Sei sulla pagina 1di 30

ernos

Historia 16 250 PTAS

23
adernos
Historia16

Plan de la Obra
2. La Palestina. de Jesús • 3. El Calífato de Córdoba • 4.
lones ypirámídes' 7. La Castílla del Cid • 8. La Revolución
11 la Antigiiedad' 11. Los Reyes Católícos • 12. La mujer medieval
'llRevolllcióllFrancesa,2 • 15. La Revolución Francesa, 3 • 16. El hombre y la naturaleza La vida, día a día
I árabe de España o 18. Los Mayas ' 19. Carlos V ' 20. La guerra
Independencia, 2 • 22. La Hispania romana • 23. Vida cotidiana en
,'25.La Revolución Rusa' 26. Los fenicios • 27. La Mezquita de A merced del medio físico Los hábitos alimentarios
• 29. Napoleón Bonaparte, 1 • 30. Napoleón Bonaparte, 2 • 31. Los
33. Los campesinos del siglo XVI ' 34. La Inglaterra victoriana
37.La Inglaterra isabelína ' 38. La 11Guerra Mundial, 1 ' 39. La 11
'fa Mundial, 3 • 41. Tartessos ' 42. Los campesinos medievales
El ritmo de la vida Un espacio nuevo: la ciudad
José Bonaparte • 45. Altamira ' 46. La Unión Europea' 47. Los rei·
1 España • 49 Vida cotidiana en Roma, 1 ' 50. Vida cotidiana en
, 52. Los Incas o 53. Los comuneros • 54. La España de Isabel 11 La comunicación con el exterior Vida urbana
¡ • 57. Los viajes de Colón • 58. El cristianismo en Roma ' 59. Los
1 • 61. Carlomagno, 2 • 62. La Florencia de los Médicis • 63. La Pri· Las condiciones materiales de
sacerdotes egipcios '65. Losalmohades ' 66. La Mesta ' 67. La
icles y su época 069. El cisma de Aviñón ' 70. El Reino nazarita '
existencia La muerte
Egipto ptolemaico'73.Alfonso XIII y su época • 74. La flota de
ia de Pedro el Grande· 77. Mérida ' 78. Los Templarios • 79.Veláz·
España de AlfonsoXeLSabio'82. La Rusia de Catalina 11' 83. Los
cultura romana· '8S.La Generación del 98 ' 86. El fin del mundo
go ' 88. Descubrimientos y descubridores ' 89. Los asirios ' 90. La
la ' 92. Ciencia musulmana en España • 93. Luis XIV y su época
Europa de 1848 '.96. La guerra de los Treinta Años' 97. Los moris·
99. La expulsión de los judíos • 100.La revolución informática.

© Julio Valdeón Baruque


© Información e Historia, S.L. Historia 16
Rufino González, 34 bis
28037 Madrid. Te!. 30465 75

ISBN: 84-7679-286-7 (Fascículos)


ISBN: 84-7679-287-5 (Obra completa)
Batalla de
Depósito legal: M -36430-1995
Azincourt entre
ingleses y
Distribución en quioscos: SGEL
franceses en una
Suscripciones: Historia 16. Calle Rufino González, 34 bis miniatura inglesa
28037 Madrid. Te!. 304 65 75 del siglo XV
(portada).
Fotocomposición y fotomecánica: Amoretti S.F., S.L. Representación
Impresión: Graficinco, S.A. de diversos
Encuadernación: Mavicam ofieios en un
Printed in Spain - Impl'I'slI ('11 1';01';111:1 mallllseril.o 111')
sir.:1o XIII

a16 1'1'I'l'ill P:Ir:1 (~IIII;ll'i;l:I, 1"'lllll \' M"lrll;1


silllV 11, illl'llIidllll 1;11,1111"
d,' 111111"1"11¡"
"'i~, 111;1::., (i~''1l1ic'nla)

1;\ 1.;\ VillA I 'il'1'11 !I/\NA I':N 1./\ I-:IIAIIIIII<:III.\!:I


4/ LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA
La vida cotidiana
en la Edad Media
Julio Valdeón Baruque
Catedrático de Historia medieval. Universidad de Valladolid

E vez tan lejana. Los europeos vivi-


dad Media!
mos Tan que
en naciones próxima y a la
se constitu-
yeron en los tiempos medievales, ha-
grante? He ahí un ejemplo típico de la
persistencia de ideas propias de la épo-
ca medieval.
Pues bien, de esa Edad Media, cer-
blamos idiomas que nacieron en cana y remota a un tiempo, vamos a
aquella época y nos regimos por insti- hablar. Pero no de los acontecimientos
tuciones políticas cuya génesis remon- de aquel período, ni de sus grandes
ta asimismo al Medievo. ¿No es tam- personajes. Nuestro objetivo es recons-
bién la Universidad una creación truir la vida cotidiana de las gentes
medieval? Una de las caras de la mo- del Medievo. La tarea, no obstante, re-
neda nos está indicando que somos he- sulta ingente, no sólo por la diversidad
rederos de la Edad Media y que mu- de cuestiones que se encierran en la
chas de nuestras señas de identidad se expresión vida cotidiana, sino también
gestaron precisamente en dicha época. por la amplitud cronológica de la Edad
Pero la otra cara de la moneda, por el Media -¡más de mil años desde la caí-
contrario, insiste en poner de mani- da del Imperio Romano hasta el descu-
fiesto la enorme distancia que separa a brimiento de América!-, e incluso por
nuestro mundo del medieval. La secu- la heterogeneidad de territorios sobre
larización de la vida, la progresiva do- los que deberíamos proyectar nuestra
mesticación de la naturaleza o el pri- mirada.
mado de la razón, rasgos todos ellos De ahí las limitaciones que, de en-
característicos del mundo contemporá- trada, hemos fijado para nuestra ta-
neo, ¿no parecen situar al ciudadano rea. Por de pronto sólo hablaremos de
europeo de nuestros días en las antípo- la Europa cristiana, y, precisando más,
das de su antepasado, el hombre de la de las zonas occidentales de dicho con-
Edad Media? tinente. Desde el punto de vista crono-
y sin embargo, ¡cuántos vestigios de lógico nuestra atención se centrará en
aquellos remotos tiempos perduran el período posterior al año 1000. Una
aún en la actualidad! Ciertamente la última observación: en lugar de pasar
creciente homogeneización cultural, revista a un abanico interminable de
impuesta por los medios de comunica- cuestiones relacionadas con la vida co-
ción de masas, está contribuyendo a tidiana hemos decidido seleccionar
borrar muchas de esas huellas. Pero unos cuantos aspectos de la misma,
aún pueden encontrarse, particular- buscando, eso sí, una coherencia inter-
mente en núcleos rurales aislados, há- na. En definitiva, lo que se ofrece a
bitos de comportamiento, actitudes continuación quizá podría denominar-
mentales o ritmos reguladores del vi- se Estampas de la vida medieval en la
vir diario que apenas difieren de los Europa cristiana 0000-1500).
que informaban a las gentes de la
Edad Media. ¿No consideramos elogio-
so llamar a alguien caballero, en tanto El hombre y la naturaleza
que tildarlo de villano resulta deni-
Alabado seas, mi Señor, con todas
tus criaturas,
Hombres y mujeres del siglo XV en un fresco de especialmente por nuestro hermano
Masaccio para la Capilla Brancacci, iglesia del Sol, ...
Carmen, Florencia Alabado seas, mi Señor, por el her-
mano viento y por el aire, y la nube ...
LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA /5
Alabado seas, mi Señor, por la her- El hombre de Europa medieval -lo
mana agua ... repetimos una vez más- estaba insta-
Alabado seas, mi Señor, por el her- lado en la naturaleza. Pero la relación
mano fuego ... entre ambos no era precisamente idíli-
Alabado seas, mi Señor, por nuestra ca. Ciertamente la acción humana se
hermana la madre Tierra, traducía, en ocasiones, en un deterioro
que nos sustenta y nos gobierna, del medio ecológico.Las medidas adop-
y produce muchos frutos con flores tadas en Castilla a partir del siglo XIII
de colores y hierba ... para proteger los bosques -imponien-
Así se expresaba, a comienzos del si- do penas severísimas a los que provo-
glo XIII, Francisco de Asís, el povere- caran incendios por una parte, y tra-
Uo, en su conocido Cántico al Sol. ¿Es tando de poner coto a una tala abusiva
posible interpretar esos versos como de aquellos por otra- demuestran la
las visiones fantásticas de un ilumina- existencia de una preocupación por
do? Ciertamente, nadie supo cantar mantener un equilibrio en el medio ru-
tan bellamente como Francisco el her- ral. Mas no saquemos las cosas de qui-
manamiento del ser humano con los cio, detectando un incipiente espíritu
restantes elementos de la naturaleza. ecologista en el Medievo. En realidad,
Pero lo que decía el fundador de la or- el hombre de la Europa medieval nun-
den franciscana respondía a una reali- ca tuvo conciencia de que los recursos
dad de fondo: la plena integración del de la naturaleza eran precarios y de
hombre de la Europa medieval con la que una actuación suya desmedida po-
naturaleza. El ser humano era un ele- día tener consecuencias fatales.
mento más de la Creación, junto con la Por lo demás, el hombre de la Euro-
tierra, el agua, las plantas o los ani- pa medieval se encontraba estrecha-
males. mente dependiente de la naturaleza y,
Ahora bien, esa relación era particu- lo que sin duda era mucho más grave,
larmente estrecha con la tierra, de la se hallaba prácticamente inerme ante
que procedían todos los bienes y en sus desbordamientos. Pensemos, sim-
donde se depositaban los seres queri- plemente, en la incidencia de las con-
dos, una vez fallecidos. Nuestra her- diciones meteorológicas en la agricul-
mana la madre tierra, decía Francisco tura. ¿Cuántos malos años hubo en el
de Asís, confiriéndole una cualidad su- transcurso de la Edad Media, en los
perior a la de los restantes elementos cuales prácticamente se perdían las co-
de la naturaleza. Todos somos hijos de sechas a causa de adversidades clima-
una misma madre, la tierra, cabeza del tológicas de diversa índole? El ciclo in-
género humano, se lee en un texto de fernal, característico de sociedades
finales del siglo XIV debido a la pluma agrarias de débil desarrollo, como sin
del apóstata mallorquín Anselm Tur- duda era el caso de la Europa medie-
meda. La tierra era, por lo tanto, el val, es bien conocido: naturaleza enfu-
elemento primordial. recida-malas cosechas-hambre-mor-
Desde niño, el ser humano estaba tandad. El cronista Raúl Glaber nos
acostumbrado a vivir en contacto con ha transmitido un cuadro patético de
la naturaleza, a escudriñar el cielo, a la situación en que se encontró la Eu-
diferenciar los árboles, a distinguir el ropa cristiana el año 1033, debido al
rumor de las aguas y a reconocer el hambre tan espantosa que se difundió
canto de los pájaros. Entre el hombre y por toda la tierra, que hizo temer por
el medio natural había no sólo una co- la desaparición del género humano. El
municación sino más bien una identifi- hambre fue, a su vez, la consecuencia
cación. La naturaleza, en sus diversas inevitable de la pérdida casi total de
manifestaciones, formaba parte de la las cosechas, motivada por las adver-
cotidianeidad del hombre medieval. sas condiciones climáticas:
Aquel era un mundo de objetos descar- Las condiciones atmosféricas actua-
nados, de olores penetrantes y de sabo- ron hasta tal punto contra el curso nor-
res fuertes, pero también intensamen- mal de las estaciones que el tiempo no
te impregnado de suciedad y de fue en modo alguno propicio a las se-
miseria. La eliminación de las basuras menteras y, sobre todo a causa de las
o de las aguas residuales era un arduo inundaciones, no fue tampoco favora-
problema. La precariedad de la higie- ble a las cosechas ... Lluvias incesantes
ne, por su parte, facilitaba la propaga- habían empapado el suelo tan comple-
ción de las enfermedades. tamente que en el espacio de tres años
6/ LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA
Escena de transporte en una miniatura de los procuradores de las ciudades y vi-
las Cantigas de Alfonso X el Sabio llas del reino, reunidos en las Cortes
(Monasterio de El Escorial) de Burgos, ponían de manifiesto la re-
lación existente entre las adversidades
meteorológicas y la carestía de los ali-
mentos:
no se abrió un surco que se pudiera En este anno en questamos fue muy
sembrar ... grant mortandat en los ganados, e
¿Y qué decir de la crisis desatada el otrosi la simienqa muy tardía por el
año 1316 en Flandes? Oigamos al cro- muy fuerte temporal que ha fecho de
nista Gilles le Muisit: muy grandes nieves e de grandes yelos,
Aquel año ... a causa de las lluvias en manera que las carnes son muy en-
torrenciales y de que los bienes de la carecydas e los ames non las que pue-
tierra fueron recogidos en malas condi- den aver, e el pan e las carnes encare-
ciones y destruidos en muchos lugares, cen de cada dia.
se produjo una escasez de trigo ...la pe- El texto revela la importancia que,
nuria aumentaba de día en día ... A en los últimos siglos de la Edad Media,
causa de las intemperies y del hambre había alcanzado la carne en la alimen-
intenso, los cuerpos comenzaron a debi- tación. Mas con todo, el fundamento
litarse y las enfermedades a desarro- seguía siendo el pan. De ahí la impor-
llarse y resultó una mortandad tan ele- tancia de las cosechas de grano y, en
vada que ningún ser vivo recordaba definitiva, la impotencia del ser huma-
nada semejante. Yo certifico que en no ante las imprevisibles condiciones
Toumai morían cada día tantas perso- climatológicas.
nas ... que el aire estaba completamente
corrompido ...
No faltaron a esa cita macabra los A merced del medio físico
reinos hispánicos. La crónica del rey
de Castilla Fernando IV, refiriéndose El medio físico ejercía un peso abru-
al año 1301, nos dice que los ames mo- mador en la vida cotidiana de las gen-
ríanse por las plazas e por las calles de tes de la Edad Media. ¿Cómo hacer
fambre. Unos años más tarde, en 1345, frente, por ejemplo, al frío o al calor?
LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA / 7
Los rigores invernales, sólo ausentes la Edad Media, hablando en términos
de los países del ámbito del Mediterrá- generales,un tiempo muerto, a lo que
neo, eran muy mal combatidos, lo mis- contribuía el hecho de que los sistemas
mo por los magnates nobiliario s que de iluminación de aquel tiempo eran
por los humildes labriegos. El arma no sólo precarios sino también de mu-
contra el frío era el fuego. Combusti- cho riesgo.
bles no le faltaban al hombre del Me- La sumisión del hombre a la natura-
dievo, ya fuera la leña de los bosques o leza adquiría no obstante sus perfiles
el carbón vegetal. Con ellos puso en más dramáticos cuando se producían
marcha unos sistemas muy toscos de graves catástrofes. Nos referimos a los
calefacción. Pero en general las gran- incendios, las inundaciones, las pestes,
des chimeneas evacuaban hacia el ex- etc. Los incendios estaban a la orden
terior de las viviendas la mayor parte del día, constituyendo, trágicamente,
del calor producido en la combustión. un elemento casi cotidiano en la vida
De esa forma las casas eran un refu- del hombre medieval. Sin duda la
gio muy precario frente a la dureza de abundancia de la madera como mate-
los largos inviernos. Claro que había rial de construcción en las viviendas
otros recursos para hacer frente al frío, facilitaba su propagación. Ocasionados
particularmente el vestido. Ropas habitualmente por descuidos, los in-
gruesas y abundancia de pieles, rasgos cendios eran a veces ordenados por la
característicos del vestido del hombre autoridad militar, como castigo en
medieval, podían aliviar los rigores de tiempo de guerra. Tal aconteció en
la meteorología, sin olvidar, por su- tiempo de la rebelión de las Comunida-
puesto, el calor natural generado en el des de Castilla, a comienzos del siglo
trabajo diario. ¿Y qué decir del calor? XVI, con la villa de Medina del Campo.
Tampoco le resultó fácil al hombre de Las inundaciones, menos frecuentes
la Edad Media resistirse a los inconve- que los incendios, eran, no obstante,
nientes de la canícula. Sólo las iglesias muy temidas, pues ocasionaban daños
y los castillos podían ofrecer cobijo irreparables. Veamos algunos testimo-
fresco para huir de los rigores esti- nios. Los Anales Compostelanos nos in-
vales. forman de los desastres ocurridos en
Otro importante límite impuesto por tierras de Galicia a mediados de di-
la naturaleza a los seres humanos de ciembre del año 1143, debido a las llu-
aquella época lo constituía la noche. vias torrenciales:
Período de pausa y de reposo, la noche ... las aguas destruyeron casas,
de la Edad Media era ante todo un puentes y muchos árboles; sumergieron
tiempo de inmovilidad, excepción he- animales domésticos, rebaños e incluso
cha de los cantos de los monjes a la hombres, y confundieron las vías segu-
hora de Maitines o a la de Laudes. Las ras de antiguo.
corporaciones de oficios prohibían se- La Crónica de Juan Il, por su parte,
veramente a sus miembros trabajar da cuenta de las inundaciones que tu-
durante la noche. Los motivos de esa vieron lugar a finales de 1434 y co-
actitud eran varios, desde el peligro de mienzos de 1435, motivadas por ince-
provocar incendios con las candelas santes lluvias. Recordemos lo sucedido
hasta el temor de que al contar los ar- en Valladolid:
tesanos con una luz insuficiente reali- Murió mucha gente en los ríos y en
zaran obras imperfectas. las casas donde estaban, especialmente
Pero también se buscaba con esa en Valladolid, donde cresció tanto Es-
medida evitar la competencia desleal, gueva, que rompió la cerca de la villa e
que podían practicar quienes aprove- llevó lo más de la Costanilla é de otros
charan la nocturnidad para explotar barrios.
brutalmente a los obreros. La noche ¿Y las pestes? Las condiciones en
podía servir, a lo sumo, para celebrar que vivía el hombre de la Europa me-
veladas, que podían tener por protago- dieval facilitaban la difusión de las
nistas a grupos de jocosos estudiantes, epidemias, particularmente en las ciu-
sin olvidar las que en ocasiones se de- dades. En ellas se aglomeraban gentes
sarrollaban en los castillos, o las pro- de muy diversa condición, incluidos
pias de algunos días muy señalados vagabundos, pordioseros, emigrantes
del año, tales como el 24 de diciembre recién llegados del campo, soldados de
o la noche de los difuntos. Pero esto no paso, etc. Abundaban las ratas, agen-
invalida la idea de que la noche era en tes por excelencia de la propagación de
8 I LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA
Dos escenas de vida cotidiana en la Edad Media en unas miniaturas
de las Cantigas (Monasterio de El Escorial)

LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA / 9


los bacilos. La promiscuidad en los alo- ha variado tanto la concepción del
jamientos era asimismo un factor favo- tiempo y del espacio como la adapta-
rable al contagio. Incluso las gotitas de ción del ser humano a dichos límites fí-
saliva que se proyectaban al hablar po- sicos. ¿Cómo respondieron los habitan-
dían contribuir a la contaminación de tes de la Europa cristiana medieval
la variedad pulmonar de la peste. ante la imposición de ambas retículas,
En determinadas coyunturas histó- la temporal y la espacial? Y en conso-
ricas los europeos, víctimas de epide- nancia con esta respuesta, ¿qué carac-
mias mortíferas, tuvieron la sensación terísticas tenía el ritmo de la vida en
de que se aproximaba el fin de los la época medieval?
tiempos. Tal aconteció a mediados del Señalaremos, de entrada, que para
siglo XIV, con la trágicamente famosa el hombre de la Europa medieval el
Peste negra. En aquellos años los seres tiempo tenía dos referentes fundamen-
humanos parecían simples juguetes, tales: uno de carácter físico, el sol; otro
zarandeados por rabiosas fuerzas de la de tipo cultural, las campanas de las
naturaleza a las que en modo alguno iglesias. Así pues, la dependencia del
podían aplacar. hombre hacia la naturaleza se ponía
De nada valieron las humanas pre- de manifiesto una vez más. Pero en
visiones y los esfuerzos en la limpieza esta ocasión estaba acompañada de un
de la ciudad por los encargados de ello, intermediario, esa tupida malla que
ni tampoco que se prohibiera la entra- afectaba a todas las esferas de la vida
da a los enfermos que llegaban de fue- humana y que denominamos religión
ra ni los buenos consejos para el cuida- cristiana.
do de la salud, como ineficaces fueron La salida del sol era para los rústi-
las humildes rogativas, las procesiones cos la señal del comienzo de la jornada
y otras prácticas devotas. y la puesta del astro rey, su final. No
Es el testimonio de Boccaccio a pro- cabía mayor adecuación de la vida co-
pósito de la situación de Florencia tidiana a las condiciones ofrecidas por
cuando hizo su aparición la peste ne- la naturaleza. Sin duda la hornada
gra. Difícilmente podía concebirse una variaba de unas estaciones a otras,
mayor dependencia del hombre con siendo más larga en verano y más cor-
respecto a la naturaleza. ta en invierno. Pero al margen de esas
Los cronistas medievales nos han matizaciones la regulación de la vida
transmitido igualmente noticias de di- era, para las gentes del campo, muy
versos sucesos, de origen natural, que sencilla: el tiempo de actividad com-
causaban un gran impacto allí donde prendía desde el alba hasta el anoche-
se producían: eclipses, plagas de lan- cer.
gosta, volcanes en erupción, caída de Pero la cristianización de la socie-
meteoritos, etc. dad europea se tradujo en la superpo-
El hombre de la Europa medieval, sición de otros sistemas de contabiliza-
en definitiva, se hallaba mucho más ción del tiempo, con los cuales se
próximo a la naturaleza que el de buscaba una distribución adecuada de
nuestros días, pero también mucho las oraciones de los eclesiásticos. La
más a su merced. Algunos historiado- jornada, es decir las veinticuatro horas
res del Medievo piensan que ahí se en- del día y la noche, se dividía, desde esa
cuentra la clave explicativa de deter- óptica, de acuerdo con las horas canó-
minadas características del hombre de nicas. Cada tres horas las campanas
aquella época. Pensemos, por ejemplo, de las iglesias monástícas anunciaban
en su tantas veces proclamada mayor el rezo correspondiente: a medianoche,
robustez física así como en su alta ca- Maitines; a las tres, Laudes; a las seis,
pacidad para la paciencia. Prima; a las nueve de la mañana, Ter-
cia; a mediodía, Sexta; a las 15 horas,
Nona; a las 18, Vísperas; y a las 21,
El ritmo de la vida Completas. Es una división de la jor-
nada diaria que ha pervivido aún en
La vida humana, lo mismo en los re- pleno siglo XX para diversas órdenes
motos tiempos paleolíticos que en religiosas. Por lo demás, esta división
nuestros días, depende de dos coorde- no era rígida, adaptándose a las esta-
nadas inapelables: se desarrolla en el ciones particularmente al verano y al
tiempo y se localiza en el espacio. Aho- invierno. En cualquier caso, de lo ex-
ra bien, en el transcurso de la historia puesto caba deducir que para los mon-
lO/LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA
Personajes medievales jugando se situaba en el día de Navidad para
(miniatura italiana) otros se hallaba en las Pascuas. Pero
en definitiva el punto de partida era,
en uno y otro caso, una festividad reli-
giosa. Más tiempo tardó en generali-
jes la jornada comenzaba a mediano- zarse la costumbre de contar los años a
che. partir del nacimiento de Cristo, que se
La regulación natural del ritmo de suponía ocurrió el 25 de diciembre del
la vida diaria no entraba en contradic- año 753 de Roma.
ción con el sistema de las horas canó- En tierras ibéricas, por acudir a un
nicas. El mejor ejemplo de esa con- ejemplo bien conocido, perduró hasta
fluencia lo constituyen las ciudades. finales del siglo XIV la denominada
En ellas las campañas de las iglesias era hispánica, que establecía el inicio
ejercían un papel determinante, como de la datación treinta y ocho años an-
elemento guía de la actividad humana. tes del nacimiento de Cristo. Pero es-
Pero al mismo tiempo el orto y el ocaso tas excepciones no invalidan el fuerte
del sol eran también puntos de refe- peso de los elementos religiosos en la
rencia fijos. ~ regulación del tiempo. No tiene por
No obstante, el hombre de la Edad ello nada de extraño que J. le Goff
Media terminó por aceptar una medi- haya hablado del tiempo de Dios, para
ción del tiempo en función de criterios referirse a la plena supeditación del
aportados por el estamento eclesiásti- hombre medieval, en lo que a su medi-
co. Si el día se dividía en horas canóni- da se refiere, a fines puramente tras-
cas, ¿qué era el calendario anual, sino cendentes.
la relación de las fiestas de la Iglesia? Pero la Edad Media no fue una épo-
Así, por ejemplo, el 11 de noviembre ca estática. En los últimos siglos de di-
era, ante todo, el día de San Martín. cho período histórico el panorama que
Los domingos, por su parte, se desig- hemos presentado había sufrido im-
naban por las primeras palabras del portantes transformaciones, la más
introito de la misa. Por lo que se refie- importante de las cuales -por lo que
re al comienzo del año había diferen- afecta al tema que nos ocupa- fue sin
cias notables, pues mientras para unos duda la aparición de una concepción
LA VIDA COTIDI~T\lA EN LA EDAD MEDIA / 11
del tiempo de carácter laico. Esta no- rras en las que habitaban pueblos pa-
vedad tiene mucho que ver con la pro- ganos más o menos anónimos o de los
pagación de los relojes. Ciertamente el Imperios del Asia oriental, con los que
hombre medieval siempre había esta- los europeos mantenían contactos co-
do preocupado por disponer de instru- merciales indirectos a través de la
mentos con los que medir el tiempo. El Ruta de la Seda.
problema se había resuelto en parte Ciertamente el impulso experimen-
gracias a los relojes de sol o a los as- tado por la Europa cristiana a partir
trolabios, pero en ambos casos había del siglo XII se tradujo en una comuni-
claras limitaciones, dada la dependen- cación más intensa con el mundo exte-
cia del sol, en un caso, o de las estre- rior, incluido el Extremo Oriente. Los
llas, en el otro. ¿No era posible poseer viajes llevados a cabo por el mercader
relojes más precisos, del tipo del que veneciano Marco Polo en el transcurso
había regalado el califa musulmán ha- del siglo XIII constituyen un buen
rún al-Rachid a Carlomagno, cuya ejemplo de esa ampliación de horizon-
fama perduraba a través de los siglos? tes que vivieron los europeos de la
La importancia de los relojes era Baja Edad Media. Pero tampoco sa-
particularmente sentida en los núcleos quemos conclusiones apresuradas de
urbanos. Las actividades económicas unos viajes ocasionales. La proyección
que en ellos se desarrollaban requerían espacial del hombre medieval, hablan-
un sistema de regulación del curso ho- do en términos generales, fue siempre
rario fijo. El gran paso adelante en muy reducida. La mayoría de la pobla-
este sentido lo constituyó la difusión ción apenas salía del estrecho radio de
de los relojes de pesas y campanas, in- ación de las aldeas en que vivía. No ol-
troducidos en Europa en el transcurso videmos que en la Edad Media la pro-
del siglo XIV y rápidamente instalados ximidad se definía por la distancia que
en las torres de los ayuntamientos de se podía recorrer a pie, en camino de
las más importantes ciudades. ida y vuelta, entre la salida y la pues-
De esa manera los burgueses po- ta del sol. En esas condiciones no pue-
drían conocer el transcurso del tiempo de sorprender el abrumador predomi-
al margen tanto de la sucesión del día nio alcanzado en dicha época por el
y la noche como de las horas canóni- localismo, criterio regulador por exce-
cas. Los relojes municipales anuncia- lencia de la vida humana.
ban las horas en función de criterios Ahora bien, sería erróneo suponer
matemáticos, o si se quiere laicos. Poco que en la Europa medieval no hubo
tiempo después harían su aparición en movilidad. Con posterioridad al año
escena los relojes de pared. Del tiempo 1000 la mayor seguridad de las rutas y
de Dios se había pasado, según la ex- el incremento de los intercambios, tan-
presión de Le Goff, al tiempo de los to económicos como culturales, propi-
hombres. ciaron un espectacular aumento de los
desplazamientos. Mercaderes, clérigos,
peregrinos, juglares o vagabundos ani-
La comunicación con el exterior maron los caminos de la Europa bajo-
medieval. Por la ciudad francesa de
El horizonte territorial de las gentes Aix pasaban, en el siglo XIV, de doce a
de la Europa medieval era asimismo trece viajeros de media por día, lo que,
muy limitado. Cuando los cronistas de para aquella época, constituye un índi-
aquel tiempo hablaban de la tierra so- ce muy respetable.
lían hacer referencia no sólo a la parte Los viajes, no obstante, tropezaban
del planeta conocida, sino incluso a un con un sinfín de obstáculos, debido
ámbito espacial mucho más restringi- tanto a la precariedad de los caminos
do, el de la Europa cristiana situada como al arcaísmo de los medios de
en la órbita de los pontífices romanos. transporte. La infraestructura básica
Más allá de ese territorio se hallaba el en las comunicaciones terrestres de la
Imperio bizantino, baluarte de una ci- Europa medieval venía dada por las
vilización al fin y al cabo cristiana, antiguas vías romanas, progresiva-
aunque disidente, y el mundo de los
infieles, personificados por el Islam y
de perfiles un tanto imprecisos. A par- Recolección de melones (arriba) y de coles
tir de ahí los contornos aparecían cada (abajo) en unas miniaturas del Codex
vez más borrosos, ya se tratara de tie- Granatensis, siglo XV
12 / LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA
LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA / 13
mente deterioradas. Hubo que esperar rior a los diecinueve kilómetros al día!
al siglo XII para que, particularmente Unos años después, en 1254, el obispo
desde los incipientes burgos, se presta- de Rouen, Eudes Rigaud, que regresa-
ra mayor atención a la reparación de ba de una peregrinación a Roma, si-
los caminos o a la construcción de nue- guió prácticamente el mismo itinera-
vos puentes. Por lo demás los peligros rio. El obispo Rigaud hizo ese trayecto
que acechaban al caminante eran mu- en diez días, alcanzando una media de
chos y de muy diversa índole. 28 kilómetros por jornada. Es posible
Podía ser asaltado por bandidos. que encontrara las rutas en mejor es-
Veamos lo que le sucedió, en el año tado, pues su viaje lo realizó en vera-
1446, al escudero Juan de Mazuela no. En cualquier caso, y aun admitien-
cuando se dirigía, por la noche, desde do un progreso en las comunicaciones
Murcia hacia Orihuela: del siglo XII al XIII, los viajes del hom-
... Rodriga Moscoso e Gonr;alo Mos- bre medieval eran muy lentos.
coso e Hortuno robaron al dicho Johan Es indudable que las vías acuáticas,
de Mar;uela seys mil maravedís e las tanto las fluviales como las marítimas,
ropas que levava e le ataron de pies e ofrecían ventajas considerables sobre
man?s e lo lanr;aron en el río para que las terrestres, sobre todo para el trans-
munese. porte de mercancías. Pero dichas vías
Afortunadamente el mencionado apenas eran utilizadas para el despla-
Juan de Mazuela pudo salvarse. zamiento de las personas. Por lo de-
... así como fue echado en el agua de más, no todos los ríos eran navegables.
espaldas cayó enr;ima de unas ramas e Así pues, nos encontramos de nuevo
de allí con los dientes cortó las ligadu- con una barrera de carácter natural, el
ras que tenía e venose pasado el río a espacio en este caso, que limitaba fuer-
este r;ibdat (de Murcia), e los malfecho- temente los horizontes vitales del
res fueronse contra las partes de Ara- hombre de la Europa medieval.
gon.
Otros muchos viajeros no tuvieron
la misma suerte cuando fueron ataca-
dos por bandoleros. ¿Y qué decir de los Las condiciones materiales de
innumerables peajes que se pretendía existencia
cobrar a los que atravesaban tierras
señoriales? La fuerte dependencia del hombre
Pero no eran menores los inconve- de la Europa medieval con respecto a
nientes derivados de los propios me- la naturaleza se tradujo, inevitable-
dios de transporte. El viajero debía ca- mente, en unas condiciones materiales
minar a pie o, en el mejor de los casos, de existencia que, desde nuestras pers-
beneficiarse de la fuerza animal -ca- pectivas contemporáneas, podemos
ballos, mulos, asnos, etc.-. Pues bien, juzgar harto precarias. Sin duda esas
la velocidad de desplazamiento del ca- condiciones variaban mucho de unos
ballo apenas sobrepasaba los diez kiló- grupos sociales a otros. La distancia
metros por hora. Por otra parte era di- que separaba a los grandes magnates
fícil recorrer en un día, en cualquier de la nobleza, o a los ricos mercaderes
medio de transporte terrestre, más de de los sufridos labriegos o de los hu-
sesenta kilómetros. Baste recordar que mildes artesanos, tanto en lo que se re-
para atravesar Francia de norte a sur fiere al techo bajo el que se cobijaban
se necesitaban unos veinte días. ¿No como a la ropa con la que se cubrían o
imponían estas condiciones un ritmo incluso a los alimentos con que se sus-
de la vida necesariamente lento? tentaban, era enorme. Pese a todo, las
Veamos un ejemplo concreto. Cono- carencias eran notorias, lo mismo en-
cemos con detalle el itinerario seguido tre las capas populares que entre los
por el monarca francés Felipe Augusto poderosos. Ello no obsta para señalar
en el otoño del año 1191 desde Roma a que la vida material de las gentes de
París, a regreso de la tercera cruzada. la Edad Media se hallaba en estrecha
Desde la localidad de Sutri, a pocos ki- consonancia con sus propias condicio-
lómetros al norte de Roma, hasta San nes físicas y mentales.
Genesio, en el valle del EIsa, cerca de Comenzaremos por hablar de la vi-
Pisa, con una distancia de 280 kilóme- vienda. La casa en que habitaban los
tros aproximadamente, tardó quince campesinos, o los que residían en las
días, lo que significa una media ¡infe- ciudades, desempeñaba diversas fun-
14/ LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA
Escena de esquileo y de siega en a una unidad de percepción fiscal. Pero
una miniatura medieval más allá de estos rasgos generales co-
menzaban las diferencias. Variaban
las viviendas en función de los mate-
riales empleados para su construcción,
ciones. Al margen de su papel de refu- de las características específicas de
gio ante las inclemencias naturales, la cada región y, por supuesto, de las dis-
vivienda era ante todo el ámbito de re- ponibilidades económicas de sus pro-
sidencia de los miembros de la familia, pietarios.
el soporte físico que garantizaba la co- El punto de partida de la vivienda
hesión de los emparentados. Pero la vi- medieval era muy sencillo. Había un
vienda de la mayoría de las gentes del único espacio de habitabilidad, una
Medievo, es decir de los que pertenecían gran sala en la que se trabajaba, se co-
al estamento de los laboratores, ya fue- cinaba, se comía y se dormía. Pero en
ran labriegos, artesanos o pequeños co- el transcurso de la Edad Media la vi-
merciantes, era también un centro de vienda experimentó notables transfor-
actividades productivas. maciones, la más importante de las
La vivienda de los campesinos era, a cuales fue quizá la división del espacio
la vez que residencia de su familia, de alojamiento en función de los dife-
granero y establo. En los núcleos urba- rentes actos de la vida humana. Es
nos las casas de los artesanos y de los preciso señalar, no obstante, que las
pequeños comerciantes, sin duda las principales novedades se produjeron
más representantivas, eran insepara- en las viviendas urbanas. La ciudad
bles del taller y del lugar de venta de fue, ciertamente, un campo de expe-
los objetos fabricados. Un elemento vi- riencias urbanísticas. La casa campe-
sible de las viviendas era la chimenea. sina, por el contrario, aunque también
No olvidemos que un fuego era equiva- conoció mejoras se mantuvo fiel a las
lente no sólo a un hogar sino también pautas tradicionales.
LA V1DA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA / 15
¿Cómo era la vivienda de un artesa- vez cruzada la puerta de entrada, úni-
no de una ciudad de la Europa medie- co vano de la planta baja, se llegaba a
val? ¿Es posible presentar un modelo? la casa-puerta, primera pieza de la vi-
No se nos oculta que tal empresa en- vienda, generalmente destinada a ta-
traña un alto riesgo de generalización. ller o a tienda.
Pese a ello vamos a ofrecer un modelo Elemento esencial de la casa sevilla-
de lo que podríamos considerar la vi- na era el patio, en torno al cual se dis-
vienda-tipo de una ciudad de dimen- ponían otras piezas, entre ellas la
siones medias en los siglos XVI-XV,es cocina. En el patio se encontraba ha-
decir la época final del Medievo. bitualmente el pozo. Los aposentos o
Esa hipotética vivienda, en cuya palacios variaban mucho de una vi-
construcción entra básicamente la ma- vienda a otra. Por lo que se refiere a
dera, en combinación con la piedra, el las letrinas o necesarios solían ser de
ladrillo o el adobe, tendría dos pisos, utilización conjunta por los vecinos de
uno situado a la altura de la calle y diversas viviendas. Señalaremos, fi-
otro encima del mismo. En el piso infe- nalmente, que las dimensiones de esas
rior encontramos dos espacios diferen- viviendas sevillanas eran, en general,
ciados, uno de ellos destinado a tienda más reducidas que las antes apunta-
o taller; el otro para uso privado, gene- das.
ralmente para cocinar y comer.La Muy típicos de las ciudades de la
planta baja tiene una puerta de entra- Corona de Castilla eran los corrales.
da, que da a la calle. Al fondo suele ha- Se trataba de viviendas de condición
ber un patio en el que,en ocasiones, modesta y de reducido tamaño que se
hay un pozo. Una escalera comunica organizaban alrededor de un patio o
con el primer piso, en el cual lo habi- corral. Un único pozo servía para aten-
tual es que haya dos o tres piezas des- der las necesidades de todos los veci-
tinadas a dormitorios. Aparte de lo in- nos del corral. Veamos la descripción
dicado, la vivienda posee una bodega, que aparece en un documento del año
situada en el subsuelo, y un granero, 1461, el Apeo de las casas del cabildo
por encima del primer piso. de la catedral de Palencia, a propósito
En la época en que situamos nuestro de un corral de aquella urbe, llamado
modelo, los progresos del confort se de falconeros.
manifiestan en la existencia de letri- Yten, yendo adelante, el corral de
nas, baldosas en los suelos y los diver- falconeros, lynde casas de los capella-
sos elementos utilizados para prote- nes e lynde la <;ercade canto; luego a la
gerse del frío o de la lluvía, entre los derecha del corral unas puertas con
cuales empezaban a ser frecuentes los una tranca; e entrando, a la mano de-
paneles de cristal. ¿Qué dimensiones recha, una casa con sus puertas ... e
tenía esa vivienda? Una respuesta ra- luego un portal e en el portal una esca-
zonable nos dice que cada planta tenía lera e en<;ima unos sobrados ...
unas dimensiones aproximadas de iten ende luego un pozo con un arco
unos seis metros de longitud por ocho de canto en<;ima...
de anchura. Ello significa que la fami- iten ende luego,e lynde la puerta
lia disponía en total de cerca de cien prin<;ipal del corral, otra casa con sus
metros cuadrados. Nada de amontona- puertas e su escalera e su sobrado et to-
miento, por lo tanto. En cuanto a la al- das estas casas deste corral ... están
tura de los pisos lo habitual es que os- muy mal rreparadas e las escalerras
cilara en torno a los tres metros. todas quebradas e los sobrados todos
Pero dejemos la especulación y acu- los más dellos des salados.
damos a las realidades conocidas. Un El texto, como se ve, describe unas
ejemplo óptimo nos lo ofrecen las in- viviendas pequeñas, por lo demás en
vestigaciones efectuadas por A. Collan- mal estado. No hay menciones de cá-
tes sobre la ciudad de Sevilla en el si- maras, ni de corredores, ni de bodegas,
glo XV, que aportan datos muy etc. Se trataba, no lo olvidemos, de ca-
interesantes acerca de la vivienda ur- sas ocupadas por gentes de condición
bana en dicha época. Por de pronto va- muy modesta.
riaban los materiales de construcción.
En la ciudad hispalense los más utili-
zados eran el ladrillo y el tapial. Pre- Escena cortesana en una miniatura de un
dominaban las casas de dos plantas, la cartulario gallego del siglo XIII
superior denominada sobrado. Una
16/ LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA
LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA /17
decir tiene que la tipología de este
La vida, día a día mueble era variadísima. Podía haber
en las viviendas un asiento especial re-
El mobiliario de las viviendas me- servado para el padre de familia. En
dievales era, por lo general, muy limi- cualquier caso era frecuente la utiliza-
tado. Eso explica que las casas de la ción de cojines, que servían para amor-
Edad Media dieran una sensación de tiguar la dureza de la madera, mate-
vacío. Apenas había otra cosa sino los rial empleado para la construcción de
muebles imprescindibles para poder los bancos.
desarrollar las funciones vitales bási- Las arcas, finalmente, servían para
cas, como comer y dormir.De hecho el guardar los enseres de la vivienda,
mobiliario giraba en torno a cuatro ele- desde los vestidos hasta los utensilios.
mentos esenciales, la cama, la mesa, Incluso los alimentos se guardaban en
los bancos o asientos y las arcas. ellas, o los libros, cuando los había. So-
La cama era el mueble por excelen- lían tener complicados herrajes. Por lo
cia. De ahí que decir de alguien que no demás, las arcas, que en realidad cum-
tiene más que la cama en la que se plían básicamente funciones propias
echa, expresión frecuente en los textos de armarios, mueble poco habitual en
castellanos de fines de la Edad Media, la Edad Media, podían utilizarse igual-
equivale a considerarlo persona de ex- mente como asientos. No obstante, los
trema pobreza. La cama solía ser de objetos de mayor valor se guardaban
gran tamaño, debido a que en ella dor- habitualmente en cofres de tamaño
mían ordinariamente varias personas, menor que las arcas, y por lo tanto
a veces hasta seis. Ahora bien, en oca- más manejables.
siones la cama era simplemente un El mobiliario de la casa medieval
mueble desmontable, una serie de ban- ciertamente no se agotaba con los ele-
cos o tablas que, al colocar sobre ellos mentos citados. ¿Cómo olvidar los bra-
almadraque s y colchas, se convertían seros, los candiles, los candelabros o los
por la noche en lecho para la familia. espejos? ¿O las esteras, las alfombras o
Pero también podía ser la cama una los paños colgados de las paredes? ¿O
estructura de madera que, en ocasio- los utensilios propios de la cocina: cal-
nes, se adornaba con un dosel. Los col- deras, ollas, trébedes, jarras, tinajas,
chones podían estar rellenos de paja, escudillas, artesas, etc.? ¿O la cuba
en las camas de las gentes más pobres, para la colada y para los baños? Obje-
o de plumas, lo que constituía un sín- tos variadísimos, como ruecas, jaulas,
toma de confort. También variaba la atriles, etc., podrían aparecer asimismo
ropa de cama, desde la sarga en unos en una vivienda de la Europa medieval.
casos hasta el lino en otros. Pero eso no obsta para poner de mani-
Era igualmente de suma importan- fiesto que las gentes de aquella época
cia en la vivienda de los europeos de la habitaban en unas casas escasamente
Edad Media la mesa. Había, por su- amuebladas, por más que en el trans-
puesto, numerosas modalidades de curso de la Edad Media se fuera incre-
mesa, desde la que descansaba sobre mentando el número de objetos utiliza-
caballetes, que se desmontaba al ter- dos en las viviendas, particularmente
minar de comer -de donde viene la en los núcleos urbanos.
expresión quitar la mesa- hasta la ¿Cómo era el vestido de las gentes
adosada sobre la pared. La altura ópti- de la Europa medieval? Dar una res-
ma de las mesas era, según la opinión puesta concisa a este interrogante es
expresada en el siglo XIV por el médi- de todo punto imposible. Hay, cierta-
co afincado en Sevilla Juan de Aviñón, mente, algunas características genera-
de tres palmos. Era frecuente, no obs- les. El vestido femenino, por ejemplo,
tante, que no se alcanzara dicha altu- suele ser largo, en tanto que el de los
ra, lo que significaba incomodidad evi- hombres es corto, salvo el propio de ce-
dente para los que se sentaran en remonias o actos litúrgicos. Otra nota
torno a ella. distintiva es el predominio del color
Los bancos constituían el tercer ele- negro para la ropa que utilizaban el
mento clave de la casa popular en el campesinado y en general los sectores
Medievo. El citado Juan de Aviñón ha- más modestos de la población. Pero
bía indicado las dimensiones ideales apenas se puede ir más allá de lo indi-
de los bancos: dos palmos de anchura y cado. El vestido del hombre medieval
uno y medio a dos de altura. Ni que experimentó importantes cambios, de-
18 LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA
Los efectos de la peste en un grabado italiano nin sombrero con orpel nin con argent
nin con seda.
Las normas sobre el vestido afecta-
bidos ante todo al dinamismo de las ban asimismo a los eclesiásticos, a los
ciudades y de los burgueses que vivían que se prohibía usar ropas bermejas,
en ellas, pero también al contacto con verdes o rosadas. Los clérigos, seguía
otras civilizaciones, en particular con diciendo esa disposición, debían llevar
la musulmana, a raíz de las Cruzadas. calzas negras, prescindir de cendales y
El vestido era un elemento distinti- de zapatos con hebillas y utilizar en
vo del grupo social al que se pertene- sus cabalgaduras únicamente sillas
cía. No se trataba sólo de que los labo- blancas. Esta normativa se suavizaba
ratores no tuvieran posibilidades para los canónigos, a los que se permi-
económicas para adquirir la ropa de tía llevar cendales, con tal de que no
lujo que vestían los nobles, sino de que fueran rojos ni amarillos, y usar sillas
las propias normas acerca del vestido azules en sus cabalgaduras.
solían estar escrupulosamente regla- Como no podía menos de suceder,
mentadas. Un ejemplo muy significati- las medidas de las Cortes de Vallado-
vo lo constituyen a este respecto las lid de 1258 segregaban a hebreos y a
disposiciones adoptadas en las Cortes musulmanes en lo relativo al vestido.
celebradas en Valladolid el año 1258, Los judíos -se decía- no llevarían
en tiempos del monarca Alfonso X el pieles blancas, ni cendales de ningún
Sabio. Entre otras cosas se establecía tipo, ni calzas rojas ni paños de color.
una neta diferencia entre los oficiales Idénticas normas se aplicarían a los
mayores de la casa del rey y los meno- mudéjares, a quienes además se prohi-
res. Sobre estos últimos se establecía bía utilizar zapatos blancos o dorados.
tajantemente que en adelante: Pero las diferencias en el vestido
Non trayan pennas blancas nin <;en- iban más allá de lo que indicaban esas
dales nin siella de barda dorada nin disposiciones. Entre los nobles y los
argentada nin espuelas doradas nin campesinos por una parte, o entre los
cal<;asdescarlata, nin <;apatos dorados ricos mercaderes y los modestos arte-

LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA / 19


sanos por otra, la distancia que había tar el desenfreno en el vestido que se
en el atuendo era enorme. Los podero- observaba a fines de la Edad Media
sos hacían ostentación de su riqueza, entre las clases populares.
vistiéndose con paños de calidad y de
llamativos colores. Labriegos y artesa-
nos, por el contrario, utilizaban tejidos Los hábitos alimentarios
bastos y de tonos oscuros.
Las principales innovaciones, por lo En la alimentación de las gentes de
que al vestido de las gentes de la Europa la Europa medieval hay dos elementos
medieval se refiere, se produjeron con de base, uno sólido, el pan, y otro lí-
posterioridad al siglo XII. Las modas se quido, el vino. Conviene, no obstante,
gestaban en las ciudades, siendo los precisar más esta idea. Durante los
burgueses sus protagonistas. Quizá el primeros siglos de la Edad Media los
rasgo distintivo más significativo fue la campesinos no comían pan propiamen-
progresiva adaptación del vestido al te dicho sino un amasijo de cereales,
cuerpo humano, lo que contribuía a generalmente mijo y avena, cocidos en
delinear mejor su silueta. Paralela- una olla con agua o leche, a los que se
mente se transitó desde una época añadía sal. Esa masa, aplastada y coci-
caracterizada por la escasa diferencia- da, se convertía en una hogaza. El pan
ción entre el atuendo masculino y el auténtico surgió cuando pudo utilizar-
femenino a otra dominada por la nítida se algún ingrediente alternativo de la
separación de los sexos en el vestido. levadura.
¿Cómo olvidar aspectos de la moda Por lo que se refiere a la bebida se
femenina de fines del Medievo, tales dibujan en la Europa medieval dos
como el encorsetamiento de la cintura o áreas bien diferenciadas: la del vino y
los pechos altos? El cabello largo de las la de la cerveza. La primera se centra-
damas contrastaba asimismo con la ba en el ámbito mediterráneo, aunque
tendencia al rasurado de los caballeros. también comprendía otras áreas, como
Por lo demás, a las piezas básicas del el valle del Rin. La cerveza era la bebi-
vestido tradicional había que añadir el da predominante en las tierras situa-
uso de guantes, sombreros, pieles pre- das al norte de los Alpes.
ciosas y en su caso velos. Ni que decir Pero además del pan y la bebida la
tiene que los progresos de la moda fue- comida del hombre medieval contaba
ron al unísono con el desarrollo de la con otros muchos alimentos. Se les de-
producción textil y en particular con la nominaba genéricamente el compa-
difusión de las telas de calidad. nagium, es decir todo aquello que
Las novedades en el vestir fueron acompañaba al pan. Era la carne, el
ante todo cosa del popolo raso de las pescado, las hortalizas, las verduras,
ciudades. Pero sus ecos no tardaban en las legumbres y las frutas. Por lo gene-
llegar al resto de la sociedad, ya se tra- ral la mayor o menor proporción de
tara del medio rural o del popolo mi- esos alimentos dependía de numerosos
nuto de los núcleos urbanos. A tenor factores, entre los cuales se hallaban
de sus posibilidades, tanto los labrie- en primer lugar las posibilidades de
gos como los artesanos procuraban aprovisionamiento de cada comarca.
imitar los modelos de los burgueses, Sin duda la base de la alimentación
por mucho que las leyes siguieran fi- eran los productos locales, al menos en
jando con precisión las normas en el el medio rural. En las ciudades, por el
vestir de cada grupo social. contrario, la alimentación solía ser
En la segunda mitad del siglo XIV, a más variada, debido al desarrollo de
raíz de la difusión por Europa de la los mercados urbanos. El ejemplo más
peste negra, pareció desatarse un deseo característico de autoabastecimiento lo
irrefrenable de disfrutar de los bienes proporcionan los pastores, para los
terrenales. En ese contexto las viejas cuales la alimentación consistía bási-
costumbres se habían esfumado. ¿No le camente en leche y productos lácteos
parecía al cronista florentino Mateo (queso y mantequilla).
Villani un escándalo que se admitiera Examinemos más detenidamente el
que las mujeres de baja condición se companagium. Por lo que se refiere a
casen con ricos vestidos que habían per- la carne, el papel principal lo ocupaba
tenecido a damas nobles ya difuntas? el cerdo, animal apreciadísimo en la
Tampoco ahorraban sus críticas los Edad Media debido a su aprovecha-
predicadores en los púlpitos, al denos- miento prácticamente integral. Tam-
20 / LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA
Detalle de la Danza de campesinos de precio más alto-, macho cabrío, vaca,
P. Brueghel (Kunsthistorisches oveja, cordero, puerco, puerca y terne-
Museum, Viena) ra. No podemos olvidar, por otra parte,
la importancia alcanzada por la caza,
así como por las aves de corral. No obs-
tante la presencia de la carne en la
bién el ganado bovino y el ovino pro- dieta alimenticia de las clases popula-
porcionaban carne para el alimento res, tanto del campo como de la ciu-
humano. Veamos un ejemplo. En las dad, no sólo era menguada sino que en
tasas del precio de la carne estableci- cierto modo estaba desfigurada, pues
das por el concejo de la ciudad de Mur- solía consistir en tocino, tripas, len-
cia en la década de los setenta del siglo gua, hígado, patas, etc.
XIV figuran especificadas las siguien- El pescado era un sustitutivo de la
tes variedades: carnero --que tenía el carne, particularmente en los períodos
LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA /21
de abstinencia. Podía ser pescado de enfermedades relacionadas con los
mar o de agua dulce. Sus variedades abusos en la comida: obesidad, hiper-
apenas diferían de las actuales, si bien tensión arterial, inflamaciones articu-
se consumían también algunos escua- lares, etcétera.
los, cuya carne hoy se considera dura Para las clases populares el pan, con
en exceso. El pescado se presentaba en frecuencia elaborado con cereales se-
diversas formas: fresco, en salazón, cundarios, era la base de la alimenta-
ahumado, etc. Las tasas del concejo ción. Todavía en los últimos siglos de
murciano, antes mencionadas, contem- la Edad Media el pan significaba entre
plaban estos tipos de pescado: de río y el 50 y el 70 por 100 de la ración ali-
anguilas frescas; de salsa -el más menticia de los jornaleros de la región
caro-, de freír, menudo. de Provenza; en tanto que en esas mis-
En cuanto a los alimentos de origen mas fechas y en ese mismo territorio
vegetal, los más frecuentes eran las ju- sólo suponía el 25 por 100 para las
días, las lentejas, los guisantes, las ha- gentes de condición mediana. Los pro-
bas, los nabos, las coles, las lechugas, ductos vegetales también tenían un
los rábanos, las calabazas y los ajos. papel importante en la alimentación
Entre las frutas cabe destacar las de la gente menuda, particularmente
manzanas, peras, cerezas, ciruelas y entre los campesinos. La carne, en
fresas. Añadamos los huevos, las gra- cambio, escaseaba, aunque su mayor o
sas animales y el aceite vegetal y por menor peso en la dieta alimenticia de-
lo que a las bebidas se refiere, aparte pendía de circunstancias con frecuen-
del vino y la cerveza, el mosto de man- cia puramente locales.
zana, la leche, el hidromiel y, natural- Pero vayamos a las fuentes. Unos
mente, el agua. emisarios navarros, enviados a la corte
Capítulo aparte lo constituyen las del rey de Castilla, a la sazón en Sevi-
especias -pimienta, canela, azafrán, lla, en el año 1352, llegaron el 29 de
jengibre, etc.- importadas de Oriente. mayo a comer a Palenzuela, proceden-
Sin duda sazonaban convenientemente tes de Burgos. Compraron pan, vino,
los manjares, pero su alto precio ac- carne, berzas, pimienta y ajos. Ese
tuaba de criterio selectivo a favor de mismo día fueron a cenar a Dueñas,
las mesas de los poderosos. adquiriendo dos pares de pollos, toci-
Al igual que la vivienda o el vestido, no, lechugas, vinagre, pan, vino, pi-
la alimentación variaba no sólo en fun- mienta, azafrán y cominos. EllO de ju-
ción de las condiciones de cada territo- nio llegaron a Sevilla, comprando para
rio, sino también, y de manera muy la comida pan, vino, carne, berzas, ci-
acusada, de acuerdo con la estratifica- ruelas, pimienta y ajos. La única nove-
ción social entonces existente. Así, por dad importante con respecto a la jor-
ejemplo, la aristocracia se caracteriza- nada de Palenzuela-Dueñas es la
ba no sólo por el hecho de que su mesa incorporación de la fruta. Pero si ve-
estaba habitualmente bien surtida, mos lo que consumieron por ejemplo el
sino ante todo por el abundante consu- día 1 de julio, residentes todavía en
mo de carne, por lo demás bien condi- Sevilla, observaremos una importante
mentada. En el polo opuesto se hallaba novedad: junto al pan, el vino, la fruta
la dieta monástica, caracterizada por o los ajos, aparecen el pescado para la
la sobriedad y la abstinencia de carne, comida y el queso para la cena. La ra-
considerada fuente de concupiscencia. zón de ese cambio obedece a que ese
Los monjes tenían en los vegetales, día era viernes.
símbolos de pureza, su principal fuen- La gente comía utilizando escudi-
te nutricia. llas, cucharas y cuchillos, pero no pla-
Frente a la importancia de las espe- tos, ni tenedores, ni servilletas, ni
cias en las mesas señoriales, en los manteles, salvo en casos excepciona-
monasterios se prescindía de ellas, en- les. Pero estaba muy extendida la cos-
tre otras razones porque se pensaba tumbre de lavarse las manos antes de
que tenían virtudes afrodisíacas. ¿Una sentarse a la mesa.
mesa insípida la monacal, en contraste
con la fuertemente sazonada de los no-
bles? Sin duda, pero esa diferencia so- Un espacio nuevo: la ciudad
lía tener sus consecuencias: la longevi-
dad era frecuente en el claustro; por el Se dice con frecuencia que el campo
contrario, muchos aristócratas padecían fue el protagonista por excelencia de la
22 / LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA
Concierto medieval en una miniatura ciudad era el lugar de la Historia, de
de la época la contabilidad, de la acumulación.
Por de pronto la ciudad se desarro-
llaba en espacios cerrados, separados
de la naturaleza por medio de una mu-
Europa medieval. Puede darse por ralla. Las Partidas definían a la ciu-
buena dicha afirmación siempre que dad como todo aquel lugar que es cer-
que con ello no se excluya la considera- cado de los muros. Se dirá que muchos
ción de la ciudad como elemento igual- núcleos de población, a los que en
mente inseparable del Medievo, al me- modo alguno puede llamarse ciudades,
nos con posterioridad al siglo XII. En también estaban rodeados de una cer-
verdad campo y ciudad estaban inter- ca. Pero de lo que no cabe duda es de
penetrados, constituyendo dos caras de que todas las ciudades tenían muralla.
una misma moneda. La función primordial de las mura-
Ahora bien, la ciudad poseía carac- llas era proteger a la ciudad. En reali-
terísticas propias, rasgos singulares dad, el sistema defensivo de los nú-
que la diferenciaban del medio rural, cleos urbanos incluía un complejo de
tanto en su aspecto externo como en elementos: el muro propiamente dicho,
las funciones que desempeñaba y, as- las torres, las puertas, los fosos, las
pecto que nos interesa particularmen- barbacanas, etc. Por lo demás, fue fre-
te, en el ritmo de la vida diaria. J. cuente la construcción de un recinto
Chiffoleau ha puesto de manifiesto esa fortificado doble, formado por dos ba-
dicotomía al indicar que frente al cam- rreras paralelas. Pero la muralla era
po, espacio del mito y de lo salvaje, la asimismo un elemento adecuado para
LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA / 23
realizar a su sombra actividades de di- les eran lugares de gran animaclOn,
versa naturaleza, entre ellas las de ca- aunque también de muchos peligros.
rácter mercantil. Uno de ellos era sin duda la polución,
¿No habían buscado cobijo en nume- por más que ésta tuviera un origen or-
rosas ocasiones los pies polvorientos en gánico o mineral. Había promiscuidad
los muros de las antiguas civitates? El entre seres humanos y animales, ha-
azogue, lugar en donde se efectuaba el bía exceso de inmundicias, había su-
mercado diario, se situó en Valladolid ciedad por doquier. En la Europa me-
al pie de la primitiva cerca. En el re- dieval los habitantes de las ciudades
cinto murado de Palencia, la puerta -ha dicho muy gráficamente J. P. Le-
principal se llamaba del Mercado, de- guay- vivían en medio de lo excre-
bido a que en la zona llana que se ex- mencial. Desde el siglo XIII, no obs-
tendía delante de ella tenía lugar el in- tante, se observa un interés creciente
tercambio de mercancías. El azogue de los poderes públicos por tomar me-
nuevo de Salamanca se localizaba en- didas que garanticen un mínimo de hi-
tre los siglos XI y XIII junto a una de giene pública.
las puertas de la vieja muralla, la del Las calles de las ciudades medieva-
Sol. Por su parte, una de las puertas les eran escaparates de la actividad
de la cerca de Zamora se denominaba económica que se desarrollaba en su
del Mercadillo. seno. De cara a ellas trabajaban los ar-
La muralla era también una barrera tesanos, en agotadoras jornadas labo-
jurídica. Los que vivían detrás de ella rales, que fácilmente alcanzaban las
gozaban de un determinado estatus, catorce horas diarias. Por las calles
del que carecían los que habitaban en transitaba asimismo multitud de ven-
el exterior. Cruzar las puertas de la dedores ambulantes gritando su mer-
ciudad suponía entrar en un ámbito cancía, pero también deshollinadores,
jurisdiccional distinto de lo que se de- reparadores de arcas o de ollas, ceste-
rivaba, como mínimo, la necesidad de ros, etc. En las calles se aglomeraban,
pagar unos tributos. Las puertas eran, a la busca de un trabajo, los jornaleros
por lo tanto, centros de percepción fis- sin cualificación o los emigrantes re-
cal. De ahí el interés de los gobiernos cién llegados del campo. Las calles, por
municipales en vigiladas, cuidando su otra parte, fueron el ámbito adecuado
cierre nocturno, y procurando evitar para la génesis y la propagación de las
que hubiera brechas en la cerca, pues revueltas urbanas.
por ellas podía entrar gente que esca- Desde otro punto de vista hay que
pase a las imposiciones establecidas. considerar a la calle como lugar de es-
La muralla era, al margen de sus pectáculos variopintos. En ellas podía
funciones militares, económicas y jurí- verse actuar a juglares y a titiriterios.
dicas, la fachada externa de una ciu- ¿No fue asimismo la calle lugar de ce-
dad, su carta de presentación. Frente a lebración de fiestas, tanto profanas
los enemigos la muralla se cerraba a como religiosas? Por las calles se reali-
cal y canto, y desde ella se disparaban zaban desfiles, solemnes unas veces,
saetas. Pero en ocasiones solemnes los caricaturescos otras. El espectáculo or-
muros se engalanaban y de ellos salían ganizado se desarrollaba durante el
músicas festivas. día. Por la noche podía continuar la
La calle era un elemento esencial fiesta, si bien con un carácter espontá-
del paisaje urbano de la Europa me- neo y generalmente protagonizado por
dieval. Las calles de las ciudades me- los jóvenes.
dievales solían ser estrechas, con una En ocasiones excepcionales, como
anchura que oscilaba entre los dos y una visita regia, las calles se engala-
los cinco metros, salvo para las gran- naban. Recordemos lo que le sucedió el
des arterias, que podían llegar a los año 1467 a Enrique IV de Castilla
diez-doce metros. Eran asimismo con cuando, después de vencer a sus ene-
mucha frecuencia tortuosas, con pocas migos en la batalla de Olmedo, se diri-
secciones rectilíneas y abundancia de gió a la villa de Medina del Campo.
tramos en pendiente. Ni que decir que, Aunque el monarca hizo su entrada de
ante esas condiciones, la circulación en noche, los habitantes de Medina abrie-
las calles de las urbes medievales era
en extremo difícil.
Identificadas habitualmente con Músicos medievales (arriba) y banquete
(abajo) en unas miniaturas de la época
nombres religiosos, las calles medieva-
24/ LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA
LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA / 25
ron todas sus puertas e ficieron gran- Troyes nos ha dejado un testimonio es-
des hogueras por las calles e pusieron pléndido sobre la triste situación en
lanternas a las ventanas, en tal mane- que se hallaban las tejedoras de seda
ra que parescía ser de día segun la mu- de Champaña y el Artois:
cha claridad que se mostraba, nos dice Siempre tejeremos paños de seda,
un relato cronístico de la época. pero nunca podremos vestirlos,
Pero la calle era también un refugio siempre estaremos pobres y desnu-
para la marginalidad. Por ella deam- das
bulaban mendigos, delincuentes, ocio- y pasaremos hambre y sed ...
sos, locos, deformes, gentes de profe- Las tejedoras eran conscientes, no
siones dudosas, borrachos, etcétera. obstante, de que otros se enriquecían a
Había abundantes niños callejeros y costa de su trabajo:
asimismo niños abandonados. Territo- Nosotras
.... estamos unidas en una
rio idóneo para la circulación del ru- gran mlsena, pero se ennquece gracws
mor y la siembra de la sospecha, la ca- a nuestra actividad aquel para el que
lle era también lugar de desarrollo de trabajamos ...
la violencia y de la criminalidad. Las tejedoras citadas al menos tenían
un trabajo y un salario. Pero en los úl-
timos siglos de la Edad Media abunda-
Vida urbana ban en las ciudades los parados, sin
ninguna protección corporativa, dis-
Ciudad medieval y comuna son con- puestos a aceptar cualquier tipo de
ceptos inseparables. La comuna, pala- trabajo. Todo indica, por lo tanto, que
bra nueva y execrable, según la opinión en las ciudades europeas de fines del
manifestada a comienzos del siglo XII Medievo había un caldo de cultivo pro-
por Guibert de Nogent, era la asocia- picio a la protesta y a la revuelta.
ción de los habitantes de los nuevos ¿No se produjeron a fines del siglo
burgos, deseosos de arrancar liberta- XIII las primeras huelgas obreras de
des a los señores feudales de quienes la historia de Europa? ¿Y las grandes
dependían. Ni que decir tiene que las conmociones sociales del siglo XIV, de
comunas urbanas de los siglos XI y XII las cuales acaso la más llamativa fue
sugieren la existencia de estrechos la- la que tuvo lugar en Florencia el año
zos de solidaridad entre todos los com- 1378? Privilegio o servidumbre, según
ponentes de la colectividad vecinal. se mire, las ciudades de la Europa me-
Pero con el tiempo se fue producien- dieval también se diferenciaban del
do una nítida división social entre los campo por la singularidad de su tejido
poderosos y la gente menuda, o lo que social y de los conflictos inherentes al
es lo mismo entre los ricos y los po- mismo.
bres. Por una parte se encontraban los El trabajo y sus miserias tenían,
hombres de negocios, grandes merca- como contrapeso, el ocio y las diversio-
deres y maestros de las corporaciones, nes. En la ciudad el componente lúdico
por otra los trabajadores. Es la contra- tenía un papel relevante. El tiempo de
posición, por decirlo con terminología descanso invitaba a los laboratores a
propia de las ciudades italianas, entre acudir a la taberna, lugar en el que se
el popolo grasso y el popolo minuto. conversaba, se bebía y se jugaba. Re-
Las ciudades medievales, por lo tan- cordemos a este propósito lo que decía
to, fueron el escenario del nacimiento una poesía goliardesca:
del sistema de producción capitalista, Cuando estamos en la taberna
y con él del proletariado industrial. En libres de cuidados terrestres,
los más importantes núcleos urbanos, vamos derechamente a los juegos,
al calor de la actividad artesanal, par- nuestra incurable pasión.
ticularmente notable en la producción La taberna y los juegos, con todo, no
textil, se estaban generando unas rela- eran privativos de la ciudad. Sí lo
ciones laborales entre maestros y obre- eran, en cambio, las casas de baños.
ros de nuevo cuño. Los primeros com- En principio, el baño tenía una doble
praban la fuerza de trabajo de los connotación: por una parte se conside-
segundos por un salario generalmente raba necesario para la higiene, pero
bajo. La explotación era más acentua- por otra era sospechoso de aproxima-
da cuando la mano de obra era femeni- ción al erotismo. De ahí que durante
na. De una fecha muy temprana -fi- buena parte de la Edad Media los ba-
nales del siglo XII-, Chretien de ños públicos estuvieran sujetos a nor-
26/ LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA
Escena de una clase (miniatura idea misma del baño -limpieza del
de un manuscrito inglés) cuerpo- se equiparaba con la purifica-
ción interna -limpieza del alma-o En
este contexto hay que situar tanto los
relatos escritos del siglo XV acerca de
mas de moralidad muy estricta, exi- los baños de diversas ciudades europe-
giéndose, de entrada, la radical se- as como las miniaturas de la misma
paración de sexos. Así ocurría, por centuria que representan escenas de
ejemplo, en las veintiséis casas de ba- baños. El italiano Poggio, que acompa-
ños que había en París a fines del siglo ñó al pontífice Juan XXIII el año 1416
XIII. a Constanza, nos ha dejado un sensa-
En los últimos siglos del Medievo, no cional testimonio de los baños de la
obstante, las cosas cambiaron. Para es- ciudad suiza de Baden, próxima a Zu-
tar limpio y alegre entro a menudo en rich. En los baños públicos, situados
los baños, dice a fines del siglo XIV en el Rin, pudo observar la presencia
Francesc Eiximenis, por boca de uno de conjunta de hombres y de mujeres, de
sus personajes. La rigidez de antaño jóvenes y de ancianos. Lejos de escan-
fue perdiendo terreno, al tiempo que la dalizarse, el Poggio vio aquel espec-
LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA / 27
táculo como algo natural e inocente. Grange. Se trata de un eclesiástico de
Es sorprendente ver viejos decrépi- la época del Cisma de Occidente. Su
tos, al mismo tiempo que muchachas sepultura, que se encuentra en la ciu-
jóvenes, entrar en el agua todos desnu- dad francesa de Aviñón, nos ofrece la
dos ... no pude por menos de admirar la escultura de un cadáver en descompo-
inocencia de estas gentes ... sición. ¿Cabe imaginar un cuadro más
El Poggio, no lo olvidemos, era un tétrico que el formado por la talla y la
humanista, por lo que su visión de las inscripción susodichas?
cosas estaba más próxima a un mundo Nos equivocaríamos, no obstante, si
secularizado. En cualquier caso, ¿no creyéramos que ésa había sido la ima-
había sido la ciudad un elemento deci- gen habitual de la muerte en el trans-
sivo en la creciente secularización de curso de la Edad Media. Nada más le-
la vida cotidiana? jos de la realidad. El tránsito a la otra
vida, durante buena parte del Medie-
vo, aunque siempre doloroso, nunca
La muerte había ido acompañado de caracteres
macabros. Fue en los últimos siglos de
Somos un espectáculo para el mun- la Edad Media cuando la muerte ad-
do. Que grandes y pequeños, por nues- quirió esas connotaciones. Sin duda
tro ejemplo, vean a qué estado serán tuvo mucho que ver en ello la difusión
inexorablemente reducidos, cualquiera de la peste negra y, en general, la coti-
que sea su condición, su sexo o su edad. dianeidad de la epidemia en la vida de
¿Por qué, pues, miserable, estás lleno los euroepos de fines del Medievo.
de orgullo? Polvo eres y en polvo te con- También jugaron su papel las ham-
vertirás, cadáver fétido, alimento y pi- brunas y las devastadoras guerras de
tanza de los gusanos. los siglos XIV y XV. ¿Cómo olvidar, por
Tal es el texto de la inscripción que otra parte, la creciente desarticulación
aparece en la tumba del cardenal La de los abolengos familiares, a conse-
28/ LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA
Pago de gabelas en una miniatura del de la práctica testamentaria. Se ha ha-
siglo XIV(izquierda), blado, incluso, de una democratización
Pintura francesa del siglo XVque muestra las de los testamentos en la Baja Edad
Ínfimas condiciones de vida de una familia Media. El noble y el villano, el rico
campesina (arriba) mercader y el modesto artesano, todos
querían expresar en un documento es-
crito sus deseos.
cuencia de la continua emigración del En el testamento no sólo se estipula-
campo a la ciudad, y con ello de los vie- ba la voluntad del testador acerca del
jos ritos de la muerte? En el contexto futuro de sus bienes, sino que se mani-
de la crisis de fines de la Edad Media festaba el deseo de corregir yerros pa-
se dieron, inequívocamente unidos, el sados y de sintonizar con el estamento
amor a la vida y la presencia de la eclesiástico. Ciertamente los testamen-
muerte, el deseo de disfrutar al máxi- tos podían redactarse en cualquier mo-
mo los bienes terrenales y el grito des- mento de la vida, pero lo más frecuen-
garrador que produciría el final de la te es que se hicieran cuando su
existencia. protagonista se encontraba gravemen-
En la concepción cristiana la muerte te enfermo. Es posible que la época del
era simplemente el instante en que se año en que mayor número de testa-
separaba el alma del cuerpo. El cre- mentos se realizara fuera la compren-
yente, por lo tanto, debía estar prepa- dida entre los meses de abril y de octu-
rado para ese momento crucial en el bre. Al fin y al cabo eran los meses del
que iba a abandonar este mundo para calor, lo que significa también que
dirigirse al más allá. El acto a través eran los más propicios para las fiebres
del cual los mortales dejaban constan- y las pestilencias.
cia de sus voluntades era el testamen- En definitiva, el testamento era
tO.Pues bien, desde mediados del siglo una pieza fundamental en la estrate-
XIII se observa un notable incremento gia de todo mortal para afrontar su
LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA / 29
paso al otro mundo con las mayores para el duelo, el habitual era el blanco,
garantías posibles. El testamento era, reservándose el negro para las fami-
en cierto modo, el complemento de la lias aristocráticas.
confesión. De ahí que morir intestado Los lugares de sepultura eran los ce-
o sin confesión fueran en la Edad Me- menterios -lo más frecuente- o las
dia expresiones muchas veces sinóni- iglesias. No obstante, a fines de la
mas. Edad Media proliferaron las capillas
La muerte, en la Europa de los si- funerarias, erigidas por familias de la
glos XIV y XV, se convirtió en un es- nobleza o de la alta burguesía. Mas no
pectáculo, entre macabro y melancóli- todo había concluido con el enterra-
co, que se ofrecía, para su con- miento. Los familiares del finado debían
templación, al resto de la sociedad. ofrecer comidas funerarias, a las que
Debe matizarse, no obstante, que la en ocasiones asistía mucha gente. En
idea de la muerte-espectáculo fue ante principio esas comidas tenían como fi-
todo un acontecimiento propio de las nalidad reconstruir la cohesión de la
ciudades, pues el mundo rural siguió comunidad, aunque a veces eran sim-
más apegado a las viejas tradiciones. ples distribuciones de alimentos a los
El tiempo de la muerte comenzaba pobres. Por lo demás, la muerte, que
en realidad después de haberse produ- no era un fin sino un tránsito, el paso
cido el fallecimiento. El cuerpo del fi- del mundo terrenal al del más allá, de-
nado era envuelto habitualmente en sencadenaba la puesta en marcha de
un sudario de tela blanca. Tras un pe- una larga serie de ritos conmemorati-
ríodo de vela del cádaver se procedía a vos, de los cuales el más importante
su enterramiento. Este solía hacerse era sin duda la misa del primer ani-
con gran rapidez, lo que obedecía no versario. Con ella se podía dar por de-
sólo a motivos de índole sanita- finitivamente concluido el tiempo de la
ria -posible descomposición del cadá- muerte. Era en ese momento, por otra
ver ...-, sino también a razones de ca- parte, cuando se ponía punto final al
rácter mental, como alejar el peligro luto que se había guardado por el fa-
de contagio de la muerte. Pero el reco- llecido.
rrido desde la vivienda del muerto
hasta su lugar de enterramiento, es
decir la procesión fúnebre, se efectua- El más allá
ba a fines de la Edad Media con gran
solemnidad. Ahí radicaba básicamente Pero la muerte tenía un alto precio.
el espectáculo de que antes hablába- No nos referimos sólo a los gastos con-
mos. cretos que ocasionaba el entierro y los
Familiares, compañeros de oficio del funerales. Pensamos, ante todo, en la
fallecido, clérigos en número variable necesidad de acudir a los clérigos,
y, en su caso, un cortejo de plañideras como intermediarios privilegiados
-particularmente cuando se trataba para conseguir la salvación de los di-
de gente de elevada posición económi- funtos. Los testamentos de los siglos
ca- acompañaban en su último viaje XIV y XV nos muestran bien a las cla-
al finado, que iba depositado sobre un ras la preocupación de los testadores
lecho funerario. Paralelamente se de- por hacerse propicios al Señor median-
sarrollaba lo que algunos investigado- te la organización de misas, aniversa-
res han presentado como un auténtico rios, capellanías, etc., o a través de
teatro de la muerte, del que formaban mandas piadosas.
parte las campanas, las plegarias, las La misa era, sin duda, el viático
antorchas e incluso los colores del esencial, el soporte más consistente
duelo. para conectar al mundo de los vivos
Las campanas doblaban para ahu- con el de los muertos. De ahí la obse-
yentar a los demonios durante la pro- sión por acudir a ella. Pero, como ha-
cesión. Gritos y lamentos de deudos y bía sucedido en la vida, también en la
amigos, cantos y plegarias de los ecle- muerte eran los poderosos los que es-
siásticos eran asimismo parte inte- taban mejor colocados, pues eran ellos
grante del recorrido funerario. Las an- quienes podían ofrecer listas más lar-
torchas que portaban las plañideras gas de misas y los que podían ejercer
-cuando estaban presentes- realza- con mayor magnanimidad la caridad
ban la teatralidad de la escena. Por lo con los pobres, al fin y al cabo interce-
que se refiere a los colores utilizados sores simbólicos.
30 I LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA
Se ha dicho que la nueva imagen de clOn.Pero nada estaba asegurado, por
la muerte de fines del Medievo va liga- muchas misas que se hubieran esta-
da inseparablemente a la emergencia blecido en el testamento. ¿Acaso no
progresiva del individuo. Habiéndose existía el peligro para todo mortal de
roto en muchos casos los lazos que li- ser condenado eternamente a las pe-
gaban al individuo con sus antepasa- nas del infierno?
dos, la gran novedad de la Europa de Allí, bajo un cielo sin estrellas, reso-
los siglos XIV y XV fue la aparición de naban suspiros, quejas y profundos ge-
la muerte personal. El individuo, por midos, de suerte que, apenas hube
lo tanto, se encontraba básicamente dado un paso, me puse a llorar. Diver-
aislado. ¿Cómo no buscar asirse a cual- sas lenguas, horribles blasfemias, pa-
quier tabla de salvación que se le ofre- labras de color, acentos de ira, voces
ciera? En ese contexto tiene explica- altas y roncas, acompañadas de pal-
ción el desarrollo espectacular de la madas, producían un tumulto que va
devoción a la Virgen de la Consolación, rodando siempre por aquel espacio
a la que acudían los fieles en busca de eternamente oscuro, como la arena im-
una protección. Idénticas característi- pelida por un torbellino ...
cas ofrecen devociones como la de la Es la visión del infierno que nos ha
comunión de los santos o la de las áni- transmitido Dante Alighieri cuando -
mas del purgatorio, difundidas asimis- según la ficción- descendió a él acom-
mo a finales de la Edad Media. pañado por el poeta clásico Virgilio.
¿Qué le esperaba al cristiano des- Había, no obstante, un lugar inter-
pués de muerto? La vida terrenal ha- medio. Nos referimos, claro es, al pur-
bía sido un simple tránsito hacia la gatorio. Aunque su nacimiento se sitúe
eternidad. Todos somos romeros, había en los siglos centrales de la Edad Me-
dicho el poeta Gonzalo de Berceo, pero dia, su difusión entre el pueblo cristia-
lo importante era terminar felizmente no tuvo lugar sólo a partir del siglo
la peregrinación. XIV. Por más que la idea misma del
Quanto aqui vivimos en ageno mora- purgatorio fuera muy poco precisa, no
mos' cabe duda de que el culto a sus ánimas
ld ficanqa durable suso la espe- prosperó en el ambiente mental gene-
ramos, rado por las catástrofes de la decimo-
la nuestra romeria entonz la aca- cuarta centuria. El purgatorio signifi-
bamos ca abrir una nueva vía para el acceso
quando a Paraíso las almas envia- al cielo, precisamente en unos tiempos
mos ... en que las tragedias se acumulaban en
El destino ansiado por todos era el la tierra. Así pues, los terrores de este
cielo. Toda la vida en este mundo ha- mundo quedaban amortiguados por las
bía sido una preparación para la salva- esperanzas del más allá.

rus, Madrid, 1983. Le Goff, J., El nacimiento


Bibliografía del purgatorio, Taurus, Madrid, 1985. Le-
guay, J. P., La rue au Moyen Age, Ouest
Antonetti, P., La vie quotidienne a Florence France, Rennes,1984. Mitre, E., La muerte
au temps de Dante, Hachette, París, 1979. vencida. Imágenes e historia en el Occidente
Aries, P., H., El hombre ante la muerte, Tau- medieval (1200-1348), Encuentro Ediciones,
rus, Madrid, 1983. Aries, P. H., Y Duby, G. Madrid,1988. Moulin, L., La vie quotidienne
(directores), Historia de la vida privada, 2, des religieux au Moyen Age (X-XV siecle),
De la Europa feudal al renacimiento, Tau- Hachette, París, 1978.Nelli R., La vie
rus, Madrid, 1988. Collantes, A., Sevilla en dienne des cathares du Langedoc au
la Baja Edad Media. La ciudad y los hom- cte, Hachette, París, 1977. Riera, A., Siste-
bres. Ayuntamiento, Sevilla, 1977. Chiffo- mes alimentaris i estructura social a la
J., La comptabilité de l'au-delá. Les Catalunya de l'Alta Edat
la morte et la religion dans la re- de Estudios Medievales, Anex
d'Avignon a la fin du Moyen Age, Ecole 1988. Riu, M., La vida, las
'se, Roma, 1980. D'Haucourt, G., La amor en la Edad Media,
Age, Presses Universitaires de Barcelona, 1959. Torres J., Estampas
1961. Le Goff, J., Tiempo, tra- vales, Academia Alfonso X
Occidente Medieval, Tau- 1988.

LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA I 31

Potrebbero piacerti anche