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Relojes nubosos lejos del equilibrio _Eduardo Arroyo

El marco conceptual que sostiene el modo de pensar del grupo NO.MAD y


por tanto de su autor Eduardo Arroyo, tiene un origen común con el
desarrollo de la teoría de “los relojes y las nubes” del filosofo Karl Popper.

Popper argumenta que los sistemas son representables sobre dos imágenes:
la del reloj y la de la nube. La imagen del reloj se refiere a un mundo
cerrado, completo, estático, con un movimiento lineal, sucesivo; gobernado
por leyes, estructuras estables y permanentes donde cada elemento
únicamente encuentra su lugar y realiza una función particular. Mundo
estable, sólido, regular, donde el tiempo no interviene sino de manera
secundaria, con formas que permanecen invariables o durante mucho
tiempo. Mundo donde el azar, la novedad, no aparece, simplemente el
movimiento perpetuo y circular, el silencio continuo, el ritmo invariable. Por
su parte, las nubes se refieren a otras cosas: mundos que aparecen y en
instantes se disuelven para adquirir nuevas formas, las cuales no siguen un
patrón uniforme, lineal, continuo, sino un permanente movimiento que
puede tener ritmos diversos.
Al incluir el factor tiempo como un elemento fundamental, lo que se hace
evidente es la magnitud de realidades y objetos no estables, disipativos,
que componen el universo y las maneras como sus lógicas permiten
entender otros niveles de su manifestación. Un punto clave es que la
trayectoria, la secuencia lineal, del reloj, se abandona para trabajar las
distribuciones y en particular las propiedades del operador de la evolución,
y por tanto, lo que aparece con ello es la irreversibilidad y la amplitud de
probabilidades, y no el determinismo y el tiempo reversible, como lo hace la
física del reloj. La atención se coloca en “la emergencia de lo nuevo, y por
consiguiente de su propia actividad creadora”. El mundo visto desde las
nubes se vuelve sorprendente y extraño para quien lo miran desde el reloj:
las nubes se auto-organizan y generan conocimiento de sus propias
trayectorias.

Cuando incluimos a los relojes y a las nubes, la visión se amplía, no


desaparecen las realidades de una u otra, pues como expresa el
pensamiento borroso ambas son polos de una graduación diversa de como
se manifiesta la totalidad, el universo, y ambas dan una visión de conjunto,
de una totalidad constituida por diferentes niveles, de creciente
complejidad, con organizaciones y dinámicas propias, pero interconectadas,
interdependientes.

Por lo tanto no existe un sistema genuinamente determinista. Solamente


existen sistemas indeterministas, más o menos indeterministas. El reloj es
un sistema indeterminista, en el cual la indeterminación es menor que en
una nube.

A lo que Arroyo agrega; que no es posible explicarlo todo a través de


lógicas indeterministas, sino que a estas habrá que sumarles un modo de
pensamiento basado en la elección de interrogantes muy específicas con
respuestas aun más concretas. Para ello clasifica los objetos del
pensamiento en tres categorías:
– “hechos”
– “leyes” (sistematización)
– “Actos de ficción” (proposiciones creativas”.
Y señala que en su modelo de trabajo se encuentran presentes estas tres
categorías, pero formando parte de un proceso no lineal, las mismas surgen
alternadas apoyando un proceso creativo y filosófico.
Un proceso que permite conexiones y relaciones múltiples y a jerárquicas,
que permiten trabajar con lo improbable y lo probable, lo imposible y lo
posible, lo real y lo irreal.
Este “proceso” puede ser de:
– Autorreferencia
– Simulacro
El primero habla de la exaltación de lo original como forma de creación,
mientras que el segundo apela a las imágenes referenciadas que juegan con
la carga conceptual implícita en el recuerdo, en la referencia a la imagen
reconocible, generando una lectura fácil de los elementos. Arroyo sitúa su
trabajo en la primer categoría (autorreferencia) y apela a la rebeldía en
diferenciada de la revolución. Actitud rebelde que “reivindica la claridad y
expresa la aspiración a la defensa de lo que es en un combate en pro de la
integridad del hombre. Nace contra el espectáculo de la sinrazón y ante la
injusticia de un tiempo en el que nada es verdad y, por tanto todo, está
permitido.”

Establece luego, que el no equilibrio es el estado primordial de las cosas, de


forma tal que todo tiende hacia el desorden y lo inestable, pero existe un
orden latente que subyace al desorden visible y permite trabajar con la
adaptación a lo imprevisible. “En un sistema lejano al estado de equilibrio y
carente de toda organización especifica, algunas acciones creativas pueden
conseguir mediante propiedades activas su transformación en un sistema
organizado, persistente y estable en el tiempo manteniendo una apariencia
desordenada… Teniendo en cuenta que lo que conocemos es una parte muy
pequeña de lo que existe, y sabiendo que solo es previsible aquello que ya
conocemos, comprenderemos que, desde un punto de vista creativo, lo
imprevisible o lo desconocido es infinitamente más importante, y concentra,
por tanto, todos nuestros esfuerzos.”
Esta aproximación a través de un orden latente a los fenómenos
impredecibles habla de un proceso abierto y sinérgico. Este proceso nos
permite trabajar con parámetros que se alejan del pensamiento racional y
permiten la intromisión de una acto subjetivo.
Al enlazar estos procesos con las referencias que hacia Popper entre las
nubes y lo relojes, Arroyo elabora una clasificación de la arquitectura y sus
productos, de forma tal que existen:
– Relojes
– Nubes
Los primeros hacen referencia a aquellos edificios que no admiten una
transformación de algunas de sus propiedades, ya que todo se encuentra en
relación a la forma. Los segundos permiten esas transformaciones ya que
sus propiedades se mantienen por no estar en relación directa con su
formalización. Y agrega que es común encontrarse con edificios que parecen
“relojes” pero actúan como nubes o a la inversa. De esta forma se puede
establecer que “aquellos edificios que tienden a la homogeneización de sus
propiedades en todo su volumen se acercan a las nubes, mientras que
aquellos que relacionan partes autónomas con propiedades diferentes
tienden a ser relojes”. Sin embargo las obras de NO.MAD no son nubes ni
relojes, están en una nueva categoría que toma elementos de las dos
anteriores, lo que ellos definen como NUBJOBS; definidos como productos
que se pueden deformar en el sentido de algunas de sus propiedades, pero
no de todas, lo que los convierte en direccionales de importancia. Y es esta
forma de trabajo lo que les permite dar respuesta a un espacio-tiempo
específico, “abandonando así pensamientos arquitectónicos genéricos o
desterritorializados.”

Los nubjobs hacen al desarrollo de una nueva mirada sobre la arquitectura y


sus preceptos, apoyando los procesos abiertos, que incorporan aquellos
fenómenos que permiten acciones indeterminadas y mutaciones tales de
forma de dar respuesta a las nuevas relaciones y lógicas formales.
“Definamos nuevos paradigmas complejos de carácter probabilístico en un
pensamiento lejano al equilibrio que reconsidere las metodologías de la
arquitectura. Podremos adoptar, entonces, estructuras diversas a las
regidas por las convenciones y ajenas a esa imagen eternamente aseada
que la propaganda y la publicidad anuncian como línea de flotación de
existencias creativas.”

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