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"Yo te conocía sólo de oídas, pero ahora te han visto mis ojos"

(Ensayo y error desde el libro de Job)


“…la nena es un bulto amarrado en un chrysler café,
un zapato le oprime la espalda, un pañuelo la boca,
la nena está muerta de miedo y no entiende por qué?
la nena no sabe que a veces, también Dios se equivoca,
la nena es desvelo y noticia, la nena no está,
su planeta cambió de tamaño y mide cuatro por tres,
su sol es la luz que se cuela debajo de una puerta,
la nena ya no ve diferencia entre un día y un mes,
la nena no sabe si duerme o se mantiene despierta,
la nena ya lleva tres meses buscando un por qué?…” 1

El presente es un “ensayo y error”, bueno quizá sea más error que ensayo, por lo cual
ruego al lector me dispense, puesto que si hay algo difícil es escribir sobre “Dios” y tener la
pretensión de que sea “teología”. Pero bien, aquí voy, la idea no es descubrir las nociones
sobre Dios que se hacen presentes en el relato del libro de Job, pues para eso ya han escrito
otros, muy bien por cierto, tanto mejor de lo que yo podría hacerlo. Más bien lo que se desea
es despertar el interés de los lectores en cuanto a la existencia de un texto bíblico que, a
pesar de ser de lectura difícil, quizá por estar ubicado en otra cultura, lenguaje y contexto,
presenta varios temas que resultan vitales para la comprensión y experiencia de la fé: las
nociones de Dios que subyacen en los esquemas religiosos, el sentido del sufrimiento y la
gratuidad del amor del Dios de Jesús.

Como la mayoría de los libros del antiguo testamento, el libro de Job es poco conocido
entre los católicos de América Latina. Sin embargo, la vigencia que los temas tratados en él
tienen en nuestra cotidianidad nos invita a adentrarnos en dicho libro y actualizar su
contenido. Veamos pues, cuáles son los personajes fundamentales de la historia:

Job, que vivía en el país de Us, "un hombre cabal y recto, que respetaba a Dios y se
apartaba del mal" (Job 1,1). Dicho sea de paso al parecer vivía bastante lejos de Palestina:
“es asimismo interesante que Job se presente con características que no lo ligan a una
particular tradición religiosa, confesional. En todo el Libro, de hecho, no ocurren los vocablos
típicos de la tradición hebrea (alianza, ley, templo, Jerusalén, sacerdocio)”2, lo cual nos hace
pensar que este personaje representa, en esta historia, no a los hijos del pueblo elegido por
Dios (Israel), sino a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos, cuyo común
1
“La nena (bitácora de un secuestro)” – Ricardo Arjona
2
“Meditaciones sobre Job” – Carlo María Martini
denominador es la experiencia del sufrimiento y el no comprender su sentido (si es que lo
tiene). En este orden de ideas, podemos afirmar que “Job somos todos”

La segunda figura, que aparece en el prólogo, es Satanás, el Enemigo, personaje que


aparece para sacar a relucir de forma negativa las acciones de los hombres. Es él quien pide
a Dios que Job sea tentado: “Respondió Satán (a Dios): ‘Piel por piel. Todo lo que el Hombre
posee lo da por su vida. Pero extiende tu mano y toca sus huesos y su carne; verás si no te
maldice a tu propia cara’” (Job 2, 4-5). El Enemigo afirma que no existe religiosidad
verdadera, que el hombre es incapaz de un amor gratuito, incapaz de vivir en alianza con
Dios: no existe el verdadero amor a Dios, la divinidad misma ha sido inventada por el hombre
para enmascarar y sublimar sus propios motivos. Según Satanás, Dios ha sido hecho a
imagen y semejanza del Hombre.

El tercer personaje del drama es Dios, con sus palabras y con sus silencios: "Grito
hacia ti y tú no me respondes, me presento y no me haces caso" (Job 30,20). Con frases
como esta, Job hace notar la amargura que siente el Hombre al clamar por su dolor y obtener
sólo el silencio de Dios. Sin embargo, tarde o temprano Dios se manifiesta y lo hace
presentando su grandeza y majestad, no porque necesite defenderse de las acusaciones de
Job, sino para mostrar lo gratuito e infinito de su bondad y de su amor: “¿Acaso tú preparas
la caza de la leona y sacias el hambre de sus cachorros cuando están agazapados en sus
guaridas y se ponen al acecho en los matorrales? ¿Quién prepara al cuervo su alimento
cuando sus polluelos claman a Dios y se agitan hambrientos?” (Job 38, 39-41). Y sino queda
claro, entonces que lo diga Jesús: “fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan, no
guardan alimentos en graneros, y sin embargo el Padre del Cielo, el Padre de ustedes, las
alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que las aves?” (Mt 6, 26)

El cuarto personaje es un trío: Bildad de Suaj, Sofar de Naamat y Elifaz de Temán. Al


igual que Job, parecen tener poco que ver con personajes de los hebreos, más bien
representan el pensamiento moral-religioso de la época. Sí, y también de la época actual. La
mayoría de los exégetas3 y otros expertos nos señalan que en el relato “se plantea, pues, la
cuestión central del libro de Job: el sentido de la retribución y de la gratuidad de la fé en Dios,

3
Exégesis: Disciplina cuyo objeto de estudio es la Biblia como libro escrito en una determinada época y cultura.
Exégeta: Persona que realiza la exégesis.
y el actuar consiguiente”4. Y los “tercios” arriba mencionados son los fervorosos exponentes
y defensores de la doctrina de la retribución: “No, Dios no rechaza al hombre justo, ni da su
mano a los malvados” (Job 8, 20) (frase con la cual decretan que el amor de Dios es sólo
para los buenos) y también elaboradores de una teología muy lógica: “¿Cuándo ha perecido
un inocente, dónde se ha visto que los buenos desaparezcan? He observado a los que
hacen el mal: los mismos que lo siembran lo cosechan” (Job 4, 7-8), lo cual parece una ácida
ironía, ya que la frase es dicha en el basurero donde vive el justo Job (luego de haber
perdido a su familia y sus bienes) atacado por unas llagas en todo el cuerpo. ¡Joder!

En definitiva, de lo que se trata en el libro de Job es de ver que respuestas se ofrecen


al sufrimiento, sobre todo al sufrimiento injusto (como el de “la nena”) desde los esquemas
religiosos. Y particularmente a Job le toca enfrentarse al esquema de la doctrina de la
retribución. Ajá ¿Y… “con qué se come eso”? Bueno, vamos a verlo detenidamente: la
doctrina de la retribución establece que la gente que hace el bien, merece el amor de Dios
(que en la tradición religiosa católica está representado en “ir al Cielo”). Por consiguiente, los
malos van al Infierno. Hasta ahora no hay nada de malo en esto. Para los hebreos de los
siglos anteriores a Jesús (época en la cual fue escrito el libro de Job) el amor de Dios estaba
representado no tanto en “ir al Cielo”, sino en ser bendecido en la vida terrena con muchos
hij@s, bienes, aceptación social, buena salud, etc. De esta lógica surgen dos asuntos
cruciales:

- La apuesta sobre la posibilidad de que la relación Dios-Hombre sea desinteresada


- El sentido del sufrimiento, en especial del sufrimiento de los pobres, los discriminados,
los perseguidos, los enfermos, etc.

4
“Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente, un comentario al libro de Job” - Gustavo Gutiérrez
Epa, “diosito” ¿Cuánto hay pa’ eso de creer en ti?
“…hoy los tiempos van a mil y tu extraño corazón
ya no capta como antes las pulsiones del amor,
yo te digo que… dar es dar,
dar… y amar…” 5

Veamos entonces el asunto de la apuesta. Se trata de una apuesta hecha sobre el


Hombre: ¿existe o no la gratuidad en la acción humana? ¿Puede el Hombre creer (confiar)
en Dios6 sin tener motivos para hacerlo? ¿Acaso no es verdad que todo lo que le sucede al
hombre, incluso en sus pensamientos más profundos, es fruto de un cálculo, de un sacar
cuentas, de una esperanza de recibir algo a cambio?

“Esta es la acusación que cada uno de nosotros siente en el fondo de sí mismo y que el
análisis de lo profundo saca continuamente a la luz: el hombre no sabe amar gratuitamente y
toda su acción está motivada por un interés o incluso por un resentimiento, por una
venganza. Acciones verdaderamente limpias, íntegras, no existen y la misma religiosidad (la
acción más sublime del Hombre) nace de la esperanza de recibir un premio o se apoya en un
premio ya recibido. (…) Es el drama que rodea nuestra realidad, porque toda situación
humana libre quiere saber si se funda en la verdad, en la autenticidad, en la gratuidad, o bien
en un interés. ¿Cuántas veces nos cuestionamos sobre si la elección de la vocación, la
perseverancia, nuestro servicio, son fruto del amor de Dios o más bien de la comodidad, el
cálculo, la inclinación o una buena predisposición? Y al final nos encontramos desolados
porque nos damos cuenta de que los motivos reales de nuestras acciones con frecuencia
son demasiado mezquinos (…) En el centro del drama narrado en el Prólogo (del libro de
Job), se encuentra sin embargo, no únicamente la apuesta de Satanás sobre el hombre, sino
también una apuesta de Dios que cree en la verdad (y en la bondad) del hombre y que confía
en él.”7

Ahora bien, si de acuerdo con lo explicado por el Cardenal Martini, la apuesta de


Satanás es que el Hombre no se puede relacionar con Dios de otra forma que no sea a

5
“Dar es dar” – Fito Páez
6
Creer en Dios, según lo que experimento y entiendo, no es el “creer” tibio de la gente cuando en la calle le
preguntan: ¿Crees en Dios? Y responde: ‘bueno yo creo en Dios, pero no en la religión’. Creer no tiene tanto
que ver con la religión como con la fé. Y la fé es fiarse de otro, confiar en otro. Eso es “Creer en Dios”:
experimentar que realmente hay “Otro” en quien puedo confiar.
7
Obra citada – Carlo María Martini
través de una religión “utilitaria”, en la cual el Hombre está seguro de cuánto puede obtener
de Dios, claro está siempre y cuando cumpla con las condiciones que le imponga el
“Todopoderoso” (p. ej: “Los mandamientos”8), entonces una religión que se base en la
doctrina de la retribución está afirmando la apuesta de Satanás. En ese sentido, se
convertiría en una “religión satánica”9

Sin embargo y “gracias a diosito”, Dios apuesta a la bondad de sus hij@s, Él desafía a
Satanás porque “sabe lo que tiene”: Hombre y Mujer, hechos a su imagen y semejanza,
libres para decidir sobre sus actos, pero por ser imagen y semejanza, somos (en términos
más rigurosamente teológicos) “capaces de Dios”, esto es tener el potencial para
experimentar a Dios en la vida cotidiana, y por consiguiente, la capacidad para entablar una
relación con Él, una relación donde se da sin esperar nada a cambio, pero a cambio “lo que
recibes es también libertad” a través del amor. Ésa es la apuesta de Dios.

El sentido del sufrimiento (o cuando los gritos llegan a Dios)


“Vivo en un lugar que despierta, bajo un mismo sol
entre millones de corazones que palpitan con fuerza
y hacen que la tierra tiembla
gente que está cansada, de crisis, miseria y guerra urbana
gente que trabaja, y piensa, trabaja,
y piensa que trabaja duro y sin recompensa, sin recompensa” 10

Ahora bien, del razonamiento que corresponde a la doctrina de la retribución, el


sentido que se le dá al sufrimiento (sobre todo al sufrimiento de los pobres, enfermos,
discriminados, extranjeros, esclavos, refugiados, etc. que, siguiendo a Gustavo Gutiérrez,
agruparemos como los “inocentes”) es que están así por ser malos.

8
No es ése el sentido de “los mandamientos”. Una lectura en contexto de los libros del Éxodo y Deuteronomio
dá luces sobre dicho episodio: Un pueblo nómada, que poco a poco va creciendo en unidad e identidad, recibe
de su líder político y espiritual (Moisés) unas normas que les ayuden a experimentar el amor de Dios en sus
vidas y a crecer en fraternidad y solidaridad mientras peregrinan en el desierto y conquistan la Tierra Prometida.
9
Lo de “satánico” va más allá de las llamadas “sectas satánicas”. Gallinas degolladas y rituales con sacrificios,
son ciertamente cosas “satánicas”, pero eso es apenas la punta del iceberg. Con “satánico” (que es un término
muy usado) nos referimos más bien a lo que es propiamente “idolatría” (que es poco usado y mucho menos
conocido): La oposición radical al Dios de Jesús, colocar en su lugar a cualquier otra
cosa/persona/idea/sistema, etc. Por eso no se restringe a lo que es explícitamente “satánico”. Una conclusión
similar, mejor explicada, puede encontrarse en la obra citada de Gustavo Gutiérrez.
10
“Tiembla” – Desorden Público
El problema de la doctrina de la retribución (con respecto al tema del sufrimiento) no
está en decir que “si eres bueno te toca ser rico, tener buena salud y ser aceptado
socialmente y que si eres malo te toca ser pobre, enfermarte mucho y ser rechazado por la
sociedad”. El problema está en que la lógica de la doctrina requiere que se lea al revés: “Si
eres rico y gozas de buena salud entonces eso es porque eres o has sido bueno. Si eres
pobre y estás enfermo, eres o has sido malo”. ¿O sea que todos los refugiad@s y
desplazad@s son malos? ¿Todos los homosexuales y lesbianas son mal@s? ¿Todos los
pres@s son malos? ¿Todos los contagiad@s de VIH/SIDA son malos? ¿Todos los
drogadict@s son malos?... A ver, a ver: ¿a quién carrizo se le ocurriría decir que Dios
bendice a los malos? Hmmm bueno… “Jesús decía: ‘Padre perdónalos porque no saben lo
que hacen’. Y se repartieron sus vestidos a suertes” (Lc 23, 34)

“¿Cómo puede Dios acoger a los asesinos de su Hijo y más en general a los que
siguen sacrificando a sus hijos? Hay que recordar que Jesús acogía a los pecadores y que,
defendiéndose de sus acusadores, declaró que lo hacía así porque así lo hacía también su
Padre. No los acogía condicionalmente, sino de modo absolutamente abierto. (…) Pues bien,
el Dios que resucita al que muere pidiendo perdón por los que lo matan, es el que se revela,
no como el retributor (recompensador/castigador), sino como el Dios enteramente bueno, no
como el que trata a los seres humanos como ellos lo tratan a él, sino como el que hace bien
a todos y precisamente a los que hacen mal. Es el que no se deja vencer por el mal, sino que
vence al mal con el bien. Pero no sólo eso, ese Dios se revela como el que es capaz de
rehabilitar al pecador, no como el que justifica al culpable al no imputarle su crimen sino
como el que lo recrea, como el que libera su libertad para que responda a su amor”11

Volviendo al relato, algo de esto intuye Job al escuchar a sus amigos (Bildad, Sofar y
Elifaz) “machacarle” insistentemente que sus culpas son las causantes de sus desgracias.
Job hace un largo y exhaustivo examen de conciencia y se halla inocente de todo mal12. Job
descubre que la doctrina de la retribución no logra dar sentido al sufrimiento del inocente, y

11
“La resurrección de Jesús” – Pedro Trigo, publicado en la revista ITER (37-38) año 2005. Comenta el Padre
Trigo que esa es la sustancia de la declaración conjunta, que firmaron la Federación Luterana Mundial y el
Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, sobre la doctrina de la justificación por la fé
12
Desde el capítulo 3 hasta el capítulo 37 se halla una serie de discusiones entre Job y el trío que poco a poco
van haciéndose cada vez más agria y ensordecedora
peor aún, exaspera su angustia: “¡Oh, si tuviese yo quien me escuchara! ¡Esta es mi firma!
¡El todopoderoso me responda!” (Job 31, 35)

Ante semejante pensamiento religioso, al inocente no le queda otra que apelar a Dios
para conseguir el sentido de su sufrimiento y su consuelo. “No todo está claro para Job, pero
ya no se ahoga en el universo religioso de sus amigos, y en realidad, de su tiempo”13 sino
que prefiere enfrentarse a Dios y obtener respuestas a sus preguntas. Y cuando hablo de
enfrentarse, es literalmente en todo el sentido y extensión de la palabra. Párrafos enteros
cargados de auténtico coraje (mezcla de rabia con indignación) dirige Job a Dios, en una
muestra de “santa rebeldía”. Sí, esto no debe escandalizarnos, así como los verdaderos
amigos adquieren el adjetivo de “verdadero” una vez que han podido superar auténticos
desacuerdos y se han discutido y peleado hasta más no poder, así también sucede en la
relación “verdadera” con Dios. Sobre todo porque si hay algo sano para nuestra fé, es
cuestionarnos frecuentemente la imagen que nos hacemos de Dios (esto es cómo nos lo
imaginamos) y experimentarlo una y otra vez. Y cuestionarlo a Él, porque definitivamente el
sufrimiento, en especial del inocente, no “cuadra” con su bondad y su amor, por eso es que
“la tierra tiembla”.

El sufrimiento sentido (o cuando las palabras sobran)


“…hay una grieta en mi corazón,
un planeta con desilusión…
¡Despiértame, cuando pase el temblor!...” 14

Job grita y se queja amargamente, sus amigos le discuten, seguros de estar


ayudando, con muy buena voluntad de aliviar el dolor del justo Job, quien sufre injustamente,
pero no son más que “consoladores inoportunos”. Sin querer lo aturden, a tal punto, que si
éste fuera de nuestros días y de nuestra tierra, les diría: “no es bueno el que te ayuda, sino el
que no te jode”. Así se comprende que las palabras sobran porque “no es el raciocinio en la
búsqueda de las causas del sufrimiento, la sabiduría mayor para el momento, es la
compasión movida por los cinco sentidos del cuerpo humano. Ellos ven, oyen, huelen, tocan
y prueban las lágrimas propias. Se vive un silencio solidario, intenso y conmovedor que
humaniza y pone en comunión a los humanos. Conmoverse frente a la desgracia del otro o la

13
Obra citada – Gustavo Gutiérrez
14
“Cuando pase el temblor” – Soda Stereo
otra implica reconocer al otro como humano, e implica asimismo humanizarse uno mismo. Es
un proceso de humanización mutua.”15

Sin embargo Dios guarda silencio. Es el único a quien Job quiere escuchar, a pesar de
sus insolencias: “Yo sé que está vivo mi vengador (Go’el16) y que al final se alzará sobre el
polvo: después que me arranquen la piel, ya sin carne, veré a Dios; yo mismo lo veré, no
como extraño, mis propios ojos lo verán. ¡El corazón se me deshace en el pecho!” (Job 19,
25-27). Pero Dios se hace esperar, es un silencio desgarrador, misterioso, desesperante,
desconcertante, es incomprensible.

¿Y qué podemos pensar o decir acerca del silencio de Dios? No sé… esteee… ¡un
comodín!… no, no, mejor llamemos a un amigo, vamos a preguntarle a Jesús: “¡Elí!, ¡Elí!,
¿Lamá sabactaní? Que significa en arameo: ¡Dios mío!, ¡Dios mío!, ¿Por qué me has
abandonado?” (Mc 15, 34 / Mt 27, 46 / Sal 22, 1). Si hay un instante de la vida de Jesús en
que el silencio de Dios se hace ensordecedor, es en la cruz. Silencio que desconcierta a tal
punto que nos dice que “Dios (en la cruz de Jesús) se ha acercado irrevocablemente a este
mundo, que es un Dios ‘con nosotros’ y un Dios ‘para nosotros’. Y para decir eso con la
máxima claridad se deja ser un Dios ‘a merced de nosotros’”17. Por eso la resurrección de
Jesús es nuestra mayor esperanza, de que nuestros gritos llegan a Dios, de que nos
despertará (y nos hará justicia) “cuando pase el temblor”.

Job somos todos


“Te han quitado lo que tienes, te han robado el pan del día
te han sacado de tus tierras, y no parece que termina aquí;
despojado de tu casa, vas sin rumbo en la ciudad,
sós el hijo de la nada, sós la vida que se va…
Son los niños, son los viejos,
son las madres, somos todos, caminando.
No te olvides de esto, no, no, no!” 18

15
“De silencios y gritos, Job y Qohélet en los noventa” - Elsa Támez
16
G. Gutiérrez explica lo siguiente: “Ga’al (en hebreo) significa liberar, rescatar. Se trata de la obligación que
tiene el pariente más próximo de responder por un miembro de la familia en dificultad, por pérdida de sus
bienes, libertad o la vida. Ése es el Go’el, el defensor o vengador (…) La expresión toma así un sentido
religioso: Dios es el defensor de todos aquellos que sufren injusticia”
17
“Jesucristo liberador” – Jon Sobrino
18
“Fíjate bien” - Juanes
Hemos dicho que Job no es como tal un personaje histórico, más bien representa la
dolorosa incertidumbre del Hombre sobre sí mismo y el deseo de ser justificado con toda
claridad sobre sus actos. Pero sobre todo, en Job “son los niños, son los viejos, son las
madres, somos todos” los que no entendemos el escándalo del sufrimiento, y muy en
particular del sufrimiento del inocente: del perseguido por pensar distinto, del que no
consigue oportunidad para un empleo digno, del que es abortado, de la que es violada y
queda embarazada (y aborta porque no puede mantener un bebé), del que está en prisión,
del que está enfermo, del que está amenazado con perder su empleo sino accede a los
deseos del jefe, etc., etc. América Latina es un largo etcétera de inocentes sufriendo
injustamente.

Así pues, hacernos solidarios con estos sufrimientos implica cuestionar las nociones
que tenemos sobre Dios, denunciar las doctrinas, religiosas o no, que justifican este estado
de cosas, clamar al Dios de Jesús para que se manifiesten los signos de su Reino, que es
aquí y ahora que tenemos que construirlo. Y también es aprender a callar y acompañar en
silencio a los que sufren. Silencio misericordioso (Miseri-cordia = Miseria + Corazón), no es
tenerle lástima a nadie, sino compasión, llevar las miserias de los otros en nuestro corazón.

Con razón la gente ya no se acerca a nuestra Iglesia


“…¡Cómo tendríamos libertad! ¡Cómo tendríamos dignidad!
¡Cómo desearía yo… cómo desearía el amor!
¿Cuándo tendremos la democracia? ¡Cuando tumbemos la burocracia!
¡Cuánto desearía yo: menos demencia y más amor!
¡Amor! ¡Dolor! ¡Amor! ¡Oye tú mi canto!...” 19

Sin embargo, los cristianos católicos en vez de hacernos solidarios con los inocentes,
le tenemos “miedo a Dios porque Dios puede castigar. Dios es exigente y quiere que los
seres humanos se sometan a su dominación. (…) El miedo al poder de Dios es el
fundamento del culto. Para conquistar la indulgencia de Dios, su perdón, su paciencia, para
pedirle lo necesario para la vida, o la salud, o la paz en la familia, es necesario ofrecerle
oraciones, expresiones de sumisión, súplicas. (…) El culto en la cristiandad se desarrolló
extraordinariamente. El culto necesitó un clero abundante y templos para poder ser
celebrado. Todo eso es necesario para conquistar los bienes deseados. Muchos textos

19
“Justicia, tierra y libertad” - Maná
litúrgicos que nos vienen de la edad media todavía conservan esa ideología del miedo, del
poder, del castigo. Dios es un juez severo que no se deja engañar. Para el clero, la pastoral
del miedo era la mejor publicidad. Los sacerdotes podían luchar más eficientemente contra
los demonios y acercarse a Dios y a sus santos para conseguir bienes y favores. No es
extraño que la pastoral del miedo haya tenido tanto éxito.

Sin embargo, el evangelio envía a los cristianos al mundo. En cambio, la religión


convoca a los cristianos para que vengan participar del culto. El evangelio anuncia que el
reino de Dios ya está presente, ya está actuando en este mundo y no solamente en el cielo.
El portador del evangelio es la persona que vive una vida común en medio de personas
iguales, mostrándoles el camino de Jesús como proyecto de vida que conduce a la felicidad,
no sólo en el cielo, sino también en esta tierra. Al revés, la religión ofrece una participación
en el culto celestial. El culto separa de este mundo para realizar una entrada en el mundo del
cielo, participando de la liturgia de los santos y de los ángeles. La religión es el dominio del
clero como clase sagrada y reservada al culto”20.

Y contra esta imagen de Dios y esta religión poco misericordiosa se rebela Job: la
doctrina de la retribución no sólo lo condena a él siendo justo e inocente, sino que “de
retruque” (es decir, por analogía), condena a todos los justos e inocentes del mundo, y
también le “salpica” a los que se hacen solidarios con los inocentes. Esta es la incoherencia
que aleja a la gente de la Iglesia Católica. ¡Oye tú mi canto, Benedicto!

Apostando a ganador (y también a “placé”)


“Sueño libertad, para todos los que están
secuestrados hoy, en medio de la selva
y sueño con la paz, de mi pueblo desangra’o
y con el final, de esta injusta guerra…
…sueño despertar, en un mundo sin dolor
para que el corazón, no sufra más las penas
y sueño caminar, por las calles de mi país
y sólo encontrar: ¡Paz!” 21

Dios ha apostado al amor. Y ha ganado la apuesta: “el Señor dijo a Elifaz de Temán:
‘Mi ira se ha encendido contra ti y contra tus dos amigos, porque no han dicho la verdad
20
“La crisis de la religión en la cristiandad” – José Comblin. Disponible en: Revista Electrónica Latinoamericana
de Teología (ReLAT) http://www.servicioskoinonia.org/relat/
21
“Sueños” - Juanes
acerca de mí, como mi servidor Job’" (Job 42, 7), quien ha aprendido a aceptar de Dios tanto
lo bueno como también lo malo, demostrando su amor desinteresado, sin dejar por eso de
denunciar la injusticia y gritar su dolor.

Mientras que Job reconoce su lugar (y el lugar del Hombre) en la creación: "Y Job
respondió al Señor: ‘Sé que eres todopoderoso: ningún proyecto te es irrealizable. Sí, he
hablado sin inteligencia de maravillas que me superan y que ignoro. Yo te conocía sólo de
oídas, pero ahora te han visto mis ojos. Por eso retracto mis palabras, me arrepiento en el
polvo y la ceniza" (Job 42,1-6).

“Aquí está el sentido del largo trabajo de Job. Conocía a Dios desde la catequesis,
desde la teología, las disquisiciones o los libros. No se trataba, entiéndase bien, de
conocimientos falsos; pero sin embargo no acertaba a unificar, a enfocar realmente el rostro
de Dios; y Job se perdía en el intento de aunar la multiplicidad de los razonamientos. Ahora
sus ojos han sido iluminados y ha logrado intuir directamente que de Dios no se habla: se le
escucha y se le adora.”22

¿Y entonces, en qué quedamos? (Como para concluir)


“Sin dolor, no te haces feliz. Sin amor, no sufres más” 23

Pues nada, aquí no hay respuestas a nada (es sólo un “ensayo y error”), sólo la
invitación a adentrarse en el libro de Job y leerlo como quien se mira en un espejo. Sólo así
se podría iluminar el sentido del sufrimiento y experimentar una verdadera relación con Dios,
no sólo lo que captamos de oídas, sino que podamos verlo con nuestros propios ojos. Pero
es una apuesta que tenemos que estar dispuestos a asumir con el riesgo que implica, es una
apuesta al amor y “que el amor tenga que pasar por el sufrimiento es convicción histórica
acumulada. Podrá preguntarse (o se podrá protestar) por qué las cosas son así, pero así
son, y por eso, quien intenta ejercitar la misericordia hacia otros y salvarlos, tiene que estar
dispuesto al sufrimiento”24
_______________________
Denis Coronado Pineda, cvx

22
Obra citada – Carlo María Martini
23
“El duelo” – La Ley
24
Obra citada – Jon Sobrino

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