soy una creyente que está luchando con la codependencia. Mientras
crecía, mi vida fue bastante diferente a la de Zane. Crecí en un hogar no funcional que
se volvió un hogar alcohó lico. Fui abandonada tanto emocional como físicamente por
uno o por ambos de mis padres. Viví con mi mamá y mi padrastro a quien era impo-
sible agradar. Intenté todo para ganar su aprobació n, ya fuera con buenas notas o
sien-
do una buena niñ a, pero nunca fui capaz de hacer lo suficiente para ganar sus halagos.
Como mis padres eran alcohó licos, no estaban disponibles emocionalmente para
mí. Así que me volqué a mis amigos y novios para obtener la aprobació n que tanto
necesitaba. Aprendí a ser
una “agrada-personas”. Me encontré a mí misma siendo usada y abusada por la
mayoría de mis novios. Y de una forma extrañ a me sentí có moda con eso; merecía ese
tipo de trato. Con el tiempo, me involucré en las drogas para adormecer mi tristeza.
Todo lo que descubrí fue vacío. Estaba allí tratando de llenar mi vacío con lo
que pudiera encontrar, pero Dios tenía un plan diferente para mi vida.
Acepté a Jesucristo en mi corazó n en 1990 y el primer añ o recibí una gran sani-
dad; sin embargo, todavía estaban operando en mí modelos destructivos antiguos. Me
sentía llena de culpa y vergü enza. Seguía buscando relaciones con el mismo tipo de
hombres. Mientras menos disponibles estaban emocionalmente má s me atraían.
Luego de otra ruptura comencé a pensar que debía haber algo mal en mí que causa-
ba esta clase de trato.
Dios usó a mis amigos de esta iglesia para traerme a la primera reunió n
de Celebremos la Recuperació n. Luché con la idea por mucho tiempo. Pensé :
“Estoy en control de mi vida. Tengo una carrera exitosa. Soy una mujer de los
noventa y no necesito a nadie”. Relacioné la necesidad con la debilidad. Pero eran
las necesidades que no habían sido suplidas en el pasado las que daban inicio a mi
propio comporta-
miento destructivo. Ahora me doy cuenta de que las necesidades son el combustible
para el crecimiento, el camino hacia Dios. Conceptualmente, acepté la idea de que
Dios necesitaba estar en control de todos los aspectos de mi vida, pero tenía
que aprender a estar dispuesta a soltar mi voluntad y humildemente pedirle que
tomara el control. É l ha tomado mi mano y está caminando conmigo a travé s de este
programa.
De vez en cuando soy tentada a tomar de nuevo el control. Es en ese momento cuan-
do me detengo y recuerdo que debo dejar que é l controle mi vida.
Honestamente puedo decir que Zane y yo no estaríamos casados hoy si no hubié
ramos puesto nues- tros pasados en perspectiva y si no hubié ramos aprendido a
entregar nuestra voluntad
y vidas a Dios por medio de Celebremos la Recuperació n.
1. Acepto al Hijo de Dios como mi Salvador. Necesito ser salvo. Necesito ayuda. Me
doy cuenta de que lo necesito en mi vida. “Cree en el Señ or Jesú s y será s salvo”. ¿Qué
significa eso? Significa comprometer tanto de mi mismo como entienda en este
momento a lo que entienda que es Cristo en este momento. ¿Es eso suficiente? Eso
es suficiente.
2. Acepto la Palabra de Dios como mi regla de vida. Desde ahora en adelante tengo
un manual por medio del cual voy a vivir mi vida. Graffiti: “Esta vida es una prueba,
es solamente una prueba. Si hubiera sido una verdadera vida hubiera recibido
un manual de instrucció n para decirle qué hacer y adonde ir”. Afortunadamente,
tene- mos un manual de instrucció n. Es la Biblia. Dios dice: “Este es tu modelo por
medio
del cual evalú as la vida a tu alrededor”. Noticia: “Toda la Escritura es inspirada por
Dios y ú til para enseñ ar la fe, y corregir errores y para volver a iniciar la direcció n en
la vida de un hombre, entrená ndolo en una buena vida”.
3. Acepto la voluntad de Dios como mi estrategia, como mi meta en la vida. “Dios, ¿qué
quieres que haga?” La primera pregunta que siempre hago es: “Señ or, tú me desper-
taste esta mañ ana. Obviamente significa que tienes otro día para mí, un propó sito
para
mi vida. ¿Qué quieres que haga con eso?” Como David dice, “Me deleito en hacer tu
voluntad”. Busco siempre la voluntad de Dios. “Dios, estoy dispuesto a hacer todo,
donde sea, cuando sea. Ni tan siquiera tengo que entenderlo pero estoy viviendo mi
vida en tus té rminos porque tú me hiciste por una razó n. Tienes un propó sito y quie-
ro cumplir ese propó sito para el cual me hiciste”. Y la voluntad de Dios se vuelve la
estrategia para mi vida, ya sea que la entienda o no.
4. Acepto el poder de Dios como mi fuerza. Filipenses 4:13 dice: “Todo lo puedo en
Cristo que me fortalece”. Ya no tengo que confiar má s en mi propia energía. Las
cosas funcionan mejor cuando está n conectadas. Coné ctese a Dios, no estará tan
cansado todo el tiempo. Dios dice: “Te daré mi poder para que seas todo lo que
quiero que seas”.
Jesú s dice: “Estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entra-
ré , y cenaré con é l, y é l conmigo”. Lo que Jesú s está diciendo es: “Estoy a la puerta
de tu vida, y estoy tocando y estoy diciendo que quiero entrar en tu vida”. Sin embar-
go, é l es un caballero. É l no echa la puerta abajo. El Paso 3 significa abrir la puerta.
La llave que abre esa puerta es la disposició n. “La fuerza de voluntad es la disposició n
para aceptar el poder de Dios”. Usted no necesita fuerza de voluntad; usted necesita
disposició n para aceptar el poder de Dios en su vida, para vivir bajo su control, bajo
su sistema.
Los pilotos, cuando vuelan sus aviones, siempre vuelan por las Reglas de Vuelo
Instrumental (RVI) o por las Reglas de Vuelo Visual (RVV). Cada piloto está
volando basá ndose en unas o en otras. Volar con Reglas de Vuelo Instrumental
significa que cuando usted está en una ruta de vuelo, debe ir a la torre de control, se
somete al con- trol del sistema, pone sus instrumentos bajo el control de la torre y
ese es un trato hecho. Usted es controlado por los instrumentos, y es una
manera muy segura de volar. Si vuela con las Reglas de Vuelo Visual es como un
taxi en el camino. Mira, ve que todo está bien, despega y vuela usando su vista.
Esto está bien en tanto usted pueda verlo todo, si hay cielo despejado y no mucho
trá fico. Pero un día cualquiera encontrará mal clima. Se perderá en las nubes y en
cierto momento tendrá que levan-
tar el micró fono y decir: “Necesito cambiarme a las RVI”. Y se somete a los contro-
les de ese canal. Todas las aerolíneas vuelan RVI. Todos los profesionales vuelan RVI.
Pero muchos novatos vuelan RVV. La Federació n de Aviació n dice que muchos de
estos pequeñ os aviones que chocan no se habrían accidentado si cuando se perdieron
en las nubes, simplemente hubieran tomado el micró fono y dicho: “Necesito ayuda”.
¿Van ellos a hacer eso? No. ¿Piensa que un piloto va a admitir que está perdido? ¿Va
a admitir que necesita ayuda? É l quiere controlarlo a su manera, ser su propio jefe,
dictar su propio destino aun si eso significa volar directo hacia una montañ a o contra
un á rbol.
Hasta este punto en su vida, quizá s usted lo ha hecho bastante bien. Ha venido
volando RVV y ha controlado todo, pero es inevitable que en algú n momento de su
vida va a tener un tiempo malo. Van a llegar momentos difíciles. Van a llegar
esas nubes donde se siente perdido y no sabe qué direcció n seguir. En ese momento,
debe levantar el micró fono y conectarse al sistema de Dios. O me entrego al cuidado
y con- trol de Cristo o acepto una invitació n al desastre.
Es muy importante para usted que permita que alguien má s sepa de su decisió n y
de este compromiso.
MANTÉ NGASE LIMPIO
El Camino a la Recuperació n - Parte 4
R.E.C.U.P.E.R.A
Reconozco que no soy Dios; admito que soy incapaz de controlar mi tendencia a
hacer lo malo y que mi vida es inmanejable.
En forma sincera creo que Dios existe, que le intereso y que é l tiene el poder para
ayudarme en mi recuperació n.
Conscientemente elijo entregar toda mi vida y voluntad al cuidado y control de
Cristo.
El CUARTO PASO
“Nunca tendrá s é xito en la vida si tratas de esconder tus pecados. Confié salos y
entré galos y Dios mostrará misericordia sobre ti”. Proverbios 28:13 (DHH)
II. CÓ MO DAR ESTE PASO
1. Hacer un __________________________.
2. Aceptar ______________________________.
“El espíritu humano es la lá mpara de Señ or, pues escudriñ a lo má s recó ndito del
ser”. Proverbios 20:27 (NVI)
“Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañ amos a nosotros mismos y no
tenemos la verdad”. 1 Juan 1:8 (NVI)
3. Pedir _________________________________.
“Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos
limpiará de toda maldad”. 1 Juan 1:9 (NVI)
“Aunque sus pecados sean como el rojo má s vivo, yo los dejaré blancos como la
nieve”. Isaías 1:18 (DHH)
“Confié sense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sana-
dos”. Santiago 5:16 (NVI)
¿A quié n?
¿Qué decir?
¿Cuá ndo?
“Todos han pecado y está n privados de la gloria de Dios, pero por su gracia son
justificados gratuitamente mediante la redenció n que Cristo Jesú s efectuó ”. Romanos
3:23-24 (NVI)
“Ya no hay ninguna condenació n para los que está n unidos a Cristo Jesú s”.
Romanos 8:1 (NVI)
MANTÉ NGASE LIMPIO
El Camino a la Recuperació n – Parte 4
Salmo 32:1-2
Hemos estado estudiando una serie llamada El Camino a la Recuperació n, así como
la forma en que usted maneja sus heridas, há bitos y los complejos que está n desorde-
nando su vida. Cada semana estudiamos una letra diferente de la
palabra R.E.C.U.P.E.R.A. Con ello estamos representando ocho pasos que nos
ayudan a no estancarnos en há bitos que nos afectan, en problemas que nos causan
dificultades y en recuerdos de los cuales no podemos librarnos.
El primer paso de que hablamos es el de la “realidad”: Reconozco que no
soy
Dios; admito que soy incapaz de controlar mi tendencia a hacer lo malo y que mi vida
es inmanejable. Me doy cuenta que tengo problemas que no puedo controlar.
El segundo paso es el de la “esperanza”: Aunque soy incapaz de controlar todos
los problemas y todas las cosas en mi vida, Dios tiene el poder para controlarlos y eso
quiere decir que en forma sincera creo que Dios existe, que le intereso y que é l tiene
el poder para ayudarme en mi recuperació n.
Finalmente hablamos del paso del “compromiso”: No es suficiente saber
que tengo problemas ni saber que Dios puede resolverlos, sino que,
conscientemente, debo entregá rselos a É l. Debo hacer un compromiso de
entregarle mi vida y volun-
tad y decir: “Dios, aquí está mi vida, lo bueno, lo malo y lo feo de ella”. Y
Dios comienza a tomar esos problemas y comienza a trabajar en ellos. A eso le
llamamos el paso del compromiso.
1. La culpa destruye mi confianza. Usted no puede ser una persona segura si tiene
culpa en su vida. La culpa lo hace sentirse inseguro porque siempre está preocupado:
“¿Qué ocurrirá si alguien lo descubre? ¿Qué pasará si alguien realmente sabe la ver-
dad sobre mí? Entonces quizá s no les agrade, puede que me rechacen, que no sea tan
bueno como les parezco”. Como resultado, les tememos a otros y eso destruye nues-
tra confianza.
Sir Arthur Conan Doyle, autor de las novelas de Sherlock Holmes, era tan bro-
mista que un día hizo una broma a los cinco hombres má s prominentes de Inglaterra.
Les envió un anó nimo en el que simplemente decía: “Todo ha sido descubierto, desa-
parezca inmediatamente”. En las pró ximas veinticuatro horas los cinco hombres habí-
an abandonado el país.
La culpa le roba la confianza. Es como una nube flotando sobre su cabeza. Y usted
piensa: “No puedo seguir con mi vida porque tengo miedo que alguien vaya a descu-
brir esto tan tremendo, ese secreto profundo y oscuro que conozco tan bien”.
Obviamente, Dios lo conoce, pero nadie má s lo conoce, y eso lo hace llevar un
peso muy grande. Y ese peso de la culpa le roba la confianza.
2. La culpa dañ a completamente mis relaciones. La culpa hace que responda a las
per- sonas en forma inadecuada. Nos puede hacer impacientes con otras personas.
Puede causar que reaccionemos con ira. ¿Ha visto a alguien reaccionar con ira,
como una explosió n nuclear? A menudo eso es motivado por la culpa cuando la
persona se esconde tras ella. Algunas veces las personas ni siquiera se dan cuenta. La
culpa puede causar que consienta y satisfaga a otras personas. “Me siento culpable en
esta relació n por lo que voy a comprarle muchas cosas”. Los padres a menudo se
sienten culpables
y recompensan en exceso a sus hijos. La culpa puede hacer que evite el compromiso
en las relaciones, se acerca mucho en una relació n y luego se aleja. “¿Por qué no voy
a hacer eso? ¿Por qué no voy a permitir que la gente se acerque a mí?” Una de las
razones es la culpa. Dañ a mis relaciones porque me mantiene respondiendo a las per-
sonas en formas que algunas veces no entiendo. Muchos de los problemas matrimo-
niales de hoy en día son causados por cosas que sucedieron anteriormente en el matri-
monio y de las cuales el có nyuge se siente culpable. Y tales cosas siguen causando
pro- blemas hoy día.
2. Aceptar la responsabilidad de mis faltas. Proverbios 20:27 dice: “El espíritu huma-
no es la lá mpara de Señ or, pues escudriñ a lo má s recó ndito del ser”. El obstá culo má
s grande para la sanidad de mis complejos soy yo mismo. El mayor obstá culo para
la sanidad de sus problemas es usted. Comience por ser radicalmente honesto y diga:
“El problema soy yo. Si cambiara de amigos, de trabajo, o solamente cambiara de
ciudad,
de domicilio, todo estaría bien. El ú nico problema es que donde sea que vaya, yo esta-
ré allí. Y seguiría arruiná ndolo todo”. Por lo tanto, acepte la responsabilidad de sus
faltas. No racionalice. No diga: “Sucedió hace mucho tiempo”. “Es solamente
una etapa”. “Todos lo hacen”. No lo racionalice. No lo minimice. No diga: “No es
para tanto”. Si no es para tanto, ¿por qué todavía lo recuerda luego de veinte añ os?
¡Y en verdad lo recuerda! No lo niegue. No culpe a otros. No diga: “La culpa es
casi toda
de ellos”. Puede que sea casi toda de ellos, pero Dios lo hace a usted responsable por
el diez por ciento que es culpa suya. Puede que haya sido mayormente la culpa de
otros, pero, ¿qué de ese diez por ciento? Admita que lo hizo. “Si afirmamos que no
tenemos pecado, nos engañ amos a nosotros mismos y no tenemos la verdad”. Otra
traducció n dice: “Vivimos en un mundo de ilusió n”. La Biblia Viviente dice:
“Simplemente nos engañ amos a nosotros mismos”. El punto es que si realmente quie-
ro dejar de engañ arme a mí mismo, tengo que dejar de engañ arme a mí mismo. Y
dejar de pretender que es la culpa de alguien má s cuando la verdad es que yo soy el
responsable de lo que sucede.
¿Có mo pretende no sentirse culpable cuando en su corazó n todavía se siente así? ¿No
cree que es tiempo de finalmente tratar y terminar con eso para que así pueda seguir con
su vida? Haga un inventario moral y luego examine esa lista y diga: “Sí, ese soy yo. Acepto
la responsabilidad de mis faltas”.
3. Pedir perdó n a Dios. En 1 Juan 1:9 leemos: “Si confesamos nuestros pecados,
Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad”. Si libre-
mente lo admitimos, Dios nos perdonará . ¿Cuá l es la forma correcta de pedirle per-
dó n a Dios? ¿Có mo hago esto?
CÓ MO OBTENER EL PERDÓ N DE DIOS
Segundo, no negocie. No diga: “Si tan solo me perdonas, nunca haré esto otra vez”.
Si esa es su á rea de debilidad, probablemente esté fingiendo. No tiene que negociar
con Dios para obtener su perdó n. No tiene que suplicar.
Solamente crea. Crea que é l le perdonará . Cuando libremente admita que ha peca-
do, descubrirá que Dios es completamente confiable. É l perdona nuestro pecado y
nos limpia completamente de toda maldad.“Admitir” proviene de una palabra griega
de la que tambié n se deriva la palabra “confesar”. Y esta palabra está formada
por homo, que quiere decir “igual” (como la leche homogenizada), y por logo, que
quiere decir “palabra”. Esto significa hablar lo mismo. Por lo tanto, admitir o
confesar sig- nifica decir sobre cada punto de tu lista lo mismo que dice Dios. Yo
digo: “Dios, está s
en lo cierto, esto está mal”. Eso es lo que significa confesar. Simplemente significa
decir: “Dios, es cierto, esto está mal”. Es estar de acuerdo con Dios.
Lo fundamental para el perdó n es que é l es completamente confiable. Es la natu-
raleza de Dios. Pero usted dice: “Si hago esa lista, ¡usted no sabe lo que va a estar en
esa lista! Y nunca podré ser perdonado por eso”. Pero está equivocado.
Como pastor, ya nada me sorprende. Lo he escuchado todo. No hay pecado en el
cual pueda pensar que no haya escuchado ya y que alguien me lo haya dicho perso-
nalmente. Y cada vez que he conducido a las personas a este paso, he visto cambios
dramá ticos en sus vidas. Cada vez en particular. No hay pecado demasiado
malo, demasiado grande.
Hace poco, una mujer que no es miembro de esta iglesia vino a mi oficina y me
dijo: “Estoy deprimida, he estado en cama por semanas, y no tengo energía para salir
de la cama y seguir viviendo”. Al estar hablando con ella, le dije: “¿Hay algo de lo
que verdaderamente se arrepienta en su vida?” Ella comenzó a sacarlo todo. Sí, su
esposo viaja, tuvo un romance, quedó embarazada y tuvo un aborto, pero
nunca se lo ha dicho. Le expliqué que Jesucristo dijo: “Yo puedo perdonar y puedo
limpiarte de cada pecado”. Ella dijo: “Es que simplemente no parece justo. Alguien
tiene que pagar por
mi pecado”. Yo dije: “Alguien lo ha hecho. Su nombre es Jesucristo. Es por eso que é l
murió en la cruz. Y murió por ese pecado y cualquier otro que haya confesado y
entre- gado, y por los que vaya a confesar tambié n”.
Isaías 1:18 (DHH) dice: “Aunque sus pecados sean como el rojo má s vivo, yo los
dejaré blancos como la nieve”. Eso es a lo que llamo “un versículo barra de jabó n”.
Los detergentes siempre está n jactá ndose de cuá l puede sacar mejor las manchas má
s profundas. Me reí cuando leí este versículo, porque Amy, mi hija mayor, cuando
esta-
ba en bachillerato, hizo un proyecto de Ciencias en el cual comparaba alrededor de
treinta populares quita manchas. Si usted quiere realmente saber cuá l es el que fun-
ciona, pregú ntele. Le daré una pista: no fue Tide. Dios dice: “No importa cuá l sea la
mancha, yo puedo quitarla”.
4. Admitir mis faltas a otra persona. Dios dice que esto es absolutamente esencial
para su recuperació n. Santiago 5:16 dice: “Confié sense unos a otros sus pecados, y
oren unos por otros, para que sean sanados”. ¿Có mo somos sanados?
Admitiendo nuestras faltas unos a otros. ¿Por qué tengo que involucrar a otra
persona en esto?
¿Por qué no simplemente lo admito ante Dios? ¿Por qué no simplemente oro
por esto, hago una lista, hablo con Dios al respecto? ¿Por qué necesito hablar con
otra persona? Porque la raíz de nuestro problema es relacional. Nos mentimos
unos a otros. Nos engañ amos unos a otros. Somos deshonestos unos con otros.
Nos pone- mos má scaras. Pretendemos tener todo bajo control. Pero no es así.
Negamos nues- tros verdaderos sentimientos y jugamos. Eso nos aísla unos de otros
e impide la inti- midad. Terminamos viviendo con vergü enza y eso nos hace
inseguros. “Si los demá s supieran verdaderamente la verdad acerca de mí, no me
amarían. Me rechazarían”.
Así que nos enfermamos. Estoy tan enfermo como mis secretos. Los secretos a los
que me adhiero son los secretos que me enferman. Dios dice que revelar nuestros
sen- timientos es el comienzo de la sanidad. Si usted no hace eso, entre má s lo
esconda,
má s grande se vuelve. Lo estará exagerando internamente. Pero lo sorprendente de
esto es que cuando se arriesga a ser honesto con una persona, de repente este senti-
miento de libertad viene a su vida. Se da cuenta de que todos tienen problemas y a
menudo tienen los mismos que usted tiene. Usted lo debe admitir a una
persona.
Todos necesitan a una persona. No necesita má s de una, pero por lo menos
necesita una persona en la vida con la que pueda ser totalmente honesto. ¿Por qué ?
Hay algo terapé utico en esto. Es la forma de Dios para liberarnos.
¿Simplemente salgo y anuncio mis pecados a todo el mundo? No. Decirlo a la
persona incorrecta puede ser un gran problema. Usted no tiene que simplemente salir
e indiscriminadamente contar sus problemas. ¡No!
¿A quié n se lo digo?
1. A alguien en quien confíe. Alguien que pueda mantenerlo en secreto, que no
sea un delator y que tenga reputació n de ser confiable. No necesita decirlo a alguien
para que a la semana siguiente lo sepa todo el mundo.
2. A alguien que entienda el valor de lo que está haciendo.
3. A alguien que sea suficientemente maduro y que no se vaya a escandalizar.
4. A alguien que conozca al Señ or lo suficientemente bien como para reflejar ante
usted su perdó n. Puede ser a un pastor, a un amigo cercano en quien confíe o a un
consejero cristiano. La mayoría de los cristianos genuinos que conozco se honrarían
en escucharle dar su cuarto paso.
Eddie: Debo decir que es má s sencillo para mí hacer un drama que ser
yo mismo, porque no me es fá cil ser vulnerable. Soy un creyente que lucha
con la codependencia. Tengo veintidó s añ os ahora pero la mayor parte de mi niñ
ez, mis
añ os de adolescencia, y aun hoy en día, me he escondido tras má scaras de aparien-
cia. Es mucho má s fá cil. Má s có modo. Mis padres se divorciaron cuando yo
tenía siete añ os, lo que significó que recayeron má s responsabilidades
sobre mí.
Bá sicamente me volví un tercer padre.
Mi madre no era una mamá muy vulnerable, emocional, afectiva o cariñ osa.
Sentía que necesitaba trabajar má s para que ella mostrara que me amaba.
“Haciendo má s cosas ella me amará ”, me decía. Luego de un tiempo, mi papá
se fue de la casa y ambos se casaron otra vez. Pasé la mayor parte de mi vida casi
sin ver a mi papá . Despué s que mi mamá se volvió a casar, mi padrastro abusaba
emo- cional y físicamente de mí. Esto trajo un sentimiento de soledad todavía
mayor. Sentía que estaba solo, y que lo que tenía que hacer lo tenía que hacer
solo, sin la ayuda de nadie.
Pese a que no había amor en casa, no me desvié completamente por otros
rum- bos hacié ndome un rebelde sin causa, ni me hice adicto a ciertas cosas, pero
siem- pre estaba ese sentir de querer que las personas me amaran. Deseaba ser
agradable
a todas las personas.
Así que terminé utilizando má scaras de apariencia. Siendo un buen trabajador,
usando lo que tenía para hacer reír a las personas, haciendo que la gente me amara,
siempre estaba rodeado de gente.
No quería mostrar que la vida de mi familia era caó tica. Estaba tan mal que no
quería que nadie se diera cuenta de eso. Tenía un gran secreto pero yo les demos-
traba que estaba bien, que era el hijo perfecto, que iba a ser algo, aunque mi fami-
lia seguía dicié ndome que no é ramos nada.
Triunfé en mis añ os de bachillerato. Era un rey y todo a mi alrededor era mi
corte. Fui el rey de la promoció n, tambié n presidente, estuve a cargo de muchas
cosas, era parte de un grupo de rescate. No quería que nadie sufriera dañ o, así que
estaba allí para ayudar. Mi exterior se veía maravilloso, era alguien y tenía gente a
mi alrededor. Tan pronto como me gradué y entré al “mundo real” las cosas cam-
biaron. Era simplemente otro nú mero, otro alumno de universidad. No era nadie.
Por primera vez en mi vida esto descubrió la esencia de que no era feliz, que estaba
completamente solo, que realmente no me agradaba a mí mismo. Un corto
tiempo despué s de eso, decidí que quería estar en el ministerio juvenil. Conseguí
un empleo y una invitació n a trabajar aquí hace cuatro añ os, y he estado aquí desde
entonces. Siempre pensé que Dios estaba en control. Siempre pensé que lo estaba
entregando todo a Dios. Pero realmente no era así, lo creía porque era en lo ú nico
que me podía afirmar. Lo ú nico que realmente podía controlar en mi vida era yo
mismo y esa parte nunca se la di a Dios. Entonces Dios tomó la tabla bajo mis pies.
En el té rmino de casi un añ o y medio, mi padre murió un poco antes de Navidad,
estaba comprometido en matrimonio y este se canceló , mi abuelo murió , mi mejor
amigo de bachillerato murió en un accidente automovilístico. Há blenme a mí
de
estré s, de pé rdida total. De no saber qué hacer. De sentirse solo. Las pé rdidas en
mi vida me mostraron algo. Dios tiene que estar en control. La ruptura de mi
compro- miso matrimonial solamente me mostró cuan atado estaba a esta persona,
có mo mi vida no giraría si ella no era el centro. Quería controlarla a ella tambié n. Bá
sicamente,
la desesperé hasta que decidió irse.
Creo que gran parte de mi vida he seguido el patró n de que si ayudo a otros me
puedo demostrar que valgo algo, que soy alguien. Pero no fue sino hasta hace apenas
unos ocho meses que, estudiando el programa de los Doce Pasos, entregué completa-
mente todo a Dios. Se lo entregué todo. Es muy liberador. Todavía tengo
muchas cosas sobre las que necesito trabajar en mi vida, pero es totalmente
liberador. La semana pasada di este cuarto paso con John Baker, y todo ese pasado
que ya no podía soportar, ni alimentar y que me hacía comprobar una y otra
vez mi falta de valor, quedó atrá s. Por primera vez en mi vida me siento valioso.
Por primera vez en mi vida
mi interior se siente bien, bien para amarme a mí mismo, bien para ser amado por
alguien, bien para afrontar a mi familia y tratar con ellos en una forma diferente, bien
para ser valorado por mis amistades actuales y por futuras amistades. No hay un tiem-
po mejor para comenzar Celebremos la Recuperació n.
HAGA CAMBIOS
El Camino a la Recuperació n - Parte 5
R.E.C.U.P.E.R.A.
Reconozco que no soy Dios; admito que soy incapaz de controlar mi tendencia a
hacer lo malo y que mi vida es inmanejable.
En forma sincera creo que Dios existe, que le intereso y que é l tiene el poder para
ayudarme en mi recuperació n.
EL QUINTO PASO
Para que Dios haga todo cambio que quiera hacer en mi vida, me someto volun-
tariamente a é l y le pido humildemente que remueva mis _______________________.
“Ofré zcanse como un sacrificio vivo a Dios, dedicados a su servicio agradá ndole
a é l ... y permitan que Dios les transforme internamente por un completo cambio de
su mente”. Romanos 12:1-2 (DHH)
Mis
Mis
Los defectos de cará cter son a menudo intentos de llenar necesidades no satisfechas.
Mis
Los defectos de cará cter a menudo son cualidades positivas mal utilizadas.
II. ¿POR QUÉ ES TAN DIFÍCIL CAMBIAR LOS DEFECTOS DE CARÁ CTER?
“No se angustien por el mañ ana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene
ya sus problemas”. Mateo 6:34 (NVI)
“Dios, que comenzó a hacer su buena obra en ustedes, la irá llevando a buen fin
hasta el día en que Jesucristo regrese”. Filipenses 1:6 (DHH)
HAGA CAMBIOS
El Camino a la Recuperació n - Parte 5
Romanos 12:1-2
El estudio está basado en Romanos 12:1-2: “Ofré zcanse como un sacrificio vivo a
Dios, dedicados a su servicio agradá ndole a é l ... y permitan que Dios les transforme
internamente por un completo cambio de su mente”. Transformació n. Cambio de la
mente. La forma en que podemos ser transformados es permitiendo que
nuestras mentes sean cambiadas.
En esta parte del estudio vamos a hacer tres cosas sencillas. Hablar acerca de
dó nde vienen mis defectos de cará cter, de por qué es tan difícil deshacernos de ellos,
y de có mo puedo cooperar con el proceso de cambio de Dios, así como tambié n vere-
mos có mo Dios cambia las heridas, los há bitos, y los complejos que han estado afec-
tando mi vida.
Sus cromosomas. Algunos de ellos se heredan. Cada uno de sus padres contribuyó
con veintitré s mil cromosomas. Y, por lo tanto, usted heredó algunas de sus debilida-
des. Heredó algunos defectos físicos de sus padres, y heredó algunos defectos emo-
cionales tambié n. Esto explica su predisposició n hacia ciertos problemas. Pero no es
excusa al pecado. Por ejemplo, debido a mis padres, puedo poseer la tendencia a tener
un temperamento fuerte, pero eso no me excusa de salir y asesinar a alguien. Puede
que tenga la tendencia a ser haragá n, pero eso no es excusa para no hacer algo con mi
vida y simplemente ser un vago. Puede que tenga una tendencia gené tica para
ser dado a ciertas adicciones, pero eso no es una excusa para que vaya y elija ser un
adic-
to. Mis genes, la gené tica, mi naturaleza, es una de las fuentes.
Sus circunstancias. Su crianza es otra fuente. Usted fue criado en cierta forma y
aprendió muchas maneras de relacionarse con otros, aprendió modelos y desarrolló
há bitos. Aprendió de sus padres y de otras personas. Aprendió a responder a sus pro-
pias necesidades en ciertas formas y a protegerse, a manejar las heridas y el rechazo.
Muchos de sus defectos son simplemente intentos contraproducentes para suplir las
necesidades no satisfechas. Tiene una necesidad legítima de recibir respeto. Pero si no
recibió respeto al inicio de su vida, se alegra con la atenció n que le brindan y busca
una forma de obtener la atenció n de los demá s. Tiene una necesidad legítima de
amor, pero
si no obtuvo amor en los añ os de su formació n puede que se alegre con el sexo barato,
debido a que tiene la cercanía emocional. Tiene una necesidad de seguridad pero si no
la obtuvo en el tiempo adecuado, puede que haya intentado protegerse con el materia-
lismo y con posesiones para demostrar que es una persona segura de sí misma.
Sus elecciones. Si elige hacer algo por mucho tiempo, esto se vuelve un há bito. Una
vez que es un há bito, usted está atrapado. Las cosas que nunca intentó desarrollar en
su vida se desarrollan porque eligió hacer algo que se volvió un há bito.
¿Por qué toma tanto tiempo deshacerse de estas cosas? ¿Por qué es tan difícil?
II. ¿POR QUÉ ES TAN DIFÍCIL CAMBIAR LOS DEFECTOS DE CARÁ CTER?
1. Porque los ha tenido con usted por mucho tiempo. No los obtuvo de la noche a la
mañ ana. Tomó añ os para que se formaran, por lo que tampoco los va a perder de la
noche a la mañ ana. Muchos de los há bitos y modelos se han desarrollado en la niñ ez
y puede que no sean nada có modos y que sean contraproducentes, pero al menos son
familiares. Es como un viejo par de zapatos. Quizá s no sean los mejores para correr,
pero son có modos. Así que de muchos de sus defectos usted simplemente dice: “Así
es como soy” porque los ha tenido por mucho tiempo. Es difícil deshacerse de ellos.
2. Porque se identifica con ellos. No sé por qué , pero a menudo confundimos nues-
tra identidad con nuestros defectos. Decimos: “Así es como soy”. Usted no tiene que
ser de esa forma. Puede cambiar. Cuando usted dice: “Así es como soy”, está identifi-
cando su identidad con sus derrotas. Complete esta oració n en su mente: “Es que
sim- plemente soy ____________”, (adicto al trabajo, obeso, ansioso, pasivo,
temeroso, de temperamento fuerte). Cuando hace esto, está estableciendo algo sobre
usted mismo
e identificá ndose con ese defecto, y esto se vuelve una profecía que llega a cumplirse.
Usted dice: “Siempre me pongo nervioso cuando subo a los aviones”. ¿Qué va a suce-
der la pró xima vez que suba a un avió n? Se va a poner nervioso. Usted se predispone
diciendo: “Eso es lo que soy”. Lo que sucede es que inconscientemente, una de las
razones por las que no puede cambiar es porque tiene miedo. Dice: “Si realmente me
deshago de este defecto, ¿seguiré siendo yo? Esto ha sido parte de mí. Siempre he
sido así. Si lo dejo, ¿seguiré siendo yo?”
3. Porque son una compensació n. Cada defecto es una compensació n. Es posible que
disfrace nuestro dolor. Puede que sea una excusa para fallar. Puede permitir compen-
sar la culpa en nuestra vida. Quizá s intentemos atraer la atenció n de los demá s. A lo
mejor nuestro defecto puede permitirnos controlar a otras personas.
Siempre que un comportamiento negativo se repite en usted, en sus hijos, en cual-
quiera, aunque sea auto destructivo, siempre hay una recompensa. No hacemos cosas
que no tengan recompensas. Quizá s nunca haya pensado en esto de esta forma pero
hay una compensació n. Quizá s esté consiguiendo atenció n por su defecto. Quizá s esté
con- trolando a alguien por su defecto. Como obtiene una recompensa,
inconscientemente
no quiere deshacerse de ese defecto. Una madre le dice a sus hijos: “Niñ os, vengan a
cenar”. Ellos no lo hacen. Entonces ella les grita. Piensa que gritá ndoles conseguirá que
le obedezcan. Hay una compensació n. Usted tiene que estar consciente de eso.
He aquí siete formas de cambiar su mente para que pueda cooperar con la mane-
ra en que Dios quiere cambiarle y hacer de usted lo que siempre ha querido ser.
Cosas que pensó que nunca podría cambiar son realmente simples. Estas son siete
maneras para readecuar el enfoque ganador, para que pueda cambiar esos há bitos,
complejos y heridas que nunca pensó que fuera posible cambiar.
1. Enfó quese en cambiar un defecto a la vez. Proverbios 17:24 (DHH) dice: “La sabi-
duría es la meta del inteligente, pero el necio no tiene meta fija”. Algunos participan
de las series de recuperació n y piensan: “Esto es fantá stico; tengo treinta cosas que
debo cambiar”. Ni lo intente. Quedará abrumado. Se desanimará y no cambiará nada.
Debe ser específico. Tiene que ser muy específico. “Dios, esto es lo que quiero cam-
biar: mi ira, mi ansiedad, mi tendencia a controlar a la gente, mi adicció n al trabajo,
o mi falta de honestidad”. Regrese al Paso 4 y vuelva a tomar el inventario moral que
hizo allí. Lea la lista y dígale a Dios cuá l de esas cosas está dañ ando má s su
vida.
Dé jele obrar en esa á rea. Debe trabajar en un defecto a la vez. De otra forma no fun-
ciona.
2. Enfó quese en la victoria un día a la vez. Mateo 6:11 no dice: “Danos este mes nues-
tro pan cotidiano”. No, dice: “Danos hoy nuestro pan cotidiano”. ¿Por qué ? Porque
Dios quiere darle suficiente fuerza para cambiar por un día, no para una semana, un
mes, el resto de su vida, la eternidad. Quiere que sea un día a la vez para que confíe
en é l. Es como el antiguo dicho: “¿Có mo te comes un elefante? De a una mordida a
la vez”. La vida por kiló metros es difícil, pero por metros es fá cil. Usted toma un pro-
blema de toda la vida (esa herida, ese complejo, o ese há bito no lo obtuvo de la noche
a la mañ ana) y lo rompe en pedazos que pueda morder y sobre los que pueda trabajar
un día a la vez y obtiene la fuerza de Dios un día a la vez. Ora al despertarse por la
mañ ana: “Señ or, solamente por este día, quiero ser paciente; solamente por este día
quiero ser positivo y no negativo”. Le pide a Dios que le ayude por una, o aun mejor,
por las tres siguientes horas, a pensar en cosas buenas, a no tener miedo. Y tó melo
poco a poco. Esto lo protege de hacer promesas a la ligera. Pídale un día a la vez. Si
dice: “Prometo nunca volverlo a hacer”, está condenado a fallar. Un día a la
vez.
Há galo poco a poco.
Si tiene un jefe que es un verdadero terco y trata de sacar lo malo en usted, tien-
de a sentir resentimiento. Levá ntese por la mañ ana y diga: “Señ or, solamente por las
primeras tres horas, ¿puedo responder a ese jefe como tú me harías responder,
sin ponerme tenso, preocupado o resentido, sino sonrié ndole?” Mateo 6:34 dice:
“No se angustien por el mañ ana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya
sus pro- blemas”. No se preocupe por mañ ana, por la victoria de mañ ana. Preocú
pese solo de hoy. Roma no se construyó en un día. El cará cter no se construye
en un día. Los defectos de cará cter no se desarraigan en un día.
Queremos todo instantá neo: puré de papa, café , palomitas de maíz.
Queremos madurez instantá nea. Un día soy un completo desastre y al siguiente
día soy Billy Graham. No sucede de esa forma. Debe crecer poco a poco. Debe
crecer día a día. Un día a la vez. No se ponga un plazo: “Voy a vencer esto
en este plazo”. No. Solamente trabaje en eso un día a la vez. Usted trabajará este
paso y todos los demá s pasos de la serie recuperació n por el resto de su vida. Por las
noches, deté ngase y agra-
dezca a Dios por cualquier cambio o victoria, no importa cuá n pequeñ o sea: “Gracias
por darme tu ayuda hoy”. Cualquier victoria, no importa cuá n pequeñ a sea, agradé z-
casela a Dios, y trate con un defecto a la vez y obtenga la victoria un día a la vez.
5. Enfó quese en hacer lo bueno, no en sentirse bien. Gá latas 5:16 dice: “Vivan
por el Espíritu, y no seguirá n los deseos de la naturaleza pecaminosa”. Si hace lo
correcto, sus sentimientos con el tiempo coincidirá n con usted. Si espera hasta tener
ganas de cambiar, nunca va a cambiar. El diablo se asegurará de que nunca tenga
deseos de cambiar. Siempre es má s fá cil actuar de acuerdo a un sentimiento que
tener que sentir debido a una acció n. Si no me siento cariñ oso hacia mi esposa,
comienzo a amarla, y los senti- mientos vendrá n. Si usted espera hasta sentirse cariñ
oso, esto puede ser algo que tome mucho tiempo. Así que dice: “No siento que me
guste”. No se preocupe por sentir lo correcto, sino haga lo correcto. Alcohó licos Anó
nimos usa la frase: “Disimú lelo hasta que
lo logre”. Haga lo correcto aunque no sienta ganas de hacerlo, sepa que es lo correcto
a hacer y há galo de todas maneras. A la larga sus sentimientos concordará n. Cada vez
que intente cambiar una parte importante en su vida, un gran defecto de cará cter, una
imper- fecció n, una debilidad en su personalidad, cada vez que comience a intentar
hacer gran-
des cambios, no se va a sentir muy bien al principio. Por cierto, se va a sentir
bastante torpe. Se sentirá mal por un momento. ¿Por qué ? Porque no se sentirá
normal. Está tan acostumbrado a sentirse anormal, que lo normal es que no se sienta
bien. Así que no se sentirá muy bien cuando comience a hacer cambios. Si usted es un
adicto al trabajo y dice:
“Voy a permitir que Dios obre en mi adicció n al trabajo”, y al otro día a las cinco de
la tarde decide ir a casa cuando suena el timbre y no se lleva trabajo en su maletín, la
pri- mera vez que lo haga dirá : “Me siento realmente extrañ o”. Y es ló gico, porque ha
traba- jado arduamente por mucho tiempo. Si usted come en extremo, bebe o fuma, la
prime-
ra vez que intente romper con ese há bito se sentirá extrañ o: “No hay nada en mi boca.
Qué extrañ o me siento”. Será divertido por un momento y quizá s no se sienta bien. Pero
si hace lo correcto una y otra vez, sus sentimientos al final coincidirá n con su
comporta- miento. Y usted no puede controlar sus sentimientos, pero sí puede
controlar sus mú scu- los. Así que haga lo correcto ya sea que sienta hacerlo o no y los
sentimientos se pondrá n
de acuerdo con usted.
6. Enfó quese en las personas que le ayudan, no en las que le obstaculizan a hacer esos
cam- bios positivos que quiere hacer en su vida. La gente correcta le ayudará . Las
personas no apropiadas será n un obstá culo y evitará n su recuperació n. La Biblia
dice: “Las malas
compañ ías corrompen el buen cará cter”. En otras palabras, si no desea ser picado, alé -
jese de las abejas. Si usted sabe qué tipo de personas son una tentació n, simplemente
alé jese de ellas. Si está luchando con el alcoholismo, no dirá : “Creo que iré al bar a
comer unas semillas de maní”. Mala idea. Si está luchando con la pornografía,
no tiene que ir a las tiendas donde esta se promueve. No tiene que estar cerca de las
cosas que le afectan. Por otro lado, la Biblia dice: “Dos son mejor que uno y una
cuerda de tres dobleces no es fá cil de romper”. Con la ayuda de otra persona,
cuando una cae,
la otra puede ayudarle a levantarse.
Dije esto en la primera lecció n de esta serie, pero me temo que muchos no me
creyeron: No puede recuperarse por usted mismo. Debe estar en un grupo, en una
relació n. La recuperació n siempre sucede cuando hay amistades, nunca por uno
mismo. Nunca se recuperará solamente con escuchar una serie de seis u ocho mensa-
jes. Sucede cuando usted está con otras personas. No creyó eso, pero permítame darle
un ejemplo.
Anteriormente hablamos de hacer una lista en nuestro inventario moral. Usted va
a casa y dice: “Señ or, ¿de qué cosas me siento culpable y de cuá les me arrepiento?
Haré una limpieza esta semana”. Hace una lista de esas cosas y las reconoce, las con-
fiesa ante Dios y otra persona en quien confía. Muchos de ustedes seguramente tuvie-
ron la intenció n de hacer eso. Pero no fue así. Las personas que lo hicieron son las
que tienen una relació n con alguien má s que les preguntó : “¿Lo hiciste? ¿No? Bueno,
dispongá monos y hagá moslo”. Participan en Celebremos la Recuperació n o en un
grupo pequeñ o. Los que no lo hicieron fue porque no tienen ninguna relació n con
alguien que les ayude en este camino. Es por eso que contamos con Celebremos la
Recuperació n, uno de nuestros ministerios que se reú ne cada viernes por la noche
para animar a las personas, porque usted no lo hará por usted mismo. Proverbios
27:17 dice: “El hie-
rro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre”. Usted necesita rela-
cionarse con alguien.
Jerry: Hace algunas semanas fui a un seminario con el pastor John y otros mucha-
chos. Cada uno tuvimos que hacer por separado lo que estoy a punto de hacer con
ustedes. Había casi cien de nosotros y un hombre habló mirá ndonos a todos y con sus
rodillas temblando dijo: “Estoy seguro de que todos ustedes de vez en cuando son
realmente maravillosos, pero todos juntos simplemente está n un poco abrumados”.
Soy un creyente de la iglesia de Saddleback. Tambié n soy un hombre que
por treinta añ os elegí vivir una vida de pecado usando el alcohol para acallar mi
concien- cia. Los frutos de esta vida fueron hospitales, instituciones mentales, cá
rceles, salones
en la corte, divorcio, cirrosis en el hígado, momentos de delirio, y diecisiete añ os de
intentos sin é xito de recuperació n estorbados por mi complejo de rectitud, voluntad
y arrogancia. Lo peor de todo era un corazó n endurecido contra Dios y los que le
bus- caran. Hace ocho añ os y medio mi Señ or y Salvador Jesucristo quitó de mi
vida, de una sola vez, mi obsesió n por el alcohol. Tres añ os y cuatro meses despué s,
me quitó
el há bito de fumar que había mantenido por cuarenta y tres añ os. ¿Por qué ? Porque
luego de dé cadas de negació n, finalmente me humillé y le pedí que por favor lo hicie-
ra por mí. Fue por medio de su gracia amorosa que finalmente llegué al punto donde
voluntariamente me sometí a cualquier cambio que é l deseara hacer en mi vida.
Segú n su voluntad me ha dado cuatro añ os de estudio bíblico y responsabilidades
aquí en Celebremos la Recuperació n, guiando un grupo de estudio bíblico para hombres
que el pastor John me encomendó hace seis semanas. Hoy, en su infinita sabiduría, el
Señ or ha tomado ese pasado pecaminoso y lo ha cambiado en una herramienta ú til
para ayudar a los que todavía sufren de adicciones. Efesios 2:10 dice: “Somos hechu-
ra de Dios, creados en Cristo Jesú s para buenas obras, las cuales Dios dispuso de ante-
mano a fin de que las pongamos en prá ctica”. Mi corazó n me dice que é l nos ha dado
el haber sido liberados de nuestras dolencias para tener un camino a seguir.
Específicamente, que humilde y voluntariamente estemos al servicio de los que
luchan con sus desesperanzas. Por favor, si su vida está siendo corrompida por
defectos de cará cter, venga y acompá ñ enos en Celebremos la Recuperació n y deles a
sus seres queri- dos descanso del dolor que está imponiendo en sus vidas antes
que sea demasiado tarde. El apó stol Pablo escribió : “Dios, que comenzó a hacer su
buena obra en uste- des, la irá llevando a buen fin hasta el día en que Jesucristo
regrese”. Le digo que con-
fíe en é l con todo su corazó n porque sé que le ama y perdona, así como me ha amado
y perdonado a mí.
R.E.C.U.P.E.R.A.
Reconozco que no soy Dios; admito que soy incapaz de controlar mi tendencia a
hacer lo malo y que mi vida es inmanejable.
En forma sincera creo que Dios existe, que le intereso y que é l tiene el poder para
ayudarme en mi recuperació n.
Para que Dios haga todo cambio que quiera hacer en mi vida, me someto volun-
tariamente a é l y le pido humildemente que remueva mis defectos de cará cter.
EL SEXTO PASO
“Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de mali-
cia. Má s bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdó nense mutua-
mente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo”. Efesios 4:31-32 (NVI)
I. PERDONAR A LOS QUE ME HAN DAÑ ADO
¿POR QUÉ ?
1. Porque ___________________________________.
“Que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así
como el Señ or los perdonó , perdonen tambié n ustedes”. Colosenses 3:13 (NVI)
2. Porque____________________________________.
“El preocuparse hasta la muerte con resentimiento sería algo necio, lo má s sin
sentido que hacer”. Job 5:2 (DHH)
“Te está s dañ ando solamente a ti con tu enojo”. Job 18:4 (DHH)
3. Porque ___________________________________.
“Cuando esté n orando, si tienen algo contra alguien, perdó nenlo, para que tam-
bié n su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados”. Marcos 11:25
(NVI)
¿CÓ MO?
1. mi herida.
Haga una lista de aquellos que le han dañ ado y de lo que dijeron... pensaron...
hicieron.
2. a mi ofensor.
“¿Cuá ntas veces deberé perdonar a mi hermano, si me hace algo malo? ¿Hasta
siete? Jesú s le contestó : No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”.
Mateo 18:21-22 (DHH)
Té cnica de “la silla vacía”.
¿POR QUÉ ?
“Asegú rense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz
amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos”. Hebreos 12:15 (NVI)
¿CÓ MO?
1. Haga una lista de aquellos a los que ha dañ ado y de lo que hizo.
“Traten a los demá s tal y como quieren que ellos los traten a ustedes”. Lucas 6:31
(NVI)
.É l correcto.
. La correcta.
“Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos”. Romanos
12:18 (NVI)
3. _ su vida.
“Ponga su corazó n en orden, diríjase a Dios ... luego enfrente al mundo otra vez,
firme y con valor. Entonces todos sus problemas desaparecerá n de su memoria, como
aguas que pasaron y que no son má s recordadas”. Job 11:13-16 (DHH)
MEJORE LAS RELACIONES
El Camino a la Recuperació n – Parte 6
Efesios 4:31-32
Este paso se basa en Efesios 4:31-32: “Abandonen toda amargura, ira y enojo, gri-
tos y calumnias, y toda forma de malicia. Má s bien, sean bondadosos y compasivos
unos con otros, y perdó nense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en
Cristo”. En este paso obviamente hay dos partes. Primero, perdonar a los que me han
dañ ado, y segundo, hacer enmiendas con las personas que he dañ ado.
¿Por qué debería dar este paso y có mo hacerlo?
3. Porque necesito perdó n en el futuro. Voy a necesitar perdó n para el futuro. Marcos
11:25 dice: “Cuando esté n orando, si tienen algo contra alguien, perdó nenlo, para
que tambié n su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados”. El
resenti- miento bloquea sentir el perdó n de Dios en su vida. La Biblia dice que no
podemos recibir lo que no estamos dispuestos a dar. Es peligroso seguir el modelo
de oració n
del Señ or. “Perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deu-
dores”. “Dios, perdó name así como perdono a los demá s”. ¿Realmente desea eso?
Necesita perdonar a los otros porque Dios le ha perdonado, porque el resentimiento
no funciona, y porque va a necesitar de perdó n en el futuro y no quiere romper ese
puente que tendrá que cruzar.
El perdó n es una calle de doble vía. En cierta ocasió n, un muchacho se acercó a
John Wesley y le dijo: “Nunca podré perdonar a esa persona. Nunca”. John Wesley
le replicó : “Entonces espero que nunca peques. Porque todos necesitamos lo que no
queremos dar”. No queme ese puente que necesita cruzar.
¿CÓ MO?
¿Có mo efectú o esta primera parte del Paso 6? ¿Có mo perdono a los que me dañ aron?
1. Revelo mi herida. Lo admito. Lo expreso. Lo afronto. Soy honesto. No puede
vencer esto hasta que lo admita... y eso dañ a. No sé por qué pero no queremos admi-
tir las veces que las personas que amamos nos han dañ ado. Quizá s se deba a que tene-
mos una mala concepció n de que no se puede amar a una persona y molestarse con
ella al mismo tiempo. Usted puede.
En cierta ocasió n estaba atendiendo a alguien en consejería y esa persona me dijo:
“Perdono a mis padres; hicieron lo mejor que pudieron”. Entre má s hablaba sobre eso
má s me daba cuenta de que realmente no los había perdonado. Interiormente estaba
molesta, pero insistía en que los había perdonado. Eso es negació n. Ellos no hicieron
lo mejor que pudieron. Si usted es padre, no está haciendo lo mejor que puede.
Somos imperfectos. Nadie hace lo mejor que puede. Esa es una forma de negació
n. Hasta que ella fue capaz de admitir: “No, no hicieron lo mejor que pudieron; me
trataban
de algunas maneras que eran incorrectas”, solo entonces pudo aprender a perdonar-
los. No puede perdonar lo que no quiere confesar. Admítalo y escríbalo en un papel.
Tiene algunas opciones cuando lo hieren. Puede reprimirlo, simplemente pre-
tender que no existe. Puede ignorarlo, sacá ndolo de su camino, lo que en
realidad nunca funciona porque siempre sale a flote de una manera u otra en su vida.
Lo puede desvalorizar diciendo: “No es nada; al fin y al cabo, hicieron lo mejor que
pudieron”. No, no lo hicieron. Dolió . O lo puede confesar. Simplemente admitirlo.
He tratado con personas que dicen: “Realmente me gustaría cerrar la puerta de
mi pasado. Encerrarme para que esa persona no me siga causando dañ o”. A
tales personas les digo: “Fantá stico, pero no hay un cierre sin una apertura”.
Primero debe admitirlo. Confesar y decir: “Eso duele. Fue incorrecto y me causó
dañ o”.
Entonces ¿qué hacer? Haga una lista de los que le han dañ ado, lo que dijeron, lo
que hicieron, lo que pensaron, y escríbalo, há galo en blanco y negro para que pueda
verlo. Entonces no estará resentido sobre algo confuso, sino sobre algo
específico. Piense en ese maestro que lo avergonzó o en su padre que dijo: “Nunca
logrará s nada; eres un fracaso”. Esa relació n anterior que le fue infiel. Escríbalo y
abra su corazó n.
3. Reemplazo mi herida con la paz de Dios. “Que gobierne en sus corazones la paz
de Cristo”. ¿Có mo? “Esto es algo injusto. Si lo perdono quedará sin castigo”. No, no
es así. Deje que Dios tome en sus manos la situació n. É l puede hacer un trabajo
mejor que el suyo. La Biblia dice que un día Dios va a aclarar todo y va a pedir
cuentas y a balancear las cosas, un día é l tendrá la ú ltima palabra. Así que permita
que Dios tenga
la ú ltima palabra en esto tambié n. ¿De acuerdo? É l cuidará de eso. É l es el
juez. Solamente é l. Es por eso que creo en el infierno. Jesú s habló má s del infierno
que del cielo. Si no hay infierno, entonces las personas como Hitler saldrá n impunes
y eso no
es justo, y Dios es un Dios justo. La Biblia dice que habrá un juicio. Así que
solamente libé relo y el resto del tiempo enfó quese en la paz de Dios en lugar de en
tratar de arre- glar las cosas. Permita que la paz reine en su corazó n. El hecho es que
las malas rela- ciones pueden romper su corazó n en pedazos. Simplemente lo pueden
destrozar. Pero Dios puede unir esas partes de nuevo y rodearlo y cubrirlo con su
paz.
Debe liberar a los que lo hirieron para que Dios pueda reparar su corazó n.
¿POR QUÉ ?
Porque las relaciones sin resolver son la raíz de su problema y ellas impiden que
suceda la recuperació n. Así que tiene que proceder a la segunda parte de este paso.
Hacer enmiendas a las personas que usted ha dañ ado es tan importante y necesario
como liberar a la persona que le ha dañ ado. ¿Por qué ? Hebreos 12:15 dice:
“Asegú rense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz
amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos”. Lo que se está diciendo aquí
es: “La razó n por la que no puedes vencer ese há bito, ese complejo, ni librarte de esa
herida es porque todavía tienes relaciones no resueltas”. Y esas relaciones no resuel-
tas deben ser tratadas si realmente quiere seguir con su recuperació n, ser la persona
que Dios quiere que sea y disfrutar la clase de felicidad que é l suplió para que usted la
tuviera en primer lugar en su vida.
¿CÓ MO?
¿Có mo hago enmiendas a las personas que he dañ ado?
1. Haga una lista de las personas a las que ha dañ ado y lo que les hizo. Quizá s usted
diga: “No puedo recordar a nadie”. Si es que lo dijo, le voy a poner un par de ejem-
plos. ¿Hay alguien a quien le deba algo que no le ha pagado? ¿Hay alguien a quien no
le ha cumplido una promesa? ¿Hay alguien al que trata de controlar? ¿Su có nyuge?
¿Un hijo? ¿Un hermano? ¿Un empleado? ¿Un amigo? ¿Hay alguien con quien
es extremadamente posesivo? ¿Alguien con quien es extremadamente crítico? ¿Ha
abu- sado verbalmente de alguien? ¿O físicamente? ¿O emocionalmente? ¿Hay
alguien a quien no ha apreciado o no le ha puesto atenció n o a quien no le ha
recordado un ani- versario? ¿Hay alguien a quien le ha sido infiel? ¿Le ha mentido
a alguien? ¿Es esto suficiente para comenzar o necesito continuar? Haga una lista de
aquellas personas a quienes ha dañ ado y lo que les hizo.
2. Piense có mo le gustaría que alguien hiciera enmiendas con usted. Lucas 6:31 dice:
“Traten a los demá s tal y como quieren que ellos los traten a ustedes”. Así que deté
n- gase y piense: “Si alguien llegara y me pidiera disculpas ¿có mo me gustaría
que lo hiciera?” Y há galo de esa manera. Hay tres asuntos que necesita observar:
1. Tiempo. Eclesiasté s 8:6 dice: “Hay un tiempo correcto y una forma
correcta para hacer todo”. Usted no va y simplemente le suelta una bomba a
alguien. No se acerca a alguien cuando va saliendo de prisa de su casa o cuando está
durmiendo y le dice: “Por cierto tengo algo que arreglar con usted”. Lo hace de
acuerdo con el tiem-
po de esa persona. No cuando sea el mejor tiempo para usted sino cuando sea el mejor
tiempo para ella.
2. Actitud. Tiene que tener la actitud correcta. Efesios 4:15 dice: “Profesando la
verdad en el amor”. ¿Có mo le gustaría que alguien le pidiera disculpas? En privado,
con humildad, con sinceridad, simplemente diciendo que lo que hicieron fue inco-
rrecto, sin presentar ninguna justificació n por lo ocurrido, sin excusas ni hablar de lo
que usted hizo, solamente asumiendo la responsabilidad. Puede que la otra persona
haya sido parte del problema, pero usted solamente está tratando de aclarar la parte
que le corresponde de la situació n. No trate de justificar sus acciones. Enfó quese en
lo que le corresponde de la situació n y no espere nada a cambio por parte de la per-
sona con quien está tratando de hacer enmiendas.
Restituya cuando sea posible. Si le han prestado algo y no lo ha devuelto, devué l-
valo. Si le debe a alguien, pá guele. La primera vez que di este paso, tenía diecisiete
añ os. Una de las cosas de mi lista era regresarle dinero a mi hermana, el cual yo había
robado para comprar un á lbum de Jimmy Hendrix. No quería hacerlo, pero lo hice.
Tenía una lista y fui a hacer enmiendas para que no hubiera secretos vergonzosos sin
confesar. Así que pude llegar a un punto en mi vida donde me puedo parar hoy y
decir:
“Amigos, no tengo nada que esconder. No soy perfecto, pero todas las cosas que he
hecho las he reparado, he hecho enmiendas por eso”. Eso le da libertad y confianza.
Hay en la Biblia un hombre llamado Zaqueo. Jesú s vino a su casa. É l era un recau-
dador de impuestos para el Imperio Romano. En esos días los recaudadores de impues-
tos cobraban una determinada cantidad, le entregaban menos a Roma, y ellos se que-
daban con lo restante. Así le robaban al pueblo, por lo que el pueblo los odiaba. Jesú s
escogió a Zaqueo para ir a su casa y la vida de este cambió cuando conoció a Cristo.
Dijo: “Señ or, voy a devolver cuadruplicado todo lo que he robado”. Jesú s lo miró
y dijo: “La salvació n ha llegado a este hombre”. É l era un verdadero cristiano. É l
estaba dispuesto a poner su dinero donde estaba su boca. É l restituyó donde fue
necesario.
Nota: Entre má s seria es su ofensa, menos probable es que pueda restituirla. Hay
algunas cosas que ha quitado a otros que no podrá restaurar. Pero no subestime el
pedir una disculpa sincera. Lo que tiene que hacer es ir a esa persona en el tiempo
correcto, con la actitud correcta, y decirle: “Lo siento, estaba equivocado, no merezco
su perdó n, pero ¿hay alguna forma en que pueda enmendar mi error?” Y lo deja así.
3. ¿Es apropiado? Proverbios dice: “Hay quienes hieren con sus palabras,
pero hablan los sabios y dan el alivio”. Otra vez, hay algunas situaciones donde no
sería sabio contactarse con la persona que usted ha dañ ado. Recuerde que lo que
caracteri-
za este paso es “excepto cuando al hacerlo pueda dañ ar a dichas personas o a otras”.
En algunas situaciones no va a desear volver a estas personas porque eso solamente
abriría un gran pote de gusanos y probablemente haría de la situació n algo peor. Se
podría dañ ar a alguien inocente. Por ejemplo, no sería buena idea ir donde una anti-
gua novia que ahora está casada. O donde un novio. Usted no querrá hacer eso. Hay
personas inocentes a las que se podría causar algú n dañ o innecesariamente. En casos
como estos, se recomienda el uso de la té cnica de la silla vacía. O escribir una carta
que nunca va a mandar. Romanos 12:18 dice: “Si es posible, y en cuanto dependa de
ustedes, vivan en paz con todos”.
La buena noticia es esta: Dios quiere tratar con todo ese lío de relaciones en su
vida pero é l sabe cuá ndo usted podrá manejar la situació n, de modo que va
quitando una capa a la vez. Cuando usted se vuelve un creyente y da el Paso 3, se
quita una capa.
Y mientras pasa el tiempo, Dios quiere seguir tratando con usted, obrando en usted,
liberá ndole de sus heridas, há bitos y complejos. Hoy es otro día, otro paso. Perdono
a los que me han dañ ado y hago enmiendas con los que yo he dañ ado. Dios comien-
za a reciclar toda la basura del problema de relaciones en mi vida y a usarla para bien.
Así ocurre con el reciclaje de basura. Dios quiere reciclar la basura emocional en su
vida y sacar algo bueno de eso.
¿Có mo lo hace? Job 11:13-16 dice: “Ponga su corazó n en orden, diríjase a Dios
... luego enfrente al mundo otra vez, firme y con valor. Entonces todos sus problemas
desaparecerá n de su memoria, como aguas que pasaron y que no son má s recorda-
das”. Note que hay tres pasos para reenfocar su vida:
Reconozco que no soy Dios; admito que soy incapaz de controlar mi tendencia a
hacer lo malo y que mi vida es inmanejable.
En forma sincera creo que Dios existe, que le intereso y que é l tiene el poder para
ayudarme en mi recuperació n.
Para que Dios haga todo cambio que quiera hacer en mi vida, me someto volun-
tariamente a é l y le pido humildemente que remueva mis defectos de cará cter.
Evalú o todas mis relaciones, ofrezco perdó n a los que me han dañ ado y hago
enmiendas por el dañ o que he causado a los demá s, excepto cuando al hacerlo pueda
dañ arlos tanto a ellos como a otros.
Có mo sucede
Complacencia
Confusió n
Compromiso
Catá strofe
“¡Có mo pueden ser tan necios! Comenzaron por el Espíritu de Dios. ¿Quieren
ahora terminar por su propio poder?” Gá latas 3:3 (DHH)
“No será por la fuerza ni por ningú n poder, sino por mi Espíritu —dice el Señ or
Todopoderoso”. Zacarías 4.6 (NVI)
2. Ignorar _______________________________.
“¡Estaban yendo tan bien! ¿Quié n les obstaculizó de obedecer la verdad?” Gá latas
5:7 (DHH)
“Má s valen dos que uno, porque obtienen má s fruto de su esfuerzo. Si caen, el uno
levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante!”. Eclesiasté s 4:9-10 (NVI)
“No nos demos por vencidos de ese há bito de reunirnos”. Hebreos 10:25 (DHH)
4. Volverse __________________________________.
“Si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer”. 1 Corintios 10:12
(NVI)
para hacerlo.
“Vigilen y oren para que no caigan en tentació n. El espíritu está dispuesto, pero el
cuerpo es dé bil”. Marcos 14:38 (NVI)
1. Evaluació n
“Cada cual examine su propia conducta; y si tiene algo de qué presumir, que no
se compare con nadie”. Gá latas 6:4 (NVI)
_______________________________.
_______________________________.
_______________________________.
2. Meditació n
“_______________________ lo suficiente para escuchar a Dios”.
“Dichoso el hombre ... que en la ley del Señ or se deleita, y día y noche medita en
ella. Es como el á rbol plantado a la orilla de un río que ... da fruto y sus hojas jamá s
se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera! Salmo 1:1-3 (NVI)
“He guardado tus palabras en mi corazó n para no pecar contra ti”. Salmo 119:11
(DHH)
3. Oració n
“Así es como deben orar: Padre nuestro que está s en el cielo; que tu santo nom-
bre sea honrado; que venga tu reino; que tu voluntad sea hecha en la tierra como en
el cielo. Danos hoy el alimento que necesitamos. Perdona nuestros pecados,
como nosotros perdonamos lo que otros nos han hecho. No nos lleves a ser
tentados, sino guá rdanos a salvo del enemigo”. Mateo 6:8-13 (DHH).
MANTENGA EL IMPULSO
El Camino a la Recuperació n – Paso 7
Marcos 14:38
¿Cuá ndo debo hacer mi evaluació n? La evaluació n es como una limpieza de la casa.
Hay tres formas en las que puede limpiar una casa.
Algunos son extremadamente ordenados. Son limpiadores instantá neos,
viven con la aspiradora de polvo en la mano. Caminan tras sus hijos limpiando
todo tras ellos. Como esos camareros en los restaurantes que se llevan su plato
antes de que usted haya terminado de comer.
Otros limpian la casa al final del día. Miran por toda la casa, recogen todo, hacen
una limpieza diaria, y tratan que todo esté en su lugar.
Otros, limpian todo una vez al añ o, ya sea que la casa lo necesite o no lo necesi-
te. Algo así como una limpieza de primavera.
Estas son las mismas formas en que puede hacer un inventario.
Primero. Haga un inventario “punto de chequeo”. A cualquiera hora del día, cuan-
do comience a sentir que la presió n crece, pregú ntese: “¿Qué me está diciendo mi
cuerpo? ¿Qué dicen mis emociones? ¿Estoy a tono con Dios en este momento?
¿Tengo algú n conflicto relacional?” Trate con eso inmediatamente, porque entre má s
postergue un problema, peor se vuelve. Necesita aprender a hacer lo que yo llamo un
“respiro espiritual”. Así como el respirar es natural, es necesario tambié n un respiro
espiritual. Este tiene lugar cuando se ha hecho algo mal, pero inmediatamente con-
fiesa su pecado, lo exhala y respira el amor de Dios: “Recibo tu perdó n”. Eso es un
respiro espiritual. Necesita aprender a hacer eso momento a momento todos los días.
Usted puede tener respiros espirituales las veces que sea necesario. Rinda
siempre cuentas a Dios. No permita que esos pecados se acumulen. Si rinde siempre
cuentas
a Dios, cuando tenga que hacer en el Paso 4 su inventario moral, este no será
tan extenso, porque ha estado rindiendo cuentas. ¿Con qué frecuencia saca la basura
de
su casa? Si deja que se acumule, muy pronto su casa comenzará a oler mal. Usted tiene
que sacarla. Su vida comienza a tener mal olor si usted no trata con la basura que hay
en ella momento a momento. Así que el tiempo para un inventario de “punto de che-
queo” es cuando usted lo necesite.
Segundo. Revisió n diaria. Al final del día encuentre un lugar quieto y revise su día,
confiese sus fracasos, celebre sus victorias, observe su día.
Tercero. Chequeo anual. Así como una limpieza de primavera. Salga por un día,
haga un inventario moral, tome un tiempo a solas para analizar su vida. Vea si todo
está en orden, priorice las cosas en su vida.
2. Meditació n. Meditar es una muy buena palabra bíblica que ha sido adoptada por
mucha gente. Significa simplemente detenerse lo suficiente para escuchar a Dios. Eso
es todo. Las ocupaciones ahogan la recuperació n y el crecimiento. Este es el secreto
de la fortaleza espiritual, y me he dado cuenta de que Sataná s no lucha con nada tan
fuerte como con este asunto en mi vida. É l trata que no tenga tiempo a solas con
Dios, que no tenga un tiempo en silencio. Sataná s tiene tres herramientas que
utiliza: el ruido, las multitudes y la prisa. Esas tres cosas lo alejan de escuchar a
Dios diaria- mente.
El Salmo 1:1-3: “Dichoso el hombre ... que en la ley del Señ or se deleita, y día y
noche medita en ella. Es como el á rbol plantado a la orilla de un río que ... da fruto y
sus hojas jamá s se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera! La llave para el crecimien-
to es tener raíces bien profundas en la Palabra de Dios, y la forma en que puede tener
estas raíces es meditando en la Biblia con seriedad, pensando acerca de lo que lee en
ella por unos minutos y luego pensando en lo que eso significa en su vida.
Eso es meditar, decir: “¿Có mo puedo aplicar su Palabra a mi vida?” Cuando hace
eso, é l dice:
“Es como el á rbol plantado a la orilla de un río que ... da fruto y sus hojas jamá s se
marchitan”. Usted no tiene una recaída.
Nos necesitamos unos a otros y necesitamos la Palabra de Dios para ayudarnos a
mantenernos en el Camino a la Recuperació n. Vea el beneficio. É l dice: “Si
meditas, tendrá s é xito en todo lo que hagas”. É xito. ¿Le gustaría tener é xito en
todo lo que hace? Dios dice: “Simple, solo medita en la Palabra”. Ese há bito le
ayudará a cono-
cer lo correcto que debe hacer y entonces todo le saldrá bien.
Como el pastor que vio a un miembro de su iglesia terriblemente preocupado y
le preguntó : “¿Qué ha pasado?” El hombre le respondió : “No lo va a creer, pero mi
vida está hecha pedazos”. Y le contó que había perdido todos sus ingresos; que por
eso mismo su esposa lo estaba dejando; sus hijos andaban en drogas; lo habían
despedido
del trabajo. Su vida era un verdadero desastre. El pastor le dijo: “Si usted consigue
una Biblia y medita en ella, Dios dice que le hará tener é xito”. Este hombre creyó en
esas palabras. El pastor añ adió : “Vaya y abra su Biblia, ponga su dedo en cualquiera
parte
de ella y haga lo que dice”. Seis meses despué s, el pastor y el hombre se volvieron a
encontrar. “¿Có mo le fue?”, le preguntó . El hombre respondió : “Hice lo que usted
me dijo. Abrí la Biblia, puse mi dedo en ella y decía Capítulo 11”.
No sugiero que use esa té cnica. El punto es que Dios dice: “Mi Palabra es la fó r-
mula para que triunfan en la vida”. Este es el manual para la vida y la vida se vuelve
má s fá cil cuando se siguen sus instrucciones.
¿Có mo meditamos en la Palabra de Dios? El Salmo 119:11 dice: “He guardado
tus palabras en mi corazó n para no pecar contra ti”. É l salmista dice: “Creo en
tu
Palabra, y guardo tus palabras en mi corazó n”. ¿Có mo? Memorizá ndola. Si piensa en
la Palabra y memoriza los principios y los pasajes claves, esto le guardará de pecar. Le
alejará de una recaída. ¿Quiere evitar la tentació n? Piense en la Palabra de
Dios. Medite en ella.
Si sabe có mo preocuparse, tambié n sabrá có mo meditar. Preocuparse es simple-
mente una meditació n negativa. Es tomar un pensamiento negativo y pensar en é l una
y otra y otra vez. Mejor tome un versículo de la Biblia y piense en eso una y otra y
otra vez. A eso se le llama meditació n. Así que si usted sabe có mo preocuparse, sabrá
có mo meditar.
3. Oració n. Hay una tercera herramienta que Dios dice que será de ayuda para
que usted mantenga su recuperació n. Es la oració n. La oració n puede hacer lo que
Dios puede hacer. Por cierto, es la forma en que la persona se conecta al poder de
Dios. Usted dirá que no puede hacerlo, pero Dios sí puede. ¿Có mo obtengo el
poder de Dios? Por medio de la oració n. No mucha gente se da cuenta de que
puede orar por cualquier necesidad en su vida. Dios es un Padre de amor, quizá s el
Padre que usted nunca tuvo. Puede orar por una necesidad financiera, por una
necesidad física, por una necesidad relacional, por una necesidad espiritual, por una
necesidad emocional.
É l oirá cualquiera necesidad.
Hace una par de semanas, Chuck Swindoll y yo impartíamos un seminario juntos,
y mientras hablá bamos, é l contó que había recibido una carta de una señ ora que le
decía que tenía doce hijos pero que no se había casado sino hasta que tuvo treinta y
un añ os. Que nunca se había preocupado por casarse, que todo lo había dejado en las
manos de Dios y que había confiado su futuro a é l. Pero tambié n decía en su carta
que cada noche colgaba un par de pantalones de hombre al final de su cama, se
arrodilla-
ba y hacía esta oració n: “Padre celestial, escucha mi oració n y conté stala si puedes. He
colgado un par de pantalones aquí, por favor llé nalos con un hombre”. Chuck dijo que
contó esa historia en su iglesia y que vio a un hombre reír, pero su hijo adolescente
sentado a su lado no se reía para nada. Casi cuatro semanas despué s, recibió una carta
de la mamá de ese muchacho, diciendo: “Pastor Chuck, no sé si esto es serio o no,
solamente me pregunto qué pensará usted al respecto, porque cada noche cuando mi
hijo va a su cama, pone un bikini al final de esta. La oració n puede hacer lo que Dios
puede hacer.
Ahora, ¿có mo orar? Vea lo que Jesú s dice en Mateo 68:13 (DHH): “Así es como
deben orar: Padre nuestro que está s en el cielo; que tu santo nombre sea honrado;
que venga tu reino; que tu voluntad sea hecha en la tierra como en el cielo. Danos
hoy el alimento que necesitamos. Perdona nuestros pecados, como nosotros
perdonamos lo que otros nos han hecho. No nos lleves a ser tentados, sino guá rdanos
a salvo del ene- migo”.
Quiero que vean un par de cosas acerca de la oració n del Señ or. Primero, quiero
que hagan un círculo en la palabra como. Noten que dice como deben orar. No dice lo
que deben orar. Dice como. Es decir, este un modelo. No es un ritual. La gente fre-
cuentemente pregunta por qué no hacemos esta oració n todos los domingos. Porque
un par de versículos antes de esta oració n, Jesú s dice que no repitamos una oració n
ritual; es decir, que no hagamos vanas repeticiones. Esta no fue una oració n para ser
usada como ritual, sino es un modelo. Así es como deben orar. Ahora si se fijan bien,
verá n que esta oració n cubre todos los pasos de la recuperació n. Padre nuestro que está s
en el cielo; que tu santo nombre sea honrado, está diciendo: “Reconozco que no soy Dios
sino tú ”. Esos son los Pasos 1 y 2. Que venga tu reino; que tu voluntad sea hecha en la tie-
rra como en el cielo es el Paso 5. Danos hoy el alimento que necesitamos es el Paso 3. Perdona
nuestros pecados es el Paso 4. Como nosotros perdonamos lo que otros nos han hecho es el Paso
6. No nos lleves a ser tentados, sino guá rdanos a salvo del enemigo se refiere a la recaída, es
decir, al Paso 7, que estamos viendo en este capítulo. Usted puede ver que la recupe-
ració n es tan antigua como la oració n del Señ or. Jesucristo nos dio los principios por
los cuales encontrar una completa recuperació n.
John McLaughlin nos comparte un ejemplo de có mo Dios le ha ayudado a man-
tener su recuperació n.
Quizá s usted no tenga un problema de há bito como lo tenía John. Pero si tiene
una herida a la que se ha estado aferrando, o si tiene un complejo; si hay algo en su
vida sobre lo que dice: “No importa lo que haga, no puedo vencerlo”, la buena noti-
cia es esta que hemos venido diciendo: usted es importante para Jesucristo y é l tiene
el poder para ayudarle. Usted puede hacer los cambios que quiere hacer con su ayuda,
y é l tambié n desea hacerlos si solamente cruza la línea y se lo permite. La elecció n es
suya.
RECICLE SU DOLOR
El Camino a la Recuperació n – Paso 8
“Dichosos los compasivos ... Dichosos los que trabajan por la paz”.
E todas mis relaciones; ofrezco perdó n a los que me han dañ a-
do y hago enmiendas por el dañ o que he causado a otros excepto cuando al hacerlo
pueda dañ arlos a ellos o a otros.
1. É l me ha dado un ______________________.
“Hoy les doy a elegir entre la bendició n y la maldició n: bendició n, si obedecen los
mandamientos que yo, el Señ or su Dios, hoy les mando obedecer”. Deuteronomio
11:26-27 (NVI)
“Algunas veces tiene que suceder algo doloroso para cambiar nuestros caminos”.
Proverbios 20:30 (DHH)
“Me alegro; no por la tristeza que les causó , sino porque esa tristeza los hizo vol-
verse a Dios”. 2 Corintios 7:9 (DHH)
“Está bamos tan agobiados bajo tanta presió n, que hasta perdimos la
espe- ranza de salir con vida ... Pero eso sucedió para que no confiá ramos en
nosotros mismos sino en Dios ... El nos libró y ... seguirá librá ndonos”. 2
Corintios 1:8-
10 (NVI)
“Me hizo bien haber sido humillado, pues así aprendí tus leyes”. Salmo 119:71
(DHH)
“Dios ... nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo con-
suelo que de Dios hemos recibido, tambié n nosotros podamos consolar a todos los
que sufren”. 2 Corintios 1:3-4 (NVI)
“Pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien”. Gé nesis 50:20
(NVI)
“Esté n siempre preparados para responder a todo el que les pida razó n de la espe-
ranza que hay en ustedes. Pero há ganlo con gentileza y respeto”. 1 Pedro 3:15-16
(NVI)
“Si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales deben restau-
rarlo con una actitud humilde. Pero cuídese cada uno, porque tambié n puede ser ten-
tado. Ayú dense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirá n la ley de
Cristo”.
Gá latas 6:1-2 (NVI)
1. ______________________________________.
2. ______________________________________.
3. ______________________________________.
“Considero que mi vida carece de valor para mí mismo, con tal de que termine mi
carrera y lleve a cabo el servicio que me ha encomendado el Señ or Jesú s, que es el de
dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios”. Hechos 20:24 (NVI)
RECICLE SU DOLOR
El Camino a la Recuperació n – Parte 8
Mateo 5:3-12 y pasajes selectos de las Escrituras
I. RESUMEN DE LA RECUPERACIÓ N: LAS BIENAVENTURANZAS. (Mateo 5:3-12)
Hace dos mil añ os Jesú s subió a un monte, se sentó y predicó el má s grande ser-
mó n que se hubiera predicado. Se le llamó el Sermó n del Monte. Comenzó ese famo-
so sermó n nunca antes dicho diciendo: “Quiero darles ocho pasos para la felicidad,
ocho principios que traerá n felicidad a sus vidas”. Hoy, a esos ocho principios les lla-
mamos las Bienaventuranzas.
Hemos participado en una serie de ocho semanas que he llamado El Camino a la
Recuperació n, en la que hemos estudiado el proceso de vencer esas heridas, esos há bi-
tos y esos complejos que han arruinado su vida. Al preparar esta serie me sorprendió
la similitud entre los pasos para la recuperació n y las bienaventuranzas. Por cierto,
cuando las observo, descubro que las bienaventuranzas que Jesú s dio hace dos mil
añ os son simplemente un resumen de los pasos hacia la recuperació n, y al cerrar esta
serie deseo que vean lo que ha sido la base bíblica para todo lo que he estado com-
partiendo en las ú ltimas ocho semanas.
“Dichosos los pobres en espíritu”. Ese es el Paso 1: “Reconozco que no soy Dios;
admito que soy incapaz de controlar mi tendencia a hacer lo malo y que mi vida es
inmanejable”. Dichosos los que saben que son espiritualmente pobres, los que saben
que no tienen el poder para hacer los cambios que Dios desea hacer en sus vidas.
“Dichosos los que lloran, porque será n consolados”. Usted no tiene el poder para
cambiar pero no se preocupe por eso, Dios le va a consolar. É l le dará el poder. Paso
2: “En forma sincera creo que Dios existe, que le importo, y que é l tiene el poder para
ayudarme en mi recuperació n”.
“Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia”. Esto es lo que significa el Paso
5: “Para que Dios haga todo cambio que quiera hacer en mi vida, me someto volun-
tariamente a é l y le pido humildemente que remueva mis defectos de cará cter”.
Luego vemos dos bienaventuranzas que se refieren a las relaciones: “Dichosos los
compasivos”, que se refiere a la actitud que debo tener con la gente que me ha dañ a- do,
y “Dichosos los que trabajan por la paz”, que es la actitud que debo tener con la gente
que he dañ ado. Paso 6: Evalú o todas mis relaciones; ofrezco perdó n a los que
me han dañ ado y hago enmiendas por el dañ o que he causado a otros excepto cuan-
do al hacerlo pueda dañ arlos a ellos o a otros.
Ahora, al concluir esta serie, deseo que veamos el ú ltimo paso, la ú ltima letra de la
palabra R.E.C.U.P.E.R.A. Este significa rendició n, entrega. Rindo mi vida a Dios
para que sea usada para llevar las buenas nuevas a otros tanto con mi ejemplo como
con mis palabras. Dios desea usar sus experiencias para ayudar a otras personas. É l
desea usar-
le. Desea reciclar el dolor en su vida para el beneficio de otras personas. Usualmente
pensamos que Dios solamente usa a la gente realmente dotada y talentosa. Eso no es
verdad. Dios usa gente ordinaria. Usualmente pensamos: “Dios usa mi fuerza”. Pero
Dios dice: “No, no quiero usar tu fuerza; quiero usar tu debilidad”. Esto es así porque
las personas no son ayudadas por su fuerza; son ayudadas cuando usted es honesto con
respecto a sus debilidades. Cuando usted comparte su fuerza, los demá s dicen:
“Gran cosa, nunca tendré eso”. Cuando usted comparte sus debilidades, los demá s
dicen: “Me identifico con eso”. Al compartir sus heridas, há bitos y complejos, de los
cuales se está
recuperando, Dios desea usarle. De eso se trata el Paso 8: AL RENDIR MI VIDA A
DIOS, É L ME USA, Y LLEVO LAS BUENAS NUEVAS A OTROS,
TANTO CON MI EJEMPLO COMO CON MIS PALABRAS. Cuando
entiende eso, que Dios usa su debilidad y dolor, la vida toma un nuevo significado.
Pero cuando usted comienza a practicar este paso, entonces tiene una recuperació n
genuina. La prueba de
la recuperació n está en que comienza a enfocarse fuera de usted mismo. Eso
significa que realmente se ha recuperado. Deja de ser tan auto absorbente: mis
necesidades, mis heridas, mis problemas, y comienza a decir: “¿Có mo puedo ayudar a
otras personas?”
La prueba de la recuperació n radica en que desea ayudar a otros, no solamente per-
manecer enfocado en lo que le sucede a usted.
Al concluir, deseo hablar acerca de dos cosas: Primero, ¿por qué Dios permitió mi
dolor? Y segundo, ¿có mo usar mi dolor para ayudar a otros?
2. É l usa el dolor para atraer nuestra atenció n. Dios emplea el dolor para atraer nues-
tra atenció n. El dolor es una luz de advertencia, una alarma, un timbre. Dice:
“Es tiempo, algo está mal”. El problema no es su dolor. Su depresió n, su
ansiedad, su temor no son realmente su problema. Esos sentimientos son una luz
de advertencia que dicen que hay algo má s que es en verdad su problema. Son
sencillamente un sín- toma del mismo. El dolor no hace otra cosa que decir que algo
está mal en su vida. El dolor es el megá fono de Dios. Dios nos susurra durante
nuestro gozo pero nos grita
en nuestro dolor. ¡Despierta! Algo está mal. Proverbios 20:30 dice: “Algunas
veces tiene que suceder algo doloroso para cambiar nuestros caminos”. No
cambiamos cuando vemos la luz pero sí cuando sentimos el calor.
Hace unos añ os tuve un par de zapatos que me encantaban. Eran de gamuza y
eran realmente suaves y finos. Me encantaban. Siempre me los ponía por lo có modos
que eran. Pero luego de un tiempo, la suela se llenó de huecos. Todavía se veían
bien por la parte de arriba, así que de todas formas me los ponía, solo tenía que
asegurar-
me de tener mis pies sobre el piso cuando me sentaba en la plataforma en la iglesia.
No quería comprar zapatos nuevos hasta que hubo siete días seguidos de lluvia y tuve
que andar con los calcetines empapados por varios días. Así es que decidí: “Debo cam-
biar de zapatos”. Algunas veces tiene que ser el dolor el que nos lleve adelante. Pablo
dice en 2 Corintios 7:9: “Me alegro; no por la tristeza que les causó , sino porque esa
tristeza los hizo volverse a Dios”. El dolor obtuvo su atenció n.
Tengo un primo que en el bachillerato era considerado como la persona con
mayores oportunidades de tener é xito. Era un muchacho brillante en el colegio, vivía
en Texas, y su papá era millonario. Tenía todo al alcance de su mano, era el mucha-
cho má s popular en la ciudad. Creció y llegó a ser un golfista semiprofesional, un gran
hombre de negocios. Lo llamaban el señ or Carisma. Pero cayó en la cocaína. Luego
comenzó a traficar cocaína. Fue enviado a la Penitenciaría Federal. Mientras estaba
allí le entregó su vida a Cristo, y despué s que salió de esa prisió n, comenzó un minis-
terio llamado Ministerio É xodo, el cual se dedica a ayudar a los ex convictos a reinser-
tarse por sí mismos en la sociedad. É l dijo: “Lo má s grande que me ha sucedido
fue haber estado en prisió n”. Dios usa los problemas y usa el dolor para atraer
nuestra atenció n.
¿Recuerda la historia de Joná s? Joná s iba por un camino y Dios dijo: “Quiero que
vayas por este otro”. Así que é l proveyó un peculiar crucero del Mar Mediterrá neo
para Joná s. Y en el fondo del océ ano Joná s dijo: “Al sentir que se me iba la
vida,
me acordé del Señ or” (Joná s 12:7). ¿No es ese un gran versículo? Dios usa el dolor
para atraer nuestra atenció n.
2. Sea auté ntico. Sea honesto con respecto a sus heridas y fallas. Hemos visto la
autenticidad en los testimonios que se nos han compartido en esta serie. Al hablar y
abrir sus corazones, han demostrado ser trasparentes, vulnerables y auté nticos. ¿Se da
cuenta del valor que necesitaron para poder compartir problemas reales y verdaderas
soluciones sin sentirse mal o culpables? En esta iglesia estamos comprometidos
a mantener esa atmó sfera de aceptació n. Usted ayuda a otros siendo honesto con
res- pecto a sus heridas. Eso les ayuda a ellos para ser francos. Otro aspecto
asombroso es que cuando usted comparte su historia, esto le da esperanza a ellos y
sanidad a usted. Cada vez que comparte su historia con alguien, se hace un poco má s
fuerte. Es sana-
do un poco má s. Comienza a crecer. Las personas se unen al programa Celebremos la
Recuperació n por el dolor que tienen, pero se quedan en el programa por su
creci- miento. Esto les mantiene creciendo en sus vidas.
Estaba listo para el Paso 2: “En forma sincera creo que Dios existe, que le impor-
to, y que é l tiene el poder para ayudarme en mi recuperació n”. Fue aquí
donde comencé a encontrar esperanza. Finalmente entendí el amor incondicional
de Dios. Hoy, mi vida con Cristo es una esperanza sin fin. Ayer, mi vida sin é l era
un fin sin esperanza.
Pensaba que los primeros tres pasos eran difíciles. Ahora venía el Paso 4:
“Un autoexamen y confesió n de mis faltas a mí mismo, a Dios, y a alguien en quien
con- fío”. Encontré un mentor en la recuperació n, un mentor que amablemente me
guió a travé s de los pasos y en el camino a la recuperació n. Fue luego de dar este
paso, luego
de confesar que era capaz de afrontar la verdad y aceptar el perdó n de Cristo para mi
vida, que salí de la oscuridad de mis pecados y mis secretos hacia su maravillosa vida.
Ahora estaba finalmente dispuesto a permitir que Dios me cambiara.
Paso 5: “Para que Dios haga todo cambio que quiera hacer en mi vida, me some-
to voluntariamente a é l y le pido humildemente que remueva mis defectos de cará c-
ter”. Tuve que soltarla y permitir que Dios obrara. Lo que cambió en mi vida no fue
mucho, sino todo. Tuve que permitir que Dios transformara la naturaleza, la condi-
ció n y la identidad de mi mente. Tuve que aprender a regocijarme en un progreso
pausado, en mejoras lentas, que algunas veces no podía ver por mí mismo, pero que
otros podían ver en mí. Fue durante ese tiempo que Dio me dio esta definició n de
humildad: “Mi gracia es todo lo que necesitas, porque mi poder es má s fuerte cuando
tú eres dé bil”. Desde entonces, soy mucho má s feliz en mi debilidad porque cuando
soy dé bil entonces soy fuerte.
Ahora mi paso favorito, el Paso 6: “Evalú o todas mis relaciones; ofrezco perdó n a
los que me han dañ ado y hago enmiendas por el dañ o que he causado a otros excep-
to cuando al hacerlo pueda dañ arlos a ellos o a otros”. Hago esto siempre que sea
posible sin esperar nada a cambio. Dije que este era mi paso favorito aunque no ha
sido el má s fá cil. Las enmiendas má s especiales que hice fueron hacia mi esposa
Cerril. Simplemente le dije que sentía mucho todo el dolor y el dañ o que le había
causado en
su vida y que si había algo que podía hacer, que solo me lo pidiera. Luego de meses
de nuestra separació n, Cerril había comenzado a ver los cambios que Dios
estaba haciendo en mi vida, cambios que ocurrían al seguir el programa de
recuperació n. Tuve que recordar y tratar con ese muchacho de diecisé is añ os de la
secundaria con
esa baja autoestima que intentó deshacerse de todos sus problemas con el alcohol. Y
aquí es donde viene lo interesante. Cerril y los niñ os habían comenzado a asistir a
Saddleback. Una noche, estaba visitando a los niñ os y ellos me pidieron acompañ ar-
les un domingo por la mañ ana. Para su sorpresa, dije que sí. Fuimos, entramos, escu-
ché la mú sica, escuché el mensaje de Rick. Y me sentí en casa.
Cerril y yo comenzamos a trabajar con sinceridad en nuestros problemas. Por prime-
ra vez en mucho tiempo comenzamos a trabajar juntos. Cinco meses despué s, Dios abrió
nuestros corazones y renovamos nuestros votos. ¿No es eso algo que solo viene de Dios?
El pró ximo paso fue el Paso 7: “Reserve un tiempo diario con Dios para una auto
evaluació n, lectura de la Biblia y oració n, para conocer a Dios y su voluntad para mi
vida y obtener el poder para hacerlo”. Como familia, participamos en la clase 101,
nos bautizamos, luego recibimos la clase 201, y fue en la clase 301 que por ú ltimo
enten-
dí lo que el pastor Rick quería significar al decir que Dios nunca desperdicia una heri-
da. Finalmente tenía sentido todo el dolor, todo el pesar de mi adicció n. Dios
me había moldeado y ahora me iba a guiar para desarrollar un programa
centrado en Cristo, no solamente para alcohó licos, sino para toda la familia de la
iglesia, para cual- quiera que deseara afrontar sus heridas, sus complejos y sus há
bitos. Luego de veinte
añ os, finalmente fui capaz de responder al llamado de Dios. Entré al seminario y me
entregué a servir a Dios donde fuera que é l decidiera.
¡Qué bendició n ser llamado a servir a Dios en Saddleback!
Oro que pueda ser capaz de pasar el resto de mi vida practicando el Paso 8: “Al
rendir mi vida a Dios, é l me usa, y llevo las buenas nuevas a otros, tanto con mi ejem-
plo como con mis palabras”. Como dijo el pastor Rick, en esta serie hemos podido ver
a once personas valientes, cariñ osas, compartir sus vidas con usted. Eso es lo que sig-
nifica este paso. Ellos son algunas de las personas que está n trabajando los pasos de
Celebremos la Recuperació n cada día, especialmente los viernes por la noche. Los líde-
res, los mentores, los compañ eros de rendició n de cuentas, la banda, todos estamos
allí los viernes por la noche.
3. Compromé tase con la familia de alguna iglesia para obtener apoyo. La asisten-
cia no es suficiente para la recuperació n. Esta requiere compromiso y requiere rela-
cionarse con otros.