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IV ASAMBLEA NACIONAL

Aguere, 6 de junio de 2009

DOCUMENTO POLÍTICO

El periodo vivido desde la II Asamblea Nacional ha supuesto la maduración a la


fuerza de APC. Un periodo lleno de aprendizajes que nos ha de permitir afrontar una nueva
etapa con nuevas perspectivas. También el contexto ha variado. La crisis capitalista global,
el mayor cuestionamiento del bloque dominante en el Archipiélago, los movimientos
producidos en las expresiones políticas de ese bloque dominante y en la izquierda canaria
nos hacen ser optimistas, aunque sin caer en la euforia triunfalista de otras etapas.

Toca en este Asamblea redefinirnos. Redefinir nuestro análisis del contexto, redefinir
nuestras tareas políticas, redefinir nuestro papel y nuestra estructura como partido. Al mismo
tiempo, debemos superar un periodo duro en nuestra vida partidaria, asimilando todas sus
enseñanzas sin dejarnos llevar por la nostalgia de falsos tiempos mejores.

Fuimos claros en nuestro manifiesto fundacional cuando dijimos que “el nacionalismo
popular tiene que iniciar un nuevo proceso de fortalecimiento, que supere las experiencias
traumáticas que se han dado en el pasado y que sepa canalizar y generalizar los deseos de
cambio de buena parte de la sociedad canaria”. En este proceso de fortalecimiento
situamos las conclusiones de la 1ª Conferencia Nacional, en la que lanzamos la propuesta
de construir un referente unitario del espacio político rojo-verde-violeta-tricolor en el que se
han ido dando pasos, aunque no con la idea general que teníamos en esa Conferencia.

Ahora bien, el compartir espacios más amplios no supone, en modo alguno, que
hayamos renunciado a nada. APC es, sigue siendo, un partido nacionalista y de izquierdas,
que considera la construcción del Socialismo y de la Soberanía Nacional como los dos ejes
ideológicos fundamentales de su proyecto político. Por supuesto, que continuaremos en la
profundización crítica de ambos conceptos, que continuaremos en un camino de
acumulación política dentro marco ideológico que responde a los intereses objetivos de las
clases populares canarias, pero sin que esa profundización sea argumento para la
renuncia.

1.- Análisis del contexto: El principio del fin de la etapa de reacción.

1.1.- La crisis capitalista sitúa de nuevo el socialismo en la agenda de lucha


de los pueblos.

Desde principios de la década de los 90 del siglo pasado hemos vivido una
borrachera de neoliberalismo del que estamos ahora padeciendo la resaca. La derrota de
la experiencia soviética dio rienda suelta a los ideólogos del capitalismo y a sus agentes
prácticos. La desregulación de las relaciones económicas, la acentuación del carácter
especulativo de los movimientos de capital, la depredación acelerada de los recursos y la

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profundización en las relaciones de dependencia se convirtieron en las principales


características de esta etapa.

Frente a esa ofensiva capitalista, se encontraba una izquierda deprimida, desnortada, 2


carente de una propuesta radicalmente alternativa. Mientras la socialdemocracia ejercía su
histórico papel de “cara amable” del sistema, las expresiones políticas herederas de los
partidos a su izquierda competían en ver quien repudiaba más su pasado y aceptaba
acríticamente el capitalismo, al tiempo que la llamada “tercera izquierda” (representada por
los partidos verdes) se pudría en el posibilismo más grosero sin ni siquiera madurar.

Las primeras respuestas empezaron a darse en aquellos países que más duramente
habían sufrido las consecuencias del neoliberalismo. El crecimiento a cambio de hambre
que imponían las políticas del Fondo Monetario Internacional y la descomposición
avanzada de las clases dirigentes, sirvieron de detonantes para que se aceleraran los
procesos de acumulación de masa crítica en América Latina que han conducido a cambios
profundos en esos países. Cambios que, tal vez, no se correspondan a los manuales
europeos, pero que sólo el dogmatismo más obtuso puede negar su carácter
revolucionario.

En las formaciones sociales del capitalismo central, es la quiebra del modo capitalista
globalizado el que hace que se enciendan todas las luces de alarma. La necesidad, para el
sistema, de refundarse es paralela a la necesidad de sustituir el capitalismo por un sistema
al servicio de las mayorías: el socialismo. Estamos viendo hoy los primeros síntomas de que
va a ser verdaderamente imposible afrontar este siglo con un sistema que depreda
territorios y seres humanos, qué sólo favorece a una minoría privilegiada contra los intereses
y aspiraciones de la mayoría. Hoy el dilema es Socialismo o Fin de la Humanidad.

Además, el capitalismo ya no sólo está afectando al ser humano desde una óptica de
clase. Hoy en todo el mundo, como efecto de la economía globalizada, se han acentuado
los problemas medioambientales hasta cotas difícilmente imaginables en el principio de la
era capitalista. En el siglo XIX, las teorías revolucionarias y la acción de masas no tuvieron
en cuenta la cuestión ecológica. Sólo los problemas del enfrentamiento de clase centraban
las preocupaciones de socialistas y anarquistas. Hasta la emergencia de los nuevos
movimientos sociales en la década de los sesenta del siglo pasado la cuestión de la
ecología no pasó a estar en el orden del día en las sociedades industrializadas. Desde
entonces y paulatinamente la ciudadanía ha ido tomando conciencia de la compleja
relación que existe entre la economía y el medioambiente, de tal forma que todos los
partidos políticos se ven obligados a colocar en sus agendas algún tipo de guiño verde
como enganche electoral. Sin embargo, las tensiones ecológicas se agravan. Nos
acercamos con paso firme hacia un mundo inhabitable. El productivismo capitalista
globalizado ha comenzado a “diezmar las especies animales y vegetales y a trastornar las
cadenas alimenticias. Pone venenos en los ecosistemas que duran siglos, e incluso milenios

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con los desechos radioactivos. Modifica la composición química de la naturaleza y, con


ello, empieza a influenciar la evolución climática global. En último extremo, en un invierno
nuclear, puede poner totalmente en peligro su futuro. Varios fenómenos adquieren
dimensiones inquietantes: 3

-las rupturas de los procesos bioquímicos y ecológicos antiguos, ligados a la


aceleración ininterrumpida de la deforestación agrícola e industrial, de la intensificación de
las prácticas agrícolas y de una industrialización/ urbanización poco económica en
recursos;

-las perturbaciones climáticas: la distorsión y el desplazamiento de los equilibrios


térmicos planetarios por acumulación atmosférica de gases con “efecto invernadero” es una
de las consecuencias más espectaculares del consumo de combustibles fósiles y de la
destrucción acelerada de los bosques tropicales.

El imperio del valor de cambio, o lo que es lo mismo del valor de uso transformado
en mercancía, se encuentra en el origen de este desencuentro entre la persona y la
naturaleza. Lo que se puede medir en tanto mercancía representa el mito de la realidad. “La
representación económica del mundo es, pues, la de los flujos orientados de servicios y
productos, compensada por los flujos financieros de sentido opuesto. Allí donde se detiene
el flujo monetario se detiene el análisis económico; los productos de la actividad humana
sólo figuran en el sistema económico porque existen en forma de mercancía; y desaparecen
de él en cuanto pierden esta cualidad”. Pero la actividad humana, incluida la económica,
es mucho más que eso.

El productivismo capitalista en la etapa de la segunda y la tercera revolución


industrial conlleva procesos degenerativos irreversibles en la naturaleza y afecta a todos los
sistemas vivos del planeta. El capitalismo globalizado se ha transformado en una amenaza
para todos los ecosistemas del planeta. Y para todas las sociedades, independientemente
de su nivel de desarrollo. Aunque en forma más cruda se manifiesta en los países del
llamado Tercer Mundo, como por otra parte sucede en todos los órdenes de la vida, desde
las diferentes formas de explotación –clasista, machista, infantil, etc.- hasta las diversas
manifestaciones de la opresión política.

La vieja utopía del progresismo y del racionalismo, hijos, en primera instancia, del
Renacimiento y del pensamiento ilustrado y, en segunda, de la ciencia y la tecnología,
sentencia en el pensamiento de Bacon y de Descartes la identidad entre saber y poder, y la
construcción a partir de ellos de un mundo asentado sobre los principios de la libertad, la
igualdad y la fraternidad. La evidencia muestra, sin embargo, que nada ha sido así. Que no
existe la libertad, ni la igualdad ni la fraternidad, y que cada vez que las multitudes se han
puesto en movimiento para ejecutar los planes de los ilustrados, las fuerzas reaccionarias
han activado todo su potencial disponible para dinamitar esos procesos. Han contrapuesto

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su termidor. De tal manera que hoy es ya posible afirmar que la unión entre el saber y el
poder de utopía transformadora ha devenido en maquinaria represiva y en alianza nefasta
para el mantenimiento de la vida.
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Por todo ello, afirmamos que hoy, el socialismo más que la esperanza, se ha
convertido en una necesidad para la supervivencia de los pueblos, de las personas y del
propio planeta, sin que quede espacio de conciliación con un sistema depredador, injusto e
insostenible. Por supuesto, que el socialismo del siglo XXI está por construir, aprendiendo de
las experiencias históricas, pero no deja de ser menos cierto que el empeño por construirlo
está directamente relacionado con la urgente necesidad de acabar con el capitalismo.

1.2.- El cuestionamiento del marco estatal de 1978.

La presentada, por las burguesías del Estado y sus medios, como “idílica” transición
española, supuso en la práctica el encorsetamiento de cualquier propuesta democrática en
la aceptación de unos parámetros claramente definidos por los poderes reales del Estado:
la monarquía, sustentada por el ejército, como factor de control de la acción de los partidos
políticos y la “integridad territorial” del Estado Español. Ambos elementos se conformaban
así en el eje del marco constitucional español de 1978, mientras que el resto del texto no
era más que palabrería que podía ser “reconducida” mediante leyes orgánicas. Y eran,
además, intocables para la gran mayoría de fuerzas políticas, incluyendo las supuestamente
de izquierda y las supuestamente nacionalistas.

Sin embargo, ambos elementos han empezado a ser cuestionados con fuerza. Ni la
monarquía, ni el modelo de estado y su “integridad” son en la actualidad para mucha
gente los tótemes sagrados de antaño. Las reivindicaciones nacionales se han radicalizado
en confrontación directa con una derecha españolista (valga la redundancia) que ha
recuperado sus formas imperiales y no se contentan con un estado de las autonomías
maquillado. Al mismo tiempo, el cuestionamiento social de la monarquía, en algunas
ocasiones como algo intuitivo, va calando entre muchos sectores, incluso dentro de la
propia España, que ya no ven en la figura del rey español el espejismo de “constructor de la
democracia” que se ha vendido durante años.

A todo ello ha contribuido la pérdida del miedo a una posible intervención militar,
aunque su espantajo haya sido insinuado más de una vez por los sectores más cavernícolas
de la derecha, y es, no lo olvidemos, un factor que influye en la psicología de las masas en
cuanto a una potencial receptividad a los cuestionamientos radicales del sistema.

También ha influido la irrupción social de una generación que no ha vivido la


hipoteca de la transición española, y que está más dispuesta a tener su propio “debate
constituyente” sin los condicionantes de aquella. Para amplios sectores de esa generación,
sobre todo para los sectores de izquierda, esa “liberación” de los esquemas de la transición
se hace desde la conciencia de que este modelo institucional presenta grandes limitaciones
democráticas.
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1.3.- Canarias, ¿agotamiento del sistema hegemónico?

Cuando, en diciembre de 1989, el Parlamento autonómico Canario decide la


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renuncia al Protocolo II y, con ello, la integración en la entonces Comunidad Económica
Europea, se inicia una “minirebelión” en algunos sectores de la lumpenburguesía ante el
desmantelamiento del modelo económico dependiente instaurado por el REF de 1972. La
contrapartida real que se ofreció a estos sectores fue convertirnos en receptores de fondos
europeos tanto para infraestructuras como para subvenciones al sector primario colonial.
Esto, acompañado de una política fiscal que nos convertiría en “lugar ideal” para las
inversiones extranjeras, al tiempo que unos tipos de interés bajos en la zona euro,
propiciaron, un modelo económico basado en tres ejes: a) la construcción de
infraestructuras inservibles; b) la prestación de servicios a/de las administraciones y
empresas públicas y c) la construcción privada. Todo ello enmarcado con el sector
fundamental del capital internacional en Canarias, que sigue siendo la industria turística.

Las decisiones económicas estratégicas en estos tres ejes dependen,


fundamentalmente, de centros de decisión situados fuera de Canarias, al tiempo que
consolidan una situación de, en parte, “colonia de mercado” en el Archipiélago al
desmantelarse los sectores productivos a cambio de impulsar esos subsectores manteniendo
un nivel de consumo de la economía canaria.

Ahora bien, que las decisiones estratégicas de la economía canaria sigan


dependiendo del exterior, no convierte en “inocentes” a los sectores empresariales
dominantes en Canarias. La participación de la lumpenburguesía canaria en este modelo,
no se limita al de meros comisionistas, sino que actúan como lobby, y a veces como
auténticos jaleadores, del mismo. Hay incluso que valorar el papel en la explotación de
países empobrecidos, aunque de manera muy subsidiaria con respecto al capital europeo,
de nuestra lumpenburguesía. Las inversiones de empresarios canarios en países como Cabo
Verde o Marruecos, lejos de representar “ayudas al desarrollo”, suponen el mantenimiento
de un sistema de drenaje de capitales de esos países hacia la UE. Se están produciendo
casos, incluso, de competencia con producciones canarias en subsectores como el tomate,
manteniéndose el discurso de la “competencia desleal” mientras que las inversiones de
empresarios tomateros en Maruecos van aumentando.

A principios de los años 80, algunos sectores de la izquierda canaria creyeron que
con la aprobación de la autonomía se iba a generar un “mercado nacional canario” que
acabaría con las tendencias “provincialistas” de la burguesía canaria. El mismo discurso se
lanzó con la creación en los 90 de Coalición Canaria. Sin embargo, la pugna intracanaria
ha vuelto a resurgir en los últimos tiempos, bien sea con el discurso del “equilibrio
interinsular” (algo recurrente en la historia del insularismo en Canarias), bien sea con las
posiciones más chabacanas de determinados medios. El fondo real de ese resurgir, no es
otro que la necesidad de mantener un nivel mínimo de inversiones y servicios públicos que
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sirva para sostener el modelo desarrollista dependiente en cada feudo de la respectiva


fracción de la burguesía canaria. El fondo real de ese resurgir, no es otro que la
competencia por las inversiones para sostener el modelo desarrollista y neocolonial.
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No debemos pensar que se trata sólo de una “tendencia electorera” para ganar votos
sobre la base de un discurso victimista. Eso es quedarse a medias. Lo que realmente hay
detrás es la pelea por mantener un modelo que ya no da para mucho más, en el ámbito de
cada mercado insular, pretendiendo que en función de la fuerza de cada lumpenburguesía
insular se distribuya el presupuesto.

Esa pugna tiene su proyección política en los apoyos y repudios obtenidos por los
partidos del sistema en determinados territorios insulares, ya que, aunque parten del mismo
consenso fundamental, sí presentan discrepancias en lo cotidiano.

Dijimos antes que las decisiones estratégicas de la economía canaria siguen


dependiendo de centros externos. Ahora bien, eso no significa que las “decisiones tácticas”
no dependan de “organismos internos” aún siendo éstos también parte de las decisiones
extranjeras: las calificaciones territoriales, el impulso de determinadas infraestructuras o la
adjudicación de servicios y suministros dependen de la decisión de instituciones canarias, y
de ellas depende un amplio sector del empresariado.

Esto hace que refuercen su papel de “agente internos”, de sostenedores de las


expresiones políticas del bloque dominante, así como su implicación directa en los bajos
niveles de calidad ética y democrática de las instituciones canarias, interviniendo de una
forma cada vez más descarada en las mismas. Los casos de corrupción que cotidianamente
aparecen en las instituciones canarias y el apoyo directo o indirecto a determinadas
formaciones políticas suponen, en la práctica, el secuestro de las instituciones, alejándolas
cada vez más de la ciudadanía y de los intereses de la mayoría social.

Ello también ha provocado que amplios sectores de la población canaria se inhiban


de una actitud crítica activa ante las instituciones, sobre todo a la hora de determinar su
composición. La percepción de que no hay más que las diferentes variantes de los partidos
del bloque dominante hace que se opte muchas veces por el menos malo o directamente
por la abstención. A estas alturas, se hace indiscutible que el sistema electoral vigente
favorece a los partidos que representan el bloque dominante en detrimento de quienes lo
cuestionan, como el nuestro. No nos referimos exclusivamente a los efectos directos que
origina la Ley D’Hont, ni a los topes electorales sino también a las relaciones de los partidos
políticos con empresarios y corporaciones privadas que aportan ingentes cantidades de
dinero y recursos a las arcas de los principales partidos políticos, dando como resultado
una tremenda competencia desigual que nos empequeñece aún más si cabe ante la
opinión pública. Ahora bien, esto no debe ser excusa para la parálisis o el derrotismo, sino

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acicate para reinventar nuevas formas de acción y organización política que se enfrenten a
esas limitaciones.

Otro factor clave que nunca la izquierda canaria ha sido capaz de afrontar 7
decididamente, es el problema del control -prácticamente hegemónico- de la información
por parte de los grupos de poder tanto públicos, como sobre todo privados. Y es que la
exposición de la sociedad canaria a este poder fáctico acarrea efectos de magnitudes
incalculables a corto, medio y largo plazo sobre la sociedad en cuanto a la
formación/deformación del pensamiento colectivo. Tampoco los avances generales en el
sistema educativo han hecho que la sociedad canaria tome más conciencia de su propia
realidad, -al menos lo suficiente-. Por el contrario, estas estructuras forman parte de la
maquinaria capitalista y como tales cumplen la función de trasmitir sus valores, la visión de
su realidad y, por supuesto, su ideología. Todo esto, unido a otros factores
fundamentalmente culturales, dan como resultado que nuestro pueblo presente un
alarmante grado de alienación y de pasotismo generalizado que se reproduce de
generación en generación.

Esta reflexión surge para contrarrestar cierto “mito” que parece haberse impuesto
entre algunos sectores y que podríamos sintetizar como “la moderación se correlaciona
con el éxito.” Cierto es, que esto puede funcionar para grupos más moderados de nuestra
izquierda (clases medias, personas mayores, etc.…) Pero el problema radica en que ésta
máxima se está aplicando de forma generalizada para el discurso, para los símbolos y para
casi todo. A estas alturas, es indiscutible que la izquierda ha padecido durante muchos años
un desfase ideológico y práctico que le ha impedido movilizar a la sociedad. Por eso,
partidos como el nuestro ha reaccionado “sustituyendo las consignas por los hechos” y en
definitiva tratando de conectar con las mayorías. Pero esto no debe confundirse con la
renuncia, por acción o por omisión, de nuestras ideas políticas. Estamos advirtiendo sobre
los riesgos que conllevan los descafeinamientos que del mismo modo que puedan satisfacer
a sectores moderados, desilusionan proporcionalmente a sectores más ideologizados y no
por ello menos válidos. Nuestra sociedad no es “moderada”. Como toda sociedad frágil, es
una sociedad más maleable y también más manipulable, pudiendo serlo en un sentido o en
otro en función de quienes regenten el poder y la propaganda.

Si nuestras ideas constituyen nuestro leit motiv, debemos contribuir a la ideologización


progresiva de nuestra sociedad, (¿qué mejor forma de sentar bases a largo plazo?), para lo
cual hay que alcanzar un equilibrio entre la demanda social que emana de la realidad y
nuestro discurso. Y como además, nuestra sociedad no es homogénea, tampoco puede
serlo nuestro discurso. Así que habrá que idear las maneras de adaptarnos de una forma
más clara a los distintos sectores sociales que prioricemos según clase social, edad, género,
categoría profesional, ideología, etc.

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2.- Balance autocrítico de APC.

Durante gran parte de nuestra historia como partido, el triunfalismo ha sido la piedra
angular de nuestra política, aunque para ello se falsearan los datos objetivos. Siempre
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hemos estado “creciendo”, siempre hemos sido el partido hegemónico, el más organizado,
etc. Nos hemos creado una imagen, muy para consumo interno, que no se correspondía
con el papel real del partido en la sociedad.

Es cierto que hemos realizado un trabajo enorme en normalizar en algunas islas la


imagen del nacionalismo de izquierdas (que no era precisamente buena), pero también que
durante mucho tiempo hemos rezumado sectarismo y prepotencia: recordemos el caso de
Lanzarote y el tono que marcó durante mucho tiempo las relaciones con Alternativa
Ciudadana; nuestra actitud con otras fuerzas de izquierda en Gran Canaria, etc.

Con el cambio de dirección política real que se produjo definitivamente en octubre de


2006, empezamos a remontar esa imagen y a consolidar los pasos que se habían dado. Se
empezó así a ir desterrando las políticas cerradas, tendentes a que todas se agruparan en
nuestro partido. Pasamos de la política de exigir el carné en la boca a todas las personas
de la izquierda y del nacionalismo ha intentar trabar alianzas, a concretar complicidades.

Evidentemente, desterrar esa imagen ha tenido un coste muy duro, sobre todo interno,
y tampoco ha sido un camino de rosas externo. Es más, todavía tenemos que dar muchos
pasos en ese sentido.

Por otra parte, debemos de reconocer que la crisis vivida en el seno del partido, nos
supuso una sangría –no tanto numérica como anímica- que nos llevó a una considerable
debilidad. Una situación de bloqueo como la vivida, en la que todo el partido se vio
afectado, y que, además, todavía guardaba “bombas dormidas” después de la escisión era
lógico que nos pasara factura, sobre todo cuando no tuvimos tiempo de recuperarnos antes
de afrontar tareas políticas imprescindibles (elecciones, puesta en marcha de nuevos
espacios políticos, etc.), lo que se reflejó en la ralentización de la ida orgánica del partido.

Tampoco podemos obviar otro elemento de nuestra identidad como partido: la


pertenencia al MLNC. Cuando, en diciembre de 2000 se celebró el I Congreso del MLNC
se definió una estrategia y una estructura organizativa a la que nadie ha hecho el menor
caso, ya que se daba de patadas contra la realidad. Por eso es que el MLNC no ha
funcionado realmente en estos ocho años. Sometido a los caprichos de la mayoría de su
permanente, sus órganos no han tenido la más mínima actividad, salvo cuando han sido
requeridos para concentrar mano de obra y recursos.

Hoy el MLNC es un fantasma, un mascaron que se utiliza para encandilar a


determinada militancia, pero ahogado en la propia incapacidad política de una Comisión
Permanente en la que predomina el caudillismo y las prácticas poco claras (y no sólo
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políticas). Seguir planteándolo como nuestro referente no es más que engañarnos ante su
triste realidad.

Además, en lugar de plantear un partido que pudiera aliarse con otros sectores, 9
creamos un movimiento político amplio, necesario en esa etapa, que hoy ya no puede ser
útil al existir organizaciones que ocupan esas tareas políticas. Se hace imprescindible, en
consecuencia, redefinir nuestras tareas políticas y, con ello, el carácter y funcionamiento de
APC, que debe pasar de movimiento a partido.

3.- La definición de nuestras tareas políticas en el momento actual.

APC representa una corriente ideológica claramente diferenciada en el panorama


político canario: la de la izquierda nacionalista. Una corriente que ha sido clave en tareas
como la defensa de la identidad nacional, la conquista de las actuales –y muy débiles-
cotas de autogobierno, la defensa del territorio y su sostenibilidad, la apuesta por la paz y
contra la militarización, la autoorganización de la clase trabajadora canaria y la
democracia participativa. Una herencia que debemos reivindicar con pleno orgullo frente a
quienes obvian las identidades colectivas como elementos trascendentales en la
construcción nacional de los pueblos.

Desde esa identidad ideológica, definida con claridad en la ponencia ideológica


aprobada por nuestra II Asamblea Nacional, es desde la que tenemos que definir nuestras
tareas políticas, nuestro discurso y nuestras propuestas. En esta Asamblea, APC se reafirma
como un partido que lucha inequívocamente por la Independencia y el Socialismo, desde
nuestra defensa del ejercicio de los derechos de nuestro pueblo y desde la articulación de
una alternativa revolucionaria al capitalismo. No debemos jamás olvidar que nuestro país
fue conquistado por la primera expansión del capital europeo, el cuál nos convirtió en
meras colonias, servidoras económicas del poder de los capitales nacientes de Europa. Y
esos capitales, buscadores infinitos de acumulación no han cesado hasta hoy,
compartiendo con el resto de regiones dependientes del mundo, una economía y una
sociedad desvertebrada. En buena medida, Canarias se salva de tener la misma imagen
que muchos países empobrecidos, gracias (o por desgracia) a la inmensa cantidad de
divisas que llegan al archipiélago a través del turismo. Pero no debemos olvidar que esto es
una situación coyuntural y que nos viene dada del exterior. Mañana, no sabemos lo que
podrá ocurrir, de ahí que controlar nuestros recursos y orientarlos a la diversificación y a la
estabilidad económica y social deben ser fundamentos básicos de nuestras apuestas
políticas.

Esos dos ejes ideológicos referidos anteriormente nos llevan a formular una estrategia
que va más allá de los espacios unitarios creados actualmente y que lance la idea de la
necesidad de un frente político y social que no sólo articule a organizaciones
tradicionalmente consideradas como políticas sino también a aquellos colectivos, espacios,
organizaciones y corrientes que plantean una actitud combativa al actual sistema

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(antifascistas, sindicalismo de base, nuevas formas de expresión cultural, de defensa de la


libre orientación sexual y de la afectividad, ecologistas, etc.).

En este sentido, APC como partido y desde las organizaciones en las que participa,
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debe impulsar la construcción, paciente y urgente, de ese frente político y social,
imprescindible para plantear una verdadera alternativa al actual bloque dominante en el
Archipiélago, estableciendo unas relaciones de diálogo permanente, pero también
aportando su papel de intelectual colectivo dentro de ese bloque histórico.

Ello nos lleva a ser más exigentes con el propio partido. Ni nos puede valer cualquier
cosa, ni podemos seguir con actitudes vacilantes. Los combates de ideas hay que darlos, sin
romper las reglas del juego y sin ir a menospreciar a las compañeras que no comparten
nuestras posturas, pero sí dejando claro que estamos presentes para algo más que para
hacer bulto. Por eso es imprescindible que el partido se implique claramente en la tarea de
aportar alternativas a todos los niveles, de dar respuestas claras a los problemas de nuestro
pueblo. El “discurso opositor” en el que se ha instalado la izquierda por no querer
profundizar en un modelo alternativo al capitalismo y a la democracia formal no nos sirve.
Hoy más que nunca necesitamos una izquierda verdaderamente combativa y alternativa.

Al mismo tiempo, debemos asumir la necesidad de llevar a la práctica la tarea de


actualizar el discurso nacional-popular. La asimilación por parte de algunas de las
expresiones políticas del bloque dominante del discurso identitario tradicional del campo
nacional-popular no debe significar ni que le dejemos a ellas el discurso de la identidad, ni
que asumamos ese discurso acríticamente. El debate sobre la cultura nacional y sobre su
plasmación en la sociedad canaria actual debe ser una de las preocupaciones del partido y,
por contagio, de los espacios en los que participamos.

Ahora bien, frente a la creencia de que se puede construir un espacio político “a


cañonazos”, APC debe caracterizarse por evitar toda suerte de polémicas estériles con
partidos con los que podamos compartir elementos ideológicos comunes –aunque puedan
ser lejanos-. Debemos asumir el “derecho de existencia” de otras organizaciones, sin que
consideremos como enemigas más que aquellas que forman claramente parte del bloque
dominante, procurando tener unas relaciones cordiales con aquellas con las que sea
posible.

Otro aspecto imprescindible de nuestra política –y muy relacionado con la estrategia


de frente político y social, es el tema juvenil. Del mundo juvenil salió una significativa parte
de militantes del partido así como buena parte de la formación de todos ellos. Una de las
tareas encomendadas a los organismos nacionales que salgan de esta asamblea debe ser
la de reestablecer las relaciones abandonadas con el movimiento juvenil, al tiempo que
promover una conferencia nacional sobre juventud que defina la política del partido en este
ámbito y en la que participen los colectivos juveniles ideológica y políticamente cercanos.
Dejemos claro que no se trata de crear las “juventudes de APC”, sino de retomar la
preocupación y relaciones especiales del partido con el movimiento juvenil.
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4.- La transformación de APC para asumir sus nuevas tareas políticas.

APC no surgió con un diseño preconcebido, con una “idea-modelo” clara de partido.
Es más, se pretendió articular en un principio como una “convergencia” de partidos locales
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con bastante laxitud en cuanto a sus planteamientos ideológicos y organizativos, orientada
más a la acción electoral que a la elaboración teórica. Pretendía, además, ocupar en
solitario el espacio de la izquierda nacionalista, sin dejar opciones a desarrollar una política
de alianzas. Hemos sido, como ya hemos señalado, más un movimiento político que un
partido propiamente dicho, algo que fue totalmente necesario dado el vacío que existía en
el ámbito político de la izquierda nacionalista, pero que hoy no se corresponde a nuestras
tareas políticas.

En esta Asamblea, APC redefine su papel político iniciando el paso a ser un partido,
un intelectual colectivo que dirige preferentemente su actuación hacia los espacios políticos
unitarios que ha contribuido a impulsar y hacia la actuación directa en los espacios sociales
alternativos que se sitúan en los dos ejes ideológicos que definen a nuestro partido (el
nacionalismo y el socialismo). Evidentemente, supone readaptar todas nuestras estructuras
y, también, nuestras tradicionales formas de actuar, en lo interno y en lo externo. En lo
interno, supone asumir la dificultad de la “doble militancia” en los espacios unitarios y en el
partido, adaptar el funcionamiento del partido a esa realidad –sobre todo teniendo en
cuenta que no somos, ni queremos ser, un partido profesionalizado-. En lo externo, supone
una menos visibilidad mediática, aunque una mayor visibilidad social de nuestras ideas.

Por supuesto, iniciamos el proceso, no lo finalizamos, ya que estimamos que un


proceso así no puede liquidarse en una Asamblea, sino que supone un trabajo cotidiano
por reorientar la actuación y tareas de APC. Estamos en disposición de ser la expresión de
todo lo nuevo que hay en el Archipiélago, con la generosidad y el rigor necesarios para
levantar el movimiento que el pueblo canario necesita.

5.- Hacia la conformación de un Bloque Histórico Alternativo.

Más allá de debates sobre cómo llamar a la concreción de ese bloque histórico, lo
importante aquí es comprender la responsabilidad, la necesidad y la oportunidad histórica
que tenemos para impulsar un gran proyecto sociopolítico para nuestro país.

Tal y como venimos advirtiendo, la situación política del momento presenta claras
tendencias de desgaste de los partidos vinculados al bloque dominante: PSOE, PP, CC, NC
y CCN son rechazados o, cuando menos, resultan ajenos para amplios segmentos de
nuestra sociedad que no encuentra diferencias significativas entre ellos. Tampoco es ningún
secreto que son varios los sectores que manifiestan un rechazo intuitivo o consciente a las
expresiones políticas del bloque dominante. Sin entender por ello otra cosa que la mayoría
de los individuos anden bastante despistados en cuanto a política se refiere y su
cosmovisión y perspectiva no conduzcan, ni a medio plazo, a una reacción por la izquierda
medianamente planificada. Esto no quiere decir que no se perciba el deterioro de la

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situación social, económica y política y la inhibición política constituya una forma directa de
expresar el descontento general.

Existe por tanto, una sensación de hastío y desinterés generalizado hacia el mundo
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político. Esto incluye a sus instituciones, sus medios de propaganda, sus partidos políticos y
sus discursos. En esta tendencia creciente es donde se ubica buena parte de nuestra gente,
es parte de nuestro granero particular. Y si llevamos muchos años, -décadas incluso- sin
recoger frutos no es porque nuestros potenciales simpatizantes y el conjunto de la sociedad
se haya ido moviendo progresivamente hacia posiciones más conservadoras o conformistas,
sino porque no hemos sido capaces de erigir una propuesta clara, arraigada y visible que
sirva de referente para la ciudadanía progresista e inconformista. Esa es la tarea que desde
hace años, y ahora más que nunca, debemos emprender: Iniciar un proceso de
acumulación de fuerzas que desemboque en el nacimiento de una nueva estructura
sociopolítica capaz de dar respuesta a las circunstancias del momento pero también del
futuro, que sea capaz de convertirse en la vanguardia de quienes entramos en abierta
contradicción con el mundo capitalista y sus diversas caras.

Hemos, por tanto, de mimar nuestra propia identidad, discurso e imagen política y
social, prestando especial atención en no ser confundidas con la socialdemocracia, -con
indiferencia de su origen español o neocanario.- A estas alturas, y a tenor de sus propias
trayectorias afirmamos que no son más que burócratas instaladas y acomodadas en el
poder político, que viven de la política rodeadas siempre de trapiches con los poderes
privados y públicos. En consecuencia, sus intereses se encuentran en clara contradicción
con los intereses objetivos de las clases populares canarias, siendo esto no ya un asunto de
orden local ni coyuntural, sino una evidencia que se impone cada vez con mayor fuerza en
el mundo entero. Para quien albergue dudas al respecto: no es que los socialdemócratas
no se atrevan a enfrentarse a las contradicciones más agudas que origina la dinámica de
este sistema, sino que son parte intrínseca del mismo, -“la cara amable del capitalismo y de
su forma colonial.”- Por eso y en pro de salvaguardar sus intereses, no dudan en
confrontarse de la manera que les sea posible, llegando a actuar incluso peor que la propia
derecha colonial y liberal.

APC surgió como resultado del congreso constituyente del MLNC para agrupar a los
actores políticos más activos de la izquierda nacionalista, y ha apostado por una política de
alianzas que nos ha llevado a acuerdos con bastantes partidos: IPO, UP, AVT, MCD,
ASAVA, AC-25M y finalmente ASSPTF. La confluencia en SSP supuso para nosotros un
punto de inflexión importante, no sólo por la traumática ruptura interna vivida, sino también
por los cambios acontecidos en el escenario político. Pero al mismo tiempo hemos ido
aparcando el partido en pro de las iniciativas insulares y locales, -lo cual por otro lado es
lógico porque estas han constituido nuestros frentes políticos.- No obstante, gracias a la
participación en SSP e IpH y la colaboración con IPO y AC-25M, podemos decir que la
izquierda canaria ha echado más raíces en algunos pueblos y ciudades, sobre todo de
Tenerife, aunque sin olvidar que los perdimos en otros. Lo cual, sin lugar a dudas,

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representa un avance considerable y es que la implantación local ha sido, es, y seguirá


siendo una cuestión clave, para cualquier proyecto que quiera transformar este país.

El coste debido a la concentración de nuestras fuerzas en las plataformas unitarias


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territoriales es conocido por todos; la paralización de APC, hasta el punto de que el partido
y las plataformas en las que participan han padecido hasta hoy de la inexistencia de un
proyecto a nivel nacional claro y realizable. En otras palabras: hemos abandonado en
manos del destino nuestra dimensión nacional, no ya solamente en el sentido ideológico –
que también- sino hasta en el geográfico. Abordar esta cuestión debiera ser ahora mismo
nuestra prioridad, siendo un asunto central y al cual hemos renunciado para, en parte,
atrincherarnos en nuestras plataformas locales. Sin embargo, creemos que es perfectamente
compatible afianzar, de un lado, las bases locales a partir del trabajo de los grupos
políticos y sociales pertenecientes a este ámbito y, de forma paralela, impulsar un gran
bloque alternativo a nivel nacional. Al respecto, podemos comprender la frustración que
produce el encontrarnos muy lejos de alcanzar los topes electorales exigidos para acceder
al parlamento, las limitaciones y complejidades propias de vivir en territorios insulares y la
calidez y seguridad que propicia trabajar en ámbitos locales semi-asentados, pero creemos
firmemente en Canarias como unidad política plural, diversa y compleja, pero que también
presenta incontables similitudes.

Entendemos que como partido independentista y socialista, no podemos permitirnos el


lujo de renunciar a nuestros ideales; pilar y razón de nuestras aspiraciones y participación
política. Tenemos un país de dos millones de habitantes, siete islas y ochenta y ocho
municipios, donde en todos los rincones del país hay gente que sintoniza con nosotras y
demanda cambios, a la par que no encuentra un referente político claro. Que esta masa se
muestre en apariencia pasiva, desorganizada, contradictoria e intuitiva no quiere decir que
no reconozcamos su existencia y potencialidad, del mismo modo que identificamos como
causa directa de esta situación nuestra propia debilidad, que nos hace completamente
desconocidas e invisibles para la mayoría de nuestro pueblo.

Tras las últimas elecciones autonómicas, algunos compañeros visualizaron en SSP la


solución definitiva a la crisis de la izquierda canaria. Si bien es cierto que SSP ha acercado
a una parte de la izquierda de Tenerife, no es menos cierto que muchos sectores de la
izquierda canaria todavía no se sienten identificados con SSP –cuando no desconocen su
existencia-. ASSPTF es una formación política insular, siendo prácticamente desconocida en
el resto del archipiélago. SSP desde su creación hasta ahora representa una “confluencia a
medias” y es que por los motivos que sean y pese a los esfuerzos realizados, no se pudo
involucrar a otros sectores políticos y sociales tinerfeños en dicho movimiento.

Consideramos no obstante, un acierto impulsar y participar de SSP que ha agrupado


algunos sectores muy interesantes e importantes aunque en muchos casos bisoños y, junto
con otras plataformas, constituye hoy nuestra principal apuesta política. Pero de la misma
forma, debemos recordar y reafirmamos, -tal y como ya hicimos cuando nació- su
condición transitoria e instrumental, facilitadora del proceso de confluencia de la izquierda
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nacional canaria, -que sigue siendo la gran asignatura pendiente-. Por tanto, SSP por sus
propias limitaciones geográficas actuales, y en el camino de que la izquierda nacional sea
la gran alternativa que la ciudadanía necesita, debe involucrar a nuestros aliados
inmediatos como IPO, AC-25M, IpH y por supuesto de la misma APC, en un nuevo proceso 14
que sea capaz de articular un gran movimiento sociopolítico a nivel Nacional.

6.- La construcción del Movimiento Sociopolítico

La idea que queremos trasmitir no es otra que la surgida en nuestra 1ª Conferencia


Nacional de APC: “construir un referente unitario de los espacios rojo-verde-violeta-
tricolor”. O lo que es lo mismo: iniciar un nuevo proceso de diálogo directo con los
partidos políticos, sindicatos, movimientos sociales e individuos que nos conduzca hacia un
gran movimiento sociopolítico, democrático y horizontal donde puedan convivir bajo las
mismas estructuras organizativas los diferentes grupos e individuos con sus respectivas
tendencias y sensibilidades del ámbito que hemos denominado como izquierda nacional
canaria.

Hasta ahora, la política de alianzas de APC se ha centrado en los partidos políticos,


pero debemos abrir el horizonte hacia el resto de actores más o menos cercanos a
nosotras, pues hay que tener en cuenta la manifiesta debilidad de los partidos integrantes
de nuestra atomizada izquierda canaria. Por lo cual, debemos y podemos crear y fomentar
los vínculos con los sindicatos nacionales y de clase, las organizaciones juveniles, los
colectivos culturales, deportivos y ecologistas, con las AAVV, etc. sin olvidar nunca la
relación directa y horizontal con los individuos no agregados a ningún colectivo –que son la
mayoría-.

Aspirar a transformar profundamente una sociedad requiere de muchos esfuerzos y


sacrificios. No debemos subestimar la capacidad de maniobra y de supervivencia de los
representantes del bloque dominante. Ellos disfrutan de millonarias ayudas económicas de
particulares, de sus medios de información afines y para mayor colmo se sustentan sobre la
ideología dominante que es la del liberalismo –con sus diferentes versiones.- Esta situación
nos relega evidentemente a una situación de clara desventaja respecto a ellas. A lo cual hay
que decir, que sólo dotándonos de nuestras propias estructuras -mediáticas, económicas,
políticas, sociales, etc.- podremos dar una respuesta efectiva y a la altura de las exigencias
del Siglo XXI, bien sea en cada uno de los ámbitos referidos, bien en el resultado global de
su conjunción.

Porque si la política está relacionada directamente con el resto de actividades


productivas y culturales de la sociedad, y nosotras no disponemos de nuestras propias
estructuras estaremos siempre condenadas a ser minoría. Es por ello que el nuevo
movimiento constituiría una oportunidad perfecta para la creación y puesta en marcha de
esas estructuras y su posible coordinación con otras ya creadas. Algo casi imposible de
sostener unilateralmente debido a las limitaciones de los recursos necesarios.

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La irrupción de un bloque alternativo referencial es una de las claves para poder


reducir el estado de desilusión y la sensación de “lucha perdida” arraigada entre muchas
canarias de distintas generaciones, que se alimenta a su vez de la percepción de derrota
que ofrecemos a la gente. Sólo así, podremos movilizar, acercar y darnos a conocer entre 15
las masas.

Levantar un movimiento sociopolítico tan ambicioso como el aquí planteado, requiere


de la implicación de buena parte del tejido social, cultural y político del país. Tal empresa
necesita ser asumida como una prioridad para nuestras organizaciones y por nosotras
mismas. Si por el contrario, lo relegamos a un segundo plano, carecerá de fuerza, de
ilusión, de legitimidad, de sentido… y fracasará. También debemos analizar con
detenimiento los tiempos y pasos a dar, avanzando sin miedo, pero con cautela al objeto
siempre de obtener un resultado satisfactorio.

Por último, decir que no hay más que echar un vistazo a numerosas experiencias
internacionales y también a nuestra propia historia más reciente para darse cuenta de que
los proyectos de la izquierda canaria que han tenido un relativo éxito, han estado
precisamente determinados por su propia naturaleza confluyente y participativa, han sido
organizaciones surgidas de la confluencia de las diversas corrientes y agrupaciones de la
izquierda canaria en coyunturas sociopolíticas más o menos concretas. Concluimos
reafirmando que “la crisis”, no es sólo económica, sino también política, social y cultural.
Por consiguiente y en el momento actual existen las condiciones necesarias para dar ese
gran paso que tarde o temprano tendremos que dar.

Canarias,
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