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P R O G R A M A C I Ó N
GRUPO PROMOTOR:
Jaime Lopera Gutiérrez, Presidente Academia de Historia del
Quindío; Martha Cecilia Riveros Restrepo, Gestora Social del
Municipio de Calarcá; José Nodier Solórzano Castaño, Presidente
Consejo Nacional de Literatura; Cruz Ángela Cardona Saldarriaga,
Directora Fundación Torre de Palabras; Carlos Fernando Gutiérrez
Trujillo, Director taller RENATA Quindío; Alejandro Herrera Uribe,
Consejo Departamental de Cinematografía; Ana Lucelly Velasco,
Asesora Dirección de Cultura del Quindío; Mario Hernández
Foronda, Director Casa de la Cultura de Calarcá; Libaniel
Marulanda, escritor; John Jairo Salinas, gestor cultural; José
Miguel Ruiz Clavijo , Cineclub Caicedo; José Rodolfo Rivera,
escritor; Juan Felipe Gómez Cortés, escritor.
COLABORACIONES ESPECIALES:
Andrés Hoyos; Leonel Giraldo; Miguel Méndez Camacho; Darío
Fernando Patiño Jiménez; Jorge Humberto Guevara Narváez;
Carlos Alberto Villegas Uribe; Ana Isabel Jaramillo; Gladys Sierra
Parra; Martha Lucia Usaquén Ramos; Lina María Cocuy; Luis
Hernán Arango Gómez; Álvaro Jaime Ospina; La Crónica del
Quindío.
PATROCINADORES:
Ministerio de Cultura; Gobernación del Quindío; Alcaldía de Calarcá;
Consejo Nacional de Literatura; Consejo Departamental de
Cinematografía: Secretaria de Turismo y Cultura del Quindío;
Editorial Planeta; Museo del Oro Quimbaya; Instituto de Bellas
Artes de la Universidad del Quindío; Fundación Torre de Palabras;
Fundación Fílmica Natalia Campuzano; Empresa Luz Adriana
Martínez/Catering; Café Quindío.
CONTENIDO
Presentación 5
Historia y ficción 6
Ciclo Literario 14
Ciclo Pedagógico 16
Ciclo Cinematrográfico 18
William Ospina 20
Fernando Cruz Kronfly 21
Leonel Giraldo 22
Fernando Quiroz 23
Álvaro Pineda Botero 23
Orlando Mejía Rivera 25
Luis Ernesto Lasso 27
Fabio Martínez 27
César Valencia Solanilla 29
Nahum Montt 30
Fernando Jaramillo Echeverry 31
Luis Eduardo Gallego Valencia 33
Alister Ramírez Márquez 35
Juan Esteban Constaín 35
Victor Gaviria 36
Lisandro Duque Naranjo 36
Luis Alberto Londoño de la Pava 36
Susana Henao 37
Esperanza Jaramillo 38
Umberto Senegal 38
Jorge Julio Echeverry 39
Martha Lucía Usaquén 39
Libaniel Marulanda 39
Elías Mejía 39
Carlos Alberto Castrillón 40
Carlos Fernando Gutiérrez 40
4 II ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES
El II Encuentro de Escritores Colombianos Luis Vidales aspira a refrendar un evento
precedente, el I Encuentro sobre Novela Breve, y convertirse así en un programa de
naturaleza durable en esta comarca. En su origen están los deseos de abrir un punto
de encuentro en el Quindío, y especialmente en Calarcá, que encarne un permanente
desafío cultural dentro de nuestra región.
Invocamos el recuerdo del poeta Luis Vidales, nacido en esta ciudad, quien hizo
notables innovaciones en la poética de principios del siglo veinte con su libro Suenan
Timbres, y le dedicó mucho tiempo a la defensa de los valores democráticos y la libre
expresión de los pueblos. Nuestros invitados, importantes escritores de diversas
regiones, saben que su aliento presidirá este evento como un ejemplo de hermandad.
Enfocado este año sobre la temática de la Novela Histórica —en tres ciclos:
Pedagógico, de Cine Histórico y el Literario—, el programa se propone además
conocer los enfoques teóricos, las formas de construcción y la estética de este subgénero
de la novela que la gente acepta cada día más; al mismo tiempo como queremos
examinar los aportes que se han dado en el eje cafetero y los avances que cabe
esperar para el futuro.
Nuestra intención procura también alcanzar una trascendencia nacional como una
manera de articular a los quindianos con las diferentes expresiones culturales del
país, y ofrecer el mensaje de que este es un territorio cómodo para el cotejo en
diversas vertientes culturales.
Historia y ficción:
Dos paralelas que se juntan
POR ANDRÉS HOYOS*
¿A qué atribuir el auge que ha cobrado en los últimos tiempos la llamada novela
histórica? ¿Es ésta una tendencia perdurable o tan sólo una moda pasajera? ¿Constituye
la novela histórica un subgénero de corte realista al que recurre cierta clase de
escritor cuando la imaginación le falla? Las anteriores son quizá las principales
preguntas, entre muchas otras posibles, que cabe formular acerca del tema central de
este coloquio1.
En cuanto a la novela, existe consenso a la hora de decir que las piedras angulares
de su nueva vida fueron El Quijote y el ciclo de Rabelais, mientras para la historia, quizá
con menos autoridad, lo fueron libros como la Historia de Florencia de Nicolás Maquiavelo
o Historia de Italia de Guicciardini, pues contemplan multitud de reflexiones que no
estaban presentes en los escritos precedentes, pertenecientes por lo general a la
tradición épica y testimonial. Perogrullo insistiría al respecto en que no podía ser de
otro modo, ya que la historia y la novela son géneros para los cuales el libro impreso,
y el consecuente alfabetismo de capas crecientes de la sociedad, eran condiciones de
desarrollo sine qua non.
De regreso a los días proto-optimistas del Renacimiento europeo, origen del contagio,
en ambas disciplinas imperaban actitudes que las indujeron a la mutua antipatía. De
salida, partían de definiciones de verdad antagónicas, como lo sintetiza muy bien la
Enciclopedia de Diderot y D’Alembert, la cual dice bajo el epígrafe de «Historia»: c’est
le récit des faits donnés pour vrais; au contraire de la fable, qui est le récit des faits
donnés pour faux... [«es el relato de hechos dados por verdaderos; al contrario de la
fábula, que es el relato de hechos dados por falsos»]. Aunque no siempre se trató de
una antipatía frontal y razonada —el narcisismo de una actividad implica además su
ejercicio con una cierta exclusión de referentes externos— esta relación agridulce
duró hasta principios de este siglo.
Regresemos por un momento al lío de la verdad histórica. ¿Consiste hoy por hoy la
verdad histórica en la simple cliometría y en la reconstrucción «científica» de los hechos
según los criterios e intereses de las distintas ciencias humanas, adicionadas con el
análisis de la intención o intenciones, valor o valores, ideas o prejuicios de los
protagonistas individuales o colectivos? En parte sí, pero en su forma escueta esta
verdad objetiva deja insatisfecho al receptor culto. O para verlo de otro modo, lo que
en últimas ha hecho crisis es un modelo de comunicación, signado de tiempo atrás por
la ineficacia y la frialdad.
Lejos estamos de recriminar al astuto Vladimir por sus antojos; antes por el contrario,
en Ada el lector siente que los antojos se justifican en tanto objetos literarios, los cuales
se siguen eligiendo por su carácter de espejo cóncavo-convexo, o sea, por su
permeabilidad. No cualquier historia sirve para un proceso en el que la amplitud
asociativa de lo particular —hay incluso la tentación de decir la universalidad— sigue
siendo crucial. Ciertos personajes, ocasiones y episodios son novelables, otros no, y
en este aspecto predominan las consideraciones estéticas y estilísticas, amén de que
el novelista suele llegar al espacio y al tiempo de su narración con prejuicios: personajes
en esbozo, criterios de fantasía favoritos. Como siempre.
Una pregunta típica que se hace a sí misma toda novela adquiere un sesgo
interesante al ser formulada a la dimensión histórica: los elementos que no son
novelables, ¿por qué no lo son? No lo son porque resultan demasiado grises, o
demasiado evidentes, o demasiado famosos, o demasiado comunes y silvestres, o
porque representan sin saberlo clichés literarios. Sorprende, pero la respuesta casi
nada tiene que ver con la verdad objetiva de la historia, y en cambio depende de la
necesidad de poner en manos del lector un conjunto heterogéneo que, pese a su
diversidad, llegue a ser una verdad subjetiva con vida autónoma. Es decir que si
alguna cosa debe depurar la literatura de la historia es su naturalidad, su caos.
Consideremos por un momento una casa señorial que ha sido demolida. Surgen
inquietudes espontáneas: ¿quién la habitó, qué sintió esa persona en los diversos
episodios que vivió la casa, cuándo se alejó de ella por primera vez, por qué volvió,
cómo desapareció por fin esa persona, quién demonios tuvo la idea de demoler la
casa? El vacío, el silencio de la piedra demolida invita a «solucionar» semejantes enig-
mas. Por lo demás, dado que la literatura de ficción pobló el mundo de manera muy
fragmentaria, además de tardía —es su naturaleza— la tentación de regresar, parecida
a la tentación plástica de rehacer frescos envejecidos o de adornar las paredes vacías
de los palacios, es muy poderosa.
Opino pues que la novela histórica no es ni una moda, ni un subgénero realista,
sino que el pasado representa una dimensión natural y casi diría privilegiada de la
ficción, un territorio que los narradores hemos ido redescubriendo y elaborando, ante
MIÉRCOLES 24 DE JUNIO
9:00 a.m. Inauguración oficial
Plenaria. Casa de la Cultura, Sala de Conferencias «Humberto Jaramillo
Ángel». Gobernador del Quindío, Alcalde de Calarcá, Autoridades, grupo
promotor, medios de comunicación.
10:00 a.m. La Historia de la Novela Histórica
Conversación. Teatro de la Casa de la Cultura.
Participantes: William Ospina, Fernando Cruz Kronfly.
11:00 a.m. De la historia a la ficción, casos de novela
Conversación. Teatro de la Casa de la Cultura.
Participantes: Juan Esteban Constaín, Fernando Quiroz.
2:30 p.m. La Novela Histórica en el Eje Cafetero
Mesa Redonda. Casa de la Cultura, Sala de conferencias HJA.
Participantes: Carlos Alberto Castrillón, Orlando Mejía Rivera, César
Valencia Solanilla. Moderador: Jaime Lopera.
JUEVES 25 DE JUNIO
9:00 a.m. Construcción y Formato de una Novela Histórica
Conversación. Casa de la Cultura, Sala de conferencias HJA.
Participantes: Fabio Martínez, Nahum Montt.
VIERNES 26 DE JUNIO
9:00 a.m. El novelista histórico, ¿recreador o desertor de la realidad?
Conversación. Casa de la Cultura, Sala de conferencias HJA.
Participantes: Alister Ramírez Márquez, Susana Henao, Orlando Mejía
Rivera, Libaniel Marulanda.
9:00 a.m. La novela histórica y la realidad colombiana
Conversación: Penitenciaría de Peñas Blancas.
Participantes: Fabio Martínez, Luis Ernesto Lasso.
10:30 a.m. Claves para leer la novela histórica
Mesa redonda. Casa de la Cultura, Sala de conferencias HJA.
Participantes: Escritores invitados.
Moderador: Carlos Fernando Gutiérrez.
11:30 a.m. Clausura
Casa de la Cultura, Sala de conferencias HJA.
Participantes: Juan Felipe Gómez, lectura de cuento.
Jaime Lopera, a nombre del Grupo Promotor.
*Anuncio: III Encuentro Nacional de Escritores 2010, con temática EL CUENTO.
El lector da sentido a la literatura. Cada vez que alguien abre un libro, su contenido
se revela como un universo cercano en el que la persona, a medida que avanza por
las páginas, se encuentra consigo misma y reconoce toda una fuente de valores
culturales y sociales en lo que está escrito. Esta interacción lector-libro tiende a debilitarse
por factores como la inmediatez y la insustancialidad de los nuevos medios y plataformas
de lectura. De ahí la importancia de generar espacios pedagógicos para fortalecer la
relación entre el lector (joven principalmente) y el libro como contenedor de toda una
tradición.
En este sentido, como parte del programa general del Segundo Encuentro Nacional
de Escritores luis vidales, se presenta el Ciclo Pedagógico dirigido a la población
estudiantil y la comunidad de Calarcá. Los jóvenes estudiantes y la comunidad
calarqueña, junto con algunos de los más importantes escritores regionales y
nacionales, son los principales invitados para rendirle homenaje a la obra y la memoria
del poeta luis vidales.
Con la participación del artista Luis Hernán Arango Gómez y dos miembros del comité
organizador del encuentro, se propone una presentación de 1 hora y 15 minutos en
cada uno de los cinco espacios.
1 AL 5 DE JUNIO
INTRODUCCIÓN A LA NOVELA HISTÓRICA
Video promocional II Encuentro Nacional de Escritores.
Contextualización sobre el tema de la Novela Histórica.
Lectura de fragmentos de novelas históricas.
Cuentería.
Participantes: Renata: Carlos Fernando Gutiérrez, Juan Felipe Gómez
y José Rodolfo Rivera.
12 y 13 DE JUNIO
HISTORIA Y TRADICIÓN: LEYENDAS ORALES
Cuentería y animación de lectura.
Participantes: Fundación Torre de Palabras, Cuenteros
Sin embargo, esta sentencia lapidaria no es exacta, por lo menos para el caso de
la transformación de palabras en imágenes en movimiento, porque las adaptaciones
cinematográficas o teatrales, constituyen obras nuevas, nuevas realidades y, por
tanto, experiencias estéticas diversas y originales. La obra literaria, aquella escrita por
el autor, no es la misma que adapta el guionista o el director de cine; es la obra leída
por el creador del artificio de la adaptación, la que llega a tomar rostro, en la pantalla.
CINE,
HISTORIA Y
LITERATURA
William Ospina
Nació en Padua ,Tolima, en 1954. Fue estudiante de derecho y ciencias políticas
en la Universidad Santiago de Cali, y a su retiro de la misma, en 1975, se dedicó al
periodismo y la literatura. Vivió en Europa de 1979 a 1981, en ese año regresa a
Colombia y se radica en Bogotá. En 1982 ganó el Premio Nacional de Ensayo de la
Universidad de Nariño, Pasto, con el ensayo Aurelio Arturo, la palabra del hombre.
En 1986 publicó su primer poemario: Hilo de Arena. A partir de entonces empieza
una dedicada labor ensayística y poética.
En sus ensayos ha reflexionado sobre temas como la política, la Historia, la
globalización, la modernidad, y sobre todo la literatura. Entre sus volúmenes de
ensayo sobresalen: “Es tarde para el hombre”, “¿Dónde está la franja amarilla?”,
“Las auroras de sangre”, “La herida en la piel de la diosa” y “La decadencia de los
dragones”. En el 2005 publicó su primera novela, “Ursúa”, con la que inicio una
trilogía sobre la conquista de América y el hallazgo del río Amazonas. La segunda
parte de la trilogía es “El país de la canela” que apareció a finales del 2008. En la
actualidad trabaja en la última parte cuyo título será “La serpiente sin ojos”.
La primera ciudad que recuerdo vino a mí por los mares en un barco. Era la
descripción que nos hizo mi padre en su carta de la capital del imperio de los incas. Yo
tenía doce años cuando Amaney, mi nodriza india, me entregó aquella carta, y en ella
el trazado de una ciudad de leyenda que mi imaginación enriqueció de detalles,
recostada en las cumbres de la cordillera, tejida de piedras gigantes que la ceñían con
triple muralla y que estaban forradas con láminas de oro. Tan pesados y enormes eran
los bloques que parecía imposible que alguien hubiera podido llevarlos a lo alto, y
estaban encajados con tanta precisión que insinuaban trabajo de dioses y no de
humanos ínfimos. Las letras de mi padre, pequeñas, uniformes, sobresaltadas a veces
por grandes trazos solemnes, me hicieron percibir la firmeza de los muros, nichos que
resonaban como cavernas —fortalezas estriadas de escalinatas siguiendo los dibujos
de la montaña—. No sé si esa lectura fue entonces la prueba de las ciudades que
había sido capaz de construir una raza: al menos fue la prueba de las ciudades que
es capaz de imaginar un niño.
Era una honda ciudad vecina de las nubes en la concavidad de un valle entre
montañas, y la habitaban millares de nativos del reino vestidos de colores: túnicas
azules bajo mantas muy finas de rosa y granate, bordadas con soles y flores; gruesos
discos de lana roja, amplios como aureolas sobre las cabezas, y sombreros que mi
padre sólo acertaba a describir como bonetes morados que caían sobre un vistoso
borde amarillo. Gentes de oscuros rostros de cobre, de pómulos asiáticos y grandes
Leonel Giraldo
Nacido en Calarcá. Fue codirector de las revistas de cine Guiones y Cinemes,
antes de entrar al campo periodístico en El Tiempo y otras publicaciones de la
capital. Su obra más conocida es el libro “Centroamérica entre dos Fuegos”, pero
también los ensayos literarios “Rompiendo el Silencio: Relatos de Nuevas Escritoras
Colombianas”. Actualmente es el gerente editorial de Planeta.
Fernando Quiroz
Nació en Bogotá en 1964. Fue editor cultural de la revista Semana y el diario El
Tiempo. Ha sido cronista de las revistas Soho y Gatopardo, y columnista de El
Cruzó el hall, buscó algo de tomar en la cocina y se dirigió al salón. Luego encendió
la radio y sintonizó su emisora favorita que a aquella hora transmitía el programa diario
de música barroca. Los acordes diáfanos de una época feliz, llena de un candor
primero, fluyeron triunfales y sin amenazas por las habitaciones, y Ramón se recostó
en el viejo sofá que parecía llamarlo con la voz de los recuerdos. Había llegado de
Colombia siendo poco más que adolescente con la intención de regresar pronto, pero
años de soltería solitaria fueron cayéndole como capas geológicas, amarrándolo a su
nueva cultura. Ya ni siquiera pensaba regresar. Ahora, en sus cuarenta y pico, enseñaba
español y dedicaba sus ahorros y su tiempo libre a la colección de objetos. Creía que
Nunca estaré seguro de las cosas que pasaron aquella noche de invierno cuando
Pámela y yo fuimos de paseo al cementerio. Caminamos por senderos y escaleras
bordeados de pinos, por colinas que eran verdes y se llenaban de flores en otras
épocas, pero que ahora estaban cubiertas por la nieve. Algunos faroles brillaban
entre la ventisca con reflejos discontinuos y sutiles. Sin luna ni estrellas, los pinos y las
lápidas tomaban un tono azuloso y artificial. Por vez primera la abracé; entonces supe
que la quería...
Las últimas palabras quedaron flotando en su mente y tuvo que controlar un par
de suspiros. Pensó que para continuar escribiendo tendría que leer y releer ese
primer párrafo, y esto era, en sí mismo, esfuerzo suficiente. Mil veces se había propuesto
escribir sobre sus amores de estudiante y otras tantas su proyecto había caído astillado
ante la dificultad insalvable de su melancolía.
Temió que cuando surgiera su novela (nunca perdía las esperanzas), fuera una
narración fluida, blanda, sin contornos fijos, demasiado impregnada de su propia
alma; que fuera sólo la descripción de un cuerpo femenino, recuerdo e ilusión de
placer, siempre deseado pero ya, tal vez, inalcanzable. Para avanzar a partir de su
primer párrafo contaba con sus recuerdos, y si escribía, surgirían los signos a
borbotones. Pero comprendía que con sólo signos y recuerdos no se escriben novelas,
porque éstos y aquéllos más bien ocultan la verdad, dejando un rastro frondoso sin
coherencia ni razón. ¿Cómo controlar su proliferación? ¿Cómo destruir los excesos sin
destruirse? ¿Cómo esculpir la justa forma de su novela?
Ramón iba y venía casi con desespero sobre estas ideas. Con los objetos que
coleccionaba se sentía seguro. Pero las palabras... «¿qué son frente a las cosas?,
¿acaso una cierta espiritualización?, ¿cómo vaya describir esa fuerza que anima el
universo y se esconde en los objetos y en los hechos?». Tenía todavía la esperanza de
poder manejar algún día los signos del lenguaje, y se preguntaba si servían para
indagar en la naturaleza: «¿Es el nombre arquetipo de la cosa?, ¿en las letras de la
palabra Pámela está Pámela?»…
Uno
Camina con los ojos vendados desde hace varias horas. Le duelen los pies y los
muslos como cuando era niño y su padre lo llevaba a la finca del abuelo a ver el hato
de vacas recién paridas y los caballos comprados a los gitanos. También le duele la
cabeza golpeada por la manopla de color gris, fue lo último que vio antes que le
colocaran la venda de lana negra que le produce picor en los párpados. Siente la
respiración armónica de los demás hombres, dos de ellos lo llevan cogido de los
brazos para que no caiga en el suelo irregular y a veces montañoso; huele a campo,
a esencia de eucaliptos, a viento de la montaña.
Escucha las voces del que parece el jefe del grupo, deben evitar las trochas de la
izquierda, les ordena caminar más rápido, alguien tose y él percibe el sonido de un
salivazo grueso golpeando quizá una piedra. Va silencioso, trata de que los otros no
se den cuenta de su cansancio y de su molimiento, le dan ganas de llorar cuando se le
aparece en la mente la imagen de su niño Sebastián, cinco años de felicidad y orgullo
de padre tardío, él que siempre aseguró que eso de reproducirse era para los idiotas
que nunca habían leído a Schopenhauer.
Nadie le habla, pero él siente que los ojos de todos se clavan en su figura de
hombre maduro y flaco, que sin sus gafas y sus ojos libres debe parecer mucho más
frágil de lo habitual. Él sólo se torna poderoso cuando deja brotar el acumulado de
palabras y metáforas que le han dado un respeto en el ambiente de su universidad, él
es sólo un homo parlante que hoy fue sacado de manera abrupta de su curso de
Wittgenstein, en medio del asombro de sus alumnos de segundo año, por ese grupo
de encapuchados que se lo han llevado de los espacios habituales donde vivía, o creía
vivir, como un hombre dispuesto a jugarse la integridad de su existencia en la simple
pero a la vez compleja fórmula de vivir como pensaba y de intentar ser coherente
entre sus acciones y sus palabras. La pesadilla no era estar ahí, atado y vendado en
una montaña de su propio país,sino en no saber por qué. Ni siquiera le habían dicho
sus captores a qué grupo, ideología o pandilla pertenecían, ni el motivo de su
cinematográfico secuestro a plena luz del día, en el corazón de su universidad,
mientras tenía la tiza en la mano derecha e intentaba clarificar a sus estudiantes el
problema paradójico de que todas las proposiciones lógicas escritas en el Tractatus
eran absurdas según el mismo autor. Y absurda era también su situación, secuestrado
sin saber por quién ni por qué, temeroso de abrir la boca y plantear de frente sus
inquietudes a los hombres que lo observaban en silencio, tratando de recordar, fuera
de sus batallas dialécticas con sus colegas del departamento de filosofía y sus amigos
de sociología, con quién había tenido disputas serias, pues él se consideraba ante
todo un anarquista del tipo borgiano, que no creía en ninguna ideología política de
derecha ni de izquierda, ni en religiones, ni en utopías mágicas o tecnocráticas de
desarrollo social, sino que pensaba que el asunto era de naturaleza humana y de
realidades concretas y específicas. Ni los marxistas eran todos buenos ni los capitalistas
eran todos malos, lo único que se podía alcanzar primero era que cada uno tratara de
existir sin pisar al otro, que se llevara a la práctica el aforismo confuciano de no hacer
a otros lo que no queremos que nos hagan a nosotros; por eso había firmado el
comunicado público de apoyo al profesor Molano, amenazado de muerte por los
paramilitares, e igualmente la carta de solidaridad con el rector Berrío, condenado al
ajusticiamiento por la guerrilla urbana del frente nacional guerrillero, y de hecho había
también apoyado con su firma el rechazo a la extraña presencia en la universidad de
agentes de inteligencia militar en la asamblea de estudiantes del año pasado…
Fabio Martínez
Nació en Cali, Colombia, en 1955. Realizó sus estudios de primaria en el
colegio Hermano Miguel del barrio San Antonio y sus estudios de bachillerato en el
Instituto Politécnico Municipal. Cursó una Licenciatura en Literatura e Idiomas en
la Universidad Santiago de Cali, una Maestría en Estudios Iberoamericanos en la
Universidad de la Sorbona, París IIII, y un doctorado en Semiología en la Universidad
de Quebec en Montreal.
Al amanecer, cuando los primeros rayos del sol iluminaron el poblado, Balboa y sus
hombres comenzaron a subir por el pico del Darién rumbo a la sierra de Quareca. A
medida que iban subiendo, los verdes de la selva, que antes eran claros y transparentes,
ahora se tornaban oscuros y opacos. Los cantos de los loros y las guacamayas se
habían acallado y le daban pie a las águilas y los gerifaltes, que pasaban rasantes por
encima de sus cabezas. El terreno era abrupto y lleno de precipicios donde más de un
cargador, al pisar en falso, caía y desaparecía sin dejar ningún rastro.
En aquella travesía que duró una semana, Balboa perdió quince hombres. Cuando
por fin alcanzaron la cúspide de la sierra, divisaron a lo lejos la majestuosa Mar del Sur.
Era un lago inmenso igual o mayor que la Mar del Norte, de aguas espumosas y
plomizas. Anayanci y Balboa se abrazaron, y enseguida el alcalde dio la orden de
descender. Lo hicieron en menos de que canta un gallo, y cuando llegaron a las orillas,
Balboa metió sus manos en el agua y apenas metió su boca para ver si el agua era
salada como la de la otra mar, y viendo que era salada, dio gracias a Dios. Andrés de
Valderrábano, que llevaba un fajo de hojas de caney en su faltriquera, iba escribiendo
los pormenores de este gran descubrimiento.
Balboa y sus hombres izaron sobre la arena los estandartes de Castilla y León. El
padre Vera se arrodilló, y allí mismo entonó el Te Deum.
Luego, el polizón del Pacífico, con las lágrimas en los ojos, dijo estas palabras:
- Vivan los muy altos y muy poderosos Don Fernando y Doña Germana, Reyes de
Castilla, León y de Aragón, en cuyo nombre y por la corona real de Castilla tomo y
aprehendo la posesión real y corporal de estas mares, tierras, costas, puertos e islas
australes, con todos sus anexos, reinos y provincias que les pertenecen, antigua o
moderna, del tiempo pasado, presente y por venir, sin contradicción alguna. Y si por
algún motivo otro príncipe o capitán, cristiano o infiel, o de cualquier ley o secta o
condición que sea, pretende algún derecho sobre estas tierras y mares, yo estoy
presto y aparejado de contradecírselo y defenderlas en nombre de los reyes de
Castilla y Aragón…
Nahum Montt
Barrancabermeja, 1967. Egresado de Literatura de la Universidad Nacional y
Maestría en Educación en la Universidad Externado de Colombia. Autor de las
novelas “Midnight dreams” (1999) y “El Eskimal y la Mariposa”, con la cual
obtuvo el Premio Nacional de Novela en el 2004; reeditada por Alfaguara en el
2005 y considerada por la crítica como una “radiografía visceral y poética de la
violencia colombiana de los años ochenta y noventa del siglo XX.” Ha sido docente
de literatura en las más importantes universidades del país y asesor pedagógico en
el proyecto de uso de medios y nuevas tecnologías del Ministerio de Educación
Nacional. En la actualidad es director Nacional de la Red Nacional de Talleres de
Escritura Creativa RENATA del Ministerio de Cultura. En el 2008 apareció su tercera
novela, “Lara”, que recrea desde el género policiaco la lucha solitaria del Ministro
de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, asesinado en las calles de Bogotá por los carteles
del narcotráfico en 1984.
Lara había escuchado el rumor el día anterior pero le restó importancia, después
de todo, no sería la primera ni la última vez que estaría frente al paredón. Quince años
en la política le permitían tomar ese tipo de situaciones como una tendencia natural de
su oficio. Él denunciaba y los demás lo atacaban. Acción, reacción, pensó, así de
sencillo, ¿no era acaso predecible?
La oficina era mucho más grande de lo que había imaginado. Le gustaban los
muebles en cuero, las ventanas enormes por donde entraba un gran chorro de luz y
podía ver los tejados de barro de las casas coloniales de alrededor. Al fondo, la mesa
de juntas para diez personas estaba presidida por un cuadro en plumilla de campesinos
con ruanas y sombreros caminando por una calle del siglo xix.
Hasta que recibió la llamada, que pasó por el filtro de Martha, su secretaria
personal y de la palabra empalme de Nancy.
«¿Te puedes pasar por acá?», le dijo Guillermo Cano por teléfono.
Lara consultó primero su reloj y luego la agenda abierta sobre el escritorio. A las
tres de la tarde, decía: Coronel Ramírez (Dirección Nacional Antinarcóticos) y él había
añadido, con su letra inclinada hacia delante, Otro trasteo.
«Es importante», dijo Cano con aquella voz monocorde, sin emoción, que tanto lo
intimidaba…
Fernando Jaramillo
Echeverry
Nacido en Manizales en 1939, es el más importante investigador de toda la
obra literaria de Gabriel García Márquez desde su primer cuento. Vive en Cali y ha
sido animador de las visitas guiadas en la ruta de Aracataca. Su trabajo esta
compilado en veinte libros que contienen todo tipo de comentarios, criticas, noticias,
ensayos, crónicas, entrevistas y aspectos personales sobre el Nobel. Publica un
blog MEMORABILIA GGM ( www.memorabiliaggm.blogspot.com ) con las noticias de
actualidad sobre el escritor colombiano, donde los visitantes encuentran aspectos
que son hitos en la obra del autor, como sus poemas, dos de sus cuentos inéditos en
forma de libro, o todos los discursos de la sesión inaugural del IV Congreso
Internacional de la Lengua española.
Cuando el escritor ha recibido los reclamos de la prensa para que manifieste sus
opiniones, entonces la historia ya posee un registro auténtico sobre aquello que ese
autor no ha expresado en sus escritos o sus opiniones son una ampliación de las tesis
expuestas en sus libros.
Luis Eduardo
Gallego Valencia
Economista de la Universidad Nacional , profesor de Historia, decano de ciencias
económicas en La Salle y Los Libertadores. También se desempeñó como gerente
regional del SENA en el Tolima, su tierra natal, y como secretario de Hacienda de
Bogotá. Sus novelas históricas ”El Enigma del Nevado” y “El Último Encomendero”
(2007) hacen parte de una trilogía sobre la colonización antioqueña.
El día que marcharon las tropas libertadoras hacia el sur, luego de un desfile de
postín por las calles de la ciudad, el viejo Cosme Nicolás González sintió aliviada la
respiración, pudo escupir el taco que lo atragantaba, articular algunas palabras con
su esposa, incluso serenar el espíritu con pensamientos positivos luego de aceptar el
balance de diez años de revolución. Había perdido en el patíbulo real a su hijo
primogénito, fusilado por traidor en la breve reconquista del virrey Sámano, en los
altares al segundo, internado a la fuerza en un convento franciscano; había sufrido la
persecución de bienes, ganados y cosechas, por los ejércitos enfrentados; en fin, sus
dos hijas mayores vivían exiliadas para proteger la descendencia en la viudez; sin
embargo, a pesar de todo, la herencia bicentenaria de los González seguía intacta,
representada en las minas de Arma, las haciendas del Cañón y el altiplano, la casona
de ciudad; ahora podía dar gracias a Dios porque iba a morir acompañado de los dos
últimos hijos, libres de la leva militar del capitán Córdoba en atención al sacrificado por
los realistas y a una buena cantidad de oro fino salido de sus arcas.
Fueron diez años difíciles para el pueblo enardecido por los líderes de la
libertad y la vida independiente, también para la aristocracia de criollos y chapetones
que vieron amenazados sus privilegios y prebendas acumuladas en dos siglos de
régimen colonial. Cada hogar contribuyó con sangre y lagrimas al doloroso proceso de
la transformación social…
Alister Ramírez
Márquez
Nacido en Armenia en 1965. Comunicador social de la Pontificia Universidad
Javeriana. Ha realizado estudios de posgrado en asuntos internacionales en la
Universidad de Nueva York y en literatura hispanoamericana el Hunter College de la
City University of New York (CUNY), donde actualmente es docente. Trabajó para el
diario New York Newsday y es colaborador de “Lecturas Dominicales”de El Tiempo.
Ha publicado los libros “Quien se robó los colores” (cuento para niños), “Mi
vestido verde esmeralda” (novela) “Reportaje a once escritores norteamericanos”,
“Andrés Bello, critico”. En el 2009 apareció su segunda novela llamada “Los
sueños de los hombres se los fuman las mujeres”.
CLARA
Nací en mil novecientos. Eso me dijo mi prima Venicia cuando la traje con su marido
a estas tierras. Yo le creí.
El cura de Angelópolis me bautizó con los nombres de Ana María Ramona Clarisa,
pero mi tía siempre me llamó Clara. Ella nos crió a mi hermana Antonia y a mí porque
nuestra madre murió durante mi parto. Mi padre repartió a mis otras cinco hermanas
entre los familiares y nunca más supe de ellas, excepto cuando murió mi hermana
mayor.
El viejo era minero y sólo lo vi unas cuantas veces en mi vida porque después de la
muerte de mi madre no quiso volver a vemos. Él le decía a mí tía que cuando encontrara
oro en los Llanos de la Clara regresaría por nosotras, pero ella nos decía con rabia,
después que su hermano se fue, que ni siquiera para carbonero había servido.
Ella decía que los amarillos eran los mejores; por supuesto, yo no entendía de qué
hablaba, pero lo supe tiempo después cuando conseguí mi primera amiga.
Cuando me desperté, Antonia se cubría con toda la manta raída. De pronto alguien
me tocó los pies y supe que los tenía fríos por el contraste de la piel caliente que me
rozaba. Pensé que era mi tía, pero giré la cabeza y ella estaba en el suelo. Volví a
quedarme dormida porque creí que era un perrito que teníamos y que nos lamía los
pies y la cara en las mañanas. Cuando la tía nos despertó, nos dijo que Anita se había
muerto. Yo no sabía quién era Anita, pero por las señas de mi tía se parecía a la de mi
sueño. Anita era mi hermana mayor y por medio de mi padre nos enteramos de que
desde hacía algún tiempo padecía de fiebres altas a causa del paludismo.
Mi tía nos hacía levantar a las cuatro de la mañana para moler el maíz y hacer las
arepas. Yo odiaba el pilón de piedra porque no podía levantar el mazo de madera para
quebrarlo. Antonia me ayudaba y con el tiempo adquirí mucha habilidad. A las seis
estábamos listas y desayunadas para salir y caminar una hora antes de llegar a la
escuela. Nosotras no teníamos zapatos y ya nos habían salido niguas en los pies. Las
garrapatas nos las desprendíamos de las piernas con un baño de agua caliente
porque se agarraban con todas sus patitas a la piel y nos chupaban la sangre…
Lisandro
Duque Naranjo
Nacido en 1943 en Sevilla, Valle del Cauca. En 1982 realiza su primer
largometraje, El escarabajo, el cual gana un premio especial de la junta Organizadora
del Festival de Cine de Cartagena y es presentado en Moscú a más de 45 mil
personas. En 1983 realiza el mediometraje documental Arquitectura de la
Colonización Antioqueña, producido por Focine. Durante 1985 dirige Cafés y
tertulias de Bogotá y Un ascensor de película. En 1986 haría su aparición su
segundo largometraje Visa USA, con el cual recibe múltiples galardones. En 1988
dirige Milagro en Roma , de la serie Amores difíciles, TV. En 2001 estrena el
largometraje Los niños invisibles y en 2008 inaugura el 48 Festival Internacional
de Cine y TV de Cartagena con Los actores del conflicto, película con la que obtuvo
el Premio del Público Cinecolor y el Premio de la OCLACC.
Susana Henao
Nacida en Quimbaya, Quindío. Narradora y docente. Estudió filosofía y se
especializó en literatura latinoamericana. Entre sus publicaciones se encuentran la
novela “Los hijos del agua” y las colecciones de cuentos “Crónicas de Temis” y
“Antesala del paraíso”.
-ATA-
TIBATIGUA
Zhúe se asomó en el cielo. Alcanzaba a ver abajo, sobre el hierbal húmedo, a los
hombres marchando en procesión. Le parecían hombres bellos. Bien ataviados, serios
y solemnes, los principales de Gantina Masca. A la cabeza del cortejo distinguía a
Tibatigua, el que iba a coronarse príncipe ubzaque de Guatavita; a su señor y aliado
Saguanmanchica, zipa de Bacatá; a Saquara, a Ybaquén de Guasucá y a los que
estaban unidos por esa alianza antigua que les venía de edades remotas, anteriores
al día en que el más viejo de ellos llegara al vientre de la madre. Zhúe encandilaba el
cielo. Miraba el avance de las andas como si no sintieran cansancio los hombros de los
siervos. Miraba danzar, beber y cantar a los bailarines cubiertos con pieles de pumas
y osos.
Miraba a los demás, a todos los que querían desfilar, saltar y gritar y cantar, cada
uno su propio ritmo y éxtasis, cada uno su propia música de tambor y pitos, cada
hombre pleno de plumería y adornos, cada cara oculta con máscara o pintura, cada
cuerpo exhibiendo el largo de su manto y todo lo que le estuviese permitido. A otros
en la orilla. A las mujeres y los niños orillados en la suna o esperando en el lago. A los
ancianos en la orilla húmeda esperando que Zhúe subiera alto, que los príncipes
llegaran donde esperaban los chuques con el fuego encendido, donde estaba Zhangué,
el recién llegado, el expuesto a juicio, cuidando las ascuas que portaría Tibatigua en la
ofrenda, donde esperaban los gigantes, dioses de madera con la mirada quieta vigilando
el horizonte. A Tatí esperando con su madre y cantando con ella y escuchando la
historia que contaban los que cantaban.
Zhúe trazó sombras cortas, muy suaves en esa mañana, que sin el arco iris de la
muchedumbre habría sido toda azul verde, y oyó los cantos vueltos gritos altisonantes,
Zhúe desesperaba por no saber lo que ocurría. No podía tocar la tierra. Había
perdido el rayo en la humareda, pero encontró de nuevo a Zhangué y a otros chuques
ayudando a Suegam a impregnar de miel y aceite el cuerpo desnudo, corto y ancho,
y musculoso y terso de Tibatigua para vestirlo de oro. Sintió el humo dispersándose,
agotándose, elevándose en el cielo y vio a Tatí atisbando al hombre dorado mientras
subía con Saguanmanchica, Saquara y Gueyta a la balsa cargada de joyería…
Libaniel Marulanda
Escritor, compositor y músico, nacido en Calarcá en 1947. Ganador de cuatro
primeros premios nacionales de cuento y una docena en segundo y tercer lugares.
Tales cuentos se encuentran recopilados en los libros “ la Luna Ladra en Marcelia”
y “ Al son que me canten cuento”. En la actualidad es cronista dominical del Diario
La Crónica del Quindío. Varios de sus cuentos están incluidos en nueve trabajos
colectivos.
Elías Mejía
Poeta colombiano (Calarcá, Quindío, 1951). Ha publicado su compilación de
poemas Confesión de navegante (primer premio de poesía en los Terceros Nuevos
Juegos Florales, efectuados en la ciudad de Manizales en 1994), El muro en el
espejo e Ismenia (versiones del francés del poeta griego Yannis Ritsos), Fragmenta
o la vegetación de los minerales (folleto; versión del francés; del poeta griego,
tesalonicense, Takis Varvitsiotis) y La política explicada a los niños y a los demás
(traducción del escritor francés Denis Langlois).
Carlos Alaberto
Castrillón
Nacido en Armenia, 1962. Licenciado en Lingüística y Literatura (Universidad
del Quindío, 1986). Especialista en Enseñanza de la Literatura (Universidad del
Quindío, 1993).Tecnólogo en Sistemas (Universidad del Tolima, 2000).Miembro
del Grupo de Investigación en Didáctica de la Lengua Materna y la Literatura
Universidad del Quindío. Miembro de la Academia de Historia del Quindío. Algunas
publicaciones: Historia crítica y Estándares Curriculares (Armenia: 1996). Antología
de la poesía en el Quindío ( Tercer Mundo, Bogotá: 2000). Didáctica de la Literatura
del Quindío (2005). Carmelina Soto. La casa entre la niebla (2007). La metáfora
de la agonía en la obra de Dionisio Aymará (2007). La reescritura de la historia
(1998). La crítica literaria de Bernardo Pareja y Jorge Ramos ( 2008). La crónica
literaria en el Quindío, una estrategia para la relectura de la historia regional
Carlos Fernando
Gutiérrez
Docente y escritor quindiano. Coordinador del Taller RENATA Quindío de la Red
Nacional de Talleres de Escritura Creativa del Ministerio de Cultura. Licenciado en
Español y Literatura de la Universidad del Quindío y magister en Literatura de la
Universidad Tecnológica de Pereira. Ha publicado: “Ensambles”, “Geografías
interiores I” y “Territorios”.
Umberto Senegal
Nacido en Calarcá en 1951. Poeta, cuentista, ensayista, crítico, editor y educador.
Especialista en poesía Zen y en haikú; presidente de la Asociación Colombiana de
Haikú, filial de la Asociación internacional con sede en Tokio. Sus textos se han
traducido a varios idiomas. Fundador de la revista de arte y literatura Kanora.
Actualmente asesora el proyecto editorial independiente Cuadernos Negros que
coordina su compañera Leidy Bernal. En este sello editorial acaba de publicar los
libros “Visitantes”, “Ítaca de Cavafis” y “Versículos del Demonio”. Otras de sus
obras son: “Desventurados los mansos” (cuentos), “Pundarika”, “Ventanas al
nirvana”, “Dejé las flores en el sueño”.