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CARTA ABIERTA

A LOS JOVENES FUNCIONARIOS Y FUNCIONARIAS DE LA UNED

Jóvenes de la UNED, estimadas compañeras y compañeros:

Permítanme compartir con ustedes una reflexión sobre la historia de la UNED, su


proceso de maduración y consolidación y los retos que el futuro nos plantea.

Desde el momento mismo de su creación (1977), la UNED fue pensada como una
alternativa universitaria que combinaría la novedad metodológica con el
compromiso social. A su vez, este compromiso se resume en unas pocas
palabras: democratización de la educación. Con ese fin, debíamos utilizar una
metodología a distancia que nunca antes había sido aplicada en la educación
superior de Costa Rica; en nuestras manos teníamos, entonces, un reto
gigantesco. De hecho, se nos estaba pidiendo llevar a cabo una verdadera
revolución educativa.

Pasados los años podemos decir que hemos acumulado grandes éxitos gracias a
que hemos trabajado con dedicación y tesón, por dar cumplimiento a tan
desafiante cometido. Sin duda no ha sido fácil, como es también cierto que hemos
tenido errores y vacilaciones. El camino ha quedado sembrado de mucho sacrificio
y mística. La historia de nuestros profesores tutores y profesoras tutoras
recorriendo sitios inhóspitos en los lugares más recónditos de nuestra geografía,
constituyen hitos fundamentales a los que aún no se les ha dado la valoración que
merecen. He ahí uno de los componentes definitorios en el proceso de
construcción de nuestra identidad institucional y nuestro proyecto universitario.

El principio de democratización de la educación siempre estuvo presente en


nuestro trabajo, desde los orígenes mismos de la UNED; pero en la parte teórica y
filosófica es un concepto que sólo con los años fuimos afinando y elaborando con
claridad y solidez. En ese sentido, el I Congreso Universitario (1988) aportó un
espacio muy rico de reflexión y debate que dejó sentadas algunas bases
fundamentales. El II Congreso (2000) y III Congreso (2006) fueron fruto de una
UNED filosóficamente madura. Así, el concepto de democratización quedó
sólidamente asentado, como igualmente se amplió y enriqueció nuestro
posicionamiento ético y filosófico.

A largo de todos esos años, la UNED tuvo que debatir también alrededor de su
propia democratización, es decir, de la democratización de su sistema
organizacional interno. Hasta 1983, estuvimos bajo la conducción de una Junta
Universitaria nombrada por entidades externas a la Institución. Recién en 1983
nombramos nuestro primer Consejo Universitario; sin embargo, en esta elección
solamente participaba una Asamblea Universitaria constituida, en su mayor parte,
por personas nombradas en puestos de jefatura y dirección. Varias elecciones de
concejales y rectores se llevaron a cabo con base en este mecanismo tan
restrictivo.

Con los años, se logró introducir el voto universal. Entonces, la Asamblea


Universitaria pasó a estar conformada por dos cámaras: la Asamblea Plebiscitaria
y la Asamblea Representativa. En 1995, se hizo la primera elección –en este caso
de miembros del Consejo Universitario- fundamentada en ese mecanismo.

De acuerdo a lo que hemos comentado anteriormente, vemos que el siglo XXI


plantea retos novedosos. Sobre todo, el reto del conocimiento, es decir, hacer de
la UNED un centro dinámico de generación de nuevo conocimiento. De ahí la
importancia de consolidar nuestro liderazgo en el campo de las nuevas
tecnologías de la información y las comunicaciones, las cuales deben ser un
instrumento poderoso al servicio de la investigación y la educación. Todo esto
debe ir de la mano con un compromiso irrenunciable por la democratización de
ese conocimiento. Ello realza la importancia del fortalecimiento de los centros
universitarios. Primero, como vínculo principal que permita interactuar y cooperar
con las comunidades y las regiones. Segundo, para que desde los centros–de
forma descentralizada- ofrezcamos a nuestros estudiantes servicios académicos y
administrativos eficientes, oportunos y de excelencia de forma cálida, humana y
respetuosa.

Hay nuevos desafíos por delante. Y con cada desafío, nuevos sueños por realizar.
La gente joven, que tiene poco tiempo –a lo sumo pocos años- de haber ingresado
a trabajar en la UNED, debe tener muy claros estos asuntos: la historia
institucional; nuestro compromiso con la democratización; los procesos de
maduración filosófica, ética y organizacional por los que hemos pasado.

A ustedes, gente joven –compañeros y compañeras que se desempeñan en lo


académico o en lo administrativo- con respeto les digo: en sus manos estará el
futuro de la Institución, de ustedes nacerán las respuestas que daremos ante los
nuevos retos que el siglo XXI plantea. De su inteligencia, compromiso y dedicación
dependerá la capacidad de innovación y el crecimiento de la UNED.

Y también les digo: ustedes, jóvenes trabajadoras y trabajadores de la UNED, por


favor, manténganse fieles al legado recibido y al compromiso fundamental con la
democratización de la educación.

Para ustedes mi invitación a ser parte de mi gestión como Rectora. Necesitaré


mucho de su entusiasmo, de sus ideas y su compromiso. Se trata de establecer
un hermoso puente que une las raíces primigenias de la Universidad, la fuente que
nutrió su gestación con un presente de inéditos desafíos en que sólo el
inclaudicable espíritu genesíaco con el cual surgió la Universidad, puede
conducirla a un mañana de éxito signado por la excelencia y el compromiso
ineludible del desarrollo integral de nuestro pueblo.

Cordialmente

Marlene Víquez Salazar


Candidata a Rectora UNED

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