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EL OPÚSCULO BORRAJO
EL OPÚSCULO BORRAJO
por
PRÓLOGO
de
JAVIER SÁDABA
© Ramón Borrajo Domarco
© de la edición: CSNueve Producciones S.L.N.E.
DEP. LEGAL:
ISBN: 978-84-936484-0-4
CHUFO LLORENS
PRÓLOGO
C
ONOCÍ a Moncho Borrajo hace ya unos años en Bilbao.
Mi conocimiento no fue directo sino a través del escena-
rio. Estuve presente en una de sus funciones. Asistimos
prácticamente todos los hermanos porque teníamos una idea,
un tanto confusa he de confesarlo, de que se trataba de un
espectáculo con interés y en el que nos íbamos a divertir. Y,
efectivamente, fue así. Gozamos durante la representación y
salimos contentos. Mantengo vivo el recuerdo de lo que allí
vi y oí. Una sola persona llenaba la escena, cambiaba con
una facilidad extraordinaria de actividad, hacía reír, incitaba a
pensar y todo lo envolvía en una mezcla de magia y cercanía
que acababa por seducirte. Mucha imaginación y no menos
talento son el resumen de aquel primer contacto, indirecto,
con Moncho Borrajo. Recientemente he hablado bastante con
él. Y lo que entonces vi y ahora he oído, ya sin la distancia que
se da entre el actor y el público, no ha hecho sino confirmar
lo que siempre sospeché. Se trata de una persona inteligente,
original, que se basa en ella misma y que no depende ni de
la moda tonta ni de las costumbres inertes ni de qué dirán los
que normalmente no dicen nada. Y, por último, ha llegado a
mis manos este libro. Lo he leído con gusto y me han pedi-
do un prólogo. Lo hago con no menos gusto. Porque el libro
enseña y hace gozar, que es precisamente la conjunción que
pedían los clásicos a la hora de comunicarnos con los demás.
Lo más sencillo y práctico sería invitar a todos a que se zam-
bullan en lo publicado por Moncho Borrajo. Y es que se lee
con soltura, se pasa bien, es ágil y, repito, se aprende. Me voy
a permitir, sin embargo, fijarme brevemente en varios aspec-
RAMÓN BORRAJO DOMARCO 8
JAVIER SÁDABA
PREACTO
LA PROTESTA INTERMINABLE
T
REINTA años de contacto directo con el público pue-
den ser pocos para aquellos que nunca valoran el tra-
bajo ajeno pero, para mí, ha sido la mejor escuela que
hubiera podido desear.
Durante estos años los acontecimientos fueron sucedién-
dose de forma rápida y continuada, dejando en mí grandes
dudas y una protesta interminable. Una protesta interior, y
exterior a la vez, que ha conseguido que, durante este tiempo,
las viejas y eternas controversias se fueran acrecentando en
mí como si de un pozo se tratara; pozo que no quiero que se
sedimente en mi corazón sin antes darle un pequeño repaso
para luego volver a llenar el vaso con agua nueva.
“Por los servicios prestados a la nación”, así reza la gran
patraña política de este país cuando se quiere justificar un
derroche innecesario de dinero en sueldos a aquellos que han
ocupado un puesto político durante un cierto periodo de tiem-
po. No me he parado a calcular el número de ellos que han
pasado por dichos cargos desde la muerte del dictador, pero
puedo imaginar la cantidad de millones que se dedican a este
menester anualmente sólo para tapar bocas o aliviar heridas,
pero lo cierto es que siguen ejerciendo el viejo arte del chu-
leo, siendo los proxenetas de la sociedad.
¿Realmente han hecho tanto por la “Patria” que estamos
obligados a reconocerle de por vida su gran labor?
RAMÓN BORRAJO DOMARCO 16
La política, ¡esa gran transformadora de personas!, hace
el milagro de convertir en lobo al más humilde de los corde-
ros, tan sólo, con tomar posesión de un sillón. ¿Cómo puede
ser que todas las buenas intenciones se esfumen con tan sólo
tomar contacto con él? El afán de protagonismo de los me-
diocres es una de las causas del cáncer que invade la vida po-
lítica. Casi todos los que se dedican a este viejo “arte” salen
de la nada más absoluta, salvo honrosas excepciones, pasan
del anonimato más silente a la popularidad más arrolladora,
según ellos, si se entiende por arrollar pisotear todas las li-
bertades ajenas. ¿Es posible, que los grandes de la patria no
se den cuenta de la mediocridad que les rodea? ¿Están tan
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Creo que ha llegado el tiempo de eliminar de nuestro vo-
cabulario político las palabras derecha e izquierda, dado que
ya no representan los comportamientos ideológicos de nues-
tros políticos. Es como utilizar los términos conservador y
progresista. Hay muchos mal llamados progresistas que se
comportan como auténticos conservadores y ciertos conser-
vadores, que tienen ramalazos de progresismo, pero no dejan
de ser sólo eso, ramalazos.
EL OPÚSCULO BORRAJO 23
E
LLOS manejan las directrices “culturales” menospre-
ciando de forma totalitaria las opiniones de otros que
apuestan por unas miras más amplias en el mundo del
arte y de la cultura. Crean pequeños dioses que, al tener los
pies de barro, caen en poco tiempo sin dejar rastro. Pero en-
tonces no asumen el fracaso, lo achacan a circunstancias ex-
ternas e ellos y sobretodo a algo a lo que son muy adictos “LA
INCULTURA GENERAL”.
Sólo es cultura, cultural o culto, lo que ellos proclaman,
no lo que el pueblo y la sociedad aplauden o admiran. Para
ellos el pueblo siempre va atrasado, son ellos y sólo ellos, la
avanzadilla cultural, los progresistas, las antorchas que dan
luz a la oscuridad reinante, los padres de una cultura maniata-
da y dirigida que camina hacia un monopolio cerrado y poco
aperturista.
Un ejemplo en el mundo del arte, es ARCO, que dentro
del arte español es el ejemplo más sangrante de lo anterior-
mente dicho. Sólo unos pocos deciden quién puede y quién
no, participar en dicha feria. Pero no lo hacen siguiendo unos
criterios lógicos para tales eventos como serían: la calidad de
las obras propuestas, el historial de la galería, la aportación al
arte que su artista pueda hacer... sino los caprichos personali-
zados de aquellos que dirigen el “cotarro” comprobando año
tras año que no es lo último que se hace en el país, sino que es
lo que ellos creen más apropiado según sus favores.
Es cierto que el concepto de arte evoluciona y que las nue-
vas técnica son difíciles de asumir, pero lo más difícil es ha-
cer comulgar con ruedas de molino a los que aman el arte al
presentarles auténticas tomaduras de pelo bajo el nombre de
“arte contemporáneo” o la temida “vanguardia”.
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Esta protesta, que se me hace interminable, no puede dejar
a un lado la crisis por no decir, el hundimiento de las religio-
nes. Y digo religiones para que no se crean que hay en mí un
acto anticlerical católico, cosa nada de extrañar, siendo como
he sido católico practicante y ahora, un ser religioso que nada
en la laguna de la gran duda: la existencia.
De lo que los libros religiosos ponen, hasta lo que las re-
ligiones proclaman y defienden, ¡hay tal distancia! que uno
no puede recorrerla sin quedar sumido en un mar de dudas
que nadie puede resolver de una forma coherente y sensata.
La utilización de la ignorancia de los pueblos por las cabezas
visibles de las Iglesias es tan demencial, por no decir más,
que la que hacen los políticos de ese mismo pueblo. Las re-
ligiones están en seria decadencia al ver cómo no son ellas
las favorecedoras del entendimiento entre los pueblos, sino
más bien, en algunos casos, las promotoras de esas luchas
que hoy en día masacran a la humanidad. No sólo no facilitan
la solución de los problemas entre los seres humanos, si no
que confunden las pocas luces que poseemos al querer capi-
talizar toda nuestra atención en sus fines personalistas, tanto
de poder terrenal como del más peligroso, el poder sobre los
miedos y los temores que todo ser humano posee en cuanto
empieza a plantearse la eterna pregunta: ¿De dónde vengo y
a dónde voy?
Todos los puntos en común que las religiones tienen, que
son muchos, se quedan empequeñecidos por la avaricia de
sus cabecillas y por la triste jerarquía creada al más puro esti-
lo militar. La aparición de las sectas no es más que la demos-
tración de que en las “grandes religiones” no se encuentran
las soluciones esperadas, o al menos las opciones para poder
encontrarlas. Desde pequeños caemos en las redes del papa-
natismo y hacen de nuestra inocencia el campo de cultivo de
unas retrógradas creencias que, más tarde, nos dejan sumidos
en el abandono más total al comprender que del dicho al he-
cho hay mucho más que un trecho: hay un abismo.
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¿Exagerado? Puede ser. Pero el tiempo dirá si tenía o no
razón. Nadie dio un duro, o un euro, por Copérnico y .... Ya sé
que no soy Copérnico, ni Julio Verne. ¡Faltaría más!
Sólo soy un loco que cree en la raza humana y se ha decidi-
do a escribir esta protesta interminable que bien pude haberla
empezado el día de mi nacimiento o cualquier otro día de
mi vida. Pero he dejado pasar el tiempo para permitir que se
remanse el poso de la envidia y la incomprensión, para dejar
escapar un susurro de insatisfacción personal, que sólo me te-
nía el “alma” un poco asfixiada por el ansia de libertad. Y yo
me pregunto, ¿si yo me encuentro en esta tesitura personal,
que harán todos aquellos que no han podido, o no les han de-
jado, expresarse a lo largo de todos los años de su vida? ¿To-
dos aquellos que han tenido que guardar un silencio impuesto
por las dictaduras, tanto políticas como religiosas de estas
nuestra sociedad? Me aterra pensar en ello. Me duele eso que
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Nadie puede negar que unos nacen con más ventajas que
otros, pero también es cierto que no se corresponden con
las situaciones posteriores de la vida. El que se emperren en
que nos sintamos perdedores no es más que una táctica de
esta sociedad, para que no intentemos lograr esa superación
personal a la que todos estamos encaminados desde el mo-
mento en que nos paramos a pensar un poco sobre los por-
qués que siempre han hecho desarrollarse al ser humano.
El perdedor no es más que una necesidad del mal llamado
“ganador” para marcar así las diferencias entre uno y otro.
La marca del coche, el apartamento en una u otra zona de
la ciudad y todas esas cosas que nos restriegan por las nari-
ces, no son más que la demostración de su pobreza interior.
Esa imperiosa necesidad de enseñarnos todo lo que poseen,
y compararlo con los demás, no es más que la demostración
de su falta de riqueza interior o, peor aún, de su infelicidad
por poseer tales cosas y haber perdido el sentido de las mis-
mas. No es difícil encontrarse con que la casa más grande
pertenece al más pequeño, o que el hombre que está más solo,
es el que más terreno posee. La felicidad no está en propor-
ción directa con la cantidad de cosas poseídas, si no más bien,
con la relación entre las cosas necesarias y las suficientes.
EL OPÚSCULO BORRAJO 35
?
Nos han manipulado y lo siguen haciendo de una forma
descarada e inmoral. Ninguno de los poderes fácticos preten-
de la igualdad del ser humano, ni su paz interior, o su tranqui-
lidad anímica. Sólo utilizan nuestros miedos más ancestrales
para podernos manipular y dirigirnos hacia donde nuestros
comportamientos les sean más rentables, haciéndonos creer
que todo está pensado y realizado para y por nuestro bien.
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cierto que con el bullicio que nos rodea e inunda, pocas veces
somos capaces de escucharla.
Cuando escribo estas últimas opiniones afloran en mí nue-
vas protestas que se hacen interminables. Es cada uno de no-
sotros el que ha de encontrar soluciones a ellas dependiendo
del lugar en el que se encuentre, y de una forma personal e
intransferible. No son los demás, sino todos y cada uno de
nosotros, los que debemos encontrar el camino o los caminos,
que nos conduzcan hacia una sociedad equitativa y respetuo-
sa con el otro, sea cual fuera su raza, color o sexo.
No es fácil que una persona tan dada a la palabra como
yo, haya sido capaz de ser tan escueto en temas que darían
cientos de páginas por sí mismos. Pero este ejercicio me ha
valido para darme cuenta de que los sentimientos más autén-
ticos son los que ocupan menos espacio, tanto en los libros,
como en el interior de cada uno. Sólo lo superfluo es barroco,
y lo intrascendente ampuloso.
A quien lea estas páginas le deseo que encuentre el silen-
cio preciso y precioso, para poder empezar su propia PRO-
TESTA INTERMINABLE. Una protesta que sólo se puede
hacer desde el humor y con humor, porque es la única arma
que no mata, pero despeja la mente o deja fuera de combate
a todos los que quieren manejarnos como marionetas. Su ego
es tan grande que les tapa todos los puntos de referencia y les
dejan en la oscuridad de la estupidez más preocupante, que
es la de aquel que no se sabe estúpido. O peor aún, cree ser el
mesías que todos esperamos sin saber que lo tenemos dentro
de nosotros encerrado en una cárcel que hemos permitido que
nos fabriquen los que dicen hablar en nuestro nombre y por
nuestro bien.
Muchos de ustedes se preguntarán ¿qué tiene que ver el
humor con este vómito de ira contenida? Todo y nada a la
vez. Todo porque el humor es la pomada y el arma que puede
curarnos y hacer que matemos la estupidez ajena, si no es
que tenemos que empezar por la propia, algo que sería muy
recomendable desde todos los puntos de vista.
ACTO PRIMERO
DIOS MÍO, ¿QUÉ ES EL HUMOR?
D
EFINIR el humor, o el humorismo es tan difícil como
cortar un rayo de luna con unas tijeras o atraparla en
un estanque. Lo que si puedo afirmar, o acercarme a
un dato certero, es que la risa es de las pocas cosas que nos
diferencia de los animales, aunque hay veces que llegué a
ponerlo en duda durante los 38 años que me dediqué a esto
del humor.
¿En verdad he sido humorista? Yo creo que no, pero así me
catalogaron los que todo lo catalogan: Los catalogantes.
Sonrisa: leve y sin ruido que sólo se manifiesta por los movi-
mientos de los labios.
Carcajada: risa ruidosa y con ímpetu.
Descojone: risa exagerada con cierta burla de algo o de al-
guien.
Descojone general: todo el mundo asistente al evento.
El físico en el humor
Blanco.
Negro.
Sexual o verde.
Escatológico.
Racista.
Homófogo.
Machista.
Feminista.
4
Todos estos tipos de humor, pueden entremezclarse entre si, algo que
ocurre con frecuencia en mi caso y en el de otros muchos que se de-
dican al humor.
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Absurdo.
Social.
Político.
Religioso o anticlerical.
Autonómico o entre países.
Chistes de Jaimito.
¿Qué le dice...?
Se sube el telón, se baja el telón.
¿En que se parece...?
Chistes de putas.
Chistes de maricones.
Chistes de la mili.
Chistes de cada profesión.
Chistes sobre personas o colectivos tratándolos como ton-
tos: gallegos en América.
Lepe en España.
La gomera en Canarias.
Los belgas en Francia.
Chistes de Jaimito:6 Chistes que se le atribuyen a un perso-
naje imaginario de corta edad. Travieso y muy ingenioso
para salir de entuertos y aprietos ante sus padre o profeso-
res, o de la vida en general.
Chiste escenificado: Es aquel que partiendo de un chiste sen-
cillo, o anécdota corta, toma cuerpo por medio de añadi-
dos referentes al mismo que son en sí mismos pequeños
chistes que le dan cuerpo al primero, pudiéndolo convertir
en un monólogo. En el humor hablado es tan importante
6
Jaimito fue una revista española de historieta infantil, editada por Edi-
torial Valenciana, que se publicó entre 1945 y 1979. Jaimito fue un
personaje de Karpa en esta revista. Posiblemente de ahí saliera su po-
pularidad y se atribuyeran más tarde los chistes que de él se contaban
en todo el país.
RAMÓN BORRAJO DOMARCO 56
7
El lector puede continuar este ejercicio dependiendo de sus conocimien-
tos literarios.
NOTAS SOBRE EL HUMORISMO
(HUMOR)
Y EL HUMORISTA8
E
N el humor hablado no sólo se ha de tener en cuenta lo
que se dice, si no también cómo se dice y qué gesto se
utiliza en cada momento. Muchas veces el gesto y la pa-
labra no van al unísono, o con la misma intención, si no que
son contrapunto uno del otro para así hacer que el espectador
se fije más en lo dicho o en lo hecho, depende de la intencio-
nalidad del humorista.
Cada humorista ha de encontrar su propio lenguaje, tanto
físico como de signos o gestual, para expresar con claridad
lo que pretende. Han existido cómicos que han recurrido a
la negación, o a la casi inexistencia de gestos, para dar más
importancia a lo dicho.
El énfasis, la desgana, la alegría o la apatía que se ponga
al decir una cosa cambian por completo el mensaje que recibe
el espectador.
Existen humoristas que utilizan la agresividad para atraer
la atención del público para que así presten más atención
a lo que está contando. Hay quien hace de la participación
su elemento conductor. En estos casos hay países, zonas
o regiones, donde es más fácil lograrlo. Uno de los pun-
tos fundamentales para que esto suceda depende del senti-
do del ridículo que se posea. España no es un país que de
muchas facilidades, todo lo contrario que el mundo anglo-
sajón. Existe una frase muy característica que define este
8
Estas son opiniones que han surgido de mis 38 años de contacto con el
público como humorista. Cosas sin importancia.
RAMÓN BORRAJO DOMARCO 60
S
IEMPRE el humor se ha utilizado para atacar a los po-
derosos o, al menos, para decirles de forma graciosa y
sin temor a ser castigados por ellos todo aquello que
nos parece mal de su gestión o de su comportamiento. Desde
los griegos a nuestros días, hay ejemplos claros de esto, pero
quizás fueran los bufones de la edad media, y posteriormente
en los siglos venideros, los que utilizaron el humor para hacer
de este un arma no sólo arrojadiza si no también un escudo
que protegiera sus vidas. Podríamos hacer un estudio socioló-
gico y político en función del humor que se ha practicado en
cada país y nos daría una definición muy aproximada de los
momentos sociales, culturales y políticos por los que pasaron
los mismos, en función del humor que se practicaba en cada
momento.
Es claro y evidente que en épocas de dictadura los payasos
han sido los recomendados por su aparente inocencia, aun-
que ha habido payasos políticamente incorrectos y también
aquellos mal llamados humoristas, que vendiéndose al poder
fueron y siguen siendo los “graciosillos” de turno. El humor
en épocas de dictadura ha sido casi siempre, por no ser afir-
mativo y tajante, un humor machista, racista y evidentemente
homófogo y xenólogo. Las ideologías de los dictadores en
todas sus direcciones, izquierda o derecha, han sido siempre
la pauta que el graciosillo (permítanme que no les llame hu-
moristas) utilizaba y utiliza, porque existen para hacer reír a
sus señores todopoderosos. Al mismo tiempo que estos seudo
humoristas vivían en la opulencia y la popularidad existieron,
y existen, otros que de forma valiente han hecho y hacen un
humor en contra del poder establecido sea la época que sea
RAMÓN BORRAJO DOMARCO 66
por medio del humor, hacen que tus puntos de vista cambien,
si no de una forma radical y tajante, sí de manera paulatina y
tranquila, como creo que son las buenas medicinas. El humor
usado como defensa es un perfecto escudo contra la estupi-
dez, el intrusismo y la prepotencia de quien quiere humillarte.
La persona que se enfrenta a sus enemigos con humor tiene
mucho ganado, tanto, que su enemigo desconoce el poder del
mismo. De tal manera es el humor una defensa que cuando
pierdes una batalla de la vida, sólo el humor puede hacer que
pases de vencido a victorioso con el sólo ejercicio del hu-
mor, dejando descolocado al contrincante de tal forma que
aún victorioso no sabe si ha ganado o le has dejado ganar para
poder reírte un poco de sus ansias de victoria. El humor sitúa
al individuo en una posición de privilegio ante los avatares de
la vida dándole un cierto tiempo para enfrentarse a la realidad
desde otro punto de vista.
¿Sé que algunos se estarán preguntando si todo esto que
estoy contando es cierto y lo podemos encontrar en el humor
o es sólo una teoría más o menos curiosa y pedante del que
les escribe?
Esto no está en un chiste más o menos bien contado o en
un momento de risas, no, estamos hablando del humor con
mayúsculas, del sentido profundo del humor, donde también
entran todos esos pequeños momentos de chistes y de risas
pero que es un estado o postura ante la vida y sus realidades
más profundas.
Es cierto que el humor mal utilizado hace que el sarcasmo
y la ironía malsana aniden dentro del gracioso dando paso a
un cínico o a un hipócrita social, haciendo que el humor se
transforme en algo zafio y rastrero dado que no tiene como
fin divertir, curar o ser el aguijón de los poderosos, si no que
se transforma en un arma para humillar, despreciar o ridicu-
lizar a otro ser humano con el sólo pretexto de ser el centro
de atención de la reunión o el aplaudido ante la gracia de mal
gusto del pedante de turno. Esto último se da mucho en círcu-
los sociales cerrados, donde la existencia del gracioso oficial
es siempre aplaudida por los componentes del grupo que, por
otra parte, carecen del más mínimo sentido del humor. Esto
no es humor, o al menos yo no lo entiendo así. Este imbécil,
que se cree gracioso y presume de sentido del humor, algo de
RAMÓN BORRAJO DOMARCO 72
lo que carece, suele ser persona que admite mal las bromas
y puede ser que no encuentre gracia en otros que si la tie-
nen por el mero hecho de que le rían las suyas. No tiene una
localización fija y puede existir en distintas capas sociales
adaptándose al entorno como un camaleón, sólo por el mero
hecho de ser el centro de atención el grupo. Les ruego enca-
recidamente por el bien de su salud mental que no le llamen
humorista a este espécimen social, podrá ser gracioso para
usted, pero carece de todo sentido del humor más elemental.
Nunca el humor ha de hacerse para humillar a nadie. Es dis-
tinto cuando los ataques, pullas o aguijonazos se hacen para
despertar el ánimo o el espíritu de quien te escucha y hacer
de esa manera que salga del letargo en el que se encuentra.
En este punto podemos decir que estamos ante el humor de
provocación. Un humor que camina por la cuerda floja entre
el insulto y la gloria, entre la humillación y la adoración, pero
sabedor siempre de que no puede caer en el lado oscuro, por-
que entonces deja de ser humor para convertirse en otra cosa
muy distinta. En este punto he de decir que hay personas que
no van preparadas para ver y escuchar al humorista, pendien-
tes sólo de la risa que le pueden provocar y no de lo que les
puede pedir a cambio el humorista. ¿Qué les puede pedir a
cambio el humorista, se preguntarán ustedes? El humorista
ha de pedirles atención, distanciamiento, complicidad, no po-
nerse nunca en la piel del criticado si no es dirigido hacia él,
no asumir culpas ajenas y sobretodo no ponerse a la defensiva
y mucho menos hacer de paladín de los atacados o los que
son motivo de las bromas del humorista. Yo, personalmente,
les pediría que dejaran en la puerta los complejos, las envi-
dias, y las cosas que ocurrieron en ese día. Sé que es mucho
pedir pero he comprobado que cuando vienen con esa actitud
todo funciona mejor y en el espectáculo ocurre una catarsis
que los propios médicos recetan a los pacientes con depresión
o estado de ansiedad o estrés, haciendo que el humorista se
comporte como un director en una terapia de grupo.
El problema hoy en día del arma del humor, son los silen-
ciadores. Cuando hablamos de poder no sólo nos referimos
al político, no, en ese poder entran otros de todos conocidos,
más manipuladores que los anteriores. Televisión, prensa, ra-
dio etc. Uno de los miedos del poder con respecto al humor es
RAMÓN BORRAJO DOMARCO 74
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RAMÓN BORRAJO DOMARCO 80
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Z
EL OPÚSCULO BORRAJO 81
J’ai demandé d’être incinéré et que mes cendres soient jetées dans le même fleuve où le furent celles de ma mère,
rappelant que: “nos vies sont des fleuves qui vont mourir dans la mer”. C’est pourquoi je vous prie du fond du coeur: ne
salopez pas la mer en y jetant de la merde, espèces de cons! Et ça surtout parce que ma mère ne supportait pas la saleté. Et
notez que je ne milite pas officiellement chez les Verts ni dans aucun parti écologique, mais il est reconnu qu’un humoriste
est écologique si non il n’aurait pas d’humour.
Z
EL OPÚSCULO BORRAJO 85
A
FIRMAR que el humor es una medicina no es descu-
brir nada nuevo en nuestros días, pero así como todos
sabemos que no se vende en las farmacias, muy pocos
saben en que dosis hay que tomarlo, cuándo y cómo. Algo
que parece fácil a simple vista, pero hay mucho ciego, con
perdón de los de la ONCE, que suelen tener un sentido del
humor excelente, tanto es así que se han creado su propio
humor de ciegos y para ciegos con el sano propósito de inmu-
nizarse de la caridad ajena, tan proclive en nuestros días, por
hipócritas, santurrones y beatas.
Sabemos por puro empirismo que el humor ha sanado a
muchos y de diferentes males, aunque también podemos afir-
mar que no es la purga de Benito, que todo lo curaba antaño.
El humor es una medicina que no tiene para todos el mismo
tratamiento ni en la mismas cantidades. Como toda medicina
que se precie depende del grado estupidez en que se encuen-
tre el enfermo, o en qué nivel de intoxicación se encuentre de
ego, autocompasión o autosuficiencia.
El peor enemigo del humor y del humorista es el ego des-
medido del enfermo. El ego, enemigo y virus de nuestro tiem-
po, es una enfermedad muy contagiosa sobretodo en empre-
sas internacionales y en los poderes de todo tipo. No se sabe
cuándo empieza a dar muestras de su existencia porque lo
hace poco a poco o, por lo contrario, de una forma tan rápida
y progresiva que deja al enfermo en un estado de endiosa-
miento muy peligroso y traumático.
RAMÓN BORRAJO DOMARCO 90
El humor y la depresión
MONCHO BORRAJO
T
ERMINADO de escribir en un día de reflexión, an-
tes de unas elecciones en España. España es un sitio
lleno de turistas, donde vivimos algunos que no tene-
mos vacaciones. Los humoristas somos como los ginecólo-
gos, trabajamos donde los demás se divierten. Sé más cosas
de estas, pero no tengo tiempo; me están llamando para salir
al escenario.
TODO ESTO QUE TE HE CONTADO
ES MI VERDAD,
NO LA VERDAD.
SI DISIENTES
CUÉNTAMELO,
SI ASIENTES
EVANGELIZA.
BONUS EXTRAS
Glosario mínimo:
Barataria, molinos, bacía, pellejos de vino, venta, ba-
tanes, Rocinante, rucio, Dulcinea o Aldonza, Avella-
neda, Roldán y Tirante el Blanco.
Con esto y cara dura pasarás de curso. ¡Suerte!
ÍNDICE
ÍNDICE
PRÓLOGO 7
PREACTO
LA PROTESTA INTERMINABLE 15
ARTE Y CULTURA ¿EXISTEN? 27
ACTO PRIMERO
DIOS MÍO, ¿QUÉ ES EL HUMOR? 43
El físico en el humor 49
NOTAS SOBRE EL HUMORISMO (HUMOR) Y EL HUMORISTA 59
ACTO SEGUNDO
EL HUMOR COMO ARMA 65
¡Dejemos la medicina y volvamos a las armas! 72
ACTO TERCERO
EL HUMOR COMO MEDICINA 89
¿Por qué el ego es el peor enemigo del humor? 90
El humor y la depresión 91