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El elemento pasional de la política: Hacia un esquema de análisis de la subjetividad política 1 .

“Es necesario que el príncipe sepa que dispone, para defenderse, de dos recursos:
la ley y la fuerza. El primero es propio de hombres, y el segundo corresponde
esencialmente a los animales.”
N. Maquiavelo “El Príncipe”

“Aquí nos encontramos con pulsiones de amor que, sin actuar por eso de manera
menos enérgica, están desviadas de sus metas originarias”
S Freud “Psicología de las masas”

Resumen:
Si la política –en el esquema dicotómico de Maquiavelo- se compone de un elemento racional y
otro emocional, ¿Qué podríamos decir sobre las propuestas que intentan entender el aspecto
emocional? Aquí criticamos muy brevemente los modelos racionalistas de interpretación y análisis
político. ¿Pero que podríamos decir de los esquemas que sirven para dar cuenta de las
subjetividades políticas?
Aquí intentaremos compilar a manera de reseña un marco mínimo a partir de los desarrollos
contemporáneos de la filosofía política muy influenciada por el llamado “giro lingüístico” y el
psicoanálisis. Pasión aquí es considerada aquí como un eufemismo de sexualidad según lo
propone la teoría freudiana. En este trabajo proponemos un esquema de análisis político basado
en cinco principios teóricos relacionados al discurso. Por medio de este esquema proponemos dar
cuenta de las identidades políticas a través del discurso.

Los modelos teóricos hegemónicos a partir de los que intentamos problematizar


contemporáneamente fenómenos políticos evidencian algunas restricciones para dar cuenta de las
identidades políticas que les dan mismo origen. Tanto en la filosofía como en la ciencia política
rigen de manera hegemónica esquemas de interpretación y análisis de marcado corte racionalistas.
Dentro de estas corrientes podríamos identificar el funcionalismo y tal vez en su forma más
acabada el rational choice.
Estos esquemas buscan encontrar una serie de principios, criterios y procedimientos racionales que
dan forma al comportamiento político. Dicho de otra manera, según estas corrientes, el
comportamiento político es establecido por una serie de factores, que si se presentan en
configuraciones determinadas, permiten predecir con cierto margen de exactitud una respuesta o
comportamiento específico.
1
Ricardo Esteves (UBA/UNSAM) ric.esteves@gmail.com
Aquí proponemos un esquema que intentan considerar o dar cuenta de los aspectos subjetivos de la
política. Este problema –a juicio personal- es de una importante relevancia porque la misma
realidad política exige nuevas perspectivas para entender los fenómenos políticos que vivimos hoy
en día. Evidencia de esto es la cuestión que problematizan bajo el nombre de “el terrorismo”,
“guerras religiosas”, procesos de “globalización”, “gestación de nuevas identidades nacionales”,
“movimientos sociales que buscan maneras de articulación política” etc.
Estas cuestiones claramente responden –en buena medida- a un elemento o principio racional. Sin
embargo si obviamos el elemento pasional, subjetivo o afectivo, todo análisis racionalista de estos
fenómenos corre un alto riesgo de ser estéril.
Este planteo nos permite introducir un intento por esbozar esquemas que ayuden a dar cuenta de
algunas de estas cuestiones subjetivas que pueden llegar a tener considerable peso en los procesos
o fenómenos políticos.
Aquí proponemos un esquema que intenta incorporar y articular principios de teorías recientes
generadas en el ámbito de las ciencias sociales o “humanas” y que específicamente tratan de
alguna manera con fenómenos subjetivos. Principalmente son los desarrollos de la lingüística y del
psicoanálisis y la teoría política que de alguna manera se reconoce influenciada por el llamado giro
lingüístico en la filosofía.
Una característica importante de esta corriente es que ecléctica más que unificada y claramente no
ocupa un espacio hegemónico en las comunidades académicas. Esto, que podría ser considerado un
inconveniente es al mismo tiempo una posición teórica importante y la causa de una prolífera
producción intelectual basada en genuinos principios democráticos.
Una metáfora que puede ser de utilidad para brindar una imagen de esta perspectiva teórica es la
del tornado. Posee una fuerza dinámica que gira en un sentido centrífugo, pero que en su centro se
encuentra vacío.
Esta característica sirve para aclarar las pretensiones de este trabajo. Intentamos mostrar algunos
aspectos de este fenómeno, que de por sí no se presenta con una sustancia continua, regular y
cohesiva, sino dinámica y tan impredecible como caótica, las mismas características que las
pasiones humanas.
Aquí, además de un panorama general podrá encontrar algunas cuestiones más puntuales. En
primer lugar una muy breve –y muy incompleta- crítica a los modelos racionalistas. Respecto a los
esquemas de análisis de cuestiones subjetivos mencionaremos la influencia del psicoanálisis y la
lingüística (o el análisis del discurso para ser más justos) para dar cuenta de fenómenos como las
identidades políticas.
Breve Crítica a las Corrientes Racionalistas

El caso del rational choice presenta un modelo extremo de esto. La explicación del
comportamiento de los individuos –no específicamente el político, el económico, etc.- se reduce al
principio de la maximización de los beneficios. Esto es, cualquier situación es el resultado de una
interacción de un conjunto de individuos que buscan maximizar sus beneficios. De esta manera,
para comprender cualquier situación es necesario descubrir los intereses tanto latentes como
manifiestos de los individuos particulares y esto demarcará un sendero lleno de intersecciones por
las cuales éste transito decidiendo en cada casa que camino lo llevaría más rápido a su meta. No
sin una cuota de cinismo podríamos decir que este modelo se asemeja un poco a los modelos de
laboratorios en los que se introduce una rata en un laberinto con un pedazo de queso al final del
trayecto 2 .
En el caso del funcionalismo –que posee cierto parentesco con la corriente anterior-, el criterio
racional responde a una cuestión en alguna medida “teleológica”. El supuesto central de esta
corriente es que “estamos aquí para algo”. Esta finalidad es el medio en si mismo: la función. La
función no es un medio en sí mismo, sino un fin: funcionar como sociedad (armónica para el caso
de Parsons ó tal vez evolutiva o de transformación en el caso de Merton).
El fin del individuo –para esta corriente- es cumplir una función. Esto es contribuir de alguna
manera a la constitución de una sociedad política. Para ello el individuo cumple en distintos
niveles con varios requisitos funcionales que operan en el registro del comportamiento. En
resumidas cuentas el comportamiento no es otra cosa que la combinatoria de estas funciones que se
anudan –o confluyen- de formas particulares en los individuos. Cualquier desviación de estos
patrones de funcionamiento se pueden deber a la anomia, es decir a un error, una falla, que incluso
para el caso de Merton es explicada por el cuestionamiento a los fines culturales, que las normas
para alcanzar los fines establecidos culturalmente imposibilitan su acceso, o por la forma en que
estos medios se repartan.
Este caso que reconoce la desviación del comportamiento “normal” o simplemente funcional, lo
atribuye a desajustes en el sistema. En definitiva, mantiene la idea de un sistema cerrado, que
puede residualmente causar desviaciones dentro del esquema funcional y estructuralista.

2
Lo más rescatable de esta noción –a puro título personal- es considerar a los hombres como ratas.
El Elemento Pasional: Hacia un esquema de análisis de la subjetividad humana.

Aquí proponemos un esquema de cinco elementos para el establecimiento de un marco para el


análisis de la dimensión subjetiva de la política. Estos elementos son la subjetividad en el lenguaje,
el discurso y no sutura del lenguaje, la literatura, la hegemonía, y los principios freudianos de
sexualidad e inconsciente. Planteamos que a partir de estos cinco elementos se pueden establecer
marcos dar cuenta de las identidades políticas.
Concretamente proponemos que a partir del discurso y por medio de los mencionados elementos
teóricos que se anudan en torno a esta cuestión podemos acceder a problemas políticos singulares.
La noción de discurso no se agota en una situación particular de habla. Discurso es una noción
compleja que acepta múltiples acepciones. La manera en que consideramos aquí al discurso tiene
que ver ámbitos o redes de las cuales los individuos están sujetados. El discurso funciona como
una red o un archivo que mantiene ciertas regularidades que encausan o encorsetan a los sujetos
tanto en lo que refiere a sus concepciones del mundo y de la verdad cómo a las manifestaciones
reales y concretas de los hábitos, actitudes y actos. El discurso es mecanismo por medio del cual es
posible atribuir significados a un mundo hostil y ajeno al hombre que habita en él. El lenguaje en
ese sentido –y en particular el discurso- es lo que brinda una morada para el hombre en una
naturaleza que lo recibe de manera poco benigna. Es a partir del lenguaje y concretamente por
medio del discurso que el hombre comienza a establecer lazos entre el mundo y las cosas, entre las
cosas y las personas, y por último entre las personas mismas.
Es importante señalar aquí que estas relaciones no están predeterminadas (o sobredeterminadas)
por algún orden natural de conveniencia, sino que por el contrario son completamente
contingentes. Es ahí donde el lenguaje, por medio del discurso, comienza a tejer una trama que
brinde sentido a la vida humana.
El mundo no puede adquirir significación a través de otra cosa que no sea el lenguaje en el sentido
más amplio.
Siendo el lenguaje el que permite establecer estas relaciones entre cosas y siendo éste, al menos el
habla –el uso del lenguaje- un acto completamente subjetivo. Remito mi argumento de la
subjetividad en el lenguaje a la propuesta de Benveniste en su artículo “De la subjetividad del
lenguaje” 3 . Esta cuestión la podríamos resumir en que el único aspecto objetivo del lenguaje es el
fonológico, es decir los sonidos que se emiten en una situación de habla. La manera en que los

3
“Es en y por el lenguaje como el hombre se constituye como sujeto; porque el solo lenguaje funda en
realidad, en su realidad que es la del ser, el concepto de ego”. La subjetividad de que aquí tratamos es la
capacidad del locutor de plantearse como “sujeto”.E. Benveniste ”De la subjetividad del lenguaje” en
“Problemas de lingüística general I” DF 1999. S XXI pág.180.
participantes de un acto comunicativo enlazan una imagen acústica a un significado está librada a
la subjetividad del hablante.
Este podría ser el primer punto de la argumentación central de este trabajo y la primera referencia a
la serie de categorías que articularemos en la noción de identidad. Básicamente que no hay forma
objetiva de asignar significado certero a los intercambios lingüístico.
Esto implica una crítica sustancial a la noción de acción o racionalidad comunicativa. Al contrario
de lo que opina Haberlas, que los individuos pueden llegar al entendimiento por medio de la
comunicación, sostenemos que no puede haber consenso, que esta noción atenta contra el principio
mismo de discurso y lenguaje (la variación/diferencia) como de política (ajuste del desequilibrio de
las tensiones entre la razón y la pasión).
Este podría ser el segundo supuesto. La condición de discurso es la imposibilidad de cierre. La
diferencia irreducible es la condición y garantía del discurso. Las implicancias teóricas de esto es
renunciar a las pretensiones universalistas.
El tercer supuesto tiene que ver con la relación entre el lenguaje y la literatura. En algún sentido si
el lenguaje en sus formas articuladas puede dar configuraciones como la literatura esto puede dar
evidencias de maneras posibles en las que se constituye un relato como unidad de sentido. Esto es
poder contener la sustancia de sentido. La literatura brinda patrones de establecimiento de
sentidos, de trama, etc. Esta cuestión es tratada con una amplitud considerable en las obras de R.
Barthes 4 , J. Derrida 5 y Richard Rorty 6 .
El cuarto punto podría referirse a una cuestión centralmente política que tiene que ver con la
hegemonía. Hegemonía es entendida aquí como la posibilidad de poder plantear un contenido
particular bajo la forma de un universal. La articulación es una operación por medio de la cual el
discurso logra una cadena de equivalencias entre demandas distintas. La articulación hegemónica
es la operación discursiva por medio de la cual los significados particulares logran establecer una
cadena de equivalencias que se termina extendiendo de manera tan amplia que el contenido

4
Dos referencias pueden ser “Mitologías”, donde plantea que el lenguaje responde a estructuras retóricas
y de significación básicas como el de los mitos. En “S/Z” vemos concretamente en el encuentro de la
literatura a un esquema de análisis sistemático.
5
La amplitud en este autor es de por si muy basta De “la gramatología”, como teoría de la escritura
como huella originaria que comienza el juego de las diferencias que da origen al habla, hasta La
estructura, el signo y el juego en el discurso de la ciencias humanas“ de la “la escritura y la diferencia”
que plantea el estatuto de las ciencias sociales desde las condiciones restrictivas del discurso. Por decirlo
de manera sintéticamente burdo: - “Las ciencias sociales son el discurso sobre el discurso”.
6
La experiencia misma de la literatura en algún momento se funde con nuestra realidad. Concretamente,
“1984” de Jorge Orwell y “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, son más que simples ficciones literarias,
sino que estas nos permiten tener acceso a la noción de nuestra propia realidad. Esta idea –con ciertas
singularidades- las podemos encontrar en el pensamiento de S. Zizek.
particular logra sustituir los demás significados. Es como una “falsa imagen” de que ese contenido
particular es universal.
Estos supuestos anudan en algún momento con las teorías de Freud, que en una lectura sintética y
particular podemos rescatar dos cuestiones fundamentales: La sexualidad y el inconsciente. Ambas
cuestiones relacionadas.
Como la sexualidad se articula con todas estas cuestiones queda claro diciendo que el centro de lo
que intentamos presentar aquí bajo el término “pasional”. La sexualidad tendría un valor amplio
muy vinculado a lo emocional y lo vinculado con los procesos anímicos del sujeto.
La sexualidad se manifiesta por medio del inconsciente, que es un mecanismo que permite filtrar o
disociar la conciencia en distintos niveles. A diferencia de la filosofía cartesiana la propuesta de
Freud sugiere que no hay un cógito unificado que se reconoce o habla como sujeto. Por el
contrario la unidad sujeto en este caso se encuentra escindida en distintos niveles, el yo, el super yo
y elementos continentes como el ello. Incluso estas categorías nos permiten introducirnos a una
discusión Freudiana rescatada contemporáneamente por la teoría política para discutir la cuestión
del populismo: La psicología de las masas. Como la libido –como energía sexual- es transferida en
una situación de masa articulando diferencialmente un yo ideal que logra hegemonizar un ideal del
yo (Ideal o Idea).
Esta articulación que realizamos a partir de los cinco supuestos aquí presentados nos
completamente arbitraria. Existe una referencia entre estas cuestiones textos y autores. Esto –a
pesar de efectivamente constituir como en la metáfora lacaniana- que aparece como un collage
surrealista responde a una lógica. Esta lógica no es completamente racional. Está también muy
dominada por las pasiones, en este caso presentado como sexualidad. Por esta misma razón,
porque las ciencias sociales no pueden pasar por alto el descubrimiento freudiano en torno a la
sexualidad.
En este caso Pasión es un eufemismo de sexualidad. Damos cuenta de esta pasión por medio del
lenguaje, entendiéndolo de una manera postestructuralista, decir no como un sistema cerrado, sino
incompleto, sin posibilidad de sutura o cierre.
Esto es básicamente lo que nos gustaría definir como un cuadrilátero (por no decir pentágono) en
el que encerramos este enfoque subjetivista.

En conclusión

Reconocemos que el elemento pasional que representa la sexualidad como principio implica tener
que incorporar una mirada más subjetivista que racionalista para analizar la política. Esto lo
planteamos en total consonancia con una idea que creemos encontrar en una lectura
contemporánea de Maquiavelo. Si el príncipe debe ser amado y temido, debemos considerar tanto
el amor como el temor “racional”.
Aquí presentamos el caso de la elección racional como simple lugar para desarrollar el contrapunto
que da paso al esquema de análisis de la subjetividad.
Esa es la cuestión principal del trabajo. La mención del rational choice es una operación
polemicatizante para darle cierto tono a la cuestión. Sirve también para establecer un punto de
referencia.
Hemos intentado en cinco cuestiones fundamentales plantear un esquema subjetivo para el análisis
político. Este esquema propone el análisis del discurso (discursos con el mismo problema de
singularidad/generalidad) considerando la subjetividad y apertura –sin cierre o sutura- del
lenguaje, la hegemonía; y la sexualidad y el inconsciente según lo propone Freud.
Describimos muy brevemente los aspectos más generales de estas cuestiones y como se articulan,
incluso en un marco teórico más general que cuestiona las ciencias sociales en tanto discurso
mismo.
En forma muy resumida podríamos concluir que existe un elemento pasional en la política que
debemos considerar. Este elemento pasional es de índole subjetivo y puede ser abordado para dar
cuenta de las identidades que se constituyen en torno al discurso.
El discurso es nuestro punto de entrada y lo consideramos a partir de ciertos principios que
sostienen que el lenguaje es un ámbito de subjetividad y no puede ser entendido como un sistema
cerrado, que busca articularse de forma hegemónica para poder imponer una particularidad bajo
título universal; debiendo reconocer que los sujetos de esas identidades están dominados por la
sexualidad y el inconsciente.
Hemos intentado establecer un punteo básico de algunos criterios para el establecimiento de un
marco que nos permita abordar la dimensión subjetiva de los fenómenos políticos. Esto en un
resumidísimo esbozo que menciona las cuestiones fundamentales para considerar la dimensión
subjetiva de los fenómenos políticos contemporáneos.
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