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Para el presente trabajo se tomó como referencia un texto extraído del libro “Hacia Una
Nueva Visión De La Sociolingüística” (Pág. 73), el cual se enmarca dentro de la
temática de las variedades heterónomas o Subestándar en el uso de la lengua, o en otras
palabras, en lo que respecta a los dialectos o variantes sociales.
El texto se en marca claramente dentro del contexto de la oralidad, ya que los silencios
expresados mediante puntos suspensivos (…) se fusionan con reiteradas interjecciones y
léxico propios de la cotidianidad de la cual los interlocutores hacen parte, evidenciando
así la naturaleza oral1 y fugacidad del acto. Se trata entonces de un acto de habla
subestándar de habla juvenil de personas de estrato social bajo, puesto que la
elaboración del mismo obedece a la informalidad propia de un grupo de muchachos de
barrio parados en una esquina, compartiendo sus vivencias mediante el código cifrado
del lenguaje tipo “parlache” (según Areiza). Y digo en una esquina, y no en cine o en un
centro comercial en donde la estructura de lo enunciado los conduciría por prestigio a
modificar sus formas de expresión, ya que de darse lo contrario serían vistos como
“delincuentes” y tratados por la otredad despectivamente. Desde esta perspectiva, el
barrio y más la esquina consolidan el contexto situacional que dota lo dicho de cierta
intimidad que sería trastocada si la cambiáramos a, por ejemplo, una escuela u otro
sector de más estatus dentro de la ciudad.
Los participantes en esta situación comunicativa son Juan y Carlos. Nótese que se puede
afirmar de una vez que se trata de un par de jóvenes puesto que el trato bajo la
denominación de “parcero” casi que trae implícito dicha característica y más por el
referente que se tiene de dicha nominalización. Una vez se que se escucha proferir o se
lee ésta, como en este caso, inmediatamente se viene a la mente el imaginario que
poseemos acerca del tipo de grupos que se conforman en las esquinas de los barrios
populares.
1
“La modalidad oral es natural, consustancial al ser humano y constitutiva de la persona como miembro
de una especie”.Calsamiglia y Tusón, Discurso, pág. 27.
Desde la perspectiva de este texto entonces; “se entiende la lengua como un conjunto de
procesos de variada naturaleza, siempre en funcionamiento sincronizado que debe
responder a las expectativas de un agente-actor de comunicación en sus juegos de
lenguaje, que sustenta una forma de vida, sujeta a esas mismas prácticas de
comunicación, manifestación y esencia de mundo de vida de los grupos y de los seres
individuales que la constituyen, así como de la historia de la sociedad que los enmarca.
De esta manera, la historia se convierte en el apalabramiento de la vida que se comparte
en lo cotidiano, sin decisión consciente de pertenencia y sin la reflexión de un querer
estar de sus miembros, lo que constituye el fundamento del vivir y del pensar, es decir,
la matriz integradora desde donde se estructura el conocimiento de la realidad, donde se
da el entendimiento social y donde los hombres se hacen cómplices del sentido que
subyace en sus prácticas discursivas”2. Atendiendo a esto se puede decir que del texto
que está cruzado desde el saludo (opennings) hasta la despedida (clossings) por la
informalidad, entendida en términos de Berstein, puesto que hay una parte del
intercambio comunicativo que no se dice, que queda implícita y que sólo los
interlocutores la comprenden, como por ejemplo cuando se dice: “Pero, ¿Sabe qué?
…”.
OPENNINGS (saludo)
2
AREIZA, Londoño. Rafael y GIL, Montoya. Rigoberto. Forma De Vida Y Construcción Comunicativa:
"El Parlache" En http://www.utp.edu.co/~chumanas/revistas/revistas/rev25/areiza.htm
3
IBID.
En este caso, pareciera que el: Entonces qué, Parce. Acompañado del ¿Bien o qué?
Remitiera a un relativo lapso de tiempo en el que los interlocutores dejaron de verse y
de saberse de sí mismos.
TÓPICO
En este apartado puede apreciarse una gran carga semántica y emotiva que refiere al
estado en el que uno de los interlocutores se encuentra. La interjección ¡Uy! — que
expresa asombro o sorpresa viene acompañada de “zonas” que si se entiende
literalmente no significaría nada con mucho sentido para quienes son ajenos al parche y
al “parlache”, pero para los que están insertos en él sería el equivalente a decir “no lo
puedo creer” o alguna otra expresión similar.
El acto da cuenta de una conversación cara a cara puesto que “el lo veo muy mal” sólo
es válido en situaciones en las que se percibe al otro y todas sus manifestaciones
proxémicas y kinésicas.
4
IBID
La situación de infidelidad que se presenta se pone de relieve mediante un código
ostensible para los interlocutores, presentando a la vez una marcada acentuación y
trascendencia con dicha temática
De la palabra cachón se puede decir que: “Es una metáfora animalizadota, pues se
aplica al ser humano una parte del cuerpo propia de los animales y utiliza un rasgo
animal para aludir a características morales de una persona, tales como la infidelidad en
el caso de la definición ofrecida por Haensch (1993) y a la persona que es utilizada por
otra tal como definen la palabra cachón los jóvenes de Medellín. En esa medida cachón
es una metáfora que presenta más de un sentido figurado. También hay que decir que en
esta denominación hay una metáfora simbólica y opaca: simbólica pues su significado
figurado se ha lexicalizado y tiene una alta frecuencia de uso entre los jóvenes, y opaca
puesto que no queda claro cuál es el rasgo connotado o fundamento a partir del cual se
da el proceso de traslación de significados. Esta opacidad se debe a que las metáforas
que aluden a rasgos psíquicos o morales presentan menor motivación que aquellas que
aluden a rasgos físicos (Sanmartín, 2000, p.130).
Cuando los hablantes utilizan esta palabra ya no hacen referencia a los vínculos con el
sentido literal, la parte del cuerpo del animal, sino que recogen la carga negativa que
connota esta palabra, en la medida en que hay una anomalía semántica o
incompatibilidad de rasgos al aplicarse al ser humano una parte del cuerpo propia de los
animales. En ese sentido, la finalidad comunicativa de esta metáfora es la animalización
que incluye un carácter peyorativo e incluso degradante. Ullman afirma al respecto que
cuando las metáfora animalizadoras “se transfieren a la esfera humana adquieren
connotaciones humorísticas, irónicas, peyorativas o incluso grotescas (Ullman, 1972,
p.243).”5
La hembra, es otra palabra que adquiere una connotación interesante dentro de esta
muestra, puesto que alude, según el DRAE, al animal de sexo femenino, que le pone la
condición igualmente animalesca al hombre, o sea, que le pone los cachos en el acto
pragmático de “parcharse”. Con esta último término se alude ahora a un beso ocasional
entre dos personas dando origen a la enunciación “anoche me parché con ella” (anoche
me besé con ella). Un ejemplo de esto es la definición ofrecida por el DCA (2005)
donde se define el verbo parchar como besarse con una persona que no es el novio o
novia. Esta definición explica por qué los jóvenes utilizan esta denominación para
referirse a la persona con la cual se tiene una relación ocasional en la que no hay
antecedentes ni consecuentes.
5
Neologismos de sentido en el habla coloquial de los jóvenes de Medellín. En
http://www.revistavirtualucn.com/content/view/27/30/1/4/
Dentro de esta dinámica es posible mostrar como a través de la lengua se evidencia
fenómenos de tipo diastrático, en donde es posible inferir del acto o del evento de habla
que quienes están hablando son un par de jóvenes, de estrato social bajo, quizá del
arrabal o quizá de los suburbios de las ciudad, en donde el hampa, las drogas y el abuso
son una constante. Aunque también podría pensarse en dos muchachos que desean
mantener el anonimato mediante el lenguaje codificado que utilizan, ya que este no
tiene formalmente una semántica estructurada, como por ejemplo con enunciaciones
como: -¡Uy!, zonas; no frescotas, que yo soy una tumba; le pido un catorce: callullis
entre otras. Dicho anonimato se mantiene así mismo dentro del contexto del acto
comunicativo puesto que ninguno de los interlocutores menciona el nombre del otro.
Respecto al estado anímico, como otra característica, es posible inferir que se trata de
alguien triste, que transgrede la formalidad de un saludo y no contesta de una manera
predecible, sino que más bien deja notar su estado emotivo al decir que se encuentra
mal, que está destrozado, al proferir:; –No, pelao; pailas. Es bastante notorio como la
disposición anímica y psicológica de Carlos cambia de lo primero a una situación de
enfado y de rencor, respecto al tópico de la infidelidad al decir: Pero conmigo no… que
se abra.
Aquí se está haciendo bastante evidente la marca cultural, la carga emocional y las
tradiciones y nuestro arraigo respecto al tema de la traición y los engaños amorosos,
reflejando así un acentuado machismo herencia de la cultura paisa que bastante
influencia ha tenido sobre esta región cafetera. Herencia en la que al hombre se le exalta
si es un mujeriego y a la mujer se le discrimina si opta por aventurarse con otro, siendo
tildada como una “Farisea,” atendiendo al parlarche o nominándola como las hembras
de algunas especies animales como “perra, zorra” entre otras; y para este caso en
particular como una “gonorrea”. Que entre otras hace alusión a una enfermedad
contagiosa que se transmite sexualmente y que según algunos estudios es transmitida en
un relativo porcentaje por las mujeres. Por tal razón, y ante la falta cometida el consejo
que da Juan a Carlos es: “zafarse de esa gonorrea”, poniendo de manifiesto el repertorio
lingüístico y la cultura de los enunciantes.
Un “catorce” es solicitar cortésmente un favor, que se refuerza con una pregunta que
sugiere que la respuesta sea una afirmación y es el ¿Si?.
La forma discursiva presente en esta muestra, con secuencia muy cortas en las
intervenciones, con esquemas o estructuras muy simples pero muy significativas hace
ostensible la forma discursiva dialógica en la que una pregunta implica una respuesta
yen la que una afirmación conduce a una confirmación como puede notarse en el
siguiente apartado:
CLOSSINGS
Contrario a este cierre, existen otras formas que inhiben un próximo encuentro o
que por lo menos lo ponen en duda y que en caso de que este ocurra se
mantendría el conflicto. Tal es el caso de cuando en el acto indirecto de la
despedida se emplean las fórmulas “Abrase del parche pirobo”, “Qué gonorrea”,
“Oscurezca” , “Te vi”, “A metros conmigo”, “Suerte”, en el que se dan de manera
simultanea varios actos de habla como son despedirse, ofender y amenazar.
En conclusión, son muchos los aspectos que se pueden tratar, interpretar e inferir
de muestras como la que tangencialmente se analizó. Conviene decir entonces que
es mediante el uso de la lengua como nos identificamos con la otredad, cómo
marcamos diferencias, como evidenciamos nuestro nivel sociocultural, nuestras
preferencias y nuestras visiones de mundo, al mismo tiempo que resignificamos
nuestra realidad, la resemantizamos y la apropiamos para ponerla otra vez en
juego.
BIBLIOGRAFÍA
CALSAMIGLIA, Helena y Tusón, Amparo (2001). Las cosas del decir, “El discurso
oral”. Barcelona, Ariel.
IDÁRRAGA, Luís Enrique y otros (2004). Hacia una visión sociolingüística. Ecoé,
Bogotá. 200 p.