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James X.

Dempsey
John Ramírez Campos

LA RESPUESTA
DEMOCRÁTICA
AL TERRORISMO
La respuesta democrática al terrorismo
James X. Dempsey
John Ramírez Campos

© KJames X. Dempsey
© John Ramírez Campos
Impreso en Guatemala

SEDEM
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Guatemala, abril de 2002


CONTENIDO

Presentación
1

La respuesta democrática
al terrorismo: garantizando la
seguridad sin sacrificar la libertad
James X. Dempsey
5

Inteligencia política versus


inteligencia criminal / 8

La ineficacia de la inteligencia política / 15

Una efectiva estrategia antiterrorista


basada en los derechos humanos / 18

Afirmaciones de un terrorismo
nuevo, más peligroso / 22

Una estrategia de antiterrorismo


para la era de post-Guerra Fría / 28

Guatemala: el escenario antiterrorista


John Ramírez Campos
33
PRESENTACIÓN

El conflicto armado interno ha costado a


Guatemala tener que sortear con sus pro-
pias incongruencias y desencantos. La paz,
producto de una negociación política, fue
esperada porque vendría acompañada de
libertad, trabajo y seguridad. Sin embargo,
este proceso por construir un nuevo país
se hace lento y lleno de frustraciones. La
democracia, el sistema que podría dejar
atrás el lastre de violencia y dolor, aún es
incipiente. La impunidad, la exclusión de
las grandes mayorías y la desconfianza
entre unos y otros, son la causa y efecto
que caracterizan este momento político.
A esto se añade, una nueva amenaza: el
terrorismo internacional.
2 La respuesta democrática al terrorismo...

Los hechos del 11 de septiembre del


2001 en Estados Unidos, marcan el inicio
de una nueva forma de seguridad interna-
cional. La ampliación de facultades o la
creación de nuevos órganos de seguridad,
en función del antiterrorismo, son los pri-
meros pasos visibles en todos los países
en torno de esta nueva guerra.
Para los Estados democráticos y sus
sociedades, enfrentar la diversidad de ame-
nazas a su seguridad, ha servido además,
para consolidar sus Estados de Derecho y
la vigencia de los derechos y libertades
ciudadanas. Los controles institucionales
y sociales hacia las autoridades y a los
aparatos de seguridad e inteligencia, son
en la mayoría de los casos, frutos de este
debate. En las democracias, la seguridad
es en sí un derecho y una obligación del
Estado, por lo que encontrar el punto
medio y hacer compatibles ambas aspira-
ciones, es una constante y un camino al
bienestar.
SEDEM , en el marco de su proyecto
“El Control Democrático de los Servicios
de Inteligencia en Guatemala”, presenta
este pequeño aporte a la discusión y al
debate, en medio de esta nueva coyuntura
internacional y nacional.
El artículo de James Dempsey, sobre
la lucha contra el terrorismo en un contexto
democrático, es una muestra de que la
La respuesta democrática al terrorismo... 3

seguridad y la vida de los Estados y sus


ciudadanos, no pueden protegerse o res-
guardarse, violando los fundamentos del
sistema mismo. Este artículo, elaborado
años atrás, hoy cobra una relevancia ex-
traordinaria, en momentos en que algunas
voces en el mundo, invocan la “securiti-
zación” de las relaciones sociales y entre
los Estados.
En este mismo volumen, John Ramírez
hace un análisis preliminar y expresa al-
gunas preocupaciones y dudas en torno a
cómo pueda afectar esta ola antiterrorista
a nuestro país. En especial, cómo ésta
puede ser aprovechada por diversas fuer-
zas para volver a esquemas contrainsur-
gentes y de control social.
Presentamos estos aportes, como parte
del Foro “Guatemala: la respuesta demo-
crática al terrorismo”, mediante el cual,
esperamos que la discusión sobre la pro-
fundización de nuestra democracia y el
control de sus organismos de seguridad e
inteligencia, se vean en esta coyuntura
aún más fortalecidos.

SEDEM

noviembre de 2001
La respuesta democrática al terrorismo... 5

LA RESPUESTA
DEMOCRÁTICA AL TERRORISMO:
GARANTIZANDO LA SEGURIDAD
SIN SACRIFICAR LA LIBERTAD
James X. Dempsey *

El terrorismo —la violencia motivada


ideológica o políticamente— presenta un
desafío especial para las sociedades demo-
cráticas: cómo investigar, impedir y san-
cionar este fenómeno sin violar las li-
bertades políticas y otros derechos hu-
manos. La violencia terrorista no tiene
excusa, y en lo posible debe ser impedida
y debe ser castigada cuando ocurre. Las

(*) Estadounidense. Ex asistente y consejero


del Sub Comité sobre Derechos Civiles y Cons-
titucionales de la Cámara Judicial. Es el principal
abogado consejero del Centro para la Demo-
cracia y la Tecnología y Director del Proyecto
Oversight.
6 James X. Dempsey

instituciones gubernamentales deberían


tener las atribuciones legales y los recursos
suficientes para cumplir esta tarea. Sin
embargo, las propias medidas antiterroris-
tas pueden amenazar la democracia.
El terrorismo es un grave problema
en muchos países del mundo. En Estados
Unidos, la respuesta gubernamental a la
amenaza de la violencia política ha sido
variada: en diferentes momentos de su
historia, los servicios de seguridad han
violado la libertad de expresión y otros
principios constitucionales. La propia
Corte Suprema de Estados Unidos lo ha
reconocido:
“La historia documenta abundantemen-
te la tendencia del Gobierno —sin importar
lo benévolo y piadoso de sus motivos— a
ver con desconfianza a aquellos que discrepan
más vehementemente de sus políticas.”

El FBI , la principal agencia de aplica-


ción de la ley en Estados Unidos, desempe-
ña el papel central para combatir el terro-
rismo interno, aportando a esta tarea re-
cursos impresionantes, poderes legales
significativos y una jurisdicción que se
extiende hacia el exterior. En años recien-
tes, el FBI ha penetrado en una amplia
gama de grupos criminales organizados,
lo que ha servido para su procesamiento;
ha perseguido la corrupción pública en
La respuesta democrática al terrorismo... 7

los niveles local, estatal y federal, a la vez


que ha perseguido la corrupción que ha
afectado a otras fuerzas policiales; ha in-
vestigado exitosamente los actos terro-
ristas internos y en el extranjero, de confor-
midad con normas legales estrictas y con
supervisión judicial y del Congreso.
No obstante, el propio FBI ha violado
derechos constitucionales como la libertad
de expresión y asociación. En nombre de
la seguridad nacional, ha emprendido el
desmantelamiento y “neutralización” de
protestas pacíficas; ha dedicado recursos
al monitoreo de la actividad política en
vez de centrarse en la investigación de la
conducta criminal; ha creído en teorías
radicales de culpabilidad por asociación,
en vez de emprender un mayor esfuerzo,
pero más productivo, en identificar a
aquellas personas vinculadas con activida-
des violentas. En respuesta a las explosio-
nes del World Trade Center en 1993 y del
Edificio Federal de oficinas en la ciudad
de Oklahoma en 1995, el Congreso decretó
en 1996 la Ley de Antiterrorismo, que
amenazaba con volver a abrir la puerta a
investigaciones del FBI con enfoque políti-
co. Abogados y activistas dedicados a la
defensa de los derechos humanos, invo-
cando el poder del sistema jurídico federal
independiente, para limitar a funcionarios
del Poder Ejecutivo y para prohibirles la
8 James X. Dempsey

negación de los derechos básicos, han


disminuido el peor potencial de tal ley.
Sin embargo, sigue a la fecha el peligro
del abuso oficial en contra de los disidentes
políticos y las minorías desfavorecidas.
Sin embargo, la experiencia en Estados
Unidos para desarrollar un sistema de
controles legales y responsabilidad demo-
crática para los servicios de seguridad,
señala el camino a una estrategia antiterro-
rista que respete los derechos humanos,
al centrarse en la violencia, no en la ideo-
logía. Aunque en Estados Unidos luchamos
por perfeccionar nuestra democracia,
algunas de nuestras experiencias podrían
ser útiles para otros países que enfrentan
la violencia organizada, ya sea de natura-
leza política o puramente criminal.

I NTELIGENCIA POLÍTICA
VERSUS INTELIGENCIA CRIMINAL

Las discusiones sobre el terrorismo fre-


cuentemente hacen énfasis en la importan-
cia de la “inteligencia”. Una buena inteli-
gencia puede ser crucial para impedir
actos terroristas y para identificar, arrestar
y condenar de inmediato a los responsables
de dichos actos cuando éstos ocurren.
Pero hay dos enfoques fundamentalmente
diferentes respecto a la inteligencia.
La respuesta democrática al terrorismo... 9

Un enfoque, el cual siguen no sólo los


gobiernos represivos sino que también
encuentra cierto apoyo en sociedades
democráticas, es designar ciertas ideolo-
gías o grupos, como peligrosos o subversi-
vos, tratar de identificar a sus miembros,
a sus seguidores y a sus asociados y con-
trolar sus actividades. Este modelo de
“inteligencia política” supone que todos
aquellos que comparten una ideología o
posición política particular, deben ser con-
trolados ante la posibilidad de que caigan
en una actividad criminal para lograr sus
objetivos políticos. Lo anterior distorsiona
la diferenciación, entre “apoyo” a una
causa y la participación en actos de violen-
cia. Así, bajo este enfoque, cuando una
investigación se inicia con una denuncia
de conducta violenta, a menudo se expande
para incluir a muchos que comparten la
misma ideología, sin ninguna evidencia
que los vincule con el crimen.
Los funcionarios gubernamentales que
siguen este modelo argumentan que nece-
sitan recolectar en forma encubierta
grandes cantidades de información políti-
ca, cuya relevancia inmediata, podría no
estar clara —la mayoría de la cual nunca
verá la luz—, para armar un mosaico de
escenarios, que puedan ayudar a quienes
toman decisiones políticas y anticipar los
actos de potenciales adversarios. En el
10 James X. Dempsey

peor de los casos, este enfoque conduce a


investigaciones dirigidas principalmente
a dividir, desacreditar y neutralizar a sus
“objetivos”, en vez de desarrollar las evi-
dencias de una conducta criminal que
pueda presentarse en una corte compe-
tente.
Este enfoque es incompatible con los
derechos humanos. Los gobiernos pueden
intimidar a sus oponentes y restringir la
libertad de expresión, no sólo a través de
arrestos masivos o prácticas de tortura.
Las tácticas pueden ser más sutiles. El
control político extenso y los interrogato-
rios de personas con respecto a sus acti-
vidades políticas tiene un efecto escalo-
friante. Para los grupos que ya tienen
diferencias con el gobierno, o para grupos
de las minorías étnicas o religiosos, tal
atención inhibe y reduce el nivel de las
actividades políticas en las que sus miem-
bros se sienten libres de participar. Hace
algunos años, el profesor y académico
constitucional de la Escuela de Derecho
de Yale, Thomas Emerson describió el
impacto de la investigación gubernamental
sobre lo que llamó “la dinámica del sistema
de libertad de expresión”:
“Sospechas que infiltrados del gobierno
están informando sobre las discusiones en
reuniones, coartan la espontaneidad o destru-
yen la armonía en un encuentro político.
La respuesta democrática al terrorismo... 11

Así, muchas personas dudarán asistir a una


reunión donde la policía se encuentra ano-
tando números de placas, o participar en
una manifestación donde están siendo foto-
grafiados.”

Este efecto alarmante socava la inte-


gración política y social necesarias para
el mantenimiento de la seguridad en una
sociedad democrática y por lo tanto, es
contraproducente. Más adelante se discu-
tirá sobre esto.
Existe otro modelo de inteligencia
que se encuentra sustentado en el Derecho
penal. En éste, la “inteligencia” significa
la recolección y análisis de información
sobre una empresa criminal, que va más
allá de lo necesario para resolver un crimen
en particular. Esta concepción de inteligen-
cia, busca ayudar a las instituciones encar-
gadas del cumplimiento de la ley a tener
un cuadro más completo de la empresa
criminal. Permite al gobierno identificar
a los cómplices silenciosos, aquellos que
dan dinero para que se cometan ataques
violentos o quienes dan las órdenes. La
inteligencia le permite a los investigadores
vincular dentro de un patrón, a crímenes
que en apariencia se juzgan desvinculados.
En el mejor de los casos, la inteligencia
criminal permite al gobierno anticiparse
12 James X. Dempsey

y evitar el siguiente crimen del grupo y


por lo tanto, permite salvar vidas.
El FBI realiza operaciones de “inteli-
gencia” conforme al segundo modelo en
forma rutinaria, hacia las familias del cri-
men organizado y los carteles de la droga.
Lo hace sujeto a las reglas ordinarias de
los procedimientos penales. La meta de
tales investigaciones es arrestar a los diri-
gentes y llevarlos a juicio por crímenes
específicos. Una de las restricciones más
importantes a la inteligencia criminal es
el juicio público —todo lo que se haga en
nombre de la inteligencia criminal debe
al final ser objeto de escrutinio—, en un
tribunal.
El modelo de inteligencia criminal
reconoce la distinción entre la conducta
criminal y la actividad política. Este
enfoque acepta las críticas fuertes al gobier-
no como saludables para una sociedad
democrática y protegida constitucional-
mente. El modelo de inteligencia criminal
supone que el gobierno sospeche de la
participación personal en una conducta
criminal, ya sea en el pasado, que esté
ocurriendo o se esté planificando, antes
de investigar a un grupo o a un individuo;
si no existe evidencia de una conducta
criminal, no debe de controlarse a las
personas y los grupos, sin importar sus
creencias o las acciones de aquellos con
La respuesta democrática al terrorismo... 13

quienes se asocia. La meta de este modelo


no es pintar el cuadro más amplio posible
de una empresa criminal, sino reducir el
alcance del interrogatorio. Más que ver la
acción política y la violencia como parte
de un continuo, el enfoque trata de hacer
una distinción entre las dos.
El Profesor Emerson describe la
elección como sigue:
“El problema no es el poder del gobierno
para investigar un crimen que se ha cometido
o está por cometerse,... puesto que, en tales
casos, cualquier impacto en los derechos del
individuo a la libertad de expresión, nunca
se ha considerado de dimensiones constitucio-
nales. ... Más bien, el tema surge donde la
recolección de datos no está relacionada, o
sólo está relacionada remotamente, con el
cumplimiento de la ley y está diseñada prin-
cipalmente para informarle al gobierno sobre
las creencias políticas, actitudes o actividades
de individuos u organizaciones en la comuni-
dad. Debe saberse que a menudo, la distinción
mencionada es difícil de determinar, sin em-
bargo, es fundamental para el tema consti-
tucional.”

La adhesión a una norma penal no


significa que el gobierno deba permanecer
indiferente ante declaraciones que inciten
a acciones violentas, ni supone que la
policía espere hasta que explote una bomba
14 James X. Dempsey

antes de que puedan actuar. Lo que el


principio de libertad de expresión deman-
da es que una investigación debe limitarse
estrechamente a determinar si en efecto
se está planificando una actividad violenta.
Una persona no debe ser arrestada simple-
mente por decir que debieran volarse los
edificios federales, pero las instituciones
que velan por el cumplimiento de la ley
pueden investigar constitucionalmente,
para determinar si la persona que hace
tales declaraciones planea ejecutarlas, ya
que la conspiración para volar edificios
federales es un crimen. Además, el gobier-
no no debiera extender su atención a un
individuo que comparte la misma ideolo-
gía, a menos que el gobierno tenga razones
para sospechar —aparte de la ideología—
que comparte la planificación de la acti-
vidad criminal. Y si no se concreta pronto
la evidencia de que un grupo sospechoso
realmente se encuentra involucrado o está
planificando una actividad violenta, el
gobierno debe retirar su atención, hasta
que y a menos que, nueva evidencia sumi-
nistre las razones para sospechar que el
grupo o el individuo se encuentra plani-
ficando actos de violencia. Los actos terro-
ristas son criminales, sin importar su ideo-
logía y se atacan mejor por medio de
estrategias que estén igualmente divor-
ciadas de lo ideológico.
La respuesta democrática al terrorismo... 15

L A INEFICACIA DE
LA INTELIGENCIA POLÍTICA

Para quienes proponen el modelo de in-


teligencia política, el enfoque en la conduc-
ta criminal es demasiado estrecho. Para
mantener seguridad, algunos funcionarios
de gobierno y expertos en terrorismo argu-
mentan que se debe controlar a los oponen-
tes ideológicos del gobierno, aun si ello
significa la restricción de las libertades
de expresión y de asociación.
Por el contrario, existen por lo menos
cinco razones por las que una política
antiterrorista (o anticriminal) basada en
la inteligencia política, es ineficaz.
Primero, sabemos por experiencia que
existe sólo una conexión suelta, en el caso
más extremo, entre la ideología y la violen-
cia. A través de la historia y de las socie-
dades, relativamente pocas personas, sin
importar cuán insatisfechas estén con las
condiciones sociales, quieren participar
en actos de violencia para lograr sus fines,
especialmente cuando existe alguna espe-
ranza de que ocurran cambios por medio
del sistema político. La simple ideología
por sí misma es una forma muy pobre de
identificar a potenciales criminales. La
segunda consideración se relaciona con
la primera: rara vez es práctico controlar
a todos los grupos de oposición o a las
16 James X. Dempsey

ideologías. En casi todos los países, la


diversidad inherente a la humanidad, com-
puesta de antiguas migraciones y la globa-
lización del presente, produce una varie-
dad de perspectivas religiosas, étnicas e
ideológicas que pueden ser contrarias en
uno o varios temas con los que dominan
dentro del gobierno. En cualquier nación
que abarque una mezcla de culturas y
religiones, las autoridades antiterrorismo
no pueden controlar a todos los que perte-
necen a religiones o ideologías minoritarias
con la profundidad que sería necesaria
para descubrir actividades ilegales clan-
destinas, si las hubiere.
En tercer lugar, el enfoque ideológico
estimula la creación de estereotipos que
no sólo estigmatizan a inocentes sino que,
pueden distraer a los servicios de seguri-
dad, haciéndolos ignorar amenazas genui-
nas que no encajen dentro de un patrón
ideológico o étnico. El enfoque ideológico
es estático, mientras que la “cara del terro-
rismo” puede cambiar rápidamente. En
Estados Unidos, donde las autoridades
se han enfocado en los fundamentalistas
musulmanes, las explosiones en la ciudad
de Oklahoma fueron realizadas por un
cristiano, nativo de Estados Unidos con
poca ideología y ninguna afiliación religio-
sa o política aparente.
La respuesta democrática al terrorismo... 17

En cuarto lugar, las investigaciones


enfocadas políticamente pueden en la rea-
lidad, contribuir a la violencia. La libertad
política es una válvula de seguridad para
la sociedad, permitiendo una forma de
crítica apasionada y no violenta para expre-
sar su insatisfacción y desacuerdo con el
status quo . La disensión es el mecanismo
para iniciar un cambio social. Cerrar esta
válvula de seguridad estimula a quienes
no desean que funcione el proceso de
cambio pacífico. Finalmente, si todo un
grupo es caracterizado como enemigo de
la sociedad, la cohesión del grupo podría
endurecerse contra la misma sociedad,
reduciendo considerablemente la proba-
bilidad de que las instituciones que velan
por el cumplimiento de la ley encuentren
testigos que cooperen y fuerzas de modera-
ción dentro del grupo. Si el gobierno trata
a todo un grupo étnico o religioso como
sospechoso, los miembros de esa nacio-
nalidad o grupo, a cambio, tratarán al
gobierno como sospechoso, haciendo que
incluso una investigación legítima, sea
mucho más difícil.
En contraste, los valores que son cen-
trales para el sistema de derechos humanos
y la gobernabilidad democrática dificultan
que se alimente el odio ideológico, étnico
o religioso que impulsa a gran parte del
terrorismo. Estos valores democráticos
18 James X. Dempsey

valoran la diversidad, así como la toleran-


cia religiosa y étnica. También incluyen
límites constitucionales a los poderes del
gobierno, controles y balances, acceso a
la información gubernamental, responsabi-
lidad de parte de los funcionarios públicos
y el debido proceso judicial abierto al
escrutinio del público, todo lo cual hace
aumentar la confianza en el gobierno. Tal
vez más importantes aún sean los derechos
a la libre expresión y de asociación, inclu-
yendo un derecho casi ilimitado de criticar
al gobierno y a sus funcionarios, así como
una presunción casi insuperable contra la
censura previa, asegurando a los desafectos
que sus preocupaciones pueden ser escu-
chadas sin recurrir a la violencia.

U NA EFECTIVA ESTRATEGIA
ANTITERRORISTA BASADA EN
LOS DERECHOS HUMANOS

Los argumentos presentados en apoyo


del control político se relacionan con el
supuesto generalizado de que existe un
conflicto entre la libertad y la seguridad.
Así pues, en debates sobre cómo responder
al terrorismo, a menudo se argumenta
que las libertades civiles tienen que ser
sacrificadas para asegurar la seguridad
del sistema democrático. La premisa de
La respuesta democrática al terrorismo... 19

este argumento —tan aceptado sin cuestio-


namientos, que a menudo no se mencio-
na— es que las medidas antiterroristas
que infringen las libertades civiles funcio-
nan. Ya he explicado porqué, al contrario
de esta suposición, la recolección de inte-
ligencia política no es efectiva. Es igual-
mente falso asumir un conflicto entre los
derechos humanos y un efectivo combate
al terrorismo.
En un nivel, la eficacia es irrelevante
en un debate constitucional. Aun, si un
Estado policíaco fuere efectivo, violaría
los valores fundamentales ahora recono-
cidos como universales en el Derecho inter-
nacional. Pero también resulta que los
derechos democráticos en realidad, pro-
mueven la eficiencia gubernamental para
defender el bien común.
De esa manera, por ejemplo, debiéra-
mos garantizar el derecho de confrontar
a nuestros críticos no sólo como una mani-
festación de dignidad humana, sino tam-
bién porque sabemos que el interrogatorio
y las repreguntas en un proceso judicial
entre adversarios es el mejor medio que
se haya desarrollado para descubrir la
verdad. Los procedimientos de evidencia
secreta pueden permitir que un informante
dé un testimonio que tendría temor de
presentar en público, pero no debemos
aceptar la evidencia secreta como la última
20 James X. Dempsey

palabra, porque sabemos que hay infor-


mantes que mienten, por razones tan diver-
sas como la experiencia humana. Confiar
en evidencias no comprobadas, no sólo
provoca que se violen los derechos huma-
nos al poder condenar a una persona ino-
cente, sino también significa que la bús-
queda del verdadero culpable puede
cancelarse en forma prematura. Debiéra-
mos someter las decisiones del Ejecutivo
a una revisión judicial, no sólo porque el
sistema judicial le proporciona una voz a
los individuos, sino también, porque cono-
cemos que el proceso de litigio puede
producir un registro más completo de
hechos, exponiendo las suposiciones
erróneas y porque una revisión deliberada
de parte de jueces con un cargo vitalicio,
puede proteger contra decisiones preci-
pitadas que resulten de las presiones a
que se ven sometidos los funcionarios
electos. Debiéramos rechazar la culpabili-
dad por asociación, no sólo para proteger
la libertad política, sino también porque
un sistema que responsabiliza a los
individuos de sus propias acciones, está
más preparado para desincentivar el cri-
men. Se debe proteger la libertad de expre-
sión, no sólo porque proporciona un es-
pacio para la propia expresión personal,
sino también porque promueve la estabi-
La respuesta democrática al terrorismo... 21

lidad, que deviene de la disponibilidad


de canales para el cambio pacífico.
Las violaciones de las libertades civiles
“funcionan” sólo en un sentido muy estre-
cho: los cateos al azar o de casa en casa,
harán descubrir algún contrabando; la
tortura de los detenidos inducirá a algunos
a proporcionar evidencias verdaderas de
hechos delictivos, incluyendo evidencias
que pueden permitir la prevención de
ataques violentos. Pero estos “éxitos” de-
ben sopesarse respecto a la pérdida de
recursos gastados en cateos infructuosos
y el control generalizado de grupos o
movimientos, los errores ocasionados por
confiar en confesiones falsas o a través de
coacción y la tremenda pérdida de confian-
za en el gobierno y la consecuente pérdida
de cooperación voluntaria generada por
investigaciones desenfocadas y el acoso a
las comunidades. Detener a alguien con
base en evidencia errónea secreta o con
base en culpabilidad por asociación, no
es sólo injusto para el individuo inocente
y una violación de los derechos humanos,
sino también provoca en el gobierno un
falso sentido de que ha desarticulado al
terrorismo, lo cual puede desviar la aten-
ción de cualquier amenaza terrorista real.
Haciendo un balance, aun cuando se mi-
diera sólo en términos de la efectividad
22 James X. Dempsey

antiterrorista, hay muy poca evidencia


de que la restricción de las libertades
civiles pueda hacer más un bien que un
mal.
Para promover seguridad, necesita-
mos incorporar a los opositores a la so-
ciedad, no excluirlos. Esto en sí es una
razón poderosa para adoptar un modelo
de inteligencia que no defina las amenazas
en términos de la política y desarrollar
estrategias de antiterrorismo que no se
conviertan en control hacia comunidades
o grupos sospechosos.

A FIRMACIONES DE UN TERRORISMO
NUEVO , MÁS PELIGROSO

En cada época y en toda nación, pueden


citarse peligros, reales o percibidos, que
hacen que la reforma de las operaciones
de inteligencia parezcan imprudentes
—amenazas de una naturaleza tan urgente
y única que parece necesario preservar y
expandir los poderes gubernamentales,
por lo menos el tiempo suficiente para
eliminar la nueva amenaza—. En Estados
Unidos, quienes proponen la expansión
del poder gubernamental para luchar con-
tra el terrorismo sostienen que la amenaza
terrorista es ahora cualitativamente dife-
rente de lo que fue en el pasado, por dos
La respuesta democrática al terrorismo... 23

razones. Primero, se argumenta que el


terrorismo ha sido tomado por grupos y
cultos religiosos a quienes les preocupa
menos evitar una destrucción en masa
que a los terroristas políticos tradicionales.
Los terroristas políticos, continúa el argu-
mento, operan dentro de las limitaciones
establecidas por el objetivo de lograr apoyo
político para su causa. Los terroristas reli-
giosos o de culto, en contraste, no buscan
apoyo político, sino más bien pueden tener
fantasías del tipo Armagedón, y por lo
tanto, no conocen límites. Segundo, se
afirma que los terroristas modernos tienen
acceso a armas químicas, biológicas y tal
vez hasta nucleares, que son mucho más
destructivas, lo que representa una cierta
democratización en la capacidad para in-
fligir destrucción masiva. También, pueden
aprovecharse de la fuerte dependencia
de nuestra sociedad a las computadoras
en red para el funcionamiento de infraes-
tructura crítica, tales como el agua, la
energía, el transporte, la banca y las comu-
nicaciones; la vulnerabilidad de estos sis-
temas, se nos alerta, abren la posibilidad
del “ciberterrorismo”, en el que las compu-
tadoras son las armas y un “Pearl Harbor
electrónico” puede poner de rodillas a
una nación.
Sin embargo, existe un número de
razones para ser escépticos sobre el
24 James X. Dempsey

argumento de que los terroristas o sus


armas han cambiado cualitativamente, de
manera que se justifica restringir las
libertades civiles. Primero, hay razón para
cuestionar el supuesto de que los terroristas
de hoy en día “no conocen fronteras”. En
el Oriente Medio, por ejemplo, los musul-
manes fundamentalistas han estado invo-
lucrados durante muchos años en el terro-
rismo, motivados en parte por conceptos
como el martirologio religioso; sin embar-
go, estratégicamente han dirigido y calcu-
lado sus ataques para impulsar su agenda
política y no han buscado la destrucción
masiva.
En cuanto a los avances en la tecno-
logía, es indudable que existen más formas
para destruir la vida humana hoy día que
hace 50 años, gracias en gran parte a los
programas de armamento de Estados Uni-
dos, la Unión Soviética y otros gobiernos
que promovieron la investigación y el
desarrollo de armas de destrucción masiva.
Pero quienes bombardearon la ciudad de
Oklahoma, demostraron —con productos
agrícolas básicos— que no se requiere de
tecnología avanzada para matar a mucha
gente.
Mientras tanto, se han dado otros
cambios en la naturaleza del terrorismo
que dan argumentos contra el modelo de
inteligencia política. Uno es el surgimiento
La respuesta democrática al terrorismo... 25

del terrorista solitario, que no es miembro


de ningún grupo conocido —una persona
como Timothy McVeigh, quien realizó los
atentados en la ciudad de Oklahoma y no
formaba parte de ningún grupo mayor—.
Una aplicación intensiva del tipo de control
político que han propuesto algunos, pro-
bablemente tampoco habría identificado
a McVeigh.
Pero suponiendo aun, que hoy en día
nos enfrentamos a una amenaza terrorista
cualitativamente diferente, no justifica la
restricción de la libertad. Sin embargo,
las consecuencias de no adoptar una polí-
tica antiterrorista correcta, ante un elevado
riesgo de terrorismo, serían potencialmen-
te más catastróficas que nunca. Concluir
que existe un nuevo tipo de terrorismo,
no nos dice qué política adoptar, ni la
existencia de un “nuevo” terrorismo —si
es que existe— apoya la conclusión de
algunos funcionarios y comentaristas en
cuanto a que debe aumentarse el poder
gubernamental, a costa de las libertades
personales.
En verdad, ciertos aspectos del “nue-
vo” terrorismo apuntan en direcciones
muy diferentes. Antes de adoptar medidas
que restringen la libertad personal, podría
ser más efectivo buscar que se controlen
los materiales altamente destructivos de
tipo nuclear, químico y biológico que
26 James X. Dempsey

constituyen un grave riesgo contra la vida.


Estados Unidos y otras grandes potencias
no han hecho lo suficiente para lograr el
control de los materiales nucleares de la
antigua Unión Soviética, un proyecto que
probablemente sería de mayor beneficio
a la seguridad nacional que restringir las
libertades civiles. Los materiales letales
biológicos y químicos se producen amplia-
mente y en la actualidad están sujetos a
muy pocos controles. Un programa estricto
de regulaciones federales para los produc-
tos químicos y biológicos no traería consigo
implicaciones de las libertades civiles,
sino más bien, podría restringir significati-
vamente el acceso a tales productos por
parte de los terroristas y los simplemente
descuidados.
También está claro que no se ha hecho
lo suficiente con otras autoridades de in-
vestigación o protección, que tienen muy
poco impacto, o ninguno, sobre las liber-
tades civiles. Por ejemplo, medidas relati-
vamente modestas, descubiertas, no discri-
minatorias, tales como detectores de meta-
les en los aeropuertos, que pueden proteger
a las líneas aéreas de un ataque. No
obstante, explosivos y pistolas no han
sido detectados en pruebas gubernamen-
tales de seguridad en aeropuertos de Es-
tados Unidos, debido en gran medida, a
prácticas descuidadas de parte del personal
La respuesta democrática al terrorismo... 27

de revisión, y no hay razón para dudar


que los aeropuertos de otras naciones sean
igualmente débiles. De manera similar,
quedó claro después de las bombas explo-
tadas en las embajadas en África, que los
funcionarios de Washington no respon-
dieron rápidamente a las preocupaciones
surgidas, bien fundadas y fuertemente
expresadas del embajador americano en
Kenya, quien repetidamente alertó que la
embajada no tenía suficiente protección
contra un ataque terrorista. Ciertamente,
la CIA en muchas ocasiones le dijo al
Departamento de Estado que existía un
grupo terrorista activo en Kenya, vincula-
do con el hombre que desde entonces ha
sido acusado de ser el autor intelectual de
los bombardeos allí y en Tanzania. Sin
embargo, nunca se tomaron mayores me-
didas de seguridad física, que pudieran
haber frustrado a los atacantes.
Puede o no existir una “nueva” amena-
za terrorista hoy en día. Ciertamente existe
una amenaza de violencia motivada ideoló-
gicamente. Pero el enfoque de inteligencia
política no es la respuesta. El mejor camino
es adherirse a principios liberales, utilizar
las leyes penales para castigar a quienes
planifiquen o realicen actos violentos e
invitar a los críticos de nuestro gobierno
a que practiquen la democracia y la tole-
rancia.
28 James X. Dempsey

U NA ESTRATEGIA DE
ANTITERRORISMO PARA LA
ERA DE POST -G UERRA F RÍA

Durante la Guerra Fría, la amenaza prin-


cipal contra la seguridad nacional de Esta-
dos Unidos era la Unión Soviética, que
operaba en todo el mundo con medios
clandestinos y poderes encubiertos. En
muchos otros países, la seguridad nacional
fue definida a través del paradigma de la
lucha entre el capitalismo y el comunismo.
Se pensaba que las leyes penales tenían
muy poca relevancia a esta lucha. En Es-
tados Unidos, los agentes extranjeros que
dirigían o realizaban acciones hostiles, a
menudo operaban bajo inmunidad diplo-
mática. Se asumió que la persecución crimi-
nal revelaría demasiada información sobre
la seguridad nacional, comprometiendo
la propia seguridad. Aun con respecto a
ciudadanos estadounidenses de quienes
se sospechaba que eran espías en Estados
Unidos, la sospecha era contraria a la
sindicación penal. En vez de ello, se justi-
ficaron acciones clandestinas de desman-
telamiento y operaciones de agentes do-
bles, como el mejor medio de evitar daños
a los intereses de Estados Unidos.
Cambios importantes realizados du-
rante las últimas dos décadas, han alterado
fundamentalmente muchas de las suposi-
La respuesta democrática al terrorismo... 29

ciones sobre las que se basaron las activi-


dades de seguridad nacional. La Unión
Soviética se ha desintegrado. Los derechos
humanos han surgido como un principio
supremo de la política exterior de Estados
Unidos (por lo menos en teoría) y han
sido acogidos (de nuevo, por lo menos en
teoría) en todos los países, con muy pocas
excepciones. El Derecho internacional ha
tenido un cambio revolucionario, hasta el
punto en que los gobiernos ahora tienen a
su disposición una gran variedad de san-
ciones internacionales para castigar a los
Estados que patrocinan el terrorismo.
Más importante aún, el Derecho Penal
ha asumido una primacía en la política de
seguridad nacional. En Estados Unidos,
ahora se supone que los sospechosos de
ser espías serán arrestados y procesados
por medio de juicios en los que toda la
evidencia gubernamental se presenta pú-
blicamente y en un debate. Se adoptó la
“Ley de Procedimientos de Información
Clasificada”, que protege la información
clasificada sin perjuicio del derecho de
los sindicados a presentar evidencias ex-
culpatorias y efectuar repreguntas, lo que
hace que tales procesos públicos sean me-
nos riesgosos para las operaciones actuales.
Mientras tanto, al Derecho Penal de Esta-
dos Unidos se le ha otorgado un amplio
efecto extraterritorial, llegando a casi cual-
30 James X. Dempsey

quier ataque en cualquier parte del mundo,


contra un ciudadano estadounidense, pro-
piedades del gobierno de Estados Unidos
o propiedad de empresas estadounidenses.
La cooperación internacional en el campo
del Derecho Penal hace más probable que
nunca, que pueda tratarse el terrorismo a
través del arresto y procesamiento en las
cortes estadounidenses.
A la luz de tales cambios, el desarrollo
de políticas de seguridad nacional, de
inteligencia y antiterrorismo, pueden regir-
se por los principios de libertad de expre-
sión, debido proceso y responsabilidad
individual, más que de culpabilidad por
asociación. Los cambios que han ocurrido
durante las últimas dos décadas no signi-
fican que el mundo de pronto se haya
convertido en un lugar seguro, o que no
haya necesidad de contar con inteligencia
efectiva y programas contra el terrorismo.
Sugieren que es necesario un nuevo enfo-
que, uno que sea factible y consistente
con otras tendencias del Derecho, la política
exterior y conceptos nuevos de supervisión
y rendición de cuentas. Este nuevo enfoque
debe basarse en el Derecho Penal. Un
Derecho Penal que se preocupe no de
castigar a quienes recolectan fondos para
actividades no violentas o a quienes invo-
can que se “derroque” al gobierno; sino
uno que se enfoque en hechos violentos
La respuesta democrática al terrorismo... 31

reales, como el asesinato, el bombardeo,


o el secuestro.
Las técnicas de control y desmantela-
miento de la contrainteligencia extranjera
puede ahora enfocarse de una forma más
estrecha. En verdad, pueden y debieran
limitarse a las actividades de los diplomá-
ticos extranjeros que tienen inmunidad
de ser procesados. Es hora de restringir la
recolección de inteligencia política a su
enfoque inicial: información referente a
las intenciones de naciones extranjeras u
otros organismos reconocidos interna-
cionalmente, cuyos miembros tengan in-
munidad diplomática. La regla debiera
ser simple: si personas sospechosas de
estar involucradas en actividades terroris-
tas no pueden ser procesadas debido a su
status diplomático, pueden ser investiga-
das bajo las reglas de contrainteligencia,
pero si pueden ser procesadas, debiera
investigárseles por actividades criminales.
Una política efectiva contra el terro-
rismo puede basarse en procedimientos
penales tradicionales dirigidos a los críme-
nes de violencia, incluyendo la recolección
de inteligencia criminal dirigida a evitar
actos terroristas antes de que éstos ocurran.
Tales investigaciones antiterroristas tratan
a los actos de terrorismo como crímenes,
sin importar su motivación política. El
asesinato, secuestro o robo de bancos de
32 James X. Dempsey

parte de terroristas puede tratarse en gran


medida, igual que el asesinato, secuestro
y robo de bancos por no terroristas. Todas
las investigaciones antiterroristas, ya sean
de grupos extranjeros o domésticos, deben
realizarse de conformidad con las reglas
penales, con el objeto de arrestar a quienes
planifiquen, apoyen o realicen actividades
violentas y condenarlos en una corte penal.
Una vez se identifique a un grupo con
motivaciones políticas que incita a la vio-
lencia, la meta de la investigación no debie-
ra ser identificar a quienes comparten esa
ideología. Más bien, su meta debiera ser
identificar solamente a quienes estén in-
volucrados en la empresa criminal. Las
fuerzas de seguridad que resisten el papel
de la inteligencia política, pueden enfrentar
con éxito a la amenaza del terrorismo, sin
sacrificar las libertades políticas.
Guatemala: el escenario antiterrorista 33

GUATEMALA:
EL ESCENARIO ANTITERRORISTA
John Ramírez Campos *

A partir de los atentados terroristas en


Estados Unidos el 11 de septiembre, el
paradigma sobre seguridad ha cambiado.
La potencia hegemónica vio vulnerada
su seguridad en su propio territorio y con
medios inusuales. Esto significó, en lo
inmediato, que frente al terrorismo los
aspectos doctrinarios y estratégicos de

(*) Activista de Derechos Humanos. Ha


laborado en la Oficina de Derechos Humanos
del Arzobispado ( ODHAG ), el Proyecto para la
Recuperación de la Memoria Histórica ( REMHI )
y la Misión de Verificación de Naciones Unidas
en Guatemala ( MINUGUA). Actualmente es miem-
bro del equipo de SEDEM .
34 John Ramírez Campos

defensa con los que se contaba, resultaron


frágiles e incluso fueron desbordados.
El hecho mismo añade una nueva for-
ma de guerra y nuevas amenazas a los
Estados. El actual enemigo es confuso.
No tiene rostro, no se puede ubicar en un
espacio determinado y por lo tanto, las
formas para aplacarlo también han de
cambiar. La modalidad de defensa será
bajo el paradigma de la seguridad hemisfé-
rica e internacional.
Como se ha dicho, este conflicto reviste
características nuevas y una de ellas es su
carácter global y globalizador. Eso significa
que, los escenarios geográficos de lucha
se diseminan alrededor del mundo: todos
tienen un papel que cumplir. Se da por
hecho que todos lo países enfrentan, en
diversa medida, el mismo desafío. Los
países desarrollados de occidente ven en
este ataque a Estados Unidos, una amenaza
latente para su propia seguridad. Esto los
ha llevado a que su involucramiento sea
de primer orden lo cual tiene su máxima
expresión en el campo militar.
En este marco, los países periféricos
se han visto interpelados. No sólo se trata
de una agresión a la potencia hegemónica,
su referente político y económico, se trata
también de tomar posición frente a la
“fuerza moral” que revisten las acciones
políticas y militares contra las caras más
Guatemala: el escenario antiterrorista 35

visibles del terrorismo, readecuando es-


tructuras internas en función de la lucha
antiterrorista, especialmente en lo que
toca a seguridad y defensa.
Una de las áreas que mayor peso es-
tratégico tendrá en esta lucha, es la acción
de los organismos de inteligencia. Frente
a un enemigo que es virtualmente desco-
nocido, pero omnipresente, la guerra a
largo plazo implica el trabajo minucioso
de su conocimiento y análisis, de sus en-
granajes internos, formas de operar y bases
de apoyo.
De hecho, en Estados Unidos las agen-
cias de inteligencia internas y externas ya
han asegurado una mayor capacidad de
acción y de recursos económicos. Los con-
troles a los que estos cuerpos se habían
visto sometidos en las últimas tres décadas
se han minimizado. La justificación es
que no pueden actuar con las manos atadas
y por lo tanto, necesitan ampliar sus es-
pectros operativos, incluyendo zonas que
podrían vulnerar incluso leyes internas e
internacionales de derechos humanos.
En consecuencia, hay motivos para
temer que posturas y acciones de Estados
y grupos en diversas latitudes, aprovechen
esta coyuntura internacional para fortale-
cer posiciones autoritarias y de control
social, con el pretexto de apoyar la lucha
antiterrorista.
36 John Ramírez Campos

Y Guatemala no es la excepción. Ahora


bien, cómo este hecho y sus consecuencias,
van a afectar la vida del guatemalteco, es
hoy todavía incierto. No es congruente
pensar que el país pueda verse afectado
por ataques directos o por acciones que
pongan en riesgo su seguridad. Esta guerra
de carácter internacional, como las anterio-
res, tendrá efectos colaterales en áreas de
la economía y el comercio.
No obstante, se conoce de medidas
inmediatas tales como el aumento de la
seguridad alrededor de objetivos o intere-
ses de los aliados occidentales, ya sean
éstos embajadas o empresas privadas. Los
presidentes centroamericanos, en conjunto
y por separado, han expresado su rechazo
al terrorismo y su adhesión a las acciones
militares contra el gobierno talibán. De
igual forma, los jefes de las policías cen-
troamericanas han tomado acciones con-
juntas, en especial el refuerzo de las fron-
teras, como inicio de lo que sería una
política de seguridad estructurada con
carácter regional. Mientras, el Ministro
de la Defensa ha expresado la disposición
y la experiencia que la institución armada
tiene para combatir cualquier acción terro-
rista.
Es de esperarse que Guatemala, dentro
de este nuevo marco de seguridad hemis-
férica, se vea impelida a realizar acciones
y adoptar medidas en consecuencia con
Guatemala: el escenario antiterrorista 37

la nueva situación y con los requerimientos


estadounidenses. Aunque el teatro de ope-
raciones de esta guerra en principio está
lejos, a países como el nuestro se le reque-
rirá mayores controles migratorios, de
tráfico aéreo y marítimo. De manera que
estos aspectos adquirirán, nuevamente,
un tratamiento de “seguridad nacional”.
Por lo tanto, es de esperar un rediseño de
la política de seguridad por parte del
Estado y de las funciones de las institucio-
nes que la ejercen: PNC y Ejército.
La necesidad de Estados Unidos de
mantener el mayor control del flujo migra-
torio ilegal, hace de Guatemala un país
importante en uno de sus frentes de lucha.
Sin embargo, la debilidad institucional
existente requiere cambios y no sólo habrá
presión para reforzar los aparatos de segu-
ridad y los aspectos jurídicos, sino, además,
ayuda para el despliegue de programas
específicos. En ese sentido, es probable
que Estado Unidos tenga la disposición
de asumir los costos en tecnología, equipo
y entrenamiento, en función de asegurar
por un lado su frontera al sur y de contar
con aparatos de seguridad mejor prepara-
dos para una lucha que necesita de mayores
mecanismos de control social y territorial
en todas sus formas.
El aumento de capacidades de segu-
ridad también implica el reforzamiento
38 John Ramírez Campos

de los aparatos de inteligencia, que han


sido objeto de cuestionamiento por parte
de la sociedad, dado el carácter contrain-
surgente que asumieron y la falta de con-
troles con que siguen operando. Las de-
nuncias por sus actuaciones al margen de
la ley (el haberse convertido en virtuales
poderes paralelos) y su vinculación con
hechos delictivos, son las dudas que asaltan
cuando se presenta un escenario en el que
estos servicios puedan tener un renovado
accionar.
En Guatemala, en el contexto del con-
flicto armado, los aparatos de inteligencia
estuvieron a la vanguardia de las acciones
anti subversivas y, aún hoy, a pesar de la
finalización de este y los compromisos
adquiridos por el Estado en los acuerdos
de paz, los órganos de inteligencia no
cuentan con controles y la redefinición de
sus ámbitos de acción, especialmente del
Ejército, compromisos que siguen siendo
un asunto pendiente.
Sin embargo, en los actuales momen-
tos, en defensa de la democracia, son más
necesarios los controles para evitar los
excesos de los gobiernos hacia sus ciudada-
nos. No se puede en nombre de la demo-
cracia misma, violar y destruir los funda-
mentos de ésta. Esto puede ser más dra-
mático en democracias no consolidadas,
donde aún está latente en las estructuras
Guatemala: el escenario antiterrorista 39

políticas y sociales, el recurso de la violen-


cia para resolver los conflictos y en donde
el autoritarismo sigue siendo una forma
de relación social.
Ahora más que nunca, resulta vital la
creación de sistemas de control y super-
visión hacia los órganos y organismos de
inteligencia, tanto civiles como militares.
Una de las mayores preocupaciones en
este nuevo contexto es que las fuerzas de
seguridad justifiquen un mayor control
social y ciudadano, en función de la lucha
internacional contra el terrorismo. Las
acciones que se han empezado a tomar,
especialmente con la creación de la Coor-
dinadora Interinstitucional de Seguridad,
abren las puertas a abusos e ilegalidades
por parte de los diferentes organismos de
seguridad e inteligencia.
Ante cualquier acción tomada por el
Estado de Guatemala no se pueden dejar
de hacer preguntas elementales, en función
de establecer parámetros que con la mayor
claridad se conviertan en los límites de
operación en esta “cruzada” para la pre-
vención de actos de terrorismo nacional e
internacional.
Por ejemplo: ¿qué se entiende por
terrorismo? si en el contexto del conflicto
armado, las organizaciones o personas
que expresaban una voz de oposición, no
fueron vinculadas casi indiscriminada-
40 John Ramírez Campos

mente por los organismos de seguridad


del Estado con la guerrilla y fueron tildadas
de terroristas. De igual manera, las acciones
que grupos de distinto carácter, en el ejer-
cicio de sus libertades constitucionales, y
que demandaban del Estado el cumpli-
miento de los derechos humanos o reivindi-
caciones socioeconómicas, se vieron dentro
de este modelo, clasificadas como terro-
ristas.
En un contexto de esta naturaleza, se
vuelven vulnerables las libertades de loco-
moción y asociación. Ya es un hecho que
el tema migratorio representa ahora un
factor estratégico, de la misma manera en
que lo fue para la doctrina de seguridad
nacional en el conflicto interno. En Guate-
mala, donde el tráfico migratorio de per-
sonas ha sido usado como mecanismo
contrainsurgente y de control social, dis-
posiciones como las tomadas por los jefes
de policía de Centroamérica, no pueden
más que hacer recordar lo fácil que puede
ser un retroceso al pasado.
Cabe preguntarse entonces, ¿cómo van
a catalogarse las manifestaciones en contra
de la guerra, que distintos grupos y
personas han expresado? ¿Será que, dentro
de esta lógica, se les considere actos de
terrorismo? ¿Estarán expuestas las perso-
nas, grupos y partidos políticos contrarios
a estas políticas gubernamentales, a ope-
raciones de vigilancia o seguimiento?
Guatemala: el escenario antiterrorista 41

En todo caso las leyes ordinarias del


país ya establecen marcos para ocuparse
de delitos que van desde el acopio de
armas, explosivos o sustancias químicas
para usos criminales. También hay legis-
lación en contra de todas las formas de
violación a la vida de las personas, la
infraestructura social y las instituciones
del Estado. En fin, tanto el orden social,
como el de resguardo de la democracia y
sus instituciones, están dentro del orden
penal vigente.
La retórica de la guerra contra el terro-
rismo ha sido la lucha por la democracia
y la libertad. Las acciones del 11 de sep-
tiembre fueron vistas como un golpe a los
valores que nuestros pueblos abrazan. En
Guatemala, la construcción de un modelo
político y social incluyente, donde se res-
peten los derechos humanos, ha costado
muchas vidas y muchos años. La lucha
por la democracia y por los valores que la
sustentan sólo puede apoyarse en más
democracia y más libertad. Guatemala,
como sociedad, no puede darse el lujo de
volver a lógicas y estructuras que la divi-
dieron y de las cuales aún no logra salir.
El reto, en este momento, es no contraponer
las dos aspiraciones fundamentales que
tienen todos los seres humanos: la segu-
ridad y la libertad.
42 John Ramírez Campos

Este libro se terminó de imprimir en junio de 2002


en los talleres de litografía Nawal Wuj S.A.
1a. avenida 9-18 zona 1, Telefax: (502) 232 8568
Guatemala, Guatemala C.A.

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