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Es decir, la autorregulación nace por el deseo de corregir fallas que surgen por las
conductas de cualquiera de los anunciantes, agencias o medios, al violentar el marco
jurídico que les regula su quehacer. Asimismo, la autorregulación tiene su origen en la
intención de corregir ex ante dichas fallas a efecto de evitar verse inmerso en un
procedimiento administrativo sancionador (como puede ser el caso de Profeco o
Cofepris), privilegiando un procedimiento interno que culmine con una sanción
(económica o moral). Por último, la autorregulación tiene como meta cumplir con ciertos
paradigmas éticos o morales que el grupo que la asume estima valiosos: generalmente
cumplir con los derechos y satisfacer los intereses de los consumidores destinatarios de
su publicidad.
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Licenciado en Derecho, ITAM. Estudios del Doctorado en Derecho Patrimonial, Universidad Pompeu
Fabra. Ha sido profesor de Derecho de los Consumidores y Responsabilidad por Producto en la Maestría de
Derecho Administrativo y de la Regulación en el ITAM desde 2005. Fue Director de Publicidad de la
Profeco. Contacto: fernando@garciasais.com.mx
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Por ello, a la hora de valorar la pretendida eficacia para-normativa de la autorregulación
es viable hacerlo a partir de cualquiera de esos tres referentes (el sustantivo, el procesal y
el institucional).
En el quinto párrafo de la Introducción del PABI se dice que dicho código “complementa
la legislación vigente” (es decir, que cubre alguna laguna del derecho vigente) y por otro
lado que “establece mecanismos concretos y prácticos para garantizar el control y la
aplicación de las normas éticas que plantea (o sea, que contiene un procedimiento interno
de control).
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Código ninguna situación que no hubiere estado prevista o hubiera podido ser inferida de
alguna norma jurídica vigente.
Por ejemplo, el artículo 1 del PABI establece que la publicidad deberá ser orientadora y
educativa y promover los valores sociales positivos. Este mismo principio lo encontramos
en la Ley Federal de Radio y Televisión (“LFRT”) en su artículo 5, primordialmente en
sus dos primeras fracciones, que dicen:
“Artículo 5o.- La radio y la televisión, tienen la función social de contribuir al fortalecimiento de
la integración nacional y el mejoramiento de las formas de convivencia humana. Al efecto, a
través de sus transmisiones, procurarán:
I.- Afirmar el respeto a los principios de la moral social, la dignidad humana y los vínculos
familiares;
[…]”
Los programas infantiles que se transmiten en vivo, las series radiofónicas, las telenovelas o
teleteatros grabados, las películas o series para niños filmadas, los programas de caricaturas,
producidos, grabados o filmados en el país o en el extranjero deberán sujetarse a lo dispuesto en
las fracciones anteriores.
Por su parte, el artículo 67 de la LFRT establece ciertos principios, entre los que se
encuentra (i) “la no difusión de publicidad engañosa” (fracción III)2, previsto de igual
manera en el artículo 32 de la Ley Federal de Protección al Consumidor; (ii) la difusión
de publicidad libre de violencia (fracción IV)3 y (iii) la publicidad que no distorsione los
hábitos de la buena nutrición (fracción IV)4. La dicción del artículo 67 es la siguiente:
Artículo 67.- La propaganda comercial que se transmita por la radio y la televisión se ajustará a
las siguientes bases:
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Cfr. artículos 5, 6, 7, 11, 12, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28 del PABI.
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Esto lo encontramos en el artículo 4 del PABI.
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Cfr. artículos 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20 del PABI.
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III.- No transmitirá propaganda o anuncios de productos industriales, comerciales o de actividades
que engañen al público o le causen algún perjuicio por la exageración o falsedad en la indicación
de sus usos, aplicaciones o propiedades.
IV.- No deberá hacer, en la programación referida por el Artículo 59 Bis, publicidad que incite a la
violencia, así como aquélla relativa a productos alimenticios que distorsionen los hábitos de la
buena nutrición.
Los tres principios antes enunciados, previstos por la LFRT, son incorporados en el
Código PABI, según la correlación que en notas al pié agregué.
De la misma manera, el artículo 72 de la LFRT dispone que se deberá advertir ante
cualquier publicidad impropia para la niñez y para la juventud.
Artículo 72.- Para los efectos de la fracción II del artículo 5o. de la presente ley,
independientemente de las demás disposiciones relativas, la transmisión de programas y
publicidad impropios para la niñez y la juventud, en su caso, deberán anunciarse como tales al
público en el momento de iniciar la transmisión respectiva.
No se olvide que junto con la LFRT existen otros ordenamientos federales que regulan
transversalmente a la publicidad comercial, tanto en el tema del engaño, de la violencia y
de la nutrición. Tenemos, así, a la Ley General de Salud y a su Reglamento en Materia de
Publicidad; a la Ley Federal de Protección al Consumidor, y una serie de Normas
Oficiales Mexicanas.
Después de repasar los 30 artículos del PABI, se llega a la conclusión de que el Código se
centra en los siguientes tres ejes:
1. Engaño
2. Violencia
3. Nutrición
Para ello, el PABI parte de la base del principio de “educación en la casa” contenido en
su artículo 2, que dice:
“La comunicación publicitaria debe contribuir a estrechar la relación familiar o escolar de una
manera constructiva, reconociendo, en todo momento, que la responsabilidad primaria de la
educación para la salud recae en los padres o tutores, quienes deben guiar a sus hijos”.
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consiste en abusar de su confianza a través de la utilización de referentes a los que el niño
admira.
Así, hay que prestar especial atención al segundo párrafo del artículo 6 del PABI que
lejos de prohibir la publicidad que contenga utilización de personajes (reales o ficticios) a
los que los niños generalmente admiran o confían, la permite.
¿Cómo, los padres de familia, van a educar con este tipo de embestidas publicitarias?5
Para los efectos de la presente ley, se entiende por radio y televisión al servicio de radiodifusión.”
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Cfr. artículo 13.1 del Código de Autorregulación de la Publicidad de Alimentos Dirigida a Menores,
Prevención de la Obesidad y Salud, conocido como “PAOS”, dado a conocer en España el 29 de marzo de
2005.
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“Artículo 4o.- La radio y la televisión constituyen una actividad de interés público, por lo tanto el
Estado deberá protegerla y vigilarla para el debido cumplimiento de su función social.”
A pesar de que el Código PABI provea de un mecanismo procesal para solventar las
infracciones cometidas por sus agremiados, es el Estado a través de sus instituciones
quien debe mantener la rectoría regulatoria y sancionadora en materia de publicidad
transmitida por radio y televisión.
En relación con el Reglamento de Aplicación del Código PABI (es decir, el referente
procesal) es preciso señalar algunas deficiencias:
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anunciantes gozan de cierto margen de acción fuera de estos ámbitos
espaciales de control.
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conveniente precisar el alcance de la suspensión definitiva, y que se
precisara que la corrección a la publicidad debe ser sustancial, previo a su
difusión, pues muchas veces los anunciantes se escudan en que variaron
circunstancias accidentales en el comercial y que por lo mismo
“jurídicamente” la cosa juzgada versó sobre otro comercial, cuando
sustancialmente son lo mismo.
Conclusiones
• Los anunciantes deben cooperar con la tarea que tienen los padres de educar a sus
hijos, no introduciendo elementos que distorsionen dicha formación.
• Y, por último, las autoridades, deben estar listas para actuar con urgencia y
celeridad para evitar daños a la población consumidora, de lo contrario se
convierten en cómplices.