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Contexto

Según nuestro concepto el profesional enfermero debe ser una


persona con vocación y con ciertas características las que le permiten
entregar una atención de calidad, comprometida, segura, eficaz y adecuada
con el individuo; ser flexible al valorar la diversidad de costumbres,
creencias y valores de la persona manteniendo su identidad.

El profesional enfermero juega un rol fundamental por sus


condiciones de líder dentro del equipo multidisciplinario, además posee
amplios conocimientos teórico-práctico fundamentados en ciencias de
enfermería, médicas, sociales, psicológicas y administrativas, facultándolo
para asumir su rol como cuidador, educador, gestor e investigador integral
de salud del ser humano en todas las edades de las familias y comunidades,
tanto en estado enfermo como sano.

El perfil del egresado considera las siguientes áreas: actitudes-


valores, cognitiva y destrezas-habilidades. El área de actitudes y valores se
centra en demostrar cualidades personales con sólidos principios éticos-
legales; el área cognitiva se enfoca en incorporar los conocimientos propios
de la disciplina de enfermería, medicina y ciencias humanistas; y el área de
destrezas y habilidades considera la aplicación de los procesos
administrativos en su quehacer habitual y la aplicación de estrategias
comunicacionales, además de tener las capacidades en procedimientos
habituales del cuidado de enfermería.

Las funciones de enfermería que conforman el rol del profesional, son


un conjunto de actividades especializadas, que implica que quiénes las
ejercen tienen un criterio y un juicio profesional, una capacidad basada en
conocimientos propios de la disciplina y de las ciencias biológicas,
psicológicas y sociales. La función asistencial es una actividad en la que se
aplica el proceso de Enfermería en la atención integral que se otorga a la
persona, familia y comunidad, a través del ciclo vital desde distintos puntos
de la red asistencial. La función educativa contribuye al desarrollo evolutivo
de las potencialidades que los individuos tienen para lograr estilos de vida
saludables, motivando el cambio de conductas positivas en su autocuidado.
La función administrativa, corresponde a una actividad vinculadora que
permite aprovechar la capacidad y esfuerzos de todos los integrantes de
una organización dirigiéndolos racionalmente hacia el logro de objetivos
comunes. La función investigativa es una actividad fundamental para crear
el conocimiento y es la base del cuidado de enfermería.

La función educativa identifica en conjunto con el individuo, familia y


comunidad las necesidades de aprendizaje y elabora, ejecuta y evalúa
programas educativos en respuesta a estas necesidades.

Un estudio desarrollado por enfermeras de la Escuela de Enfermería


de la Universidad de Sao Paulo, Brasil, tuvo como objetivo construir un perfil
de competencias para la acción educativa de la enfermera a partir de la
perspectiva de los sujetos participantes. Esta investigación nos entrega una
base para el estudio cualitativo que estamos realizando ya que amplía la
perspectiva de la competencia educativa, entregando nuevos lineamientos
para nuestro ejercicio profesional, entendiéndose éste como todas las
actividades que se realizan en la profesión como parte de nuestro rol.

Este estudio logró sintetizar la función educativa en diez


competencias profesionales que se resumen a continuación.

Promover la integralidad del cuidado a la salud.

La acción educativa en salud, tiene como objetivo la transformación


de la realidad de la salud de los sujetos y grupos sociales atendidos.
Considerando la estrecha relación existente entre el cuidado a la salud y la
integralidad, tomando en cuenta la integralidad como base para el
desarrollo de acciones educativas mas dialogadas y participativas, en la
perspectiva de la educación popular en salud, implica adoptarla como el eje
que guía la formación inicial.

Articular teoría y práctica y ejercitar la praxis en el cuidado a la salud.

Para promover la integralidad es necesario articular teoría y práctica,


es decir que el conocimiento y la práctica deben estar aproximados y
confrontados, construyendo una praxis en la atención a la salud y en las
prácticas educativas, considerando la praxis como un proceso de acción y
reflexión que tiene el potencial de transformar la realidad. En lo que se
refiere a las acciones educativas, implica hacer del trabajo de enfermería
una práctica reflexiva, que cuestiona y que tiene la capacidad para
transformar la realidad en salud promoviendo la integralidad de los
cuidados.

Promover la acogida y construir vínculos con los sujetos asistidos.

Para realizar acciones educativas en salud más dialogadas y


participativas, es fundamental que la enfermera promueva la acogida y
construya vínculos con los sujetos asistidos, con el objetivo de comprender,
reconocer y comprometerse a atender sus necesidades de salud. Se
entiende como acogida el ejercitar la escucha ampliada de las necesidades
de la salud de los sujetos, esto requiere que el profesional enfermero
participe y se comprometa con los sujetos y sus necesidades, lo cual puede
ser expresado por el vínculo.

Reconocerse y actuar como agente de transformación de la realidad de la


salud.

Pensando en la acción educativa en salud como una práctica


esencialmente transformadora de la realidad de salud, que sólo se realiza
con la participación de los que en ellas actúan, se hace necesario que el
profesional enfermero se reconozca como un agente de transformación de
la realidad en salud, lo que significa un desafío de redefinir su práctica
asistencial, luchando por transformar su posición subalterna en la sociedad
y por ofrecer una atención integral y humanizada que atiende las
necesidades de la salud de los sujetos que de ella necesitan.

Respetar la autonomía de los sujetos en relación a los modos de vivir.

Es preciso reconocer que los sujetos asistidos por sus vivencias y


experiencias, desarrollan una determinada comprensión sobre las conductas
y recomendaciones defendidas por los servicios de salud y,
consecuentemente, ciertas actitudes en relación a las mismas. Como
desafío para el profesional enfermero esta el ejercicio cotidiano de
reconocimiento y respeto a la autonomía de las personas en relación a su
modo de vivir, como forma de reafirmar el compromiso con la atención a la
salud integral y humanizada y, por lo tanto, como guía para el desarrollo de
acciones educativas en los servicios.

Reconocer y respetar el saber del sentido común, reconociendo que el saber


profesional es incompleto.

Para ser dialógica, la acción educativa precisa reconocer y respetar


como legítimo y válido el saber del sentido común, generalmente sometido
al saber científico en la atención a la salud. Reconocer y respetar el saber
del sentido común presupone reconocer que el saber profesional es
incompleto, lo que no significa abdicar el conocimiento científico producido
o someterlo al sentido común. Se trata de reconocer que hay diferentes
conocimientos, entre ellos, el saber profesional, que también es incompleto,
o sea, está en constante construcción y, por eso, precisa ser reformulado,
contextualizado, confrontado y aproximado a los otros conocimientos,
principalmente, al del sentido común, para transformarse en conocimiento
útil.

Utilizar el diálogo como estrategia para la transformación de la realidad de


la salud.

Las experiencias que utilizaron la perspectiva de la educación popular


como método para guiar las acciones educativas en los servicios de salud,
fueron importantes al romper con la tradición normativa y autoritaria de las
relaciones entre los profesionales y usuarios y construir una relación
horizontal, participativa, tomando el diálogo como una estrategia para
enfrentar los problemas de salud y para transformar esa realidad.

Operacionalizar técnicas pedagógicas que viabilicen el diálogo con los


sujetos asistidos.

Para utilizar el diálogo como una estrategia para transformar la


realidad de la salud, la enfermera necesita apropiarse de técnicas
pedagógicas, en especial, las técnicas grupales. La utilización de estas
técnicas revela una importante herramienta de trabajo para la enfermera en
actividades educativas con colectivos de sujetos.

Instrumentar los sujetos con información adecuada.


Transmisión de la información necesaria para que los sujetos puedan
reflexionar y ejercer un análisis crítico sobre su realidad. Por esto el
profesional enfermero tenga siempre una “mochila” repleta de
conocimientos o informaciones, lanzando manos de sus contenidos, sin
embargo, el buen sentido recomienda utilizar la información conforme la
necesidad de los sujetos. Además el contenido de la mochila puede y debe
ser construido conjuntamente con los sujetos asistidos.

Valorizar y ejercitar la intersectorialidad en el cuidado de salud.

Es cada vez más urgente y necesaria la valoración y el ejercicio de la


intersectorialidad, o sea la construcción de alianzas con los diferentes
sujetos participantes y comprometidos con una nueva realidad de la salud.
La intersectorialidad exige una acción colectiva y organizada que presume
el respeto a la diversidad y a las particularidades de cada sujeto, sea
individual o colectivo, social o institucional.

Las competencias entendidas como las funciones del profesional


enfermero se lograron definir luego de una extensa evolución desde el inicio
de la enfermería. A éstas cada día se suman nuevos aspectos a nuestro
ejercicio profesional gracias a investigaciones como la precedente. Es así
como se torna importante conocer y ahondar en nuestra historia hasta la
formación profesional actual.

La Profesión de Enfermería tiene sus orígenes en el sentido del


hombre por cuidar, que entendemos cómo conservar la vida satisfaciendo
las necesidades indispensables de ésta. En un comienzo estas actividades
eran realizadas por religiosas, las cuales tenían como objetivo salvar el alma
y la expiación de los pecados de las personas, con una filosofía basada en la
caridad y amor al prójimo.

La creación de hospitales, el desarrollo de la medicina y el


surgimiento de las necesidades sociales, fueron componentes que
establecieron la formación de los profesionales de Enfermería, naciendo la
primera escuela de enfermería hospitalaria en el año 1906, anexa a la
Universidad de Chile, donde se exigía sólo Educación Básica con una
duración de 3 años. Esto al contrastarlo con la actualidad denota la
evolución de ésta, que a través de los años comenzó a requerir de los
postulantes más años de estudio, como enseñanza media completa y
bachillerato, siendo necesario sumar años de formación para finalmente
transformarse desde una carrera técnica a una profesional.

A través de los años han surgido instituciones como la Asociación de


Enfermeras Universitarias de Chile (1938) y el Colegio de Enfermeras de
Chile (1953). Éstos han velado por el ejercicio profesional y la lucha por el
bienestar y la autonomía de las(os) enfermeras(os), influyendo en las
actualizaciones de la reforma de salud orientadas al quehacer de
enfermería. En 1997 se logra la incorporación de prestaciones de Enfermería
a FONASA (libre elección) y la incorporación de la profesión de Enfermería
en el Código Sanitario mediante la reforma del Artículo 113 de éste. Este
artículo indica lo siguiente: “Los servicios profesionales de la enfermera
comprenden la gestión del cuidado: en lo relativo a promoción mantención y
restauración de la salud, la prevención de enfermedades o lesiones y la
ejecución de acciones derivadas del diagnostico y tratamiento médico, y el
deber de velar por la mejor administración de los recursos de asistencia
para el paciente”.

Más adelante, en el año 2006, se firma el Protocolo de Acuerdo entre


el Ministerio de Salud y el Colegio de Enfermeras en relación a la Gestión del
Cuidado de Enfermería, abriendo un nuevo escenario gremial y profesional a
las enfermeras de todo el país. En éste el MINSAL se compromete a diseñar
y formular participativamente un modelo de atención del cuidado nacional
y común a la gestión del cuidado de la red asistencial pública, el cual deberá
integrar todas las aéreas de atención directa e indirecta a pacientes,
identificando la cartera de servicios de gestión del cuidado. Para cumplir con
este protocolo el 14 de Diciembre de 2007, se firma la Norma General
Administrativa N° 19: "Gestión del Cuidado de Enfermería para la Atención
Cerrada", con el objetivo de implementar el modelo de gestión del cuidado
en los establecimientos de alta y mediana complejidad de la atención
cerrada en el SNSS (Servicio Nacional de Salud) y para propiciar la
continuidad de los mismos estableciendo los niveles de responsabilidad en
esta materia de acuerdo a las políticas y normas del MINSAL.

La normas y políticas que incluye el MINSAL consideran el Modelo de


Compromisos de Gestión que ha contribuido a implementar procesos
relevantes en el contexto de la reforma y tiene la fortaleza de haber sido
capaz de incluir a los gestores locales, constituyéndose como una
herramienta para el logro de metas sanitarias definidas como prioritarias.

Entre los años 2005 y 2008 se aplicó este modelo que enfatiza en 10
áreas relevantes alineadas con los objetivos estratégicos de la
Subsecretaría de Redes Asistenciales y en concordancia con los ámbitos
prioritarios de desarrollo del país.

Como parte de las áreas prioritarias definidas y evaluadas en los


compromisos de gestión 2009, se inserta la transformación de la gestión
hospitalaria como primer aspecto a considerar. Este compromiso sigue la
línea programática de la gestión clínica.

La gestión clínica es considerada el instrumento más innovador para un


efectivo tránsito hacia la transformación hospitalaria. Se define como “el
más adecuado uso de los recursos profesionales, humanos, tecnológicos y
organizativos para el mejor cuidado los enfermos”.

Esta línea programática incluye todas las consideraciones que deben


formar parte de la atención abierta, las acciones a la comunidad, la atención
de urgencias y la atención cerrada. Esta última, entre otros aspectos,
incluye la incorporación del enfoque familiar y comunitario a las
prestaciones de atención cerrada. Estas prestaciones son aquellas propias
del hospital amigo, la educación para la salud, las consejerías familiares, la
entrega de información para el cuidado en casa, la entrega de Guías
Anticipatorias durante la hospitalización, la coordinación de controles de alta
y el seguimiento clínico en el domicilio.

Teniendo en consideración estas prestaciones la enfermera que se


desempeña en una unidad de atención cerrada debe incluir en sus
actividades diarias la educación para la salud, siendo éste un aspecto
normado en los compromisos de gestión actuales.

Este estudio cualitativo pretende conocer cómo la enfermera vivencia


diariamente la educación como parte de su rol que se incluye dentro de los
compromisos de la gestión del cuidado.

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