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Domingo de la Ascensión del Señor –Año B

Lectio Divina - Mc 16,15-20


1- “Vuelvo al Padre”
Jesús nunca escondió la identidad de su origen, aún cuando no lo
comprendieran. Marcos lo presenta en su Evangelio poniéndolo en boca del
centurión romano como una confesión:
“¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!” Mc 15,39 (1,1.11; 9,7)
y en el texto con el que hoy rezamos aparece en el v19:
“…y está sentado a la derecha de Dios.” (Hech 2,33; 7,56; Heb 1,3; 8,1; 10,12-13;
12,2; Sal 109,1; Dn 7,13-14).
“Por derecha del Padre entendemos la gloria y el honor de la divinidad, donde el
que existía como Hijo de Dios antes de todos los siglos como Dios y
consubstancial al Padre, está sentado corporalmente después de que se encarnó y
de que su carne fue glorificada" San Juan Damasceno
Pero más explícitamente es Juan quien señala en su Evangelio este “origen”:
“Salí del Padre y vine al mundo. Ahora dejo el mundo y voy al Padre “
Jn 16,28 (Jn 3,13; 6,33.38.41-46.50-51)
Bajó por la Encarnación y subió por la Glorificación (Ef 4,8-10; Flp 2,6-11), la
hora de la humillación, en el Evangelio según san Marcos, es la hora de la plena
revelación de Jesucristo (Mc 15,39), a quien hoy vemos ascender al cielo.
2- “…fue llevado al cielo”
El cielo(v19), al igual que la nube (Hech 1,9) son símbolos de la gloria divina a
la que Jesús es elevado (Heb 4,14: 9,24; Mc 9,7; Ap 1,7; 14,14; Ex 16,10; 24,14-
18). A ella somos destinados, a ella se ordena nuestra esperanza (Col 3,1-4; Ef 2,4-
6) y la misión que Jesús le confía a los Apóstoles (v15-16; Mt 28,1-20)
"…ha querido precedernos como cabeza nuestra para que nosotros, miembros de
su Cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en su Reino"
MR, Prefacio de la Ascensión
“Habiéndose convertido Cristo en nuestro camino, ¿desesperaremos de llegar?
Este camino no puede ni acabarse, ni interrumpirse, ni borrarse por lluvias o
tormentas, ni ser asediado por ladrones. Camina seguro en Cristo; camina; no
tropieces, no caigas, no mires atrás, no te quedes parado en el camino, no te
apartes de él. Si te cuidas de todo esto, llegarás. Una vez que hayas llegado,
gloríate ya de ello, pero no en ti. Pues, quien se alaba a sí mismo, no alaba a Dios,
sino que se aparta de él. Sucede como a quien se aparta del fuego: el fuego
permanece caliente, pero él se enfría; o como al que quiere alejarse de la luz; si lo
hiciere, la luz permanece resplandeciente en sí misma, pero él queda en tinieblas.
No nos alejemos del calor del Espíritu ni de la luz de la Verdad. Ahora hemos
escuchado su voz; entonces, en cambio, lo veremos cara a cara” San Agustín
3- “..el Señor los asistía…”
Jesús le comparte a los Apóstoles su propio poder permaneciendo con ellos
(v17-18; Mt 28,18.20).
Allí donde el recorrido terreno de Jesús llega a su término comienza la misión
de la Iglesia, con el mismo poder que a Él se le había concedido en cuanto
Resucitado (Hech 1,8). Ahora el anuncio es la Resurrección de Jesucristo, y se hace
necesario creer en Él y ser bautizado para participar de su victoria (v15-16; Mt
28,19) y dar testimonio de la Buena Nueva fundada en el Dios manifestado en su
Pascua: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Los once discípulos representan a toda la Iglesia, por eso no faltan los que
dudan (v 14; Mt 28,16-17).
Allí donde esté la Iglesia estará siempre Jesús y donde está Jesús está
destinada a estar definitivamente la Iglesia (Ef 1,17-23)
“Concédenos, Dios todopoderoso, exultar de gozo y darte gracias en esta liturgia
de alabanza, porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y
donde nos ha precedido Él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también
nosotros como miembros de su cuerpo”
Oración colecta, Domingo de la ascensión del Señor
“Ved cuán grande fue la condescendencia de nuestro Señor. Quien nos hizo
descendió hasta nosotros, puesto que habíamos caído de él. Mas, para venir a
nosotros, él no cayó, sino que descendió. Por tanto, si descendió hasta nosotros,
nos elevó. Nuestra Cabeza nos ha elevado ya en su cuerpo; adonde está él le
siguen también los miembros, puesto que adonde se ha dirigido antes la Cabeza
han de seguirle también los miembros. Él es la Cabeza, nosotros los miembros. Él
está en el cielo, nosotros en la tierra. ¿Tan lejos está de nosotros? De ningún
modo. Si te fijas en el espacio está lejos; si te fijas en el amor está con nosotros”
San Agustín
“…lo que había podido verse del Redentor, ha pasado a los ritos sagrados; y para
que la fe sea más excelente y más firme, la instrucción ha sucedido a la visión: en
su autoridad descansarán en adelante los corazones de los creyentes, iluminados
por los rayos de luz de lo alto” San León Magno.
4- “Volverá”
El anuncio de los personajes que aparecen en el relato de la ascensión que
describe Lucas en los Hechos de los Apóstoles (1,9-11), es una invitación a esperar
lo que Jesús prometió (Hech 1,8; Jn 16,7-8.13). Así lo hicieron los Apóstoles junto
a María (Hech 1,10-14), modelo perpetuo de la Iglesia orante y siempre abierta a la
fecundidad del Espíritu. La oraciones colecta de cada una de las Misas de esta
semana serán una súplica al Padre para que por Jesucristo cumpla su promesa
enviando el Paráclito. Detrás resuena el clamor: “Ven, Señor Jesús” (Ap 22,17.20)
Puede aprovecharse la lectura y reflexión del Catecismo de la Iglesia Católica
en sus números 659 al 677.

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