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El cristianismo (del griego Χριστός, Christós, Cristo, literalmente 'ungido') es una religión abrahámica monoteísta basada en la vida y enseñanzas atribuidas a Jesús de Nazaret, presentadas en el canon bíblico y otras escrituras del Nuevo Testamento. Los cristianos creen que Jesús es el hijo de Dios, así como el Mesías (o Cristo) profetizado en el Antiguo Testamento, que murió para la redención de los pecados del género humano, y que resucitó tres días después de su muerte.
Algunos de los escritos sagrados cristianos son compartidos con el judaísmo. El Tanaj constituye, junto con la Biblia Septuaginta (más antigua que el Tanaj en su forma actual), la base y la fuente para el Antiguo Testamento de las diferentes Biblias cristianas. Por este motivo el cristianismo es considerado una religión abrahámica, junto con el judaísmo y con el islam.
El cristianismo (del griego Χριστός, Christós, Cristo, literalmente 'ungido') es una religión abrahámica monoteísta basada en la vida y enseñanzas atribuidas a Jesús de Nazaret, presentadas en el canon bíblico y otras escrituras del Nuevo Testamento. Los cristianos creen que Jesús es el hijo de Dios, así como el Mesías (o Cristo) profetizado en el Antiguo Testamento, que murió para la redención de los pecados del género humano, y que resucitó tres días después de su muerte.
Algunos de los escritos sagrados cristianos son compartidos con el judaísmo. El Tanaj constituye, junto con la Biblia Septuaginta (más antigua que el Tanaj en su forma actual), la base y la fuente para el Antiguo Testamento de las diferentes Biblias cristianas. Por este motivo el cristianismo es considerado una religión abrahámica, junto con el judaísmo y con el islam.
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El cristianismo (del griego Χριστός, Christós, Cristo, literalmente 'ungido') es una religión abrahámica monoteísta basada en la vida y enseñanzas atribuidas a Jesús de Nazaret, presentadas en el canon bíblico y otras escrituras del Nuevo Testamento. Los cristianos creen que Jesús es el hijo de Dios, así como el Mesías (o Cristo) profetizado en el Antiguo Testamento, que murió para la redención de los pecados del género humano, y que resucitó tres días después de su muerte.
Algunos de los escritos sagrados cristianos son compartidos con el judaísmo. El Tanaj constituye, junto con la Biblia Septuaginta (más antigua que el Tanaj en su forma actual), la base y la fuente para el Antiguo Testamento de las diferentes Biblias cristianas. Por este motivo el cristianismo es considerado una religión abrahámica, junto con el judaísmo y con el islam.
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1015 Cambios en el imaginario de la lucha y represent acin de Morazn
Volumen 62 Nmero 709-710
eca Est udios Cent roamericanos Palabras clave: cultura, ensayo, Francisco Morazn, historia, Honduras, identidad, imaginario colectivo, literatura. Cambios en el imaginario de la lucha y represent acin de Morazn en la poesa hondurea * Francesca Randazzo** Resumen Al consultar la poes a hondurea escri ta en honor a M orazn desde que ste estuvi era en vi da hasta la actuali dad, sobresalen una seri e de caractersticasy de cambios. Este personaje federacionista esuno de losejescardinalesdel alma hondurea, del llamado a la deci si n, de la seguri dad de que otra reali dad esalcan- zable. Este trabajo esun esfuerzo por estudi ar la realidad a contrapelo de la forma dominan- te, buscando el entramado de la esperanza entre la leyenda y su desmitificacin. M orazn en la subjeti vi dad hondurea no esun hecho i nscri to en la producci n del pasado, servi l frente al presente, si no una fuerza de reden- ci n que actuali za la lucha de lo negado. * Algunas partes de este artculo fueron presentadas como Cambios en el imaginario de la lucha e institu- cionalizacin del ejrcito en Honduras en la Mesa de Historia de los Procesos Culturales del I Congreso Centroamericano de Estudios Culturales, realizado en El Salvador del 10 al 12 de octubre de 2007; y poste- riormente en el Seminario de Historia Medardo Meja, llevado a cabo por el Centro de Investigaciones Hist- ricas de Honduras, del 17 al 19 de octubre de 2007. ** Miembro del Instituto Hondureo de Antropologa e Historia (IHAH). Correo electrnico: ihahediciones@yahoo.com. Art culos Volumen 62 Nmero 709-710 eca Est udios Cent roamericanos 1016 Cambios en el imaginario de la lucha y represent acin de Morazn Desde mediados del siglo XIX hast a mediados del XX, se pasa de la alabanza de las proezas de Morazn a su incorporacin en el pant en de los hroes y su con- solidacin como una suert e de ser al que se invoca para pedir a los cielos que la realidad d a luz aquellos ideales que parecieran falt ar, pero de los cuales parece est ar preada. En el empeo por documentar las re- construcci ones del pasado, dentro de las ci enci as soci ales del i stmo, y especi almente la hi stori a, se ha pri vi legi ado ci ertos referentes emp ri cos, que con orgullo se llaman datos duros o fuentes pri mari as , en detri mento de otro ti po de documentos usados raramen- te y consi derados despecti vamente de orden subjeti vo . As , se ha li mi tado el estudi o a lo econmi co, lo soci al, lo pol ti co. Una parte de lo cultural se ha marginado, especficamente al arte y la li teratura. Lo que llena nuestra conciencia histrica es siempre una multitud de voces en las que resuena el eco del pasado. En este sentido, la poesa esuna memoria entre memorias. Reco- nociendo el problema y riesgo que plantea un mundo guiado exclusivamente por loscriterios de la univocidad, se trabaja en este artculo con el texto potico como producto simblico de las relaciones sociales desde-con-entre-para la es- peranza, y la necesidad de una interpretacin crtica. Con el fi n de actuali - zar el pasado y reconocer sus otros senti dos con nuevas i lumi naci ones, la poes a referente que adems de ser subjeti vo por excelenci a ti ene por esenci a mi sma el senti r permi te una traducci n que pasa por lo extrao y adverso. En la subsi s- tenci a del i magi nari o de la carenci a y de la orfandad en la comuni dad hondurea ( Randazzo, 2006) , losidealesmora- znicosunionistaspermanecen como su sueo, dentro de lascaracter sti casde lo i nconsci ente y susmani festaci oneslatentes. 1. Pre-t ext o: el Mora z n de Edmond Konrad Edmond Konrad ( 1997) , en su muy bi en documentado trabajo Franci sco M orazn i n the Hi stori ography of Central Ameri ca , se aproxi ma al clebre caudi llo a parti r de los textos hi stori ogrfi cos, dentro de los cuales i ncluye las bi ograf as. Konrad bri nda elemen- tos vali osos sobre la percepci n de M orazn en estos escri tos. No obstante, el objeti vo del autor es descubri r una verdad detrs de todo esto. Con el fi n de probar la responsabi li dad de M orazn en el fracaso de la federacin y en la i nfluenci a econmi ca y pol ti ca bri tni ca en el i stmo, opta, adi ci onalmente , por anali zar lo que l llama la m sti ca arturi ana de Fran- cisco M orazn 1 . Este adicionalmente ocupa la mayor parte del art culo y es, a mi jui ci o, el arma ms fuerte que Konrad usa no para deconstruir el mito, sino para reemplazarlo por otra i nterpretaci n: Adicionalmente, este artculo rastrea el desarro- llo del mi to de M orazn desde su concepci n, que arranca con Lorenzo M ontfar y el cente- nario del natalicio de M orazn en 1892, hasta la ms reci ente i nterpretaci n de este mi to. Se enfocan tambi n en este art culo los argumentoshostilesa M ora- zn, as como un anli si sde i ntentos reci entes de desmi - ti fi carlo. C omo puede verse, segn Konrad, el trabajo que empi eza a forjar el mi to es una bi ograf a escri ta en el centenari o del naci mi ento de M ora- zn ( 1892) . Cul ser entonces la funci n de lospoemasde Franci sco Ferrera ( 1794-1851) ( Umaa, 1995, pp. 107) , Jos Tri ni dad Reyes ( 1797-1855) ( Sali nas, 1993, p. 31; y Uma- a, 1995, pp. 110-112) , Jerem as Ci sneros ( 1845-1908) ( Umaa, 1995, p. 113) y M anuel M olina Vigil ( 1853-1883) ( Secretara de Cultu- ra, 1992, p. 22) ? Por qu Konrad desmerece estosreferentes? No tuvo acceso a estasfuen- tes? O acaso un poema no esadecuado para un enfoque soci ohi stri co? 1. Arturiana en relacin a la gura del rey Arturo, smbolo del monarca ideal. [Nota del editor.] 1017 Cambios en el imaginario de la lucha y represent acin de Morazn Volumen 62 Nmero 709-710 eca Est udios Cent roamericanos Losapenascitadosson autoresde Hondu- ras, Estado centroameri cano al cual li mi tar este trabajo 2 . En este pas, lospoemasescritos a M orazn se cuentan por centenasy su figura es un verdadero s mbolo soci al, en el que se condensa ci erta utop a de la naci n hondure- a. Para Umaa ( 1995, p. 105) , la poes a es el gnero ms fecundo en el tratami ento del tema moraznico que, desde el siglo XIX hasta nuestros d as, ha sacudi do a todos los poetas hondureos . Es plausi ble trabajar con ellos recordando cmo Schlei ermacher, a parti r de lospoemashomricos, encuentra no solamen- te la i nspi raci n de un autor, si no el producto de un pueblo. Raymond Williams, en su trabajo Marxismo y literatura, propone un modo espec fi co de entender las relaci ones entre cultura y poder, en donde las prcti cas culturales no son re- duci das si no i nterpretadas como elementos efecti vosde una hegemon a: La parte msdifcil e interesante de todo anlisis cultural, en lassoci edadescomplejas, esla que procura comprender lo hegemnico en suspro- cesosactivosy formativos, pero tambin en sus procesosde transformaci n. Lasobrasde arte, debido a su carcter fundamental y general, son con frecuencia especialmente importantescomo fuentes de esta compleja evi denci a. ( Wi lli ams, 1980, p. 135.) La li teratura, y en este caso la poes a, permi te trabajar con lossi gni fi cadosy valores tal como son vividosy sentidospor una gene- raci n determi nada en un per odo defi ni do. Para Wi lli ams, estos si gni fi cados y valores consti tuyen una estructura de senti mi ento , categor a que permi te leer estrategi assi mbli - casy de representacin a partir de la forma en que fueron vi vi das: La idea de una estructura del sentimiento puede relacionarse especficamente con la evidencia de lasformasy lasconvenci ones fi gurassemn- ticas que, en el arte y la literatura, se hallan a menudo entre laspri merasi ndi caci onesde que se est formando una nueva estructura de este ti po. ( Wi lli ams, 1980, p. 156.) El autor i nsi ste en que las estructuras de senti mi ento no deber an ser i gnoradas en el anli si s hi stri co, pues representan preforma- ci ones o mani festaci ones espontneas, subje- ti vi dades que no necesi tan de una defi ni ci n, una clasi fi caci n o una raci onali zaci n antes de ejercer presi ones sobre la experi enci a y sobre la acci n. Este art culo se enmarca dentro de un estudio mayor sobre loscambiosen lasestruc- turasde sentir de la colectividad, a partir de la representaci n de M orazn ( su pro hombre) en la poes a hondurea. Desde medi ados del si glo XI X hasta medi ados del XX, se pasa de la alabanza de las proezas de M orazn a su incorporacin en el panten de loshroesy su consoli daci n como una suerte de ser al que se invoca para pedir a loscielos divinoso de la hi stori a que la reali dad d a luz aquellos idealesque parecieran faltar, pero de loscuales parece estar preada. En todo caso, hay ms que un momento entre el nacimiento de la leyenda y su afianza- mi ento ( e i nclusi ve su decli ve, como veremos luego, al margen de los i ntentos acadmi cos por develar la verdad) , el cual ocurre proba- blemente con la Resea histrica de Centro Amrica de Lorenzo M ontfar ( 1878-1888) . Lasconsecuenci asde margi nar lasproducci o- nes li terari as llevan a Konrad a sostener que la i nterpretaci n no evoluci ona a lo largo del tiempo, sino hasta la poca en la que l mismo se i nscri be ( la era de la desmi ti fi caci n) : Como lo muestra Wi lli am G ri ffi th, desde la interpretacin de M orazn por M ontfar y los centenaristas, no se han desarrollado en loslti- mosaosnuevasinterpretacioneso conjuntosde temas. Lasobrascentroamericanasy extranjeras han hecho eco de esta interpretacin centenaris- ta, al emplear el formato de M ontfar y concen- trarse en lascampaasmilitaresdel hroe. 2. Konrad, al contrario, valiosamente incorpora un enfoque centroamericanista y arma que es a partir de Montfar en su intento por construir una identidad para Centroamrica en base a las leyendas revolucio- narias que se consolidar la imagen de Morazn como padre fundador. Volumen 62 Nmero 709-710 eca Est udios Cent roamericanos 1018 Cambios en el imaginario de la lucha y represent acin de Morazn Probablemente, en este punto, ci ertas suscepti bi li dades emerjan puesto que estoy poni endo al mi smo ni vel un anli si shi stri co, el de Wi lli am G ri ffi th, con la expresi n po- ti ca de un escri tor. Ese malestar es parte del objeti vo de este art culo. Veamos el mtodo que Konrad uti li za. Para lograr desmi ti fi car al personaje, el hi stori ador, por contraposi ci n, ubi ca las fuentes ms anti guas y locales en el oscuro domi ni o de la subjeti vi dad: Cualqui er veredi cto obj eti vo sobre el rol de M orazn, dada la escasez de objeti vi dad cen- troameri cana, habr de buscarse en trabajos acadmi cos extranjeros. I ni ci almente, los hi s- tori adores de los Estados Uni dos si gui eron la i nterpretaci n li beral, pero ms reci entemente la era de deconstrucci n de los mi tos li berales latinoamericanosha incluido losque se refieren a M orazn. El enfoque ni co de su di sci pli na y la bs- queda de la verdad no permi ten a Konrad ver que desmerece los trabajos locales, los cuales, adems, son li teralmente deci monni - cosy elaboradosfuera de la academia; y que, en cambi o, legi ti ma las producci ones de los extranjeros reali zadas a parti r de la segunda mitad del XX y dentro de la academia. Con la debida distancia que lessepara, Konrad usa la mi sma metodolog a de Lorenzo M ontfar: M ontfar primero tuvo que desacreditar comen- tari os anteri ores, que descri bi que presenta- ban a los servi les como ngeles de los coros celesti ales y a los li berales como una soci edad de i ncompetentes . M ontfar contrarrest las descri pci ones cr ti cas de M orazn al i ntroduci r reportes peri od sti cos y testi moni os de pri mera mano sobre el hroe, como los de John L. Stephensy G . Squi er, ambosdi plomti cosnor- teamericanos, as como el testimonio de Nicolas Raoul, un veterano de lasguerrasnapolenicas que sirvi a M orazn hacia el final de la carrera de este lti mo. Cuando Konrad ci ta las representaci ones hi stri cas de H ubert Bancroft y M ary Wi l- helmi ne Wi lli ams, di ce senci llamente que la Resea histrica de M ontfar les afecta. Pero es curi oso que para hablar de los autores locales necesi te recurri r a la cari catura. As , por ejemplo, el M orazn del trabajo biogrfico de M art nez Lpez de fi nales del si glo XI X lo compara al retrato de Di sney sobre el joven rey Arturo. Fi nalmente, K onrad, si n haber i ntentado i nterpretar la funci n del mi to en la soci edad centroameri cana, se li mi ta a deci r: No i mporta cun falaz haya si do el mi to, su xito esevidente porque, desde el Centenario, cualqui er plan de reuni fi caci n centroame- ri cana se hace en el nombre de M orazn . Primordialmente, no se trata de atacar al autor ni de expli ci tar un sesgo. M s bi en se qui ere reflexi onar acerca de dos lugares: el que se ocupa cuando se investiga y aquel hacia adon- de se di ri ge la mi rada. 2. Morazn ent re dos siglos Al recorrer la evocaci n colecti va de M o- razn, en los textos poti cos que van de la Federacin a iniciosdel XI X hasta el continuis- mo de Car as a medi ados del XX, es posi ble ver cmo se va teji endo un i magi nari o que legi ti ma al caudi llo. Los cali fi cati vos que se le atri buyen pertenecen a un cdi go axi olgi co ( idea , ideales , honor , valenta , deco- ro , justi ci a ) y a otro pol ti co ( reformador , repbli co , alma de democraci a , estadi sta de verbo tri buni ci o ) que para medi ados del si glo XX parecen fundi rse en rasgos para la poca revoluci onari os ( mdula i ntelec- tual , libros , democracia , voz de pueblo , li bertad ) . Lo ci erto es que la i magen de caudi llo y su ti ca guerrera frente a las ataduras colo- nialesno trascienden en la poesa msall del si glo XI X. Agotada, la fi gura se transforma en la si lueta fantsti ca de un guerrero i nusual: Capi tn i nfeli z, suma del sueo, [ ] G eneral de lasluci rnagas, ntegro escudo, lanza i nvenci ble, Capitn de veras, armado caballero del decoro. ( Paz Paredes, en Umaa, 1995, p. 134.) El concepto llano del hroe evoluci ona a patri arca ( en 1943) , despus senci llamente a padre ( en 1954) e inclusive a artista , su- giriendo un acercamiento de lo mtico a lo hu-