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El gritito de Juan.
Los ojitos celestes;
la boca de viejita desdentada de Luciana.
¡El Campo!
Lo simple,
la gratuita espera,
el artificio remoto de un amor
que embauca la costumbre.
Forzar
el ideograma de la alegría:
el cuerpo como único retrato,
único espejo, único pie de la temible
locura.
el sentido triturado
por las disparatadas risas de los loros;
el destino como una migración momentánea
hacia una noche acaso momentánea
con sus colores tenebrosos
sus faisanes degollados y sus cabizbajos
flamencos,
¿ debo escribir?
O llorar, simplemente,
bajo el gentío de infantes y
toda la chatarra enigmática
de sus juguetes.
Oh Poeta,
el rayo de la pequeña confianza
te alimenta.
El Dolor y su Moral.
La desdicha de la antipatía.
Los ojos de una enigmática mujer
Todo en un
instante
sumiyesco: "la centella entró
y los niños se aferraron a los
muslos delicados de la madre:
una pequeña y estática mujer:
una alegoría carnal de la distancia".
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está lloviendo
Martín guarda en su estuche
el arma que carga el diablo.
LA TARDECITA
Se acerca la primavera,
De todas maneras,
una carcajada embrujada por la dicha "engama" los
colores;
unas manos frágiles precipitan la luz que sostiene
las formas de unas serranías y unos árboles amarillos,
¿Vendrá?
¿Vendrá?
-¿Qué somos?
-A-mi-gui-tos...
¿Vendrá?
Espacio perfumado
no importa con qué
Estiércol de la atención humeante y perfumada
Sangre en la pared.
CREPUSCULO ARGENTINO
de miniatura africana
que salta continuamente en el hirviente
desierto de arena para no escaldarse y
vivir al unísono,
sin embargo,
a ellos otros espero, anhelo,
anillo sus múltiples exigencias.
Ellos,
bienes dormidos bajo estatuas de olmos, gnomos,
tesoros en cofres de pirotecnias perpetuas,
aún en el vacío insonoro, atraídos como ranas
En la inquietud de los estanques o el mar,
Duelo de no pertenecer
duelo de las sabidurías desconocidas
sin órganos
sin ostentación y sin goces
¿Qué es?
Es la desesperación
que nos impone como un sueño
el vacío, el campo...
(el té).
Los niños.
Sus rasos borran la única fiesta,
la única mentira, la única verdad,
la única risa.
No te alejes más.
No te alejes más.
El campo, la noche y
sus caretas de olores
que no enmascaran, los
mensajes cortados y los
gritos suntuosos;
la noche con sus señales
de amores de alfalfas y
alfabetos de sapos y
telarañas.
¿Nada sostendría?
¿Nada consentiría en su risa de chaparrones
de blancos y agrios fuegos
luminosos?
El No de un amarillo vibratorio,
los girasoles en el vozarrón del día
y el humo del atardecer, los ojos
en la cabeza leñosa
en el espumoso anaranjado del sol.
No te alejes más.
No te alejes más.
Multiplicidades. Multiplicidades
secretas
LA FAMILIA
Sobre la familia
de un dibujo cortado en
los colores
El vientre cortado,
los juguetes.
¿Amantes?
¿Amantes?
El último beso.
deseo pequeño
deseo pequeño
deseo pequeño
deseo y poder
y sumisión...
animal necesariamente
en la esponjosa sombra
de las miniaturas:
El campo,
pasto o brizna de luz,
hormiga o escarabajo tanque
Espacio y espacio
donde tenso se abre el secreto
de una palabra y
de todas las deliciosas porquerías
de los niños.
sonajero, sonajero
de un secreto mortal
que únicamente los niños comprendían.
Oh,
por tu culpa debí enloquecer
puesto que vivir
es sólo presentir
el deseo.
Todavía impalpables...
...invisibles todavías.
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El silencio,
el silencio
El agua.
UN BALCON
Tomás tiene dos años,
vive en Buenos Aires
en un exiguo Dpto. de la calle
Defensa.
Debería insistir.
-dudó-.
manos tergiversadas,
efímeras formas:
el cuerpo
el espejo
El Greco.
los pies.
Tomás lo toca.
El olor lo sueña.
Hipóstasis de la perfección
del campo en su "paz", en su melancolía
focalizada...
Pero de pronto yo sé
que en todo este silencio no estás.
No están tus movimientos
secretamente envueltos en la impostura
de tu papel de caramelos
¿Más?
El campo.
Todas sus cruzadas de comadronas
invisibles.
La arena de oro el sentido y del sentido,
El tiempo
que contrae
el abismo
de los niños.
Vosotros,
para quienes el mal y el bien
son el paisaje: el paseo más puro
de la contemplación
Hijo,
y padre.
Pero con un juego limpio
bajo la nariz ganchuda: el amor,
el equilibrio tumultuoso del "galpón"
donde unos tumultuosos quemaban los
juguetes y el trigo.
Malones.
Malones señores pintados con su crueldad
que cunde como el fuego del deseo
en la pampa.
y también el llanto,
el llanto ameno del siringo, angustiante,
y prolongado...
Un sileno no.
Un coribante con su falo serruchado
en la mano,
bailando y restallando de dolor,
bailando y restallando. No.
LA MAÑANA
a Chiquita Gramajo
Todo lo que deshaces en lo que oyes
te escucha: el aleteo de dormir...
Más que vivir el aleteo prohibido,
el escándalo disipado de un sueño:
Las voces,
los rostros borrados. Las bocas como esferas
y los ocultos ritmos, enterrados pasos
súbitos de un huésped auspicioso:
ya es toda la mañana
ya es toda la repetición bulliciosa
de la colmada mirada enamorada
no contenida en la erudición de los
saberes, la obra, el creer conocer
y su "conciencia culpable".
Se amplía y se reduce
su infinito deseo: es el deseo
de la obra y la pequeña diferencia
de su duradera dureza...
Es la simulación de la amordazable
libertad, que nos impone como
en dos sueños sospechosos,
un breve y confuso reconocimiento
del caos: la mañana.
El déjà vu es la muerte,
una escena oscura recortada de sus
danzas; un cascabel que agita
para el halcón jactancioso,
una alarma obscena y brevísima
durante el pacto de mirar.
¿Se inicia
la mañana?
desnudo
y la mañana del verano frotándome.
Un gato viene a caer sobre mi pecho
como una lluvia de azúcar dorado,
impalpable.
Y yo iré,
con la lengua quemada por la lluvia
del sol: el vaivén del disco de carbón
de la comadre cocinera,
y yo también alejándome
a mil años luz
si este día me "retuviera".
te busco y no estás,
oigo tu voz detrás de la bruma
bajo la mujercita de los pájaros:
"ser pequeña, quiero".
huésped de la mañana
(todavía secreta para mí) y
huésped desnudo
acribillado de certeza:
contemplo.
Escucho el molinillo de chocolate
del deseo,
y esa repetición en su nombre nombrado
¿dónde está?
El campo.