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Dos momentos de Crisis en el Arte: final del siglo XVI y final del siglo XVII

“El arte es la filosofía que refleja un pensamiento.” Antoni Tàpies

Si bien Florencia había sido el escenario principal del Quattrocento italiano, la capital
artística del Cinquecento se transfiere hacia Roma a lo largo del siglo XVI. Esta mudanza
se debe al mecenazgo, donde los patrones, burgueses y mercaderes, protegen y
financian a los artistas. Destacan los Médici, los Farnesio, los Sforza, y el Papado.

En el primer tercio del siglo XVI, las obras renacentistas eran notablemente clásicas,
donde el artista se ve obligado a adecuarse a las normas que el decoro imponga, y a la
vez, busca la belleza, la proporción y la simetría. No obstante, el arte renacentista clásico
alcanzará sus momentos de culminación en el segundo tercio de este siglo además de,
que el espíritu revisionista y exhaustivo característico del Renacimiento dará origen a la
aparición de tratados compendiosos del lenguaje empleado, donde el pensamiento se
torna subjetivo. La Reforma Protestante sacude fuertemente el destino de la Iglesia
Católica y cuestiona toda concepción religiosa impuesta.

Por su parte, el manierismo pone en duda la validez de lo clásico y se rebela ante


cualquier represión artística. En este punto, el arte experimenta un desenfreno de técnicas
con las cuales el artista moderno libera sus pasiones y diseña composiciones con
paisajes. Las posturas son especialmente anticlásicas, y los cuerpos se retuercen y hacen
ademanes. El brillo frío de los colores y las luces dramáticas son diferencias muy notables
al contrario de los colores esfumados y luces abrillantadas del renacimiento. Las
perspectivas manieristas son más profundas y las posiciones son más diagonales. Los
temas llegan a incluir pasajes de la mitología griega.

La respuesta de la Iglesia ante el surgimiento del Luteranismo y el Calvinismo fue la


Contrarreforma, la cual impulsó una reafirmación vigorosa de la visión mística del mundo.
Se reavivó la llamada de la fe. Fue un llamado a las armas contra todo aquello que ponía
en peligro los cimientos del catolicismo. Es así como la iglesia militante funda el Concilio
de Trento en el cual se condenó, sin ninguna consideración, al protestantismo y se intentó
darle al papado mayor autoridad y credibilidad. Este Concilio también termina
sancionando la división de la cristiandad en Europa occidental: unos europeos que siguen
siendo católicos y otros que siguen el protestantismo bajo las formas luterana, anglicana o
calvinista.

Este agitado ambiente da origen al barroco, el cual trajo consigo innovaciones de primera
magnitud en todos los aspectos. Se modifica profundamente, no sólo la temática y la
actitud psicológica del pintor ante sus modelos, sino la forma misma de concebir la luz, el
color y la distribución espacial. Muchas de estas transformaciones estaban ya en germen
en la pintura manierista, pero es ahora cuando se desarrollan de forma coherente. La
pintura barroca es profundamente naturalista. Los temas se inspiraron más en la realidad
y en hechos históricos. Los artistas no vacilan en representar a personajes harapientos o
lastimosos, o incluso contrahechos, en toda su crudeza.

El paisaje adquiere categoría de género independiente. Se destaca el uso del Claroscuro,


técnica que permite que el volumen se presente dinámico por sus grandes contrastes de
luz y sombra, y al mismo tiempo, otorga un efecto trágico, o teatral. Además, las
proporciones son predominantemente orgánicas y curvas, se integran en parte con el
fondo, revalorizando el concepto de forma abierta: no hay límites de contorno a diferencia
del periodo anterior en el cual existía una especie de friso.
ENSAYO
DOS MOMENTOS DE CRISIS EN EL ARTE: FINAL DEL SIGLO XVI Y
FINAL DEL SIGLO XVII

Alumna:

 Silvana Gómez Paz

Profesor: Luis Torrejón

Asignatura: Historia del Arte

2009-I

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