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NÚMERO
2 0 0 8
LIBRO DEL
III
CENTENARIO FERIA DE ALBACETE
I I I C E N T E NA R I O F E R I A D E A L BAC E T E 1710 - 2010
- Documento obtenido del libro Memoria de la Feria de Albacete escrito por José Sabater y Pujals, publicado en Albacete, en
la Imprenta de Ruiz en 1883 y trascrito en las págs. 17 a 22.
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Alvaçet, que qualquier o qualesquier que lo faziesen a los cuerpos e a lo que ovie-
ren me tornaría por ello. Otrosi tengo por bien que el peso e la tafureria de hi de
las ferias e de todos los otros dreitos, que sean pora mi segunt los avia en las ferias
d’Alvaçet, salvo que finquen poral alguazil de las ferias aquellos dreitos que solia
aver en las ferias d’Alvaçet...”
Esta es, por el momento, la primera noticia de la feria, que tiene setecien-
tos, y no trescientos años, como suele leerse. Hasta pudiera ser anterior en el tiem-
po a las de conocemos en Almansa y Chinchilla (no parece que llegue a funcio-
nar la que el fuero concede a esta población); pero probablemente todas sean más
o menos de principios de este siglo XIV, y quién sabe si fruto del empeño del joven
Juan Manuel por repoblar las tierras que su padre añadió a su gran señorío. Pero
la de Albacete nos llama la atención por nacer en un sitio despoblado –una aldea
o alquería– y por la rapidísima expansión de su radio de acción hacia Valencia,
Murcia, y es de suponer que a las tierras conquenses y manchegas. Puede que se
tratara de una bajada al llano de las que un privilegio que Chinchilla declara pose-
er, pero nunca presenta, concedía a esta villa; pero a nuestro entender resulta más
plausible que las ferias nacieran primero en Albacete, por su comodidad y abun-
dancia de agua, y que se trasladaran a Chinchilla de forma temporal, como el
mismo señor dice en su carta. Es decir, que se trate de una creación del almojari-
fazgo de don Juan para favorecer el desarrollo de la ganadería y el comercio local
y regional, e incrementar al tiempo las rentas del señor (no en vano, ya en las
Cortes de 1305 se denuncia que ciertos caballeros establecen mercados en luga-
res donde nunca existieron, y se pide que sean prohibidos, “ca por esta razon se
hermaban las villas”). Las ferias de Villena existían, por lo menos, en 1306, cuan-
do son asaltados en Almansa vecinos de Chinchilla que iban a vender sus gana-
dos en ellas, por lo que no sería demasiado improbable que existieran también las
de Albacete, que además se vinculan de forma extraordinaria al devenir histórico
de esta localidad. Como ya señalamos, desde 1325 pasarán a Chinchilla, pero no
tardarán en regresar.
Con la guerra civil entre Pedro I y Enrique de Trastámara, que sucede además
a la extinción del linaje Manuel y trae grandes cambios a este señorío, conocido
hasta entonces por “Tierra de don Juan”, Albacete perdió su supuesto villazgo y vol-
vió a ser aldea de Chinchilla, cuyas autoridades, según sus habitantes, impedían su
pleno desarrollo haciéndoles objeto de muchas “sinrazones y agravios”. Sin embar-
go, la feria seguía celebrándose en el mismo Albacete, donde se documentan trans-
acciones de cierta envergadura, como una gran manada de carneros comprados
para abastecimiento de la ciudad de Murcia hacia 1374. Y como es natural, cuan-
do Albacete vuelve a recobrar su perdido villazgo, en noviembre de 1375, com-
prándolo al marqués Alfonso de Aragón, que había sucedido a los Manuel bajo la
dinastía de Trastámara, todo hacía pensar en que este comercio se iba a convertir
en la piedra angular para la economía del naciente concejo, sobre todo por ser la
única actividad que no necesitaba para desarrollarse el término ni el agua, que
nacía en tierras de Chinchilla, y que este concejo no estaría dispuesto a compartir.
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Por supuesto, Chinchilla intentará recuperar las ferias: el 22 de abril de 1376
escribe a los concejos de Murcia y de otras muchas poblaciones desde donde solí-
an acudir mercaderes, haciéndoles saber, con argumentos bastantes discutibles, que
en adelante aquéllas habrán de celebrarse en la misma Chinchilla, que tiene el pri-
vilegio:“...Ya sabedes en commo las ferias que se solian hazer en Aluaçete nuestra
aldea por nos, porque el preuillejo de las dichas ferias es dado a nos, et vos o algu-
nos de vos soliades venir a las dichas ferias al dicho lugar de Aluaçete; et agora fue
merçed de nuestro sennor el marques de fazer villa al dicho lugar de Aluaçete, e por-
que las dichas ferias son nuestras por preuillejos que dellas avemos, estableçemos e
ordenamos las dichas ferias aquí en esta dicha villa de Chinchiella, en aquellos mis-
mos tienpos que las soliamos fazer en el dicho lugar Aluaçete, por vertud de los
dichos preuillejos et en aquella manera e condiçiones que se solian usar las dichas
ferias, et es a saber que la primera feria comiença el primer dia de mayo et la otra
feria comiença primero dia de setienbre durando cada una de las dichas ferias quin-
ze dias francos por entrada e por sallida de todos los derechos e prendas segund
ques acostunbrado, saluo alcabala, que se non escusa commo uos sabedes. Et por
ende vos enbiamos fazer saber e çerteficar, porque vos rogamos que lo fagades asy
apregonar en vuestros lugares e jurediçiones de cada vno de uos, et por esta carta
aseguramos a vos e a cada uno de uos que a la dicha nuestra feria vinieredes e vinie-
ren, que les seran guardadas las franquezas e libertades e usos e costunbres que las
dichas ferias solian auer de commo dicho es...”.
Las ferias de Albacete parecen, por lo tanto, un acontecimiento ajustado a las
fechas del ciclo primavera/cosecha y fin del año agrícola, sin tantas pretensiones
como las que nacieron durante el siglo XIII a base de solemnes privilegios reales
(Alcaraz, por ejemplo), pero que, sin embargo, tendrá mejor fortuna que muchas de
aquéllas –por lo menos disfruta de más continuidad y sigue manteniéndose– y de un
plazo ferial no menos dilatado: treinta días al año, en dos períodos. Y con unas fran-
quezas no menos atractivas; algo muy importante, si tenemos en cuenta que hacia
1430 se hablaría de “la grant población que en Medina del Canpo recreçia por ser
las ferias francas”. Quizás el parangón con las famosas de Medina del Campo pueda
ser excesivo, si atendemos tan sólo a su volumen y al auge posterior de sus activi-
dades; pero hay que recordar que hay entre las dos algunas coincidencias del mayor
interés, que no han escapado a Ladero Quesada en su excelente estudio Las ferias
de Castilla, siglos XII a XV: ambas parecen ser fruto de iniciativas de origen señorial,
ambas sirven de puente al tráfico de lana a los puertos más próximos, y ambas
pudieron ser el principal estímulo para el mantenimiento de otras en los contornos.
En los años siguientes Albacete y Chinchilla siguen forcejeando en torno a las
ferias, que se celebrarán en ambas poblaciones. Como ha señalado Valdeón, un cua-
derno de Cuentas de Enrique II ya menciona las dos en 1379. En el año siguiente
(1380), cuando el propio marqués reglamenta el complejo sistema de su almojari-
fazgo, se refiere entre otros conceptos a las ferias que se hacen en Almansa, Villena
y Chinchilla, que se ordenan con gran detenimiento. De Albacete no dice expresa-
mente que existan tales ferias –quizá porque el cuaderno copiara otro del tiempo en
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que aún no era villa– pero sí que se apunta: “...Otrosy sea entendido en fecho de
Aluaçete commo se ha de husar y: que los que por y pasan derechos a Chinchilla
que no han de pagar derecho alguno, e que pasaren por el dicho logar Aluaçete con-
tra Requena o contra Alcaraz o contra otras partes o conpraren o vendieren en el
dicho logar de Aluaçete e su termino algunas cosas de que deuan pagar los dichos
derechos, que lo den e paguen aquel o aquellas personas que lo ovieren de dar e de
pagar por aquella regla e forma e manera e huso e costunbre de todas cosas segund
que esta hordenado commo se ha de pagar dellos en Chinchilla e su termino, asy de
portadgo e erbaje o montadgo e almoxarifadgo, alquilate e gineta e feryas, commo
las otras cosas”.
Parece, por lo tanto, que Albacete seguía celebrando sus ferias, que debían
funcionar como las de Chinchilla, que, al fin y al cabo, copian el modelo de aqué-
llas. En ellas eran francas, excepto de alcabala (un impuesto reciente, de cobro uni-
versal), todas las transacciones, incluidas las ventas de ganados (que sólo pagarían
derecho de gineta), aunque las mercancías pagarían el peso del concejo como el
resto del año, y otro tanto del almojarifazgo, y las tiendas de nueces, aceitunas, ave-
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llanas y almendras pagarían un celemín por carga (no así las de higos verdes, melo-
cotones, habas y otras hortalizas, que quedaban exentas, quizá por ser productos de
la huerta local). Se supone que el cambio de moneda y el comercio de esclavos,
ganados, paños y lencería, mercería, buhonería, especias y productos de carácter
exótico estaría gravado con cargas similares a las que se detallan en Almansa y
Villena, aunque probablemente aquí no se mencionan por no ser Albacete ni
Chinchilla aduanas para el paso entre los reinos de Castilla y Valencia. Pero es de
pensar que el modelo ferial fuera muy semejante, aunque pudiera haber sus pecu-
liaridades de ámbito local. El señor se reserva, en todo caso, el monopolio de la
tablajería –el juego de los dados y las penas impuestas por hacerlo de forma clan-
destina– y las severas multas que habían de pagar quienes se pelearan o causaran
heridas a otros en la feria (y hemos de recordar que muchos años antes, cuando las
trasladó de Albacete a Chinchilla, el señor de Villena había ordenado “que el peso
e la tafureria de hi de las ferias e de todos los otros dreitos, que sean pora mi segunt
los avia en las ferias d’Alvaçet”). Como se puede ver, el elemento lúdico y el bulli-
cio, no siempre fácil de controlar, acompañaban ya a estas concentraciones festivo-
comerciales.
Desde luego, parece que la feria, y en general el tráfico de lanas y ganados,
por no hablar de productos más o menos exóticos (y a veces ilegales, como el oro,
la plata y la moneda, que eran exportados de forma irregular hasta por el mismísi-
mo marqués, que sería el mayor contrabandista) resultaba rentable. Eso, al menos,
podría deducirse del avecindamiento en Albacete de Mosé Aventuriel, miembro de
un clan judío que hasta entonces había hecho negocio en Murcia como arrendado-
res del almojarifazgo y como despenseros del Conde de Carrión; aunque también es
cierto que este financiero se instalará en Chinchilla poco tiempo después. Lo cual,
por otra parte, no significa mucho, porque era frecuente que algunos mercaderes e
incluso prestamistas de Albacete y Chinchilla actuaran en las dos poblaciones, aso-
ciados o solos. A finales de este mismo siglo, cuando de los judíos, antes muy abun-
dantes en algunos lugares, ya no queda ni rastro, vemos al maestresala de Enrique
III imponer graves multas –que serán perdonadas por el rey– a vecinos de ambas,
por la venta usuraria de carneros y paños. Hasta el mismo Marqués pudo haber acu-
dido a vender en las ferias, no ya ovejas y paños, sino aldeas completas, como las
de La Almarcha, Cañada Negrita y Ucero, cuya venta al concejo de El Castillo (o de
Garcimuñoz), se firma en Albacete el 31 de agosto de 1391, víspera de la feria del
1 de septiembre.
El pulso entre Chinchilla y Albacete se mantuvo durante mucho tiempo, y sin
duda debió conocer altibajos y períodos de cese de las ferias, muy en particular en
los tiempos de guerra o amenazas entre ellas. Sin embargo, parece que siguieron
celebrándose en ambas poblaciones, impulsadas quizá por el renacimiento comer-
cial y económico que se deja notar en todos esos años. En cuentas de Albacete de
noviembre de 1444 se alude, entre otros gastos hechos en la defensa de esta pobla-
ción, al arreglo que se hizo en la denominada “barrera de la Feria”, aunque no está
muy claro si se habla del cierre de la calle, o de un edificio dedicado a esta activi-
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dad. Todavía en enero de 1451 volvemos a encontrar referencias en las cuentas del
año anterior, a “veynte tirantes que conpro para las puertas de la barrera de la calle
de la Feria, que costaron a doze maravedís cada vn tirante”, y “a lo que dio a los
que guardaban la barrera de la dicha Feria y el portillo de detrás de la yglesia vieja”;
pero ya no volvemos a tener referencias semejantes. Esto no significa que no se cele-
brara, sino sólo que no hay bastantes documentos: a finales de siglo el cronista
Mateos todavía encuentra referencias a la “calle de La Feria”, que seguirá existien-
do hasta la actualidad, lo que indica que había por lo menos un lugar para ellas. Las
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su santo y cumpleaños, y en que era costumbre, por voto del concejo –como ocu-
rre también en Chinchilla y Almansa y otras localidades del mismo señorío– dar una
“caridad” en ropas y comida a los pobres, costumbre que al final quedará reducida
muchas veces a una invitación a los curas y frailes que cantaban la misa. A menu-
do estas fiestas, a las que concurrían vendedores de dulces, frutos secos, garbanzos
y otros comestibles, solían acogerse a la sombra de ermitas existentes cerca del
casco urbano, como Sant Alifonso o Santa Cruz, o en otras, situadas a algo más de
una legua del mismo –por tanto, casi al límite del término cedido al naciente con-
cejo– como las chinchillanas de San Jorge y San Pedro de Matilla, donde el libro de
cuentas de Albacete registra conferencias entre representantes de ambos municipios
y algunas “proçesiones”, que en 1442 justifican partidas para el gasto de carne,
queso y vino –nueve azumbres– que el concejo ofreció a clérigos y abades “quan-
do fueron con la proçesión a Sant Pedro”, y otros semejantes para la de San Jorge
(los “Peces de San Jorge”, de donde procedía una parte del agua que llegaba a la
villa). Y aunque no poseamos noticias tan concretas, es lógico pensar que estas “pro-
çesiones” siguieran celebrándose en las siguientes décadas, incluyendo también la
nueva de Los Llanos, donde aparecerá muy oportunamente, junto a la de San Pedro
de Matilla, la que mucho después habrá de ser Patrona de la villa. Aunque por el
momento no tiene todavía tal consideración, sí podemos decir que su culto existía
por lo menos en 1466, que cuando ya conocemos a cierto Alonso Sánchez, “sante-
ro de Sant Pedro e de Santa María de Los Llanos”.
Aquellas romerías de signo religioso –aunque puedan tener también otras
razones– tienen poco que ver con la concentración comercial y pecuaria que supo-
nen las ferias medievales. Será mucho después cuando, tras el hiato de la crisis del
siglo XVII, en que incluso pudieron dejar de celebrarse, dispersándose acaso en las
festividades de ermitas como las mencionadas y otras añadidas por voto del conce-
jo, como San Nicolás Tolentino, San Roque o San Blas (aunque siguió existiendo la
“calle de la Feria”), o las celebraciones cívicas y profanas, que alguna vez se alar-
gan hasta enlazar con otras, como San Juan de Mayo, como muestra un magnífico
trabajo de Córcoles Jiménez, las ferias de Albacete vuelvan a resurgir. Eso sí, volve-
rán contaminadas y mezcladas con otras tradiciones, como la caridad del día 6 de
mayo y la de las antiguas “proçesiones” a San Jorge y San Pedro, lugar éste donde
ahora se sitúa la ermita de Los Llanos; o con las romerías del Primero de Mayo que
encontramos en otros pueblos de la provincia, y con las habituales rogativas en peti-
ción de lluvia o protección frente a la enfermedad. Ferias sacralizadas, además, por
su vinculación a la nueva Patrona, y muy manipuladas por razones ajenas a sus pro-
pios orígenes, desnaturalizadas y cambiadas de fecha, al 8 de septiembre (aunque
también se sigue celebrando la del 6 de mayo); ferias, al parecer, privadas ya de su
antigua franqueza, y casi secuestradas por los frailes franciscanos descalzos asenta-
dos allí en 1672, que veían en ellas una oportunidad de lucro permanente, y pidie-
ron, sin éxito, al rey Carlos II el Hechizado que las hiciera francas.
Unos años después, en plena Guerra de Sucesión de España, el concejo, igno-
rante de sus propios derechos y de sus tradiciones, solicita a Felipe de Borbón que
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como recompensa a los padecimientos y lealtad demostrada hacia su causa, confir-
me el privilegio que la villa posee de gozar que los mismos que Chinchilla, y con-
ceda por tanto ocho días de feria a partir de la víspera del de Nuestra Señora de Los
Llanos, así como el mercado semanal de los jueves. Y el monarca, magnánimo, con-
firma el 6 de marzo de 1710 este mercado franco –que ya había concedido Isabel
la Católica– y cuatro días de feria, en lugar de los ocho que le habían pedido; cuan-
do, como dijimos, en el siglo XIV existían dos ferias “durando cada una de las dichas
ferias quinze dias francos por entrada e por sallida”. A otras peticiones, como la de
exención del pago del servicio que daban los ganados en el puerto de Chinchilla, y
el derecho a arrendar hasta seis puestos de artículos de boca, no accede de momen-
to, aunque ordena que se abra información. No parece, por tanto, que haya muchas
razones para conmemorar con gratitud la liberalidad de don Felipe V al confirmar
las ferias, ni la sagacidad de unos regidores que hicieron lo mejor que supieron
hacer, pero acaso pudieran haber argumentado mejor su petición –y los pleitos que
luego habrían de venir contra los franciscanos– consultando el archivo (aunque es
muy dudoso que semejante déspota, nieto de Luis XIV, hubiera respetado los posi-
bles derechos anteriores de sus “leales súbditos”). Menos mal que la feria, por sí
misma, genera su dinámica y, con o sin permiso, contra viento y marea, y pasando
momentos de gran dificultad, terminará arraigando y extendiéndose a los días
siguientes. Pero esa es otra historia.
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La Feria,
Perspectiva económica
D omingo Gil Del Gallego
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zación entre la agricultura y el comercio vinculado a la misma, como referente de
los Llanos manchegos.
Los cambios de los últimos cien años, han dimensionado ese origen y en con-
secuencia la agricultura, de ser el 80% de la actividad económica a ser no más del
10%, y en consecuencia otros sectores son hoy ejes de nuestra economía, que busca
en lo singular el crecimiento futuro y su expansión económica con el polígono aero-
náutico, nuevas tecnologías en energía, parque científico en I+D+i y Centros de
empresas, expansión de los servicios (Universidad, Centros comerciales, ciudad de
la Justicia,…).
Dado que las referencias de hoy son diferentes, lo que antaño se trataba en
La Cuerda, hoy se negocia en Zaragoza, y en Expovicaman, en las Ferias de ganado
de Talavera y del norte de España, y muy pronto por no decir ya, en La red de
Internet y en los mercados y lonjas virtuales; quizás sea hoy el sector del turismo lo
que mejor se adapta a nuestra feria, el turismo representa más del 10% de la activi-
dad y un porcentaje similar en empleo, y por consiguiente ese es el sentido de nues-
tra feria, ser un referente de nuestra oferta turística local y provincial, gracias a una
posición estratégica para el Levante y centro de España.
En esta tónica, la Feria debe cumplir un nuevo papel, al menos debe de dar
soporte al turismo de nuestra ciudad y su provincia, siendo el escaparate necesario
durante al menos 10 días que difunda entre los 600.000 asistentes lo mejor de nues-
tra ciudad y provincia, que los casi 100 Mm. de euros que este acontecimiento pro-
duce no solo sea el 15% de la actividad anual de nuestros servicios turísticos, sino
que desde ese momento demos a conocer las singularidades de nuestra ciudad y
provincia.
Somos la 5ª comunidad autónoma con más alojamientos en ese nuevo des-
cubrimiento que es el turismo de interior, el llamado turismo rural, y Albacete es la
1ª provincia de la comunidad por alojamientos rurales, con un aumento de pernoc-
taciones por encima de la media nacional; siendo referente para multitud de madri-
leños, levantinos y castellano manchegos.
Por tanto el objetivo en este campo es atraer la proximidad de los andaluces
y maximizar nuestra oferta durante todo el año al resto de comunidades colindan-
tes; y ello debe de ser posible gracias a la singularidad de nuestra oferta, que hace
que el Museo de la Cuchillería, único en España y tercero de Europa, sea referente
de la oferta turística nacional, si además nuestro museo provincial posee la mayor y
mejor colección de pintura de Benjamín Palencia, que aborda el 30 aniversario de
su muerte en las fechas del 2010, valorada objetivamente como una de las más
importantes del arte español contemporáneo.
A esta oferta, hay que sumar la que existirá en el futuro con el museo nacio-
nal del circo, que singularizara todavía más nuestra proyección nacional y la
reciente constitución del palacio de ferias y congresos, que incorpora la ciudad a
las acontecimientos congresuales del país y que potencia nuestra ubicación y la
excelente red de comunicaciones en el centro de la península para ser encrucijada
de viajes y eventos.
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Abierto para el debate, la posibilidad de adaptar el recinto o crear nuevos
espacios feriales para uso durante el año, que no solo incentiven las ferias sino que
aprovechen la infraestructura de nuestro singular recinto ferial.
Anteriormente se ha elogiado a Albacete de moderna, innovadora y en cons-
tante crecimiento pero; también tiene su pasado, su historia, su casco histórico anti-
guo, con el permiso de nuestros vecinos de Chinchilla, Albacete puede y debe pro-
mocionar la magnifica historia del Castillo y sus históricos rincones incorporando
esta referencia a nuestra amplia oferta turística.
Queda una página abierta al futuro, no debemos olvidar que el agua es un
recurso que nos acompañara en el futuro día a día, y Albacete tiene ese recurso a
breves kilómetros, sí el Júcar vuelve a ser un río sostenible quizás sea otra pieza pro-
mocional a integrar en el futuro.
La conmemoración del III Centenario es una oportunidad única de promocio-
nar nuestra ciudad de Albacete, de presentarla internacionalmente. Este centenario es
de todos y todas, con el propósito de difundir y exaltar las virtudes de nuestra ciudad.
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Festejar la Feria:
una buena idea
C armina Belmonte Useros
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Un acontecimiento excepcional permite miradas y realizaciones que salen de
las ordinarias. No se trata de hacer en la ciudad lo que se debe hacer, eso es inelu-
dible, sino de aprovechar este acontecimiento para actuaciones excepcionales con
financiación extra-ordinaria.
Albacete como villa creció en torno a la Feria y es adecuado que, aproveche-
mos esta oportunidad para que la ciudad se dirija a la Feria embelleciéndose. Dentro
de las limitaciones especialmente de tiempo antes aludidas, actuar en el entorno de
la Feria y en el eje que la une al centro de la ciudad me parece prioritario.
Otro aspecto que, en mi opinión, merece atención especial es la proyección
no de la Feria, sino de la ciudad. La Feria tiene suficientes visitantes como para no
necesitar atraer a más, sin embargo la ciudad necesita más actividad durante el resto
del año. Una celebración de estas características puede hacer más conocida nues-
tra ciudad con los beneficios que ello le reportaría. Es una buena ocasión para difun-
dir las posibilidades de Albacete tanto desde el punto de vista empresarial y comer-
cial como de lugar de etapa acogedor para recorridos turísticos por la zona.
El III Centenario debe ser una manera de mejorar la ciudad, de difundir sus
posibilidades, de potenciar encuentros, de recabar ideas que ayudarán, más allá del
2010, a seguir mejorando Albacete.
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da de que ellas más de una noche duermen con los rodetes, para no tener que vol-
ver a pasar por el suplicio de los estirones al día siguiente. Y, a pesar de todo, luego
cuentan que ha valido la pena.
Pero, sobre todo, la Feria es, y así debe seguir siendo, de los albaceteños y
para ellos. Por aquí pasan en un fin de semana 600.000 personas y a que todo
salga bien detrás hay miles y miles de trabajadores. En esta edición habrá noveda-
des, cambios que quieren redirigir una veterana Feria hacia sus orígenes. Una fies-
ta de menos excesos… de ruido (se pondrán limitadores en ubicaciones estratégi-
cas y todos los establecimientos de la Plaza de Talabarteros compartirán música)
o de suciedad (el Ayuntamiento tiene pensado habilitar cerca de un centenar de
sanitarios portátiles en los alrededores del Recinto). Incluso, habrá más vigilancia
para que este cada uno venda los productos para los que tiene licencia y no otros.
Más claramente, lo de poder comprar un mojito en buena parte de los stands del
círculo interior se ha acabado. Y quien quiera venderlos, que pague por ello.
Parece justo.
Adiós se va a decir también en la Feria del 2008 a la mítica Zona 9, culmina-
ción de noches de farra de quienes más aguantan. Su lugar pasa a ser ocupado por
casetas antes ubicadas en otras localizaciones y que ahora se trasladan para, por un
lado, cubrir ese espacio y, por otro, posibilitar una nueva calle entre las casetas, que
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sirva como paso de seguridad. Más tranquilidad, vigilancia, menos suciedad,
ruido… todo contribuirá a ajustar, de aquí hasta 2010, lo que está destinado a ser
un punto de inflexión para esta capital.
En cualquier caso, el 7 de septiembre se abre de nuevo, y durante diez días,
el Recinto Ferial para, una vez que se cruce cualquiera de sus puertas, quedar imbui-
do de un sentimiento inexplicable que no volvemos a sentir hasta 365 días después,
hasta un año después. Feliz Feria.
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Seguidamente pasaríamos al Recinto Ferial y ejidos para dar una vuelta tran-
quila rodeado de vecinos y vecinas que comparten este espacio mirando de reojo la
variedad de productos que se presentan a los ojos y observando los caballos que se
pasean con sus espléndidas monturas en un ambiente relajado y agradable.
Puedes detenerte con tus amigos para degustar unas tapas junto a una buena
jarra de cerveza y compartir impresiones sobre los temas más diversos.
En la Feria también hay lugares para disfrutar la comida: en el stand de la
FAVA o en cualquier otro sitio que te guste. La abundancia de árboles hace que la
temperatura se suavice un poco y se pueda permanecer sin agobios.
La tarde te va a presentar las distintas actuaciones que los grupos de las
Asociaciones de Vecinos realizan en el stand de la Caja Castilla La Mancha. Son una
muestra variada de nuestro folklore y el fruto del trabajo realizado a lo largo del año
en nuestros Centro Socio-Culturales, gracias al esfuerzo desinteresado de nuestras
Juntas Directivas.
Al finalizar la tarde es cita obligada visitar a nuestra Patrona “La Virgen de los
Llanos” en su capilla.
Después de la cena podemos disfrutar de todas las actuaciones tan importan-
tes que la Feria ofrece a todos los vecinos y vecinas.
Os deseo una Feria llena de felicidad junto a vuestra familia y amigos.
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El Foro Participativo y
la Feria de Albacete
M iguel Berrio Ramirez
Coordinador del Foro
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de la ciudad y en el corazón de nuestra Feria. Que decir de nuestros festejos tauri-
nos, 10 o 12 comparando densidad de población, que creo nos ponemos a la cabe-
za de España en cantidad.
Pero nuestros políticos de turno no cesan en ser creativos e intentar poner la
Feria en su más alto nivel. Como la brillante idea de nuestro ex Alcalde, Manuel
Pérez Castell, de crear la Fundación III Centenario de la Feria de Albacete, con todos
los Alcaldes y Alcaldesa vivos de nuestra ciudad, si mirar colores políticos, tan solo
con la idea de hacer lo mejor para la Feria de Albacete. Se construirá un aparca-
miento subterráneo en el paseo de la Feria, un Palacio Multiusos, se mejoraran los
entornos de esta y cambiará el paisaje de la carretera de Barrax, con la importante
obra de remodelación del deposito del agua. Por su puesto cuenta con el apoyo de
este Foro Participativo, que acogió con la máxima ilusión la idea y que estará dis-
puesto a ayudar a nuestra Alcaldesa para culminar con esta idea, pues los Barrios
colindantes a ella sufrirán una transformación para mejorar su ya buena imagen. Por
tanto, desde este Foro animamos a la Concejal Dña. Soledad Velasco, como respon-
sable de la misma a que siga trabajando en esta línea, por lo que repito contará con
todo nuestro apoyo.
Termino, pues podía escribir muchas páginas de nuestra Feria de Albacete,
diciendo VIVA LA FERIA DE ALBACETE.
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“El III Centenario debe ser una manera de mejorar la ciudad, de difun-
dir sus posibilidades, de potenciar encuentros, de recabar ideas que
ayudarán, más allá del 2010, a seguir mejorando Albacete”
Carmina Belmonte Useros.
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Dep. L.: AB-380/2008
I.S.B.N.: 97884921720-9-2
I N D I C E
Agradecemos la colaboración:
Archivo Municipal del Ayuntamiento de Albacete.
Diseño:
AYUNTAMIENTO DE ALBACETE