Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
19
IBBI Trastornos
polares
vez, difícil y atractivo. El progreso de la psi- portamientos complejos. Ejemplos de endo-
quiatría en las últimas décadas dentro y fue- fenotipos podrían ser ciertas disfunciones
ra de nuestro país3 ha potenciado más el se- neuropsicológicas6, alteraciones del ritmo
gundo aspecto que el primero, hasta el circadiano7 o la propia edad de inicio de la
punto de que actualmente muchos médicos enfermedad8.Otra estrategia prometedora
destacan su especial interés por este tipo de es el análisis de la expresión genómica por
pacientes, cuando hace unos años predomi- el RNA mensajero9 y del mecanismo de ac-
naba quizás en mayor medida una actitud ción de algunos fármacos, como el litio, al-
de cautela y de menor entusiasmo. A ello terando la expresión fenotípica de la trans-
contribuían las frecuentes repercusiones cripción del RNA mensajero10. La tabla 8.2
médico-legales de la enfermedad y las difi- indica algunas sugerencias4 para los futuros
cultades de manejo del litio, en aquel en- estudios de ligamiento en los trastornos bi-
tonces casi la única, y delicada, arma para polares.
combatir la enfermedad. La tabla 8.1 mues- Por ello, es muy posible que las estrategias
tra algunas de las razones que tan atractiva de los investigadores en psiquiatría genéti-
hacen la investigación y el tratamiento del ca cambien en un futuro muy cercano. En lu-
trastorno bipolar. gar de insistir en estudios de ligamiento o
en la búsqueda de un gen específico, debe-
Presente y futuro de la genética rán realizarse estudios epidemiológicos que
del trastorno bipolar identifiquen marcadores genéticos de vul-
Tras el cúmulo de alegrías y sinsabores que nerabilidad para los trastornos bipolares o
constituye la historia de la búsqueda del para endofenotipos relacionados. Sus resul-
«gen de la bipolaridad», en lo que con gran tados, combinados con los hallazgos fisio-
propiedad Risch y Botstein4 definieron co- patológicos sobre el mecanismo patógeno
mo una auténtica historia maniacodepresi- de los factores ambientales, permitirán em-
va, los investigadores de la genética de los pezar a conocer la etiopatogenia de esta en-
trastornos bipolares han empezado a reco- fermedad. Adquirirán enorme importancia
nocer que es muy improbable que un estu- también los estudios genéticos que aporten
dio individual obtenga resultados conclu- luz sobre el fenómeno de la comorbili-
yentes, dado que el patrón de herencia de dad11,12. Los estudios farmacogenéticos van
la enfermedad parece ser muy complejo. también a adquirir gran relevancia. Quizá
Como resaltan Fañanás y Gutiérrez5, proba- no resulte fácil a corto plazo predecir la res-
blemente se hallan implicados múltiples ge- puesta terapéutica, aunque existen claros
nes de efecto menor, de escaso valor indivi- indicios de la participación de factores he-
dual, que los estudios de ligamiento reditarios, como indica la figura 8.113, pero
difícilmente podrán identificar (serían ne- sí los fenómenos de intolerancia. Es posible
cesarias muestras gigantescas). Mayor inte- que la culminación del NIMH Genetics Ini-
rés pueden tener, en este caso, los estudios tiative for Bipolar Pedigrees, un ambicioso
de asociación. Es probable que algunos de plan de investigación del Instituto de Salud
estos genes estén implicados en funciones Mental de Estados Unidos14, y del Proyecto
fisiológicas del funcionamiento cerebral y, Genoma, recientemente alcanzada15, tam-
por tanto, resulten inidentificables como bién permitan calcular el riesgo relativo de
patógenos, tal como ocurre en la determi- cada persona de desarrollar la enfermedad
nación genética del crecimiento celular y al- y el establecimiento de parámetros mucho
gunos tipos de cáncer. Por ello, la investiga- más precisos de consejo genético, que es
ción está dirigiéndose hacia la identificación una demanda social acuciante16. La terapia
de endofenotipos, es decir, de marcadores génica, dada la complejidad de la herencia
genéticos de componentes simples de com- de la enfermedad, no parece factible a cor-
20
capítulo VIII
Trastorno bipolar: presente y futuro
Tabla 8.1. Factores que hacen de los trastornos bipolares uno de los más atractivos
campos de trabajo e investigación en psiquiatría
– Son los trastornos psiquiátricos en que existe mayor capacidad potencial de mejoría (los pacientes pueden pasar
de la psicosis más desorganizada o la catatonía a la completa lucidez)
– Constituyen una fuente importante de muertes y sufrimiento, que se deben prevenir y mitigar
– Son los trastornos psiquiátricos en que existe mayor capacidad de acción terapéutica (fármacos para todas las fa-
ses e incluso para la profilaxis)
– Aun siendo trastornos graves, permiten un contacto empático y una relación médico-paciente más rica que otros
trastornos psiquiátricos de gravedad similar
– Son un reto: muchas veces son difíciles de diagnosticar y de tratar
– Están infradiagnosticados, por lo que volumen importante de pacientes puede beneficiarse de una buena
capacidad de detección de los mismos
– Configuran un campo en constante avance en las últimas décadas, con novedades terapéuticas muy próximas y
prometedoras
– Son fronterizos con las oscilaciones de estado de ánimo no patológicas, constituyendo un camino de investigación
hacia éstas
– Están vinculados indirectamente a fenómenos psicológicos como la capacidad de liderazgo, la creatividad y el arte
21
IBBI Trastornos
polares
Tabla 8.2. Sugerencias para obtener una mayor fiabilidad y validez de los estudios
de ligamiento en los trastornos bipolares
1.Descartar definitivamente hipótesis simplistas, como la pretensión de explicar la herencia de los trastornos bipolares
por un simple gen
2.Incrementar el valor de lod score considerado significativo
3.Exigir la replicación de resultados antes de aceptar los resultados de un simple estudio de ligamiento como
definitivos
4.Construcción de mapas de exclusión del genoma
5.Aportar siempre datos sobre el poder de la muestra para el modelo propuesto y niveles de significación
6.Suministrar todos los datos disponibles para el aprovechamiento de las muestras individuales combinando
muestras y realizando metanálisis
22
capítulo VIII
Trastorno bipolar: presente y futuro
nósticas (o borrarlas definitivamente). La es- y del que, desde nuestro punto de vista, de-
trategia del DSM-IV en el caso de los tras- beremos felicitarnos. La psiquiatría podrá,
tornos afectivos ha sido incorporar una lar- con ello, integrar en parte el modelo di-
ga serie de especificaciones, tanto para el mensional con el categorial sin que se pro-
episodio como para el curso de la enferme- duzcan chirridos desagradables. A pesar de
dad, que permiten una mayor definición de su atractivo, las hipótesis de los defensores
la imagen nosológica. Los riesgos de esta del modelo temperamental deberán ser va-
táctica residen en que se puede acabar dis- lidadas por investigadores independientes.
poniendo de tantas especificaciones como Algunos estudios ya han comenzado a utili-
pacientes. No entraremos aquí a analizar, ni zar aspectos temperamentales como even-
mucho menos a comparar, el valor heurísti- tuales factores pronóstico del diagnóstico y
co del DSM-IV y la CIE-10. Pero sus descen- la evolución43. El análisis científico de los
dientes deberán incorporar algo más que temperamentos hipertímico, irritable, ciclo-
datos clínicos para poder ir más allá duran- tímico y depresivo, y cuántos más se quieran
te el próximo siglo. Sin duda, los hallazgos postular, conjugando información clínica,
genéticos, neuroanatómico-funcionales y psicométrica, bioquímica y genética (sin des-
terapéuticos van a modificar el modelo no- cuidar la neuroimagen), redundará en un
sológico en un futuro cercano, y, consi- mejor conocimiento del sustrato psicobioló-
guientemente, cabría esperar una mayor gico de la bipolaridad, facilitando un mejor
precisión terapéutica. Por ejemplo, un me- conocimiento y capacidad anticipadora del
jor conocimiento de la validez diagnóstica curso de la enfermedad, sus variantes y la
del trastorno bipolar tipo III (pacientes de- vulnerabilidad de los individuos presumi-
presivos que muestran virajes hipomaniacos blemente sanos. Todo ello debería traducir-
al recibir antidepresivos) debería proporcio- se en factores pronóstico de respuesta tera-
nar mayor confianza a la hora de prescribir, péutica y en un uso más racional de los
o no, un eutimizante en estos casos. La po- fármacos y las técnicas psicológicas.
sible integración en las futuras clasificacio-
nes de las teorías del temperamento afecti- Presente y futuro del tratamiento
vo de Kraepelin, rescatadas por diversos del trastorno bipolar
autores a lo largo de la historia y más re- A lo largo de este curso hemos conocido los
cientemente42, es un hecho muy probable, datos más recientes provenientes de la in-
23
IBBI Trastornos
polares
vestigación con los nuevos antipsicóticos, los que sin duda dará sus frutos a corto o largo
nuevos antiepilépticos, y la aplicación de plazo. Existe un número importante de mo-
técnicas psicológicas fundamentadas en su léculas potencialmente antipsicóticas, que
eficacia empírica en el trastorno bipolar. citamos en la tabla 8.4. Básicamente, explo-
También hemos advertido la necesidad de tan tres mecanismos de acción45: acción
investigar mejor el uso de antidepresivos combinada sobre receptores D2 y otros re-
para mejorar el pronóstico de la enferme- ceptores no dopaminérgicos, como la ma-
dad. No insistiremos en ello aquí, aunque las yoría de los antipsicóticos atípicos disponi-
fuentes de progreso más probables son las bles en la actualidad; acción dopaminérgica
mencionadas, además de las propias de un sobre otros receptores distintos de los D2 y,
mejor uso de los tratamientos clásicos, que por último, acción sobre otros receptores
paradójicamente ahora estamos conocien- como los glutamatérgicos, sigma, neuro-
do mejor gracias a su utilización como com- tensina, serotoninérgicos, muscarínicos y ca-
paradores en los ensayos clínicos con los nabinoides. Huelga decir que muchos de los
nuevos compuestos. Por ejemplo, se ha con- compuestos citados en la tabla no llegarán a
firmado la eficacia a corto y largo plazo del las manos de los médicos; muchos de ellos
litio en los estudios con lamotrigina y con fracasarán en fases preliminares, y sólo unos
topiramato, y la conveniencia de litemias es- pocos han conseguido o van a conseguir al-
tables en un reanálisis de un estudio pre- canzar las fases II y III de investigación. Lo
vio44. Otras novedades, tal vez no revolucio- mismo ocurre con los anticomiciales en in-
narias pero sí importantes en la práctica vestigación, que incluimos en la tabla 8.5,
clínica, serán las nuevas formulaciones y for- aunque algunos de éstos se hallan en fases
mas galénicas de los fármacos existentes: la más avanzadas de estudio para la epilepsia.
risperidona de liberación retardada en in- La pregabalina y la retigabina no se men-
yecciones quincenales, que parece ser muy cionan porque ya se comentan en el capítu-
bien tolerada y puede resultar muy útil en lo de antiepilépticos, dado que ya se han ini-
pacientes mal cumplidores, y que será el pri- ciado estudios en pacientes bipolares.
mer antipsicótico atípico disponible en esa Tampoco mencionamos las benzodiacepi-
presentación; la olanzapina y la ziprasidona nas, aunque una de ellas, clonacepam, con
inyectables de acción rápida; la olanzapina demostrado efecto antiepiléptico agudo
de liberación retardada, en fase III de inves- (no tan claramente profiláctico), ha sido es-
tigación; la ziprasidona de liberación retar- tudiada en la manía con resultados al pare-
dada; y formulaciones líquidas o en sobres, cer positivos46. En la práctica, clonacepam se
o formas orales de liberación prolongada de usa por lo general como tratamiento coad-
algunos antiepilépticos, como lamotrigina, yuvante de la ansiedad, la agitación o el in-
oxcarbacepina y topiramato. Cabe destacar somnio, y raramente en monoterapia a cor-
como gran novedad la eficacia, demostrada to o largo plazo. También loracepam se usa
en ensayo clínico con un tamaño del efecto con frecuencia de la misma manera. Otro
muy pronunciado, de la quetiapina en el antiepiléptico clásico recientemente recu-
tratamiento de la depresión bipolar, lo que perado como posible antimaniaco es la fe-
abre nuevas perspectivas para el uso de este nitoína47.
compuesto más allá de la fase maniaca, sin Aparte de los antipsicóticos y los antiepi-
riesgo de virajes de uno u otro signo. lépticos que están en fases tempranas de es-
Las compañías farmacéuticas han descu- tudio, existen fármacos con acción antide-
bierto en el trastorno bipolar un nuevo y presiva que podrían resultar interesantes
provechoso mercado, y ello constituye una para el tratamiento y la prevención de fases
magnífica noticia, porque supone una in- depresivas, sobre todo si se demuestra un
versión de recursos nunca vista hasta ahora, bajo potencial de inducción de viraje. Entre
24
capítulo VIII
Trastorno bipolar: presente y futuro
25
IBBI Trastornos
polares
26
capítulo VIII
Trastorno bipolar: presente y futuro
27
IBBI Trastornos
polares
16. Jones I, Scourfield J, Mc Candlers F y cols. Attitu- fective disorder and beyond. Washington: Ame-
des towards future testing for bipolar disorder rican Psychiatric Press, 1998; 1-44.
susceptibility genes: a preliminary investigation. 28. Rajkowska G. Cell pathology in bipolar disorder.
J Affect Disord 2002; 71: 189-193. Bipolar Disord 2002; 4: 105-116.
17. Sobczak S, Honig A, Nicolson NA y cols. Effects 29. Dean B. Changes in the molecular structure of
of acute tryptophan depletion on mood and cor- the brain in bipolar disorder: findings using hu-
tisol release in first degree relatives of type I and man postmortem brain use tissue. World J Biol
type II bipolar patients and healthy matched con- Psychiatry 2002; 3: 125-132.
trols. Neuropsychopharmacology 2002; 27: 834- 30. Van Gorp WG, Altshuler L, Theberge DC y cols.
842. Cognitive impairment in euthymic bipolar pa-
18. Post RM, Weiss SRB. Kindling and stress sensiti- tients with and without prior alcohol dependen-
zation. En: Young LT, Joffe RT, eds. Bipolar disor- ce. Arch Gen Psychiatry 1998; 55: 41-46.
der: biological models and their clinical applica- 31. Martínez-Arán A, Penadés R, Vieta E y cols. Exe-
tion. Nueva York: Marcel Dekker, 1997; 93-126. cutive function in patients with remitted bipolar
19. Post RM, Frye MA, Leverich GS y cols. The role of disorder and schizophrenia and its relationship
complex combination therapy in the treatment of with functional outcome. Psychother Psychosom
refractory bipolar illness. CNS Spectrums 1998; 2002; 71: 39-46.
3: 66-86. 32. Vieta E, Colom F, Martínez-Arán A. Chronicity,
20. Wang JF, Li PP, Warsh JJ y cols. Signal transduc- milder forms, and cognitive impairment in bipo-
tion abnormalities in bipolar disorder. En: Young lar disorder. En: Maj M, Akiskal HS, López-Ibor JJ,
LT, Joffe RT, eds. Bipolar disorder: biological mo- Sartorius N, eds. Bipolar Disorder. WPA Series.
dels and their clinical application. Nueva York: Evidence and experience in psychiatry, vol. 5.
Marcel Dekker, 1997; 41-80. Chichester: Wiley, 2002; 182-184.
21. Vieta E, Gastó C, Martínez de Osaba MJ y cols. 33. Chowdhury R, Ferrier IN, Thompson JM. Cogniti-
Prediction of depressive relapse in remitted bi- ve dysfunction in bipolar disorder. Curr Opin Psy-
polar patients using corticotrophin-releasing hor- chiatry 2003; 16: 7-12.
mone challenge test. Acta Psychiatr Scand 1997; 34. Reinares M, Martínez-Arán A, Benabarre A y cols.
95: 205-211. Efectos a largo plazo del tratamiento con risperi-
22. Vieta E, Martínez-de-Osaba MJ, Colom F y cols. dona versus neurolépticos convencionales en el
Enhanced corticotropin response to corticotro- rendimiento neuropsicológico de pacientes bi-
pin-releasing-hormone as a predictor of mania in polares eutímicos. Actas Esp Psiquiatría 2000;
euthymic bipolar patients. Psychol Med 1999; 28: 231-238.
29: 971-978. 35. Goldberg JF, Burdick KE. Cognitive side effects of
23. Corbella B, Vieta E. Molecular targets of lithium anticonvulsants. J Clin Psychiatry 2001; 62 Supl
action. Acta Neuropsychiatrica 2003; 15: 1-25. 14: 27-33.
24. Post RM, Weiss SRB, Chuang DM, Ketter TA. Me- 36. Shi L, Juárez R, Namjoshi MA y cols. Olanzapine
chanisms of action of carbamazepine in seizure versus haloperidol as initial treatment plus open-
and affective disorders. En: Joffe RT, Calabrese label olanzapine treatment in bipolar I disorder:
JR, eds. Anticonvulsants in mood disorders. Nue- prospective comparison of clinical and work
va York: Marcel Dekker, 1994; 43-92. functional outcomes. Int Clin Psychopharmacol
25. Duman RS. Synaptic plasticity and mood dior- (en prensa).
ders. Mol Psychiatry 2002; 7 Supl 1: S1-S7. 37. Drevets WC, Price JL, Simpson JR y cols. Subge-
26. Montejo J, Ayuso-Gutiérrez JL. Estacionalidad del nual prefrontal cortex abnormalities in mood di-
trastorno bipolar. En: Vieta E, Gastó C, eds. Tras- sorders. Nature 1997; 386: 824-827.
tornos bipolares. Barcelona: Springer-Verlag, 38. Benabarre A, Vieta E, Martín F y cols. Clinical va-
1997; 291-311. lue of Tc99m HMPAO SPECT in depressed bipolar
27. Brainard GC. The healing light: interface of phy- I patients. J Psychiatry Res Neuroimag (en pren-
sics and biology. En: Lam RW, ed. Seasonal af- sa).
28
capítulo VIII
Trastorno bipolar: presente y futuro
39. Stanley JA. In vivo magnetic resonance spectros- 52. Sáiz PA, Cocaña I, Tascón B y cols. Lípidos y con-
copy and its application to neuropsychiatric di- ducta parasuicida. Psiquiatr Biol 1994; 1: 9-14.
sorders. Can J Psychiatry 2002; 47: 315-326. 53. Kaplan BJ, Simpson SJ, Ferre RC y cols. Effective
40. Goodwin GM. Clinical and biological investiga- mood-stabilization with a chelated mineral sup-
tion of mania following lithium withdrawal. En: plement: an open trial in bipolar disorder. J Clin
Manji HK, Bowden CL, Belmaker RH. Bipolar me- Psychiatry 2001; 62: 936-944.
dications: mechanisms of action. Washington: 54. Grisaru N, Chudakov B, Yarovslasky Y y cols.
American Psychiatric Press, 2000; 343-356. Transcranial magnetic stimulation in mania: a
41. Vieta E. Diagnosis and classification of psychia- controlled study. Am J Psychiatry 1998; 155:
tric disorders. En: Sussman N, ed. Anticonvulsants 1.608-1.610.
in Psychiatry. Londres: The Royal Society of Me- 55. Colom F, Vieta E, Martínez-Arán A y cols. What is
dicine Press, Round table series 64, 1999; 3-8. the role of psychotherapy in the treatment of bi-
42. Akiskal HS. El espectro clínico predominante de polar disorder? Psychother Psychosom 1998; 67:
los trastornos bipolares. En: Vieta E, Gastó C., 3-9.
eds. Trastornos bipolares. Barcelona: Springer- 56. Perry A, Tarrier N, Morris R y cols. Randomised
Verlag, 1997; 194-212. controlled trial of efficacy of teaching patients
43. Akiskal HS, Maser JD, Zeller PJ y cols. Switching with bipolar disorder to identify early symptoms
from «unipolar» to bipolar II. An 11-year pros- of relapse and obtain treatment. Br Med J 1999;
pective study of clinical and temperamental pre- 318: 149-153.
dictors in 559 patients. Arch Gen Psychiatry 57. Colom F, Vieta E, Martínez-Arán A y cols. A ran-
1995; 52: 114-123. domized trial on the efficacy of group psychoe-
44. Sachs GS, Printz Dj, Kahn DA y cols. The Expert ducation in the prophylaxis of recurrences in re-
Consensus Guideline Series: Medication Treat- mitted bipolar patients. Arch Gen Psychiatry
ment of Bipolar Disorder. POSTGRAD Med 2000; 2003; 60: 402-407.
N.º esp.: 1-104. 58. Swartz HA, Frank E. Psychotherapy for bipolar de-
45. Bolos J. Current strategies for the development pression: a phase-specific treatment strategy? Bi-
of novel antipsychotic drugs. Mini Rev Med Chem polar Disord 2001; 3: 11-22.
2003; 3: 24-155. 59. Scott J. Cognitive therapy for depression. Br Med
46. Chouinard G, Young SN, Annable L. Antimanic ef- Bull 2001; 57: 101-113.
fect of clonazepam. Biol Psychiatry 1983; 18: 60. Martínez-Arán A, Vieta E, Reinares M y cols.
451-466.
47. Mishory A, Yarosvlasky Y, Bersudsky Y y cols.
Phenytoin as an antimanic anticonvulsant: a con-
trolled study. Am J Psychiatry 2000; 25: 321-324.
48. Manji HK, Moore GJ, Chen G. Bipolar disorder: le-
ads from the molecular and cellular mechanisms
of action of mood stabilizers. Br J Psychiatry
Suppl 2001; 41: S107-S119.
49. Manji HK, Moore GJ, Rajkowska G y cols. Neuro-
plasticity and cellular resilience in mood disor-
ders. Mol Psychiatry 2000; 5: 578-593.
50. Sassi RB, Nicoletti M, Brambilla P y cols. Increa-
sed gray matter volume in lithium treated bipolar
disorder patients. Neurosci Lett 2002; 329: 243-
245.
51. Stoll AL, Severus E, Freeman MP y cols. Omega 3
fatty acids in bipolar disorder. Arch Gen Psy-
chiatry 1999; 56: 407-412.
29