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Gómez Esteban R. Las ansiedades del médico frente a la muerte. Psiquiatría Pública 2000; 12 (3)
una relación no satisfactoria y un sufrimiento la situación, pero es bueno hablarlo porque la muerte
en el paciente por la enfermedad.Ambas varia- forma parte de nuestra profesión”.
bles encuentran su máxima expresión en los
enfermos graves y, sobre todo, terminales. Estos temores y ansiedades surgen ante deter-
minados síntomas y diagnósticos y siempre que
Las ansiedades, sentimientos y vivencias alre- la enfermedad tiene un mal pronóstico y pue-
dedor de la muerte se trabajaron en tres sesio- de conllevar la invalidez o la muerte. Emitir es-
nes a la mitad del proceso grupal. Fueron tan tos diagnósticos crea ansiedad en el médico
significativas que motivaron, por primera vez, por el dolor que siente ocasionar al paciente y
las ausencias de más de la mitad del grupo. Es- a la familia, y por el temor ante el posible sui-
tas ausencias no se dieron en otros momentos cidio del paciente. Hecho poco frecuente que,
del proceso y consideramos eran emergentes en ocasiones, es sobrevalorado para no afrontar
que mostraban el latente grupal de ese mo- situaciones que son difíciles para el paciente y
mento, la problemática de la muerte. Esta con- su médico.
dición humana, real o imaginaria, en la que el
médico se implica personal y profesionalmen- Acerca de la información
te y que hace que la muerte sea uno de los
acontecimientos más ansiógenos de su profe- Las cuestiones referentes a la información en
sión. las enfermedades graves o terminales siempre
han planteado un dilema ético al médico. La
Los médicos decían: “el médico lleva muchas actitud actual respecto a la muerte es la conti-
muertes encima...”, “la muerte crea impoten- nuidad de la respuesta de ocultación que ha
cia, influye en tu vida al tener una constante hecho el médico a lo largo de la historia. Des-
presencia”. Estos momentos difíciles de su ta- de los tiempos de Hipócrates se ha defendido
rea los vivían con gran exigencia y culpabili- la necesidad de ocultar al paciente todo lo re-
dad: “me angustia lo poco que sé”, “si hubiera ferente a su enfermedad, se suponía que si no
estudiado más, no hubiera muerto”. Por ser al- se actuaba de esta manera se producía un esta-
tamente significativos recojo los emergentes do de desesperanza en el enfermo que reper-
iniciales, centrales y finales de la sexta y de la cutía negativamente en su recuperación. Esta
séptima sesión. tendencia al encubrimiento se mantuvo, den-
tro de la cultura médica, hasta la mitad de este
Sexta sesión: siglo, aunque a mediados del XIX ya se empe-
E.I.: “¿Habéis hablado de la muerte?,A mí, si me lo zara a reconocer el derecho del paciente a co-
dijeran, no lo aceptaría. Cuando me muera, me mue- nocer la verdad, derecho que debía ser suspen-
ro”. dido si suponía un daño para el paciente o la
E.C.: “Te callas por la angustia, te mueres de pena, familia.
me angustia no dar la información de que hay espe-
ranza”. La situación histórica se invierte en 1977, al
E.F.: “Todo el mundo tiene que morir, si una persona aprobarse en E.E.U.U. la Ley del Derecho a la
quiere morir en paz, hay que asumirlo”. Información, que obliga al personal sanitario a
dar el diagnóstico al enfermo. Este cambio le-
Séptima sesión: gal genera un cambio y es el responsable de
E.I.: “Asisten, por primera vez y única, sólo tres mé- que en ese país la mayoría de los profesionales
dicos al grupo”. sanitarios proporcionen información a sus pa-
E.C.: “A mí no me gustaría morirme, cuando tengo cientes. Pero, de forma significativa, a partir de
que decir a un paciente que su vida va a ser corta, no esa época, comienzan a disminuir los deseos de
puedo dejar de implicarme sentimentalmente”. información de los pacientes y se describen en
E.F.: “Hablar de la muerte me pone un nudo en la la literatura científica dos tipos de enfermos,
garganta... Un día se murió un paciente en urgencias, los que se denominan “autocontrolados”, que
en ese momento sudas, tienes taquicardias, te pone mal buscan información porque les es beneficiosa
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para conseguir un mejor nivel de adaptación y, hace el paciente y la familia: “le dices que tie-
los “evitadores”, que la rehuyen y se encuen- ne un cáncer y al día siguiente te dice que se
tran mejor psicológicamente si no reciben nin- encuentra mejor...”, “le dices a la familia, yo
gún tipo de información acerca de su enfer- creo que lo sabe y ellos dicen que no... algu-
medad. nos quieren vivir engañados...”. Se observa in-
quietud frente a esta problemática aunque el
En España la situación es diferente a la de Esta- propio paciente sea quien solicite la informa-
dos Unidos, siendo pocos los médicos que in- ción.
forman a sus pacientes. En nuestra experiencia
se constató que eran muy pocos los que infor- Esta ambivalencia surge en el paciente, pero
maban a los pacientes con cánceres terminales también en el profesional, su reconocimiento
y se refirieron actitudes de poco tacto e ino- les posibilitó pensar que el deseo de informa-
portunas, entre los compañeros que lo hacían. ción del paciente estaba en función de su per-
En este punto, Urraca Martínez5, reflexiona sonalidad. Así dicen: “Tienes que valorar la
que ocultar sistemáticamente la verdad del personalidad del paciente... no sabes si lo quie-
diagnóstico y pronóstico presupone descon- re oir o no... el primer paso es si te dicen que
fianza del médico en la madurez de sus enfer- les digas la verdad... yo en principio no digo la
mos para afrontar la enfermedad, pero si bien verdad, a no ser que me pregunten...”. Expre-
esto cierto, también lo es, como observaron en siones que muestran la ambivalencia de senti-
el grupo, que la comunicación de la verdad mientos que surgen en estos procesos, elemen-
exige una preparación adecuada del enfermo, tos también tratados por Yllá8, quien también
de la familia y de los profesionales, además de señala la necesidad de valorar la personalidad
un apoyo posterior a los mismos. Este autor en del enfermo, su reacción frente a la enferme-
la misma línea señala que para afrontar la en- dad, el médico y la familia.
fermedad no debe olvidarse a ninguno de los
tres protagonistas: el enfermo, la familia y los La disminución de los mecanismos de nega-
sanitarios. ción y evitación permite reflexionar acerca de
la necesidad de informar, ya que este conoci-
Uno de los diagnósticos que moviliza más an- miento puede tranquilizar al paciente, pero
gustia es el cáncer, a pesar de que dos tercios de siempre que la información sea pertinente y se
estos pacientes se curen. La ansiedad puede ser ofrezca en el momento adecuado. Asimismo
tan importante que, como dice Thomsen et debe tener en cuenta la personalidad, la de-
al.6, los médicos esconden el diagnóstico, aún manda del paciente y la de los familiares ya
en los casos en los que el paciente haya pedido que, a menudo, son demandas contradictorias.
la verdad. En el grupo, con emoción decían “el
cáncer es tabú, no sabes que decirles”, “les di- El deseo del paciente de conocer su diagnósti-
ces cáncer y les ves hechos polvo”. Pero con co es central, ya que ello determina las estrate-
estos pacientes hay que tener en cuenta que el gias a utilizar, el reconocimiento de esta pro-
principal estrés del paciente deriva de la inte- blemática posibilitó a los participantes del gru-
racción con el médico y de cómo éste le trans- po descubrir diferencias entre los pacientes,
mita el diagnóstico, el pronóstico y el trata- mientras que unos preferían conocerlo porque
miento7. así evitaban la conspiración del silencio, otros
preferían no saberlo aunque afrontaran la en-
Una circunstancia que dificulta dar estos diag- fermedad con negación y ansiedad y estos
nósticos es que al médico le cuesta conocer si afectos dificultaran la evolución y tratamiento
el paciente quiere o no saberlo. En el grupo de su enfermedad.
decían: “No sabes si el paciente quiere oírlo o
no...”. Las dudas se incrementan cuando cap- El reconocimiento de mecanismos de nega-
tan la ambivalencia del paciente respecto a es- ción y evitación, como forma de evitar la an-
ta problemática, es habitual la negación que siedad frente a esta problemática permitió el
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surgimiento de los siguientes interrogantes: pechan, están más ansiosos. Esta circunstancia
¿Qué informar, cómo y a quién? A estas pre- se complejiza aún más por la posición de los
guntas nos parece de gran interés la respuesta familiares, que suelen querer conocer lo que le
de Ibáñez9:“A quien pida, busca y quiera infor- sucede al enfermo, pero evitar a éste el diag-
mación, pues quien nada pregunta, nada quiere nóstico, aunque inconscientemente después se
saber”. Cuestiones que suscitan en Caretti10, lo transmitan a través de gestos, expresiones y
dos interrogantes: ¿quien informa y cuáles son actitudes, como referían en el grupo. En este
los límites? En este punto, seguimos a De Án- punto, Nuland16, plantea la importancia de la
gel Martín11, cuando propone que el límite de sinceridad para que el paciente pueda morir
la información es el deseo de no saber del pa- preparado, hecho que actualmente tiene más
ciente. trascendencia porque antes el dolor y la muer-
te eran aceptados y, sin embargo, hoy en día se
En base a nuestra experiencia consideramos olvida que la muerte está ahí.
que si el profesional ha tomado la decisión de
comunicar el diagnóstico, el pronóstico y el Freud plantea que el temor a la muerte en los
tratamiento a un enfermo de cáncer o de cual- pacientes que padecen una enfermedad orgá-
quier patología que comprometa la vida, ésta nica, es uno de los aspectos más engorrosos de
debe darse paso a paso, teniendo en cuenta las la medicina, pero opina que no debe engañarse
distintas etapas que atraviesa el paciente y no a los enfermos. Para sí mismo expresó el deseo
brutalmente como hemos observado que se personal de que cuando llegara su momento se
hace en los pacientes con sida. En este punto le tratara con respeto y se le advirtiera para es-
compartimos el planteamiento de García Con- tar preparado, quería estar informado sobre
de12:“informar por informar satisface los requi- cualquier fase de su enfermedad y pedía que se
sitos legales que la sociedad impone, pero no le permitiera morir con dignidad17. Esta misma
cumple los principios éticos que toda actividad idea la expresa Nuland16, quien habla con sus
terapéutica demanda”. pacientes acerca de la situación en la que se en-
cuentran para que puedan enfrentarse mejor a
Diversos estudios señalan que la información la enfermedad y prepararse para la muerte y, de
en los pacientes con cáncer favorece la adapta- este modo, no morir solos, como apenada rela-
ción psicológica, los niveles previos de funcio- taba una de las médicos de nuestro grupo al re-
namiento y la disminución de la sintomatolo- ferirse a la muerte de una paciente suya que
gía psicopatológica aparecida al inicio de la en- padecía cáncer.
fermedad, ya que parece que con el tiempo los
pacientes aprenden a convivir con su enferme- Acerca de los aspectos psicológicos
dad. Ibáñez13, llega a los mismos resultados y
afirma que en estos pacientes el paso del tiem- Cuando el pronóstico de la enfermedad presu-
po consigue una mejoría en su situación emo- pone la muerte surge una gran ansiedad en el
cional. También hay que tener en cuenta, que paciente, también el médico sufre este pronós-
las diferentes significaciones individuales y so- tico y trata de evitar la relación directa con el
ciales de la enfermedad influyen en los senti- enfermo, de acuerdo con Santo Domingo18. La
mientos y vivencias del paciente14. Estos aspec- familia, a su vez, responde a la ansiedad del en-
tos que antes se depositaban en el cáncer, hoy fermo con la suya propia y de ésta se puede de-
en día lo son en el SIDA que aparece en el ám- rivar el engaño, la incomunicación del enfer-
bito social como la terrible enfermedad que es mo y el aislamiento. En este proceso, el pacien-
causa de deshonor y vergüenza para quienes la te aprende a no preguntar por su temor a la
padecen y sus familiares. respuesta y para no poner en apuros al médico,
al que ven eludir la cuestión o a los familiares
Otros estudios posteriores15, han vuelto a para no hacerles sentirse culpables. De este
comprobar que los pacientes con mal pronósti- modo, el paciente empieza a vivir en solitario
co, que no conocen su diagnóstico pero lo sos- lo más esencial de su vida, la propia muerte, vi-
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vencias que vemos muy bien reflejadas en la tud del profesional. Así en Diario Médico de
obra, Ivan Illich de Tolstoi19. diciembre de 199920, aparecía el siguiente en-
cabezamiento:“Los enfermos de SIDA en fase
La complejidad aumenta porque, ante estos terminal no quieren hablar a los médicos”.
diagnósticos que implican la muerte, es muy Una de las razones que esgrimían los enfer-
frecuente que el médico proyecte sus vivencias mos era el temor a que el diálogo les causara
personales sobre el paciente, hecho que dificul- más prejuicios que beneficios y, la otra, que el
ta aún más que el paciente se enfrente a estas encuentro le resultara desagradable al profe-
circunstancias. En el grupo se observa cómo el sional.
médico reacciona frente a la muerte del pacien-
te en función de su personalidad. Así decían: En base a nuestra experiencia, consideramos
“no hay que decir nada, no hay nadie prepara- que la pregunta no es si se debe informar o
do para asumir que te quedan tres meses, nadie no, sino como compartirlo con el paciente,
quiere saber eso”, “¿Tú lo querrías saber?, yo utilizando las palabras de Kübler-Ross21.
no, cuando me muera, me muero, si un compa- Quien después de trabajar años con pacientes
ñero lo supiera y me conociera, me mentiría, la moribundos afirma que todos ellos conocían
realidad es desastrosa”. su situación aunque no se les hubiera infor-
mado y sólo pedían que el médico lo hiciera
Los médicos no quieren hablar y la actitud de de una manera aceptable. Esta autora plantea
los pacientes también está vinculada a la acti- que si el médico lo vé como un tema tabú y
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terrible, como también referían los médicos duos decidan por sí mismos y colaboren res-
en nuestro grupo, el profesional no puede ponsablemente en la asistencia a su propia
ayudar al paciente a afrontar la muerte con muerte, circunstancia que está influída por el
tranquilidad. contexto socio-familiar que oculta la muerte
desde la infancia y la considera un hecho del
Cuando el médico se niega esta verdad a sí que no se debe hablar.
mismo, lo ve del mismo modo en sus pacien-
tes, sin embargo, si pueden hablar de esta pro- Pensamos que la atención que habitualmente
blemática encuentran a sus pacientes más capa- el médico hace a los enfermos en las enfer-
ces para reconocerla y afrontarla. En su libro medades graves y terminales, debido a la he-
“Sobre la muerte y los moribundos”, Küber- gemonía del modelo biológico en la medici-
Ross hace numerosas referencias a pacientes na actual, es básicamente de los aspectos bio-
que no habían podido compartir estos mo- lógicos. Por ello, de acuerdo con este autor,
mentos tan importantes de su vida por la in- actualmente se reconoce y asiste a la muerte
tensa ansiedad de los profesionales que les corporal, pero no al hecho psicológico y so-
atendían. Por ello, esta autora subraya que la cial, ya que se dan diversas negaciones, una de
capacidad de negación del paciente es directa- ellas la del enfermo frente a la enfermedad,
mente proporcional a la del médico. negándose de este modo, la posibilidad de su
muerte.
Al ser un aspecto de la realidad social y de la
práctica médica tan negado, no es extraño que Esta situación histórico-social influye en gran
ante una muerte o una situación de duelo, sur- medida sobre la relación médico-paciente,
ja ansiedad. Si ésta es intensa se incrementan aunque actualmente sean muchos los médicos
los mecanismos defensivos de negación y evi- preocupados por los aspectos psicológicos de
tación, cuyo efecto es el abandono del pacien- los pacientes terminales, así en el grupo afir-
te o, en el extremo opuesto, una masiva identi- maban: “es importante ver la psicología de los
ficación con el enfermo y la familia, lo que ha- casos terminales”. Pero hay que tener en
ce inviable su función terapéutica. En el pri- cuenta que esta “psicología del morir”, como
mer caso, los médicos decían: “no puedes de- dice Heidegger22 nos instruye antes sobre la
saparecer del mapa”, y en el segundo:“hay que vida del moribundo que sobre el morir mis-
preservarse, si no te mueres con cada uno un mo.
poco”.
A partir de las cuestiones planteadas, el impe-
Cuando toman conciencia de esta actitud rativo ético para el médico que es informar al
frente al paciente en los momentos cercanos a paciente y a la familia, no resuelve la pregunta
la muerte, expresan su necesidad de ayuda pa- sobre lo que el médico debe “saber hacer”
ra tener una menor ansiedad y así poder esta- frente a la muerte de su paciente. El médico
blecer una distancia con el paciente y la fami- puede tener clara su obligación de informar al
lia que sea terapéutica:“los pacientes necesitan paciente y a los familiares y, sin embargo, blo-
apoyo, pero también tú, para poner límites quearse por no saber qué hacer y qué decir.
porque si no la angustia de los otros te inva- En nuestra experiencia grupal una médico de-
de”. cía:“creo que lo hice mal, me llegó a decir co-
giéndome del cuello, ¿pero, esto es un cáncer?,
La práctica médica tiene una actitud muy con- yo no fui capaz de decírselo, me había prepa-
tradictoria frente a la muerte, en la asistencia rado para decirle la verdad y no pude, después
psicológica a la persona que muere y a su en- ya no habló más.Yo me acobardé, me lo pre-
torno hay una falta de percepción y, por lo tan- guntó entre gritos y lloros, me pareció que
to, de intervención para Santo Domingo. Este quería que le dijera que no, se murió sospe-
autor considera que en la medicina tecnificada chando y sola, os tenía que haber pedido ayu-
actual se olvida la necesidad de que los indivi- da”.
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Al “no saber qué hacer” se actúa con intensos huir de esa dolorosa realidad. En el grupo se
mecanismos de evitación, así una profesional observaba esta evitación frente a la muerte del
decía: “yo sonrío y salgo lo más rápido posible paciente, reiterándose los mecanismos defen-
de la habitación; si muere, el pésame no se lo sivos de negación: “¿Habéis hablado de la
doy a la familia, no puedo”. Esta profesional muerte?, yo, si me lo dijeran, no lo aceptaría”,
que reconocía su ansiedad ante la muerte de “yo lo viví con una persona de cerca y no lo
los pacientes, más adelante dirá: “creía que aceptas”.
nunca me iba a tocar, ahora me doy cuenta que
me voy a morir, a pesar de estar haciendo pla- El médico con frecuencia no sabe qué hacer
nes toda la vida. Toda la vida trabajando, lu- ante la muerte de sus pacientes. La muerte es lo
chando y luego te mueres, no lo entiendo, si inefable, lo que no se puede expresar con pala-
no hay nada es muy triste, si no hay nada des- bras. Freud25, en “Consideraciones de actuali-
pués... En mi trabajo miro al paciente y pienso, dad sobre la guerra y la muerte” plantea que el
lo que habrá luchado y luego en un segundo hombre muestra una inclinación a prescindir
ya no está...”. de la muerte, a eliminarla de la vida, considera
que la muerte propia es inimaginable y en el
En la Epístola a Meneceo, Epicuro plantea que fondo nadie cree en su propia muerte ya que
cuando existimos la muerte no está presente y en lo inconsciente se está convencido de la in-
cuando llega ya no se existe, asimismo que la mortalidad. El hombre va aceptando esta reali-
muerte hace dichosa la condición mortal de dad a través de la muerte de los otros significa-
nuestra vida porque elimina el ansia de la in- tivos para él o de las pérdidas que se van vi-
mortalidad. (cit. en Lledó)23. En este punto, viendo a lo largo de la vida.
Fernández24, señala que “lo que nos define co-
mo humanos es justamente no el morir, pero sí Afirma que de la negación de la muerte tam-
saber que eso forma parte de nuestra condi- bién se hicieron cargo las religiones, al rebajar
ción, el tener esa perspectiva, contar con ese la vida terrenal a una mera preparación para la
horizonte y, sin embargo, vivir con la mayor otra vida, más allá de la muerte, que era la más
intensidad y esmero. Nos caracteriza ese cono- valiosa. Del mismo modo se prolongó la vida
cer el poder de la muerte y no dejar que él en el pretérito y se inventaron existencias ante-
destruya la vida por anticipado, resistirse a la riores, la transmigración de las almas y la reen-
muerte con todas las ganas de la vida”. Este au- carnación, todo ello con la intención de des-
tor considera que ser mortal es especialmente pojar a la muerte de su significación de térmi-
grave para un viviente que tiene pensamiento, no de la existencia.
ya que morir es el truncamiento de su vida y
de su pensamiento. El hombre escapa a la muerte, por ello cuando
se queda quieto surge la presencia de las enfer-
Proceso grupal medades. Pero cuando la enfermedad produce
un gran sufrimiento, el paciente pide al médi-
¿Qué hacer frente a la muerte, circunstancia co la muerte, así en el grupo decían: “a veces
humana que genera tanta ansiedad?. En el te piden la muerte...”. En este punto nos sur-
grupo surgieron tres interrogantes centrales, gen los siguientes interrogantes: ¿De qué
el primero referente a la información:“¿Debe muerte se habla?, ¿qué significa muerte en lo
informarse, qué y cómo?”, el segundo al de- humano?. Lo mortal es el límite de la vida, de
seo del enfermo: “¿El paciente puede querer la omnipotencia humana, el hombre puede
no saber?” y el tercero acerca de la interven- imaginarse la finitud, lo que tiene fín y cuan-
ción del médico:“¿Qué puede hacer el médi- do acepta las finitudes de la vida puede en-
co?”. A los dos primeros ya nos hemos referi- frentar mejor la muerte. Pero el hombre sólo
do, respecto al tercero, hay que tener en cuen- puede asistir a la muerte del ser y al nacimien-
ta que si el hombre huye de la muerte, el mé- to de un nuevo ser, ya que a la otra muerte no
dico como hombre que es, también necesita puede asistir.
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Frente a esta problemática se constataban di- se moviliza frente a la muerte. El médico pue-
versos afectos y sentimientos, siendo los más de trabajar sobre el fín biológico pero no sobre
significativos los de ansiedad, depresión y cul- las muertes simbólicas que el paciente tiene
pa. Así decían en el grupo:, “no puedes llorar que ir haciendo hasta que se produzca el óbito.
por lo que le pasa, para eso está la familia, pre-
fiero hacer bromas con el paciente y que no Lo problemático es cómo acompañar a un mo-
piense en lo que tiene”,“creo que hay que se- ribundo que existe, a pasar el tránsito de la vi-
guir haciendo cosas aunque mueran los pa- da a la no existencia, difícil acompañamiento
cientes, me da pena cuando me dicen que ha conociendo las dificultades del hombre para la
muerto, te das cuenta que la vida no depende vida y, más aún, para la muerte. En este difícil
de nosotros, aunque a veces el médico se hace trance, como dice Kübler-Ross21, a los pacien-
responsable de la muerte del paciente”.Afectos tes les conviene ser animados a manifestar su
y sentimientos que eran más intensos cuando rabia, a llorar para expresar su dolor, a referir
la significación de la muerte del paciente pre- sus miedos y fantasías a alguien que esté sereno
suponía un cuestionamiento profesional y un escuchándoles. Ayudarles a que se vayan sepa-
fracaso personal para el médico. rando de sus relaciones más significativas y
puedan aceptar su muerte. Asimismo, apoyar a
Aunque los médicos no suelen solicitar apoyo la familia a comprender que la muerte, en oca-
institucional en estas circunstancias, en el gru- siones, puede ser un gran alivio, y que los pa-
po sí se pidió ayuda para afrontar mejor sus di- cientes mueren con más facilidad si se les ayu-
ficultades con la muerte y, de este modo, con- da a desligarse lentamente de todas las relacio-
tener y acompañar al paciente, disminuyendo nes importantes de su vida.
las fantasías y temores de dañarles. En este pun-
to pudieron mostrar sus limitaciones y contra- Como dice esta autora, el médico debe respe-
dicciones, surgiendo el interrogante acerca de tar los mecanismos defensivos del paciente y
su función como médicos en estas circunstan- ayudarle cuando esté en disposición de mani-
cias humanas: “nosotros no somos suficientes, festar los sentimientos de rabia y de tristeza,
somos los que hacemos las recetas y calmamos frente a la posibilidad de su muerte. Asimis-
el dolor, nada más”, ¿qué tenía que haber he- mo, en los momentos cercanos, estar presentes
cho?, no lo sé, ella murió mal. en silencio para confirmar que se está dispo-
nible hasta el final, ya que para el paciente es
Observamos que el médico no sabe qué hacer muy reconfortante saber que no le olvidan
y que ello influye en cómo vive la muerte del cuando no puede hacerse nada más por él.
paciente y como éste la experimenta. Como Con la familia también es muy importante
podemos observar, el quehacer del médico en ayudarles a expresar sus sentimientos antes de
estas circunstancias no depende solo del cono- que se produzca la muerte y posibilitar su ela-
cimiento técnico, ya que el médico puede in- boración. De esta forma se previenen duelos
formar de los procesos biológicos, del diagnós- patológicos que son causantes de tantas enfer-
tico, pronóstico y tratamiento, pero tiene mu- medades mentales y somáticas posteriormen-
chas dificultades para abordar los problemas te.
existenciales que se le plantean al paciente en
estas circunstancias. En el grupo pudieron hablar de algunos afectos
y sentimientos frente a estos pacientes: “hay
Es decir, el problema pasa por el drama exis- que preservarse, si no te mueres con cada uno
tencial del paciente, no por la información de un poco”. Esta misma idea la señala Álvarez1,
lo biológico, que es un saber que suele ser co- cuando refiere que, en ocasiones, el médico
nocido por el médico. Éste puede cuidar de la entra en una situación de confusión en su rela-
biología, pero no de la existencia humana, ya ción con los pacientes y familiares, se siente
que el médico no suele estar preparado para morir al mismo tiempo que sus enfermos.
una relación humana, ni para lo humano que Frente a estos sentimientos, puede responder
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con una actitud defensiva de frialdad generan- Poder reconocer sus sentimientos de impo-
do mayor confusión y dificultades en la rela- tencia les permitió reflexionar que aunque no
ción. pudieran curar al paciente, sí podían hablar
con él o acompañarle mientras tuviera vida.
En nuestro trabajo evidenciamos que si la an- Esta aceptación de la muerte evita los senti-
siedad no era elaborada por el profesional, no mientos de culpa que pueden surgir en el
podía tomarse la distancia terapéutica adecuada profesional y en la familia: “lo hice mal, esta
para informar, acompañar y apoyar al paciente paciente murió mal, no comunicó nada a la
y a la familia en tan dolorosas circunstancias. familia, se murió sabiéndolo”. Reconocieron
Probablemente estas ansiedades sean responsa- que actualmente, al llegar al final de su vida, el
bles de estas actitudes de los médicos, que son hombre sufría menos físicamente, pero más
incomprensibles para los pacientes, en un mo- emocionalmente y pudieron reflexionar acer-
mento en que su principal deseo es sentirse ca de las diversas etapas que atraviesa el pa-
acompañados. Hoy en día, no es raro que los ciente en la aceptación de la muerte: la nega-
pacientes se enfrenten a la muerte en una si- ción y el aislamiento, el resentimiento o la ira,
tuación de abandono e incomunicación sa- el pacto, la depresión y finalmente, la acepta-
biendo que no pueden esperar nada del médi- ción, etapas que fueron descritas por Kübler-
co que les atiende, como señalan García Con- Ross21.
de et al.26.
En el grupo se observaba que si bien ponían en
El grupo se muestra como un instrumento de juego mecanismos defensivos intensos de ne-
interés para la elaboración de esta problemáti- gación frente a la muerte, diciendo que “son
ca. De la necesidad de engaño del paciente necesarias para preservar la salud mental del
(“algunos quieren vivir engañados”) pudieron médico”, también se planteaban buscar estrate-
reflexionar acerca de su propia necesidad de gias nuevas para enfrentar la muerte de los pa-
engañarse frente a la muerte (“si alguien me cientes y lo que ello implicaba, hecho de gran
conoce, nunca me lo diría”). Hablaron del im- trascendencia para el paciente, la familia y el
pacto que les producía el sufrimiento del en- propio médico. Reconocer las carencias y limi-
fermo:“La mujer, entre gritos y lloros, me pre- taciones les permitió reflexionar acerca de la
guntó, ¿es cáncer?, no fui capaz de decírselo, función del médico en estas circunstancias hu-
me había preparado para decirle la verdad y no manas, tarea del médico que es fundamental ya
pude”. En estas situaciones es habitual el uso que facilita al paciente aceptar el final de su vi-
de mecanismos de identificación (“te mueres da y apoyarle en la despedida de sus seres que-
con cada uno un poco”) que no les permite ridos, familiares y amigos:“Tuve un amigo que
hacer una escucha del paciente que posibilite murió muy bien, dedicó los últimos meses a
conocer las necesidades del paciente. despedirse”.
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