Respecto de la primera crítica de O’Connor a la doctrina de las
esencias, cuando afirma que si bien es verdad que las cosas tienen propiedades naturales independientes del lenguaje humano, son los hombres los que seleccionan algunas de esas propiedades para hacer clasificaciones con fines pragmáticos, cabe señalar que esta objeción parece más bien superflua toda vez que Tomás se Aquino es claro al señalar que si bien la esencia del hombre y por lo tanto su inclinación natural es la razón, diferenciándonos de todo lo demás creado por Dios que si bien es aprehendida por intuición, no se expone del todo incompatible con la afirmación de O’Connor.
Las dos siguientes objeciones carecerían a mi parecer de
posibilidades de realizar una defensa satisfactoria en los tiempos actuales, pero respetando la época y contexto histórico en que se desarrolla la filosofía tomista se puede excusar al autor de no elaborar esta en base a investigaciones empíricas ni tomar en cuenta otras realidades, fines y necesidades de los hombres en la forma que a O’Connor hubiese considerado suficientes.
Si bien es respetable y rescatable el intento del escolástico de
conciliar la teología con la filosofía, me resulta bastante complicado de defender la postulación de un fin último del hombre de carácter sobrenatural como proposición irrefutable, creo al igual que O’Connor que Aquino queda fuera de la argumentación filosófica, me parece que el afirmar que el fin último del hombre sea la visión de Dios en la otra vida obedece a un dogma de fe comprensible, pero incompatible según mi opinión con la misma esencia del hombre (como lo señalaría el propio Tomás de Aquino), la razón. Respecto de la crítica de que como de las supuestos inclinaciones naturales se pueden inferir conclusiones de cómo el hombre debe actuar, Tomás de Aquino afirma que el hombre intuitivamente puede reconocer principios del derecho natural y actuar racionalmente conforme a ellas y es más si estas aparecieran incompletas o no aparecieran se pueden completar o determinar a través de la propia razón y lo bueno en el sentido de ser buscado o ser buscado será correcto en cuanto no contravengan a la propia razón.
Por último respecto de la objeción a la auto evidencia de los
Primeros Principios del Derecho Natural, estos tendrán esta característica en cuanto realmente resulten evidentes al hombre medio tras realizar un proceso racional, por lo que cuestionar la evidencia de estos principios no es más que negar la capacidad del hombre para determinar lo bueno y lo malo, es decir negar lo constituye según Tomás de Aquino la esencia del hombre, la razón.