sirviendo cervezas, de vez en cuando algún café, soportando, sin ningún tipo de pasión, las palabras que buscan compañía. Casi siempre vistiendo de negro, con apariencia lejana y fría, como flotando en el mar de la noche, con la seguridad de que allí nadie la molestará.
EL CANTO DEL GRILLO
Con el tiempo se acostumbro a pasar del alto volumen de la música ambiental, a las entradas y El día de su vigésimo séptimo cumpleaños también salidas de la clientela, a responder lo más trabajó tras la barra del bar, como de costumbre. amablemente posible a las preguntas sin sentido, a las Desde hace unos años iba todos los fines de semana distintas voces reclamando su atención. Desempañaba por las noches. Desearía haberlo intercambiado, y su labor, hora tras hora, con eficacia, hasta la hora pasarlo de otra manera. Lógico. Pero no lo pensó del cierre. antes y, ahora, no disponía de tiempo para buscar otra -Si no fuera porque sólo los idiotas están despiertos compañera. El reemplazo era la única solución a su a esa hora, sería un trabajo agradable, fácil de llevar- deseo. dijo ella un día que le pregunte sobre lo que hablaba -No te preocupes- me dijo, por teléfono, al con los clientes. comentarle que me habría gustado invitarle a cenar-. No porque se cumple años se tiene que realizar algo especial. ¿Quedamos para otro día? Recuerdo el día en el que hablamos sobre cómo hemos pasado algunos cumpleaños. La mayoría de gente En el fondo se estaba consolando, aunque reconozco recuerda bien algunos días en que se cumplieron años que su decepción no parecía grande. Y una de las señalados. Algunos de la infancia y, sobre todo, de la razones era que, desde hacía un tiempo, no tenía adolescencia los dieciocho y los veinte. Pero los dos ilusión por volver a la soledad de su casa. Siempre coincidíamos en no recordar alguno por ser vivido de tenía con quién compartir trozos de vida. Pero la una forma especial. historia se complicaba de manera insospechada cuando, ya sola, sus pensamientos, irremediablemente, -Pero la vida, vete a saber por qué, no me ha dejado se centraban en su soledad. Esto le dejaba un espíritu ningún rastro melancólico por ello. No echo en falta el melancólico, que no podía ocultar en su ánimo diario. haberlos pasado de otra manera- le digo. Y aunque, En su corazón algo se había endurecido como una con un gesto de la cabeza, asiente, la claridad de sus piedra, y sentía la necesidad de deshacerlo. En su ojos revela la duda del pensamiento. corazón reconocía la falta del sentimiento de un -Siendo niña no, pero después si me habría gustado abrazo. disfrutarlo realizando una fiesta propia, y preparándolos bien. Ahora estoy acostumbrada- hizo una pausa, como si estuviera pensando lo dicho-. Creo Trabajaba en un bar nocturno de un pequeño pueblo que así ha sido desde siempre. Y se repite, año tras costero. El local servía de refugio nocturno a muchos año, de manera idéntica. solitarios, gente madura y, cada vez más, gente joven, buscando pasar las largas horas de la noche en alguna compañía. El día de su vigésimo séptimo cumpleaños, la Los fines de semana eran trabajo fijo, y un aporte jornada laboral, en el bar, se inició como de costumbre. económico que le servía para realizar, en vacaciones, La llovizna que había empezado a caer a primera hora alguna escapada lejana a otros mundos distintos. de la tarde se convirtió, en el momento de entrar al trabajo, en una tormenta de verano. Una vez que Si le preguntabas como era el local, sólo respondía pasó el aguacero, la atmósfera quedó pesada. Ya había con seguridad del lugar por donde ella se movía. El anochecido. reducido espacio de la barra. Pasaba el tiempo
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Debido a la lluvia los primeros clientes llegaron en colocándose de pie al lado de la barra, mirándola cuenta gotas. En verano uno no se decide a salir de directamente a los ojos. casa, después de una tormenta, con un paraguas. Sabe -Pues ahora tengo veintisiete- respondió ella, algo que sólo le va a servir de estorbo. turbada, no esperando una pregunta que, por el día que era, tuviera coincidencia con ella. Con la puerta abierta, penetraba el profundo olor de -¿Ahora tienes veintisiete?- repitió como si no la evaporación de la lluvia, invadiendo el interior del hubiera entendido bien el “ahora” Entrecerró los ojos bar. como si estuviera mirándola por una rendija-. Eso de que ahora tienes veintisiete debe significar que no Eran las once y media de la noche cuando la hace mucho que los tienes, ¿verdad? encargada, única compañera de trabajo, empezó a encontrarse mal. Se derrumbo tambaleante sobre una -Pues no, señor. Los acabo de cumplir-. Tras una silla y permaneció unos instantes apretándose el pausa meditativa, añadió: En realidad, hoy es mi vientre. Gotas de sudor comenzaron a poblar su cumpleaños. frente. -¡Ah, claro!- dijo acariciándose la barbilla como si -Creo que me voy a ir a descansar- dijo con voz quisiera convencerse de algo-. ¡Ah, claro! Ya veo. Así pesada. que hoy cumples veintisiete años. Era muy raro que se encontrara mal. Desde que Ella asintió en silencio. empezó a trabajar, creo que cinco años atrás. No -¡Ya veo!, ¡ya veo!- exclamó-. ¡Qué bien! había faltado un sólo día. Jamás se encontró enferma. ¡Felicidades! Pero ahora su cuerpo, contraído por el dolor, anunciaba que la cosa iba en serio. -Muchas gracias- dijo ella. Pensándolo bien, era la segunda vez que la felicitaban aquel día. Claro que, al Se llamó a un taxi que la llevo a casa. volver a su apartamento, tal vez encontrara mensajes “Como regalo de cumpleaños me quedo sola” pensó. en el contestador del teléfono. La única persona que en ese momento se encontraba -Eso hay que celebrarlo. Es algo magnifico. ¿Qué te en el bar volvió a pedir un café. Al servírselo, ella parece, jovencita? ¿Brindamos con una copa de tuvo la sensación de que esperaba otra cosa. champán? -¿Desea algo más el señor? -Muchas gracias, pero estoy trabajando y… -No, nada más, gracias- respondió con serenidad tras -Por un poco no pasa nada. Además, invito yo. Sólo pensárselo unos instantes. Llevaba un traje y unos un sorbito para celebrarlo. zapatos de color negros, bruñidos y brillantes, muy Ella colocó un “benjamín” sobre la mesa. El hombre elegantes. “¡Que bien vestido va! Pensó ella. extrajo el tapón, le sirvió a ella un poco, y en otra -Entonces con su permiso… copa para él. -No, espera un momento- dijo el hombre de los -¡Feliz cumpleaños!- dijo levantando la copa-. Que zapatos elegantes. tu vida sea rica y fructífera. Que ninguna sombra la empañe jamás. -Sí, ¿qué desea? Brindaron los dos. -Escucha, jovencita, ¿podrías dedicarme cinco minutos de tu tiempo?- preguntó-. Me gustaría hablar “Que ninguna sombra la empañe jamás” Repitió ella contigo. para sí. ¿Por qué hablaría aquel hombre de forma tan peculiar? “¿Jovencita?”Al oírlo, se ruborizó. -Tus años sólo se cumplen una vez en la vida. Y son -Sí, claro. No creo que haya problema. Todavía no algo tan valioso, jovencita, que no pueden ser hay mucho trabajo- dijo. No se trataba de ofrecer o de reemplazados por nada. quitar el tiempo a nadie, sino de compartirlo. -Sí- afirmó ella, sin saber muy bien por qué. Y bebió, -Por cierto, ¿cuántos años tienes?- preguntó
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con cautela, un único sorbo de champán. natural y amistosa. -Y tú, en un día tan importante como éste, me estás Princesa, ¿tienes algún deseo? ¿O no?- preguntó con atendiendo. Igual que una princesa bondadosa. voz serena. -Yo me limito a realizar mi trabajo. -Incluso así- sus palabras sonaban con Ella me miró de frente. agradecimiento-. Incluso así, bella jovencita. -Esto sucedió de verás. No me lo estoy inventando. El hombre se sentó delante de ella, todavía con la -No, claro que no- ella no es el tipo de persona que se copa en la mano. En el bar reinaba una extraña inventa las cosas-. ¿Y qué deseo le pediste? tranquilidad. Por un instante me mira fijamente. Lanza un - Hoy cumples veintisiete y, además, me has traído pequeño suspiro. una magnífica compañía- dejó la copa sobre una mesa cercana-.¡Que dichosa coincidencia! ¿No te parece? -No le hice mucho caso. De primeras me dio ilusión. Pero ya hace tiempo que no creo en príncipes azules, Ella asintió, no muy convencida. ni en cuentos de hadas. Después pensé que era una -Así, pues- dijo el hombre, colocando una mano sobre broma, y decidí seguirle la corriente. Sólo lo que su pecho- voy a hacerte un regalo, princesa. Un día estaba sucediendo ya era especial, para un día tan especial como el del vigésimo séptimo cumpleaños ”especial” No se trataba de si me lo creía o no. requiere también un recuerdo especial. ¿Entiendes como me sentía?- asiento en silencio-. El día de mi cumpleaños iba a pasar sin que sucediera - ¡Oh, no! No se moleste, se lo ruego. Yo sólo hago lo nada, sin apenas alguna felicitación, sirviendo que me corresponde. cervezas. ¡Y cumplía veintisiete años! El hombre levantó ambas manos con las palmas Asiento de nuevo. vueltas hacia delante. -Te comprendo- digo. -No, no debes preocuparte. Es un regalo que no tiene forma. No tiene valor. En fin- dijo volviendo a tomar -Así que formulé un deseo, tal como me ofrecía- me la copa-. Mi joven y preciosa princesa. Voy a hacer contó ella, creo que con la misma ilusión que cuando que se cumpla un deseo que tú pidas. El que tú lo vivió. quieras. No importa cuál. Cualquier deseo que tengas. En caso de que tengas alguno, por supuesto. El hombre permaneció unos instantes mirándola. -¿Un deseo?- dijo ella, con voz débil, pero Seguía con la copa en la mano. Encima de la mesa ilusionada. estaba todavía el café, ya frío, y la copa de ella, vacía. -Algo que tú quieras. Lo que más desees. De El olor, ahora dulzón, de la humedad de fuera, seguía tenerlos, te concederé uno de tus deseos. Este es el invadiendo el ambiente del bar. regalo de cumpleaños que puedo hacerte. Pero se trata -¿ O sea que éste es tú deseo? de uno, así que piénsatelo, muy, muy bien- dijo alzando una mano al aire-. Únicamente uno. Después -Sí. no podrás cambiar de idea ni echarte atrás. -Es un deseo muy raro para una persona de tu edad- Ella perdió el habla. “¿Un deseo?”La música se dijo el hombre-. Lo cierto es que esperaba otro tipo de percibía como si estuviera coronando el momento, cosa. lejana, pero dejando el espacio para un silencio -Si no puede ser, pediré algo distinto- dijo ella reflexivo. El hombre la miraba sin articular palabra. intentando desviar su mirada-. No importa. Pensaré En el fondo de la cabeza de ella resonaban los fuertes otra cosa. impulsos del corazón. - ¡ Oh, no, no!- exclamó levantando ambas manos y -¿Concederme algo que yo desee? bajándolas junto a su pecho-. No hay ningún El hombre no respondió a su pregunta. Todavía con problema. En absoluto. Sólo que me ha pillado por la copa en la mano, se limito a sonreír. Una sonrisa sorpresa. ¿Seguro que no deseas nada distinto? Como,
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por ejemplo, ser más hermosa, o más inteligente, o más mundo con entra libertad. En ese día, incluso la rica. ¿No quieres un deseo de esos? ¿Uno de los deseos pequeña concha, arrojada sobre, exhibía orgullosos que parece quieren todos los de tú edad? destellos de luz irisada. Era como si las cosas contuvieran otra luz en su interior, compuesta por -Claro que me encantan esos deseos. Yo aún no sé de diminutos rayos de energía vivificadora. Y flotaban qué va mi vida. En serio. Muchas veces no sé cómo en el espacio, sin rumbo aparente, para acabar funciona. posándose, despacio, tomándose su tiempo, sobre ella. -¡Ah, bien!- dijo el hombre sentándose y dando unas vueltas al café con la cucharilla-. Muy bien. Vio a un hombre, que al principio pensó era el de la Dejó de mirarla, recorriendo con la vista el espacio noche anterior. Este se acercó a ella. Era algo más del bar. Parecía buscar algo- un halo de luz nocturno, joven que el otro hombre. De pie, junto a ella, la miró por ejemplo- que flotara en el aire. Luego extendió los fijamente, con sorpresa, como si esperará algo de ella. brazos, se levantó, y entrechoco las palmas con energía. Después volvió a sentarse. Se palpó -¿Sabes? Eres idéntica a alguien que conozco- dijo él suavemente la frente, y esbozó una plácida sonrisa. -. La fisonomía de la cara, la figura; tenéis un aire idéntico. Es increíble lo que os parecéis, cuanto más te -¡Ya está! Tu deseo se te ha concedido. observo, más parecidos encuentro. -¿Ya se ha cumplido? -Si tan iguales somos, me gustaría conocerla-dijo ella -Sí, ya se ha cumplido. Ha sido fácil. ¡Feliz eso es cuanto se le ocurrió decir. Aunque le habría cumpleaños, hermosa princesa! ¡Adiós! dicho que él también le recordaba a alguien. Con la sorpresa, apenas le dio tiempo a despedirse. -¿De veras? Sentía el cuerpo extrañamente liviano, tenía la -Pues sí, me gustaría saber que se siente al conocer a impresión de estar sobre una materia blanda de otra persona idéntica a uno mismo. naturaleza desconocida, pero afín a ella. En ese momento todo estaba en armonía. Él sonrió y se sentó junto a ella. -¿Te ocurre algo?- preguntó una joven que entró en -Ya no es posible-replicó-. Murió hace unos años. A el bar cuando el hombre salía. la misma edad que debes tener tú, ahora. Ella sacudió la cabeza. -¿Ah, sí?-dijo ella, con sorpresa y algo de inquietud. -No, gracias. ¿Desean tomar algo?-un gesto -La maté yo. tranquilo y una amplia sonrisa acogió a los clientes. El sonido de las olas del mar se silencio. Creyó oír el entrechocar de grandes rocas en el fondo del mar, agitadas por corrientes de tinieblas. “No volví a ver a ese hombre jamás. Pasé la jornada con mucha tranquilidad. Terminé mi horario más -¿Te gusta la música?- le preguntó él, tan impasible, tarde de lo habitual. Mi compañera llamó para a lo que había dicho antes, como las lejanas decirme que se encontraba mejor, que al día siguiente nubecillas. podía ir algo más tarde. Así que cuando salí, había -Si se trata de buena música en un mundo bueno, sí, comenzado a amanecer. No me apetecía ir al me gusta- le inquirió ella, poniendo énfasis en “bueno” apartamento. Fui hacia la playa, y me senté en la arena mirando al mar. Por unos instantes sentí que -¡Ah, claro!- exclamó. No había otra respuesta pertenecía al mundo, integrándome plenamente en él” posible para una contestación tan tajante. -Por cierto – dijo ella con voz firme- estábamos Era el primer día después de su vigésimo séptimo hablando de una mujer que se parecía a mí. ¿Cómo la cumpleaños. Tenía delante un día radiante, perfecto. mataste? Unas nubecillas blancas flotaban a lo lejos, encima -La arrojé dentro de una colmena. del mar, como unas exquisitas lámparas de luz colocadas con cuidado. El sol vertía sus rayos sobre el -Es mentira, supongo.
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-Lo es- contesto mientras recogía arena con las Él sonrió una vez más. manos, para dejarla caer, suavemente, en forma de -Me ha encantado hablar contigo. Adiós, princesa- lluvia. se despidió prácticamente sin mirarla. Ella suspiró, y volvió la vista hacia el mar buscando -Adiós. las pequeñas nubes. Permaneció mirando cómo se alejaba. Hubo un -Claro que, en términos legales, no se trató de un momento que creyó ver, en él, al hombre que le hizo un asesinato- dijo él, retomando el tema-. Tampoco se regalo de cumpleaños. puede considerar un asesinato si lo miramos desde un punto de vista moral. -O sea, que no fue un asesinato, ni legal ni -Al día siguiente me levanté con la sensación de que moralmente hablando. Pero tú, mataste a alguien. lo ocurrido fue sólo una ilusión. Pero el tiempo ha acabado convenciéndome de que ocurrió de verdad. Y -Exacto- dijo él, asintiendo divertido-.A alguien que recuerdo cosas con todo detalle y claridad. Aquello se parecía a ti. pasó, y tuvo un gran significado para mí. El otoño se había hecho reconocible. El viento y En otro lado, cercano, alguien entró en el mar; y alguna que otra tormenta llegaban en cualquier alguien le siguió. Se oyó un chapotear y risas a coro. momento del día. Habíamos salido a comer, y sentados El sonido llegaba nítido para lo lejano que se percibía. junto a una cristalera, donde la lluvia azotaba los No sabía por qué, pero el corazón empezó a latirle con cristales, dejando una visión borrosa de la playa y el fuerza, como queriendo salir para ir a correr por mar. Aún así el lugar y el paisaje mantenían su encima del agua. encanto. -¿Has pensado alguna vez en la libertad?- cada vez -¿Puedo hacerte un par de preguntas?- le digo. que hacía una pregunta, parecía deleitarse con la -Sí– me dice, una afirmación pronunciada como si inquietud que claramente se manifestaba en ella. fuera la única continuidad a mi frase- Imagino que lo -Lo pienso, a veces- cada vez le molestaba más el que quieres saber es cuál fue mi deseo. ¿No es cierto? salto en la conversación-. ¿Por qué lo preguntas? -Tengo la impresión que no quieres decírmelo- -¿Sabrías dibujar una margarita? -¿Eso crees?- dice, mientras recoge su pelo negro -No es una cosa difícil. ¿Me estás haciendo un test apartándolo de su frente, y mirándome a los ojos- de personalidad? Toma un ligero sorbo de agua, y aparta su mirada Él se echo a reír. hacia la cristalera como si estuviera buscando algo en la distancia. -¿Y…?-más inquietud-.¿Lo he pasado?-“Se está cachondeándose de mí” -Los deseos, de esa profundidad, no deben contarse a nadie. -Sí, tranquila, no te preocupes. Tengo una intuición. Parece que las cosas te van a ir bien. -No pretendo que me lo cuentes. Tan sólo me gustaría saber si tu deseo se ha cumplido. Si te has arrepentido -Muchas gracias- “sobre todo desde que me dejes de haber elegido ese “único” deseo, fuese el que fuese. tranquila”. En el fondo esperaba que estuviera en lo No has pensado alguna vez: ¡Ojalá hubiera pedido cierto, porque el corazón continuaba sobresaltada, y el otra cosa! alma estaba pidiendo tranquilidad. -A la primera pregunta te respondo sí y no. La vida Él miró el reloj que llevaba colgando de una cadena todavía sigue y el futuro no sé lo que va a traerme. en la correa del pantalón. Mirando hacia atrás, creo que aquel día fue -Las ocho menos diez. Tengo que ir a sacar a pasear importante para mí. al perro. ¿Te gustan los animales? -¿O sea que es un deseo que tarda tiempo en -Sí, pero no tengo ninguno- contesto temiendo que realizarse? volvía a continuar con las preguntas.
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-Más bien, con el tiempo y la vida es como se realiza. -No lo aceptes tan rápido; llegado el momento puedes arrepentirte. -¿Cómo en la elaboración de un buen vino? Ella vuelve a mirarme a los ojos. Su mirada sonríe de Ella lo confirma asintiendo. una forma directa, sin complicidad. Pienso un momento sobre ello, tal vez buscando una -Estoy segura de que ese deseo “único” ya lo has imagen del deseo realizad. Tan sólo soy capaz de pedido alguna vez- me dice. pensar en escanciar una botella de agradable vino añejo. -¿Cuál era la otra pregunta?- su voz me saca de mi pensamiento. -Si te has arrepentido de tu elección. -Pero se trata sólo de un deseo, hermosa princesa, así Un breve silencio. Sus ojos van de un lado a otro, que tienes que pensártelo muy, muy bien. – El hombre como buscando una respuesta que los satisfaga. Sólo levantó los brazos, y su porte parecía arropado de luz, sus labios, con una sonrisa tranquila muestran, que la mientras una música de esferas lo coronaba- vida, de una forma o de otra, con deseo o sin deseo, ha Únicamente uno. Después, no podrás cambiar de idea continuado. Y así lo expresa. y echarte atrás. -Tengo un buen coche, un perro encantador, tiempo para dedicar a mis amigos, y sobre todo ilusión por el futuro. Ésta es mi vida ahora. -Parece agradable y satisfactoria. -¿Aunque Hacienda me haya dejado sin vacaciones? -Mientras no te deje sin deseo. -¡Faltaría más!- y sirviendo en las dos copas un poco de vino, me animo a brindar. Durante un momento pensé que el deseo pedido tenía mucha relación con ver el lado positivo de las cosas. Que el interés podía estar centrado en jamás dejar de ser ella misma. Sólo eso. Ella sonríe y me mira. -Si tú hubieras estado en mi situación, ¿qué hubieras pedido? -¿Cuándo?, ¿al cumplir veintisiete años? o ¿en el último cumpleaños? -Da igual, en cualquiera de ellos. No, espera, en el que viene. ¿Qué deseo pedirás? Reflexiono intentando buscar un deseo relacionado con lo que ella pudo pedir. No se me ocurre ningún deseo. -Pues no se qué decir. Ahora, si está en tu mano cumplirlo, tal vez me lo piense con más calma, y antes del cumpleaños te lo digo- se lo digo con franqueza y sin ninguna intencionalidad. -¿No se te ocurre nada? ¿En serio? No me lo creo, pero acepto el reto.