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Bazar de voces

P R O G R A M A C I Ó N
GRUPO PROMOTOR:
Jaime Lopera Gutiérrez, Presidente Academia de Historia del
Quindío; Martha Cecilia Riveros Restrepo, Gestora Social del
Municipio de Calarcá; José Nodier Solórzano Castaño, Presidente
Consejo Nacional de Literatura; Cruz Ángela Cardona Saldarriaga,
Directora Fundación Torre de Palabras; Carlos Fernando Gutiérrez
Trujillo, Director taller RENATA Quindío; Alejandro Herrera Uribe,
Consejo Departamental de Cinematografía; Ana Lucelly Velasco,
Asesora Dirección de Cultura del Quindío; Mario Hernández
Foronda, Director Casa de la Cultura de Calarcá; Libaniel
Marulanda, escritor; John Jairo Salinas, gestor cultural; José
Miguel Ruiz Clavijo , Cineclub Caicedo; José Rodolfo Rivera,
escritor; Juan Felipe Gómez Cortés, escritor.

COLABORACIONES ESPECIALES:
Andrés Hoyos; Leonel Giraldo; Miguel Méndez Camacho; Darío
Fernando Patiño Jiménez; Jorge Humberto Guevara Narváez;
Carlos Alberto Villegas Uribe; Ana Isabel Jaramillo; Gladys Sierra
Parra; Martha Lucia Usaquén Ramos; Lina María Cocuy; Luis
Hernán Arango Gómez; Álvaro Jaime Ospina; La Crónica del
Quindío.

PATROCINADORES:
Ministerio de Cultura; Gobernación del Quindío; Alcaldía de Calarcá;
Consejo Nacional de Literatura; Consejo Departamental de
Cinematografía: Secretaria de Turismo y Cultura del Quindío;
Editorial Planeta; Museo del Oro Quimbaya; Instituto de Bellas
Artes de la Universidad del Quindío; Fundación Torre de Palabras;
Fundación Fílmica Natalia Campuzano; Empresa Luz Adriana
Martínez/Catering; Café Quindío.
CONTENIDO

Presentación 5
Historia y ficción 6
Ciclo Literario 14
Ciclo Pedagógico 16
Ciclo Cinematrográfico 18
William Ospina 20
Fernando Cruz Kronfly 21
Leonel Giraldo 22
Fernando Quiroz 23
Álvaro Pineda Botero 23
Orlando Mejía Rivera 25
Luis Ernesto Lasso 27
Fabio Martínez 27
César Valencia Solanilla 29
Nahum Montt 30
Fernando Jaramillo Echeverry 31
Luis Eduardo Gallego Valencia 33
Alister Ramírez Márquez 35
Juan Esteban Constaín 35
Victor Gaviria 36
Lisandro Duque Naranjo 36
Luis Alberto Londoño de la Pava 36
Susana Henao 37
Esperanza Jaramillo 38
Umberto Senegal 38
Jorge Julio Echeverry 39
Martha Lucía Usaquén 39
Libaniel Marulanda 39
Elías Mejía 39
Carlos Alberto Castrillón 40
Carlos Fernando Gutiérrez 40
4 II ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES
El II Encuentro de Escritores Colombianos Luis Vidales aspira a refrendar un evento
precedente, el I Encuentro sobre Novela Breve, y convertirse así en un programa de
naturaleza durable en esta comarca. En su origen están los deseos de abrir un punto
de encuentro en el Quindío, y especialmente en Calarcá, que encarne un permanente
desafío cultural dentro de nuestra región.

Invocamos el recuerdo del poeta Luis Vidales, nacido en esta ciudad, quien hizo
notables innovaciones en la poética de principios del siglo veinte con su libro Suenan
Timbres, y le dedicó mucho tiempo a la defensa de los valores democráticos y la libre
expresión de los pueblos. Nuestros invitados, importantes escritores de diversas
regiones, saben que su aliento presidirá este evento como un ejemplo de hermandad.

Enfocado este año sobre la temática de la Novela Histórica —en tres ciclos:
Pedagógico, de Cine Histórico y el Literario—, el programa se propone además
conocer los enfoques teóricos, las formas de construcción y la estética de este subgénero
de la novela que la gente acepta cada día más; al mismo tiempo como queremos
examinar los aportes que se han dado en el eje cafetero y los avances que cabe
esperar para el futuro.

Nuestra intención procura también alcanzar una trascendencia nacional como una
manera de articular a los quindianos con las diferentes expresiones culturales del
país, y ofrecer el mensaje de que este es un territorio cómodo para el cotejo en
diversas vertientes culturales.

Concebidos principalmente para agrupar a la juventud y familiarizarla con todos


las suertes de cultura, el alcance de estos Encuentros sobrepasa sus objetivos dado
que, bajo los anteriores criterios, y en un clima de tolerancia, han de servir adicionalmente
como soporte al ejercicio normal de los valores ciudadanos.

Jaime Lopera Gutiérrez


Director General

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El siguiente texto sobre novela histórica, fue cedido por el autor para esta publicación
especial en el marco del II Encuentro Nacional de Escritores Luis Vidales. El escritor
presenta un panorama de los puntos de encuentro entre la literatura y la historia. Los
organizadores del Encuentro agradecemos la vinculación especial de Andrés Hoyos,
y de la revista cultural El Malpensante, quien nos ha estimulado para la realización de
este evento.

Historia y ficción:
Dos paralelas que se juntan
POR ANDRÉS HOYOS*

¿A qué atribuir el auge que ha cobrado en los últimos tiempos la llamada novela
histórica? ¿Es ésta una tendencia perdurable o tan sólo una moda pasajera? ¿Constituye
la novela histórica un subgénero de corte realista al que recurre cierta clase de
escritor cuando la imaginación le falla? Las anteriores son quizá las principales
preguntas, entre muchas otras posibles, que cabe formular acerca del tema central de
este coloquio1.

Para aventurarles una respuesta habría que comenzar por lo evidente: en la


Antigüedad, la historia y la novela ocuparon lugares muy disímiles en la vida cultural,
siendo entonces el género de la ficción narrativa uno de muy precaria existencia.
Transcurrido el largo colapso medieval de la cultura, cuya regresión teocrática y rupestre
apenas si fue perturbada por un que otro historiador aislado que quería acopiar
materiales sobre esa epopeya de realismo mágico que fueron Las Cruzadas o por la
nunca del todo rota tradición clásico-bizantina, la historia y la novela renacen en el
siglo xvi en Europa, al menos en tanto géneros reflexivos y conscientes, y de allí inician
su lenta y penosa emigración hacia otras latitudes.

En cuanto a la novela, existe consenso a la hora de decir que las piedras angulares
de su nueva vida fueron El Quijote y el ciclo de Rabelais, mientras para la historia, quizá
con menos autoridad, lo fueron libros como la Historia de Florencia de Nicolás Maquiavelo
o Historia de Italia de Guicciardini, pues contemplan multitud de reflexiones que no
estaban presentes en los escritos precedentes, pertenecientes por lo general a la
tradición épica y testimonial. Perogrullo insistiría al respecto en que no podía ser de
otro modo, ya que la historia y la novela son géneros para los cuales el libro impreso,
y el consecuente alfabetismo de capas crecientes de la sociedad, eran condiciones de
desarrollo sine qua non.

Una primera conclusión se hace inevitable y es que a despecho de la presunta


autonomía de la actualidad, o sea, a despecho de aquella hipocondría del presente
que impera en la cultura espontánea de hoy y que se deriva sin duda del afán que
1
El presente ensayo fue leído durante un coloquio sobre la novela
histórica que tuvo lugar en Viena en octubre de 1993.

6 II ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES


todos tenemos por encarar nuestras vidas sin demasiados vacíos, la historia crítica, y
más aún la ficción narrativa, son géneros jóvenes en el milenario reino de la civilización,
y con más veras lo serán en la América Latina donde habría que calificarlos de
géneros adolescentes.

Decíamos que el contagio fue lento y penoso —lamentablemente la cultura no


tuvo en la América colonial el carácter fulminante que tuvo la viruela— y ello debido a
que España solía exportar soldados, clérigos de medio pelo, campesinos pobres,
criminales, vagabundos, no su intelligentzia, que de todas maneras ya en el siglo xvii
vivía la decadencia de lo que fuera una brillante sociedad multiétnica, sepultada entre
misales y agua bendita por los hieráticos y atolondrados monarcas de la Casa de
Austria. Decía don Francisco de Quevedo sobre el rey Felipe iii, aquel que remató la
faena con la expulsión de medio millón de moriscos: «se habla de su vida con mucho
más lástima que de su muerte».

El contagio no podía por lo tanto dejar de estar lleno de vicios y de simulaciones


crepusculares. En lo que hace a la historia, los cronistas de Indias ciertamente se
cuentan entre las fuentes privilegiadas de la del continente, si bien la perspectiva casi
siempre teocrática y excluyente que asumían sus esforzados autores descarta de
salida la reflexión consciente. Entre otras cosas, se trataba de la historia de España,
por cuanto a una colonia no le asistía el derecho a tener historia autónoma, de suerte
que la irrupción propiamente dicha del género en el Nuevo Mundo se pospuso hasta
comienzos del siglo xix, cuando una multitud de autores, por lo general improvisados,
tuvo el mérito de intentar la comprensión y documentación de esa flor tóxica y exótica
que a lo largo y ancho del continente se denominó la Guerra de Independencia. Y en
lo que hace a la novela, su presencia en América es si se quiere incluso más tardía,
pues se inicia con El Periquillo Sarniento de Fernández de Lizardi, obra relativamente
endeble publicada en México por entregas en 1816.

De regreso a los días proto-optimistas del Renacimiento europeo, origen del contagio,
en ambas disciplinas imperaban actitudes que las indujeron a la mutua antipatía. De
salida, partían de definiciones de verdad antagónicas, como lo sintetiza muy bien la
Enciclopedia de Diderot y D’Alembert, la cual dice bajo el epígrafe de «Historia»: c’est
le récit des faits donnés pour vrais; au contraire de la fable, qui est le récit des faits
donnés pour faux... [«es el relato de hechos dados por verdaderos; al contrario de la
fábula, que es el relato de hechos dados por falsos»]. Aunque no siempre se trató de
una antipatía frontal y razonada —el narcisismo de una actividad implica además su
ejercicio con una cierta exclusión de referentes externos— esta relación agridulce
duró hasta principios de este siglo.

Hubo sí un puñado de transgresores: sir Walter Scott, Charles Dickens, León


Tolstoi, Flaubert, Balzac, Jules Michelet, Jacobo Burckhardt, para nombrar tan sólo a
los más destacados precursores de la novela histórica. Pero incluso ellos, con
contadísimas excepciones, no solían aventurarse muy lejos de sus propios entornos y
preferían explorar tiempos que les resultaran recientes, o por así decirlo, preferían

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trabajar con cuerpos que estuvieran todavía tibios. Apartarse de esta regla era
considerado un acto temerario, como se lo reprochó Sainte-Beuve a su amigo Flaubert,
atribuyendo a la lejanía temporal de los hechos narrados lo que el crítico consideró era
el patente fracaso de Salambô.

Muchas circunstancias de época contribuían a que la antipatía subsistiera. Al


tiempo que el escritor de ficción veía en el historiador un frío ratón de biblioteca, un
practicante de la prosa seca y estática, un estudioso sin calor humano, sin imaginación
y sin sentido del humor, el historiador, que había debido reaccionar contra las «fábulas
que hacían que el origen de todos los pueblos pareciera absurdo», para citar otra vez
a la famosa Enciclopedia, seguramente pensaba que el novelista que se metía con la
historia lo hacía a título de fabulador mentiroso, ensimismado y carente de rigor; la
verdad estaba en los hechos, o más sutilmente en los valores de una Patria que era
preciso cimentar, en las buenas costumbres y en la religión de los mayores que era
preciso conservar, y cuando manos impías se entrometían en estos ámbitos sagrados
solía ser para hacerlos blanco de dardos inmerecidos.

Al historiador le interesaba lo general y lo político, le interesaban los grandes


héroes o los grandes criminales, desde cuyo panteón de rígidas estatuas podía valorar
el origen y estado de la sociedad, o explorar una visión del mundo, fuera ésta del signo
ideológico que fuera, mientras al novelista crecientemente le interesaba lo particular,
el pequeño detalle significativo que entraña muchos otros. El historiador escribía y
narraba con mayor o menor fortuna estilística pero siempre con una intención inmediata
y con un propósito superior, en tanto el novelista lo hacía en procura de la arquitectura
expansiva de las soluciones estéticas, con el fin de extrapolar a partir de ellas el gran
panorama de la condición humana.

La intangibilidad de las paralelas parecía prolongarse sin puntos de contacto a la


vista, y si por un instante nos detenemos al azar en un día soleado de 1870, hace 123
años, la veremos reinar en todo su esplendor. Mientras Emma Bovary, el personaje, y
el tratamiento literario que Flaubert le dio en su famosa novela revolucionaban al
mundo de las letras, su equivalente no ficticio carecía del menor estatus histórico: era
apenas una mujer como las hay por gruesas en la campiña francesa. La ciencia
histórica simple y llanamente no podía rebajarse a considerar el suicidio de una mujer
adúltera; era, a lo sumo, un tema para la caridad cristiana.

¿Cuál era en el mundo occidental —y entre la pequeña minoría ilustrada de la


América Latina— la percepción que se tenía entonces del sentido de la historia?
Predominaba todavía la lectura romántica con su visión augusta y hierática del pasado,
si bien las teorías relativas al origen del valor en la sociedad se fueron escindiendo
paulatinamente en tres vertientes contrapuestas, la cristiana, la liberal y la social-
demócrata radical, cada cual con su concepto de ciencia y su exégesis de los orígenes
de la humanidad. En cualquier caso, el pasado —fuese éste augusto o estuviese lleno
de crímenes— se interpretaba siempre como soporte de alguna actitud presente.

8 II ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES


¿Y cuál era entonces en Europa —porque en 1870 el género seguía en pañales
en América Latina— la percepción que se tenía de la novela? Si es permisible destilar
el lector implícito en los más lúcidos practicantes del género, diríamos que imperaba el
realismo omnisciente de tercera persona y que culminaban aquellos vastos y elaborados
cuadros de costumbres, históricos o no, que habían acometido los grandes autores del
siglo. Balzac, que llevaba 20 años muerto, era universalmente admirado; Dickens
agonizaba también en la gloria; y en Rusia acababa de publicarse la obra que daría
fama universal a León Tolstoi: La Guerra y La Paz.

Empero, los más audaces no se conformaban con eso y partían a la conquista de


la intimidad del personaje. Por el camino, muy pronto tuvieron que replantearse la
relación, entre afectiva y cruel, del narrador con sus engendros, y así nacieron los
primeros exponentes consumados de este tipo de novela, entonces futurista. Entre
ellos se destacan dos obras maestras construidas con elementos similares, una mujer
mediocre que comete adulterio y su suicidio final a causa de las complicaciones que
derivan de su infidelidad: además de la ya mencionada Madame Bovary, está Ana
Karenina, novela que bien puede definirse como la epopeya de un narrador carcomido
por la culpa, que arrincona a una mujer de su propia fantasía y la obliga a echarse bajo
las ruedas de un tren. Entre tanto, otros apostaban al naturalismo para el cual la
naturaleza salvaje de la economía de la época ofrecía materia prima en abundancia
—hablo, por ejemplo, de Zola— y todavía otros seguían a Dostoievski por aquel
sendero místico y visceral que vendría a desembocar en el expresionismo del siglo xx.
Ahora bien, en los ciento veintitrés años que nos separan de ese día soleado de
1870, la verdad buscada y el objeto de estudio de la historia han sufrido cambios
decididamente radicales. No creo estar descubriendo el agua tibia si digo que los
primeros golpes que dieron al traste con el optimismo romántico —aún imperante
entre ciertos «historiadores» espontáneos que se dan silvestres en la América Latina—
provinieron de la teoría darwiniana de la evolución, con su crítica demoledora de las
cosmogonías, y del materialismo histórico, con su visión antagónica de la armonía
social y su praxis utópico-religiosa que acaba de venirse abajo con estruendo. A lo
anterior se agregaron, unos años más tarde, las teorías psicológicas de Sigmund
Freud, que dieron el tiro de gracia al optimismo, poniendo al descubierto el inconsciente
y la compleja red instintivo-sexual que subyace a la vida familiar e individual. No sólo el
hombre tenía un origen bastardo en la evolución de los primates, no sólo estaba
condenado a vivir en un medio social agresivo y sin armonías a la vista, sino que traía
a un niño perverso y polimorfo en el origen de la subjetividad. Menudo desencanto
para el amigo Cándido.

Luego vinieron crisis y aportes menos espectaculares, menos totalizadores, pero


acumulativamente definitivos: la teoría de la familia y de las relaciones de poder entre
los sexos, el consecuente interés por la cotidianidad, el estudio y la crítica de la religión,
la explosión de las distintas ciencias humanas y su influjo en la percepción de la vida
social de las distintas épocas del hombre, la evidencia del prolongado deterioro de la
ecología, el urbanismo, entre otros. Como diría el poeta: «nosotros, los de entonces, ya
no somos los mismos».

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En ese mismo lapso de ciento veinte años la ficción literaria —para no meternos
con la cinematográfica— tuvo uno de sus períodos más esplendorosos y explosivos;
fue al fondo de la subjetividad, vivió hasta el absurdo el mito prometeico del autor como
omnipotente y caprichoso dios del fuego que ha robado, exploró una compleja
arquitectura de relaciones ficticias y reales que apenas si se vislumbraba a finales del
siglo xix, intentó con mayor o menor fortuna una inmensa variedad de combinaciones
estilísticas (o polifonías, que diría Bajtín), incluidas utopías literarias fallidas por el estilo
del nouveau roman con su actitud como conejillo de indias de la lingüística y del
estructuralismo, se alió con las más diversas posiciones filosóficas, asumió el punto de
vista del loco, del retrasado mental y del antisocial, y a estas alturas se halla en un
territorio de decantaciones, ambiguo pero fecundo, audaz pero riguroso, que es la
novela contemporánea.

Regresemos por un momento al lío de la verdad histórica. ¿Consiste hoy por hoy la
verdad histórica en la simple cliometría y en la reconstrucción «científica» de los hechos
según los criterios e intereses de las distintas ciencias humanas, adicionadas con el
análisis de la intención o intenciones, valor o valores, ideas o prejuicios de los
protagonistas individuales o colectivos? En parte sí, pero en su forma escueta esta
verdad objetiva deja insatisfecho al receptor culto. O para verlo de otro modo, lo que
en últimas ha hecho crisis es un modelo de comunicación, signado de tiempo atrás por
la ineficacia y la frialdad.

No está, por ejemplo, resuelta en historia o no se ha incorporado de lleno a su


metodología, la constatación hecha por la práctica psicoanalítica según la cual el
presente no es simplemente el presente, sino que es la última capa de una serie de
presencias que se acumulan y sintetizan, que están presentes a distintos niveles de
conciencia y de recordación en la mente y en los actos que realiza el individuo. De ahí
que uno de los principales objetivos del método psicoanalítico sea desmontar los
mecanismos de defensa que impiden vivenciar el pasado, claro, con el fin de lograr una
progresiva catarsis de su influencia sobre el presente. ¿Será posible hacer una catarsis
semejante con los accidentes y traumas de la historia?

No es nuestro propósito hacer aquí profecías u ofrecer soluciones a la benemérita


ciencia histórica, de la que somos devotos amateurs, pero a despecho de muy
interesantes experimentos recientes —mencionemos tan sólo los de Georges Duby y
Norman Cohn— el lector de historia tiene derecho a preguntarse: así contadas, con
ese enfoque objetivo y multifacético al que ha llegado la ciencia, ¿qué tienen que ver
conmigo la derrota de la utopía de Simón Bolívar o el suicidio de Getulio Vargas? Los
historiadores siguen refinando su respuesta, y alrededor de temas como los citados se
han escrito infinidad de libros, si bien muchos seguimos encontrando que la versión del
historiador es insuficiente, o para desviar la discusión de nuevo, proponemos que
existe una dimensión de la verdad histórica que tiene notables implicaciones literarias:
la verdad de cuánto el pasado gravita sobre el presente.

10 II ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES


Abundemos recurriendo a otra correspondencia —el término que inventó
Baudelaire en su célebre soneto permite armonías insospechadas— en esta ocasión
en paralelo con la arqueología, una ciencia cuyo método la induce a ser sumamente
audaz. Los arqueólogos nos dicen cómo vivían y qué hacían, por ejemplo, los mayas.
Sin embargo, sus esforzadas conjeturas parten de indicios muy precarios y casi nunca
son seguras, ya que todo nuevo hallazgo los lleva a matizarlas o incluso, de tanto en
tanto, los obliga a cambiarlas de golpe: ¿por qué desapareció el imperio maya?, ¿qué
decían los códices que quemó el monje franciscano fray Diego de Landa para gran
consternación —dolor infinito diría el romántico— de los indios? Paradoja de
paradojas, al tiempo que la arqueología ofrece sus interesantes aunque precarias
ficciones científicas, la cuidadosa y verosímil ficción literaria o cinematográfica podrá
aventurar, acaso con mayor fortuna, las que le son propias.

Cuenta a su favor la ficción de lo pretérito con una verdad de a puño: la mayoría de


lo que sucedió en el pasado se desconoce y se seguirá desconociendo, a pesar de los
ingentes esfuerzos del científico; y si nos presionan mucho, los discípulos de santo
Tomás apóstol siempre podremos recordar que ninguno de los vivos estuvo allí o que,
si acaso, estuvieron los muy viejos, aquellas «enciclopedias vivientes» que se van
muriendo, como dice una metáfora al uso. Restan ruinas más o menos bien conservadas,
libros más o menos veraces, impresos y manuscritos más o menos dicientes, obras de
arte más o menos expresivas, pero el grueso de lo pasado desapareció sin remedio.
Y en esas latitudes de grosera incertidumbre, sólo la imaginación, reino privilegiado de
los artistas del relato, puede sacarnos del limbo de lo perdido.

Volvamos brevemente a la pregunta que hacíamos atrás y reformulémosla agregando


una expresión muy común de la lengua española: ¿qué tiene que ver conmigo la
derrota de la utopía de Simón Bolívar, puesta de presente? Mucho, responderá el
escritor, a lo mejor a través de una novela de esas que llaman históricas, porque en
eso de poner de presente la imaginación narrativa está en su medio; poner de presente
es su aspiración natural, su reto, poner en el eterno presente del lector una sucesión
decantada de hechos y de personajes injertos en espacios consecutivos y regidos por
la fuerza cohesiva de una tradición estética que se remonta hasta Homero.

Claro, la reconstrucción puede no ser historicista, ya que por encima de la fidelidad


a la verdad objetiva que tantos espíritus parroquiales exigen del novelista, la imaginación
tiene otras prelaciones. ¿Por qué habría de ser objeto de la literatura la reconstrucción
realista de un ambiente pretérito, si hace mucho que el realismo dejó de ser el criterio
predominante en la novela del presente o de escaso sesgo histórico? Entre otras
cosas, existen tradiciones milenarias que justamente se han pretendido verdaderas al
tiempo que recurrían a la más extrema de las fantasías; baste recordar la hermenéutica
religiosa, con sus santorales extravagantes y sus leyendas de la «invención de la
cruz», o las teorías relativas al origen de los indios americanos, o la iconografía de la
pintura flamenca según la cual la Tierra Santa habría estado poblada por holandeses.

BAZAR DE VOCES 2009 11


Al respecto, no cabe llamarse a engaño: la «licencia poética» nada tiene de raro,
como que la autoridad, licenciosa o no, está hecha para mandar. Por eso, la reprimenda
de la exactitud fue mandada muy a... la historia, y en la actualidad uno de los principales
retos del novelista está en escoger la dosis de realismo y de fidelidad a los hechos
conocidos que mejor convenga a su obra. Inclusive se dan casos extremos de lectura
personal. Ada o el Ardor, la novela de Nabokov, tiene lugar a mediados del siglo xix,
pero espacialmente se sitúa en una provincia que sólo cabe llamar «de narcisismo de
autor», y cada que a éste le viene en gana se saca del cubilete trasuntos de Marcel
Proust, para entonces un ilustre desconocido, o pone a funcionar proto-cinematógrafos
y otros juguetes de su niñez peterburguesa que el siglo aludido no se dignó inventar
a tiempo para solaz del noble maestro.

Lejos estamos de recriminar al astuto Vladimir por sus antojos; antes por el contrario,
en Ada el lector siente que los antojos se justifican en tanto objetos literarios, los cuales
se siguen eligiendo por su carácter de espejo cóncavo-convexo, o sea, por su
permeabilidad. No cualquier historia sirve para un proceso en el que la amplitud
asociativa de lo particular —hay incluso la tentación de decir la universalidad— sigue
siendo crucial. Ciertos personajes, ocasiones y episodios son novelables, otros no, y
en este aspecto predominan las consideraciones estéticas y estilísticas, amén de que
el novelista suele llegar al espacio y al tiempo de su narración con prejuicios: personajes
en esbozo, criterios de fantasía favoritos. Como siempre.

Una pregunta típica que se hace a sí misma toda novela adquiere un sesgo
interesante al ser formulada a la dimensión histórica: los elementos que no son
novelables, ¿por qué no lo son? No lo son porque resultan demasiado grises, o
demasiado evidentes, o demasiado famosos, o demasiado comunes y silvestres, o
porque representan sin saberlo clichés literarios. Sorprende, pero la respuesta casi
nada tiene que ver con la verdad objetiva de la historia, y en cambio depende de la
necesidad de poner en manos del lector un conjunto heterogéneo que, pese a su
diversidad, llegue a ser una verdad subjetiva con vida autónoma. Es decir que si
alguna cosa debe depurar la literatura de la historia es su naturalidad, su caos.

Consideremos por un momento una casa señorial que ha sido demolida. Surgen
inquietudes espontáneas: ¿quién la habitó, qué sintió esa persona en los diversos
episodios que vivió la casa, cuándo se alejó de ella por primera vez, por qué volvió,
cómo desapareció por fin esa persona, quién demonios tuvo la idea de demoler la
casa? El vacío, el silencio de la piedra demolida invita a «solucionar» semejantes enig-
mas. Por lo demás, dado que la literatura de ficción pobló el mundo de manera muy
fragmentaria, además de tardía —es su naturaleza— la tentación de regresar, parecida
a la tentación plástica de rehacer frescos envejecidos o de adornar las paredes vacías
de los palacios, es muy poderosa.
Opino pues que la novela histórica no es ni una moda, ni un subgénero realista,
sino que el pasado representa una dimensión natural y casi diría privilegiada de la
ficción, un territorio que los narradores hemos ido redescubriendo y elaborando, ante

12 II ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES


todo ahora que los historiadores nos han dotado con tantos y tan sutiles instrumentos
para examinar lo pretérito en su diversidad. Viejos ladrones del fuego y usurpadores
locuaces de las adustas metodologías que cocinan los científicos, los escritores nos
hacemos otra pregunta a la que tampoco han podido responder ni el historiador ni el
filósofo: ¿el mundo progresa? En lo que hace a la literatura hay la tentación de decir
que sí, que progresa, o que si no progresa, al menos nos entretiene con nuevos
juguetes que dan matices inesperados a nuestra muy vieja y muy querida obsesión por
meternos en el vedado territorio de lo ajeno.

*Fundador de la revista y editorial El Malpensante

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PROGRAMACIÓN

Ciclo Literario Junio 24 al 26

MIÉRCOLES 24 DE JUNIO
9:00 a.m. Inauguración oficial
Plenaria. Casa de la Cultura, Sala de Conferencias «Humberto Jaramillo
Ángel». Gobernador del Quindío, Alcalde de Calarcá, Autoridades, grupo
promotor, medios de comunicación.
10:00 a.m. La Historia de la Novela Histórica
Conversación. Teatro de la Casa de la Cultura.
Participantes: William Ospina, Fernando Cruz Kronfly.
11:00 a.m. De la historia a la ficción, casos de novela
Conversación. Teatro de la Casa de la Cultura.
Participantes: Juan Esteban Constaín, Fernando Quiroz.
2:30 p.m. La Novela Histórica en el Eje Cafetero
Mesa Redonda. Casa de la Cultura, Sala de conferencias HJA.
Participantes: Carlos Alberto Castrillón, Orlando Mejía Rivera, César
Valencia Solanilla. Moderador: Jaime Lopera.

3:30 p.m. El ambiente y el personaje, dos perspectivas en la


Novela Histórica
Conversación. Casa de la Cultura, Sala de conferencias HJA.
Participantes: Fabio Martínez, Luis Ernesto Lasso.
5:00 p.m. La Novela Histórica en el Quindío
Conversación. Casa de la Cultura, Sala de conferencias HJA.
Participantes: Susana Henao, Umberto Senegal, Luis Eduardo Gallego
Valencia.
7:00 p.m. Recital de poesía. Poemas de «Luis Vidales»
Teatro de la Casa de la Cultura.
Participantes: William Ospina, Martha Lucía Usaquén, Esperanza
Jaramillo, Elías Mejía, Martha Elena Hoyos, Jorge Julio Echeverry.

JUEVES 25 DE JUNIO
9:00 a.m. Construcción y Formato de una Novela Histórica
Conversación. Casa de la Cultura, Sala de conferencias HJA.
Participantes: Fabio Martínez, Nahum Montt.

14 II ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES


10:00 a.m. Balzac y Tolstoi, dos cumbres de la Novela Histórica
Conferencia: Casa de la Cultura, Sala de conferencias HJA.
Presentación: Leonel Giraldo.
11:30 a.m. La crítica literaria frente a la Novela Histórica como
género literario.
Conversación. Casa de la Cultura, Sala de conferencias HJA. Participantes:
Álvaro Pineda Botero, César Valencia Solanilla, Luis Ernesto Lasso.

2:30 p.m. «El General en su Laberinto» de García Márquez y


« La Ceniza del Libertador» de Fernando Cruz Konfly
Conversación. Casa de la Cultura, Sala de conferencias HJA.
Participantes: Fernando Cruz Kronfly, Fernando Jaramillo.
3:30 p.m. Café Converso.
Casa de la Cultura, Plazoleta.
-Políticas de Literatura y de la Red Nacional de Talleres de Escritura
Creativa - Renata / Lectura de textos literarios.
Participantes: Nahum Montt, Director Red Nacional de Talleres Literarios
Renata, Ministerio de Cultura, integrantes Taller Renata Quindío, Estudiantes
Universidad del Quindío.
7:00 p.m. El periodismo en la novela: Otra forma de hacer novela
Conversación. Casa de la Cultura.
Participantes: Fernando Quiroz, Leonel Giraldo.

VIERNES 26 DE JUNIO
9:00 a.m. El novelista histórico, ¿recreador o desertor de la realidad?
Conversación. Casa de la Cultura, Sala de conferencias HJA.
Participantes: Alister Ramírez Márquez, Susana Henao, Orlando Mejía
Rivera, Libaniel Marulanda.
9:00 a.m. La novela histórica y la realidad colombiana
Conversación: Penitenciaría de Peñas Blancas.
Participantes: Fabio Martínez, Luis Ernesto Lasso.
10:30 a.m. Claves para leer la novela histórica
Mesa redonda. Casa de la Cultura, Sala de conferencias HJA.
Participantes: Escritores invitados.
Moderador: Carlos Fernando Gutiérrez.
11:30 a.m. Clausura
Casa de la Cultura, Sala de conferencias HJA.
Participantes: Juan Felipe Gómez, lectura de cuento.
Jaime Lopera, a nombre del Grupo Promotor.
*Anuncio: III Encuentro Nacional de Escritores 2010, con temática EL CUENTO.

BAZAR DE VOCES 2009 15


Ciclo Pedagógico
Junio 1 al 5 y junio 12-13

El lector da sentido a la literatura. Cada vez que alguien abre un libro, su contenido
se revela como un universo cercano en el que la persona, a medida que avanza por
las páginas, se encuentra consigo misma y reconoce toda una fuente de valores
culturales y sociales en lo que está escrito. Esta interacción lector-libro tiende a debilitarse
por factores como la inmediatez y la insustancialidad de los nuevos medios y plataformas
de lectura. De ahí la importancia de generar espacios pedagógicos para fortalecer la
relación entre el lector (joven principalmente) y el libro como contenedor de toda una
tradición.

La promoción de la lectura y la literatura en general debe ser el objetivo principal


en un evento que reúna a escritores y críticos. El II Encuentro Nacional de Escritores
luis vidales, al consolidarse como un evento emblemático para la Cultura y las Letras
del Quindío, debe proyectarse como un espacio con participación masiva de lectores.
Se trata de pensar y compartir la literatura no sólo entre quienes la producen y la
estudian, sino entre aquellos que la disfrutan como obra artística o por mero
entretenimiento.

En este sentido, como parte del programa general del Segundo Encuentro Nacional
de Escritores luis vidales, se presenta el Ciclo Pedagógico dirigido a la población
estudiantil y la comunidad de Calarcá. Los jóvenes estudiantes y la comunidad
calarqueña, junto con algunos de los más importantes escritores regionales y
nacionales, son los principales invitados para rendirle homenaje a la obra y la memoria
del poeta luis vidales.

El Ciclo Pedagógico se realiza con el propósito de sensibilizar y acercar a los


estudiantes y la comunidad calarqueña al tema que en esta versión presenta el
encuentro: La Novela Histórica. Cuatro colegios y la Casa de la Cultura de Calarcá son
los espacios en los que se presentará el programa introductorio al tema.

Con la participación del artista Luis Hernán Arango Gómez y dos miembros del comité
organizador del encuentro, se propone una presentación de 1 hora y 15 minutos en
cada uno de los cinco espacios.

Juan Felipe Gómez Cortés

16 II ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES


PROGRAMACIÓN

1 AL 5 DE JUNIO
INTRODUCCIÓN A LA NOVELA HISTÓRICA
Video promocional II Encuentro Nacional de Escritores.
Contextualización sobre el tema de la Novela Histórica.
Lectura de fragmentos de novelas históricas.
Cuentería.
Participantes: Renata: Carlos Fernando Gutiérrez, Juan Felipe Gómez
y José Rodolfo Rivera.

LUNES 1 DE JUNIO: CASA DE LA CULTURA 10 a.m. - 11 a.m.


MARTES 2 DE JUNIO: COLEGIO SAN BERNARDO - 10 a 11 a.m.
MIÉRCOLES 3 DE JUNIO: COL. JESÚS Ma. MORALES
-LA VIRGINIA- 10 a 11 a.m.

JUEVES 4 DE JUNIO: COLEGIO LEÓN DE GREIFF - 10 a 11a.m.


VIERNES 5 DE JUNIO: COLEGIO BAUDILIO MONTOYA - 10 a 11a.m.

12 y 13 DE JUNIO
HISTORIA Y TRADICIÓN: LEYENDAS ORALES
Cuentería y animación de lectura.
Participantes: Fundación Torre de Palabras, Cuenteros

VIERNES 12 DE JUNIO: PLAZA DE BOLÍVAR DE CALARCÁ - 3:00 a 5:00 p.m.


SÁBADO 13 DE JUNIO: PARQUE DE VERSALLES DE CALARCÁ - 3:00 a 5:00 p.m.

BAZAR DE VOCES 2009 17


Ciclo
Cinematográfico
Junio 18 al 23

Cometer una traducción idiomática o intentar la adaptación de cualquier obra


literaria para llevarla al cine, al teatro o a otro código o soporte expresivo, se ha
entendido como una aventura para «traidores».

Sin embargo, esta sentencia lapidaria no es exacta, por lo menos para el caso de
la transformación de palabras en imágenes en movimiento, porque las adaptaciones
cinematográficas o teatrales, constituyen obras nuevas, nuevas realidades y, por
tanto, experiencias estéticas diversas y originales. La obra literaria, aquella escrita por
el autor, no es la misma que adapta el guionista o el director de cine; es la obra leída
por el creador del artificio de la adaptación, la que llega a tomar rostro, en la pantalla.

Aunque esto también se podría decir de la historia o, si lo prefieren, de La Historia


oficial, cuando esta intenta «traducir», léase interpretar, los hechos de la realidad,
para dejar registros de su ocurrencia, en forma de estudios y relatos con «valor
objetivo», a una posteridad casi siempre desprevenida y crédula, que se mueve bajo la
influencia de la ideología y los intereses políticos ligados al poder de turno.

Adaptación, traducción o versión, serán términos reduccionistas si no entendemos


todo lenguaje como el centro de un dialogo creativo, espiritual y cultural en el que cada
nuevo producto, cada nueva lectura es una nueva obra. Para el caso del cine podríamos
decir que, de las artes, es la más parecida a la historia o al sueño de la historia, pues
el llamado séptimo arte no es una metáfora de la realidad sino la realidad misma. Por
eso en este ciclo de adaptación, historia, literatura y cine, queremos retornar a la
esencia subjetiva de la realidad y su representación, sus sentimientos, entornos y
pensamientos hechos imagen.

Alejandro Herrera Uribe

18 II ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES


PROGRAMACIÓN

CINE,
HISTORIA Y
LITERATURA

Participantes: Consejo de Cinematografía del Quindío, Cine Club Caicedo

JUEVES 18 DE JUNIO: EL PERFUME - 3:30 p.m.


JUEVES 18 DE JUNIO: AGUIRRE O LA IRA DE DIOS - 7:30 p.m.

VIERNES 19 DE JUNIO: BANDERAS DE NUESTROS PADRES - 7:30 p.m.

SÁBADO 20 DE JUNIO: EL CUBO CINEMATOGRÁFICO, Entre la Historia y el cine.


Conversaciones con el crítico de cine, Luis Londoño de la Pava - 3:30 p.m.

SÁBADO 20 DE JUNIO: CARTAS DESDE IWOJIMA - 7:30 p.m.

MARTES 23 DE JUNIO: EL MERCADER DE VENECIA - 3:30 p.m.


MARTES 23 DE JUNIO:
Conversación sobre cine, adaptación e investigación histórica con los directores de
cine colombiano: Victor Gaviria y Lisandro Duque - 7:00 p.m.

BAZAR DE VOCES 2009 19


EL PAÍS DE LA CANELA (fragmento)

William Ospina
Nació en Padua ,Tolima, en 1954. Fue estudiante de derecho y ciencias políticas
en la Universidad Santiago de Cali, y a su retiro de la misma, en 1975, se dedicó al
periodismo y la literatura. Vivió en Europa de 1979 a 1981, en ese año regresa a
Colombia y se radica en Bogotá. En 1982 ganó el Premio Nacional de Ensayo de la
Universidad de Nariño, Pasto, con el ensayo Aurelio Arturo, la palabra del hombre.
En 1986 publicó su primer poemario: Hilo de Arena. A partir de entonces empieza
una dedicada labor ensayística y poética.
En sus ensayos ha reflexionado sobre temas como la política, la Historia, la
globalización, la modernidad, y sobre todo la literatura. Entre sus volúmenes de
ensayo sobresalen: “Es tarde para el hombre”, “¿Dónde está la franja amarilla?”,
“Las auroras de sangre”, “La herida en la piel de la diosa” y “La decadencia de los
dragones”. En el 2005 publicó su primera novela, “Ursúa”, con la que inicio una
trilogía sobre la conquista de América y el hallazgo del río Amazonas. La segunda
parte de la trilogía es “El país de la canela” que apareció a finales del 2008. En la
actualidad trabaja en la última parte cuyo título será “La serpiente sin ojos”.

La primera ciudad que recuerdo vino a mí por los mares en un barco. Era la
descripción que nos hizo mi padre en su carta de la capital del imperio de los incas. Yo
tenía doce años cuando Amaney, mi nodriza india, me entregó aquella carta, y en ella
el trazado de una ciudad de leyenda que mi imaginación enriqueció de detalles,
recostada en las cumbres de la cordillera, tejida de piedras gigantes que la ceñían con
triple muralla y que estaban forradas con láminas de oro. Tan pesados y enormes eran
los bloques que parecía imposible que alguien hubiera podido llevarlos a lo alto, y
estaban encajados con tanta precisión que insinuaban trabajo de dioses y no de
humanos ínfimos. Las letras de mi padre, pequeñas, uniformes, sobresaltadas a veces
por grandes trazos solemnes, me hicieron percibir la firmeza de los muros, nichos que
resonaban como cavernas —fortalezas estriadas de escalinatas siguiendo los dibujos
de la montaña—. No sé si esa lectura fue entonces la prueba de las ciudades que
había sido capaz de construir una raza: al menos fue la prueba de las ciudades que
es capaz de imaginar un niño.

Era una honda ciudad vecina de las nubes en la concavidad de un valle entre
montañas, y la habitaban millares de nativos del reino vestidos de colores: túnicas
azules bajo mantas muy finas de rosa y granate, bordadas con soles y flores; gruesos
discos de lana roja, amplios como aureolas sobre las cabezas, y sombreros que mi
padre sólo acertaba a describir como bonetes morados que caían sobre un vistoso
borde amarillo. Gentes de oscuros rostros de cobre, de pómulos asiáticos y grandes

20 II ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES


dientes blanquísimos; hombres de silencio y maíz que pasaban gobernando rebaños
de bestias de carga desconocidas para nosotros, bestias lanosas de largos cuellos y
mirada apacible, increíblemente diestras en trotar por cornisas estrechas sobre el
abismo.

Me asombró que lo más importante de la ciudad no fueran esos millares de nativos


que se afanaban por ella, ni esos rebaños de llamas y vicuñas cargados con todas las
mercaderías del imperio. Lo más importante eran los reyes muertos: momias con aire
de majestad que presidían las fortalezas, monarcas embalsamados encogidos en sus
sillas de oro y de piedras brillantes, vestidos con finos tukapus de lana de vicuña,
cubiertos con mantas bordadas, con turbantes de lana fina adornados de plumas, y
encima la mascapaycha real, una borla de lana con incrustaciones de oro sobre los
cráneos color de caoba. Cada muerto llevaba todavía en las manos resecas una
honda con su piedra arrojadiza de oro puro…

LAS CENIZAS DEL LIBERTADOR (fragmento)

Fernando Cruz Kronfly


Nació en la ciudad de Buga el 8 de abril de 1943. Es Doctor en Derecho y
Ciencias Políticas de la Universidad La Gran Colombia de Bogotá. En 1996 la
Universidad del Valle le concedió el Doctorado Honoris Causa en Literatura y la
distinción de Maestro de Juventudes. Fue Jefe del Departamento de Literatura e
Idiomas, Universidad Santiago de Cali (1970-1972), Director de la Revista Fin de
Siglo, editada por la Universidad del Valle durante sus primeros cuatro números.
Fue profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad
Santiago de Cali desde el año 1970 a 1977 y de la Universidad Libre de Colombia
Seccional Cali hasta la década del 90. Sus libros han sido traducidos al francés y
ucraniano. Ha viajado por los Estados Unidos de Norteamérica, Venezuela, México,
Brasil, Argentina, España, Alemania, Dinamarca, Marruecos, Canadá, Francia,
Portugal, Ecuador y Chile dando a conocer su obra. Entre sus obras se destacan:
Falleba-Cámara Ardiente, La Ceniza del Libertador y La Caravana de Gardel.

«Y sin embargo de todas sus glorias pasadas debe enfrentar el destierro, la


impugnación de la baba, la pavorosa nada de un hastío sin espacio y sin tiempo que lo
empuja hacia un viaje que no es de huida de lo concreto sino simple hijo del desengaño.
Su Excelencia ha decidido partir para siempre».

«La promesa de alejarse para siempre debe cumplirse. Su Excelencia busca la


mar, desea vomitar allí sus humores y partir para siempre».

BAZAR DE VOCES 2009 21


«Su Excelencia camina como puede hasta el castillo de popa y agita su bicornio
azul. Y no deja de hacerlo hasta desaparecer en lo invisible. Sabe que todo aquello es
el comienzo del fin, y deja caer, contundente, toda su cabeza entre sus manos...»

«Sólo el transcurso del día consigue la dispersión. Hacia el comienzo de la noche


la orilla del río está despejada, como un lugar donde las casas hubiesen ascendido al
cielo junto con sus habitantes y sus muebles. Cada quien decidió regresar a lo suyo,
llevándose consigo hasta los más menudos sentimientos del día. Difícil pero sucedió.
Lentamente, como lo es siempre lo gradual triste cuando ocurre a su modo. Pues se
trataba del retorno de cada quien, no a un lugar exacto sino a la bruma dentro de esa
cosa espesa, imprevisible y traicionera que ellos conocían con el nombre de historia
(...). Para casi todos, el sitio de destino no era ahora muy claro. Y muchos acariciaron
la idea de no volver, de diluirse como espantos entre los accidentes del camino (...). Y
no faltó quién creyó haber asistido a la despedida de Bonaparte, cuando abrazado al
general Petit partía hacia la isla de Elba, allá en Fontainebleau. Era tan solo la luz de
una imagen agrietada por el alcohol (...). Era el comienzo del fin». (P. 18). «Sólo una
semana antes él todavía controlaba el esplendor de su Quinta de Santafé, y había
gemido por última vez junto al tibio temblor de Manuela, custodiado por un puñado de
centinelas en duermevela y rodeado de todo el boato presidencial. Pero el giro de los
últimos días lo había decidido todo de un modo brutal (...). Acababa de repudiar el
poder político en sus manos para ahogarse a cambio en un inexplicable apocalipsis
voluntario. Venía de subastar sus últimos bienes y con lo poco que pudo recaudar
pensaba enfrentar con dignidad el futuro. Nada de aquello parecía posible al sentido
de los hombres ponderados pero él no conocía lo imposible. De pronto como una hoja
que el viento azota, siente él que un aire helado acomete sus pulmones…

Leonel Giraldo
Nacido en Calarcá. Fue codirector de las revistas de cine Guiones y Cinemes,
antes de entrar al campo periodístico en El Tiempo y otras publicaciones de la
capital. Su obra más conocida es el libro “Centroamérica entre dos Fuegos”, pero
también los ensayos literarios “Rompiendo el Silencio: Relatos de Nuevas Escritoras
Colombianas”. Actualmente es el gerente editorial de Planeta.

Fernando Quiroz
Nació en Bogotá en 1964. Fue editor cultural de la revista Semana y el diario El
Tiempo. Ha sido cronista de las revistas Soho y Gatopardo, y columnista de El

22 II ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES


Tiempo y de la revista Cambio. Publicaciones: “El reino que estaba para mí”,
(Conversaciones con Álvaro Mutis), Editorial Norma, 1993., “En esas andaba
cuando la vi” (novela), Editorial Planeta, 2002. “Esto huele mal” (novela), Seix
Barral (Grupo Planeta), 2006. [De esta novela, que va por la cuarta edición, Jorge
Alí Triana realizó un largometraje en 2007], “Justos por pecadores” (novela),
Editorial Planeta, 2008. [Novela finalista del Premio Iberoamericano de narrativa
Planeta – Casamérica 2008].

TRASPLANTE A NUEVA YORK (fragmento)

Álvaro Pineda Botero


Medellín, 1942. Escritor, crítico literario e investigador. Director del Taller de
Escritores, Universidad EAFIT. Premio nacional de Novela 1983 (Oveja Negra,
Universidad de Nariño). Jurado de concursos literarios. Ph.D. en literatura de la
Universidad Stony Brook de Nueva York, 1985. Finalista del concurso de novela
Plaza y Janés 1985 por la novela “Gallinazos en la baranda”. Como novelista ha
publicado: “El insondable”, “Díptico de Nueva York” y “El diálogo imposible”. Su
libro La Esfera Inconclusa: novela colombiana en el ámbito global (U. de Antioquia,
2006) es una rigurosa propuesta de interpretación literaria.

Ramón salió del tren subterráneo en la estación de Brooklyn. Venía de Manhattan.


Al llegar a la calle, el resplandor del sol de verano de las cuatro de la tarde le hizo
cerrar los ojos. Caminó un poco a ciegas por la acera, al Iado de algunos viajeros
anónimos, y mientras sus ojos se acostumbraban y se limpiaba el sudor, luchó por
deshacerse de las figuras grotescas de los hermafroditas que le llenaban el cerebro,
y por aliviar los oídos que todavía zumbaban por el tableteo de los trenes subterráneos.
Minutos más tarde llegaba. Entró. Encontró un aire quieto y un silencio helado, pero no
se inmutó: estaba acostumbrado a respirar los efluvios de ese caserón que habitaba
desde hacía diez años.

Cruzó el hall, buscó algo de tomar en la cocina y se dirigió al salón. Luego encendió
la radio y sintonizó su emisora favorita que a aquella hora transmitía el programa diario
de música barroca. Los acordes diáfanos de una época feliz, llena de un candor
primero, fluyeron triunfales y sin amenazas por las habitaciones, y Ramón se recostó
en el viejo sofá que parecía llamarlo con la voz de los recuerdos. Había llegado de
Colombia siendo poco más que adolescente con la intención de regresar pronto, pero
años de soltería solitaria fueron cayéndole como capas geológicas, amarrándolo a su
nueva cultura. Ya ni siquiera pensaba regresar. Ahora, en sus cuarenta y pico, enseñaba
español y dedicaba sus ahorros y su tiempo libre a la colección de objetos. Creía que

BAZAR DE VOCES 2009 23


Nueva York era una especie de capital de la era moderna donde confluía lo posible y
lo probable; y se sentía cómodo allí porque la ciudad estaba llena de seres tan
desarraigados como él.

No habían sonado cuatro compases cuando, movido por un impulso íntimo, se


dirigió a su escritorio. De la gaveta central tomó una página escrita a máquina, y
acercándose a la ventana leyó en voz alta, con entonación melodramática:

Nunca estaré seguro de las cosas que pasaron aquella noche de invierno cuando
Pámela y yo fuimos de paseo al cementerio. Caminamos por senderos y escaleras
bordeados de pinos, por colinas que eran verdes y se llenaban de flores en otras
épocas, pero que ahora estaban cubiertas por la nieve. Algunos faroles brillaban
entre la ventisca con reflejos discontinuos y sutiles. Sin luna ni estrellas, los pinos y las
lápidas tomaban un tono azuloso y artificial. Por vez primera la abracé; entonces supe
que la quería...

Las últimas palabras quedaron flotando en su mente y tuvo que controlar un par
de suspiros. Pensó que para continuar escribiendo tendría que leer y releer ese
primer párrafo, y esto era, en sí mismo, esfuerzo suficiente. Mil veces se había propuesto
escribir sobre sus amores de estudiante y otras tantas su proyecto había caído astillado
ante la dificultad insalvable de su melancolía.

Siempre sucumbía ante esas imágenes que se deformaban en siluetas singulares


y exóticas, y que luego quería materializar en tumbas y reflejos azulados en sus
ficciones. En su lírica nocturna había un centelleo que brotaba de la tiniebla misma y
hacía parte de ella, como si lo negro y lo luminoso, la muerte y el amor, fueran
vibraciones de un mismo impulso.

Temió que cuando surgiera su novela (nunca perdía las esperanzas), fuera una
narración fluida, blanda, sin contornos fijos, demasiado impregnada de su propia
alma; que fuera sólo la descripción de un cuerpo femenino, recuerdo e ilusión de
placer, siempre deseado pero ya, tal vez, inalcanzable. Para avanzar a partir de su
primer párrafo contaba con sus recuerdos, y si escribía, surgirían los signos a
borbotones. Pero comprendía que con sólo signos y recuerdos no se escriben novelas,
porque éstos y aquéllos más bien ocultan la verdad, dejando un rastro frondoso sin
coherencia ni razón. ¿Cómo controlar su proliferación? ¿Cómo destruir los excesos sin
destruirse? ¿Cómo esculpir la justa forma de su novela?

Ramón iba y venía casi con desespero sobre estas ideas. Con los objetos que
coleccionaba se sentía seguro. Pero las palabras... «¿qué son frente a las cosas?,
¿acaso una cierta espiritualización?, ¿cómo vaya describir esa fuerza que anima el
universo y se esconde en los objetos y en los hechos?». Tenía todavía la esperanza de
poder manejar algún día los signos del lenguaje, y se preguntaba si servían para
indagar en la naturaleza: «¿Es el nombre arquetipo de la cosa?, ¿en las letras de la
palabra Pámela está Pámela?»…

24 II ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES


PENSAMIENTOS DE GUERRA (fragmento)

Orlando Mejía Rivera


Bogotá, 1961.Escritor y médico. Magister en filosofía con énfasis en
epistemología. Profesor titular e investigador en el Programa de Medicina,
Universidad de Caldas. Colaborador habitual del suplemento Literario Papel Salmón
del periódico La Patria, de la Revista Universidad de Antioquia y de la Revista
Aleph. Ganador del concurso de novela Icfes-Cres Centro-occidente (1996) con La
Casa Rosada. Ganador del premio nacional de cultura en la modalidad de novela del
ministerio de cultura (1998) con Pensamientos de Guerra. Ganador del premio
nacional de ensayo literario ciudad de Bogotá (1999) con De clones, ciborgs y
sirenas. Ganador del premio de la Cámara colombiana del libro en la categoría
“mejor libro técnico y científico” (1999) con el libro De la prehistoria a la medicina
egipcia. Su cuento de ciencia ficción El Asunto García fue uno de los cuentos ganadores
del concurso Bogotá una ciudad que sueña (1997) y ha sido publicado en varias
antologías colombianas, entre las cuales está Los Contemporáneos del porvenir.
(Primera antología de Ciencia Ficción Colombiana) (2000) cuyo editor fue René
Rebetez. Además este cuento fue traducido al alemán y publicado en Und Träúmten
Von Leben. Erzählungen aus Kolumbien. Peter Schultze-Kraft (Hrsg). Zurich, Edition
8 Reihe Durían. 2001. Su novela inédita titulada “El enfermo de Abisinia”, que
recrea los últimos meses de la vida del poeta Arthur Rimbaud, fue publicada en
enero de 2008 por editorial Bruguera en Barcelona (España). Otros textos suyos
han sido traducidos al alemán, italiano, francés y húngaro.

Uno
Camina con los ojos vendados desde hace varias horas. Le duelen los pies y los
muslos como cuando era niño y su padre lo llevaba a la finca del abuelo a ver el hato
de vacas recién paridas y los caballos comprados a los gitanos. También le duele la
cabeza golpeada por la manopla de color gris, fue lo último que vio antes que le
colocaran la venda de lana negra que le produce picor en los párpados. Siente la
respiración armónica de los demás hombres, dos de ellos lo llevan cogido de los
brazos para que no caiga en el suelo irregular y a veces montañoso; huele a campo,
a esencia de eucaliptos, a viento de la montaña.

Escucha las voces del que parece el jefe del grupo, deben evitar las trochas de la
izquierda, les ordena caminar más rápido, alguien tose y él percibe el sonido de un
salivazo grueso golpeando quizá una piedra. Va silencioso, trata de que los otros no
se den cuenta de su cansancio y de su molimiento, le dan ganas de llorar cuando se le
aparece en la mente la imagen de su niño Sebastián, cinco años de felicidad y orgullo
de padre tardío, él que siempre aseguró que eso de reproducirse era para los idiotas
que nunca habían leído a Schopenhauer.

BAZAR DE VOCES 2009 25


Camina ahora como sobre las nubes, no siente los pies, el dolor del molimiento ha
dado paso a una extraña sensación de no reconocer su propio cuerpo, como si otro
fuera el que caminara y pensara, sin embargo el grito de alto por parte del jefe vuelve
a sus dolores y cansancios: «Pasaremos la noche aquí, armen el campamento», oye
decir al jefe, los dos hombres que lo llevan lo hacen sentarse sobre una piedra grande
y le atan manos a la espalda con un lazo que huele a sudor de años.

Nadie le habla, pero él siente que los ojos de todos se clavan en su figura de
hombre maduro y flaco, que sin sus gafas y sus ojos libres debe parecer mucho más
frágil de lo habitual. Él sólo se torna poderoso cuando deja brotar el acumulado de
palabras y metáforas que le han dado un respeto en el ambiente de su universidad, él
es sólo un homo parlante que hoy fue sacado de manera abrupta de su curso de
Wittgenstein, en medio del asombro de sus alumnos de segundo año, por ese grupo
de encapuchados que se lo han llevado de los espacios habituales donde vivía, o creía
vivir, como un hombre dispuesto a jugarse la integridad de su existencia en la simple
pero a la vez compleja fórmula de vivir como pensaba y de intentar ser coherente
entre sus acciones y sus palabras. La pesadilla no era estar ahí, atado y vendado en
una montaña de su propio país,sino en no saber por qué. Ni siquiera le habían dicho
sus captores a qué grupo, ideología o pandilla pertenecían, ni el motivo de su
cinematográfico secuestro a plena luz del día, en el corazón de su universidad,
mientras tenía la tiza en la mano derecha e intentaba clarificar a sus estudiantes el
problema paradójico de que todas las proposiciones lógicas escritas en el Tractatus
eran absurdas según el mismo autor. Y absurda era también su situación, secuestrado
sin saber por quién ni por qué, temeroso de abrir la boca y plantear de frente sus
inquietudes a los hombres que lo observaban en silencio, tratando de recordar, fuera
de sus batallas dialécticas con sus colegas del departamento de filosofía y sus amigos
de sociología, con quién había tenido disputas serias, pues él se consideraba ante
todo un anarquista del tipo borgiano, que no creía en ninguna ideología política de
derecha ni de izquierda, ni en religiones, ni en utopías mágicas o tecnocráticas de
desarrollo social, sino que pensaba que el asunto era de naturaleza humana y de
realidades concretas y específicas. Ni los marxistas eran todos buenos ni los capitalistas
eran todos malos, lo único que se podía alcanzar primero era que cada uno tratara de
existir sin pisar al otro, que se llevara a la práctica el aforismo confuciano de no hacer
a otros lo que no queremos que nos hagan a nosotros; por eso había firmado el
comunicado público de apoyo al profesor Molano, amenazado de muerte por los
paramilitares, e igualmente la carta de solidaridad con el rector Berrío, condenado al
ajusticiamiento por la guerrilla urbana del frente nacional guerrillero, y de hecho había
también apoyado con su firma el rechazo a la extraña presencia en la universidad de
agentes de inteligencia militar en la asamblea de estudiantes del año pasado…

26 II ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES


Luis Ernesto Lasso
Palermo, Huila (1944). Maestría en Literatura Hispanoamericana, en la U.
Javeriana (1980); estudios de Doctorado en Literatura Comparada, U. de Granada
(España, 2000). Finalista en Casa de las Américas (1969) con el cuentario Los
Días de las Espera (1970); ganador de la beca “Francisco de Paula Santander” -
Colcultura (1988) con El Cuento: su relectura (1992); Señas de Identidad en la
Cuentística Hispanoamericana (1990), tesis de maestría publicada por la
Universidad Nacional; La Narrativa de Gabriel García Márquez (1997) investigación
para la USCO; Sobre Literatura Colombiana. Intento de Crítica Concreta (2008); y
dos libros en Coedición: In-Sur-Gentes (2003) y Huila: 100 Años No es Nada
(2008); investigación y dirección del Video: Cultura Megalítica del Alto Magdalena:
Armonía Artística Vital (2008). Fundador de las Cátedras: Riveriana, Agustiniana
y de Cultura Huilense, las primeras dos desarrolladas con maestros de Neiva y
Garzón (2004) e institucionalizadas para la U. Surcolombiana (2008).
Actualmente, prepara el Tomo II de Huila: 100 Años. Con 32 años en USCO, coordina
el Grupo de Investigación Región y Cultura, con el cual ha realizado XIV Encuentros
Nacionales de Escritores y 21 Revistas Región y Cultura. Ha participado como
ponente-invitado en la Universidad EARTH, con el texto “El Hombre de Macondo”, y
en la Universidad Tecnológica de Costa Rica, con el ensayo “Raúl Gómez Jattin:
poeta desacralizador” (San José de Costa Rica, 2007); en el Primer Coloquio
Nacional de Historia de la Literatura Colombiana (2008), en las Jornadas Andinas
de Literatura Latinoamericana (Bogotá, 2006; Santiago de Chile, 2008), en XXVIII
Festival del Caribe (Santiago de Cuba, 2008).

BALBOA, EL POLIZÓN DEL PACÍFICO (fragmento)

Fabio Martínez
Nació en Cali, Colombia, en 1955. Realizó sus estudios de primaria en el
colegio Hermano Miguel del barrio San Antonio y sus estudios de bachillerato en el
Instituto Politécnico Municipal. Cursó una Licenciatura en Literatura e Idiomas en
la Universidad Santiago de Cali, una Maestría en Estudios Iberoamericanos en la
Universidad de la Sorbona, París IIII, y un doctorado en Semiología en la Universidad
de Quebec en Montreal.

BAZAR DE VOCES 2009 27


Vivió durante cinco años en París y a su regreso a Colombia escribió su primera
novela titulada “Un habitante del séptimo cielo”, con la que obtuvo una Mención
Especial en la Beca « Ernesto Sábato ». En 1989 se vincula como catedrático a la
Universidad del Valle y empieza a alternar su labor académica con la escritura. A
principios de los noventa aparece su primer libro de cuentos titulado “Fantasio”,
que trata sobre el baile y la vida nocturna de la ciudad.
Como resultado de una investigación sobre la vida de Jorge Isaacs, aparece la
biografía novelada titulada “La búsqueda del paraíso”. Después vendrá la
investigación histórica sobre la literatura del siglo XVI. Y culminará con su novela
histórica “Balboa, el polizón del Pacífico”. En 2005 es nombrado profesor distinguido
de la Universidad del Valle. En la actualidad continúa al frente de la cátedra
universitaria y en plena actividad creadora.

Al amanecer, cuando los primeros rayos del sol iluminaron el poblado, Balboa y sus
hombres comenzaron a subir por el pico del Darién rumbo a la sierra de Quareca. A
medida que iban subiendo, los verdes de la selva, que antes eran claros y transparentes,
ahora se tornaban oscuros y opacos. Los cantos de los loros y las guacamayas se
habían acallado y le daban pie a las águilas y los gerifaltes, que pasaban rasantes por
encima de sus cabezas. El terreno era abrupto y lleno de precipicios donde más de un
cargador, al pisar en falso, caía y desaparecía sin dejar ningún rastro.

En aquella travesía que duró una semana, Balboa perdió quince hombres. Cuando
por fin alcanzaron la cúspide de la sierra, divisaron a lo lejos la majestuosa Mar del Sur.
Era un lago inmenso igual o mayor que la Mar del Norte, de aguas espumosas y
plomizas. Anayanci y Balboa se abrazaron, y enseguida el alcalde dio la orden de
descender. Lo hicieron en menos de que canta un gallo, y cuando llegaron a las orillas,
Balboa metió sus manos en el agua y apenas metió su boca para ver si el agua era
salada como la de la otra mar, y viendo que era salada, dio gracias a Dios. Andrés de
Valderrábano, que llevaba un fajo de hojas de caney en su faltriquera, iba escribiendo
los pormenores de este gran descubrimiento.

Balboa y sus hombres izaron sobre la arena los estandartes de Castilla y León. El
padre Vera se arrodilló, y allí mismo entonó el Te Deum.

Luego, el polizón del Pacífico, con las lágrimas en los ojos, dijo estas palabras:
- Vivan los muy altos y muy poderosos Don Fernando y Doña Germana, Reyes de
Castilla, León y de Aragón, en cuyo nombre y por la corona real de Castilla tomo y
aprehendo la posesión real y corporal de estas mares, tierras, costas, puertos e islas
australes, con todos sus anexos, reinos y provincias que les pertenecen, antigua o
moderna, del tiempo pasado, presente y por venir, sin contradicción alguna. Y si por
algún motivo otro príncipe o capitán, cristiano o infiel, o de cualquier ley o secta o
condición que sea, pretende algún derecho sobre estas tierras y mares, yo estoy
presto y aparejado de contradecírselo y defenderlas en nombre de los reyes de
Castilla y Aragón…

28 II ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES


LA NOVELA HISTÓRICA EN CRUZ KRONFLY

César Valencia Solanilla


Doctor en Literatura de la Universidad de La Sorbona, París, Francia. Profesor
Titular y Director de la Maestría en Literatura de la Universidad Tecnológica de
Pereira. Ensayista, crítico, autor de los libros: La identidad cultural en Juan Rulfo
(1993), La escala invertida. Ensayos sobre literatura y modernidad (1996). Ensayos
suyos hacen parte de los libros: Germán Espinosa: señas del amanuense (2008);
Lectores del Quijote (2005); Literatura y Cultura. Narrativa colombiana del siglo
XX. Diseminación, cambios, desplazamientos, Volumen II, (2000); Pensamiento
pedagógico latinoamericano. Ponencias e investigaciones 1998-2000, (2000);
La novela colombiana ante la crítica, (1994); Manual de literatura colombiana,
Tomo II, (1988). Ha publicado artículos y ensayos de literatura en revistas
especializadas nacionales e internacionales.

Uno de los aspectos principales en la obra narrativa de Fernando Cruz Kronfly es


su preocupación por la historia, por la desmitificación del discurso oficial monológico
que ha instaurado verdades a medias, de tal forma que la virtualidad narrativa sea
una construcción de mundo como indagación problemática y como ejercicio lúdico
imaginario. Esta voluntad de rehacer la historia inventándola es evidente tanto en La
ceniza del Libertador (1987) que revela el viaje final de Bolívar por el río Magdalena
hasta Santa Marta, como en La caravana de Gardel (1998) que relata el traslado de
los restos de Carlos Gardel a lomo de mula por las montañas de Colombia desde La
Pintada hasta Anserma. El propósito central es develar, con las libertades propias de
la novela, aspectos desconocidos o al menos olvidados de personajes históricos claves
para la historia colombiana del pasado remoto -Bolívar- y del pasado próximo -Gardel-
que sin haber nacido en Colombia, dejaron una profunda huella en nuestra identidad
individual y colectiva.

En La ceniza del Libertador la indagación se hace desde la vida hacia la muerte,


porque Bolívar enfermo y desterrado de sus propios amigos va a morir a Santa Marta;
en La caravana de Gardel, desde la muerte hacia la vida, ya que sus restos calcinados
son llevados desde Medellín hasta Buenaventura, primera en mula, luego en berlina y
finalmente en tren, para que perviva para siempre el mito. Una y otra se estructuran
en torno al viaje, que también es otra constante en la obra literaria de Cruz Kronfly, con
un narrador testigo que sirve de hilo a la historia: de carácter metaficcional en la
primera ya que el propio novelista viaja en el vapor que conduce a Bolívar por el río
Magdalena; de índole convencional en la segunda por cuanto el arriero Arturo Rendón
es contratado junto con Heriberto Franco para manejar la recua de mulas que llevan
los restos y el ajuar del cantante argentino, recuperados seis meses después de su
muerte.

BAZAR DE VOCES 2009 29


LARA (fragmento)

Nahum Montt
Barrancabermeja, 1967. Egresado de Literatura de la Universidad Nacional y
Maestría en Educación en la Universidad Externado de Colombia. Autor de las
novelas “Midnight dreams” (1999) y “El Eskimal y la Mariposa”, con la cual
obtuvo el Premio Nacional de Novela en el 2004; reeditada por Alfaguara en el
2005 y considerada por la crítica como una “radiografía visceral y poética de la
violencia colombiana de los años ochenta y noventa del siglo XX.” Ha sido docente
de literatura en las más importantes universidades del país y asesor pedagógico en
el proyecto de uso de medios y nuevas tecnologías del Ministerio de Educación
Nacional. En la actualidad es director Nacional de la Red Nacional de Talleres de
Escritura Creativa RENATA del Ministerio de Cultura. En el 2008 apareció su tercera
novela, “Lara”, que recrea desde el género policiaco la lucha solitaria del Ministro
de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, asesinado en las calles de Bogotá por los carteles
del narcotráfico en 1984.

Lara había escuchado el rumor el día anterior pero le restó importancia, después
de todo, no sería la primera ni la última vez que estaría frente al paredón. Quince años
en la política le permitían tomar ese tipo de situaciones como una tendencia natural de
su oficio. Él denunciaba y los demás lo atacaban. Acción, reacción, pensó, así de
sencillo, ¿no era acaso predecible?

Se desentendió del tema y se dedicó al trasteo, como llamaba a aquella maratón de


hombres cargando cajas, con sus caras empapadas de sudor, dejándolas en el primer
rincón que encontraban desocupado, después de subir los tres pisos hasta allí.

La oficina era mucho más grande de lo que había imaginado. Le gustaban los
muebles en cuero, las ventanas enormes por donde entraba un gran chorro de luz y
podía ver los tejados de barro de las casas coloniales de alrededor. Al fondo, la mesa
de juntas para diez personas estaba presidida por un cuadro en plumilla de campesinos
con ruanas y sombreros caminando por una calle del siglo xix.

En el centro de la pequeña sala, con un sillón enorme y cómodo, cuatro sillas


alrededor y una mesa para tomar café, la bandera tricolor con el escudo tejido en hilos
de oro ondeaba con la brisa de la tarde. En el otro extremo, cerca al escritorio y la
mesa auxiliar con cuatro teléfonos, Nancy, su esposa, con voz tranquila y suave, lo
excusaba de reuniones, homenajes y entrevistas con una palabra bella y convincente:
empalme.

30 II ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES


Pero aún le faltaba mucho para moverse con seguridad por aquel espacio y le
costaba quitarse de encima la sensación de estar en una oficina ajena. Lo único claro
era que no tenía tiempo para preocuparse por chismes de cocteles.

Hasta que recibió la llamada, que pasó por el filtro de Martha, su secretaria
personal y de la palabra empalme de Nancy.

«¿Te puedes pasar por acá?», le dijo Guillermo Cano por teléfono.

Lara consultó primero su reloj y luego la agenda abierta sobre el escritorio. A las
tres de la tarde, decía: Coronel Ramírez (Dirección Nacional Antinarcóticos) y él había
añadido, con su letra inclinada hacia delante, Otro trasteo.

«Es importante», dijo Cano con aquella voz monocorde, sin emoción, que tanto lo
intimidaba…

PRÓLOGO DEL LIBRO DE ENTREVISTAS A GARCÍA MÁRQUEZ

Fernando Jaramillo
Echeverry
Nacido en Manizales en 1939, es el más importante investigador de toda la
obra literaria de Gabriel García Márquez desde su primer cuento. Vive en Cali y ha
sido animador de las visitas guiadas en la ruta de Aracataca. Su trabajo esta
compilado en veinte libros que contienen todo tipo de comentarios, criticas, noticias,
ensayos, crónicas, entrevistas y aspectos personales sobre el Nobel. Publica un
blog MEMORABILIA GGM ( www.memorabiliaggm.blogspot.com ) con las noticias de
actualidad sobre el escritor colombiano, donde los visitantes encuentran aspectos
que son hitos en la obra del autor, como sus poemas, dos de sus cuentos inéditos en
forma de libro, o todos los discursos de la sesión inaugural del IV Congreso
Internacional de la Lengua española.

En el inmenso campo de la literatura, donde es posible encontrar largas disquisiciones


matemáticas, planteamientos filosóficos, discusiones sobre música o la belleza de un
poema, siempre queda en vilo aquellas manifestaciones del autor que han sido
expresadas por él mismo, en foros, simposios y seminarios y que deberán ser recogidos
del ambiente en que se manifestaron para llevarlos impresos a la magia perdurable del
papel, para que se conserven como documento.

BAZAR DE VOCES 2009 31


Dentro de los planteamientos contemporáneos sobre la actitud que muestra el
escritor en la sociedad en que se mueve, en donde vive y sufre su propia vida, es de
relevante importancia manifestar su pensamiento político, tener una postura
políticamente comprometida con su sociedad. Pero eso no siempre se manifiesta en los
escritos del literato, o no siempre lo expresa de forma elíptica y por eso no es posible
desentrañar lo que el escritor lleva en el fondo de sus entrañas como pensamiento
político. Para el efecto es necesario apelar a aquellas manifestaciones de índole verbal
que haya expresado en cualquier oportunidad, apelando al testimonio de sus amistades,
de sus admiradores y de los investigadores de su obra.

Cuando el escritor ha recibido los reclamos de la prensa para que manifieste sus
opiniones, entonces la historia ya posee un registro auténtico sobre aquello que ese
autor no ha expresado en sus escritos o sus opiniones son una ampliación de las tesis
expuestas en sus libros.

Este libro de entrevistas a Gabriel García Márquez es el resultado de la selección


cuidadosa de las respuestas dadas a los periodistas que lo entrevistaron, a todo lo
largo de su vida, en algo menos de doscientas entrevistas. En esta selección encontró
el investigador las opiniones más disímiles desde aspectos de su propia vida familiar,
íntima y personal hasta su favoritismo deportivo y su pensamiento sobre aspectos
gastronómicos, vivenciales, filosóficos, poéticos y, por supuesto, políticos. Las entrevistas
vienen de varios tonos: las hay zumbonas y alegres con las bromas que García Márquez
goza y disfruta practicar a su interlocutor. Otras tienen el ceño adusto de la manifestación
de una proclama política. Algunas, especialmente al principio de su carrera de escritor,
vienen con un permanente reclamo a sus editores por la inmensa tajada que obtienen
del trabajo del autor.

Un aspecto que enriquece el trabajo de investigación es ver como el Premio Nobel,


va modificando el pensamiento con el correr de los años. Cómo el tono de sus
declaraciones se hace cada vez más sólido y como aspectos de su vida influyen en lo
que manifiesta. Las entrevistas que le practicaron cuando publicó El otoño del patriarca
están plenas de euforia y optimismo en los cuales se advierte el éxito económico que
ya le está retribuyendo Cien años de soledad.

Dentro de la inmensa satisfacción que me ha proporcionado el haber llevado a


cabo esta investigación sobre el cataquero mayor, ésta es la culminación esplendorosa
de un trabajo hecho con tesón diario, por las últimas cinco décadas.

32 II ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES


EL ÚLTIMO ENCOMENDERO (fragmento)

Luis Eduardo
Gallego Valencia
Economista de la Universidad Nacional , profesor de Historia, decano de ciencias
económicas en La Salle y Los Libertadores. También se desempeñó como gerente
regional del SENA en el Tolima, su tierra natal, y como secretario de Hacienda de
Bogotá. Sus novelas históricas ”El Enigma del Nevado” y “El Último Encomendero”
(2007) hacen parte de una trilogía sobre la colonización antioqueña.

El día que marcharon las tropas libertadoras hacia el sur, luego de un desfile de
postín por las calles de la ciudad, el viejo Cosme Nicolás González sintió aliviada la
respiración, pudo escupir el taco que lo atragantaba, articular algunas palabras con
su esposa, incluso serenar el espíritu con pensamientos positivos luego de aceptar el
balance de diez años de revolución. Había perdido en el patíbulo real a su hijo
primogénito, fusilado por traidor en la breve reconquista del virrey Sámano, en los
altares al segundo, internado a la fuerza en un convento franciscano; había sufrido la
persecución de bienes, ganados y cosechas, por los ejércitos enfrentados; en fin, sus
dos hijas mayores vivían exiliadas para proteger la descendencia en la viudez; sin
embargo, a pesar de todo, la herencia bicentenaria de los González seguía intacta,
representada en las minas de Arma, las haciendas del Cañón y el altiplano, la casona
de ciudad; ahora podía dar gracias a Dios porque iba a morir acompañado de los dos
últimos hijos, libres de la leva militar del capitán Córdoba en atención al sacrificado por
los realistas y a una buena cantidad de oro fino salido de sus arcas.

El tiempo más terrible de la revolución de los criollos para lograr la separación de


la metrópoli había pasado como una fuerza superior al huracán por la idílica provincia,
arrollando la vida, las ideas, las costumbres y tradiciones de los pobladores de la
extensa altiplanicie que llamaban Valle del Rionegro, rodeada de montañas y cruzado
por un maravilloso río transparente, de aguas bulliciosas y orillas matizadas de arbustos
multicolores.

Fueron diez años difíciles para el pueblo enardecido por los líderes de la
libertad y la vida independiente, también para la aristocracia de criollos y chapetones
que vieron amenazados sus privilegios y prebendas acumuladas en dos siglos de
régimen colonial. Cada hogar contribuyó con sangre y lagrimas al doloroso proceso de
la transformación social…

BAZAR DE VOCES 2009 33


MI VESTIDO VERDE ESMERALDA (fragmento)

Alister Ramírez
Márquez
Nacido en Armenia en 1965. Comunicador social de la Pontificia Universidad
Javeriana. Ha realizado estudios de posgrado en asuntos internacionales en la
Universidad de Nueva York y en literatura hispanoamericana el Hunter College de la
City University of New York (CUNY), donde actualmente es docente. Trabajó para el
diario New York Newsday y es colaborador de “Lecturas Dominicales”de El Tiempo.
Ha publicado los libros “Quien se robó los colores” (cuento para niños), “Mi
vestido verde esmeralda” (novela) “Reportaje a once escritores norteamericanos”,
“Andrés Bello, critico”. En el 2009 apareció su segunda novela llamada “Los
sueños de los hombres se los fuman las mujeres”.

CLARA
Nací en mil novecientos. Eso me dijo mi prima Venicia cuando la traje con su marido
a estas tierras. Yo le creí.

El cura de Angelópolis me bautizó con los nombres de Ana María Ramona Clarisa,
pero mi tía siempre me llamó Clara. Ella nos crió a mi hermana Antonia y a mí porque
nuestra madre murió durante mi parto. Mi padre repartió a mis otras cinco hermanas
entre los familiares y nunca más supe de ellas, excepto cuando murió mi hermana
mayor.

El viejo era minero y sólo lo vi unas cuantas veces en mi vida porque después de la
muerte de mi madre no quiso volver a vemos. Él le decía a mí tía que cuando encontrara
oro en los Llanos de la Clara regresaría por nosotras, pero ella nos decía con rabia,
después que su hermano se fue, que ni siquiera para carbonero había servido.

Mi hermana y yo íbamos a la única escuela que había en los Llano de la Clara.


Éramos diez niños y una maestra en tres bancas. El piso era de tierra y la señorita
Chantal nos hacía barrer con una escoba de yerbabuena hasta el último rincón del
salón. Ella decía que era francesa pero había venido de Amagá. Tenía ojos saltones
como la vaca de mi tía y sonreía en muy contadas ocasiones. No lo hizo ni siquiera el
día en que se le cayó el techo de paja encima y todos nos desternillamos de la risa. Sus
uñas eran largas y sucias, y no podía disimular el asco que le producían los niños.

Aprendí a leer pero no a escribir. Sólo descubrí el encanto de la escritura cuando


me hice mujer. Yo no sé qué decía la señorita pero automáticamente seguía el coro de

34 II ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES


Abisorba, Abisorparba... Era un ejercicio para aprender el abecedario. Ella también
hablaba de la sabiduría de don José Manuel Marroquín y la valentía del general Rafael
Uribe Uribe. De tanto repetir en clase un carbón más otro carbón conocí el poder de la
suma y en casa llevaba muy bien las cuentas de las arepas que amasaba y los huevos
que las gallinas ponían al mes. No eran muchos y los resultados los guardaba mi tía
para venderlos en la plaza.

Ella decía que los amarillos eran los mejores; por supuesto, yo no entendía de qué
hablaba, pero lo supe tiempo después cuando conseguí mi primera amiga.

Mi hermana Antonia y yo compartíamos una cama y mi tía dormía en el suelo por


sus dolencias de la espalda. En un amanecer, casi unos segundos antes de
despertamos, sentí que me estaba ahogando en un charco muy frío y que una niña
muy parecida a mí me sacaba del agua.

Cuando me desperté, Antonia se cubría con toda la manta raída. De pronto alguien
me tocó los pies y supe que los tenía fríos por el contraste de la piel caliente que me
rozaba. Pensé que era mi tía, pero giré la cabeza y ella estaba en el suelo. Volví a
quedarme dormida porque creí que era un perrito que teníamos y que nos lamía los
pies y la cara en las mañanas. Cuando la tía nos despertó, nos dijo que Anita se había
muerto. Yo no sabía quién era Anita, pero por las señas de mi tía se parecía a la de mi
sueño. Anita era mi hermana mayor y por medio de mi padre nos enteramos de que
desde hacía algún tiempo padecía de fiebres altas a causa del paludismo.

Mi tía nos hacía levantar a las cuatro de la mañana para moler el maíz y hacer las
arepas. Yo odiaba el pilón de piedra porque no podía levantar el mazo de madera para
quebrarlo. Antonia me ayudaba y con el tiempo adquirí mucha habilidad. A las seis
estábamos listas y desayunadas para salir y caminar una hora antes de llegar a la
escuela. Nosotras no teníamos zapatos y ya nos habían salido niguas en los pies. Las
garrapatas nos las desprendíamos de las piernas con un baño de agua caliente
porque se agarraban con todas sus patitas a la piel y nos chupaban la sangre…

Juan Esteban Constaín


Nació en Popayán en 1979. Historiador con énfasis en lenguas clásicas, en el
2003 publicó Librorum, obra filológica e historiográfica sobre los textos antiguos
del Colegio Mayor del Rosario, y en el 1/1/2004, Ideas políticas. Historia y filosofía.
En la actualidad es profesor de relaciones internacionales en la Universidad del
Rosario, institución para la que reseña y traduce los libros en griego y en latín de su
Archivo Histórico. En el 2007 publicó la novela de corte histórico “El naufragio del
imperio”.

BAZAR DE VOCES 2009 35


Víctor Gaviria
Nació en Medellín, Antioquia, en 1955. Es director de cine, poeta y cronista.
Son reconocidos sus largometrajes Rodrigo D. No futuro, La vendedora de rosas y
Sumas y restas. Ha publicado: La luna y la ducha fría (1980), Con los que viajo
sueño (1980), El campo al fin de cuentas no es tan verde (poesía y crónica 1983),
El pulso del cartógrafo ( |poesía y crónica, 1986), Los días del olvidadizo (1988),
El peladito que no duró nada ( crónica periodística 1993) y El rey de los espantos
(1993). Fue ganador del Premio Nacional de Poesía Eduardo Cote Lamus en 1978
y del Premio Nacional Universidad de Antioquia en 1979. Actualmente trabaja en
una nueva película llamada “Sangre negra”, sobre el bandolero de los años 50’s.
Esta es su primera incursión en el cine de época.

Lisandro
Duque Naranjo
Nacido en 1943 en Sevilla, Valle del Cauca. En 1982 realiza su primer
largometraje, El escarabajo, el cual gana un premio especial de la junta Organizadora
del Festival de Cine de Cartagena y es presentado en Moscú a más de 45 mil
personas. En 1983 realiza el mediometraje documental Arquitectura de la
Colonización Antioqueña, producido por Focine. Durante 1985 dirige Cafés y
tertulias de Bogotá y Un ascensor de película. En 1986 haría su aparición su
segundo largometraje Visa USA, con el cual recibe múltiples galardones. En 1988
dirige Milagro en Roma , de la serie Amores difíciles, TV. En 2001 estrena el
largometraje Los niños invisibles y en 2008 inaugura el 48 Festival Internacional
de Cine y TV de Cartagena con Los actores del conflicto, película con la que obtuvo
el Premio del Público Cinecolor y el Premio de la OCLACC.

Luis Alberto Londoño


de la Pava
Nacido en Montenegro Quindío. Ingeniero civil. Integrante de la Orquesta
Sinfónica Juvenil de Colombia. Estudió edición cinematográfica en Italia. Se ha
desempeñado como crítico y estudioso de las artes cinematográficas.

36 II ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES


LOS HIJOS DEL AGUA (fragmento)

Susana Henao
Nacida en Quimbaya, Quindío. Narradora y docente. Estudió filosofía y se
especializó en literatura latinoamericana. Entre sus publicaciones se encuentran la
novela “Los hijos del agua” y las colecciones de cuentos “Crónicas de Temis” y
“Antesala del paraíso”.

-ATA-
TIBATIGUA
Zhúe se asomó en el cielo. Alcanzaba a ver abajo, sobre el hierbal húmedo, a los
hombres marchando en procesión. Le parecían hombres bellos. Bien ataviados, serios
y solemnes, los principales de Gantina Masca. A la cabeza del cortejo distinguía a
Tibatigua, el que iba a coronarse príncipe ubzaque de Guatavita; a su señor y aliado
Saguanmanchica, zipa de Bacatá; a Saquara, a Ybaquén de Guasucá y a los que
estaban unidos por esa alianza antigua que les venía de edades remotas, anteriores
al día en que el más viejo de ellos llegara al vientre de la madre. Zhúe encandilaba el
cielo. Miraba el avance de las andas como si no sintieran cansancio los hombros de los
siervos. Miraba danzar, beber y cantar a los bailarines cubiertos con pieles de pumas
y osos.

Miraba a los demás, a todos los que querían desfilar, saltar y gritar y cantar, cada
uno su propio ritmo y éxtasis, cada uno su propia música de tambor y pitos, cada
hombre pleno de plumería y adornos, cada cara oculta con máscara o pintura, cada
cuerpo exhibiendo el largo de su manto y todo lo que le estuviese permitido. A otros
en la orilla. A las mujeres y los niños orillados en la suna o esperando en el lago. A los
ancianos en la orilla húmeda esperando que Zhúe subiera alto, que los príncipes
llegaran donde esperaban los chuques con el fuego encendido, donde estaba Zhangué,
el recién llegado, el expuesto a juicio, cuidando las ascuas que portaría Tibatigua en la
ofrenda, donde esperaban los gigantes, dioses de madera con la mirada quieta vigilando
el horizonte. A Tatí esperando con su madre y cantando con ella y escuchando la
historia que contaban los que cantaban.

Pedazos de lamentos, amagos de llanto, himnos de júbilo, todo mezclado en una


algarabía sin cuento. A Tatí mirando desde lejos a Zhangué que era su hermano y no
era porque ya no le dejaban hablarle. No desde que regresó de la Cuca y vino a vivir
al santuario de la laguna. A Tatí pensando en Chía. Recordándola como cuando llegaba
hasta él en las noches claras y le quitaba el sueño y se lo cambiaba por la imagen de
Zhangué contándole historias de lugares y gentes que no conocía.

Zhúe trazó sombras cortas, muy suaves en esa mañana, que sin el arco iris de la
muchedumbre habría sido toda azul verde, y oyó los cantos vueltos gritos altisonantes,

BAZAR DE VOCES 2009 37


alaridos, rugidos, giros, brazos batientes entre los que llegaba la procesión. Se recreó
en Tibatigua cuando bajó junto a la laguna y caminó sus pasos sobre un tendido de
pieles y mantas. Nunca que su pie tocara la tierra. Nunca que los ordinarios lo miraran
a los ojos. Lo vio caminar envuelto en su manto negro. Vio a los chuques echando al
fuego trocitos de resina, y al humo perfumado formar una cortina.

Zhúe desesperaba por no saber lo que ocurría. No podía tocar la tierra. Había
perdido el rayo en la humareda, pero encontró de nuevo a Zhangué y a otros chuques
ayudando a Suegam a impregnar de miel y aceite el cuerpo desnudo, corto y ancho,
y musculoso y terso de Tibatigua para vestirlo de oro. Sintió el humo dispersándose,
agotándose, elevándose en el cielo y vio a Tatí atisbando al hombre dorado mientras
subía con Saguanmanchica, Saquara y Gueyta a la balsa cargada de joyería…

Jorge Julio Echeverry


Poeta. Ganador del XIII Concurso Nacional de Poesía del Servicio Civil para
empleados oficiales (1990) y del premio nacional de Poesía Julio Cortázar (2002).
Ocupó el segundo lugar en el Concurso nacional de Poesía Universitaria de la
Universidad del Quindío (2000). Ha publicado: “Romero de la Sierra”, “Poemas
para el solar”, “Y dejar en la caída una palabra”.

Libaniel Marulanda
Escritor, compositor y músico, nacido en Calarcá en 1947. Ganador de cuatro
primeros premios nacionales de cuento y una docena en segundo y tercer lugares.
Tales cuentos se encuentran recopilados en los libros “ la Luna Ladra en Marcelia”
y “ Al son que me canten cuento”. En la actualidad es cronista dominical del Diario
La Crónica del Quindío. Varios de sus cuentos están incluidos en nueve trabajos
colectivos.

Martha Lucía Usaquén


Poeta y gestora cultural nacida en Calarcá. Directora del Centro de Documentación
y Museo Quimbaya. En 1999 apareció su libro de poemas “Señales de vida”. En los
años 80 hizo parte del grupo de creadores que se reunían en torno a las revistas
Anaconda, Kanora y Termita.

38 II ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES


Esperanza Jaramillo
Su ejercicio laboral se desarrolló en el sector financiero; no obstante encontró
en la escritura la fortaleza necesaria para desempeñarse con éxito y para alumbrar
los días sombríos. La poesía ha sido su camino para aprender la vida. Entre sus
obras se encuentran los libros de poemas «Caminos de la vida» y «Testimonio de la
ilusión» y «Abecedario del Viento». También publicó la novela «El Brazalete de las
Ausencias y los Sueños». En el 2007 obtuvo el Primer Premio Sin Edición del Museo
Rayo con la obra inédita titulada «Tiempo del Escarabajo»

Elías Mejía
Poeta colombiano (Calarcá, Quindío, 1951). Ha publicado su compilación de
poemas Confesión de navegante (primer premio de poesía en los Terceros Nuevos
Juegos Florales, efectuados en la ciudad de Manizales en 1994), El muro en el
espejo e Ismenia (versiones del francés del poeta griego Yannis Ritsos), Fragmenta
o la vegetación de los minerales (folleto; versión del francés; del poeta griego,
tesalonicense, Takis Varvitsiotis) y La política explicada a los niños y a los demás
(traducción del escritor francés Denis Langlois).

Carlos Alaberto
Castrillón
Nacido en Armenia, 1962. Licenciado en Lingüística y Literatura (Universidad
del Quindío, 1986). Especialista en Enseñanza de la Literatura (Universidad del
Quindío, 1993).Tecnólogo en Sistemas (Universidad del Tolima, 2000).Miembro
del Grupo de Investigación en Didáctica de la Lengua Materna y la Literatura
Universidad del Quindío. Miembro de la Academia de Historia del Quindío. Algunas
publicaciones: Historia crítica y Estándares Curriculares (Armenia: 1996). Antología
de la poesía en el Quindío ( Tercer Mundo, Bogotá: 2000). Didáctica de la Literatura
del Quindío (2005). Carmelina Soto. La casa entre la niebla (2007). La metáfora
de la agonía en la obra de Dionisio Aymará (2007). La reescritura de la historia
(1998). La crítica literaria de Bernardo Pareja y Jorge Ramos ( 2008). La crónica
literaria en el Quindío, una estrategia para la relectura de la historia regional

BAZAR DE VOCES 2009 39


(2007). Poemas chinos de Ryokan, el Gran Tonto. (Cali, 2007). Cuentos de
Humberto Jaramillo Ángel. Cuadernos Negros, 2007. Primer Premio en el Concurso
Regional de Cuento (Armenia, 1987), ganador del concurso de cuento del Viejo
Caldas (1985 y 1987). En poesía ha publicado: “El rostro de los objetos”,
“Diccionario de humana anatomía”, “Compendio de virtudes y alabanza”.

Carlos Fernando
Gutiérrez
Docente y escritor quindiano. Coordinador del Taller RENATA Quindío de la Red
Nacional de Talleres de Escritura Creativa del Ministerio de Cultura. Licenciado en
Español y Literatura de la Universidad del Quindío y magister en Literatura de la
Universidad Tecnológica de Pereira. Ha publicado: “Ensambles”, “Geografías
interiores I” y “Territorios”.

Umberto Senegal
Nacido en Calarcá en 1951. Poeta, cuentista, ensayista, crítico, editor y educador.
Especialista en poesía Zen y en haikú; presidente de la Asociación Colombiana de
Haikú, filial de la Asociación internacional con sede en Tokio. Sus textos se han
traducido a varios idiomas. Fundador de la revista de arte y literatura Kanora.
Actualmente asesora el proyecto editorial independiente Cuadernos Negros que
coordina su compañera Leidy Bernal. En este sello editorial acaba de publicar los
libros “Visitantes”, “Ítaca de Cavafis” y “Versículos del Demonio”. Otras de sus
obras son: “Desventurados los mansos” (cuentos), “Pundarika”, “Ventanas al
nirvana”, “Dejé las flores en el sueño”.

40 II ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES

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