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DANIEL ROPS — .DEMIA FRANCESA HISTORIA DE LA IGLESIA DE CRISTO XIV ESTOS CRISTIANOS, NUESTROS HERMANOS Esta edicién esta reservada a LOS AMIGOS DE LA HISTORIA HISTORIA DELA IGLESIA Vol. XIV Nihil Obstat: D. Vicente Serrano Madrid 14-10-71 Imprimase: Ricardo, Obispo auxiliar y Vicario Genoral Arzobispado de Madrid-Alealé © Luis de Caralt-Librairie Artheme Fayard Edicién especial para CIRCULO DE AMIGOS DE LA HISTORIA. Conrado del Campo, 9 Madrid-27 ADVERTENCIA AL LECTOR ADVERTENCIA AL LECTOR Ningiin tomo de esta HISTORIA DE LA IGLESIA lleva advertencia inicial al lector. Si éste constituye una excepcidn es porque el autor, al escribirlo, se ha visto obligado a veces a adoptar posiciones sobre las cuales cree con- veniente una explicacién. I.— cBstoscristianos, nuestros herma- nos», constituye el tercer tomo de «La Iglesia de las Revoluciones», dentro del plan de esta Historia. En él se relatan los acontecimientos que, desde 1789 hasta nuestros dias, han afec- tado a los «hermanos separados, puesto que la abundancia de materia nos habia obligado a reservar los dos precedentes exclusivamente a los acontecimientos relativos a la Historia de la Iglesia catélica. Pero muy pronto compren- dig el autor que era imposible a los lectores atélicos —e incluso, digémosto sin mala inten- cién, a muchos lectores protestantes...— orien- tarse entre las numerosas iglesias, denominacio- nes, sectas, que se presentan como protestan- tes, si una breve informacién previa no situaba al menos las principales en su cuadro histérico y dogmiético. El lector encontrar, pues, aqui, antes del relato de los hechos, cortas monogra- fias que le ayudardn a situar en su lugar exacto a baptistas y metodistas, a cudqueros y pente- costales, y también a coptos u ortodoxos. Il. — El autor de este libro es catélico, fiel por entero al magisterio de la Iglesia catdlica, apostdlica y romana, sumiso e hijo fielmente entregado a la autoridad infalible de aquél a quien el Espiritu Santo ha confiado el gobiemo de la Iglesia y que, para él, es el Vicario de Cristo en la Tierra. Es decir, que toda opinién gue aparezca en la presente obra, cualquier juicio, son validos a los ojos del autor sélo si la Ecclesia Mater, guardiana de la verdad intan- gible, los tiene por tales. Pero el autor cree haber sido fiel al autén- tico espfritu de «atolicismo», es decir, de uni- versalismo, rechazando deliberadamente todo lo que hubiera podido dar a su libro un cardc- ter polémico. Una actitud agresiva, manifiés- tese como se manifieste, no procede jamés de un auténtico amor a la verdad, sino més bien de fidelided sectaria a un partido, a un sistema de pensamiento y a sus prejuicios. El fin prin- cipal perseguido hasta aqu{ es comprender y hacer comprender, lo que constituye el pri- mer paso en lo que hoy se llama ecumenismo, y cuyo fin sera un dia, Deo volente, la reunién de todos los cristianos. Al hacer esto el autor cxee haber obedecido las intenciones que ani- man a los grandes Papas de nuestra época, y, precisamente, a Juan XXIII y a S.S. Paulo VI. IIL —La mayor parte de la documenta- cién empleada aqui procede «del otro Indo»: protestante para los protestantes, ortodoxa para los ortodoxos. Eliminada asi deliberadamente toda obra acremente polémica, el autor sélo ha retenido, de parte catdlica, para su docu- mentacién, aquellas obras que participaban del mismo estado de espiritu de apertura a los otros. Desde luego, se le han planteado al autor problemas de vocabulario. Las mismas pala~ bras no tienen el mismo sentido si las utiliza un catélico, un protestante o un ortodoxo. La més dificil de estas palabras es la de Iglesia. Para un catdlico no existe, en el sentido abso- luto de la palabra, més que una Iglesia, que desde hace casi dos mil afios mantiene intacto el mensaje de Cristo, y cuyas instituciones en- cuadran y sostienen la vida de las sucesivas generaciones. Pero también los ortodoxos ha- blan de la Iglesia, reivindicando para Ja suya os mismos caracteres, aunque la definicién que dan ellos sea bastante diferente de la de los catélicos. ¥ los protestantes hablan de Igle- sias, en plural, atribuyendo « la palabra una significacién completamente distinta que abar- ca a la vez la realidad sociolégica de un grupo religioso y la realidad sobrenatural de un mo- do particular de eleccién por el Espfritu San- to. Cuando a lo largo de este libro nos refi- ramos a Iglesias que estan fuera de la Iglesia catélica, habré que recordar estas diferencias capitales sin que haya necesidad de referirse a ellas explicitamente. Los documentos pontifi- cios recientes, por otra parte, proceden asi cuando hablan, sin vacilar, de

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