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Celebremos la Recuperación

Aplicación del mensaje


por
Rick Warren

©2003 Editorial Vida


Miami, Florida

Publicado en inglés bajo el título:


Celebrate Recovery
Por The Zondervan Corporation
©1998 por John Baker

Reservados todos los derechos

ISBN 0-8297-3929-7
EL PRIMER PASO A LA LIBERTAD
El Camino a la Recuperació n – Parte 1

“He visto como han actuado, pero los sanaré . Los guiaré y les ayudaré , y conso-
laré a los que lloran. Ofrezco paz a todos, a los que está n cerca y a los que esté n
lejos”. Isaías 57:18 (DHH)

¿De qué necesito recuperarme?

Trabajo Extra Glotonería Alcohol/Drogas


Temor/Ansiedad Heridas Mentir
Amargura Culpa Ira/Furia
Divorcio Abuso Adicciones Sexuales
Inseguridad Perfeccionismo Hipocondría
Relaciones Retrasos Codependencia
Juego Gasto Excesivo Necesidad de control

EL PRIMER PASO PARA LA RECUPERACIÓ N:

Reconozco que __________________; admito que soy incapaz de controlar mi


tendencia a hacer lo malo y que mi vida es inmanejable.

“No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco.
Ahora bien, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo en que la ley es buena; pero,
en ese caso, ya no soy yo quien lo lleva a cabo sino el pecado que habita en
mí”. Romanos 7:15-17 (NVI)

I. LA CAUSA DE MI PROBLEMA: __________________________.

Có mo “jugamos” a ser Dios:

Negando nuestros y tratando de todo por


razones egoístas.
• Nuestra imagen
• Otras personas
• Nuestros problemas
• Nuestro dolor
II. LAS CONSECUENCIAS

____________________.

(Adá n) “Tuve miedo porque estoy desnudo. Por eso me escondí”.


Gé nesis 3:10 (NVI)

____________________.

“Así que descubro esta ley: que cuando quiero hacer el bien, me acompañ a el mal
... pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley
del pecado. Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me tiene cautivo”. Romanos
7:21,23 (NVI)

________________________.

“Mi fuerza se fue debilitando como al calor del verano, porque día y noche tu
mano pesaba sobre mí. Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije:
«Voy a confesar mis transgresiones al Señ or», y tú perdonaste mi maldad y mi peca-
do”. Salmos 32:4-5 (NVI)

________________________.

“Nunca tendrá s é xito en la vida si tratas de esconder tus pecados. Confié salos y
renuncia a ellos; entonces Dios mostrará su misericordia sobre ti”. Proverbios 28:13
(DHH)
III. LA CURA: ________________________________.

Admitir que no soy Dios significa que sé que soy:

Incapaz de cambiar

Incapaz de controlar

Incapaz de enfrentar
Dios resiste a los orgullosos, pero da gracia a los humildes.
Santiago 4:6 (NVI)

GRACIA ES: ________________________________.


EL PRIMER PASO A LA LIBERTAD
El Camino a la Recuperació n - Parte 1
Isaías 57:18

Un padre de familia estaba tratando de dormir su siesta un domingo por la tarde


en la sala de su casa, mientras su pequeñ o hijo lo molestaba continuamente dicié ndole:
“Papi, estoy aburrido”. Tratando de buscar la forma de entretenerlo, su padre tomó
de un perió dico una foto del mundo, la cortó en casi cincuenta pedazos y le
dijo:
“Hijo, este es un rompecabezas. Quiero que lo armes”. Luego se acostó para termi-
nar su siesta, pensando que por lo menos dormiría de una hora y media a dos. Habían
pasado apenas quince minutos cuando su hijo lo despertó diciendo: “Papi, ya terminé .
Ya está armado”. El padre sabía que su hijo no conocía todas las posiciones de los país-
es y cosas como esas, por lo que era imposible que lo hubiera terminado tan pronto,
así que le preguntó : “¿Có mo lo hiciste?” El niñ o contestó : “Papá , había una foto de
una persona en el reverso de la pá gina de ese perió dico y cuando terminé de armar
esa persona el mundo quedó arreglado”.

Hoy estamos comenzando una nueva serie a la que hemos llamado el Camino a la
Recuperació n, y esperamos que la misma obre grandemente en su persona. Es sorpren-
derte có mo el mundo se ve mejor cuando su persona es puesta en orden en la forma
correcta. En esta serie hablaremos de có mo manejar y vencer las heridas de su vida,
los há bitos que está n destruyendo su vida y los complejos que han causado dolor en
ella. Heridas, há bitos y complejos.

El versículo que hemos elegido como base para este paso de nuestra
serie “El Camino a la Recuperació n” es Isaías 57:18 (DHH), donde Dios
dice: “He visto como han actuado, pero los sanaré . Los guiaré y les
ayudaré , y consolaré a los que lloran. Ofrezco paz a todos, a los que
está n cerca y a los que esté n lejos”.

Esta es una gran promesa de Dios. Note que hay cinco partes en la recuperació n
que Dios desea hacer en su vida.

Primero, si usted ha sido herido, Dios dice: “Quiero sanarte”.

Si está confundido: “Quiero guiarte”.


Si alguna vez se ha sentido sin ayuda para cambiar algo: “Deseo ayudarte a cam-
biar eso”.

Si alguna vez ha sentido que nadie entiende su problema: “Quiero consolarte.”

Si se siente ansioso, preocupado y temeroso: “Quiero ofrecerte paz”.

El hecho es que la vida es dura. Vivimos en un mundo imperfecto. Somos dañ a-


dos por otros, herimos a otros y nos herimos a nosotros mismos. La Biblia dice que
todos hemos pecado. Eso significa que ninguno de nosotros es perfecto, todos nos
hemos equivocado, todos hemos cometido errores. Nos dañ amos y dañ amos a otros.

Esta serie es para todos. Todos necesitamos recuperació n, a menos que alguien
haya vivido una vida perfecta. Pero si no ha sido así, si no ha vivido una vida perfec-
ta, si ha sido herido, si ha tenido un complejo o há bito del que le gustaría deshacerse,
necesita recuperació n.

¿DE QUÉ NECESITA RECUPERARSE?

La buena noticia es que sin importar el problema del cual necesite recuperarse, ya
sea emocional, financiero, relacional, espiritual, sexual o de otro tipo, los pasos para
recuperarse son siempre los mismos. Estos no varían.

Los principios para la recuperació n se encuentran en la Biblia. Esta es el manual


original para la recuperació n. En 1935 un par de muchachos formularon, basados en
las Escrituras, los que hoy se conocen como los doce pasos clá sicos de los Alcohó licos
Anó nimos, una guía que tambié n usan cientos de otros grupos de recuperació n. En
los Estados Unidos, veinte millones de personas está n en un grupo de recuperació n
cada semana y hay quinientos mil diferentes grupos de recuperació n. La base
de todos ellos es la Palabra de Dios.
He resumido estos principios en torno a la palabra
“R.E.C.U.P.E.R.A”. Estudiaremos una letra cada semana y miraremos los ocho
pasos resumidos en el camino a la recuperació n.
EL PRIMER PASO: La “R” en RECUPERA significa RECONOCER.

Reconozco que no soy Dios. Admito que soy incapaz de controlar mi tendencia a
hacer lo malo y que mi vida es inmanejable.

¿Se queda despierto hasta tarde cuando sabe que necesita dormir?
¿Come o bebe má s calorías de las que su cuerpo necesita?
¿Siente que debe hacer ejercicios pero no los hace?
¿Conoce lo que es correcto pero no lo hace?
¿Sabe que algo está malo pero de todas formas lo hace?
¿Se ha dado cuenta alguna vez de que no debe ser egoísta pero
de todas maneras lo es?
¿Ha intentado alguna vez controlar a alguien o algo y se ha dado
cuenta de que usted mismo era incontrolable?

Si su respuesta es “sí” a cualquiera de estas preguntas, bienvenido a la raza


humana. Todos necesitamos recuperació n.

I. LA CAUSA DE MI PROBLEMA: MI NATURALEZA PECAMINOSA

La Biblia tiene una forma de expresar esto. En ella se le llama a esta tendencia
nuestra “naturaleza pecaminosa”. La naturaleza de pecado nos lleva tanto a usted como
a mí a toda clase de problemas. Hago cosas que no son buenas para mí, las hago aun
cuando son auto destructivas. Sin embargo, no hago las cosas que son buenas para mí.
Respondo de la manera incorrecta cuando soy herido y con esto solo consigo aumen-
tar el dañ o, en lugar de disminuirlo. Reacciono de la manera incorrecta con las per-
sonas. Las trato de la manera equivocada y luego, cuando me doy cuenta de que esa
actitud no va a funcionar, esto me afecta a mí. Intento resolver problemas y a menudo,
cuando creo que los he arreglado, compruebo que se vuelven peor de lo que estaban
antes.
Proverbios 14:12 (NVI) dice: “Hay caminos que al hombre le parecen rectos,
pero que acaban por ser caminos de muerte”.
Usted siempre va a tener esa naturaleza pecaminosa, ese deseo de hacer lo malo.
Este permanecerá siempre con usted hasta que llegue al cielo. Y aun cuando sea cris-
tiano, todavía tendrá deseos que lo empujen hacia el mal. Pablo entendió esto.
En
Romanos 7:15 é l dijo: “No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino
lo que aborrezco”.
¿Le suenan familiares estas palabras? “Termino haciendo lo que no quiero hacer
y termino no haciendo lo que quiero hacer”.

El primer paso para la recuperació n es que usted entienda la causa de este prob-
lema. ¿Por qué sucede esto en mi vida? Primero, necesita entender la causa del prob-
lema, luego las consecuencias y má s tarde la cura para el mismo.

¿Cuá l es la causa de mi problema? La causa de todos sus problemas es esta:


“Quiero ser Dios”. ¿Le gustaría decidir lo que es bueno y lo que es malo? Usted dice:
“No quiero que nadie me diga lo que es bueno y lo que es malo; quiero decidirlo por
mí mismo. Quiero hacer lo que quiera, quiero hacer mis propias reglas. Quiero ser el
centro del universo. Quiero ser mi propio jefe, vivir a mi manera, si me siento bien
haciendo algo, pues, adelante. No quiero que nadie me diga qué hacer con mi vida”.
Eso se llama jugar a ser Dios. Lo que en realidad está diciendo es: “Quiero contro-
lar”. Y mientras má s inseguro sea usted, má s empeñ ado estará en controlar.
Mientas
má s inseguro sea, má s desea controlarse a sí mismo, controlar a otras personas, con-
trolar su ambiente. A eso se le llama querer jugar a ser Dios.

Este es el problema má s antiguo del hombre. Aun Adá n y Eva lo tuvieron. Dios
los puso en el paraíso y ellos trataron de controlarlo. Dios dijo: “Pueden hacer todo
lo que quieran en todo este paraíso excepto una sola cosa: No coman de este á rbol”.
¿Y qué hicieron ellos? Fueron directamente hacia ese á rbol, que era lo ú nico en el
Paraíso a lo que Dios le había puesto límites. Sataná s dijo: “Coman esta manzana (o
lo que haya sido) y sean dioses”. Ese ha sido el problema desde el principio. Querer
ser Dios. Querer tomar las decisiones uno mismo. Querer vivir nuestra propia vida.

Queremos estar en control. ¿Có mo jugamos a ser Dios? Negando nuestra


humanidad y tratando de controlar todo por razones egoístas. Queremos estar en el
centro de nuestro universo. El control es el asunto real. Queremos estar en control y
tratamos de controlarnos a nosotros mismos, a otras personas, a todo lo que está a
nuestro alrededor.
¿CÓ MO JUGAMOS A SER DIOS?

Tratamos de controlar nuestra imagen. Deseamos controlar lo que otros piensan de


nosotros. No queremos que otras personas conozcan realmente có mo
somos. Jugamos, usamos má scaras, pretendemos ser otros, somos falsos,
queremos que la gente vea ciertos aspectos nuestros y escondemos lo que no
queremos mostrar, y nega- mos nuestras debilidades y nuestros sentimientos. (“No
estoy molesto, no estoy dis- gustado, no estoy preocupado, no estoy asustado”.)
No queremos que las personas vean nuestro verdadero yo. ¿Por qué tengo miedo de
decirle quien soy? Ese es el título de
un libro. La respuesta es: Si le digo quien soy realmente y no le gusta, eso es malo
para mí, porque soy todo lo que tengo. Es por esto que tratamos de esconder y
controlar nuestra imagen.

Tratamos de controlar a otras personas. Los padres tratan de controlar a sus hijos; los
hijos tratan de controlar a sus padres. Las esposas tratan de controlar a sus esposos;
los esposos tratan de controlar a sus esposas. Las personas tratan de controlar a otras
personas. Hay reglamentos en su lugar de trabajo. Los países tratan de controlar a
otros países. Usamos muchas estrategias para manipularnos unos a otros. Usamos la
culpa para controlar, usamos el temor, usamos la alabanza. Algunos de ustedes usan el
lá tigo del silencio, del enojo y e la ira para controlar. Tratamos de controlar a las per-
sonas.

Tratamos de controlar los problemas, nuestros problemas. Somos buenos para esto.
Usamos frases como: “Lo puedo manejar, realmente no es un problema”. Eso es tratar
de jugar a ser Dios. “Puedo manejarlo, estoy bien. Realmente estoy bien”. Queremos
estar en control: no necesitamos ayuda y realmente no necesitamos consejo. Tratamos
de controlar nuestros problemas: “Puedo dejarlo en cualquier momento. Lo haré a mi
manera”. Pero mientras má s trate de arreglar su problema por sí mismo, peor será .

Tratamos de controlar nuestro dolor. ¿Ha pensado alguna vez cuá nto tiempo
des- perdicia huyendo del dolor? Tratamos de evitarlo, negarlo, reducirlo,
posponerlo y de escapar de é l. Y tratamos de hacer esto de diferentes maneras.
Algunas veces tratamos
de evitarlo comiendo o dejando de comer. Tratamos de posponerlo bebiendo, fuman-
do, consumiendo drogas, o involucrá ndonos en una y otra relació n. “Esta relació n es
lo que verdaderamente necesitaba para sentirme completo y realizado”... y entonces
iniciamos esa relació n. “Oh, me equivoqué , no era lo que pensaba”... y terminamos
la relació n. Y así continuamos una relació n tras otra. O desarrollamos algú n tipo de
há bito compulsivo para tratar de controlar el dolor. O nos volvemos abusivos y nos
enojamos con otras personas o nos volvemos críticos o prejuiciosos para esconder el
dolor. O nos deprimimos. Hay muchas, muchas formas de tratar de controlar nuestro
dolor.
El dolor viene cuando nos damos cuenta, en nuestros tiempos a solas, que nos
somos Dios y que no podemos controlar nada, y eso nos atemoriza. (Recuerdo que
Chevy Chase solía aparecer en el programa televisivo en vivo Sá bado por la
Noche, diciendo: “Hola, soy Chevy Chase, y usted no”. Y entonces solamente me
imagino a Dios diciendo: “Hola, soy Dios y tu no”.)

Ese es el primer paso hacia la recuperació n. Usted no va a mejorar por


usted mismo, reconó zcalo. No lo niegue.

¿CUÁ LES SON LAS CONSECUENCIAS DE JUGAR A SER DIOS?

He aquí cuatro problemas que siempre aparecen cuando tratamos de jugar a ser
Dios:

1. Temor. Cuando trato de controlar todo, me atemorizo. Adá n dijo: “Tuve


miedo porque estoy desnudo. Por eso me escondí”. Nos atemoriza el que alguien
descubra quié nes somos realmente, que somos falsos, farsantes, que realmente no
tenemos el control, que no somos perfectos. Es por eso que no permitimos que nadie
se acerque realmente a nosotros, porque descubrirá n que interiormente estamos
asustados. Y debido a que disfrazamos esto y pretendemos que no es real, llenamos
nuestras vidas con temor, asustados de que alguien nos vaya a rechazar, de que no
nos amen, o de que no les seamos simpá ticos porque no saben realmente lo
que somos. “Solo les gusta una imagen de mí. Si supieran realmente como soy, no
les gustaría”. Así que nos resentimos y nos llenamos de temor cuando tratamos de
jugar a ser Dios.

2. Frustració n. Es frustrante tratar de ser el gerente general del universo.


Me gusta llevar a mis hijos a un restaurante y jugar con el juego del mazo, ese que
tiene esas cosas que salen y que se golpean. En el momento en que usted golpea
una, sale
otra. Es un juego frustrante para mí, porque cada vez que trato de golpear una, otra
se levanta; y golpeo esa y aparece otra. Así es la vida. Terminamos con una compul-
sió n y otra sale a flote. Terminamos con un problema y otro aparece. Terminamos
con una relació n conflictiva y viene la siguiente. Es tan frustrante porque no
podemos terminar al mismo tiempo con todas. Caminamos pretendiendo ser
Dios: “Soy poderoso, puedo manejarlo”. Si somos tan poderosos, ¿por qué
simplemente no ter- minamos con todo? No podemos, y eso nos frustra.

3. Fatiga. Jugar a ser Dios cansa. Tratar de controlar todo, pretender que todo está
bien, negar algo, consume mucha energía. En el Salmo 32, David dice: “Mi fuerza
se fue debilitando como al calor del verano ... Pero te confesé mi pecado, y no
te oculté mi maldad”. La mayoría de las personas tratan de esconder su dolor y huyen
de é l mantenié ndose ocupadas. Piensan: “No me gusta có mo me siento cuando me
deprimo. No me gusta lo que viene a mi mente cuando pongo mi cabeza sobre mi
almohada, y no me gustan esos sentimientos y lo que escucho, por lo que me man-
tengo ocupado”. Huimos del dolor al estar constantemente en un ir y venir.
Trabajamos hasta el cansancio. O nos involucramos en algú n pasatiempo o algú
n deporte hasta que se vuelve algo compulsivo, y permanecemos en el campo de
golf,
en la cancha de tenis, o en cualquier otro lugar todo el tiempo. Incluso
podemos involucrarnos en actividades religiosas, podemos tratar de esconder nuestro
dolor tra- bajando de forma febril en las actividades de la iglesia. Esperamos que
cuando nos acostemos y pongamos la cabeza sobre la almohada, estemos tan
fatigados que dormiremos y no tendremos que escuchar nuestro dolor.

Si está en un estado constante de fatiga, siempre agotado, pregú ntese: “¿De qué
dolor estoy huyendo? ¿Qué problema no quiero afrontar que me motiva y me con-
duce a trabajar y trabajar para estar en este estado constante de fatiga?”

4. Fracaso. Cuando trata de jugar a ser Dios, la descripció n que hace Proverbios
28:13 (DHH) es una garantía de dó nde terminará : “Nunca tendrá s é xito en la vida
si tratas de esconder tus pecados. Confié salos y renuncia a ellos. Entonces
Dios mostrará su misericordia sobre ti”. Necesitamos ser honestos y aceptar nuestras
debili- dades, faltas y fracasos.

En Saddleback nos hemos comprometido desde el principio a ser un lugar seguro


donde la gente, gente real, pueda hablar acerca de sus problemas reales, heridas reales,
complejos reales y há bitos reales, sin temor a la crítica. Somos una familia de com-
pañ eros en la lucha. No hay ninguna persona que tenga todo bajo control.
Todos somos dé biles en diferentes á reas y nos necesitamos unos a otros. Y nos
necesitamos porque nos volvemos espejos para revelar las heridas unos a otros y
ayudarnos mutua- mente. Muchas veces otros ven cosas que yo no veo y viceversa.
Hemos desarrollado una atmó sfera confiable. Por cierto, tenemos una reunió n los
viernes por la noche lla- mada Celebremos la Recuperació n. En ese grupo tenemos
personas con toda clase de situaciones, problemas y heridas con los que han estado
luchando, y en los que está n trabajando con los pasos que aquí señ alamos.

Para ayudarle a ser má s honesto con usted mismo y con Dios, planeo compartir-
le historias personales, testimonios de gente real que experimenta heridas reales en la
familia de nuestra iglesia. Hemos pedido a Mary Pritchard y a Dan Denton que com-
partan sus experiencias. Ambas son diferentes y se refieren a problemas muy distin-
tos, pero han contado con el mismo proceso para la recuperació n.

Mary: Soy una codependiente en recuperació n. Soy la hija mayor de cinco her-
manos y diría que tuvimos una niñ ez muy normal. No hubo abuso de drogas ni de
alcohol en mi familia, aunque no era perfecta. Teníamos un problema de
comuni- cació n. Mi mamá abusaba verbal y emocionalmente de mí. Me gritaba y
decía cosas que me destruyeron absolutamente y me hacían sentir sin valor. Tenía
mucho miedo
de su enojo. Me decía a mí misma: “Mamá , haré cualquier cosa para que esté s feliz y
así no te enojes conmigo”.

Así que empecé a decirle a mis padres lo que pensaba que ellos deseaban escuchar.
Comencé a ser lo que pensaba que ellos deseaban que yo fuera. Me volví muy plá sti-
ca. Ese fue el inicio de mi codependencia. Llevé ese mismo estilo de comunicació n a
mi matrimonio y en los primeros seis meses abusé verbal y emocionalmente de mi
esposo. Como é l no reaccionaba pensé : “Puedo arreglar esta situació n”. Decidí que
abandonaría todo y no lo confrontaría en nada. Eso me enfermó , así que
decidí:
“Olvida esto, sigue en tus cosas”, lo cual hice.

Soy enfermera en la Marina y tuve la oportunidad de asistir en calidad de profe-


sional visitante al programa de Conciencia Alcohó lica en el Hospital Naval en Long
Beach. Mientras estaba allí, aprendiendo acerca de la enfermedad del alcoholismo, la
cual por supuesto no tenía, reconocí que en mí había algo terrible, algo terriblemente
malo. El sentimiento de falta de valor me abrumó . Sabía que la gente se iba a
dar cuenta de mi verdadero yo, y me odiarían y querrían saber nada sobre mí. Sabía
que
si me quedaba allí sin pedir ayuda nunca encontraría la respuesta a mi problema. Así
que pedí quedarme como paciente y me permitieron hacerlo. Mi esposo me acom-
pañ ó en las sesiones de terapia que tuve allí. Cuando los consejeros comenzaron a
pre- guntar acerca de mi vida, les dije: “Oh, todo está bien. Tengo todo bajo control.
Es é l quien tiene el problema”. Como la negació n de mi responsabilidad en
nuestras difi- cultades era tan fuerte, tuvieron que dejarme ir. No pudieron
ayudarnos. Y volví a mi vida anterior pensando: “Esto es un mal sueñ o”. Lo puse a
un lado y comencé a tra- bajar arduamente otra vez.
Estaba muy ocupada. Salí embarazada por segunda vez y con gemelos. Seis meses
despué s de que los niñ os nacieron me volví profundamente depresiva y con tenden-
cias suicidas. Estaba trabajando a tiempo completo fuera de casa, criando tres hijos, y
amamantando a los gemelos. Por supuesto, no le conté a mi esposo có mo me sentía,
no nos está bamos comunicando mucho. Pero tuve el buen juicio de contarle a mi pas-
tor que estaba pensando en quitarme la vida. É l dijo: “Me gustaría sugerirle que hable
con un terapeuta.” Pensé que no valía la pena gastar el dinero en un terapeuta, pero
finalmente fui a verlo. Me sentía tan miserable y tenía tanto dolor que estaba
dispuesta
a hacer cualquier cosa que pudiera ayudarme. Me parecía que no valía mucho para
este mundo.
Así que fui y ya no pude negar la verdad de mi vida. Le conté a la terapeuta acer-
ca de todo mi dolor y lo miserable que me sentía por lo que estaba haciendo,
ella reconoció esa verdad. Me amó y aceptó , y comenzó a enseñ arme có mo tratar
efecti- vamente con mi vida y mis problemas. Estoy realmente agradecida por
ella. Dios comenzó a traer a otras persona a mi vida para mostrarme que ellas
tampoco eran per- fectas. Estaban asistiendo a una reunió n llamada Doce Pasos donde
recibían ayuda para enfrentar sus vidas. Pensé : “Lo intentaré , porque obviamente
no he podido arreglar
mi vida”. Así que comencé a asistir a las reuniones de Doce Pasos. Conocí a otras per-
sonas que reconocían que tampoco estaban en control de sus vidas y se veían felices y
gozosas. Me quedé . He tenido la oportunidad de participar en Celebremos
la Recuperació n y quiero que sepan que es un lugar maravilloso. Hay gente sana aquí.
Es algo seguro y espero que se una a mí. Aquí todos nos estamos convirtiendo en
per- sonas gozosas y libres.
Dan: Mi nombre es Dan y soy un adicto. Esta es la cara de la adicció n. Tambié
n soy esposo, el mejor amigo de mi esposa, padre y padrastro. Soy un hijo y
hermano amoroso. Fui a la universidad y me gradué en la escuela de leyes. Tengo
mi propio negocio. Hoy lo má s importante acerca de mí que usted debe conocer es
que por la gracia de Dios soy un adicto recuperado.

La historia que compartiré con ustedes es sencilla y real. En realidad es tan sim-
ple que podrá parecer aburrida. Cuando tenía doce añ os fumé mi primer cigarro, lo
hice en un bú nker tras el tercer hoyo en el campo de golf El Dorado en Long Beach.
Cuando estaba en sé ptimo grado, asistí a una actividad llamada el “Día de Walter B.
Hill” que se celebraba en la escuela Walter B. Hill. Tres de mis amigos
dijeron:
“Tenemos algunas cervezas”. Ese día me tomé mi primera cerveza. Me gustó . Me
hizo libre. Fue divertido. Me relajé y me hizo ser gracioso. Y le caía bien a la gente.
Así que comencé a emborracharme todas las semanas con los muchachos para estar
alegre, en
al onda y sentirme bien. Aumenté el consumo de martinis y luego pasé a la marihua-
na y a las drogas má s fuertes.

Hace diecisé is meses, mi esposa y yo fuimos a nuestro lugar favorito a cierta hora
del día donde las bebidas son má s baratas. Nos peleamos. ¡Qué sorpresa! Cuando
llega- mos a casa, me miró a los ojos y me dijo: “Amas al alcohol y las drogas má s que
a mí”. Era la verdad. Tengo que decirles que aquello era mi religió n. Dije: “Soy
un alco-
hó lico, tengo que cambiar”. Mi esposa me dejó y no cambié . Lo que sí hice fue llamar
a un amigo y salir a embriagarnos. Eso fue lo que hice. Me embriagué durante las
siguientes tres semanas. Un sá bado a las tres de la mañ ana, el día en que mi hijo de
doce añ os se iba a bautizar, estaba sentado solo, desnudo, con todas las botellas de
cerveza y las cajetillas de cigarros vacías a mi alrededor, abriendo un paquete de
cocaí-
na para matarme. Miré a mi alrededor y me dije: “¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Qué
paso con mis sueñ os? ¿Quié n se los robó ?”

En ese momento admití mi incapacidad. Había conducido mi vida


completa- mente mal. Intenté orar. Sentí que alguien me decía: “Nadie escucha
tu clamor”. Estaba completamente aislado, pero algo me seguía diciendo:
“Necesitas buscar ayuda”. Corrí al telé fono y llamé a mi hermana, un miembro de
esta iglesia, y a su querido y dulce esposo. Pasaron el resto del día asegurá ndose de
que tuviera la ayuda que necesitaba, y esa ayuda la encontré y la sigo encontrando en
los Doce Pasos. El viaje
de los Doce Pasos comenzó en derrota pero terminó en victoria, porque en quince
meses di los Doce Pasos y ellos me guiaron a los pies de la cruz. Cuando llegué estaba
vacío. Pero é l estaba esperando por mí y me dijo: “Bienvenido a Casa. Bienvenido a
Casa. Tenemos que trabajar”.

Hoy mi vida es muy bendecida. Tengo mucho trabajo pero el gozo mayor que
tengo es que soy miembro de la Iglesia Comunidad del Valle de Saddleback. Fui bau-
tizado aquí por el pastor Tom y é l me cuenta que funcionó . Tambié n tengo el
privile- gio de ser líder de un grupo pequeñ o en Celebremos la Recuperació n, con el
que nos reunimos cada viernes por la noche. Si usted es esa persona que necesita
escuchar má s
de lo que estoy diciendo, venga y acompá ñ enos. Celebraremos nuestra recuperació n.

¿Có mo reacciona a historias como esa? He aquí dos formas en las que no
debemos reaccionar:

“Mi problemas no es tan malo”. Eso se llama negació n. ¿Qué tan mal tiene que lle-
gar a estar antes de admitir que necesita ayuda? ¿Qué tan doloroso tiene que llegar a
ser ese dañ o, esa relació n, ese dolor, ese problema, esa memoria antes que admita que
necesita ayuda? Desdichadamente debido al comportamiento humano, a nuestra natu-
raleza, postergamos el proceso de cambio hasta que nuestro dolor se vuelve má
s grande que el temor de cambiar. No cambiamos cuando vemos la luz.
Cambiamos cuando sentimos el calor y el matrimonio comienza a destruirse o los
niñ os comien-
zas a irse por malos caminos, o cuando recibe esa llama telefó nica en medio de
la noche. Ahó rrese ese dolor, comience pronto su recuperació n. Un hombre dijo: “A mí
me sucedió cuando el á cido de mi dolor finalmente atravesó la pared de mi negació
n”. Dios nos susurra en nuestros placeres, pero nos grita en nuestro dolor. El dolor
es el megá fono de Dios. Permite que eso lo mueva a buscar ayuda, a enfrentar el
hecho que
ha estado ignorando por diez, veinte, quizá s treinta añ os. ¿Cuá l es el nivel de su dolor?
Es una luz de advertencia para usted. Escú chelo.

2. “Está bien, pero yo puedo resolver mis problemas; esta serie de recuperació n es para otro,
no para mí”. Eso tambié n se llama negació n. A menos que haya tenido una vida per-
fecta, hay algunas cosas con las que necesita tratar. Usted dice: “Puedo manejar mi
problema, puedo cuidar de eso”. El hecho es que si usted pudiera manejarlo,
lo hubiera hecho, pero usted no puede, por lo tanto no lo hará . Si hubiera podido
con- trolar ese problema, no sería un problema, no lo tuviera con usted hoy.
Pero no puede, y no podrá . Esta negació n es tan antigua como Adá n y Eva. Ellos
tenían un problema. Huyeron y se escondieron tras el arbusto. Dios los había
hecho y Dios había hecho los arbustos y ahora se estaban escondiendo de
Dios. Así de iló gico. Algunas veces le pregunto a las personas: “¿Le ha contado a
Dios acerca de su herida,
su há bito o su complejo?” Ellas contestan: “Ah, no, no quisiera que supiera de eso”.
No puede mejorar hasta que confiese, afronte sus faltas y admita: “Soy incapaz”.

III. LA CURA

El primer paso en el camino a la recuperació n es admitir mi incapacidad. La


Biblia dice que al hacerlo encontramos fortaleza. Esta no es una idea popular en la
cultura americana de autosuficiencia, la cual dice: “Levá ntese por sí mismo, no
dependa de nadie má s, usted solo puede”. Y lo convierte en una especie de Llanero
Solitario. Pero admitir la incapacidad es el primer paso esencial para iniciar la
recuperació n. Reconozca que es incapaz de hacerlo por usted mismo. Necesita a
otras personas y necesita a Dios.

Admitir que no soy Dios significa que reconozco tres hechos importantes de la
vida. La madurez viene cuando:

1. Reconozco que soy incapaz de cambiar mi pasado. Duele, todavía lo recuerdo,


pero todo el resentimiento del mundo no va a cambiar esa realidad. Soy incapaz de
cambiar mi pasado.

2. Reconozco que soy incapaz de controlar a otras personas. Trato, me


gusta manipularlos, utilizo toda clase de pequeñ os trucos, pero no funciona. Soy
respon- sable de mis acciones, no de las de otros. No puedo controlar a otras
personas.

3. Reconozco que soy incapaz de hacer frente a mis há bitos, comportamientos y


acciones dañ inas. Las buenas intenciones no son suficiente. Cuantas veces lo ha inten-
tado, ha fracasado. La fuerza de voluntad no es suficiente. Necesitamos algo má s que
fuerza de voluntad. Necesitamos a Dios, porque é l nos hizo para necesitarle.
Santiago 4:6 (NVI) dice: “Dios resiste a los orgullosos, pero da gracia a
los humildes”. Gracia es el poder para cambiar. Gracia es el poder que Dios nos da
para hacer en nuestra vida los cambios que queremos hacer y que é l desea que
hagamos. Y para recuperarnos de las heridas, complejos y problemas en nuestra vida,
necesitamos
la gracia de Dios. ¿Có mo la obtenemos? Solamente de una forma. É l se la da al
humilde.

Permítame preguntarle, ¿qué aspectos de su vida necesitan cambiar? ¿Qué heri-


da, complejo o há bito ha estado tratando de ignorar? Para muchos este paso será el
má s difícil, reconocer que sus vidas necesitan cambios. Me alegra que sea el nú mero
uno, porque cuando haya dado este paso, habrá vencido la mayor dificultad y admi-
tirá : “Tengo un problema, tengo una necesidad, tengo una herida”. Para
muchos puede parecer difícil y humillante reconocer esto, decir:“No soy Dios y
no tengo tanto control como me gustaría que todos pensaran. No tengo el control
de nada”. Pero si le dice eso a los demá s, no se van a sorprender, porque lo saben.
Dios lo sabe, usted lo sabe, solamente necesita admitirlo. Esto significa ser honesto
y afrontar un problema que ha querido ignorar por mucho tiempo. Acompá ñ eme
estas ocho sema- nas en este camino a la libertad, en el Camino a la Recuperació n.
DÓ NDE OBTENER AYUDA CUANDO ESTÉ HERIDO
El Camino a la Recuperació n – Parte 2

R.E.C.U.P.E.R.A

Reconozco que no soy Dios; admito que soy incapaz de controlar mi tendencia a
hacer lo malo y que mi vida es inmanejable.

EL SEGUNDO PASO

En forma sincera creo que Dios _____________, que le _____________, y que é l


tiene el para ayudarme en mi recuperació n.

“En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca
a Dios tiene que creer que é l existe y que recompensa a quienes lo buscan”. Hebreos
11:6 (NVI)

Tres partes

I. Reconocer la de Dios.

“Porque desde la creació n del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir,
su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a travé s de lo que é l
creó ”.
Romanos 1:20 (NVI)

“Dice el necio en su corazó n: ‘No hay Dios’”. Salmo 14.1 (NVI)

II. Entender el de Dios.

“É l es la imagen del Dios invisible, el primogé nito de toda creació n”. Colosenses
1:15 (NVI)
Dios todo acerca de mi situació n.

“Tú has visto mi aflicció n y conoces las angustias de mi alma”. Salmo 31:7 (NVI)

“Tú sabes lo insensato que he sido”. Salmo 69:5 (NVI)

Dios por mi situació n.

“Tan compasivo es el Señ or con los que le temen como lo es un padre con sus
hijos. É l conoce nuestra condició n; sabe que somos de barro”. Salmo 103:13-14
(NVI)

“Se me apareció el Señ or y me dijo: ‘Con amor eterno te he amado’”. Jeremías


31:3 (NVI)

“Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía é ra-
mos pecadores, Cristo murió por nosotros”. Romanos 5:8 (NVI)
Dios puede mi vida y mi situació n.

“Pido tambié n que les sean iluminados los ojos del corazó n para que sepan ... cuá
n incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Ese poder es
la fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre
los muertos”. Efesios 1:18-20 (NVI)

“Lo que es imposible para el hombre es posible para Dios”. Lucas 18:27 (DHH)

III. Aceptar de Dios para ayudarme.

“Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cum-
pla su buena voluntad”. Filipenses 2:13 (NVI)

“El espíritu que Dios nos da ... nos llena con poder, amor y dominio
propio”.
2 Timoteo 1:7 (DHH)
Có mo conectarse al poder de Dios: y ___________.

“Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubri-
rá n sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemará s ni te abrasará n las llamas”.
Isaías 43:2 (NVI)
DÓ NDE OBTENER AYUDA CUANDO ESTÉ HERIDO
El Camino a la Recuperació n – Parte 2
Hebreos 11:6

Puede que algunos de ustedes no se haya percatado de que cuando el lunes de esta
semana llovió torrencialmente, hubo una parte del lago Forest que se desbordó .
Glenn vive en una de esas á reas. El condado de Orange envió a un reportero a ese
lugar, el cual encontró a Joann, la esposa de Glenn, sentada en el techo de su casa
mientras las cosas flotaban a su alrededor. El reportero se subió al techo y pudo ver
un caballo y un automó vil que flotaban. Luego de unos minutos, é l vio un sombrero
que flotaba tam-
bié n. Observá ndolo mejor, se fijó que el sombrero se movía en una extensió n de vein-
te pies alrededor de la casa en una forma que parecía un movimiento premeditado.
Despué s de observar al sombrero en ese extrañ o ir y venir por unas siete u ocho veces,
le preguntó a Joann: “¿Tiene usted alguna idea de lo que ocurre con ese sombrero?” A
lo que ella contestó : “Ese es Glenn, el loco de mi esposo. Dijo que hoy iba a cortar el
cé sped pasara lo que pasara”.
El problema que tenemos hoy es que muchos de nosotros todavía estamos preo-
cupados por cortar el cé sped mientras la casa está flotando.
Ya hemos dicho que todos necesitamos pasar por el proceso de recuperació n por-
que ninguno de nosotros es perfecto. El mundo es imperfecto. Todos hemos sido
dañ ados, todos tenemos complejos, todos tenemos há bitos que nos gustaría que desa-
parecieran. Todos necesitamos pasar por el proceso de recuperació n. Sin importar el
problema, la herida, el complejo o el há bito, los pasos que hay que dar son los mis-
mos.
Tambié n dijimos que la raíz que causa todo esto es nuestro deseo de controlar
las cosas. Mientras má s inseguros somos, má s queremos controlar las cosas.
Queremos controlar nuestras vidas, las vidas de los demá s, el ambiente en que
otras personas viven; en una palabra, queremos ser Dios. Queremos ser el centro de
nuestro univer-
so. Pero cuando tratamos de ejercer este control, lo ú nico que conseguimos es termi-
nar fatigados, frustrados y fracasados.
¿Có mo se rompe con eso? ¿Có mo puede romper con esas cosas?
Necesitamos superar la negació n. La negació n es lo que nos impide
movernos hacia delante, hacia la recuperació n. Decimos a modo de excusa:
“Realmente no es un problema... Estoy bien... No hay de qué preocuparse. Puedo
manejar la situació n”. Y, ademá s de excusarnos, acusamos a otros: “Si tan solo mi
esposa (o mi esposo) fuera de
otra manera, nuestro matrimonio andaría bien”. Jugamos al juego de la culpa.
Acusamos y nos excusamos. Cuando alguien nos pregunta: “¿Có mo te va?”, contesta-
mos: “En lo que cabe y dadas las circunstancias, me va bien; sí, estoy bien... a lo
menos por el momento todo está bien”. Es como si el diá logo anterior se tuviera con
alguien que ha saltado de lo alto de un edificio y se encontrara a medio camino. “Sí,
dadas las circunstancias, por lo menos hasta aquí, todo va bien”. Tenemos que
aprender có mo tratar con la negació n.
¿Qué le parece el siguiente anuncio en un perió dico?: “Se ha perdido un perro de
tres piernas, ciego del ojo derecho, le falta la oreja izquierda, no tiene cola, fue recien-
temente castrado y responde al nombre de ‘Afortunado´”. Una excelente manera de
ilustrar la negació n. ¿No le parece?
Nuestro ministerio de camisetas me hizo una camiseta que dice: “La negació n no
es un río de Egipto”.
¿Cuá l es el antídoto para la negació n? ¿Qué hace que finalmente afrontemos nuestros
problemas?
El antídoto de Dios para la negació n es el dolor. Pocas veces cambiamos cuando
vemos la luz; cambiamos cuando sentimos el calor. No cambiamos hasta que nuestro
dolor no excede nuestro temor a cambiar. La mayoría de las personas casi nunca se
mueven hacia la recuperació n hasta que son forzadas a hacerlo porque ya no hay otra
opció n.
Dios usa tres circunstancias para acabar con la negació n, son cosas para llamar
nuestra atenció n y forzarnos a intentar la recuperació n en nuestras vidas:

1. Crisis. Enfermedad, estré s, pé rdida de trabajo.

2. Confrontació n. Alguien que se interesa lo suficiente para decirnos: “Está s arrui-


ná ndolo todo”. Alguien que nos ama lo suficiente como para confrontarnos en verdad
y amor y decirnos: “Está s fallando, está s a punto de perder tu familia, está s a punto
de perder tu salud, está s a punto de perder tu trabajo”. Alguien que nos confronta.
Un antiguo refrá n de Texas dice: “Si alguien te dice espaldas de caballo, ignó ralo. Si
dos personas te dicen espaldas de caballo, mírate al espejo. Si tres personas te dicen
espal- das de caballo, có mprate una montura”. Si tres personas le dicen que usted es
un adic-
to al trabajo, có mprese una montura. Si tres personas le dicen que es un alcohó lico,
có mprese una montura. Si tres personas le dicen que necesita ayuda, có mprese una
montura. El dolor es como una alarma. Se activa para advertirle que algo está mal en
su vida. Si se activara la alarma de incendio en su casa, ¿qué haría? ¿Diría: “¡Ay, qué
alarma má s molesta! Que alguien la haga callar”? No, usted haría algo al respecto.
Pero con frecuencia en nuestras vidas, cuando sentimos que el dolor emerge, la alar-
ma de dolor, en lugar de tratar con lo que es la fuente, tratamos de aplacar el ruido.
Lo cubrimos con comida, con alcohol, con sexo, con cosas diferentes. Pero eso no
sirve de nada. Dios usará esas cosas para llamar nuestra atenció n.

3. Catá strofe. Espero que Dios no tenga que usar esto en su vida. Cuando llega-
mos al punto má s bajo física, emocional, espiritual y financieramente, así como
en nuestras relaciones, cuando tocamos fondo, lo que sucede a menudo es que Dios
tiene que dar un paso atrá s y dejarnos sentir el impacto total de nuestras malas
decisiones.
“¿Quieres ser Dios? Está bien”. Y é l simplemente retrocede y te permite ser Dios. Es
entonces que cosechas lo que sembraste y sientes todo el impacto que causa una catá
s- trofe en tu vida.
Dijimos que EL PRIMER PASO EN LA RECUPERACIÓ N ES
RECONOCER QUE NO SOY DIOS; ADMITIR QUE SOY INCAPAZ DE
CONTROLAR MI TENDENCIA A HACER LO MALO Y QUE MI VIDA ES
INMANEJABLE. Ese
es el Paso 1, el paso de la realidad.
El segundo paso es lo que yo llamo el paso de la esperanza. El Paso 1 dice: “Lo
reconozco. Estoy sin ayuda. No soy capaz”. El Paso 2 dice: “Hay una buena noticia
de que existe un poder al que me puedo conectar para controlar las cosas que
no puedo dominar por mí mismo”.
EN FORMA SINCERA CREO QUE DIOS EXISTE, QUE LE INTERESO,
Y QUE É l TIENE EL PODER PARA AYUDARME EN MI RECUPERACIÓ
N. Este segundo paso está basado en Hebreos 11:6 (NVI): “En realidad, sin fe es
impo- sible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que
é l exis-
te y que recompensa a quienes lo buscan”.
El segundo paso en el camino a la recuperació n consta de tres partes.

I. RECONOCER LA EXISTENCIA DE DIOS


La mayoría de nosotros no tenemos problema con esto. Ya no quedan muchos
ateos. El añ o pasado, George Gallup hizo una encuesta que reveló que “el noventa y
siete por ciento de los ciudadanos de Estados Unidos dicen creer en Dios; y menos
del dos por ciento dicen ser ateos”. Hay menos ateos hoy que los que había hace cin-
cuenta añ os. ¿Por qué ? Porque sabemos má s del universo hoy que hace cincuenta
añ os. Mientras se realizan má s descubrimientos científicos, má s sabemos del univer-
so y menos personas está n dispuestas a seguir creyendo que todo sucedió por acci-
dente. Mientras má s sabemos del universo, y ahora tenemos computadoras que son
capaces de comprobar las probabilidades de todas estas cosas que suceden, muy poca
gente dice creer que todo es producto de la casualidad. Por cierto, hoy día se requie-
re de má s fe para no creer en un Creador que para creer en uno. Podría desarmar un
reloj completamente, ponerlo en una bolsa de papel y agitarla, pero las probabilida-
des de que el producto resultante fuera exactamente como un reloj serían bastante
increíbles. Sin embargo, el mundo está lleno de relojes. Y si multiplica eso por un
nú mero astronó mico... obtendrá las probabilidades de que esto realmente
suceda. Donde hay una creació n, debe haber un Creador. Donde hay un efecto,
debe haber una causa. Donde hay un diseñ o, debe haber un diseñ ador.
¿Vio la portada de la revista Time hace un par de meses? Había una frase
que decía: “La ciencia descubre a Dios”. En esta era donde sabemos má s y má s
acerca del universo, donde tenemos mayor habilidad numé rica por medio de las
computadoras para comprobar las oportunidades al azar, muy poca gente está
dispuesta a creer que todo ha sido simplemente un accidente. Mientras má s
conocemos del universo, má s convencidos estamos de que hay un Creador.
Reconoce su existencia. Romanos 1:20 (NVI) dice: “Porque desde la creació n del
mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divi-
na, se perciben claramente a travé s de lo que é l creó ”. Y el Salmo 19 (NVI) expresa:
“Los cielos cuentan la gloria de Dios”.
Por cierto, la Biblia dice que es una necedad no creer en Dios. Es irracional. Es
iló gico no creer en Dios. Si tiene problemas con eso tenemos un ministerio en nues-
tra iglesia llamado “Bases fuertes para creer”, el cual, desde un punto de vista intelec-
tual, estudia los argumentos de la existencia de Dios.
El punto es que Dios cambia vidas hoy en día. Dios existe.
El asunto real para la mayoría no es: “¿Hay un Dios?” Eso es algo que la mayoría
cree. El asunto verdadero es: “¿Qué clase de Dios es? ¿Có mo es en realidad? ¿Es esto
importante?” El problema es que tenemos algunas ideas bastante extrañ as de có mo es
Dios.
Hace poco leí sobre dos muchachos delincuentes de una escuela cató lica
que se habían estado portando mal, por lo que los llevaron a la oficina del director. El
director sabía que lo que ellos realmente necesitaban era a Dios en sus vidas así que
trajo al pri- mer muchacho a la oficina, lo hizo sentarse y le dijo: “Quiero hacerte una
pregunta, hijo.
¿Dó nde está Dios?” El muchacho se asustó . No supo có mo responder. Simplemente se
quedó allí, sentado. El director volvió a preguntarle, por tres o cuatro veces. “¿Dó nde
está Dios? Quiero que pienses en esa pregunta”. Y lo mandó de regreso. El segundo
muchacho, que estaba por entrar, le pregunto al que salía: “¿Qué pasó ?” Este le res-
pondió : “No lo sé , pero parece que se les ha perdido Dios y está n tratando de
echarnos
la culpa a nosotros”.
Tenemos algunas ideas extrañ as con respeto a Dios.
Lamentablemente, muchos comparan a Dios con un padre de familia. Como su
papá o mamá . Esto es trá gico. Porque si su padre era una persona fría e indiferente
que no expresaba cariñ o, la tendencia será pensar que Dios, su Padre, es tambié n frío,
indiferente y falto de cariñ o. Si su padre le infundía miedo, usted estará inclinado a
pensar:“A Dios hay que tenerle miedo”. Si su padre fue abusivo, pensará que Dios es
igual. Si su padre no era amoroso, trasladará esta cualidad a Dios. En lugar de Dios
hacerlo a su imagen, usted hace a Dios a la imagen suya.
De vez en cuando se oye decir: “Mi idea de Dios es...” ¿Con qué autoridad se dice
eso? ¿Piensa que porque tiene cierta idea de Dios é l tiene que ser así? Por supuesto
que no. “Siempre he pensado en Dios como...” ¡Qué tal! Probablemente esté equivo-
cado. Francamente, no me interesa có mo cree usted que es Dios. No me
interesa
có mo lo concibo yo mismo. Lo que deseo saber es: ¿Có mo es é l en realidad?

II. ENTENDER EL CARÁ CTER DE DIOS


El segundo paso en este proceso de recuperació n no solamente es reconocer la
existencia de Dios, sino tambié n entender su cará cter. ¿Có mo es é l realmente?
Hasta que en verdad no sepa có mo es Dios, no puedo confiar en é l. ¿Verdad que
tiene sen- tido? No voy a confiar en algo o en alguien que no conozco.
Afortunadamente Dios desea que sepamos có mo es é l. Vino a la tierra hace unos dos
mil añ os y vino en forma
de ser humano. Vino como Jesucristo. Y dijo: “Como soy yo, así es Dios”. É l sí sabe
có mo es Dios. Es por eso que celebramos la Navidad y la Semana Santa.
Fíjese en este versículo. Colosenses 1:15 dice: “É l [Cristo] es la imagen del Dios
invisible”. Si usted desea saber có mo es Dios, solamente mire a Jesú s, porque é l es la
expresió n visible del Dios invisible.
Si está leyendo acerca de Jesú s y estudiando su vida, aprenderá mucho de Dios.
Específicamente hay tres cosas que aprendemos sobre Dios por medio de Jesú s, que
nos ayudan a vencer nuestros há bitos, heridas y complejos:

1. Dios conoce todo acerca de mi situació n. Yo sé que Dios sabe todo con respecto a
mi situació n, porque é l conoce mis há bitos, mis heridas y complejos. É l
conoce lo bueno y lo malo. Algunos posiblemente han tenido muchos momentos
difíciles o una vida muy dura. Mire lo que dice la Biblia en el Salmo 56:8 (DHH): “Tú
llevas la cuen-
ta de mis huidas; tú recoges cada una de mis lá grimas”. ¿No es eso increíble? La
Biblia dice que Dios lo conoce personalmente y de cerca. É l ha visto sus lá grimas.
“Nadie sabe el infierno por el que estoy pasando en mi matrimonio”. Está
equivocado, Dios
lo sabe. “Nadie sabe có mo estoy luchando por romper con este há bito, pero no lo
puedo sacar de mi mente”. Dios sí lo sabe. “Nadie sabe la depresió n y el temor por el
que estoy atravesando”. Dios sí lo sabe. Y É l ha visto sus lá grimas. Las conoce todas.
Nada escapa de su conocimiento. El Salmo 31 (NVI) dice: “Tú has visto mi aflicció n
y conoces las angustias de mi alma”. Dios está al tanto de sus necesidades y la Biblia
dice que É l sabe lo que usted necesita incluso antes de que se lo pida. É l ve la crisis
en su alma en este mismo momento. En el Salmo 69 leemos: “Tú sabes lo insensato
que he sido”. A veces deseamos olvidar esta parte. No queremos que Dios sepa todas
las locuras que hacemos. El hecho es que no hay nada que esté fuera de la vista de
Dios. Usted siempre tiene una audiencia veinticuatro horas al día. É l conoce sus días
buenos, sus días malos, las bromas pesadas que ha hecho, las malas decisiones que ha
tomado y, sorprendentemente, todavía le ama. El hecho es que Dios no se
sorprende por su pecado. Si usted hace algo mal, Dios no dice: “Ay, no, ¿có mo se me
escapó eso?”
É l sabía que pasaría, mucho antes de que lo hiciera. É l incluso sabe por qué lo hizo, qué
fue lo que lo motivó a hacerlo, incluso si usted mismo ignora la motivació n. É l no se
sorprende, no se altera, no se decepciona. É l sabe quié n es usted.

2. Dios se interesa por mi situació n. El Salmo 103 dice: “Tan compasivo es el Señ
or con los que le temen como lo es un padre con sus hijos. É l conoce nuestra condició
n; sabe que somos de barro”. Dios sabe que somos hechos de molé culas, que somos
frá - giles, que no somos superhombres. É l es tierno y compasivo. Esa es la clase de
Dios
a la que usted sirve. Un Dios que lo conoce, que desea ser el Padre que muchos nunca
tuvieron. Tierno y compasivo. Dios dice: “Con amor eterno te he amado”. ¿Có mo
puede ser eso? ¿Có mo puede Dios amarme y su amor nunca acabar? É l me ama en
los días buenos, en los malos, cuando le sirvo y cuando no lo hago, cuando
hago lo correcto y cuando me equivoco. ¿Có mo es que me sigue amando? Porque su
amor es incondicional. No está basado en su comportamiento. Está basado en el
cará cter de Dios. La Biblia dice que Dios es amor. Y é l dice: “Con amor eterno te he
amado”. É l
no solamente conoce su situació n sino que se preocupa por ella. “Pero Dios demues-
tra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía é ramos pecadores, Cristo
murió por nosotros”. Romanos 5:8 (NVI)
Muchas de aquellas personas que han estado trabajando los Doce Pasos saben que
el Paso 2 es el del Poder Supremo. Me gustaría presentarles hoy a su Poder Supremo.
Su nombre es Jesucristo. É l es ese poder al que se puede conectar, porque conoce su
situació n y se preocupa por usted. Y lo mejor de todo es que é l tiene el poder para
cambiar dicha situació n.
3. Dios puede cambiar mi vida y mi situació n. Estas son buenas noticias. Dios puede
cambiar mi vida y mi situació n. A veces cambia mi vida, a veces cambia mi situació n.
Otras veces cambia las dos. Pero está esperando por usted para hacer esto. Y É l tiene
el poder.
Note que Pablo dice: “Pido tambié n que les sean iluminados los ojos del corazó n
para que sepan ... cuá n incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que
cree- mos. Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en Cristo
cuando lo resucitó de entre los muertos”. ¿Se ha encontrado alguna vez paralizado
por falta de resolució n? “¡Sé que necesito hacer esto pero simplemente no
puedo comenzar!”
¿Siente algunas veces que simplemente no puede lograrlo? É l le dice: “Tengo el
poder”. Si Dios puede levantar a Jesucristo de los muertos, puede restaurar una rela-
ció n rota. Puede levantar a una persona que está mal de salud. Puede hacerle libre de
una adicció n. Puede ayudarle a cerrar la puerta al pasado para que esos
recuerdos dejen de perseguirle, pero solo confía en É l.
Lucas 18:27 (DHH) dice: “Lo que es imposible para el hombre es posible para
Dios”. La Biblia dice que no hay nada difícil para Dios. Quizá s usted diga:
“No entiende mi situació n. He intentado cambiar, pero no puedo”. Nada es
imposible con Dios. Y esa situació n que parece sin esperanza, no lo es. Por
cierto, en la iglesia Saddleback podemos darle cientos de ejemplos de personas que
estuvieron en situa- ciones imposibles hace seis mes, un añ o, un añ o y medio, y Dios
las cambió por com- pleto. Hay personas que si las hubiera conocido, pudiera haber
pensado que ni en un milló n de añ os cambiarían, pero sí cambiaron. Por el poder de
Dios.
He aquí el testimonio de un par de miembros de nuestra iglesia, Dana y Bret, en
el que cuentan có mo el poder de Dios les ayudó en su segundo paso.

Dana: Soy una creyente que lucha con la adicció n. Soy líder en el grupo de muje-
res fá rmaco dependientes del programa Celebremos la Recuperació n. Nos reunimos los
viernes por la noche. Nunca soñ é que estaría haciendo el trabajo de Dios de esta
forma o que estaría parada aquí frente a todos ustedes. Pero eso es lo que sucede cuan-
do abandonamos el asiento del conductor y permitimos que Dios maneje nuestras
vidas.
Creo que he sido adicta toda mi vida. Cuando era joven, mi adicció n solamente
salía a la superficie en tiempos muy duros. Me parecía tener un á ngel bueno en uno
de mis hombros y un á ngel malo en el otro, y adivinen quié n ganaba.
En mi vida había tambié n muchos momentos normales. Era una buena estudian-
te, nadadora, corredora, pero podía ser influenciada fá cilmente por mis compañ eros.
Comencé a fumar en la secundaria y cuando estaba en el bachillerato fumaba mari-
huana, bebía alcohol y todavía mantenía un promedio de notas de 3.75. Mi alcoholis-
mo aumentó al llegar al final de la escuela y luego de graduarme.
Tuve un período de siete añ os en los cuales no ingerí alcohol. Cuando digo que
soy una adicta, quiero decir que puedo ser adicta a cualquier cosa que pueda hacerme
sentir mejor y llenar el vacío en mi vida. Por ejemplo, en esos siete añ os de abstinen-
cia acostumbraba coser. Salía a comprar un modelo y regresaba a casa con diez. Otro
ejemplo, el ejercicio. Hacía ejercicios durante cinco o seis días a la semana, tres horas
al día. Pensaba que era normal medir 1.73 y ser talla tres. Un día nada de eso pareció
ayudarme má s. Volví al alcohol. Y del alcohol, pasé a la cocaína. La cocaína me
ayu- daba a adormecer el dolor.
Mi matrimonio se desmoronó y perdí a mis hijos en una batalla legal
bastante sucia. Usted pensará que luego de todo eso me daría por vencida. Lo
intenté , pero sencillamente no pude hacerlo. Pensé que estaba en control pero
estaba en un círcu-
lo vicioso. Usaba drogas porque me sentía culpable por la pé rdida de mis hijos y por-
que el dolor era realmente insoportable. Luego intentaba dejarla porque me sentía
culpable de usarlas. Tenía un problema de culpa. Esto continuó por nueve añ os.
Finalmente me di cuenta de que no podría hacer nada por mí misma.
Anteriormente han conocido el testimonio de mi esposo Dan. Fue a travé s de una
reunió n de Doce Pasos a la que asistí con é l que instantá neamente me identifiqué con
la persona de quien estaba hablando. Recuerdo que pensé : “Esa soy yo. Está hablan-
do de mí”. Finalmente, admití que era una adicta y recuerdo haber sentido có
mo aquel gran peso fue quitado de mis hombros. Ya no tenía que jugar a ser Dios.
Ahora espero que Dios me ayude a manejar mi vida cuando humildemente se lo
pido y sé que é l quitará todo lo malo y todo el dolor en mi vida si tan solo se lo
permito. Mi recuperació n me ha llevado a ser un miembro aquí en Saddleback.
Me bauticé .
Tambié n asisto a las clases 201 sobre Madurez Espiritual, a la 301 sobre Ministerio, y
soy líder de un grupo pequeñ o en el programa Celebremos la Recuperació n donde cada
viernes por la noche nos reunimos y celebramos el hecho de que no tenemos que vivir
bajo el poder de nuestra adicció n. Nos encantaría que nos acompañ ara.

Bret: Mi nombre es Bret y soy un hijo adulto de un alcohó lico. Fui


concebido luego de veintiú n añ os de matrimonio. Despué s de nueve meses nací y mis
padres me dieron el título de “Hijo milagroso”, algo con lo que me fue difícil vivir
cuando era
niñ o. Tenía que encontrar la forma de hacer que ese título se correspondiera con mi
vida. Tuve que aceptarlo. Sabía que en deportes no tendría la oportunidad de lograr-
lo, así que lo intenté acadé mica y profesionalmente. Sin embargo, tuve que revestir
mi corazó n de una coraza porque dolía mucho interiormente. Sabía que estas metas
se- rían imposibles de lograr pero tenía que intentarlo. Como el trencito que dice:
“Creo que puedo, creo que puedo...”, mi tren decía: “Tienes, debes, no hay opció
n”. En la universidad acostumbrá bamos comprar pollo y llevarlo a nuestro
cuarto, y era tan duro de corazó n que cuando mis compañ eros venían a pedirme un
pedazo, les decía que la carne blanca costaba cincuenta centavos extra. Era realmente
insensible.
Obtuve buenas notas en la secundaria. Fui muy buen estudiante en la universidad.
A los 27 añ os era el director de mercadeo internacional de una fá brica de alimento. A
los 31 era el vicepresidente de una divisió n millonaria de una corporació n multimi-
llonaria. Pero lo que estaba mal era que en mi interior me encontraba solo. Luego de
las reuniones y las fiestas corría a mi cuarto, ordenaba servicio a la habitació n y me
escondía. No quería tener intimidad con nadie. Me quería mantener a distancia de las
personas. No quería acercarme a nadie.
Decidí arriesgarme y me casé con Cindy, mi maravillosa esposa. Ella tenía una
hija llamada Elizabeth, así que me convertí en su padrastro. Pronto hubo cosas que
empezaron a salir a la superficie de mi vida y solo entonces me di cuenta de que exis-
tían. Un día, Liz trajo a casa de la escuela una tarjeta de reporte con notas má s bajas
de lo que yo esperaba. En lugar de ser comprensivo con ella, lo que habría hecho una
persona centrada en Cristo, estallé en ira y fui bastante grosero con ella. Cindy me
dijo que mi idea de lo normal no era necesariamente lo que era normal. Me dijo que
yo era un perfeccionista, lo cual negué al tiempo que decía: “Iremos a un terapeuta
porque estoy seguro que estará de acuerdo con mi perspectiva de esto”.
No es necesario decir que fue un aprendizaje para mí. Experimenté los senti-
mientos que temía experimentar. Fue bastante doloroso. Asistí a los grupos de Doce
Pasos, leí libros, pero hacía falta algo má s. Las piezas estaban ahí pero estaban revuel-
tas. Era la referencia gené rica al Poder Supremo. Comencé a venir a esta iglesia,
desa- rrollé una relació n con nuestro Señ or Jesucristo y é l abrió mi duro corazó n y
lo sua- vizó . Había estado solo y no supe có mo divertirme, có mo jugar. Las personas
decían:
“¿Có mo te sientes acerca de esto?” Yo no sabía lo que era “sentir”. Sabía có mo mane-
jar la situació n. Sabía có mo terminar el proyecto, pero no sabía có mo sentir.
Así que si alguno de ustedes tiene ese sentimiento de vacío en su corazó n, les
tene- mos buenas noticias. Contamos con Celebremos la Recuperació n, el cual
funciona ver- daderamente bien. Soy líder del grupo conocido como “Hijos adultos
de adicciones”, que trabaja con gente cuyos padres fueron alcohó licos, drogadictos,
adictos al traba-
jo, perfeccionistas, o personas con expectativas irreales de la vida.

He aquí el punto. Entre má s posponga su dolor, má s lejos está su recuperació


n. Entre má s lo niegue y diga: “No hay problema, no es gran cosa, puedo
manejarlo”, menos días tiene en esta tierra para ser lo que Dios quiere que sea.
Algunas personas, cuando experimentan dolor intenso por algú n problema, se
estancan en el pasado en lugar de tratar con el problema de ese momento. Enfocan
toda su vida en el pasado.
Se adentran a lo que yo llamo “Pará lisis del aná lisis”, siempre diciendo lo que antes
iba mal en sus vidas. Eso es como manejar un carro mirando todo el tiempo el espe-
jo retrovisor. Un espejo retrovisor es de ayuda, porque le da perspectiva, y mirar su
pasado le da una perspectiva, pero si solamente mira a su pasado no llega al presente.
¿Puede imaginarse manejando un carro donde el espejo retrovisor fuera má s grande
que el parabrisas? Muchas personas son así. Se mantienen en el pasado y no pueden
vivir en el presente. Cualquier cosa en la que se enfocan tiende a repetirse. Si sola-
mente vive en el pasado, tiende a repetir cosas del pasado.
Esta serie de recuperació n trata del crecimiento espiritual. Crecimiento espiritual
es el proceso de expandir ese parabrisas y encoger el espejo retrovisor. Así se puede
seguir con el presente. ¿Có mo se hace eso? Usted reconoce que Dios existe. Se da
cuenta de có mo es é l; de que se interesa, le entiende, le ama y desea ayudarle.

III. ACEPTAR LA OFERTA DE DIOS PARA AYUDARME


Creer solamente en Dios no es suficiente. La mayoría de nosotros creemos en
Dios. Pero eso no quita la herida. Tenemos que conectarnos al poder y eso es má s
que creer. Aquí está lo que Dios tiene para ofrecer.
Filipenses 2:13 dice: “Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el
hacer para que se cumpla su buena voluntad”.
Dios le dice: “Tu propia fuerza de voluntad no es suficiente. Las buenas intencio-
nes no son suficientes. Lo que necesitas es mi voluntad y mi poder para ayudarte a
cambiar. Yo te daré la fuerza de voluntad que necesitas”. Pero usted dice: “Yo
ni siquiera sé si quiero cambiar. Estoy muerto de miedo ante la posibilidad del
cambio”. Probablemente lo esté hasta que el dolor exceda su temor al cambio.
Pero usted le dice: “Dios, dame la voluntad de querer cambiar”. Y si usted se lo
pide con sinceri- dad, entonces é l le dará la voluntad y el poder que necesita.
¿Qué sucede cuando pongo mi vida ante el poder de Dios y le pido que ponga el
Espíritu de Jesucristo en mi vida? ¿Qué hace é l? ¿Me lleva eso a cierta clase de fanatismo?
La Biblia nos dice exactamente lo que sucede cuando invitamos al Espíritu de Dios
a nuestras vidas. “El Espíritu que Dios da nos llena con su poder, amor y dominio pro-
pio”. Eso es lo que quiero en mi vida. Primero, quiero poder. Poder para romper há bi-
tos que no puedo romper. Poder para hacer las cosas que sé que son correctas pero que
no puedo hacerlas por mí mismo. Poder para ser libre del pasado y dejar que
esos recuerdos se vayan. Poder para empezar a vivir la clase de vida que Dios desea que
viva.

Despué s, quiero amor. Verdadero amor. Quiero ser capaz de amar a las personas
y que estas me amen, de sanar las heridas para no construir esas paredes y tener un
acercamiento falso con las personas, sino un acercamiento genuino ya que no tengo
miedo de amar verdaderamente y no tengo temor de ser verdaderamente amado.
Esa es la clase de poder y amor que Dios da. Y tambié n nos da dominio propio.
Obviamente, quiero eso. Usted quiere eso. Usted no está en verdadero control hasta
que Cristo esté en control y domine las circunstancias de su vida. Entonces entende-
rá lo que significa tener todo bajo control por primera vez en su vida porque no esta-
rá tratando de detenerse por usted mismo. Poder, amor y dominio propio.

Hay un principio en el universo. Esto debe sonar muy simple, pero es algo muy
profundo. He aprendido que las cosas funcionan mejor cuando está n conectadas. Las
tostadoras, licuadoras, televisores, radios, todas las cosas, funcionan mejor
cuando está n conectadas. Y Dios quiere que usted y yo estemos conectados a é l.

¿Có mo me conecto al poder de Dios?

Muy simple. Crea y reciba. Primero, crea que Dios existe, crea que é l le conoce y
se interesa por usted, que tiene el poder de ayudarle y luego recíbalo en su vida.
“Jesucristo, pon tu Espíritu en mí”.
El segundo paso de la recuperació n involucra una palabra de cinco letras. Quiero
desafiarle a usar esta palabra hoy. Se requiere de mucho valor para usar la
palabra AYUDA. Necesito ayuda. “Dios, necesito tu ayuda en mi vida”. El
Camino a la Recuperació n no es fá cil. Significa afrontar algunos problemas que
hasta ahora hemos preferido ignorar. Significa correr riesgos. Significa ser
honesto, confiar en Dios. Pero cuando damos este segundo paso, de repente nos
damos cuenta de que nuestra recuperació n ya no es simplemente un asunto de
fuerza de voluntad. Dios dice: “Yo estoy contigo”.
Isaías 43:2 (NVI) nos da esta tremenda promesa de Dios: “Cuando cruces
las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirá n sus aguas;
cuando camines por el fuego, no te quemará s ni te abrasará n las llamas”. Dios nos
dice: “Yo estaré contigo la pró xima semana, el pró ximo mes, el pró ximo añ o mientras
enfrentas esas cosas que has temido afrontar en tu vida”.
¿En qué á rea de su vida se siente herido? ¿Está atravesando aguas profundas?
¿Siente como si esta es la ú ltima vez? ¿Está pasando por fuego en este momento y la
situació n se ha tornado difícil en su vida? ¿Cree que va a consumirse o a extinguirse?
¿Siente que está como estancado en una rutina y que no tiene el poder de cambiar?
¿Se siente incapaz? Hay un poder al que se puede conectar. Su nombre es Jesucristo.
El nombre sobre todo nombre. Le invito a que hoy mismo abra su corazó n y le entre-
gue su vida a é l. Dé este segundo paso.
ENTRÉ GATE
El Camino a la Recuperació n – Parte 3

R.E.C.U.P.E.R.A

Reconozco que no soy Dios; admito que soy incapaz de controlar mi tendencia a
hacer lo malo y que mi vida es inmanejable.

En forma sincera creo que Dios existe, que le intereso y que é l tiene el poder para
ayudarme en mi recuperació n.

EL TERCER PASO

Conscientemente entregar toda mi vida y voluntad al


y de Cristo.

Jesú s dijo: “Vengan a mí todos ustedes que está n cansados y agobiados, y yo les
daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí ... Porque mi yugo es suave y
mi carga es liviana”.
Mateo 11:28-30 (NVI)

I. ¿QUÉ ME PUEDE IMPEDIR DAR ESTE PASO?


1. _____________________; no quiero admitir que necesito ayuda.

“La gente arrogante va por el camino de la ruina”. Proverbios 18:12 (DHH)

2. _____________________; me da vergü enza pedirle ayuda a Dios.

“Muchos males me han rodeado; tantos son que no puedo contarlos. Me han
alcanzado mis iniquidades, y ya ni puedo ver. Son má s que los cabellos de mi cabeza,
y mi corazó n desfallece”. Salmo 40:12 (NVI)

3. ______________________; tengo miedo de lo que tenga que dejar.


“¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida?” Marcos 8:36 (NVI)

4. _______________________; confundo la fase de decisió n con la fase de resolver


el problema.

“Depositen en é l toda ansiedad, porque é l cuida de ustedes”. 1 Pedro 5:7 (NVI)

“Estoy seguro de que Dios, que comenzó a hacer su buena obra en ustedes, la irá
llevando a buen fin hasta el día en que Jesucristo regrese”. Filipenses 1:6 (DHH)

5. ________________________; mi fe parece muy pequeñ a.

“Si tienen fe tan pequeñ a como un grano de mostaza ... nada será imposible”. Mateo
17:20 (NVI)

II. ¿CÓ MO DOY ESTE PASO?

1. Acepto como mi Salvador.

“Cree en el Señ or Jesú s; así tú y tu familia será n salvos”. Hechos 16:31 (NVI)

2. Acepto como mi regla de vida.

“Toda la Escritura es inspirada por Dios y ú til para enseñ ar, para reprender, para
corregir y para instruir en la justicia”. 2 Timoteo 3:16 (NVI)

3. Acepto como mi estrategia.

“Me agrada, Dios mío, hacer tu voluntad; tu ley la llevo dentro de mí”. Salmo
40:8 (NVI)

4. Acepto como mi fuerza.

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Filipenses 4:13 (NVI)

Jesú s dice: “Estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entra-
ré , y cenaré con é l, y é l conmigo”. Apocalipsis 3:20 (NVI)
ENTRÉ GATE
El Camino a la Recuperació n – Parte 3
Mateo 11:28-30

Esta semana escuché una historia sobre un conductor del camió n de entregas de
una tienda de mascotas. En cada semá foro al que llegaba se bajaba, salía corriendo
hacia la parte posterior del camió n, agarraba un palo y comenzaba a golpear el camió n.
Alguien le preguntó que qué hacía. É l dijo: “Lo que pasa es que este es un camió n solo
para dos tone- ladas de carga y estoy transportando cuatro toneladas de canarios; por
eso tengo que man- tener dos toneladas de ellos en el aire todo el tiempo”.
Cuando escuché la historia, pensé : “Esta es una buena imagen de la vida”.
Muchas personas van por el mundo golpeá ndose ellas mismas, tratando de
tener todo en el aire para no irse hacia abajo. Tenemos una tendencia a
estancarnos en la vida. Nos estancamos en las relaciones. Nos estancamos con há
bitos. Nos estancamos
en la congoja cuando perdemos a un ser querido. Nos estancamos en la ira. Nos
estan- camos en nuestro trabajo, en una relació n sexual. Y luego no podemos salir
de allí y caemos en un círculo. Una vez que uno se estanca comienza a sentirse
culpable por haberse detenido. Y decimos: “Desearía poder salir de esto pero no
puedo cambiar”. Entonces aparece la ira e insistimos en que deberíamos poder
cambiar y nos molesta- mos con nosotros mismos. Decimos: “Debería ser capaz de
salir de esto”. Pero no sali- mos. Y luego nuestra ira se transforma en temor a que
nunca vamos a poder salir de
ese problema. El miedo nos controla. Pensamos que vamos a terminar en un hospital.
Má s tarde nuestro temor se convierte en depresió n, comenzamos a sentirnos mal, a
tenernos lá stima y a resignarnos. Decimos: “Me doy por vencido. No puedo cambiar”.
Y comienza el ciclo de nuevo y nos estancamos mucho má s.

¿Có mo romper con ese estancamiento?


De eso es de lo que hemos estado hablando anteriormente.

Paso 1. El paso de la realidad. Reconocemos que tenemos un problema.


Paso 2. El paso de la esperanza. No solamente somos incapaces sino que
Dios tiene el poder y é l está dispuesto a ayudarnos. É l conoce nuestros problemas y
se inte- resa por ellos y por mí. Sabe todo lo que sucede en mi vida. Ofrece
ayudarme a cam- biar. Ese es el paso de la esperanza.
Pero no es suficiente saber que Dios nos ayudará . Tenemos que hacer algo.
Tenemos que tomar decisiones. Tenemos que cruzar la línea.
Paso 3. CONSCIENTEMENTE ELIJO ENTREGAR TODA MI VIDA Y
VOLUNTAD AL CUIDADO Y CONTROL DE CRISTO.
Este paso está basado en lo que Jesú s dijo en Mateo 11:28-30. “Vengan a mí todos
ustedes que está n cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo
y aprendan de mí ... Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana”. Jesú s dice:
“Vengan a mí”. Es la invitació n de Dios. Haré tu vida má s fá cil. Haré tu carga má
s liviana. Tendrá s alivio. Tendrá s liberació n. Tendrá s descanso. Será s
rejuvenecido. Dame el control y cuidado de tu vida y observa lo que hago. La vida
será mucho má s
fá cil. Menos estresante.
¡Qué convenio! ¿Por qué no aceptar esa oferta? Muchos han escuchado
esto antes, pero nunca han actuado. Es como tener un regalo sin abrir. Dios dice:
“Quiero darte este regalo de descanso, alivio y recuperació n y no has hecho nada
para recibir- lo”. ¿Qué nos aleja de dar este tercer paso tan importante? ¿Qué causa
que yo pos- ponga el entregar mis problemas a Dios y retardar la entrega de mi vida
al cuidado y control de Cristo?

I. ¿QUÉ ME DETIENE A HACER ESTO?

1. El orgullo me impide reconocer que necesito ayuda. Proverbios 18:12 (DHH) dice:
“Tras el orgullo viene el fracaso; tras la humildad, la prosperidad”. ¿Cuá ntos padres
no se detendrá n para pedir direcciones? Proverbios 10:8 dice: “El de sabio corazó n
acata las ó rdenes, pero el necio y rezongó n va camino al desastre”. Quizá s usted crea
que no está listo para dar este paso. Quizá s diga: “No estoy listo para darle el control
y cuidado de mi vida a Cristo”. Todo lo que necesita para hacerlo es una gran dosis de
dolor. Dios permitirá que lo obtenga para llamar su atenció n.
2. El sentido de culpa me impide dar este paso. Quizá s se avergü ence de pedirle a Dios
que lo ayude. El Salmo 40:12 dice: “Muchos males me han rodeado; tantos son que
no puedo contarlos. Me han alcanzado mis iniquidades, y ya ni puedo ver. Son má s
que los cabellos de mi cabeza, y mi corazó n desfallece”. ¿Se ha sentido así alguna vez?
“Me da vergü enza levantar mi mirada. No quiero pedirle ayuda a Dios. ¿Sabe usted
cuá ntas veces le he pedido a Dios que me ayude y he hecho promesas y las he roto?
Dios, si tan solo me sacaras de esta... Me avergü enza pedirle ayuda a Dios. No sabe todas
las cosas malas que he hecho. No podría ir ante Dios y pedirle ayuda”. Si piensa así
está equivocado. Totalmente equivocado. No hay pecado que Dios no pueda perdo-
nar. Y é l desea ayudarle. No permita que el orgullo o la culpa lo detengan de dar este
paso. É l desea perdonar su culpa.

3. El temor por lo que tenga que dejar. Todos los que han estado en Saddleback
lo suficiente conocen mi historia favorita: Un muchacho se cayó de un
precipicio. A medio camino se agarró de una rama. Se sostuvo por amor a la vida.
Habían ciento cincuenta metros hacia abajo y ciento cincuenta metros hacia
arriba. El muchacho gritó : “¿Hay ahí alguien que me ayude?” Y escuchó la voz de
Dios, “Soy el Señ or, con-
fía en mí, sué ltate y te agarraré ”. El muchacho volvió a mirar hacia abajo, a mirar
hacia arriba. Y dijo: “¿Habrá alguien má s allá arriba que me pueda ayudar?” Dios es
el ú lti- mo recurso. Le da miedo soltarse. Algunos se está n sosteniendo de esa rama
y está n diciendo: “No es tan malo. No hay problema, realmente estoy bien”.
¿Sabe lo que es libertad? Libertad es decidir quié n controla nuestra vida. Cuando
entregamos nuestra vida al cuidado y control de Cristo, é l nos libera. Jesú s dijo: “Los
que pecan son esclavos del pecado, pero si conoces la verdad, la verdad te hará libre”.
Cristo dice: “Yo te hago libre”. Bob Dylan acostumbraba decir: “Vas a tener que ser-
virle a alguien”. Puede ser a tu propio ego. La verdadera libertad es elegir quié n será
su amo. Así que, ¿a qué le teme? ¿De qué se está sosteniendo que piensa: “No puedo
soltar esto para entregar mi vida a Dios”? De una relació n, una ambició n, un há bito,
un estilo de vida, una posesió n. “¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la
vida?” ¿Hay algo que tenga má s valor que su vida? No.
Cuando dé este tercer paso, estará entregando todo y nunca se habrá sentido tan
bien. Porque é l toma lo que usted le ha entregado y lo cambia, le da un nuevo signi-
ficado, un nuevo sentido, una nueva validez, y se lo devuelve en una forma completa-
mente nueva.
Si ha tenido temor de abrir su vida al cuidado y control de Cristo y de convertir-
se en un faná tico, en un loco, o algo así, o de tener que entregar lo que sea, no se pre-
ocupe por las cosas específicas que tenga que entregar. Si se concentra en las cosas
específicas nunca tomará la gran decisió n, que es el paso a la recuperació
n. Simplemente venga a Dios y dígale: “Dios, ni tan siquiera sé lo que quiero
entregar, pero sí sé que quiero que mi vida esté bajo tu control, así que Dios, aquí
está mi che- que en blanco”. Y dé a Dios un cheque en blanco. Aquí está mi vida.
Permita que é l cuide de lo demá s. No se preocupe por eso.
4. La preocupació n. Quizá s sea la preocupació n la que lo detiene de entregar su vida
al cuidado y control de Cristo. Confundimos la fase de tomar la decisió n con la fase
de la resolució n de problemas. Cuando en 1963 John F. Kennedy anunció pú blica-
mente: “Vamos a poner a un hombre en la luna al final de la dé cada”, aquella fue la
decisió n. ¿Tenía todos los problemas resueltos cuando tomó esa decisió n? No.
Si usted es un buen gerente sabrá que nunca debe confundir tomar decisiones con
resol-
ver problemas. Si confunde estas cosas, nunca tomará la decisió n. Primero se toma la
decisió n y luego se resuelven los problemas. Kennedy dijo: “Vamos a ir a la luna”,
luego fue cosa de la NASA resolver los problemas.
Cuando comencé la iglesia Saddleback hace trece añ os, solamente é ramos Kay y
yo. No teníamos ni dinero, ni miembros, ni edificio. No conocía a nadie en este valle.
Dios me había dicho: “Ve al sur de California y comienza esta iglesia”. Yo no dije:
“Está bien, Dios, pero primero quiero un gran edificio, por lo menos una carpa, unas
siete mil personas con quienes llenarla, y luego lo consideraré ”. No. Cuando comen-
cé solo tenía un miembro, mi esposa. Y no le gustó el primer mensaje. Usted toma la
decisió n y luego resuelve los problemas. Si espera a que todos los semá foros se pon-
gan en verde, nunca irá a ningú n lugar. No puede resolver todos los problemas pri-
mero. En primer lugar tomo la decisió n. Entrego mi vida al cuidado y control
de Cristo. Tengo dudas, preguntas, temores, preocupaciones. No sé có mo va a salir
todo, pero sé que es el paso correcto. Así que, simplemente, lo hago.
En diciembre, Kay y yo decidimos mudarnos y comprar una casa. Esa fue una
decisió n fá cil. Pero, ¿era todo eso lo que involucraba esa transició n? No. Luego de
decidirnos a comprar una casa, tuvimos que financiar la renta de un camió n
de mudanzas, cambiar de direcció n y muchas otras cosas má s. Los problemas vienen
des- pué s que se toma la decisió n.
Hace unos treinta añ os que di este tercer paso y le dije sí a Jesucristo. “No entien-
do todo pero si eres verdaderamente real, ven a mi vida. Si puedes darme una mejor
vida de la que estoy viviendo en este momento, hazlo”. Abrí mi vida al cuidado y con-
trol de Cristo. Aú n hoy, treinta añ os despué s, todavía estoy enviando mi cambio de
direcció n, diciendo: “No, ya no hago eso. Ese no soy yo, ese es mi viejo yo”. Todavía
estoy haciendo cambios de direcciones. No permita que la preocupació n le moleste y
le impida tomar la decisió n.
Esta es la cosa má s importante que puedo decir. La vida cristiana es una decisió n
seguida de un proceso. Lo mismo ocurre con la recuperació n. Es una decisió n segui-
da de un proceso. Hoy estoy hablando ú nicamente de la decisió n. Está bien, hagá -
moslo, apropié monos de esto. En Saddleback, tenemos un proceso, el Proceso
del Desarrollo de la Vida. Este proceso le ayuda a llegar a ser todo lo que Dios desea
que sea. De lo que estamos hablando hoy es simplemente de llegar a la primera base.
Durante la Segunda Guerra Mundial nuestros soldados tenían una estrategia defi-
nida que usaban cuando iban a atacar en el Pacífico, cerca de los japoneses. Utilizaban
la misma estrategia en cada isla y siempre les funcionó . Primero, iban a la isla que
habían tomado cautiva y comenzaban a atacarla con bombas, granadas y toda clase de
explosivos. A eso se le llamaba el período de ablandamiento. Algunos de ustedes está n
en el período de ablandamiento en este momento. Y mientras en su vida está n ocu-
rriendo toda clase de explosiones que está n enviando fragmentos a todas partes, usted
dice: “Esto no está funcionando”. Luego llega a un punto donde dice: “Sí, necesito
algo má s allá de mí mismo”. Está ablandando su orgullo. “Necesito ayuda. Necesito
a Dios en mi vida. Hay mucho estré s”.
En la segunda fase, los soldados llegaban a la isla y establecían una cabeza
de playa, quizá s solamente doscientas yardas a lo largo y doscientas yardas a lo ancho.
No querían má s. Solo tener una presencia en la isla. Cuando habían establecido la
cabe-
za de playa, ¿habían liberado la isla completamente? No. Solamente habían entrado
a ella. Desde allí comenzaban a pelear. Algunas veces se movían cien yardas
hacia delante y algunas veces eran forzados a retroceder. Otras veces ganaban la
batalla y otras veces la perdían. Pero todos sabían que una vez que habían establecido
una cabe-
za de playa en la isla, la liberació n era inevitable. Era solo cuestió n de tiempo. Y en
toda la historia de la Segunda Guerra Mundial una vez que los soldados hubieron ate-
rrizado y establecido una cabeza de playa nunca perdieron una isla. Solamente
fue cuestió n de tiempo que la isla completa fuera liberada.
Cuando usted da este paso, lo que está sucediendo es que Dios ha establecido en
su vida una cabeza de playa. La Biblia lo llama conversió n o nacer de nuevo. Eso quie-
re decir que Dios instala su presencia en su vida. ¿Significa eso que todo ya es perfec-
to? Absolutamente no. Significa que Dios está en su vida, que ha establecido una cabe-
za de playa y que el resto de su vida é l lo va a estar liberando poco a poco. Es un pro-
ceso. Así que no se preocupe. Solamente confíe en Dios.
Quizá s a usted le preocupe que en esta batalla no pueda avanzar o resistir. Dios
le dice: “No te preocupes. No es tu trabajo el mantenerte en la batalla. Ese es mi
traba- jo”. Deposita toda tu ansiedad en Dios porque é l tiene cuidado de ti. É l dice:
“Tengo cuidado de ti. Te sostengo en mi mano”.
Cuando mis hijos estaban pequeñ os y cruzá bamos una calle muy transitada, los
agarraba fuertemente de sus manos. Y mientras cruzá bamos la calle ellos deseaban,
como todo niñ o, salir corriendo. Pero no importaba cuá nto desearan salir corriendo,
yo no los dejaba soltarse de mis manos. ¿Por qué ? Porque soy un padre que ama a sus
hijos. Hay momentos en su vida cuando toma decisiones: “Dios, yo no creo que quie-
ra ser un creyente en este momento. Es un poco difícil mantener mi é tica y puede que
me resista y quiera soltarme de tu mano”. Pero una vez que se haya tomado de
la mano de Dios, é l tambié n habrá tomado la suya y no la va a soltar. Timoteo dice: “É l
es fiel para cuidar lo que le ha confiado hasta aquel día”. Dios dice: “Yo soy el que te
toma. No hay por qué temer”. Lo que sea que Dios me pida que haga lo puedo hacer
porque é l me capacita para hacerlo.
Filipenses 1:6 (DHH) dice: “Estoy seguro de que Dios, que comenzó a hacer su
buena obra en ustedes, la irá llevando a buen fin hasta el día en que Jesucristo regrese”.

5. La duda. “Quiero creer pero mi fe parece ser muy pequeñ a”. Usted necesita
conocer la historia de un hombre en la Biblia llamado Jairo. Jairo vino en una ocasió n
a Jesú s y le dijo: “Señ or, sé que puedes sanar a las personas. Mi hija necesita ser sana-
da”. Jesú s le respondió : “Si tienes fe, entonces ella sanará ”. Jairo fue muy sincero al
responderle. Le dijo: “Señ or, tengo muchas dudas. Quiero creer. Ayú dame con
mi incredulidad”. Jesú s le dijo: “Eso es suficiente”. Y sanó a la niñ a. Quizá s usted
nece- site decir como Jairo: “Dios, quiero creer que me ayudará s con mi vida. Ayú
dame con
mi incredulidad”. Eso es suficiente. No tiene que tener una gran fe. La Biblia dice que
si tiene una fe tan pequeñ a como una semilla de mostaza, nada será imposible para
usted. No es el tamañ o de su fe lo que importa, es el tamañ o de en lo que la deposi-
ta, el tamañ o de su Dios. Puede tener una fe gigante, pero aplicarla en algo incorrec-
to y no obtener resultados. La fe no es el punto. El punto es en lo que la pone. Un
poco de fe en un gran Dios logra grandes resultados. No permita que alguna de estas
cosas le impidan dar este paso.
He aquí los testimonios de Michelle y Zane Johnson:

Zane: Soy un creyente que lucha con la codependencia. Entregar mi vida al cui-
dado y voluntad de Dios es un concepto relativamente nuevo para mí. Fue por medio
de El Camino a la Recuperació n que Dios me ha mostrado cuan verdaderamente mara-
villosa podría ser una relació n con é l. Y debo sustentar esta declaració n con
algú n trasfondo de lo que mi vida fue.
Crecí en un hogar cristiano. Iba a la iglesia los domingos y los mié rcoles. Aprendí
todas las reglas de ser un cristiano pero nunca accedí a la idea de una entrega total de
mi vida a Dios. Quería las dos cosas al mismo tiempo. Mis padres tenían que trabajar
para salir adelante. Yo, siendo el menor, pasaba gran parte de mi tiempo en la guar-
dería. Mi mamá era muy autoritaria y estricta. La ú nica forma en que podía llamar su
atenció n era no haciendo bien algú n quehacer o tarea en la casa; eso me
metía en serios problemas con ella. Hasta el día de hoy, lucho de vez en cuando con
la acepta-
ció n y la aprobació n.
A medida que crecía, me iba dando cuenta de que podía hacer amigos hacié ndo-
los reír. Para ellos, yo era muy gracioso. Con mis cumplidos, siempre estaba tratando
de demostrar a los demá s que valía algo. Pero mis esfuerzos no eran suficientes. En
mis relaciones trataba de moldear a la persona con la que estaba saliendo hasta que
fuera la persona ideal que supliera todas mis necesidades e hiciera mi vida perfecta, y
luego viviríamos felices por siempre. Este intento de sanar mi dolor siempre resultó
improductivo. Mientras crecía, descubrí que podía cantar. Entonces, de nuevo para
llamar la atenció n, empecé a cantar. Pero no fue suficiente. Así que me involucré en
el rodeo. Montaba tan violentamente como fuera posible. Durante dos añ os monté
toros y esto casi pareció apaciguar mi necesidad de atenció n. Pero ya por entonces
quería el paquete completo.
Así que me involucré con mis amigos en bares, clubes nocturnos y todos los luga-
res prestigiosos que visitan tales personas. Pensaba que seguramente esto sería el arre-
glo perfecto.
No fue sino hasta la primavera de 1991 que todo cambió en mi vida. Había esta-
do asistiendo a Saddleback por algú n tiempo y mi conciencia me estaba diciendo que
comenzara de nuevo a involucrarme en la iglesia todos los días. Ese fue el añ o en que
mi vida se desmoronó por completo.
Una relació n de casi tres añ os de altas y bajas estaba llegando a su final. Me mudé
a otro estado para tratar de resucitar esa relació n. Fue casi fatal para mí. Llegué a mi
casa muy mal y al final de mis fuerzas. Entonces, y no sino hasta entonces, el Señ or
me tuvo exactamente en el punto preciso que necesitaba para sanarme. Un
buen amigo que se compadeció de mí me contó sobre el
programa Celebremos la Recuperació n en Saddleback. Decidí probar para ver si esto
podía ayudarme a salir de toda la miseria donde mis pensamientos me habían
llevado.
Por medio de este programa he aprendido a revisar mi pasado con sinceridad, y
por primera vez evalú o con honestidad mi parte de responsabilidad en el giro que
tomaron las cosas. El programa es una herramienta que Dios utilizó para establecerme
en una relació n con é l. Por primera vez en mi vida tengo una verdadera relació n con
Jesucristo. Lo que he aprendido acerca de mí mismo es que siempre estuve tratando
de llenar un profundo vacío en mi corazó n. Estoy consciente de los modelos
destructivos que podrían sabotear mi vida y doy gracias al Señ or Jesú s por eso. Sin é l
no tengo idea
de cuá nto tiempo má s podría haber estado perdido. Cada día, mientras el Señ or me
lo permita, entrego mi vida a É l, espiritual, mental y físicamente, pidié ndole
que su voluntad sea hecha y no la mía. No todo es un valle de rosas, pero
confiadamente puedo decir que mi vida nunca había sido tan completa y abundante
como hoy.

Michelle: Soy una creyente que está luchando con la codependencia. Mientras
crecía, mi vida fue bastante diferente a la de Zane. Crecí en un hogar no funcional que
se volvió un hogar alcohó lico. Fui abandonada tanto emocional como físicamente por
uno o por ambos de mis padres. Viví con mi mamá y mi padrastro a quien era impo-
sible agradar. Intenté todo para ganar su aprobació n, ya fuera con buenas notas o
sien-
do una buena niñ a, pero nunca fui capaz de hacer lo suficiente para ganar sus halagos.
Como mis padres eran alcohó licos, no estaban disponibles emocionalmente para
mí. Así que me volqué a mis amigos y novios para obtener la aprobació n que tanto
necesitaba. Aprendí a ser
una “agrada-personas”. Me encontré a mí misma siendo usada y abusada por la
mayoría de mis novios. Y de una forma extrañ a me sentí có moda con eso; merecía ese
tipo de trato. Con el tiempo, me involucré en las drogas para adormecer mi tristeza.
Todo lo que descubrí fue vacío. Estaba allí tratando de llenar mi vacío con lo
que pudiera encontrar, pero Dios tenía un plan diferente para mi vida.
Acepté a Jesucristo en mi corazó n en 1990 y el primer añ o recibí una gran sani-
dad; sin embargo, todavía estaban operando en mí modelos destructivos antiguos. Me
sentía llena de culpa y vergü enza. Seguía buscando relaciones con el mismo tipo de
hombres. Mientras menos disponibles estaban emocionalmente má s me atraían.
Luego de otra ruptura comencé a pensar que debía haber algo mal en mí que causa-
ba esta clase de trato.
Dios usó a mis amigos de esta iglesia para traerme a la primera reunió n
de Celebremos la Recuperació n. Luché con la idea por mucho tiempo. Pensé :
“Estoy en control de mi vida. Tengo una carrera exitosa. Soy una mujer de los
noventa y no necesito a nadie”. Relacioné la necesidad con la debilidad. Pero eran
las necesidades que no habían sido suplidas en el pasado las que daban inicio a mi
propio comporta-
miento destructivo. Ahora me doy cuenta de que las necesidades son el combustible
para el crecimiento, el camino hacia Dios. Conceptualmente, acepté la idea de que
Dios necesitaba estar en control de todos los aspectos de mi vida, pero tenía
que aprender a estar dispuesta a soltar mi voluntad y humildemente pedirle que
tomara el control. É l ha tomado mi mano y está caminando conmigo a travé s de este
programa.
De vez en cuando soy tentada a tomar de nuevo el control. Es en ese momento cuan-
do me detengo y recuerdo que debo dejar que é l controle mi vida.
Honestamente puedo decir que Zane y yo no estaríamos casados hoy si no hubié
ramos puesto nues- tros pasados en perspectiva y si no hubié ramos aprendido a
entregar nuestra voluntad
y vidas a Dios por medio de Celebremos la Recuperació n.

Algunos de ustedes quizá s digan: “He intentado esto antes y no funcionó .


He intentado dar mi vida a Dios y simplemente no funcionó ”. Mi opinió n de esto es
que usted probablemente no entendió completamente lo que todo eso implicaba.
Usted estaba involucrado pero no estaba comprometido. Al igual que el kamikaze
que fue a treinta y tres misiones. Estaba involucrado pero no estaba comprometido.

II. ¿CÓ MO DOY ESTE PASO?


¿Qué significa dar este paso?

1. Acepto al Hijo de Dios como mi Salvador. Necesito ser salvo. Necesito ayuda. Me
doy cuenta de que lo necesito en mi vida. “Cree en el Señ or Jesú s y será s salvo”. ¿Qué
significa eso? Significa comprometer tanto de mi mismo como entienda en este
momento a lo que entienda que es Cristo en este momento. ¿Es eso suficiente? Eso
es suficiente.
2. Acepto la Palabra de Dios como mi regla de vida. Desde ahora en adelante tengo
un manual por medio del cual voy a vivir mi vida. Graffiti: “Esta vida es una prueba,
es solamente una prueba. Si hubiera sido una verdadera vida hubiera recibido
un manual de instrucció n para decirle qué hacer y adonde ir”. Afortunadamente,
tene- mos un manual de instrucció n. Es la Biblia. Dios dice: “Este es tu modelo por
medio
del cual evalú as la vida a tu alrededor”. Noticia: “Toda la Escritura es inspirada por
Dios y ú til para enseñ ar la fe, y corregir errores y para volver a iniciar la direcció n en
la vida de un hombre, entrená ndolo en una buena vida”.
3. Acepto la voluntad de Dios como mi estrategia, como mi meta en la vida. “Dios, ¿qué
quieres que haga?” La primera pregunta que siempre hago es: “Señ or, tú me desper-
taste esta mañ ana. Obviamente significa que tienes otro día para mí, un propó sito
para
mi vida. ¿Qué quieres que haga con eso?” Como David dice, “Me deleito en hacer tu
voluntad”. Busco siempre la voluntad de Dios. “Dios, estoy dispuesto a hacer todo,
donde sea, cuando sea. Ni tan siquiera tengo que entenderlo pero estoy viviendo mi
vida en tus té rminos porque tú me hiciste por una razó n. Tienes un propó sito y quie-
ro cumplir ese propó sito para el cual me hiciste”. Y la voluntad de Dios se vuelve la
estrategia para mi vida, ya sea que la entienda o no.

4. Acepto el poder de Dios como mi fuerza. Filipenses 4:13 dice: “Todo lo puedo en
Cristo que me fortalece”. Ya no tengo que confiar má s en mi propia energía. Las
cosas funcionan mejor cuando está n conectadas. Coné ctese a Dios, no estará tan
cansado todo el tiempo. Dios dice: “Te daré mi poder para que seas todo lo que
quiero que seas”.
Jesú s dice: “Estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entra-
ré , y cenaré con é l, y é l conmigo”. Lo que Jesú s está diciendo es: “Estoy a la puerta
de tu vida, y estoy tocando y estoy diciendo que quiero entrar en tu vida”. Sin embar-
go, é l es un caballero. É l no echa la puerta abajo. El Paso 3 significa abrir la puerta.
La llave que abre esa puerta es la disposició n. “La fuerza de voluntad es la disposició n
para aceptar el poder de Dios”. Usted no necesita fuerza de voluntad; usted necesita
disposició n para aceptar el poder de Dios en su vida, para vivir bajo su control, bajo
su sistema.
Los pilotos, cuando vuelan sus aviones, siempre vuelan por las Reglas de Vuelo
Instrumental (RVI) o por las Reglas de Vuelo Visual (RVV). Cada piloto está
volando basá ndose en unas o en otras. Volar con Reglas de Vuelo Instrumental
significa que cuando usted está en una ruta de vuelo, debe ir a la torre de control, se
somete al con- trol del sistema, pone sus instrumentos bajo el control de la torre y
ese es un trato hecho. Usted es controlado por los instrumentos, y es una
manera muy segura de volar. Si vuela con las Reglas de Vuelo Visual es como un
taxi en el camino. Mira, ve que todo está bien, despega y vuela usando su vista.
Esto está bien en tanto usted pueda verlo todo, si hay cielo despejado y no mucho
trá fico. Pero un día cualquiera encontrará mal clima. Se perderá en las nubes y en
cierto momento tendrá que levan-
tar el micró fono y decir: “Necesito cambiarme a las RVI”. Y se somete a los contro-
les de ese canal. Todas las aerolíneas vuelan RVI. Todos los profesionales vuelan RVI.
Pero muchos novatos vuelan RVV. La Federació n de Aviació n dice que muchos de
estos pequeñ os aviones que chocan no se habrían accidentado si cuando se perdieron
en las nubes, simplemente hubieran tomado el micró fono y dicho: “Necesito ayuda”.
¿Van ellos a hacer eso? No. ¿Piensa que un piloto va a admitir que está perdido? ¿Va
a admitir que necesita ayuda? É l quiere controlarlo a su manera, ser su propio jefe,
dictar su propio destino aun si eso significa volar directo hacia una montañ a o contra
un á rbol.
Hasta este punto en su vida, quizá s usted lo ha hecho bastante bien. Ha venido
volando RVV y ha controlado todo, pero es inevitable que en algú n momento de su
vida va a tener un tiempo malo. Van a llegar momentos difíciles. Van a llegar
esas nubes donde se siente perdido y no sabe qué direcció n seguir. En ese momento,
debe levantar el micró fono y conectarse al sistema de Dios. O me entrego al cuidado
y con- trol de Cristo o acepto una invitació n al desastre.
Es muy importante para usted que permita que alguien má s sepa de su decisió n y
de este compromiso.
MANTÉ NGASE LIMPIO
El Camino a la Recuperació n - Parte 4

R.E.C.U.P.E.R.A

Reconozco que no soy Dios; admito que soy incapaz de controlar mi tendencia a
hacer lo malo y que mi vida es inmanejable.

En forma sincera creo que Dios existe, que le intereso y que é l tiene el poder para
ayudarme en mi recuperació n.
Conscientemente elijo entregar toda mi vida y voluntad al cuidado y control de
Cristo.

El CUARTO PASO

Un y de mis faltas a Dios, a mí mismo, y a


en quien confío.

“Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus


pecados. Dichoso aquel a quien el Señ or no toma en cuenta su maldad y en cuyo espí-
ritu no hay engañ o”. Salmo 32:1-2 (DHH)

I. LA RAZÓ N PARA DAR ESTE PASO

1. La culpa destruye mi ______________________.


2. La culpa dañ a mis _________________________.
3. La culpa me mantiene ______________________.

“Nunca tendrá s é xito en la vida si tratas de esconder tus pecados. Confié salos y
entré galos y Dios mostrará misericordia sobre ti”. Proverbios 28:13 (DHH)
II. CÓ MO DAR ESTE PASO

1. Hacer un __________________________.

“Hagamos un examen de conciencia y volvamos al camino del Señ or”.


Lamentaciones 3:40 (NVI)

“Examíname, oh Dios, y sondea mi corazó n; ponme a prueba y sondea mis pen-


samientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno”. Salmo
139:23-24 (NVI)

2. Aceptar ______________________________.

“El espíritu humano es la lá mpara de Señ or, pues escudriñ a lo má s recó ndito del
ser”. Proverbios 20:27 (NVI)

“Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañ amos a nosotros mismos y no
tenemos la verdad”. 1 Juan 1:8 (NVI)

3. Pedir _________________________________.

“Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos
limpiará de toda maldad”. 1 Juan 1:9 (NVI)

“Aunque sus pecados sean como el rojo má s vivo, yo los dejaré blancos como la
nieve”. Isaías 1:18 (DHH)

4. Admitir mis faltas ___________________________.

“Confié sense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sana-
dos”. Santiago 5:16 (NVI)

¿A quié n?
¿Qué decir?

¿Cuá ndo?

5. Aceptar el perdó n de Dios y____________________.

“Todos han pecado y está n privados de la gloria de Dios, pero por su gracia son
justificados gratuitamente mediante la redenció n que Cristo Jesú s efectuó ”. Romanos
3:23-24 (NVI)

“Ya no hay ninguna condenació n para los que está n unidos a Cristo Jesú s”.
Romanos 8:1 (NVI)
MANTÉ NGASE LIMPIO
El Camino a la Recuperació n – Parte 4
Salmo 32:1-2

Hemos estado estudiando una serie llamada El Camino a la Recuperació n, así como
la forma en que usted maneja sus heridas, há bitos y los complejos que está n desorde-
nando su vida. Cada semana estudiamos una letra diferente de la
palabra R.E.C.U.P.E.R.A. Con ello estamos representando ocho pasos que nos
ayudan a no estancarnos en há bitos que nos afectan, en problemas que nos causan
dificultades y en recuerdos de los cuales no podemos librarnos.
El primer paso de que hablamos es el de la “realidad”: Reconozco que no
soy
Dios; admito que soy incapaz de controlar mi tendencia a hacer lo malo y que mi vida
es inmanejable. Me doy cuenta que tengo problemas que no puedo controlar.
El segundo paso es el de la “esperanza”: Aunque soy incapaz de controlar todos
los problemas y todas las cosas en mi vida, Dios tiene el poder para controlarlos y eso
quiere decir que en forma sincera creo que Dios existe, que le intereso y que é l tiene
el poder para ayudarme en mi recuperació n.
Finalmente hablamos del paso del “compromiso”: No es suficiente saber
que tengo problemas ni saber que Dios puede resolverlos, sino que,
conscientemente, debo entregá rselos a É l. Debo hacer un compromiso de
entregarle mi vida y volun-
tad y decir: “Dios, aquí está mi vida, lo bueno, lo malo y lo feo de ella”. Y
Dios comienza a tomar esos problemas y comienza a trabajar en ellos. A eso le
llamamos el paso del compromiso.

PASO 4. LA LIMPIEZA PERSONAL


Este paso tiene que ver con limpiar el pasado, deshacerse de la culpa y obtener
una clara conciencia, aprendiendo a vivir libre de culpa y de la forma que Dios quie-
re que vivamos. Si da este paso conmigo, se sentirá completamente mejor de hoy en
adelante.
La “U” en R.E.C.U.P.E.R.A. significa: UN AUTOEXAMEN Y CONFESIÓ N
DE MIS FALTAS A MÍ MISMO, A DIOS, Y A ALGUIEN EN QUIEN CONFÍ O.
¿Por qué es esto una parte del proceso de recuperació n? Porque la culpa nos mantie-
ne estancados en el pasado. Nos aleja del crecimiento, de llegar a ser todo lo que Dios
quiere que seamos. Si usted va a aprender có mo disfrutar de la vida realmente, tiene
que aprender a soltar la culpa. La verdad es que ninguno de nosotros es
perfecto.
Todos tenemos pecados, todos hemos cometido errores, por lo que todos
tenemos algo de que arrepentirnos. Todos tenemos remordimientos. Todos tenemos
cosas que desearíamos haber hecho de una manera diferente, pero no lo hicimos. Y
ya el reloj
no se puede echar a andar para atrá s. Así que nos sentimos mal por eso, nos sentimos
culpables, y ese sentimiento lo llevamos con nosotros. Como resultado, vamos por la
vida cargados de culpas, algunas veces conscientemente, pero la mayoría de las veces
inconscientemente. Hay muchas formas de reaccionar en la vida, y la forma en que lo
hacemos es causada por la culpa inconsciente. Por cosas de las cuales ni nos damos
cuenta. Por cosas sobre las cuales nos sentimos mal. Quizá s neguemos la
culpa. Reprimamos la culpa. Quizá s culpemos a otras personas por eso. Quizá s
pongamos excusas por nuestra culpa. Quizá s racionalicemos nuestra culpa. Pero
todavía senti- mos los efectos.
Si usted realmente se va a recuperar de las heridas, há bitos y complejos en su vida,
tendrá que aprender có mo soltar la culpa, có mo vivir con una conciencia clara.
Un día de estos estaba escuchando un programa de esos que transmiten por las
emisoras de radio de Los Á ngeles. Estaba hablando un psicó logo y de repente alguien
llamó diciendo: “Estoy muy consumido por la culpa y no sé qué hacer con eso. ¿Qué
hago con mi culpa? ¿Có mo me deshago de ella?” La respuesta del psicó logo fue: “No
puede. Debe aprender a vivir con la culpa”. Cuando escuché eso quise decir: “Denme
el nú mero de ese hombre. Tengo una mejor respuesta para la persona que llamó . Una
respuesta mucho mejor que la que le está dando é l”. Racionalizar es decirme a
mí mismo que todo está bien cuando sé en mi corazó n que todo está mal. Podemos
racio- nalizar todo lo que deseemos y decir: “Está bien, todo el mundo lo hace”. O
quizá s:
“Qué importa, fue hace tanto tiempo”, pero en nuestros corazones seguimos dicien-
do: “Sé que eso que hice estuvo mal”.
¿Có mo me deshago de la culpa? Dando el Paso 4 en el Camino a la Recuperació n.
La buena noticia es que este paso es la llave que abre la puerta al descanso. Si usted
da los pasos del procedimiento que le compartiré a continuació n, podrá experimentar
lo que el Salmo 32:1-2 dice: “Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresio-
nes, a quien se le borran sus pecados. Dichoso aquel a quien el Señ or no toma en
cuenta su maldad y en cuyo espíritu no hay engañ o”.

I. LA RAZÓ N PARA DAR ESTE PASO ES LO QUE LA CULPA HACE EN NOSOTROS

1. La culpa destruye mi confianza. Usted no puede ser una persona segura si tiene
culpa en su vida. La culpa lo hace sentirse inseguro porque siempre está preocupado:
“¿Qué ocurrirá si alguien lo descubre? ¿Qué pasará si alguien realmente sabe la ver-
dad sobre mí? Entonces quizá s no les agrade, puede que me rechacen, que no sea tan
bueno como les parezco”. Como resultado, les tememos a otros y eso destruye nues-
tra confianza.
Sir Arthur Conan Doyle, autor de las novelas de Sherlock Holmes, era tan bro-
mista que un día hizo una broma a los cinco hombres má s prominentes de Inglaterra.
Les envió un anó nimo en el que simplemente decía: “Todo ha sido descubierto, desa-
parezca inmediatamente”. En las pró ximas veinticuatro horas los cinco hombres habí-
an abandonado el país.
La culpa le roba la confianza. Es como una nube flotando sobre su cabeza. Y usted
piensa: “No puedo seguir con mi vida porque tengo miedo que alguien vaya a descu-
brir esto tan tremendo, ese secreto profundo y oscuro que conozco tan bien”.
Obviamente, Dios lo conoce, pero nadie má s lo conoce, y eso lo hace llevar un
peso muy grande. Y ese peso de la culpa le roba la confianza.

2. La culpa dañ a completamente mis relaciones. La culpa hace que responda a las
per- sonas en forma inadecuada. Nos puede hacer impacientes con otras personas.
Puede causar que reaccionemos con ira. ¿Ha visto a alguien reaccionar con ira,
como una explosió n nuclear? A menudo eso es motivado por la culpa cuando la
persona se esconde tras ella. Algunas veces las personas ni siquiera se dan cuenta. La
culpa puede causar que consienta y satisfaga a otras personas. “Me siento culpable en
esta relació n por lo que voy a comprarle muchas cosas”. Los padres a menudo se
sienten culpables
y recompensan en exceso a sus hijos. La culpa puede hacer que evite el compromiso
en las relaciones, se acerca mucho en una relació n y luego se aleja. “¿Por qué no voy
a hacer eso? ¿Por qué no voy a permitir que la gente se acerque a mí?” Una de las
razones es la culpa. Dañ a mis relaciones porque me mantiene respondiendo a las per-
sonas en formas que algunas veces no entiendo. Muchos de los problemas matrimo-
niales de hoy en día son causados por cosas que sucedieron anteriormente en el matri-
monio y de las cuales el có nyuge se siente culpable. Y tales cosas siguen causando
pro- blemas hoy día.

3. La culpa me mantiene estancado en el pasado. Ya hablamos de esto cuando dijimos


que vivir en el pasado se parece a manejar siempre mirando por el espejo retrovisor.
La persona que lo hace terminará chocando. La vida no se puede ver solamente a tra-
vé s del espejo retrovisor. Este da una perspectiva, pero ú nicamente parcial. Y si siem-
pre está mirando a travé s del espejo retrovisor nunca avanzará . Lo que la culpa hace
es que tiende a volver a poner en su mente una y otra y otra vez las cosas que desea-
ría poder cambiar pero que nunca va a cambiar. La culpa no puede cambiar el pasado
así como la preocupació n no puede cambiar el futuro. Lo ú nico que hace es que el día
de hoy sea un día miserable. Y ademá s de eso, lo puede enfermar.
El otro día leí un reporte que decía que los psiquiatras opinan que probablemen-
te el setenta por ciento de las personas en el hospital podrían salir hoy si supieran
có mo resolver sus culpas. Cuando me trago mi culpa, mi estó mago la guarda, y si no
hablo con Dios y con otros sobre ella, me desquito conmigo mismo. Este es un paso
muy importante. Es un paso que atemoriza. Que separa a los hombres de los niñ os.
Que separa a los que quieren hablar de recuperació n de los que van diciendo: “Voy a
seguir con mi vida. Quiero mejorar. Quiero crecer. Quiero soltar el pasado. Quiero
ser capaz de cerrarlo. Quiero enterrar el pasado”. Usted no puede sepultar la culpa
mientras la culpa esté viva. Y, por lo tanto, tiene que saber có mo dar estos pasos.

II. CÓ MO DAR ESTE PASO


1. Hacer un inventario personal y moral. Esto significa que usted se aparta, consigue
un lá piz y un cuaderno de apuntes, se sienta y dice: “¿Qué está mal en mí? ¿De qué
me he sentido culpable? ¿De qué me he arrepentido? ¿De qué me he sentido resenti-
do? ¿Cuá les son las fallas en mi vida que sé que necesitan cambios?” Y le pide a Dios
que le ayude. Le pide que traiga a su mente las cosas sobre las cuales se siente culpa-
ble de forma consciente y aquellas otras sobre las que inconscientemente se siente cul-
pable; que no conoce, pero que está n arruinando su vida. Lamentaciones 3:40 dice:
“Hagamos un examen de conciencia y volvamos al camino del Señ or”. Dios dice que
necesitamos examinar nuestras vidas y luego orar y pedirle a é l que nos ayude.
El Salmo 139:23-24 dice: “Examíname, oh Dios, y sondea mi corazó n; ponme a
prueba
y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el
camino eterno”. “Señ or, estoy sentado aquí, tengo mi lá piz y papel, tú solamente trá
elo a mi mente”.
Cuando haga este inventario moral, necesitará tomarse su tiempo. No se apresu-
re. Yo he hecho esto muchas veces en mi vida. Es un há bito diario, una disciplina que
me mantiene enfocado, creciendo saludablemente. Esto no funciona al menos que sea
rigurosamente honesto con usted mismo. Así que diga: “Voy a ser
completamente honesto. Dejaré de fingir. Voy a exponer lo que está mal en mi vida”
y se dispone y lo escribe.
¿Por qué escrito? Porque esto le exige ser específico. ¿Por qué no puedo simple-
mente pensar acerca de estas cosas y orar por ellas? Los pensamientos se aclaran cuan-
do se expresan a travé s de los labios y los dedos. Eso significa que si he pensado en
algo y lo puedo decir y lo puedo escribir, lo tengo realmente claro. Si no puedo decir-
lo o escribirlo, todavía es bastante vago. Usted no puede simplemente decir: “Dios, lo
he arruinado todo en mi vida”. Todos sabemos eso. Realmente necesita escribirlo. Eso
le ayudará a ser específico, a afrontar la realidad, le ayudará a dejar de negar los pro-
blemas en su vida.
Ya que muchos de ustedes nunca han hecho esto antes, he aquí el ejemplo
de
Eddie James.

Eddie: Bueno, tengo mi bosquejo, mi Biblia de Recuperació n de


Vida, papel, lapicero, comida, pañ uelos de papel... solo por si me emociono. Aquí
dice: “HAGA UN INVENTARIO PERSONAL Y MORAL”.
¿Qué me dice de esa vez en que copié en mi examen final de matemá ticas en mi
ú ltimo añ o? ¿De las veces que sé que mamá va a llamar y dejo que la má quina con-
teste? ¿De la vez que golpeé a mi hermana, y a mis hermanos, y a los amigos de mi
hermano? Luego sigue: “ESCRIBA SUS RESENTIMIENTOS”. No tengo resenti-
mientos hacia nadie. CAUSA Y EFECTO DE LOS RESENTIMIENTOS. Estoy
resentido con Timmy, é l es mi vecino y tiene seis añ os. Toca a mi puerta y luego
sale corriendo. Lanza una pelota de bé isbol contra mi ventana y dice que su mano se
res- baló . Me llama a todas horas de la noche y me pregunta por un muchacho
llamado Ben Dover. “¿EL EFECTO?” Creo que me pone un poco irritado, un poco
enojado,
un poco nervioso. ¿Y qué tal con mi novia Leslie? Cada dos sá bados sin fallar
me llama porque quiere ir de compras. Ir de compras al supermercado. Quiere que
yo participe en esta parte de su vida. Dice que paso mucho tiempo haciendo otras
cosas
y no con ella. Que la oigo pero que no la escucho. Esto me pone un poco irritado,
molesto, un poco tenso. Continuamos: ¿QUÉ PARTE DE
RESPONSABILIDAD TENGO EN TODO ESTO? No soy responsable de nada.
No es mi culpa que haya tenido que copiar en mi examen y sacar un ocho, mis padres
me hubieran matado. No
es mi culpa cuando no atiendo mis llamadas, no soy el ú nico que no atiende llamadas
aun sabiendo que sus padres llamará n. Soy “siempre tan culpable” cuando ella
me llama. No es mi culpa que mi pierna simplemente se extienda cuando el
pequeñ o Timmy corre y luego su cara aterriza contra el pavimento. Y no es mi culpa
que gol- peara a mis hermanos. Yo era el menor, fue en defensa propia.
¿Qué por qué como tanto? Bueno, si usted tuviera una novia que pensara que elegirí-
as HBO en lugar de Alpha Beta y Cupones Dobles, comería mucho tambié n. Finalmente:
“ADMITIR A DIOS, A NOSOTROS MISMOS Y A LOS DEMÁ S LA NATURALE-
ZA EXACTA DE NUESTRAS FALLAS. ¡Mi mamá estaría de acuerdo en esto!

El Paso 4 es hacer un inventario moral. Me siento y escribo lo que me está moles-


tando, y có mo he dañ ado a otros. Cuá les son mis faltas, pecados y errores.

2. Aceptar la responsabilidad de mis faltas. Proverbios 20:27 dice: “El espíritu huma-
no es la lá mpara de Señ or, pues escudriñ a lo má s recó ndito del ser”. El obstá culo má
s grande para la sanidad de mis complejos soy yo mismo. El mayor obstá culo para
la sanidad de sus problemas es usted. Comience por ser radicalmente honesto y diga:
“El problema soy yo. Si cambiara de amigos, de trabajo, o solamente cambiara de
ciudad,
de domicilio, todo estaría bien. El ú nico problema es que donde sea que vaya, yo esta-
ré allí. Y seguiría arruiná ndolo todo”. Por lo tanto, acepte la responsabilidad de sus
faltas. No racionalice. No diga: “Sucedió hace mucho tiempo”. “Es solamente
una etapa”. “Todos lo hacen”. No lo racionalice. No lo minimice. No diga: “No es
para tanto”. Si no es para tanto, ¿por qué todavía lo recuerda luego de veinte añ os?
¡Y en verdad lo recuerda! No lo niegue. No culpe a otros. No diga: “La culpa es
casi toda
de ellos”. Puede que sea casi toda de ellos, pero Dios lo hace a usted responsable por
el diez por ciento que es culpa suya. Puede que haya sido mayormente la culpa de
otros, pero, ¿qué de ese diez por ciento? Admita que lo hizo. “Si afirmamos que no
tenemos pecado, nos engañ amos a nosotros mismos y no tenemos la verdad”. Otra
traducció n dice: “Vivimos en un mundo de ilusió n”. La Biblia Viviente dice:
“Simplemente nos engañ amos a nosotros mismos”. El punto es que si realmente quie-
ro dejar de engañ arme a mí mismo, tengo que dejar de engañ arme a mí mismo. Y
dejar de pretender que es la culpa de alguien má s cuando la verdad es que yo soy el
responsable de lo que sucede.
¿Có mo pretende no sentirse culpable cuando en su corazó n todavía se siente así? ¿No
cree que es tiempo de finalmente tratar y terminar con eso para que así pueda seguir con
su vida? Haga un inventario moral y luego examine esa lista y diga: “Sí, ese soy yo. Acepto
la responsabilidad de mis faltas”.

3. Pedir perdó n a Dios. En 1 Juan 1:9 leemos: “Si confesamos nuestros pecados,
Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad”. Si libre-
mente lo admitimos, Dios nos perdonará . ¿Cuá l es la forma correcta de pedirle per-
dó n a Dios? ¿Có mo hago esto?
CÓ MO OBTENER EL PERDÓ N DE DIOS

Primero, no suplique. No tiene que suplicar a Dios que le perdone. De antemano,


é l quiere perdonarle. Dios quiere perdonarle má s de lo que usted desea pedirle per-
dó n. É l es un Dios perdonador. No tiene que suplicar.

Segundo, no negocie. No diga: “Si tan solo me perdonas, nunca haré esto otra vez”.
Si esa es su á rea de debilidad, probablemente esté fingiendo. No tiene que negociar
con Dios para obtener su perdó n. No tiene que suplicar.

Tercero, no soborne. No diga: “Dios si me perdonas, te prometo hacer muchas cosas


buenas. Iré a la iglesia, diezmaré , haré esto o aquello...”

Solamente crea. Crea que é l le perdonará . Cuando libremente admita que ha peca-
do, descubrirá que Dios es completamente confiable. É l perdona nuestro pecado y
nos limpia completamente de toda maldad.“Admitir” proviene de una palabra griega
de la que tambié n se deriva la palabra “confesar”. Y esta palabra está formada
por homo, que quiere decir “igual” (como la leche homogenizada), y por logo, que
quiere decir “palabra”. Esto significa hablar lo mismo. Por lo tanto, admitir o
confesar sig- nifica decir sobre cada punto de tu lista lo mismo que dice Dios. Yo
digo: “Dios, está s
en lo cierto, esto está mal”. Eso es lo que significa confesar. Simplemente significa
decir: “Dios, es cierto, esto está mal”. Es estar de acuerdo con Dios.
Lo fundamental para el perdó n es que é l es completamente confiable. Es la natu-
raleza de Dios. Pero usted dice: “Si hago esa lista, ¡usted no sabe lo que va a estar en
esa lista! Y nunca podré ser perdonado por eso”. Pero está equivocado.
Como pastor, ya nada me sorprende. Lo he escuchado todo. No hay pecado en el
cual pueda pensar que no haya escuchado ya y que alguien me lo haya dicho perso-
nalmente. Y cada vez que he conducido a las personas a este paso, he visto cambios
dramá ticos en sus vidas. Cada vez en particular. No hay pecado demasiado
malo, demasiado grande.
Hace poco, una mujer que no es miembro de esta iglesia vino a mi oficina y me
dijo: “Estoy deprimida, he estado en cama por semanas, y no tengo energía para salir
de la cama y seguir viviendo”. Al estar hablando con ella, le dije: “¿Hay algo de lo
que verdaderamente se arrepienta en su vida?” Ella comenzó a sacarlo todo. Sí, su
esposo viaja, tuvo un romance, quedó embarazada y tuvo un aborto, pero
nunca se lo ha dicho. Le expliqué que Jesucristo dijo: “Yo puedo perdonar y puedo
limpiarte de cada pecado”. Ella dijo: “Es que simplemente no parece justo. Alguien
tiene que pagar por
mi pecado”. Yo dije: “Alguien lo ha hecho. Su nombre es Jesucristo. Es por eso que é l
murió en la cruz. Y murió por ese pecado y cualquier otro que haya confesado y
entre- gado, y por los que vaya a confesar tambié n”.
Isaías 1:18 (DHH) dice: “Aunque sus pecados sean como el rojo má s vivo, yo los
dejaré blancos como la nieve”. Eso es a lo que llamo “un versículo barra de jabó n”.
Los detergentes siempre está n jactá ndose de cuá l puede sacar mejor las manchas má
s profundas. Me reí cuando leí este versículo, porque Amy, mi hija mayor, cuando
esta-
ba en bachillerato, hizo un proyecto de Ciencias en el cual comparaba alrededor de
treinta populares quita manchas. Si usted quiere realmente saber cuá l es el que fun-
ciona, pregú ntele. Le daré una pista: no fue Tide. Dios dice: “No importa cuá l sea la
mancha, yo puedo quitarla”.

4. Admitir mis faltas a otra persona. Dios dice que esto es absolutamente esencial
para su recuperació n. Santiago 5:16 dice: “Confié sense unos a otros sus pecados, y
oren unos por otros, para que sean sanados”. ¿Có mo somos sanados?
Admitiendo nuestras faltas unos a otros. ¿Por qué tengo que involucrar a otra
persona en esto?
¿Por qué no simplemente lo admito ante Dios? ¿Por qué no simplemente oro
por esto, hago una lista, hablo con Dios al respecto? ¿Por qué necesito hablar con
otra persona? Porque la raíz de nuestro problema es relacional. Nos mentimos
unos a otros. Nos engañ amos unos a otros. Somos deshonestos unos con otros.
Nos pone- mos má scaras. Pretendemos tener todo bajo control. Pero no es así.
Negamos nues- tros verdaderos sentimientos y jugamos. Eso nos aísla unos de otros
e impide la inti- midad. Terminamos viviendo con vergü enza y eso nos hace
inseguros. “Si los demá s supieran verdaderamente la verdad acerca de mí, no me
amarían. Me rechazarían”.
Así que nos enfermamos. Estoy tan enfermo como mis secretos. Los secretos a los
que me adhiero son los secretos que me enferman. Dios dice que revelar nuestros
sen- timientos es el comienzo de la sanidad. Si usted no hace eso, entre má s lo
esconda,
má s grande se vuelve. Lo estará exagerando internamente. Pero lo sorprendente de
esto es que cuando se arriesga a ser honesto con una persona, de repente este senti-
miento de libertad viene a su vida. Se da cuenta de que todos tienen problemas y a
menudo tienen los mismos que usted tiene. Usted lo debe admitir a una
persona.
Todos necesitan a una persona. No necesita má s de una, pero por lo menos
necesita una persona en la vida con la que pueda ser totalmente honesto. ¿Por qué ?
Hay algo terapé utico en esto. Es la forma de Dios para liberarnos.
¿Simplemente salgo y anuncio mis pecados a todo el mundo? No. Decirlo a la
persona incorrecta puede ser un gran problema. Usted no tiene que simplemente salir
e indiscriminadamente contar sus problemas. ¡No!

¿A quié n se lo digo?
1. A alguien en quien confíe. Alguien que pueda mantenerlo en secreto, que no
sea un delator y que tenga reputació n de ser confiable. No necesita decirlo a alguien
para que a la semana siguiente lo sepa todo el mundo.
2. A alguien que entienda el valor de lo que está haciendo.
3. A alguien que sea suficientemente maduro y que no se vaya a escandalizar.
4. A alguien que conozca al Señ or lo suficientemente bien como para reflejar ante
usted su perdó n. Puede ser a un pastor, a un amigo cercano en quien confíe o a un
consejero cristiano. La mayoría de los cristianos genuinos que conozco se honrarían
en escucharle dar su cuarto paso.

¿Qué tengo que decir?


Encuentre un lugar seguro, haga la lista de su inventario moral y diga:
“Solamente necesito a alguien que me escuche dar el cuarto paso en mi recuperació
n. Aquí hay unas cosas que sé que está n mal en mi vida, esto es lo que he hecho, esto
es lo que he sentido. Estos son los há bitos, las heridas, los complejos”.
Me emociona cada vez que alguien me dice: “Lo que estoy a punto de contarle
nunca se lo he dicho a nadie en mi vida”, porque sé que en el momento en que com-
parta eso, va a experimentar descanso como nunca antes lo ha experimentado.
No se lo tiene que contar a todos, solamente a alguien. Y de repente, el secreto que
le ha estado enfermando, deja de enfermarle, porque ha comenzado a
compartirlo. Recuerde, sea específico. El secreto que má s quiera ocultar, ese es el
que má s necesita revelar, porque es el que le sanará para que pueda así experimentar
la gracia de Dios.

¿Cuá ndo tengo que hacerlo?


Tan pronto como sea posible. No postergue. Quizá s todavía no esté listo para
dar este paso. Está bien. Usted solamente necesita un poco má s de dolor. Luego
Dios lo tendrá dispuesto, y una vez que esté preparado, dará este paso. Pero há galo
tan pron-
to como pueda.

5. Aceptar el perdó n de Dios y perdonarme a mí mismo. Romanos 3:23-24 dice:


“Todos han pecado”. Todos. ¿Alguno de ustedes se está sintiendo un poco aludido
en este momento? Quizá s esté diciendo: “Rick me está hablando directamente a mí.
É l preparó este sermó n para mí. Lo sé ”. No, no lo hice. Todos han pecado. Todos
esta- mos en el mismo barco. Cada semana alguien se me acerca para decirme:
“Pastor Rick, usted ha estado leyendo mi correspondencia”. No, no lo he hecho.
He estado leyendo la mía. Todos estamos en el mismo barco. Los pastores necesitan
dar el Paso
4. Todos estamos en el mismo bote. Solamente somos un grupo de pecadores.
¿A quié n tratamos de engañ ar? Nadie es perfecto. Todos hemos estropeado algo.
Todos hemos cometido errores. Esto no se trata de que alguien sea má s correcto
que otro. Todos tenemos diferentes problemas, solo que en á reas diferentes.
“Todos hemos pecado, pero Dios nos declara sin culpa si confiamos en Jesucristo
quien libremente quita nuestro pecado”. ¿Qué sucede cuando doy este paso? ¿Có mo
perdona Dios?

1. Dios perdona instantá neamente. No espera. En el momento en que usted da este


paso, es perdonado. É l nunca nos hace esperar, ni hace que suframos por un momen-
to. Los humanos hacemos eso, pero Dios no hace eso.

2. Dios perdona libremente. É l quita libremente nuestros pecados. Usted no se lo


merece, no se lo ganó , no puede trabajar por obtenerlo. Es gratis.

3. Dios perdona completamente. É l lo cancela. “No hay ninguna condenació n para


los que está n unidos a Cristo Jesú s”.Por experiencia personal, quiero contarle lo
especial que se siente uno al vivir sin condenació n. Siempre rindo cuentas a Dios.

Eddie: Debo decir que es má s sencillo para mí hacer un drama que ser
yo mismo, porque no me es fá cil ser vulnerable. Soy un creyente que lucha
con la codependencia. Tengo veintidó s añ os ahora pero la mayor parte de mi niñ
ez, mis
añ os de adolescencia, y aun hoy en día, me he escondido tras má scaras de aparien-
cia. Es mucho má s fá cil. Má s có modo. Mis padres se divorciaron cuando yo
tenía siete añ os, lo que significó que recayeron má s responsabilidades
sobre mí.
Bá sicamente me volví un tercer padre.
Mi madre no era una mamá muy vulnerable, emocional, afectiva o cariñ osa.
Sentía que necesitaba trabajar má s para que ella mostrara que me amaba.
“Haciendo má s cosas ella me amará ”, me decía. Luego de un tiempo, mi papá
se fue de la casa y ambos se casaron otra vez. Pasé la mayor parte de mi vida casi
sin ver a mi papá . Despué s que mi mamá se volvió a casar, mi padrastro abusaba
emo- cional y físicamente de mí. Esto trajo un sentimiento de soledad todavía
mayor. Sentía que estaba solo, y que lo que tenía que hacer lo tenía que hacer
solo, sin la ayuda de nadie.
Pese a que no había amor en casa, no me desvié completamente por otros
rum- bos hacié ndome un rebelde sin causa, ni me hice adicto a ciertas cosas, pero
siem- pre estaba ese sentir de querer que las personas me amaran. Deseaba ser
agradable
a todas las personas.
Así que terminé utilizando má scaras de apariencia. Siendo un buen trabajador,
usando lo que tenía para hacer reír a las personas, haciendo que la gente me amara,
siempre estaba rodeado de gente.
No quería mostrar que la vida de mi familia era caó tica. Estaba tan mal que no
quería que nadie se diera cuenta de eso. Tenía un gran secreto pero yo les demos-
traba que estaba bien, que era el hijo perfecto, que iba a ser algo, aunque mi fami-
lia seguía dicié ndome que no é ramos nada.
Triunfé en mis añ os de bachillerato. Era un rey y todo a mi alrededor era mi
corte. Fui el rey de la promoció n, tambié n presidente, estuve a cargo de muchas
cosas, era parte de un grupo de rescate. No quería que nadie sufriera dañ o, así que
estaba allí para ayudar. Mi exterior se veía maravilloso, era alguien y tenía gente a
mi alrededor. Tan pronto como me gradué y entré al “mundo real” las cosas cam-
biaron. Era simplemente otro nú mero, otro alumno de universidad. No era nadie.
Por primera vez en mi vida esto descubrió la esencia de que no era feliz, que estaba
completamente solo, que realmente no me agradaba a mí mismo. Un corto
tiempo despué s de eso, decidí que quería estar en el ministerio juvenil. Conseguí
un empleo y una invitació n a trabajar aquí hace cuatro añ os, y he estado aquí desde
entonces. Siempre pensé que Dios estaba en control. Siempre pensé que lo estaba
entregando todo a Dios. Pero realmente no era así, lo creía porque era en lo ú nico
que me podía afirmar. Lo ú nico que realmente podía controlar en mi vida era yo
mismo y esa parte nunca se la di a Dios. Entonces Dios tomó la tabla bajo mis pies.
En el té rmino de casi un añ o y medio, mi padre murió un poco antes de Navidad,
estaba comprometido en matrimonio y este se canceló , mi abuelo murió , mi mejor
amigo de bachillerato murió en un accidente automovilístico. Há blenme a mí
de
estré s, de pé rdida total. De no saber qué hacer. De sentirse solo. Las pé rdidas en
mi vida me mostraron algo. Dios tiene que estar en control. La ruptura de mi
compro- miso matrimonial solamente me mostró cuan atado estaba a esta persona,
có mo mi vida no giraría si ella no era el centro. Quería controlarla a ella tambié n. Bá
sicamente,
la desesperé hasta que decidió irse.
Creo que gran parte de mi vida he seguido el patró n de que si ayudo a otros me
puedo demostrar que valgo algo, que soy alguien. Pero no fue sino hasta hace apenas
unos ocho meses que, estudiando el programa de los Doce Pasos, entregué completa-
mente todo a Dios. Se lo entregué todo. Es muy liberador. Todavía tengo
muchas cosas sobre las que necesito trabajar en mi vida, pero es totalmente
liberador. La semana pasada di este cuarto paso con John Baker, y todo ese pasado
que ya no podía soportar, ni alimentar y que me hacía comprobar una y otra
vez mi falta de valor, quedó atrá s. Por primera vez en mi vida me siento valioso.
Por primera vez en mi vida
mi interior se siente bien, bien para amarme a mí mismo, bien para ser amado por
alguien, bien para afrontar a mi familia y tratar con ellos en una forma diferente, bien
para ser valorado por mis amistades actuales y por futuras amistades. No hay un tiem-
po mejor para comenzar Celebremos la Recuperació n.
HAGA CAMBIOS
El Camino a la Recuperació n - Parte 5

R.E.C.U.P.E.R.A.

Reconozco que no soy Dios; admito que soy incapaz de controlar mi tendencia a
hacer lo malo y que mi vida es inmanejable.

En forma sincera creo que Dios existe, que le intereso y que é l tiene el poder para
ayudarme en mi recuperació n.

Conscientemente elijo entregar toda mi vida y voluntad al cuidado y control de


Cristo.
Un auto examen y confesió n de mis faltas a Dios, a mí mismo, y a alguien en quien
confío.

EL QUINTO PASO

Para que Dios haga todo cambio que quiera hacer en mi vida, me someto volun-
tariamente a é l y le pido humildemente que remueva mis _______________________.

“Ofré zcanse como un sacrificio vivo a Dios, dedicados a su servicio agradá ndole
a é l ... y permitan que Dios les transforme internamente por un completo cambio de
su mente”. Romanos 12:1-2 (DHH)

I. ¿DE DÓ NDE PROVIENEN MIS DEFECTOS DE CARÁ CTER?

Mis

La Gené tica explica la predisposició n pero no excusa el pecado.

Mis
Los defectos de cará cter son a menudo intentos de llenar necesidades no satisfechas.

Mis

Los defectos de cará cter a menudo son cualidades positivas mal utilizadas.

II. ¿POR QUÉ ES TAN DIFÍCIL CAMBIAR LOS DEFECTOS DE CARÁ CTER?

Porque los he tenido _________________.


Porque con ellos. Porque
son una _____________________. Porque
me desanima.

III. ¿CÓ MO PUEDO COOPERAR CON EL PROCESO DE CAMBIO DE DIOS EN MI VIDA?


“Permitan que Dios les transforme internamente por un completo cambio de su
mente”. Romanos 12:2 (DHH)

1. Enfó quese en cambiar a la vez.

“La sabiduría es la meta del inteligente, pero el necio no tiene meta


fija”. Proverbios 17:24 (DHH)

2. Enfó quese en la victoria a la vez.

“Danos hoy nuestro pan cotidiano”. Mateo 6:11 (NVI)

“No se angustien por el mañ ana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene
ya sus problemas”. Mateo 6:34 (NVI)

3. Enfó quese en ______________, no en su fuerza de voluntad.

“¿Puede un leopardo quitarse sus manchas? Pues tampoco ustedes, acostumbra-


dos al mal, pueden hacer lo bueno”. Jeremías 12:23 (DHH)
SIN EMBARGO...

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Filipenses 4:13 (NVI)

4. Enfó quese en lo que _____________, no en lo que __________.

“Consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo


puro, todo lo amable, todo lo digno de admiració n, en fin, todo lo que sea excelente
o merezca elogio”. Filipenses 4:8 (NVI)

5. Enfó quese en el bien, no en bien.

“Vivan por el Espíritu, y no seguirá n los deseos de la naturaleza


pecaminosa”. Gá latas 5:16 (NVI)

6. Enfó quese en las que le ayudan, no en las que le obstaculizan.


“El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre”.
Proverbios 27:17 (NVI)

7. Enfó quese en no ______________.

“Dios, que comenzó a hacer su buena obra en ustedes, la irá llevando a buen fin
hasta el día en que Jesucristo regrese”. Filipenses 1:6 (DHH)
HAGA CAMBIOS
El Camino a la Recuperació n - Parte 5
Romanos 12:1-2

Todos tenemos heridas que nunca olvidaremos. Todos tenemos complejos de


los cuales nunca nos vamos a deshacer. Todos tenemos há bitos que está n
arruinando nuestras vidas. Hemos venido estudiando la serie El Camino a la
Recuperació n y hoy vamos a detenernos en el Paso 5 al cual yo llamo el paso de la
“transformació n”.

Este paso representa la letra “P” en R.E.C.U.P.E.R.A., y constituye el quinto paso


en el camino a la recuperació n: PARA QUE DIOS HAGA TODO CAMBIO QUE
QUIERA HACER EN MI VIDA, ME SOMETO VOLUNTARIAMENTE A É L
Y LE PIDO HUMILDEMENTE QUE REMUEVA MIS DEFECTOS DE
CARÁ CTER.

El estudio está basado en Romanos 12:1-2: “Ofré zcanse como un sacrificio vivo a
Dios, dedicados a su servicio agradá ndole a é l ... y permitan que Dios les transforme
internamente por un completo cambio de su mente”. Transformació n. Cambio de la
mente. La forma en que podemos ser transformados es permitiendo que
nuestras mentes sean cambiadas.
En esta parte del estudio vamos a hacer tres cosas sencillas. Hablar acerca de
dó nde vienen mis defectos de cará cter, de por qué es tan difícil deshacernos de ellos,
y de có mo puedo cooperar con el proceso de cambio de Dios, así como tambié n vere-
mos có mo Dios cambia las heridas, los há bitos, y los complejos que han estado afec-
tando mi vida.

I. ¿DE DÓ NDE PROVIENEN MIS DEFECTOS DE CARÁ CTER?


Sus defectos de cará cter provienen de tres fuentes: fuente bioló gica, fuente socio-
ló gica y fuente teoló gica. De sus cromosomas, sus circunstancias y sus decisiones. De
allí es de donde provienen sus defectos de cará cter.

Sus cromosomas. Algunos de ellos se heredan. Cada uno de sus padres contribuyó
con veintitré s mil cromosomas. Y, por lo tanto, usted heredó algunas de sus debilida-
des. Heredó algunos defectos físicos de sus padres, y heredó algunos defectos emo-
cionales tambié n. Esto explica su predisposició n hacia ciertos problemas. Pero no es
excusa al pecado. Por ejemplo, debido a mis padres, puedo poseer la tendencia a tener
un temperamento fuerte, pero eso no me excusa de salir y asesinar a alguien. Puede
que tenga la tendencia a ser haragá n, pero eso no es excusa para no hacer algo con mi
vida y simplemente ser un vago. Puede que tenga una tendencia gené tica para
ser dado a ciertas adicciones, pero eso no es una excusa para que vaya y elija ser un
adic-
to. Mis genes, la gené tica, mi naturaleza, es una de las fuentes.

Sus circunstancias. Su crianza es otra fuente. Usted fue criado en cierta forma y
aprendió muchas maneras de relacionarse con otros, aprendió modelos y desarrolló
há bitos. Aprendió de sus padres y de otras personas. Aprendió a responder a sus pro-
pias necesidades en ciertas formas y a protegerse, a manejar las heridas y el rechazo.
Muchos de sus defectos son simplemente intentos contraproducentes para suplir las
necesidades no satisfechas. Tiene una necesidad legítima de recibir respeto. Pero si no
recibió respeto al inicio de su vida, se alegra con la atenció n que le brindan y busca
una forma de obtener la atenció n de los demá s. Tiene una necesidad legítima de
amor, pero
si no obtuvo amor en los añ os de su formació n puede que se alegre con el sexo barato,
debido a que tiene la cercanía emocional. Tiene una necesidad de seguridad pero si no
la obtuvo en el tiempo adecuado, puede que haya intentado protegerse con el materia-
lismo y con posesiones para demostrar que es una persona segura de sí misma.

Sus elecciones. Si elige hacer algo por mucho tiempo, esto se vuelve un há bito. Una
vez que es un há bito, usted está atrapado. Las cosas que nunca intentó desarrollar en
su vida se desarrollan porque eligió hacer algo que se volvió un há bito.

¿Por qué toma tanto tiempo deshacerse de estas cosas? ¿Por qué es tan difícil?

II. ¿POR QUÉ ES TAN DIFÍCIL CAMBIAR LOS DEFECTOS DE CARÁ CTER?

1. Porque los ha tenido con usted por mucho tiempo. No los obtuvo de la noche a la
mañ ana. Tomó añ os para que se formaran, por lo que tampoco los va a perder de la
noche a la mañ ana. Muchos de los há bitos y modelos se han desarrollado en la niñ ez
y puede que no sean nada có modos y que sean contraproducentes, pero al menos son
familiares. Es como un viejo par de zapatos. Quizá s no sean los mejores para correr,
pero son có modos. Así que de muchos de sus defectos usted simplemente dice: “Así
es como soy” porque los ha tenido por mucho tiempo. Es difícil deshacerse de ellos.
2. Porque se identifica con ellos. No sé por qué , pero a menudo confundimos nues-
tra identidad con nuestros defectos. Decimos: “Así es como soy”. Usted no tiene que
ser de esa forma. Puede cambiar. Cuando usted dice: “Así es como soy”, está identifi-
cando su identidad con sus derrotas. Complete esta oració n en su mente: “Es que
sim- plemente soy ____________”, (adicto al trabajo, obeso, ansioso, pasivo,
temeroso, de temperamento fuerte). Cuando hace esto, está estableciendo algo sobre
usted mismo
e identificá ndose con ese defecto, y esto se vuelve una profecía que llega a cumplirse.
Usted dice: “Siempre me pongo nervioso cuando subo a los aviones”. ¿Qué va a suce-
der la pró xima vez que suba a un avió n? Se va a poner nervioso. Usted se predispone
diciendo: “Eso es lo que soy”. Lo que sucede es que inconscientemente, una de las
razones por las que no puede cambiar es porque tiene miedo. Dice: “Si realmente me
deshago de este defecto, ¿seguiré siendo yo? Esto ha sido parte de mí. Siempre he
sido así. Si lo dejo, ¿seguiré siendo yo?”

3. Porque son una compensació n. Cada defecto es una compensació n. Es posible que
disfrace nuestro dolor. Puede que sea una excusa para fallar. Puede permitir compen-
sar la culpa en nuestra vida. Quizá s intentemos atraer la atenció n de los demá s. A lo
mejor nuestro defecto puede permitirnos controlar a otras personas.
Siempre que un comportamiento negativo se repite en usted, en sus hijos, en cual-
quiera, aunque sea auto destructivo, siempre hay una recompensa. No hacemos cosas
que no tengan recompensas. Quizá s nunca haya pensado en esto de esta forma pero
hay una compensació n. Quizá s esté consiguiendo atenció n por su defecto. Quizá s esté
con- trolando a alguien por su defecto. Como obtiene una recompensa,
inconscientemente
no quiere deshacerse de ese defecto. Una madre le dice a sus hijos: “Niñ os, vengan a
cenar”. Ellos no lo hacen. Entonces ella les grita. Piensa que gritá ndoles conseguirá que
le obedezcan. Hay una compensació n. Usted tiene que estar consciente de eso.

4. Porque Sataná s lo desanima. Sataná s está constantemente sugiriendo pensamien-


tos negativos. É l es el acusador. Dice: “Eso nunca funcionará , no puedes hacerlo,
no puedes cambiar”. Algunos de los que han participado en esta serie de
recuperació n piensan: “Esto es bueno. Realmente me gustaría deshacerme de este há
bito, me gus- taría dejar de odiar a esta persona, me gustaría dejar de causar dañ o por
esa experien-
cia pasada. Es cierto que sucedió hace añ os, en el patio del colegio, me gustaría cam-
biar”. Luego usted sale y Sataná s comienza: “¿Quié n crees que eres? ¿Piensas que vas
a cambiar? ¡Olvídalo! Otros pueden cambiar, pero tú no. Está s arruinado. No
hay
esperanza. Ni siquiera pienses en cambiar”. É l siempre estará poniendo en su mente
esos pensamientos negativos. Peor que eso, le dice: “Si intentas deshacerte de eso, te
volverá s loco. Si intentas deshacerte de eso, te destruirá s, algo malo te va a pasar”. La
Biblia dice que Sataná s es un mentiroso. Y tambié n dice que la verdad nos hace
libres.

III. ¿CÓ MO PUEDO COOPERAR CON EL PROCESO DE CAMBIO DE DIOS EN MI VIDA?


Romanos 12:2 (DHH) dice: “Permitan que Dios les transforme internamente por
un completo cambio de su mente”. Transformados. Renovació n de su mente. Sus
pen- samientos son el piloto automá tico de su vida. Si usted desea cambiar su vida
tiene que cambiar su forma de pensar. La Biblia dice que sus pensamientos
determinan sus sen- timientos y sus sentimientos determinan sus acciones.
Si está en un barco y va hacia el este, el piloto automá tico dice este. Lo puede for-
zar a ir hacia el oeste, pero pronto se cansará y soltará el barco, porque é l quiere regre-
sar hacia el este. Está adaptado. Usted adapta el piloto automá tico para ir hacia el este.
Lo puede cambiar, forzar el timó n, y estar todo el tiempo bajo tensió n porque por
fuerza de voluntad va hacia el lado opuesto al que naturalmente está inclinado a ir.
Pero pronto se cansará , soltará el timó n y automá ticamente el barco volverá hacia el
lado original. Así que tomo una decisió n, voy a hacer _______________, hago
una resolució n. Por fuerza de voluntad, me obligo a mí mismo. Pero muy
pronto me canso y suelto, y abandono la dieta, vuelvo a fumar, o actú o de la manera
que siempre
lo he hecho.
Si desea cambiar, tiene que cambiar su piloto automá tico.
¿Cuá l es su piloto automá tico? “Es que simplemente soy ________”.
Ese es su piloto automá tico.

He aquí siete formas de cambiar su mente para que pueda cooperar con la mane-
ra en que Dios quiere cambiarle y hacer de usted lo que siempre ha querido ser.
Cosas que pensó que nunca podría cambiar son realmente simples. Estas son siete
maneras para readecuar el enfoque ganador, para que pueda cambiar esos há bitos,
complejos y heridas que nunca pensó que fuera posible cambiar.

1. Enfó quese en cambiar un defecto a la vez. Proverbios 17:24 (DHH) dice: “La sabi-
duría es la meta del inteligente, pero el necio no tiene meta fija”. Algunos participan
de las series de recuperació n y piensan: “Esto es fantá stico; tengo treinta cosas que
debo cambiar”. Ni lo intente. Quedará abrumado. Se desanimará y no cambiará nada.
Debe ser específico. Tiene que ser muy específico. “Dios, esto es lo que quiero cam-
biar: mi ira, mi ansiedad, mi tendencia a controlar a la gente, mi adicció n al trabajo,
o mi falta de honestidad”. Regrese al Paso 4 y vuelva a tomar el inventario moral que
hizo allí. Lea la lista y dígale a Dios cuá l de esas cosas está dañ ando má s su
vida.
Dé jele obrar en esa á rea. Debe trabajar en un defecto a la vez. De otra forma no fun-
ciona.

2. Enfó quese en la victoria un día a la vez. Mateo 6:11 no dice: “Danos este mes nues-
tro pan cotidiano”. No, dice: “Danos hoy nuestro pan cotidiano”. ¿Por qué ? Porque
Dios quiere darle suficiente fuerza para cambiar por un día, no para una semana, un
mes, el resto de su vida, la eternidad. Quiere que sea un día a la vez para que confíe
en é l. Es como el antiguo dicho: “¿Có mo te comes un elefante? De a una mordida a
la vez”. La vida por kiló metros es difícil, pero por metros es fá cil. Usted toma un pro-
blema de toda la vida (esa herida, ese complejo, o ese há bito no lo obtuvo de la noche
a la mañ ana) y lo rompe en pedazos que pueda morder y sobre los que pueda trabajar
un día a la vez y obtiene la fuerza de Dios un día a la vez. Ora al despertarse por la
mañ ana: “Señ or, solamente por este día, quiero ser paciente; solamente por este día
quiero ser positivo y no negativo”. Le pide a Dios que le ayude por una, o aun mejor,
por las tres siguientes horas, a pensar en cosas buenas, a no tener miedo. Y tó melo
poco a poco. Esto lo protege de hacer promesas a la ligera. Pídale un día a la vez. Si
dice: “Prometo nunca volverlo a hacer”, está condenado a fallar. Un día a la
vez.
Há galo poco a poco.
Si tiene un jefe que es un verdadero terco y trata de sacar lo malo en usted, tien-
de a sentir resentimiento. Levá ntese por la mañ ana y diga: “Señ or, solamente por las
primeras tres horas, ¿puedo responder a ese jefe como tú me harías responder,
sin ponerme tenso, preocupado o resentido, sino sonrié ndole?” Mateo 6:34 dice:
“No se angustien por el mañ ana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya
sus pro- blemas”. No se preocupe por mañ ana, por la victoria de mañ ana. Preocú
pese solo de hoy. Roma no se construyó en un día. El cará cter no se construye
en un día. Los defectos de cará cter no se desarraigan en un día.
Queremos todo instantá neo: puré de papa, café , palomitas de maíz.
Queremos madurez instantá nea. Un día soy un completo desastre y al siguiente
día soy Billy Graham. No sucede de esa forma. Debe crecer poco a poco. Debe
crecer día a día. Un día a la vez. No se ponga un plazo: “Voy a vencer esto
en este plazo”. No. Solamente trabaje en eso un día a la vez. Usted trabajará este
paso y todos los demá s pasos de la serie recuperació n por el resto de su vida. Por las
noches, deté ngase y agra-
dezca a Dios por cualquier cambio o victoria, no importa cuá n pequeñ o sea: “Gracias
por darme tu ayuda hoy”. Cualquier victoria, no importa cuá n pequeñ a sea, agradé z-
casela a Dios, y trate con un defecto a la vez y obtenga la victoria un día a la vez.

3. Enfó quese en el poder de Dios, no en su poder ni en su fuerza de voluntad. Ya sabe que


la fuerza de voluntad no es suficiente. Si la fuerza de voluntad funcionara, usted ya
habría cambiado. Pero no es así; por eso, no puede hacerlo de esa forma. Y no podrá
porque no tiene el poder para hacerlo. Así que ya sabe que la fuerza de voluntad no
funciona. Por cierto, depender de su propia fuerza bloquea la recuperació n en su vida.
Cuando usted dice: “Puedo con esto, puedo manejarlo, puedo hacerlo todo por mí
mismo, realmente estoy bien, no es un gran problema”, esto sí es un gran
problema, porque todavía lo tiene. Y sabemos que las resoluciones no funcionan. Las
resoluciones está n simplemen-
te forzando al barco a ir hacia una direcció n cuando todo lo demá s en é l quiere ir en otra
direcció n. Muy pronto usted se cansa y suelta. Las resoluciones no funcionan. “¿Puede
un leopardo quitarse sus manchas? Pues tampoco ustedes, acostumbrados al mal,
pueden hacer lo bueno”. Dios dice: “Olvídenlo, nunca cambiará n por su propia fuerza
de volun- tad”.
Pero estas son las buenas nuevas: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
Así que ore: “Señ or, sé que no puedo cambiar por mi propio poder, pero confío en ti
para eliminar este defecto”. Imagine literalmente a Dios quitando su defecto.¿En qué
está obrando primero? ¿En su temperamento?” Imagínese tomando su temperamento,
qui- tando la tapa de un basurero y ponié ndolo adentro, luego pone la tapa encima y
traslada
el basurero fuera de su alcance. El camió n de la basura viene y tiene un ró tulo que dice:
“Dios e Hijo, trabajando con personas como usted por 2000 añ os”. Jesú s envía a uno de
sus amigos, recogen el basurero, lo vacían en el camió n, lo sacuden, usted ve el camió
n doblar hacia otra calle y se apresura para ir al cielo. Eso es lo que significa pensar
visual- mente acerca de entregar el problema a Dios. “Dios, estoy tirando mi ira en el
bote de la basura otra vez”. Estoy tirando mi en el bote de la basura. El ú nico proble-
ma es que tengo que tener servicio de recolecció n de basura cada hora, no semanalmen-
te. Eche su defecto a la basura y luego permita que Dios se lo lleve. La fuerza de volun-
tad no funciona. Confíe en el poder de Dios, no en el suyo propio. É l puede ayudarle a
dominarlo.

4. Enfó quese en lo que quiere, no en lo que no quiere. Filipenses 4:8 dice:


“Consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro,
todo lo amable, todo lo digno de admiració n, en fin, todo lo que sea excelente o
merezca elogio”.
Enfó quese en las cosas buenas, no en las malas. Usted tiende a moverse hacia cual-
quier cosa en la que se enfoca. Su vida esta dominada por aquello en lo que se enfoca. Si
se concentra en lo malo, esto seguirá dominando su vida. Si se concentra en lo que
ha sido, esto seguirá dominando su vida. Si se concentra en lo que puede ser y en lo
que Dios quiere que sea en su vida, entonces se moverá en esa direcció n. Lo que tenga
su atenció n,
le tiene a usted. Si dice: “No voy a pensar en el sexo, no voy a pensar en el sexo...” ¿En
qué está pensando? En el sexo. Usted no resiste a la tentació n. Ni una sola vez en la
Biblia Dios nos manda a que resistamos a la tentació n. Ni una vez. É l dice que
resistamos al tentador, al diablo, pero no a la tentació n. ¿Por qué ? Porque cualquier
cosa a la que se resiste, persiste. Mientras má s presione sobre algo (“No voy a hacer
esto”), con má s pre-
sió n retornará .
En lugar de resistir, la Biblia nos enseñ a a cambiar el enfoque. Solamente cambie el
canal mental. Si está viendo un mal espectá culo por televisió n no dice: “No voy a ver esto,
no voy a ver esto...” No, usted simplemente cambia de canal. Cambie el enfoque de lo
que ha sido a lo que quiere ser y a lo que Dios quiere que haga en la vida. Este es el poder
de afirmar la Palabra de Dios. Hay má s de siete mil promesas en la Biblia.
Probablemente la disciplina má s ú til que podría desarrollar es aprender a memorizar
la Escritura. Memorice un versículo a la semana; para el final de añ o tendrá cincuenta
y dos versículos memorizados. Ellos está n en su mente así que puede usarlos para con-
traatacar esos pensamientos negativos que el diablo y otras personas le dan. Llene su
mente con la Palabra de Dios. Cada vez que tenga un pensamiento positivo, cada vez
que recuerde una verdad de la Escritura, cada vez que tenga cualquier pensamiento,
esto es un impulso elé ctrico que va a su cerebro. Cada vez que tiene el mismo pensa-
miento, este se hace má s profundo, refuerza ese modelo cerebral. Algunos de
ustedes tienen pensamientos negativos en su mente porque han estado pensando en
eso una y otra vez. La ú nica forma de deshacerse de los pensamientos negativos es
pensar en la Palabra de Dios una y otra y otra vez.
Algunos de los que estaban aquí en 1981, al añ o siguiente de haberse construido la
iglesia, saben que atravesé un período de mucha depresió n. Tuve algunos
problemas físicos al principio del añ o que me dejaron decaído. No tenía energía y
había tanto que hacer que simplemente me deprimía. Estuve bajo una nube la
mayoría de la primera parte del añ o. Estaba muy desanimado y deprimido. Entonces
tomé esas pequeñ as tar- jetitas de 3x5. A un lado de la tarjeta escribía un versículo de
la Escritura, un versículo positivo, y al reverso escribía una aplicació n prá ctica del
versículo para mí en la forma
de una afirmació n personal. Por ejemplo: “No hay ninguna condenació n para los que
está n unidos a Cristo Jesú s”. Y al reverso escribía: “Dios no me condena por mi depre-
sió n, é l me ama tanto en mis días malos como en los buenos”. O algo así como: “Todo
lo puedo en Cristo que me fortalece”. Y en la parte de atrá s escribía: “Puedo
lograrlo. Por cierto, este día será mejor que ayer. Me fortalezco”. Escribí esas
cosas. Tenía muchas de esas tarjetas. Cada noche en 1981 al ir a mi cama, lo ú ltimo
que hacía antes
de dormir era leer esos versículos, esas afirmaciones, y pensaba en ellas. Cuando me
levantaba por la mañ ana, antes de salir de mi cama, las volvía a leer. Las ponía en
mi bolsillo, las llevaba conmigo y comenzaba a reprogramar mi mente, teniendo
pensa- mientos positivos y creando nuevas rutinas en ella. En casi cuatro o cinco
semanas la depresió n masiva desapareció . Quiero decirle, por experiencia personal,
que ya no me deprimo. Todo el mundo se desanima, pero yo ya no tengo batallas
con la depresió n masiva. ¿Por qué ? Porque volví a programar mi mente. La gente
dice: “¿Por qué eres una persona tan positiva?” Porque me entreno a mí mismo.
Memoricé la verdad de la Biblia en lugar de creer en las mentiras acerca de la vida
que cuentan las noticias de la televisió n y en lo que otras personas estaban diciendo.
En su mente usted tiene dos escalas. En un lado está n todos los pensamientos
negativos que el diablo le dice, que los novios y novias anteriores, o quizá s sus padres
o un profesor del colegio que no lo quería le dijeron (“Nunca logrará s nada”). Del otro
lado está n las cosas buenas que Dios quiere decir con respecto a usted las cuales está n
en su Palabra. Si vamos a ser honestos, es posible que tenga má s pensamientos negati-
vos que positivos porque no ha pasado mucho tiempo en la Palabra. Cada vez que tiene
un pensamiento positivo basado en la Biblia y declara un versículo, usted sustituye algo
negativo. Cuando el diablo le dice: “No puedes cambiar”, usted dice: “Todo lo puedo
en Cristo que me fortalece”. Si le dicen: “¿Quié n te crees que eres? ¡No vales
nada!”, usted contesta: “No hay ninguna condenació n para los que está n unidos
a Cristo Jesú s”. Si escucha: “Nunca podrá s romper con esto y debes tener miedo de
lo que va a suceder en tu vida”, diga: “En el amor no hay temor, sino que el amor
perfecto echa fuera el temor”. Siga repitiendo lo positivo una y otra y otra vez hasta
que finalmente
sea como si cada vez pusiera una roca de este lado e hiciera que se volviera má s y má s
pesado. Y un día la balanza cambiará y tendrá muchas má s cosas positivas que negati-
vas y será libre. Libre. Dios quiere hacer eso en su vida, si se enfoca no en lo que no
quiere sino en lo que realmente quiere.
Si dio el Paso 3: Conscientemente elijo entregar toda mi vida y voluntad al cuida-
do y control de Cristo, e invitó a Cristo a su vida, entonces sabe lo que la Biblia dice:
Usted es una nueva persona. Lo viejo ha pasado. Dios dice: “Todo tu pasado lo he
olvi- dado, tú puedes olvidarlo tambié n”. Es una nueva persona en Cristo. Con una
nueva
identidad. Una vez que es cristiano, su identidad primaria está basada en su relació n
con Cristo y no en su defecto. Ya no es má s: “Es que simplemente soy
___________, sino: “Soy un creyente”. Enfó quese en lo que quiere y no en lo que no
quiere.

5. Enfó quese en hacer lo bueno, no en sentirse bien. Gá latas 5:16 dice: “Vivan
por el Espíritu, y no seguirá n los deseos de la naturaleza pecaminosa”. Si hace lo
correcto, sus sentimientos con el tiempo coincidirá n con usted. Si espera hasta tener
ganas de cambiar, nunca va a cambiar. El diablo se asegurará de que nunca tenga
deseos de cambiar. Siempre es má s fá cil actuar de acuerdo a un sentimiento que
tener que sentir debido a una acció n. Si no me siento cariñ oso hacia mi esposa,
comienzo a amarla, y los senti- mientos vendrá n. Si usted espera hasta sentirse cariñ
oso, esto puede ser algo que tome mucho tiempo. Así que dice: “No siento que me
guste”. No se preocupe por sentir lo correcto, sino haga lo correcto. Alcohó licos Anó
nimos usa la frase: “Disimú lelo hasta que
lo logre”. Haga lo correcto aunque no sienta ganas de hacerlo, sepa que es lo correcto
a hacer y há galo de todas maneras. A la larga sus sentimientos concordará n. Cada vez
que intente cambiar una parte importante en su vida, un gran defecto de cará cter, una
imper- fecció n, una debilidad en su personalidad, cada vez que comience a intentar
hacer gran-
des cambios, no se va a sentir muy bien al principio. Por cierto, se va a sentir
bastante torpe. Se sentirá mal por un momento. ¿Por qué ? Porque no se sentirá
normal. Está tan acostumbrado a sentirse anormal, que lo normal es que no se sienta
bien. Así que no se sentirá muy bien cuando comience a hacer cambios. Si usted es un
adicto al trabajo y dice:
“Voy a permitir que Dios obre en mi adicció n al trabajo”, y al otro día a las cinco de
la tarde decide ir a casa cuando suena el timbre y no se lleva trabajo en su maletín, la
pri- mera vez que lo haga dirá : “Me siento realmente extrañ o”. Y es ló gico, porque ha
traba- jado arduamente por mucho tiempo. Si usted come en extremo, bebe o fuma, la
prime-
ra vez que intente romper con ese há bito se sentirá extrañ o: “No hay nada en mi boca.
Qué extrañ o me siento”. Será divertido por un momento y quizá s no se sienta bien. Pero
si hace lo correcto una y otra vez, sus sentimientos al final coincidirá n con su
comporta- miento. Y usted no puede controlar sus sentimientos, pero sí puede
controlar sus mú scu- los. Así que haga lo correcto ya sea que sienta hacerlo o no y los
sentimientos se pondrá n
de acuerdo con usted.

6. Enfó quese en las personas que le ayudan, no en las que le obstaculizan a hacer esos
cam- bios positivos que quiere hacer en su vida. La gente correcta le ayudará . Las
personas no apropiadas será n un obstá culo y evitará n su recuperació n. La Biblia
dice: “Las malas
compañ ías corrompen el buen cará cter”. En otras palabras, si no desea ser picado, alé -
jese de las abejas. Si usted sabe qué tipo de personas son una tentació n, simplemente
alé jese de ellas. Si está luchando con el alcoholismo, no dirá : “Creo que iré al bar a
comer unas semillas de maní”. Mala idea. Si está luchando con la pornografía,
no tiene que ir a las tiendas donde esta se promueve. No tiene que estar cerca de las
cosas que le afectan. Por otro lado, la Biblia dice: “Dos son mejor que uno y una
cuerda de tres dobleces no es fá cil de romper”. Con la ayuda de otra persona,
cuando una cae,
la otra puede ayudarle a levantarse.
Dije esto en la primera lecció n de esta serie, pero me temo que muchos no me
creyeron: No puede recuperarse por usted mismo. Debe estar en un grupo, en una
relació n. La recuperació n siempre sucede cuando hay amistades, nunca por uno
mismo. Nunca se recuperará solamente con escuchar una serie de seis u ocho mensa-
jes. Sucede cuando usted está con otras personas. No creyó eso, pero permítame darle
un ejemplo.
Anteriormente hablamos de hacer una lista en nuestro inventario moral. Usted va
a casa y dice: “Señ or, ¿de qué cosas me siento culpable y de cuá les me arrepiento?
Haré una limpieza esta semana”. Hace una lista de esas cosas y las reconoce, las con-
fiesa ante Dios y otra persona en quien confía. Muchos de ustedes seguramente tuvie-
ron la intenció n de hacer eso. Pero no fue así. Las personas que lo hicieron son las
que tienen una relació n con alguien má s que les preguntó : “¿Lo hiciste? ¿No? Bueno,
dispongá monos y hagá moslo”. Participan en Celebremos la Recuperació n o en un
grupo pequeñ o. Los que no lo hicieron fue porque no tienen ninguna relació n con
alguien que les ayude en este camino. Es por eso que contamos con Celebremos la
Recuperació n, uno de nuestros ministerios que se reú ne cada viernes por la noche
para animar a las personas, porque usted no lo hará por usted mismo. Proverbios
27:17 dice: “El hie-
rro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre”. Usted necesita rela-
cionarse con alguien.

Le he pedido a Jerry, uno de los líderes en Celebremos la Recuperació n, que compar-


ta su testimonio sobre có mo Jesucristo y otras personas le han ayudado en este cami-
no hacia la recuperació n.

Jerry: Hace algunas semanas fui a un seminario con el pastor John y otros mucha-
chos. Cada uno tuvimos que hacer por separado lo que estoy a punto de hacer con
ustedes. Había casi cien de nosotros y un hombre habló mirá ndonos a todos y con sus
rodillas temblando dijo: “Estoy seguro de que todos ustedes de vez en cuando son
realmente maravillosos, pero todos juntos simplemente está n un poco abrumados”.
Soy un creyente de la iglesia de Saddleback. Tambié n soy un hombre que
por treinta añ os elegí vivir una vida de pecado usando el alcohol para acallar mi
concien- cia. Los frutos de esta vida fueron hospitales, instituciones mentales, cá
rceles, salones
en la corte, divorcio, cirrosis en el hígado, momentos de delirio, y diecisiete añ os de
intentos sin é xito de recuperació n estorbados por mi complejo de rectitud, voluntad
y arrogancia. Lo peor de todo era un corazó n endurecido contra Dios y los que le
bus- caran. Hace ocho añ os y medio mi Señ or y Salvador Jesucristo quitó de mi
vida, de una sola vez, mi obsesió n por el alcohol. Tres añ os y cuatro meses despué s,
me quitó
el há bito de fumar que había mantenido por cuarenta y tres añ os. ¿Por qué ? Porque
luego de dé cadas de negació n, finalmente me humillé y le pedí que por favor lo hicie-
ra por mí. Fue por medio de su gracia amorosa que finalmente llegué al punto donde
voluntariamente me sometí a cualquier cambio que é l deseara hacer en mi vida.
Segú n su voluntad me ha dado cuatro añ os de estudio bíblico y responsabilidades
aquí en Celebremos la Recuperació n, guiando un grupo de estudio bíblico para hombres
que el pastor John me encomendó hace seis semanas. Hoy, en su infinita sabiduría, el
Señ or ha tomado ese pasado pecaminoso y lo ha cambiado en una herramienta ú til
para ayudar a los que todavía sufren de adicciones. Efesios 2:10 dice: “Somos hechu-
ra de Dios, creados en Cristo Jesú s para buenas obras, las cuales Dios dispuso de ante-
mano a fin de que las pongamos en prá ctica”. Mi corazó n me dice que é l nos ha dado
el haber sido liberados de nuestras dolencias para tener un camino a seguir.
Específicamente, que humilde y voluntariamente estemos al servicio de los que
luchan con sus desesperanzas. Por favor, si su vida está siendo corrompida por
defectos de cará cter, venga y acompá ñ enos en Celebremos la Recuperació n y deles a
sus seres queri- dos descanso del dolor que está imponiendo en sus vidas antes
que sea demasiado tarde. El apó stol Pablo escribió : “Dios, que comenzó a hacer su
buena obra en uste- des, la irá llevando a buen fin hasta el día en que Jesucristo
regrese”. Le digo que con-
fíe en é l con todo su corazó n porque sé que le ama y perdona, así como me ha amado
y perdonado a mí.

Toda la fuerza de voluntad en el mundo no puede hacer esa clase de cambio en


un hombre. Toda la terapia, seminarios, casetes, y otras novedades, no pueden hacer
esa clase de cambio. Solamente Jesucristo puede hacer esa transformació n en una
persona.
Me gustaría concluir comentando el versículo a que se ha hecho alusió n anterior-
mente: “Dios, que comenzó a hacer su buena obra en ustedes, la irá llevando a buen
fin hasta el día en que Jesucristo regrese” Filipenses 1:6 (DHH). Y Dios lo va a hacer.
7. Enfó quese en el progreso, no en la perfecció n. Algunos de los que han estado parti-
cipando en la serie de recuperació n dicen: “No veo grandes cambios todavía; he esta-
do en Recuperació n por una par de meses y las cosas en mi vida siguen má s o menos
igual”. No se preocupe por eso. Esto es un proceso. Una decisió n seguida por un pro-
ceso. Y Dios que comenzó su obra en usted, la completará . Recuerde la ilustració n
que dimos con anterioridad. Dios establece una cabeza de playa en su vida como en
una isla y durante el resto de la guerra se está posesionando de ella poco a poco.
Algunos de ustedes quizá s esté n pensando que Dios los amará una vez que lleguen
ha cierta etapa, una vez que obtengan cierta perfecció n. Está n equivocados. Dios le
ama en cada etapa de su perfecció n y crecimiento. Dios nunca le amará má s de lo que
ya le ama. Nunca le amará menos de lo que le ama hoy. Cuando como padre miro a
mis hijos, no espero que mi hijo de siete añ os se comporte como uno de diecisiete.
Todavía hace desó rdenes, pero me agrado con la etapa en la que é l está en
este momento. Y Dios se agrada con su crecimiento, con la direcció n de su corazó n
que dice: “Dios, quiero voluntariamente someterme a los cambios que quieras hacer
en mi vida. Humildemente te pido que quites esos defectos de cará cter”. Dios no
comenza-
rá a cambiarle hasta que esté completamente listo para ese cambio. Eso significa
someterse voluntariamente y pedir con humildad, y cuando esté completamente listo,
é l comenzará a obrar en usted.
MEJORE LAS RELACIONES
El Camino a la Recuperació n – Parte 6

R.E.C.U.P.E.R.A.

Reconozco que no soy Dios; admito que soy incapaz de controlar mi tendencia a
hacer lo malo y que mi vida es inmanejable.

En forma sincera creo que Dios existe, que le intereso y que é l tiene el poder para
ayudarme en mi recuperació n.

Conscientemente elijo entregar toda mi vida y voluntad al cuidado y control de


Cristo.

Un auto examen y confesió n de mis faltas a Dios, a mí mismo, y a alguien en quien


confío.

Para que Dios haga todo cambio que quiera hacer en mi vida, me someto volun-
tariamente a é l y le pido humildemente que remueva mis defectos de cará cter.

EL SEXTO PASO

Evalú o todas mis relaciones, a los que me han dañ ado y


por el dañ o que he causado a los demá s, excepto cuando al
hacerlo pueda dañ arlos tanto a ellos como a otros.

“Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de mali-
cia. Má s bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdó nense mutua-
mente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo”. Efesios 4:31-32 (NVI)
I. PERDONAR A LOS QUE ME HAN DAÑ ADO

¿POR QUÉ ?
1. Porque ___________________________________.

“Que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así
como el Señ or los perdonó , perdonen tambié n ustedes”. Colosenses 3:13 (NVI)

2. Porque____________________________________.

“El preocuparse hasta la muerte con resentimiento sería algo necio, lo má s sin
sentido que hacer”. Job 5:2 (DHH)

“Te está s dañ ando solamente a ti con tu enojo”. Job 18:4 (DHH)

“Hay quienes llegan a la muerte llenos de vigor, felices y tranquilos, llenos


de prosperidad y de salud. Otros, en cambio, viven amargados y mueren sin haber
pro- bado la felicidad”. Job 21:23-25 (DHH)

3. Porque ___________________________________.

“Cuando esté n orando, si tienen algo contra alguien, perdó nenlo, para que tam-
bié n su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados”. Marcos 11:25
(NVI)

¿CÓ MO?

1. mi herida.

Haga una lista de aquellos que le han dañ ado y de lo que dijeron... pensaron...
hicieron.

2. a mi ofensor.

“¿Cuá ntas veces deberé perdonar a mi hermano, si me hace algo malo? ¿Hasta
siete? Jesú s le contestó : No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”.
Mateo 18:21-22 (DHH)
Té cnica de “la silla vacía”.

3. mi herida con la paz de Dios.

“Que gobierne en sus corazones la paz de Cristo”.


Colosenses 3:15 (NVI)

II. HACER ENMIENDAS A LAS PERSONAS QUE HE DAÑ ADO

¿POR QUÉ ?

“Asegú rense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz
amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos”. Hebreos 12:15 (NVI)

¿CÓ MO?

1. Haga una lista de aquellos a los que ha dañ ado y de lo que hizo.

¿Deudas? ¿Promesas rotas? ¿Sobreprotecció n? ¿Muy posesivo? ¿Hipercrítico?


¿Abuso verbal? ¿Abuso físico? ¿Falta de perdó n? ¿Infidelidad? ¿Mentiras?

2. Piense có mo que otros hicieran enmiendas con usted.

“Traten a los demá s tal y como quieren que ellos los traten a ustedes”. Lucas 6:31
(NVI)

.É l correcto.

“Hay un tiempo correcto y una forma correcta para hacer todo”.


Eclesiasté s 8:6 (DHH)

. La correcta.

“Profesando la verdad en el amor”. Efesios 4:15 (DHH)


. ¿Es __________________________?
“Hay quienes hieren con sus palabras, pero hablan los sabios y dan el alivio”.
Proverbios 12:18 (DHH)

“Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos”. Romanos
12:18 (NVI)

3. _ su vida.

“Ponga su corazó n en orden, diríjase a Dios ... luego enfrente al mundo otra vez,
firme y con valor. Entonces todos sus problemas desaparecerá n de su memoria, como
aguas que pasaron y que no son má s recordadas”. Job 11:13-16 (DHH)
MEJORE LAS RELACIONES
El Camino a la Recuperació n – Parte 6
Efesios 4:31-32

Estamos en el Paso 6 de nuestro Camino a la Recuperació n. Un amigo en Illinois,


Lee Strobel, colecciona correcciones de los perió dicos. Dice que las correcciones fre-
cuentemente son mucho má s divertidas que los anuncios originales. Y me dio un par
de ellas. Una dice: “En el anuncio de la otra semana, una foto mostraba unos platos
orientales muy inusuales, los cuales habían disfrutado en una fiesta un grupo de alum-
nos de intercambio de diferentes países. Mi Thi Thin es el nombre del alumno de
intercambio extranjero que estaba parado al centro de la foto. De forma incorrecta,
listamos su nombre como uno de los platos del menú . Sentimos mucho
nuestro error”. Algunas veces, en el intento de enmendar las cosas y corregir lo
incorrecto, todo sale peor. Hay otro que dice: “En un artículo reciente nos referimos
al presidente
de la Corporació n Chrysler como Lee Iacoocoo. Esto fue un error. Su nombre ver-
dadero es Lee Iacaca”. Estas personas intentan con estas correcciones hacer bien algo
en lo que se equivocaron. Y de eso se trata este paso en el Camino a la Recuperació n.
Tiene que ver con trabajar para mejorar las relaciones. Y con volver atrá s y tratar de
reparar algo del dañ o que otros nos han causado y del que nosotros hemos hecho a
otros.

Esta en la letra “E” de R.E.C.U.P.E.R.A. y el sexto paso en el Camino a


la Recuperació n: EVALÚ O TODAS MIS RELACIONES, OFREZCO PERDÓ N
A LOS QUE ME HAN DAÑ ADO Y HAGO ENMIENDAS POR EL DAÑ O
QUE HE CAUSADO A LOS DEMÁ S, EXCEPTO CUANDO AL HACERLO
PUEDA DAÑ ARLOS TANTO A ELLOS COMO A OTROS.

Este paso se basa en Efesios 4:31-32: “Abandonen toda amargura, ira y enojo, gri-
tos y calumnias, y toda forma de malicia. Má s bien, sean bondadosos y compasivos
unos con otros, y perdó nense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en
Cristo”. En este paso obviamente hay dos partes. Primero, perdonar a los que me han
dañ ado, y segundo, hacer enmiendas con las personas que he dañ ado.
¿Por qué debería dar este paso y có mo hacerlo?

I. PERDONAR A LOS QUE ME HAN DAÑ ADO


¿POR QUÉ ?
1. Porque Dios me ha perdonado. Y si Dios me ha perdonado, yo debo perdonar a
los demá s. Colosenses 3:13 dice: “Que se toleren unos a otros y se perdonen si
alguno tiene queja contra otro. Así como el Señ or los perdonó , perdonen tambié n
ustedes”. Cuando recuerdo cuá nto me ha perdonado Dios se me hace muchísimo má
s fá cil per- donar a los demá s. Nunca tendrá que perdonar a nadie má s de lo que
Dios le ha per- donado a usted. Nunca tendré que perdonar a nadie má s de lo que
Dios me ha perdo- nado a mí. Cuando le es difícil perdonar, por lo general es
porque usted no se siente perdonado. Las personas que se sienten perdonadas no
tienen muchos problemas en perdonar. Usted necesita darse cuenta que Dios le ha
perdonado para perdonar a los demá s.

2. El resentimiento no funciona. Es irrazonable, enfermizo, de ninguna ayuda. Job


5:2 dice: “El preocuparse hasta la muerte con resentimiento sería algo necio, lo má s
sin sentido que hacer”. Una necedad. É l dice que el resentimiento es una tontería por-
que es iló gico e irrazonable. ¿Causa el resentimiento que las personas hagan locuras?
Sí, es como dispararse a usted mismo, por lo tanto, dañ ará a alguien má s cuando el
arma retroceda. No funciona. Siempre se dañ a a usted mismo má s que a otra perso-
na. Eclesiasté s 7:9 (DHH) dice: “No te dejes llevar por el enojo, porque el enojo es
propio de gente necia”. Es irracional, una pé rdida de energía.
Job 18:4 señ ala: “Te está s dañ ando solamente a ti con tu enojo”. No sirve de nada.
¿Por qué ? Porque siempre se dañ a uno mismo má s que nadie má s. Cuando uno
se enoja y se resiente por alguien, no le hace dañ o a esa persona. Usted se preocupa,
se desespera, dice cosas inconvenientes que le afectan má s a usted que a los
demá s. Quizá s alguien le dañ ó hace diez, veinte, o treinta añ os y todavía está
resentido por eso. Aquello todavía lo hace sentirse miserable; sin embargo, la
persona que le causó
el dañ o ya lo ha olvidado. El resentimiento no puede cambiar el pasado, no puede
corregir el problema, no cambia a la persona, ni tan siquiera dañ a a la persona, sola-
mente le afecta a usted. Lo hace miserable. ¿Lo hace sentir mejor de alguna manera?
Nunca he hablado con alguien que haya estado resentido y que dijera: “Me
siento mucho mejor al sentir resentimiento”. La amargura solamente le hace ser
molesto e infeliz. Las personas má s infelices que conozco son las que tienen
resentimiento. Es irrazonable y no ayuda en nada.
Job 21:23-25 (DHH) dice: “Hay quienes llegan a la muerte llenos de vigor, feli-
ces y tranquilos, llenos de prosperidad y de salud. Otros, en cambio, viven amarga-
dos y mueren sin haber probado la felicidad”. Es algo enfermizo. Las investigaciones
han demostrado que la emoció n má s enfermiza que las personas han tenido es
el resentimiento. Porque es como el cá ncer que se lo come vivo, es veneno. Tiene
con- secuencias físicas. ¿Alguna vez ha dicho: “Ese muchacho es una verdadera
molestia?” Puede que sí lo sea. É l quizá s sea la causa de su molestia.
Un hombre entró al consultorio mé dico y dijo: “Necesito má s pastillas para mi
colitis”. El doctor le dijo: “Y hoy ¿con quié n está enojado?” El doctor S. I. McMillin
escribió un libro que muestra que las dos causas má s grandes de los problemas físicos
en la vida son la culpa y el resentimiento. É l dice: “No es tanto lo que come, es lo que
le come lo que le afecta”. Cuando está resentido eso simplemente le enferma. Tiene
consecuencias físicas. Tiene consecuencias emocionales. Puede llevarle a la depresió
n. Pensar en esa persona, esa novia o novio anterior, ese esposo o esposa anterior,
ese maestro que le avergonzó en la escuela, ese padre que nunca le dijo que lo amaba,
esa persona con la que estaba saliendo y de repente le dejó sin decirle nada, le quita
ener-
gía a su cuerpo. Solamente prolonga la herida. Es algo así como un suicidio emocio-
nal. Por amor a usted mismo, necesita perdonar a los que le han dañ ado.

3. Porque necesito perdó n en el futuro. Voy a necesitar perdó n para el futuro. Marcos
11:25 dice: “Cuando esté n orando, si tienen algo contra alguien, perdó nenlo, para
que tambié n su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados”. El
resenti- miento bloquea sentir el perdó n de Dios en su vida. La Biblia dice que no
podemos recibir lo que no estamos dispuestos a dar. Es peligroso seguir el modelo
de oració n
del Señ or. “Perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deu-
dores”. “Dios, perdó name así como perdono a los demá s”. ¿Realmente desea eso?
Necesita perdonar a los otros porque Dios le ha perdonado, porque el resentimiento
no funciona, y porque va a necesitar de perdó n en el futuro y no quiere romper ese
puente que tendrá que cruzar.
El perdó n es una calle de doble vía. En cierta ocasió n, un muchacho se acercó a
John Wesley y le dijo: “Nunca podré perdonar a esa persona. Nunca”. John Wesley
le replicó : “Entonces espero que nunca peques. Porque todos necesitamos lo que no
queremos dar”. No queme ese puente que necesita cruzar.

¿CÓ MO?
¿Có mo efectú o esta primera parte del Paso 6? ¿Có mo perdono a los que me dañ aron?
1. Revelo mi herida. Lo admito. Lo expreso. Lo afronto. Soy honesto. No puede
vencer esto hasta que lo admita... y eso dañ a. No sé por qué pero no queremos admi-
tir las veces que las personas que amamos nos han dañ ado. Quizá s se deba a que tene-
mos una mala concepció n de que no se puede amar a una persona y molestarse con
ella al mismo tiempo. Usted puede.
En cierta ocasió n estaba atendiendo a alguien en consejería y esa persona me dijo:
“Perdono a mis padres; hicieron lo mejor que pudieron”. Entre má s hablaba sobre eso
má s me daba cuenta de que realmente no los había perdonado. Interiormente estaba
molesta, pero insistía en que los había perdonado. Eso es negació n. Ellos no hicieron
lo mejor que pudieron. Si usted es padre, no está haciendo lo mejor que puede.
Somos imperfectos. Nadie hace lo mejor que puede. Esa es una forma de negació
n. Hasta que ella fue capaz de admitir: “No, no hicieron lo mejor que pudieron; me
trataban
de algunas maneras que eran incorrectas”, solo entonces pudo aprender a perdonar-
los. No puede perdonar lo que no quiere confesar. Admítalo y escríbalo en un papel.
Tiene algunas opciones cuando lo hieren. Puede reprimirlo, simplemente pre-
tender que no existe. Puede ignorarlo, sacá ndolo de su camino, lo que en
realidad nunca funciona porque siempre sale a flote de una manera u otra en su vida.
Lo puede desvalorizar diciendo: “No es nada; al fin y al cabo, hicieron lo mejor que
pudieron”. No, no lo hicieron. Dolió . O lo puede confesar. Simplemente admitirlo.
He tratado con personas que dicen: “Realmente me gustaría cerrar la puerta de
mi pasado. Encerrarme para que esa persona no me siga causando dañ o”. A
tales personas les digo: “Fantá stico, pero no hay un cierre sin una apertura”.
Primero debe admitirlo. Confesar y decir: “Eso duele. Fue incorrecto y me causó
dañ o”.
Entonces ¿qué hacer? Haga una lista de los que le han dañ ado, lo que dijeron, lo
que hicieron, lo que pensaron, y escríbalo, há galo en blanco y negro para que pueda
verlo. Entonces no estará resentido sobre algo confuso, sino sobre algo
específico. Piense en ese maestro que lo avergonzó o en su padre que dijo: “Nunca
logrará s nada; eres un fracaso”. Esa relació n anterior que le fue infiel. Escríbalo y
abra su corazó n.

2. Libere al ofensor. Eximo a mi ofensor. Lo dejo ir. Dejo de sostenerme en mi heri-


da. ¿Có mo hago eso? ¿Có mo libero a un ofensor? Perdoná ndole. Es la ú nica forma
de hacerlo. No espere que le pida perdó n. Há galo ya, sea que le pida perdó n o no,
porque usted lo está haciendo por su propio bien y no por el de é l. ¿Por qué ? Porque
Dios le ha perdonado, porque usted va a necesitar perdó n en el futuro y porque el
resentimiento no funciona, solamente lo hace sentirse miserable. Por lo tanto, libere
a su ofensor y perdó nele por amor a usted mismo.
Hace algunos añ os aquí en la iglesia de Saddleback había una señ ora de nombre
Judy que estaba pasando por un divorcio tremendo. Tenía un estré s bastante fuerte.
En medio del divorcio, empezó a perder la visió n de uno de sus ojos. El ojo dañ ado
comenzó a deteriorarse rá pidamente. Fue a un instituto para ojos y se hizo examinar.
Le dijeron: “Se está deteriorando; lo sentimos, no hay nada que podamos hacer”. Ella
estaba cargando todo este resentimiento y toda esa amargura. Un día, entró a la igle-
sia Saddleback. Está bamos en una de nuestras reuniones, yo estaba hablando acerca
del resentimiento y dije: “Por amor a usted mismo debe dejarlo ir. Por su propio bien,
tiene que soltar a su ofensor, no importa lo que le haya hecho. No permita que las
per- sonas de su pasado sigan hirié ndole en su presente a travé s del
resentimiento. Sué ltelo”. Ella inclinó su cabeza y dijo: “Dios, te entrego mi corazó
n y suelto a mi ofensor. Lo libero”. Salió de la iglesia y mientras caminaba por el
patio, recobró la vista. Regresó al instituto. Ellos le dijeron: “Este es un milagro.
Usted estaba ciega de
ese ojo”. Cuando ella dejó ir su resentimiento, Dios le dijo: “Quiero hacer un mila-
gro en tu vida”. Usted no se puede imaginar lo que puede pasar en su vida cuando
libere a las personas que le han herido.
¿Con qué frecuencia tengo que hacerlo? “¿Cuá ntas veces deberé perdonar a mi
hermano, si me hace algo malo? ¿Hasta siete? Jesú s le contestó : No te digo hasta siete
veces, sino hasta setenta veces siete”. É l está diciendo que el perdonar tiene que ser
una actitud continua. El perdó n no es algo que se hace una sola vez, usted dice: “Lo
perdono” y ya estuvo. No puede ser así porque esos sentimientos van a seguir llegan-
do y cada vez que tenga esos sentimientos lo tendrá que perdonar otra vez. El perdó n
no es algo de un solo tiro. Es una cuestió n repetitiva. Debe ser continuo. Jesú s dijo:
“Una y otra vez”. Y cada vez que le venga a la mente, usted debe perdonarlo otra vez
hasta que sepa que lo ha liberado por completo. Eso puede ser hasta trescientas veces,
no lo sé .
¿Có mo saber cuá ndo se ha soltado a un ofensor por completo? Cuando piense en
é l y sienta que ya no le duele. Cuando puede pedir que Dios le bendiga.
Cuando puede comenzar a ver y entender como é l ha sido dañ ado, en lugar de
enfocarse en
có mo le dañ ó a usted, porque la gente que dañ a a otros se dañ a ella misma. Así que
comience a entender su herida. Será entonces cuando sabrá que lo ha liberado. Siga
perdoná ndole, siga perdoná ndole, hasta que finalmente pueda pensar en é l y ya no le
duela. ¿Có mo perdonar en un divorcio? No puede, pero sí se puede deshacer
del dolor. Librarse de é l.
Cuando libere a un ofensor no siempre es posible, ni tan siquiera aconsejable, que
usted regrese a esa persona que le dañ ó . Las circunstancias de ellos puede que hayan
cambiado. Quizá s fueron sus padres los que le hicieron el dañ o. Quizá s ellos nunca se
dieron cuenta de lo que habían hecho como para que ahora usted regrese despué s de
cuarenta añ os y les diga: “Ustedes hicieron esto conmigo”. Eso solamente les
sor- prendería. Nunca se dieron cuenta de lo que habían hecho. Algunas
personas han cambiado. Otras se han vuelto a casar. Algunos se han ido a vivir a
otro lugar y usted
ni sabe donde está n. Otros han muerto. ¿Qué hacer en ese tipo de situaciones? Haga
uso de lo que yo llamo la té cnica de “la silla vacía”. Consiga una silla y pó ngala en un
cuarto, e imagine que esa persona está en esa silla y diga: “Necesito decirte algo. Así
es como me dañ aste” y expré selo. “De esta forma me dañ aste, de esta otra y de esta
otra. Pero quiero que sepas que te perdono porque Dios me ha perdonado y porque
el resentimiento no funciona y porque quiero obtener perdó n en el futuro. Te
libero”. Otra forma de hacerlo es escribir una carta que nunca va a poner en el
correo. “Así es como me dañ aste”. Y pone toda esa carga en la carta. Al final dice:
“Pero comenzan-
do desde hoy, te perdono, porque Dios me ha perdonado, porque el resentimiento no
funciona y porque necesitaré del perdó n en el futuro”. Y usted lo hace por su propio
bien. Libere a su ofensor para que pueda experimentar libertad.

3. Reemplazo mi herida con la paz de Dios. “Que gobierne en sus corazones la paz
de Cristo”. ¿Có mo? “Esto es algo injusto. Si lo perdono quedará sin castigo”. No, no
es así. Deje que Dios tome en sus manos la situació n. É l puede hacer un trabajo
mejor que el suyo. La Biblia dice que un día Dios va a aclarar todo y va a pedir
cuentas y a balancear las cosas, un día é l tendrá la ú ltima palabra. Así que permita
que Dios tenga
la ú ltima palabra en esto tambié n. ¿De acuerdo? É l cuidará de eso. É l es el
juez. Solamente é l. Es por eso que creo en el infierno. Jesú s habló má s del infierno
que del cielo. Si no hay infierno, entonces las personas como Hitler saldrá n impunes
y eso no
es justo, y Dios es un Dios justo. La Biblia dice que habrá un juicio. Así que
solamente libé relo y el resto del tiempo enfó quese en la paz de Dios en lugar de en
tratar de arre- glar las cosas. Permita que la paz reine en su corazó n. El hecho es que
las malas rela- ciones pueden romper su corazó n en pedazos. Simplemente lo pueden
destrozar. Pero Dios puede unir esas partes de nuevo y rodearlo y cubrirlo con su
paz.
Debe liberar a los que lo hirieron para que Dios pueda reparar su corazó n.

II. HACER ENMIENDAS CON LAS PERSONAS QUE HE DAÑ ADO


Pero este paso cuenta con una segunda parte, porque en la vida no solamente ha habi-
do personas que le han causado dañ o, sino que usted tambié n ha provocado dañ o a otros.
Por eso la segunda parte de este paso es hacer enmiendas a las personas que ha
dañ ado. ¿Es esto realmente necesario? Absolutamente.

¿POR QUÉ ?
Porque las relaciones sin resolver son la raíz de su problema y ellas impiden que
suceda la recuperació n. Así que tiene que proceder a la segunda parte de este paso.
Hacer enmiendas a las personas que usted ha dañ ado es tan importante y necesario
como liberar a la persona que le ha dañ ado. ¿Por qué ? Hebreos 12:15 dice:
“Asegú rense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz
amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos”. Lo que se está diciendo aquí
es: “La razó n por la que no puedes vencer ese há bito, ese complejo, ni librarte de esa
herida es porque todavía tienes relaciones no resueltas”. Y esas relaciones no resuel-
tas deben ser tratadas si realmente quiere seguir con su recuperació n, ser la persona
que Dios quiere que sea y disfrutar la clase de felicidad que é l suplió para que usted la
tuviera en primer lugar en su vida.

¿CÓ MO?
¿Có mo hago enmiendas a las personas que he dañ ado?

1. Haga una lista de las personas a las que ha dañ ado y lo que les hizo. Quizá s usted
diga: “No puedo recordar a nadie”. Si es que lo dijo, le voy a poner un par de ejem-
plos. ¿Hay alguien a quien le deba algo que no le ha pagado? ¿Hay alguien a quien no
le ha cumplido una promesa? ¿Hay alguien al que trata de controlar? ¿Su có nyuge?
¿Un hijo? ¿Un hermano? ¿Un empleado? ¿Un amigo? ¿Hay alguien con quien
es extremadamente posesivo? ¿Alguien con quien es extremadamente crítico? ¿Ha
abu- sado verbalmente de alguien? ¿O físicamente? ¿O emocionalmente? ¿Hay
alguien a quien no ha apreciado o no le ha puesto atenció n o a quien no le ha
recordado un ani- versario? ¿Hay alguien a quien le ha sido infiel? ¿Le ha mentido
a alguien? ¿Es esto suficiente para comenzar o necesito continuar? Haga una lista de
aquellas personas a quienes ha dañ ado y lo que les hizo.

2. Piense có mo le gustaría que alguien hiciera enmiendas con usted. Lucas 6:31 dice:
“Traten a los demá s tal y como quieren que ellos los traten a ustedes”. Así que deté
n- gase y piense: “Si alguien llegara y me pidiera disculpas ¿có mo me gustaría
que lo hiciera?” Y há galo de esa manera. Hay tres asuntos que necesita observar:
1. Tiempo. Eclesiasté s 8:6 dice: “Hay un tiempo correcto y una forma
correcta para hacer todo”. Usted no va y simplemente le suelta una bomba a
alguien. No se acerca a alguien cuando va saliendo de prisa de su casa o cuando está
durmiendo y le dice: “Por cierto tengo algo que arreglar con usted”. Lo hace de
acuerdo con el tiem-
po de esa persona. No cuando sea el mejor tiempo para usted sino cuando sea el mejor
tiempo para ella.

2. Actitud. Tiene que tener la actitud correcta. Efesios 4:15 dice: “Profesando la
verdad en el amor”. ¿Có mo le gustaría que alguien le pidiera disculpas? En privado,
con humildad, con sinceridad, simplemente diciendo que lo que hicieron fue inco-
rrecto, sin presentar ninguna justificació n por lo ocurrido, sin excusas ni hablar de lo
que usted hizo, solamente asumiendo la responsabilidad. Puede que la otra persona
haya sido parte del problema, pero usted solamente está tratando de aclarar la parte
que le corresponde de la situació n. No trate de justificar sus acciones. Enfó quese en
lo que le corresponde de la situació n y no espere nada a cambio por parte de la per-
sona con quien está tratando de hacer enmiendas.
Restituya cuando sea posible. Si le han prestado algo y no lo ha devuelto, devué l-
valo. Si le debe a alguien, pá guele. La primera vez que di este paso, tenía diecisiete
añ os. Una de las cosas de mi lista era regresarle dinero a mi hermana, el cual yo había
robado para comprar un á lbum de Jimmy Hendrix. No quería hacerlo, pero lo hice.
Tenía una lista y fui a hacer enmiendas para que no hubiera secretos vergonzosos sin
confesar. Así que pude llegar a un punto en mi vida donde me puedo parar hoy y
decir:
“Amigos, no tengo nada que esconder. No soy perfecto, pero todas las cosas que he
hecho las he reparado, he hecho enmiendas por eso”. Eso le da libertad y confianza.
Hay en la Biblia un hombre llamado Zaqueo. Jesú s vino a su casa. É l era un recau-
dador de impuestos para el Imperio Romano. En esos días los recaudadores de impues-
tos cobraban una determinada cantidad, le entregaban menos a Roma, y ellos se que-
daban con lo restante. Así le robaban al pueblo, por lo que el pueblo los odiaba. Jesú s
escogió a Zaqueo para ir a su casa y la vida de este cambió cuando conoció a Cristo.
Dijo: “Señ or, voy a devolver cuadruplicado todo lo que he robado”. Jesú s lo miró
y dijo: “La salvació n ha llegado a este hombre”. É l era un verdadero cristiano. É l
estaba dispuesto a poner su dinero donde estaba su boca. É l restituyó donde fue
necesario.
Nota: Entre má s seria es su ofensa, menos probable es que pueda restituirla. Hay
algunas cosas que ha quitado a otros que no podrá restaurar. Pero no subestime el
pedir una disculpa sincera. Lo que tiene que hacer es ir a esa persona en el tiempo
correcto, con la actitud correcta, y decirle: “Lo siento, estaba equivocado, no merezco
su perdó n, pero ¿hay alguna forma en que pueda enmendar mi error?” Y lo deja así.

3. ¿Es apropiado? Proverbios dice: “Hay quienes hieren con sus palabras,
pero hablan los sabios y dan el alivio”. Otra vez, hay algunas situaciones donde no
sería sabio contactarse con la persona que usted ha dañ ado. Recuerde que lo que
caracteri-
za este paso es “excepto cuando al hacerlo pueda dañ ar a dichas personas o a otras”.
En algunas situaciones no va a desear volver a estas personas porque eso solamente
abriría un gran pote de gusanos y probablemente haría de la situació n algo peor. Se
podría dañ ar a alguien inocente. Por ejemplo, no sería buena idea ir donde una anti-
gua novia que ahora está casada. O donde un novio. Usted no querrá hacer eso. Hay
personas inocentes a las que se podría causar algú n dañ o innecesariamente. En casos
como estos, se recomienda el uso de la té cnica de la silla vacía. O escribir una carta
que nunca va a mandar. Romanos 12:18 dice: “Si es posible, y en cuanto dependa de
ustedes, vivan en paz con todos”.

4. Reenfocar su vida. Reenfoque su vida haciendo la voluntad de Dios y comen-


zando hoy en sus relaciones. De eso se trata la recuperació n. Una persona de nuestra
familia en Saddleback que ha estado comenzando este proceso de recuperació n
es Rebecca Hanson. He aquí su testimonio.
Rebecca: Crecí en una casa donde no fui deseada. Mis padres tenían dos niñ os de
uno y dos añ os, y mi mamá no estaba esperando ni a mi hermana gemela ni a mí. No
fui deseada y me lo decían. Mientras crecía escuchaba cosas como: “No eres buena,
nunca logrará s nada, nunca será s una buena esposa, ojalá nunca hubieras nacido”.
Mis padres eran alcohó licos. Mi mamá tambié n tenía un problema de desorden
alimenticio.
Mi papá era un hombre de mal genio que siempre me estaba pegando. Cuando niñ a,
mi primera emoció n fue el temor. Lo que má s deseaba era amor y aceptació n. Luego
desa- rrollé un desorden alimenticio. A los veintitré s añ os pesaba ochenta y nueve
libras.
Fue en ese tiempo que invité al Señ or para que tomara el control de cada á rea de
mi vida. Una de sus primeras amorosas respuestas fue que trajo a mi vida a mi esposo
Glen, quien literalmente me amaba. Se me ha dicho que soy una “niñ a milagro” y mi
respuesta a las personas que dicen eso es: “El milagro en mi vida es Jesucristo”. É l me
ha traído un gozo enorme, y eso sucedió hace once añ os.
Tuve un par de añ os de consejería y Dios me condujo por un largo camino de
sanidad en diferentes á reas de mi vida. Me bendijo con gran gozo al darme dos hijos
bellísimos y estoy feliz de decir que tengo un matrimonio fuerte y saludable, por lo
que estoy muy agradecida. Dios es mi fuente de fortaleza y su Palabra es la fuente de
descanso para mi vida. Sé que Dios aú n no ha terminado conmigo. He tenido recuer-
dos dolorosos que he ocultado por mucho tiempo y pensaba que eran
demasiado horribles como para compartirlos, hasta que llegué a este momento de mi
vida. Hace dos añ os vine a Saddleback y leí acerca de Celebremos la Recuperació n, supe
que quería
ir pero estaba verdaderamente asustada de que al quitarme la má scara y revelar mi
vida, la gente no me aceptaría y no me amaría. Lo que encontré cuando di ese primer
paso no fue rechazo sino personas que estaban llenas de amor, gente muy valiente,
lle- nas de á nimo y expectativa. Celebremos la recuperació n es un lugar donde puedo ir
y no solamente compartir mi dolor sino que puedo dar a otros escuchando su dolor
tam-
bié n. Es un lugar donde compartimos nuestras cargas y nos ayudamos para hacerlas
menos pesadas. Es un acto para obtener fortaleza y poder afrontar un día a la vez.
Tambié n es un tiempo para unirnos el viernes por la noche y celebrar nuestras victo-
rias. Le animo a dar ese primer paso.
He aquí el punto: En tanto usted se enfoque en alguien contra quien tiene algú n
tipo de resentimiento le está permitiendo a esa persona controlarlo. Algunos de
ustedes todavía está n permitiendo que personas del pasado les controlen el presente.
En tanto sienta resentimiento, ellos le controlará n. Si sigue con ese
resentimiento terminará parecié ndose a la persona contra la cual guarda rencor. Sí, así
es como funciona esto. Se dice: “Nunca seré como mi papá ”, pero en lo que usted se
enfoca es lo que llegará a ser.

La buena noticia es esta: Dios quiere tratar con todo ese lío de relaciones en su
vida pero é l sabe cuá ndo usted podrá manejar la situació n, de modo que va
quitando una capa a la vez. Cuando usted se vuelve un creyente y da el Paso 3, se
quita una capa.
Y mientras pasa el tiempo, Dios quiere seguir tratando con usted, obrando en usted,
liberá ndole de sus heridas, há bitos y complejos. Hoy es otro día, otro paso. Perdono
a los que me han dañ ado y hago enmiendas con los que yo he dañ ado. Dios comien-
za a reciclar toda la basura del problema de relaciones en mi vida y a usarla para bien.
Así ocurre con el reciclaje de basura. Dios quiere reciclar la basura emocional en su
vida y sacar algo bueno de eso.
¿Có mo lo hace? Job 11:13-16 dice: “Ponga su corazó n en orden, diríjase a Dios
... luego enfrente al mundo otra vez, firme y con valor. Entonces todos sus problemas
desaparecerá n de su memoria, como aguas que pasaron y que no son má s recorda-
das”. Note que hay tres pasos para reenfocar su vida:

1. Entregue su corazó n. Libere y perdone.


2. Busque a Dios. Reciba a Cristo en su vida. Diga: “Jesucristo, Dios, ven a mi
vida”. Busque a Dios. No puede fabricar suficiente perdó n para todas las veces que
vaya a ser herido en el mundo. Simplemente no lo tiene. El perdó n humano se des-
vanece. Usted necesita conectarse a Jesucristo para que é l le dé diariamente el perdó n
que necesita para ir soltando cada día y finalmente liberarlo completamente. Busque
a Dios y é l le dará el perdó n que usted pensó que no podía dar.
3. Enfrente al mundo otra vez. No lo abandone, no se esconda en una concha,
tome decisiones, decida vivir, diga: “Ya no soy una víctima”. Y comience a mirar
hacia delante.
Observe lo que sucede cuando da estos tres pasos:
Todos sus problemas desaparecerá n de su memoria. ¿No le gustaría ser libre
de toda esa basura de relaciones? Ese es el propó sito del Paso 6. Le desafío a dar ese
paso conmigo hoy.
MANTENGA EL IMPULSO
El Camino a la Recuperació n – Parte 7
R.E.C.U.P.E.R.A.

Reconozco que no soy Dios; admito que soy incapaz de controlar mi tendencia a
hacer lo malo y que mi vida es inmanejable.

En forma sincera creo que Dios existe, que le intereso y que é l tiene el poder para
ayudarme en mi recuperació n.

Conscientemente elijo entregar toda mi vida y voluntad al cuidado y control de


Cristo.

Un auto examen y confesió n de mis faltas a Dios, a mí mismo, y a alguien en quien


confío.

Para que Dios haga todo cambio que quiera hacer en mi vida, me someto volun-
tariamente a é l y le pido humildemente que remueva mis defectos de cará cter.

Evalú o todas mis relaciones, ofrezco perdó n a los que me han dañ ado y hago
enmiendas por el dañ o que he causado a los demá s, excepto cuando al hacerlo pueda
dañ arlos tanto a ellos como a otros.

RECAÍDA: Retroceder a un patró n autodestructivo

Có mo sucede
Complacencia
Confusió n
Compromiso
Catá strofe

I. ¿QUÉ PUEDE CAUSAR UNA RECAÍDA?


1. Volver a ___________________________.

“¡Có mo pueden ser tan necios! Comenzaron por el Espíritu de Dios. ¿Quieren
ahora terminar por su propio poder?” Gá latas 3:3 (DHH)
“No será por la fuerza ni por ningú n poder, sino por mi Espíritu —dice el Señ or
Todopoderoso”. Zacarías 4.6 (NVI)

2. Ignorar _______________________________.

“¡Estaban yendo tan bien! ¿Quié n les obstaculizó de obedecer la verdad?” Gá latas
5:7 (DHH)

3. Tratar de recuperarse ______________________.

“Má s valen dos que uno, porque obtienen má s fruto de su esfuerzo. Si caen, el uno
levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante!”. Eclesiasté s 4:9-10 (NVI)

“No nos demos por vencidos de ese há bito de reunirnos”. Hebreos 10:25 (DHH)

4. Volverse __________________________________.

“Al orgullo le sigue la destrucció n; a la altanería, el fracaso”. Proverbios


16:18
(NVI)

“Si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer”. 1 Corintios 10:12
(NVI)

II. CÓ MO PREVENIR UNA RECAÍDA


EL SÉ PTIMO PASO

Reservo un con Dios para una auto evaluació n, lectura de


la Biblia y oració n, para conocer a Dios y su voluntad para mi vida y obtener

para hacerlo.

“Vigilen y oren para que no caigan en tentació n. El espíritu está dispuesto, pero el
cuerpo es dé bil”. Marcos 14:38 (NVI)

1. Evaluació n

“Examínense ... prué bense a sí mismos”. 2 Corintios 13:5 (NVI)

“Hagamos un examen de conciencia y volvamos al camino del Señ or”. Lamentaciones


3:40 (NVI)

¿Qué tipo de evaluació n?


Física
Emocional
Relacional
Espiritual

“Cada cual examine su propia conducta; y si tiene algo de qué presumir, que no
se compare con nadie”. Gá latas 6:4 (NVI)

¿Cuá ndo evaluar?

_______________________________.
_______________________________.
_______________________________.

2. Meditació n
“_______________________ lo suficiente para escuchar a Dios”.

“Dichoso el hombre ... que en la ley del Señ or se deleita, y día y noche medita en
ella. Es como el á rbol plantado a la orilla de un río que ... da fruto y sus hojas jamá s
se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera! Salmo 1:1-3 (NVI)

“He guardado tus palabras en mi corazó n para no pecar contra ti”. Salmo 119:11
(DHH)

3. Oració n
“Así es como deben orar: Padre nuestro que está s en el cielo; que tu santo nom-
bre sea honrado; que venga tu reino; que tu voluntad sea hecha en la tierra como en
el cielo. Danos hoy el alimento que necesitamos. Perdona nuestros pecados,
como nosotros perdonamos lo que otros nos han hecho. No nos lleves a ser
tentados, sino guá rdanos a salvo del enemigo”. Mateo 6:8-13 (DHH).
MANTENGA EL IMPULSO
El Camino a la Recuperació n – Paso 7
Marcos 14:38

En las ú ltimas semanas hemos venido hablando de salir de la oscuridad, exponer


nuestros problemas a la luz del amor de Dios y ver có mo é l sana esos há bitos, esas
heridas y esos complejos que arruinan nuestras vidas. Hemos participado en esta serie
del Camino a la Recuperació n por siete semanas y muchos de ustedes está n viendo
gran- des cambios en sus vidas. He recibido cientos de cartas, notas, tarjetas de
personas contá ndonos de los cambios que está n haciendo en sus vidas por medio de
esta serie.
¡Eso es tremendo!
Pero hoy quiero hablar acerca de có mo mantener su recuperació n. Có mo no per-
der el progreso que está haciendo en su vida cristiana.
El hecho es este: el crecimiento no es algo fá cil. El Camino a la Recuperació n es
irregular. Es algo así como dos pasos adelante y uno atrá s. No es fá cil. Usted tiene
problemas y retrocede a modelos auto destructivos. A eso se le llama recaída. El alco-
hó lico regresa a la bebida. El que come mucho vuelve a aumentar de peso. El aposta-
dor regresa al casino. El adicto al trabajo vuelve a saturar su horario.
Tendemos a repetir los modelos de nuestro pasado. Es bien fá cil resbalarse en esas
antiguas heri- das, antiguos há bitos y viejos complejos.
Hoy quiero que veamos lo que causa una recaída, có mo mantenerse (que es el
Paso 7 en El Camino a la Recuperació n) y có mo evitarla.
En primer lugar, quiero que entienda que las recaídas suceden en un patró n muy
predecible.

El primero es la complacencia. Usted comienza a sentirse có modo con pequeñ as vic-


torias. Comienza a decir: “No necesito má s ayuda, mi dolor se ha reducido. No se ha
eliminado, pero se ha reducido y puedo vivir con é l. Así que ya no necesito ir a los
grupos. Ya no necesito trabajar los pasos. No necesito un consejero o un mentor”. Y
comienza a ser complaciente.

El segundo es la confusió n. Es cuando comienza a racionalizar, diciendo: “Quizá s no


fue tan mal despué s de todo. El problema realmente no era tan grande, lo
puedo manejar por mí mismo”. Y así, comienza a olvidar cuá n malo era.
El tercero es el compromiso. Regresa al lugar de la tentació n, a la situació n de riesgo
que lo metió en problemas: el bar, el centro comercial, la discoteca o lo que
sea. Regresa a ese lugar. Como el apostador que dice: “Vamos a Las Vegas,
solamente veremos el espectá culo”. Comienza a comprometerse.

La catá strofe se produce cuando usted cede al há bito anterior. Se abre la


antigua herida y el odio, el resentimiento o el antiguo complejo vuelven. Usted
necesita entender que el colapso no es la recaída. La catá strofe no se produce
cuando ocurre
la recaída; esta comenzó mucho antes. La catá strofe es simplemente el resultado de
un patró n determinado.
¿Por qué retrocedemos? ¿Por qué , aun sabiendo qué camino seguir y qué es lo
correcto que tenemos que hacer, tendemos a retroceder de lo que sabemos que está bien?

I. ¿QUÉ PUEDE CAUSAR UNA RECAÍDA?


1. Volver a la fuerza de voluntad. Gá latas 3:3 dice: “¡Có mo pueden ser tan necios!
Comenzaron por el Espíritu de Dios. ¿Quieren ahora terminar por su propio poder?”
Comenzaron confiando en Dios. El Paso 1 es: “Soy incapaz de cambiar”, el Paso 2 es:
“Dios tiene el poder”, y el Paso 3 es: “Lo entrego a Dios”. Usted permite que Dios
haga los cambios en su vida pero luego de un tiempo comienza a pensar:
“Soy yo quien está haciendo esto, yo estoy haciendo los cambios. Es mi poder”. Y
recurre a la buena y vieja fuerza de voluntad, y eso no funciona. Consigue unos pocos
logros y de repente piensa que tiene todo el poder, todo el conocimiento, y que
puede manejarlo todo. Es como la señ ora que fue a Nueva York y subió a un
apartamento en un piso veintitré s, tocó la puerta y una joven muy hermosa abrió la
puerta, el incienso flota-
ba por el cuarto, la mú sica sonaba. La joven lucía una vestimenta exó tica y tocaba unas
campanitas, y dijo: “¿Está aquí para ver al gran Bagone... el que todo lo sabe, todo lo
ve, todo lo dice, todo lo entiende, el que está en el control de todo?” La señ ora le
con- testó : “Sí, dígale a Sheldon que su mamá está aquí”. Todos necesitamos de
alguien que nos recuerde que somos Sheldon. Todos necesitamos de alguien que
nos diga: “¿A quien engañ as? Tú eres tú ”. Y Dios dejará que recaiga y recaiga y
recaiga hasta que
sé dé cuenta que no puede hacerlo por usted mismo. É l simplemente lo dejará caer
cien, doscientas, trescientas veces hasta que diga: “Dios, no puedo hacerlo”. Zacarías
4:6 dice: “No será por la fuerza ni por ningú n poder, sino por mi Espíritu —dice el
Señ or Todopoderoso”. Solamente Dios tiene el poder para quitar esos defectos.
Si usted regresa a la fuerza de voluntad, va a recaer. Si está pensando: “Solo voy a
inten- tarlo má s arduamente”, olvídelo.
2. Ignorar uno de los pasos. Nos apresuramos. Tratamos de avanzar rá pidamente en
los pasos, quizá s desee saltarse uno difícil, diciendo: “No creo que necesite la parte de
hacer enmiendas; podría tener una recuperació n parcial”, y nos saltamos ese día que
dice: “Vuelva a la gente que ha dañ ado”. No, usted necesita dar todos los pasos o el
proceso no funciona. Y necesita seguir lo que la Biblia ha dicho que son los principios
para la vida. No hay atajos en la recuperació n. No se metió en este lío de la noche a la
mañ ana; tampoco va a salir de eso en un solo paso. Necesita dar todos los
pasos.
“¡Estaban yendo tan bien! ¿Quié n les obstaculizó de obedecer la verdad?”, dice el
Señ or. Así es que, sigan trabajando en los pasos, mantenga su impulso, permanezcan
en los fundamentos.

3. Tratar de recuperarse sin ayuda. “Voy a mejorar por mí mismo. No necesito la


ayuda de nadie má s”. Con eso, usted está propiciando una recaída. “Voy a
escuchar estas predicaciones, no voy a ir a consejería, no voy a ir a Celebremos la
Recuperació n,
no voy a asistir a un grupo pequeñ o; escucharé estos mensajes y mejoraré por
mí mismo”. Está equivocado. No funciona de esa forma. “Má s valen dos que uno,
por- que obtienen má s fruto de su esfuerzo. Si caen, el uno levanta al otro. ¡Ay del
que cae
y no tiene quien lo levante!” No puede vencer este problema solo. Si pudiera, ya lo
hubiera hecho. Pero no puede, así que no lo hará . Cuando sea tentado y las
cosas vayan mal, ¿a quié n va a llamar? El gran teó logo Bill Withers dijo: “Todos
necesita- mos a alguien en quien apoyarnos”. Efectivamente. Todos necesitamos a
alguien que nos dé su apoyo y necesitamos ayuda. Y usted no lo va a lograr si no
tiene esas rela- ciones. Hebreos 10:25 dice: “No nos demos por vencidos de ese há
bito de reunirnos”. Puede ver algunos resultados en su vida sin involucrarse con
otros y dar estos pasos; puede dar estos pasos por usted mismo y tambié n verá
algunos pocos resultados, pero
no puede lograr una recuperació n duradera sin relaciones. La raíz de su problema es
relacional. Puede salir y practicar estas cosas por usted mismo y no involucrarse con
nadie má s. Funcionará por un tiempo pero no funcionará a largo plazo, y recaerá .
Lo garantizo. Es como manejar un carro a cincuenta y cinco millas por hora y quitar
las manos del timó n. No va a chocar inmediatamente pero inevitablemente sucederá
.Y
si no tiene ayuda cuando la tentació n viene y luego no sabe có mo hacer lo correcto,
¿quié n le va a ayudar a hacer lo correcto? Si cae, ¿quié n estará allí para ayudarle?
Para evitar una recaída, necesita obtener ayuda en su vida. Porque por la negació n
frecuentemente no puede ver sus propios problemas. Así que unos a otros tenemos que
servirnos como espejos. Ese es el valor de los testimonios y las historias que hemos
esta-
do teniendo. Cuando usted comparte su historia, veo algo de mí mismo reflejado en
ella. Nunca me hubiera visto a mí mismo en su historia si usted no la hubiese
compartido. Y cuando yo la comparto, veo parte de usted en mí. Cuando alguien
comparte un testi- monio trae sanidad a sí mismo y esperanza para otras personas.

4. Volverse orgulloso. Muchas veces somos orgullosos, demasiado confiados.


Decimos: “Soy fuerte. Ya supere esta herida. Ya vencí este há bito. Los he perdonado,
he cerrado la puerta”. Proverbios 16:18 dice: “Al orgullo le sigue la destrucció n; a la
altanería, el fracaso”. Usted necesita ser humilde o se tambaleará . El hombre arro-
gante eventualmente quedará expuesto. Recuerde la lecció n de la ballena:
Cuando llega a la cumbre y está lista para soplar, allí es cuando es arponeada. El
orgullo nos lleva a toda clase de problemas. El orgullo siempre nos prepara para
una caída. Nos ciega y no vemos nuestras debilidades. Nos impide buscar ayuda.
No nos deja hacer enmiendas a otras personas. Nos aleja de dar todos los pasos
completamente. El mayor problema con el orgullo es que nos hace culpar a otros
por nuestros propios problemas. Decimos: “No es mi problema”. Y es el orgullo el
que habla. Le echa la culpa a alguien má s. Como el muchacho que fue al psiquiatra y
dijo: “Creo que tengo
un problema”. El siquiatra le contestó : “Voy a mostrarle algunos dibujos, dígame lo
que son y luego le diré cuá l es el problema”. Le mostró un cuadrado. El muchacho
dijo: “Veo la ventana de un apartamento y adentro hay una pareja teniendo intimi-
dad”. Luego el siquiatra le mostró un círculo. El muchacho dijo: “Veo una playa blan-
ca maravillosa, y el círculo es una sombrilla de playa, y bajo esa sombrilla hay una
pareja teniendo intimidad”. Luego, le mostró un triá ngulo. El muchacho dijo: “Veo
una hermosa reservació n y esa es una tienda india y adentro hay una pareja teniendo
intimidad”. El siquiatra entonces le dijo: “No tenemos que ir má s allá , usted
está obsesionado con el sexo”. El muchacho replicó : “¿Yo obsesionado con el sexo?
Usted
es el que está mostrando esos dibujos obscenos”. No es mi problema, es el problema
de alguien má s. El orgullo nos provoca culpar a otros. En 1 Corintios 10:12 leemos:
“Si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer”. El secreto de una recu-
peració n que perdura es vivir con humildad. Es la mejor protecció n para una recaída.
No ser orgulloso, ni pensar que lo tiene todo bajo control. “Estoy tratando de que
todo salga bien pero no puedo tenerlo todo bajo control. Estoy tratando de que todo
salga bien”. Y así vive en un constante estado de humildad en su vida. Esa es la mejor
protecció n.
¿Recuerda hace algunos añ os, antes de que la Unió n Sovié tica se
desintegrara,
cuando un joven alemá n violó en su avioneta el espacio aé reo sovié tico y aterrizó en
la Plaza Roja en Moscú ? El espacio aé reo má s resguardado del mudo y un
simple muchacho vuela justo dentro de é l. Esa es una pará bola de la vida. Significa
que su debilidad má s grande es frecuentemente una fortaleza sin defensa. Usted dice:
“Tengo todo bajo control”. “Si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no
caer”. “No,
mi matrimonio nunca se va a desintegrar”. Cuidado. “Nunca me haré adicto a nada”.
Cuidado. “Si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer”. Porque
a menudo el á rea en que usted piensa que es má s fuerte está sin defensa y es allí
donde
va a llegar el avió n y aterrizará exactamente en medio de ella.

II. ¿CÓ MO PREVENIR UNA RECAÍDA?


Con mantenimiento. Mantenga esos pasos de los que hemos hablado. El Paso 7
es el paso del “mantenimiento”: RESERVO UN TIEMPO DIARIO CON
DIOS PARA UNA AUTO EVALUACIÓ N, LECTURA DE LA BIBLIA Y
ORACIÓ N, PARA CONOCER A DIOS Y SU VOLUNTAD PARA MI VIDA
Y OBTENER EL PODER PARA HACERLO.
Este paso está basado en Marcos 14:38: “Vigilen y oren para que no caigan en ten-
tació n. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es dé bil”. Lo que aquí se está dicien-
do es que es natural en el ser humano el tener una recaída, el volver a las cosas que
nos afectan aunque sabemos que nos arruinan. Es natural en el ser humano dejar que
los problemas del pasado nos vuelvan a visitar, que viejas heridas y complejos regre-
sen a perseguirnos. Así que Dios dijo necesitamos tener algunos guardianes. Y de eso
es de lo que trata este paso. Hay tres guardianes que le ayudará n a mantener su recu-
peració n.

1. Evaluació n. En 2 Corintios 13:5 dice: “Examínense ... prué bense a sí mismos”.


En Lamentaciones 3:40 leemos: “Hagamos un examen de conciencia y volvamos al
camino del Señ or”.¿Qué es lo primero que examinamos? ¿Y cuá ndo?

¿Qué tipo de evaluació n debemos hacer? Hay cuatro clases de inventarios:


a) El inventario físico. Usted se hace la pregunta: “ ¿Qué me está diciendo mi cuer-
po?” Su cuerpo es un baró metro de lo que está sucediendo dentro de usted. ¿Tiene
los mú sculos tensos? ¡Adivine qué ! Usted está bajo estré s. ¿Tiene dolor de cabeza o
dolor de espalda? ¿Qué le está diciendo eso a usted? Su cuerpo es un baró metro, una
luz de advertencia de que quizá s algo está mal y, por lo tanto, perió dicamente necesi-
ta detenerse, quizá s a mitad del día, y decirse: “¿Qué me está diciendo mi cuerpo?
¿Tengo hambre? ¿Estoy cansado? ¿Estoy fatigado? ¿Estoy completamente estresa-
do?” Estas son algunas señ ales de que quizá s algo esté fuera de línea.

b) El inventario emocional. ¿Qué estoy sintiendo en este momento? ¿Estoy permi-


tiendo que mis verdaderos sentimientos salgan a la superficie? ¿O simplemente los
estoy reprimiendo? Reprimir sus verdaderos sentimientos es como agitar una botella
de Coca Cola sin quitarle la tapa; al final va a salir. Usted debe hacer lo que yo llamo
un chequeo de corazó n (HEART, en inglé s).

H ¿Estoy herido? Si se siente herido y no lo admite y trata con eso, se volverá un


problema y afectará todo lo que realiza.
E ¿Estoy exhausto?
A ¿Estoy afectado por el enojo?
R ¿Estoy resentido con alguien?
T ¿Estoy tenso? ¿Ansioso? ¿Temeroso?

c) El inventario relacional. ¿Estoy en paz con todos? Si no lo está , ese


conflicto interno va a hacerle atrasarse, lo mantendrá lejos de su recuperació n.
Hay algunas personas a su alrededor con las cuales usted obviamente sabe cuá ndo
está teniendo conflicto. Pero hay otras personas que se encuentran a muchos kiló
metros de distan- cia. ¿Se había dado cuenta de que ha venido permitiendo que
algunas personas vivan
en su mente sin pagar la renta? Tía Berta le causó un dañ o hace quince añ os y ella vive
a miles de kiló metros de distancia. Usted se levanta pensando en ella. Le está permi-
tiendo vivir en su mente gratis. Sigue preocupado por lo que ella le hizo hace quince
añ os. Tía Berta lo está controlando. Tiene que librarse de eso. Pregú ntese: “¿Hay
alguien que esté ocupando mi mente? ¿Estoy aferrá ndome a alguna herida?”

d) El inventario espiritual. ¿Estoy confiando en Dios momento a momento?


Cuando usted hace un inventario en su trabajo, como en una tienda, no solamen-
te mira las frutas que está n malas, tambié n mira las cosas que está n bien. Cuando hace
un inventario usted querrá decir: “¿Qué hay de bueno en mi vida?” Celebre
cualquier logro, por pequeñ o que sea. “Dije la verdad por lo menos una vez hoy”.
“Estropeé algo dos veces, pero una vez lo hice bien”. “Al fin no quise ser egoísta en
esa situa-
ció n”. Celebre, no importa cuá n pequeñ o sea el progreso. Lo importante es que está
progresando.
Usted hace una evaluació n. Celebra sus é xitos y confiesa sus fracasos, pero debe
estar agradecido por lo que ha hecho. “Cada cual examine su propia conducta; y si
tiene algo de qué presumir, que no se compare con nadie”. Al hacer este inventario se
sentirá honestamente orgulloso: “Me siento orgulloso de lo que Dios está haciendo
en mi vida. Estoy agradecido de que Dios esté actuando y estoy viendo progresos en
mi vida”.

¿Cuá ndo debo hacer mi evaluació n? La evaluació n es como una limpieza de la casa.
Hay tres formas en las que puede limpiar una casa.
Algunos son extremadamente ordenados. Son limpiadores instantá neos,
viven con la aspiradora de polvo en la mano. Caminan tras sus hijos limpiando
todo tras ellos. Como esos camareros en los restaurantes que se llevan su plato
antes de que usted haya terminado de comer.
Otros limpian la casa al final del día. Miran por toda la casa, recogen todo, hacen
una limpieza diaria, y tratan que todo esté en su lugar.
Otros, limpian todo una vez al añ o, ya sea que la casa lo necesite o no lo necesi-
te. Algo así como una limpieza de primavera.
Estas son las mismas formas en que puede hacer un inventario.
Primero. Haga un inventario “punto de chequeo”. A cualquiera hora del día, cuan-
do comience a sentir que la presió n crece, pregú ntese: “¿Qué me está diciendo mi
cuerpo? ¿Qué dicen mis emociones? ¿Estoy a tono con Dios en este momento?
¿Tengo algú n conflicto relacional?” Trate con eso inmediatamente, porque entre má s
postergue un problema, peor se vuelve. Necesita aprender a hacer lo que yo llamo un
“respiro espiritual”. Así como el respirar es natural, es necesario tambié n un respiro
espiritual. Este tiene lugar cuando se ha hecho algo mal, pero inmediatamente con-
fiesa su pecado, lo exhala y respira el amor de Dios: “Recibo tu perdó n”. Eso es un
respiro espiritual. Necesita aprender a hacer eso momento a momento todos los días.
Usted puede tener respiros espirituales las veces que sea necesario. Rinda
siempre cuentas a Dios. No permita que esos pecados se acumulen. Si rinde siempre
cuentas
a Dios, cuando tenga que hacer en el Paso 4 su inventario moral, este no será
tan extenso, porque ha estado rindiendo cuentas. ¿Con qué frecuencia saca la basura
de
su casa? Si deja que se acumule, muy pronto su casa comenzará a oler mal. Usted tiene
que sacarla. Su vida comienza a tener mal olor si usted no trata con la basura que hay
en ella momento a momento. Así que el tiempo para un inventario de “punto de che-
queo” es cuando usted lo necesite.
Segundo. Revisió n diaria. Al final del día encuentre un lugar quieto y revise su día,
confiese sus fracasos, celebre sus victorias, observe su día.
Tercero. Chequeo anual. Así como una limpieza de primavera. Salga por un día,
haga un inventario moral, tome un tiempo a solas para analizar su vida. Vea si todo
está en orden, priorice las cosas en su vida.

2. Meditació n. Meditar es una muy buena palabra bíblica que ha sido adoptada por
mucha gente. Significa simplemente detenerse lo suficiente para escuchar a Dios. Eso
es todo. Las ocupaciones ahogan la recuperació n y el crecimiento. Este es el secreto
de la fortaleza espiritual, y me he dado cuenta de que Sataná s no lucha con nada tan
fuerte como con este asunto en mi vida. É l trata que no tenga tiempo a solas con
Dios, que no tenga un tiempo en silencio. Sataná s tiene tres herramientas que
utiliza: el ruido, las multitudes y la prisa. Esas tres cosas lo alejan de escuchar a
Dios diaria- mente.
El Salmo 1:1-3: “Dichoso el hombre ... que en la ley del Señ or se deleita, y día y
noche medita en ella. Es como el á rbol plantado a la orilla de un río que ... da fruto y
sus hojas jamá s se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera! La llave para el crecimien-
to es tener raíces bien profundas en la Palabra de Dios, y la forma en que puede tener
estas raíces es meditando en la Biblia con seriedad, pensando acerca de lo que lee en
ella por unos minutos y luego pensando en lo que eso significa en su vida.
Eso es meditar, decir: “¿Có mo puedo aplicar su Palabra a mi vida?” Cuando hace
eso, é l dice:
“Es como el á rbol plantado a la orilla de un río que ... da fruto y sus hojas jamá s se
marchitan”. Usted no tiene una recaída.
Nos necesitamos unos a otros y necesitamos la Palabra de Dios para ayudarnos a
mantenernos en el Camino a la Recuperació n. Vea el beneficio. É l dice: “Si
meditas, tendrá s é xito en todo lo que hagas”. É xito. ¿Le gustaría tener é xito en
todo lo que hace? Dios dice: “Simple, solo medita en la Palabra”. Ese há bito le
ayudará a cono-
cer lo correcto que debe hacer y entonces todo le saldrá bien.
Como el pastor que vio a un miembro de su iglesia terriblemente preocupado y
le preguntó : “¿Qué ha pasado?” El hombre le respondió : “No lo va a creer, pero mi
vida está hecha pedazos”. Y le contó que había perdido todos sus ingresos; que por
eso mismo su esposa lo estaba dejando; sus hijos andaban en drogas; lo habían
despedido
del trabajo. Su vida era un verdadero desastre. El pastor le dijo: “Si usted consigue
una Biblia y medita en ella, Dios dice que le hará tener é xito”. Este hombre creyó en
esas palabras. El pastor añ adió : “Vaya y abra su Biblia, ponga su dedo en cualquiera
parte
de ella y haga lo que dice”. Seis meses despué s, el pastor y el hombre se volvieron a
encontrar. “¿Có mo le fue?”, le preguntó . El hombre respondió : “Hice lo que usted
me dijo. Abrí la Biblia, puse mi dedo en ella y decía Capítulo 11”.
No sugiero que use esa té cnica. El punto es que Dios dice: “Mi Palabra es la fó r-
mula para que triunfan en la vida”. Este es el manual para la vida y la vida se vuelve
má s fá cil cuando se siguen sus instrucciones.
¿Có mo meditamos en la Palabra de Dios? El Salmo 119:11 dice: “He guardado
tus palabras en mi corazó n para no pecar contra ti”. É l salmista dice: “Creo en
tu
Palabra, y guardo tus palabras en mi corazó n”. ¿Có mo? Memorizá ndola. Si piensa en
la Palabra y memoriza los principios y los pasajes claves, esto le guardará de pecar. Le
alejará de una recaída. ¿Quiere evitar la tentació n? Piense en la Palabra de
Dios. Medite en ella.
Si sabe có mo preocuparse, tambié n sabrá có mo meditar. Preocuparse es simple-
mente una meditació n negativa. Es tomar un pensamiento negativo y pensar en é l una
y otra y otra vez. Mejor tome un versículo de la Biblia y piense en eso una y otra y
otra vez. A eso se le llama meditació n. Así que si usted sabe có mo preocuparse, sabrá
có mo meditar.

3. Oració n. Hay una tercera herramienta que Dios dice que será de ayuda para
que usted mantenga su recuperació n. Es la oració n. La oració n puede hacer lo que
Dios puede hacer. Por cierto, es la forma en que la persona se conecta al poder de
Dios. Usted dirá que no puede hacerlo, pero Dios sí puede. ¿Có mo obtengo el
poder de Dios? Por medio de la oració n. No mucha gente se da cuenta de que
puede orar por cualquier necesidad en su vida. Dios es un Padre de amor, quizá s el
Padre que usted nunca tuvo. Puede orar por una necesidad financiera, por una
necesidad física, por una necesidad relacional, por una necesidad espiritual, por una
necesidad emocional.
É l oirá cualquiera necesidad.
Hace una par de semanas, Chuck Swindoll y yo impartíamos un seminario juntos,
y mientras hablá bamos, é l contó que había recibido una carta de una señ ora que le
decía que tenía doce hijos pero que no se había casado sino hasta que tuvo treinta y
un añ os. Que nunca se había preocupado por casarse, que todo lo había dejado en las
manos de Dios y que había confiado su futuro a é l. Pero tambié n decía en su carta
que cada noche colgaba un par de pantalones de hombre al final de su cama, se
arrodilla-
ba y hacía esta oració n: “Padre celestial, escucha mi oració n y conté stala si puedes. He
colgado un par de pantalones aquí, por favor llé nalos con un hombre”. Chuck dijo que
contó esa historia en su iglesia y que vio a un hombre reír, pero su hijo adolescente
sentado a su lado no se reía para nada. Casi cuatro semanas despué s, recibió una carta
de la mamá de ese muchacho, diciendo: “Pastor Chuck, no sé si esto es serio o no,
solamente me pregunto qué pensará usted al respecto, porque cada noche cuando mi
hijo va a su cama, pone un bikini al final de esta. La oració n puede hacer lo que Dios
puede hacer.
Ahora, ¿có mo orar? Vea lo que Jesú s dice en Mateo 68:13 (DHH): “Así es como
deben orar: Padre nuestro que está s en el cielo; que tu santo nombre sea honrado;
que venga tu reino; que tu voluntad sea hecha en la tierra como en el cielo. Danos
hoy el alimento que necesitamos. Perdona nuestros pecados, como nosotros
perdonamos lo que otros nos han hecho. No nos lleves a ser tentados, sino guá rdanos
a salvo del ene- migo”.
Quiero que vean un par de cosas acerca de la oració n del Señ or. Primero, quiero
que hagan un círculo en la palabra como. Noten que dice como deben orar. No dice lo
que deben orar. Dice como. Es decir, este un modelo. No es un ritual. La gente fre-
cuentemente pregunta por qué no hacemos esta oració n todos los domingos. Porque
un par de versículos antes de esta oració n, Jesú s dice que no repitamos una oració n
ritual; es decir, que no hagamos vanas repeticiones. Esta no fue una oració n para ser
usada como ritual, sino es un modelo. Así es como deben orar. Ahora si se fijan bien,
verá n que esta oració n cubre todos los pasos de la recuperació n. Padre nuestro que está s
en el cielo; que tu santo nombre sea honrado, está diciendo: “Reconozco que no soy Dios
sino tú ”. Esos son los Pasos 1 y 2. Que venga tu reino; que tu voluntad sea hecha en la tie-
rra como en el cielo es el Paso 5. Danos hoy el alimento que necesitamos es el Paso 3. Perdona
nuestros pecados es el Paso 4. Como nosotros perdonamos lo que otros nos han hecho es el Paso
6. No nos lleves a ser tentados, sino guá rdanos a salvo del enemigo se refiere a la recaída, es
decir, al Paso 7, que estamos viendo en este capítulo. Usted puede ver que la recupe-
ració n es tan antigua como la oració n del Señ or. Jesucristo nos dio los principios por
los cuales encontrar una completa recuperació n.
John McLaughlin nos comparte un ejemplo de có mo Dios le ha ayudado a man-
tener su recuperació n.

John: Mi nombre es John McLaughlin y soy un creyente. Tambié n soy un alco-


hó lico en recuperació n que ha identificado a Jesucristo como su ú nico poder superior.
Esto no siempre fue así, porque no hace mucho tiempo que aprendí que si crees en
Dios, crees en milagros, pero si confías en Su Hijo Jesucristo, experimentará s un
mila-
gro. Dé jame decirte có mo sucedió . No te aburriré con todos los detalles de mis vein-
tinueve añ os como bebedor compulsivo y obsesivo, excepto para decir que el alcoho-
lismo es una enfermedad progresiva, y que yo y mi enfermedad progresamos hasta
lle- gar a lo má s bajo. Una contabilidad del dañ o de esos veintinueve añ os les
mostrarían absolutamente cero auto estima, una familia completamente desecha y
abandonada, dos divorcios, tres multas graves, cuatro visitas al Hotel Calle Flor (eso
está en Santa Ana, California y es administrado por el departamento del alguacil
del condado de Orange), cinco añ os sin llenar ninguna declaració n de impuestos,
seis viajes de emer- gencia al hospital para ser tratado y un sin nú mero de intentos
por controlar mi pro- blema con la bebida. Presió n sanguínea de 190 sobre 165
y un peso de 265 libras cuando dejé de tomar, pero descubrí que la mayoría de eso
fue vodka barato y Valium,
los cuales fueron mis químicos elegidos al final. Ahora, ninguna de estas cosas son
importantes. Lo que realmente es importante para este testimonio es que
puedo recordar que oré solamente cuatro veces durante esos veintinueve añ os y dos
de esas oraciones fueron a punta de pistola. Puedo decirles, para completar esta lista
que esta-
ba espiritual y moralmente en bancarrota. Fue durante la temporada de navidad de
1975, luego de una confrontació n emocional con mi mamá , que recibí un poco de
cla- ridad y me di cuenta de que había perdido el juego de la vida, que ya no podía
conti- nuar así. Eso fue el 17 de enero de 1976, el día de mi ú ltimo trago y el ú ltimo
de con- sumo de droga. Desde el principio supe de alguna manera que quería
lo que los Alcohó licos Anó nimos tenían para ofrecer. Exactamente desde el
principio me di cuenta de que la mayoría de ellos se veían muy bien y parecía que
se bañ aban a dia- rio. Se veían saludables. Conseguían comida en algú n lugar, y si
eran completamente como yo y no habían pagado sus impuestos en cinco añ os
parecían felices. No pare-
cía que les importara. Y eso es lo que yo quería. Sin darme cuenta, había comenzado
mi viaje espiritual. En ese tiempo no conocía ni tenía la má s mínima idea de lo que
quería decir Efesios 2:10: “Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesú s
para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en
prá ctica. Así que por los pró ximos quince añ os crecí y prosperé financiera y física-
mente. El compañ erismo de Alcohó licos Anó nimos era mi poder superior.
Pero no podía aceptar a Dios o ir a la iglesia porque había algo má s que no les he
contado. Durante mis añ os de alcoholismo pertenecía a la CIA. Era parte de la CIA.
Contrario a lo que pueden pensar, eso significa Cató licos, Irlandeses y Alcohó licos.
Por quince añ os no acepté a Dios en mi vida por todas esas cosas, por todo eso a lo cual
estaba aferrado. Pensaba que el catolicismo era rígido e imperdonable, y esto no es ver-
dad, la iglesia ha cambiado. Sentía que todos los irlandeses eran testarudos y muy
habladores. Y finalmente que todos los alcohó licos vivían en negació n.
Muy pronto de estar en recuperació n me di cuenta de que el alcoholismo no tenía
nada que ver con la bebida. El enemigo es la propia voluntad y la negació n. Y todavía
no había conquistado esa parte de mi recuperació n. Había un vacío en mi vida que me
atormentaba. Seguía diciendo: ¿Esto es todo lo que hay? Debe haber algo má s para
vivir y estar sobrio que esto.
Alguna pieza desconocida y grande hacía falta. Finalmente y luego de quince
añ os, un día llegué a la conclusió n de que tenía que encontrar una iglesia. Y ahora
estamos en la mejor parte. ¿No adivina? Esa semana había un volante en mi puerta de
la iglesia de la Comunidad del Valle de Saddleback en el que anunciaban una reunió n
de Domingo de Pascua y el inicio de una serie de desarrollo de la vida en diez partes.
Esto no sonaba como una iglesia, ni nada amenazante, así que pensé que lo intenta-
ría. Fui a la reunió n de Pascua en 1991 y escuché este mensaje: “Confía en Dios y el
pasado es perdonado; confía en Dios y el presente es manejable; confía en Dios y el
futuro es seguro”. Me conmoví y lloré durante casi todo el sermó n. Sentí la presencia
del Espíritu Santo dá ndome finalmente la bienvenida a casa. En casa finalmente, el
vacío se había ido. Regresé a mi casa tan rá pido como pude y le conté a mi esposa
acerca de esta iglesia con la banda de rock y el pastor con una camisa hawaiana. Creo
que ella pudo ver sin que yo lo mencionara el gozo, la paz, la calma y la presencia del
Espíritu Santo que recié n había caído sobre mí. Y el resto es historia. En la clase
101 en junio de 1991, Rick siguió contá ndonos que necesitá bamos a Jesucristo en
nuestra vida. En la clase 202 en agosto de 1991, el pastor Tom nos enseñ ó có mo orar
y nos mostró las formas de tener esa meditació n y ese tiempo a solas con Dios. Me
bauticé el 22 de septiembre de 1991. Y, finalmente, en la clase 301 en noviembre de
1991, el pastor Steve no tuvo ningú n problema en identificar mi ministerio y me envió
a Celebremos la Recuperació n.
El pastor John me pidió que comenzara un nuevo grupo para las nuevas personas
que estaban llegando al grupo de recuperació n para alcohó licos y comencé un pro-
grama llamado “Los primeros 90 días”, que era para los nuevos, para aquellos que
habían tenido una recaída. Disfruto mucho trabajar con las personas nuevas. Trato de
que comiencen en un programa de recuperació n centrado en Cristo y espero que no
les tome cuarenta y cuatro añ os de su vida adulta para obtener lo que yo obtuve.
Ademá s, obtenemos premios por varios días y noches de sobriedad en el progra-
ma, y desde que Rick ha comenzado esta serie de recuperació n, hemos tenido perso-
nas asistiendo a la primera reunió n. La ú ltima semana en Celebremos la Recuperació n
les damos a muchas personas su placa honorífica y eso es algo bien especial.
Nuestro Padre celestial tiene un plan para mi vida y é l ha sido perdonador,
protector, pacien-
te y gratificante. Ya no tengo que preguntar si eso es todo lo que hay. Con Jesucristo
en mi vida como mi poder superior no hay má s vacío. Tengo una idea del
conoci- miento de su voluntad para mi vida. Y diariamente oro y leo mi
Biblia de Recuperació n para obtener el poder para seguir haciendo su voluntad.
Este tiempo diario de oració n y meditació n es el paso del que estamos
hablando hoy, es como podemos mantener sobriedad y guardia contra el peligro de
una recaída. Así que, gra- cias por permitirme compartir este pequeñ o milagro con
ustedes esta mañ ana. Si esta historia se parece a la historia de su vida, si han podido
identificar algo de lo que está pasando en sus vidas, denle una oportunidad a
Celebremos la Recuperació n. Aquí apren- demos a disfrutar la vida, a divertirnos,
reímos, tratamos de abandonar nuestra propia manera de arreglar las cosas y
permitimos que Dios obre en nuestras vidas. Y, perdó n por la expresió n, pero
estamos hablando realmente en serio con respecto a este nego-
cio de la recuperació n. Gracias.

Quizá s usted no tenga un problema de há bito como lo tenía John. Pero si tiene
una herida a la que se ha estado aferrando, o si tiene un complejo; si hay algo en su
vida sobre lo que dice: “No importa lo que haga, no puedo vencerlo”, la buena noti-
cia es esta que hemos venido diciendo: usted es importante para Jesucristo y é l tiene
el poder para ayudarle. Usted puede hacer los cambios que quiere hacer con su ayuda,
y é l tambié n desea hacerlos si solamente cruza la línea y se lo permite. La elecció n es
suya.
RECICLE SU DOLOR
El Camino a la Recuperació n – Paso 8

I. RESUMEN DE LA RECUPERACIÓ N: LAS BIENAVENTURANZAS. (Mateo 5:3-12)

“Dichosos los pobres en espíritu”.

R que no soy Dios; admito que soy incapaz de controlar mi ten-


dencia a hacer lo malo y que mi vida es inmanejable.

“Dichosos los que lloran, porque será n consolados”.

E creo que Dios existe, que le importo, y que é l tiene el poder


para ayudarme en mi recuperació n.

“Dichosos los humildes”.

C elijo entregar toda mi vida y voluntad al cuidado y control de


Cristo.

“Dichosos los de corazó n limpio”.

U y confesió n de mis faltas a mí mismo, a Dios, y a alguien en


quien confío.

“Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia”.

P Dios haga todo cambio que quiera hacer en mi vida, me some-


to voluntariamente a é l y le pido humildemente que remueva mis defectos de cará c-
ter.

“Dichosos los compasivos ... Dichosos los que trabajan por la paz”.
E todas mis relaciones; ofrezco perdó n a los que me han dañ a-
do y hago enmiendas por el dañ o que he causado a otros excepto cuando al hacerlo
pueda dañ arlos a ellos o a otros.

R un tiempo diario con Dios para una auto evaluació n, lectura


de la Biblia y oració n, para conocer a Dios y su voluntad para mi vida y obtener el
poder para hacerlo.

A mi vida a Dios, é l me usa, y llevo las buenas nuevas a otros,


tanto con mi ejemplo como con mis palabras.

II. ¿POR QUÉ DIOS PERMITE MI DOLOR?

1. É l me ha dado un ______________________.

“Hoy les doy a elegir entre la bendició n y la maldició n: bendició n, si obedecen los
mandamientos que yo, el Señ or su Dios, hoy les mando obedecer”. Deuteronomio
11:26-27 (NVI)

2. Para atraer mi ___________________________.

“Algunas veces tiene que suceder algo doloroso para cambiar nuestros caminos”.
Proverbios 20:30 (DHH)

“Me alegro; no por la tristeza que les causó , sino porque esa tristeza los hizo vol-
verse a Dios”. 2 Corintios 7:9 (DHH)

3. Para enseñ arme a ___________________________.

“Está bamos tan agobiados bajo tanta presió n, que hasta perdimos la
espe- ranza de salir con vida ... Pero eso sucedió para que no confiá ramos en
nosotros mismos sino en Dios ... El nos libró y ... seguirá librá ndonos”. 2
Corintios 1:8-
10 (NVI)
“Me hizo bien haber sido humillado, pues así aprendí tus leyes”. Salmo 119:71
(DHH)

4. Para darme ________________________________.

“Dios ... nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo con-
suelo que de Dios hemos recibido, tambié n nosotros podamos consolar a todos los
que sufren”. 2 Corintios 1:3-4 (NVI)

“Pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien”. Gé nesis 50:20
(NVI)

III. ¿CÓ MO USAR MI DOLOR PARA AYUDAR A OTROS?

“Esté n siempre preparados para responder a todo el que les pida razó n de la espe-
ranza que hay en ustedes. Pero há ganlo con gentileza y respeto”. 1 Pedro 3:15-16
(NVI)

“Si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales deben restau-
rarlo con una actitud humilde. Pero cuídese cada uno, porque tambié n puede ser ten-
tado. Ayú dense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirá n la ley de
Cristo”.
Gá latas 6:1-2 (NVI)

Sugerencias (1 Tesalonicenses 2:3-12).

1. ______________________________________.

2. ______________________________________.

3. ______________________________________.

“Considero que mi vida carece de valor para mí mismo, con tal de que termine mi
carrera y lleve a cabo el servicio que me ha encomendado el Señ or Jesú s, que es el de
dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios”. Hechos 20:24 (NVI)
RECICLE SU DOLOR
El Camino a la Recuperació n – Parte 8
Mateo 5:3-12 y pasajes selectos de las Escrituras
I. RESUMEN DE LA RECUPERACIÓ N: LAS BIENAVENTURANZAS. (Mateo 5:3-12)

Hace dos mil añ os Jesú s subió a un monte, se sentó y predicó el má s grande ser-
mó n que se hubiera predicado. Se le llamó el Sermó n del Monte. Comenzó ese famo-
so sermó n nunca antes dicho diciendo: “Quiero darles ocho pasos para la felicidad,
ocho principios que traerá n felicidad a sus vidas”. Hoy, a esos ocho principios les lla-
mamos las Bienaventuranzas.
Hemos participado en una serie de ocho semanas que he llamado El Camino a la
Recuperació n, en la que hemos estudiado el proceso de vencer esas heridas, esos há bi-
tos y esos complejos que han arruinado su vida. Al preparar esta serie me sorprendió
la similitud entre los pasos para la recuperació n y las bienaventuranzas. Por cierto,
cuando las observo, descubro que las bienaventuranzas que Jesú s dio hace dos mil
añ os son simplemente un resumen de los pasos hacia la recuperació n, y al cerrar esta
serie deseo que vean lo que ha sido la base bíblica para todo lo que he estado com-
partiendo en las ú ltimas ocho semanas.

“Dichosos los pobres en espíritu”. Ese es el Paso 1: “Reconozco que no soy Dios;
admito que soy incapaz de controlar mi tendencia a hacer lo malo y que mi vida es
inmanejable”. Dichosos los que saben que son espiritualmente pobres, los que saben
que no tienen el poder para hacer los cambios que Dios desea hacer en sus vidas.

“Dichosos los que lloran, porque será n consolados”. Usted no tiene el poder para
cambiar pero no se preocupe por eso, Dios le va a consolar. É l le dará el poder. Paso
2: “En forma sincera creo que Dios existe, que le importo, y que é l tiene el poder para
ayudarme en mi recuperació n”.

“Dichosos los humildes”. La humildad o mansedumbre significan control; no


quieren decir ser dé bil. Significa fortaleza bajo control. Un semental al que se ha
aman- sado y domado sigue teniendo la misma fuerza, pero una vez que se ha
suavizado y domesticado se dice que es un caballo manso. Es una fuerza bajo
control. Paso 3:
“Conscientemente elijo entregar toda mi vida y voluntad al cuidado y control de
Cristo”. De eso trata la humildad. Si da ese paso usted es una persona humilde.
“Dichosos los de corazó n limpio”. Paso 4: “Un autoexamen y confesió n de mis
faltas a mí mismo, a Dios, y a alguien en quien confío”. Para tener una conciencia
lim- pia, para tener un corazó n limpio, debo quitar la basura

“Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia”. Esto es lo que significa el Paso
5: “Para que Dios haga todo cambio que quiera hacer en mi vida, me someto volun-
tariamente a é l y le pido humildemente que remueva mis defectos de cará cter”.

Luego vemos dos bienaventuranzas que se refieren a las relaciones: “Dichosos los
compasivos”, que se refiere a la actitud que debo tener con la gente que me ha dañ a- do,
y “Dichosos los que trabajan por la paz”, que es la actitud que debo tener con la gente
que he dañ ado. Paso 6: Evalú o todas mis relaciones; ofrezco perdó n a los que
me han dañ ado y hago enmiendas por el dañ o que he causado a otros excepto cuan-
do al hacerlo pueda dañ arlos a ellos o a otros.

Finalmente vimos el Paso 7, al cual llamo el paso del “mantenimiento”. Este es el


que lo mantiene en los demá s pasos. Para hacer eso: Reservo un tiempo diario con
Dios para una auto evaluació n, lectura de la Biblia y oració n, para conocer a Dios y
su voluntad para mi vida y obtener el poder para hacerlo.

Ahora, al concluir esta serie, deseo que veamos el ú ltimo paso, la ú ltima letra de la
palabra R.E.C.U.P.E.R.A. Este significa rendició n, entrega. Rindo mi vida a Dios
para que sea usada para llevar las buenas nuevas a otros tanto con mi ejemplo como
con mis palabras. Dios desea usar sus experiencias para ayudar a otras personas. É l
desea usar-
le. Desea reciclar el dolor en su vida para el beneficio de otras personas. Usualmente
pensamos que Dios solamente usa a la gente realmente dotada y talentosa. Eso no es
verdad. Dios usa gente ordinaria. Usualmente pensamos: “Dios usa mi fuerza”. Pero
Dios dice: “No, no quiero usar tu fuerza; quiero usar tu debilidad”. Esto es así porque
las personas no son ayudadas por su fuerza; son ayudadas cuando usted es honesto con
respecto a sus debilidades. Cuando usted comparte su fuerza, los demá s dicen:
“Gran cosa, nunca tendré eso”. Cuando usted comparte sus debilidades, los demá s
dicen: “Me identifico con eso”. Al compartir sus heridas, há bitos y complejos, de los
cuales se está
recuperando, Dios desea usarle. De eso se trata el Paso 8: AL RENDIR MI VIDA A
DIOS, É L ME USA, Y LLEVO LAS BUENAS NUEVAS A OTROS,
TANTO CON MI EJEMPLO COMO CON MIS PALABRAS. Cuando
entiende eso, que Dios usa su debilidad y dolor, la vida toma un nuevo significado.
Pero cuando usted comienza a practicar este paso, entonces tiene una recuperació n
genuina. La prueba de
la recuperació n está en que comienza a enfocarse fuera de usted mismo. Eso
significa que realmente se ha recuperado. Deja de ser tan auto absorbente: mis
necesidades, mis heridas, mis problemas, y comienza a decir: “¿Có mo puedo ayudar a
otras personas?”
La prueba de la recuperació n radica en que desea ayudar a otros, no solamente per-
manecer enfocado en lo que le sucede a usted.
Al concluir, deseo hablar acerca de dos cosas: Primero, ¿por qué Dios permitió mi
dolor? Y segundo, ¿có mo usar mi dolor para ayudar a otros?

II. ¿POR QUÉ DIOS PERMITE MI DOLOR?


Habrían muchas razones, pero solamente vamos a mencionar cuatro:
1. É l nos ha dado un libre albedrío. Una elecció n. En Gé nesis se dice que
fuimos hechos a la imagen de Dios. ¿Có mo es usted igual a Dios? Dios nos dio una
elecció n. Usted puede elegir entre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, la
maldad y
la vida. Dios dice que usted puede rechazarlo o aceptarlo. Es su elecció n. ¿Por qué ?
Dios no quería un montó n de títeres. É l pudo haberlo hecho sin libre voluntad. Pudo
haberlo hecho de forma que todos los días se postrara tres veces y orara, que siempre
hiciera lo correcto y nunca lo incorrecto. Pero Dios quería personas que le amaran
voluntariamente. Usted no puede decir que ama a alguien al menos que tenga la
opor- tunidad de no amarlo. No puede decir que es bueno al menos que haya
tenido la opció n de no ser bueno, de ser malo. Así que Dios le ha dado una voluntad
libre y una libre elecció n.
Esa voluntad libre no solamente es una bendició n sino tambié n una carga, porque
algunas veces tomamos decisiones equivocadas y estas causan toda clase de consecuen-
cias dolorosas en nuestras vidas. Por lo tanto, es bueno que sea libre y pueda elegir,
pero
es malo porque frecuentemente elige lo malo y eso causa dolor en su vida. Puede esco-
ger usar drogas. Si se vuelve adicto, es su culpa. Puede elegir ser un promiscuo sexual,
si contrae una enfermedad es su culpa. Dios dice: “Sí, no me gustaría que tuvieras este
dolor, pero es parte del paquete que viene con la libre voluntad”.
Dios no solamente le da un libre albedrío, sino que se lo da a todos. Algunas veces
alguien no hace lo correcto y usted es dañ ado como una víctima inocente. Hay per-
sonas que han sido dañ adas profundamente por un padre, un ex có nyuge, un maestro,
un amigo, un pariente. Dios pudo haber evitado que recibiera esa herida. Todo lo que
hubiera tenido que hacer era quitarle el libre albedrío a esa persona para que no hicie-
ra lo incorrecto. Pero si é l hubiera hecho eso, para ser justo, tendría que haberle qui-
tado a usted tambié n su libre albedrío. ¿Ve el dilema? El problema es que al tener una
voluntad libre somos bendecidos, pero tambié n tenemos una responsabilidad. Y Dios
dice: “No voy a pasar por sobre tu voluntad”. Dios no envía a nadie al infierno; usted
elige ir allí al rechazar todo lo que é l ofrece. É l dice: “Te amo, quiero que seas
parte
de mi familia”. Pero si usted dice: “Olvídalo Dios”, levanta su nariz y abre la puerta y
sale, no puede culpar a nadie má s que a usted mismo. Tenemos libre albedrío.

2. É l usa el dolor para atraer nuestra atenció n. Dios emplea el dolor para atraer nues-
tra atenció n. El dolor es una luz de advertencia, una alarma, un timbre. Dice:
“Es tiempo, algo está mal”. El problema no es su dolor. Su depresió n, su
ansiedad, su temor no son realmente su problema. Esos sentimientos son una luz
de advertencia que dicen que hay algo má s que es en verdad su problema. Son
sencillamente un sín- toma del mismo. El dolor no hace otra cosa que decir que algo
está mal en su vida. El dolor es el megá fono de Dios. Dios nos susurra durante
nuestro gozo pero nos grita
en nuestro dolor. ¡Despierta! Algo está mal. Proverbios 20:30 dice: “Algunas
veces tiene que suceder algo doloroso para cambiar nuestros caminos”. No
cambiamos cuando vemos la luz pero sí cuando sentimos el calor.
Hace unos añ os tuve un par de zapatos que me encantaban. Eran de gamuza y
eran realmente suaves y finos. Me encantaban. Siempre me los ponía por lo có modos
que eran. Pero luego de un tiempo, la suela se llenó de huecos. Todavía se veían
bien por la parte de arriba, así que de todas formas me los ponía, solo tenía que
asegurar-
me de tener mis pies sobre el piso cuando me sentaba en la plataforma en la iglesia.
No quería comprar zapatos nuevos hasta que hubo siete días seguidos de lluvia y tuve
que andar con los calcetines empapados por varios días. Así es que decidí: “Debo cam-
biar de zapatos”. Algunas veces tiene que ser el dolor el que nos lleve adelante. Pablo
dice en 2 Corintios 7:9: “Me alegro; no por la tristeza que les causó , sino porque esa
tristeza los hizo volverse a Dios”. El dolor obtuvo su atenció n.
Tengo un primo que en el bachillerato era considerado como la persona con
mayores oportunidades de tener é xito. Era un muchacho brillante en el colegio, vivía
en Texas, y su papá era millonario. Tenía todo al alcance de su mano, era el mucha-
cho má s popular en la ciudad. Creció y llegó a ser un golfista semiprofesional, un gran
hombre de negocios. Lo llamaban el señ or Carisma. Pero cayó en la cocaína. Luego
comenzó a traficar cocaína. Fue enviado a la Penitenciaría Federal. Mientras estaba
allí le entregó su vida a Cristo, y despué s que salió de esa prisió n, comenzó un minis-
terio llamado Ministerio É xodo, el cual se dedica a ayudar a los ex convictos a reinser-
tarse por sí mismos en la sociedad. É l dijo: “Lo má s grande que me ha sucedido
fue haber estado en prisió n”. Dios usa los problemas y usa el dolor para atraer
nuestra atenció n.
¿Recuerda la historia de Joná s? Joná s iba por un camino y Dios dijo: “Quiero que
vayas por este otro”. Así que é l proveyó un peculiar crucero del Mar Mediterrá neo
para Joná s. Y en el fondo del océ ano Joná s dijo: “Al sentir que se me iba la
vida,
me acordé del Señ or” (Joná s 12:7). ¿No es ese un gran versículo? Dios usa el dolor
para atraer nuestra atenció n.

3. É l usa el dolor para enseñ arnos a depender de é l. Mire el ejemplo de Pablo en 2


Corintios 1:8-10: “Está bamos tan agobiados bajo tanta presió n, que hasta perdimos la
esperanza de salir con vida ... Pero eso sucedió para que no confiá ramos en nosotros
mismos sino en Dios ... El nos libró y ... seguirá librá ndonos”. Usted no sabe que
Dios
es todo lo que necesita hasta que lo ú nico que le queda es Dios. Cuando lo ha perdi-
do todo y todo se desmorona, no sabe que Dios es todo lo que necesita hasta que se
da cuenta de que é l es todo lo que tiene. Y si nunca ha tenido un problema, nunca
sabrá que Dios puede resolver sus problemas. Dios permite que el dolor le enseñ e a
depender de é l. El Salmo 119:71 dice: “Me hizo bien haber sido humillado, pues así
aprendí tus leyes”. La verdad es que algunas cosas solamente las aprendemos
por medio del dolor. Es el ú nico camino por el que aprendemos.
En esta serie, usted ha escuchando a once diferentes personas compartir lecciones
que han aprendido solamente a travé s del dolor, el maestro má s grande del mundo.

4. É l permite que el dolor me dé un ministerio para otros. Dios permite el dolor en mi


vida para darme un ministerio para otros. Me hace humilde, simpá tico, sensitivo a las
necesidades de los demá s. De esto trata el Paso 8. Rindo mi vida a Dios para ayudar
a otros. La verdad es que el dolor prepara para el servicio. 2 Corintios 1:3-4
dice:
“Dios ... nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consue-
lo que de Dios hemos recibido, tambié n nosotros podamos consolar a todos los que
sufren”. En alguna etapa de nuestras vidas, todos necesitamos algú n tipo de recupe-
ració n: recuperació n mental, recuperació n física, recuperació n espiritual,
recupera-
ció n social, recuperació n relacional. Todos tenemos heridas, há bitos,
complejos. Nadie es perfecto. ¿Quié n mejor que alguien que ha luchado con el
alcoholismo para ayudar a un alcohó lico? ¿Quié n puede ayudar mejor a alguien que
está tratando con
el dolor del abuso que alguien que fue abusado? ¿Quié n mejor que alguien que ha
per- dido su trabajo y ha tenido que declararse en bancarrota para ayudar a alguien
que tambié n está pasando por esto? ¿Quié n mejor que una pareja que tuvo un hijo
ado- lescente que llegó a hundirse hasta el fondo para ayudar a unos padres que
tienen un hijo adolescente que está pasando por la misma situació n? Dios puede usar
y reciclar
el dolor en su vida para ayudar a otros, pero tiene que estar abierto a eso y ser hones-
to. Si guarda esa herida que tiene para usted mismo, estará desperdiciando la oportu-
nidad que Dios le ofrece.
Dios nos dio, a Kay y a mí, un ministerio para ayudar a las personas con proble-
mas matrimoniales. Los primeros tres añ os de nuestro matrimonio fueron un proble-
ma grande. Malo, realmente malo. Cuando las personas llegan a mí y me dicen: “Odio
a mi esposa”, puedo decirles: “Entiendo eso. Recuerdo có mo me sentía. Yo no
me quería divorciar, quería matarla. Así que entiendo eso”. Si un muchacho me
cuenta:
“Cada hueso en mi cuerpo me dice: ‘No te mereces esto. Levá ntate, salta, hay algo
mejor afuera’”, puedo decirle: “Sí, entiendo eso. Porque esa fue la forma có mo me
sentí yo tambié n”. Kay y yo trabajamos en esos problemas y usted ha escuchado la
his- toria anteriormente de có mo Dios nos ayudó por medio de un consejero
cristiano, y cambió nuestro matrimonio y lo hizo lo que es hoy. Aprendemos por
medio de las heridas de otros.
Hace unos añ os impartí una serie acerca del matrimonio. Cada semana hablé de
un problema diferente en el que habíamos trabajado y con el que aprendimos de una
manera difícil. Fue una serie de doce semanas. Pudieron haber sido cincuenta sema-
nas. Dios usa sus heridas, sus complejos y sus problemas para ayudar a otros.
Hay una bella historia en la Biblia, en Gé nesis, la historia de José , quien fue terri-
blemente maltratado. La gente hizo cosas increíbles contra este muchacho. José era
un buen muchacho que no se merecía el dolor que tuvo que soportar. Un día, todos
sus once hermanos decidieron deshacerse de é l y lo vendieron como esclavo; luego
regresaron a su casa y le dijeron a su padre que el joven había sido devorado por un
leó n. Eso es a lo que yo llamo una familia disfuncional. En calidad de esclavo fue lle-
vado de Israel a Egipto. Allí, los mercaderes que lo habían comprado lo volvieron a
vender. Mientras procuraba guardar su vida pura, la esposa de su amo trató de sedu-
cirle. É l se negó , diciendo: “No, eso no sería correcto”. Así que ella lo acusó , falsa-
mente de intento de violació n. Fue enviado a prisió n. Hasta aquí, su vida había ido
cuesta abajo. Pero Dios sabía exactamente lo que hacía al ponerlo en una posició n que
llegó a transformarlo en el segundo en poder en Egipto. Dios lo usó no solamente
para salvar a una, sino a dos naciones de la destrucció n y la hambruna. Má s tarde, sus
hermanos llegaron a é l para obtener alimento. Gé nesis 50:20 cuenta que José dijo:
“Pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien”. Dios es mucho má s
grande que esas personas que le causan dañ o. No importa lo que otras personas le
hayan hecho, Dios puede cambiar la situació n y usarla para bien.
Dios nunca desperdicia una herida. Pero usted puede desperdiciarla si no apren-
de de ella y no la comparte con otros. ¿Có mo podrían otros ser bendecidos si usted
no comparte con ellos los problemas por los que ha atravesado para animarlos al
decirles có mo lo hizo?

III. ¿CÓ MO USAR MI DOLOR PARA AYUDAR A OTROS?


De esto trata el Paso 8 en el Camino a la Recuperació n. La base para el Paso 8 es 1
Pedro 3:15: “Esté n siempre preparados para responder a todo el que les pida razó n de
la esperanza que hay en ustedes. Pero há ganlo con gentileza y respeto”. Usted nece-
sita estar preparado para dar una respuesta a las preguntas: “¿Có mo hizo esto en su
vida? ¿Có mo se recuperó ? ¿Có mo se está recuperando?” Prepá rese.
He aquí lo que sugiero que haga:
Necesita hacer una lista de todas las experiencias que ha tenido en la vida hasta
este día, hayan sido buenas o malas, las haya causado usted o no. Una vez hecha la
lista, pregú ntese: “¿Qué aprendí de esa experiencia? ¿En qué forma me ayudó Dios a
pasar por ese tiempo difícil?” Pregú ntele a Dios: “¿Có mo me ayudaste durante ese
tiempo difícil?” Luego escriba esa historia. ¿Por qué ? Porque los pensamientos
se ordenan cuando pasan a travé s de los labios y los dedos. Escríbalo. Luego, pregú
nte-
se: “¿Quié n se podría beneficiar má s al escuchar mi testimonio?” La respuesta es: Las
personas que está n pasando en este momento por lo que usted ya pasó , las personas
que está n un poco atrá s de usted en el proceso. Y usted le dice a Dios: “Estoy dispo-
nible”. Entonces esté listo. Porque si usted está listo a compartir las buenas nuevas de
Dios acerca de có mo é l ha trabajado en su vida, Dios lo va a usar. Hay personas por
todo este mundo que necesitan escuchar su historia, que está n atravesando lo
que usted ya experimentó .
Algunas veces Dios quiere que usted tome la iniciativa. Esto se llama interven-
ció n. Gá latas 6:1-2 dice: “Si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espi-
rituales deben restaurarlo con una actitud humilde. Pero cuídese cada uno, porque
tambié n puede ser tentado. Ayú dense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirá n
la ley de Cristo”. Esto no es una sugerencia, sino un mandato. Dios no dice, “Sería
una buena idea restaurar otros”, sino dice: “Hazlo”. Si usted es un creyente,
debe compartir los problemas y dificultades con otras personas. Repito, es un
mandato. Si
no lo está haciendo, no está obedeciendo a Dios.
He aquí tres sugerencias para cuando vaya a compartir su historia.
Recuerde, usted tiene una historia que contar y Dios no quiere desperdiciar la
herida, los pro- blemas que ha tenido:

1. Sea humilde. Todos estamos en el mismo bote. Todos somos compañ


eros de lucha. Cuando comparte su historia, cuando testifica, es bá sicamente un
mendigo dicié ndole a otro mendigo dó nde encontrar pan. Usted no está diciendo:
“Todo está bajo control”, porque no es así. Está tratando de tener todo en orden, que
es diferen-
te a tener todo bajo control. Usted está en el camino a la recuperació n. Y al estar tra-
tando de tener todo en orden, sea humilde y diga: “Todos estamos juntos en esto; esto
es lo que me pasó a mí”.

2. Sea auté ntico. Sea honesto con respecto a sus heridas y fallas. Hemos visto la
autenticidad en los testimonios que se nos han compartido en esta serie. Al hablar y
abrir sus corazones, han demostrado ser trasparentes, vulnerables y auté nticos. ¿Se da
cuenta del valor que necesitaron para poder compartir problemas reales y verdaderas
soluciones sin sentirse mal o culpables? En esta iglesia estamos comprometidos
a mantener esa atmó sfera de aceptació n. Usted ayuda a otros siendo honesto con
res- pecto a sus heridas. Eso les ayuda a ellos para ser francos. Otro aspecto
asombroso es que cuando usted comparte su historia, esto le da esperanza a ellos y
sanidad a usted. Cada vez que comparte su historia con alguien, se hace un poco má s
fuerte. Es sana-
do un poco má s. Comienza a crecer. Las personas se unen al programa Celebremos la
Recuperació n por el dolor que tienen, pero se quedan en el programa por su
creci- miento. Esto les mantiene creciendo en sus vidas.

3. No dé un sermó n. Solamente comparta su historia. Dios desea que usted sea


un testigo, no un abogado defensor. No discuta con nadie con respecto al cielo. No
obli- gue a nadie a ir al cielo. Solamente comparta. Es lo que me sucedió a mí.
La historia de John Baker: Soy un creyente que sufrió de una autoestima muy baja
y que tenía un valor propio muy mínimo. Traté de llenar esa herida, ese hueco en mi
vida, con el alcohol. Acepté a Cristo a la edad de trece añ os. En la secundaria fui el
presidente de mi ú ltimo añ o, participé en atletismo, bá squetbol y bé isbol. Sentí el
lla- mado de Dios a la edad de diecisé is. Fui aceptado en varias universidades
cristianas. Pero siempre estaba presente ese problema que ya mencioné acerca de mi
autoestima. Nunca me sentí lo suficientemente bueno para mis padres, para mis
amigos, para mis novias, para mis compañ eros de equipo, así que ¿có mo podía ser
lo suficientemente bueno para servir a Dios? Debí haberme perdido los sermones
que hablaban acerca
de la misericordia de Dios, del amor incondicional de Cristo y de la gracia dada gra-
tuitamente. Luché con el llamado de Dios y me juzgué a mí mismo como sin valor.
Al empacar para ir a la Universidad de Missouri me llevé mi baja autoestima con-
migo. Me uní a la fraternidad y al poco tiempo despué s de eso descubrí lo que yo
pen- saba que sería la solució n a los problemas de mi vida.
Era el alcohol. Funcionó . Era la primera vez en mi vida que sentía que pertene-
cía a algo. En mi ú ltimo añ o en la universidad me casé con Cerril. Hemos estado jun-
tos veinticuatro añ os y ella siempre ha estado ahí para soportar otra de mis hazañ as.
Fui piloto en la fuerza aé rea. En noventa días me enseñ aron a actuar como un oficial
y a beber como un caballero. Aprendí rá pidamente el uso apropiado del oxígeno puro
para curar resacas. Seguí abusando del alcohol, vié ndolo como una cura a mis proble-
mas, no como un pecado.
Luego de la guerra, Dios nos bendijo con dos hermosos hijos, Laura y Johnny.
Obtuve mi maestría en Administració n de Empresas y comencé una carrera de mucho
é xito en los negocios. Fui ascendido ocho veces en los primeros once añ os en la com-
pañ ía. Nos cambiá bamos de local cada dos añ os, por lo que era muy difícil encontrar
una iglesia permanente debido a todo este movimiento y reacomodo. Eso me parecía
bien porque debido a mi estilo de vida y a mis prá cticas en los negocios me empeza-
ba a sentir incó modo en la iglesia. Cristo no tenía nada que ver con mis prioridades.
Era conocido como un alcohó lico funcional. Nunca perdí un empleo por el alco-
hol. Nunca recibí una multa grave, no fui arrestado mientras tomaba ni
estando embriagado. Las ú nicas cosas que perdí por mi alcoholismo fue mi
relació n con Cristo, mi familia (Cerril y yo estuvimos separados por trece
meses), y finalmente todo propó sito en la vida. Estaba muriendo física, mental,
emocional y, lo má s impor- tante, espiritualmente.
Finalmente estaba listo para el Paso 1: “Reconozco que no soy Dios; admito que
soy incapaz de controlar mi tendencia a hacer lo malo y que mi vida es inmanejable”.
Dios nunca me ha estorbado para que no cometa un error. É l es un caballero. No se
entromete donde no le piden que lo haga. É l me amaba tanto como para permitirme
hacer cosas, protegerme, dejar que tomara mis propias decisiones y cometer mis pro-
pios errores, sabiendo que cuando finalmente usara todos mis recursos volvería
al hogar, a é l, a donde realmente pertenecía. Todo era su plan.

Estaba listo para el Paso 2: “En forma sincera creo que Dios existe, que le impor-
to, y que é l tiene el poder para ayudarme en mi recuperació n”. Fue aquí
donde comencé a encontrar esperanza. Finalmente entendí el amor incondicional
de Dios. Hoy, mi vida con Cristo es una esperanza sin fin. Ayer, mi vida sin é l era
un fin sin esperanza.

Esto me llevó al Paso 3: “Conscientemente elijo entregar toda mi vida y voluntad


al cuidado y control de Cristo”. Tenía que cambiar mi definició n de fuerza de volun-
tad porque la mía me dejaba vacío y desesperanzado. Cambié esta por la disposició n
a aceptar el poder de Dios para mi vida. Trabajé los primeros tres pasos y dije: “Yo no
puedo, pero Dios sí puede”, y tomé la decisió n de permitir que é l trabajara en mí un
día a la vez.

Pensaba que los primeros tres pasos eran difíciles. Ahora venía el Paso 4:
“Un autoexamen y confesió n de mis faltas a mí mismo, a Dios, y a alguien en quien
con- fío”. Encontré un mentor en la recuperació n, un mentor que amablemente me
guió a travé s de los pasos y en el camino a la recuperació n. Fue luego de dar este
paso, luego
de confesar que era capaz de afrontar la verdad y aceptar el perdó n de Cristo para mi
vida, que salí de la oscuridad de mis pecados y mis secretos hacia su maravillosa vida.
Ahora estaba finalmente dispuesto a permitir que Dios me cambiara.

Paso 5: “Para que Dios haga todo cambio que quiera hacer en mi vida, me some-
to voluntariamente a é l y le pido humildemente que remueva mis defectos de cará c-
ter”. Tuve que soltarla y permitir que Dios obrara. Lo que cambió en mi vida no fue
mucho, sino todo. Tuve que permitir que Dios transformara la naturaleza, la condi-
ció n y la identidad de mi mente. Tuve que aprender a regocijarme en un progreso
pausado, en mejoras lentas, que algunas veces no podía ver por mí mismo, pero que
otros podían ver en mí. Fue durante ese tiempo que Dio me dio esta definició n de
humildad: “Mi gracia es todo lo que necesitas, porque mi poder es má s fuerte cuando
tú eres dé bil”. Desde entonces, soy mucho má s feliz en mi debilidad porque cuando
soy dé bil entonces soy fuerte.

Ahora mi paso favorito, el Paso 6: “Evalú o todas mis relaciones; ofrezco perdó n a
los que me han dañ ado y hago enmiendas por el dañ o que he causado a otros excep-
to cuando al hacerlo pueda dañ arlos a ellos o a otros”. Hago esto siempre que sea
posible sin esperar nada a cambio. Dije que este era mi paso favorito aunque no ha
sido el má s fá cil. Las enmiendas má s especiales que hice fueron hacia mi esposa
Cerril. Simplemente le dije que sentía mucho todo el dolor y el dañ o que le había
causado en
su vida y que si había algo que podía hacer, que solo me lo pidiera. Luego de meses
de nuestra separació n, Cerril había comenzado a ver los cambios que Dios
estaba haciendo en mi vida, cambios que ocurrían al seguir el programa de
recuperació n. Tuve que recordar y tratar con ese muchacho de diecisé is añ os de la
secundaria con
esa baja autoestima que intentó deshacerse de todos sus problemas con el alcohol. Y
aquí es donde viene lo interesante. Cerril y los niñ os habían comenzado a asistir a
Saddleback. Una noche, estaba visitando a los niñ os y ellos me pidieron acompañ ar-
les un domingo por la mañ ana. Para su sorpresa, dije que sí. Fuimos, entramos, escu-
ché la mú sica, escuché el mensaje de Rick. Y me sentí en casa.
Cerril y yo comenzamos a trabajar con sinceridad en nuestros problemas. Por prime-
ra vez en mucho tiempo comenzamos a trabajar juntos. Cinco meses despué s, Dios abrió
nuestros corazones y renovamos nuestros votos. ¿No es eso algo que solo viene de Dios?

El pró ximo paso fue el Paso 7: “Reserve un tiempo diario con Dios para una auto
evaluació n, lectura de la Biblia y oració n, para conocer a Dios y su voluntad para mi
vida y obtener el poder para hacerlo”. Como familia, participamos en la clase 101,
nos bautizamos, luego recibimos la clase 201, y fue en la clase 301 que por ú ltimo
enten-
dí lo que el pastor Rick quería significar al decir que Dios nunca desperdicia una heri-
da. Finalmente tenía sentido todo el dolor, todo el pesar de mi adicció n. Dios
me había moldeado y ahora me iba a guiar para desarrollar un programa
centrado en Cristo, no solamente para alcohó licos, sino para toda la familia de la
iglesia, para cual- quiera que deseara afrontar sus heridas, sus complejos y sus há
bitos. Luego de veinte
añ os, finalmente fui capaz de responder al llamado de Dios. Entré al seminario y me
entregué a servir a Dios donde fuera que é l decidiera.
¡Qué bendició n ser llamado a servir a Dios en Saddleback!

Oro que pueda ser capaz de pasar el resto de mi vida practicando el Paso 8: “Al
rendir mi vida a Dios, é l me usa, y llevo las buenas nuevas a otros, tanto con mi ejem-
plo como con mis palabras”. Como dijo el pastor Rick, en esta serie hemos podido ver
a once personas valientes, cariñ osas, compartir sus vidas con usted. Eso es lo que sig-
nifica este paso. Ellos son algunas de las personas que está n trabajando los pasos de
Celebremos la Recuperació n cada día, especialmente los viernes por la noche. Los líde-
res, los mentores, los compañ eros de rendició n de cuentas, la banda, todos estamos
allí los viernes por la noche.

Deseo desafiarle a dar estos cuatro pasos de acció n:

1. Si todavía no ha comprometido su vida con Jesucristo, há galo hoy. ¿Qué está


esperando? La tragedia má s grande sería que usted fuera por todo el camino a travé s
de esta serie, escuchara estas grandes verdades y la esperanza que ellas traen, y
no hiciera nada al respecto, como cruzar la línea y entregar su vida a Cristo. Si no lo
ha hecho, há galo hoy.

2. Escriba su historia. Dedique algo de tiempo para sentarse y meditar en lo que


Dios ha hecho en su vida, en lo bueno, lo malo y lo feo, y en có mo é l puede usar eso
para ayudar a otros.

3. Compromé tase con la familia de alguna iglesia para obtener apoyo. La asisten-
cia no es suficiente para la recuperació n. Esta requiere compromiso y requiere rela-
cionarse con otros.

4. Pídale a Dios que le dé a alguien para compartir su historia, alguien a quien


pueda contar las buenas nuevas de có mo Dios puede hacer la diferencia en la vida de
una persona. El mundo está lleno de gente que necesita su historia, y si no la cuenta,
¿dó nde la van a escuchar? Usted es la ú nica Biblia que algunas personas van a poder
leer. Quizá s no podrá n ser alcanzados por esta iglesia, ni nunca me escuchará n a
mí, pero usted tiene una historia que puede alcanzarles, con la que ellos se pueden
iden- tificar. Dios desea usarle. No necesitamos má s evangelistas en la televisió n, ya
tene- mos muchos. Es por eso que la iglesia nunca va a estar en la televisió n. Lo que
desea-
mos es que comparta su historia con gente normal, porque usted puede alcanzar lo
que yo nunca alcanzaría, porque su experiencia es diferente a la mía. ¿Por qué Dios
no se lo lleva inmediatamente que usted haya cruzado la línea y se haya transformado
en un creyente? Hay dos cosas que no puede hacer en el cielo. Usted puede orar en
el cielo, cantar, dormir, comer, descansar, divertirse, tener compañ erismo con otros
cristianos, leer su Biblia. Pero hay solamente dos cosas que no puede hacer. Una de
ellas es pecar. Es un lugar perfecto. La otra es compartir las buenas nuevas con per-
sonas que nunca las hayan escuchado. ¿Por cuá l de esas dos razones cree usted que
Dios le deja en la tierra? En el momento en que usted cruza la línea, se vuelve un
men- sajero, un misionero. Es llamado a cumplir la Gran Comisió n. Es parte de su
trabajo.
Si dice ser un creyente debe compartir las buenas nuevas con otros. El mundo está
mucho má s listo para recibir que lo que nosotros estamos para compartir, y hay per-
sonas que necesitan escuchar su historia. Para contarla, no tiene que ser un experto
bíblico. Solo tiene que decir: “Esto es lo que me pasó a mí”. Esa es la historia má s
poderosa. Si no sabe dó nde se encuentran todos los versículos que quiere utilizar, no
se preocupe. No importa dó nde está n todos los versículos. Esto es lo que me pasó a
mí. Nadie puede refutar nuestra experiencia personal. Hechos 20:24 dice: “Considero
que mi vida carece de valor para mí mismo, con tal de que termine mi carrera y lleve
a cabo el servicio que me ha encomendado el Señ or Jesú s, que es el de dar testimonio
del evangelio de la gracia de Dios”. ¿Cuá l es ese servicio? Es contarles a otros las bue-
nas nuevas con respecto al poderoso amor y la bondad de Dios. No hay mayor logro
en la vida que ayudar a que alguien encuentre seguridad en el cielo. Porque cuando
usted hace eso, ha hecho un amigo para la eternidad. Cuando llegue al cielo, Dios le
va a decir: “Es fabuloso que esté s aquí. ¿Trajiste a alguien contigo?” Usted hace un
amigo para la eternidad cuando comparte a Cristo. No hay mayor logro que asegurar
la eternidad de alguien. No hay gozo má s grande, no hay mayor satisfacció n que ayu-
dar a alguien a encontrar las buenas nuevas. Dios quiere usarle. Comparta su historia.
É l le hizo con un propó sito. ¿Puede imaginarse lo que sería llegar al cielo dentro de
muchos añ os y que alguien se dirija a usted allí y le diga: “Solo quiero agradecerle”?
“¿Agradecerme? Ni siquiera le conozco”. “No, pero usted fue uno de los pioneros en
la iglesia Saddleback, antes que ellos tuvieran el edificio. Usted llegaba y oraba, y se
unió a la iglesia y les ayudó con sus dones, su tiempo y sus ofrendas. Usted se sentó
en esa carpa cuando estaba haciendo mucho frío en el invierno y calor en el verano, y
trabajó y se sacrificó para construir un faro en el sur de California que pudiera com-
partir esas buenas nuevas. Y cincuenta añ os despué s que usted murió , esa iglesia me
alcanzó para Jesucristo. Yo estoy en el cielo por usted y solamente quiero agradecer-
le”. ¿Cree que eso valga la pena? No me disculpo de ninguna manera por decir que
quizá s la cosa má s significativa que usted puede hacer con su vida es en primer lugar
dá rsela a Cristo, llegar a ser parte de la familia de Saddleback, involucrarse en
un ministerio y comenzar a compartir su historia. Eso sobrevivirá má s que cualquier
cosa que haga en su carrera, perdurará má s que cualquier cosa que haga en su tiempo
libre, porque lo que estamos hablando aquí tiene implicaciones eternas, se trata de
llevar a
la gente de la oscuridad a la luz, del infierno al cielo, de una eternidad sin Dios a una
eternidad con Dios, y las personas se lo agradecerá n el resto de la eternidad. No hay
una causa con má s significado en la vida.
Le desafío a dar este octavo paso conmigo y a que entregue su vida para que sea
usada por Dios para llevar las buenas nuevas a otras personas, con su ejemplo y con
sus palabras.

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