Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Un punto de partida para el estudio del discurso político puede ser el de establecer su
particularidad específica. En este sentido suponemos que esta singularidad trasciende –
en relación a otro tipo de discursos- la división que podemos encontrar entre los
distintos tipos de géneros. Esto puede suponer una alternativa a las formas taxonómicas
del estructuralismo, que suponen la diferencia en relación a la negación de los restantes
elementos del sistema. El discurso político no sería entonces simplemente aquel
discurso que aparece en oposición a todos los demás. Incluso aceptando esta
demarcación lo único específico que podríamos decir del discurso político es lo que no
es; no es discurso jurídico, discurso científico, discurso religioso, discurso médico, etc.
La cuestión de los géneros no es algo para tomar tan a la ligera, por lo menos no sin
antes hacer mención a alguna de las distinciones introducidas por Bajtin. Pero antes de
entrar en todo este tipo de cuestiones queremos resaltar otros aspectos del discurso
político.
El aspecto centrar de este trabajo es descubrir el poder de la palabra en la política. La
política aquí tampoco está planteada como un tema, una cuestión o un tópico, sino como
el mismo poder y específicamente con el Estado. Aquí hay un supuesto de peso que
recae sobre esta categoría. El Estado aquí está pensado como elemento fundamental que
posibilita la existencia y funcionamiento de la sociedad humana 2 . El lenguaje, más
particularmente el discurso, posibilitan las relaciones de poder, o políticas, en distintos
ámbitos. Los discursos –de la ciencia, de la medicina, del derecho, y el del Estado, el
discurso político- hacen posible el entretejido en el que se sostienen las relaciones de
poder. El lenguaje además de ser una fuente o medio privilegiado para la comunicación,
es también posibilidad de acto. La performatividad del lenguaje, la propiedad por medio
de la cuál el lenguaje realiza actos en el mundo parecería cobrar vital importancia en el
discurso político. La teoría de los actos de habla del lenguaje es muy sugerente para el
abordaje de la política –o al menos la teoría política- sin embargo su planteo, por lo
1
Ricardo Esteves (UBA) ric.esteves@gmail.com
2
Esta declaración es un tanto amplia y general. Incluso para sintetizar y establecer posiciones podemos
presentar las posturas –diferentes- de Marx y Engels respecto a esta cuestión. Mientras que para el
primero el Estado es un fenómeno singular que solo se da en un momento histórico determinado –el
capitalismo- para el segundo, el Estado siempre ha existido, en toda sociedad, aunque no necesariamente
1
menos según Austin, y tal vez en menor medida Searl, están planteadas en otra clave, o
por lo menos no con el foco en la política específicamente y la cuestión de las relaciones
de poder en general.
De manera que proponemos desandar esta cuestión desde otro lado. Un buen punto de
partida podría ser ver que nos puede decir de esta cuestión la teoría –o teorías- política.
Partiendo de la performatividad o de la teoría de los actos de habla puede resultar
relevante la teoría de la acción de H. Arendt. La palabra sería un elemento de suma
importancia para la acción -así como para la condición humana dentro de sus esquema
labor, trabajo, acción.
Más allá de cómo la palabra acompaña la existencia física del hombre, plantea que el
lenguaje hace posible la pluralidad, condición necesaria para la existencia humana, de
su actividad, de la acción y la política.
encarne la forma del Estado capitalista “Manifiesto del Partido Comunista” (Múltiples Ediciones) “El
Origen de la Familia el Estado y la Propiedad Privada” Planeta-Agostini, Barcelona 1992.
3
H. Arendt “La condición humana” Ed. Paidós, Barcelona 1996. pág. 201.
4
Ibid pág. 203.
5
Resultan interesante las reflexiones de Hobbes, teniendo en cuenta que datan del siglo XVI. “El uso
general del lenguaje consiste en trasponer nuestros discursos mentales en verbales: o la serie de nuestros
pensamientos en una serie de palabras, y esto con dos finalidades: una de ellas es el registro de las
consecuencias de nuestros pensamientos, que siendo aptos para sustraerse de nuestra memoria cuando
comprendemos una nueva labor, pueden ser recordados de nuevo por las palabras con que se
distinguen” T. Hobbes “Leviathan: o de la materia, forma y poder de una república eclesiástica civil”
FCE, México, DF. 1998 pág. 23.
2
como la reflexión y la meditación-, la posibilidad del establecimiento sistemas de
categorías para la constitución de los conceptos y sus universos.
3
oficinas, nuestras viviendas amuebladas, nuestras estaciones y fábricas
nos aprisionaban sin esperanza. Entonces vino el cine y con la sinamita
de sus décimas de segundo hizo saltar ese mundo carcelario 7 ”.
6
Ibid. pág.:22.
7
Water Benjamin “La obra de arte en la época de su reproductividad técnica” en “Discursos
interrumpidos I” Tarcus, Madrir, 1994. p.39.p:47.
8
(Ibid) pps: 61-62.
4
en tanto innovadoreas- son solo formas independientes de cualquier contenido. Esto
resultaba un tema especialmente preocupante en la Alemania de entre guerras.
“El lenguaje creado por ellos aboga por la identificación y unificación, por
la promoción sistemática del pensamiento y la acción positiva, por el
ataque concretado contra las tradicionales nociones trascendentales.
Dentro de las formas dominantes del lenguaje, se advierte el contraste entre
las formas de pensamiento “bidimensionales”, dialécticas, y la conducta
tecnológica o los “hábitos de pensamiento sociales”. 12
9
M. Horkheimer & T. Adorno “La Industria Cultural” Ed. Galerna. Bs. As. 1964
10
H. Marcuse “Ensayos sobre Política y Cultura” Ed. Ariel, Barcelona. 1972.
11
Ibid. Pág. 46.
12
H. Marcuse “El hombre unidimensional” Hyspanoamérica. Bs. As. 1984 pág. 115.
5
También marxista, pero desde una corriente distinta –estructuralista-, L. Althusser
esboza en su teoría sobre la ideología y aparatos ideológicos del Estado, notas y
apuntes sobre lo que podría ser considerado una teoría del discurso. En este caso
Althusser utiliza las distinciones estructura/superestructura de Marx y público/privado
de Gramsci, para presentar en relación a ellas las nociones de ilusión/alusión que
constituirían a la ideología. Esta noción de Ideología presentaría algunas semejanzas
con el signo lingüístico de F. de Saussure. A partir de que “la ideología es una
“representación” de la relación imaginaria entre los individuos y sus condiciones
reales de existencia” 13 presenta dos tesis. La primera, la ideología representa la relación
imaginaria entre los individuos y sus condiciones reales de existencia. Esto significa que
la representación imaginaria de nuestras condiciones reales de existencia hace posible el
funcionamiento del Estado. La ideología generaría una representación imaginaria
necesariamente distorsionada de las condiciones reales de existencia.
La segunda tesis es que la ideología tiene existencia material. Esto implica que estas
representaciones imaginarias se encuentran ligadas a las experiencias de sujetos reales
en el mundo. Por esta razón la ideología necesita manifestaciones materiales de su
existencia. La existencia real de la ideología se manifiesta a través de prácticas, que dan
cuenta de la materialidad del discurso. Uno de los ejemplos que presenta Althusser es el
de la religión. Damos cuenta de la fe, la creencia, ideología mediante prácticas, como es
ir a la iglesia, asistir a misa, confesarse, realizar señales religiosas como persignarse,
etc. Con esto concluye en que no hay práctica sino en y por una ideología. Noy hay
ideología sino por y para sujetos.
Una conclusión sintética de estas dos tesis es que la ideología interpela a los individuos
en cuanto sujetos.
13
L. Althusser “Ideología y aparatos ideológicos del Estado” en “La filosofía como arma de la
revolución” Siglo XXI. México D.F. s/f. pág. 131.
14
Ibid. Pág. 134.
6
En la dirección de la noción de sujeto y crítica a la estructura o post-estructuralismo
encontramos posturas influyentes –si no al menos sugerentes- para la teoría política y
social como la de M. Foucault. En favor de la noción de sujeto, en la arqueología del
saber, plantea:
7
puede circunscribir al pensamiento. El discurso es material. La estructura lingüística
requiere un soporte material. El límite entre lo material y lo discursivo no resulta ya tan
claro. Lo material es discurso y el discurso es material. El discurso no es una simple
forma y sus efectos se imponen con toda la materialidad que implica la hegemonía. La
teoría de los juegos del lenguaje permite dar cuenta a estos autores como el discurso
tiene efectos o poder sobre la materialidad. Estos juegos del lenguaje hacen posible una
serie de interacciones en el campo de la existencia concreta generando consecuencias
materiales. De aquí que de procesos discursivos se puedan generar materialidad.
Wittgenstein mismo diría que lo que existe es solo aquello que puede ser dicho, y que
las condiciones de existencia de los objetos en el mundo es determinada por los juegos
del lenguaje, o por lo que puede ser dicho de ellos.
En definitiva el planteo de Laclau y Mouffe propone abandona la dicotomía discursivo
extra-discursivo.
Lo novedoso en esta teoría es que la lucha hegemónica en torno a conflictos reales en el
campo de la producción –y de la política- es en definitiva discursiva. La hegemonía
sería la capacidad de establecer el discurso dominante que permitirá legitimar las
relaciones de dominación que se dan en el seno de una sociedad.
En 1990, Nuevas reflexiones sobre las revoluciones de nuestro tiempo presentó, dos
aportes fundamentales para la teoría del discurso. La primera, la imposibilidad de la
sociedad.
15
M. Foucault “La arqueología del Saber” Siglo XXI, Bs. As. 2002. pág: 334.
16
E. Laclau “La imposibilidad de la sociedad” en “Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro
tiempo” Nueva Visión, Bs. As. 2000. pág. 106.
8
El segundo aporte significativo es la aparición del artículo Más allá del análisis del
discurso, de S. Žižek, que introduce la noción real de la teoría psicoanalítica de Lacan.
Esto implicaría un giro considerable en los desarrollos teóricos de esta corriente. Según
esta postura existe algo que trasciende al discurso, lo real. Sin embargo, lo real se
presenta como la imposibilidad del discurso.
17
S. Žižek “Más allá del análisis del discurso” en “Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro
tiempo” Nueva Visión, Bs. As. 2000. pág. 261
9
público y lo privado. Pero esto desataría preguntas como si una conversación entre
madre e hija es discurso político, o si una poesía es también discurso político.
Aunque ninguno de estos casos puede ser considerado discurso político está claro que
en estos casos puede estar en juego una relación de poder. De manera que a pesar de que
el poder es un rasgo distintivo del discurso político, éste no se encuentra exclusivamente
en el discurso político. Aunque el poder se pueda poner en juego en un sinnúmero de
discursos, y que el poder se da en relación a un objeto específico –poder sobre el
paciente, poder sobre los hijos, poder sobre el saber- la política y el Estado presentan
una condensación de poder más intensa que en los demás campos, que por demás, están
establecidos a partir de esta relación originaria.
Pero el poder en sí mismo es un elemento estanco y la palabra es la sustancia de la
política. Sólo a través del lenguaje, específicamente del discurso, se puede establecer el
poder.
La principal objeción a esto es la violencia, que sería –en palabras de H. Arendt- la
ausencia de discurso. Pero incluso en este caso, la violencia –incluso como ausencia de
discurso- es un discurso en sí mismo, ya no en términos de su contenido lingüístico o
semiótico, sino en términos de su materialidad y de su significado.
Aunque también podemos argumentar que la violencia es el momento en el que se
pierde el sentido. Pero esto es toda una discusión en sí misma que rebalsa la cuestión del
discurso político, o por lo menos de los aspectos que nos interesa remarcar aquí.
10