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3- Atril o facistol. Para sostener el misal en la posición más favorable para su lectura, y
para trasladarlo además del modo más fácil y respetuoso, puesto que se trata de un libro
tan considerable, existe un pequeño mueble litúrgico llamado facistol. Podría trasladarse
el misal abierto y reclinado solamente sobre un cojín del color litúrgico del día; más,
como que ordinariamente suelen ayudar la misa niños de pocos años que bastante
trabajo tienen muchas veces para levantar del altar el Misal y trasladarlo, por lo mismo
podemos decir que el uso del facistol es más práctico. Puede ser de madera o de metal, y
tener el plano que sostiene al libro, con inclinación graduable. En días de mayor
solemnidad, puede cubrirse el facistol con un paño del color litúrgico de la fiesta...
Durante el rezo o canto de las Horas canónicas del Oficio divino, se emplea el llamado
facistol de pie, a fin de poder leer o cantar en pie los correspondientes textos litúrgicos.
Esta clase de facistoles pueden emplearse también para cantar la Epístola y el Evangelio
en la misa solemne; pero en tal caso se les debe cubrir con un paño del mismo color
litúrgico de los ornamentos.
10- Incensario. En las Misas solemnes y en la exposición mayor del Santísimo hay que
hacer uso del incienso, substancia vegetal olorosa que, al contacto con el fuego, se
deshace en blanquísima y perfumada humareda, la cual se tributa como símbolo de
honor y reverencia ante todo a Dios y luego al Crucifijo del altar, a las sagradas
reliquias, al mismo altar, al pan y vino que han de ser consagrados, a los sagrados
ministros y a los fieles en general. Las brasas de fuego están contenidas en el incensario,
que es un recipiente metálico sostenido por tres cadenas, con tapa convenientemente
perforada y manipulable arriba y abajo mediante una cuarta cadena. Sujetando con una
mano las cadenas reunidas en su extremo superior, puede balancearse el incensario de
un lado para otro a fin de que el aire atice las brasas de fuego que hay dentro; y cuando
hay que servirse de él, una vez provisto del incienso que al arder sale en forma de humo,
cogiendo convenientemente las cadenas con las dos manos se le puede dar la dirección
que cada momento reclame.
11- Naveta. Tiene la forma de una nave pequeña donde se pone el incienso para la
incensación.
12- Cucharita. para cojer el incienso. También en algunas partes se usa una pequeña
cucharita para mezclar unas pocas gotas de agua en el vino del Cáliz.
13- Umbela. Es una especie de paraguas que sirve para trasladar al Santísimo de una
parte a otra.
14- Hisopo. Pequeña escobilla o brocha que sirve para coger el agua bendita en las
bendiciones.
16- Bandeja. para colocar debajo de la barba del que comulga por si cayese la Hostia o
alguna partícula.
17- Bandeja ordinaria. para recoger las limosnas que dan los fieles dentro de la iglesia.
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Campanilla.
El Sagrario. La existencia del copón para tener en reserva las Sagradas Formas obliga a
disponer, naturalmente, de un lugar expreso y adecuado para guardarlo. Tal es la misión
del sagrario. Construido en madera, metal o mármol, enclavado sobre el altar y con
puerta que cierre con llave, dorado por dentro o tapizado con seda blanca, y por fuera
tan rico como sea posible, tanto material como artísticamente, el sagrario viene a ser
como el pequeño templo donde permanece noche y día Jesús Sacramentado, que por
siempre sea alabado. Sagrarios hay, naturalmente, de todos estilos, y algunos hacen
juego con el del Templo o del altar donde están colocados, lo cual es de alabar. Sobre el
sagrario está prohibido poner nada, a no ser cuando convenga, el Crucifijo del altar.
¡Que agradecimiento tan grande debe despertar en nuestra alma la contemplación de un
sagrario, sólo por el hecho de pensar que allí dentro, prisionero del amor, nos espera el
buen Jesús para escucharnos y consolarnos! Incluso para aquellas almas que se hallan
más o menos inquietas por su aparente falta de fe, ¡qué oportunidad más propicia la de
hacer, ante un sagrario que encierra al buen Jesús, el espléndido y muy real acto de fe
que es una genuflexión perfecta y devota! Si nos acostumbramos además a decir
mentalmente, mientras hacemos la genuflexión, la jaculatoria eucarística que nos inspire
más fervor, nuestro acto de fe tendrá el doble valor de ser hecho con el pensamiento y
con el corazón.
El Conopeo. Del mismo modo que decíamos que para mayor reverencia está mandado
cubrir el copón, incluso cuando está dentro del sagrario, con un envoltorio de seda
blanca, también por la misma razón está ordenado que el sagrario esté todo él recubierto
con un envoltorio de tela de color, que puede ser blanca - color litúrgico de la Eucaristía,
o mejor aún del color del día. Este obligado envoltorio del sagrario se llama conopeo.
La figura te presenta el sagrario cubierto, como se debe, con el conopeo. El conopeo ha
de ser un envoltorio total, y, en lo posible, no abierto por delante como un cortinaje;
tampoco ha de ser transparente. Y aunque esto, que está positivamente ordenado, parece
que tenga el inconveniente de ocultar la suntuosidad o el arte empleado en la
construcción del sagrario, tiene en cambio una excelente compensación: y es que, con el
conopeo, todos los sagrarios, así los más ricos como los más sencillos, ganan en
magnificencia, al parecer todos por igual una rica tienda en la cual habita el Rey de
reyes. Aún es mayor, en ciertos casos, el servicio que puede prestar el conopeo en la
práctica. Por ejemplo: en una iglesia donde no se cuide de atender esta ley del conopeo,
cuando del sagrario se retira la Reserva para trasladarla a otro sagrario del mismo
templo, es casi seguro que los fieles que entren después al templo, de momento, y por
costumbre, no harán la genuflexión ante el sagrario que encierra la Reserva, sino que la
harán ante el que ha quedado vacío. En cambio, este error no es posible en las iglesias
donde se recubre con el conopeo el sagrario donde está el Santísimo Sacramento, y no
los demás sagrarios del templo; porque nada se ve mejor, a simple vista, si un sagrario
lleva o no conopeo.