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¿QUÉ SIGNIFICA EL “REINO DE DIOS”, AQUÍ Y AHORA?

¿QUÉ SIGNIFICA EL “REINO DE DIOS”?

¿EL “REINO DE DIOS”? ¿CON QUÉ SE COMERÁ “ESO”?


EN SU TIEMPO Y EN SU PAÍS
LOS PEQUEÑOS DE AYER
“TOY CONTENTO, YO NO SÉ QUÉ ES LO QUE SIENTO…”
¿CÓMO DICES QUE DICEN QUE DIJO?
SALVACIÓN Y LIBERACIÓN: DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA

AQUÍ Y AHORA

¿AQUÍ Y AHORA? ¿EN ESTE DESBARAJUSTE QUE TENEMOS HOY?


LOS JODIDOS DE SIEMPRE
¿QUIERES QUE TE LO EXPLIQUE CON DIBUJITOS?

CARACAS, JULIO DE 2008


¿QUÉ SIGNIFICA EL “REINO DE DIOS”?

¿El “Reino de Dios”? ¿Con qué se comerá “eso”?

En la Biblia y en específico en los evangelios, se encuentra una frase que a los


jóvenes de hoy en día nos suena extraña: el “Reino de Dios” ¿con qué se
comerá “eso”? nos podemos preguntar algun@s, mientras que para much@s
otr@s es una frase sin sentido que pasa desapercibida… por eso mismo pocas
personas saben que esa frase es, casi con toda seguridad, no sólo original de
Jesús, sino más aún, el centro de su mensaje.

¿Cómo así que era el centro de su mensaje? Si siempre nos han enseñado que
el centro del mensaje cristiano es Él mismo: “Yo soy el camino, la verdad, y la
vida”1. O en el peor de los casos, el centro de la predicación ha sido la Iglesia
(“Fuera de la <<barca de Pedro>> no hay salvación”). ¿Pero el “Reino” como el
mensaje principal del cristianismo? eso no aparece por ningún lado. De hecho
los cristianos, y en particular los católicos, hablamos mucho y de muchas cosas,
pero del Reino poco y pocas veces.

Veamos pues, como entendía Jesús, “esto” del “Reino”.

En su tiempo y en su país

En la época que le tocó vivir, Jesús de Nazaret se encontró con una situación
social y religiosa marcada por la injusticia, la indiferencia y la desesperanza. Era
un mundo dominado política y militarmente por los romanos, era el “Imperio del
César”. Así que Israel, “el pueblo escogido por Dios”, era en realidad un “paisito”
de tercera categoría (¿hoy diríamos del <<Tercer Mundo>>, no?), que
prácticamente “no tocaba un pito en el concierto de las naciones”.
Desde el punto de vista interno, era una sociedad religiosa, sus normas de
convivencia social estaban íntimamente ligadas a sus creencias y costumbres
religiosas. En la Ley de Moisés estaba establecido todo aquello que podía o no
hacerse en Israel, y también todas las normas y los ritos de purificación por los
pecados-delitos (en una sociedad así, no podría distinguirse muy bien una cosa
de otra). De modo pues que los judíos de la época de Jesús se encontraron
viviendo bajo el “Imperio de la Ley” dentro del “Imperio del César”

Es en esas circunstancias concretas, en el Israel del siglo I, que Jesús aparece


con la idea del “Reino de Dios”.

Los pequeños de ayer

Jesús comparó esa situación que se vivía, con lo que sentía en su corazón:

En el “Imperio del César”, valía más quien era más fuerte, o quien más tenía
plata, o quien tenía la ciudadanía romana… los demás eran considerados de
segunda y hasta de tercera categoría (¿cómo que desde siempre los poderosos
dividen el mundo en tres, no?)

En el “Imperio de la Ley”, valía quien era más puro, o quién podía comprar los
animales para hacer las purificaciones en el Templo, o quien tenía la
ascendencia judía… los demás eran pecadores, indignos de “Dios” o peor aún
paganos.

Mientras que para el Papá-Dios en el que creía Jesús, todos valen: hombres,
mujeres, extranjeros, judíos, pobres, ricos, etc. De hecho, Jesús pone como
modelo de vida a un pequeño.
Y aún más, le reclama a los Imperios el desprecio con el que tratan a los pobres,
a los enfermos, a las mujeres, a los niños, a los extranjeros, a los que no
cumplen la ley de Moisés, a los que llama “los pequeños”.

Papá-Dios (Abbá) nos ama a todos, y porque nos ama a todos le indigna esta
situación de injusticia e hipocresía: “Ése no es el mundo que mi Padre soñó…”
es el grito desgarrador con el que Jesús prepara el anuncio del “Reino de Dios”.

“Toy contento, yo no sé qué es lo que siento…”2

Pero no todo es tragedia alrededor de Jesús. A pesar de la dura situación social


que le tocó enfrentar, en su interior había una “fuente” de la cual manaban paz y
alegría. No me importa que suene “cursi”, esa fuente se llama AMOR, y era lo
que desbordaba Jesús cuando estaba entre la gente.

Tantos episodios de los evangelios donde muestran a Jesús comiendo, bailando,


jugando, riendo, brindando, etc., no pueden ser ficción o inventos. Son muestras
de que a Papá-Dios no sólo le gusta la Vida, sino que además le gusta
celebrarla.

Jesús se esfuerza en hacer llegar ese mensaje a tod@s: come con prostitutas y
cobradores de impuestos (considerados pecadores sin remedio), asiste a las
bodas de sus amig@s, hace continuar la fiesta cuando se acaba el vino y
convierte una tarde triste y nublada que iba a terminar despidiendo a la gente
con hambre y cansada, en un fiestón inolvidable, de puro compartir lo que cada
quién traía y lo que cada uno era…

Aquella tarde lo que se multiplicaron no fueron sólo panes y peces, sino también
la generosidad y la esperanza.
¿Cómo dices que dicen que dijo?

(“Den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”)

Esa forma de actuar de Jesús, tan libre de los Imperios, tan amoroso con
quienes según los líderes (políticos y religiosos) no eran “dignos”, le convirtió en
una figura pública, ganándose pues tantos amigos como enemigos.

En ése ambiente, los líderes le lanzaron a Jesús un dardo venenoso (al mejor
estilo del “periodismo” actual): “¿Es o no lícito que los judíos paguen tributos al
César?” y Él (al mejor estilo de entrevistado-acosado, ¿o acusado?), responde
con una frase “trabalengüística” que aún no parece ser bien entendida del todo.

Jesús no entra en el juego político, más bien lo desenmascara. Pone de


manifiesto la hipocresía de los líderes religiosos (que son judíos), ya que ellos
mantenían un sistema de ritos y normas de purificación, que no sólo excluía de
la vida social a mucha gente, sino que además generaba cuantiosas sumas de
dinero que iban a sus arcas.

¡Cómo pretendían ellos quedar como defensores de la justicia y de los intereses


de Israel, si ellos mantenían un sistema de injusticia al interno de la nación!
¡Hipócritas, los impuestos que Uds. pagan no salen de sus bolsillos, sino de los
de los pobres!

Más aún con esa frase denuncia el hecho de que la sociedad le dé más valor al
dinero que a la persona.

Lo del César es el dinero… Lo de Dios es la gente… De nada hubiese servido


cambiar a Tiberio César por el Rey Herodes, o por el Sumo Sacerdote Anás, o
por el Líder Revolucionario Jesús “el Barrabás”, o por quien fuera… Era el
Templo (centro del poder religioso-político-económico-social) el que tenía que
ser derribado y debía construirse un nuevo Templo (un corazón de carne, un
corazón sensible en cada ser humano) donde reinara Dios, no el dinero. Eso era
para Jesús el “Reino de Dios”.

Jesús se la jugó por la gente (le dio a Dios lo que es de Dios) y lo pagó muy
caro.

Los líderes religiosos y políticos podían aceptar a un predicador famoso y


querido por el pueblo, pero no que su predicación dejara en evidencia que
servían al dios dinero.

Salvación y Liberación: Dos caras de la misma moneda

Para Jesús, el “Reino de Dios” es como una moneda:

Por una cara, nos muestra la Salvación. “Mi Reino no es de este mundo”, le dice
a Pilatos. Él no vino a tomar el lugar del César, ni el de Herodes. Su Reino,
ciertamente, tiene una dimensión espiritual, mística, escatológica, como
queramos verlo… En él se resumirán tantos años de historia, tantas vidas,
tantos afanes, tantas alegrías. En esta perspectiva, el “Reino de Dios” es
plenitud plena, valga la redundancia. Plenitud de Amor, plenitud de Justicia,
plenitud de Paz.

Pero por otro lado (y al mismo tiempo), el Reino es Liberación. “Hoy se han
cumplido estas palabras en mí”. “Hoy”, no “Ayer” ni “Mañana”, sino HOY. Hoy los
ciegos ven (cada vez que alguien ve el amor de Dios en su vida), hoy los cojos
andan (cada vez que alguien ayuda a otro a levantarse de algún problema), hoy
los hambrientos comen (cada vez que los que tienen para comer todos los días
comparten con quienes no tienen), hoy se ha proclamado el “Año de Gracia del
Señor” (cuando se exonere de la deuda externa ¿o eterna? a los países del mal
llamado “Tercer Mundo”).
El Reino de Dios es HOY y es también (al mismo tiempo) ETERNIDAD. Ya llegó
con Jesús, pero todavía no es pleno. El Reino de Dios es, al mismo tiempo,
Salvación y Liberación.

AQUÍ Y AHORA

¿Aquí y ahora? ¿En este desbarajuste que tenemos hoy?

Probablemente esa frase del “Reino de Dios”, haya tenido cabida en la época de
Jesús. De hecho, el que mucha gente lo siguiera, a pesar de la oposición de los
líderes y las autoridades, le da valor a esa propuesta. Pero hoy en día, en
contraste con el mundo que encontró Jesús, el nuestro es un mundo cada vez
más alejado no solo de lo religioso sino también cada vez mas fragmentado y
mas hundido en el materialismo y el individualismo, ¿tendrá sentido seguir
hablando de Dios?

¿Tendrá sentido hablar de un “Reino de Dios” en un mundo que consigue en las


ciencias, las respuestas a la mayoría de sus preguntas? ¿En un mundo donde
las instituciones religiosas han perdido su credibilidad? ¿En un mundo donde la
injusticia sigue reinando?

El panorama no es muy consolador: el calentamiento global, la crisis mundial de


alimentos-agua-energía, las guerras constantes, el avance de las drogas y el
sida en la juventud, el cáncer de la corrupción enquistado en los gobiernos,
incluso en los que se autoproclaman “revolucionarios”, el crecimiento en la
brecha entre ricos y pobres, la parranda de mentiras y anti-valores que
bombardean los medios de “comunicación”, pareciera que esto se lo llevo quien
lo trajo, que los cuatro jinetes del Apocalipsis vinieron a acabar con todo. Como
leí en un “grafitti” pintado en alguna calle de Caracas: “Cristo viene, y viene
arrecho”.

A pesar de todo esto, sí hay una razón para seguir hablando de Dios. Sí tiene
sentido hablar del “Reino de Dios”. Más aún, se hace absolutamente necesario
retomar la propuesta de Jesús. Nuestro mundo lo necesita. Es su única
salvación.

Los jodidos de siempre

Esa razón no es otra que los que Jesús llama los pequeños. Los pequeños de
ayer y de hoy, son los jodidos de siempre. No puede ser verdad que a Dios no le
importe el sufrimiento de l@s que viven en los cerros3, de aquell@s que les
cuesta redondearse la arepa, de los que son discriminad@s por cualquier
“razón” (¿es que acaso hay razones para discriminar a la gente?).

En este mundo, y en particular en nuestro país, hay suficientes recursos para


que tod@s vivamos dignamente. No puede ser normal (muy a pesar de los
estadísticos y los economistas) la regla de “Paretto”: el 20% de las personas
acumulan el 80% de las riquezas, mientras el 80% de la población tienen que
repartirse el restante 20% de los recursos. Eso sencillamente va en contra de la
lógica de Dios.

No he encontrado quien plantee mas “claro y raspao” esa lógica que Pedro Trigo
sj, a quien cito a continuación: “Que Dios reine en nuestra historia significa que
con la profundización de la democracia a escala planetaria vayamos superando
privilegios y discriminaciones e incluyendo a los excluidos, tanto en el interior de
cada país, como a los países excluidos. Significa que la producción y el
consumo se desabsoluticen para que se cultiven otras dimensiones humanas
como el estar, el convivir, el celebrar, el permanecer en silencio, la reciprocidad
de dones, la gratuidad, el vivir en la presencia de Dios y relacionarse con él”.4
Pueden haber muchas otras razones para hablar del “Reino de Dios”, pero ésta,
si no es la más importante, es la más urgente.

¿Quieres que te lo explique con dibujitos?

Ahora bien, si ya estamos de acuerdo en que el tema del Reino de Dios es


importante y que debe ser tomado en serio por quienes pretendemos seguir a
Jesús, la pregunta que sigue en el aire es: ¿Cómo anunciarlo en este mundo?
¿Cómo expresarlo, no solo de un modo que se entienda, sino que además
conmueva a las personas y las impulse en esta dirección?

En ese sentido y siguiendo el dicho: “una imagen dice más que mil palabras”, he
realizado varios bocetos de dibujos, a través de los cuales pretendo expresar lo
que en mi tiempo y en mi país, veo en relación con el Reino de Dios.

En

realidad son un collage de imágenes que me vienen a la mente cuando pienso


en el Reino de Dios.
La primera de ellas, es una caricatura de Caracas, donde nací y vivo
actualmente. Es una ciudad llena de contrastes sociales, donde los cerros y
barrios populares, con sus característicos colores rojizos y anaranjados (por los
bloques con que construyen las casas) destaca entre la selva de cemento. Al
fondo, el Ávila (o Warairarepano como lo llamaban los aborígenes caracas antes
de la conquista) domina el paisaje y se convierte en punto de referencia. Es allí
donde vivo, y es allí donde me toca anunciar el Reino, en medio de la locura del
tráfico, la paranoia del “hampa con el moño suelto”, el corre-corre de la gente en
el metro y los centros comerciales, las infinitas escaleras de los barrios…

Un dibujo simple, tal vez demasiado, para


expresar una idea, por el contrario, compleja,
quizás muy compleja: Un Cristo Resucitado que
frente a una muchedumbre (de distintos colores,
tamaños, formas, etc., pero con un mismo
corazón) extiende los brazos (¿como en la cruz?)
y rompe las cadenas que atan a los seres
humanos… Además está parado sobre una
serpiente (símbolo del mal), en señal de haberla
vencido. Creo que es una imagen que puede
reflejar, tanto la Liberación en esta vida de tantas
injusticias y violencias como la Salvación en la vida eterna.

El Reino va haciéndose
más concreto en el día a
día. Por eso dibujo algunos
elementos de esa vida
cotidiana que reflejan como
Papa-Dios va reinando en
nuestra vida: un martillo, un balón, una patineta, un i-pod, un serrucho, unos
libros, unos anillos de matrimonio, etc. A través de estos símbolos, el trabajo, los
estudios, el compromiso, los deportes, la música, etc, tienen un espacio en el
Reino, el cual no se reduce a una dimensión “sagrada” donde lo “mundano” no
tiene cabida. El Reino acontece cuando Dios reina sobre lo “mundano”, sobre lo
cotidiano.

Cuando eso sucede, la


alegría invade los
corazones, y la vida se
torna una fiesta. Por eso
los tambores, la trompeta,
la guitarra, las maracas, el
teclado, etc., unen sus
melodías para que
celebremos la presencia de Dios. En ese pentagrama, no solo viven las notas
musicales, sino también todas aquellas causas o ideales a través de las cuales
el Reino acontece:
- Un corazón, representando el Amor.
- La paloma de la Paz y la balanza de la Justicia, que no pueden ir
separadas.
- El símbolo del reciclaje, nuestro planeta necesita más cuidado que nunca.
- El ying-yang, que en este contexto para mi expresa la tensión del Reino:
“Si, pero todavía no”. Si (la parte blanca) porque mucha gente ha
aceptado la propuesta de Jesús, pero todavía no (la parte negra) porque
muchos no la han aceptado, e incluso, porque los que han aceptado esta
propuesta pueden echarse para atrás.
- La estrella de David, la media luna y la cruz: Si el mensaje de Jesús no
giro alrededor de sí mismo ni de Dios, sino de su Reino, que por supuesto
los incluye a ambos, pero también a la Humanidad y a la Creación entera;
entonces su mensaje puede ser (y de hecho hasta cierto punto lo es)
compartido por las otras religiones. Hay razón entonces para animar el
dialogo ecuménico e interreligioso. La propuesta del Reino de Dios puede
ser el punto vital en el que las religiones se pongan de acuerdo y trabajen
en colaboración.

El Reino es como un banquete de bodas, donde Jesús es el novio y baila con su


eterna prometida: la Humanidad.

“En este país cabemos todos” dije en estos


días en un ascensor: algunos se murieron de
la risa y otros me miraron con cara de pocos
amigos. Es indudable que di en la llaga de la
intolerancia política de gente a la que aprecio.
Ahora me atrevo a juntar en un mismo dibujo,
los símbolos de ambos bandos: la estrella roja
del “Socialismo del siglo XXI” y las manos blancas del “Movimiento estudiantil”.
Estamos viviendo una época complicada, los ánimos están agitados. Con este
tema tengo algunas incertidumbres, pero también otras cosas más claras:
- La solidaridad, la generosidad y la fraternidad, son valores que no se
pueden imponer; por el contrario, se deben promover.
- Las posiciones radicales o extremas nos están haciendo cada vez más
daño. No se está queriendo dialogar (escuchar y comprender al otro), sino
que cada uno desea convencer al del otro bando, y si no lo logra,
entonces considerarlo enemigo.
- Este modelo económico (más rentista-liberal que capitalista propiamente
dicho) es la causa de la desigual distribución de las riquezas. Estoy
convencido que es necesario buscar alternativas a esta situación, en la
dirección del Reino.
- Sin embargo, no me convence el socialismo. Con este podríamos pasar
de un modelo rentista-liberal a un capitalismo de Estado, donde la cúpula
gobernante “en nombre del pueblo” toma para sí la mayor parte de las
riquezas (que estarían en manos del Estado) mientras la mayoría de la
población seguiría viviendo en la pobreza.
- ¿Y entonces, cual es la solución? Bueno, si la tuviera, no estaría
escribiendo esto… Siento que es necesario colocar el tema del modelo
económico en función del Reino de Dios, más allá de las banderas
políticas, a ver si vemos luz al final del túnel.
- En este país cabemos todos. De hecho, una gran parte de la población
esta asqueada de la manera como los políticos (de ambos bandos)
intentan manipularnos y utilizarnos para sus fines personales. La
honestidad de los políticos es como la virginidad de Britney Spears.
Definitivamente estaremos más cerca del Reino cuando algún día exista
un político honesto.

“Si el mundo está, como ahora está, patas arriba ¿no


habrá que darlo vuelta para que pueda pararse sobre sus
pies?”5 Eso es lo que parece estar ocurriendo en América
Latina, empezando por Venezuela. Ojalá todo este
movimiento no sea “alegría de tísico”. Que efectivamente
pueda equilibrarse la balanza de la distribución de las
riquezas. Y que sea Papá-Dios quien reine en nuestros
corazones y en nuestros países.

Otro aspecto, muy actual, tiene que ver con el SIDA. A ver si
llegamos a entender que la lucha contra el SIDA, es contra el
SIDA, NO contra los “sidosos”. La discriminación hacia quienes
portan el VIH+ o ya sufren la enfermedad es un “apartheid”
comparable al de los “leprosos” de la época de Jesús. Otro
“apartheid” que se ve incluso al interno de nuestra Iglesia, es
contra la comunidad GLTB (Gays, Lesbianas, Transexuales y Bisexuales). Sí, ya
sé que hay argumentos sustentados en infinidad de textos bíblicos y del
magisterio sobre el tema. Pero la verdad es que seguimos sin entender que
aunque no compartamos dicho estilo de vida, no tenemos ningún derecho a
discriminarlos y a apartarlos de la vida civil y eclesial. ¿Cuándo empezaremos a
valorar a las personas por lo que son: hij@s de Dios?

Ese mundo fraterno de los hij@s de Dios es


el sueño que me quita el sueño… Es el que
comparto en la Comunidad de Vida Cristiana
(CVX) con otr@s tant@s, es un ideal por el
que la vida cobra sentido.

DENIS CORONADO PINEDA


CVX MARANATHÁ
VENEZUELA
1
Evangelio según San Juan, Capitulo 14, Versículo 6
2
Frase de una canción popular en Venezuela. En dicho contexto, expresa lo que siente una persona cuando
está enamorada. La traigo a colación para reflejar cómo estaba enamorado Jesús de su pueblo y como ha
estado enamorado, y sigue estando, Papá-Dios de la Humanidad.
3
En Venezuela a la palabra “cerro”, al igual que “barrio”, se le da un sentido como de menosprecio, que tiene
que ver con lo socio-económico. Así, los “cerros” de Caracas se les llama a los lugares donde vive la gente
pobre, mientras que los sitios donde vive la gente de clase media y alta se les llama “lomas” o “colinas”. Más
fino, pero a la final son cerros igualitos!
4
Pedro Trigo, sj. “Jesús y el Reino de Dios. Su significado actual”
5
Joaquín Torres García. Pintor uruguayo, dibujó el mapa sudamericano con el Sur arriba.

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