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UNIVERSIDAD LA SALLE

BENAVENTE

EL VALOR DE LA PERSONA FRENTE A


LA GLOBALIZACIÒN
Ensayo

Asesor: Pbro. Lic. Miguel Arcángel De Simone Maimone

Alumna: Claudia a Xochitl Fuentes Martínez


EL VALOR DE LA PERSONA FRENTE A LA GLOBALIZACIÒN

La persona como ser inteligente posee la capacidad de conocer las cosas, de


abrirse paso frente a sus circunstancias personales, laborales, existenciales, de
reflexionar sobre sí y sobre el sentido al cual orienta su vida; sin embargo los
efectos de la globalización acentúan el relativismo que conlleva a una moral de
situación confundiendo así la conciencia humana hasta perder su autentico valor
como ser único e irrepetible, creado a imagen y semejanza de Dios (Cf. Gen 1,
26). Hoy quiero compartir contigo este ensayo desde una reflexión filosófica y
teológica, pilares de mi estudio en Ciencias Religiosas donde a la persona se le
reconoce una dignidad superior al progreso; actitud contraria al aborto
eugenésico, a la eutanasia, a la tentación de querer ser como Dios rebasando los
limites razonables del dominio de la naturaleza, que corrompen a la civilización
humana en su fundamento vital que es el amor; elemento unido íntimamente a
su plena realización.

Es importante recordar que la globalización es fruto de un constante cambio a


escala mundial, sus innovaciones en aspectos concretos de la sociedad suscitan
la esperanza de una mejora en el desarrollo industrial, tecnológico, cultural,
económico y científico, por lo que ha ocasionado un fuerte impacto en la vida del
ser humano a través de los medios de comunicación. Creando en la opinión
pública (por la propaganda que se presenta) una cultura inestable en el sentir, en
la valoración y distribución correcta de los bienes.

“Cada persona, precisamente en virtud del misterio del Verbo de Dios hecho carne
( Cf. Jn 1, 14), es confiada a la solicitud materna de la Iglesia, por eso, toda
amenaza a la dignidad y a la vida del hombre repercute en el corazón mismo de la
Iglesia, afecta al núcleo de su fe en la encarnación redentora del Hijo de Dios, la
compromete en su misión de anunciar el Evangelio de la vida por todo el mundo y
a cada criatura (Cf. Mc 16, 15). La encíclica “Evangellium Vitae”de SS Juan
Pablo II ,explicita el carácter inviolable de la dignidad humana: “Todo hombre
abierto sinceramente a la verdad y al bien, aun entre dificultades e incertidumbres,
con la luz de la razón y no sin el influjo secreto de la gracia, puede llegar a
descubrir en la ley natural escrita en su corazón (Cf. Rm 2, 14-15) el valor sagrado
de la vida humana desde su inicio hasta su término, y afirmar el derecho de cada
ser humano a ver respetado totalmente este bien primario suyo.” (Cf. n.18).

El Concilio Vaticano II anuncia en la Constitución Pastoral GS la dignidad sin


igual que posee el ser humano por Cristo: “El Hijo de Dios con su encarnación se
ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó
con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de
hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros,
semejantes en todo a nosotros, excepto en el pecado” (Cf. n.22).

En la actualidad es alarmante el panorama frente a las nuevas perspectivas


abiertas por el progreso científico y tecnológico concretamente en la investigación
con células estaminales embrionarias, nuevas formas de agresión contra la
dignidad del ser humano. Algunos científicos niegan que los embriones con los
cuales se experimenta sean seres humanos; sin embargo el aborto eugenésico
que acoge la vida solo en determinadas condiciones, al rechazar el derecho a la
existencia del nuevo ser por enfermedad o por minusvalía ¿Pretende mejorar la
calidad de vida humana?
La eutanasia como la clonación van delineando y consolidando una nueva
situación cultural, que confiere a los atentados contra la dignidad humana un
aspecto justificado en nombre de los derechos de la libertad individual, y sobre
este presupuesto pretenden no sólo la impunidad, sino incluso la autorización por
parte del Estado; entonces ¿Sobre qué fundamento se pretende formar en
valores éticos y cívicos; si es aplicable el utilitarismo al ser humano antes de
nacer?

Actualmente en el Estado de Puebla la SEP ha puesto en practica la propuesta


que desarrolló el IFE: “Educar para la democracia”, articulada al Programa
Integral de Formación Cívica y Ética. Esta propuesta se fundamenta en un
enfoque reflexivo dialógico de la educación y promueve el desarrollo de once
competencias comprendidas éstas como capacidades que desarrolla una persona
para actuar en una situación determinada, movilizando y articulando sus
conocimientos, habilidades y valores. Las competencias involucran una
perspectiva moral y cívica que permite a los alumnos tomar decisiones, elegir
entre opciones de valor, encarar conflictos y participar en asuntos colectivos (Cf.
PIFCyE) 1; sin embargo con la aprobación de algunas leyes en otros estados, el
objetivo de la formación se desarrolla en una estructura antagónica, lejos de
alcanzar una congruencia entre el pensamiento y la vida.

Es importante educar en la verdad, “pues la verdad ilumina la inteligencia y


modela la libertad del hombre… sin ella la libertad es considerada como fuente de
los valores, como un absoluto En esta dirección se orientan las doctrinas que
desconocen el sentido de lo trascendente o las que son explícitamente ateas. Se
han atribuido a la conciencia individual las prerrogativas de una instancia suprema
del juicio moral, que decide categórica e infaliblemente sobre el bien y el mal. Al
presupuesto de que se debe seguir la propia conciencia se ha añadido
indebidamente la afirmación de que el juicio moral es verdadero por el hecho
mismo de que proviene de la conciencia. Pero, de este modo, ha desaparecido la
necesaria exigencia de verdad en aras de un criterio de sinceridad, de
autenticidad, de «acuerdo con uno mismo», de tal forma que se ha llegado a una
concepción radicalmente subjetivista del juicio moral” (Cf. VS n. 1, n.32)

Cada uno es corresponsable del prójimo, con quien convive en el trabajo, en la


universidad, en la familia célula fundamental de la sociedad, formada por un
hombre y una mujer unidos por el vinculo del amor, donde la persona crece,
madura, se conoce, se acepta así mismo, se sabe amado, acogido, perdonado y
respetado en el seno de un hogar estable, primera escuela de valores humanos y
cristianos.
El Papa Benedicto XVI ha señalado tres desafíos del mundo globalizado: el
primero atañe al medio ambiente y a un desarrollo insostenible, el cual fomenta la
capacidad destructiva del hombre. El segundo desafío implica nuestro concepto
de persona humana y en consecuencia nuestras relaciones reciprocas, lo cual
hace que a los seres humanos no se les vea como personas creadas a imagen de
Dios (Cf. Gen 1, 26), dotados de una dignidad inviolable, a pesar del
reconocimiento de los derechos de la persona en declaraciones internacionales y
en instrumentos legales.

El tercer desafío concierne a los valores del espíritu. “Urgidos por


preocupaciones económicas -afirma el Papa -, tendemos a olvidar que al contrario
de los bienes materiales, los bienes espirituales, que son típicos del hombre, se
extienden y se multiplican cuando se comunican; pues cuanto más se comparten
más se poseen.2

Defender y anunciar el autentico valor de la persona es responsabilidad de cada


bautizado, como heredero de un legado que se encuentra en la doctrina que nos
enseñan Papas como Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II y actualmente SS
Benedicto XVI, cuyas palabras “son lámpara para nuestros pazos y luz en el
sendero” (Cf. Sal.). “Se constata que el progreso acumulativo sólo es posible en lo
material, en el conocimiento progresivo de las estructuras de la materia, y en
relación con los inventos cada día más avanzados. En cambio, en el ámbito de la
conciencia ética y de la decisión moral, no existe una posibilidad similar de
incremento, por el simple hecho de que la libertad del ser humano es siempre
nueva y tiene que tomar siempre de nuevo sus decisiones (Cf. Spes Salvi n. 24)

Por ello es de gran importancia la experiencia de vivir en el Amor, pues “el


hombre nunca puede ser redimido solamente desde el exterior… no es la ciencia
la que redime al hombre, sino el amor. Eso es válido incluso en el ámbito
puramente intramundano. Cuando uno experimenta un gran amor en su vida, se
trata de un momento de - redención - que da un nuevo sentido a su existencia”
(Cf. Spes Salvi n. 26). No perdamos la esperanza en el Amor de Dios que
“entregó a su Hijo único” (Cf. Jn 3,16), como la expresión del valor
incomparable de cada persona humana.

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