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Problema del conocimiento: Importancia de la práctica.

Engels, en su obra clásica dialéctica de la naturaleza, pone énfasis en que la actividad del hombre ejerce una
decisiva influencia en el origen y desarrollo del pensamiento. Por esta razón, censura severamente que los filósofos no
hayan tomado en cuenta esta verdad del materialismo dialéctico. El autor del Anti-Dühring constantemente nos
recuerda que el fundamento esencial del pensamiento humano es precisamente la práctica, es decir, la transformación
de la naturaleza por el hombre y “no la naturaleza por si sola”. En tal sentido, la inteligencia humana fue creciendo “en
la misma proporción en que el hombre iba aprendiendo a transformar la naturaleza”.
De lo anterior se desprende, que para la concepción marxista del conocimiento, la práctica es el origen del
conocimiento mismo y, por lo tanto, de la ciencia. Si examinamos la historia de la filosofía hasta antes de Marx,
encontramos un proceso continuo de lucha entre dos concepciones opuestas pero unilaterales del conocimiento:

- Por un lado, el idealismo, que al mismo tiempo presenta muchas variables, y


- De otro lado, “un materialismo aún impregnado de metafísica, que no llega a dar una concepción
verdaderamente satisfactoria de la génesis del conocimiento”.

Pues bien, para captar la esencia de la concepción marxista del conocimiento haremos primero una explicación
de estas concepciones antagónicas.

Crítica del Idealismo.-

La influencia de Platón representa la elaboración más elevada y sistemática “de una interpretación idealista de
la ciencia”, Platón es contrario a toda concepción que plantea la tesis de que la experiencia, o sea la práctica, sea la
fuente del conocimiento. Para él: “La ciencia es idea pura, idea increada, eterna, inmutable; a la vez origen y modelo de
la actividad del sabio. “Este mundo sensible en el que vivimos es para Platón simplemente el reflejo de un modo
inteligible” en el que podemos participar, por lo que hay en nosotros de más elevado; la inteligencia, en síntesis,
considera que es el mundo sensible, toma la apariencia por la realidad. Si bien Platón es el máximo representante del
idealismo, no todas las ideas de esta corriente filosófica le pertenecen. Sin embargo, puede sostenerse que todos
coinciden en las siguientes tesis:

- La experiencia, o sea la práctica, no es la fuente del conocimiento.


- Sostiene que el origen del conocimiento “rebasa infinitamente la experiencia, puesto que es la idea o espíritu
considerado como una sustancia o como una actividad”.
- “Que esta potencia intelectual existe como tal, independientemente de la experiencia: Las experiencias, en
cierta forma, el medio en el que se manifiesta el espíritu inteligente, pero éste es a priori el fruto de la
experiencia.
- Obviamente el materialismo dialéctico e histórico es radicalmente opuesto a esta concepción “que no significa
que no conserve absolutamente nada” que no recoja. Luego de someterlas a la crítica más rigurosa, los grandes
aportes de la filosofía idealista.
- Es idealismo: “Aísla arbitrariamente al pensamiento de los conjuntos de los procesos que constituyen la
humanidad concreta”.

Es decir, considera que. el proceso del pensamiento y, por lo tanto, el conocimiento se produce a partir de la
práctica social total, de la que de hecho son inseparables.
De lo expuesto se desprende, erróneamente, que el conocimiento «parece poder existir en el estado puro,
anteriormente a sus condiciones de existencia», pero aquí conviene preguntarse entonces: ¿por qué también,
precisamente en los tiempos modernos, aparecen y se desarrollan las ciencias de la naturaleza y las ciencias sociales?
¿Por qué existe una historia de la ciencia conforme al requerimiento idealista? Dado que la naturaleza se origina del
espíritu, entonces, la ciencia no es más que el desarrollo del espíritu y la experiencia, mejor dicho la práctica a lo
sumo tendría carácter de un punto de aplicación de esta actividad espiritual.
Esta es, en una muy apretada síntesis, lo lógico del idealismo llevada por Hegel hasta las últimas
consecuencias. Es obvio que posteriormente desarrollaremos, como parte de estos apuntes iniciales, una crítica a esta
concepción místico - idealista de la ciencia.
Es importante anotar lo siguiente: la crítica de la concepción idealista de la ciencia no nos conduce a negar los
aportes de esta corriente filosófica. En efecto, luego de criticar la separación del pensamiento de la actividad real
que hacía la concepción idealista, hay que reconocer que esta corriente filosófica no ha dejado cíe admitir que el
proceso de conocimiento no es pasivo, sino actual Es; aquí el gran apórtele Hegel, quien demostró el carácter
dialéctico del conocimiento, es decir, que imperábamos logra de manera total £ inmediata, sino que. .progresa por
contradicciones superadas, yendo de la apariencia a la^eseneia; deJa-sensación al concepto. Recordaremos que esta
forma dialéctica de entender el conocimiento fue desconocida por el materialismo premarxista.
El materialismo dialéctico, recoge y establécela visión dinámica del conocimiento, pero dándole una buena base
real que le negaban el idealismo hegeliano, es decir, la plenitud concreta de la práctica social; podemos concluir,
entonces, que el idealismo filosófico está en contraposición al marxista, por ser de carácter unilateral, pues no toma
en cuenta nada más que un aspecto del conocimiento: el aspecto teórico, como origen y motor del conocimiento.

Práctica y Conocimiento.-

Ratificando la posición anteriormente enunciada, puntualizamos que el origen del conocimiento se encuentra en
la práctica. Entendiendo por prácticas las múltiples actividades del hombre, que contribuyen a transformar la
realidad; por eso, debe entenderse, la experiencia como una relación práctica, rica en dinamismo del hombre, tanto en
su mundo natural como social. Se tiene, pues, una idea muy pobre sobre la práctica, cuando se lo concibe sólo como una
acción orientada a transformar el medio, únicamente a través de herramientas y técnicas.
Por lo general, se olvida que es la fuente fundamental del conocimiento y que sólo a través de ella el
conocimiento se corrige, se amplia, profundiza y afina.
Creemos necesario poner de relieve la importancia que tiene el trabajo, como parte integrante de la práctica
total el desarrollo del conocimiento. Ciertamente, el trabajo tiene un rol importante en el tránsito de lo sensible a lo
conceptual, de lo empírico a lo racional. Tengamos presente, pues, que el trabajo es tanto una acción analítica así como
sintética. Recojamos .el clásico ejemplo del hombre primitivo y moderno que desbroza el bosque, es decir, que lo
descompone, lo esperaren, suma, procede analíticamente. Pero con la madera, así obtenida construye un bote, es
decir, recompone, sintetiza los elementos aislados de la misma naturaleza. En esta práctica tan antigua de la
humanidad se encuentra la base objetiva de las operaciones mentales conocidas como análisis y síntesis. En este
sentido tiene una gran veracidad la tesis que sostiene que si la humanidad «no tuviese nada que hacer, no tendría nada
que pensar». No olvidemos que «la humanidad actúa antes, de concebir y no concibe sino porque actúa» En el marco de
esta concepción podemos afirmar que el trabajo crea modelos, reproduciendo constantemente las operaciones que lo
conducen al trabajador a desdeñar gestos inútiles.
Los modelos creados por el trabajo se transmiten a las generaciones jóvenes y por tanto puede sostenerse que
no hay modelos preexistentes a la práctica misma. Aquí conviene distinguir el pensamiento científico del religioso. El
primero somete el universo a las Leyes de lo real. Por ello el pensamiento científico sólo verifica sus teorías por la
práctica. Mientras que el religioso somete el mundo de la realidad de la palabra, es decir, el universo de la realidad es
transfigurado por una intervención fabulosa y metodológica.
De lo anterior no significa que el obispo Berkeley, considere que el conocimiento derive de la experiencia.
Puesto que para él todo proceso de conocimiento se reduce a representaciones subjetivas. En tal sentido. Es del punto
de vista de la filosofía idealista, pero de una estructura inferior, si lo comparamos con Platón o Hegel.

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